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Consejeria de la pareja bajo el modelo Cognitivo Conductual.

En Terapia Cognitivo Conductual se enfatiza mucho la idea que la conducta, tanto la


normal como la patológica, se halla en estrecha relación con el ambiente.
El vínculo entre persona y ambiente se considera bidireccional, vale decir, el entorno va
moldeando nuestros comportamientos pero nosotros también somos capaces de cambiar
nuestro medio.
Ahora bien, en esta interacción continua y recíproca lo que más define a los ambientes
radica en sus características sociales.
Los seres humanos somos influidos por las características físicas de un entorno, lo más
sobresaliente de nuestros ambientes es que son compartidos con otros semejantes, con
los cuales tenemos que entendernos y adaptarnos mutuamente.
De ahí que muchos aspectos de los desórdenes psicológicos se encuentren influenciados
por relaciones interpersonales disfuncionales que los consejeros no podemos desconocer.

Sucede frecuentemente que las conductas patológicas se encuentran estimuladas por


familiares o amigos quienes inadvertidamente, pretendiendo ayudar al paciente, terminan
por favorecer la aparición y mantenimiento de hábitos insalubres y nocivos.
En tales casos, no alcanza con aplicar procedimientos terapéuticos individuales, como
discusiones cognitivas o entrenamiento en técnicas de manejo de la ansiedad, porque
ellos dejan por fuera el ámbito interpersonal en el cual se inserta la patología.
Para ello, debemos complementar la intervención con procedimientos específicos para
modificar las relaciones sociales disfuncionales.

La pareja es una estructura social. En este taller haremos un análisis de los cambios que se
están dando en la pareja y se tratarán algunos aspectos de la influencia que tienen en la
familia.

Estructura social de la pareja


Ante los demás se muestra como una unidad social. Basada en:

– Exclusividad: Fidelidad, separación de la familia origen.

– Unidad de decisiones. Estructura de poder, en la toma de decisiones.


– El apego. Defensa ante los problemas y amenazas
– El amor.

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Teoria triangualar del amor:
1. Pasión:
a. Enamoramiento
b. Afecto, ternura, sexo, hacerse la vida
2. Intimidad: abrirse y aceptarse
a. Comunicación y resolución de problemas
3. Compromiso
a. Desición personal de continuar en pareja.

La teoría triangular del amor del psicólogoestadounidense Robert Sternberg caracteriza


el amoren una relación interpersonal según tres componentes
diferentes: intimidad, pasión y compromiso:

1. La intimidad, entendida como aquellos sentimientos dentro de una relación que


promueven el acercamiento, el vínculo, la conexión y principalmente la autorrevelación.
 O dicho de otra forma el afecto hacia otra persona que surge de los sentimientos
de cercanía, vínculo afectivo y relación, implica el deseo de dar, recibir, compartir,
etcétera.

2. La pasión, como estado de intenso deseo de unión con el otro, como expresión de deseos
y necesidades, gran deseo sexual o romántico acompañado de excitación psicológica.

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3. La decisión o compromiso, la decisión de amar a otra persona y el compromiso por
mantener ese amor.

 Este componente implica mantener la relación en los buenos y en los malos


momentos
 Las diferentes etapas o tipos de amor pueden ser explicados con diferentes
combinaciones de estos elementos.
 De acuerdo al autor, una relación basada en un solo elemento es menos probable
que se mantenga que una basada en dos o en los tres.

Las siete formas del amor

Falta de amor: No existe pasión ni intimidad ni compromiso. No es una forma de amor,


puesto que no existe amor en ninguna de sus manifestaciones.
1. Cariño: En este caso, no debe tomarse en un sentido trivial.
 Este es el cariño íntimo que caracteriza las verdaderas amistades, en donde
se siente un vínculo y una cercanía con la otra persona, pero no pasión
física ni compromiso a largo plazo.

2. Encaprichamiento: Es lo que comúnmente se siente como «amor a primera vista».


 Sin intimidad ni compromiso, en cualquier momento.

3. Amor vacío: Existe una unión por compromiso, pero la pasión y la intimidad han
muerto.
 No sienten nada uno por el otro, pero hay una sensación de respeto y
reciprocidad.
 En los matrimonios arreglados, las relaciones suelen comenzar con un amor
vacío.
4. Amor romántico: Las parejas románticas están unidas emocionalmente (como en
el caso del cariño) y físicamente, mediante la pasión, pero no en el compromiso de
estar juntos.
 Por ejemplo sería un amor de verano o relaciones de muy corta duración.

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5. Amor sociable o de compañía: Se encuentra frecuentemente en matrimonios en
los que la pasión se ha ido, pero hay un gran cariño y compromiso con el otro.
 Suele suceder con las personas con las que se comparte la vida, aunque no
existe deseo sexual ni físico.
 Es más fuerte que el cariño, debido al elemento extra que es el
compromiso.
 Se encuentra en la familia y en los amigos profundos, que pasan mucho
tiempo juntos en una relación sin deseo sexual.

6. Amor fatuo o loco: Se da en relaciones en las que el compromiso es motivado en su


mayor parte por la pasión, sin la estabilizante influencia de la intimidad.

7. Amor consumado: Es la forma completa del amor.


 Representa la relación ideal hacia la que todos quieren ir pero que
aparentemente pocos alcanzan.
 Sin embargo, Sternberg señala que mantener un amor consumado puede
ser aún más difícil que llegar a él.
 Enfatiza la importancia de traducir los componentes del amor en acciones.
«Sin expresión —advierte—, hasta el amor más grande puede morir».
 El amor consumado puede no ser permanente.
 Por ejemplo, si la pasión se pierde con el tiempo, puede convertirse en
un amor sociable.

Combinaciones de intimidad, pasión y compromiso

Tipo de amor Intimidad Pasión Compromiso

Cariño X

Encaprichamiento X

Amor vacío X

Amor romántico X X

Amor sociable X X

Amor fatuo X X

Amor consumado X X X

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Arquetipos1 amatorios:
Actualmente varios autores en el terreno de la psicología social distinguen seis formas
arquetípicas de comportamiento amoroso.

A su vez éstos se subdividen en tres tipos de amor primarios y tres tipos de amor
secundarios:

Primarios
 Ludus (el amor como juego): El amante en que predomina el arquetipo Ludusevita el
compromiso y aunque no pretenda daño alguno para sus parejas, puede infligírselo
por la diferencia de expectativas sobre la relación.
o Es un amor que se vive como un juego o deporte, un amor que busca la
conquista; pueden tener varias parejas a la vez.
 Storge (el amor compañero): El amante en que predomina el arquetipo Storge valora
el amor como una forma evolucionada de la amistad y encuentra importante que su
pareja presente una afinidad de gustos, intereses y nivel de compromiso.
 Eros: El amante en que predomina el arquetipo Eros siente el amor en la forma de
pasión física y emocional, un amor basado en el goce estético; estereotipo del amor
romántico.

Secundarios
 Ágape: El amante en que predomina el arquetipo valora los intereses y emociones
de la persona amada por encima de sus propios intereses; el amor espiritual, el
amor maternal.
o Al ser secundario se le considera un intermedio entre eros y storge.
 Manía: El amante en que predomina el arquetipo Manía siente el amor de forma
intensa y posesiva, llegando en casos a lo obsesivo.

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En psicología analítica, los arquetipos son elementos altamente desarrollados de lo inconsciente colectivo.
Son potenciales heredados.

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o Este arquetipo amoroso se corresponde con el concepto occidental
de romanticismo y como tal es ensalzado en la literatura romántica así
como en las diversas manifestaciones de cultura popular.
o Es el primer amor que demuestran por lo general los adolescentes.
o Al ser secundario se le considera un intermedio entre eros y ludus.
 Pragma: El amante en que predomina el arquetipo Pragma tiene claras sus
expectativas ante una relación y espera, de forma práctica, que éstas se vean
satisfechas.
o Es un amor conducido por la cabeza, no por el corazón; poco demostrativo.
o Al ser secundario se le considera un intermedio entre storge y ludus.

El conflicto en la pareja
En nuestra sociedad existe la certeza de que la relación de pareja está en crisis.
– Existe el sentimiento social de que las relaciones de pareja están evolucionando y
que el matrimonio como institución social está en proceso de cambio muy rápido.
– Factores sociales, como la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral o el
control de la natalidad; con el resultado de una igualdad creciente entre hombre y
mujeres, han influido profundamente en las relaciones entre los componentes de
la pareja.

Otros fenómenos agudizan el cambio, como el trabajo precario, las jornadas


interminables, etc. que retrasan la formación de la pareja y la edad en la que se tienen los
hijos y dificultan la comunicación y la construcción de la intimidad.

La crisis de la relación de pareja en la sociedad actual


Las afirmaciones de que más del 50% de los matrimonios se divorcian tiene que ver con
las tasas que actualmente se dan en USA y no tanto en México.

La problemática de crisis en la pareja no se refleja solamente el divorcio, sino que están


cambiando de forma notable las formas de relacionarse.
– Los noviazgos se hacen estables y no siempre acaban en matrimonio.
– En los momentos actuales muchas personas se van a vivir juntas sin un
compromiso explícito o mantienen relaciones duraderas y plenas desde hogares
separados.

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Áreas de conflicto
Es fácil hacer un inventario de las áreas de conflicto de una pareja. Abarcan todas aquellas
en las que se mueve la relación.
Las disputas en los matrimonios se dan a menudo sobre las responsabilidades (quien se
encarga de hacer las cosas) y el poder (quien decide lo que hay que hacer), las finanzas, las
relaciones con miembros de la familia de origen, el cuidado de los hijos, actividades
sociales y de trabajo fuera de la familia, sexualidad e intimidad y la comunicación.
(Weissman et al, 2000) .

Hay algunas áreas en las que los problemas aparecen con frecuencia, por ejemplo, la
percepción de desigualdad en la distribución del trabajo, pero no son irresolubles y, en
general, no dan lugar a la ruptura; aunque amargan la relación.

Sin embargo, hay otras fuentes de conflicto que atacan a la propia constitución de la
relación de pareja, como el sexo extramatrimonial, la bebida y las drogas, que predicen el
divorcio con bastante seguridad.
– En el mismo sentido hay que considerar los celos del marido y la locura en el gasto
de dinero de la mujer (Fishman y Beach, 1999).

Los conflictos en la pareja se pueden agrupar alrededor de los aspectos fundamentales


que estructuran la pareja:
Intimidad. Epstein, Baucom, Tankin y Burnett (1991) identifican como áreas de conflicto
matrimonial los límites que existen entre los dos esposos en el grado de intimidad y de
compartir y el balance entre el poder/ control en la toma de decisiones de la pareja.
Afectando a la intimidad, estos autores, incluyen elementos como la expresión de afecto
(detalles, sexo, etc.),

Compromiso. Epstein y cols. también incluyen en el apartado de la intimidad otros


aspectos que en este artículo se han asignado al compromiso, en concreto el grado de
inversión que cada esposo pone en la pareja.
La inversión incluye, la inversión instrumental, que es el esfuerzo conductual que se
realiza para mantener o mejorar la relación, y la inversión expresiva que son los esfuerzos
que se realizan para hacer feliz al otro.

Dominancia. Afectando al balance entre el poder/ control en la toma de decisiones de la


pareja.

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En este apartado, Epstein y cols. incluyen elementos importantes como el dinero, el uso
del tiempo de ocio, la distribución del trabajo en casa, las prioridades en el desarrollo de
la carrera profesional de cada miembro,...

Apego. Las conductas de apego se aprenden en la más tierna infancia y se automatizan.


También se aprenden en la familia de origen las conductas de respuesta a la solicitud de
ayuda.
Si no se cumplen las expectativas que generan las peticiones del otro pueden darse
problemas graves en las parejas.
El hecho de que las conductas sean automáticas y por tanto no conscientes y muy básicas,
hace que los conflictos en este aspecto sean graves y no siempre explícitos, dando lugar a
emociones fuertes que no encuentran una expresión adecuada para su solución.

Problemas en la comunicación y resolución de problemas. Una vez que aparece un


conflicto en cualquier área se disparan en la pareja los mecanismos para resolverlo.
Las habilidades de comunicación, de resolución de problemas, la estructura de poder, se
ponen en marcha para solucionarlo.
Si no consiguen hacerlo, se establecen en la pareja patrones de relación que lo perpetúan
o incluso lo agravan.
Cuando el tiempo pasa sin hallar solución, o los problemas se multiplican, el origen de las
dificultades se olvida y llega a parecer que no existen elementos desencadenantes de la
situación y que es la propia convivencia la que se convierte en problemática.
Por eso los problemas de comunicación y de falta de habilidades para resolverlos se
asocian a cualquier otro en las áreas mencionadas.
Cuando se tiene una buena comunicación y capacidad para resolver en común los
problemas se tienen más probabilidades de tener una pareja feliz.
Esta es la causa de que la terapia cognitivo conductual clásica se ha centrado en la
comunicación y resolución de problemas, obteniendo un éxito notable.

Violencia
La violencia como motivo de conflicto merece una consideración aparte. Un gran
porcentaje de parejas entre las que acuden a consulta presenta episodios o problemas
con la violencia, pero solamente una pequeña proporción lo menciona como motivo
importante para pedir ayuda, salvo cuando se hace muy extrema.

Hasta fechas muy recientes ha sido un problema que dejado de lado por los terapeutas
(Christensen, 1999). Hay que tener en cuenta que cuando se habla de violencia en los

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medios de comunicación se están refiriendo exclusivamente a la violencia física ejercida
por hombres.
Pero, según Halford (2000), la prevalencia de la violencia hombre sobre mujer es igual a la
de mujer sobre hombre; aunque los efectos, principalmente por la diferencia de fuerza, no
son comparables, la violencia del hombre lleva más a menudo a daño físico y produce
mucho miedo en la mujer.

Entre las causas de la violencia se apunta al hecho de la falta de habilidades, porque se da


con mayor frecuencia en los hombres que no tienen las necesarias para manejarse en los
conflictos, es decir, que son menos asertivos y tienen menos capacidad para resolver
problemas.
Uno de los orígenes de estos déficits está en haber presenciado la violencia, e incluso
haber estado sometido a ella, en su familia de origen.
El efecto de esta exposición es diferente en el hombre y la mujer, mientras que en el
hombre aumenta la probabilidad de la violencia no verbal, en la mujer aumenta las
cogniciones negativas que dan origen a la depresión o a la ansiedad (Halford, 2000).
La violencia tanto física como psicológica entre los recién casados predicen
estadísticamente el divorcio. (Fishman y Beach, 1999)

Como son los conflictos en la pareja

Componentes conductuales
Se han determinado patrones conductuales que se instalan en las parejas con conflictos
(Finchman y Beach, 1999a):
El más problemático es cuando a una comunicación negativa se responde generalmente
con otra comunicación negativa por parte del otro estableciéndose una reciprocidad en la
negatividad que puede acabar en una escalada de violencia.
A la escalada verbal suele contribuir en mayor medida la mujer.
Las mujeres que no lo hacen es porque tienen más capacidad de razonar en esas
circunstancias sobre sus pensamientos y cambiar la respuesta más automática.
Este patrón de reciprocidad negativa aparece también en los matrimonios que no tienen
problemas; pero con mucha menos frecuencia, en ellos una interacción negativa es
seguida frecuentemente por una respuesta positiva o por ninguna respuesta.
El patrón de reciprocidad positiva se da en ambos tipos de matrimonios. (Gottman, 1998).
Es por tanto la reciprocidad negativa, que de alguna manera es más “justa” uno de los
patrones de interacción que más frecuentemente se asocia con los problemas de pareja.
Este patrón es un estado absorbente, es decir, es muy difícil salir de él.

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Otro patrón problemático aparece cuando la mujer da respuestas hostiles mientras que el
hombre se retira o no contesta, ante lo que la mujer incrementa su hostilidad.
En los matrimonios armoniosos se da también este patrón aunque con menor frecuencia y
a menudo acaba con la retirada de ambos.

Uno de los métodos que se utilizan para resolver los problemas de comunicación es el
empleo de la metacomunicación, es decir, reflexionar sobre la forma en que se está dando
la comunicación.
Por ejemplo, se dice “no me estás escuchando” para intentar que haya una escucha, pero
el mensaje no verbal agresivo va acompañado, en general, por un componente no verbal
agresivo, y el que responde lo hace al componente agresivo, lo que lleva a más
discusiones, metiéndose en un círculo vicioso.
En los matrimonios sin problemas contestan a la metacomunicación y no al componente
emocional.

Como patrones de comunicación problemáticos Gottman (1998) añade la presencia de los


cuatro jinetes del Apocalipsis que pueden conducir a la pareja al divorcio: la crítica, la
actitud defensiva, el desprecio y hablar mucho para que el otro no pueda dar su opinión.
Para este autor se comienza con la crítica que lleva a los otros jinetes.

Todos estos patrones de conductas pretenden la mayoría de las veces resolver el conflicto,
pero no solamente no lo resuelven, sino que lo perpetúan y la propia interacción se
convierte en el problema que lleva a la separación.
No siempre los conflictos llevan a la ruptura. Se ha reportado un tipo de conflictos en los
que el marido se enfada e inicia la discusión con ánimo de resolver el problema.
Cuando se tiene éxito, la relación puede salir fortalecida, en estos casos el conflicto vivido
por los hijos no es negativo para ellos, incluso puede ser una ocasión para aprender a ser
asertivos. (Finchman y Beach, 1999a).

Componentes cognitivos
Se han estudiado también los elementos cognitivos que preceden, están asociados al
conflicto y a veces pueden desencadenarlo.

Epstein y colaboradores (1993) identifican los siguientes:


La atención selectiva. Los miembros de la pareja tienden a valorar de forma muy
diferente la frecuencia con la que ocurren determinadas conductas, fijándose en aquello
que les duele y dándole subjetivamente mayor frecuencia, para lo que acuden a buscar en

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la historia de la pareja hechos similares con los que intentan confirmar su percepción
actual, o simplemente justificando su miedo a que ocurra algo aversivo (Ver también Sillar
et al, 2000).

Atribuciones. La atribución del problema a determinadas causas se ve como un elemento


necesario para su solución, de aquí la importancia de que las atribuciones estén realizadas
correctamente.
Un tipo de atribuciones que incrementan los problemas, son aquellas en las que se
atribuye al otro la responsabilidad de los problemas comunes.
Lo mismo ocurre con aquellas en las que se atribuye la conducta negativa del otro a malas
intenciones, siendo casi imposible probar su falsedad.
Este tipo de atribuciones intensifica el conflicto al incrementar los ataques verbales que
intentan culpabilizar y avergonzar al otro.

En las parejas en conflicto se atribuyen las principales causas de los conflictos a rasgos
globales, internos y estables, que son imposibles de cambiar.
Cuando pierden la esperanza de cambiar al otro, o escalan la agresividad aún a sabiendas de
que no vale para nada o se retiran y se deprimen.

Dentro de los problemas generados por las atribuciones mal hechas está la de atribuir al otro
la capacidad de hacer el cambio necesario para la solución del problema, suponiendo que no
lo hace porque no quiere y entonces se le culpa y ataca.

La discrepancia en las atribuciones sobre la causa de los problemas, puede ser a su vez causa
de problemas.
Por ejemplo si la esposa cree que el marido piensa que su personalidad es la causa de los
problemas y no está de acuerdo, esto se convierte de nuevo en un foco de discrepancia.

Expectativas. Es evidente que si no se tienen expectativas de solución la posibilidad de que


los problemas se resuelvan son mucho menores, se deja de buscar y de intentarlo. En
consecuencia pueden darse problemas de depresión al producirse indefensión. Cuando tienen
la creencia de que los problemas se pueden resolver se dan más posibilidades de que se
resuelvan.

Suposiciones y estándares. Si aparece una discrepancia entre lo que creen los esposos que
debería ser el matrimonio y lo que perciben que es, tanto en cualidad como en cantidad, los
problemas están asegurados. No es necesario que sean conscientes de la discrepancia para

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que aparezcan los conflictos. Sin embargo las diferencias reales entre los estándares de
ambos componentes tienen poca correlación con el nivel de satisfacción del matrimonio,
siempre y cuando no exista discrepancia entre lo que “debería ser y lo que es”, cada uno de
ellos puede pensar que se cumplen en el matrimonio.

Las creencias irracionales pueden ser una de las fuentes de conflicto en las parejas. Eidelson y
Epstein (1982) listan algunas de ellas: Estar en desacuerdo es destructivo de la relación, los
miembros de la pareja deben ser capaces de averiguar los deseos, pensamientos y emociones
del otro, los miembros de la pareja no pueden cambiarse a sí mismos o a la naturaleza de la
relación, uno debe ser un compañero sexual perfecto del otro, los conflictos entre hombre y
mujeres se deben a diferencias innatas asociadas al sexo que se muestran en las necesidades
y en la personalidad.

Componentes fisiológicos
Gottman y Levenson (1986) explican como las diferencias fisiológicas entre hombres y
mujeres pueden influir en los conflictos de la pareja.
Para estos autores el hombre muestra incrementos más amplios de actividad autonómica
ante el estrés, cambios que se disparan más fácilmente y tardan más en recuperarse que en la
mujer.
Por eso se ven inclinados a evitar todas aquellas situaciones asociadas con un alto nivel de
activación.
En consecuencia intentan un clima racional dentro de las relaciones, para lo que adoptan
patrones más conciliadores y menos generadores de conflicto, y si este empezase tienden a
retirarse antes que la mujer.
Cuando el enfado y la hostilidad de ella generan enfado y hostilidad en él, esta genera miedo
en ella, el cual genera más hostilidad y enfado en él produciéndose la escalada del conflicto.
Las diferencias en la reactividad fisiológica pueden estar en la explicación del patrón de
demanda de la mujer – retirada del marido, el exceso de excitación predispondría al hombre a
iniciar la retirada ante las demandas de la mujer, llegando al punto de no hacerle ningún caso
(Gottman, 1998).

Impacto a largo plazo del conflicto matrimonial


Se ha documentado que los individuos casados tienen mejor salud física y mental que los no
casados: tienen una mortalidad menor, realizan menos conductas de riesgo y controlan mejor
su salud, cumplen mejor las prescripciones médicas, tienen mayor frecuencia en su conducta
sexual que es más satisfactoria.

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Los datos correlacionales tienen difícil interpretación, en este caso es posible que las
diferencias sean debidas a estar felizmente casados; pero también es posible que se deban a
que los más saludables tiendan a casarse más frecuentemente.
Controlando la variable del grado de salud cuando se llega a ser adulto existe un menor riesgo
de muerte en los casados, lo que parece indicar que en efecto la mortalidad más baja es
debido al matrimonio (Mathew, et al, 2001).
Estas ventajas son ciertas, pero solamente cuando no existen conflictos (Finchman y Beach,
1999a).
Un conflicto continuado lleva a una mayor activación y un mayor estrés en sus componentes y
esta puede ser la explicación del tremendo impacto que tiene en la salud tanto física y mental
en los dos miembros de la pareja y en sus hijos.

Conflicto matrimonial y salud


Se da una relación dialéctica entre salud mental y problemas de pareja. Por una parte la
incapacidad del individuo para afrontar la relación de pareja se relaciona con falta de
habilidades o problemas emocionales y por otra los problemas en la pareja influyen en su
salud física y mental.

Se puede encontrar listas impresionantes de problemas de salud mental recogidas por


Gottman, (1998); Christensen y Heavey, (1999); Finchman y Beach, (1999a).
Está probado que los conflictos desencadenan de forma más probable problemas como la
depresión, el trastorno bipolar, el alcoholismo, trastornos de la alimentación.
También se incrementan otros problemas como la violencia, los conflictos con los hijos y los
conflictos entre los hermanos.
Incluso se incrementan las tasas de accidentes automovilísticos, incluidos los mortales. La
depresión es el problema que más relacionado está con las separaciones y conflictos.
Cuando un paciente casado está deprimido es importante analizar si existe un problema de
pareja asociado, es posible que la depresión la haya deteriorado, pero también es probable
que entre los desencadenantes de su depresión estén los problemas con su pareja. En todo
caso su estado mejorará si mejora su relación.
Los conflictos matrimoniales se relacionan también con una salud física más pobre y con
algunas enfermedades específicas como las cardíacas, el cáncer, el dolor crónico, las
afecciones del sistema inmune y la mortalidad por cualquier tipo de enfermedad. Hay
evidencias de que aquellos que han vivido el divorcio de sus padres y el suyo propio tienen
una esperanza de vida ocho años menor que el resto.

Conflicto matrimonial y su influencia en los hijos

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Otro efecto nocivo de los conflictos de pareja es el impacto negativo que tiene en la conducta
de los hijos. Si bien en la psicología clínica son muy habituales las observaciones que muestran
la relación entre el conflicto entre los padres y los problemas de conducta de los hijos; no es
fácil demostrar empíricamente que esos problemas se deban exclusivamente a los conflictos
entre los progenitores.
En efecto, los conflictos en la pareja no se dan aislados; sino que se asocian a otros problemas
como es la depresión y la relación existente con los hijos que están muy relacionadas con las
dificultades de la pareja. Se ha comprobado que la depresión de los padres, por sí misma, sin
distorsiones adicionales en la pareja, tiene una influencia en la conducta de los hijos similar a
la de los conflictos entre la pareja y, cuando se suma a los conflictos entre los padres, se
potencian de forma notable los problemas de conducta en la descendencia (Finchan y
Osborne, 1993)

Otra variable, no necesariamente relacionada con los conflictos entre los padres, es la
relación entre padres e hijos. Cuando las relaciones paterno filiales son conflictivas la
conducta de los hijos se ve afectada y se deteriora. Si, además, existen conflictos entre los
padres, sobre todo si se llega a determinados niveles de violencia, la relación de los
progenitores con los niños suele deteriorarse más todavía y también se tiñe, en general, de
violencia. En esos caso los desajustes en la conducta de los hijos se potencian de forma
considerable (Finchamm y Osborne, 1993).
Como en tantos problemas de tipo psicológico, no se puede hablar de relación causa efecto,
los conflictos entre los padres no necesariamente afectan negativamente a los niños. A veces,
sobre todo si se resuelven de manera adecuada, y el niño es capaz de entender lo que ha
pasado y como se ha resuelto, pueden ser para él un motivo de aprendizaje para resolver
problemas similares. También desde el punto de vista de la influencia psicológica en el niño,
es más importante la percepción que él tiene del conflicto y sus reacciones que lo que
objetivamente ocurre.

También es importante distinguir entre la insatisfacción en el matrimonio y el conflicto. Los


problemas con los hijos se relacionan no tanto con un problema general de satisfacción en el
matrimonio sino con los conflictos entre los padres y en particular con determinados aspectos
particulares de estos (Finchamm y Osborne 1993):
Frecuencia: Cuanto más frecuentes los conflictos hay indicios de que más tendencia tendrá el
niño a la violencia y más afectado se ve.
Intensidad: La agresión física está más relacionada con los problemas que las agresiones
verbales o las de menor intensidad. Cuanto mayor es la intensidad de los conflictos verbales
más indefensión produce en el niño.
Modo de expresión. Correlaciona con el punto anterior. Se distinguen distintas formas: física,
no verbal y verbal. La no verbal es peor que la verbal porque es más difícil de resolver.

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Contenido: Si los conflictos se refieren a los niños tienen mucho mayor impacto en ellos.
Intentan resolver algo que está fuera totalmente de su capacidad. Por eso cuando el
motivo explícito del conflicto son los hijos aparecen en estos mayores sentimientos de
vergüenza, de culpabilidad, de miedo a ser involucrado en el conflicto o a ser requerido
para su intervención directa o indirecta.

Una pregunta que lógicamente surge es si puede ser beneficioso para los hijos el divorcio,
cuando en un matrimonio se están dando disputas y conflictos constantes y sin solución.
Los estudios que se han hecho muestran evidencias de que los hijos que presencian de
forma constante los conflictos de sus padres tienen más problemas que aquellos en los
que el divorcio pone punto final a esos enfrentamientos. (Weiss, 1989).
Se supone que el divorcio pone fin a los problemas y discusiones manifiestas de los
padres, lo que no siempre sucede. Los estudios de Ensign (1998) abundan en la idea de
que las capacidades para nuestras relaciones las aprendemos de las que observamos en
nuestros padres.
Así, existe una relación inversamente proporcional entre los conflictos de los padres y la
intimidad que alcanzan los hijos en la adolescencia. Estos estudios muestran que el
divorcio también correlaciona de forma negativa con la intimidad a la que llegan los
descendientes, pero de forma menos significativa.

Situación y avances en la terapia de pareja cognitivo conductual.


Desde un punto de vista cognitivo conductual una relación se define como un intercambio
de conductas (Halford, 1998). Cuando una relación falla predomina el intercambio de
conductas negativas.
Como se ha visto, una de las causas es la falta de habilidades para comunicarse y resolver
problemas, por ello, inicialmente, la terapia cognitivo conductual se ha centrado en dotar
a la pareja de esas habilidades.

En consecuencia los objetivos básicos del tratamiento son:


a) el aumento del intercambio de conductas positivas para lo que se emplea de forma
amplia el contrato conductual (Bornstein y Bornstein, 1988; Gottman, 1998) Por ello en el
tratamiento se incluye la enseñanza de las técnicas de negociación precisas para hacer los
contratos;
b) la comunicación y resolución de problemas;
c) cambios cognitivos para manejar creencias, atribuciones, etc. La terapia cognitivo
conductual, hasta hace poco tiempo, no afrontaba de forma directa, aunque sí
indirectamente, los conflictos en las áreas del compromiso, la intimidad, el apego o las
emociones, que, como se ha visto, son parte fundamental de la relación.

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La evolución es hacia la inclusión de estas áreas como objetivos directos de intervención.

Evaluación
La terapia cognitivo conductual parte del análisis funcional de las conductas
problemáticas.
– Se trata de, considerando el motivo de consulta, determinar las conductas
problema para establecer el programa de tratamiento.
– La evaluación tiene como objetivo descubrir cuales son las áreas de conflicto y la
forma en que estos se dan, detectando las conductas, las cogniciones y las
emociones envueltas.

Inicialmente se trata de determinar cual es el punto de partida en la calidad de la relación


cuando acude a consulta, para lo que se puede utilizar algún cuestionario de propósito
general con la Escala de Ajuste Marital (Locke y Wallace, 1959) o la Escala de Ajuste
Diádico (Spanier, 1976).
Son escalas que distinguen entre parejas conflictivas o no y sirven para poder ir evaluando
el progreso en la terapia (Cáceres, 1996; Costa y Serrat, 1982)..

La evaluación puede continuar con una visión general del problema que trae a la pareja a
la consulta para lo que el terapeuta se puede plantear una serie de preguntas de tipo
general (Cordova y Jacobson, 1993):
¿Cómo está de afectada la pareja?
¿Cuales son los elementos que los dividen?
¿Cómo se manifiestan estos elementos en la relación?
¿Cuál es el compromiso de la pareja con la relación?
¿Cuales son las fortalezas que hacen que se mantengan juntos?
¿Cómo les puede ayudar el tratamiento?

La grabación de interacciones entre ellos y la posterior codificación para determinar los


problemas de comunicación se ha utilizado, principalmente en la investigación, porque su
complicación la hace costosa para la aplicación clínica.

Las áreas que se tienen que considerar en la evaluación son las siete Cs de Birchler,
Doumas y Fals-Stewart (1999) que plantean un marco conductual de referencia para
evaluar los problemas conyugales:

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Carácter. Hay que detectar si existe alguna psicopatología en los miembros individuales y
ver si hay que tratarla y si se hace por medio de la terapia de pareja o individualmente.
Contexto cultural y social. Incluyendo los aspectos religiosos, étnicos y de las familias de
origen, que puedan originar problemas dentro de la pareja.
Contrato, incluyendo las expectativas implícitas que tienen los cónyuges sobre la relación
y que pueden ser inalcanzables o disfuncionales. Compromiso con la concepción utilizada
en este artículo.
Cuidado. Sobre todo el intercambio de conductas positivas.
Comunicación para detectar alguno de los problemas o falta de habilidades que se han
mencionado.
Capacidad para resolver problemas, teniendo en cuenta las relaciones de poder y
dominancia que se han establecido en la pareja.

Se tienen que evaluar también la pasión, el apego, la intimidad.


En la pasión hay que incluir la conducta sexual, no solamente si hay problemas, sino si es
frecuente y variada, se pueden utilizar alguno de los cuestionarios sobre conducta sexual
existentes (Cáceres, 1996).
La evaluación de las conductas de apego incluye las aprendidas en la familia de origen y
las expectativas que tienen respecto a la pareja, hay que evaluar de forma general el
interés que tienen en mantener las relaciones con los padres y el afecto que se sienten
por ellos, la búsqueda de ayuda en situaciones estresantes y la satisfacción que se
encuentra en el auxilio obtenido.
En la evaluación de la intimidad se pueden utilizar cuestionarios como el que propone
Sternberg o mejor el que Lemieux y Hale, (2000), han elaborado en sus investigaciones,
pero hay que tener en cuenta que consideran un concepto de intimidad en el que se
incluyen aspectos más amplios de los que se tienen en cuenta en este artículo.
Con estos elementos de evaluación y partiendo siempre de las peticiones concretas de los
pacientes, se da una explicación de donde está el problema y cual puede ser el camino
hacia la solución.
Hay que tener en cuenta que la devolución de una evaluación es de alguna manera una
intervención puesto que se actúa sobre las expectativas de solución y de continuidad de la
relación, y se pueden afianzar atribuciones que dificulten la intervención posterior.

Tratamiento
Una vez que se han definido los problemas existentes y las conductas envueltas en ellos,
se establece el programa de tratamiento seleccionando las técnicas específicas que
permiten el cambio.

17
A continuación se listan las estrategias generales que se siguen dependiendo de los
objetivos.
Se mencionan primeramente las más clásicas, intercambio de conductas positivas,
entrenamiento en habilidades de comunicación y resolución de problemas y tratamiento
de los aspectos cognitivos.
Se hace un comentario sobre su eficacia y limitaciones para finalizar con los avances y
aportaciones que se han hecho para trata la emoción, la intimidad y el apego.

Intercambio de conductas positivas:


Para conseguir este objetivo:
Se enseñan los fundamentos de la modificación de conducta, aprendiendo como una
conducta responde a sus consecuencias, como extinguir y fomentar conductas, etc. (Costa
y Serrat, 1982)
Se utilizan y enseñan técnicas para realizar contratos, los cuales tienen que ser libres, sin
imposiciones por ninguna parte, utilizando términos claros y explícitos, sin margen a las
interpretaciones, que contengan ventajas para ambos.
Hay que tener en cuenta que las conductas incluidas en el contrato tienen que estar ya
incorporadas en el repertorio comportamental del que tiene que hacerlas (Costa y Serrat,
1982).

Se emplean una serie de técnicas y juegos que propician el intercambio de conductas


positivas, entre ellas se citan: Pillar a su pareja haciendo algo agradable, y hacérselo saber,
tener una lista con deseos que el otro puede ir haciendo, observar la conducta agradable
de la pareja para evitar la atención selectiva, recordar los lugares, fechas, canciones, etc.
que han sido símbolos de las cosas que han unido a la pareja, etc. (Cáceres, 1996).

Entrenamiento en habilidades de comunicación y de resolución de problemas.


Se plantea un tratamiento escalonado y adaptado a cada pareja, que comienza con el
entrenamiento en las habilidades necesarias para mantener una conversación, se sigue
con las precisas para expresar deseos y sentimientos y finalmente se entra en las
específicas de resolución de problemas.

La base está en tener habilidades de conversación. Incluyen entre otras: aprender como
hacer preguntas, dar información gratuita adicional, escuchar, llevar una conversación lo
que implica: cambiar de tema, tomar la palabra, pasar la palabra y cerrar la conversación;
todo basado en un lenguaje específico en el que los términos que se emplean se tienen
que referir a elementos observables y cuantificables, oportunos y convenientes,
centrándose en una información positiva, tanto verbal como no verbal (Costa y Serrat,

18
1982). También se enseña la escucha activa, para la que hay que tener en cuenta la
postura y contacto visual, el tono adecuado, se tiene que animar al otro a hablar
utilizando gestos y tono adecuado, evitar juicios de valor y utilizar de forma exhaustiva la
empatía (Cáceres, 1996).

Con esas habilidades como base se procede a incrementar las necesarias para la expresión
de deseos y sentimientos, tanto de agrado como de desagrado, para realizarlo de tal
manera que no se haga daño al otro y se sea constructivo.
Se enseña a manejar la ira de forma positiva, de tal manera que se eliminen tanto los
ciclos en los que la mujer da respuestas hostiles mientras que el hombre se retira, como
aquellos otros episodios de violencia o ira que asaltan de forma inesperada.
Se actúa así contra la crítica como medio de solucionar nada, contra la actitud defensiva,
practicando la escucha y la expresión de sentimientos, para proceder contra el desprecio y
la falta de escucha.

Cuando se poseen estas habilidades, se afronta el entrenamiento en resolución de


problemas propiamente dicho.
El primer punto es construir la ocasión propicia y evitar las discusiones en lugares y
tiempos que no permiten la comunicación sosegada.
Después se trata de definir el problema comenzando por algo positivo, siendo específico,
expresando los sentimientos y admitiendo el papel que se tiene en el problema.
Todo de forma breve y dejando claro, en esta fase de enunciado, que no se quiere
solucionarlo sino solamente plantearlo.
Después es el momento de centrarse en las soluciones pidiendo al otro el cambio de
conducta que resolvería el problema, recordando siempre que tiene que incluir
reciprocidad y compromiso y con consecuencias positivas para ambos junto con
elementos de seguimiento que recuerden el acuerdo alcanzado (Costa y Serrat, 1982).
Para cuando no se tiene la solución clara se enseñan técnicas como la tormenta de ideas
en la que con una colaboración incondicional entre los dos se generan posibilidades de
solución sin sentido crítico y solo más tarde se evalúa su posibilidad.

Cambios cognitivos
En la terapia cognitivo conductual; cuando intervienen componentes cognitivos
distorsionados, se trata detectar y reestructurar las atribuciones, expectativas, creencias
irracionales, etc.; se procede a modificarlas, eliminando atribuciones a motivos o
intenciones ocultos, moderando o cambiando las expectativas, los estándares aprendidos
en las familias de origen o por ideas preconcebidas, para adaptarlos a las posibilidades de
la pareja, atacando las ideas irracionales etc. como se ha visto, las propias explicaciones y

19
atribuciones que se dan a los conflictos pueden ser también una fuente de ajuste o
desajuste matrimonial.

Las técnicas que se emplean son la reestructuración cognitiva, el diálogo socrático, la


contrastación científica de hipótesis, etc.
El análisis lógico se utiliza para poner las expectativas en su sitio. Para modificar las
suposiciones y los estándares se utiliza el diálogo socrático, en el que se pregunta y se
evalúan las consecuencias de vivir con esos estándares, tales como “no se debe estar
nunca enfadado con tu pareja”.
Se enseña la habilidad de utilizar de forma constructiva la metacomunicación para editar
los pensamientos y hacer que sea efectiva, modificando la forma en que se está hablando
y evitar seguir por los caminos de la emoción que llevan a la escalada de violencia.

Eficacia de la terapia de pareja cognitivo conductual clásica


Estos tres componentes constituyen la terapia de pareja cognitivo conductual clásica, que
está clasificada como una terapia con evidencia probada de eficacia (Chambless et al,
1998).
Los datos indican que la gran mayoría de las parejas que acuden a terapia, alrededor del
75% (Gottman, 1998) informan de una mejora en la satisfacción matrimonial. Pero, como
se ha ido indicando a lo largo de este artículo, no todo es maravilloso.
La pregunta no es si es eficaz sino sobre su potencia (Christensen, 1999). Cuando se
contrasta con grupos de control de lista de espera los resultados son siempre positivos,
quizás debido a que si no existe intervención los problemas se van incrementando.
Sin embargo, cuando se tiene en cuenta si la mejora afecta no solamente a la disminución
del conflicto, sino a la mejora de la evaluación de la relación por parte de los dos
miembros, los resultados no son tan espectaculares.
Christensen (1999), revisando la literatura sobre la eficacia, llega a la conclusión de que,
siendo estrictos, menos del 50% de las parejas que acuden a terapia cambian de un estado
de estrés a un estado de armonía.
Otro aspecto oscuro es la cantidad de recaídas que se contabilizan, entre el 30% y 50%,
aunque algunos autores son más pesimistas intuyendo que, si se tomase un tiempo mayor
de estudio, el porcentaje de las recaídas sería mayor (Gottman, 1998).
Otro aspecto a destacar es que se han realizado estudios para determinar la eficacia de los
distintos componentes y su importancia y contribución a los resultados de la terapia.
Sorprendentemente en este tipo de estudios se obtienen resultados muy similares, tanto
empleando técnicas conductuales, cognitivas, o la mezcla de los ambas.
Para Gottman (1998) estos resultados introducen una reflexión inquietante, al parecer
cualquier tipo de intervención da el mismo resultado que la basada exclusivamente en los

20
contratos conductuales que está fundamentada en la suposición errónea de la necesidad
de un funcionamiento equilibrado de los refuerzos en la pareja para que haya armonía.
El mismo autor señala que también los resultados que se obtienen con terapias de
cualquier orientación, una vez que se han replicado los estudios originales, son
equivalentes.

De ello se deduce que lo más probable es que la clave del cambio resida en elementos
comunes a todas las terapias, que determinan el éxito independientemente de la técnica
que se esté utilizando.
Por ejemplo, en las discusiones en la pareja se introduce un elemento de neutralización, el
terapeuta, que impone un alejamiento emocional e impide una escalada del conflicto, o
elementos como la esperanza que despierta la terapia, o la confianza en el terapeuta, o la
existencia de un programa estructurado (Gottman, 1998).
Es un caso en el que parecen determinantes los elementos no específicos de la terapia y
que tantas veces son ignorados en la enseñanza de la terapia cognitivo conductual, o bien
porque se dan por supuestos o porque se hace demasiado hincapié en las técnicas, que es
lo que diferencia y hace específica a esta terapia.

Mejora de la intimidad y tratamiento de las emociones relacionadas con el apego


Los elementos de la llamada terapia de cognitivo conductual clásica se refieren a la
capacidad de la pareja de decidir y de manejar de forma armoniosa los bienes o refuerzos
que comparten y a las distorsiones cognitivas subyacentes.
Como queda evidente, esta visión no enfrenta de forma directa la intimidad, aunque sus
técnicas, al promocionar la comunicación y el entendimiento conjunto de los problemas,
la potencian indirectamente (Lawrence, Eldridge y Christensen, 1998).
En un estudio sobre la eficacia a largo plazo de la terapia cognitivo conductual frente a
terapias basadas en el insight, Snyder y colaboradores (Snyder y Wills, 1989, Snyder et al,
1991a) muestran la superioridad de esta última frente a las primera en el número de
divorcios que se dieron en un seguimiento de cuatro años dentro de las parejas tratadas
con cada una de las técnicas.
Pese a la polémica mantenida con Jacobson (1991), que discute si realmente son tan
diferentes los dos tipos de terapia, los autores (Snyder et al, 1991b) concluyen que el
insight es necesario para producir el cambio en la pareja, aunque probablemente no sea
suficiente.
Estos resultados, que plantean una superioridad de este tipo de terapia no han sido
contrastados todavía por un estudio independiente.
En la terapia de insight los terapeutas realizan interpretaciones acerca de los motivos
subyacentes de las conductas problemáticas y que dan una explicación a los sentimientos,
creencias y expectativas explícitos en los problemas (Snyder et al, 1991a). De esta forma

21
este tipo de terapia incrementa la intimidad y la aceptación del otro y en consecuencia
fortalece la relación y fomenta su continuidad.

Por otro lado, también fuera del marco estrictamente cognitivo conductual y teniendo en
cuenta las conductas de apego, Greenberg y Johnson (1988) plantean la terapia enfocada
en la emoción.
Parten de la teoría de que los miembros de la pareja tienen problemas de apego,
aprendidos en la familia de origen, por tanto son previos al problema de pareja, y están en
la causa del conflicto.
Los componentes de la pareja experimentan depresión o miedo cuando temen que los
abandonen, por ejemplo si el otro muestra interés en un tercero.
Sin embargo, en lugar de manifestar directamente esas emociones que los hacen débiles y
vulnerables, muestran emociones secundarias por medio de las que se intentan proteger,
evitando dar sensación de debilidad o incluso intentando parecer fuertes, así emplean la
retirada o la ira o establecen una actitud totalmente defensiva. Evidentemente, al
expresar estas emociones secundarias están intentando solucionar sus problemas, pero lo
que consiguen es lo contrario, incrementarlos.
En efecto, originan reacciones agresivas o defensivas del otro que no conoce las causas de
lo que ocurre. Se producen entonces profecías autocumplidas, el miedo al abandono está
seguido por una conducta agresiva o evitativa que conduce a un deterioro de la relación y
finalmente la relación es tan poco reforzante que el otro puede llegar a pensar en
abandonar la pareja. La terapia tiene por objeto que los dos aprendan a mostrar las
emociones primarias y entiendan el origen de las secundarias.

El objetivo terapéutico en la terapia enfocada en la emoción consiste en romper el círculo


vicioso.
La forma de romperlo es conseguir que hablen de sus emociones primarias. En ese
momento, el que lo hace, muestra su debilidad al otro y descubre puntos vulnerables de
importancia.
En el proceso terapéutico se suele conseguir que el que escucha exprese aceptación, de
manera que el que muestra sus emociones sienta el soporte que necesita; así se fomenta
la intimidad de forma operativa.
Además, cuando se establecen las emociones como la motivación que subyace en el
conflicto se cambian las atribuciones del problema y se desvía la atención de las
discusiones cortando el ciclo de reacción negativa seguida por reacción negativa al
introducir un elemento de aceptación.
Existe evidencia de la eficacia de este tipo de intervención sobre la intimidad, aunque no
se ha mostrado superior a los efectos que se consiguen con el tratamiento basado en

22
resolución de problemas y puede tener un efecto mayor en mujeres que en hombres
(Lawrence, Eldridge y Christensen, 1998)
Dentro del contexto de la terapia cognitivo conductual se ha desarrollado la terapia de
pareja integradora (Christensen, Jacobson, Babcock, 1995, Jacobson, Christensen, 1996)
en la que añade a los componentes clásicos la aceptación emocional, que es un elemento
fundamental de la pareja, sin un mínimo la pareja no se puede constituir o no se
mantiene.
La aceptación total corresponde a momentos de enamoramiento, y se va matizando con el
paso del tiempo y con la convivencia, pero tiene que existir para que la pareja subsista.
Con este nuevo elemento de la terapia se trata de que el miembro de la pareja que quiere
que se realice un cambio acepte desde un nuevo punto de vista que el otro no lo realice y,
sin embargo, aquello que era inaceptable e intolerable se convierta en algo no deseable,
pero entendible y tolerable.
De forma análoga a la terapia centrada en la emoción, piden a los miembros de la pareja
que hablen de emociones suaves como tristeza, miedo, soledad y que mencionen menos
las emociones fuertes como ira y resentimiento.
Como se ha mencionado, este tipo de interacción elicita en el otro sentimientos de
aceptación y de empatía en lugar de defensa o rechazo, de esta forma se fomenta la
intimidad. (Lawrence, Eldridge y Christensen, 1998)

Las técnicas que se utilizan para promover la aceptación son (Halford, 1998):
Empatía. Reunirse con empatía hacia el otro alrededor del problema, para desarrollar un
entendimiento del problema comprendiendo y respetando el punto de vista del otro,
aunque no justificándolo.
Para ello se discuten conjuntamente los problemas con el modelado del terapeuta y se les
anima a manifestar sus sentimientos de dolor y vulnerabilidad.
Objetividad. Emplear la objetividad para conseguir ver el problema con un tinte menos
emocional. Se promueve el análisis objetivo para quitar la emoción que introduce
distorsiones cognitivas.
Tolerancia. Construir la tolerancia con el objetivo de reducir la emoción negativa que
causa la conducta o sus resultados del cónyuge. Para ello la técnica que más se utiliza es la
exposición, es decir, mantener el estímulo aversivo sin dar las respuestas de evitación.
Auto cuidado. Se trata de cambiar la propia conducta para conseguir en otra parte lo que
la pareja no da, por ejemplo, consiguiendo nuevos amigos, etc.

Según algunos autores muchas de estas técnicas son comunes a las de la terapia
tradicional, cambiadas de nombre.

23
Aunque fuera así, lo que sí ocurre es que se aplican a un campo, la intimidad, que no se
trataba antes explícitamente.
Con la aceptación se crea o amplía la comprensión del otro y en consecuencia se mejora la
intimidad.

Uno de los mecanismos que ponen en marcha estas terapias es el fomento de la intimidad
entrando de nuevo en el proceso de autorrevelación y de aceptación, fomentando
además el mecanismo de perpetuación que es la expresión de emociones y afectos de
forma constante.
Mostrar debilidades en la pareja como son los sentimientos asociados al apego, de
soledad y de necesidad de aceptación y apoyo, coloca al sujeto en condiciones de iniciar
un nuevo proceso fortalecimiento de la intimidad y, por lo tanto, de la pareja.
Los resultados preliminares obtenidos por la terapia integradora basada en la aceptación
indican que se obtienen mejores índices de satisfacción que con la terapia conductual
clásica basada en la mejora de la comunicación y la resolución de problemas y promueve
los cambios más eficientemente (Jacobson et al, 2000).
Uno de las dificultades que aparecen en la terapia de pareja es que cada uno atribuye el
problema al otro y carga sobre él la responsabilidad del cambio.
Destacando la importancia de este hecho Halford (1998) ha propuesto la terapia de
pareja conductual autorreguladora, que hace énfasis especial en aclarar con cada
componente que es lo que él puede cambiar para solucionar los problemas, siempre
dentro de la filosofía de lograr sus objetivos propios en la pareja.
Los resultados obtenidos indican una gran economía en el número de sesiones necesarias
para lograr los mismos resultados.
En efecto, Halford (2001) plantea una duración general de 1 a 3 sesiones y un máximo de
25. Lógicamente Halford (2001) también define qué tipo de parejas se pueden beneficiar
de este tipo de intervención.
Hay que destacar que dentro de este planteamiento se está potenciando de forma
fundamental el compromiso que cada uno tiene con la pareja y que cuando se toma en
consideración se potencia de forma extraordinaria la resolución de los conflictos.

En una visión general, Gottman (1998) propone tres procesos para resolver los conflictos
en la pareja.
 El primero es conseguir una alta tasa de respuestas positivas ante respuestas negativas del
otro. Se trata de un cambio profundo que llegue a modificar los sentimientos y no un
mero intercambio “comercial” de conductas.
 Es un cambio de actitud, “estar por”, en lugar de “alejarse de”, que lleve a un sentimiento
positivo que consiga llegar a calmar la activación fisiológica del otro, utilizando elementos

24
positivos como el humor, la validación y la empatía. Cuando existe el sentimiento de
“estar por el otro” se disparan otros tres procesos asociados:
1. Se puede editar el pensamiento para evitar entrar en la reciprocidad negativa o en el
patrón en el que la mujer ataca y el hombre se retira. Recordemos que este proceso es
más fácil que ocurra cuando se tiene mayor compromiso.
2. Se establecen relaciones asertivas porque se admite la influencia respetuosa del otro y se
evita emplear los cuatro jinetes del Apocalipsis para intentar resolver los problemas.
3. Surge el afecto positivo que evita la actitud defensiva del otro y ayuda a calmar la
excitación fisiológica.
 El segundo proceso consiste en ampliar la cantidad de espacio mental o mapa cognitivo o
energía mental que dedica cada miembro de la pareja a comprender y conocer el mundo
del otro. Es particularmente importante en el caso del hombre. Hacer esfuerzos por
conocer, comprender y entender al otro es fundamental para la continuidad de la pareja.
El impacto que este proceso tiene en la intimidad es evidente y sus consecuencias para la
continuidad y mejora de la pareja son claras.
 El tercer proceso lo inscribe en el sistema de admiración y afecto, cada uno tiene que
tener admiración y cariño por el otro, es un antídoto del desprecio. Este proceso se
inscribe en el apartado de la validación del otro.
Hay que resaltar que uno de los procesos más importantes, entre los que ponen en
marcha estas terapias, es el fomento de la intimidad, al hacer que los miembros de la
pareja entren de nuevo en el proceso de autorrevelación y de aceptación, fomentando así
elementos como la expresión de emociones y afectos de forma constante, mostrando
debilidades en la pareja; como los sentimientos asociados al apego, los de soledad y los de
necesidad de aceptación y apoyo, que van a permitir iniciar de nuevo y mantener el
proceso de fortalecimiento de la intimidad.

Conclusión
La estructura de la pareja, como entidad social y en sus relaciones diádicas, está
determinada por la evolución y cambio de la sociedad y es diferente en cada contexto,
religioso, económico o geográfico, pese al proceso de globalización en el que estamos
inmersos.
El conocimiento de la estructura de la pareja en cada situación social, permite a la terapia
establecer áreas de actuación que van a aumentar su eficacia y ampliar su campo de
acción.
La consideración de los procesos sociales y diádicos sobre los que se construye una
relación permite aclarar y enmarcar el proceso de avance que está siguiendo la terapia.
Tener en cuenta las vertientes sociales de las relaciones interpersonales necesita una
colaboración amplia entre los psicólogos clínicos y los psicólogos sociales, que

25
seguramente se ha iniciado ya (Finchman y Beach, 1999b; Gottman, 2001), pero que hay
que seguir incrementando.

Las líneas de avance propuestas, tanto por la terapia cognitivo conductual integradora
como por la centrada en la emoción y las recogidas por Gottman (1998, 1999), dirigen el
progreso de la terapia hacia el cambio de conductas relacionadas con las emociones y
sentimientos, que hasta ahora no ocupaban un lugar principal entre los objetivos a
conseguir, para ello proponen actuaciones directas sobre elementos básicos de la relación
diádica como la intimidad y la validación o centrarse en conductas arraigadas y asociadas a
fuertes emociones como son las conductas de apego.
Actuar sobre el componente más cercano al amor y la pasión supone la consideración de
la mejora del intercambio sexual, no como resolución de problemas patológicos, sino
como mejora y potenciación del componente pasional de la relación, para no caer en la
rutina y el aburrimiento y evitar que el enamoramiento y la pasión queden totalmente
apagados con el tiempo.

La importancia de potenciar en compromiso con la pareja se ve en los resultados que


consigue Halford (2001) con su terapia autorreguladora, porque los miembros de la
pareja, cuando son conscientes de la importancia que tiene esta para conseguir sus
propios objetivos se esfuerzan de manera eficaz en resolver los conflictos y continuar con
la pareja, sin necesidad de intervenciones adicionales.
Para incrementar el compromiso hay que tener en cuenta que su proceso de creación está
compuesto de decisiones de ir compartiendo bienes y conductas con el otro, lo que les va
uniendo en la consecución de objetivos e intereses y haciendo más difícil la ruptura y por
tanto motivándolos a que incrementen los esfuerzos para continuar juntos.
También hay que tener en cuenta que el compromiso tiene mucho que ver con la presión
social que exista sobre la continuidad de la pareja y que estamos en una época en la que
se minimiza la importancia del compromiso y de los esfuerzos que el conlleva.
Una faceta que va a tener mucho peso en la evolución de la terapia de pareja es su
empleo en otro tipo de patologías, que hasta hace poco tiempo se trataban de forma
exclusiva individualmente.
El efecto que tiene en el tratamiento de la depresión es de sobra conocido, (Jacobson,
1991, Weisman et al., 2000).
Al igual que los conflictos en la pareja pueden llevar a la depresión a sus componentes, se
está utilizando la terapia de pareja para solucionarlo. La experiencia de la terapia
interpersonal es prometedora también en otro tipo de trastornos, lo que es un índice de
su expansión imparable por medio de su aplicación a otros problemas.

26
En este sentido hay que tener en cuenta datos como que el desajuste matrimonial puede
incrementa el riesgo y la gravedad de las recaídas después de un tratamiento exitoso de la
depresión (Whisman, 2001).
Todas las terapias que se han mencionado en este artículo tienen una validación empírica,
pero no hay que olvidar que cuando se hacen nuevas propuestas se continúa el proceso
de contrastación; ya no se trata de comparar la intervención propuesta con listas espera o
tratamientos placebo, sino que habrá que cotejarla con los resultados de una terapia que
se ha mostrado eficaz.

10 recursos Cognitivos C.onductuales para el manejo de problemas de parejas


Capacidad de reiniciarse (1)
La capacidad de memoria es un avance en la evolució n que permite aprender y
potencialmente mejorar el manejo de situaciones futuras. En tal sentido, las parejas
tienen la capacidad de retener y evocar aquellos hechos que fueron etiquetados como
agradables o desagradables. Es importante esta facultad ya que permite evitar o mejorar
la capacidad de respuesta cuando se presentan situciones similares.
Sin embargo, en la dinámica de pareja, cuando esta capacidad está sobredosificada,
genera problemas. Obviamente el problema no es en si ́ la capacidad de memoria, como si ́
lo es la evocació n sucesiva e inoportuna de problemas pasados.
Si imaginamos que la memoria es como un mueble donde se guardan los comprobantes
de la contabilidad diaria, y al tener que revisar las causas de un déficits del di ́a, se bajan las
facturas de los ultimos 10 añ os, evidentemente que no será posible solucionar el
problema de hoy.
Algo parecido ocurre en las disputas de pareja, o en la evaluación que uno de los
integrantes puede hacer. Hechos, personas, palabras, emociones o incluso lugares pueden
iniciar un malestar que desencadena la evocació n de algo sucedido tiempo atrás. O una
emoción, que pudiéra ser pasajera, permanece y prolonga el malestar haciendo mayor
impacto del necesario.
En el proceso cognitivo, el análisis se vuelve incontrolable, y si va acompañ ado de
emociones negativas, habrá una sobrecarga innecesaria. Esto suele traer como
consecuencia la contaminación de las vivencias presentes.

Por ejemplo, en una secuencia de tiempo,


– ● una persona se molesta (emoció n negativa) porque su pareja fue
desatenta (no registró una autorevelació n);
● seguidamente, la pareja se excusa manifestando que estaba pensando en
otra cosa;
– ● las emociones en ambas es negativa, una experimenta cierta culpa por la
desatención y la otra experimenta enojo;

27
● analizan juntos el evento, se expresan las emociones y se cierra el tema
para pasar a otros;
– ● una o ambas personas siguen rumiando lo acontecido;
● las siguientes actividades como cocinar juntos, cenar, prepararse para
dormir, etc. estan reducidas en calidad y hay un clima de malestar.
La capacidad necesaria en estos casos, una vez analizada la situación y expresados los
sentimientos, es controlar el pensamiento que molesta y la emoción negativa que le
acompañ a, y pasar a otra actividad. Mediante ensayos cognitivos se entrena pasar de un
pensamiento a otro, de una emoció n a otra. Esta tarea puede ser apoyada por imágenes
impresas o digitalizadas, acompañ adas, por ejemplo con el siguiente tipo de instrucciones:

Recuerde la ultima vez que recibio un beso por algo que hizo bien, está el recuerdo?, si?,
ok, ahora detenga ese pensamiento y evoque la noticia destacada de esta semana ...
Y con la misma ló gica secuencial se ejercitan estados emocionales, enojo, vergü enza,
culpa, etc. El propósito es mejorar la capacidad de cerrar un tema y comenzar otro sin las
cargas del anterior.

Focalización y Perspectiva (2)


Frecuentemente las parejas disputan, se emocionan negativamente y se frustran por
problemas que son significativos como por ejemplo, diferencias con respecto a
involucramiento de familiares poli ́ticos en la relació n, manejo de la economi ́a, hábitos en
el hogar, creencias religiosas, conducta social de la pareja, etc. Sin embargo,
frecuentemente las disputas que desgastan más y generan un malestar que termina de
mala manera, son causadas por cosas que no parecen tener demasiada relevancia. Una
actitud, una palabra mal entendida, una discusió n en apariencia sin importancia, un
olvido, un descuido, etc.
En cualquiera de los casos hay dos factores a tener en cuenta, la acumulació n de los
hechos y la hiperfocalizació n que hace una concentración total en el punto en conflicto,
con perdida o disminución importante de la perspectiva.
Para lidiar con el efecto acumulativo de los hechos se tienen los procedimientos
descriptos en el primer procedimiento. La hiperfocalización es bien comprendida cuando
se piensa en la metáfora del zoom de la cámara, que consiste en un mecanismo de
acercamiento y alejamiento de la imagen que uno desea capturar. La hiperfocalización es
como tener la cámara con un acercamiento total que permite ver incluso los detalles del
objetivo, pero perdiendo la perspectiva de los elementos que conforman el contexto.
Evidentemente ambas funciones, la capacidad de acercarse y tener un gran
involucramiento con algo o la capacidad de alejarse y mirar en perspectiva ubicua en
espacio, tiempo y lugar, son fundamentales y complementarias. Pero la hiperfocalización
es un estado momentaneo que no es funcional para el abordaje de un tema, porque se

28
pierde la perspectiva y el detalle se convierte en todo. Por supuesto, si se percibe algo
como todo, la respuesta emocional también es total, y justamente esta respuesta
emocional es la que traba el mecanismo para cambiar de perspectiva.

La función de estrechar o ampliar la percepción de las cosas en situaciones determinadas,


debe ser entrenada mediante tareas combinadas de encubiertas y práctica en vivo. En el
siguiente esquema se consignan artificiosamente extremos que sirvan para la
comprensión:

Hiperfocalizació n En perspectiva

El tono y gesto al expresar La expresión se inscribe en una oración más


por ejemplo, “lo peor”. larga: “Esto es lo peor que me puede
suceder”
La hiperfocalización asi ́ como
amplia amplia el detalle, La perspectiva permite entender que se hace
amplifica la emoció n referencia a un acontecimiento puntual y
relacionada y lleva a una que de ninguna manera está en juego toda la
interpretación más emotiva relació n. Esta interpretació n incluye
que racional. informació n sobre la calidad de la relación no
en el momento de la disputa sino del di ́a, de
En este caso la interpretación
la semana e incluso de los ultimos meses de
incluye el pensamiento que
la relación.
su pareja es “lo peor” que le
toco.

Los ensayos encubiertos pueden realizarse con vivencias cotidianas donde se procura
concentración en un detalle para despues, ir a la ampliación de la perspectiva. Se pueden
implementar ensayos sin exigencia, de manera encubierta, durante interacciones con
personas de diferentes niveles de significació n. Por ejemplo, en un momento alguien
expresa una opinión con la no se está de acuerdo y se cubre totalmente a esa persona con
un pensamiento y sentimiento de desagrado, y de confirmación que es mala persona.
Inmediatamente se comienza a hacer perspectiva y se piensa en los temas anteriores en
los que se concordaba y en las historias positivas anteriores. Es como un ejercicio ocular
donde se focaliza un punto en la pared cercana para seguidamente dirigir la vista por la
ventana tratando ver la perspectiva de 50 o 100 metros.

29
Ingenieria conductual (3)
Una agenda semanal equilibrada es una base que necesita cualquier relació n. Se deber
considerar en este factor la cantidad de experiencias agradables están propiciadas en la
semana y su distribución. Es importante la distribució n homogénea y contingente, la
variación de los reforzadores y la cantidad de los mismos.
En terminos prácticos este procedimento requiere la ubicació n en un plano de doble
entrada (horas x di ́as de la semana), las actividades individuales y conjuntas de la pareja, y
de manera contingente reforzadores tangibles e intangibles y las actividades agradables
previstas.
Este procedimiento requiere trabajar previamente en la generación de reforzadores
tangibles e intangibles por parte de ambos integrantes de la pareja, educando sobre lo
estratégico de los programas de refuerzos y los efectos de cada uno. La idea principal es la
disponibilidad de gran cantidad y variedad de refuerzos, y la necesidad de variación de los
mismos para no tener el efecto saturació n.

Tabla 1. Ejemplo de un esquema semanal con distribució n homogénea de R+

Control de R+ diario (4)


Se podri ́a decir que gran parte de la varianza que explica el amor es la tasa de refuerzos
mutuos en la relación de pareja. Cuando se habla de programas de refuerzos nos
hubicamos en el paradigma operante, y por ende de comportamiento voluntario,
entonces en ése sentido, el amor es una dependiente de lo que las parejas hacen.
Aqui ́, el procedimiento es hacer parte del cotidiano una contabilidad de la tasa de
refuerzos dispensadas en la relación. Se aprovecha el poder de la contingencia y la
diversidad de los reforzadores. Además, la revisión habitual da la oportunidad de ajustar

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la tasa cuando hay déficits, lo cual además de gratificante, tiene valor preventivo y
alentador para el enfrentamiento positivo de las dificultades propias de toda pareja.

Tabla 2. Ejemplo de una contabilidad de Refuerzos diarios

R+ EAversivO Resultado
Una demostración afectiva Una recriminació n por un
0
fi ́sica descuido
Un halago Problema financiero 0
Agradecimiento por una acción Un reclamo por situación
0
a favor de la pareja con familiares
Una situació n de humor Una actividad de
0
compartida recreación frustrada
Una demostración fi ́sica de
+1
amor
+1

En el ejemplo de la Tabla 2, el balance es positivo, pero si no lo fuera, la persona sabe que


al di ́a siguiente habri ́a que sumar R+ (ej. Ver juntos una peli ́cula) que finalmente den un
balance positivo al fin de una semana determinada.

Técnicas asertivas (para criticas, halagos, pedidos) (5)

Puede definirse la asertividad como la capacidad de expresar lo que se siente y piensa de


manera adecuada, manejando tiempos oportunos y en general obteniendo éxito en las
relaciones interpersonales.
Entre todos los comportamientos asertivos, los que corresponden a: hacer y recibir
cri ́ticas, hacer halagos y recibir halagos, hacer y recibir pedidos, tienen valor inapreciable
en la relación de pareja.
Pensamiento, expresió n y momento son tres variables importantes a trabajar en este
procedimiento. En la dimensión cognitiva se educa pensamiento racional y disminuyen las
distorsiones cognitivas. Es frecuente tener que confrontar ideas y pensamientos tales

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como: - es horrible una equivocació n, - exigir que la otra persona se comporte como
“debe”, - el ser amado “debe” concordar con nuestra opinió n o criterio, - expresar
sentimientos es hacerse débil y vulnerable, etc.
Las técnicas verbales utiles son la autorevelació n, el banco de niebla, asersión negativa,
disco rayado, (Smith, 1975)3, entre otras, se entrenan para usar en el momento adecuado,
lo que implica manejar los tiempos en la comunicación con la pareja.

Autocuidado (6)
El autocuidado además de ser necesario para que cada integrante de la pareja esté en su
plenitud y bienestar, es un factor que aumenta la probabilidad de mantenerse atractivo
para la pareja.
Entre otras, las áreas de autocuidado comprende la salud, la apariencia personal, la
educación y en general el desarrollo integral de la persona. Esta dimensión se trabaja con
informació n persuasiva y un plan de autorefuerzos y refuerzos dispensados por la pareja.

Control emocional (reconocimiento y anticipación) (7)


Cada experiencia emocional es momento de gran apertura del aprendizaje y por ende
quedan fijados de manera importante. Por eso cada vivencia emocional negativa
(discusiones, agresiones, ofensas, etc) van deteriorando la relación y pueden tener efecto
acumulativo.
Aqui ́ el entrenamiento consiste en la capacidad de detecció n precoz de un episodio
emocional negativo y la actuació n temprana. Saber detectar que uno va entrando en un
estado emocional negativo en progreso, es la primera parte del entrenamiento y proceder
a detener el tema, es una capacidad de autocontrol necesaria.
Ver venir una disputa con enojo, frustración, miedo, etc., debe hacer que se detenga a
tiempo y postergar el tratamiento del problema (si es relevante) para otro momento. Los
estados emocionales suprimen la capacidad de razonamiento por lo tanto producen riesgo
de descrontrol, donde el arrepentimiento posterior poco sirve.
El control emocional mediante la detección temprana del enojo, se complementa con
estrategias asertivas, entre ellas es fundamental la que suprime el uso de adjetivos
calificativos, adoptando el procedimiento en tres fases para manifestar malestar, reclamo
o petició n de cambio de conducta. Este proceder asertivo comprende la – descripció n de
la situació n; - la autorevelació n (expresió n de sentimientos) y – la solicitud de la conducta
deseada.

Exposición al humor (8)


El humor es una de las primeras defensas contra los esti ́mulos estresantes de la vida
cotidiana. Hay que cultivar el humor, buscarlo activamente. La gracia se desencadena por

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absurdos, dobles sentidos, exageraciones, imprevistos, bochornos, errores, etc. Asimismo,
es importante la dosificación del humor. En este sentido se debe repasar los principios del
aprendizaje operante que muestra la importancia de los programas de refuerzo conti ́nuo
versus intermitente.
Es aconsejable agendar la exposición al humor como una actividad no formal no
comprometida, pues si se ve como “tarea” puede perder su valor. Hay que ser activos en
la busqueda y disfrute de espectáculos de humor, identificar humoristas de preferencia y
exponerse a ellos, preferir comedias antes de dramas, privilegiar relaciones con personas
de buen humor, etc.

Espantando ideas irracionales (9)


Arnold Lazarus (1985)4 desarrolla en su breve libro Mitos Maritales algunas de las más
tipicas irracionalidades sobre la relació n de parejas. Estas irracionalidades deben ser
identificadas y reeducadas.
Es frecuente encontrarse con ideas como si me ama debe saber lo que quiero o có mo soy,
idea que deber ser confrontada para entender que el amor no da poderes adivinatorios ni
conecta cerebros o corazones. Otra idea corriente es si me ama me debe aceptar tal cual
soy, o su opuesto, con amor voy a convertirlo en una mejor persona. Es racional ir
haciendo cambios en base a los propó sitos personales o de pareja, pero no es la otra
persona la responsable (además de la imposibilidad ética y técnica del hecho) de cambiar,
transformar o convertir a la pareja.
Una buena pareja debe tener total confianza es otra idea que es mencionada por Lazarus,
sosteniéndose que si no es asi ́, se trata de un matrimonio deficitario. Aqui ́ el trabajo
educativo o terapéutico es encaminar el pensamiento hacia la concepción de la
competencia como una realidad que debe ser aceptada y entendida positivamente. Esto
es, una llamada de atención para no descuidar la relació n y para motivarse a se mejor
persona y por lo tanto mejor pareja cada vez.

Actividad lúdica (10)


Evolutivamente el ser humano fue dotado de un sistema nervioso con gran capacidad y
preparado para adaptarse a situaciones ambientales variadas y cambiantes. Parte de esa
capacidad implica que el cerebro del homo sapiens nazca con muy poca informació n sobre
el comportamiento y una capacidad inigualable para el aprendizaje, en compensación.
En los primeros añ os el niñ o o niñ a debe aprender una cantidad demasiado importante de
informació n, método y destrezas. Esto puede llegar a ser muy estresante, a la par que
indispensable. Para que no ocurra un colapso, un dispositivo genial dotado con mayor
dosis en la infancia es la predisposició n al juego, a la diversión, a lo lúdico.
La cantidad de asimilación que hace un ser humano en los primeros 12 a 14 añ os es
inimaginable en volumen y potencial, y solo pudo ser posible gracias al juego. El sistema

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formal de alguna forma genera estrés por su artificiocidad y sobre todo porque prescinde
de lo lúdico.
En general la cultura va induciendo a que la conducta adulta es seria, es decir poco
provista de juegos que es sinó nimo de infantilidad. Esto es un gran error. En general y en
particular en la convivencia de pareja hay que rescatar e implantar lo lúdico como parte
del cotidiano. Asi ́ también los juegos que son de puro entretenimiento, los deportivos, los
de mesa, incluso en cierta medida los de pantalla o telefoni ́a inteligente.
Esto siginifica, rescatar y aprender nuevas formas de jugar con el lenguaje en situaciones
que correspondan, con el cuerpo, con la música, con el trabajo, con las tareas domésticas,
etc. El clima de buen humor puede permitir un ambiente más propicio para toda pareja.

Finalizando, para la educació n y la terapia de pareja, se han descripto sucintamente diez


aplicaciones cognitivo conductuales que se desarrollan de manera integra o según
necesidad. Todos los procedimientos tienen soportes teó ricos y empi ́ricos, dejando
latente la necesidad que se generen adaptaciones culturales y apoyo didáctico validado.
Solo hay que hacer un repaso mental rápido por los diez procedimientos y sus beneficios
potenciales, para darse cuenta que la TCC tiene recursos que además de efectivos, dejan
al educador o terapéuta de pareja con la seguridad de estar aportando a la humanidad en
una de sus dimensiones más sublimes, el amor y la relació n de pareja.

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