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MEDICINA
INTRODUCCIÓN
Este pequeño folleto tiene la finalidad de brindar, al estudiante de Medicina, una ayuda
para el estudio y comprensión de las fracturas.
Como todo trabajo inicial, tiene sus defectos. Tal es el caso de la falta de inclusión de
gráficos, lo que facilitaría más el aprendizaje, pero me fue imposible por cuestiones técnicas.
Si bien es cierto que se trata de algo muy resumido, espero que cumpla con la función
de servir como punto de partida para un estudio más a fondo de este gran tema, la idea es
poder llenar en alguna medida el vacío que existe en el conocimiento de esta parte de la
ortopedia, y que el estudiante en general, nata de la forma más superficial posible.
Creo que por el ritmo de la vida actual, llena de tantos accidentes, es un tema de conocimiento
obligatorio para todo Médico.
Fracturas
Definición: Solución de continuidad de un hueso.
Aunque las lesiones musculo esqueléticas rara vez son fatales en los sujetos sanos, son
importantes puesto que causan a su víctima gran dolor físico, agobio mental y pérdida de
tiempo; es decir, presentan baja mortalidad, pero alta morbilidad.
Además, como resultado de la mayor longevidad, son muchas las personas que
alcanzan hoy la vejez, época en la que la creciente disminución de las facultades y de la
coordinación provoca un aumento de las caídas, y la debilitación senil de los huesos provocada
por la osteoporosis los hace más sensibles a los traumatismos, aún a los más ligeros. En este
grupo de edad de los ancianos, las lesiones músculo - esqueléticas, particularmente si se
tratan mediante reposo prolongado en cama, pueden iniciar una serie de procesos patológicos
que conducen al empeoramiento progresivo del enfermo e incluso a la muerte.
Dado que los huesos están rodeados de partes blandas, las fuerzas físicas que
producen la fractura así como las que resultan del desplazamiento brusco de los fragmentos de
la fractura producen siempre un determinado grado de lesión en las partes blandas. Cuando se
piensa en una factura, es natural que se vea en ella un cuadro radiográfico de un hueso roto, ya
que las radiografías proporcionan semejante evidencia gráfica de la fractura. No obstante, las
radiografías proporcionan evidencia de la extensión de la lesión asociada de las partes blandas
y, por consiguiente, siempre se deben considerar, no solo los aspectos de la fractura, sino
también lo que ha sucedido en los tejidos blandos circundantes.
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Clasificación:
1. Desde el punto de vista etiológico:
a. Según su causa, admitimos: fracturas traumáticas, espontáneas, patológicas y
por fatiga.
Las traumáticas o verdaderas son la mayoría y se deben a violencias externas
o internas bien determinables. Se habla de fractura espontánea cuando el
traumatismo es tan leve que pareciera esfuerzo normal (cambio de posición en
la cama pisar cargando el peso del cuerpo); esto último ocurre en las cadenas
osteoporóticas de las ancianas, determinando fracturas de cuello de fémur.
Se habla de fractura patológica cuando es debida a la preexistencia de un
proceso en el hueso que ha debilitado su estructura. En la práctica estos dos
últimos términos son casi sinónimos. Estas fracturas obedecen a muchas
etiologías (tumores, osteítis, osteomielitis, osteoporosis, múltiples osteopatías,
etc.,). Las fracturas por fatiga o sobrecarga (stress), así llamadas por
comparación con lo que pasa con los metales por "fatiga de material", son más
propias de los soldados que realizan marchas prolongadas, frecuentemente
ubicadas en los metatarsianos, tibia, y en rama isquiopúbica.
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b. Por su extensión: en completas (cuando el hueso afectado en todo su
diámetro queda dividido en dos o más fragmentos) e incompletas. Dentro de
estas últimas debemos citar las de tallo verde.
c. Por su exposición: en cerradas y abiertas o expuestas; estas últimas serán
tratadas más adelante.
d. Por el tipo de hueso: de huesos largos, intermedios, planos y cortos. Los largos
e intermedios son de igual arquitectura.
e. Por su desplazamiento: en fracturas no desplazadas, fracturas desplazadas y
fracturas imputadas (encajadas, engangrenadas, indentadas).
Sintomatología:
La posición articular puede ser típica, como la rotación externa del miembro inferior en
las fracturas de cuello de fémur. Los ejes clínicos pueden estar groseramente modificados,
como a menudo ocurre en las fracturas en tallo verde de los niños (angulaciones evidentes).
La deformación también puede ser típica, como el dorso de tenedor en las fracturas de
extremidad distal de radio (fracturas de Colles). La tumefacción, lo mismo que las alteraciones
de la piel a la inspección (escoriaciones, equimosis, flictenas, etc.) son constantes y dan una
información sumaria de la gravedad del traumatismo.
Vemos ya por lo enumerado en las frases anteriores, lo falaz del diagnóstico de las
fracturas sólo por Rx, sin relacionarla con los hallazgos clínicos. La palpación de todos los
elementos regionales nos dará idea del traumatismo de las partes blandas, lo que es
importante para prever el plazo de inmovilización.
La movilidad activa nos interesa nada más que en el grado indispensable para
comprobar que no existe una complicación vasculo-nerviosa. No se debe de pedir más de eso
en un traumatizado, al cual el más mínimo movimiento le determina violentos dolores. Las
mediciones pueden ser útiles, cuando no se dispone de radiología, para certificar un
cabalgamiento o una luxación con acortamientos segmentarios. No es el momento para un
examen muscular amplio, pero si puede ser útil en casos especiales de ruptura muscular o
tendinosa asociadas, Por ejemplo, elevar extendida la rodilla en el aire para buscar rupturas del
tendón rotuliano (o lesiones equivalentes).
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Formación del Callo
En forma esquemática diremos que de inmediato a la solución de continuidad de un
órgano vascularizado como es el hueso se forma un “hematoma fracturario". Este hematoma,
como el de cualquier otra localización, sufre una "organización por el tejido conjuntivo
vascular” regional, ya sea perióstico, endóstico o de los espacios medulares.
Se establece así un puente entre los fragmentos, el callo fibroso. En este callo fibroso,
en un cierto momento, se comienza a formar tejido óseo alrededor de la trama vascular (hueso
"plexiforme") que pasa a sustituir al callo fibroso y forma el callo óseo primario. Ya cuando el
enfermo se halla curado, la remodelación continua del tejido óseo da lugar al "callo óseo
definitivo", a veces tan perfecto que no pudiésemos afirmar que ahí hubo una fractura.
Clavícula
Figuran entre las lesiones óseas más frecuentes, rara vez requieren de reducción
abierta y muy pocas terminan en pseudoartrosis.
No hay que dejarse vencer por la tentación de tratar una fractura de la clavícula con
reducción abierta tan solo porque el paciente o la familia se opongan a la aparición de una
prominencia ósea en la fractura. La reducción abierta no solo hace más probable la
pseudoartrosis sino que en algunos pacientes la cicatriz que se forma es menos estética que
dicha prominencia.
Una fractura de clavícula puede ser quirúrgica cuando alguna de las siguientes situaciones está
presente:
1. Pseudoartrosis
2. Compromiso neurovascular
3. Fractura del extremo distal con desgarramiento de los ligamentos coracoclaviculares en
el adulto.
4. Una separación amplia y persistente de los fragmentos con interposición de tejidos
blandos.
Escápula
Son raras. La gran mayoría se manejan en forma conservadora, es decir solo con un
cabestrillo por unas tres semanas.
Las que pueden llegar a requerir manejo quirúrgico son las siguientes:
1. Fracturas muy desplazadas del acromion con retracción del fragmento, que invade el
espacio subacromial.
2. Fracturas de la apófisis coracoides con separación acromioclavicular.
3. Fracturas del reborde glenoideo.
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Húmero Proximal
Las fracturas alrededor del húmero proximal en adultos pueden clasificarse en:
1. Fracturas con avulsión de las tuberosidades.
2. Fractura: impactadas del cuello quirúrgico o anatómico.
3. Fracturas desplazadas.
4. Fracturas - luxaciones.
Las fracturas con avulsión de las tuberosidades pueden deberse a diversos mecanismos,
pero casi todas son consecuencia de crisis epilépticas o secundarias a luxaciones
glenohumerales. A menudo se reducen anatómicamente con la reducción dela cabeza humeral
y pueden tratarse conservadoramente. Cuando la tuberosidad avulsionada permanece
separada más de 1 cm se necesita reducción abierta y fijación interna. Las fracturas con
avulsión de la tuberosidad menor o mayor pueden repararse por medio de una acromioplatía o
por vía deltopectoral estándar, mediante reducción cuidadosa de la tuberosidad a su lecho de
origen y fijación con un tornillo u otro medio, según lo indique el tamaño del fragmento, la
conminución o la calidad del hueso.
Las fracturas impactadas se producen casi exclusivamente en ancianos. Rara vez deben de
manipularse o someterse a cirugía para mejorar su posición, pues esto haría probablemente
más difícil la restauración de la función. Como las victimas de estas fracturas tienden a sufrir de
periartritis alrededor del hombro, las mismas deben de tratarse por métodos que permitan
movimiento temprano y pronta restauración de la función. Aun cuando hay gran angulación los
resultados son generalmente mucho mejores de lo que podría esperarse por lo que se ve en las
radiografías.
Clasificación de Neer
En 1970 Neer propuso una clasificación de estas lesiones en cuatro partes. Esta se basa
en el número de fragmentos desplazados (más de l cm de desplazamiento o más de 45 grados
de angulación) y no en el número de líneas de fracturas.
Los cuatro fragmentos posibles son: 1-el segmento articular o el cuello anatómico, 2-la
tuberosidad mayor, 3-la tuberosidad menor y 4-la diáfisis o el cuello quirúrgico.
Las fracturas sin desplazamiento, cualquiera sea el número de líneas de fractura o las
estructuras anatómicas afectadas, son esencialmente fracturas en una parte y pueden tratarse
con un cabestrillo y ejercicios graduales.
La reducción abierta con fijación interna esta indicada en las siguientes situaciones:
No es posible lograr una reducción adecuada por medios conservadores.
Lesiones asociadas de la extremidad requieran movilización temprana.
En fracturas patológicas.
Cuando se asocian a lesiones vasculares mayores.
Cuando se produce parálisis del nervio radial después de la manipulación cerrada. O
aplicación del yeso.
Cuando el tratamiento de las lesiones asociadas hace necesario el reposo en cama.
Trastornos neurológicos graves asociados, como Parkinson.
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Extremo Distal del Húmero
Estas fracturas se pueden dividir de la siguiente forma:
a) Fracturas supracondíleas.
b) Fracturas trascondíleas.
c) Fracturas intercondíleas.
d) Fracturas de los cóndilos (lateral y medial).
e) Fracturas de las superficies articulares (capitellum, epicóndilo, y tróclea).
f) Fractura de los epicóndilos.
El manejo de estas fracturas dependerá del tipo de fractura, este puede ser conservador o
bien podría ser quirúrgico en caso de comprometa las superficies articulares, o no se logre una
adecuada reducción.
Sea cual fuere el método de tratamiento, las lesiones considerables del húmero distal
siempre provocan cierta limitación del movimiento, dolor, debilidad y posible inestabilidad.
Radio y Cúbito
Olécranon.
En los adultos las fracturas del olécranon son comparadas con las fracturas de la rótula;
cuando los fragmentos están separados la reducción abierta y la fijación interna están
indicadas. La reducción debe de ser exacta, porque cualquier irregularidad residual de la
superficie articular causa limitación del movimiento, demora la curación y produce artrosis.
La fijación debe ser bastante fuerte para permitir ejercicios suaves aún antes de que las
radiografías muestren evidencia de unión completa.
Estas fracturas se clasifican de acuerdo al área de la superficie articular de la escotadura del
olécranon afectada por la fractura:
Tipo 1- Afectan el tercio proximal de la Superficie articular.
Tipo 2 Afectan el tercio medio de la Superficie articular.
Tipo 3― Afectan el tercio distal de la superficie articular.
Muchas de las fracturas de la cabeza del radio pueden tratarse en forma conservadora.
Cuando una fractura está un poco desplazada la función es excelente. Son quirúrgicas las
siguientes:
1. Las que tienen gran conminución de la cabeza y cuello.
2. Las del margen que afectan más de un tercio de la superficie articular, especialmente si
la fractura afecta la articulación radio cubital.
3. Las que tienen fragmentos sueltos de hueso en la articulación del codo.
4. Las del cuello del radio con suficiente angulación para interferir con la rotación.
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Fractura de Monteggia
Es una fractura del tercio proximal del cubito con luxación de a caben radial.
Fractura de Galeazzi.
Son fracturas del radio en la unión de los tercios medio y distal, con luxación o
subluxación de la articulación radio cubital distal. Su manejo casi siempre es quirúrgico.
Los músculos bíceps y supinadores, por medio de sus inserciones, ejercen fuerzas
rotacionales sobre las fracturas del tercio proximal del radio. Distalmente el pronador redondo,
que se inserta en la parte media de la diáfisis, y el pronador cuadrado, en el cuarto distal del
radio, ejercen fuerzas rotacionales y angulatorias. Las fracturas del cúbito están afectadas
principalmente por las fuerzas angulatorias, porque el fragmento proximal se desplaza
generalmente hacia el radio. La masa muscular del antebrazo proximal hace difícil mantener la
reducción cerrada. Las fracturas del radio distal tienden a angularse hacia el cúbito por la
acción del pronador cuadrado y la tracción de los músculos largos del antebrazo.
Aunque la consolidación puede lograrse por métodos cerrados, si las malas
alineaciones angulatorias y rotatorias no se corrigen completamente se producirá cierta
pérdida de función y el resultado general puede ser no satisfactorio.
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Radio Distal.
Fractura de Colles
Fractura no articular del radio distal con angulación volar o anterior y desplazamiento
dorsal. Es decir, el fragmento distal se desplaza hacia dorsal y radial. Deformidad en dorso de
tenedor.
Generalmente su manejo es conservador, se realiza reducción cerrada, y se coloca un
mitón corto de yeso en flexión palmar y desviación cubital.
Fractura de Smith
Fractura con angulación dorsal y desplazamiento volar o anterior. El fragmento distal se
desplaza hacia anterior o volar, con desviación radial. Presenta la característica deformidad en
dorso de cuchara Su inmovilización debe de hacerse con un mitón corto de yeso en flexión
dorsal y desviación cubital, previa reducción de la fractura.
Fractura de Barton
Es una fractura intraarticular, en dos o más panes, del tercio distal del radio. Puede ser
dorsal o volar. Generalmente, su manejo es quirúrgico.
Clasificación:
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Una de las clasificaciones más usadas es la descrita por Danis-Weber. Reconoce tres
tipos, dependiendo del nivel de la fractura del peroné, pues entre más alta, mayor es la lesión
de la sindesmosis (articulación tibio-peronea distal), y mayor la insuficiencia de la mortaja
(articulación tibio-peronea-astragalina), y el desplazamiento astragalino.
El tipo B (transindesmal), es una fractura oblicua del peroné que empieza a nivel de la
sindesmosis. Puede haber una fractura por arrancamiento del maleolo interno o romperse el
ligamento deltoideo. Aun estando intactos estos, puede asociarse una fractura del maleolo
posterior. También puede haber una ruptura parcial o completa de los ligamentos
tibioperoneos.
Una reciente modificación de esta clasificación es más precisa, por cuanto los tres tipos
se subdividen de la siguiente forma:
A1: Es una fractura aislada del maleolo interno.
A2: ES una fractura del maleolo interno acompañada de fractura del maleolo externo.
A3: Existe una fractura del maleolo posterior asociada.
Diáfisis de la Tibia
Se discute mucho el tratamiento primario de las fracturas de la diáfisis tibial, y las
opiniones de los ortopedistas se dividen en tres grupos: 1- los que tratan todas las fracturas
por fijación interna primaria, 2-los que tratan todas las fracturas por métodos cerrados y 3- los
que generalmente usan métodos cerrados pero están siempre preparados para la reducción
abierta primaria y fijación interna sí hay indicaciones especificas para ello.
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Mesetas, Platillos o Cóndilos Tibiales
Hay muchas clasificaciones de las fracturas de los platillos tibiales. La más usada es la
de Hohl, quien las clasifico en seis categorías:
Tipo 1: No desplazadas.
Tipo 2: Compresión local.
Tipo 3: Compresión dividida.
Tipo 4: Depresión condílea total.
Tipo 5: Divididas.
Tipo 6: Conminutas.
Además de la lesión ósea articular, las lesiones de los ligamentos cruzado y colateral y
de los meniscos son muy comunes. Las lesiones de ligamentos son más comunes en fracturas
no desplazadas, de compresión local y de compresión dividida, y es conveniente tomar
radiografías de estrés de la rodilla para evaluar estas estructuras.
Rótula o Patela
Las fracturas de la rótula constituyen casi el 1% de todas las lesiones del esqueleto.
Pueden deberse a traumatismos directos o indirectos. La ubicación subcutánea de la rótula
sobre la cara anterior de la rodilla la hace vulnerable a traumatismos directos como cuando la
rodilla se golpea contra el tablero de instrumentos de un auto. Una fuerza indirecta que actúa
violentamente a través del mecanismo rótula-cuádriceps puede provocar fracturas con grandes
desgarramientos en las expansiones capsulares medial y lateral.
Casi siempre las fracturas debidas a fuerzas indirectas son transversales, y las causadas
por traumatismos directos pueden ser muy conminutas. Los efectos más importantes de la
fractura de la rótula son la pérdida de continuidad del mecanismo extensor de la rodilla y la
incongruencia potencial de la articulación femororotuliana.
Las fracturas de la rótula pueden clasificarse en no desplazadas y desplazadas, y
subclasificarse en transversales - que afectan el polo inferior o superior -, verticales, oblicuas o
conminutas.
Las fracturas supracondíleas que no afectan una articulación pueden ser: no desplazadas o
impactadas, especialmente en los ancianos, o desplazadas.
Las fracturas condíleas que afectan la articulación pueden ser: unicondíleas o bicondíleas.
Neer clasificó las fracturas supracondíleas e intercondíleas de la siguiente forma:
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Diáfisis del Fémur
Las fracturas de la diáfisis del fémur figuran entre las más comunes que se encuentran
en la práctica ortopédica. Como el fémur es el hueso más grande del cuerpo y uno de los
principales huesos de soporte de cargas de la extremidad inferior, sus fracturas pueden
provocar una morbilidad prolongada y gran invalidez si su tratamiento no es apropiado. Las
fracturas de la diáfisis del fémur se deben a menudo a traumatismos de alta energía y pueden
asociarse a múltiples lesiones sistémicas.
En adultos todas son quirúrgicas.
Cadera
Las fracturas del fémur proximal y de la pelvis están entre las que encuentra más
comúnmente el cirujano ortopédico. Varios estudios epidemiológicos han sugerido que la
incidencia de fracturas de fémur proximal esta aumentando, como es de esperar puesto que las
expectativas vitales generales de la población han aumentado mucho en las últimas décadas.
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Tipo 3: Fracturas que son básicamente subtrocantéricas, con una fractura por lo menos
que pasa a través del extremo proximal de la diálisis, inmediatamente distal o en el
mismo trocánter menor. El grado de conminución es variable.
Esta clasificación es buena para las fracturas transversales, pero las oblicuas y
conminutas pueden afectar más de uno de los niveles mencionados y deben clasificarse según
el lugar donde se produce la parte principal de la fractura.
Crok describió la irrigación sanguínea del extremo proximal del fémur, dividiéndola en tres
grupos principales:
1. Un anillo arterial extracapsular situado en la base del cuello femoral.
2. Las ramas cervicales ascendentes del anillo arterial sobre la superficie del cuello
femoral.
3. Las arterias del ligamento redondo.
El anillo arterial extracapsular está formado posteriormente por una gran rama de la arteria
circunfleja femoral medial, y anteriormente por una rama de la arteria circunfleja femoral
lateral. Las ramas cervicales ascendentes o vasos retinaculares ascienden sobre la superficie del
cuello femoral en grupos anteriores, posteriores mediales (internos) y laterales (externos);
estos últimos vasos son los más importantes.
Su proximidad a la superficie del cuello femoral los hace vulnerables a lesiones en las
fracturas del cuello del fémur, cuando los vasos cervicales ascendentes se acercan al margen
articular de la cabeza del fémur se forma un segundo anillo menos marcado de vasos, llamado
por Chung anillo arterial intraarticular subsinovial.
Desde este anillo salen los vasos que penetran en la cabeza y se llaman arterias epifisarias,
de las cuales las más importantes son las que forman el grupo arterial epifisario extremo, que
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irriga la parte externa o lateral de la cabeza femoral, destinada al soporte de cargas, estos vasos
epifisarios están unidos por vasos metafisarios inferiores y vasos del ligamento redondo.
En el adulto el grupo individual más importantes el formado por los vasos epifisarios
laterales o externos. En la fractura del cuello femoral con desplazamiento los vasos intraóseos
deben interrumpirse y los vasos retinaculares sobre la superficie del cuello son tenues y están
en peligro. Únicamente los vasos del ligamento redondo no están lesionados, pero se cree que
en el adulto contribuyen poco a la nutrición de la cabeza femoral. De este modo la interrupción
total o parcial de la irrigación sanguínea de la cabeza femoral es muy común en las fracturas
desplazadas del cuello del fémur.
La fractura del cuello del fémur esta situada por lo general en forma totalmente
intracapsular, y como en todas las fracturas intracapsulares el líquido sinovial que baña la
fractura puede interferir en el orden del proceso de curación. Además, el cuello del fémur no
tiene esencialmente una capa de cambio perióstica y, por lo tanto, toda la curación debe ser
endóstica. Estos dos factores, junto con la precaria irrigación sanguínea de la cabeza del fémur,
hacen que la curación sea imprevisible y la falta de consolidación bastante frecuente.
Por su causa, además de las fracturas debidas a traumatismo sin otros estados adicionales,
existen:
1. Fracturas por estrés.
2. Fracturas: patológicas.
3. Fracturas post-irradiación.
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Fracturas de Pelvis.
Las fracturas de pelvis pueden clasificarse en:
1. Fracturas con avulsión de epífisis.
2. Fracturas que afectan el anillo pélvico.
3. Fractura: que afectan el acetábulo.
Casi todas las fracturas de pelvis son estables y responden al tratamiento no quirúrgico,
pero las fracturas pelvianas inestables todavía presentan grandes dificultades para su
tratamiento.
Las fracturas con avulsión de epífisis de la cresta ilíaca, espina ilíaca antero superior o
tuberosidad isquiáticas son comunes en atletas adolescentes y se deben generalmente a
actividades vigorosas como correr o bailar.
Infecciones en Ortopedia
Las infecciones bacterianas piógenas de los huesos y articulaciones continúan
representando una amenaza, tanto para la vida como para el miembro. Aunque los fármacos
quimioterapéuticos y los antibióticos han reducido espectacularmente la mortalidad en las
diferentes infecciones piógenas que afectan al sistema musculo esquelético, la incidencia y
morbilidad de las mismas se han reducido de forma menos espectacular. No hay duda de que
el tratamiento medicamentoso puede enmascarar las manifestaciones clínicas de la infección
sin controlar por completo la lesión local, creando con ello un cuadro clínico alterado.
Incidencia
Al principio de la era de los antibióticos se produjo un notable descenso de la
incidencia de osteomielitis hematógena aguda; sin alguna duda, algunos clínicos predijeron de
forma optimista la erradicación de esta enfermedad sin embargo, posteriormente, la incidencia
casi ha vuelto a su nivel inicial. Este fenómeno, que ha sido parangonado con las infecciones
bacterianas que afectan otros tejidos, queda explicado por la combinación de emergencia de
cepas bacterianas resistentes (en especial Stafilococos) y por la no comprensión y aplicación de
los principios de tratamiento antibacteriano y quirúrgico relacionados con las infecciones óseas
y articulares por parte de muchos clínicos.
La osteomielitis hematógena es principalmente una enfermedad de los huesos en crecimiento
y por lo tanto, de niños.
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Los huesos largos más afectados, en orden de frecuencia, son fémur, tibia, húmero,
radio, cúbito y el peroné; en cualquier hueso, el punto característico de afectación es la región
metafîsaria, posiblemente a causa de la irrigación sanguínea única en esta parte del hueso
durante la infancia.
Etiología
Staphylococcus aureus es, con mucho, el microorganismo causal más frecuente,
responsable al menos del 90% de los casos de osteomielitis hematógena aguda. Su puerta de
entrada suele ser a través de la piel, como consecuencia de rascados, abrasiones, pústulas y
vesículas infectadas; a veces, esa entrada se produce por la mucosa de las vías respiratorias
altas, como complicación de una infección de nariz o de garganta.
Patogenia y Patología
El desarrollo rápido y precoz de la osteomielitis hematógena no tratada se caracteriza
por la presencia de un foco, inicialmente pequeño, de inflamación bacteriana con hiperemia y
edema precoces en el hueso reticular y en la médula de la región metafîsaria del hueso largo.
A partir de los primeros días, la infección atraviesa el periostio y produce una celulitis y,
eventualmente, un absceso de los tejidos blandos. En los puntos en que la región metafîsaria
se encuentra dentro de la articulación sinovial, como en el extremo superior del fémur y del
radio, la penetración del periostio conduce directamente la infección hasta la articulación, con
la consiguiente artritis séptica. En otros lugares en que la región metafîsaria se encuentra por
fuera, aunque fuera de la articulación, con frecuencia se desarrolla un derrame sinovial estéril.
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Mientras tanto, la propagación local de la infección en el interior de la cavidad medular
compromete aún más la circulación interna. La zona resultante de necrosis ósea, que puede
variar en extensión desde una pequeña espícula hasta la totalidad de la diáfisis acaba
separándose, o queda secuestrada del hueso vivo formando, por tanto, un fragmento separado
de hueso muerto infectado: secuestro. La extensa neoformación ósea produce a partir de la
capa profunda del periostio elevado un tubo óseo envolvente, o involucro, que mantiene la
continuidad del hueso afectado, aunque hayan muerto y hayan resultado secuestrados grandes
segmentos de la diáfisis. La lámina epifisaria suele actuar como una barrera contra la
propagación directa de la infección, pero si resulta dañada en el proceso, en fecha posterior se
observará un grave trastorno del crecimiento.
Clínica
El comienzo es agudo y la infección progresa con notable rapidez. Hay una historia de
lesión local reciente en le 50% de los niños; con frecuencia se encontraran signos de infección
bacteriana preexistente, en la piel o también en las vías respiratorias. El primer síntoma es un
dolor intenso y constante cerca del extremo del hueso largo afectado; el dolor se acompaña
con una delicada hipersensibilidad local y escasa propensión del niño a hacer uso de ese
miembro.
Además hay malestar, anorexia y fiebre, como manifestaciones de la septicemia, el
niño parece agudamente enfermo.
La tumefacción de los tejidos blandos es un signo relativamente tardío que solamente aparece
después de transcurridos algunos días y que es indicio de que la infección ya se ha extendido
más allá de los confines del hueso.
Diagnóstico
A pesar de la grave afección local del hueso durante la primera semana de la
enfermedad, e incluso más tiempo, no existe en absoluto ninguna evidencia radiográfica
concreta de infección ósea. Por lo anterior el diagnóstico durante los primeros días es
absolutamente clínico.
La gammagrafía ósea puede ser de mucha utilidad durante la primera semana, en la
cual los RX no ayudan con el diagnóstico.
El leucograma y la VES pueden estar alterados (aumentados), pero a pesar de la
bacteremia subyacente, y posteriormente la de la septicemia, el hemocultivo aislado solo es
positivo aproximadamente en la mitad de los casos.
Los primeros síntomas pueden quedar enmascarados por el uso de antibióticos en
forma especulativa, al creer que se trata de una infección banal.
A1 principio la osteomielitis hematógena aguda, debe de ser diferenciada de la fiebre
reumática, de la celulitis de los tejidos blandos y del traumatismo local en los tejidos blandos o
en el hueso.
Después de la primera semana se debe de diferenciar de lesiones óseas tales como el
granuloma eosinófilo, el sarcoma de Ewing y el osteosarcoma; debido a que las alteraciones
radiográficas de rarefacción metafisaria irregular y de neoformación subperióstica del hueso
son semejantes a dichas patologías.
Tratamiento
La osteomielitis hematógena aguda representa una infección extremadamente grave y
exige un tratamiento ingente y vigoroso. Tan pronto como se sospecha el diagnóstico clínico
sobre a base de los síntomas y signos antes mencionados, el niño debe de ser ingresado en el
hospital para la aplicación de un tratamiento intensivo. Los antibióticos deben de iniciar luego
de tomar muestras para hemocultivos y pruebas de sensibilidad.
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Se debe de seguir un plan de manejo que puede ser así:
1. Reposo en cama y analgésicos.
2. Medidas de sostén.
3. Reposo local de la extremidad afectada con una férula.
4. Administración inmediata de un tratamiento apropiado antibacteriano, no solo para
controlar la bacteremia y la septicemia, sino para llegar a la zona de osteomielitis antes
de que ésta se haya hecho isquémica y, por tanto, inaccesible al fármaco circulante.
5. Si las manifestaciones locales y sistémicas no han mejorado manifiestamente después
de 24 horas de tratamiento intensivo, descompresión quirúrgica de la región afectada
del hueso (evacuación del pus subperióstico, perforación del hueso) para reducir la
presión intraósea y obtener pus para su cultivo.
6. Continuación de los antibióticos durante un período mínimo de tres semanas.
Complicaciones
AGUDAS:
1-Muerte, como consecuencia de la septicemia asociada. 2-Formación de abscesos. 3-
Artritis séptica, en especial de la articulación de la cadera.
TARDÍAS:
1- Osteomielitis crónica, persistente o recidivante 2- Fractura patológica por una zona
debilitada del hueso. 3- Contractura articular 4- Trastorno local del crecimiento en el hueso
afectado, que consiste en un hipercrecimiento por la estimulación de la hiperemia prolongada,
o en el cese prematuro del crecimiento como consecuencia de la lesión de la lámina epifisaria.
Patogenia y Patología
En la fase crónica de la osteomielitis hematógena la lesión anatomopatológica más
significativa y que, al mismo tiempo, impide su resolución espontánea consiste en la presencia
de hueso muerto infectado. A diferencia de lo que sucede con un segmento de hueso muerto
estéril, que es gradualmente revascularizado, resorbido y reemplazado por hueso vivo, el
hueso muerto infectado siempre se separa, o queda secuestrado, del hueso vivo restante
convirtiéndose, por tanto, en un secuestro. Las bacterias son capaces de sobrevivir y continúan
multiplicándose en el interior de los diminutos canales de Havers y de los canalículos del islote
de hueso avascular; el lago de pus que lo circunda impide la revascularización del secuestro y,
por lo tanto no solo protege a sus habitantes bacterianos de los leucocitos vivos propios de la
reacción inflamatoria defensiva, sino también de la acción de los fármacos antibacterianos
circundantes.
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Además, en ausencia de revascularización, el proceso vivo de resorción osteoclástica
del hueso muerto no puede alcanzar el secuestro. Como consecuencia de ello el secuestro que
persiste es como un abrigo para las bacterias y un foco de infección persistente o recurrente.
De este modo no se puede erradicar la infección de forma permanente, hasta que se hayan
eliminado todos los secuestros o bien mediante el proceso natural de expulsión espontánea a
través de una abertura (cloaca) en el involucro y, por tanto, a través de un tracto fistuloso
hasta el exterior, o bien mediante la extirpación quirúrgica (secuestrectomía).
Una zona de infección permanente en el interior del hueso reticulado puede quedar
eventualmente encapsulada y separada del hueso circundante por tejido fibroso, formando un
absceso óseo crónico (absceso de Brodie).
Clínica y Diagnóstico
Durante el periodo de inactividad no existen síntomas. Los músculos son fibróticos y
producen contracturas de las articulaciones adyacentes. La reactividad de la infección se
manifiesta por dolores sordos que empeoran por la noche. Las partes blandas suprayacentes se
vuelven tumefactas, edematosas, calientes, rojas y sensibles. La temperatura puede elevarse
en uno o dos grados.
Tratamiento
La osteomielitis crónica raras veces puede erradicarse completamente hasta que la
totalidad del hueso muerto infectado no sólo ha sido separado o secuestrado, sino también
hasta que no ha sido expulsado espontáneamente a través de una fístula o ha sido eliminado
quirúrgicamente (secuestrectomía).
Complicaciones
1-contractura articular; 2-Fractura patológica; 3Amiloidosis y 4-Alteraciones malignas en la
epidermis (carcinoma epidermoide).
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Osteomielitis Secundaria a Heridas
La infección ósea y articular secundaria a heridas, tanto accidentales como quirúrgicas,
es producida por bacterias patógenas que han llegado directamente a los tejidos esqueléticos
desde el medio ambiente externo. Este tipo exógeno de infección, contrario a lo que ocurre
con el tipo hematógeno o endógeno, puede presentarse en cualquier lugar y a cualquier edad
Las bacterias patógenas pueden llegar a un hueso una articulación a través de diversas
clases de heridas, tales como la herida penetrante producida por un proyectil de gran velocidad
o incluso por una pequeña huida punzante producida por un objeto afilado.
Además, todas las fracturas expuestas y las lesiones articulares resultan evidentemente
contaminadas por bacterias exógenas y, por consiguiente, corren el riesgo de infección grave.
Asimismo, las fracturas y las lesiones articulares que se tratan mediante intervención
quirúrgica pueden resultar infectadas.
Artritis Séptica
Cuando una bacteria piógena invade una articulación sinovial, el resultado de ello es
una artritis séptica aguda (piógena), infección rápidamente progresiva que, a menos que se
trate en forma adecuada, conduce a una grave destrucción de la articulación.
Incidencia
Sigue un camino paralelo al de la osteomielitis hematógena, con la que
frecuentemente esta asociada. La artritis es una enfermedad de la infancia principalmente. Los
recién nacidos son especialmente sensibles.
Durante la infancia los lugares más frecuentes de localización son aquellos en los que
metáfisis del hueso es enteramente intracapsular, a saber, la cadera y el codo. En la vida adulta,
la artritis séptica puede desarrollarse en cualquier articulación, puesto que no guarda relación
con la osteomielitis; la incidencia es mayor en los adultos que reciben un prolongado
tratamiento con adrenocorticoesteroides.
Etiología
El foco más frecuente de artritis séptica en los niños consiste en la propagación directa
de las bacterias piógenas desde la osteomielitis hematógena, localizada en la metáfisis, hasta la
articulación. Por consiguiente, al igual que sucede en la osteomielitis, el microorganismo causal
más frecuente es el Staphylococcus aureus.
Sin embargo, las bacterias, en particular los estreptococos y los neumococos y menos
corrientemente el Haemophilus influenzae y Salmonella sp pueden llegar a la articulación por
el torrente sanguíneo hasta producir en ella una artritis séptica hematógena. En los adultos los
estafilococos, neumococos y gonococos pueden invadir también la articulación sinovial por vía
hematógena como complicación de una infección sistémica.
Anatomía Patológica
La artritis séptica aguda es una infección extremadamente grave, debido a que el
exudado purulento (particularmente el de los estafilococos) se digiere de forma rápida el
cartílago articular. El mecanismo de la destrucción cartilaginosa inicial incluye la digestión
enzimática de la sustancia fundamental amorfa por las enzimas lisosómicas procedentes de los
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leucocitos polimorfonucleares y de las bacterias. Como consecuencia de ello, las fibras
colágenas pierden su soporte y el cartílago se desintegra. El tejido de granulación puede
serpentear sobre el cartílago articular como un pannus, bloqueando su nutrición que procede
del líquido sinovial y produciendo, por tanto, una mayor destrucción.
La cabeza femoral infantil, por ser totalmente cartilaginosa, puede ser destruida por
completo. Las secuelas tardías de la artritis séptica tratada en forma inadecuada, incluyen la
artropatía degenerativa, la anquilosis fibrosa y, a veces, la anquilosis ósea.
Clínica
Suele comprobarse historia de un antecedente de traumatismo e infección.
El dolor aumenta gradualmente de intensidad en el curso de varias horas y llega a ser
eventualmente muy atormentador. Se acentúa por el movimiento articular y, en el caso de la
extremidad inferior, por la carga. Los síntomas generales de la infección aguda están
representados por escalofríos, fiebre, sudoración, malestar general, anorexia y, en los
lactantes, náuseas y vómitos.
El paciente cojea si se afecta la extremidad superior. Por regla general solo se afecta
una articulación. La articulación Se muestra tumefacta, enrojecida, caliente y sensible, y se
presenta en flexión parcial. La tumefacción esta constituida por un aumento del líquido
articular, que llega a enmascarar los puntos de referencia. Los músculos muestran espasmo
protector.
Tratamiento
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Por ser una infección tan destructiva, la artritis séptica, requiere de un manejo
sumamente agresivo.
Debe de tomarse una muestra de líquido sinovial para cultivo y pruebas de Sensibilidad
a los antibióticos y, de inmediato iniciar terapia con antibióticos de amplio espectro.
Además, se debe de drenar todo el líquido articular o pus, dado que este es el principal
problema. Esto se puede lograr con punciones repetidas de la articulación. Sin embargo ésta es
una práctica condenada por algunos expertos, dado que retrasa la verdadera curación de la
infección.
Por otro lado, el drenaje quirúrgico es el más recomendado, porque aquí si se logra
limpiar de forma completa la articulación. Esto también permite la colocación de un drenaje o
de una irrigación continua, para así asegurarse de que no volverá a acumularse pus.
Se debe de tratar de que la articulación afectada Se movilice lo antes posible, con el fin de
evitar contracturas, que podrían ser de muy difícil manejo posteriormente.
PRECOCES:
1 Muerte, como consecuencia dela septicemia asociada. 2 Destrucción del cartílago
articular. 3- Luxación patológica y 4-Necrosis de la epífisis, particularmente en la cadera.
TARDÍAS
1-Artropatía degenerativa. 2Luxación permanente, con una falsa articulación. 3-
AnquiIosis fibrosa y 4-Anquilosis ósea.
Pronóstico
Dependerá de los siguientes factores:
1. El intervalo de tiempo transcurrido entre el comienzo de la infección y el
establecimiento del tratamiento.
2. La efectividad del fármaco antibacteriano contra la bacteria causal especifica.
3. La dosis del fármaco antibacteriano.
4. La duración del tratamiento antibacteriana.
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