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A pesar de ser tres etapas con sus propias características hay algo común a todas,
es decir, a todo el periodo revolucionario en Cuba, y es el hecho de que su
economía ha estado “parcialmente” proscrita de la única división internacional del
trabajo que existe: la capitalista.
Sin embargo, hay una gran diferencia entre la segunda etapa y las otras dos: y es
que la falta de un vínculo pleno con la economía capitalista mundial fue suplido por
el establecimiento de vínculos precisamente no “exactamente” capitalistas con
algún país, (Venezuela en el caso de la tercera etapa) o de un país y región
económica (Unión Soviética y el socialismo de Europa del Este, agrupados en la
conocida organización económica Consejo de Ayuda Mutua Económica) en el caso
de las más extensa y próspera primera etapa.
La segunda etapa mencionada, que los cubanos conocen con el nombre que Fidel
Castro le dio a toda esa década del 90 del siglo XX, de “periodo especial en tiempo
de paz”, fue tan dura para el pueblo cubano porque su economía se vio totalmente
aislada de la economía-mundo capitalista (la única división internacional del trabajo
existente como se ha dicho), pero también de la región económica a la que se
vinculó y que moldeó su estructura productiva durante 30 años (la URSS y el
CAME) cuando se le prohibió vincularse con la economía capitalista mundial, de la
que formó parte casi desde el mismo nacimiento de ésta, de ahí la correcta
apreciación de que Cuba durante estos 10 años (tal vez un poco más) se vio
sometida de facto a un “doble bloqueo”, uno impuesto y el otro sobrevenido.
Lo que ocurre hoy es que Cuba se encuentra en una situación parecida a la que se
encontró en los años 90; la esperanza que el gobierno cubano tenía en la definitiva
integración a la economía capitalista mundial, impulsada por la facción más
globalista del capital norteamericano representada en el Partido Demócrata, que
restableció relaciones diplomáticas, abrió embajada en La Habana y llevó de visita a
la Isla su representante de turno, el presidente Barak Obama, se ha visto esfumada
con la llegada al poder de Donald Trump, que no solo restablece el bloqueo en su
variante más dura, sino que desempolva el inaplicado artículo III de la Ley Helms
Burton2 que lo hace aún más beligerante. A ello se suma la caída en picado de la
producción de petróleo en Venezuela, con el cual se pagaba la factura de los
cuantiosos servicios médicos que Cuba presta a ese país, a lo que se agrega la
retirada de miles de médicos de Brasil tras la llegada al poder en ese país de
Bolsonaro.
“Las medidas económicas no llegan solo para resistir el bloqueo, sino que también
buscan el desarrollo del país y seguir avanzando en medio de ese escenario. Con su
implementación pretendemos sacar a flote las capacidades internas de la
economía
Sustituir importaciones
Y la otra cuestión importante es saber cuál sería la motivación del pueblo cubano
para hacer frente a esta cuarta etapa, indefinida en cuanto a duración, riesgos y
penalidades a enfrentar.
Para nadie es un secreto la resistencia inclaudicable del pueblo cubano durante los
duros años de la década de 1990 que admiraron al mundo entero; en aquel
entonces Fidel Castro apeló, para llamar a la más estoica resistencia, a las
tradiciones patrióticas y a la ideología nacionalista y revolucionaria, y lo logró, el
pueblo cubano respondió positivamente, de hecho, es uno más entre los grandes
méritos históricos del extinto líder cubano.
Sin embargo, esta nueva etapa que comienza no parece contar con aquella
proverbial disposición hacia el sacrificio y la inmolación como ofrenda al Estado
socialista. La capacidad de abnegación y sufrimiento del pueblo, cubano puesta a
prueba durante los años duros del “periodo especial”, parece haber caducado en lo
fundamental, lo cual no quiere decir que vayan a claudicar, pero es fácil percibir
que, junto al orgullo patriótico convive en su población, y no solo joven como se
cree, una cierta inclinación y propensión hacia el “modo de vida occidental-
burgués”, sobre todo norteamericano que es el espejo donde se miran los cubanos;
de hecho, muchas familias en la Isla sobreviven y/o vacacionan en los hoteles y
balnearios, exclusivos del poder adquisitivo de turistas del primer mundo, gracias a
las remesas y el acompañamiento de sus parientes radicados, principalmente, en
EE. UU.
Aquí es importante recordar, por el gran parecido que tiene con la situación cubana
actual, el importantísimo estudio que el periodista catalán Rafael Poch-de-Feliú
hace en su libro Entender la Rusia de Putin. De la humillación al
restablecimiento, de por qué se disolvió la URSS y se mató allí el comunismo por
los propios comunistas de manera incruenta y sin que el “pueblo soviético”, el
mismo que derrotó al fascismo e hizo de la Unión Soviética una gran potencia,
moviera un dedo para defenderlo.
Y aquí es donde comienzan los problemas para que los cubanos sigan creyendo en
el comunismo y, en base a esa creencia, estén dispuestos a resistir esta nueva
etapa económica de estrecheces con el mismo estoicismo y desinterés con que lo
hicieron, contenta y masivamente, en los años 90 del siglo XX al llamado de Fidel
Castro. Y es que hay una gran diferencia entre el inicio de la etapa de sacrificio
actual y aquella de hace 29 años.
La disimilitud estriba en que hoy es muy difícil para el comunismo cubano cumplir
las promesas que haya podido venir haciendo, y mucho más complicado hacer que
nuevos ofrecimientos sean cumplibles, puesto que la etapa histórica iniciada en
1959, y que allanó el camino para que la propuesta de inmolación lanzada por el
Comandante Castro surtiera efecto en 1990, no tiene nada que ver con la etapa
que se inicia ahora en 2019.
Como decía Poch-de-Feliú para el caso ruso, con esos desarrollos y “resultados
prácticos” constatado, es muy difícil para Cuba en la periferia de la economía-
mundo capitalista dar nuevos saltos hacia adelante, dado que ahora ya no se está
en el bajísimo nivel que se estaba en 1959, y lo más complicado, la elevada cota
alcanzada se hizo por estar precisamente fuera de la economía capitalista mundial,
lo cual fue muy saludable, aunque también muy artificial, porque dentro de ella no
hubiese podido alcanzarla, de hecho nadie de los que integran esa vasta y extensa
área periférica lo ha logrado.
Lo más llamativo de este caso es, que ello no es responsabilidad ni dejadez del
gobierno cubano, sino de que los recursos disponibles para ello son los que son, no
hay otros, por tanto, los escasos bienes para tal fin solo están disponibles para
aquellos que declaren y manifiesten un estado habitacional degradante, bochornoso
y vergonzoso.
En otras palabras, era más fácil hace 60 años expedir un documento de propiedad
de una vivienda propiedad de un casateniente a un trabajador que la alquilaba, que
darle hay los recursos para que se la edifique. Las promesas de hoy son más
complicadas cumplirlas, esa época pasó, y correspondió a una etapa en que los
revolucionarios cubanos transitaban por un período felizmente al margen de la
acción de la ley del valor, la ley rectora de la economía-mundo capitalista, mientras
que hoy están siendo nuevamente aislados de forma parcial de dicha economía-
mundo (la única que hay), pero sin contar esta vez con un refugio, como lo fue en
su tiempo la Unión Soviética o la llegada de Hugo Chávez.
Llegados hasta aquí, cabría la pregunta de qué hacer, qué alternativa tiene Cuba
para enfrentar la nueva etapa que inaugura y se le avecina, y sobre todo, desde
una óptica anticapitalista, qué le falta por hacer.
Lo preocupante de todo esto es que los cubanos sigan sin reconocer que lo que
ellos llaman “socialismo” no es más que una variante de la sociedad mundial
mercantil, con características particulares por la ausencia de un mercado
espléndido y desarrollado, y que lo que han hecho hasta ahora en materia
económica, política y social no excede todavía lo que se considera “de ‘críticas
inmanentes’ insuficientes que apuntan a distribuir y administrar mejor las
categorías de base del capitalismo, y no a abolirlas”10.
La lección que el compañero Robert Kurz nos dio en 1991, a escasos dos años
después de la caída del Muro de Berlín, tienen una vigencia eterna, si de lo que se
trata es de transformar el capitalismo en otro tipo de sociedad y no de reformarlo.
Desde época tan temprana (y hoy ya muy lejana en el tiempo) la escuela crítica del
valor alertó en qué consistía el llamado “sistema socialista mundial”, por qué el
mismo era la “hoja de parra” del sistema capitalista y, sobre todo, por qué “con el
derrumbe del socialismo real desaparece una época entera y se vuelve historia”11
Porque como decía Anselm Jappe, “para encontrar una alternativa al capitalismo,
hay que preguntarse primero por la naturaleza de la mercancía y el dinero, el
trabajo y el valor -categorías que parecen muy ‘teóricas’ pero cuyas consecuencias
determinan finalmente cada uno de nuestros actos cotidianos-”13
¿Por qué nuestra crítica a los cubanos, aunque no es solo a los cubanos? Porque los
cubanos (y todo el espectro progresista mundial) se están concentrando en lo
inmediato, en el mañana, descuidando las otras temporalidades que existen.
¿Qué queremos decir con esto? Que la vida de todo sistema (recordamos que
vivimos en el sistema-mundo capitalista, el único sistema que hay en el mundo y
en el cual vive el planeta desde fines del siglo XIX) tiene tres temporalidades:
el corto, el medio y el largo plazo (la longue durée de Fernand Braudel, que fue
quien la acuñó).
Mientras todo el mundo se dedica a luchar para sobrevivir, como pueda y en las
mejores condiciones que pueda, en el corto plazo, es decir hoy y mañana, no se le
está prestando la suficiente atención al medio plazo, la temporalidad más
importante de las tres, donde habrá de decidirse cuál será el sistema-
mundo o sistemas-mundo sucesor del actual en el largo plazo, decisión que se
mantendrá dependiente de lo que se haga (hagamos) en la lucha del medio plazo.
¿Qué va a ocurrir mañana? El corto plazo es muy volátil (el querido y admirado
compañero Pedro Prieto lo llama, además aburrido, ‘me aburre cada vez más’ dice
él, algo con lo que concuerdo), casi se puede afirmar que ese corto plazo es
impredecible, ¡pese a su cercanía!; pero el medio plazo (la temporalidad más
importante) se planifica y proyecta, se programa y planea, sin embargo, en
el corto plazo, es decir hoy, mañana y pasado mañana. Aún así, por ningún lugar
se ve que al corto plazo se le esté dedicando tiempo, espacio y todo aquello sobre
cómo queremos que sea ese medio plazo (porque insisto en el largo plazo ya
tendremos el otro sistema, nos guste o no), y lo que se observa es que las fuerzas
progresistas (y disculpen la utilización de tan amorfa y corrompida palabra hoy en
día) carecen de un programa y un pensamiento táctico-estratégico para edificar esa
sociedad que queremos y que tendremos queramos o no en el medio plazo. Esto no
es solo una crítica, es una constatación. Los que se proponen una transformación
social en un momento en que se han derrumbado los paradigmas emancipadores
del siglo XX (sí es que lo fueron, y en algún sentido, dígase lo que diga, en
algo sí lo fueron) lo hacen cuando aún están por delinearse los paradigmas del siglo
XXI. ¿se puede hacer (parafraseando al poeta) camino al andar? Sí, pero eso tiene
sus costos. Por otra parte, entre los que promueven una reforma progresista,
prevalece la noción de democracia sin apellidos, un grave y peligroso error (ya no
digo ingenuo), de querer pretender competir en condiciones de igualdad con los
dueños del mundo14.
Para terminar: la situación es grave y preocupante, pero reversible; grave,
porque con los dueños del mundo, no hay alternativa civilizada posible, harán todo
lo posible por cambiarlo todo sin que cambie nada; preocupante, porque como
quiera que lo hagan, los dueños del mundo captarán el apoyo de los sectores
populares, ya lo hacen (ningún sistema que no se legitime tendrá mucho recorrido,
y ellos, los dueños del mundo, lo saben); pero reversible, porque donde quiera
que esa oligarquía gobierne y se haga del poder, la concentración de riqueza y el
descarte de seres humanos crearán condiciones para nuevos auges de las luchas
emancipadoras. ¡Pero por favor no esperemos a ello!
El anticolonialista cubano José Martí decía que “los malos solo triunfan allí donde los
buenos somos indiferentes”, seamos de esos buenos a los que le es indiferente la
indiferencia.
Notas
14. No debe olvidarse que “cualquier esquema que se implante (por los dueños del
sistema capitalista) funcionaría en todo caso, a diferencia del elaborado por Keynes
en contra de los requerimientos del proceso de reproducción ampliada del capital.
Con otras palabras, la búsqueda de un paradigma posneoliberal marcha a
contrapelo de la evidencia teórica y empírica existente en el mundo de que es
imposible mantener un esquema de redistribución social de la riqueza, que esté
subordinado a un esquema de reproducción del capital cuyo fundamento es la
concentración aguda y acelerada”. Contribución de la representación del
Partido Comunista de Cuba al debate del documento central del IX
Encuentro del Foro de Sao Paulo. El Capitalismo Contemporáneo y el
debate sobre la alternativa. Cuba Socialista Nº 17, 3ª Época, 2000. ¡Hasta los
mismos cubanos nos enseñaron esto hace 19 años!
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia
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