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MODULO 1 – Introducción al sistema de la moda

1- Conceptos

Moda. Según Gilles Lipovetsky, es una


forma específica del cambio social que no
se halla unida a un objeto determinado,
sino que es ante todo un dispositivo social
caracterizado por una temporalidad
particularmente breve, por virajes más o
menos antojadizos, pudiendo afectar a muy
diversos ámbitos de la vida colectiva. Es
una formación sociohistórica, vinculada en
su nacimiento a la modernidad occidental.
Aunque su germen se desata promediando
el siglo XIV, su pleno desarrollo se da a
partir del siglo XIX.

Sistema de la Moda: En el sentido sociológico, según Lipovetsky, es un organizado conjunto


de frivolidades que ostenta una dinámica en continuo movimiento, que funciona a partir de un
principio constante y regular conformado por el gusto y afán por lo novedoso. Es un sistema
socio-histórico que se consolidó en las naciones industriales de Occidente durante el siglo XX, la
cual rompió con la lógica de la tradición que imperaba desde antaño, permitiendo que el arreglo
personal, el deseo de distinción y la pasión por las novedades se conviertan en una exigencia
cultural autónoma. Desde la perspectiva semiológica, Roland Barthes afirma que es un complejo
sistema de sentido y significaciones, compuesto tanto por objetos-signos (el vestido real y otros
artículos) como por otros signos sociales, que circula a través de los soportes mediáticos como
la prensa gráfica, siendo a partir de la aparición de las publicaciones especializadas su
nacimiento.

Alta Costura. Se trata del sistema de elaboración, comercialización y difusión de prendas


desarrollado desde mediados del siglo XX, con epicentro en Francia. El modisto inglés radicado
en Francia Charles-Frederick Worth es considerado su iniciador. En el otoño de 1857 e invierno
de 1858 funda, en la calle de la Paz de París, su propia casa con dos novedades: mostrar una
serie de modelos inéditos confeccionados con antelación a sus clientas (en antaño se hacían a
pedido) para que ellas puedan elegirlos y que luego se los hagan a medida; y presentar la ropa
con mujeres jóvenes desfilando, las futuras maniquíes. Desde entonces, el sistema de la Alta
Costura se fue desarrollando, regularizando la moda en temporadas, disciplinándola,
internacionalizándola, pasando el poder de creación de la clienta al modisto y generalizando el
gusto por la moda, cargándola de sentido.

Prét-á-porter. Término francés que significa “listo para llevar”. Alude al tipo de colecciones de
indumentaria que se desarrollaron desde mediados del siglo XX (con fuerza en los años ’60) con
producción industrial de calidad y sumando tendencia, y que significaron una especie de
“escalón intermedio” en la organización de la industria de la moda (entre la Alta Costura como
máximo referente del lujo y la producción en serie). El fenómeno tuvo epicentro en Francia,

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pero se fue extendiendo a otros países. Con el tiempo, las marcas de lujo lanzaron sus
colecciones “prét-á-porter”. Su versión norteamericana es el “ready to wear”.

Resort wear o colección Crucero. Es un tipo de colección más chica, intermedia, diseñada
inicialmente por algunas marcas para las vacaciones de invierno en sitios cálidos que
disfrutaban clientas de alto poder adquisitivo (en torno al receso de Navidad en los países del
hemisferio norte). En las últimas décadas el fenómeno cobró fuerza hasta convertirse en los
últimos años en una parada más del calendario internacional de la moda –al que le es muy
funcional al llenar un “bache” entre colecciones-. Así, y tal como desarrollan sus colecciones de
estación, las marcas de lujo fueron potenciando sus “resort wear”. Chanel, de la mano de Karl
Lagerfeld, fue pionera en esto. Hoy, el fenómeno es un negocio que factura cada vez más
millones y a la vez sirve de testeo creativo, debido a que muchas de las prendas de resort wear
se adaptan o mejoran para la colección que le sigue, la de primavera-verano.

Colección cápsula. Una colección más pequeña (generalmente de unas 20 piezas)


desarrollada en relación a un factor diferenciador, dentro de otra mayor.

Diseño de autor. Para Susana Saulquin, el diseño de autor cuenta con una idea fuerza como
punto de partida y la capacidad de usar todos los recursos disponibles para posicionar sus
estilos como imágenes de marca. Más allá de sus inspiraciones se puede detectar una
coherente línea conceptual que organiza y le da sentido a sus proyectos. Esas inspiraciones se
apartan de las pautadas por profesionales especializados en tendencias.

2- Recorrido histórico: La conformación del sistema de la moda

Gilles Lipovestky aborda la moda occidental, desde el siglo XIV hasta el siglo XX, en su libro El
imperio de lo efímero (1987). Para él, la moda, como fenómeno sociológico, es una institución
que forma parte de la realidad social histórica del Occidente moderno, por lo que señala que las
sociedades actuales están reestructuradas por dos características inexorables a la moda y que
componen su lógica: la seducción y lo efímero.

El autor sitúa a la Europa de mediados del siglo XIV como el momento en que comienza a
surgir el sistema de la moda. Es en ese período en que aparece una forma de vestir nueva,
diferenciada en función del sexo, que rompe con la tradición que se venía ejerciendo desde la
sociedad primitiva. Esto permite que la valoración por las novedades se conforme en gusto; lo
nuevo y la dinámica de las variaciones se convierten en principios regulares y constantes de las
culturas occidentales. No sólo el arreglo personal se vuelve esencial en la vida mundana, sino
también el deseo de emular a los innovadores contemporáneos.

Precisamente con el nacimiento de la burguesía, también se pueden encontrar vestigios de otro


proceso sumamente importante en la conformación de las sociedades industriales actuales: la
democratización de la moda. Es en los siglos XVI y XVII cuando aquella busca parecerse, en
apariencia, a la nobleza imperante de esos tiempos, lo que provoca una extensión de tal afán
en otros estratos sociales.

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Sin embargo, la consolidación del sistema de la moda se lleva a cabo en el siglo XX, y con él el
proceso de democratizarla, cuando aparece la industrialización y el desarrollo de las
comunicaciones masivas. Es aquí cuando las distintas clases sociales comienzan a diferenciarse
entre sí mediante la construcción de sus propias modas y sus propias vestimentas, un camino
dado gracias al surgimiento del prêt-à-porter.

No obstante, es significativo resaltar que Lipovetsky toma a la tradición como una época que ha
terminado, rodeada por el desarrollo de valores y aspiraciones individuales. Así es como la
sociedad actúa en el presente, admirando el pasado pero no dejando regirse por él; debido a
que ya no se trata del modelo que hay que respetar y reproducir.

Es el imperio de la moda el que representa esta gran inversión de la temporalidad social,


coronando el predominio del presente por sobre el pasado y el arribo de un espacio social
sostenido por el presente, el tiempo similar de la moda. Para el autor, la moda se nutre del
deseo insaciable que genera lo nuevo, responde al gusto permanente por el cambio y por
último, supone la exaltación por el presente.

La economía del tipo frívola ha extraído de forma definitiva las normas y comportamientos
tradicionales, ha instaurado el espíritu de curiosidad como también ha democratizado el gusto y
la pasión hacia lo nuevo en todos los ámbitos de la existencia y en las diversas capas sociales. A
partir de que lo efímero irrumpe por sobre lo cotidiano, las novedades pasan a ser mejor
aceptadas; en su auge, la economía-moda ha creado un agente social a su respectiva imagen:
el individuo-moda, sin lazos fuertes, movible, con personalidad y gustos variables.

3- Breve introducción a la historia de la moda argentina

Realizamos un repaso por la historia de la moda argentina, con el fin de identificar aquellos
episodios históricos mundiales que afectaron e influenciaron sobre nuestro sistema de la moda.
Para ello tomaremos a la autora Susana Saulquin, que mediante su libro “Historia de la moda
argentina”, nos sirve como guía y apoyo para alcanzar este recorrido.

Así como ningún hecho social ocurre de forma aislada, las transformaciones de la moda se
manifiestan en la sociedad en su conjunto. Entonces, la propia moda es influida por las
modificaciones sociales, políticas e históricas que generan reacciones en cadena.

Si nos situamos en nuestro país, la historia de la moda puede tomar como un largo camino de
trabas y dificultades relacionadas con distintos inconvenientes, como por ejemplo la lejanía
geográfica de los centros productores de moda, las idas y vueltas económicas, conflictos
políticos, ausencia de creatividad y originalidad, entre otros. La autora se refiere a éste último
aspecto al decir que: “Se debe pensar la historia de la moda argentina como imitadora de los
dictados europeos, en primer término, y estadounidenses, luego, puesto que siempre se ha
considerado a lo extranjero como superior” (Saulquin, 2006, p.13).

Pero, es importante aclarar que en el año 1983 la situación se revierte. Con la llegada de la
democracia a la Argentina, se inicia una época de gran creatividad en los diversos ámbitos
pertenecientes a la cultura, como las artes plásticas, el cine, música, indumentaria (aquí
aparece el diseño de autor) y textil. Es justamente en dicho contexto donde se emplea el
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concepto de “diseño”, por primera vez vinculado con la producción de telas y prendas. Para
esto se necesitó que pasara toda la década de los noventa, sumado a la crisis política,
económica y social del año 2001, para que recién comenzara a aplicarse dicho término. “A
partir de entonces se han producido una serie de importantes cambios impulsados, entre otros
factores, por la llegada de una cultura que privilegia la individualidad y que se superpone a la
cultura masiva que ejerció su poder desde 1963” (Saulquin, 2006, p. 15).

Retomando el recorrido histórico y para entender adecuadamente de qué manera se articula la


lógica de la moda (comprendiéndola desde comienzos de la modernidad), es necesario
trasladarse al siglo XVIII. En esta época se suscitan distintos acontecimientos determinantes
que modifican de forma total el orden establecido. Uno de ellos fue la Revolución Industrial,
que tuvo lugar en Inglaterra a partir de 1750. Fue allí donde se produjo una gran producción
agrícola, gracias a la aplicación de los adelantos tecnológicos y que, además, incentivaba la
industria textil. Dicha industria le otorgaba prioridad a la mecanización de la producción de
tejidos para las vestimentas. De esta forma, su economía giraba en torno a la lana y tejidos de
algodón.

Mientras que, por otro lado, se produjo la llamada Revolución Francesa en el año 1789,
momento donde puede identificarse el inicio lento hacia la democratización de la moda con las
ideas de libertad, igualdad y fraternidad.

Del otro lado del mapa, en esa época se creaba el Virreinato del Río de la Plata (1776). Lo que
hoy conocemos como Buenos Aires fue tomando una destacada importancia a partir de la
existencia del virreinato, y esto provocó muchas desigualdades y diferencias en la evolución del
resto de las provincias, debido a que remarcaba la desindustrialización del interior. En este
momento resaltaba la industria textil artesanal y doméstica, porque en las poblaciones del
interior había telares familiares y talleres colectivos donde se trabajaban distintos materiales
como la lana, el algodón, el cáñamo y hasta la seda.

“Dado que en el Río de la Plata la vestimenta no estaba asociada al prestigio de clase,


lo que realmente primaba era la realidad de una sociedad mercantil. Esto provocaba
actitudes peculiares como aquella de no considerar la moda como una inversión
atractiva” (Saulquin, 2006, p.28).

En realidad, la moda comenzó a resultar atractiva recién en 1900 cuando se comienza a


producir una gran movilidad por parte de la sociedad de la época como también los
movimientos migratorios, y un nuevo uso del espacio público.

Entre 1930 y 1949, la Argentina se vio impactada por los totalitarismos imperantes en Europa y
por la crisis económica mundial del año 1929. A su vez, en el país se estaba produciendo un
proceso de inmigración de bolivianos, chilenos y paraguayos. Los inmigrantes acercaron sus
costumbres y patrones culturales a Buenos Aires, donde aún permanecían las huellas de la
inmigración de ultramar.

A lo largo de la década de 1930 se vivió un gran crecimiento en la industria textil nacional, lo


que promovió a un mayor consumo y a una mayor producción de algodón. Cada uno de estos
resultados obtenidos se lograron por la misma incertidumbre que se vivía en Europa a raíz de la
situación política, donde además reinaban las restricciones y carencias: relaciones terminadas
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con el exterior, ausencia de tejidos, desaparición de las industrias. Paralelamente, en Buenos
Aires la moda estaba influenciada por el militarismo de la época, que así instauró el traje sastre
azul, negro y gris como favorito. Una vez finalizada la guerra, los trajes sastre se convierten en
femeninos por medio de modelos entallados, ajustados a la figura.

Específicamente hablando, la gran transformación se produce entre 1914 y 1950 a razón de las
condiciones socio-económicas y tecnológicas. Dicho periodo recibe el nombre de
“democratización de la moda”. Lo primero que comenzó a notarse fue que, de a poco, la moda
pasó de ser un medio de distinción social a convertirse en un medio de adaptación a la vida
social. Y esto se da por dos cuestiones: por una parte, la aparición del prêt-à-porter (hacia 1965
se afianzaba tanto que en 1969, se fusionó con la alta costura); y por otra, al surgimiento de la
producción seriada en gran escala.

“Comenzó entonces un proceso de democratización en el sistema de la moda,


entendiendo por ‘democratización’ la acción resultante de incluir cada año en sus
engranajes nuevos grupos que no estaban incluidos en su juego o que tenían como
función cerrar el ciclo económico consumiendo saldos” (Saulquin, 2006, p.132).

Por otro lado, el accionar de nuevos consumidores conocedores e informados del curso
internacional propio de la moda, estimuló procedimientos de aceleración de la moda lanzados a
partir de la década de los setenta. De esta forma, se logra la consagración de la ecuación
democratización-aceleración que imperará en el escenario de la última mitad del siglo XX.

Al día de hoy, el sistema de la moda trabaja de manera rápida, incrementa constantemente su


tamaño y su funcionamiento es cada vez más sincronizado. Pero, en medio de todo el proceso,
existe una considerable necesidad de recuperar las identidades locales y regionales y poder
acercarle y ofrecerle productos para aquellos usuarios candados de los diseños masivos.

“La Argentina, que ha luchado a lo largo de toda su historia para delinear una identidad
propia, ha comenzado a comprender su realidad. Algunas de sus contradicciones, como
por ejemplo el individualismo extremo y la originalidad – que durante el reinado de lo
masivo eran cualidades negativas, no funcionales- , a partir de 2001 comenzaron a
invertir su signo. Así, la individualidad, plasmada en el diseño de autor, permitió valorar
la originalidad y creatividad, que destacaron nuestro diseño en el mundo” (Saulquin,
2006, pag. 317).

Será durante el lapso del año 2001 que por primera vez en la historia argentina se entrevió la
construcción de una identidad nacional, en el sentido de la moda. Esta figura no se despliega a
partir de íconos culturales (por ejemplo el mate, el tango, el dulce de leche, etcétera), sino que
dicho pasado y sus correspondientes tradiciones, nacen de valores propios y se cristalizan en un
particular modo de ser, sentir y pensar.

Otro de los cambios que se generaron a partir de este proceso consistió en una menor
diferencia entre Buenos Aires y el interior (Mar del Plata, Rosario, Córdoba, entre muchas). Las
provincias del país comienzan a difundir sus acciones descentralizadas y entrelazándose entre
ellas según las necesidades locales, siempre con la intención de alcanzar identidad, tal como se
configura en el mundo de la moda. Es así como, poco a poco, la moda se entreteje con la
cultura de un pueblo y se convierten en una sola.
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De esa estructura cultural es que manan los medios de comunicación, por lo cual puede resultar
lógica la idea de que el desarrollo de los medios y el desarrollo de la moda surjan de manera
sincrónica. Éstos van al sistema de la moda y lo que hacen dentro de ese sistema es encontrar
dónde está la noticia. Y todo esto por la razón de que los medios no pueden desatender ni
ignorar la influencia de la moda sobre una sociedad, o como bien dice la autora: “A través de
sutiles mecanismos de seducción, la moda se impone hasta convertirse en un imperativo de la
vida cotidiana” (Saulquin, 2006, p.8).

Bibliografía

1- Material bibliográfico recomendado

 El imperio de lo efímero, de Gilles Lipovetsky.


Libro publicado en 1987 que comprende la tesis del filósofo y sociólogo francés sobre el
fenómeno de la moda vista desde una óptica socio-histórica. Allí, analiza la moda como
un elemento fundamental en el proceso social en la era posmoderna, la cual hoy se
encuentra regida por el consumo, la publicidad y los medios de comunicación. Esta
lectura no sólo sirve para construir un contexto socio-cultural a nivel global sobre el
tema, sino también para comprender la lógica de la construcción de los discursos
periodísticos sobre la moda.

 Historia de la moda argentina. Del miriñaque al diseño de autor, de Susana


Saulquin.
Se trata de un trabajo de la socióloga argentina publicado en 2006, donde la autora
aborda una multiplicidad de temas relacionados con el universo de lo textil y la Moda en
nuestro país. Detalla la vestimenta urbana desde los tiempos de la colonia hasta la
actualidad, como así también el análisis de las crisis económicas y sus consecuencias en
la expresión o lenguaje de la Moda.

2- Material ampliatorio: Artículos periodísticos

 “El precio de la ropa”, por Alfredo Zaiat, Página 12.


Nota sobre cómo se componen los precios de la indumentaria en Argentina.
Link: http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-202377-2012-09-01.html

 “¿Quién sostiene la alta costura?”, ABC.es


Análisis acerca del consumo de alta costura de clientas de Medio Oriente
Link: http://www.abc.es/20111011/estilo-moda/abci-mujeres-arabes-clientas-alta-
201110111211.html

 “Todo vale, todo cambia”, por Luis Arias, El País.


Nota sobre la influencia y desarrollo de los aspectos comerciales por sobre los artísticos
en el mercado global de la moda.
Link: http://elpais.com/elpais/2015/03/16/eps/1426510335_844377.htm

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