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Què pasò con aquella mujer que seguía a Jesùs gritando por la enfermedad
de su hija, ella decía: mi hija es atormentada por un demonio. Puede haber
una urgencia màs clara. La hija està a punto de morir, y no hay poder sobre la
tierra que pueda detener ese fatal desenlace. Sin embargo había una
esperanza, Jesùs había demostrado tener poder sobre toda enfermedad, y
aùn sobre la muerte. Pero algo sucedìa: Jesùs no respondìa, y ante la
insistencia de sus discípulos Jesùs no la sano. Què pretendía Jesùs? Que
pretende Jesùs en mi vida cuando yo clamo noche y dìa suplicándole una
respuesta, sanidad, prosperidad, libertad, etc.
Nada como la tercera respuesta: No se debe echar a los perritos el pan de los
hijos, Por un lado puedo pensar que aunque sea como perrito, pero me
conformo con alguna migaja. Dios me quiere humilde pero me quiere
levantar, aùn en ese momento, ella podìa humillar màs, podìa manifestar
toda la fe y la humildad que se necesita para que su hija sane. Por otro lado,
puedo pensar, Quiero superar mi situaciòn actual de marginado, de enfermo,
de caìdo, de olvidado, ya no quiero estar como estoy. Las palabras de Jesùs
son liberadoras, no me insultan, me hacen pensar y actuar con toda la
humildad posible, esta serà la ùltima prueba, el ùltimo paso para alcanzar el
milagro. Y las palabras de Jesùs lo confirman: Mujer, ¡qué grande es tu fe!
Que se cumpla tu deseo.» Y en aquel momento quedó sana su hija. Sanò su
hija, pero tambièn ella no solo alcanzò el milagro, sino descubriò que ella
misma recuperaba su identidad, su dignidad como mujer. Su actitud es
admirada aùn por Jesùs, su expresiòn es de triunfo, un gran triunfo has
alcanzado, ante una situaciòn sin salida, ella se abre paso con la fe en medio
de la multitud y sobre todo en el corazòn de Jesùs.
Sigue orando, con màs fe cada hora, cada dìa, cada año, aunque
escuches ese frìo y oscuro silencio. Persevera, insiste, te volveràs un experto
en clamar, en orar, en conectarte a diario con Dios, al final veràs ese
maravilloso milagro y descubriràs que el mayor milagro se realizò en tu
corazòn, sanando, liberando y restauràndose con el poder del Espìritu Santo.
Animo cada paso te acerca al milagro, cada palabra, cada cosa que ves y que
no ves, es Jesùs animàndote, dicièndote sigue, avanza, no te detengas, vale la
pena. “Deseo que seas prosperado en todo asì como prospera tu alma.” (1 Jn
3).
Hasta los grandes artistas llevaron su dolor y desesperación en el
corazón para esas grandes inspiraciones, muchas veces esta tragedia saca de
nosotros lo mejor, nos conectamos con esa fuerza interior, que a su vez será
luz para otros cuando tengan que pasar por el dolor, y nosotros estemos
cerca para consolar y fortalecer sus corazones, así que ánimo, no estás solo,
recuerda que en tu debilidad se perfecciona el poder de Dios.