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La pareja es una estructura social. En este taller haremos un análisis de los cambios que se
están dando en la pareja y se tratarán algunos aspectos de la influencia que tienen en la
familia.
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Teoria triangualar del amor:
1. Pasión:
a. Enamoramiento
b. Afecto, ternura, sexo, hacerse la vida
2. Intimidad: abrirse y aceptarse
a. Comunicación y resolución de problemas
3. Compromiso
a. Desición personal de continuar en pareja.
2. La pasión, como estado de intenso deseo de unión con el otro, como expresión de deseos
y necesidades, gran deseo sexual o romántico acompañado de excitación psicológica.
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3. La decisión o compromiso, la decisión de amar a otra persona y el compromiso por
mantener ese amor.
3. Amor vacío: Existe una unión por compromiso, pero la pasión y la intimidad han
muerto.
No sienten nada uno por el otro, pero hay una sensación de respeto y
reciprocidad.
En los matrimonios arreglados, las relaciones suelen comenzar con un amor
vacío.
4. Amor romántico: Las parejas románticas están unidas emocionalmente (como en
el caso del cariño) y físicamente, mediante la pasión, pero no en el compromiso de
estar juntos.
Por ejemplo sería un amor de verano o relaciones de muy corta duración.
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5. Amor sociable o de compañía: Se encuentra frecuentemente en matrimonios en
los que la pasión se ha ido, pero hay un gran cariño y compromiso con el otro.
Suele suceder con las personas con las que se comparte la vida, aunque no
existe deseo sexual ni físico.
Es más fuerte que el cariño, debido al elemento extra que es el
compromiso.
Se encuentra en la familia y en los amigos profundos, que pasan mucho
tiempo juntos en una relación sin deseo sexual.
Cariño X
Encaprichamiento X
Amor vacío X
Amor romántico X X
Amor sociable X X
Amor fatuo X X
Amor consumado X X X
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Arquetipos1 amatorios:
Actualmente varios autores en el terreno de la psicología social distinguen seis formas
arquetípicas de comportamiento amoroso.
A su vez éstos se subdividen en tres tipos de amor primarios y tres tipos de amor
secundarios:
Primarios
Ludus (el amor como juego): El amante en que predomina el arquetipo Ludusevita el
compromiso y aunque no pretenda daño alguno para sus parejas, puede infligírselo
por la diferencia de expectativas sobre la relación.
o Es un amor que se vive como un juego o deporte, un amor que busca la
conquista; pueden tener varias parejas a la vez.
Storge (el amor compañero): El amante en que predomina el arquetipo Storge valora
el amor como una forma evolucionada de la amistad y encuentra importante que su
pareja presente una afinidad de gustos, intereses y nivel de compromiso.
Eros: El amante en que predomina el arquetipo Eros siente el amor en la forma de
pasión física y emocional, un amor basado en el goce estético; estereotipo del amor
romántico.
Secundarios
Ágape: El amante en que predomina el arquetipo valora los intereses y emociones
de la persona amada por encima de sus propios intereses; el amor espiritual, el
amor maternal.
o Al ser secundario se le considera un intermedio entre eros y storge.
Manía: El amante en que predomina el arquetipo Manía siente el amor de forma
intensa y posesiva, llegando en casos a lo obsesivo.
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En psicología analítica, los arquetipos son elementos altamente desarrollados de lo inconsciente colectivo.
Son potenciales heredados.
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o Este arquetipo amoroso se corresponde con el concepto occidental
de romanticismo y como tal es ensalzado en la literatura romántica así
como en las diversas manifestaciones de cultura popular.
o Es el primer amor que demuestran por lo general los adolescentes.
o Al ser secundario se le considera un intermedio entre eros y ludus.
Pragma: El amante en que predomina el arquetipo Pragma tiene claras sus
expectativas ante una relación y espera, de forma práctica, que éstas se vean
satisfechas.
o Es un amor conducido por la cabeza, no por el corazón; poco demostrativo.
o Al ser secundario se le considera un intermedio entre storge y ludus.
El conflicto en la pareja
En nuestra sociedad existe la certeza de que la relación de pareja está en crisis.
– Existe el sentimiento social de que las relaciones de pareja están evolucionando y
que el matrimonio como institución social está en proceso de cambio muy rápido.
– Factores sociales, como la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral o el
control de la natalidad; con el resultado de una igualdad creciente entre hombre y
mujeres, han influido profundamente en las relaciones entre los componentes de
la pareja.
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Áreas de conflicto
Es fácil hacer un inventario de las áreas de conflicto de una pareja. Abarcan todas aquellas
en las que se mueve la relación.
Las disputas en los matrimonios se dan a menudo sobre las responsabilidades (quien se
encarga de hacer las cosas) y el poder (quien decide lo que hay que hacer), las finanzas, las
relaciones con miembros de la familia de origen, el cuidado de los hijos, actividades
sociales y de trabajo fuera de la familia, sexualidad e intimidad y la comunicación.
(Weissman et al, 2000) .
Hay algunas áreas en las que los problemas aparecen con frecuencia, por ejemplo, la
percepción de desigualdad en la distribución del trabajo, pero no son irresolubles y, en
general, no dan lugar a la ruptura; aunque amargan la relación.
Sin embargo, hay otras fuentes de conflicto que atacan a la propia constitución de la
relación de pareja, como el sexo extramatrimonial, la bebida y las drogas, que predicen el
divorcio con bastante seguridad.
– En el mismo sentido hay que considerar los celos del marido y la locura en el gasto
de dinero de la mujer (Fishman y Beach, 1999).
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En este apartado, Epstein y cols. incluyen elementos importantes como el dinero, el uso
del tiempo de ocio, la distribución del trabajo en casa, las prioridades en el desarrollo de
la carrera profesional de cada miembro,...
Violencia
La violencia como motivo de conflicto merece una consideración aparte. Un gran
porcentaje de parejas entre las que acuden a consulta presenta episodios o problemas
con la violencia, pero solamente una pequeña proporción lo menciona como motivo
importante para pedir ayuda, salvo cuando se hace muy extrema.
Hasta fechas muy recientes ha sido un problema que dejado de lado por los terapeutas
(Christensen, 1999). Hay que tener en cuenta que cuando se habla de violencia en los
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medios de comunicación se están refiriendo exclusivamente a la violencia física ejercida
por hombres.
Pero, según Halford (2000), la prevalencia de la violencia hombre sobre mujer es igual a la
de mujer sobre hombre; aunque los efectos, principalmente por la diferencia de fuerza, no
son comparables, la violencia del hombre lleva más a menudo a daño físico y produce
mucho miedo en la mujer.
Componentes conductuales
Se han determinado patrones conductuales que se instalan en las parejas con conflictos
(Finchman y Beach, 1999a):
El más problemático es cuando a una comunicación negativa se responde generalmente
con otra comunicación negativa por parte del otro estableciéndose una reciprocidad en la
negatividad que puede acabar en una escalada de violencia.
A la escalada verbal suele contribuir en mayor medida la mujer.
Las mujeres que no lo hacen es porque tienen más capacidad de razonar en esas
circunstancias sobre sus pensamientos y cambiar la respuesta más automática.
Este patrón de reciprocidad negativa aparece también en los matrimonios que no tienen
problemas; pero con mucha menos frecuencia, en ellos una interacción negativa es
seguida frecuentemente por una respuesta positiva o por ninguna respuesta.
El patrón de reciprocidad positiva se da en ambos tipos de matrimonios. (Gottman, 1998).
Es por tanto la reciprocidad negativa, que de alguna manera es más “justa” uno de los
patrones de interacción que más frecuentemente se asocia con los problemas de pareja.
Este patrón es un estado absorbente, es decir, es muy difícil salir de él.
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Otro patrón problemático aparece cuando la mujer da respuestas hostiles mientras que el
hombre se retira o no contesta, ante lo que la mujer incrementa su hostilidad.
En los matrimonios armoniosos se da también este patrón aunque con menor frecuencia y
a menudo acaba con la retirada de ambos.
Uno de los métodos que se utilizan para resolver los problemas de comunicación es el
empleo de la metacomunicación, es decir, reflexionar sobre la forma en que se está dando
la comunicación.
Por ejemplo, se dice “no me estás escuchando” para intentar que haya una escucha, pero
el mensaje no verbal agresivo va acompañado, en general, por un componente no verbal
agresivo, y el que responde lo hace al componente agresivo, lo que lleva a más
discusiones, metiéndose en un círculo vicioso.
En los matrimonios sin problemas contestan a la metacomunicación y no al componente
emocional.
Todos estos patrones de conductas pretenden la mayoría de las veces resolver el conflicto,
pero no solamente no lo resuelven, sino que lo perpetúan y la propia interacción se
convierte en el problema que lleva a la separación.
No siempre los conflictos llevan a la ruptura. Se ha reportado un tipo de conflictos en los
que el marido se enfada e inicia la discusión con ánimo de resolver el problema.
Cuando se tiene éxito, la relación puede salir fortalecida, en estos casos el conflicto vivido
por los hijos no es negativo para ellos, incluso puede ser una ocasión para aprender a ser
asertivos. (Finchman y Beach, 1999a).
Componentes cognitivos
Se han estudiado también los elementos cognitivos que preceden, están asociados al
conflicto y a veces pueden desencadenarlo.
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la historia de la pareja hechos similares con los que intentan confirmar su percepción
actual, o simplemente justificando su miedo a que ocurra algo aversivo (Ver también Sillar
et al, 2000).
En las parejas en conflicto se atribuyen las principales causas de los conflictos a rasgos
globales, internos y estables, que son imposibles de cambiar.
Cuando pierden la esperanza de cambiar al otro, o escalan la agresividad aún a sabiendas de
que no vale para nada o se retiran y se deprimen.
Dentro de los problemas generados por las atribuciones mal hechas está la de atribuir al otro
la capacidad de hacer el cambio necesario para la solución del problema, suponiendo que no
lo hace porque no quiere y entonces se le culpa y ataca.
La discrepancia en las atribuciones sobre la causa de los problemas, puede ser a su vez causa
de problemas.
Por ejemplo si la esposa cree que el marido piensa que su personalidad es la causa de los
problemas y no está de acuerdo, esto se convierte de nuevo en un foco de discrepancia.
Suposiciones y estándares. Si aparece una discrepancia entre lo que creen los esposos que
debería ser el matrimonio y lo que perciben que es, tanto en cualidad como en cantidad, los
problemas están asegurados. No es necesario que sean conscientes de la discrepancia para
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que aparezcan los conflictos. Sin embargo las diferencias reales entre los estándares de
ambos componentes tienen poca correlación con el nivel de satisfacción del matrimonio,
siempre y cuando no exista discrepancia entre lo que “debería ser y lo que es”, cada uno de
ellos puede pensar que se cumplen en el matrimonio.
Las creencias irracionales pueden ser una de las fuentes de conflicto en las parejas. Eidelson y
Epstein (1982) listan algunas de ellas: Estar en desacuerdo es destructivo de la relación, los
miembros de la pareja deben ser capaces de averiguar los deseos, pensamientos y emociones
del otro, los miembros de la pareja no pueden cambiarse a sí mismos o a la naturaleza de la
relación, uno debe ser un compañero sexual perfecto del otro, los conflictos entre hombre y
mujeres se deben a diferencias innatas asociadas al sexo que se muestran en las necesidades
y en la personalidad.
Componentes fisiológicos
Gottman y Levenson (1986) explican como las diferencias fisiológicas entre hombres y
mujeres pueden influir en los conflictos de la pareja.
Para estos autores el hombre muestra incrementos más amplios de actividad autonómica
ante el estrés, cambios que se disparan más fácilmente y tardan más en recuperarse que en la
mujer.
Por eso se ven inclinados a evitar todas aquellas situaciones asociadas con un alto nivel de
activación.
En consecuencia intentan un clima racional dentro de las relaciones, para lo que adoptan
patrones más conciliadores y menos generadores de conflicto, y si este empezase tienden a
retirarse antes que la mujer.
Cuando el enfado y la hostilidad de ella generan enfado y hostilidad en él, esta genera miedo
en ella, el cual genera más hostilidad y enfado en él produciéndose la escalada del conflicto.
Las diferencias en la reactividad fisiológica pueden estar en la explicación del patrón de
demanda de la mujer – retirada del marido, el exceso de excitación predispondría al hombre a
iniciar la retirada ante las demandas de la mujer, llegando al punto de no hacerle ningún caso
(Gottman, 1998).
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Los datos correlacionales tienen difícil interpretación, en este caso es posible que las
diferencias sean debidas a estar felizmente casados; pero también es posible que se deban a
que los más saludables tiendan a casarse más frecuentemente.
Controlando la variable del grado de salud cuando se llega a ser adulto existe un menor riesgo
de muerte en los casados, lo que parece indicar que en efecto la mortalidad más baja es
debido al matrimonio (Mathew, et al, 2001).
Estas ventajas son ciertas, pero solamente cuando no existen conflictos (Finchman y Beach,
1999a).
Un conflicto continuado lleva a una mayor activación y un mayor estrés en sus componentes y
esta puede ser la explicación del tremendo impacto que tiene en la salud tanto física y mental
en los dos miembros de la pareja y en sus hijos.
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Otro efecto nocivo de los conflictos de pareja es el impacto negativo que tiene en la conducta
de los hijos. Si bien en la psicología clínica son muy habituales las observaciones que muestran
la relación entre el conflicto entre los padres y los problemas de conducta de los hijos; no es
fácil demostrar empíricamente que esos problemas se deban exclusivamente a los conflictos
entre los progenitores.
En efecto, los conflictos en la pareja no se dan aislados; sino que se asocian a otros problemas
como es la depresión y la relación existente con los hijos que están muy relacionadas con las
dificultades de la pareja. Se ha comprobado que la depresión de los padres, por sí misma, sin
distorsiones adicionales en la pareja, tiene una influencia en la conducta de los hijos similar a
la de los conflictos entre la pareja y, cuando se suma a los conflictos entre los padres, se
potencian de forma notable los problemas de conducta en la descendencia (Finchan y
Osborne, 1993)
Otra variable, no necesariamente relacionada con los conflictos entre los padres, es la
relación entre padres e hijos. Cuando las relaciones paterno filiales son conflictivas la
conducta de los hijos se ve afectada y se deteriora. Si, además, existen conflictos entre los
padres, sobre todo si se llega a determinados niveles de violencia, la relación de los
progenitores con los niños suele deteriorarse más todavía y también se tiñe, en general, de
violencia. En esos caso los desajustes en la conducta de los hijos se potencian de forma
considerable (Finchamm y Osborne, 1993).
Como en tantos problemas de tipo psicológico, no se puede hablar de relación causa efecto,
los conflictos entre los padres no necesariamente afectan negativamente a los niños. A veces,
sobre todo si se resuelven de manera adecuada, y el niño es capaz de entender lo que ha
pasado y como se ha resuelto, pueden ser para él un motivo de aprendizaje para resolver
problemas similares. También desde el punto de vista de la influencia psicológica en el niño,
es más importante la percepción que él tiene del conflicto y sus reacciones que lo que
objetivamente ocurre.
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Contenido: Si los conflictos se refieren a los niños tienen mucho mayor impacto en ellos.
Intentan resolver algo que está fuera totalmente de su capacidad. Por eso cuando el
motivo explícito del conflicto son los hijos aparecen en estos mayores sentimientos de
vergüenza, de culpabilidad, de miedo a ser involucrado en el conflicto o a ser requerido
para su intervención directa o indirecta.
Una pregunta que lógicamente surge es si puede ser beneficioso para los hijos el divorcio,
cuando en un matrimonio se están dando disputas y conflictos constantes y sin solución.
Los estudios que se han hecho muestran evidencias de que los hijos que presencian de
forma constante los conflictos de sus padres tienen más problemas que aquellos en los
que el divorcio pone punto final a esos enfrentamientos. (Weiss, 1989).
Se supone que el divorcio pone fin a los problemas y discusiones manifiestas de los
padres, lo que no siempre sucede. Los estudios de Ensign (1998) abundan en la idea de
que las capacidades para nuestras relaciones las aprendemos de las que observamos en
nuestros padres.
Así, existe una relación inversamente proporcional entre los conflictos de los padres y la
intimidad que alcanzan los hijos en la adolescencia. Estos estudios muestran que el
divorcio también correlaciona de forma negativa con la intimidad a la que llegan los
descendientes, pero de forma menos significativa.
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La evolución es hacia la inclusión de estas áreas como objetivos directos de intervención.
Evaluación
La terapia cognitivo conductual parte del análisis funcional de las conductas
problemáticas.
– Se trata de, considerando el motivo de consulta, determinar las conductas
problema para establecer el programa de tratamiento.
– La evaluación tiene como objetivo descubrir cuales son las áreas de conflicto y la
forma en que estos se dan, detectando las conductas, las cogniciones y las
emociones envueltas.
La evaluación puede continuar con una visión general del problema que trae a la pareja a
la consulta para lo que el terapeuta se puede plantear una serie de preguntas de tipo
general (Cordova y Jacobson, 1993):
¿Cómo está de afectada la pareja?
¿Cuales son los elementos que los dividen?
¿Cómo se manifiestan estos elementos en la relación?
¿Cuál es el compromiso de la pareja con la relación?
¿Cuales son las fortalezas que hacen que se mantengan juntos?
¿Cómo les puede ayudar el tratamiento?
Las áreas que se tienen que considerar en la evaluación son las siete Cs de Birchler,
Doumas y Fals-Stewart (1999) que plantean un marco conductual de referencia para
evaluar los problemas conyugales:
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Carácter. Hay que detectar si existe alguna psicopatología en los miembros individuales y
ver si hay que tratarla y si se hace por medio de la terapia de pareja o individualmente.
Contexto cultural y social. Incluyendo los aspectos religiosos, étnicos y de las familias de
origen, que puedan originar problemas dentro de la pareja.
Contrato, incluyendo las expectativas implícitas que tienen los cónyuges sobre la relación
y que pueden ser inalcanzables o disfuncionales. Compromiso con la concepción utilizada
en este artículo.
Cuidado. Sobre todo el intercambio de conductas positivas.
Comunicación para detectar alguno de los problemas o falta de habilidades que se han
mencionado.
Capacidad para resolver problemas, teniendo en cuenta las relaciones de poder y
dominancia que se han establecido en la pareja.
Tratamiento
Una vez que se han definido los problemas existentes y las conductas envueltas en ellos,
se establece el programa de tratamiento seleccionando las técnicas específicas que
permiten el cambio.
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A continuación se listan las estrategias generales que se siguen dependiendo de los
objetivos.
Se mencionan primeramente las más clásicas, intercambio de conductas positivas,
entrenamiento en habilidades de comunicación y resolución de problemas y tratamiento
de los aspectos cognitivos.
Se hace un comentario sobre su eficacia y limitaciones para finalizar con los avances y
aportaciones que se han hecho para trata la emoción, la intimidad y el apego.
La base está en tener habilidades de conversación. Incluyen entre otras: aprender como
hacer preguntas, dar información gratuita adicional, escuchar, llevar una conversación lo
que implica: cambiar de tema, tomar la palabra, pasar la palabra y cerrar la conversación;
todo basado en un lenguaje específico en el que los términos que se emplean se tienen
que referir a elementos observables y cuantificables, oportunos y convenientes,
centrándose en una información positiva, tanto verbal como no verbal (Costa y Serrat,
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1982). También se enseña la escucha activa, para la que hay que tener en cuenta la
postura y contacto visual, el tono adecuado, se tiene que animar al otro a hablar
utilizando gestos y tono adecuado, evitar juicios de valor y utilizar de forma exhaustiva la
empatía (Cáceres, 1996).
Con esas habilidades como base se procede a incrementar las necesarias para la expresión
de deseos y sentimientos, tanto de agrado como de desagrado, para realizarlo de tal
manera que no se haga daño al otro y se sea constructivo.
Se enseña a manejar la ira de forma positiva, de tal manera que se eliminen tanto los
ciclos en los que la mujer da respuestas hostiles mientras que el hombre se retira, como
aquellos otros episodios de violencia o ira que asaltan de forma inesperada.
Se actúa así contra la crítica como medio de solucionar nada, contra la actitud defensiva,
practicando la escucha y la expresión de sentimientos, para proceder contra el desprecio y
la falta de escucha.
Cambios cognitivos
En la terapia cognitivo conductual; cuando intervienen componentes cognitivos
distorsionados, se trata detectar y reestructurar las atribuciones, expectativas, creencias
irracionales, etc.; se procede a modificarlas, eliminando atribuciones a motivos o
intenciones ocultos, moderando o cambiando las expectativas, los estándares aprendidos
en las familias de origen o por ideas preconcebidas, para adaptarlos a las posibilidades de
la pareja, atacando las ideas irracionales etc. como se ha visto, las propias explicaciones y
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atribuciones que se dan a los conflictos pueden ser también una fuente de ajuste o
desajuste matrimonial.
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contratos conductuales que está fundamentada en la suposición errónea de la necesidad
de un funcionamiento equilibrado de los refuerzos en la pareja para que haya armonía.
El mismo autor señala que también los resultados que se obtienen con terapias de
cualquier orientación, una vez que se han replicado los estudios originales, son
equivalentes.
De ello se deduce que lo más probable es que la clave del cambio resida en elementos
comunes a todas las terapias, que determinan el éxito independientemente de la técnica
que se esté utilizando.
Por ejemplo, en las discusiones en la pareja se introduce un elemento de neutralización, el
terapeuta, que impone un alejamiento emocional e impide una escalada del conflicto, o
elementos como la esperanza que despierta la terapia, o la confianza en el terapeuta, o la
existencia de un programa estructurado (Gottman, 1998).
Es un caso en el que parecen determinantes los elementos no específicos de la terapia y
que tantas veces son ignorados en la enseñanza de la terapia cognitivo conductual, o bien
porque se dan por supuestos o porque se hace demasiado hincapié en las técnicas, que es
lo que diferencia y hace específica a esta terapia.
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este tipo de terapia incrementa la intimidad y la aceptación del otro y en consecuencia
fortalece la relación y fomenta su continuidad.
Por otro lado, también fuera del marco estrictamente cognitivo conductual y teniendo en
cuenta las conductas de apego, Greenberg y Johnson (1988) plantean la terapia enfocada
en la emoción.
Parten de la teoría de que los miembros de la pareja tienen problemas de apego,
aprendidos en la familia de origen, por tanto son previos al problema de pareja, y están en
la causa del conflicto.
Los componentes de la pareja experimentan depresión o miedo cuando temen que los
abandonen, por ejemplo si el otro muestra interés en un tercero.
Sin embargo, en lugar de manifestar directamente esas emociones que los hacen débiles y
vulnerables, muestran emociones secundarias por medio de las que se intentan proteger,
evitando dar sensación de debilidad o incluso intentando parecer fuertes, así emplean la
retirada o la ira o establecen una actitud totalmente defensiva. Evidentemente, al
expresar estas emociones secundarias están intentando solucionar sus problemas, pero lo
que consiguen es lo contrario, incrementarlos.
En efecto, originan reacciones agresivas o defensivas del otro que no conoce las causas de
lo que ocurre. Se producen entonces profecías autocumplidas, el miedo al abandono está
seguido por una conducta agresiva o evitativa que conduce a un deterioro de la relación y
finalmente la relación es tan poco reforzante que el otro puede llegar a pensar en
abandonar la pareja. La terapia tiene por objeto que los dos aprendan a mostrar las
emociones primarias y entiendan el origen de las secundarias.
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resolución de problemas y puede tener un efecto mayor en mujeres que en hombres
(Lawrence, Eldridge y Christensen, 1998)
Dentro del contexto de la terapia cognitivo conductual se ha desarrollado la terapia de
pareja integradora (Christensen, Jacobson, Babcock, 1995, Jacobson, Christensen, 1996)
en la que añade a los componentes clásicos la aceptación emocional, que es un elemento
fundamental de la pareja, sin un mínimo la pareja no se puede constituir o no se
mantiene.
La aceptación total corresponde a momentos de enamoramiento, y se va matizando con el
paso del tiempo y con la convivencia, pero tiene que existir para que la pareja subsista.
Con este nuevo elemento de la terapia se trata de que el miembro de la pareja que quiere
que se realice un cambio acepte desde un nuevo punto de vista que el otro no lo realice y,
sin embargo, aquello que era inaceptable e intolerable se convierta en algo no deseable,
pero entendible y tolerable.
De forma análoga a la terapia centrada en la emoción, piden a los miembros de la pareja
que hablen de emociones suaves como tristeza, miedo, soledad y que mencionen menos
las emociones fuertes como ira y resentimiento.
Como se ha mencionado, este tipo de interacción elicita en el otro sentimientos de
aceptación y de empatía en lugar de defensa o rechazo, de esta forma se fomenta la
intimidad. (Lawrence, Eldridge y Christensen, 1998)
Las técnicas que se utilizan para promover la aceptación son (Halford, 1998):
Empatía. Reunirse con empatía hacia el otro alrededor del problema, para desarrollar un
entendimiento del problema comprendiendo y respetando el punto de vista del otro,
aunque no justificándolo.
Para ello se discuten conjuntamente los problemas con el modelado del terapeuta y se les
anima a manifestar sus sentimientos de dolor y vulnerabilidad.
Objetividad. Emplear la objetividad para conseguir ver el problema con un tinte menos
emocional. Se promueve el análisis objetivo para quitar la emoción que introduce
distorsiones cognitivas.
Tolerancia. Construir la tolerancia con el objetivo de reducir la emoción negativa que
causa la conducta o sus resultados del cónyuge. Para ello la técnica que más se utiliza es la
exposición, es decir, mantener el estímulo aversivo sin dar las respuestas de evitación.
Auto cuidado. Se trata de cambiar la propia conducta para conseguir en otra parte lo que
la pareja no da, por ejemplo, consiguiendo nuevos amigos, etc.
Según algunos autores muchas de estas técnicas son comunes a las de la terapia
tradicional, cambiadas de nombre.
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Aunque fuera así, lo que sí ocurre es que se aplican a un campo, la intimidad, que no se
trataba antes explícitamente.
Con la aceptación se crea o amplía la comprensión del otro y en consecuencia se mejora la
intimidad.
Uno de los mecanismos que ponen en marcha estas terapias es el fomento de la intimidad
entrando de nuevo en el proceso de autorrevelación y de aceptación, fomentando
además el mecanismo de perpetuación que es la expresión de emociones y afectos de
forma constante.
Mostrar debilidades en la pareja como son los sentimientos asociados al apego, de
soledad y de necesidad de aceptación y apoyo, coloca al sujeto en condiciones de iniciar
un nuevo proceso fortalecimiento de la intimidad y, por lo tanto, de la pareja.
Los resultados preliminares obtenidos por la terapia integradora basada en la aceptación
indican que se obtienen mejores índices de satisfacción que con la terapia conductual
clásica basada en la mejora de la comunicación y la resolución de problemas y promueve
los cambios más eficientemente (Jacobson et al, 2000).
Uno de las dificultades que aparecen en la terapia de pareja es que cada uno atribuye el
problema al otro y carga sobre él la responsabilidad del cambio.
Destacando la importancia de este hecho Halford (1998) ha propuesto la terapia de
pareja conductual autorreguladora, que hace énfasis especial en aclarar con cada
componente que es lo que él puede cambiar para solucionar los problemas, siempre
dentro de la filosofía de lograr sus objetivos propios en la pareja.
Los resultados obtenidos indican una gran economía en el número de sesiones necesarias
para lograr los mismos resultados.
En efecto, Halford (2001) plantea una duración general de 1 a 3 sesiones y un máximo de
25. Lógicamente Halford (2001) también define qué tipo de parejas se pueden beneficiar
de este tipo de intervención.
Hay que destacar que dentro de este planteamiento se está potenciando de forma
fundamental el compromiso que cada uno tiene con la pareja y que cuando se toma en
consideración se potencia de forma extraordinaria la resolución de los conflictos.
En una visión general, Gottman (1998) propone tres procesos para resolver los conflictos
en la pareja.
El primero es conseguir una alta tasa de respuestas positivas ante respuestas negativas del
otro. Se trata de un cambio profundo que llegue a modificar los sentimientos y no un
mero intercambio “comercial” de conductas.
Es un cambio de actitud, “estar por”, en lugar de “alejarse de”, que lleve a un sentimiento
positivo que consiga llegar a calmar la activación fisiológica del otro, utilizando elementos
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positivos como el humor, la validación y la empatía. Cuando existe el sentimiento de
“estar por el otro” se disparan otros tres procesos asociados:
1. Se puede editar el pensamiento para evitar entrar en la reciprocidad negativa o en el
patrón en el que la mujer ataca y el hombre se retira. Recordemos que este proceso es
más fácil que ocurra cuando se tiene mayor compromiso.
2. Se establecen relaciones asertivas porque se admite la influencia respetuosa del otro y se
evita emplear los cuatro jinetes del Apocalipsis para intentar resolver los problemas.
3. Surge el afecto positivo que evita la actitud defensiva del otro y ayuda a calmar la
excitación fisiológica.
El segundo proceso consiste en ampliar la cantidad de espacio mental o mapa cognitivo o
energía mental que dedica cada miembro de la pareja a comprender y conocer el mundo
del otro. Es particularmente importante en el caso del hombre. Hacer esfuerzos por
conocer, comprender y entender al otro es fundamental para la continuidad de la pareja.
El impacto que este proceso tiene en la intimidad es evidente y sus consecuencias para la
continuidad y mejora de la pareja son claras.
El tercer proceso lo inscribe en el sistema de admiración y afecto, cada uno tiene que
tener admiración y cariño por el otro, es un antídoto del desprecio. Este proceso se
inscribe en el apartado de la validación del otro.
Hay que resaltar que uno de los procesos más importantes, entre los que ponen en
marcha estas terapias, es el fomento de la intimidad, al hacer que los miembros de la
pareja entren de nuevo en el proceso de autorrevelación y de aceptación, fomentando así
elementos como la expresión de emociones y afectos de forma constante, mostrando
debilidades en la pareja; como los sentimientos asociados al apego, los de soledad y los de
necesidad de aceptación y apoyo, que van a permitir iniciar de nuevo y mantener el
proceso de fortalecimiento de la intimidad.
Conclusión
La estructura de la pareja, como entidad social y en sus relaciones diádicas, está
determinada por la evolución y cambio de la sociedad y es diferente en cada contexto,
religioso, económico o geográfico, pese al proceso de globalización en el que estamos
inmersos.
El conocimiento de la estructura de la pareja en cada situación social, permite a la terapia
establecer áreas de actuación que van a aumentar su eficacia y ampliar su campo de
acción.
La consideración de los procesos sociales y diádicos sobre los que se construye una
relación permite aclarar y enmarcar el proceso de avance que está siguiendo la terapia.
Tener en cuenta las vertientes sociales de las relaciones interpersonales necesita una
colaboración amplia entre los psicólogos clínicos y los psicólogos sociales, que
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seguramente se ha iniciado ya (Finchman y Beach, 1999b; Gottman, 2001), pero que hay
que seguir incrementando.
Las líneas de avance propuestas, tanto por la terapia cognitivo conductual integradora
como por la centrada en la emoción y las recogidas por Gottman (1998, 1999), dirigen el
progreso de la terapia hacia el cambio de conductas relacionadas con las emociones y
sentimientos, que hasta ahora no ocupaban un lugar principal entre los objetivos a
conseguir, para ello proponen actuaciones directas sobre elementos básicos de la relación
diádica como la intimidad y la validación o centrarse en conductas arraigadas y asociadas a
fuertes emociones como son las conductas de apego.
Actuar sobre el componente más cercano al amor y la pasión supone la consideración de
la mejora del intercambio sexual, no como resolución de problemas patológicos, sino
como mejora y potenciación del componente pasional de la relación, para no caer en la
rutina y el aburrimiento y evitar que el enamoramiento y la pasión queden totalmente
apagados con el tiempo.
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En este sentido hay que tener en cuenta datos como que el desajuste matrimonial puede
incrementa el riesgo y la gravedad de las recaídas después de un tratamiento exitoso de la
depresión (Whisman, 2001).
Todas las terapias que se han mencionado en este artículo tienen una validación empírica,
pero no hay que olvidar que cuando se hacen nuevas propuestas se continúa el proceso
de contrastación; ya no se trata de comparar la intervención propuesta con listas espera o
tratamientos placebo, sino que habrá que cotejarla con los resultados de una terapia que
se ha mostrado eficaz.
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● analizan juntos el evento, se expresan las emociones y se cierra el tema
para pasar a otros;
– ● una o ambas personas siguen rumiando lo acontecido;
● las siguientes actividades como cocinar juntos, cenar, prepararse para
dormir, etc. estan reducidas en calidad y hay un clima de malestar.
La capacidad necesaria en estos casos, una vez analizada la situación y expresados los
sentimientos, es controlar el pensamiento que molesta y la emoción negativa que le
acompañ a, y pasar a otra actividad. Mediante ensayos cognitivos se entrena pasar de un
pensamiento a otro, de una emoció n a otra. Esta tarea puede ser apoyada por imágenes
impresas o digitalizadas, acompañ adas, por ejemplo con el siguiente tipo de instrucciones:
Recuerde la ultima vez que recibio un beso por algo que hizo bien, está el recuerdo?, si?,
ok, ahora detenga ese pensamiento y evoque la noticia destacada de esta semana ...
Y con la misma ló gica secuencial se ejercitan estados emocionales, enojo, vergü enza,
culpa, etc. El propósito es mejorar la capacidad de cerrar un tema y comenzar otro sin las
cargas del anterior.
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pierde la perspectiva y el detalle se convierte en todo. Por supuesto, si se percibe algo
como todo, la respuesta emocional también es total, y justamente esta respuesta
emocional es la que traba el mecanismo para cambiar de perspectiva.
Hiperfocalizació n En perspectiva
Los ensayos encubiertos pueden realizarse con vivencias cotidianas donde se procura
concentración en un detalle para despues, ir a la ampliación de la perspectiva. Se pueden
implementar ensayos sin exigencia, de manera encubierta, durante interacciones con
personas de diferentes niveles de significació n. Por ejemplo, en un momento alguien
expresa una opinión con la no se está de acuerdo y se cubre totalmente a esa persona con
un pensamiento y sentimiento de desagrado, y de confirmación que es mala persona.
Inmediatamente se comienza a hacer perspectiva y se piensa en los temas anteriores en
los que se concordaba y en las historias positivas anteriores. Es como un ejercicio ocular
donde se focaliza un punto en la pared cercana para seguidamente dirigir la vista por la
ventana tratando ver la perspectiva de 50 o 100 metros.
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Ingenieria conductual (3)
Una agenda semanal equilibrada es una base que necesita cualquier relació n. Se deber
considerar en este factor la cantidad de experiencias agradables están propiciadas en la
semana y su distribución. Es importante la distribució n homogénea y contingente, la
variación de los reforzadores y la cantidad de los mismos.
En terminos prácticos este procedimento requiere la ubicació n en un plano de doble
entrada (horas x di ́as de la semana), las actividades individuales y conjuntas de la pareja, y
de manera contingente reforzadores tangibles e intangibles y las actividades agradables
previstas.
Este procedimiento requiere trabajar previamente en la generación de reforzadores
tangibles e intangibles por parte de ambos integrantes de la pareja, educando sobre lo
estratégico de los programas de refuerzos y los efectos de cada uno. La idea principal es la
disponibilidad de gran cantidad y variedad de refuerzos, y la necesidad de variación de los
mismos para no tener el efecto saturació n.
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la tasa cuando hay déficits, lo cual además de gratificante, tiene valor preventivo y
alentador para el enfrentamiento positivo de las dificultades propias de toda pareja.
R+ EAversivO Resultado
Una demostración afectiva Una recriminació n por un
0
fi ́sica descuido
Un halago Problema financiero 0
Agradecimiento por una acción Un reclamo por situación
0
a favor de la pareja con familiares
Una situació n de humor Una actividad de
0
compartida recreación frustrada
Una demostración fi ́sica de
+1
amor
+1
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como: - es horrible una equivocació n, - exigir que la otra persona se comporte como
“debe”, - el ser amado “debe” concordar con nuestra opinió n o criterio, - expresar
sentimientos es hacerse débil y vulnerable, etc.
Las técnicas verbales utiles son la autorevelació n, el banco de niebla, asersión negativa,
disco rayado, (Smith, 1975)3, entre otras, se entrenan para usar en el momento adecuado,
lo que implica manejar los tiempos en la comunicación con la pareja.
Autocuidado (6)
El autocuidado además de ser necesario para que cada integrante de la pareja esté en su
plenitud y bienestar, es un factor que aumenta la probabilidad de mantenerse atractivo
para la pareja.
Entre otras, las áreas de autocuidado comprende la salud, la apariencia personal, la
educación y en general el desarrollo integral de la persona. Esta dimensión se trabaja con
informació n persuasiva y un plan de autorefuerzos y refuerzos dispensados por la pareja.
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absurdos, dobles sentidos, exageraciones, imprevistos, bochornos, errores, etc. Asimismo,
es importante la dosificación del humor. En este sentido se debe repasar los principios del
aprendizaje operante que muestra la importancia de los programas de refuerzo conti ́nuo
versus intermitente.
Es aconsejable agendar la exposición al humor como una actividad no formal no
comprometida, pues si se ve como “tarea” puede perder su valor. Hay que ser activos en
la busqueda y disfrute de espectáculos de humor, identificar humoristas de preferencia y
exponerse a ellos, preferir comedias antes de dramas, privilegiar relaciones con personas
de buen humor, etc.
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formal de alguna forma genera estrés por su artificiocidad y sobre todo porque prescinde
de lo lúdico.
En general la cultura va induciendo a que la conducta adulta es seria, es decir poco
provista de juegos que es sinó nimo de infantilidad. Esto es un gran error. En general y en
particular en la convivencia de pareja hay que rescatar e implantar lo lúdico como parte
del cotidiano. Asi ́ también los juegos que son de puro entretenimiento, los deportivos, los
de mesa, incluso en cierta medida los de pantalla o telefoni ́a inteligente.
Esto siginifica, rescatar y aprender nuevas formas de jugar con el lenguaje en situaciones
que correspondan, con el cuerpo, con la música, con el trabajo, con las tareas domésticas,
etc. El clima de buen humor puede permitir un ambiente más propicio para toda pareja.
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