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29-07-2019

Nueva etapa económica, peculiaridades, retos y


alternativas
Rodolfo Crespo
Rebelión

“Una ‘revolución de los trabajadores contra el capitalismo’ es una imposibilidad


lógica; solo puede existir una revolución contra el sometimiento de la sociedad y de
los individuos a la lógica de la valorización y el trabajo abstracto” 1
Anselm Jappe

A los compañeros Alejandro Gil Fernández, ministro de Economía de Cuba, y Carlos


M. García Valdés.

A mi hijo, que es un anticapitalista, pero no lo sabe.

Considerando las peculiaridades de los vínculos con el exterior (orientación


geográfica, reciprocidad en los intercambios, etc.) la economía de la Cuba
revolucionaria posterior a 1959 se puede periodizar atropelladamente en tres
nítidas etapas:

1. De 1959 en que triunfa la Revolución a 1991 en que se derrumba la Unión


Soviética.

2. De 1991 (derrumbe del socialismo en la URSS) al 2000 en que se firma el


Convenio de Cooperación Cuba-Venezuela por Fidel Castro y Hugo Chávez el 30 de
octubre de aquel año.

3. De 2000 en que se firma el Convenio de Cooperación Cuba-Venezuela hasta abril


de 2019 en que EE UU anuncia el retorno a la política de recrudecimiento del
bloqueo a la Isla.

A pesar de ser tres etapas con sus propias características hay algo común a todas,
es decir, a todo el periodo revolucionario en Cuba, y es el hecho de que su
economía ha estado “parcialmente” proscrita de la única división internacional del
trabajo que existe: la capitalista.

Sin embargo, hay una gran diferencia entre la segunda etapa y las otras dos: y es
que la falta de un vínculo pleno con la economía capitalista mundial fue suplido por
el establecimiento de vínculos precisamente no “exactamente” capitalistas con
algún país, (Venezuela en el caso de la tercera etapa) o de un país y región
económica (Unión Soviética y el socialismo de Europa del Este, agrupados en la
conocida organización económica Consejo de Ayuda Mutua Económica) en el caso
de las más extensa y próspera primera etapa.

La ausencia de criterios “estrictos” de rentabilidad capitalista en esos vínculos


determinó que Cuba, pese a estar ubicada en los escalones más bajos en la
producción mundial de valor (la savia del capitalismo), gozara de una situación
económica equilibrada y digna, aunque alejada del irracional e insostenible
consumismo occidental. Dos ejemplos emblemáticos de esos justos intercambios
económicos alejados de los cánones capitalistas de la obtención de beneficio a
ultranza fueron, en la primera etapa, el fluido intercambio de azúcar, uno de los
productos de más bajo valor del mercado mundial capitalista de entonces y también
de ahora, (pero cuya cantidad exportada por Cuba en calorías era equivalente al
alimento de 40 millones de personas) por petróleo, productos químicos, equipos de
transporte e industriales etc., cuyo valor sí era elevadísimo, no obstante estar en
calidad situados por debajo de los similares que se producían en los puntos de
máximo desarrollo del sistema capitalista; y en la tercera etapa, el también
provechoso intercambio para ambas partes, en el caso de la parte cubana de
servicios médicos (que no crean valor) a través de decenas de miles de médicos,
por petróleo (una de las mercancías de más alto valor del capitalismo en los últimos
100 años) por la parte venezolana.

La segunda etapa mencionada, que los cubanos conocen con el nombre que Fidel
Castro le dio a toda esa década del 90 del siglo XX, de “periodo especial en tiempo
de paz”, fue tan dura para el pueblo cubano porque su economía se vio totalmente
aislada de la economía-mundo capitalista (la única división internacional del trabajo
existente como se ha dicho), pero también de la región económica a la que se
vinculó y que moldeó su estructura productiva durante 30 años (la URSS y el
CAME) cuando se le prohibió vincularse con la economía capitalista mundial, de la
que formó parte casi desde el mismo nacimiento de ésta, de ahí la correcta
apreciación de que Cuba durante estos 10 años (tal vez un poco más) se vio
sometida de facto a un “doble bloqueo”, uno impuesto y el otro sobrevenido.

Lo que ocurre hoy es que Cuba se encuentra en una situación parecida a la que se
encontró en los años 90; la esperanza que el gobierno cubano tenía en la definitiva
integración a la economía capitalista mundial, impulsada por la facción más
globalista del capital norteamericano representada en el Partido Demócrata, que
restableció relaciones diplomáticas, abrió embajada en La Habana y llevó de visita a
la Isla su representante de turno, el presidente Barak Obama, se ha visto esfumada
con la llegada al poder de Donald Trump, que no solo restablece el bloqueo en su
variante más dura, sino que desempolva el inaplicado artículo III de la Ley Helms
Burton2 que lo hace aún más beligerante. A ello se suma la caída en picado de la
producción de petróleo en Venezuela, con el cual se pagaba la factura de los
cuantiosos servicios médicos que Cuba presta a ese país, a lo que se agrega la
retirada de miles de médicos de Brasil tras la llegada al poder en ese país de
Bolsonaro.

Ante esta situación, en que no se prevé una recuperación de la Revolución


Bolivariana (ni de su producción petrolera, también castigada severamente por EE.
UU., su principal cliente), ni la probable aparición de algún sustituto de lo que fue la
propia Venezuela después del año 2000 y de la URSS desde la victoria de los
guerrilleros de Sierra Maestra en 1959, y hasta sus desaparición en 1991, se abre
ante Cuba el inicio de una cuarta etapa económica, muy parecida a la que se vivió
en la década de 1990-2000, aunque no se prevea tan profunda3 como aquella.

¿Cuáles serían las características de ésta cuarta etapa de la vida económica


cubana?

“Las medidas económicas no llegan solo para resistir el bloqueo, sino que también
buscan el desarrollo del país y seguir avanzando en medio de ese escenario. Con su
implementación pretendemos sacar a flote las capacidades internas de la
economía

Se potencian conceptos esenciales:


Defender la producción nacional

Diversificar y aumentar las exportaciones

Sustituir importaciones

Fomentar los encadenamientos productivos

Potenciar la empresa estatal socialista

Avanzar en la soberanía alimentaria

Potenciar el desarrollo local

Cumplir con la política de la vivienda

Poner la ciencia en función de los problemas de la economía” 4, decía y enumeraba


su ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández, con lo cual imposibilitados de
poder desplegar su desarrollo, sin poder contar con una integración plena al factor
externo, la decisión ahora es volcarse hacia la explotación de sus potencialidades
internas, aunque ésta vez sin amigos externos (como en el caso de
la primera y tercera etapa mencionadas, en las que no predominaba la obtención
de beneficios del tipo capitalista en sus intercambios) y con “socios” foráneos
(tampoco muy abundantes) como a los que acudió en la segunda etapa, que
exigen una exacción de beneficios superior a la tasa media que suele cobrarse
mundialmente5.

Y la otra cuestión importante es saber cuál sería la motivación del pueblo cubano
para hacer frente a esta cuarta etapa, indefinida en cuanto a duración, riesgos y
penalidades a enfrentar.

Para nadie es un secreto la resistencia inclaudicable del pueblo cubano durante los
duros años de la década de 1990 que admiraron al mundo entero; en aquel
entonces Fidel Castro apeló, para llamar a la más estoica resistencia, a las
tradiciones patrióticas y a la ideología nacionalista y revolucionaria, y lo logró, el
pueblo cubano respondió positivamente, de hecho, es uno más entre los grandes
méritos históricos del extinto líder cubano.

Sin embargo, esta nueva etapa que comienza no parece contar con aquella
proverbial disposición hacia el sacrificio y la inmolación como ofrenda al Estado
socialista. La capacidad de abnegación y sufrimiento del pueblo, cubano puesta a
prueba durante los años duros del “periodo especial”, parece haber caducado en lo
fundamental, lo cual no quiere decir que vayan a claudicar, pero es fácil percibir
que, junto al orgullo patriótico convive en su población, y no solo joven como se
cree, una cierta inclinación y propensión hacia el “modo de vida occidental-
burgués”, sobre todo norteamericano que es el espejo donde se miran los cubanos;
de hecho, muchas familias en la Isla sobreviven y/o vacacionan en los hoteles y
balnearios, exclusivos del poder adquisitivo de turistas del primer mundo, gracias a
las remesas y el acompañamiento de sus parientes radicados, principalmente, en
EE. UU.

Aquí es importante recordar, por el gran parecido que tiene con la situación cubana
actual, el importantísimo estudio que el periodista catalán Rafael Poch-de-Feliú
hace en su libro Entender la Rusia de Putin. De la humillación al
restablecimiento, de por qué se disolvió la URSS y se mató allí el comunismo por
los propios comunistas de manera incruenta y sin que el “pueblo soviético”, el
mismo que derrotó al fascismo e hizo de la Unión Soviética una gran potencia,
moviera un dedo para defenderlo.

Y es que el comunismo como sistema en la URSS, en Cuba y donde quiera que se


ha implantado se ha basado “en creencias”, como si de una religión se tratase, pero
a diferencia de la promesa religiosa que “es vaga e indeterminada. La
reencarnación, el reino de los justos y el paraíso son promesas sin fecha, sin
comprobaciones y sin resultados prácticos. Se cree en ello y ya está. Así van
pasando los siglos, es decir no precisa ni demostración ni verificación. Solo fe”, las
promesas del comunismo como “religión laica”, “no solo llevaban fecha de
cumplimiento, sino que además debían ser comparadas en sus resultados prácticos
con los resultados de otras naciones competidoras” 6

Y aquí es donde comienzan los problemas para que los cubanos sigan creyendo en
el comunismo y, en base a esa creencia, estén dispuestos a resistir esta nueva
etapa económica de estrecheces con el mismo estoicismo y desinterés con que lo
hicieron, contenta y masivamente, en los años 90 del siglo XX al llamado de Fidel
Castro. Y es que hay una gran diferencia entre el inicio de la etapa de sacrificio
actual y aquella de hace 29 años.

La disimilitud estriba en que hoy es muy difícil para el comunismo cubano cumplir
las promesas que haya podido venir haciendo, y mucho más complicado hacer que
nuevos ofrecimientos sean cumplibles, puesto que la etapa histórica iniciada en
1959, y que allanó el camino para que la propuesta de inmolación lanzada por el
Comandante Castro surtiera efecto en 1990, no tiene nada que ver con la etapa
que se inicia ahora en 2019.

¿Dónde está la diferencia? Sin menospreciar lo realizado en los primeros 30 años de


la Revolución Cubana, y mucho menos minimizar sus innumerables logros, hay que
reconocer que el nivel de desarrollo económico de Cuba en 1959 era tan bajo y el
de injusticia social tan alto que, a mucho que se prometiera y por poco que se
hiciera, y los revolucionarios cubanos hicieron bastante en materia de derechos
económicos, políticos y sociales durante esas tres décadas, la evaluación de los
resultados por el pueblo sería alta: la población campesina trabajaba la tierra, pero
carecía de su propiedad, en la ciudad predominaban los alquileres onerosos, la tasa
de analfabetismo era elevada, los servicios de salud eran privados y escasos (3 mil
500 médicos para 7 millones de habitantes); mientras que en 2019, quien no
labora un pedazo de tierra en Cuba es porque no quiere, todo el mundo es dueño
de su casa (con independencia del estado constructivo de la misma), no hay
analfabetos, el grado de escolaridad es superior a 11 grados y cuenta con la mejor
cifra de médicos por cada mil habitantes del mundo; niveles y puntos de
comparación que hacen muy difícil, no ya hacer nuevas propuestas, sino llevarlas a
cabo y cumplirlas.

Como decía Poch-de-Feliú para el caso ruso, con esos desarrollos y “resultados
prácticos” constatado, es muy difícil para Cuba en la periferia de la economía-
mundo capitalista dar nuevos saltos hacia adelante, dado que ahora ya no se está
en el bajísimo nivel que se estaba en 1959, y lo más complicado, la elevada cota
alcanzada se hizo por estar precisamente fuera de la economía capitalista mundial,
lo cual fue muy saludable, aunque también muy artificial, porque dentro de ella no
hubiese podido alcanzarla, de hecho nadie de los que integran esa vasta y extensa
área periférica lo ha logrado.

De tal suerte que, paradójicamente, los éxitos alcanzados y la altitud conseguida en


materia económica y de derechos sociales se erigen como quimera para alcanzar
más metas y, en correspondencia, poder prometerlas, con lo cual parece ser que ha
llegado el momento de que se devalúa y erosiona la sacralización de “esa suerte
de religión laica”7 que es el socialismo en la experiencia de Cuba.

El ejemplo más llamativo es la vivienda; de no ser propietarios la mayoría de los


ciudadanos cubanos se convirtieron en ellos, y durante los primeros 30 años
florecieron muchos edificios de apartamentos alrededor de las grandes ciudades, y
hasta pequeños pueblos, de uniforme y horrible aspecto arquitectónico, pero
vivienda al fin y al cabo, y sobre todo asequible, pagable en pocos años y con
intereses bancarios sin ánimo lucrativo, condiciones todas que serían de la envidia
de cualquier hipotecado occidental, pero que también llevarían a la quiebra del
sistema financiero occidental.

¿Qué ocurre en la actualidad? Que resulta imposible para un trabajador cubano


(sea del sector presupuestado, empresarial estatal o privado) edificarse una
vivienda a prueba de huracanes (el mejor indicador para medir lo que en Cuba es
una vivienda sólida). La única manera que tiene hoy un ciudadano cubano para
fabricarse una vivienda es, accediendo a un subsidio, pero para ello tiene que haber
demostrado un estado de la misma (chabola más bien) paupérrimo, haber estado
viviendo en esas condiciones insalubres durante largos y penosos años (a veces
décadas), contar con hijos pequeños viviendo en hacinadas habitaciones, vivir en
piso de tierra, o ser ancianos próximos a irse al “otro mundo” y, sobre todo,
“demostrar” una pobreza extrema y bajos y raquíticos ingresos, solo así,
demostrando y avalando tan humillante situación, el Estado socialista cubano
accede a facilitarle los recursos para que construya su vivienda.

Lo más llamativo de este caso es, que ello no es responsabilidad ni dejadez del
gobierno cubano, sino de que los recursos disponibles para ello son los que son, no
hay otros, por tanto, los escasos bienes para tal fin solo están disponibles para
aquellos que declaren y manifiesten un estado habitacional degradante, bochornoso
y vergonzoso.

En otras palabras, era más fácil hace 60 años expedir un documento de propiedad
de una vivienda propiedad de un casateniente a un trabajador que la alquilaba, que
darle hay los recursos para que se la edifique. Las promesas de hoy son más
complicadas cumplirlas, esa época pasó, y correspondió a una etapa en que los
revolucionarios cubanos transitaban por un período felizmente al margen de la
acción de la ley del valor, la ley rectora de la economía-mundo capitalista, mientras
que hoy están siendo nuevamente aislados de forma parcial de dicha economía-
mundo (la única que hay), pero sin contar esta vez con un refugio, como lo fue en
su tiempo la Unión Soviética o la llegada de Hugo Chávez.

Y lo otro es que los cubanos actualmente tienen puntos de comparación de todo,


antes de 1990 era mucho menor. Hoy visitan la Isla más de 4 millones de turistas
al año que llevan consigo todo el tecno-consumismo occidental, muchos
trabajadores desde sus puestos de trabajo están conectados a internet, y la
población en general también tiene acceso a él, a través de centenares de puntos
con conexión WIFI diseminados por toda la Isla; eso no solo era impensable en
1990, sino que ni existía, pero lo realmente peligroso de todo ello estriba en el
hecho de que, a través de toda la ropa de moda que entra y de toda la bisutería y
aparatejos que se introducen, los “cultos” ciudadanos cubanos no solo no logran ver
que detrás de ellos está el trabajo infantil en India o Bangladesh, sino que los
mismos reflejan la superioridad del capitalismo occidental. No llegan a comprender
que, detrás de los millones de turistas extranjeros que visitan anualmente la Isla,
se esconde el hecho de que, en este mundo solo tienen libertad de movimiento y
derecho a hacer turismo aquellos que vivimos (y no todos incluso) en la zona
central de la economía-mundo capitalista, donde habita solo un 15 % de la
población mundial.

Llegados hasta aquí, cabría la pregunta de qué hacer, qué alternativa tiene Cuba
para enfrentar la nueva etapa que inaugura y se le avecina, y sobre todo, desde
una óptica anticapitalista, qué le falta por hacer.

La estrategia marcada en lo inmediato parece correcta, tiene todo el sentido


común, lo primero que tiene hacer el ser humano es procurarse el pan de cada día,
sobrevivir, con lo cual no puede haber ninguna objeción a lo que hacen, respetando
incluso principios que son un lujo en el mundo de hoy: educación y salud pública
gratuitas8.

La otra cuestión es que más allá de la estrategia de sobrevivencia mínima lanzada


para el corto plazo, la situación de Cuba en el medio plazo no cambiará mucho 9; o
en palabras más entendibles: es imposible romper la estructura económica
asignada por la división internacional capitalista del trabajo en el curso de su
conformación histórica a lo largo de los siglos, nadie lo ha podido jamás, y las
excepcionalidades históricas de Corea del Sur y Taiwán obedecen más a factores
geopolíticos que al funcionamiento regular del sistema; a lo más que puede
aspirarse es a mejorar (aunque sin cambiar sustancialmente) la posición dentro de
la misma, pero para ello, alguno de los otros actores tiene que empeorarla, así ha
sido durante los 500 años de existencia del capitalismo mundial. Un solo ejemplo
ilustra lo anterior: en un país como México, con recursos naturales de todo tipo,
135 millones de habitantes y que posee todos los climas, tipos de tierra y fertilidad
posible, el 40 % de su Producto Interno Bruto lo envían anualmente 12 millones de
inmigrantes radicados en EE. UU.

Lo preocupante de todo esto es que los cubanos sigan sin reconocer que lo que
ellos llaman “socialismo” no es más que una variante de la sociedad mundial
mercantil, con características particulares por la ausencia de un mercado
espléndido y desarrollado, y que lo que han hecho hasta ahora en materia
económica, política y social no excede todavía lo que se considera “de ‘críticas
inmanentes’ insuficientes que apuntan a distribuir y administrar mejor las
categorías de base del capitalismo, y no a abolirlas”10.

La lección que el compañero Robert Kurz nos dio en 1991, a escasos dos años
después de la caída del Muro de Berlín, tienen una vigencia eterna, si de lo que se
trata es de transformar el capitalismo en otro tipo de sociedad y no de reformarlo.
Desde época tan temprana (y hoy ya muy lejana en el tiempo) la escuela crítica del
valor alertó en qué consistía el llamado “sistema socialista mundial”, por qué el
mismo era la “hoja de parra” del sistema capitalista y, sobre todo, por qué “con el
derrumbe del socialismo real desaparece una época entera y se vuelve historia”11

“El movimiento moderno de los trabajadores, tanto como su marxismo con su


correspondiente reflejo teórico, entra en esta constelación del sistema de
producción de mercancías en su inmenso crecimiento, y eventualmente también la
génesis de la versión real-socialista de la sociedad moderna del trabajo, cuyo
colapso acontece frente a nuestros ojos. Atrapado en el horizonte histórico del
ascenso del trabajo abstracto, no pudo superar su carácter autotélico, ni material ni
idealmente.

El ‘mercado planificado’ del Este, ya desde su denominación, no dejó de lado las


categorías del mercado. En consecuencia, en el socialismo real aparecieron también
las categorías fundamentales del capital: salario, valor, lucro (la ganancia en la
administración de empresas). El principio básico del trabajo abstracto no solo
apareció, sino que ascendió al máximo.

¿En qué consistía la diferencia sistémica que ahora comienza a disolverse? El


socialismo real nunca podría abolir la sociedad capitalista moderna. También
pertenece al sistema de producción de mercancías burgués y no disuelve esta
forma histórica de socialización en otra, sino que representa otro nivel de desarrollo
dentro de la misma formación epocal. Lo que prometía una sociedad posburguesa
del futuro terminó siendo un régimen transitorio preburgués y estancado, en
camino hacia la modernidad; un fósil prehistórico del pasado heroico del capital” 12

Porque como decía Anselm Jappe, “para encontrar una alternativa al capitalismo,
hay que preguntarse primero por la naturaleza de la mercancía y el dinero, el
trabajo y el valor -categorías que parecen muy ‘teóricas’ pero cuyas consecuencias
determinan finalmente cada uno de nuestros actos cotidianos-”13

¿Por qué nuestra crítica a los cubanos, aunque no es solo a los cubanos? Porque los
cubanos (y todo el espectro progresista mundial) se están concentrando en lo
inmediato, en el mañana, descuidando las otras temporalidades que existen.

¿Qué queremos decir con esto? Que la vida de todo sistema (recordamos que
vivimos en el sistema-mundo capitalista, el único sistema que hay en el mundo y
en el cual vive el planeta desde fines del siglo XIX) tiene tres temporalidades:
el corto, el medio y el largo plazo (la longue durée de Fernand Braudel, que fue
quien la acuñó).

Mientras todo el mundo se dedica a luchar para sobrevivir, como pueda y en las
mejores condiciones que pueda, en el corto plazo, es decir hoy y mañana, no se le
está prestando la suficiente atención al medio plazo, la temporalidad más
importante de las tres, donde habrá de decidirse cuál será el sistema-
mundo o sistemas-mundo sucesor del actual en el largo plazo, decisión que se
mantendrá dependiente de lo que se haga (hagamos) en la lucha del medio plazo.

¿Qué va a ocurrir mañana? El corto plazo es muy volátil (el querido y admirado
compañero Pedro Prieto lo llama, además aburrido, ‘me aburre cada vez más’ dice
él, algo con lo que concuerdo), casi se puede afirmar que ese corto plazo es
impredecible, ¡pese a su cercanía!; pero el medio plazo (la temporalidad más
importante) se planifica y proyecta, se programa y planea, sin embargo, en
el corto plazo, es decir hoy, mañana y pasado mañana. Aún así, por ningún lugar
se ve que al corto plazo se le esté dedicando tiempo, espacio y todo aquello sobre
cómo queremos que sea ese medio plazo (porque insisto en el largo plazo ya
tendremos el otro sistema, nos guste o no), y lo que se observa es que las fuerzas
progresistas (y disculpen la utilización de tan amorfa y corrompida palabra hoy en
día) carecen de un programa y un pensamiento táctico-estratégico para edificar esa
sociedad que queremos y que tendremos queramos o no en el medio plazo. Esto no
es solo una crítica, es una constatación. Los que se proponen una transformación
social en un momento en que se han derrumbado los paradigmas emancipadores
del siglo XX (sí es que lo fueron, y en algún sentido, dígase lo que diga, en
algo sí lo fueron) lo hacen cuando aún están por delinearse los paradigmas del siglo
XXI. ¿se puede hacer (parafraseando al poeta) camino al andar? Sí, pero eso tiene
sus costos. Por otra parte, entre los que promueven una reforma progresista,
prevalece la noción de democracia sin apellidos, un grave y peligroso error (ya no
digo ingenuo), de querer pretender competir en condiciones de igualdad con los
dueños del mundo14.
Para terminar: la situación es grave y preocupante, pero reversible; grave,
porque con los dueños del mundo, no hay alternativa civilizada posible, harán todo
lo posible por cambiarlo todo sin que cambie nada; preocupante, porque como
quiera que lo hagan, los dueños del mundo captarán el apoyo de los sectores
populares, ya lo hacen (ningún sistema que no se legitime tendrá mucho recorrido,
y ellos, los dueños del mundo, lo saben); pero reversible, porque donde quiera
que esa oligarquía gobierne y se haga del poder, la concentración de riqueza y el
descarte de seres humanos crearán condiciones para nuevos auges de las luchas
emancipadoras. ¡Pero por favor no esperemos a ello!

El anticolonialista cubano José Martí decía que “los malos solo triunfan allí donde los
buenos somos indiferentes”, seamos de esos buenos a los que le es indiferente la
indiferencia.

Notas

* Este artículo está escrito desde la óptica de la “perspectiva de sistemas-


mundo” de Immanuel Wallerstein y la “crítica del valor-disociación” de Robert Kurz
y Anselm Jappe, a cuyas escuelas de pensamiento anticapitalista se adscribe el
autor. Llama la atención que un país como Cuba que ha publicado más de un billón
de libros, no haya publicado aún ningún texto de los autores antes mencionados.

1. Jappe, Anselm. Prólogo al libro del Robert Kurz El colapso de la


Modernización. Editorial Marat. 2016. Página 15.

2. Dicho artículo prevé que los ciudadanos que tenían la nacionalidad


estadounidense cuando se aprobó la ley pueden exigir en los tribunales de Estados
Unidos compensaciones económicas a aquellas empresas que hicieron negocios
sobre los terrenos de su propiedad en Cuba que perdieron, tras la expropiación de
la Revolución Cubana, sin cobrar ni un céntimo. Hasta mayo de este año en que
Trump lo puso en vigor, todos los presidentes norteamericanos suspendieron esta
parte de la ley. Según estimaciones oficiales estadounidenses, podría haber más de
6 mil personas con derecho a reclamar indemnizaciones a Cuba, estimadas en
8.500 millones de dólares.

3. “es necesario que estemos alertas y conscientes de que enfrentamos dificultades


adicionales y que la situación pudiera agravarse en los próximos meses. No se trata
de regresar a la fase aguda del Período Especial de la década de los años 90 del
siglo pasado; hoy es otro el panorama en cuanto a la diversificación de la
economía, pero tenemos que prepararnos siempre para la peor variante”, decía
Raúl Castro en abril de 2019. Discurso pronunciado por Raúl Castro Ruz con motivo
de la proclamación de la Constitución de la República el 10 de abril de
2019. http://www.cubadebate.cu/opinion/2019/04/11/raul-castro-esta-
constitucion-deviene-en-un-legado-para-las-nuevas-generaciones-de-
cubanos/#.XShm4OR7m1s

4. Palabras del ministro de economía de Cuba Alejandro Gil Fernández en la TV


cubana, 2 de julio 2019. Díaz-Canel en la Mesa Redonda: Las nuevas medidas
sólo tendrán éxito si el pueblo las hace
suyas. http://www.cubadebate.cu/especiales/2019/07/02/en-vivo-mesa-redonda-
sobre-nuevas-medidas-economicas-y-aumento-salarial-video/#.XS4HE-R7m1s Las
negritas y subrayados son nuestros.

5. “…lógicamente, ese capitalista que viene a invertir en Cuba corre un riesgo


mayor y pide que se le retribuya. En otras palabras: el riesgo se paga en la
economía. Si usted hace una inversión a riesgo, usted aspira a que la retribución
cubra el riesgo. Usted no puede negociar la inversión extranjera de la misma forma
en que se negocia en Costa Rica, en Jamaica o en otros países que no están
bloqueados.” José Luis Rodríguez, ex ministro de Economía de Cuba. ¿Qué
alternativas implementar ante problemas de la economía
cubana?. http://www.cubadebate.cu/especiales/2019/05/17/como-solucionar-
problemas-urgentes-de-la-economia-cubana-podcast/#.XS4GUOR7m1s

6. Poch-de-Feliú, Rafael. Entender la Rusia de Putin. De la humillación al


restablecimiento. Ediciones Akal. 2018. Página 85. Este libro forma parte de la
importante colección de libros A Fondo, de la Editorial Akal, que dirige el
compañero Pascual Serrano.

7. Poch-de-Feliú, Rafael. Entender la Rusia de Putin. De la humillación al


restablecimiento. Página 85.

8. Los servicios de salud y educación en Cuba son gratuitos en el sentido de que el


ciudadano, independientemente de su nivel de ingresos, tiene acceso libre y
garantizado a los mismos, pero ello no supone que no le cuesten a la sociedad ya
que, ésta tiene que destinar una parte de sus ingresos para cubrir su pago, una
demostración más de que la economía cubana (como en todas partes) funciona
bajo los principios regidos por la división internacional del trabajo capitalista. Los
cubanos no lo esconden, aunque deberían explicarlo a la sociedad, basta decir que,
en la visita a cualquier centro de salud cubano el recibimiento es un llamativo cartel
que dice: Los servicios de salud son gratuitos, pero cuestan.

9. “como bien dice el compañero Fernando Martínez Heredia, ‘el socialismo


economicista no podrá darle una salida socialista y eficaz a la situación actual’,
donde la magia del mercado está tratando de suplantar a la magia de la
planificación, por cuanto que el mercado en líneas generales (y esto debe quedar
claro para todos los cubanos) no resultará un instrumento de bienestar económico
más eficaz para Cuba de lo que ha sido la planificación, puesto que las principales
dificultades económicas de la mayor Isla caribeña han provenido, aún provienen y
previsiblemente aún provendrán, no de sus mecanismos económicos internos, sino
de su posición estructural en la economía capitalista mundial, como parte
integrante de su vasta y extensa área periférica”. Crespo, Rodolfo. Las reformas
económicas en Cuba, los intelectuales contestatarios y la cuadratura del
círculo. Rebelión 24 abril 2014. http://rebelion.org/noticia.php?id=183762)

10. Jappe, Anselm. Prólogo al libro del Robert Kurz, El colapso de la


Modernización. Editorial Marat. 2016. Página 10.

11. Kurz, Robert. El colapso de la modernización. Editorial Marat. 2016. Página


31. Es significativo el subtitulo que lo acompaña. Del derrumbe del socialismo
de cuartel a la crisis de la economía mundial. El libro más importante de
Kurz, Libro Negro del Capitalismo: réquiem para la economía de mercado,
aún permanece inédito en lengua castellana.

12. Kurz, Robert. El colapso de la modernización. Editorial Marat. 2016. Página


45.

13. Jappe, Anselm. Prólogo al libro del Robert Kurz El colapso de la


Modernización. Editorial Marat. 2016. Página 29.

14. No debe olvidarse que “cualquier esquema que se implante (por los dueños del
sistema capitalista) funcionaría en todo caso, a diferencia del elaborado por Keynes
en contra de los requerimientos del proceso de reproducción ampliada del capital.
Con otras palabras, la búsqueda de un paradigma posneoliberal marcha a
contrapelo de la evidencia teórica y empírica existente en el mundo de que es
imposible mantener un esquema de redistribución social de la riqueza, que esté
subordinado a un esquema de reproducción del capital cuyo fundamento es la
concentración aguda y acelerada”. Contribución de la representación del
Partido Comunista de Cuba al debate del documento central del IX
Encuentro del Foro de Sao Paulo. El Capitalismo Contemporáneo y el
debate sobre la alternativa. Cuba Socialista Nº 17, 3ª Época, 2000. ¡Hasta los
mismos cubanos nos enseñaron esto hace 19 años!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia
de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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