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presenta MALBA
La muestra reúne una selección de cien obras entre pinturas, dibujos, objetos y
esculturas, además de material de archivo inédito resultado del proyecto de
investigación realizado por los curadores.
Las esculturas de la primera sala son cuerpos de hombres desnudos que muestran,
no sólo la habilidad técnica de Pablo Suárez, sino cierta frescura al hacer foco en
las partes íntimas del cuerpo. Los espejos, las miradas sobre los espejos, la
egolatría y la autorreferencialidad es un trabajo sobre el narcisismo que se
anticipó a nuestra época, donde la necesidad de aceptación propia o del otro están
tan presente.
La siguiente sala nos muestra ese momento de inflexión donde retorna a la pintura
clásica. Intimismo y soledad es lo que nos dejan estas obras: plantas, sillas,
espacios vacíos, todos en extrema desolación. La figura humana ya no está, pero sí
su ausencia.
Con la vuelta a la democracia en Argentina, Pablo Suárez retorna a Buenos Aires.
Vuelve el color, la vivacidad y el desborde a su obra. Los cuerpos se desprenden del
plano, en plena exaltación, inaugurando un nuevo espacio. Es entonces, en la
última sala, donde se retoma el desenfado y la exuberancia de la primera, pero
desde otro lugar, el de un artista maduro con una notable experiencia y un claro
sentido conceptual.
Pablo Suárez logró entrelazar lo clásico y lo vanguardista. Polémico, provocador y
critico del sistema del arte, su obra es una puerta hacia la reflexión de los
márgenes, no sólo del campo artístico, sino de nuestra sociedad.
Pablo Suárez
Fue un artista autodidacta. Su único acercamiento académico fue su paso por el
taller de Raquel Forner y Alfredo Bigatti. Tuvo amigos maestros como Germaine
Derbecq, Alberto Greco y Antonio Berni. Comenzó su carrera en los sesenta, en un
intento por instalarse en el informalismo, pero no pudo quedarse porque, como
sostenía Alberto Greco, sus figuras iban emergiendo en sus obras.
En 1965 colabora con Rubén Santantonín y Marta Minujín en la Menesunda y con
ellos, un año después, hacen Un día de nuestras vidas.
Su primera exposición individual fue en 1961, en la Galería Lirolay de Buenos
Aires, donde fue presentado por Alberto Greco. Durante la década del sesenta se
transformó en uno de los protagonistas más importantes del arte de vanguardia
argentino, siendo parte de las Experiencias Visuales del Instituto Di Tella.
Junto a Oscar Bony, Roberto Jacoby, Ricardo Carreira, Margarita Paksa y otros
participó en un proyecto artístico-político cuya manifestación más importante fue
la obra de protesta colectiva ¨Tucumán Arde¨, producida por artistas de Rosario y
Buenos Aires.
En la década de 1980 formó parte de los grupos Nueva Imagen y Periferia, y en la
de 1990 ejerció una gran influencia en los artistas vinculados al Centro Cultural
Rojas y al Taller de Barracas, donde se desempeñó como docente junto con Luis F.
Benedit.
En 1987 obtuvo el Premio Gunther de Pintura, y en 1992 el Diploma al Mérito del
Premio Konex por sus propuestas en el campo de las artes visuales. En 1999
también se le otorgó el Premio Costantini. En el año 2000 se radicó en Colonia del
Sacramento, Uruguay, y muere en Buenos Aires a los sesenta y nueve años luego de
sufrir una larga enfermedad.