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Cuando llegó a la escuela el primer día, Joaquín sintió que los niños y las
niñas del curso lo miraban como si fuera un bicho raro. En realidad, había
algunos que no lo miraban así, pero él no podía verlos, porque tenía los
ojos fijos en el suelo. La maestra acaba de presentarlo al curso, diciendo
su nombre, y, en cambio, él no conocía todavía el nombre de nadie en el
salón. Hasta le daba pena sentarse entre sus nuevos compañeros y
compañeras.
Después de algunos días, Joaquín empezó a darse cuenta de que la
escuela donde estaba ahora era distinta a la escuela en la que había
estudiado hasta antes de cambiarse de casa. Algunos de sus compañeros
y compañeras ya no le decían simplemente “el niño nuevo”, sino que lo
llamaban por su nombre. También él se había aprendido el nombre de
todos sus compañeros y compañeras, pero todavía no había hecho ni un
amigo.
No se había acostumbrado a muchas de las cosas de la escuela. Los niños
de su curso eran casi todos más grandes que sus compañeros en la
escuela vieja, y, en el recreo, casi todos se sentaban a hablar, hablar y
hablar. Solo a veces se paraban a jugar fútbol o bolitas.
También las niñas de su curso hablaban, sentadas en grupitos, lejos de
los niños. Joaquín no sabía por qué hablaban tanto, ni de qué. Tampoco se
atrevía a acercarse a ellas, ni a los niños. Aunque quería participar en sus
conversaciones, no quería que sus compañeros y compañeras pensaran
que era un metido. Se sentaba cerca, y les sonreía, pero parecía que ellos
y ellas no lo veían. Cuando se cambiaban de sitio, él los seguía y se
sentaba a unos pasos de ellos o de ellas, porque le daba miedo quedarse
parado solo en un rincón.
(Adaptado de Nuestra sexualidad juego de vida, Fundación Cresalc)
Reflexionemos y compartamos
Consultemos y debatamos
La etapa de la niñez comprendida entre los seis y los doce años tiene
como uno de sus dos centros de vida la escuela, por ello se le llama etapa
escolar.
En esta época el niño se convierte en un nuevo científico, con notables cambios
en sus formas de pensamiento: observamos su proceso que va desde formas de
pensamiento concreto, que podríamos llamar mágico, hasta llegar al
pensamiento profundo de conceptos e ideas, que denominamos abstracto. Es la
etapa en la que el niño se abre, como una flor, a un completo y maravilloso
desarrollo intelectual, emocional, moral y físico.
Debemos considerar que cada niño que ingresa a estudiar es único y por lo
tanto debe ser tenido en cuenta con sus fortalezas y debilidades,
preocupándonos por estimular sus capacidades. No olvidemos que los niños
son todos diferentes y que cada uno va a su propio ritmo y debemos respetarlo.
Los programas escolares deben fundamentarse en las características,
necesidades e intereses de los niños.
Son los maestros verdaderos espejos en donde los niños se reflejan. Para el
escolar el maestro y los compañeros tienen un gran significado en la vida
del niño hasta el punto que el maestro y la escuela son el segundo escenario de
crianza.
El escolar tiene derecho a saber ¿por qué aprende? al igual que los demás
seres humanos necesita un significado para aprender, es lo que se llama
aprendizaje significativo. Necesita estimularse para que el aprendizaje del
descubrimiento de América sea importante para él. Algunos niños dicen ¿para
qué debo aprenderme la vida y hazañas de tal hombre en la historia? El
aprendizaje debe satisfacer una necesidad por conocer por parte del niño.