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ASIGNACIÓN
INTENGRANTES
Luis Vergara 20-14-3963
Rayshell breary 8-911-1416
Antoni Tenorio 8-923-713
PROFESOR
González Adolfo
09/19/2019
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
Marco teórico
El periodo prehispánico panameño
- también llamada época precolombina, corresponde a los once milenios
transcurridos desde la inmigración al istmo de Panamá de los antepasados de los
indígenas actuales hasta su primer contacto con los españoles, en otras palabras, la
época prehispánica es la que sucedió antes de la colonización española.
- Al descubrimiento de América, poblaban el territorio, diferentes agrupaciones de
aborígenes, cuya población se calcula era de 40.000 almas. Estos de dividían en
diferentes reinos, agrupados básicamente en dos grandes áreas de influencia
cultural, por un lado, la Mesoamericana (Mayas y Aztecas) y por el otro lado, la
cultura Sudamericana.
- La ocupación del Istmo de Panamá por los primeros aborígenes panameños ocurrió
entre los años 11.000 y 10.000 a.C., pasando por cuatro etapas bien definidas, ésta
es la llamada Prehistoria de Panamá: la de caza, recolección y pesca (10.000 a 3.000
a.C.); la de agricultura formativa (3.000 a 1.500 a.C.); la establecida (1.500 a 300 a.C.)
y la extensiva (300 a.C. hasta la Conquista).
- Se calcula que, para la llegada de los conquistadores españoles, la población de
indios del istmo sería de entre seiscientos mil hasta un millón de habitantes.
Encontraron varios grandes “reinos” (cacicazgos) con su propia organización política
y militar, donde una élite sacerdotal estructuraba un gobierno teocrático y
representaba la nobleza. El resto de la población se dividía en nobles, militares,
sacerdotes, pueblo y esclavos.
- En el área hoy conocida como provincias centrales se distinguían los reyes Esquina,
Urracá, Paris, Escoria, Natá y Chirú, además de otros pueblos ya extintos como los
Chánguenas, Doraces y Zuríes.
Periodo paleoindio
- El Horizonte Paleoindio (hasta el 8.500 a.C) y las poblaciones nómadas cazadoras-
recolectoras. Las puntas Clovis.
- Hasta el momento no se han podido contextualizar cronológicamente la mayoría de
los hallazgos, por otra parte, esporádicos, de puntas de flecha y talleres Paleoindios
en Panamá, puesto que no se han encontrado asociados a restos de fauna o en
depósitos cerrados con
restos de carbón. Sin
embargo, contamos con
algunos artefactos
tipológicamente
tempranos, hallados en su
mayoría en superficie. En
La Mula-Oeste, provincia
de Herrera, se ha
localizado un taller clovis
(Ranere y Cooke 1995) a lo
que se puede sumar los hallazgos aislados de Puntas Cola de Pescado y Clovis en el
Lago Madden (9.300-9.000 a.C) (Bird y Cooke 1978), un taller de bifaces en Lago
Alajuela-Oeste y restos en el abrigo rocoso de La Corona todos ellos entre el 9.200
y el 8000 a.C (Ranere y Cooke 1995). Recientemente se ha hallado en Sitio Nieto,
provincia de Herrera, una cantera de puntas lanceoladas paleoindias elaboradas a
partir de grandes lascas nodulares, con retoque secundario invasivo y talón
estirpado (Pearson y Cooke 2002). Gracias al hallazgo de algunas preformas de estas
puntas se han podido identificar las técnicas de manufacturas empleadas en los
primeros estadios de elaboración de dichas puntas. Sin embargo, estos hallazgos no
deben ser los más antiguos del istmo dado que si presuponemos que el poblamiento
de América del Sur hace aprox. 20.000 años fue terrestre, debemos encontrar en
Panamá patrones culturales similares a aquellos fechados en esas fechas sino
anteriores (Ranere 1973), aunque también se ha propuesto la posibilidad de que la
expansión inicial de los Paleoindios hacia Sudamérica coincida con el reemplazo de
puntas Clovis lanceoladas y de cintura restringida con formas pedunculadas o "de
cola de pescado2 (Ranere y Cooke 1995).
- El medio por el que se movieron estos primeros pobladores es distinto al actual y
varía según las zonas dentro de un territorio que, aunque pequeño, presenta
variaciones en muchos casos drásticas entre sus distintas regiones. Las
temperaturas y lluvias son más bajas y en Centroamérica había otro tipo de
vegetación que no tiene paralelos en la actualidad (Cooke 1999). Es además muy
probable que estos primeros pobladores no se hallan limitado a explotar un solo
tipo de ecosistemas sino varios de ellos. Los cazadores istmeños de la tradición
?Clovis? se habrían movilizado en la zona este de la Península de Azuero, donde se
encuentra el sitio Clovis de La Mula-Sarigua, entre matorrales xerófilos; aquellos
que vivían o cazaban en Llano Grande de Ocú, Sitio Nieto, lo hacían en medio de
una extensa zona de sabanas, y los que por el contrario se movían por la cuenca
del río Chagres, donde se han hallado materiales culturales ?Clovis? en proximidad
al embalse artificial de Lago Madden o Alajuela (Bird y Cooke 1978), lo hacían por
bosques tropicales secos (Cooke et al 2002). Estos cazadores perseguirían con sus
puntas una gran variedad animales de los géneros Odocoileus, Equus, Bison,
Mammuthus y Cuverionius de los que hoy en día sobreviven algunas especies del
género Odocoileus (Bennett 1968). Al finalizar el período se produce un cambio en
el sistema de subsistencia que se ha querido achacar a la extinción de ciertas
especies de megafauna, por lo que se prevé que entre el 10.000 y el 5.000 a.C
podría haberse producido una disminución de la población o un período de
alternancia de crisis demográficas con épocas de auge relativo (Jaén 1981).
Periodo precerámico
- El Precerámico. La desaparición de la
megafauna y la ocupación estacional del
litoral y abrigos rocosos de "pié de monte".
El Cerámico
- El Cerámico temprano. Continuidad en los sistemas de subsistencia, la aparición de
la agricultura y el surgimiento de la cerámica Monagrillo (2.500-200 a.C).
- El inicio de esta nueva etapa lo determina la aparición de la cerámica Monagrillo (fig.
5) hallada en tres sitios en la desembocadura del río Parita, provincia de Herrera y
un sitio en la desembocadura del río Santa María (sitio El Zapotal) (Willey y
McGimsey 1954), todos ellos próximos a línea de costa. A ellos hay que sumar el
hallazgo de cerámica Monagrillo en algunos niveles de ciertos abrigos rocosos como
Carabelí y Ladrones (Cooke 1979), lo que demuestra la ocupación continua de estas
cuevas desde el Horizonte Paleoindio hasta hace aproximadamente 2.500 años
(Lobo 1987). Al igual que en el Precerámico Tardío, los asentamientos costeros eran
ocupados estacionalmente (Linares 1977). Los artefactos líticos, así como los restos
botánicos y faunísticos son muy parecidos a los de Cerro Mangote, con la diferencia
de la aparición de la cerámica. Durante esta época continúa la transformación del
paisaje dado que, con la cerámica, los grupos humanos empiezan a almacenar una
gran cantidad de leña para quemar, ¿lo que se sumaría a la? perturbación
antropogénica de los bosques regionales? (Cooke 1998) que como hemos visto se
inicia en el Paleoindio.
- La cerámica Monagrillo.
- Como hemos señalado, se trata del
complejo cerámico más antiguo de Panamá, y uno
de los más antiguos del continente americano.
Sus cualidades tecnológicas y estilísticas son muy
primitiva. De pastas muy crudas, la superficie se
presenta al natural con una total carencia de
cualquier tipo de apéndices. Las formas se
restringen a escudillas o vasijas más profundas sin
cuello; la decoración, poco usual, consiste en
zonas pintadas con bandas de color (Willey y
McGimsey 1954). La sencillez y conservadurismo
de esta cerámica está en relación a un modo de vida nómada (Cooke 1999). Según
una muestra estudiada del conchero He-5 de Monagrillo, estas vasijas eran
fabricadas con arcillas locales (Cooke 1998b). Esta cerámica, si bien pudo haber sido
influenciada por conceptos tecnológicos foráneos, representa una manifestación
autóctona cuyo desarrollo fue bastante prolongado, dado que aparece en algunos
abrigos rocosos hasta fechas como hemos visto muy tardías (Cooke 1995).
- El Hiato
- Tras la cerámica Monagrillo hasta la aparición de la cerámica La Mula hay un período
de tiempo en el que la secuencia cerámica se interrumpe, período que coincide
justamente con la aparición de la agricultura en las tierras bajas de la región de Gran
Coclé. Es muy difícil determinar exactamente en qué momento el Complejo
Monagrillo adquiere apéndices y decoración incisa. Es probable que la cerámica
desarrollada a continuación de Monagrillo sea semejante a los ejemplos de la
muestra recuperados en las capas superficiales de la Cueva de los Ladrones que
presentan decoración incisa. Esta cerámica fue descrita y nombrada como Complejo
Sarigua por Willey y McGimsey (Willey y McGimsey 1954). ¿Se ha apuntado también
la posibilidad de que las vasijas caliciformes, conocidas en la literatura panameña
cómo? ¿Guacamayo?, que presentan un bisel que recorre la panza de la vasija y una
base plana, sea en realidad una cerámica de tipo ritual, coetánea con parte de la
tradición Monagrillo (Cooke 1979; Isaza 1993). Estas vasijas, con decoración
escarificada, se han localizado en varias tumbas de cámara lateral en el cerro
Guacamayo (Harte 1966), en El Limón (Stirling y Stirling 1964 lám.27) y Cerro Largo,
cerca de Santiago de Veráguas (Biese 1967; Sánchez 1995).
- Este hiato puede deberse a un cambio a nivel cultural, dado que coincide con una
transición entre dos sistemas de subsistencia distintos. El resultado inmediato sería
un descenso de la población provocada por la pérdida parcial de dominio de las
habilidades de recolección, caza y pesca, sin haber ganado plenamente las técnicas
relacionadas con las tareas agrícolas. Este descenso de la población podría haberse
suplido con la entrada de grupos humanos foráneos, introductores de la agricultura
definitivamente en Panamá (Jaén 1981). Es probable que la explicación no sea tan
simple, sino que haya una conjunción de factores que hayan incidido negativamente
a un tiempo. El hecho de que algunos abrigos rocosos como Carabelí hayan sido
ocupados esporádicamente hasta el 500 d.C. indica que hasta entonces el esquema
estacional propuesto por Linares se sigue produciendo. ¿El hallazgo de restos
arqueo faunísticos? exóticos como ranas y lagartijas, que no suelen encontrarse
comúnmente en los registros arqueológicos del istmo, y que aparecen en cantidades
considerables en Sitio Sierra, podrían haber sido incluidos en la dieta durante este
período para paliar la crisis alimenticia. Esta época pudo haber coincidido también
con desequilibrios climáticos, como el fenómeno de El Niño o con alguna epidemia
con efectos
devastadores. A
todo ello hay que
sumar el hecho de
que se trata de
yacimientos
difíciles de localizar
dado que estamos
hablando de
poblaciones
pequeñas que se
desplazan
constantemente.