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DERECHO CIVIL

FUENTES DE LAS OBLIGACIONES

Juan Carlos Dörr Zegers 


Derecho U.C.
1° Semestre Civil II - 2011

Corresponde este semestre estudiar las fuentes de las obligaciones, las que, como Uds.
saben, son los contratos, los cuasicontratos, los delitos y los cuasi delitos, dando lugar
estos últimos al estudio de la responsabilidad extracontractual.

El temario de este curso semestral es el siguiente:

Contratos:

1. Teoría General del Contrato;


2. Clasificación de los contratos

Contratos consensuales y solemnes = Promesa


Compraventa
Permuta
Arrendamiento
Mandato
Transacción

Contratos Aleatorios: Juego y apuesta


Renta vitalicia
Censo vitalicio
Enriquecimiento sin causa y cuasidelito

Bibliografía:

En materia de teoría general del contrato, una obra de consulta y estudio en el curso es
“Contratos, Parte General”, 2 tomos, de Jorge López Santa María.

 Con la colaboración de Juan Carlos Dörr Bulnes.

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Como manual de estudio, les entregaré apuntes y, además, cuentan con algunas obras
prácticas, como el libro de Meza Barros.

Entre las obras extranjeras, pueden encontrar en español la obra de Christian Larroumet
“Las Obligaciones”.

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FUENTES DE LAS OBLIGACIONES

1. Fuentes de las obligaciones

Las obligaciones emanan de actos, hechos o circunstancias a las que el ordenamiento


jurídico ha reconocido la aptitud de generarlas válidamente. El análisis de esos hechos o
antecedentes de donde emanan o las producen, nos lleva a estudiar las fuentes de las
obligaciones.

Tradicionalmente, las fuentes de las obligaciones son: (a) el contrato; (b) el cuasi
contrato; (c) el delito; y, (d) el delito; división que proviene de las Instituciones de
Justiniano. En los Códigos modernos, incluyendo el nuestros, se agregó como fuente la
ley.

Hay autores que son enemigos de esta calificación tradicional de las fuentes. Sostienen
que las fuentes no son más que dos: la libre voluntad de quien se obliga (el contrato) y la
ley, pues es ésta la que atribuye efectos generadores de obligaciones al cuasi contrato,
al delito y al cuasi delito. Sin embargo, esta crítica no nos parece acertada por cuanto,
de ser así, sólo la ley resultaría como fuente pues es el ordenamiento jurídico – la ley, en
sentido amplio – el que reconoce el nacimiento de obligaciones de los contratos.

En nuestra opinión – y diría que en la opinión de un buen número de modernos autores –


es cierto que la clasificación clásica de las fuentes adolece de varios defectos graves
más allá, incluso, de la mera circunstancia de analizar de si es sólo la ley o si sólo la ley
y la voluntad de las partes las fuentes. Porque, ¿cómo podría sostenerse, por ejemplo,
que es la voluntad expresada en un contrato lo que genera la obligación de pagar el
pasaje de una micro? Sin embargo, no nos corresponde entrar en un análisis más
detallado que los interesados podrán ver en los textos modernos. No alcanzaríamos, de
contrario, a pasar toda la materia. No obstante estas deficiencias, nos parece apropiado,
como método, seguir pasando las fuentes en la forma como se consagran en nuestro
Código.

2. Las fuentes en nuestro Código

El art. 1.437 del Código Civil dispone que las obligaciones nacen: (a) del concurso real

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de las voluntades de dos o más personas, como en los contratos o convenciones; (b) ya
de un hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación de una
herencia o legado y en todos los cuasi contratos; (c) ya a consecuencia de un hecho que
ha inferido injuria o daño a otra persona, como en los delitos y cuasi delitos; y, (d) ya por
disposición de la ley, como entre los padres y los hijos de familia.

El art. 578, al definir lo que son los derechos personales, a modo de resumen, dispone
que son los que nacen por un hecho voluntario o por la disposición de la ley, y el art.
2.284 dispone que “las obligaciones que se contraen sin convención, nacen o de la ley, o
del hecho voluntario de una de las partes …”. Esto es, establece tres fuentes. Lo anterior
confirma que el número de fuentes dependerá del grado de acercamiento o
alejamiento de los hechos generadores que queremos usar para clasificar.
Remotamente, sólo existirá la ley; más cercanamente, la ley y la voluntad; más
analíticamente, la ley, el contrato y el hecho voluntario; por último, llegaremos,
manteniendo las críticas, a lo dispuesto en el art. 1.437, cuya estructura seguiremos.

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TEORIA GENERAL DEL CONTRATO

3. ¿Qué es contrato?

Recordemos que los fenómenos tienen su origen en la naturaleza o en el hombre y


pueden o no pueden tener consecuencias jurídicas.

Si el fenómeno tiene su origen en la naturaleza o en el hombre y carece de efectos


jurídicos, nos encontramos frente a un HECHO SIMPLE O MATERIAL.

Si, por el contrario, el fenómeno tiene su origen en la naturaleza o en el hombre y


produce consecuencias jurídicas, nos encontramos frente a un HECHO JURIDICO.

El concepto de HECHO JURIDICO comprende tres situaciones o acepciones


diferentes.

Hecho jurídico propiamente tal, que es un hecho de la naturaleza y que produce


efectos jurídicos, vgr.: la muerte, un accidente, etc.

Actos jurídicos, que es un hecho voluntario del hombre realizado con la intención de
producir efectos jurídicos.

Hechos jurídicos voluntarios, realizados por el hombre sin la intención de producir


efectos jurídicos; pero que los producen, como los delitos, cuasi delitos, la plantación
de un árbol, etc.

ACTO JURIDICO, es entonces el hecho voluntario de una o más personas efectuado


con la intención de producir efectos jurídicos o, como se lo define, "la declaración
de voluntad de una o más personas, ejecutada con arreglo a la ley y encaminada a
producir efectos jurídicos".

El acto jurídico puede ser unilateral o bilateral según sean partes en la declaración
una o más personas.

El acto jurídico es unilateral cuando, para que exista y produzca los efectos deseados,

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basta la declaración de voluntad de una persona, como el testamento; cuando es
necesaria la declaración de voluntad de más de una persona, como la compraventa,
estaremos frente a un acto jurídico bilateral o CONVENCION.

CONVENCION es, entonces, siguiendo la teoría clásica, el acto jurídico bilateral.

Muy variado puede ser el contenido de una convención:

Constituir o transferir un derecho real, como la tradición;


Extinguir una obligación, como el pago;
Modificar una obligación, como la novación;
Dar origen a una obligación, como en los contratos.

CONTRATO, es entonces, toda convención generadora de obligaciones; o dicho de


otro modo, el acto jurídico bilateral generador de obligaciones; o, el acuerdo de
voluntades de dos o más personas destinado a crear obligaciones.

La teoría moderna, postula que contrato es el negocio jurídico bilateral, sea cual sea su
resultado, esto es, cree, modifique o extinga obligaciones.

4. Contrato y convención

Tradicionalmente se enseña que contrato y convención son conceptos diferentes y que


don Andrés Bello, al asimilar ambos conceptos en el art. 1.438, se equivocó.

En realidad, ello no es así.

Es efectivo que la doctrina anterior al Código de Napoleón consideraba la


convención como el acuerdo de voluntades destinado a crear, modificar o extinguir
una relación jurídica siendo específicamente el contrato aquella convención que
tenía por objeto crearlas.

Así lo sostiene Pothier y así se consagró en el Art. 1.101 del Código Civil francés:
"Contrato es la convención ..."

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Don Andrés Bello conoció y se guió por Pothier. Conoció el Código de Napoleón y sin
embargo en forma absolutamente clara y definitiva asimiló e hizo idénticos los
conceptos de convención y contrato:

Así lo dicen los arts. 1.437, 1.438, 1.587, 1.589, 1.630, 2.284 y muchos otros.

En este sentido don Andrés Bello se adelantó muchos años a la doctrina que hoy día
sostiene que contrato y convención es una sola cosa:

El contrato o la convención, esto es, el acuerdo de voluntades, puede tener por


objeto crear obligaciones, modificarlas o extinguirlas.

El Código Civil italiano expresa en su art. 1.321 que "el contrato es el acuerdo de dos
o más partes para constituir, regular o extinguir entre ellas una relación jurídica
patrimonial".

De la misma forma se expresa el art. 1.133 del Código Civil venezolano.

El problema carece de interés práctico relevante, a no ser por algunos fallos que se han
basado precisamente en el carácter de convención y no de contrato de determinados
acuerdos de voluntades que modifican o extinguen una relación contractual, para
no hacerles aplicables normas establecidas para los contratos.

La razón de la discusión (ya que don Andrés Bello fue muy claro en asimilar ambos
conceptos) se origina en el tiempo y trabajo que han gastado los tratadistas franceses
para interpretar el art. 1.101 del Código Civil francés que siguiendo literalmente a
Pothier hace la diferencia entre contrato y convención, para luego confundir
obligación con contrato.

El error de Pothier fue confundir contrato con obligación; en otras palabras, no


concebir la existencia de un contrato que no fuera generador de obligaciones.

5. Historia del concepto de contrato

El concepto de contrato que hoy nos parece tan claro y simple: "El acuerdo de

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voluntades que crea obligaciones", o bien, el negocio o acto jurídico bilateral", es sin
embargo, un concepto moderno y cuya historia no es habitualmente conocida.

Primeramente en Roma "contractus" no fue un concepto jurídico autónomo sino tan


sólo gramatical; era el participio pasado del verbo contrahere (contraer): era "lo
contraído", la situación que da origen al "vinculum iuris" que es la obligación.

Ahora bien, para crear obligaciones en el antiguo derecho romano eran necesarios
algunos actos estrictamente solemnes, con palabras sacramentales: sólo ellos
generaban obligaciones de modo que sólo ellos podrían corresponder al concepto de
contractus. Más adelante en la evolución del Derecho en ciertos casos, la entrega de
una cosa creaba obligaciones ya que, como en el mutuo, el comodato, el depósito y la
prenda, la entrega creaba la obligación de restituir. Muy evolucionado ya el derecho
romano, el derecho pretorio admitió el acuerdo de voluntades de dos o más
personas que creaba obligaciones, pero sólo excepcionalmente y de manera muy
limitada: Sólo en la compraventa, arrendamiento, mandato y sociedad. La regla
general siguió siendo en Roma que los acuerdos de voluntades no creaban obligaciones:
eran sólo pactos nudos que no otorgaban acción.

Tampoco fueron los glosadores los que desarrollaron el concepto moderno de


contrato.

Es en los tiempos modernos cuando se genera el concepto de contrato como fruto de


tres corrientes de opinión:

a) Los canonistas para quienes era de equidad respetar los pactos o acuerdo
de voluntades. "pacta sunt servanda" (los pactos deben cumplirse).

b) La evolución paulatina hacia el reconocimiento del valor de la voluntad en


los actos jurídicos o voluntarismo jurídico.

c) La ilustración que va desarrollando el concepto de la libertad individual y que


en la búsqueda de la razón de la creación de la obligación, llega a la
conclusión que es la voluntad de las partes.

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Se llega así al concepto clásico de que los contratos son las convenciones,
esto es, las manifestaciones de voluntad generadoras de obligaciones.

6. Acepciones del concepto de contrato

a) Es un SUPRACONCEPTO (ober-begriff) ya que es aplicable a todos los


campos jurídicos, por lo tanto, en derecho privado como en derecho público:
Son contratos los tratados internacionales, los concordatos, etc.

b) Dentro de la órbita del derecho privado, en un sentido amplio, el contrato es


un concepto de carácter general que abarca tanto el derecho patrimonial como
el familiar (compraventa; matrimonio).

c) En sentido restringido, concreto y propio, según la moderna doctrina, se aplica


sólo en el campo patrimonial y entiéndese contrato: El negocio o acto jurídico
bilateral.

Nuestro estudio, sin embargo, seguirá los cánones clásicos y considerará el contrato
como convención creadora de obligaciones sea en materia patrimonial, como familiar.

7. Modalidades contractuales

Es indudable que la conceptualización del contrato (Siglos XVIII - XIX) tuvo en cuenta
formas de vida y operación muy distintas a las de hoy.

La vida actual nos coloca a todos frente a tres tipos característicos de contratación:

a) Son contratos las operaciones puramente manuales o casi mecánicas e


instantáneas de la vida cotidiana (vgr.: compra de bienes de consumo en un
supermercado; el transporte público, etc.). Se caracteriza esta modalidad de
contratación por la fugacidad de la relación entre las partes lo que hace muy
difícil, con posterioridad, replantear los efectos del contrato entre las partes.

b) Junto a estas operaciones casi mecánicas, están aquellas otras mediante las
cuales se llevan a cabo intercambio de bienes o de servicios que, o bien, son de

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envergadura, o bien dan origen a una relación más permanente entre las par tes.
Vgr.: la compra de un auto, el arriendo de una casa. Esta es la modalidad
común de la contratación. Es a esta modalidad a la que estaremos
refiriéndonos y aquella que tuvo en cuenta Bello al preparar el Código en el
pasado.

c) Contrato-tipo y contratos forzosos impuestos por las necesidades de la vida


moderna (Vgr.: Agua potable, luz eléctrica, gas). A diferencia de las otras
modalidades, en ésta, la autonomía de la voluntad queda reducida a un
mínimo por tratarse de contratos de adhesión.

8. Esencia del contrato

El contrato es, esencialmente, el ACUERDO de voluntades de dos o más partes o


contratantes. Ese acuerdo, es el centro de gravedad del contrato: Simbolizado por dos
manos que se estrechan, es el momento más trascendental del contrato.

El acuerdo representa la función conciliadora de dos posiciones antagónicas o


diferentes.

Significa que ambos contratantes han satisfecho sus ambiciones o expectativas y que
están dispuestos a someterse a su fuerza obligatoria o compulsiva.
De este principio, podemos sacar algunas proposiciones fundamentales (como dice
Pescio:)

1) El contrato representa armonía o concordancia de quereres antagónicos y,


así, el contrato debe en principio representar el ajuste económico de las
ambiciones de las partes.

Hay incluso autores que sostienen que es de la esencia del contrato la


existencia previa entre las partes de intereses antagónicos que se
"componen" por el contrato.

Nuestro Código, desde luego, no lo exige y la doctrina mayoritariamente sostiene


que tal antagonismo no es esencial, e incluso, en el contrato de sociedad, no

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existe: basta que haya intereses distintos.

2) El interés perseguido por los contratantes debe ser digno de protección por
parte del ordenamiento jurídico.

No constituirán contrato los meros caprichos o los intereses que vulneran


otros de interés social.

El Art. 1.322 del Código Civil italiano consagra este principio en forma expresa al
referirse a los contratos innominados.

3) Es la fuente más importante de las obligaciones:

Tanto es así, que los tratadistas clásicos y los Códigos del siglo pasado hacen
sinónimo el concepto de contrato y obligación.

Esta similitud opera en dos sentidos:

Tanto en cuanto la importancia del contrato como fuente desde que se


asimila la fuente - contrato - con su efecto, obligación.

Tanto en cuanto no se concibe un contrato que no sea gene rador de


obligaciones.

Hoy, se sostiene que puede haber contrato no generador de obligaciones, al


asimilarse el concepto de contrato y convención.

9. Principios reguladores de la contratación

Existen algunos principios generales que regulan la contratación, de lo que analizaremos


el principio de la autonomía de la voluntad, el principio de la buena fe, el principio de la
fuerza obligatoria de los contratos.

10. PRINCIPIO DE LA AUTONOMIA DE LA VOLUNTAD

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Hemos dicho que el elemento esencial del contrato, el centro de gravedad del mismo,
es el acuerdo de voluntades. Siendo así, la voluntad aparece como el elemento
primordial de todo contrato. En tal virtud, no es entonces extraño que la voluntad,
una vez exteriorizada en la forma debida, recayendo sobre un objeto y causa lícita,
sin vicios, sea soberana en el campo del derecho para crear, modificar y extinguir
obligaciones, lo que se conoce como "principio de la autonomía de la voluntad".

Las consecuencias de tal principio son las siguientes:

1. Los individuos son libres para contratar según su deseo y parecer. Ni la ley
ni el juez pueden obligarlo a contratar y, por lo tanto, su negativa a contratar no
puede acarrearle consecuencias jurídicas;

2. Las partes son libres para discutir las cláusulas y condiciones de la


contratación, con la sola limitación de que no vayan contra el orden público y
las buenas costumbres.

3. Las partes tienen libertad para expresar su voluntad en la forma que les
plazca.

4. Se interpreta el contrato estándose a la voluntad de las partes. (Escuela


subjetiva).

Estos principios, que son consecuencia de la autonomía de la voluntad, no son


obviamente absolutos. La evolución del Derecho ha marcado un ritmo limitativo de la
autonomía de la voluntad en dos direcciones divergentes: Por una parte, tendiendo
a la objetivización del Derecho, una de cuyas pruebas es el moderno concepto de
patrimonio, cesión de deudas, responsabilidad objetiva sin culpa etc., y, por la otra
impregnando el Derecho de principios como la equidad, buena fe, regla moral, la
protección del débil, la función social, etc., que limitan el principio de la autonomía,
humanizando el derecho.

1. La libertad contractual no es absoluta, aunque son escasas las limitaciones a


esta libertad.

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El orden público económico, esto es, el conjunto de normas a través de las
cuales el Estado interviene en la regulación de la economía, imprime por cierto
limitaciones a la libertad contractual. Así, no es libre un fabricante o un
comerciante de vender o no vender; discriminar entre sus clientes en precio o
condiciones; celebrar contratos que impidan o limiten la libre competencia, etc.

En el orden público social, cada día es más limitada la libertad contractual


tratándose del contrato de trabajo; negociación colectiva, etc.

Desde otro ángulo, también constituyen limitaciones, aceptadas hoy, a la libertad


contractual, los denominados "contratos forzosos" y los "contratos dirigidos". En
los primeros, la ley impone en determinadas circunstancias, la necesidad de
convenir determinadas obligaciones contractuales, como sucede, vgr., con el
artículo 71 del Código Tributario que impone la obligación de contraer el carácter
de fiador de los impuestos en caso de venta o cesión de activos y pasivos.

En cuanto a contratos dirigidos, tenemos el caso del contrato de inversión


extranjera del DL 600. En este contrato, si bien hay libertad para convenir o no
en él, es la ley la que fija las cláusulas sujetas a contratación.

2. No es total, tampoco, la libertad en la forma. Si conforme al principio de la


autonomía de la voluntad, el consensualismo debiera ser del resorte de las
partes, la ley impone el formalismo o el cumplimiento de formalidades
habilitantes, de publicidad o prueba cada vez en mayores casos.

3. En materia de interpretación del contrato, ha adquirido influencia la escuela de la


interpretación objetiva del contrato por sobre la tradicional indagación de la
voluntad real de los contratantes. Ello, como una manera de contribuir a la
seguridad jurídica.

11. EL PRINCIPIO DE LA BUENA FE

La historia del hombre ha sido, en definitiva, un ir humanizándose. Lo mismo la historia


del Derecho y también el Derecho privado. Pensemos un momento en la crueldad de las

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penas; en la esclavitud, la segregación racial, las luchas religiosas, y veremos cómo el
hombre ha ido evolucionando por la humanidad.

El Derecho privado también se ha ido "humanizando" y como dice Alsina "al


humanizarse el Derecho, se ha penetrado de una savia bienhechora que se acostumbra
llamar "principio de la buena fe".

No hay duda que, cada día más, el principio de la buena fe se va cons tituyendo en el
más importante principio de la contratación.

Ripert, en su obra "La regla moral en el derecho" expresa que la regla moral y
especialmente la buena fe, vagaba por las fronteras del derecho suplicando ser
reconocida en los Códigos aunque fuera en la débil forma de una obligación natural".

La buena fe es un concepto moral, conocido desde antiguo pero que sólo con los
tiempos actuales ha cobrado su real dimensión.

Cicerón expresaba que, "Quien viola su juramento vulnera la fe: esa fe que nuestros
padres, como nos enseña una arenga de Catón, quisieron colocar en el Capitolio, al lado
de Júpiter, el soberano de los dioses".

Demolombe se refiere a ella como "El alma de las relaciones sociales", agregando

Clemente de Diego: "Alma que ha de presidir la convivencia social y sus actos todos".

Ruggiero Luzzato dice que la buena fe es "El alma de los negocios ... aquella
fuerza benéfica que previene las dificultades, o bien, las allana, que representa el
equilibrio entre los intereses opuestos, que proviene de los mejores sentimientos
del espíritu humano".

Karl Larenz sostiene que la buena fe es el "principio supremo del derecho de las
obligaciones, de forma que todas las demás normas han de medirse por él y, en
cuanto se le opongan, han de ser, en principio, pospuestas".

La buena fe es sinónimo de rectitud y honradez, principio citado 41 veces en el Código

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Chileno.

Como dice Andreas von Thür "La buena fe no es una norma: es un prin cipio y como tal
infunde todo el derecho y aflora de vez en cuando en normas expresas".

Actuar de buena fe es actuar con y en la verdad y el actuar veraz es el actuar con justicia
y, en consecuencia, estamos obligados a los demás a ser veraces:

En la buena fe como concepto jurídico, hay dos aspectos: Uno, que es sinónimo o
equivalente a "equidad", esto es, ceñirse a las reglas objetivas de la honradez y
lealtad en el actuar; y, por otro lado, significa la honradez subjetiva del poseedor. (Art.
706). Es decir, en el concepto de buena fe existe un doble significado: de equidad, por
una parte, y de ignorancia no culpable, por la otra. Casos típicos de ambos
significados, lo constituyen los arts. 1.546 y 706 del Código Civil.

La buena fe debe estar presente en materia contractual:

1. En los actos preparatorios al contrato y se sanciona civilmente la


retractación ilícita;

2. En el nacimiento del contrato y no es lícito engañar en la formación del


consentimiento;

3. En la interpretación del contrato, que no puede escapar a la buena fe; y

4. En la ejecución y cumplimiento, que según el art. 1546, debe someterse a la


buena fe.

12. PRINCIPIO DE LA FUERZA OBLIGATORIA DEL CONTRATO

El contrato es ley para los contratantes, expresa el art. 1.545 del Código Civil,
concretándose así el viejo principio "pacta sund servanda" (los pactos deben cumplirse).
Es precisamente esta fuerza obligatoria de los contratos, la necesidad en que se
encuentran las partes de cumplir con sus obligaciones, lo que ha llevado al legislador a
dar carácter de ley al contrato entre las partes.

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Obviamente que el contrato no es ley en el sentido formal; pero, entre las partes,
naturalmente que lo es en el sentido material de norma obligatoria.

De la fuerza obligatoria del contrato emana el principio de la "intangibilidad" del


contrato, esto es, que, en términos generales, no puede ser modificado por la sola
voluntad de uno de los contratantes; no puede ser modificado por el juez, ni puede
ser modificado por la ley.

La revisión de un contrato no es posible sino para los contratantes de común acuerdo.

El juez puede interpretar el contrato para darle su sentido; pero no le es lícito revisarlo,
modificarlo o darle término sino por causas legales. La ley del contrato alcanza al juez
quien debe someterse a ella y respetarla, al extremo que la Corte Suprema ha aceptado,
en algunos casos, la procedencia del recurso de casación en el fondo en contra de
sentencia por infracción de la ley del contrato.

Ni siquiera aceptando la teoría de la imprevisión - a menos que así se establezca por la


ley - puede el juez revisar un contrato y modificarlo. Sólo por la vía de la interpretación y
consecuente aplicación de las normas generales de la contratación, podría un juez
reaccionar frente a la influencia que en un contrato puedan tener las circunstancias
imprevistas y graves, no tenidas en cuenta por las partes al contratar. En efecto, si las
partes deben aplicar los contratos de buena fe, como expresa el art. 1.546, no es lícito a
un contratante exigir el cumplimiento de obligaciones exorbitantes, esto es, beneficiarse
de las consecuencias que para él acarrean situaciones imprevisibles, gravemente per-
judiciales para la contraparte. Recurriendo entonces al principio de buena fe en la
contratación, puede el juez, a petición de parte, intervenir en una relación contractual en
curso, no para revisarlo o modificarlo, sino para fijar o determinar su genuino sentido,
alcance o para declarar su resolución por incumplimiento del contratante a su obligación
de actuar de buena fe. No es esta la ocasión para exponer en de talle la teoría de la
imprevisión. Sin embargo, al tratar de la terminación del contrato, volveremos sobre el
particular. Bástenos insistir por ahora, que la teoría de la imprevisión no es una limitación
al principio "pact sunt servanda", ni es un motivo que autorice al juez a revisar un
contrato, sino tan sólo constituye una institución jurídica valedera para la intervención
judicial en la interpretación del contrato.

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En términos generales, la intangibilidad del contrato alcanza también a la ley. No puede
la ley modificar contratos en curso en cuanto dicho contrato haya incorporado al
patrimonio de los contratantes derechos adquiridos.

13. CLASIFICACION DE LOS CONTRATOS

Nuestro Código distingue los siguientes tipos de contratos:

1. Unilaterales y bilaterales
2. Gratuitos y onerosos
3. Conmutativos y aleatorios
4. Principales y accesorios
5. Consensuales y reales
6. Solemnes y no solemnes

A esa clasificación la doctrina agrega además:

7. Nominados e innominados
8. De libre discusión y de adhesión
9. De ejecución instantánea y de tracto sucesivo
10. Individuales y colectivos

14. Contratos Unilaterales y Bilaterales: 1.439

Los define el art. 1.439: "El Contrato es unilateral cuando una de las partes se obliga
para con otra que no contrae obligación alguna; y bilateral, cuando las partes
contratantes se obligan recíprocamente".

Lo que define o caracteriza a los bilaterales - llamados también SINALAGMATICOS -


es el hecho de dar nacimiento, al mismo tiempo, a dos o más obligaciones
recíprocas que son esenciales y principales. Vgr.: c/v: cosa y precio.

El término "sinalagmático", con que se conoce a los contratos bilaterales, proviene de


una palabra griega que significa "contractual", esto es, es impropia para conceptualizar

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estos contratos.

Los términos latinos con que se conocían estos contratos son:

EX UNO LATERE (unilateral)


EX UTROQUE LATERE (bilateral)

Todo contrato es un acto jurídico bilateral; sin embargo, en el contrato unilateral


sólo una de las partes se obliga y en los bilaterales, las dos partes se obligan
recíprocamente.

Casos típicos de contratos unilaterales, los tenemos en el mutuo, comodato, el


depósito y la prenda.

Caso típico de contrato bilateral es la compraventa.

La doctrina distingue en los contratos sinalagmáticos o bilaterales los (a) perfectos; (b)
imperfectos.

a) Sinalagmáticos perfecto, es aquel contrato bilateral que genera desde su


nacimiento obligaciones recíprocas esenciales y principales, como sucede
con la compraventa y sus obligaciones esenciales: la cosa y el precio.

b) Sinalagmáticos imperfectos, son aquellos en que al nacer no se generan


obligaciones sino para una de las partes, pero sí pueden originar
obligaciones recíprocas más adelante. Así sucede con el mandato en el art.
2.158, 2° y 5°; en el depósito, art. 2.235.

Pothier trata de esta clasificación, pero el Código chileno no la incluyó.

¿Pueden las partes dar el carácter de bilateral a un contrato unilateral? En principio,


no hay inconveniente desde que la materia cae dentro de la órbita de la autonomía para
contratar; y, además, tal clasificación mira al solo interés particular.

La jurisprudencia francesa ha resuelto el problema y ha declarado que ello será

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aceptable siempre que la obligación correlativa que se cree para el cambio de
fisonomía no esté ya contemplada en la ley: Vgr. Mandato: obligación del mandatario
de reembolsar los gastos. Esta obligación es de la naturaleza del mandato que es
unilateral. Así, no podría transformarse en bilateral por el hecho de consignarse obliga -
ción del mandante como su obligación correlativa.

Utilidad de la clasificación:

a) Art. 1.489 = Condición resolutiva tácita


b) Art. 1.552 = "La mora purga la mora"
c) Art. 1.550 = Teoría de los riesgos
d) Aplicación de la teoría de la imprevisión.

* * *

a) Respecto del art. 1.489, hay autores que sostienen (muchos franceses y don
Luis Claro) que también se aplica la condición resolutoria tácita a los
contratos unilaterales.

Entre los autores franceses que así lo sostienen están Beudaut, Collin y
Capitant, Planiol, Ripert, Esmein.

Entre los que lo rechazan, Laurent, Aubry et Rau, Baudrie-Lacantinerie.

Los partidarios de la tesis de la aplicación del art. 1.489 a los contratos


unilaterales lo hacen aplicable, NO para deshacer la obligación correlativa que
no existe, sino para restituir las cosas a la situación la existente antes de
contratar.

Vgr.: Art. 2.177: En el comodato, si el comodatario hace un uso indebido de la


cosa, puede el comodante, además de exigir la indemnización de perjuicios,
pedir la restitución inmediata de la cosa aunque se hubiere fijado un plazo; art.
2.271: En la renta vitalicia el constituyente puede pedir la "rescisión" por no
pago de la renta si así se hubiere estipulado; art. 2.396, inciso final: En caso
de abuso de la prenda, el deudor puede pedir la restitución del bien dado en

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prenda.

En todos estos contratos la ley hace aplicable el efecto de la resolución por


incumplimiento.

Razones históricas: En Roma, en los contratos unilaterales siempre se entendía


la "conditio causa data causa non secuta", equivalente a la condición
resolutoria; en cambio, en los contratos bilaterales se exigía el pacto de la lex
comisoria.

Sólo cuando en los contratos "do ut des" (permuta) se subentendió la "conditio


causa data causa non secuta, se hizo tácita también en el resto de los
contratos bilaterales;

b) Respecto al art. 1.552: Sólo en los contratos bilaterales puede aplicarse el


principio de "la mora purga la mora", ya que sólo en estos contratos se originan
obligaciones recíprocamente llamadas a cumplirse;

c) Respecto al art. 1.550: Sólo en contratos bilaterales puede hablarse


propiamente de la teoría de los riesgos que implica que el riesgo es del deudor.
En los unilaterales, las cosas perecen para su dueño;

d) Sólo en los contratos bilaterales es posible que el acaecimiento de hecho


imprevisto y grave - que no alcanza a constituir fuerza mayor - pueda dar lugar a
la revisión del contrato por imposición.

15. Contratos Gratuitos y Onerosos: 1.440

Def.: Art. 1.440: El contrato es gratuito o de beneficencia cuando sólo tiene por objeto la
utilidad de una de las partes, sufriendo la otra el gravamen.

Son contratos gratuitos: La donación - el comodato o préstamo de uso - el mutuo


sin interés y el mandato no remunerado.

Oneroso: El contrato que tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose

{UROD: 133504.DOC v.1} 20


uno en beneficio del otro. Compraventa, arrendamiento, sociedad, etc.

No necesitan requisitos especiales, basta que se graven las partes recíprocamente


aunque no haya equivalencia de prestaciones, ni de obligaciones, basta que la
reciprocidad sea en el beneficio para las partes.

Los contratos gratuitos pueden o no importar disminución en el patrimonio de quien


soporta el gravamen, como sucede en los contratos "desinteresados"; según aparece
de los arts. 1.395, 1.396 y 1.397. En cambio, en la donación es esencial que haya
disminución en el patrimonio del donante, como lo expresa el art. 1.398.

Es difícil en la práctica distinguir si se trata de un contrato gratuito u oneroso, dado esa


característica de no requerir una disminución de patrimonio.

Vgr.: En la hipoteca o prenda, si la da el propio deudor no hay duda que será onerosa.
Si la da un tercero, dependerá de si recibe o no por ello un beneficio. Lo mismo
sucede en la fianza.

Hay que estarse a todas las circunstancias previas, coetáneas y posteriores para
determinar la verdadera naturaleza del contrato.

16. Concepto de utilidad

La utilidad que califica a un contrato como oneroso:

a) No sólo puede ser de carácter pecuniario. Puede tratarse, también, de una


utilidad moral.

Vgr.: el que paga por ir a la ópera o el que contrata una corrida de misas
gregorianas, ambos, celebran un contrato oneroso.

b) Puede ser un interés actual o futuro.

c) No es necesario que la utilidad sea cierta; puede ser incierta, como sucede en
los contratos aleatorios.

{UROD: 133504.DOC v.1} 21


d) Puede ser oneroso entre algunos y gratuito para otro:

Seguro de vida en favor de un tercero.

Será cuestión de hecho.

Importancia de la clasificación:

1) Para determinar los efectos del error en la persona: (art. 1.455).

Por regla general el error en la persona en los contratos onerosos no vicia el


consentimiento, salvo en la transacción (art. 2.456) y sociedad colectiva.

Por el contrario, es común o habitual que los contratos gratuitos se celebren


"intuito personae", especialísimamente, en la donación y en la fianza
desinteresada.

2) Para determinar la responsabilidad del deudor en caso de incumplimiento: (art.


1.547).

3) En cuanto a responsabilidad por evicción de la cosa (No se responde en caso de


donación) (art. 1.422).

4) Acción pauliana (art. 2.468)

5) Arrendamiento (art. 1.962)

17. Contratos Conmutativos y Aleatorios: 1.411

Def. : Art. 1.441

El contrato oneroso es conmutativo, cuando cada parte se obliga para con una
prestación que se mira como equivalente a la de la otra parte.

{UROD: 133504.DOC v.1} 22


Si el equivalente es la contingencia de una ganancia o pérdida, el contrato es aleatorio.

Son aleatorios: La renta vitalicia, el juego, la apuesta, el seguro, la compraventa de una


cosecha (art. 2258)

Tiene importancia esta clasificación por lesión enorme, la que sólo tiene cabida en
contratos conmutativos (art. 1.889), cuando se afecta la equivalencia.

Además, sólo en los contratos conmutativos es procedente la teoría de la imprevisión.

18. Contratos Principales y Accesorios: 1.442

Def. : Art. 1.442

El contrato es principal cuando subsiste por sí mismo sin necesidad de otro; accesorio,
cuando tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una obligación principal de manera
que no pueda subsistir sin ella.

Importancia: Los contratos accesorios terminan por la terminación del contrato al que
acceden.

Vgr.: Arts. 2.381, 2.434, 2.516.

Es de la esencia que aseguren el cumplimiento de otra obligación ya que si no sucede


así, nos encontraremos frente a un contrato dependiente de otro pero no accesorio.
Vgr. Novación, que requiere de otra obligación pero no para asegurarla sino para
sustituirla; capitulaciones matrimoniales, que requieren del matrimonio del que
dependen; incorporación a una sociedad, requieren de otro contrato previo para que
existan; pero una vez con existencia, pasan a ser principales.

19. Contratos Reales y Consensuales: 1443

En las instituciones de Justiniano (en la etapa más desarrollada del Derecho Romano)
los contratos se clasificaban: (1) Re; (2) Verbis et Litteris, y (3) consensu.

{UROD: 133504.DOC v.1} 23


Re, eran aquellos como el mutumm, comodatum, depositum y pignus (prenda) que se
perfeccionaban con la entrega de la cosa, ya fuera traslaticia de dominio como el mutuo,
ya nuda traditio o simple entrega, como en los demás.

Consensus, que nada requerían que no fuera el consentimiento, caso de la


compraventa, arrendamiento, sociedad y mandato.

Verbis y litteris, eran especies de contratos solemnes de fórmulas sacramentales


establecidos en la ley, ya sea verbales, ya escritos.

Nuestro Código ha mantenido en el art. 1.443 la misma clasificación y el mismo sentido


de la tradición que involucra también la nuda traditio.

Para el Código Civil son reales: el comodato (art. 2.174), el mutuo (art. 2.196), el
depósito (art. 2111) y la prenda (art. 2384), al igual que en Roma.

En los contratos reales se requiere, además del consentimiento, la entrega de la cosa


y sólo con la entrega se entienden perfeccionados.

Los contratos consensuales, que son la regla, se perfeccionan por el solo consenti-
miento en los elementos esenciales del contrato y en aquellos otros que las partes
hayan elevado a esa condición.

Crítica a la categoría de contratos reales:

Es artificiosa y no corresponde a la realidad ya que parte de la base de que la obligación


de restituir proviene de la de entregar, en circunstancias que no se entrega una cosa
para que sea restituida, sino para que sea usada o guardada y, al término del tiempo
convenido, restituida.

¿Qué diferencia hay en la entrega que se hace de una cosa dada en comodato y una
cosa dada en arrendamiento? ¿Por qué el primero es un contrato real y el segundo
consensual?

Hay, por otro lado, un caso de depósito que no es real sino consensual: El contrato de

{UROD: 133504.DOC v.1} 24


cuenta corriente bancaria.}

En Derecho comparado, hay tendencia a terminar con el concepto de contrato real.

20. Contratos Solemnes y no Solemnes: 1.443

Def.: Art. 1.443

Es solemne el contrato que está sujeto a la observancia de ciertas formalidades


especiales en términos que sin ellas no produce efecto alguno.

El contrato solemne no surte efectos civiles sino cuando se han cumplido las
formalidades previstas en la ley.

Corresponde a los contratos verbis y litteris del Derecho Romano.

Son: compraventa bienes raíces; promesa compraventa; matrimonio, sociedades


comerciales; mandato judicial; compraventa vehículos motorizados; traspaso de
acciones; seguro, compromiso; fianza mercantil.

¿Qué formalidades constituyen solemnidades?

Aquellas que la ley prescribe en consideración a la naturaleza del contrato y no en razón


de la calidad o estado de las personas que intervienen.

Estas últimas no son solemnidades sino formalidades habilitantes.

Así, son solemnidades: escrituras públicas; escrituras privadas, intervención de Ministro


de Fe; publicación, inscripción, etc.

No todos los requisitos externos son solemnidades. Lo son sólo aquellos que se
vinculan con el nacimiento del contrato en términos que su ausencia hace que no se
produzcan efectos civiles.

Por ejemplo: Escritura pública en compraventa bienes raíces; intervención de Ministro de

{UROD: 133504.DOC v.1} 25


Fe en matrimonio.

Hay otros requisitos que se exigen vía publicidad para resguardar los derechos de
terceros, como sucede con determinadas publicaciones e inscripciones. vgr.:
capitulaciones matrimoniales, sentencia de nulidad de matrimonio, etc. que deben
inscribirse, según la Ley del Registro Civil y mientras esa inscripción no se haga, no
podrán hacerse valer en juicio.

Otros requisitos se exigen"ad probationen", esto es, sin la formalidad no se pueden


probar: vgr.: art. 1.709.

Hay contratos solemnes y reales: Cuando exigen la entrega y una solemnidad:


Donación entre vivos de bienes raíces; prendas especiales.

¿Pueden las partes transformar lo no solemne en solemne? Sí pero el efecto de la


ausencia de solemnidad será diferente: si la solemnidad la pactan las partes y la
infringen dando cumplimiento al contrato, no hay nulidad.

Contrato no solemne, es el consensual, esto es, que basta para perfeccionarse, el


consentimiento de las partes.

Contrato consensual es la regla.

21. Contratos Nominados e Innominados

Contrato nominado es aquel que la ley reglamenta.

Contrato innominado es aquél no reglamentado por la ley y que las partes acuerdan
en virtud de la autonomía de la voluntad.

¿Cuál es el límite de la autonomía de la voluntad?

Puede convenirse en cualquier contrato siempre que no sea contra la ley, el orden
público o las buenas costumbres y también, derechos de terceros.

{UROD: 133504.DOC v.1} 26


¿Qué normas se le aplican?

1. Las reglas generales de los contratos;


2. Las normas que señalen las partes;
3. Por analogía, el resto de las normas contractuales.

22. Contratos Individuales y Colectivos

Individual es el contrato que para perfeccionarse necesita el consentimiento


individual de cada contratante.

- Colectivo es el que basta el de la mayoría establecida.

23. Contratos de ejecución instantánea y de tracto sucesivo

- Instantánea: donde las obligaciones de las partes surgen y desarrollan


instantáneamente, independientemente de que se cumplan a plazo.

- Tracto sucesivo: Las obligaciones se van desarrollando a medida que se


cumple el contrato: arrendamiento.

- Ejemplo: c/v: El precio se debe desde el inicio, aunque se pague a plazo.

En cambio, en el arrendamiento: la renta se devenga, normalmente, por el uso,


esto es, mes a mes, año a año, etc.

- No deben confundirse con los contratos de cumplimiento diferido, esto es,


aquellos en los que se ha pactado plazo para su cumplimiento.

- Importancia:

1. Resolución: Los efectos cumplidos del contrato de tracto sucesivo no se


ven afectados por la resolución. No opera retroactivamente sino en
los contratos de ejecución instantánea.

{UROD: 133504.DOC v.1} 27


2. Teoría de los riesgos: La pérdida fortuita extingue el contrato para
ambas partes.

3. Imprevisión. No se aplica sino en los de tracto sucesivo y cumplimiento


diferido.

24. Contratos de Adhesión y de Libre Concurrencia

Importancia:

Interpretación del contrato: 1.566.

Conducen, en definitiva, a la intervención de los Poderes Públicos en resguardo de los


intereses de la comunidad.

25. Requisitos de los Contratos

1. Capacidad de las partes; 1446-1447


2. Consentimiento sin vicios (error 1451, 1452 al 1455
(fuerza 1456-1457)
(dolo 1458-1459)
3. Objeto lícito; 1460-66
4. Causa lícita; 1467

- Hay además requisitos especiales.

26. Elementos de los Contratos

En todo contrato se distinguen cosas que son de su esencia, naturaleza y meramente


accidentales.

Hay autores que consideran que estos son "requisitos de los contratos". Los trataremos
como "elementos" ya que no son requisitos para que se perfeccionen los contratos, salvo
las cosas que son de su esencia.

{UROD: 133504.DOC v.1} 28


1. Cosas de la esencia: Aquéllas sin las cuales el contrato no produce efecto
alguno o degenera en otro contrato. Son aquellos requisitos o elementos que
caracterizan los contratos; vgr.: La cosa y el precio en la compraventa; la
entrega del uso de una cosa por una renta o precio en el arrendamiento.

2. Cosas de la naturaleza: Aquellas que le pertenecen al contrato por naturaleza,


porque así supletoriamente lo ha establecido la ley y que, en consecuencia, para
que existan o se apliquen no es necesario expresarlos: Vgr. responsabilidad por
la evicción.

Las partes pueden modificar estas reglas de la naturaleza y, en ese caso, se


estará a lo que las partes establezcan.

3. Cosas accidentales: Aquellas que no se entienden incorporadas al contrato a


menos que sean específicamente pactadas por las partes.

27. Interpretación de los Contratos (Arts. 1.560 y siguientes)

Interpretar un contrato es indagar su sentido y alcance. Si las partes en una convención


difieren acerca del verdadero sentido y alcance de un contrato o una disposición
contractual, empecerá a un juez dirimir la contienda y determinar su genuino sentido.

A diferencia de lo que sucede con la interpretación de la ley, la cual, si su sentido es


claro, no es lícito al intérprete desatender su tenor literal a pretexto de consultar su
espíritu, el principio rector de la interpretación de los contratos está consagrado en el art.
1.560 que dice que: "Conocida claramente la intención de los contratantes, debe
estarse a ella más que a lo literal de las palabras".

Aparece, así, que nuestro Código en esta materia siguió la teoría clásica subjetiva
expuesta por autores como Domat y Pothier, en cuanto a que lo que prima en un
contrato es la voluntad real por sobre la voluntad declarada.

La interpretación envuelve entonces una indagación de la "intención" de los contratantes.


Establecida claramente esta intención debe primar sobre el tenor literal, aún cuando en
el texto literal de un contrato o de una cláusula no haya objetivamente oscuridad sino

{UROD: 133504.DOC v.1} 29


claridad.

La doctrina moderna se inclina por la teoría objetiva, esto es, a dar primacía a la voluntad
declarada sobre la real.

Si bien es cierto que en esta materia no puede trazarse una línea defi nida que divida
ambos sistemas, ya que, en definitiva, ambos se entrelazan, lo que sí es evidente es que
nuestro sistema, de ceñirse a una escuela, lo es a la subjetiva.

Es importante señalar que, para que la voluntad real de los contratantes deba primar
sobre la voluntad declarada, es menester que la voluntad real o intención de las partes
quede claramente establecida. Sólo así podrá primar sobre el texto del contrato.

Si las partes, por ejemplo, prevén en un contrato determinadas circunstancias en virtud


de las cuales un cierto efecto se produce, no podría sostenerse que otras circunstancias
no previstas deban entenderse que produzcan el mismo efecto. Ello, por cuanto si las
partes previeron alguna circunstancia, su intención no fue prever otras. Este tema, en
definitiva, no es fácil y habría que determinar caso a caso, según las particulares
características del contrato, cuál es el verdadero alcance de lo que es la intención de las
partes frente a la declaración que formulan.

28. Reglas de interpretación

Partiendo del principio rector consagrado en el art. 1.560, el Código consagra reglas de
interpretación obligatorias para el juez (no meros consejos prácticos) que no tienen un
orden de preeminencia. Todas son reglas aplicables según el asunto o materia de que
se trate. Sin embargo, la doctrina, siguiendo un orden lógico, ha establecido el siguiente
ordenamiento de estas reglas:

1. Interpretación auténtica (art. 1.564, inciso 3°)

Si lo primordial es la intención o voluntad de las partes, no puede haber una


interpretación más auténtica que aquélla que las propias partes han dado al
contrato a través de la aplicación práctica del contrato;

{UROD: 133504.DOC v.1} 30


2. Interpretación doctrinal o regla de la aplicación restringida (art. 1.561)

Elemental parece que los contratos sólo pueden referirse a las materias que el
contrato regula, por lo que, por generales que sean sus términos, sólo se
aplicarán a la materia sobre la que se ha contratado.

Así, si en una transacción quedan obligaciones pendientes de cumplimiento y las


partes, además, se otorgan amplio y completo finiquito, tal finiquito no puede
entenderse que se extienda a las obligaciones no cumplidas que emanan de la
misma transacción (así se ha fallado);

3. Regla del sentido efectivo (art. 1.562)

Si una cláusula contractual - o un contrato - interpretado de una forma


determinada produce efectos y, en cambio, interpretada en un sentido distinto,
carece de sentido y eficacia, es obvio que tendrá que preferirse la primera
interpretación.

Esta regla no puede entenderse como "saneadora de nulidades", esto es, que si
la cláusula o el contrato es nulo, no está autorizado el juez para declararlo válido
modificando su naturaleza jurídica.

Así, por ejemplo, si se celebra un contrato de compraventa omitiendo las partes


convenir en el precio, ese contrato es nulo y no podrá darle sentido el juez
declarándolo donación;

4. Regla del sentido natural (art. 1.563, inciso 1°)

Si los términos de un contrato pueden interpretarse en dos sentidos, debe


prevalecer aquél que sea más afín o conveniente con la naturaleza del contrato.
Así explicaba esta norma Pothier.

Así, si se celebra un contrato de arriendo por un período de siete años con una
renta de $ 1.000.000, es natural que se interprete esa norma como renta anual y
no como renta única por todo el período.

{UROD: 133504.DOC v.1} 31


5. Regla de las cláusulas usuales (art. 1.563, inciso 2°)

Corolario de la norma del art. 1.546, esta regla da valor a los usos y costumbres
en la contratación, debiendo interpretarse los contratos considerando aquellas
cláusulas silenciadas por las partes; pero habituales según los usos o
costumbres.

6. Regla de la armonía de las cláusulas (art. 1.564, inciso 1°)

No parece necesario abundar en la explicación de esta norma tan clara y lógica.

7. Regla de la reiteración (art. 1.564, inciso 2°)

Si las mismas partes y sobre la misma materia reiteran la contratación, es


indudable que los distintos contratos servirán para indagar la voluntad real.

8. Regla de la extensión natural de la declaración (art. 1.565)

Las declaraciones de las partes tienen la extensión que emana de su propia


naturaleza y no se limitan a los casos previstos por las partes a menos que
expresamente hayan establecido la limitación.

A este principio - expuesto por Pothier - se refiere esta norma.

Así, si se establece que no se responderá del riesgo de un incen dio, no puede


suponerse que sí se responderá de los demás casos de fuerza mayor o caso
fortuito.

9. Regla de la última alternativa (art. 1.566)

A falta de otras reglas, debe aplicarse como última alternativa, el principio pro-
deudor, suponiendo la ley que es quien, en última instancia, merece mayor
protección, si es que el acreedor no ha podido probar toda la extensión de su
derecho.

{UROD: 133504.DOC v.1} 32


La regla del segundo inciso de este artículo responde al principio de sancionar al
autor de una ambigüedad, de lo que no puede perjudicarse a quien no es el
responsable de ella. Esta regla es, también, de aplicación última, esto es, a falta
de otras reglas.

(Nota: Se recomienda en esta materia el libro del Profesor Jorge López Santa María,
"Los Contratos, Parte General", Edit. Jurídica, 1986).

29. Terminación de los Contratos

1. Cumplimiento efectivo de las obligaciones;


2. Resciliación;
3. Nulidad y rescisión;
4. Resolución y plazo extintivo;
5. Inoponibilidad, simulación;
6. Muerte, renuncia;
7. Imprevisión.

30. Efectos de los Contratos

Los efectos de los contratos deben analizarse: (1) entre las partes, y (2) frente a
terceros.

1. Entre las partes contratantes:

a) El contrato es ley entre los contratantes: Art. 1.545. Implica la obligatoriedad


de los contratos y es un reflejo de la autonomía de la voluntad.

¿Qué alcance tiene? Hay dos opiniones: 1) La que sostiene que la ley ha
usado estas expresiones sin limitación y que, en consecuencia, la infracción de
la ley del contrato importa un vicio de casación de fondo; 2) La que, por el
contrario, expresa que es obligatorio como ley entre las partes pero no es ley, por
lo que su infracción por la sentencia no puede fundar, por sí sola, el recurso de
casación en el fondo. La tendencia actual es ir autorizando el recurso.

{UROD: 133504.DOC v.1} 33


b) Impone la obligación o deber de observarlo (art. 1.546).

Consecuencia del principio anterior. Esto importa que el contrato debe


ejecutarse, y, como lo expresa el art. 1.546, ejecutarse de buena fe y por lo
tanto obliga no sólo a lo que el contrato expresa, sino también, a todo lo que
por la ley o la costumbre debe entenderse incorporado a él.

Entre otras consideraciones, veremos aquí un caso de validez de la costumbre


en nuestro Código Civil.

c) No puede ser dejado sin efecto o modificado unilateralmente, sino de común


acuerdo o por causas legales (art. 1.545).

Las causas legales son aquéllas que estudiamos como causa de la terminación
del contrato, esto es, nulidad, resolución, etc.

2. Efecto frente a terceros.

El contrato, se dice, tiene efectos relativos. Esto significa que tiene, en


principio, efectos entre las partes que han intervenido en ellos y, en
consecuencia, no surte efectos frente a terceros. Para los terceros, el
contrato es "res inter allios acta", esto es, inoponible.

Concepto de parte:

Entiéndase por "parte" - que puede ser una o más -el sujeto que concurre al acto y
recibe los efectos propios del mismo y que, además, representa en el contrato un
interés propio y distinto al de otros contratantes.

Recuérdese que el número de partes no es lo que califica de unilateral o bilateral al


contrato, sino que ello depende del número de partes que resultan obligadas por el
contrato.

Concepto de terceros: En términos generales, tercero es el que no es parte.

{UROD: 133504.DOC v.1} 34


El principio de que los efectos de los contratos no alcanzan a terceros, no es absoluto, y
para analizar esta materia es necesario distinguir entre los terceros absolutos y los
terceros relativos.

a) Terceros relativos: "Aquellos que sin ser partes del contrato por no haber
concurrido a su celebración, por una causa posterior a la celebración se
vinculan con el contrato". Estos son los "causa habientes" a título universal
y a título singular, esto es, herederos, legatarios o cesionarios.

El contrato surte pleno efecto respecto de los causa habientes a título


universal (por causa de muerte o entre vivos), salvo las siguientes excepciones:

1. Obligaciones intrasmisibles;
2. Obligaciones intuito personae;
3. Cuando así se haya pactado;
4. Beneficio de inventario.

También surte pleno efecto respecto del sucesor a título singular (cesionario
o legatario) tratándose de obligaciones susceptibles de ser cedidas.

b) Terceros absolutos: Aquellos que no tienen relación alguna con el contrato.

Así y todo, hay casos en que el contrato afecta a quien no ha sido parte en
absoluto. Esto sucederá en los siguientes casos:

b.1. Contratos en beneficio de terceros:

Caso específico de la estipulación por otro (art. 1.449). Esta figura es


muy usual en los seguros.

Figuran: Prometiente - Estipulante - Tercero.

Prometiente: El que contrae la obligación

{UROD: 133504.DOC v.1} 35


Estipulante: El que estipula para otro
Tercero: El beneficiario.

b.2 Contratos en perjuicio de terceros:

Caso típico es el de la simulación ilícita, y de los actos y contratos en


perjuicio de los acreedores. En el primer caso, los terceros pueden
aprovecharse del contrato simulado; en el segundo, la ley les otorga
acción pauliana o revocatoria.

b.3 Contrato sobre el patrimonio de terceros

Compraventa de cosa ajena que la ley declara válido, sin perjuicio de los
derechos del dueño (art. 1.815).

b.4 Promesa de hecho ajeno (art. 1.450)

31. Simulación

En nuestro sistema contractual, es la intención de las partes lo que debe prevalecer por
sobre lo literal de las palabras (art. 1.560). Cuando existe una contradicción
consciente entre la voluntad real y voluntad declarada, estamos frente al fenómeno
de la simulación.

Esta simulación puede tener distintos propósitos.

Existirá simulación cuando las partes están de acuerdo en que la declaración de


voluntad no tenga eficacia, teniendo por objeto tan sólo dar una apariencia de
declaración válida y eficaz. Vgr.: Una fianza inexistente para instar a otro a ser también
fiador; un reconocimiento de deuda inexistente.

Otras veces la simulación tiene por objeto esconder otro contrato que se disimula.
Vgr.: Una compraventa que es donación; un mutuo que es donación. El contrato que
aparece es simulado; el otro, el disimulado.

{UROD: 133504.DOC v.1} 36


32. Clases de simulación

De lo dicho aparece que la simulación puede ser de varias clases:

a) Absoluta: Vgr.: Una persona para eludir a sus acreedores vende la totalidad de
sus bienes en un contrato que, en realidad, no ha tenido por objeto la
transferencia. Aquí, se ha manifestado una voluntad en circunstancias que las
partes no han querido, en realidad, manifestar ninguna. Se trata sólo de una
apariencia.

b) Relativa: Vgr.: El mutuo que envuelve donación. En este caso, a diferencia del
anterior, las partes han manifestado o expresado una voluntad distinta de la real,
han "disfrazado" su voluntad real.

c) Por interpósita persona: Cuando tiene por objeto ocultar la persona que
verdaderamente ha contratado. Vgr.: Como la compraventa entre padre e hijo
de familia está prohibida, la venta se hace a un tercero quien, posteriormente, la
pasará a manos del hijo. En este caos, puede decirse que hay una simulación
en fraude a la ley.

d) Aquélla que tiene por objeto ocultar el verdadero alcance de algunas


cláusulas contractuales. Vgr.: Precio no real en una compraventa.

33. Efectos de la simulación

1. Entre las partes: Debiendo estarse a la voluntad real de las partes, entre ellas
vale contrato DISIMULADO, oculto. Ese contrato es el válido y no escapará a
los requisitos de validez.

2. Frente a terceros

Frente a terceros vale el contrato simulado, siendo a su respecto el disimulado


inoponible, como aparece del art. 1.707, salvo requisitos del inciso 2°.

En otros casos, cuando el contrato simulado les es perjudicial, pueden los

{UROD: 133504.DOC v.1} 37


terceros estar interesados en dejar sin efecto el contrato (acción de
simulación). La doctrina los faculta a usar todos los medios legales, toda vez
que sería un fraude.

La simulación será cuestión de hecho y tendrán mucha importancia los indicios.

34. Validez de la simulación

Si no perjudica a terceros, es perfectamente válida.

Si perjudica a terceros es: Civilmente, nula


Penalmente, un delito de estafa.

Reserva Mental: Existe cuando una parte no manifiesta su verdadera intención, la que
guarda en secreto. Desde el punto de vista del derecho, la reserva mental es inocua.

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