Sunteți pe pagina 1din 14

Una fascinante

definición de lo
que es el amor
según el budismo

porAlejandro Martinez Gallardo

Comparte #HagamosComunidad


6 minutos de lectura

La forma en la que el budismo


entiende al amor es muy distinta a la
versión de amor romántico que ha
sido difundida en la modernidad
occidental. Por una parte, es evidente
que el budismo al ser una religión
(aunque una no-teísta) ordena a sus
seguidores y supone el cumplimiento
de votos, por lo cual la idea de un
budista "perdidamente" enamorado
de otra persona es contradictoria.
Asimismo, la visión budista del
mundo como samsara, como un ciclo
ilusorio de muerte y renacimiento,
hace que a grandes rasgos, el
practicante renuncie a los placeres
mundanos o, mejor dicho, se
mantenga desapegado, consciente de
la impermanencia de todo fenómeno
o estado de la mente y cuerpo. Esto,
sin embargo, no significa que para el
budismo el amor no sea importante.

Fundamentalmente el amor es
entendido como compasión, esto
es un-sentir-con, una forma de piedad
que se extiende en la meditación y
en los actos cotidianos para el
beneficio de todos los seres
sintientes. Esto es especialmente
cierto de budismo mahayana, el gran
vehículo de bodhisattva, donde se
considera que la salvación personal y
los logros de una mente pacífica y
luminosa deben de disponerse para
la liberación de todos los seres. El
bodhisattva, al haber perfeccionado
su mente y desactivado sus karmas,
es tan ligero como el cielo y en ese
estado inmarcesible decide
dedicarse, aunque tarde eones, a
ayudar a eliminar la ignorancia que
genera el sufrimiento de todos los
seres vivos. De hecho, la cualidad
esencial de la mente de un Buda,
el boddhicitta es una especie de
luminosidad que también se entiende
como compasión pura y la cual es la
naturaleza base de la mente.

Una definición más simple, que me


parece capta la esencia de la visión
budista del amor y nos permite de
alguna manera trascender el exceso
de conceptualización y de
intangibilidad que rodea al amor en
nuestra visión de mundo, nos viene
por parte del maestro
tibetano Thinley Norbu Rinpoche: el
amor es dar energía a alguien
más. Puede que el amor sea otras
cosas también, pero he ahí algo muy
simple con lo que se puede trabajar,
y llevar el pensamiento y las
emociones a un nivel cuantificable y
mayormente irrefutable. La energía
como prueba del amor.
En su excelente White Sail, Thinley
Norbu señala: "Existen muchos
método para incrementar la energía
positiva, pero el más poderoso es
crear amor y fe, los cuales surgen de
la energía de sabiduría original. Si
conectamos a través de la fe con la
vasta y profunda continuidad de la
mente, las cualidades internas,
suaves y luminosas de la energía de
sabiduría pueden florecer. La esencia
del amor es la compasión de los
seres sublimes que siempre dan
energía". En el contexto budista se
dice que la intención de amor
"debe ser la misma que la de la fe:
llevar a la iluminación, lo cual nos
libera del sufrimiento del amor
mundano superficial". Secularmente
esto puede entenderse simplemente
como el genuino deseo del bien del
otro. Es por ello que esto es la regla
de oro en todas las tradiciones, hacer
a los demás como nos gustaría que
nos hicieran a nosotros (y es también
curiosamente un principio esencial,
no sólo de la compasión, sino del
erotismo).
En pali, la lengua que hablaba Buda,
una de las formas con las que se
refiere al amor es "metta", una
palabra que ha sido traducida
como amor pero también como
amabilidad, benevolencia y buena
voluntad; "metta" es amor pero sin el
sufrimiento que necesariamente
conlleva el apego y el aferramiento a
una persona. En nuestra sociedad
tenemos historias muy bellas de
amores de parejas que dependen la
una de la otra y que se sacrifican el
uno por el otro pero que en el
proceso sufren enormenente y
creemos que sufrir es parte esencial
de una demostración heroica del
amor; esto es solamente una
concepción equivocada, si bien
altamente poética. Un amor así está
más ligado a la fantasía y a la ilusión
que a la realidad, puesto que la
realidad es que las personas que
amamos se enfermarán, morirán y
nos dejarán. Nada permanece y no es
necesario aferrarse a algo; la
felicidad y el bienestar tienen una
fuente interna y pueden ser
compartidas pero nunca podrán ser
experimentadas en su totalidad más
que a través de la
realización personal. El amor no se
trata del deseo de ser aceptado o de
encontrar alguien que nos revele la
felicidad, se trata de entender no
de ser entendido y de dar, de dar
energía, más allá de conceptos y
justificaciones psicoanalíticas de
nuestro amor. ¿Somos capaces de
dar energía a las personas? ¿Somos
capaces de entenderlas en el nivel
más puro sin que esto nos afecte,
puesto que nuestra esencia no tiene
forma de perderse o corromperse por
los fenómenos mundanos?

Alguien podría dudar sobre este "dar


energía" y pensar que una persona
puede drenar a otra, algo que en
ocasiones ocurre (y entonces el
supuesto amor se vuelve brujería o
vampirismo sexual). Pero esto sólo
ocurre cuando la persona que da
energía lo hace desde un centro de
apego personal y tiene algo que
perder, es decir, su mismo ego y las
construcciones de su personalidad.
La energía que se da en el amor,
sugieren las tradiciones místicas, no
es de una persona, es la energía del
cosmos mismo, que atraviesa a la
persona justamente porque ha
perdido la importancia personal y ha
eliminado los aspectos más burdos y
gruesos de su mente que obstruyen
el flujo de la energía. Es por ello que
para los budistas la realidad es
vacuidad y, como sabemos por la
física cuántica, el vacío es potencial
de energía infinita. Al no carecer ni
desear ni estar amarrado a
conceptos, una persona regresa al
vacío, por así decirlo, y puede servir
como un canal de esa fuente
inagotable de la cual se dice en
el Tao Te King que siempre da y sin
embargo permanece completa. En
realidad sólo ama quien se puede
vaciar a sí mismo.

S-ar putea să vă placă și