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Unos que ya se firmaron, pero, aún no han entrado en pleno desarrollo, como el
caso de Canadá, Chile, Suiza, y los Países del Triangulo Sur: Salvador,
Guatemala y Honduras; sin embargo, nuestro Gobierno continúa promoviendo
nuevos tratados muy a la ligera, sin percatarse si realmente estamos en capacidad
de competir con Países que en su mayor parte tienen una producción subsidiada y
disponen de una infraestructura de trasporte multimodal de buena calidad.
El sistema de transporte terrestre nuestro, deja mucho que desear, son miles los
productos del sector agropecuario que no pueden salir a los mercados por falta de
vías de comunicación. Infinidad de veces nuestros campesinos, se ven obligados
a venderlos a menor precio, regalarlos o abandonarlos en las plazas de mercado.
Pareciera que esto de firmar TLC, es al que más corra, sin haberse hecho los
estudios de mercadeo correspondiente y mirar la capacidad de respuesta que debe
dársele a cada producto en particular, que llegarán a inundar nuestros mercados a
precios más competitivos. Cuando todos los convenios comerciales entren en
vigencia jalonados por la primera economía mundial de los Estados Unidos, - que
muy posiblemente quede legalizado antes de mediados del presente año,- si no es
que ocurre en la cumbre las Américas-, nos daremos cuenta que olímpicamente
hemos caído en la boca del lobo y será muy difícil implementar un plan de
contingencia para hacer frente a los mercados de importación que están
sustentados en parámetros de tipo legal, de los cuales no nos podremos zafar
fácilmente.
Soy de los que cree que aún es tiempo de tomar algunas medidas preventivas que
nos permita paliar en parte las dificultades que se presentarán a la entrada en
vigencia de los Tratados de Libre Comercio, que si bien, son convenientes para el
País en algunos aspectos, serán millones los pequeños y medianos productores
los perjudicados.