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Corresponde este semestre estudiar las fuentes de las obligaciones, las que, como Uds.
saben, son los contratos, los cuasicontratos, los delitos y los cuasi delitos, dando lugar
estos últimos al estudio de la responsabilidad extracontractual.
Contratos:
Bibliografía:
En materia de teoría general del contrato, una obra de consulta y estudio en el curso es
“Contratos, Parte General”, 2 tomos, de Jorge López Santa María.
Entre las obras extranjeras, pueden encontrar en español la obra de Christian Larroumet
“Las Obligaciones”.
Tradicionalmente, las fuentes de las obligaciones son: (a) el contrato; (b) el cuasi
contrato; (c) el delito; y, (d) el delito; división que proviene de las Instituciones de
Justiniano. En los Códigos modernos, incluyendo el nuestros, se agregó como fuente la
ley.
Hay autores que son enemigos de esta calificación tradicional de las fuentes. Sostienen
que las fuentes no son más que dos: la libre voluntad de quien se obliga (el contrato) y la
ley, pues es ésta la que atribuye efectos generadores de obligaciones al cuasi contrato,
al delito y al cuasi delito. Sin embargo, esta crítica no nos parece acertada por cuanto,
de ser así, sólo la ley resultaría como fuente pues es el ordenamiento jurídico – la ley, en
sentido amplio – el que reconoce el nacimiento de obligaciones de los contratos.
El art. 1.437 del Código Civil dispone que las obligaciones nacen: (a) del concurso real
El art. 578, al definir lo que son los derechos personales, a modo de resumen, dispone
que son los que nacen por un hecho voluntario o por la disposición de la ley, y el art.
2.284 dispone que “las obligaciones que se contraen sin convención, nacen o de la ley, o
del hecho voluntario de una de las partes …”. Esto es, establece tres fuentes. Lo anterior
confirma que el número de fuentes dependerá del grado de acercamiento o
alejamiento de los hechos generadores que queremos usar para clasificar.
Remotamente, sólo existirá la ley; más cercanamente, la ley y la voluntad; más
analíticamente, la ley, el contrato y el hecho voluntario; por último, llegaremos,
manteniendo las críticas, a lo dispuesto en el art. 1.437, cuya estructura seguiremos.
3. ¿Qué es contrato?
Actos jurídicos, que es un hecho voluntario del hombre realizado con la intención de
producir efectos jurídicos.
El acto jurídico puede ser unilateral o bilateral según sean partes en la declaración
una o más personas.
El acto jurídico es unilateral cuando, para que exista y produzca los efectos deseados,
La teoría moderna, postula que contrato es el negocio jurídico bilateral, sea cual sea su
resultado, esto es, cree, modifique o extinga obligaciones.
4. Contrato y convención
Así lo sostiene Pothier y así se consagró en el Art. 1.101 del Código Civil francés:
"Contrato es la convención ..."
Así lo dicen los arts. 1.437, 1.438, 1.587, 1.589, 1.630, 2.284 y muchos otros.
En este sentido don Andrés Bello se adelantó muchos años a la doctrina que hoy día
sostiene que contrato y convención es una sola cosa:
El Código Civil italiano expresa en su art. 1.321 que "el contrato es el acuerdo de dos
o más partes para constituir, regular o extinguir entre ellas una relación jurídica
patrimonial".
El problema carece de interés práctico relevante, a no ser por algunos fallos que se han
basado precisamente en el carácter de convención y no de contrato de determinados
acuerdos de voluntades que modifican o extinguen una relación contractual, para
no hacerles aplicables normas establecidas para los contratos.
La razón de la discusión (ya que don Andrés Bello fue muy claro en asimilar ambos
conceptos) se origina en el tiempo y trabajo que han gastado los tratadistas franceses
para interpretar el art. 1.101 del Código Civil francés que siguiendo literalmente a
Pothier hace la diferencia entre contrato y convención, para luego confundir
obligación con contrato.
El concepto de contrato que hoy nos parece tan claro y simple: "El acuerdo de
Ahora bien, para crear obligaciones en el antiguo derecho romano eran necesarios
algunos actos estrictamente solemnes, con palabras sacramentales: sólo ellos
generaban obligaciones de modo que sólo ellos podrían corresponder al concepto de
contractus. Más adelante en la evolución del Derecho en ciertos casos, la entrega de
una cosa creaba obligaciones ya que, como en el mutuo, el comodato, el depósito y la
prenda, la entrega creaba la obligación de restituir. Muy evolucionado ya el derecho
romano, el derecho pretorio admitió el acuerdo de voluntades de dos o más
personas que creaba obligaciones, pero sólo excepcionalmente y de manera muy
limitada: Sólo en la compraventa, arrendamiento, mandato y sociedad. La regla
general siguió siendo en Roma que los acuerdos de voluntades no creaban obligaciones:
eran sólo pactos nudos que no otorgaban acción.
a) Los canonistas para quienes era de equidad respetar los pactos o acuerdo
de voluntades. "pacta sunt servanda" (los pactos deben cumplirse).
Nuestro estudio, sin embargo, seguirá los cánones clásicos y considerará el contrato
como convención creadora de obligaciones sea en materia patrimonial, como familiar.
7. Modalidades contractuales
Es indudable que la conceptualización del contrato (Siglos XVIII - XIX) tuvo en cuenta
formas de vida y operación muy distintas a las de hoy.
La vida actual nos coloca a todos frente a tres tipos característicos de contratación:
b) Junto a estas operaciones casi mecánicas, están aquellas otras mediante las
cuales se llevan a cabo intercambio de bienes o de servicios que, o bien, son de
Significa que ambos contratantes han satisfecho sus ambiciones o expectativas y que
están dispuestos a someterse a su fuerza obligatoria o compulsiva.
De este principio, podemos sacar algunas proposiciones fundamentales (como dice
Pescio:)
2) El interés perseguido por los contratantes debe ser digno de protección por
parte del ordenamiento jurídico.
El Art. 1.322 del Código Civil italiano consagra este principio en forma expresa al
referirse a los contratos innominados.
Tanto es así, que los tratadistas clásicos y los Códigos del siglo pasado hacen
sinónimo el concepto de contrato y obligación.
1. Los individuos son libres para contratar según su deseo y parecer. Ni la ley
ni el juez pueden obligarlo a contratar y, por lo tanto, su negativa a contratar no
puede acarrearle consecuencias jurídicas;
3. Las partes tienen libertad para expresar su voluntad en la forma que les
plazca.
No hay duda que, cada día más, el principio de la buena fe se va cons tituyendo en el
más importante principio de la contratación.
Ripert, en su obra "La regla moral en el derecho" expresa que la regla moral y
especialmente la buena fe, vagaba por las fronteras del derecho suplicando ser
reconocida en los Códigos aunque fuera en la débil forma de una obligación natural".
La buena fe es un concepto moral, conocido desde antiguo pero que sólo con los
tiempos actuales ha cobrado su real dimensión.
Cicerón expresaba que, "Quien viola su juramento vulnera la fe: esa fe que nuestros
padres, como nos enseña una arenga de Catón, quisieron colocar en el Capitolio, al lado
de Júpiter, el soberano de los dioses".
Demolombe se refiere a ella como "El alma de las relaciones sociales", agregando
Clemente de Diego: "Alma que ha de presidir la convivencia social y sus actos todos".
Ruggiero Luzzato dice que la buena fe es "El alma de los negocios ... aquella
fuerza benéfica que previene las dificultades, o bien, las allana, que representa el
equilibrio entre los intereses opuestos, que proviene de los mejores sentimientos
del espíritu humano".
Karl Larenz sostiene que la buena fe es el "principio supremo del derecho de las
obligaciones, de forma que todas las demás normas han de medirse por él y, en
cuanto se le opongan, han de ser, en principio, pospuestas".
Como dice Andreas von Thür "La buena fe no es una norma: es un prin cipio y como tal
infunde todo el derecho y aflora de vez en cuando en normas expresas".
Actuar de buena fe es actuar con y en la verdad y el actuar veraz es el actuar con justicia
y, en consecuencia, estamos obligados a los demás a ser veraces:
En la buena fe como concepto jurídico, hay dos aspectos: Uno, que es sinónimo o
equivalente a "equidad", esto es, ceñirse a las reglas objetivas de la honradez y
lealtad en el actuar; y, por otro lado, significa la honradez subjetiva del poseedor. (Art.
706). Es decir, en el concepto de buena fe existe un doble significado: de equidad, por
una parte, y de ignorancia no culpable, por la otra. Casos típicos de ambos
significados, lo constituyen los arts. 1.546 y 706 del Código Civil.
El contrato es ley para los contratantes, expresa el art. 1.545 del Código Civil,
concretándose así el viejo principio "pacta sund servanda" (los pactos deben cumplirse).
Es precisamente esta fuerza obligatoria de los contratos, la necesidad en que se
encuentran las partes de cumplir con sus obligaciones, lo que ha llevado al legislador a
dar carácter de ley al contrato entre las partes.
El juez puede interpretar el contrato para darle su sentido; pero no le es lícito revisarlo,
modificarlo o darle término sino por causas legales. La ley del contrato alcanza al juez
quien debe someterse a ella y respetarla, al extremo que la Corte Suprema ha aceptado,
en algunos casos, la procedencia del recurso de casación en el fondo en contra de
sentencia por infracción de la ley del contrato.
1. Unilaterales y bilaterales
2. Gratuitos y onerosos
3. Conmutativos y aleatorios
4. Principales y accesorios
5. Consensuales y reales
6. Solemnes y no solemnes
7. Nominados e innominados
8. De libre discusión y de adhesión
9. De ejecución instantánea y de tracto sucesivo
10. Individuales y colectivos
Los define el art. 1.439: "El Contrato es unilateral cuando una de las partes se obliga
para con otra que no contrae obligación alguna; y bilateral, cuando las partes
contratantes se obligan recíprocamente".
La doctrina distingue en los contratos sinalagmáticos o bilaterales los (a) perfectos; (b)
imperfectos.
Utilidad de la clasificación:
* * *
a) Respecto del art. 1.489, hay autores que sostienen (muchos franceses y don
Luis Claro) que también se aplica la condición resolutoria tácita a los
contratos unilaterales.
Entre los autores franceses que así lo sostienen están Beudaut, Collin y
Capitant, Planiol, Ripert, Esmein.
Def.: Art. 1.440: El contrato es gratuito o de beneficencia cuando sólo tiene por objeto la
utilidad de una de las partes, sufriendo la otra el gravamen.
Oneroso: El contrato que tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose
Vgr.: En la hipoteca o prenda, si la da el propio deudor no hay duda que será onerosa.
Si la da un tercero, dependerá de si recibe o no por ello un beneficio. Lo mismo
sucede en la fianza.
Hay que estarse a todas las circunstancias previas, coetáneas y posteriores para
determinar la verdadera naturaleza del contrato.
Vgr.: el que paga por ir a la ópera o el que contrata una corrida de misas
gregorianas, ambos, celebran un contrato oneroso.
c) No es necesario que la utilidad sea cierta; puede ser incierta, como sucede en
los contratos aleatorios.
Importancia de la clasificación:
El contrato oneroso es conmutativo, cuando cada parte se obliga para con una
prestación que se mira como equivalente a la de la otra parte.
Tiene importancia esta clasificación por lesión enorme, la que sólo tiene cabida en
contratos conmutativos (art. 1.889), cuando se afecta la equivalencia.
El contrato es principal cuando subsiste por sí mismo sin necesidad de otro; accesorio,
cuando tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una obligación principal de manera
que no pueda subsistir sin ella.
Importancia: Los contratos accesorios terminan por la terminación del contrato al que
acceden.
En las instituciones de Justiniano (en la etapa más desarrollada del Derecho Romano)
los contratos se clasificaban: (1) Re; (2) Verbis et Litteris, y (3) consensu.
Para el Código Civil son reales: el comodato (art. 2.174), el mutuo (art. 2.196), el
depósito (art. 2111) y la prenda (art. 2384), al igual que en Roma.
Los contratos consensuales, que son la regla, se perfeccionan por el solo consenti-
miento en los elementos esenciales del contrato y en aquellos otros que las partes
hayan elevado a esa condición.
¿Qué diferencia hay en la entrega que se hace de una cosa dada en comodato y una
cosa dada en arrendamiento? ¿Por qué el primero es un contrato real y el segundo
consensual?
Hay, por otro lado, un caso de depósito que no es real sino consensual: El contrato de
El contrato solemne no surte efectos civiles sino cuando se han cumplido las
formalidades previstas en la ley.
No todos los requisitos externos son solemnidades. Lo son sólo aquellos que se
vinculan con el nacimiento del contrato en términos que su ausencia hace que no se
produzcan efectos civiles.
Hay otros requisitos que se exigen vía publicidad para resguardar los derechos de
terceros, como sucede con determinadas publicaciones e inscripciones. vgr.:
capitulaciones matrimoniales, sentencia de nulidad de matrimonio, etc. que deben
inscribirse, según la Ley del Registro Civil y mientras esa inscripción no se haga, no
podrán hacerse valer en juicio.
Contrato innominado es aquél no reglamentado por la ley y que las partes acuerdan
en virtud de la autonomía de la voluntad.
Puede convenirse en cualquier contrato siempre que no sea contra la ley, el orden
público o las buenas costumbres y también, derechos de terceros.
- Importancia:
Importancia:
Hay autores que consideran que estos son "requisitos de los contratos". Los trataremos
como "elementos" ya que no son requisitos para que se perfeccionen los contratos, salvo
las cosas que son de su esencia.
Aparece, así, que nuestro Código en esta materia siguió la teoría clásica subjetiva
expuesta por autores como Domat y Pothier, en cuanto a que lo que prima en un
contrato es la voluntad real por sobre la voluntad declarada.
La doctrina moderna se inclina por la teoría objetiva, esto es, a dar primacía a la voluntad
declarada sobre la real.
Si bien es cierto que en esta materia no puede trazarse una línea defi nida que divida
ambos sistemas, ya que, en definitiva, ambos se entrelazan, lo que sí es evidente es que
nuestro sistema, de ceñirse a una escuela, lo es a la subjetiva.
Es importante señalar que, para que la voluntad real de los contratantes deba primar
sobre la voluntad declarada, es menester que la voluntad real o intención de las partes
quede claramente establecida. Sólo así podrá primar sobre el texto del contrato.
Partiendo del principio rector consagrado en el art. 1.560, el Código consagra reglas de
interpretación obligatorias para el juez (no meros consejos prácticos) que no tienen un
orden de preeminencia. Todas son reglas aplicables según el asunto o materia de que
se trate. Sin embargo, la doctrina, siguiendo un orden lógico, ha establecido el siguiente
ordenamiento de estas reglas:
Elemental parece que los contratos sólo pueden referirse a las materias que el
contrato regula, por lo que, por generales que sean sus términos, sólo se
aplicarán a la materia sobre la que se ha contratado.
Esta regla no puede entenderse como "saneadora de nulidades", esto es, que si
la cláusula o el contrato es nulo, no está autorizado el juez para declararlo válido
modificando su naturaleza jurídica.
Así, si se celebra un contrato de arriendo por un período de siete años con una
renta de $ 1.000.000, es natural que se interprete esa norma como renta anual y
no como renta única por todo el período.
Corolario de la norma del art. 1.546, esta regla da valor a los usos y costumbres
en la contratación, debiendo interpretarse los contratos considerando aquellas
cláusulas silenciadas por las partes; pero habituales según los usos o
costumbres.
A falta de otras reglas, debe aplicarse como última alternativa, el principio pro-
deudor, suponiendo la ley que es quien, en última instancia, merece mayor
protección, si es que el acreedor no ha podido probar toda la extensión de su
derecho.
(Nota: Se recomienda en esta materia el libro del Profesor Jorge López Santa María,
"Los Contratos, Parte General", Edit. Jurídica, 1986).
Los efectos de los contratos deben analizarse: (1) entre las partes, y (2) frente a
terceros.
¿Qué alcance tiene? Hay dos opiniones: 1) La que sostiene que la ley ha
usado estas expresiones sin limitación y que, en consecuencia, la infracción de
la ley del contrato importa un vicio de casación de fondo; 2) La que, por el
contrario, expresa que es obligatorio como ley entre las partes pero no es ley, por
lo que su infracción por la sentencia no puede fundar, por sí sola, el recurso de
casación en el fondo. La tendencia actual es ir autorizando el recurso.
Las causas legales son aquéllas que estudiamos como causa de la terminación
del contrato, esto es, nulidad, resolución, etc.
Concepto de parte:
Entiéndase por "parte" - que puede ser una o más -el sujeto que concurre al acto y
recibe los efectos propios del mismo y que, además, representa en el contrato un
interés propio y distinto al de otros contratantes.
a) Terceros relativos: "Aquellos que sin ser partes del contrato por no haber
concurrido a su celebración, por una causa posterior a la celebración se
vinculan con el contrato". Estos son los "causa habientes" a título universal
y a título singular, esto es, herederos, legatarios o cesionarios.
1. Obligaciones intrasmisibles;
2. Obligaciones intuito personae;
3. Cuando así se haya pactado;
4. Beneficio de inventario.
También surte pleno efecto respecto del sucesor a título singular (cesionario
o legatario) tratándose de obligaciones susceptibles de ser cedidas.
Así y todo, hay casos en que el contrato afecta a quien no ha sido parte en
absoluto. Esto sucederá en los siguientes casos:
Compraventa de cosa ajena que la ley declara válido, sin perjuicio de los
derechos del dueño (art. 1.815).
31. Simulación
En nuestro sistema contractual, es la intención de las partes lo que debe prevalecer por
sobre lo literal de las palabras (art. 1.560). Cuando existe una contradicción
consciente entre la voluntad real y voluntad declarada, estamos frente al fenómeno
de la simulación.
Otras veces la simulación tiene por objeto esconder otro contrato que se disimula.
Vgr.: Una compraventa que es donación; un mutuo que es donación. El contrato que
aparece es simulado; el otro, el disimulado.
a) Absoluta: Vgr.: Una persona para eludir a sus acreedores vende la totalidad de
sus bienes en un contrato que, en realidad, no ha tenido por objeto la
transferencia. Aquí, se ha manifestado una voluntad en circunstancias que las
partes no han querido, en realidad, manifestar ninguna. Se trata sólo de una
apariencia.
b) Relativa: Vgr.: El mutuo que envuelve donación. En este caso, a diferencia del
anterior, las partes han manifestado o expresado una voluntad distinta de la real,
han "disfrazado" su voluntad real.
c) Por interpósita persona: Cuando tiene por objeto ocultar la persona que
verdaderamente ha contratado. Vgr.: Como la compraventa entre padre e hijo
de familia está prohibida, la venta se hace a un tercero quien, posteriormente, la
pasará a manos del hijo. En este caos, puede decirse que hay una simulación
en fraude a la ley.
1. Entre las partes: Debiendo estarse a la voluntad real de las partes, entre ellas
vale contrato DISIMULADO, oculto. Ese contrato es el válido y no escapará a
los requisitos de validez.
2. Frente a terceros
Reserva Mental: Existe cuando una parte no manifiesta su verdadera intención, la que
guarda en secreto. Desde el punto de vista del derecho, la reserva mental es inocua.