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LA INFLUENCIA DEL CRISTIANISMO

EL FERMENTO DE LAS IDEAS CRISTIANAS

El cristianismo también tuvo su influencia en la historiografía. Esto se dio


principalmente en el periodo que corresponde a los siglos IV y V d.C., que marca una
revolución de proporciones en el pensar histórico.

A partir del cristianismo, el hombre, que tenía papel principal en la historia, es


desplazado por la concepción de la existencia de un plan divino que conlleva a los
hombres hacia actos determinados. De allí, que la historia vista desde el cristianismo se
convierte en una historia universal que surge por la intercesión de la Providencia y se da
a partir del origen del hombre hasta el fin de los tiempos.

El cristianismo echó por la borda dos nociones greco-romanas, como vienen a


ser, por ejemplo, la idea optimista de la naturaleza humana. Y, en segundo lugar, la idea
sustancialista de entidades eternas subyacentes al proceso del discurrir histórico.

El cristianismo pone en crisis la metafísica de la sustancia greco-romana al


concebir que nada es eterno, solo Dios. Todo lo demás, él puede modificarlo según sea
su voluntad.

Triple efecto del cristianismo en la concepción histórica:

-Se entiende que el proceso histórico no es la realización de actos humanos, sino


divinos.

-Los actos humanos, en todo caso, tienen como fin la bienaventuranza del
hombre.

-El hombre existe como el agente de Dios en la historia.

El cristianismo entiende que se deben investigar las causas y la naturaleza de los


hechos y los agentes, y no solo los actos de estos, ya que entendiendo lo primero se puede
llegar a comprender el porqué de los actos divinos.

Como una raza en particular, no abarca únicamente el plan divino, sino el mundo
en su totalidad, el cristiano comprende que para seguir a Dios se debe hacer historia de
todas las naciones posibles.
CARACTERÍSTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA CRISTIANA

Toda historia escrita a base de las nociones cristianas tendrá que ser
necesariamente universal, providencial, apocalíptica y comprenderá el discurso histórico
en épocas o periodos.

 Deberá ser universal: ya no hablará de un pueblo o una raza elegida


como lo hacían los greco-romanos, habla del origen del hombre, de todos. Va a
hacer una descripción del levantamiento y la caída de los grandes poderes. En esta
forma de ver la historia, desparece la idea de un centro de gravedad como fue
Roma.

 La Providencia: la historia no se mueve precisamente por obra de


los hombres sino por la providencialidad de Dios, de vuelta es una providencia
que acompaña a todos no solo a un pueblo específico. La historia providencial
trata la historia como un drama escrito por Dios, pero uno en el que ninguno es
favorito.

 Todo confluye hacia Cristo o por su causa: todos los hechos de la


historia tendrán sentido solo en Cristo, por eso hay una división de la historia en
un antes preparatorio y un después de Cristo, en el que ya hay una revelación

 También tiene subdivisiones: en la historia existen otros hechos


que no llegan a ser tan relevantes como el nacimiento de Cristo pero que, de
alguna forma, marcaron una huella en la historia por eso, se puede dividir en
épocas o periodos (creador de épocas)

Esta forma de narrar ya se da en los cristianos primitivos, un ejemplo es Eusebio


de Cesarea, vivió en el siglo III y principios del IV, creó un marco cronológico, en vez de
fechar los hechos por olimpiadas. Él quería demostrar que toda la historia tenía por centro
la Natividad de Cristo. Lo mismo con Preparatio Evangelica donde todo tiene como fin
la Encarnación, toda la historia se preparó para que en un punto específico de la historia
llegue Cristo.

Esta nueva orientación dejó una gran herencia al pensamiento histórico. El


símbolo de semejante universalismo es la adopción de un solo marco cronológico para
todos los sucesos. La cronología universal es un invento de San Isidoro de Sevilla en el
siglo VII.
La idea providencialista, la apocalíptica y la idea de sucesos creadores de la
época se volvieron un lugar común y con ella la idea de dividir la historia en periodos
cada uno dotado de carácter peculiar propio. Todos estos elementos, que hoy son tan
comunes, no existen en la historiografía greco-romana, fueron elaborados por los
primitivos cristianos.

LA HISTORIOGRAFÍA MEDIEVAL

La historiografía medieval que se dedicó a elaborar estos conceptos es, en cierta


manera, una continuación de la historiografía helenística y romana. El historiador
medieval todavía depende de la tradición para obtener los hechos, pero no tiene ningún
método para estudiar estas tradiciones que llegan a él, ni analizarlas. Su criterio es único
y es un criterio personal, no científico ni sistemático por lo que cae frecuentemente en lo
que a nosotros nos parece una boba credulidad.

El historiador medieval considera sus fuentes desde un punto de vista


universalista. En la Edad Media era muy fuerte el nacionalismo, pero un historiador
contempla la historia, no como juego de finalidades humanas en el que simpatiza con un
grupo y se rivaliza con otros, sino que la contempla como un proceso dotado de una
necesidad objetiva. Dios es providente y positivo, y tiene un plan propio que ningún
hombre puede alterar. El agente humano se ve arrollado por la corriente de los designios
divinos, llevado por ella, con o sin su consentimiento. La historia se ordena a sí misma y
ese orden no depende de la voluntad ordenadora que pueda tener el agente humano.
Surgen proyectos que logran realizarse; pero son proyectos que ningún hombre ha
proyectado, pues, los que piensan que deliberadamente han tratado de impedir el
surgimiento de tales proyectos, en realidad han contribuido a ello.

El deber del individuo consiste en convertirse en voluntario instrumento para


fomentar los propósitos objetivos del curso de la historia. Si se obstina en lo contrario,
solo consigue asegurar de ese modo su propia condenación.

La gran tarea de la historiografía medieval consistía en el descubrimiento y


explicitación del objetivo o plan divino de la historia. Era un plan de desarrollo temporal.
El intento de discernir periodos en la historia, es señal de adelanto y madurez en el
pensamiento historiográfico, porque indica que se tiene valor para interpretar los hechos
en lugar de solo registrarlos; pero en esto, como en todo lo demás, el pensamiento
medieval se mostró incapaz de cumplir sus promesas.
El pensamiento medieval es posición radical entre los propósitos objetivos de
Dios y los subjetivos humanos, aparecen como la imposición de un plano objetivo sobre
la historia, prescindiendo de los propósitos subjetivos el hombre lo que conduce
inevitablemente a la idea de que los propósitos humanos no significan nada en el discurrir
histórico y que la única fuerza que lo determina es la naturaleza divina. En el pensamiento
medieval se reconoce la mano de la Providencia la historia y se reconoce de tal manera
que al hombre ya no le queda nada por hacer. Consecuencia de esto es que el historiador
cayó en la falacia de decir que podía predecir el futuro además de su anhelo por descubrir
el plan general de la historia y su creencia de que ese plan era divino y no humano, tendía
a buscar la esencia de la historia fuera de la historia misma.

Fue así que las acciones humanas resultaban insignificantes y el historiador


olvidó ese deber tan principal suyo que consiste en estar dispuesto a ejercitar una
paciencia infinita en la búsqueda de lo que en realidad aconteció. Esta es la razón de la
terrible debilidad en el método crítico de la historiografía medieval.

LA HISTORIOGRAFIA EN EL RENACIMIENTO

Al finalizar la Edad Media, el pensamiento europeo quiso orientarse y


embarcarse en una nueva apreciación de la historia, con el fin de alejarse de la forma
medieval carente de depuración crítica. Todos los sistemas filosóficos y teológicos que
proporcionaban conocimientos históricos a priori, fueron decayendo y con el
renacimiento, se dio inicio a la aceptación del humanismo fundado por los antiguos. A
partir de acá, las apreciaciones teocéntricas disminuyeron y se empezó a valorar al ser
humano como axis mundi. Pero, la concepción antropológica que se estaba desarrollando
era diferente a la antigua noción de un hombre trabajador, vigoroso, guiado en todo
momento por la razón. Más bien, se forjaba un ser de pasiones e impulsos, por lo tanto,
la historia se convirtió en la historia de las pasiones humanas.

En este sentido, muchos pensadores del S.XVI se encargaron de clarificar la


historia que había sido nublada por relatos fantásticos pero superfluos.

Para finalizar, Bacon dividía los conocimientos en 3 grandes ramas: poesía,


historia y filosofía a los cuales, se les atribuía respectivamente tres facultades: la
imaginación, la memoria y el entendimiento. Sin embargo, reducir la historia a mero
recordar es de alguna forma, errático. Para él la historia es recordar el pasado en el pasado
mismo. Pero esto llevaría a pensar que, si se recordara toda la historia, entonces los
historiadores saldrían sobrando. No obstante, hay un coetáneo llamado Camden que,
trabajando en topografía y arqueología de Gran Bretaña dice que, al no recordar la
historia, se puede reconstruir a través de los datos.

Al final, sigue estando un problema. Cómo es que el historiador con su


entendimiento suple las deficiencias de la memoria. Esta es una cuestión que Bacon nunca
se preguntó.

Grupo 1:
1. Cañete, Agustín
2. Cardoza, Frandres
3. García Giménez, Renato
5. Quesnel, Esteban

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