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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE PANAMÁ

FACULTAD DE INGENIERÍA MECÁNICA

LICENCIATURA MECANICA INDUSTRIAL/SOLDADURA

TÓPICOS DE GEOGRAFÍA E HISTORIA DE PANAMÁ

ASIGNACIÓN

ANÁLISIS DE LA LEY 42 DE 5 DE AGOSTO DE 2002

INTENGRANTES
Luis Vergara 20-14-3963
Rayshell breary 8-911-1416
Antoni Tenorio 8-923-713

PROFESOR

González Adolfo

09/19/2019
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
Marco teórico
El periodo prehispánico panameño
- también llamada época precolombina, corresponde a los once milenios
transcurridos desde la inmigración al istmo de Panamá de los antepasados de los
indígenas actuales hasta su primer contacto con los españoles, en otras palabras, la
época prehispánica es la que sucedió antes de la colonización española.
- Al descubrimiento de América, poblaban el territorio, diferentes agrupaciones de
aborígenes, cuya población se calcula era de 40.000 almas. Estos de dividían en
diferentes reinos, agrupados básicamente en dos grandes áreas de influencia
cultural, por un lado, la Mesoamericana (Mayas y Aztecas) y por el otro lado, la
cultura Sudamericana.
- La ocupación del Istmo de Panamá por los primeros aborígenes panameños ocurrió
entre los años 11.000 y 10.000 a.C., pasando por cuatro etapas bien definidas, ésta
es la llamada Prehistoria de Panamá: la de caza, recolección y pesca (10.000 a 3.000
a.C.); la de agricultura formativa (3.000 a 1.500 a.C.); la establecida (1.500 a 300 a.C.)
y la extensiva (300 a.C. hasta la Conquista).
- Se calcula que, para la llegada de los conquistadores españoles, la población de
indios del istmo sería de entre seiscientos mil hasta un millón de habitantes.
Encontraron varios grandes “reinos” (cacicazgos) con su propia organización política
y militar, donde una élite sacerdotal estructuraba un gobierno teocrático y
representaba la nobleza. El resto de la población se dividía en nobles, militares,
sacerdotes, pueblo y esclavos.
- En el área hoy conocida como provincias centrales se distinguían los reyes Esquina,
Urracá, Paris, Escoria, Natá y Chirú, además de otros pueblos ya extintos como los
Chánguenas, Doraces y Zuríes.
Periodo paleoindio
- El Horizonte Paleoindio (hasta el 8.500 a.C) y las poblaciones nómadas cazadoras-
recolectoras. Las puntas Clovis.
- Hasta el momento no se han podido contextualizar cronológicamente la mayoría de
los hallazgos, por otra parte, esporádicos, de puntas de flecha y talleres Paleoindios
en Panamá, puesto que no se han encontrado asociados a restos de fauna o en
depósitos cerrados con
restos de carbón. Sin
embargo, contamos con
algunos artefactos
tipológicamente
tempranos, hallados en su
mayoría en superficie. En
La Mula-Oeste, provincia
de Herrera, se ha
localizado un taller clovis
(Ranere y Cooke 1995) a lo
que se puede sumar los hallazgos aislados de Puntas Cola de Pescado y Clovis en el
Lago Madden (9.300-9.000 a.C) (Bird y Cooke 1978), un taller de bifaces en Lago
Alajuela-Oeste y restos en el abrigo rocoso de La Corona todos ellos entre el 9.200
y el 8000 a.C (Ranere y Cooke 1995). Recientemente se ha hallado en Sitio Nieto,
provincia de Herrera, una cantera de puntas lanceoladas paleoindias elaboradas a
partir de grandes lascas nodulares, con retoque secundario invasivo y talón
estirpado (Pearson y Cooke 2002). Gracias al hallazgo de algunas preformas de estas
puntas se han podido identificar las técnicas de manufacturas empleadas en los
primeros estadios de elaboración de dichas puntas. Sin embargo, estos hallazgos no
deben ser los más antiguos del istmo dado que si presuponemos que el poblamiento
de América del Sur hace aprox. 20.000 años fue terrestre, debemos encontrar en
Panamá patrones culturales similares a aquellos fechados en esas fechas sino
anteriores (Ranere 1973), aunque también se ha propuesto la posibilidad de que la
expansión inicial de los Paleoindios hacia Sudamérica coincida con el reemplazo de
puntas Clovis lanceoladas y de cintura restringida con formas pedunculadas o "de
cola de pescado2 (Ranere y Cooke 1995).
- El medio por el que se movieron estos primeros pobladores es distinto al actual y
varía según las zonas dentro de un territorio que, aunque pequeño, presenta
variaciones en muchos casos drásticas entre sus distintas regiones. Las
temperaturas y lluvias son más bajas y en Centroamérica había otro tipo de
vegetación que no tiene paralelos en la actualidad (Cooke 1999). Es además muy
probable que estos primeros pobladores no se hallan limitado a explotar un solo
tipo de ecosistemas sino varios de ellos. Los cazadores istmeños de la tradición
?Clovis? se habrían movilizado en la zona este de la Península de Azuero, donde se
encuentra el sitio Clovis de La Mula-Sarigua, entre matorrales xerófilos; aquellos
que vivían o cazaban en Llano Grande de Ocú, Sitio Nieto, lo hacían en medio de
una extensa zona de sabanas, y los que por el contrario se movían por la cuenca
del río Chagres, donde se han hallado materiales culturales ?Clovis? en proximidad
al embalse artificial de Lago Madden o Alajuela (Bird y Cooke 1978), lo hacían por
bosques tropicales secos (Cooke et al 2002). Estos cazadores perseguirían con sus
puntas una gran variedad animales de los géneros Odocoileus, Equus, Bison,
Mammuthus y Cuverionius de los que hoy en día sobreviven algunas especies del
género Odocoileus (Bennett 1968). Al finalizar el período se produce un cambio en
el sistema de subsistencia que se ha querido achacar a la extinción de ciertas
especies de megafauna, por lo que se prevé que entre el 10.000 y el 5.000 a.C
podría haberse producido una disminución de la población o un período de
alternancia de crisis demográficas con épocas de auge relativo (Jaén 1981).
Periodo precerámico
- El Precerámico. La desaparición de la
megafauna y la ocupación estacional del
litoral y abrigos rocosos de "pié de monte".

- Precerámico temprano (8.500-5.000 a.C.)

- Es difícil encontrar asentamientos de esta


época que estén localizados y directamente asociados a la explotación de recursos
del litoral marítimo, como en el caso del conchero Cerro Mangote, dado que el nivel
del mar ha fluctuado y probablemente muchos de estos asentamientos, por
entonces costeros, hoy estén sumergidos, y los que en la actualidad están próximos
a la costa, hacia el 8.000 a.C. distaban muchos kilómetros de ella. Los asentamientos
de esta época se localizan en abrigos rocosos de pie de monte, cercanos a la
Cordillera Central, y hay otros localizados en las mismas cuencas, pero en cotas más
bajas, próximos incluso a sus desembocaduras, en la Bahía de Parita. Estos sitios
fueron usados como campamentos transitorios donde realizaban tareas de
extracción y mantenimiento, en un modo de explotación del medio que consistía en
rondas estacionales de grupos de cazadores recolectores. Esta situación cambia
hacia 5.000 a.C, momento en el cual se percibe una disminución en cuanto a la
intensidad en el uso de estos abrigos (Lobo 1987). Los sitios de la cuenca del río
Santa María, los abrigos de Corona, Carabalí, Los Santana, y Vampiros, han arrojado
importante información sobre el Precerámico Temprano (Cooke y Ranere 1992;
Cooke y Ranere 1994; Pearson y Cooke 2002). Es probable además que los restos
de un pequeño taller localizado en La Mula compuesto por lascas de tecnología
bifacial pertenezcan de igual modo a este período, lo que indica que ciertos
implementos parecidos a los paleoindios se usaron incluso después del cambio
climático del 9.000 a.C. (Cooke 1998) o que por lo menos, ciertas técnicas de
manufactura de artefactos líticos, propias del Paleoindio, continuaban en uso
durante el Precerámico.
- El Precerámico tardío. La horticultura y el desarrollo del nomadismo estacional
como estrategia de explotación y adaptación al medio (5.000-2.500 a.C).
- Durante este período se combinaron dos sistemas de explotación no excluyentes
sino complementarios, la práctica de la horticultura y la explotación de los recursos
pesqueros del litoral marítimo y/o estuarios lo que ha provocado desplazamientos
estacionales y regionales, norte-sur a lo largo de los ríos desde la costa hasta el
interior. Aunque el maíz, de origen mexicano, es introducido en Panamá en el 5.000
a.C, fecha calibrada obtenida del abrigo de Aguadulce -y que coincide con una zona
del istmo centroamericano que presenta una marcada estacionalidad que llamamos
Arco Seco - , no es hasta el 1.000 a.C cuando se encuentren las primeras pruebas de
la puesta en práctica de técnicas agrícolas. Mientras tanto los habitantes de esta
región central se dedicaban a la práctica de la horticultura en huertas abiertas en los
claros de los bosques. Y a a finales del Precerámico Temprano aparecen algunos
implementos líticos asociados a la molienda de semillas, y fitolitos del
sagú(Maranta arundinacea) en Vampiros , o el leren (Calathea allouia) y la tula
(Lagenaria siceraria) en el abrigo de Aguadulce (Piperno y Pearsall 1998; Cooke
1998b), y el corozo pacora (Acrocomia mexicana) en Carabelí (Cooke 1998b)[2].
Además de los restos de flora en algunos yacimientos se han tomado muestras de
arqueofaunas de los cuales los restos más antiguos analizados se remontan al 5.000
a.C (Cooke et al 2.002). Junto a ellos se han encontrado nuevos implementos de
piedra asociados a la práctica de la horticultura como los hallados en el abrigo
rocoso de Carabelí (Lobo 1987) y en menor medida en la Cueva de los Ladrones (Bird
y Cooke 1978), lo que implica un cambio en el sistema de subsistencia. La técnica
de talla bifacial es sustituida en estos momentos por el lascado bipolar con el uso de
martillos duros (Ranere y Cooke 1995). Del 4.600-2.300, Ranere describe en las
tierras altas de Chiriquí algunos artefactos de la fase Talamanca, entre otros, útiles
dedicados al trabajo en madera, como raspadores, ¿hachas? todas ellas de basalto.
A final de esta fecha, hacia el 2.300 a.C. empiezan a utilizarse aquí, y en otros abrigos
como el de Carabelí (Lobo 1987) y Ladrones (Bird y Cooke 1978) la calcedonia y el
jaspe, lo que nos remite de igual modo a un cambio tecnológico-cultural.
- Además de los abrigos rocoso descritos, existen otros nuevos tipos de yacimientos
coetáneos relacionado con la explotación de recursos del litoral oceánico. El
ejemplo más destacado es Cerro Mangote, un conchero situado en la
desembocadura del Río Santa María, próximo a un área de estuario. Aquí se han
encontrado los exoesqueletos de Ostrea, Protothaca grata, y Scapharca tuberculosa,
Menippe frontalis, Cerithedia valida, Cadium ringens, Alaba jeanette, y Anadara
grandis (McGimsey 1956). Tras el análisis de muestras de ictiofauna dietética de este
sitio, se ha demostrado el alto grado de explotación de los recursos marinos de los
estuarios litorales y la posibilidad de que el sistema de subsistencia esté basado
mayoritariamente en la explotación de los recursos pesqueros de los estuarios
(Cooke 1992; Cooke y Ranere 1994). Es probable que el sistema de subsistencia
imperante estuviese basado en la estacionalidad y nomadismo en busca de recursos,
a nivel familiar o bien individual
(Linares 1973), lo que pudo haber
retrasado la evolución hacia un
sistema de subsistencia agrícola.

El Cerámico
- El Cerámico temprano. Continuidad en los sistemas de subsistencia, la aparición de
la agricultura y el surgimiento de la cerámica Monagrillo (2.500-200 a.C).
- El inicio de esta nueva etapa lo determina la aparición de la cerámica Monagrillo (fig.
5) hallada en tres sitios en la desembocadura del río Parita, provincia de Herrera y
un sitio en la desembocadura del río Santa María (sitio El Zapotal) (Willey y
McGimsey 1954), todos ellos próximos a línea de costa. A ellos hay que sumar el
hallazgo de cerámica Monagrillo en algunos niveles de ciertos abrigos rocosos como
Carabelí y Ladrones (Cooke 1979), lo que demuestra la ocupación continua de estas
cuevas desde el Horizonte Paleoindio hasta hace aproximadamente 2.500 años
(Lobo 1987). Al igual que en el Precerámico Tardío, los asentamientos costeros eran
ocupados estacionalmente (Linares 1977). Los artefactos líticos, así como los restos
botánicos y faunísticos son muy parecidos a los de Cerro Mangote, con la diferencia
de la aparición de la cerámica. Durante esta época continúa la transformación del
paisaje dado que, con la cerámica, los grupos humanos empiezan a almacenar una
gran cantidad de leña para quemar, ¿lo que se sumaría a la? perturbación
antropogénica de los bosques regionales? (Cooke 1998) que como hemos visto se
inicia en el Paleoindio.
- La cerámica Monagrillo.
- Como hemos señalado, se trata del
complejo cerámico más antiguo de Panamá, y uno
de los más antiguos del continente americano.
Sus cualidades tecnológicas y estilísticas son muy
primitiva. De pastas muy crudas, la superficie se
presenta al natural con una total carencia de
cualquier tipo de apéndices. Las formas se
restringen a escudillas o vasijas más profundas sin
cuello; la decoración, poco usual, consiste en
zonas pintadas con bandas de color (Willey y
McGimsey 1954). La sencillez y conservadurismo
de esta cerámica está en relación a un modo de vida nómada (Cooke 1999). Según
una muestra estudiada del conchero He-5 de Monagrillo, estas vasijas eran
fabricadas con arcillas locales (Cooke 1998b). Esta cerámica, si bien pudo haber sido
influenciada por conceptos tecnológicos foráneos, representa una manifestación
autóctona cuyo desarrollo fue bastante prolongado, dado que aparece en algunos
abrigos rocosos hasta fechas como hemos visto muy tardías (Cooke 1995).
- El Hiato
- Tras la cerámica Monagrillo hasta la aparición de la cerámica La Mula hay un período
de tiempo en el que la secuencia cerámica se interrumpe, período que coincide
justamente con la aparición de la agricultura en las tierras bajas de la región de Gran
Coclé. Es muy difícil determinar exactamente en qué momento el Complejo
Monagrillo adquiere apéndices y decoración incisa. Es probable que la cerámica
desarrollada a continuación de Monagrillo sea semejante a los ejemplos de la
muestra recuperados en las capas superficiales de la Cueva de los Ladrones que
presentan decoración incisa. Esta cerámica fue descrita y nombrada como Complejo
Sarigua por Willey y McGimsey (Willey y McGimsey 1954). ¿Se ha apuntado también
la posibilidad de que las vasijas caliciformes, conocidas en la literatura panameña
cómo? ¿Guacamayo?, que presentan un bisel que recorre la panza de la vasija y una
base plana, sea en realidad una cerámica de tipo ritual, coetánea con parte de la
tradición Monagrillo (Cooke 1979; Isaza 1993). Estas vasijas, con decoración
escarificada, se han localizado en varias tumbas de cámara lateral en el cerro
Guacamayo (Harte 1966), en El Limón (Stirling y Stirling 1964 lám.27) y Cerro Largo,
cerca de Santiago de Veráguas (Biese 1967; Sánchez 1995).
- Este hiato puede deberse a un cambio a nivel cultural, dado que coincide con una
transición entre dos sistemas de subsistencia distintos. El resultado inmediato sería
un descenso de la población provocada por la pérdida parcial de dominio de las
habilidades de recolección, caza y pesca, sin haber ganado plenamente las técnicas
relacionadas con las tareas agrícolas. Este descenso de la población podría haberse
suplido con la entrada de grupos humanos foráneos, introductores de la agricultura
definitivamente en Panamá (Jaén 1981). Es probable que la explicación no sea tan
simple, sino que haya una conjunción de factores que hayan incidido negativamente
a un tiempo. El hecho de que algunos abrigos rocosos como Carabelí hayan sido
ocupados esporádicamente hasta el 500 d.C. indica que hasta entonces el esquema
estacional propuesto por Linares se sigue produciendo. ¿El hallazgo de restos
arqueo faunísticos? exóticos como ranas y lagartijas, que no suelen encontrarse
comúnmente en los registros arqueológicos del istmo, y que aparecen en cantidades
considerables en Sitio Sierra, podrían haber sido incluidos en la dieta durante este
período para paliar la crisis alimenticia. Esta época pudo haber coincidido también
con desequilibrios climáticos, como el fenómeno de El Niño o con alguna epidemia
con efectos
devastadores. A
todo ello hay que
sumar el hecho de
que se trata de
yacimientos
difíciles de localizar
dado que estamos
hablando de
poblaciones
pequeñas que se
desplazan
constantemente.

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