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"AÑO DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD"

TEMA:

Enigma y Misterio del Hombre.

ALUMNO:

Janeth Farias Ríos

FACULTAD:

Derecho y Ciencias Políticas

ASIGNATURA:

Filosofía.

CICLO:

III – A2

AÑO:

2019
ENIGMA Y MISTERIO DEL HOMBRE.
Enigma es para sí mismo el ser humano, no menos que todo cuanto lo
rodea. Tratando de encontrar claves para entender el enigma, los
humanos, desde tiempos ancestrales, han ensayado, antes que las
reflexiones más intelectuales de las filosofías y que las más exactas
de las ciencias, esas búsquedas más intuitivas, cargadas de emoción
vital y de recursos imaginativos, que forman el riquísimo repertorio
de las religiones en su larga historia, coextensiva con la historia de la
humanidad.
Quizá buscaban inicialmente aclarar el enigma. Pero fueron
descubriendo, y aceptando, que las claves del enigma sólo se
encuentran, cifradas, en el Misterio. La multitud de esos sistemas de
símbolos hacia el Misterio que son las religiones forma un abigarrado
conjunto, que desconcierta de entrada al buscador de la verdad
última. Pero cabe encontrar un hilo conductor a través de las varias
religiones, que ilumine a la hora de evaluarlas y, eventualmente, tomar
posición personal ante ellas. A ésta, en todo caso, no lleva la mera
objetividad; es decisiva para una toma de posición esa peculiar
“misteriosa” participación personal en el Misterio que es la fe.
Independientemente de las teorizaciones reflexivas que cada religión
hace desde su fe, las teologías, hay aquí un gran campo humano de
reflexión. Es importante la aportación de las ciencias del
comportamiento humano (psicología, sociología). No lo es menos la
fenomenología de la religión, ese intento de comprender desde sí
mismas las estructuras religiosas. Y queda aún el insoslayable papel
de la reflexión filosófica, que, desde antiguo, intenta no dejar sin
pensar nada humano. Pero, ¿hay algo más humano que los empeños de
las religiones? Están, pues, muy justificados, aunque no abunden, los
ensayos hacia una filosofía de la religión.
Las definiciones que del hombre nos ha dejado los grandes filósofos
a lo largo de la historia, no ha logrado descubrir nuestra naturaleza
en toda su integridad; eso se puede deber a que no nos caracteriza lo
que en un momento determinado somos, sino lo que podemos llegar a
ser. Como bien dice García Bacca " es esencialmente problemática, del
mismo modo que nuestra existencia no deja de ser una aventura". Es
como si se tratara de un esbozo en el que siempre falta algo por hacer.
Hubo momentos en la historia en que la razón filosófica trató de
atrapar la naturaleza del ser humano dejándolo reducido a un
concepto abstracto con pretensiones de validez universal. Se apeló a
la racionalidad como rasgo distintivo para distinguirlo del resto de los
animales, pero con el tiempo se fue viendo que el hombre además de
esencia es existencia y que ésta es distinta en cada uno de los
mortales.
Sin duda la autarquía científica a la que llevamos sometidos desde
hace muchas décadas exageró al defender que la ciencia tenía
respuesta para todo y lo vuelve a hacer al decirnos que hay solamente
un tipo de saber y de verdad que es el de las ciencias naturales
experimentales y que no hay otro. Nos sobrarían argumentos para
poder demostrar la falsedad de estos alegatos. La realidad es que a
medida que fueron desapareciendo de nuestro horizonte cultural
tanto la filosofía como la teología la pérdida de todo sentido de lo
humano ha ido "in crescendo" hasta llegar a la penuria extrema en que
ahora nos encontramos.
Tomando buena nota de lo sucedido tal vez debiéramos replantearnos
la cuestión y volver a recuperar la pregunta sobre el hombre y situarla
en los ámbitos que le corresponde, para así poder abordarla con
solvencia después de haber visto como la antropología científica
contemporánea fracasaba en este intento. Cierto es que el misterio
del hombre, inserto en el misterio de Dios, nunca lo podremos
desvelar por entero. Eso lo sabemos, pero al menos se puede aspirar
a dotarle de sentido. Como bien dijera Brentano, desde la perspectiva
teológica seguirá habiendo muchas cosas oscuras en el entorno
humano, pero bastante menos que desde la perspectiva atea. Lo que
no puede hacer el hombre es renunciar a algo que le es connatural,
como es la búsqueda de su propia identidad. No todo está perdido. Con
mayor o menor fortuna tendremos que seguir escrutando en nuestro
interior esas ultimidades que nos mantienen en tensión y nos hacen
vivir una vida propiamente humana.
El fracaso estrepitoso de la razón científica en su pretensión de
resolver los enigmas del hombre no debiera ser el final. No nos
podemos conformarnos con decir que la vida y la muerte carecen de
sentido trascendente por el mero hecho de que no caen dentro de la
órbita de lo experimental. Es preciso que desde nuestras propias
limitaciones humanas lo volvamos a intentar una y mil veces, sabiendo
que somos, como diría Gehlen, seres de carencias que andamos
necesitamos de la realidad de Alguien para sustentarnos en el ser y
que precisamos de su luz para no perdernos en la oscuridad.
Partiendo de la condición de nuestra existencia religada, todo
resultará más fácil de explicar, al menos nos consolará saber que no
estamos solos y que el nihilismo y el absurdo no son la última respuesta
para nuestro mundo; pero sobre todo tendremos una razón sólida para
encarar un futuro de esperanza eso de lo que tan necesitado anda el
hombre de hoy.
Los muchos caminos que nos conducían al hombre se han ido cerrando
y hoy sólo parece quedar en pie un cierto anti humanismo
estructuralista, que sigue clamando por boca de Foucault. Ello quiere
decir que podemos perder toda esperanza en el optimismo científico,
porque el rico arsenal proporcionado por las ciencias humanas como la
biología, la antropología, la psicología, la medicina no nos va a salvar ni
nos va a servir en última instancia para descifrar el enigma humano.
Estaríamos pues de acuerdo con Foucault en admitir la incapacidad de
la ciencia para construir al hombre, disentimos de él no obstante en
su pretensión científica de poder disolverlo. Las ciencias no están
para penetrar las interioridades del hombre, ni para decirnos si la
existencia humana carece o no de sentido, su cometido es mucho más
modesto y hay que tener la suficiente humildad para reconocerlo.

FUENTES:
 https://classroom.google.com/c/MzE3NzI5ODM5OTRa/m/MzM1MTE5MjU4OTha/details
?hl=es
 https://classroom.google.com/c/MzE3NzI5ODM5OTRa/m/MzM1MTE5MjU4OTha/details
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 https://classroom.google.com/c/MzE3NzI5ODM5OTRa/m/MzM1MTE5MjU4OTha/details
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 https://classroom.google.com/c/MzE3NzI5ODM5OTRa/m/MzM1MTE5MjU4OTha/details
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