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Índice
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Epílogo
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Sinopsis
Ella mantiene un secreto que cambiará la vida de él para siempre...

Acepté el contrato, incluso cuando conocía al sujeto del blanco. Años han pasado, y
ya no me importa nada; excepto por el dinero que encontrará su camino hacia mi cuenta
bancaria. La mira se fijó sobre su cuerpo, un cuerpo que una vez conocí íntimamente, y
no sentí nada. Subí el martillo sobre el gatillo. Los recuerdos valían nada, menos que
nada. A tres pasos de la marca, dos pasos, un paso...

No podía hacerlo. Mi dedo se negó a jalar el gatillo.

Necesitaba saber más. ¿Por qué ella estaba en mi lista? Lo que no sabía era que
mantenía un secreto, uno que pondría mi mundo de cabeza.

Tengo que saber por qué ella no me lo dijo; incluso si eso significa que el siguiente
blanco esté sobre mí.

*El material en este libro está dirigido para mayores de 18 años. Puede contener temas para
adultos, incluyendo contenido sexual explícito, groserías, uso de drogas y violencia.*

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Capítulo 1
Constantine
Robyn Vaughn, ella era mi contrato más reciente. ¿Cómo demonios se había metido
en mi lista? Mi lista estaba reservada para gente mala; gente muy mala que hacía cosas
malas a personas peores y que ahora estaban pagando por ello con sus vidas. La Robyn
que solía conocer, la que recordaba con recuerdos agridulces, nunca se habría mezclado
con cosas similares al jefe de las drogas, Gabriel Salvatore.

Pero habían sido casi seis años desde que la había visto; dos semanas después del
baile ella se había marchado sin una palabra.

Dios mío, Robyn Vaughn...

Una sonrisa se arrastró sobre mis labios mientras mi mente se disparaba de regreso a
la noche del baile. Esa noche había sido su primera vez y estuvo tan nerviosa. A pesar de
mis deseos de arrasar con ella, me había tomado mi tiempo, asegurándome que fuera
una experiencia especial y memorable para ella.

―Entonces, el jefe quiere que acabes con esto para el fin de la siguiente semana
como último límite. ―Miré al otro lado de la mesa, al hombre que estaba
contratándome en nombre de Gabriel. Era un sujeto alto, delgado y de aspecto grasiento.
No me había agradado desde el momento en que se sentó frente a mí. Lucía como si
estuviera a un corto golpe de una sobredosis. Nada que perder allí.

Chasqueando mi lengua sobre mi paladar, lo consideré un minuto antes de hacer


una pregunta que nunca hago. Involucrarme en el porqué de un blanco no hacía mucho
bien.

—¿Qué es lo que hizo?

—¿Eso importa? ―respondió él.

Normalmente, no lo hacía. Normalmente. Mi trabajo era simple, tomar el contrato y


ejecutarlo. Punto. Conseguía la paga por el trabajo y nunca miraba atrás. Cuando
estabas en mi línea de trabajo, hacías el trabajo e ignorabas la cobertura de los medios
sobre el objetivo, si había alguna. Te decías a ti mismo que simplemente estabas sacando
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la basura y eso era todo. Muchas de estas escorias estaban bien limpias en la superficie,
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pero no era hasta que comenzabas a pelar las capas que descubrías la oscuridad que
tenían en su interior. Sabía esto y es por eso que nunca había dudado en jalar el gatillo.
Mi mente se disparó al pasado y vi la imagen del cabello rojo vibrante de Robyn,
disperso alrededor de su cabeza, sobre las almohadas blancas de la habitación barata de
hotel que renté; aunque a ninguno de los dos nos importó. Sus mejillas levente pecosas
habían sido de un resplandeciente carmesí mientras bajaba del orgasmo que le había
dado con mi lengua y labios.

La chica que una vez conocí nunca se habría involucrado con personas similares a Gabriel
Salvatore, pensé, la incredulidad en esta situación todavía corriendo a través de mi mente.
Ella había sido tan santita. Cómo siquiera se había involucrado con alguien como yo en
ese entonces, había sido una sorpresa para mí. ¿Quizás ella tenía una cosa por los chicos
malos y criminales en entrenamiento? Si ese era el caso, entonces su fetiche por ellos
había sido una muy mala elección en la vida, que no terminó conmigo.

—Eh. Hermano. ¿Tomas el trabajo o qué? No tengo todo el día para seguir esta
mierda contigo. No eres el único dispuesto en la ciudad, hermano. —Él retiró la mano
que estaba extendiendo hacia mí, junto con el sobre que contenía la primera mitad del
dinero de mi paga. Conseguía la mitad ahora y la otra mitad después de confirmar la
muerte.

Me estiré y agarré su muñeca, jalándola de regreso hacia mí y arrancando el sobre de


dinero de su asquerosa mano. Abriendo el sobre, eché un vistazo y asentí. Ellos no se
atreverían a timarme, así que contarlo no era necesario.

Golpeando la esquina del sobre encima de la mesa, miré al hombre. Chico, me


gustaría hacerle un favor al mundo y poner una bala entre sus ojos. Él como que era un
pedazo de mierda. Incluso lo haría gratis. Pero el blanco no estaba sobre él… aún.
Quizás algún día, en el futuro, iría todo como un vigilante y le haría un favor al mundo,
sólo que no hoy. De hecho, las probabilidades tampoco eran para mañana. Pero quizás
un día.

—Sólo dime lo que hizo. Como una cortesía profesional. —Me obligué a sonreír.
Joder, odiaba actuar todo agradable con esta escoria.

Él bufó. —Bien. Ella jodió con el jefe y sabe mierdas que no debería saber. Eso es
jodidamente todo lo que necesitas saber.

Hmm. Me recliné en el banco cubierto de vinilo café, y miré alrededor de nosotros,


rascando mi barbilla, la cual albergaba una barba de un par de días. La pequeña cafetería
estaba desierta, con excepción de nosotros y una joven pareja al otro lado de la
habitación. Eran jóvenes, de la edad que Robyn y yo teníamos cuando estábamos juntos,
mirándose mutuamente como si el mundo empezara y acabara con la otra persona. Tan
ingenuos. Caí en esa trampa una vez; ya nunca más.
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—Bien. —Empujé el sobre en el bolsillo interior de mi chaqueta y me puse de pie,
saliendo del cubículo.

El imbécil se paró también y luego se inclinó hacia mí.

—No arruines esto o el siguiente objetivo que ordenemos será por tu cabeza.

La rabia me llenó. ¡Cómo se atreve esta pequeña rata a amenazarme! Agarrándolo


por el frente de su flacucho cuello, lo levanté en el aire y lo golpeé contra la mesa. La
mesa rechinó, pero soportó su peso y la fuerza de su cuerpo. El murmullo silencioso de
la pareja en la otra mesa se detuvo y podía sentir sus ojos sobre nosotros.

Me incliné sobre él, mis labios cerca de su oído mientras gruñía—: Nunca, JAMÁS,
te atrevas a amenazarme de nuevo. Si lo haces, te rastrearé, cortaré tu lengua y la meteré
por tu culo.

Jadeó y se ahogó cuando mi agarre se apretó, mientras sus manos intentaban sacar
mis manos de su cuello. Mi agarre alrededor de su cuello era como un tornillo. Él no iba
a librarse hasta que yo fuera bueno y estuviera listo para liberarlo.

—¿He sido claro?

Dejó de retorcerse y elevó la mirada hacia mí, con odio en sus ojos.

—Parpadea dos veces si entiendes. —Apreté mi agarre sobre su cuello, al punto en


que sus ojos estaban cerca de saltar de su cabeza.

Dudó y luego, parpadeó dos veces.

***

Ajusté los binoculares mientras veía a Robyn a través de la ventana de su cocina,


desde el techo del edificio contiguo. Su apartamento estaba en una parte de Brooklyn
sucia e infestada de crimen. Ella sobresalía como un pulgar hinchado en esta área.

La mujer que solía conocer era una inocente chica de una familia de clase media de
Long Island, donde nosotros crecimos. Nosotros no tanto, más bien ella; yo había
rebotado por todas partes de Nueva York desde el momento en que tenía cinco años.

Pero ya no era esa chica.


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Ahora, todo en ella gritaba dinero, con la excepción del antro en el que estaba
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viviendo. ¿Por qué vivía en un área decadente cuando estaba usando marcas como
Chanel y Gucci? La Robyn que recordaba ni siquiera habría conocido esas marcas. Era un
maldito milagro que no haya conseguido que la robaran o la mataran sólo por pasear por
el vecindario. Su única salvación, imagino, debe ser que los potenciales ladrones deben
asumir que eran imitaciones decentes. ¿Por qué demonios estaba viviendo ella aquí,
cuando podría sólo haber regresado a casa de sus padres? Seguramente, tenía a alguien o
algún sitio al que ir.

La rata dijo que ella había visto y sabía algo que no debía…

Sacudiendo mi cabeza, bajé los binoculares y abrí el estuche que alojaba mi rifle de
francotirador. Viajar por la carretera de los recuerdos no me haría ni un poco
malditamente bien. Todo lo que conseguiría eso sería joder con mi cabeza. Era mejor
sólo acabar con esto y continuar con mi vida. Ella estaba en mi lista, lo que significaba
que no era la persona que solía conocer; probablemente, ella no había sido esa persona
por un largo tiempo.

La gente cambia. Yo era un típico ejemplo de cómo la vida podría tomar un giro
serio para peor. Cuando era un bebé mayor, estaba seguro que las esperanzas para mí, de
mi difunta madre, eran que fuera un doctor o abogado, algo de lo que ella podría estar
orgullosa. Asesino a sueldo ni siquiera estaría en los primeros diez.

Me tomó menos de un minuto montar el arma y levantarla sobre el borde. Poniendo


mi ojo en la mira, apunté el arma hacia ella, alineándola en mi mirilla.

Tenía un tiro perfecto. Mi dedo se deslizó sobre el gatillo y esperé un momento. Ella
no era la mujer que una vez conocí, si lo fuera, entonces no estaría en este desastre. Pero,
¿ella era culpable de algo? ¿O este era un caso de lugar equivocado en el momento
equivocado?

Tragando un nudo formándose en mi garganta, reuní mi determinación. Sólo tenía


que terminar con esto. Ella era un objetivo, como cualquier otro objetivo. El hecho de
que teníamos un pasado juntos no significaba nada. Mi dedo se dobló sobre el gatillo.

¡JALA el gatillo, MALDICIÓN!

No podía. Relajando mi agarre sobre el rifle, me enderecé de mi posición agachada.

Algo no estaba sentándome bien sobre toda la situación y simplemente no podía


ignorar mi instinto. Sólo tenía un poco más de una semana para completar el contrato.
Este era el día uno, así que aún tenía seis días. Seguro, tenía un tiro perfecto ahora, pero
ella no parecía irse a ningún sitio. Había sido lo suficientemente fácil de encontrar; no
podía haber sido más fácil que te dieran la dirección del objetivo. Eso me hacía
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preguntar por qué me habían contratado y no usaron uno de sus propios matones.
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Suspiré, entornando mis ojos mientras la miraba fijamente. Nunca me había sentido
tan conflictuado sobre un blanco antes. Estaba molestándome porque esto no era nada
más que una demostración de simple debilidad.

Son tus emociones metiéndose en tu cabeza, intervino una voz en lo profundo de mi


mente. Consideré la posibilidad. La voz podría tener razón, pero había una necesidad
más fuerte dentro de mí de descubrir si ese era el caso ciertamente. Llámalo
responsabilidad profesional.

Eso es basura, intervino la voz.

Recogiendo mi arma, comencé a desmontarla y puse el rifle de regreso en su estuche


negro acolchado con cubierta dura. Tenía mucho tiempo. Quizás, la acecharía un poco
mañana y me sentiría mejor al ver de lo que era capaz. Tal vez, incluso me encontraría
con ella accidentalmente, si incluso me hablaba después de todos estos años; no
habíamos dejado las cosas exactamente en buenos términos.

Esto es peligroso, Constantine, sólo termina con esto, me gritó la voz. La ignoré. Lo único
que conseguiría al chocarme con ella accidentalmente sería un poco de claridad en la
situación a tratar.

No es nada personal, sólo negocios, gritó la voz de nuevo.

Debí haber hecho una pequeña búsqueda en Google sobre ella antes de siquiera venir
aquí. No era exactamente mi protocolo normal hacer una búsqueda profunda del blanco.
Investigar las vidas personales de los objetivos hacía más personal la prueba y facilitaba
el riesgo de que tu mente se nublara, haciendo más difícil hacer el trabajo que se te
asignó. Pero esto ya era personal, así que al diablo. Agarrando mi estuche, me fui y me
dirigí a casa. Era hora de hacer algo de investigación de antecedentes sobre mi ex
amante.

***

Robyn
Corriendo hacia abajo por las escaleras de la estación del metro, casi me torcí el
tobillo mientras golpeaba el último escalón y mi tacón se quedaba atascado en un
pequeño hoyo del escalón de metal.
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—¡Demonios! —me quejé, levantándome y continuando a lo largo de la plataforma


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y al metro.
Tenía una cita importante que no podía perder con un agente del FBI, llamado
Gavin Truss. Había estado hablando con el FBI por bastante tiempo ahora. Sólo para ser
clara, yo no me había acercado a ellos. Me encontraron no mucho después de que me
mudé de la casa de Gabriel Salvatore, sin embargo, casa era un eufemismo; era una
hacienda enorme en Nueva Jersey. Había pasado los últimos años en una vida de lujo,
pero ese lujo venía con un precio: un precio que ya no estaba dispuesta a pagar y fui
demasiado ingenua para notarlo, hasta que fue demasiado tarde.

Empujándome a mí misma tan rápidamente como podía ir en los tacones a lo largo


de la plataforma, liberé un suspiro de alivio cuando entré al metro. Seguro, habría otro
tren viniendo en cinco minutos aproximadamente, pero el tiempo era lo principal y el
agente Truss era mi contrato a una nueva vida. Desde que me gradué de la preparatoria,
mi vida había sido una montaña rusa de subidas y caídas. Quería y necesitaba liberarme
de todo ello, un comienzo nuevo, y el agente Truss era mi boleto dorado.

Las puertas comenzaron a cerrarse justo cuando un alto hombre de cabello oscuro se
deslizó por allí, casi siendo aplastado entre ellas, su espalda hacia mí cuando entró de
lado para lograrlo. Retrocedí un paso, haciendo espacio para él.

—Vaya, por un pelo, ¿no? —dijo él, mientras se volteaba hacia mí, con un indicio de
una sonrisa sobre sus labios.

Mi respiración se atascó mientras observaba al hombre frente a mí, y juro que mi


corazón dejó de latir por un momento. Parpadeé y sacudí un poco mi cabeza.
Seguramente, no era quien creía que era. Mi boca se abrió, pero la cerré cuando las
palabras fallaron al salir de ella.

No, no podía ser…

Pero lo era.

Miré profundo en sus deslumbrantes ojos azules, ojos que, mientras que
normalmente eran de un azul zafiro, tendían a volverse gris en la luz adecuada. Pasé
horas, demonios, días, de mi vida mirando fijamente esos ojos. Pero, a pesar de cuánto
aprecié el tiempo que pasé mirando esos ojos, había esperado nunca verlos, o al hombre
que los tenía, de nuevo.

—Hola, Robyn. Ha sido mucho tiempo.

Las palabras aún se negaban a salir de mí.


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Capítulo 2
Constantine
La sorpresa en su rostro era invaluable; hizo que mi sonrisita se volviera una gran
sonrisa. Sin duda alguna esperaba no volver a verme de nuevo. Nadie que huye del
hombre al que dice amar después de darle la virginidad, sin mucha explicación o un
adiós, espera verlo nuevamente. Sin embargo, estaba destinado a pasar. Incluso en una
ciudad tan grande como Nueva York, la gente tiene una forma de encontrarse entre sí,
eventualmente. Solo sucede que esta vez no fue un accidente.

—Constantine… —Sus ojos verdes se veían enormes mientras me miraba fijamente,


su tez pálida. Casi me sentí mal por ella, casi. Pero aquí está el problema, ella se alejó de
mí. Me había enamorado de ella y se llevó mi frágil corazón de diecinueve años y lo
aplastó bajo sus zapatos de tacón hace seis años. Nunca la perdonaría por eso, pero
tampoco había sido capaz de olvidarla, sin importar cuanto intenté follarla fuera de mi
sistema con cualquier chica que se cruzó en mi camino.

—Mundo pequeño. —Mi mirada se fijó con la suya mientras el vagón del metro
subterráneo se sacudió hacia adelante, haciéndola tropezar en sus tacones. Estirando la
mano, agarré su brazo por encima de su codo para ayudarla a estabilizarse. Una vez que
logró equilibrarse, quitó su brazo de mi agarre, una mirada de molestia en su expresión.

—Yo… eh. —Pasó una mano por su ardiente cabello rojo, que se decoloraba en
puntas negras. ¿Creo que las mujeres lo llaman ombré? Vi mientras sus dedos pasaban por
sus sedosos mechones. ¿Era una locura que todavía pudiera recordar lo suave que era su
cabello? Me acerqué inconscientemente a ella y la esencia de su champú provocó mi
nariz… aroma a fresa. Era el mismo olor que recordaba de tantos años atrás.

Encontrarme con ella cara a cara había sido una mala idea. Debí haber completado
el trabajo y terminado con él. Pero no había anticipado la avalancha de recuerdos que
bombardearían mi mente sólo por estar frente a ella. Era como si los años hubieran sido
arrancados y nuevamente fuéramos adolescentes.

—¿Cómo has estado? —le pregunté, genuinamente interesado.

—Bien. —Rompió el contacto visual conmigo y miró alrededor nerviosamente.


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Parecía que estaba buscando la forma de alejarse, pero no podía, no en un vagón en


movimiento. Le gustara o no, estaba atascada conmigo por, al menos, el próximo
Página

minuto.
—¿Qué has estado haciendo todos estos años? —Ella había tenido tantos sueños y
aspiraciones. Quería ir a la universidad. Era una experta en física y matemáticas. ¿Había
logrado sus sueños? De alguna manera, no lo creía. Si lo hubiera hecho, no se habría
metido en este lío para empezar.

Robyn se movió nerviosamente de un pie a otro, pero levantó sus ojos para
encontrarse con los míos. Una sonrisa se extendió por sus labios, pero era una sonrisa
forzada y nerviosa.

—Ummm. Sólo…

El vagón bajó su velocidad y se detuvo, las puertas se abrieron.

—Lo siento, esta es mi parada. —Ella se escabulló a mi lado y salió por la puerta sin
esperar mi respuesta.

No iba a dejarla ir tan fácilmente. La perseguí en la parte inferior de las escaleras


hasta la salida del metro, fácilmente la alcancé.

—Resulta que también es mi parada.

Me miró, sin frenar sus pasos mientras subía por las escaleras para salir de la
estación.

—Oh. —Me dio una sonrisa forzada y asintió.

—Parece que tienes mucha prisa, ¿cuál es el apuro? —Era bastante sorprendente lo
rápido que podía subir las escaleras con los impíos tacones altos que llevaba puestos. No
podía estar seguro de si su velocidad estaba alimentada por la necesidad de llegar a
dondequiera que se dirigía o por su deseo de alejarse de mí. Lo más probable es que
fuera un poco de ambos.

—Tengo una cita —dijo en tono práctico cuando alcanzamos la cima de las
escaleras y salimos a la calle—. Y voy a llegar tarde.

—Estaba pensando que tal vez podríamos tomar una taza de café y ponernos al día.
Felizmente esperaré hasta que termines.

Dejó salir un suspiro, deteniéndose y girándose para enfrentarme directamente,


molestia en su rostro.

—Aprecio que te quieras poner al día. Realmente lo hago. Pero mi vida es frenética
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justo ahora. —Su expresión se suavizó—. Creo que sólo debemos dejar el pasado en el
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pasado. No creo que algo bueno vaya a resultar de nosotros tomando un café después de
todos estos años. —Su expresión se suavizó un poco más y vi lo que imaginé fue un
destello de pesar en sus ojos—. Sin embargo, fue bueno verte.

Nuevamente, no esperó a que yo respondiera. Se giró y se fue por la calle, su


vibrante cabello rojo y negro volando alrededor de su cabeza cuando una ráfaga de aire
la golpeó.

No iba a escaparse así de fácil. Seguro, la dejaría ir, pero planeé seguirla.
Dondequiera que planeaba ir, se movía como si el diablo mismo estuviera sobre sus
talones. Pero, por otra parte, considerando que Gabriel Salvatore la quería muerta,
estaba tan cerca como una persona podría llegar a tener al diablo sobre sus talones.

Caminando detrás de ella, mantuve una buena distancia, manteniéndome fuera de


vista. Ya que yo medía 1,92 mts. no era la tarea más fácil mantenerme oculto, pero había
dominado el arte de ser sigiloso y mezclarme durante los últimos años. Volvió a mirar
por encima de su hombro varias veces, como si sintiera que la seguían. Se veía tan
paranoica, también me encontré mirando por encima de mi hombro y alrededor de
nosotros, por si acaso. Nadie parecía estar siguiéndola, aparte de mí, claro está.

Robyn caminó dos cuadras y se escabulló entre la gente antes de girar en la esquina
y darle la vuelta a la cuadra. Para cuando llegué a la esquina, ella había desaparecido.

—¡Mierda! —maldije alto. Al mantenerme demasiado atrás, potencialmente la había


perdido.

Caminando hasta la mitad de la cuadra, estuve a punto de rendirme y regresar a su


apartamento para esperarla ahí cuando la vi en la cafetería, estrechando la mano de un
hombre alto y esbelto con el cabello corto y grisáceo, de unos cincuenta años.

Hmmm. No reconocí al hombre, aunque realmente no esperaba hacerlo. Sin


embargo, algo sobre el hombre no me sentó bien y mantuve mi atención pegada a los
dos. Se sentaron en una mesa pequeña para dos personas. Después de un momento, el
hombre se levantó y caminó hacia el mostrador, presumiblemente para ordenar café.

Rápidamente, me escondí detrás de un camión de comida y ordené un perro


caliente. Usando el camión y la pretensión de comer mi perro caliente como cubierta, los
observé mientras el hombre se sentaba de vuelta con dos tazas en la mano, deslizando
una a través de la mesa para ella. Deseaba poder ser capaz de escuchar sobre lo que
estaban hablando, pero la conversación no se veía divertida o de coqueteo, parecía
intensa. Lo que fuera que estuvieran diciendo era serio.
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Tal vez si el matón de Gabriel me hubiera dado más información sobre por qué
estaba tras de ella, me hubiese dado una pista; por desgracia, no lo había hecho.
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Comiendo mi último pedazo de perro caliente, ordené un refresco y continué mirando


otros veinte minutos. Periódicamente, Robyn miraba hacia afuera, ansiedad en su
expresión, como si sintiera que estaba siendo observada.

Después de aproximadamente veinte minutos, ambos se levantaron y se fueron por


caminos separados. Sin embargo, esta vez no seguí a Robyn; sabía a donde iría ella
finalmente. Por lo que podía decir, lo que la tenía tan apurada ya había pasado. En
cambio, seguí al hombre con el que ella había tomado café, manteniéndome a una
distancia segura. Cuanto más lo seguía, más estaba convencido de que este hombre era
más que un amigo o un conocido de negocios. Caminaba alto y orgulloso, con los
hombros hacia atrás y la cabeza arriba, como si hubiera tenido entrenamiento militar.
Después de viajar unas cuantas cuadras a pie, entramos en la estación del metro y lo
tomamos hasta que llegamos a una parada en el distrito financiero.

Hmmm. Mi ceño fruncido se intensificó a medida que continuaba siguiéndolo a pie.


Tal vez, después de todo, yo estaba equivocado sobre él. Con certeza no esperaba
terminar en esta área de la ciudad. Sin detenerse, el hombre eventualmente desapareció
en uno de los edificios. Mientras él entró, otros dos salieron, ambos usando trajes negros
con auriculares. Dando una mirada más a los dos hombres, quienes habían salido del
edificio donde el hombre misterioso había entrado, noté lo que parecía ser el estándar de
las pistolas de 9mm en una funda bajo sus sacos, mientras una ráfaga de viento atrapó el
borde del saco desabrochado de uno de los hombres. No podía estar completamente
seguro de que era una pistola 9mm, pero estaba muy confiado.

Y si tenía razón, entonces eran federales.

Mierda y doble mierda.

Las piezas del rompecabezas comenzaron a caer en su lugar para mí. Robyn era una
informante, eso o una infiltrada. O al menos en proceso de serlo, si ella hubiera
renunciado a toda la información que querían, estaría bajo custodia ahora y fuera de
peligro. Debía estar reteniendo su información hasta que le ofrecieran un trato que
considerara aceptable, o querían algo de ella que requería que permaneciera en el juego.
Aunque si Gabriel se salía con la suya, iba a ser una soplona muy muerta antes de que
eso sucediera. Pasé mi mano por mi cabello y suspiré mientras doblaba la esquina de la
cuadra y me dirigía a la estación de metro más cercana. ¿Ahora qué? Si ella
efectivamente era una informante, como suponía que era, entonces eso significaba que
no era mala después de todo. Puede haber sido alguien que se metió en una situación
que la superó y no sabía en qué se estaba metiendo hasta que fue demasiado tarde.

Así que me pregunté por segunda vez, ¿y ahora qué?


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Entrando en el vagón, decidí que sólo había una cosa que podía hacer. Necesitaba
hablar con Robyn. La secuestraría y haría que me hablara si tenía que hacerlo.
Página
Independientemente de cómo tuviera que hacerlo, de una forma u otra obtendría las
respuestas que quería.

Decidiendo que no tenía tiempo que perder, volví a Brooklyn y al edificio donde
vivía Robyn. Mientras viajaba en el metro de regreso a Brooklyn, reflexioné sobre cómo
abordar esto. Podría accidentalmente toparme nuevamente con Robyn. Tal vez, sería
más receptiva a hablarme una segunda vez.

Dejé salir un suspiro exagerado. ¿A quién engañaba? Si ella estaba hablando con los
federales, lo último que quería era la complicación de un ex novio en su vida,
especialmente uno al que había dejado sin una palabra. Sin duda, ella sólo me alejaría si
intentaba el acercamiento más casual.

Cuando el metro llegó a mi parada, que resultó ser a solo a dos cuadras de su
apartamento, se me ocurrió la mejor idea que pude bajo estas circunstancias. Iría a su
apartamento y permanecería en el pasillo junto a su puerta hasta que volviera a casa. No
era la mejor idea, pero eso es lo que tenía. Siempre podía entrar en su apartamento y
esperarla allí, pero si llevaba una pistola, corría el riesgo de recibir un disparo antes de
que pudiera sentarme a hablar con ella. Ella estaba nerviosa, asustada y temerosa, y si
era inteligente, estaría haciendo las maletas. Sé por un hecho que, si yo fuera ella, no
estaría vagando por las calles desarmada, no después de enfadar a gente con la que
alguna vez estuvo asociada.

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Capítulo 3
Robyn
—Gracias, Diane, aprecio que estés haciendo esto por mí. —Intenté darle a mi
vecina, una anciana que vivía en el apartamento frente a mí, veinte dólares, pero ella los
rechazó con su mano. Considerando lo apretada que estaba de dinero justo ahora, estaba
agradecida de que ella no aceptara el pago, así que no insistí.

—Sabes lo mucho que me gusta pasar tiempo con este pequeño. —Alborotó el
cabello oscuro de mi hijo de cinco años, Austin. Él hizo una mueca y se apartó de la
mano de Diane. Odiaba cuando le alborotaban el cabello, pero Diane nunca parecía
notarlo y considerando que había sido una bendición para mí desde que me mudé al
edificio, ciertamente no iba a desanimarla. Siempre que necesitaba algo, cualquier cosa,
estaba allí para mí. Y de todos los momentos en mi vida que necesité ayuda, este era el
momento en que más lo necesitaba.

—Gracias —dije nuevamente, mi gratitud genuina, mientras nos daba a mí y a


Austin otra sonrisa, giraba y salía del apartamento.

Cerré la puerta detrás de Diane, me volví y miré a Austin.

—Así que, ¿te divertiste hoy?

—Vi algo de televisión. —Él se encogió de hombros—. ¿Cuándo vamos a ir a casa,


mami?

Suspiré mientras lo cargaba, le di un beso en su frente y lo llevé al diminuto cuarto


que ahora era de él. Era muy distinto de la inmensa habitación que había tenido cuando
estuvimos viviendo con Gabriel. La finca inmensa que poseía Gabriel era a lo que
Austin estaba acostumbrado y no a un diminuto apartamento infestado de ratas como en
el que estábamos ahora.

Pero tuvimos que irnos. Cuando la verdad sobre el hombre que creí que conocía y
amaba salió a la luz, no había forma de que hiciera la vista gorda. Acepté tanto, soporté
mucho estando con él, pero me convencí de que era por Austin. Cómo había sido tan
estúpida durante tanto tiempo era un misterio para mí. Siempre me había enorgullecido
de ser una mujer inteligente, pero parecía que cuando se trataba del amor y las
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relaciones, era la mujer más estúpida de la tierra.


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—Es hora de ir a la cama.


—¡Mami! Son solo las ocho de la noche.

—Lo sé, y las ocho es tu hora de dormir.

—Papi me dejaba estar despierto hasta más tarde.

Gemí por dentro. Gabriel era el único padre que Austin conocía. Se convenció a sí
mismo de que Gabriel era su padre y yo no lo había corregido. Él sabía que tenía un
papá biológico, pero lo más que sabía era que su padre biológico había fallecido. En
retrospectiva, dejarle creer eso había sido un error; pero, por otra parte, yo ya había
cometido muchos errores de mierda en mi vida, ese era sólo otro que añadir a la larga
lista.

Al entrar en su habitación, lo puse en la cama.

—Bueno, pa… —Me detuve y me corregí—. Gabriel no está aquí ahora.

Se retorció debajo de las mantas. Diane había sido lo suficientemente buena como
para tenerlo ya en pijama cuando llegué a casa. Ella realmente era una bendición.

—¿Cuándo regresaremos a casa?

Habíamos estado en este apartamento ya cerca de dos meses, pero Austin se negaba
a considerarlo hogar.

—Ya te lo he dicho. Estamos comenzando una nueva vida. —Lo halé a mis brazos y
le di un abrazo—. Solo tú y yo contra el mundo.

—Pero… —Comenzó a protestar, pero pareció decidirse en contra. Soltándolo, miré


sus ojos azules, réplicas exactas de los de su verdadero padre.

—La vida va a mejorar, lo prometo. —Aparté un mechón de su oscuro cabello de


sus ojos—. Lo prometo.

Finalmente sonrió y asintió con la cabeza. —Está bien, mami.

—Bien. —Inclinándome hacia adelante le di otro beso—. Qué duermas bien...

—… no dejes que las chinches te piquen —Terminó por mí.

Me reí, aunque en este lugar las chinches sin dudas eran una posibilidad. No hubo
ninguna hasta ahora, pero ciertamente no me sorprendería. Al levantarme de la cama,
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me acerqué a la puerta, le soplé un beso, apagué la luz y cerré la puerta firmemente


detrás de mí. Él estaría dormido en cinco minutos. Nunca había conocido a nadie que
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pudiera dormir tan bien como él podía.


Pero tal vez, esa era la belleza de ser joven e inocente, no había estrés ni
preocupaciones. No podía recordar la última vez que fui capaz de descansar mi cabeza
en la almohada y simplemente quedarme dormida. La mayoría de los días, me tomaba
un par de dosis de Nytol1para poder descansar, como mínimo.

Cruzando la sala de estar, entré en la cocina y saqué un refresco de vino de la


nevera. Quité la tapa y la aventé en la encimera, dando un gran trago de la botella.
Mientras entraba de vuelta en la sala, mi mente divagó de vuelta hacia el incidente en el
metro subterráneo más temprano hoy.

Constantine Bateman. Mierda, había pasado años intentando sacarlo de mi mente,


pero era un ejercicio inútil. ¿Cómo podías olvidar a alguien cuando cada día de tu vida
ves su reflejo en los ojos de tu hijo?

Respuesta: No podías. Pero lo superé. Tal vez, un día sería capaz de, finalmente,
olvidarlo para siempre. El tiempo sanaba todo, ¿no era así como dice el dicho? No había
tenido suficiente tiempo, pero maldita sea, habían pasado seis años, ¿cuánto tiempo era
necesario realmente? Verlo de nuevo pareció regresarme al principio y las heridas que
sentí cuando tomé la decisión de dejarlo en primer lugar se sentían crudas una vez más.

Me dejé caer en el sofá raído y encendí el televisor. El sofá y la televisión, todos los
malditos muebles eran usados, venían con el apartamento. Cuando dejé a Gabriel, me
fui con nada aparte de varias maletas de ropa y un par de baúles de ropa de Austin y sus
juguetes. En su defensa, yo no había llegado con mucho cuando entré en la relación.
Gabriel dijo que guardaría nuestras cosas para cuando volviéramos corriendo a él. No
era común de él ser amable, te lo aseguro. Fue en gran parte un soborno y en parte su
actitud arrogante, como si supiera que iba a regresar corriendo hacia él. Pero regresar,
eso nunca ocurriría; me fui por una razón. Me fui porque desperté de la fantasía que él
había tejido para mí. Demonios, la fantasía que yo había tejido para mí misma. En
alguna parte de la línea, me había convencido de que el abuso que soportaba era normal.
Rara vez puso una mano sobre mí, pero siempre había amenazas subyacentes. Un
Gabriel enojado no era un hombre con el que alguien quisiera estar.

Yo había sido una maldita estúpida y lo peor es que había arrastrado a mi inocente
hijo al fuego conmigo. Algunas veces, me preguntaba si incluso merecía al hermoso niño
durmiendo en la otra habitación. ¿Cuántos errores podía cometer una persona antes de
que lo perdiera todo? Sabía que debía estar acercándome el límite.

Encontrando una comedia protagonizada por Jason Bateman, puse el control remoto
en la mesa de café y tomé otro trago de mi refresco de vino. Era sabor a fresa y kiwi, me
encantaba, fácilmente mi favorito. No es que fuera una bebedora para empezar.
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1
Nytol: Antihistamínico que se usa para aliviar los síntomas de las alergias, la fiebre del heno y el resfriado
común. También se usa para prevenir y tratar las náuseas, los vómitos y los mareos causados por el
movimiento. También se puede usar para ayudar a relajarse y conciliar el sueño.
Fácilmente, podría tomarme varios de estos en una sentada y ponerme borracha sin
darme cuenta. Eran tan dulces que era fácil poder engañarte a pensar que eran jugo
simplemente.

Estaba empezando a interesarme en la película cuando llamaron a la puerta.


Suspiré. Estábamos en un edificio cerrado con seguridad, así que debía ser uno de los
vecinos en la puerta. Tal vez Diane olvidó algo, o tal vez era la chica al otro lado del
corredor, que constantemente pasaba esperando pedir prestado esto y lo otro.
Honestamente, pensarías que ella tenía la idea que yo era el 7-Eleven de cosas gratis o
algo. Estaba comenzando a hacerme enojar en serio. Apenas tenía suficiente dinero y
cosas para vender para mantenerme a mí y a Austin, ¡mucho menos a los vecinos que
preferían desperdiciar su dinero que comprar comida!

Levantándome del sofá, caminé hacia la puerta. A mitad de camino hacia la puerta,
dudé. ¿Qué tal si no era uno de los vecinos? ¿Qué tal si era uno de los hombres de
Gabriel? ¿Tal vez él había descubierto lo que iba a hacer? Una sensación de temor y
presentimiento surgió dentro de mí. Sabía que era un riesgo hablar con el FBI, pero ellos
se acercaron a mí y no pude evitar escucharlos. Tal vez debí haberme ido solo con
Austin e intentar salir de ello. Pero además de tratar de obtener un contrato de
arrendamiento gratuito de por vida para nosotros dos, estaba tratando de hacer lo
correcto. Gabriel detrás de las rejas era lo correcto.

Los golpes persistían, ruidosos y fuertes. Golpes que sin duda estaban siendo hechos
por el puño de un hombre. A pesar de mi ansiedad sobre quién podría estar al otro lado
de la puerta, corrí los últimos metros, asustada de que los golpes pudieran despertar a
Austin.

Mirando por la mirilla de la puerta, me quedé boquiabierta cuando vislumbré al


hombre al otro lado de la puerta. Era Constantine. Rápidamente, retrocedí de la mirilla.
Como si fuera a importar. Racionalmente, sabía que no podía verme. Pero aun así…

¿Qué diablos estaba haciendo él aquí?

Arrugué mi nariz mientras me dirigía de vuelta a la puerta y continuaba mirando a


través de la mirilla. ¿Cómo diablos supo dónde encontrarme?

—Esto es importante, Robyn. Déjame entrar. Tenemos que hablar. —Los golpes en
la puerta persistieron.

¿Hablar? ¿De qué podríamos hablar? Jadeé. ¿Y si sabía lo de Austin? ¿Quién podría
haberle dicho? Miré por encima de mi hombro hacia el dormitorio de Austin.
19

—Robyn, abre.
Página
Su voz hizo que devolviera mi atención a la puerta. Austin tenía el sueño pesado,
rara vez se despertaba en medio de la noche. Mientras estuviéramos tranquilos,
Constantine ni siquiera necesitaría saber de Austin. Lo dejaría entrar, lo escucharía y lo
despacharía. Lo más probable era que sólo quisiera recordar. Además, si él era como
cuando habíamos sido jóvenes, no iba a rendirse hasta que abriera la puerta y le diera lo
que quería.

Me sorprendí al ver mis manos temblando mientras quitaba la cadena y el cerrojo,


abriendo la puerta. Tomando el picaporte de la puerta, respiré hondo y lentamente
exhalé. El plan había sido nunca volver a ver a Constantine, pero debí haber sabido que,
un día, este momento llegaría. Dios, una confrontación con Constantine era lo último
que necesitaba en mi vida ahora.

Abriendo la puerta, obligué una sonrisa en mi rostro mientras lo miraba fijamente.

—Constantine. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Necesitamos hablar —exclamó escuetamente mientras pasaba delante de mí y


entraba a mi apartamento sin ser invitado.

—Guau, disculpa, pero no recuerdo haberte invitado a entrar —le dije, plantando
una mano en mi cadera y mirándolo, dejando la puerta abierta para que sacara su culo
hacia el pasillo. ¡Cómo se atreve! Tuvimos algo antes cuando éramos adolescentes, pero
¡eso ya había terminado!

—Me invité solo —dijo sobre su hombro al entrar en la sala de estar, sentándose en
el otro extremo del sofá—. Siéntate. Necesitamos hablar.

Dudé en la puerta, sin estar segura de qué hacer. ¿Debería exigirle que se fuera o
debía averiguar lo que era tan importante que sintió la necesidad de localizarme y entrar
en mi casa? Mirándolo a los ojos, vi una mirada de urgencia. Esta no iba a ser una visita
rápida, parecía que tenía algo que realmente necesitaba decir. Lo que sea que lo trajo
aquí era importante.

—Está bien. —No lista para cerrar la puerta todavía, decidí hacer mis preguntas
desde la puerta abierta—. ¿Cómo supiste dónde vivo? —Dejé escapar una risita
nerviosa—. ¿Me seguiste a casa o algo así?

—No exactamente.

Mi ceja se alzó mientras lo miraba fijamente.


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—¿Qué quieres decir con no exactamente?


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—Me fue dada tu dirección hace unos días.


Busqué en mi cerebro, tratando de averiguar quién podría haberle dado mi
dirección. Había muy pocas personas que sabían dónde vivía, ninguna de las cuales
Constantine conociera; rompí los lazos con todo el mundo de nuestro pasado hace
mucho tiempo. Las únicas personas serían mis padres, pero vendieron su casa y se
mudaron a California hace varios años. No es que yo tuviera mucha comunicación con
mis padres de todos modos, no la había tenido durante muchos años. Constantine no era
el único al que perdí cuando salí de Nueva York, con un bebé empezando a crecer en mi
vientre.

—Por tu marido.

Mi corazón se hundió en mi estómago y de repente me sentí enferma.

—¡Oh, Dios mío!

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Capítulo 4
Constantine
Tal vez no debí haber entrado en su casa como lo hice, pero si me hubiera quedado
allí jugando a las veinte preguntas con ella, estaríamos aquí toda la noche y el tiempo era
esencial. Tenía cinco días para completar el objetivo. Por lo que yo sabía, Gabriel había
contratado a un segundo sicario. No es exactamente adecuado o probable, pero posible.

No estaba dispuesto a tomar ese riesgo.

Dicho esto, tal vez a lo largo de los años, ella se había vuelto tan retorcida como él y
estaba recibiendo lo que había provocado. Tomaría esa decisión después de tener una
charla con ella. Ojalá pudiera leerla tan bien como podía cuando éramos adolescentes.

No la viste irte como si tú lo hubieses provocado, se entrometió una voz en lo profundo de


mi cabeza. Mi mandíbula se apretó mientras pensaba en ello. Sin adiós, nada, ella sólo
se marchó. Me había pasado meses, sino años, preguntándome qué había pasado y por
qué había hecho lo que hizo. Pensé que estábamos enamorados...

—Mi marido... Ummm —Se movió incómoda de un pie al otro, todavía de pie junto
a la puerta abierta. Dejó escapar una fuerte bocanada de aire e inclinó la cabeza—. Sí.

—Necesitamos hablar.

—Esto no tiene sentido —Pasando una mano por su cabello, cerró la puerta, cruzó
la habitación y se paró en el extremo del sofá—. No nos hemos visto desde hace seis
años; ¿cómo sabes eso?

—Siéntate, Robyn. Como he dicho, tenemos que hablar.

Ella plantó una mano en su cadera y me fulminó con la mirada. —El encontrarnos
esta tarde no fue un accidente, ¿verdad?

Suspiré, sujetándome la nuca y dándole un apretón. Los músculos estaban


insensiblemente apretados; necesitaba un masaje de tejido profundo. —No, no lo fue. —
Señalé al sofá—. Siéntate. —Estaba poniéndome nervioso de pie como estaba.

—¿Me has estado acechando? —Se negó a sentarse.


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Me levanté del sofá tan rápidamente que gritó y dio un paso atrás. Agarrándola por
los brazos, la hice girar y la obligué a sentarse en el sofá. —Siéntate y te explicaré.
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¿Sabes? Incluso después de todos estos años todavía tienes un problema con hacer lo que
te dicen.

—¿Cómo te atreves a entrar en mi casa...?

Inclinándome, puse mi mano sobre su boca. —Sólo cállate por un minuto. No he


venido aquí por mi salud. Quiero verte tanto como estoy seguro de que tú quieres verme.
—¡Dios, esta mujer! ¿Por qué todo tenía que ser tan malditamente difícil con ella? Había
pasado tanto tiempo durante los últimos años obsesionado con todas sus buenas
cualidades que olvidé los pocos rasgos que solían molestarme hasta la muerte.

Su frente se arrugó, el viento aparentemente se redujo de sus velas.

—Asiente con la cabeza si me entiendes.

Ella vaciló un momento, la ira se encendió en sus brillantes ojos verdes, y luego
asintió. Robyn era una pelirroja natural y tenía el temperamento típico de uno.

—Bueno, ahora estamos llegando a algún sitio —Dándole un asentimiento, me


senté de nuevo en el otro extremo del sofá—. Así que, tengo algunas preguntas para ti y
estoy seguro de que tienes tantas, si no más, para mí.

Ella no respondió. Tomé su respuesta no verbal como acuerdo. —Bueno. Bueno —


Pasé mi mano por mi cabello y tomé un minuto para reunir mis pensamientos. En mi
camino aquí, tenía todo un discurso preparado, junto con una lista de preguntas. Todo lo
que había formulado en mi mente se disipó mientras la miraba. Todo el enojo había
desaparecido de su expresión y ahora todo lo que veía era el miedo a medida que el color
se drenaba de su tez.

Me dio un momento antes de hablar. —¿Qué sucede aquí, Constantine? Estás


trabajando para Gabriel, ¿verdad?

Me encogí de hombros. —No diría eso exactamente.

—¿Qué quieres decir con eso? —Su voz se quebró mientras hablaba y su cuerpo
comenzó a temblar—. ¿Por qué trabajas para él?

Parecía tan pequeña y frágil. Lo único que quería hacer era empujarla a mis brazos,
acariciarle el cabello y decirle que todo iba a estar bien, como lo había hecho tantas
veces en el pasado. Pero no tenía idea de si iba a estar bien. Necesitaba saber qué sabía y
qué planeaba decirle al FBI. Puede que ya les haya dicho, aunque no lo creía.

—Bien, te daré respuestas, pero necesito que seas honesta primero.


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—Umm. Está bien. —Puso sus manos en su regazo y entrelazó sus dedos, pero
Página

siguió moviéndose, levantándome la vista con confusión y sospecha—. ¿Qué quieres


saber?
—¿Qué está pasando contigo y Gabriel?

Ella frunció el ceño. —Nada. Quiero decir... Estábamos casados.

Levanté una ceja hacia ella. —¿Entonces están divorciados?

—No exactamente. Lo dejé hace casi dos meses; estoy trabajando en conseguir un
divorcio. Lo presenté y él, por supuesto, disputó el divorcio. Estoy segura de que está
disputando el divorcio solo para hacer de mi vida un infierno, como si ya no hubiera
hecho lo suficiente. Ahora, voy a tener que luchar una batalla legal que no puedo
permitirme luchar y lo sabe. No le pido nada más que mi libertad. Él puede obtener los
mejores abogados. Yo puedo obtener ayuda legal... Tal vez... Estoy trabajando en
conseguir ayuda legal ahora. Sólo quiero ser libre. Debería haber salido hace mucho
tiempo, diablos, nunca debería haberme reunido con él en primer lugar. Pero en
retrospectiva, uno es un genio para verlo, ¿verdad?

Mi corazón se hundió, sólo un poco. No sé por qué, no habíamos estado juntos por
mucho tiempo, pero lo hizo. Robyn... casada. Si tuviera que hondear profundamente en
por qué estaba inquieto acerca de ello, podría ser porque hubo un punto en mi vida en
que había pensado hacer a Robyn mi esposa. El pensamiento de que otro hombre tenía
lo que yo quería y no tenía, me llenó de remordimiento y rabia. Se suponía que era mía.
¿Por qué se casaría con un hombre como él cuando yo le hubiera dado todo lo que era?
Había arriesgado todo para empezar una vida con ella, hace tantos años. No tenía
sentido.

—¿Por qué lo está discutiendo? —¿Podría Gabriel no saber nada acerca de las visitas
de Robyn al FBI y simplemente quería que la mataran porque si él no podía tenerla
nadie más podría?

—Porque Gabriel nunca pierde.

—¿Y?

—Y lo dejé. —Gimió en voz alta, cayendo hacia atrás en el sofá y cerrando los ojos.

Esperé, observando sus amplios senos subir y bajar, mientras le permitía reunir sus
pensamientos. Cuando volvió a abrir los ojos, estaban llenos de lágrimas sin caer. —Me
advirtió cuando me fui. Me dijo que ninguna mujer lo abandona, nunca, a menos que él
decidiera que era hora de irse, especialmente su esposa. Dijo que, si lo dejaba, me
arrepentiría y volvería corriendo hacia él con mi cola entre las patas.

Inclinándome hacia adelante, apoyando los codos en mis rodillas, la miré


cuidadosamente. —¿Qué quiso decir con eso?
24

—¡No lo sé Constantine, Gabriel es capaz de casi cualquier cosa! Él no es el hombre


Página

que pensé que era cuando nos conocimos, pero he aprendido la verdad en el último año
o así. Pero todavía no ha hecho nada, aparte de disputar el divorcio. Ha sido
extrañamente silencioso. Tal vez pensó que no valía la pena la pelea o ya encontró a mi
sustituta, al menos espero que ese sea el caso. ¿Por qué estás aquí haciendo todas estas
preguntas? ¿Y por qué daría Gabriel a uno de sus empleados mi dirección? No entiendo
por qué estás aquí.

Jesús, ¿cómo iba a decirle que había un objetivo sobre su vida y yo era el que fue
contratado para realizarlo? Inhalé profundamente y lentamente solté mi respiración,
tomando el tiempo para reunir mis pensamientos. —Como dije, no soy exactamente uno
de sus empleados. Soy más un trabajador por cuenta propia.

Ella frunció el ceño, mirándome con sospecha mientras se inclinaba hacia delante y
cogía un refresco de vino abierto de encima de la mesa de café, tomando un largo trago y
bebiendo la mitad de la botella. Bajando la botella de nuevo, me miró un momento. —
¿Por qué te envió aquí?

Hasta que supiera la situación exacta, no iba a decirle la verdad. Aún no. —Me
envió con la esperanza de que pudiera convencerte de que regresaras con él. —Estaba
tomando una oportunidad diciendo esto, pero la Robyn que una vez conocí era muy
cabezona y testaruda. Una vez que se había fijado en algo, no había vuelta atrás. En esta
situación, me di cuenta de que había terminado con él. La determinación estaba en sus
ojos, así que, el hecho de que me enviaran aquí no la haría cambiar su idea de
permanecer lejos en absoluto.

Ella rio en voz alta. —¿Estás jodidamente bromeando? ¿Eres un mensajero de


Gabriel? —De pie, negó con la cabeza—. Eso es gracioso, enviar a mi viejo novio para
convencerme de volver a él. Realmente jodidamente gracioso. —Agarró la botella y
bebió el resto del contenido—. Voy a ir al baño. Cuando regrese, espero que te hayas ido
y puedes decirle a Gabriel que se vaya a la mierda. Quiero mi divorcio y nunca quiero
verlo ni hablar con él de nuevo.

No me iría a ninguna parte.

No esperó una respuesta. Atravesó la habitación y entró al cuarto de baño, azotando


la puerta detrás de ella.

Un momento después de que la puerta del baño se cerrará, oí otra abriéndose con un
crujido al otro lado de la habitación. Sorprendido, mi cabeza giró alrededor y mi mano
alcanzó debajo de mi saco, medio esperando ver a alguien salir de la habitación para
sacarme.

Pero ese no era el caso. En vez de eso, observé mientras un niño, que suponía tenía
cuatro o cinco años, salía caminando, limpiándose los ojos con sus puños cerrados y
usando un pijama de Pokémon con Pikachu en el pecho. Cuando bajó los puños, me miró
25

directamente. —¿Quién eres tú?


Página
El niño parecía extrañamente familiar. No era porque se parecía a Robyn, no lo
hacía... en lo absoluto. Entonces, ¿quién demonios era este niño? —Soy Constantine, un
amigo de Robyn.

—¿Te refieres a mi mamá? Robyn es el nombre de mi mami.

Ohhh. Robyn tuvo un hijo. Tal vez, esa era la razón por la que Gabriel estaba tras
ella, ya que tenía a su hijo. Hice un cálculo rápido en mi cabeza. No, el niño no podría
haber sido de Gabriel, habían estado juntos por solamente un par de años en mi
comprensión. El muchacho se detuvo un momento y luego se acercó al sofá, saltando
sobre él, a mi lado. —Se supone que tengo que estar en la cama ahora mismo.

—¿De veras? —pregunté y observé sus labios extenderse en una sonrisa brillante.

—Sip, pero no lo estoy.

—Sí. Me di cuenta de eso.

—Mami no lo sabe, pero me levanto mucho durante la noche a jugar videojuegos


cuando duerme.

—No le dices.

Él asintió, moviéndose en el sofá con entusiasmo alegre. —¿Quieres escuchar algo


genial?

—Ummm. —Mi sonrisa se amplió—. Ahh, claro.

Él bajó la voz. —Tenemos que estar en silencio, así mamá no sabrá que estoy
despierto.

Hice lo que dijo y bajé la voz también. —Está bien. Recibido.

Me miró curiosamente un momento. —¿Qué significa recibido?

—Esto significa que entiendo.

—Ajá. —Se encogió de hombros—. ¿Quieres saber algunas cosas interesantes sobre
canguros?

Me reí. —Claro, yo no sé mucho acerca de los canguros.

—Si mantienes su cola en el aire, no pueden saltar —dijo, su expresión seria.


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—Hmmm. No sabía eso —Realmente no lo hacía, pero no era exactamente un


profesional en trivias de canguro. Trivias de armas y asesinato, seguro, pero no de
Página

canguro.
—Sí, y no pueden saltar hacia atrás tampoco —Sus ojos azules oscuros brillaban de
emoción.

—No me digas.

Asintió con entusiasmo. —Sí, y cuando saltan siempre saltan con ambas piernas
juntas.

—¡Vaya!

—Aja —Se detuvo un minuto y me miró—. ¿Tu nombre es Constantine? —Él


extendió su pequeña mano hacia mí, sin esperar a que le respondiera—. Soy Austin.

Miré su mano y luego volví a sus ojos, tomando su mano y dándole un suave
movimiento. —Encantado de conocerte, Austin. Sí, mi nombre es Constantine.
¿Cuántos años tienes?

—Tengo cinco años —Una sonrisa se extendió por sus labios, orgullo en sus ojos—.
Casi seis.

—Vaya. Entonces, ¿cómo sabes tanto de los canguros?

—Mi mamá dice que vamos a ir a Australia un día —respondió, saltando un poco
en el sofá, claramente emocionado por la idea—. No será hasta un tiempo. Pero un día.

—Oh, ya veo. Entonces, ¿dónde está tu papá?

Su sonrisa se desvaneció. —Mi verdadero papi está en el cielo y no he visto a mí


otro papá en mucho tiempo.

¿En el cielo? Miré de cerca al niño que estaba ante mí mientras contaba los años
hacia atrás. Mis ojos se estrecharon cuando lo estudié. Sus ojos eran de un azul zafiro,
igual que los míos. ¿Podría él...? Sacudí la cabeza. No había manera...

Pero allí estaba. Las matemáticas no mienten. Solo había hecho el amor con la
madre del niño una vez, pero sólo se necesitaba una... —Austin, ¿qué...?

El sonido de la descarga del inodoro hizo que Austin saltara del sofá, una mirada de
culpa y alarma en su rostro. —Tengo que irme, Constantine —Sin otra palabra, corrió a
través de la habitación y entró en su dormitorio, cerrando su puerta suavemente justo
cuando se abría la puerta del baño.

***
27
Página

Robyn
Mientras me secaba las manos en la toalla de color azul claro que colgaba al lado del
lavabo, gruñí por dentro. Constantine todavía estaba en mi sala de estar. Yo quería que
se fuera. ¿Cómo se atreve a entrar en mi casa tratando de convencerme de volver con ese
monstruo que estaba tratando de eliminar de mi vida? ¿Quién demonios se creía que era?
Aunque, si él sabía todo lo que yo aprendí acerca de Gabriel, no creí que estuviese tan
ansioso por enviarme de vuelta allí, sin importar nuestra historia.

Voces.

Todo mi cuerpo se congeló mientras escuchaba una conversación en la otra


habitación, en voz baja. ¡Oh, Dios! ¡Austin! Agarrando la manija de la puerta del baño,
la retorcí y la abrí. Mis ojos se dirigieron inmediatamente al sofá, pero el único en la sala
de estar era Constantine.

Mis ojos volaron hacia la puerta del dormitorio de Austin. Estaba cerrada, pero
sabía que había oído una charla. ¿Tal vez Constantine había hecho una llamada? Quería
pensarlo, pero lo dudaba.

—Ha vuelto a la cama —dijo Constantine, como si leyera mi mente, confirmando


mis temores.

—Oh. Él…

—¿Es mío, Robyn?

—Yo... Umm. —La parte de atrás de mi cuello y hombros repentinamente se


sentían tensos. Enlacé mis dedos detrás de mi cuello y cerré mis ojos, dejando caer mi
cabeza hacia atrás, estirándome. Sólo quería que este día terminara. Corrección, lo que
realmente quería era que el suelo se abriera bajo mis pies y me tragara por completo.

¿Qué demonios hago? ¿Decirle la verdad o mentir a través de mis dientes? Abriendo
los ojos, miré directamente a Constantine. Podría ver a través de mi mentira si le dijera
una, lo sabía sin duda. Él siempre había sido capaz de decir cuando trataba de mentirle y
dudaba haber conseguido mejorar algo en el arte de mentir a lo largo de los años.
Además, no era un idiota. Podía hacer las matemáticas, por no mencionar que su hijo
era la viva imagen de él. Claro, habría sido posible que lo hubiera estado engañando,
pero él había tomado mi virginidad y lo sabía. La evidencia había estado en las sábanas
blancas de la habitación del hotel a la mañana siguiente. Si no hubiese estado en un
estado tan preocupado en este momento, me habría reído, pensando en ese día y cómo
me mortificó el pensamiento de la criada que tendría que lavar mis sábanas
ensangrentadas cuando limpiará la habitación.

Realmente no había otra opción que la verdad. Había imaginado este día en mi
28

mente, lo temía en mis sueños. En ninguno de los cientos de escenarios había sucedido
de esta manera.
Página

—Sí. Austin es tu hijo.


Su mandíbula se apretó y pude ver la ira formándose en sus ojos. Aunque no se
había enfadado a menudo conmigo cuando estábamos saliendo, la expresión de rabia en
sus ojos era demasiado familiar, y aterradora. Había visto esa misma rabia dirigida a
otras personas en el pasado; nunca resulto bien para esas personas. —¿Lo sabias cuando
me dejaste?

Lentamente asentí. Mi cuerpo era un gran bucle de tensión, temblando suavemente.


—Lo siento —murmuré la disculpa en una voz tan suave que no estaba segura si
Constantine podía oírla.

Sí escuchó.

—Tú lo sientes —Gruñó mientras se levantaba. Era tan malditamente alto, su 1.92
elevándose sobre mí por 30 centímetros, no lo recordaba siendo tan alto—. Me has
estado ocultando el hecho que tengo un hijo y todo lo que puedes decir es que lo sientes.
—Dio un paso amenazador hacia mí y di un paso atrás.

—Constantine, por favor…

—Olvidemos el hecho de que desapareciste después del baile de graduación así, sin
ni siquiera un "vete a la mierda, Constantine". Me tomó meses aceptar el hecho de que
ya no tenía novia —Señaló hacia la puerta del dormitorio de Austin—. No tenías
derecho a ocultar el hecho que tengo un hijo. ¡NINGÚN DERECHO! —Su voz resonó
por todo el pequeño departamento. Sin duda, los vecinos a mi alrededor podían
escuchar; las paredes eran delgadas como pañuelos de papel. Si su rabia se mantenía, los
policías estarían aquí llamando a la puerta. Ellos visitaban este edificio de forma regular.

—Escucha lo que tengo que decir —¿Qué diablos iba a decirle? ¿Por dónde
empiezo? A pesar de imaginar esta situación en mi mente, nunca se me ocurrió en
realidad una forma de defenderme.

En un abrir y cerrar de ojos, cerró la distancia restante entre nosotros en cuestión de


unos cuantos pasos y estaba de pie frente a mí, tan cerca que podía conseguir un tenue
olor de su loción para después del afeitado.

—Me mentiste. ¡Todos estos años! ¿Cómo puedes ocultar a un niño de su padre? Al
menos, darme la opción de ser su padre.

Mis ojos se abrieron y temblé de miedo. —Había muchos factores en juego —Me las
arreglé para ahogarme mientras retrocedí unos pasos más, pero fui detenida por la pared
a mi espalda.

—Dios ayúdame, no estoy seguro de que hacer contigo ahora mismo. —Avanzó un
29

paso y luego se detuvo. Pellizcó el puente de su nariz y cerró los ojos un momento. Su
mandíbula se apretó—. ¡Le dijiste que estaba muerto! ¡Jesucristo, Robyn, muerto!
Página
No importaba cuán mal fuera su temperamento en el pasado, no pensé que lo vería
tan enojado. Escapar, necesitaba escapar. Pero no podía. Nunca me iría sin Austin y no
había manera que pudiera eludir a Constantine para llegar a él —Por favor. Cálmate. Tú
no entiendes...

Cuando volvió a abrir los ojos la rabia hervía a fuego lento y había una serenidad en
su expresión. Liberé un suspiro de alivio. Él siempre había sido impulsivo y era su
temperamento lo que constantemente lo metía en problemas, con la escuela, sus padres y
la ley. —Por supuesto que no, Robyn. ¿Por qué lo haría? Acabo de enterarme de que
tengo un hijo y que tú intencionalmente lo apartaste de mí. ¡Y aquí estás, diciéndome
que necesito calmarme!

—Por favor, Constantine.

Dio un paso atrás y señaló hacia el sofá, sacudiendo la cabeza como si estuviera
disgustado conmigo. No lo culparía si lo estuviera. —Siéntate. Aparentemente, tenemos
mucho más de que hablar de lo que esperaba.

Con vacilación en mi paso, lentamente me dirigí al sofá y me senté en el extremo


opuesto a él. Abrí la boca para hablar, pero no salió ninguna palabra. Realmente no
sabía por dónde comenzar.

Constantine esperó a que reuniera mis pensamientos desordenados y luego


finalmente habló. —Al parecer, esta es una historia que voy a tener que sacarte pieza por
pieza.

Me encogí de hombros.

—Permíteme empezar por el principio. ¿Sabías que estabas embarazada cuando me


dejaste?

Tirando de mi labio inferior entre los dientes, me encogí. —Sí. Lo descubrí la


mañana antes de irme.

—¿Se te ocurrió decirme antes de irte?

Tantas, tantas veces. No creo que las palabras pudieran describir las emociones que
pasaron a través de mí en ese entonces; miedo, presión, ansiedad. —Quería.

—Entonces, ¿por qué no lo hiciste? Un simple, “Oye Constantine, sólo pensé que
deberías saber que estoy embarazada y eres el papá, supongo que deberíamos haber
usado condones después de todo”.
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—Sí —Colgué la cabeza—. Es complicado.


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—No soy una persona estúpida, estoy muy seguro que puedo entender el punto
esencial de por qué no me dijiste, maldita sea.
Levanté la mirada y pasé una mano por mi cabello mientras lo miraba a los ojos.
Incluso en esta incómoda situación, mirar profundamente a sus ojos trajo de regreso una
avalancha de emociones; sentimientos que pensé que estaban muertos hace tiempo. —
Sabías que estaba planeando ir a la universidad.

—Por supuesto que lo sabía. ¿Y?

—Eso era un problema, estaba asustada que si sabias me harías quedarme.

No vaciló en su refutación. —¡Me habría mudado contigo! Sabias eso. Quería salir
de Nueva York contigo, lo discutimos. Estaba trabajando para conseguir mantenernos.

Oh dios, como digo esto… —No se trató de eso, eso fue solo un factor.

—Entonces…

—Me enteré del robo a mano armada, Constantine. El día después del baile de
graduación. Supe que fuiste tú.

Su rostro quedó en blanco. Pero podía decir que él sabía exactamente de lo que
estaba hablando, ¿cómo no podría?

—Cuando te conocí la primera vez, toda la cosa de chico malo que hacías fue
emocionante y tal vez era una rebeldía. He sido tonta toda mi vida. Eso no era amor,
rebeldía adolescente, eso era.

Me miró y algo apareció en sus ojos. No pude reconocer la emoción.

—Pero cuando quedé embarazada y fui aceptada en una buena universidad, me di


cuenta que era hora de crecer y pensar en un futuro. Tú eras un comodín, Constantine,
destinado a ser encerrado o asesinado antes de que tuviéramos veinte años.

—Robyn, eso no es justo.

—¿Por qué no? Toda tu vida has estado rebelándote contra el sistema. Si era ilegal y
una forma de dinero rápido, saltabas a por ello.

Negando con la cabeza, respondió—: No sabes toda la historia. Había tanto que no
sabías acerca de la vida que llevaba.

—¡Exactamente! —Me senté un poco más recta—. Había demasiados factores


desconocidos contigo. Cuando descubrí que estaba embarazada, mi primer pensamiento
fue decirte, pero luego me acobardé. Lo pensé seriamente ese día y me di cuenta que tú
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eras quien eras y no iba a permitir que mi hijo estuviera envuelto en una vida donde su
padre estaba de camino a convertirse en un criminal profesional, en la cárcel o muerto.
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Le disparaste a alguien, lo mataste a sangre fría.


La ira volvió a llenar su expresión. —Entonces, ¿tu decisión fue dejarme por uno de
los jefes más grandes del crimen en la Costa Este y hacer que criara a MI hijo? —Su voz
se elevó hasta el punto que estaba gritando otra vez.

—No te dejé por él.

—Eso no es lo que quise decir. Te fuiste con él, cualquier cantidad de tiempo
después.

Mi reciente ataque de confianza se desinfló y me hundí de nuevo en el sofá. Él tenía


razón. Cometí un enorme, enorme error y ahora estaba pagando el precio. Austin y yo,
ambos. —Cometí un error. No sabía la verdad sobre Gabriel hasta que fue demasiado
tarde.

Una calma llenó de nuevo su expresión y sus ojos. —Sí. Eso parece, ese es el punto
al que se ha llegado. El problema es que nuestro hijo es quien va a pagar el mayor precio
por tus errores, cariño.

Nos miramos uno al otro un momento. —No voy a regresar con él, Constantine.

—No —Estuvo de acuerdo—. No, lo harás. —Se levantó de repente y sin decir una
palabra, se giró y salió del apartamento, cerrando de un portazo detrás de él. Golpeó la
puerta con tanta fuerza que sacudió la pared donde una fotografía de Austin y mía
estaba colgada, dejándola un poco torcida.

Me senté aturdida durante unos minutos, simplemente mirando fijamente la puerta


cerrada del apartamento. ¿Constantine regresaría? ¿Qué pasaría cuando transmitiera el
mensaje de que yo no iba a regresar con Gabriel? Necesitaba cosas para moverme con
los federales y salir de esta ciudad. Me prometieron una nueva vida, siempre y cuando
les diera la información que necesitaban y rezaba para conseguirla antes de que fuera
tarde.

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Capítulo 5
Constantine
Cuando dejé el departamento de Robyn, mi cabeza estaba girando. No tenía idea de
qué iba a hacer ahora y honestamente, no creo que alguna vez haya estado tan
confundido en toda mi vida. Una cosa que sabía era que no había forma en que pudiera
completar el contrato ahora. Matar a la madre de mi hijo, no, nunca iba a suceder.
Dejando a un lado mis sentimientos pasados, presentes y futuros por la madre de mi
hijo, ella era su madre y él la necesitaba. Nadie iba a herirla. Mataría a Gabriel y a todos
bajo su contrato primero. Tristemente, podría ser que dependiera de eso. ¿Había alguna
otra manera?

Me detuve en la cima de la estación del metro y miré hacia la nada. Iba a ser padre.
Espera, tacha eso, yo era padre. Yo, siendo padre, no era algo que alguna vez hubiera
esperado ser. No es como si hubiera descartado la idea, pero simplemente no había
estado en mi radar; yo tomaba vidas, no las hacía. Supongo que se podría argumentar
que, en algún lugar a lo largo de la línea, inconscientemente deseché la idea del
matrimonio e hijos.

Dicho esto, había sido una consideración... Hace un tiempo.

¿Cómo afectaría esto a mi vida desde ahora en adelante? Continué mi camino hacia
abajo por las escaleras, hacia la estación del subterráneo. Deslizando mi pase del metro a
través del lector, empujé mi camino hacia el vagón adecuado. Lo que necesitaba era un
trago y quizás alguien con quien hablar. Tratar de ordenar mi cabeza.

Sólo había un sitio al que podía ir y sólo una persona en mi vida con la que podía
discutir algo como esto. Entrando al tren, me sostuve del pasamanos elevado mientras el
tren se tambaleaba hacia el frente. Quince minutos más tarde, estaba saliendo del tren y
emergiendo enfrente de La Taberna de O'Leary. Entrando a la taberna, hice mi camino
hacia el final de la barra, mi sitio usual. Esta era una noche lenta.

Tomó un momento, pero eventualmente, el cantinero llegó a mí. —Hola


Constantine. ¿Qué puedo conseguirte?

—Ron y Coca-cola, y dile a Vince que necesito hablar con él. —Vince O'Leary era el
dueño del bar. También era el hombre quien intentó criarme después de que salté de una
casa hogar a otra. Yo no era exactamente un ejemplo de buen comportamiento; era
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exactamente lo opuesto. Pero Vince no se había rendido conmigo. Era lo más cercano a
un padre y una familia que yo tenía.
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—En un segundo. —Tony se volteó y preparó mi bebida. Antes de dármela, recogió
el teléfono tras la barra, el cual tenía línea directa con la oficina de Vince, y habló con la
persona al otro lado de la línea. Después de un momento, asintió y colgó el teléfono.
Volteando de regreso hacia mí, me entregó mi bebida—. Ve atrás. Ha sido una noche
bastante tranquila y no tiene ningún compromiso esta noche.

—Gracias, hombre. —Aceptando la bebida, le destellé una sonrisa de


agradecimiento y me puse de pie—. Lo aprecio.

—Cuando quieras.

Caminando a lo largo de la barra, miré alrededor. En algún momento de la historia,


este era un lugar de moda; ahora se había desvanecido considerablemente.
Desafortunadamente, había demasiada competencia, y Vince se negaba a cambiar con
los tiempos, a pesar de mi consejo de que necesitaba hacer una seria actualización. Él
continuaba declarando que sería injusto para sus clientes regulares, quienes habían
frecuentado el lugar por más de dos décadas y no había cambios en su mente a pesar de
cuantas veces le había ofrecido dinero para hacerlo suceder.

Golpeé la puerta marcada como Gerente, esperando que Vince gritara "adelante" y
entré.

—Constantine. —Elevó la mirada de la pila de papeles que estaba leyendo y me


recibió con una sonrisa—. Ha pasado tiempo.

—Sí. —Había pasado bastante tiempo y me sentí culpable. Yo había sido un


pequeño infierno en proceso en el pasado, pero él estuvo junto a mí. Aunque
mayormente discutiría que yo difícilmente estaba en el camino de la redención ahora (si
no era lo opuesto exactamente) pero esa era otra historia.

Vince me miró duramente, sus ojos entornándose. —De acuerdo, ¿qué sucede?

Pegué una sonrisa falsa sobre mis labios mientras entraba a la oficina, cerrando la
puerta detrás de mí y sentándome frente a él en su escritorio. —¿A qué te refieres?

—Tanto como quieras negarlo, te conozco mejor de lo que te conoces a ti mismo. Y


lo que sí sé es cuando tienes algo en tu mente. ¿O estás en problemas de nuevo?

Tú no lo sabes todo, reflexioné silenciosamente. Él no sabía que yo mataba personas


para vivir. Pero, por otro lado, nunca me había preguntado. Quizás,
subconscientemente, lo sabía y solo no quería revolver el avispero. Nadie consigue la
clase de dinero que yo sin tener una forma inmoral de conseguirlo. Pero Vince nunca me
preguntó, ni tampoco lo hizo su esposa, y yo, ciertamente, no ofrecí la información.
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—Sí, bueno... —Dejé salir un pesado suspiro, decidiendo que sólo tenía que sacarlo
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a la luz; andar con rodeos no era mi estilo—. Acabo de descubrir que soy padre.
La sonrisa se desvaneció de los labios de Vince y me miró fijamente, en blanco, la
habitación volviéndose mortalmente silenciosa. No podía decir en qué pensaba él. Así
que nos sentamos mirándonos fijamente el uno al otro durante lo que se sintió como una
eternidad.

—¿Van a conservarlo?

Mi ceño se frunció mientras lo miraba fijamente. —¿De qué estás hablando?

—La chica que embarazaste... ¿Va a conservarlo? No quiero ser el negativo aquí,
pero tú no eres exactamente material para padre.

No pude evitar reír, a pesar de que se suponía que debía sentirme insultado. —No,
no. No me refiero a que tengo una chica llevando a mi hijo. Quiero decir, acabo de
descubrir que ya tengo un hijo. Él tiene cinco años.

Vince se apoyó hacia atrás en su silla y suspiró. —Oh... Ya veo.

—Sí —No estaba seguro de qué esperaba de Vince, pero su expresión era pésima—.
Entonces, ¿cómo se llama este niño? ¿Quién es la madre? ¿Por qué ahora? ¿Ella está
persiguiéndote por dinero...? ¿O…?

—Su nombre es Austin. Su madre es Robyn Vaughn.

—Robyn Vaughn. —Vince sonrió brevemente. A él y a Tonya realmente le


agradaba, al menos hasta que me dejó—. Nunca vi venir eso. Supongo que ahora
sabemos por qué se fue sin una palabra. ¿Cómo te sientes sobre eso?

—No sé. Quiero decir, estoy enojado, extremadamente enojado porque me dejará
sin decir algo, pero, por otro lado, ¿tengo derecho a estar enojado, considerando todas
las cosas?

Vince se encogió de hombros. —Tú nunca has sido una persona fácil con la que
vivir y acercarse, Constantine. Siempre has estado en problemas con la ley y tienes esta
pared de hielo alrededor de tu corazón. De alguna forma, esa chica fue capaz de entrar
en tu corazón en el pasado, pero eso no te evitó el meterte en problemas. Honestamente,
esperábamos que tú cambiaras... —Su expresión tomó un aspecto de tristeza que nunca
antes había visto en él.

Traté con fuerzas de mantener mis asuntos para mí mismo, pero, ¿quizás sabía?
Nueva York era un lugar enorme, pero, por otro lado, una vez que comienzas a trabajar
en los círculos más pequeños de gente no-tan-sabrosa (personas que frecuentaban este
mismo bar) sólo sería cuestión de tiempo antes de que el rumor de lo que yo hacía para
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vivir llegara de regreso a él. El pensamiento de que Vince y Tonya, las únicas personas
en el mundo que siempre estuvieron allí para mí en la dicha y la adversidad, pudieran
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estar decepcionados de mí, dolía.


—Joder —murmuré, reclinándome en mi silla. Nunca habría pensado sobre decirle
mentiras a Vince para negar la verdad.

—Entonces, ¿qué estás pensando hacer? —preguntó Vince.

—No estoy seguro. Está con el agua hasta el cuello ahora mismo.

El ceño de Vince se frunció mientras se inclinaba al frente. —¿De verdad?

—Sí, se casó con Gabriel Salvatore y lo dejó hace un par de meses. Él no aceptó que
se fuera.

Él liberó un bajo silbido. —La chica se metió sola en un lío. Entonces, ¿Gabriel ha
estado criando a tu hijo?

Asentí. —Voy a asumir eso, realmente no entré en detalles como esos. Pero está
tratando de escapar. Él no está dispuesto a dejarla irse.

—Ya veo. ¿Cómo es que te involucraste con ella de nuevo después de todo este
tiempo? ¿Cómo sucedió eso? ¿Está buscando dinero?

Fui enviado a matarla, respondo silenciosamente. Seguro como el infierno que no voy
a decirle eso. —Fui enviado a llevarla de regreso.

Vince me dio una mirada de desaprobación. —Entonces, estás trabajando con él


ahora, ¿eh?

—No, es un trabajo de una sola vez.

—Entonces, ¿por qué tú? ¿Por qué no sólo envió a uno de sus hombres?

Joder, no había tenido intenciones de venir aquí y ser escudriñado sobre mi trato con
Gabriel. —No sé la razón detrás de ello. Me ofrecieron un trabajo y lo tomé. Realmente
no vine aquí a hablar sobre Gabriel, estoy más preocupado sobre mi hijo.

—Ajá. Ser padre es una gran responsabilidad. ¿El niño sabe quién eres? ¿Lo has
visto?

—Lo vi, pero no sabe quién soy aún.

—¿Y Robyn? ¿Qué es lo que quiere hacer?

—No sé. —Estaba comenzando a sentirme como un niño regañado. ¡Jesús! Era un
sicario y aquí estaba yo, avergonzado mientras me sentaba en mi silla, frente a lo más
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cercano que tenía a una figura paterna—. Aún estoy tratando de descubrir qué pienso
sobre toda la situación.
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—Si estás aquí queriendo que yo te diga qué hacer, entonces viniste al lugar
equivocado. Sin embargo, te daré algo de sabiduría.

—Lo tomaré.

—Primero, tienes que considerar que si entrar a la vida de este niño es un beneficio o
un impedimento para el chico. Por lo que entiendo, él está dichosamente ignorante en
este momento. Si vas a destrozar esa ignorancia, entonces necesitas hacerlo por las
razones correctas, no porque crees que tienes un derecho. Si sientes que puedes ofrecerle
algo útil al niño, entonces desde ya entra a su vida, pero no te atrevas a sacudir la vida de
Robyn y su hijo sin estar preparado para comprometerte a ella. Voy a asumir que tiene
suficiente en su plato lidiando con Gabriel.

Maldición, no estaba reteniendo ningún golpe.

—Odio decirlo, pero seamos honestos por un momento. Eres un hombre adulto,
creo que puedes manejar la verdad de mi parte.

Asentí. Maldición, odiaba estar sintiéndome como un niño ahora mismo. Pero
quizás este sermón era muy esperado.

—Es tiempo de que te pongas de pie y protejas lo que es tuyo. Gabriel es un


problema, así que mi consejo es que protejas a esa mujer y su hijo. Si decides interpretar
el papel de papi, entonces hazlo, pero tu vida necesita dar un giro serio en otra dirección.
—Se inclinó sobre el escritorio, bajando su voz—. Sé cómo haces tu dinero, Constantine.
He fingido por años que no lo hago, pero lo sé. Oigo cosas, y no soy lo suficientemente
inocente para no creerlas, y no culpo a Robyn por marcharse cuando descubrió que
estaba embarazada. Si quieres a esta mujer y a este niño, cambia tu vida. Eres un
traficante de muerte, Constantine, y eventualmente, esto terminará contigo en un ataúd.
Y eso sería una condenada pena.

Un traficante de muerte... Las palabras que mi padre adoptivo dijo dan vueltas en mi
mente. Incliné mi cabeza, sin confirmar o negar su acusación. Me he estado engañando
a mí mismo al pensar que no lo descubriría.

—Gracias por la charla, Vince. Mándale mi amor a Tonya. —Me paré y sin darle
otra mirada a Vince, dejé la oficina. El aire allí dentro estaba volviéndose grueso,
haciendo difícil el respirar. ¿Qué demonios se suponía que hiciera si no mataba para
vivir? Realmente no necesitaba el dinero extra, había hecho más que mi cuota justa con
los años y tenía una bonita cuenta bancaria grande.

Pero este era quien era yo.


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Sin embargo, tenía razón. No podía forzarme en la vida de Austin a menos que
estuviera dispuesto a hacer serios cambios en mi propia vida primero. Pero, ¿cómo
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cambiaría? Si cambiaba, ¿qué entonces? Yo nunca fui un sujeto "de nueve a cinco",
trabajando "para el hombre”. Mis habilidades requeridas eran muerte y destrucción, algo
que no podías poner exactamente en una aplicación para un empleo.

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Capítulo 6
Hace seis años - Un día antes del baile

Constantine
—No seas cobarde, Constantine. Estamos quebrados y esta es la mejor manera.

Desde el asiento del pasajero del coche, levanté la vista del arma que estaba
descansando en mis manos, para encontrarme con la mirada de un amigo mío, Corey,
aunque uso el término "amigo" vagamente. Había hecho un montón de mierda sin
escrúpulos en mis años, pero esto sería lo peor hasta la fecha. Este definitivamente era
un puente que no quería cruzar.

—¿Y si no entregan el dinero?

—Lo harán. —Asintió con la cabeza hacia la pistola—. Sujeta eso en sus malditas
caras. Confía en mí, lo harán.

—¿Cómo lo sabes? ¿Has tenido que disparar a alguien antes?

—No, nunca tuve que disparar a nadie, aunque, lo haría si tuviera qué... Tienes que
hacer lo que tienes que hacer para sobrevivir. Este no es mi primer rodeo, hombre.
Adam y yo atacamos a varias tiendas antes de ser atrapados y enviado lejos. Aunque él
no nos delató, eso es lo principal.

Levanté una ceja a Corey. ¿Él no delatar era lo principal? ¿No una persona inocente
que fue asesinada? Es cierto que mi brújula moral estaba un poco torcida, pero no estaba
completamente dañada.

Volviendo a mirar el arma, pensé en Robyn. Ella quería ir a la universidad en


Boston y estábamos planeando conseguir un lugar juntos ahora que nos graduábamos.
Necesitábamos mucho dinero rápido y los trabajos de medio tiempo que estábamos
sosteniendo no lo cubrirían, no para empezar. Esto podría darnos el impulso que
necesitábamos. Nunca he sido una buena persona, lo sé, pero esto estaba llevando las
cosas a un nivel completamente diferente.

—Oh, hombre, sólo vamos. Nadie se va a lastimar. Sólo un poco de dinero rápido.
Estos lugares están asegurados; no es como si no fueran a salir de cualquier cosa.
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Volví a mirar a Corey. ¿Era eso cierto? No lo sabía.


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—Entonces, ¿cuál es el plan exactamente? —Me entregó un pasamontaña.


—Tú ponte esto. Me sigues un par de cuadras hasta la tienda. Atracamos.
Obtenemos el efectivo y salimos pitando hacia al coche, el cual estará encendido. Nos
alejamos y eso será el final. Tendremos dinero en nuestros bolsillos y la vida continuará.
No le disparamos a nadie, nadie es herido y nadie tiene que morir.

—Ni siquiera he disparado una de estas antes.

—Es fácil, apuntar y apretar el gatillo. Le quitamos el seguro antes de entrar en la


tienda, por si acaso.

—¿Por si acaso qué?

Se encogió de hombros, sus oscuros ojos clavados en los míos. Sus ojos eran
inquietantes, fríos y vacíos. —Por si acaso.

Tuve un mal presentimiento sobre esto. Pero al mismo tiempo, esto podría ser el
comienzo que Robyn y yo necesitábamos. Seguro, era dinero deshonesto, pero sería solo
esta vez. Sólo para darnos un impulso. Como dijo Corey, estos lugares estaban
asegurados. Las compañías de seguros eran los mayores delincuentes. Los padres de
Robyn dijeron que no la ayudarían con la universidad mientras estuviera conmigo. Era
un jodido movimiento bajo de su parte si me preguntas, pero si era completamente
honesto conmigo mísmo, podía entender por qué, especialmente ahora que me
preparaba para robar una tienda. Si alguna vez tuviera una hija, sería la última persona
con la que querría que terminara.

Pero la amaba.

Asintiendo con la cabeza, le respondí—: Bien. —Tomando mi decisión. Era la única


manera.

—Bien. —Corey le quitó el seguro—. Solo ten cuidado con esa cosa, ¿de acuerdo?

—Sí. —Realmente no quería el arma, pero le seguiría la corriente. Cuanto más


rápido se hiciera esto, mejor, y estoy seguro de que Corey tenía razón, el arma los
empujaría a la acción y estaríamos entrando y saliendo sin problemas, entonces podría
poner esto detrás de mí.

Esta sería la última cosa de pandillero que haría, me prometí.

—Bien, vamos. —Salió del coche y yo lo seguí. El coche se dejó en marcha, pero
activó el bloqueo de poder de una segunda llave. No querría que alguien robara el coche
de la persona que está en el proceso de robar a alguien más—. Sigue mi ejemplo.
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Corrí detrás de él. Esperamos hasta que estábamos a punto de girar la esquina a la
entrada de la tienda antes de ponernos los pasamontañas sobre nuestras caras. Corey
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echó un vistazo a la vuelta de la esquina.


—No hay moros en la costa —dijo, haciéndome señas para que lo siguiera.

Lo hice, mi ritmo cardíaco acelerando con cada paso. La adrenalina estaba


disparando a través de mis venas mientras lo seguía hacia la tienda. Mis pisadas eran
fuertes, más fuertes de lo que las zapatillas de deporte deberían ser en el suelo de
baldosas.

—¡Manos arriba y dame el dinero de la caja fuerte! —gritó Corey, agitando su arma
contra el hombre de mediana edad.

—¡Ahora! — grité, mi arma apuntando a él también.

—Controla a la multitud —Me gritó Corey.

Dándole un asentimiento, me volví y justo cuando giré, noté un destello de plata


cuando un hombre afroamericano veinteañero sacó su mano de debajo de su chaqueta
de mezclilla, mientras se acercaba por un pasillo frente a mí. Mi mente se borró. Era
como si el tiempo se detuviera y dejará mi cuerpo. No estaba en control de nada y no fue
hasta que apreté el gatillo y el hombre comenzó a caer hacia atrás, su arma también
descargando en el techo, que me di cuenta de lo que había hecho.

—¡Mierda, hombre!

Me quedé inmóvil mientras observaba al hombre golpear el suelo, la sangre


empezando a saturar su camiseta blanca. Hubo gritos; vinieron de todo mi alrededor.
Podía oír el ruido de mi sangre corriendo por mis venas en mis oídos.

Mi mirada estaba pegada a él mientras tomaba su último aliento. Miré por su cuerpo
y noté el logo de la pandilla de Hijos de Satanás. Varias estrellas negras corrían por el
lado de su mano derecha, la mano todavía agarrando el arma. Las estrellas
representaban cada uno de sus asesinatos. Había más de media docena. Pero el hecho de
que él fuera un asesino no alivió la confusión que empezaba a formarse dentro de mí.

—¡Ahora! ¡Vámonos!

Miré la mano de Corey en mi brazo, tirando de la manga de mi sudadera con


capucha.

—¡Vamos! —Me empujó y tropecé.

De repente, el estado de congelación se rompió y todo comenzó a acelerar a un


ritmo temerario, tan rápido que no recuerdo haber salido de la tienda o la corrida de dos
cuadras al coche. Mi siguiente pensamiento consciente fue sentado en el asiento del
pasajero del sedán Pontiac mientras Corey aceleraba por la calle.
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—Por el amor a la mierda, quítate eso de la cabeza. —Agarró la parte superior del
pasamontaña y la sacó de mi cabeza—. ¿Qué mierda? ¡No se suponía que mataras a
alguien!

—No lo sé. Yo... —Pasé mi mano por mi pelo despeinado e intenté recuperar el
aliento—. Él tenía una pistola. No pensé, reaccioné.

—Eso es asesinato, hombre. ¡Si somos capturados, eso es asesinato en primer grado,
además de robo a mano armada!

Miré hacia los ojos de Corey. Vi miedo.

—Tú me diste el arma. Le quitaste el seguro. Yo no la quería. —Gruñí entre dientes


apretados.

El miedo se disipó y Corey asintió con un fuerte suspiro. —Si no lo hubieses


matado, nos habría matado.

A menos que huyéramos, pensé, pero no lo dije. —Lo hecho, hecho está. El tipo era
miembro de una pandilla. Le hicimos un favor a la ciudad. —No estaba seguro de a
quién intentaba convencer más, a mí o a él.

—Sin embargo, tengo el dinero. Que le dispararas a ese tipo realmente los movió.
Hizo que se dieran cuenta de que queríamos hacer negocios, hombre. —Corey me arrojó
una funda de algodón negro. Abriéndolo, miré hacia abajo y vi tal vez unos cuantos
miles de dólares: cerca de mil para cada uno una vez que lo dividamos. Ese sería el
depósito de daños de un apartamento para Robyn y para mí; combinado con el dinero
que ya había guardado, tal vez incluso lo suficiente como para poder comprarle un anillo
de compromiso. No sería nuevo, más bien un anillo de segunda mano de una casa de
empeño, pero a ella no le importaría.

Sin embargo, una pequeña parte de mí sintió pesar.

Pero lo que se hizo estaba hecho, me dije una segunda vez. No debió haberse
acercado por el pasillo. Si se hubiera quedado ahí y nos hubiese dejado ir, todavía estaría
vivo.

Una cosa era segura... Robyn nunca podría saber de esto. Si lo hacía, sería el fin de
nosotros juntos. Era una persona tan buena y amable. Soportaba la forma en que era,
porque me amaba y porque yo no había cruzado la línea de ser atractivamente peligroso
a aterrador e inestable. Si descubriera que había cruzado esa línea muy inestable, sabía
que no había forma de poder mantenerla en mi vida.
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Por alguna razón, ella sentía que valía la pena ser salvado, que era digno de su amor.
Dios me ayude, no tenía ni idea de por qué, pero lo hacía. De aquí en adelante, me juré
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a mí mismo que iría por el buen camino.


Pero resultó que, mis votos a mí mismo valen mierda.

***

Hace seis años - un día después del baile de graduación

Robyn
—¿Cómo fue? —Miré a mi amiga Kelly, que estaba sentada con las piernas cruzadas
enfrente de mí en mi cama, y sonrió a su pregunta. ¿Cómo podría explicar que fue la
noche más increíble, excitante, estimulante y apasionada de mi vida? Cada emoción
buena que podría haber estado sintiendo, la estaba experimentando actualmente.
Dudaba que pudiera haber algo que me pudiera hacer bajar de este nivel.

—Yo, bueno... —Mordí mi labio inferior, preguntándome cuánto debía decirle. Ella
era mi mejor amiga y compartimos todo y supuse que podría compartir algunos de los
eventos de la noche anterior. No los detalles, pero algunas cosas no le harían daño. Pero,
cielos, ¿por dónde empezar?

—¡Vamos, derrámalo! Te has estado aferrando a tu virginidad por mucho tiempo.


¡No puedo creer que te tomará casi dos años para finalmente meterte en la cama!

Me encogí. Lo hacía sonar tan sucio. —Esperamos tanto tiempo porque era muy
especial. Yo no era su primera, pero él era el mío. —El amor que tenía por él se reflejaba
en mi sonrisa. Ni siquiera tuve que mirar en un espejo para saber que tenía una mirada
de tonta enamorada en mi cara.

Ella sonrió, moviendo su cabello oscuro sobre su hombro. —Tengo que decir que
estoy sorprendida de que haya esperado tanto tiempo, es tan... —Ella arrugó su nariz
hacia mí.

—¿Qué? —No me gustaba cuando la gente decía cosas malas sobre Constantine. No
lo conocían como yo. Solo veían su agresivo y duro exterior. Todos veían a un niño
cuyos padres fueron asesinados y que fue arrojados de una casa de acogida a otra, y que
siempre estaban metiéndose en problemas. Pero había una bondad en él. En el fondo era
una buena persona, solo necesitaba una oportunidad para ser esa buena persona que yo
sabía que era. Y me trataba como a una reina.

—Es tan salvaje. Todas las peleas y mierda en las que ha estado y la gente con la que
se junta. Retenerse de tener sexo no parecía su estilo —Se encogió de hombros—.
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Incluso su nombre... Tan sexy.


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—Constantine me ama y quería asegurarse de que me sintiera segura y salvo.
Además, hicimos otras cosas. No es como si no nos hubiéramos visto desnudos. Sólo
que aún no habíamos hecho el amor.

La sonrisa de Kelly se ensanchó. —Ciertamente barre bien con todo. Todas las
chicas del baile lo estaban comiendo con los ojos como locas. Ustedes eran una pareja
hermosa.

Sentí que mis mejillas enrojecían, mientras bajaba la mirada. —Gracias.

—Así que vamos —Palmeó mi rodilla—. Por favor, solo unos cuantos detalles.

No iba a rendirse. —De acuerdo, así que después del baile de graduación,
Constantine me llevó a un motel y tenía vino y rosas esperando por mí, —La emoción
me llenó cuando mi mente volvió a la vista de la pequeña habitación que había
preparado para nuestra gran noche—. Y tenía velas y un CD hecho de todas mis
canciones favoritas de amor, que se reproducía allí.

El rostro de Kelly se iluminó mientras escuchaba tan atentamente que podría haber
jurado que estaba tratando de memorizar cada palabra para transcribirla en un libro. —
¿Y el sexo?

Me sonrojé de nuevo. ¿Cómo podría describir la experiencia más increíble de mi


vida? Me entregué a él, cada pieza de mí y me consumió, mientras me daba todo lo que
él era y sería a cambio. —Nunca me he sentido tan viva. Fue doloroso al principio, un
poco de todas formas, pero fue gentil y paciente. —El calor se encendió entre mis piernas
mientras cerraba los ojos, reviviendo el momento en mi mente.

—Bueno. Bueno. No necesito saber más —Puso los ojos en blanco en mi dirección,
pero la sonrisa en su cara me dijo que era feliz por mí.

Abrí los ojos de nuevo, deseando ver a Constantine. Iba a estar ocupado ayudando a
su padre adoptivo en el bar, así que tenía que esperar hasta mañana para verlo. ¡Vaya
mierda! Llámame zorra si quieres, pero quería hacerle el amor una y otra vez. Lo
habíamos hecho varias veces la noche anterior y no podía conseguir lo suficiente.

—Bueno, bueno, tengo que irme. —Se inclinó hacia adelante y me atrajo hacia su
abrazo—. Estoy tan feliz por ti. Un poco celosa para ser honesta. Pero feliz.

Esperaba que un día encontrara un amor como el mío. No había nada en este
mundo que me pudiera descender de esta altura y dudaba que alguna vez encontrara un
amor como el que tenía con Constantine. Éramos como Romeo y Julieta. Al menos eso
es lo que pensaba...
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Capítulo 7
Presente

Constantine
Dudando en la puerta del apartamento de Robyn antes de tocar, me preguntaba si
debería darme a mí mismo un poquito más de tiempo para digerir la información que
había obtenido el día previo. Todavía no había planeado las cosas en mi mente sobre
cómo iba a abordar la situación con ella. Tal vez mi hijo estaba mejor sin mí en su vida.
Tenía una vida corta útil viviéndola de la manera que actualmente lo hacía. No había
una gran cantidad de asesinos jubilados viviendo sus últimos años en algún lugar de
retiro en Florida.

Si Robyn no se hubiera metido en el lío en el que estaba actualmente y se hubiese


encontrado a un hombre que le diera un hogar estable y matrimonio, esta decisión sería
mucho más fácil. Solamente me quedaría alejado

Pero no lo hizo. En vez de eso, se involucró con un hombre que la quería muerta.
Me pasé toda la noche pensando en el papel que yo había jugado para llevarla a donde
estaba ahora. ¿Fui yo quien la empujó por ese camino? Todo había sido tan bueno.
Entonces cometí un error estúpido. Por supuesto que fue un error enorme y estúpido.
¿Por qué no me dijo sobre lo que creía saber en aquel entonces?

Haciendo malabares con los dos Frapuccinos y una pequeña bolsa con tres bagels en
ella, llamé, con un golpe fuerte e impaciente, y esperé. La necesidad de respuestas anuló
cada vacilación que tenía sobre involucrarme en su vida nuevamente. La extensión de
mi participación aún estaba en discusión.

Unas pisadas sonaron al otro lado de la puerta cuando estaba a punto de llamar por
segunda vez. Parecía una eternidad, segundos que parecían horas, antes de que
finalmente abriera la puerta. Llevaba un conjunto de pijama de satén azul claro, el frente
de la camisola se sumergía en su escote. Hubo una suave agitación en mi ingle cuando
mi pene cobró vida.

¡Maldita sea! Estar duro no era algo que necesitará en ese momento.

—¿Constantine? ¿Qué quieres? Son como las 5 a.m. —Cerrando sus manos en
puños, se frotó los ojos y luego parpadeó mientras miraba de vuelta hacia mí, bajando
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sus manos de nuevo a sus costados. A pesar de parecer que acababa de salir de la cama,
se veía caliente. Pero eso era solamente a primera vista. Cuando miré más
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profundamente en sus ojos, vi la preocupación y la tensión en su expresión. Quería
abrazarla y decirle que todo iba a estar bien y que iba a cuidar de las cosas desde aquí.

Pero no lo hice. Todavía tenía la otra parte de mí que estaba enojado por lo que ella
había hecho, independientemente de su razonamiento detrás de ello. Y tenía miedo de
que rechazará mi intento de consolarla. Si pudo dejarme atrás, cuando éramos
adolescentes, sin una explicación, ¿quién decía que ella quería tener algo conmigo
ahora?

—Necesitamos hablar.

Ella gimió en voz alta. —Estoy muy cansada. No pude dormirme hasta las tres.

—Dormir puede esperar. —Pasé más allá de ella hacia dentro de su apartamento—.
Tenemos cosas que debatir que son mucho más apremiantes. Además, traje el desayuno.

—Austin está durmiendo. Mantén la voz baja si insistes en quedarte. —Suspiró


mientras cerraba la puerta detrás de mí—. No tengo hambre.

—Si te sirve de consuelo, tampoco he dormido mucho anoche. —Me froté la


barbilla y sentí la aparición de rastrojo. Casi era hora de afeitarme. Haciendo mi camino
hacia el sofá, me dejé caer sobre él, la fuerza de mi peso haciendo que los resortes
crujieran. Maldición, este era un sofá de mala calidad. Una vez instalado, puse las
bebidas y los bagels en la mesita de madera delante de mí.

—¿Acerca de qué podrías preocuparte tú? —Me disparó una mirada desagradable
mientras se sentaba a mi lado—. ¿Gabriel no te paga lo suficiente para hostigarme?

—Ummm. Equivocada. Adivina nuevamente, Robyn. —Ira comenzó a alzarse


dentro de mí otra vez. Por supuesto que sabía por qué tenía dificultades para dormir.

—¿Qué quieres que te diga? Ambos sabíamos qué tipo de persona eras en ese
entonces…

—No parecía molestarte antes —dije bruscamente.

—Porque era joven y estúpida.

—No parece que te hayas vuelto más inteligente a lo largo de los años.

Sus labios se convirtieron en una sarcástica pequeña burla y esperé a que exigiera
que me fuera en ese momento. O que me abofeteara. No hizo ninguno de los dos.
Tomando una respiración profunda, conté hacia atrás desde diez mientras lentamente
exhalaba, calmando mi temperamento. Si alguien tenía derecho a estar enojado en esta
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situación ¡era yo! —Te traje una bebida, con doble chispas de chocolate y un bagel con
Página

todo, de queso crema de hierbas y ajo. Si recuerdo bien, solía ser tu favorito —dije,
sacando los bagels, dos para mí y uno para ella, de la bolsa de papel marrón y
colocándolos sobre la mesa. Desmenuzando la bolsa en mi puño, coloqué la bola que
creé junto a ellos. Solía ser su combinación de desayuno favorito.

Una mirada de culpa destelló en sus ojos y asintió, su expresión suavizándose. —Lo
es. Gracias, no tengo hambre, pero realmente podría comer algo. —Agarró el bagel y lo
devoró, pasándoselo con un trago de su bebida.

Viéndola, no pude evitar reírme. Ella era tan pequeña, ni una libra más pesada que
cuando estábamos juntos. Considerando su apetito, era sorprendente.

Dejó de comer, levantó su cabeza y me miró fijamente. —¿Qué es tan gracioso?

—Tú. —La risa se detuvo, pero la sonrisa permaneció en mis labios—. Siempre
podías comer a una velocidad récord.

—Ummm. —Bajó el bagel de sus labios y se encogió de hombros, sus mejillas


adquiriendo un matiz rosado—. Prefiero llamarlo apetito saludable.

—Definitivamente eso es.

—Siempre has estado celoso que podía beber mientras tú estabas como una cuba.

—Oh, yo no iría tan lejos.

—Yo sí. —Tomó otro bocado del bagel—. ¿Recuerdas la fiesta de Lucas McVicker,
durante el concurso de bebidas?

Me eché hacia atrás contra el sofá, un rugido de risa brotando de mí. —Sí, bueno,
podrías haber bebido más que yo esa noche, pero, ¿quién de los dos terminó orando a los
dioses de la porcelana esa misma noche?

Se encogió de vergüenza. Pillada. —Eso no es relevante.

—Solo digo.

—Cierto. —Terminó el bagel—. Gracias por esto. He tenido casi cero apetito los
últimos dos meses.

—De nada. —Comí en silencio, no muy seguro de donde comenzar la plática larga
que necesitábamos tener.

—Esto está bastante deteriorado, ¿eh? —Miró alrededor de la habitación como si lo


viera por primera vez—. Ciertamente no es lo que yo había imaginado para mí en este
momento de mi vida.
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Página
—¿Qué te detuvo? —¿Cómo se metió con Gabriel? ¿Por qué no tenía la carrera que
siempre había soñado? Claro, había sido una madre soltera, pero no era tonta. Podría
haber solucionado algo.

Ella ladeo hacia un lado su cabeza y me miró de reojo por un momento. —¿Qué
quieres decir?

—¿Qué te detuvo de alcanzar lo que querías? Tenías grandes sueños cuando éramos
adolescentes.

—La vida.

La vida que me incluía, o me excluía, de la forma en que quieras verlo. —Tenemos


mucho de lo que hablar.

—Lo sé.

Ella no sabía tanto como creía. Por mucho que yo quisiera sumergirme en las
deficiencias de nuestra relación fallida, había asuntos más apremiantes.

—Tú y Austin no están seguros aquí.

Ella bufó. —Dímelo a mí, nunca he visto tanto crimen.

—No. Te mentí ayer, lo que quiero decir es que Gabriel no quiere que vuelvas.

—¿Qué? —Parecía genuinamente confundida.

No había manera delicada de decirlo, así que simplemente iba a golpearla con la
verdad. —Él te quiere muerta, Robyn.

—¿Qué? —Su ceño se arrugó mientras me miraba como si yo fuera el diablo mismo,
su tez blanca. Tal vez no estaba lejos de la verdad—. ¿De qué estás hablando? ¿Cómo
sabes esto?

—Estoy diciendo que no me enviaron aquí para convencerte de volver con él como
te hice creer.

Ella saltó del sofá, tropezando con la pata de la mesa de café mientras intentaba
huir. —¿Para qué estás aquí? —A pesar de su pregunta, pude ver que estaba
comenzando a entender.

Podría no decirlo. Pero no necesitaba hacerlo, pudo leerlo en mi rostro.


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—¿Tú? Te mandaron a ti… —Se atragantó con el resto de lo que estaba tratando de
decir, sus ojos se abrieron alarmados. Continuó retrocediendo, sin mirar a donde iba y
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tropezando hacia atrás sobre el sillón, cayendo sobre su codo y gimiendo de dolor.
—Robyn, cálmate —De pie, puse mis manos a mis costados, las palmas hacia ella—
. No saltes a las conclusiones.

—¿Conclusiones? Lo sé. Yo sé lo que has hecho en el pasado… —Ella caminó como


cangrejo hacia atrás. lejos de mí—. ¡Dios mío! —Se puso de pie y corrió hacia el cuarto
de Austin.

No llegó lejos. Rodeando su cintura con mi brazo, la levanté del suelo y la apreté
contra mi pecho. Se puso furiosa conmigo. Golpeándome, sus uñas afiladas clavadas en
mi brazo y muñeca.

—¡Jesús, joder Robyn! Tranquilízate. No voy a hacerte daño.

—¡No te creo! —Luchó aún más fuerte, mi agarre se aflojó en numerosas veces y
casi la liberé por completo cuando bajó su cabeza y mordió mi brazo—. ¡Juro por Dios
que si le haces daño a mi hijo...! —gritó cuando incluso morderme no le concedería su
libertad.

—Nuestro hijo —corregí, enojado de nuevo—. Nuestro hijo, Robyn. ¡NUESTRO


HIJO!

A pesar de su lucha, logré obligarla a volver al sofá. Mi intención era arrojarla al


sofá, pero no funcionó como estaba planeado. Mientras me daba un tirón
inhumanamente fuerte para salir de mi agarre, enganché mi pie en el sillón que la tuvo
momentos antes, haciendo que ambos comenzáramos a caer hacia adelante en el sofá.
Robyn aterrizó primero, de cara al sofá y yo detrás de ella. Dejó escapar un suave sonido
de gruñido mientras mi cuerpo aplastaba el suyo debajo, dejándola sin aire.

—¡Quítate de encima! —Gruñó, mirando por encima de su hombro hacia mí, el


odio y el miedo en sus ojos.

—Tranquilízate o despertarás a Austin.

***

Robyn
La lucha en mi interior se atenuó cuando Constantine mencionó a Austin. Lo
último que quería era que saliera de su habitación justo ahora. Ira, dolor, sorpresa…
tantas emociones corriendo a través mí. El hombre que una vez fue el amor de mi vida
iba a matarme. Sabía que era problemático cuando era más joven, pero ¿un asesino?
Seguro, estaba el robo, pero en lo profundo de mi mente estaba intentando convencerme
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de que era un error, o tal vez que el otro tipo lo hizo. Era tan difícil de creer. ¿Y él iba a
matarme?
Página
Necesitaba alejarme. Pero, ¿cómo? Estaba atrapada debajo de casi 90 kilos de puro
músculo. —Por favor, Constantine, si de verdad me amaste en algún punto de tu vida,
por favor déjanos ir.

—No te voy a lastimar, Robyn, pero no te puedes quedar aquí. —Aflojó su agarre
sobre mí y se sentó. Cautelosamente, también me senté, escabulléndome lo más lejos
posible de él en el sofá.

—¿A dónde sugieres que vaya? ¿Qué se supone que haga? ¿Crees que aún estaría
aquí, viviendo en este basurero si tuviera una salida? Estoy trabajando en algo, sólo
necesito tiempo.

—A menos que esto suceda en los próximos días, no es lo suficientemente bueno.

El miedo se apoderó de mí, todo mi cuerpo se tensó. —¿Por qué?

—Tendrás que confiar en mí.

No lo hacía, en realidad no. Hubo un momento en que le habría confiado mi vida,


pero ahora… no lo sabía. Pasé dos años con un jefe del crimen y fui ajena a ello,
poniendo en peligro no solamente mi vida sino la de mi hijo. Decir que era un mal jueza
de carácter era un eufemismo. Tal vez solo era adicta a los chicos malos. No es la mejor
adicción.

—No confío en ti. Es bastante difícil confiar en alguien quien admitió que fue
contratado para matarte.

—Nunca admití tal cosa.

—Entonces, ¿por qué te enviaron aquí? —Me sentí un poco mejor. Había
reaccionado exageradamente. No sería la primera vez. Tal vez malinterpreté la culpa que
brilló en sus ojos.

—Eso no es importante. Lo importante es la seguridad de ti y de Austin, por lo que


te mudarás fuera de esta mierda e irás conmigo. Hasta que pueda planear algo.
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Página
Capítulo 8
Constantine
La declaración de que ella iba a mudarse conmigo estuvo fuera de mi boca antes de
siquiera notar lo que estaba diciendo. Pero, por otro lado, no era una mala idea y solo
sería temporal. Gabriel y sus matones no sabían dónde vivía y mi hogar estaba armado
hasta el puño, por si las cosas se ponían mal para mí. Nunca se puede estar demasiado
seguro en mi línea de trabajo.

Me miró como si acabara de perder la cabeza y luego confirmó verbalmente lo que


estaba pensando. —Estás totalmente loco. Hay algo que no me estás diciendo.

—No tienes elección. —Y no la tenía. Si tuviera que secuestrarla, así sería. Pero no
iba a permitirle estar sola. El tiempo de mi contrato se estaba acabando.

—Puedo llamar a la policía. Eso es lo que puedo hacer.

Levantando una ceja hacia ella, le respondí—: ¿Y harán qué? Exactamente.

—Ellos...

Podía ver las ruedas revoloteando en su mente. Gabriel tenía muchos contactos en
lugares altos. Estaba en la lista de los más deseados de la policía de Nueva York, pero no
importaba lo duro que intentaran, nunca podrían pillarlo. Costosos abogados de
categoría y sobornos a la gente adecuada, así es como los criminales se mantienen fuera
de la cárcel.

—Mira, te guste o no, soy el único que puede ayudarte ahora.

—¿Y qué planeas hacer para ayudarme? —Se rio, pero fue un sonido hueco—.
¿Matarlo, en lugar de eso?

Me encogí de hombros. Si eso es lo que se necesitaba, entonces tal vez. —Si eso es lo
que se necesita.

—Estás loco. —Sacudió la cabeza hacia mí, incredulidad en su mirada—. Mira.


Tengo algo en proceso.

—Y puede seguir en proceso en mi casa. Si realmente amas a nuestro hijo, harás lo


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mejor para él y lo mantendrás a salvo. Yo puedo hacer eso. Por el momento, soy el
único que puede hacer eso.
Página
La mirada de determinación y desafío comenzó a desvanecerse en sus ojos y
expresión. Había encontrado el punto de presión correcto y estaba rompiendo su
resolución. —Bueno. Bien. Pero tengo una condición.

Estaba aliviado. No quería forzarla. —Bueno. Golpéame con ella.

—No quiero que le digas a Austin que eres su padre.

Abrí la boca para protestar, pero levantó la mano y me señaló el dedo índice. —Le
diré cuando sienta que es el momento correcto. Sí, y cuando, llegue el momento. Hay
demasiado caos para agregar más a él ahora.

Mi mandíbula se apretó mientras consideraba sus palabras. Supuse que podía


aguantar por ahora. Había ganado la primera batalla; la segunda batalla podría esperar.

—Bien. Ve a buscar tus cosas y alístate para ir.

—¿Ahora?

—Por supuesto que ahora. Creo que no estás comprendiendo la magnitud de la


situación, Robyn —Miré a mí alrededor, observando el apartamento, que era escaso de
cualquier cosa—. Parece que no tienes mucho que llevar.

Ella no respondió verbalmente, sino que solo asintió con la cabeza.

***

Robyn
Mala idea. Buena idea. No tenía idea de cuál de los dos era, pero Constantine había
dicho las palabras mágicas al mencionar la seguridad de Austin.

Pero, ¿puedo realmente confiar en Constantine? Es posible que lo conozca hace años, pero es
evidente que ya no es el mismo hombre, dijo una voz en lo profundo de mi cabeza. Puede que
sea el enviado para poner una bala en la cabeza.

¿Pero lo conocí realmente? En aquel entonces, nunca lo habría pensado capaz de


robar a mano armada, pero lo había visto con mis propios ojos en las imágenes de la
cámara de seguridad que fueron transmitidas en las noticias. A pesar del pasamontaña,
sabía que era él. Así que después de un par de semanas de introspectiva y la lectura
positiva en la prueba de embarazo, decidí huir de él hace seis años. Así que, si no podía
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confiar en él en ese entonces ¿era inteligente correr a él ahora?


Página

Preguntas, tantas preguntas...


Aunque no creía que tuviera una opción realmente. Así que se convirtió en una
cuestión de qué era un mal menor. Correr el riesgo hasta que el FBI acordara
protegerme, o poner mi fe y las vidas de mi hijo y mía en las manos del hombre que solía
amar.

No, no era una opción, no realmente. Tomaría la ayuda de Constantine y tan pronto
como pudiera hacer un trato con los federales, ¡nos veremos luego, caimán! Estaba a
solo unos días de un acuerdo con ellos. Aceptaría la oferta de protección de Constantine
hasta entonces.

—Bien. Bien —dije, una vez que finalmente pude recuperar mi capacidad de
hablar—. Esto es demasiado. —Colocando mis codos en mis rodillas, puse mi cabeza en
mis manos y me obligué a no estallar en lágrimas. Nunca había llorado una sola lágrima
desde que todo esto comenzó con Gabriel y me negaba a permitirme eso ahora.
Tomando una respiración profunda, exhalé lentamente mientras levantaba la cabeza de
su lugar de descanso y miré hacia arriba para encontrarme con la mirada de Constantine.

—No puedo imaginarme con lo que has estado tratando, pero por ahora
necesitamos concentrarnos en sacarte de aquí. Ahora mismo. Pueden tener gente
vigilando tu casa. Todavía no he notado a nadie, pero eso no significa que no estén allí.

Otro disparo de pánico me atravesó. Siempre había pensado que había una
posibilidad, pero que alguien confirmara que Gabriel puede haberme visto, envió
escalofríos a través de mí. —¿Cuándo quieres hacer esto?

Se levantó. —Ahora. ¿Todavía tienes cajas de la mudanza? —Se dirigió hacia mi


habitación y abrió la puerta.

—Así es. Honestamente, no vine con mucho y solo he desempaquetado lo que


necesitaba. —Poniéndome de pie, lo seguí hasta mi habitación, algo indignada por el
hecho de que estaba tomándose libertades en mi casa.

—¿Cuánto tienes? Lo que sea que dejes atrás, lo más probable es que nunca más
vuelvas a verlo. —Escudriñó mi dormitorio y se acercó al armario, abriéndolo. El
armario estaba lejos de estar lleno. No esperó a que yo respondiera—. No parece que
haya mucho. Lo que voy a hacer es llamar a un servicio de mensajería. —Salió del
dormitorio y se dirigió a la cocina—. ¿Los muebles son tuyos?

—No. Vinieron con el apartamento.

—Bueno. Entonces todo cabrá en una mini furgoneta del servicio.

Apoyé un hombro contra el marco de la puerta y lo vi inspeccionar la pequeña


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habitación, abriendo armarios y cajones, sintiéndome todavía irritada por la intrusión,


sin importar si estaba intentando ayudarme o no. —¿No podría la gente que está
Página

observándome verme salir y luego seguir la camioneta?


Constantine dejó de examinar la habitación y se volvió hacia mí. —Hay cerca de 50
apartamentos en este edificio. Incluso si averiguaran que te mudas, la furgoneta de
mensajería no dejará tus cosas en su destino final. Las recogeré donde la furgoneta las
deje y las llevaré a donde finalmente necesiten ir, y por eso estoy emocionado de que no
tengas mucho.

El comentario me molestaba, porque me recordaba todo lo que perdí por Gabriel.


Apreté los dientes. Constantine iba a ayudarme y si tenía que entrar en custodia
protectora, tendría que dejar el ochenta por ciento de las pocas cosas que había dejado de
todos modos. No era culpa suya que yo estuviera en el lío en el que estaba. Era mi
propia y maldita culpa.

—Sí, bueno.

Su expresión se suavizó cuando se acercó a mí, agarrando mis brazos en sus manos.
—Mira, Robyn. Todo va a estar bien. Tendrás tu vida de vuelta; prometo que haré que
suceda para ti. —La sinceridad en sus ojos era todo lo que necesitaba. Me rompí.

Acercándome a él, envolví mis brazos alrededor de su cuello y me presioné contra


él, enterrando mi cara en la unión de su hombro y cuello. Era como si las compuertas
que mantuve firmemente cerradas se hubieran abierto, y necesitaba absorber fuerzas de
él. Y le agradecí por eso. Sin importar el pasado, estaba aquí para mí ahora, cuando
necesitaba apoyo más que nunca. Necesitaba un par de familiares y fuertes brazos para
consolarme y me estaba ofreciendo justo lo que necesitaba en el momento que más lo
necesitaba.

—Estará bien —murmuró mientras me acariciaba el pelo, sujetándome contra él. Su


abrazo se sentía tan bien y tan familiar. Y me hizo llorar aún más, mis lágrimas
saturando su camisa de algodón negro mientras mis manos tomaban puñados en la
espalda.

—Me he metido a mí y a nuestro hijo en un lío, Constantine.

—Lo sé.

Chico, esperaba que me lo endulzará. Pero nunca fue un hombre que endulzara las
palabras. —Estoy tratando de sacarnos de esto. Realmente lo hago. —Gruñí, resoplando
mientras mis sollozos comenzaban a disminuir. De pronto, me sentí agotada, más
agotada de lo que ya estaba.

—Sí, lo sé. Y voy a ayudarte.

—¿Por qué me ayudas después de lo que hice? —Si no fuera por los brazos a mí
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alrededor, seguramente habría caído al suelo. ¿Podría seguir teniendo sentimientos por
mí incluso después de lo que hice?
Página

—No lo hago. Estoy haciendo esto por Austin. Un niño necesita a sus padres.
—Oh. —Fue como si una ola de agua fría me hubiera salpicado y me estremecí. No
debería estar decepcionada, pero una pequeña parte de mí lo estaba. Por supuesto, era
Austin y no yo. Era una locura para mí pensar en lo contrario, así que me recompuse y
asentí con la cabeza—. Empecemos.

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Página
Capítulo 9
Robyn
Constantine era como una máquina, trabajando rápida y eficientemente. En dos
horas, todo lo que poseíamos estaba listo para irse y el servicio de mensajería había sido
llamado. Austin durmió durante todo el proceso, lo cual era una bendición. Pero ahora
era tiempo de despertarlo y decirle que íbamos a mudarnos... De nuevo.

—Solo dame un momento. —Dejando a Constantine en la sala, entré a la habitación


de Austin y me senté en la cama, junto a él. Agarrando su hombro, le di una suave
sacudida—. Austin, cariño.

Él se quejó suavemente y golpeó mi mano mientras rodaba, para que su espalda


estuviera hacia mí. Rodando mis ojos hacia él, agarré su hombro un poco más apretado
y le di una dura sacudida, mi tono mucho más firme que antes. —Es hora de levantarse.
Vamos.

Rodando sobre su espalda, cerró sus manos en pequeños puños y frotó sus ojos. —
¿Ya es hora de levantarse? Tengo sueño, mami.

—Lo sé, cariño, pero es hora de levantarse. Nos vamos.

Su pequeño ceño se frunció mientras bajaba sus manos y me miraba fijamente.

—¿Nos vamos a casa? —Sus ojos se iluminaron y una sonrisa comenzó a formarse
en sus labios.

Ahhh, demonios. Aquí vamos de nuevo.

Forcé una sonrisa a mis labios. —No. Nos mudaremos a un sitio nuevo por un
corto tiempo.

—¿A dónde? ¿Por qué no podemos ir a casa? Quiero ir a casa —La sonrisa
inmediatamente se volvió un ceño fruncido mientras se sentaba y cruzaba sus brazos
sobre su pecho, su voz tomando un tono quejumbroso—. Quiero ir a ver a papi.

—No podemos.

—¡Yo no voy a ir! ¡No hasta ver a papi! —Su voz se volvió más alta con cada
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palabra.
Página

Cerrando mis ojos, conté silenciosamente hacia atrás desde diez, calmando mis
nervios antes de reabrirlos. Él estaba confundido y no sabía qué estaba sucediendo, no
era su culpa. Me encogí internamente, pensando en el hecho de que iba a tener que
confesar y decirle que su padre no estaba muerto, sino que estaba empacando y enviando
las pertenencias que nos quedaban.

Poniendo mi "rostro severo" en acción, lo miré fijamente. —Tú irás, y no quiero


oír otra palabra sobre ello. Y será mejor que bajes tu tono cuando me hablas.

Hubo un destello de rebelión en sus pequeños ojos, pero pareció pensarlo dos
veces. En lugar de eso, sacó su labio inferior en un pequeño mohín, quitándose las
mantas de encima y deslizándose fuera de la cama, murmurando—: Bien.

—De acuerdo. Tu ropa está a los pies de la cama.

—¿Dónde están mis cosas? —Él miró alrededor de su diminuta habitación,


confundido.

—Ya están empacadas. Solo necesito que te vistas y nos iremos.

Cuando no respondió, salí de la habitación, dejándolo allí y avisándole que tenía


cinco minutos mientras cerraba la puerta detrás de mí.

—¿Cómo te fue? —preguntó Constantine, mientras yo entraba a la sala.

—Casi tan bien como esperaba —Cuando él ladeó una ceja en mi dirección, le
aclaré un poco—. Él quiere regresar a la casa de Gabriel y está tan enojado y confundido
sobre, bueno… —Corrí una mano a través de mi cabello, el cual estaba ligeramente
grasoso (en serio necesitaba una ducha)—, todo.

—Ya veo. —Señaló hacia el desastre de cajas a su alrededor—. Los sujetos de


mensajería llamaron y dijeron que están subiendo.

—Seguro. —Mi corazón dejó de latir por un momento, cuando la gravedad de lo


que estaba haciendo me golpeó. Hacía algunos cambios grandes y éste era el más grande
de todos.

—¿Qué está mal? —Constantine cruzó la habitación hacia mí e intentó jalarme


hacia sus brazos, pero retrocedí. Él estaba haciendo esto por Austin y no por mí. Estar
cerca de él había traído de regreso sentimientos que bloqueé. Verlo como mi caballero en
brillante armadura no me haría nada bueno, era simplemente él salvando a su hijo; eso
era todo.

Sacudiendo mi cabeza, me encogí de hombros. —Estoy cansada. Tengo un dolor


de cabeza. Estoy estresada, y tan nerviosa que apenas puedo funcionar. —Lágrimas
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amenazaron con caer de nuevo. No lo permitiría, no de nuevo. ¿Cuánto estrés y locura


podía soportar una persona antes de que se rompiera? No lo sabía, pero sentía como si
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estuviera probando mis límites en el momento actual.


Él no lucía convencido; no debería estarlo, le estaba mintiendo entre dientes.
Seguro, sufría todas las cosas que había enlistado, pero no eran la razón de mi angustia
en ese momento. Dándome una mirada sospechosa más, se encogió de hombros.

—Entonces, lo suficientemente bueno. Aparqué atrás, así dejaremos que ellos


lleguen aquí mientras nosotros nos escabullimos.

—De acuerdo...

—Mira. —Tocó mi brazo y me dio una sonrisa compasiva—. Sé que esto es un


acto de fe, pero si no lo tomas, entonces estarás muerta antes de que tu pequeño trato
con los federales suceda.

—¿Qué...?

Poniendo su dedo índice sobre mis labios, sacudió su cabeza, deteniendo mi


negación. —Te vi con ellos. Lo sé. Así que no tiene sentido negarlo. Salgamos de aquí
mientras aún tengo la oportunidad de hacerlo tan tranquilamente como sea posible.

—¿A qué te refieres con tranquilamente?

Constantine me miró con una mirada tan fría y distante que sentí un temblor
bajar por mi columna. No conocía al hombre que me estaba mirando ahora mismo. —
Así puedo mantener la matanza al mínimo para sacarte de este desastre.

—Matanza... —Me asfixié con la palabra. Si no era completamente real antes,


ciertamente lo era ahora. El único consuelo que tenía era que el asesino a sueldo ahora
estaba de mi lado.

***

—¿Las vendas para los ojos son realmente necesarias? —No me agradaba esto. No
del todo. Una vez que estuve sentada en el asiento del pasajero del BMW y Austin en el
asiento trasero, Constantine insistió sobre vendarnos los ojos. Aparentemente, era a su
manera o nos quedábamos por nuestra cuenta.

—Sí, es por tu propia seguridad.

—Que mierda.

—Mamá, lenguaje.
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Constantine rio.
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Rodé mis ojos desde atrás del vendaje. Austin estaba en un furor anti-palabrotas. Lo
que era genial, generalmente. Pero algunas veces, solo necesitabas escupir una sarta de
maldiciones sin ser reprendido por un niño de cinco años.

Demonios, estaba enfadada. Sentí que necesitaba disculparme, a pesar de que no


dije una palabra a Austin para responder.

—¿Cuánto más falta?

—Necesitas tomar una lección de paciencia de nuestro niño.

Mi corazón se detuvo, juro que lo hizo por un breve segundo mientras mi


respiración se atascaba en mi garganta, esperando para ver si Austin captó lo que
acababa de decir. Austin era extremadamente astuto, haciendo difícil que pasara por alto
algo.

Pero ninguna pregunta vino desde el asiento trasero, así que mi corazón comenzó a
latir suavemente en mi pecho una vez más, mientras suspiraba aliviada. Tenía que
decirle a Austin, pronto; Constantine insistiría en ello. Él no lo había hecho aún, pero lo
haría, incluso si su pensamiento inicial fue mantener el silencio. Eventualmente, vivir
con Austin lo haría exigir encargarse de su derecho como su padre.

—Además, ya casi llegamos.

—Dijiste eso al menos veinte veces antes.

—¿Tu mamá siempre es tan quejumbrosa, Austin?

Hubo un momento de duda antes de que la respuesta llegará. —A veces.

Un rugido de risa hizo eco a través del auto, antes de que Constantine respondiera.
—Ella podía serlo a veces, cuando estábamos juntos.

—¿Juntos? —preguntó Austin, con curiosidad en su tono.

Miré en dirección de Constantine, incluso si todo lo que podía ver era oscuridad. —
Nos conocemos el uno al otro hace mucho tiempo. —Ofrecí.

—Creo que podrías llamarlo más que solo conocernos el uno al otro.

—Realmente, este no es el momento ni el lugar, Constantine. —Me aseguré de que


hubiera una pizca de advertencia en mi tono.

—Tienes mis disculpas. —Incluso cuando no podía ver su rostro, sabía que estaba
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sonriendo. El pendejo no lo lamentaba en lo absoluto.


Página
Una maldición estaba en la punta de mi lengua, pero por el bien de Austin, la mordí
para retenerla. Había un tipo especial de vergüenza que iba junto con ser regañada por
un niño que apenas era mayor que un bebé mayor.

Segundos pasaron, minutos, era difícil decirlo. Una cosa que sabía era que me sentía
ridícula. ¿Qué daño haría dejarme ver a dónde íbamos?

—¿Constantine? —La voz de Austin me jaló fuera del aturdimiento en el que me


había arrullado yo misma.

—Sí, amigo.

—Tengo que hacer pis.

—Ohhh. ¿Puedes aguantar un poco más?

—Ummm. —Hubo un largo silencio—. No.

Estaba esperando un "eh" o algún otro comentario o ruido de desdén, pero para mi
sorpresa, no lo hubo. En lugar de eso, oí. —De acuerdo, amigo. Solo un par de minutos,
¿de acuerdo?

—Bien.

Como prometió, nos estacionamos y apagó el motor.

—Entonces, conserva la venda puesta, Robyn.

—Por el amor de dios —balbuceé en voz baja. Personalmente, yo tenía que orinar
como un caballo de carreras, pero apreté los dientes y aguanté. Seguramente, donde sea
que él viviera no era demasiado lejos de las afueras de la ciudad.

Él rio mientras abría su puerta. Hizo una pausa, como si esperara que yo le
respondiera, pero me negué a darle la satisfacción. Incluso después de que ambos
regresaron de su receso para orinar, permanecí en silencio, insegura de qué decir.
Considerando que estaba salvando nuestras vidas, yo debía estar agradecida con él,
cayendo de rodillas y llenándolo con mi agradecimiento. Entonces, ¿por qué no lo
estaba? ¿De dónde estaba viniendo toda mi amargura hacia él? En todo caso, él era quién
tenía el derecho de estar enojado conmigo, no al revés. De cualquier forma, permanecí
en silencio hasta que al auto ralentizó y el sonido de una puerta de cochera elevándose
lentamente señaló nuestra llegada.

—Estamos aquí. Puedes quitarte la venda, Robyn.


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Sin esperar un segundo, la jalé hacia arriba y la saqué de mi cabeza. La cochera


Página

tenía un estacionamiento grande para cuatro autos, con dos puestos vacíos; un Porsche
plateado en el primero y un Lamborghini negro en el más alejado. —El negocio debe
andar bien. —No era como si yo no estuviera acostumbrada a autos elegantes (Gabriel
tenía una colección que incluía un Ferrari y un Escalade tuneado) pero no esperaba ver
que Constantine tenía el comienzo de una.

Salió del auto, agarró nuestras maletas del baúl e hizo su camino hacia la puerta que
lo llevaba a la casa. Austin no esperó mi autorización, saltando fuera del auto y
siguiendo a su padre. Volteando, me miró directamente a los ojos a través de la ventana
del auto del lado del conductor. —¿Estás esperando una invitación escrita?

—Umm. —Demonios. Corrí una mano a través de mi cabello y solté el cinturón de


seguridad. Bueno, este es, bueno o no, el comienzo de mi nueva vida, medité mientras abría la
puerta del auto y salía del vehículo. O el final, se metió una voz en lo profundo de mi
cabeza.

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Página
Capítulo 10
Robyn
Siguiendo a Constantine y Austin al interior de la casa, fui recibida por un gran
vestíbulo. Estaba pintado en ricos beiges y colores de caoba, con puertas corredizas
espejadas que se abrieron para mostrar un armario de abrigos de gran tamaño.

Cuando Constantine colgó su chaqueta, me miré en el espejo y un suave sonido


estrangulado surgió de entre mis labios entreabiertos. Lucía como la mierda, con círculos
oscuros bajo mis ojos y mi cabello en un moño desordenado en la parte superior de mi
cabeza. Y delgada; nunca he sido lo que podrías llamar una chica delgada, sino un poco
curvilínea, pero había perdido tanto peso en mi cara que parecía débil. Si viera a alguien
parecido a mí caminando por la calle, cruzaría la maldita carretera pensando que era una
especie de adicta al crack.

—¿Estás bien?

—¿Eh? —Frunciendo el ceño, levanté la vista hacia el hermoso rostro de


Constantine y me hizo sentir aún peor por mí misma. En cualquier caso, los años lo
habían hecho más caliente. Se había engrosado desde que estuvimos juntos, puro
músculo, mientras yo me convertí en un colosal accidente de trenes. No es de extrañar
que pareciera tan distante conmigo; me había convertido en una enorme decepción,
tanto físicamente como en la vida.

Si pensaba que estaba deprimida antes, eso no era nada comparado con lo que sentía
ahora.

—Oye, solo relájate. —Su sonrisa era genuina, preocupación en sus ojos—. Todo
estará bien. Estás a salvo aquí.

Resoplé. Ya tuve una fiesta de llanto hoy, realmente no tenía necesidad de


consentirme otra. La autocompasión nunca le hizo bien a nadie. Aunque yo estaba feliz
de que él confundiera la razón de mi disgusto. Lo último que necesitaba era que pensara
que todavía estaba enamorada de él después de todos estos años.

Pero lo has estado, intervino una voz en lo profundo de mi cabeza. Pero eso fue hace
mucho tiempo. Lamenté las circunstancias de cómo terminó; fue casi trágico. Forzando
62

una sonrisa a mis labios, a pesar del dolor, le di la mejor sonrisa que pude reunir.
Página

Estuvimos enamorados en un momento, pero todo había terminado.


—Ven a ver el resto de la casa y les mostraré a ti y a Austin sus habitaciones.

Asentí mientras él ponía una mano en el centro de mi espalda baja y me guiaba más
hacia la casa. —¿Dónde estamos?

—En mi casa.

Poniendo los ojos en blanco hacia él, gemí. —Quiero decir, ¿en qué parte de la
ciudad?

—Buen intento. Mi casa como respuesta es lo mejor que vas a obtener de mí.

—No puedes culpar a una chica por intentarlo. —Entramos en la sala de estar,
donde Austin ya se había posado en la sección de cuero marrón, el control en la mano y
cambiando a través de los canales en una televisión de proyección masiva, montada en
la pared. La sala de estar era gigantesca, con paredes de color marrón profundo y
alfombra beige. Era fácilmente del tamaño de mi apartamento entero, aunque eso no era
decir mucho.

—Austin Carsen Vaughn, apaga esa televisión en este instante. —Plantando mis
manos en mis caderas, disparé a mi mejor mirada de mamá desaprobadora a nuestro
hijo. Estaba tan concentrada en Austin que ni siquiera noté la expresión de sorpresa en el
rostro de Constantine mientras me miraba fijamente.

***

Constantine
Austin Carsen Vaughn. Carsen era mi segundo nombre y el nombre de mi difunto
padre, el biológico. No sabía qué pensar sobre el hecho de que ella usara mi nombre.
Quería cuestionarla, por lo menos darle las gracias, pero no quería interrumpir su
momento de "mamá" con Austin. Habría un montón de tiempo para el período de
preguntas y respuestas más tarde esta noche, cuando Austin estuviera arrullado y
dormido.

Mirando a Robyn mientras conversaba con Austin, sentí una punzada de lástima
por ella en mi estómago. Parecía muerta en sus pies. Era increíble el efecto que el estrés
podía tener en una persona, tanto mental como físicamente.
63

—Vamos amigo, vamos a ver tu habitación —dije, rompiendo la tensión entre


madre e hijo.
Página
—Bien. —Me lanzó una sonrisa de lado y saltó del sofá después de apagar la
televisión. Mientras corría junto a la mesa final, su mano golpeó un jarrón, enviándolo a
volar. El delicado jarrón de cristal azul y plateado de Milano, que había conseguido en
un viaje a Venecia el año pasado, golpeó la pared y se rompió, con las docenas de
pedazos cayendo en la alfombra gruesa.

Oh, maldita sea.

Se detuvo en seco, con la boca abierta y los ojos azules extendidos de horror.
Mirando a Robyn, su expresión imitaba la de Austin, un silencio mortal apoderándose
de la casa. Austin lucía de la forma en que me sentía por dentro. El jarrón me había
costado varios miles de dólares y envoltura meticulosa para llegar a casa a salvo.
Apretando los dientes, me obligué a mantener la calma. Era sólo un jarrón, no un gran
problema.

Agachándome, hice un gesto para que Austin viniera hacia mí. No se movió. ¿Por
qué demonios estaba tan aterrorizado? Miré a Robyn. Su expresión no me estaba dando
una pista sobre el problema.

—Lo siento, no quise... —Comenzó.

—No te preocupes por eso, pequeño. Es sólo una tontería barata que conseguí en el
Granero de Cerámicos. —Le hice una seña de nuevo—. Vamos, déjame mostrarte tu
habitación.

Con un poco de vacilación, se acercó a mí y lo levanté en mis brazos. Envolviendo


sus brazos alrededor de mi cuello y asegurándolo en mi cadera, cogí una de las dos
maletas y asentí con la cabeza hacia la escalera, abriendo el camino.

—Tu casa es realmente hermosa —comentó ella desde atrás.

—Gracias. Quería algo cerca de la ciudad, pero todavía un poco fuera del camino.
Tardé seis meses en encontrar este.

—Los negocios deben ser buenos. Esto debe haber costado una pequeña fortuna.

Miré por encima de mi hombro hacia ella y sonreí. —Lo he hecho bien. No como tu
ex marido de bien, pero bien, no obstante. Pero, por otro lado, yo tengo algunos
escrúpulos.

Ella arrugó su nariz hacia mí e inmediatamente me arrepentí de mis palabras. Y


64

realmente, ¿tenía más escrúpulos que él? Eso podría ser discutible. —Lo siento.
Página

—Está bien.
Ella me siguió por las escaleras, gruñendo suavemente mientras tiraba de la maleta
grande y pesada detrás de ella. La habría llevado arriba felizmente, después de que la
acomodara a ella y a Austin, pero Robyn parecía tener la intención de hacerlo por sí
misma. En la parte superior de la escalera, la llevé por el pasillo hasta el primer
dormitorio de invitados, que sería para Austin. La casa tenía seis habitaciones en total,
4.500 pies cuadrados. Era un poco grande para una persona, pero me gustaba.

—Este, mi hombrecito, será tuyo. —Lo dejé en el suelo y él inmediatamente entró


corriendo.

—Esto es genial. —Corrió hacia la ventana y miró hacia fuera. La ventana daba al
pequeño jardín y la fuente. Si hubiera estado en la habitación del otro lado del pasillo,
habría tenido una vista perfecta de la piscina y la gruta—. Increíble. Hay una fuente,
mamá.

—Bonito. —Ella sonrió mientras me miraba—. Mucho espacio para tus juguetes
cuando Constantine los recoja.

—Ajá. Y mira la televisión. —Su sonrisa se ensanchó mientras miraba hacia arriba a
la televisión de 46" montada en la pared—. ¡Y hay un PS4! —Miró directamente a
Constantine—. ¿Tienes muchos juegos?

—Así es. —Respondió Constantine mientras empujaba la maleta de Austin hacia la


habitación—. Y después de desempacar tus cosas, si está bien con tu madre, te mostraré
dónde están.

—¡¡Sí!! —Austin agarró la maleta con entusiasmo y comenzó a desempacar.

—Voy a enseñarle a tu mamá su habitación y luego volveremos, quizás te traigamos


algo para almorzar.

—Ajá.

—Vamos. —Colocando una mano en la parte baja de su espalda, dirigí a Robyn por
el corredor, una puerta más allá.

***

Robyn bostezó por décima vez desde que nos sentamos para ver la película. Había
sido un largo día entre la mudanza y el asentamiento. Estaba teniendo un impacto
65

emocional en ella, por no hablar de la falta de sueño. Era una sorpresa que ella
Página

aguantara hasta las 8 p.m. Austin se había quedado dormido con el controlador de PS4
en su mano, hace casi dos horas, después de comer una copiosa cena.
—Tal vez deberías retirarte por la noche. —Sugerí.

—No, estoy bien, ni siquiera son las ocho todavía. —Bostezó de nuevo y cayó
profundamente en el sofá.

Tomándole la palabra (a pesar de no creerle completamente), volví a ver la comedia


romántica que Robyn había seleccionado. En diez minutos, sentí su peso caer contra mí
y los suaves ronquidos procedentes de ella.

Sin estar seguro de qué hacer, le permití seguir acurrucada contra mí mientras la veía
dormir. Me imagino que algunos pensarían que mirarla dormir era espeluznante, y
supongo que podrían estar en lo cierto, pero lo hice de todos modos, mis ojos
explorando cada parte de ella. Sacando fuera de su cara un mechón de cabello negro y
rojo que había caído sobre sus ojos, estudié sus rasgos faciales. Incluso mientras dormía,
ella tenía la preocupación arrugando su frente.

—Haré esto bien —le susurré mientras acariciaba su cabello largo y satinado. Si
fuese honesto conmigo mismo, tendría que admitir que yo era parte de la razón por la
que ella y mi hijo estaban en este lío. Si no hubiese accedido a la estúpida idea de robar
esa tienda, no habría matado a ese tipo y entonces ella no me habría dejado y no hubiera
tenido a nuestro bebé a mis espaldas. Demonios, si no la hubiese cagado hace tantos
años, tal vez estaríamos casados, con una hipoteca que no podríamos pagar pero que
teníamos de todos modos, unos cuantos niños y mientras nosotros pudiéramos
arreglárnoslas financieramente, estaríamos felices. Y ellos estarían a salvo.

Me reí para mí mismo. Qué estúpida idea. Si bien esa vida podría funcionar para
Robyn, ¿podría funcionar para mí? Tenía mis dudas. Encajar en ese tipo de vida sería
como encajar una clavija cuadrada en un agujero redondo; simplemente no funcionaría.
Con los años, llegué a la conclusión de que no era como todos los demás. Programado
de manera diferente, se podría decir. Podía matar hombres y no sentirme mal por ellos.
En el 99% de mis tratos, parecía carecer de cualquier tipo de empatía, pero Robyn era la
única excepción a lo largo de mi vida que burló la norma. Ella era la única persona que
logró hacerme sentir algo cercano al amor por otra persona.

La película terminó sin que yo viera más de diez minutos. Tanto como estaba
empezando a disfrutar la cercanía de Robyn, su ronquido pasó de ser suave al
equivalente de un rugido de motosierra y tenía que formular un plan para sacarnos de
este pequeño lazo en el que estábamos.

—Robyn. —Le di un pequeño codazo.


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Nada.
Página
—Robyn. —Repetí, dándole un empujón más duro. Todo lo que logró hacer por mí
fue envolver sus brazos alrededor de mi cintura, murmurar algo incoherente y luego
volver a establecerse en un sueño profundo.

—Bueno, maldición. —¿Quería despertarla de todos modos? Cuando éramos más


jóvenes, despertarla era como hacer salir a un dragón dormido. ¿Quería correr ese
riesgo?

Respuesta: No realmente.

Haciendo lo posible para no moverla, me deslicé del sofá y le pasé un brazo por
debajo de las piernas mientras mantenía el otro brazo bajo sus omóplatos. Con un rápido
movimiento, la levanté del sofá y la acerqué a mi pecho. Manteniéndola segura, me
dirigí a las escaleras que subía a las habitaciones.

Exhalando un pesado suspiro, miré las escaleras y comencé a subir. Eran un montón
de jodidas escaleras. Ella murmuró algo incoherente cuando llegamos a la parte superior
de la escalera y se removió en mis brazos, apretando su agarre en mí, hundiendo su cara
contra el hueco entre mi cuello y hombro. El calor de su aliento mientras exhalaba
suavemente envió un escalofrío a través de mí y causó que mi polla resucitara a la vida.

Maldita sea. La última cosa que quería hacer era dejar que mis sentimientos y deseos
se interpusieran en el camino, nublando mi juicio. Ya estaba demasiado cerca para su
seguridad y la de Austin. Pero, ¿qué podía hacer? Era muy fácil decir que debería
mantenerse impersonal, pero ¿Cuánto más personal puede volverse si incluye a tu propia
carne y sangre, y a la única mujer que has amado?

Empujando la puerta del dormitorio con mi cadera para abrirla, la llevé a la cama y
la puse suavemente sobre ella. Mientras trataba de enderezarme, en lugar de que su
agarre en mí se aflojara, se volvió aún más blindado, sus dedos agarrando mi camiseta
en un puño y manteniéndola asegurada a ella.

De acuerdo, así que tenía dos opciones: despertarla y hacer que me soltara o
resistirlo y acostarme con ella.

Escogí la opción 1. Tenía que mantener una distancia emocional.

—Robyn. —dije, no muy fuerte, para no asustarla, mientras empezaba a alejarme de


nuevo.

—¡No, no! —gritó, agarrándose más fuerte a mí, mientras se revolcaba en la cama,
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una expresión de angustia en su rostro—. Por favor. ¡Detente!


Página

Inmediatamente, me metí en la cama y la empujé contra mí, acariciándole el cabello


y susurrando palabras de consuelo en su oído.
Casi al instante, se acomodó y volvió a murmurar incoherentemente. Pero parecía
que, cualquiera que haya sido el mal sueño que la mantuvo cautiva, había acabado. Ella
se sentía tan suave contra mí y sus suaves ronquidos comenzaban a arrullarme para
dormir.

Sí, debería irme ahora mismo. Debería estar despertándola y yéndome, este no era el
tipo de situación en la que necesitaba estar. Pero, ¿cómo podría hacerlo? Incluso en su
sueño, ella me necesitaba y si mi presencia junto a ella iba a darle una noche de sueño
completa, ¿cómo podría irme?

Además, en el fondo, no quería hacerlo. No me malinterpreten, tengo mi parte justa


de coños, aunque las mujeres que follé eran sólo eso: compañeras de juego; las relaciones
nunca estuvieron en mi radar. Sin embargo, esto era diferente. Era familiar y puro. A
pesar del estado endurecido de mi polla, esto no era una cosa sexual.

¿Qué daño haría simplemente abrazarla?

68
Página
Capítulo 11
Robyn
Lentamente, comencé a despertar de uno de los más profundos y más tranquilos
sueños que había tenido en mucho tiempo, a la sensación de un cuerpo duro y caliente
situado apretado contra el mío. Me acurruque más cerca del calor. ¿Espera? ¿Qué
demonios? Mi mente estuvo confusa por un momento mientras trataba de pensar un
poco.

Entonces, el olor de su colonia vagó a mi conciencia y lo supe inmediatamente. Era


un olor muy familiar. Mientras sabía que debería alejarme, la sensación de su abrazo era
muy reconfortante. Apretando mi agarre sobre él, inhalé profundamente y aprecié ese
olor mientras todos los buenos recuerdos que tenía de nosotros se aceleraban por mi
cabeza, negándose a permitir que los malos entraran. Viví demasiados malos ya,
necesitaba los buenos ahora y Constantine era eso.

—¿Robyn?

Mi cuerpo se congeló junto al suyo. Comenzaba la actuación.

—Estás fingiendo dormir.

Gemí interiormente.

—¿Cómo supiste? —Abrí mis ojos y mi mirada encontró la suya. Había un rastro de
sonrisa en sus labios.

—Porque te conozco. Esta no es la primera vez que hemos estado juntos en la cama,
lo sabes.

—Lo sé. —Calor coloreó mis mejillas —. Pero ha pasado mucho tiempo.
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Su mirada bajó a mis labios, deteniéndose allí. Recorriendo con mi lengua a lo largo
Página

de mi labio inferior, lo jalé entre mis dientes y lo mordisqueé suavemente.


—¿Estás haciendo eso a propósito?

Solté mi labio, dejándolo reluciente.

—¿Haciendo qué?

—Morder tus labios. Es sexy como el infierno, siempre lo ha sido.

—¿Ah? —Lo recordaba, aunque no pude evitar actuar inocente. La sensación de su


cuerpo, tan duro e inflexible contra el mío, me hizo querer ver y sentir lo que estaba por
debajo de la ropa que llevaba desde ayer por la noche. Pero había otro factor que estaba
tentándome… la inconfundible dureza de su pene contra mi estómago. Sí claro, puede
ser una erección mañanera, pero aun así quería creer que era debido a que estaba junto a
él. Al menos, mi cuerpo empezaba a reaccionar como si así fuera.

Independientemente de qué razones nos juntaron, compartimos un pasado una vez y


hasta que me enteré que estaba embarazada y descubrí lo que él había hecho, habíamos
sido felices. Incluso después de esos descubrimientos, dejarlo fue la cosa más difícil que
tuve que hacer.

—Ahora estás actuando evasiva. Ese acto nunca funcionó conmigo antes, ¿qué te
hace pensar que funcionará ahora?

Sonriendo, me encogí de hombros mientras apoyaba mi cabeza en mi mano,


continuando con la mirada levantada y en sus brillantes ojos azules.

—Si recuerdo bien, funcionaba en ese entonces.

—Cuando era apropiado para mí, funcionaba. —Él imitó mi posición.

La broma en su voz y la mirada en sus ojos me hizo derretirme por dentro. Había
sido mucho tiempo desde que me sentí así por alguien. Ni siquiera en el principio de mi
relación con Gabriel. Me hizo preguntarme por qué me casé con él en primer lugar,
cuando había un hombre en el mundo que podía hacer aparecer las mariposas en el
70

estómago con una simple mirada y una sonrisa.


Página
No pude evitar lo que sucedió después y desafío a cualquiera a culparme por ello.
Impulsivamente, me incliné hacia adelante y rocé mis labios contra los suyos. Su cuerpo
se volvió incluso más rígido, si eso era posible y, por un momento, sus labios no
respondieron.

Tengo que alejarme, pensé, avergonzada conmigo misma por tomar un movimiento
tan descarado. Es decir, realmente era muy valiente de mi parte. Él realmente no me dio
ninguna indicación de que estaba interesado. Excepto por la gigantesca erección, interrumpió
una voz en lo profundo de mi mente. Está bien, bueno, excepto por eso.

Justo cuando decidí que era mejor alejarme, él respondió, devolviendo el beso. A
pesar de no haber sido él quien me besó, rápidamente asumió el control, sus labios
chocando en los míos. Mi corazón se disparó mientras la adrenalina corría por mi
cuerpo. Gemí suavemente, mis labios ligeramente abiertos e invitándolo a entrar.

Constantine aceptó la invitación, su lengua deslizándose más allá de mis labios


abiertos en busca de la mía. Cuando nuestras lenguas se tocaron, mi cuerpo entero cobró
vida en un deseo por él tan intenso que, si no me permitía el anhelo, seguramente
enloquecería.

Él empujó hacia adelante, sus labios permaneciendo sobre los míos, su lengua
jugando y burlándose mientras me recostaba de espaldas contra el colchón, mis brazos
envueltos alrededor de su cuello, manteniéndolo asegurado a mí. Mientras nuestras
lenguas seguían jugando el juego del gato y el ratón, que se sentía tan maravillosamente
familiar, mis dedos se hundieron en sus hombros, acariciando el grueso y esculpido
músculo bajo la camisa de algodón.

Murmuré su nombre mientras sus labios se deslizaban de los míos hacia al lado de
mi cuello. Constantine... su nombre estaba en la punta de mi lengua cada vez que estuve
con un hombre desde él. Nunca había cometido el grave error de decir a su nombre por
accidente, gracias a Dios, pero había estado cerca.

Exhalé mientras oleadas de placer corrían a través de mí, mientras mordisqueaba y


71

besaba su camino por mi cuello, con suavidad. Arqueando mi espalda, dejé que mi
Página

cabeza cayera hacia atrás, dándole mayor acceso a la zona blanda, el ápice entre mis
piernas comenzando a palpitar mientras los sentimientos de placer dentro de mí se
intensificaban.

—¡Mami!

Maldición. Gemí y detuve una cadena de maldiciones mientras el momento entre


nosotros se destrozaba y la realidad de la situación regresaba a golpearme con toda su
fuerza. Abriendo los ojos, ví a Constantine a medida que se levantaba de mí y se
deslizaba de la cama.

—Me ocuparé de él —dijo, ya en su camino para abrir la puerta del dormitorio—.


La ducha está por el corredor si quieres usarla.

No hubo una mirada de regreso a mí, o miradas de anhelo. Era como si no hubiera
pasado nada entre nosotros. Mi corazón se hundió en mi estómago. Era una chica tan
tonta.

Constantine

Salvado por el niño.

Sin embargo, ¿realmente era una salvación? No lo sabía con certeza. En el calor del
momento, habría matado por estar enterrado hasta las bolas en ella otra vez. Pero
comenzar cosas con Robyn era una mala, mala idea. Yo era un lobo solitario.
Encontraba a una mujer para satisfacerme cuando la necesidad se presentaba, pero eso
era todo. Cualquier otra cosa, era muy peligroso. Y ella estaba demasiado vulnerable
para ser utilizada. Incluso después de todo estos años, y a pesar de los malos
sentimientos que estaban girando a través de mi cabeza sobre cómo terminaron las cosas
y el hecho de que ocultó que tenía un niño mío, sabía que no podía lastimarla de esa
manera.
72

Esto tenía que ser tratado como cualquier otro trabajo. Punto.
Página
—¡Mami! —gritó Austin otra vez, desde su habitación, seguido por el golpeteo de
sus pequeños pies en el piso del dormitorio. Sonreí a pesar de mí mismo. Abrió la puerta
del dormitorio al mismo tiempo que yo la alcanzaba. Su cabecita se levantó para
encontrar mi mirada. Tomó un momento, pero finalmente él sonrió y dijo—:
Constantine. —Acortando la distancia entre nosotros, me dio un abrazo rápido—.
¿Dónde está mami?

—Se está levantándose, amigo. Estará lista pronto. ¿Te gustaría desayunar algo?

Él asintió con entusiasmo.

—¿Tienes Count Chocula2?

—No.

—¿Pop-Tarts3?

Me reí.

—Nop. Lo mejor que puedo ofrecer es un buen tocino pasado de moda, panqueques
y huevos. ¿Será suficiente?

Él arrugó su nariz y me miró de forma cuestionadora.

Me tomó un momento darme cuenta de mi error, suficiente puede que no esté en su


vocabulario todavía. Lo intenté de nuevo:

—¿Eso estaría bien?

La sonrisa reapareció y él asintió.

—Sip. Me gusta el tocino.

—¿No les gusta a todos? —Colocando un brazo alrededor de sus hombros, lo llevé
por el pasillo hacia las escaleras.
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Página

2
Count Chocula: es un cereal de chocolate con pedacitos de malvaviscos
3
Pop-Tarts: tartas planas, rectangulares y prehorneadas, que contienen un relleno dulce sellado entre dos
capas de masa. Algunas vienen glaseadas.
—Nop. A mami no le gusta. Mi papi no le dejaba comerlo; dijo que la haría
engordar.

La rabia aumentó a través de mí, aunque me negué a permitir que la emoción


rompiera la sonrisa que tenía en mis labios. Mi hijo estaba llamando papi a ese
asqueroso idiota. Yo era su jodido padre, no ese pedazo de mierda, maldita sea. Eso iba
a tener que ser rectificado. Aunque una vez que hubiera una bala en la cabeza de
Gabriel, ya no importaría.

Si ya no había quedado claro antes de ahora, Gabriel era un hombre muerto


caminando. Con cada paso que tomaba bajando la escalera, la decisión se volvía más
absoluta en mi mente. Cortarle la cabeza a la serpiente y no habría nada de qué
preocuparse. A decir verdad, si los federales estaban hablando con Robyn, entonces
significaba que también estaban vigilándolo. Tendría que ser cuidadoso, muy cuidadoso,
cuando lo eliminara.

—Bueno, mami puede comer todo el tocino que quiera aquí.

Hicimos nuestro camino por la escalera de caracol.

—¿Quieres saber más cosas sobre los canguros?

No realmente, pensé, pero para mi hijo, simplemente sonreí y dije—: Me encantaría.

74
Página
Capítulo 12
Robyn
Vestirme tomó mucho más tiempo del que normalmente tomaría, mayormente
porque no estaba segura de cómo acercarme a Constantine después de lo que pasó en el
dormitorio. Sin dudas, él pensó que yo estaba débil, vulnerable y quizás incluso un
poquito necesitada.

A pesar de eso, una vez que me puse un par de vaqueros y una camiseta, me
encontré de pie en frente del espejo de cuerpo completo, examinando mi reflejo. Lucía
fatal. Agarrando mi estuche de maquillaje, rápidamente apliqué una gruesa capa de base,
junto con una generosa cantidad de corrector cosmético en el área bajo mis ojos. Para el
momento en que terminé y apliqué una delgada capa de brillo en mis labios, asentí hacia
mi reflejo. No era exactamente material de reina de belleza, pero al menos no lucía
repugnante. Un gran gracias a cosméticos MAC.

Vaya, buena forma de bajar tus expectativas de ti misma, pensé, volteando del espejo y
saliendo del dormitorio. Mis pies se sentían como si tuvieran pesas encadenadas a ellos
mientras bajaba las escaleras. Solo fingiría que nada había pasado. No es como si
hubiese sucedido mucho de cualquier forma, nada sobre lo que avergonzarse.

Mientras me acercaba al final de las escaleras, el olor a tocino y huevos vagó hacia
mí, haciendo que mi estómago gruñera. Tocino. Demonios, amaba el tocino; había
pasado mucho tiempo desde la última vez que probé esa salada, grasosa y, oh, tan
deliciosa, carne. Entrando a la cocina, dejé de caminar por completo en la entrada.

Austin estaba de pie sobre un banquillo, en frente de la estufa, una espátula en su


mano, con Constantine de pie junto a él, instruyéndole cómo voltear los panqueques. La
mamá helicóptero en mí sintió una ola de terror al ver a mi hijo tan cerca de la cocina,
donde la grasa del tocino podía volar hacia él, pero había otra parte de mí que sentía
calidez y comodidad por dentro, al ver a Constantine interactuando con él.

Él volteó y me sonrió. —Toma asiento —dijo, asintiendo hacia la mesa para cuatro
personas a la izquierda de la habitación—, casi terminamos.

—Mira mami, estoy haciendo panqueques —exclamó Austin, el panqueque medio


cocido sobre la espátula.
75

Antes de que pudiera responderle, el panqueque se deslizó de la espátula y golpeó el


Página

suelo, con un suave ¡plaf! Su sonrisa se desvaneció de inmediato y un ceño fruncido tomó
su lugar.
—No te preocupes, amiguito. —Constantine le dio una palmada en la espalda—.
Eso solo significa que tendremos que hacer otro.

Eso pareció aliviar su humor y su sonrisa regresó. —¡Increíble!

Entré a la cocina y me dirigí hacia el rollo de toallas de papel. —Siéntate Robyn —


dijo Constantine, extendiendo su mano y deteniéndome de continuar—. Yo me ocupo.

Una protesta estaba en la punta de mi lengua, pero la mordí para retenerla. Si él


quería que me relajara, entonces ¿quién era yo para discutir? Con una sonrisa en mi
rostro, me senté en la mesa y miré trabajar a los chicos, impresionada por cuan bueno
era Constantine con Austin. Me hizo preguntar si Constantine estaba saliendo con
alguien, o si él tenía tanta experiencia con niños, quizás estaba saliendo con mamás
solteras.

No quería que él se hiciera la idea equivocada, pero tuve que preguntar cuando la
curiosidad se apoderó de mí. —Entonces, Constantine, ¿has tenido muchas citas?

Él rio, una fuerte carcajada, y luego volteó para enfrentarme. —No en realidad.

—¿Por qué no? —Él era atractivo, aparentaba hacerlo bien por su cuenta. Parecía
raro que él no estuviera viendo a alguien y no tuviera una vida social activa.

—Estoy bastante ocupado la mayoría del tiempo. Lo que hago no es el típico


empleo de nueve a cinco. Así que las relaciones no están exactamente en mi radar por
ahora. Quizás alguna vez, en el futuro, cuando la vida sea menos frenética y tenga un
poco más de estabilidad. Quizás entonces pueda comenzar una familia.

Su comentario perforó a través de mí, y me desconectó de todo lo demás sucediendo


a mi alrededor. De acuerdo, no era como si estuviera esperando algo de él. Él era un
donante de esperma. Así fue como lo traté cuando lo dejé sin decir nada, ¿por qué
cambiaría ahora que Constantine finalmente conocía la verdad?

Mi cabeza realmente estaba jodida ahora. No estaba pensando correctamente.

—¡Pruébalo, mami!

La voz de Austin me sacó de mis pensamientos y me enfoqué en la comida que


ahora estaba enfrente de mí. Joder, aparentemente, me desconecté por un rato. Sonreí
hacia Austin, quien estaba del otro lado de la mesa, aunque, como mucho, era una
sonrisa débil. Obligué a mi sonrisa a ampliarse.
76

—Está bueno —dijo él, empujando un tenedor con panqueque en su boca.


Página

—Apuesto que lo está, bebé.


***

Constantine
Poniéndome un par de guantes negros, entré al antiguo complejo de apartamentos
de Robyn y me dirigí al elevador. No estaba seguro de por qué siquiera regresé allí, pero
tenía un presentimiento. Además, necesitaba saber si eran conscientes de que ella ahora
estaba huyendo de ellos. La fecha límite estaba acercándose e imaginaba que Gabriel se
pondría ansioso, esperando que yo completara la tarea asignada.

Tenía la llave de Robyn, así que una vez que estuve en su piso, estuve a punto de
deslizar la llave en la cerradura cuando noté que la puerta estaba ligeramente
entreabierta. Supongo que había estado en lo cierto. El ritmo de mi corazón se aceleró
mientras la adrenalina comenzaba a bombear a través de mis venas, a un ritmo
apresurado. Amaba este momento, la anticipación de un altercado. Con los años se
había vuelto mi adicción, mi propia droga personal. ¿Quizás, subconscientemente, tenía
un deseo de muerte?

Sacando mi arma de la funda que ocultaba bajo mi chaqueta, continué con cuidado,
enroscando el silenciador y luego empujando la puerta con el cañón de mi arma para
abrirla. Lo hizo sin esfuerzos y me tomó un minuto examinar la habitación antes de
continuar entrando.

Los cojines habían sido lanzados fuera del sofá, y estaban esparcidos a través de la
habitación; los muebles estaban en desordenados. A primera vista, no parecía que aún
hubiera alguien en el departamento, pero algunas veces la vista podía engañarte.
Fácilmente podría haber alguien esperando para saltar a la acción. Y mis instintos
raramente se equivocaban.

Comencé con la cocina. Estaba despejada. Continuando con el resto de la casa, me


encontré con todo vacío. Tenía que decir que, a pesar de que era conveniente que ellos
ya hubieran llegado y marchado, había una parte de mí que esperaba una pelea. Muchas
emociones corrían a través de mí justo ahora, y quizás una disputa me daría la salida que
necesitaba para liberar algo de mi frustración contenida.

Con un suspiro, estuve a punto de dejar el dormitorio de Austin cuando oí un suave


chirrido de una tarima en la otra habitación. Por un breve momento, mi cuerpo entero se
congeló antes de arrastrarme hacia el umbral y dar un vistazo afuera, usando la entrada
77

para mi ventaja, escudando la mayor parte de mi cuerpo de la línea de visión de otra


persona.
Página
Una sonrisa se extendió a través de mis labios cuando vi a la persona en la otra
habitación. Era el pedazo de mierda que fue enviado a contratarme. Él parecía ajeno a
mi presencia y yo estaba totalmente de acuerdo con eso. En otro minuto
aproximadamente, él estaría muerto.

Soportándome de impulsarme fuera del dormitorio y dispararle al hombre en la


parte posterior de su cabeza (sin necesidad de una pequeña charla) inmediatamente lo
reconsideré. Lo último que quería o necesitaba era tener a la policía buscando a Robyn
para interrogarla. Con facilidad, lo seguí al exterior.

Pan comido.

Él se fue, y yo tras él. Mientras él esperaba el elevador, tomé las escaleras,


apresurándome por los pisos tan rápido como si el diablo mismo estuviera sobre mis
talones. Seguro de que lo alcanzaría en el piso del vestíbulo, troté a través de éste y salí al
aire vespertino. Cruzando la calle, esperé a que saliera, oculto tras un carro de comida.

Momentos más tarde, él salió y se dirigió hacia la estación del tren, conmigo muy
cerca detrás. El hombre era completamente ajeno. Quiero decir, mierda, apuesto que
podría haber caminado a su lado y él nunca habría notado que era yo. ¿Qué tan colgado
tienes que estar para ser tan poco perceptivo? De cualquier forma, era una ventaja para
mí.

En lugar de dirigirse a las plataformas del tren, se metió en el baño. Dando un


vistazo alrededor a la estación, sonreí. Estaba casi desierto y era una de las estaciones
más antiguas en la ciudad que no tenía ninguna cámara. En realidad, esto no podría ser
más perfecto.

Tomando un vistazo final a mi alrededor, entré al baño detrás de él. La asquerosa


excusa de ser humano estaba inclinado sobre la base del lavabo, inhalando una línea de
cocaína del igualmente asqueroso lavabo de porcelana. Patético. Matarlo sería como
pescar un pez en un barril.

Sacando un cuchillo del forro atado a mi pantorrilla, crucé la pequeña habitación en


silencio y me paré detrás de él.

—Ocupado, imbécil. Vete a la mierda —gruñó él, mientras levantaba su cabeza, sus
cristalinos ojos nublados levantándose para encontrar mi mirada en el espejo. Tomó un
momento, pero hubo reconocimiento en sus ojos—. Bueno, mira eso, justo la persona
con la que necesitaba tener una charla.
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En un rápido movimiento, crucé la habitación y mi hoja estaba en el frente de su


cuello, la punta enterrándose en la carne. En esta situación, la mayoría de los hombres
Página

tendría miedo en sus ojos. No este hombre. Él tenía valentía en polvo corriendo por sus
venas, su sentido del dolor atenuado drásticamente.
—¿Dónde está ella? —preguntó él.

—A salvo, en algún sitio.

Sus ojos se entornaron en mi dirección. —Jodiste con la persona equivocada,


imbécil. Gabriel no se detendrá hasta conseguir lo que quiera. Y eso son tú y esa perra en
una charola.

El coquero estaba por avanzar con un monólogo que yo no tenía intención de


permitir. En cualquier minuto, alguien podría encontrarse con nosotros.

—Yo no soy quien tendrá que preocuparse. —En un movimiento fluido, el cuchillo
se deslizó a través de su cuello. La sangre salió a chorros del corte, la fuerza del bombeo
disparándose a través del lavabo para salpicar contra el espejo. Él balbuceó algo, a
medida que sus ojos se ampliaban y su cuerpo comenzaba a hacerse pesado contra mí.
Sacando el cuchillo de su cuello, retrocedí, dejando que su cuerpo cayera al suelo
mientras él se tomaba el cuello en sus manos, retorciéndose de dolor. Jalando un pedazo
de toalla de papel del dispensador, limpié la hoja antes de deslizarla de regreso a su sitio
contra mi pierna, y luego meter la toalla de papel en el bote de basura.

Dejé el baño, sin ser visto.

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Página
Capítulo 13
Robyn
—Él tiene tantos juegos, mami —exclamó Austin, señalando la variedad de juegos
que Constantine tenía.

—Muchos. —Corregí. Incluso si reí ante la emoción de Austin, el montón de juegos


me tenía sacudiendo la cabeza, preguntándome cómo encontraba tiempo alguno para
dejar la casa si en verdad los jugaba todos. Había tanto que quería, y necesitaba, saber
sobre este nuevo y mejorado (aunque mejorado aún estaba por ser decidido)
Constantine.

—Muchos. —Se dejó caer enfrente de la televisión, el control en su mano—.


¿Quieres jugar, mami?

Miré al juego en la pantalla, un juego de disparos, y decliné. —No, gracias. Voy a ir


a acomodar. —No creía que él siquiera hubiese oído la última parte de mi oración; el
juego había comenzado y sus ojos estaban pegados a la pantalla. Le daría una media
hora.

Saliendo de la habitación, estuve a punto de bajar las escaleras, pero no pude con la
curiosidad. Constantine no había dicho que no podía explorar. Quizás no era necesario
que dijera que no podía husmear en sus pertenencias, pero estaba poniendo mi vida y la
de mi hijo en sus manos. Una pequeña exploración no sería demasiado irracional.

Mientras tenía un debate mental sobre la moralidad de husmear por ahí, encontré su
dormitorio, abrí la puerta y entré. No era una habitación llamativa. Era pulcra y
organizada, con una cama extra grande en el centro y un gran vestidor con espejo contra
la pared. Lo que sobresalía en la habitación era un enorme ventanal que iba del suelo al
techo, lo que permitía que la brillante luz solar iluminara la habitación. Entrando a la
habitación, bajé la mirada y sonreí. La vista era increíble, la habitación tenía vista a un
gran lago. En el otro lado del lago, había una casa de tres pisos.

Inclinándome contra la ventana, miré de derecha a izquierda, preguntándome si


podría ver a alguno de los otros vecinos. No podía. Todo lo que vi fueron árboles. No
crecidos en forma natural y descuidada, sino que el bosque, si podías llamarlo así, era
artificial. Estábamos en los suburbios de algún sitio. Hmmm.
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Volteando lejos de la ventana, evalué un poco más la habitación. Había una puerta
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doble a un lado de mí y una entrada que llevaba a un baño privado.


Una punzada de culpa me golpeó. No debía estar aquí dentro. Este era su espacio.
Personalmente, yo estaría molesta si estuviera ayudando a alguien y cuando los dejara
solos, ellos husmearan por toda la casa. Pero, por otro lado, no era solo por mí que tenía
que estar preocupada. Esto era sobre auto-preservación y la seguridad de mi hijo.
Necesitaba conocer al hombre en cuyas manos había puesto mi vida. Yo solía conocerlo,
pero se sentía como si hubiera pasado una eternidad.

Con la decisión tomada, crucé la habitación a lo que probablemente era el armario.


Abriendo las puertas dobles de un jalón, descubrí que estaba en lo correcto. Era un
armario ridículamente grande, con una línea de trajes y zapatos en un lado, y una
variedad de cajones y gabinetes en el otro. Hombre, creo que tenía más ropa que yo
cuando vivía con Gabriel.

Dejé que las puntas de mis dedos acariciaran la suave tela de los sacos de sus trajes
mientras inspeccionaba la habitación. Nada demasiado fuera de lugar, pero, por otro
lado, no era como si él fuera a poner algo cuestionable o incriminatorio justo a la vista.
Comencé con los cajones. Calcetines. Vaqueros. Camisetas. Nada fuera de lo común.

Abriendo el último cajón, me detuve y miré en su interior. Lucía diferente, de


alguna forma. Abrí el siguiente y empujé la ropa a un lado. ¿Uno no era tan profundo?
Hmm. Puse las puntas de mis dedos en el fondo de cada cajón y los comparé. Sí, tenía
razón: el segundo era varias pulgadas menos profundo.

Comencé a reunir las camisetas del cajón poco profundo en mis brazos cuando un
disparo de culpa me recorrió el cuerpo. Esto estaba mal. Estuve a punto de ponerlas de
regreso y correr deprisa fuera de la habitación, con mi cabeza colgando de vergüenza,
cuando mis ojos capturaron el pequeño agujerito que, asumí, necesitabas usar para abrir
el compartimento secreto.

Cambiando de opinión una vez más, puse las camisetas en el otro cajón y después
hice palanca para abrirlo, procurando no romperlo, hasta que el fondo falso se liberó.
Poniendo el fondo sobre el piso junto a mí, jadeé cuando miré el contenido del cajón,
una mano yendo a mi boca y ahogando el sonido.

Dinero. Mi dios, tanto dinero. Llegando al cajón, recogí un montón de billetes de


cien dólares atados y lo hojeé. Diez mil dólares. Había veinte montones de cientos en el
cajón. Poniendo el dinero de regreso en el cajón, mis ojos capturaron la vista de una
pequeña caja plana de madera, aproximadamente de seis pulgadas de ancho y seis de
amplio, tres pulgadas de altura.

Con mis manos temblando ligeramente, recogí la caja y abrí la tapa. Si me sentí
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sorprendida antes, ahora estaba en completo y puro impacto. La caja contenía recuerdos
de su tiempo conmigo. Lágrimas llegaron a mis ojos cuando miré las fotos de nosotros.
Página
La vida había parecido tan simple en el pasado. Teníamos todas las respuestas, o al
menos, creíamos que las teníamos.

Recogí una foto de nosotros en nuestros atuendos del baile. Era la última foto que
fue tomada de nosotros. Él tenía su brazo a mi alrededor y yo lo miraba, como si el
mundo comenzará y acabará con él. En ese momento, lo hacía. Pensando en el pasado,
reviviendo el recuerdo en mi mente, esa fue una de las noches más felices de mi vida.

Pero luego la verdad había salido a la luz y mi mundo se había destrozado.

Poniendo las fotos de regreso dentro de la caja, miré hacia la diminuta caja de
terciopelo. Una caja de anillo. Sabía que no debía, pero no pude evitarlo. Recogiendo la
caja, la abrí para revelar un pequeño anillo de diamante. Temblorosos dedos los sacaron
de la caja y antes de siquiera saber qué estaba haciendo, lo deslicé en mi dedo anular.
Encajaba perfectamente.

—Vaya. —Tenía mis sospechas de que él iba a proponerse tras el baile, pero nunca
me lo había dicho directamente. ¿Conseguir el anillo para mí era parte de la razón por la
que había robado esa tienda? Con el anillo aún en mi dedo, comencé a mirar algunos de
los otros artículos en la caja. El talón de las entradas de cine para la película que fuimos
a ver en nuestra primera cita. Una tarjeta de presentación del hotel en que nos quedamos
durante el baile. Tantos recuerdos de nuestro tiempo juntos…

El sonido de unos pasos abajo hizo que mi cuerpo entero se congelara. ¡Oh, mierda!
¿Ese era Constantine? ¡Oh, dios mío! Frenéticamente, puse todo junto de la forma en
que estaba y corrí fuera del armario. Saliendo del dormitorio, di un último vistazo: todo
parecía estar en el sitio adecuado. Rápidamente bajé las escaleras para ver si de verdad
era Constantine llegando a casa.

Él lucía diferente que cuando se fue, un poco desarreglado. O quizás era solo mi
imaginación.

—Hola, Constantine —Comencé a saludar con mi mano cuando mi ojo capturó un


vistazo de un pequeño resplandor destellante sobre mi mano.

¡¡¡Santa mierda, el anillo!!! Agarrando el anillo, intenté sacarlo. No pasaba sobre mi


nudillo. ¿Cómo mierda había entrado tan fácilmente si ahora no se salía?

Constantine elevó su mirada hacia mí y sonrió. —¿Están acomodándose bien


ustedes dos?
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—Eeeh. —Puse mis manos tras mi espalda, intentando actuar casual. ¿Qué
demonios pasaría si descubría que estuve husmeando? ¿Patearía nuestros culos fuera de
Página

aquí? Demonios, fue una idea estúpida ir a revisar sus cosas personales.
Su sonrisa se desvaneció un poquito y me dio una mirada intensa, como si estuviese
intentando leer mi mente. ¿Yo lucía tan culpable? Me obligué a no retorcerme bajo su
escrutinio y en lugar de eso, le destellé una sonrisa amplia.

—Lo estamos haciendo bastante bien, considerando todo. Austin ama tu colección
de juegos y yo estoy familiarizándome con la casa.

Su expresión se volvió una sonrisa juguetona. —No has estado husmeando a través
de mis cajones de ropa interior, ¿o sí? —Había burla en su tono, pero era difícil tomarlo
como una broma cuando estaba bromeando con lo que yo estuve haciendo exactamente.

Admítelo, gritó una voz en lo profundo de mi cabeza. A la mierda con eso, le grité
como respuesta.

Correría al baño, enjabonaría como el infierno mi dedo, y le rogaría a Dios que


pudiera quitármelo de esa forma. Entonces, me escabulliría a su habitación y lo
regresaría. Mierda. Déjamelo a mí, sé cómo meterme en estas situaciones.

Él me miró.

—Estaba yendo hacia el baño. Regresaré pronto. ¿Quieres que haga de cenar? —No
esperé su respuesta, volteé, mi cabello golpeando mi rostro. Sacando mi cabello fuera de
mis ojos, prácticamente corrí por las escaleras, tropezando en uno y recuperando mi
equilibro momentos antes de caer de rostro o, incluso peor, ser enviada rodando por las
escaleras.

***

Constantine
Eso fue... Raro.

Un ceño frunció mi frente mientras veía a Robyn precipitarse por las escaleras. ¿Qué
mierda estaba mal con ella? Con una sacudida de mi cabeza, me saqué el saco y lo
colgué sobre el sillón en la sala de estar. Pero, por otro lado, ella había estado bajo una
inmensa cantidad de estrés últimamente...

Haciendo mi camino hacia la cocina, me hice una taza de café, cortesía de mi útil
máquina Keurig. Una vez terminada, subí las escaleras para revisar a Austin y encontrar
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a Robyn, así podríamos tener una discusión sobre los siguientes pasos. Era solo cuestión
de tiempo antes de que la información de que Robyn se había ido y la mano derecha de
Página

Gabriel estaba muerto en el suelo de un baño de una estación de tren llegará a su esposo.
En combinación con el hecho de que yo no había confirmado la muerte, Gabriel tendría
a sus hombres cazándonos a ambos. Yo tendría que llegar a él primero, antes de que la
bola comenzará a rodar y se volviera más difícil detenerla.

Mi primera parada fue Austin. Echando un vistazo dentro de la habitación que se


había establecido para él, tuve que sonreír. Era completamente ajeno a mi presencia, ya
que estaba demasiado absorto en el juego.

—¡Dispara! —Exclamó, lanzando sus manos al aire después de que alguien le


disparara. Dejó salir un bufido de frustración, reinició el juego y comenzó de nuevo.

Riendo para mí mismo, continué hacia el baño. Cuanto más me acercaba, oía
débiles sonidos de gruñidos saliendo del interior, junto con el agua corriendo. ¿Qué
demonios?

—¿Estás bien, Robyn?

Los sonidos dentro se detuvieron inmediatamente.

—¿Robyn?

—Ummm. Sí. —Sonaba ligeramente sin aliento.

—¿Estás bien? Suena como si estuvieras adolorida o... —¿Estreñida?

—Sí, sí.

—¿Estás segura? —No estaba convencido, aunque dudaba que quisiera


involucrarme con cualquier cosa que estuviera sucediendo allí dentro.

El agua estaba cerrada y un momento después, la puerta se abrió para revelar una
Robyn muy alterada. —Hola. —Rastrilló su mano izquierda a través de su cabello. Su
mano estaba de un rojo brillante, como si hubiese estado fregándola.

—¿Qué hiciste? —Me estiré por su mano, pero justo cuando mis dedos sujetaron los
suyos, jaló su mano hacia atrás y la empujó en el bolsillo frontal de sus vaqueros.

—Nada, todo está bien. Todo bien. Nada mal. —Se balanceó sobre sus talones y me
dio una sonrisa forzada.

Ella era una mentirosa horrible. Estirando mi cabeza, miré sobre su hombro y hacia
el baño, como si la habitación me pudiera dar un indicio de lo que pasaba con ella. No lo
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hizo.
Página
—Oye, ¿qué es eso en tu camisa? —preguntó, inclinándose hacia mí, sus ojos verdes
entornándose.

—¿Eh?

Estaba tan enfocado en intentar descubrir qué había estado sucediendo, que ni
siquiera tenía idea de lo que ella, ahora, estaba tocando en el cuello de mi camisa gris.

—¿Eso es sangre? —Se inclinó incluso más cerca mientras miraba fijamente hacia la
gota.

Ahhhh mierda.

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Página
Capítulo 14
Robyn
Hombre, eso estuvo cerca. Mi mano estaba palpitando, el estrés de esta situación
ganando. Juro por Dios que debo haber lavado varias capas de piel tratando de quitarme
el anillo. Supongo que gané más peso de lo que había pensado desde el baile de
graduación. Finalmente, salió y solté un suspiro de alivio, pero sus golpes en la puerta
me hicieron volver a la acción mientras comenzaba con mis intentos de limpiar el jabón
y la mugre de él.

—Solo un minuto más —grité hacia la puerta. Una vez satisfecha con que el anillo
estaba de nuevo en su condición original, lo deslicé en el bolsillo delantero de mis
vaqueros. El anillo se asentó en el fondo del bolsillo de mis pantalones y era un ardiente
recordatorio de mi intrusión.

Tenía muchas preguntas nuevas y molestas sobre el pasado, pero preguntarlas solo
delataría lo que había hecho. Tendría que encontrar una manera de traer a colación lo
que quería saber para mi propia paz mental y tal vez para el cierre que, estaba segura, él
necesitaba tanto como yo.

Al abrir la puerta, encontré a Constantine al otro lado, a punto de golpear de nuevo.


Jesús, ¿tanta impaciencia?

—¿Es eso sangre? —Miré un poco más de cerca, estirándome por el cuello de su
camisa y frotando el dedo a través de ella. Todavía tenía una sensación pegajosa.
Llevando mi dedo a la nariz, tomé una aspiración: la sustancia tenía un olor metálico.

Él miró la mancha roja de su cuello y se encogió de hombros.

Tomé la nula respuesta como un sí. —¿Por qué hay sangre en tu cuello? ¿De quién
es la sangre? ¿Estás herido? —No parecía herido—. ¿Qué pasó en mi apartamento? ¿Qué
hiciste? —¿A quién mataste? La pregunta final no salió de mis labios.

—Tenemos que sentarnos y discutir algunas cosas.

El anillo en mi bolsillo quedó olvidado mientras miraba su cara y veía la seriedad en


sus ojos. —Está bien...
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Agarrándome el codo con su mano, Constantine me condujo a su dormitorio y me


Página

dirigió adentro, siguiéndome y cerrando la puerta mientras revisaba la entrada. —


Siéntate.
Hizo un gesto hacia la cama.

Sin decir una palabra, caminé hacia la cama y me encaramé en el borde. —¿Qué
pasó? —Mis ojos se dirigieron hacia el armario, luego volvieron a encontrarse con los
suyos.

—Fui a tu apartamento y el hombre que me contrató estaba allí.

Mis ojos se abrieron de par en par mientras lo miraba, mi boca cayendo


momentáneamente. —¿Lo mataste en mi apartamento? —¡Oh dios mío! Gabriel me
perseguiría ahora. Y la policía, ¿no sería yo su principal sospechosa? Después de todo,
era mi apartamento, uno del que me había escapado sin decir una palabra al propietario.

Constantine me miró como si me hubiese crecido una segunda cabeza. —¡No, claro
que no!

Lancé un suspiro de alivio. —Entonces, ¿de quién es la sangre? ¿Estás herido?

—Es de esa pequeña comadreja que me contrató. No lo maté en tu apartamento, no


te vuelvas loca, no soy un aficionado.

Respiré un suspiro de alivio. Me negué a permitir que mis pensamientos


permanecieran en la declaración de que no era un aficionado.

—Lo maté en el baño del subterráneo.

Mi burbuja de esperanza estalló y me desinflé interna y físicamente.

Agarrando mis hombros en sus manos, Constantine se sentó a mi lado. —No te


preocupes, no hay nada para vincularlo a cualquiera de nosotros

A pesar de lo horrible que era el siervo de Gabriel, estaba muerto por mí y su asesino
me estaba mirando a la cara. —¿Te atacó?

La expresión de su rostro era casi divertida. —¿Te haría sentir mejor si dijera que lo
maté en defensa propia?

—Sí. Quiero decir... —Cerrando mis ojos, sacudí mi cabeza, intentando despejar las
telarañas. No era el hecho de que estuviera muerto lo que me molestaba, no era un buen
hombre. Su muerte sería sin duda una bendición para muchas almas por ahí. Mi
preocupación era que Constantine fuera de hecho capaz de asesinar—. Esto se siente tan
irreal —murmuré. Quizás me despertaría en cualquier momento y descubriría que esto
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era solo una larga e interminable pesadilla.


Página
—Robyn, aquí está la cosa. Estás en la posición en la que los eliminas o corres por el
resto de tu vida, porque te garantizo que no se detendrán hasta que estés muerta.

El pensamiento envió un escalofrío a través de mí, haciendo que mi cuerpo entero


temblará. Tenía razón y no había vuelta atrás ahora. Nunca debí haber aceptado esa
primera cita con Gabriel. Diablos, nunca debí casarme con él. En el fondo de mi mente,
supe que algo estaba mal con Gabriel, ¿por qué no escuché a mi intuición?

—Me ocuparé de ti, Robyn. Nunca nada te va a lastimar a ti o a Austin otra vez. Lo
prometo.

Miré hacia arriba y mi mirada se trabó con la suya. Él había guardado todos esos
recuerdos de nosotros y los escondió. ¿Los miraba a menudo y se preguntaba “¿Qué tal
sí...?”? Yo lo había hecho. Me había preguntado acerca de ello incontables veces en los
últimos años. Eso es lo que sucede cuando no tienes un cierre, supongo.

—Estoy asustada. No tienes idea de lo que Gabriel es capaz de hacer. —A pesar de


mis palabras, sentí confianza en él, solo sentía que necesitaba ser dicho. Anoche había
sido la primera noche en un largo tiempo (en lo que podía recordar) que pude dormir
toda la noche. Pero él, al protegerme, también se estaba poniendo bajo la guillotina.

—No estoy preocupado, he manejado a peores que ellos antes. Además, pronto
terminará. —Me rodeó con los brazos y me apretó contra él. Al principio dudé, pero su
cuerpo era tan cálido y acogedor. Anhelé el consuelo que me estaba ofreciendo y era
incapaz de negármelo a mí misma. Enterré mi cara en el hueco de su cuello, envolví mis
brazos alrededor de su cuello y me apreté contra él.

Se sentía bien estar en sus brazos, como si estuviese en casa y esto fuera el sitio a
donde pertenecía.

—Va a estar bien, nena —susurró en mi pelo, el calor de su aliento enviando


deliciosos escalofríos por mi cuello.

Gemí suavemente a pesar de mí. Necesitaba esto.

—¿Qué?

Sacudí la cabeza. No podía expresar lo que estaba sintiendo ahora mismo.

—Dime lo que necesitas para hacerlo mejor para ti.

Retrocedí ligeramente, lo suficiente para mirarle a los ojos. Él lo estaba haciendo


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ahora mismo. Me estaba dando lo que necesitaba: seguridad, protección, afecto. Todas
Página

esas fotos, todo lo guardado con el paso de los años, no era obra de un hombre que
superó a alguien y ya no le importaba; de lo contrario, los habría tirado hace mucho
tiempo. Todavía le importaba, a pesar de todo lo que había ocurrido entre nosotros.

—Te necesito. —Las palabras fueron susurradas tan suavemente que habría jurado
que eran simplemente pensamientos. Pero yo había dicho las palabras, me di cuenta por
el fuego que ardía en los ojos de Constantine, caliente y salvaje. La mirada en sus ojos
desató el deseo dentro de mí y mi coño se apretó en anticipación.

Un bajo sonido estrangulado vino de él. —No digas lo que creo que estás diciendo a
menos que lo sientas. No voy a jugar contigo, nena. No soy la persona que solías
conocer.

—Lo sé. —De una extraña manera, me excitaba. ¿Tal vez era adicta a los hombres
destructivos?

Deslizó sus manos por mi cara, enmarcándola con sus manos grandes y fuertes. —
No tiene ideas de cuántas veces he pensado en estar dentro de ti de nuevo.

—¿Lo has hecho?

—Oh, sí, así que si hay…

Lo interrumpí en medio de la oración, moviéndome hacia adelante y fuera de sus


manos, colocando mis palmas contra su pecho y besándolo. Nunca recordé que fuera un
maldito hablador, especialmente en una situación como esta. No necesitaba hablar
ahora, necesitaba su cuerpo desnudo presionado contra el mío. Necesitaba que me
llenara y me llevara a alturas que no había experimentado en mucho tiempo.

Sus labios vacilaron contra los míos. ¿Qué demonios? Vi esa mirada en sus ojos,
estaba muy familiarizada con ella, ¿por qué estaba dudando? Pero su vacilación solo
duró una fracción de segundo antes de que respondiera, sus labios volviéndose firmes en
los míos mientras deslizaba una mano en la parte posterior de mi cabeza, haciendo un
puño de mi cabello en su agarre.

—Constantine —jadeé, mis manos resbalándose de sus hombros, mis uñas


enterrándose en el músculo duro y tonificado.

—Sí —susurró antes de que empezara a profundizar el beso, su lengua deslizándose


por mis labios entreabiertos.

Encontré la invasión de su lengua con la mía, la conexión enviando sacudidas de


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placer a través de mí, aumentando mi necesidad por él diez veces. Esta no era la mejor
idea, estaba en peligro de confundirme peor de lo que ya estaba, pero cuando empezó a
Página

empujarme hacia atrás, su cuerpo bajando junto con el mío, ya no me importó. La


necesidad del momento reemplazó los peligros del mañana.
Estirándose a mi lado en la cama, Constantine juntó mis muñecas en una mano,
sujetándome las manos por encima de mi cabeza. Su otra mano acarició mi mejilla
mientras continuaba besándome, el acto íntimo haciéndome sonreír mientras alejaba sus
labios de los míos.

—Vaya. —La palabra salió más como un suspiro que una palabra real.

Él se echó a reír, deslizando su mano de mi mejilla para plantarla en el lado de mi


cabeza. Bajando su cabeza de nuevo, sus labios rozaron mi mandíbula. Cerré los ojos e
incliné mi cabeza hacia atrás, dándole acceso a mi cuello.

Todo mi cuerpo se encendió mientras sus labios viajaban lentamente por mi


mandíbula, para hacer una pausa en el lóbulo de mi oreja y luego en mi cuello. Dios, me
encantaba que me besaran en el cuello. Era casi tan bueno como el acto en sí y siempre
me llevó de cero a "fóllame, por favor" en un instante.

Luché contra la mano que estaba asegurando mis dos muñecas, pero su agarre era
de hierro. Sin embargo, no me impidió intentarlo. El intento de liberarme aumentó la
emoción del momento.

Cerré los ojos, me concentré en nada más que en la sensación de su lengua y sus
dientes mientras se abrían paso por mi cuello. Mi aliento era irregular mientras él
aplicaba su magia en mí, el ápice entre mis piernas humedeciéndose en anticipación de
lo que estaba por venir. Me retorcí un poco, tratando de aliviar parte de la presión
construyéndose en mi interior; no ayudó.

Su mano libre se deslizó hasta el dobladillo inferior de mi camiseta y lo empujó


hacia arriba hasta que el algodón se reunió por encima de mis pechos pesados, cubiertos
de encaje rosa. —No tienes ni idea de cuántas veces he querido verte de nuevo así,
cuántas veces me he masturbado con la visión de ti.

La idea de él imaginándome, con su polla en la mano, envió un delicioso escalofrío


por mi espina dorsal y un suave gemido escapó de mis labios. Es cierto que había
pensado en nuestra noche juntos, la noche del baile, tantas veces que había perdido la
cuenta. La fantasía solía terminar conmigo corriéndome en mi mano o un juguete, sea
cual fuese la elección de la noche, y lágrimas en mis ojos.

Sus ojos se clavaron en los míos y, como si leyera mi mente, preguntó—: ¿Has
pensado en mí durante estos años, Robyn?

Mientras esperaba que yo contestara, su pulgar acarició mi pezón derecho,


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convirtiéndolo en un nudo endurecido, haciéndome gemir la respuesta—: Sííí.


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—Bueno. Me gusta eso. —Me abrió el broche de plástico blanco que sostenía las
copas de mi sujetador, liberando mis pechos de sus restricciones. Acariciando mi pecho
desnudo en su mano, apretó mi pezón endurecido entre su dedo pulgar e índice,
aplicando suavemente más y más presión mientras mi deseo por él aumentaba. Cerré los
ojos y dejé caer mi cabeza contra el colchón, saboreando la sensación de sus manos
sobre mí.

Cuando quitó la mano de mi pecho, mis ojos se abrieron y estuve a punto de


protestar, pero su mano fue reemplazada con su boca y su lengua giró alrededor de mi
pezón endurecido. La sensación de su aliento en combinación con la humedad de su
lengua era divina y me encontré gimiendo suavemente, deslizando una mano detrás de
su cabeza y sosteniendo su cabeza contra mí, no queriendo que el placer terminara.

Pero terminó, demasiado rápido.

—Constantine —Me quejé, abriendo mis ojos mientras liberaba mi pezón y se


deslizaba de la cama.

Él no respondió, pero me destelló una sexy sonrisa de lado mientras comenzaba a


desabotonar su camisa. Sentándome, me quité mi camisa y sujetador por completo, y me
moví más arriba de la cama, hasta que estuve perfectamente en el centro antes de
reclinarme hacia atrás, levantándome sobre mis codos, lo que también tenía el beneficio
adicional de hacer sobresalir mis modestos pechos tamaño medianos. Pareció funcionar,
ya que él se detuvo en el tercer botón desde arriba para mirar fijamente mi pecho por un
momento. Fue mi turno de golpearlo con una sonrisa engreída.

—Eres tan hermosa como recuerdo, incluso más.

Mi sonrisa se amplió y sentí el calor calentar mis mejillas.

Él deshizo otro botón y otro, jalando su camisa fuera de la pretina de sus pantalones
y deshaciendo su cinturón. —Aún tienes el sonrojo más sexy.

Mordí mi labio inferior, sin palabras mientras él se sacaba su camisa y ésta caía al
suelo. Mi dios, él había crecido desde mi última vez con él. Sospeché, por la sensación
de sus músculos bajo su ropa, lo increíble que lucía, pero mi imaginación no había
estado ni cerca de cuan increíble era lo real. Mientras mis ojos vagaban por su longitud,
la belleza de su cuerpo estaba dañada por varias cicatrices, cortas, largas, circulares...

Mi ceño se frunció mientras miraba una cicatriz particularmente larga y gruesa, justo
encima de la pretina de sus pantalones.

—¿Qué está mal? —preguntó mientras sus manos dejaron de moverse, agarrando la
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cremallera para bajarla.


Página

Arrodillándome, gateé sobre el borde de la cama. —¿Qué sucede con todas las
cicatrices? —Me estiré y tracé la cicatriz gruesa sobre su pretina con mi dedo índice.
—No es nada. Es parte esencial en la línea de trabajo en la que estoy, me temo.

—Mi dios. Eso es tan aterrador.

—Es parte de la línea de trabajo, nena.

Elevando la mirada de la cicatriz que estaba tocando, fruncí el ceño. —¿Por qué
estás haciéndolo?

Él dudó un momento, su sonrisa titubeando, pero la sonrisa regresó mientras bajaba


la cremallera de sus pantalones, enganchando sus pulgares en la pretina y empujándolos
hacia abajo. —Porque soy bueno en ello. —Sus pantalones cayeron al suelo, haciendo
un charco en sus pies. Él salió de ellos, los pateó a un lado, dejándolo solo en su bóxer
corto, conteniendo un impresionante bulto.

—Sí, pero...

Agarrándome de la cintura, me levantó y me lanzó más arriba sobre la cama, hacia


el centro. —No es la única cosa en la que me volví muy, muy bueno.

El calor en sus ojos cuando bajó la mirada hacia mí mientras se cernía sobre mi
cuerpo hizo que mi mente desechara toda la preocupación acerca de sus cicatrices y su
ocupación, mientras la necesidad se reavivaba dentro de mí, más fuerte que nunca. —
Está bien, entonces.

—Ajá. Ciertamente lo está. —Bajó su cabeza y besó mi abdomen. Me retorcí debajo


de él, mi coño apretándose en anticipación. Sus manos hicieron poco trabajo en el botón
y la cremallera de mis vaqueros. Agarrando la pretina, los jaló hacia abajo, levantó mis
piernas, sacó mis vaqueros de un jalón y los lanzó al suelo para unirse con la creciente
pila de ropa, dejándome solo en mis bragas de encaje que combinaban con mi sujetador.
Oí un débil sonido de tintineo mientras mis pantalones golpeaban el suelo, y mi corazón
dejó de latir por un momento... El anillo.

Miré su expresión, rogando que no hubiese oído lo que yo. No pareció hacerlo, ya
que su boca regresó a mi estómago y gradualmente hizo su camino hacia abajo. Con
cada pulgada, mis bragas se volvían más húmedas. Para el momento en que sus labios
llegaron a la pretina, su cabeza se levantó y sus ojos encontraron los míos, la entrepierna
de mis bragas se había empapado con mi deseo.

Su mirada, tan intensa y hambrienta, me hizo temblar.


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—¿Estás bien? ¿Tienes frío?


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Asentí. —Sí. Quiero decir, estoy bien. —Mis palabras salieron en un suspiro—.
Quiero esto. —No solo quería esto, lo necesitaba. Necesitaba ser tocada y conectar con
alguien en quien pudiera confiar, alguien que no me lastimaría. Constantine nunca lo
haría, sabía esto con todo mi corazón. Así que, sí, lo necesitaba.

—Bien. —Sonrió de nuevo—. De cualquier forma, no lo estarás por mucho


tiempo... —Enterrando su cabeza de nuevo, atrapó la parte superior de mis bragas en sus
dientes y lo jaló, bajándolas. Levanté mi trasero y se deslizaron hacia abajo. El frío aire
se burló de mi húmedo coño y me retorcí, un pequeño gemido suave escapando de mí.

—Demonios, amo esos pequeños sonidos que haces —murmuró, besando su


camino de regreso hacia arriba, por el interior de mi muslo.

Se acercaba más y más al ápice entre mis piernas. La anticipación estaba


matándome mientras el calor de su aliento enviaba temblores a través de mí. Amaba el
juego previo, lo amaba absolutamente, pero para el momento en que sus labios
alcanzaron su destino, lo único que quería era a él dentro de mí, follándome hasta el
olvido.

—Constantine, por favor. —Cerré mis ojos y traté de relajarme, mientras él forzaba
mis muslos a abrirse más.

—Por favor, ¿qué? —Deslizó sus dedos entre mis pliegues y me abrió, exponiendo
mi clítoris. Enterrando su cabeza de nuevo, su lengua salió y sacudió mi clítoris.

Un grito de sorpresa y anhelo se me escapó. Después de jalar gentilmente los labios


de mi coño con sus dientes, regresó a mi clítoris; su lengua salió disparada de nuevo,
pero esta vez, mordí mi labio inferior para evitar lloriquear. Su lengua comenzó a azotar
mi clítoris más rápido y con un poco más de presión, haciendo que mi cuerpo entero
vibrara con necesidad. Tenía que hacer puños con las mantas debajo de mí para evitar
obligarlo a subir por mi cuerpo.

Mi pelvis se sacudió contra su boca mientas deslizaba, primero uno y luego un


segundo dedo dentro de mí, acariciando mis paredes internas mientras me llevaba más y
más alto hasta que sentí que mi cuerpo iba a explotar del placer.

¡Ya no podía soportar esta tortura! Estaba a punto de estirarme para jalarlo sobre mí
(demonios, lo arrastraría por las orejas si tenía que hacerlo) cuando una ola de placer tan
intensa corrió a través de mí, desde la cima de mi cabeza hasta las puntas de mis pies.
Me hizo gritar fuerte, mi cuerpo quedándose quieto. Toda la tensión escapó de mí y
estaba en la pura dicha, mis jugos saludando sus codiciosos labios y lengua.

Me recosté hacia atrás, jadeando, inconsciente de que Constantine se había


93

deslizado de la cama y quitado su bóxer. No fue hasta que sentí su peso sobre la cama y
lo sentí acomodándose entre mis piernas separadas, que finalmente abrí mis ojos de
Página

nuevo. Mi mirada se fijó en sus brillantes ojos azules llenos de lujuria. Algo dentro de mí
se rompió y si no hubiese bajado sus labios a los míos, habría visto las lágrimas brotar en
mis ojos. Estaba agradecida de que no lo hubiese hecho.

Gemí contra sus labios mientras se movía entre mis piernas, hasta que su polla
estaba apretada entre los labios de mi coño. Comenzó a sacudirse contra mí, su polla
deslizándose atrás y adelante a lo largo de mi longitud, frotando mi clítoris aún hinchado
con cada movimiento.

¡Dios, me iba a venir de nuevo y ni siquiera me había penetrado!

Constantine levantó sus labios de los míos y bajó la mirada hacia mí, una mano
plantada al lado de mi cabeza. Trazó la línea de mi mandíbula y luego mi labio inferior
con el dedo índice de su otra mano. —Nunca necesité a nadie tan mal, Robyn.

Tragué duro, reuniendo mi habilidad para hablar. —Entonces, ¿qué estás esperando?

Presionó la cabeza de su polla en mi entrada y esperé por la gloriosa sensación de la


embestida inicial. Se presionó dentro, solo un poco, no entrando completamente y
volviéndome casi loca por la anticipación.

—Estás matándome. —Gemí, intentando levantarme y empalarme yo misma en su


barra. Él retrocedió. Jesús, ¿qué hombre retrocedía cuando tenía una mujer debajo de él,
rogándole por ser follada? La necesidad estaba volviéndose insoportable.

Él rio, una profunda risa ronca. Demonios, incluso su risa me encendía. —Quiero
oírte rogándome. —Presionó dentro solo un poquito más, y luego retrocedió de
inmediato.

Quería rechazarlo. Quizás era débil, pero no me importaba. Mirando fijamente a sus
ojos, supe que no iba a rendirse, era hacer lo que quería o permanecer con esta agonía.
Yo no iba a ganar esta batalla de voluntades.

—Por favor. Dios, Constantine, por favor. Te necesito.

—¿Cuán mal?

Un temblor sacudió mi columna y el latido entre mis piernas se intensifico. —Por


favor, dios, por favor, te necesito.

Su sonrisa desapareció y sus labios se estrellaron con los míos, mientras conducía su
polla dentro de mí, profundo hasta las bolas. Grité contra sus labios, agarrándome de sus
hombros y enterrando mis uñas en su carne, haciendo profundas medialunas en los
94

músculos. Lentamente, retrocedió hasta que apenas estaba en mi entrada, y entonces


Página

Constatine azotó de regreso mientras profundizaba el beso.


El placer, oh dios mío, se sentía divino dentro de mí, su polla estirándome hasta los
límites. Sacó sus labios de los míos mientras salía y se golpeaba de nuevo en mí,
empujándome una pulgada más arriba en el colchón.

Su mirada atrapó la mía cuando comenzó a moverse conmigo, dentro y fuera, una y
otra vez, la cabeza de su polla acariciando mi punto G con cada empuje hacia adentro y
rápidamente me envió sobre el monte de mi deseo, con destino a la cima muy pronto.

—Tan, tan, taaan bueno. Const... Por favooor... —Jadeé, apenas capaz de mantener
el aliento.

—Oh, sí, nena. —El calor, el crudo deseo salvaje ardió en sus ojos.

Temblé bajo su duro cuerpo, solo viendo el calor en su mirada. —Mmmm.

—Te sientes tan malditamente bien. Tan apretada. Perfecta. —Sus manos agarraron
mi cabello y jaló mi cabeza hacia atrás, su boca yendo a mi cuello y mordiendo,
enviando una sacudida de placer y dolor a través de mí. Envolviendo mis piernas
alrededor de su cintura, incliné mi pelvis y golpeé hacia arriba cuando él empujaba hacia
abajo, encontrando su embestida con la mía, nuestros cuerpos sacudiéndose al unísono.

Más y más alto. Grité fuerte, mi espalda arqueándose, disfrutando el placer que
estábamos compartiendo. Había sido un largo tiempo desde que estuvimos juntos, pero
no había incomodidad, solo familiaridad. Era como si el tiempo hubiese retrocedido y
nosotros nunca nos hubiéramos separado.

—¡Tan cerca, oh dios! —Mi cuerpo se tensó cuando se preparó para liberarse. Solté
sus hombros, poniendo mis manos sobre mi cabeza y agarrando apretadamente los
peldaños de la cabecera.

Sus labios se movieron justo bajo mi lóbulo y podía sentir su aliento sobre mi oído.
—Vente para mí, cariño. Vente sobre toda mi polla. —Me ordenó, en un bajo y
profundo rugido.

Su voz exigente me envió en espiral sobre la cumbre de mi deseo. —Sííí —Me sentí
agotada, mi mente volviéndose blanca mientras disfrutaba las ondas de placer que me
consumían. Relajando mis piernas de alrededor de él, la tensión se drenó de mí y me
sentí como una débil muñeca de trapo bajo él.

Pero no iba permitirme relajarme. En un rápido movimiento, volteó sobre su


espalda, llevándome con él, nuestros cuerpos conectados sin separarse por el
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movimiento. Chillé por la sorpresa, y luego me acosté jadeando sobre su pecho.


Página
Abriendo mis ojos, bajé la mirada a él, la presencia de su gruesa polla palpitante
enviando una ola de anhelo a través de mí de nuevo, reencendiendo mi excitación. Dios,
lo necesitaba de nuevo.

Constantine acunó un lado de mi rostro en su gran mano. —Hazme venir, cariño.

El ritmo de mi corazón se aceleró y mi cuerpo estaba puesto en movimiento,


moviéndose lentamente arriba y abajo sobre él, mis caderas rotando en círculos con cada
movimiento hacia abajo. Sentándome completamente sobre él, con mi cabello cayendo
en cascada, no pensé, solo sentí. Mientras desarrollaba un ritmo, Constantine se movió
conmigo, levantándose cuando yo bajaba. Lentamente, deslizó sus manos hacia mi torso
hasta que estaba palmeando mis pechos, rodando mis pezones entre sus dedos. Se
apretaron sobre mis pezones, pellizcándolos casi dolorosamente apretados, pero el
disparo de dolor solo incrementó el placer dentro de mí, haciendo que mi cuerpo
temblara y me enviara sobre el borde una vez más.

—¡Oh, dulce Jesús, nena! —Gimió, sus manos cayendo de mis pechos para agarrar
mis caderas, jalándome hacia abajo justo cuando su polla se engrosó y luego se liberó,
llenando con su semilla mi tembloroso núcleo.

Exhausta, y aun así más satisfecha de lo que, creo, he estado alguna vez en mi vida,
caí hacia el frente, atrapándome con una mano en cada lado de su cabeza para no
golpearlo con la caída. Me acosté quieta sobre él, mi cabeza sobre su pecho, escuchando
sus rápidos latidos, disfrutando la sensación de su agotada polla descansando profundo
dentro de mí.

Cuando levanté la mirada a Constantine, sentí como si el tiempo hubiese sido


regresado y era la noche del baile de nuevo, y todos los sentimientos que tenía por él
regresaran y se estrellaran sobre mí. —Constantine...

—¡Mami! —La voz de Austin interrumpió lo que estaba a punto de decir, incluso
cuando realmente no sabía que estaba por decir. Cuando ninguno de los dos respondió
de inmediato, la voz de Austin gritó de nuevo, esta vez un poco más cerca.

La realidad destrozó la fantasía en la que me permití dejarme enredar. —Tengo que


ir.

Él sonrió. —Claro.
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Página
Capítulo 15
Constantine
Wow. Dejé salir un ruidoso resoplido de aire mientras miraba a Robyn saltar de la
cama y frenéticamente, tomar su ropa para ponérselas. Su cabello rojo era un lío
hermoso y sus mejillas brillaban, produciendo una mirada oh-bebé-tan-sexy de recién
follada. Mi polla se retorció y comenzó a crecer otra vez. Si no fuera por Austin
llamándola, la agarraría, la doblaría sobre la cama y la tomaría una y otra vez, hasta que
mi pene estuviera demasiado adolorido para follarla más.

El inconveniente de tener un hijo, supuse.

Hombre, no había caído en el rol de papi querido. Como si ser domesticado con
niñitos corriendo por ahí fuera mi vida. Aunque bajando la mirada a mi pene semi-
erecto, brillando por sus jugos y semen, me di cuenta de que pude acabar de cometer el
error número dos con ella. Siempre era tan condenadamente cuidadoso. ¿Qué había en
Robyn que me hacía tan malditamente descuidado? Ya no era un jodido adolescente.

—Maldición. —Se quejó mientras Austin llamaba otra vez y ella buscaba a tientas el
cierre frontal de su sujetador—. Ya salgo, cariño —gritó a través de la puerta cerrada.
Una vez que su ropa estaba puesta, lanzó un suspiro y pasó una mano por su cabello.
Me miró y parecía que iba a decir algo, entonces sus ojos cayeron a mi polla. Se ruborizó
y entonces corrió por la puerta del dormitorio, sin otra palabra hacia mí, desapareciendo
a través de ella y cerrando después.

Me reí entre dientes por cuán nerviosa estaba, pero en verdad estaba tan alterado
como ella, simplemente era mejor en ocultarlo. Hacer el amor con ella había sido un
error.

De repente, me senté en la cama, reflexionando sobre mi elección de palabras.


¿Hacer el amor? ¿Es lo que habíamos hecho? ¿Podría posiblemente todavía estar
enamorado de la mujer que rompió mi corazón joven y frágil? ¿Pero había sido así de
frágil? Maté a un hombre y había matado a muchos otros desde entonces. ¿Siquiera era
capaz de amar o estaba simplemente delirando?

Saliendo de la cama, agarré mi ropa interior y me la puse, seguido por mis


pantalones. Agarrando mi camisa del suelo, paseé dentro de mi vestidor y la arrojé en el
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cesto del lavadero. Abriendo mi cajón de camisetas, agarré la primera camisa y estuve a
punto de cerrarlo, pero me detuve y miré fijamente en el interior del cajón. Algo no
Página

estaba bien...
Pero, ¿qué?

Estaba a punto de ignorar la sensación cuando llegó a mí. Mis camisas estaban
puestas en el cajón ligeramente desordenadas. Había seis pilas y todas encajaba bien y
ordenadas, pero estas camisetas parecían haber sido colocadas en el cajón rápidamente y
sin cuidado. Alguien había estado aquí.

Le di a mi cabeza una sacudida, era una locura. ¿Robyn realmente revisaría mis
cajones? No quería pensar eso, quería creer que ella confiaba en mí incondicionalmente,
pero eso era una ilusión y no la realidad. Recogiendo las camisas, levanté el fondo falso
y miré dentro. Todo parecía estar en donde lo había puesto, pero había sido tanto tiempo
desde que estuve en este cajón que era difícil decirlo.

Mi mirada cayó sobre la caja del anillo. El anillo. Ese pequeño artículo en esa
pequeña caja de terciopelo había tenido el poder de cambiar mi vida. Para bien o para
mal, hubiera sido un hombre seriamente diferente si ese anillo hubiera encontrado su
camino a la persona deseada. Recogiendo la caja, lo abrí.

Estaba vacía. No se puede decir que me sorprendió demasiado. Descubrí que Robyn
había estado husmeando y actuando un poco rara cuando llegué a casa. Pero, ¿por qué
coño tomó el anillo?

¿Qué estaba planeando ella? Una cosa que aprendí en la vida era que se podía
confiar sólo en una persona: en ti mismo. Por eso es que trabajaba solo.

Robyn
—¿Qué te gustaría, cariño?

—No sé, un bocadillo. —Se encogió de hombros.

Bajando la mirada a mi reloj, descubrí que pasaba la hora de comer un bocadillo.


Dios, ¿a dónde se había ido el día?

—Tal vez la cena sería más adecuada. —Apresurándolo a bajar las escaleras y
dirigirse hacia la cocina, el hecho de que el anillo todavía estaba en algún lugar de la
habitación de Constantine no se me pasó. Eché un vistazo alrededor cuando estaba
recogiendo mi ropa y vistiéndome, pero no pude verlo; sin duda, estaba debajo de un
aparador o la cama. Solo rezaba poder encontrarlo y ponerlo en su lugar adecuado antes
98

de que Constantine notará que ya no estaba.


Página
Aunque en realidad, ¿cuáles eran las posibilidades de que comprobara ese cajón de
todos modos? A menos que yo no hubiese puesto las cosas correctamente. Oh, Dios. Mi
estómago se agitó por el pensamiento de que él descubriera no solo que había
curioseado, sino que perdí el anillo.

—¿Estás bien, mami?

—Uh. —Bajé la mirada para verlo mirándome—. Eh.

—Luces enferma.

—Oh. Estoy bien. Tengo hambre. —Entrando en la cocina, le hice una seña para
que tomara un asiento en la mesa y luego fui a la gran nevera doble. ¿Cuál era el punto
de que un hombre soltero tuviera un refrigerador tan descomunal? Parecía excesivo.

Mirando dentro de la nevera, evalué el contenido.

—¿Vas a hacer la cena?

Grité al sonido de la voz de Constantine en la entrada.

—Estaba pensando en hacerla.

—Hay costillas en el congelador. O podríamos hacer pasta. Solías hacer albóndigas


y espaguetis deliciosos.

Me reí, cerrando la nevera y girando para enfrentarlo mientras entraba en la cocina.


Mis mejillas enrojecieron a medida que lo veía caminar hacia mí. Un escalofrío corrió
por mi columna vertebral mientras pensamientos de lo que acababa de ocurrir entre
nosotros venían a mi mente. —Era Ragù4 con algo de carne de res molida, no era
exactamente una cena fina.

—De lo que recuerdo, era mi plato favorito de los tuyos.

—No dice mucho acerca de mis habilidades culinarias —dije, encogiéndome de


hombros—, pero mientras tengas Ragù y carne molida, sin duda puedo hacer algo.

Él comenzó a sacar los ingredientes de los estantes. —Tengo algunos planes que
hacer en los próximos días para arreglar la situación en la que estamos.

—En la que estoy —Corregí. Técnicamente, era mi problema. Simplemente tenía


suerte de que él estuviera dispuesto a arrojarse al fuego conmigo.
99
Página

4
Ragú: salsa que acompaña a la pasta (o, a veces al risotto) muy tradicional de la cocina napolitana.
Se enderezó, una olla grande en una mano y una caja de espagueti en la otra, y me
dio una mirada sin complicaciones.

—Después de hoy, estamos en esto juntos.

—Supongo que tienes razón.

—Llegado al caso, se convirtió en mi problema en el momento en que tomé el


trabajo.

—Entregarme un mensaje apenas hace tuyo mi problema.

Él abrió su boca para corregirme y entonces pareció pensar mejor en eso, y la cerró
otra vez. Colocando la olla y espagueti en la encimera, llegó hasta en la parte superior y
sacó Ragù y especias.

—Hay más que eso.

—¿Cómo qué?

Sus ojos se bloquearon con los míos y yo sabía que había más, pero no iba a decirme
lo que era.

—Como que, tengo que terminar lo que comencé y luego estará terminado.

Fruncí el ceño. Quería presionarlo, pero sabía que era inútil. Además, pequeños
oídos estaban dentro del rango de escucha y prestando atención a cada palabra entre
nosotros.

—Tal vez lo discutiremos más tarde. —Constantine señaló con su cabeza en


dirección de Austin—. Todavía no he conseguido resolver todo en mi cabeza. Esta no es
una situación fácil.

—Lo sé. —Tomando la olla, llené tres cuartas partes completas con agua caliente del
grifo y lo coloqué en la estufa, cambiando el calor a alto. Para cuando terminé con el
agua, Constantine tenía una sartén fuera y estaba colocando una gran porción de carne
de res molida en ella, junto con una rebanada de mantequilla.

Mientras preparábamos la cena juntos, espagueti y albóndigas con ensalada César,


no pude evitar sonreír. Parecía muy fácil y familiar estar con él; esta no era la primera
vez que preparábamos la cena juntos.
100

—¿Por qué estás sonriendo? —preguntó mientras apagaba la estufa en la que estaban
los espaguetis y comenzaba a vaciarlo.
Página
—Nada. —Estaba un poco avergonzada. Realmente no quería que me viera
vagando mentalmente por el carril de la memoria. Solo porque habíamos follado no
significaba que todavía me amara, aunque un cajón secreto de cosas de nuestro pasado
dijera lo contrario.

—Por lo tanto, ¿estás sonriendo como una idiota en medio de mi cocina por nada?
—Sus labios se transformaron en una sonrisa perezosa y levantó una ceja hacia mí.

Dándole un suspiro exasperado, me encogí de hombros, sintiéndome tonta ahora.

—Solo estaba pensando acerca de todas las veces que hicimos juntos la cena en el
pasado. Tu padre y tu madre estaban tan ocupados con el bar que básicamente teníamos
la casa para nosotros cada noche.

—Sí. Eran tiempos más simples entonces.

—¿Cómo están tus padres, de todos modos?

—Bien. Trabajando duro como siempre.

—¿El bar está funcionando bien?

Se rio, pero fue una risa hueca. —Ya no mucho. Mi padre se niega a evolucionar
con los tiempos y lo está lastimando. Pero es tan malditamente testarudo, así que
simplemente no enfrentará la verdad. ¿Qué pasa con los tuyos?

Los míos, eso era una cuestión difícil. —No he hablado con ellos en un tiempo. —
Eso era un eufemismo, pero que no comenté más de eso y recé para que él no me
preguntara. No lo hizo. Estaba agradecida.

101
Página
Capítulo 16
Robyn
Tiene que estar aquí. Tiene qué. Me llevó toda la noche, pero finalmente había
encontrado un momento, mientras Constantine veía una película con Austin, para
escabullirme en su habitación y buscar el anillo que perdí. Después de la película,
Constantine quería poner a Austin en la cama, así que debería oírlo subir las escaleras y
venir por el pasillo.

Saqué mi mano de abajo de la cama y miré de nuevo. Nada. Su habitación estaba


muy limpia y ordenada, así que, si estaba en el suelo, lo tendría para ahora. Las lágrimas
me llenaron los ojos y las limpié con el dorso de mi mano. ¿Qué haría si no lo
encontraba? Con el tiempo, se daría cuenta de que se había ido y la única persona que
podría haberlo tomado sería yo.

¿Tal vez debería solo confesar?

Oh, sí, qué buena decisión. Por cierto, Constantine, estaba hurgando entre tus cosas y
decidí levantar un fondo falso de tu cajón y usar el anillo que, asumo, compraste para mí, me burlé
yo sola.

Gemí en voz alta. ¡Estaba real y verdaderamente jodida!

—¿Perdiste algo? —Escuché preguntar a Constantine. Juro por Dios que mi corazón
se detuvo y cayó a mi estómago al oír la voz de Constantine. El hombre era locamente
sigiloso, no lo había escuchado entrar. Saliendo de atrás de la cama, soplé un mechón de
pelo de mi cara, que había caído sobre mis ojos.

—Ummm. Yo... —Entonces, mis ojos lo notaron mientras levantaba su mano, con
el dorso de ésta mirando hacia a mí, el anillo en la punta de su dedo meñique. Mi boca
se abrió—. ¿Qué? Ummm... —Hombre, mi vocabulario era estelar ahora mismo. Pero
me tenía con las manos en la masa, por así decirlo y no tenía ni idea de cómo lidiar con
esta situación.

Su expresión estaba en blanco; incluso sus ojos se negaron a delatar lo que estaba
pensando o sintiendo. Mirándolo fijamente, no sabía cómo interpretarlo. Obviamente, el
102

juego se había acabado.

—En lugar de tratar de inventar una mentira que veré en un segundo, también
Página

podrías probar decirme la verdad. ¿Estabas tratando de reunir cosas para vender y salir
huyendo?
La ira me inundó, lavando la vergüenza y la culpa que había estado sintiendo.
Plantando mis manos en mis caderas, lo fulminé con la mirada desde el otro lado de la
habitación. —En primer lugar, ¡nunca te robaría! En segundo lugar, si necesitara dinero
hasta el punto en el que necesito vender algo, ¡entonces vendería uno de mis bolsos o
algunas de mis propias joyas¡ —Si Constantine no hubiera aparecido cuando lo hizo, lo
hubiese hecho. Estuvo en mi lista de cosas por hacer, pero no iba a decirle eso.

—Entonces, ¿por qué estabas hurgando en mis cosas? Tuviste que haber hecho una
exploración exhaustiva para encontrarlo. Ambos sabemos de dónde vino esto.

No respondí y su expresión seguía siendo ilegible. ¿Y si me echaba a mí y a Austin


de la casa? Estaríamos muertos dentro de 48 horas. Al menos, yo lo estaría, Gabriel le
tendría misericordia a Austin y lo criaría como suyo. La idea de que mi hijo se mezclara
en la vida sombría que Gabriel vivía, me enfermó. Mierda, era una estúpida, estúpida
mujer.

—Así que, mi pregunta para ti es: ¿por qué estabas husmeando entre mis cosas?

La ira dentro de mí se desinfló tan rápidamente como se produjo. Yo era la culpable


aquí, no él. Bien podía decirle la verdad. —Mira, he sido un juez bastante malo en el
pasado. Teniendo en cuenta las circunstancias, sentí que necesitaba asegurarme de que
estábamos a salvo aquí.

—Entonces, ¿por qué tomaste el anillo?

—No lo hice, exactamente. —Suspiré y me acerqué a la cama, hundiéndome en el


borde—. Estaba siendo entrometida. Pasó que noté el fondo falso en el cajón y mi
curiosidad sacó lo mejor de mí; si alguien trata de ocultar tanto algo, entonces es algo
importante, así que lo abrí y encontré…

—Su contenido —dijo por mí.

—Sí, y luego el estuche del anillo. No sé lo que me dominó. Vi el anillo y me lo


probé y la maldita cosa no quería salirse...

Una pequeña sonrisa le tocó los labios, aunque me di cuenta de que estaba haciendo
todo lo posible por retenerla. —Así que eso era lo que pasaba con todos los gruñidos y
gemidos en el baño, y aquí estaba yo pensando que estabas estreñida.

—No, no estaba estreñida, Jesús, eso es vulgar. —Le fruncí el ceño—. Estaba
tratando de quitarlo de mi gordo dedo.
103

Un rugido de risa surgió de él. —Tus dedos no son tan gordos.


Página

—Pero si son gruesos —Levanté mis manos frente a mis ojos y las examiné.
—Dios mío, eres tan imposible como en aquel entonces —Se volvió y entró en el
vestidor—. Malditamente imposible.

Me tomó un momento, pero lentamente me deslicé de la cama y lo seguí hasta el


armario. No estaba segura de si realmente quería que me uniera a él y todavía estaba
bajo el paraguas de mi vergüenza, pero me recuperé y lo seguí. Todavía tenía preguntas
y teniendo en cuenta que se había reído en lugar de echarme de la casa, o peor,
aproveché la posibilidad de que él podría estar dispuesto a darme algunas de las
respuestas que buscaba.

Él estaba en proceso de recolocar el anillo en su estuche cuando entré. —¿Por qué


guardaste todo esto? —Bien podía ir directo al grano.

—¿Importa?

—Sí, podría ser. —Me apoyé contra el marco de la puerta y metí mis manos en los
bolsillos de mis vaqueros—. Ese anillo, ¿era para mí?

Levantó la vista del anillo, que ahora estaba ajustado en su estuche, a mí. —¿Qué
piensas tú?

—Creo que puede haberlo sido. ¿De dónde sacaste el dinero para eso?

Rio entre dientes, pero había ironía en esa risa. —Piénsalo un poco y deberías ser
capaz de averiguarlo.

Mirando hacia abajo, miré fijamente a un lugar al azar en el piso. No era estúpida,
lo sabía. —El robo... Era para comprar el anillo.

—Entre otras cosas. Estábamos empezando una vida juntos. Necesitábamos más
dinero del que podía conseguir honestamente. Creí que, si podía conseguirnos el dinero
para empezar, entonces estaríamos bien.

—Pero no estábamos bien. La razón por la que me fui fue por lo que habías hecho.

—Entonces, ¿por qué no me entregaste?

—Porque te amaba. Y luego supe que estaba embarazada y solo tenía que alejarme
de la locura en la que parecías prosperar. Era capaz de manejar las peleas y los
encontrones ocasionales que tenías con la policía, pero eso era un nivel completamente
diferente de equivocación. Tenía que proteger a mi bebé.
104

—Nuestro bebé —gruñó, con la mandíbula apretada.


Página
—Nuestro bebé —Me corregí—. ¿Pero han mejorado las cosas, Constantine? ¿Lo
han hecho realmente? De alguna manera, estás involucrado con Gabriel y eso me dice
ahí mismo que difícilmente estás teniendo un estilo de vida honesto. —Estiré mis manos
y di un paso adelante, girando lentamente en un círculo—. Todo esto. ¿Eres un ganador
de la lotería o algo, Constantine? Porque ni siquiera quiero pensar en lo que haces para
hacer este tipo de dinero.

Nos miramos un momento y yo sabía que tenía razón. La mierda en la que estaba
involucrado no era algo de lo que deberíamos estar cerca. —¿Estoy a salvo contigo?

—No hay nadie en este mundo con él que estarías más segura, Robyn. —Dio un
paso hacia mí y luego otro. Una parte de mí quería huir de él, pero otra parte, la parte
más fuerte, le creía y necesitaba estar en su abrazo.

—¿Por qué conservar todos esos recuerdos? —pregunté, dando un paso hacia él. No
podía resistir su comodidad si lo intentaba y estaba cansada de pelear. Estaba cansada de
estar con alguien que solo me tenía como un trofeo que sacaba y jugaba cuando lo
deseaba, y luego me alejaba cuando no lo hacía. Así era la vida con Gabriel. Pensé que
simplemente era un hombre de negocios trabajador cuando lo conocí. Supongo que lo
era, pero no era el tipo de negocio que imaginé y había un monstruo detrás de la sonrisa
y el encanto.

Se detuvo directamente en frente de mí y tomó mis brazos en su firme agarre. —


Decirte el por qué no nos haría bien alguno, Robyn.

Lo miré a los ojos. —Quiero saber —Pero yo sabía, el velo estaba cayendo y estaba
viendo el amor que había estado allí durante tantos años, dormido hasta ahora, al
acecho... Por mí.

—Eres la única mujer que he amado. Mierda, la única persona y punto, para el caso.

105
Página
Capítulo 17
Robyn
Sus labios se estrellaron contra los míos, hambrientos y demandantes. Su lengua
forzó su camino pasando mis labios separados mientras jadeaba con sorpresa ante su
acción repentina. La pasión en su beso, combinada con la admisión de su amor por mí,
me excitaron y la necesidad dentro de mí se volvió abrumadora.

Lanzando mis brazos alrededor de su cuello, le devolví el beso, mi lengua


persiguiendo la suya, tratando de dominar mientras él sujetaba mis muslos y me
levantaba sobre sus caderas. Envolviendo mis piernas alrededor de su cintura, acaricié
mi pelvis contra su ingle, atraída por la erección que crecía rápidamente contra mí.

Quitando sus labios de los míos, mordió el lado de mi cuello. Gemí en voz alta. El
olor de su colonia se deslizó por mi nariz, envolviéndose alrededor de mí y
atrayéndome.

Ropa. Había mucha ropa entre nosotros. Desprendiéndome de él, retrocedí y me


deslicé por su cuerpo hasta que estaba arrodillada frente suyo. Mis dedos desabrocharon
rápidamente el cinturón y solté el botón de sus vaqueros. Bajando la cremallera,
enganché mis dedos en las trabillas y con un rápido jalón, bajé sus vaqueros. Lo
siguiente fue su bóxer, exponiendo el eje duro como una roca con una perla de líquido
pre-seminal en la punta.

—Jesús, Robyn, tú no…

No le dejé terminar la frase mientras mi lengua azotaba la punta, lamiendo el semen.


Gimió, colocando las palmas de sus manos en la parte superior del cajón sobre mí. Miró
hacia abajo y capté su mirada mientras mi lengua atacaba de nuevo, esta vez girando
alrededor de la cabeza.

—¿No qué? —pregunté antes de correr la lengua por la parte inferior de su eje.

Él gimió de nuevo. —Maldita sea, ya no sé.

Sonriendo, agarré sus bolas en una mano mientras corría la punta de mi lengua por
106

su eje, una segunda vez. Lo deseaba, lo deseaba tan jodidamente tanto, pero la mirada
de deseo y lujuria en sus ojos hacía que la espera de mi propio placer valiera la pena.
Juré que cuando terminará con él, arrancaría mi ropa, rogando estar profundo dentro de
Página

mí.
Cuando fui a burlarme de la punta nuevamente, Constantine balanceó sus caderas al
frente, deslizando su pene dentro de mi boca. Sorprendida, me atraganté cuando la
cabeza golpeó contra la parte posterior de mi garganta, pero rápidamente me recuperé,
agarrando la base de su eje en mi mano libre y trabajando con mi mano al mismo tiempo
que mi boca, moviéndome de arriba abajo en su longitud.

Dentro y fuera, lo tomé casi completamente dentro, y luego lo saqué y lamí la


hendidura de su cabeza con mi lengua, mientras mi mano en sus bolas masajeaba
suavemente. Una y otra vez, continué con el movimiento, alentada por sus gemidos y el
empuje suave de sus caderas para encontrarse con mis movimientos.

Pero, ohdiosmío, la necesidad dentro de mí se estaba intensificando a alturas casi


insoportables. Si no estuviera usando vaqueros, tendría mi mano en mi coño ahora
mismo. Cambié de posición incómodamente, mientras la evidencia de mi deseo
continuaba construyéndose y saturando mis bragas.

Él estaba construyéndose también. El líquido pre-seminal estaba goteando a un


ritmo más frecuente y su polla se había vuelto tan dura y gruesa que estaba segura de que
podía romper ladrillos con ella. La idea era conseguir que llegara a este punto y que me
follara hasta el olvido, pero no pude detenerme, necesitaba sentir su semen golpeando la
profundo de mi garganta.

Sin embargo, Constantine tenía otros planes.

—Levántate —No era una petición, era una demanda, mientras se salía de mi
agarre, tomaba la parte superior de mi brazo y me obligaba a levantarme.

—Pero… —Estuve a punto de protestar, pero no tuve oportunidad de terminar


cuando me giró y me inclinó sobre los cajones. Alcanzando a mi alrededor, desabrochó
mis vaqueros y los bajó, llevando mis bragas con ellos.

El frío aire se burló de mi húmedo coño, estimulando mi deseo. Mi cuerpo entero se


estremeció cuando me incliné más bajo y acomodé mis codos sobre la parte superior de
los cajones, buscando soporte.

Constantine deslizó su mano por mi espalda y culo, hasta el vértice entre mis
piernas, palmeando mi coño, apretando suavemente y haciéndome jadear. Apoyó su
duro cuerpo contra mi espalda, me apartó el cabello hacia un lado y besó suavemente mi
nuca. —Dios, que mojada estás para mí…
107

—Lo estoy. Te necesito —Me empujé hacia atrás contra él, su polla se deslizó entre
mis piernas y se acomodó entre los labios húmedos de mi coño—. Tómame, por favor.
Página
—Pronto. —Se estiró y palmeó mi montículo. Extendió mis labios vaginales
utilizando el dedo índice para acariciar mi clítoris, haciéndome gritar y retorcerme
contra su mano, esperando una liberación de la presión construyéndose.

—Fóllame, por favor.

—Lo haré —respondió, dejando una hilera de besos a lo largo de mi hombro.

¡Gracias a Dios!

—Una vez que te sienta venir en mi mano.

¡Maldita sea! —Eres cruel.

Se rio, empujando hacia adelante, la cabeza de su polla sondeando la entrada de mi


núcleo. —Puede ser —Aumentó la presión y la velocidad con la que trabajaba mi
clítoris, que ahora estaba hinchado e hipersensible.

El placer y la presión dentro de mí era casi doloroso. Me había llevado rápidamente


a la cumbre, pero yo no podía ver la cresta. —Por favor. Dámelo —Me apreté contra
él—. Necesito, tengo que venirme… —Podía oír el tono de súplica y estridente que mi
voz había tomado, pero no importaba.

—Te vendrás cuando te deje hacerlo.

Bajé mi cabeza sobre la parte superior de la cajonera, la madera fría saludando mi


frente. Él continuó trabajando mi clítoris y justo cuando pensé que no había esperanza y
me vería obligada a soportar esta tortura para siempre, me presionó y exploté, gritando y
luego encogiéndome, con miedo de despertar a Austin. Todo mi cuerpo se quedó quieto.

—No te preocupes, las habitaciones son prácticamente insonorizadas.

Su tranquilidad en combinación con su empuje llenándome completamente me


tranquilizó y me envió de nuevo al viaje dichoso. Una vez que logramos un ritmo, mis
movimientos encontrándose con los suyos, el fuego dentro de mí se convirtió en un
frenesí y yo era codiciosa buscando un segundo orgasmo.

Todavía moviéndome con él, me enderecé, alcanzando detrás de mí y guiando su


cabeza hacia abajo. Volviendo mi cabeza, capturé sus labios con los míos. El beso era
salvaje y hambriento, imitando la forma en que mi cuerpo se sentía en ese momento.
108

Apartó sus labios de los míos. Colocando una mano en el centro de mi espalda,
entre mis omóplatos, me empujó plana contra la parte superior de la cajonera y comenzó
Página

a follarme duro, su polla castigando mi coño con cada empuje. Ya no estaba en ningún
modo, estado o forma a cargo y ¡me encantaba!
—Sí, sí, sí… —La palabra estaba siendo gritada en mi mente, una y otra vez. Mi
estómago se sentía como si hubiera un espiral gigante dentro de mí, enrollada
tensamente y lista para romperse en cualquier momento.

Y entonces llegó, con un poderoso empujón me apretó casi dolorosamente en la


cajonera y él gimió, bajo y salvaje mientras se descargaba conmigo. La sensación de su
semen caliente golpeado en mí, llenando mi coño, me envió sobre el borde con él.

Grité mientras mi cuerpo se tensaba debajo de él y luego fui arrastrada en una ola de
alivio tan intenso que provocó lágrimas en mis ojos. Dejé escapar un respiro rasgado. —
Increíble —No pensé haberlo dicho en voz alta, pero cuando se inclinó sobre mí,
manteniéndose firmemente atrincherado dentro de mi núcleo y susurró la misma palabra
en mi oído, supe que había escuchado.

—No creo que pueda tener suficiente de estar contigo, Robyn —dijo, pasando sus
labios por el costado de mi cuello.

—Yo tampoco —Y era verdad. Tal vez yo había cometido un enorme error todos
estos años. Cada momento que pasaba con él, estaba cada vez más convencida de ello.

No puedo olvidar la razón por la que lo dejé, me dije a mí misma. Pero con el hombre
que había amado una vez profundamente dentro de mí, nuestros jugos mezclándose y
goteando dentro de mi núcleo, era difícil recordar por qué.

Cuando se deslizó fuera de mí, inmediatamente sentí su pérdida y ansiaba volver a


unirme a él. Pero, esta vez, no fue por los instintos salvajes que acababa de tener, sino
por su cercanía. A pesar de que era solamente sexo, también había una conexión que
sentía cuando nos unimos, una fusión de lo físico, mental y emocional que anhelaba no
tener que dejar ir.

—Quiero que pases la noche conmigo —dijo, inclinándose y recogiéndome en sus


brazos. En algún momento del camino, se había despojado de su camisa y me acurruqué
en sus brazos, hundiendo mi rostro entre su hombro y cuello.

—Sí, me gustaría eso —Había pasado mucho tiempo desde que estuve satisfecha y
me quedé dormida en los brazos de un hombre que genuinamente se preocupaba por mí.
No podía recordar la última vez que me sentí segura y a salvo, pero ahora me sentía así.
Se sentía bien.

Alcanzamos el borde de la cama y me bajó sobre mis pies. Tomando un paso atrás,
109

me quitó lentamente mi blusa y sujetador de mi cuerpo, y los tiró al suelo. Cuando me


miró esta vez, no tenía un hambre profunda, sino que había admiración y cariño en su
mirada. El calor que corría a través de mi cuerpo no era el de deseo sexual esta vez, sino
Página

emocional.
Como si sintiera mi cambio de humor y necesidades cambiantes, me rodeó y apartó
las mantas. —Entra.

Asentí y me deslicé debajo. Caminando hacia el otro lado de la cama, se metió y me


hizo un gesto para que me acercara a él. Con gran ansiedad, lo complací, retorciéndome
al otro lado de la enorme cama tamaño King y dentro de sus brazos en espera.
Envolviendo mis brazos y piernas alrededor de él, acomodé mi cabeza en su pecho y
escuché su latido ligeramente acelerado

Te amo. Estaba tan contenta y feliz en este momento que aquel par de palabras
pequeñas, pero extremadamente poderosas, casi escaparon de mis labios. Pero me
detuve a tiempo. No tuve que preocuparme por el peligro de dejarlo escapar por segunda
vez porque estaba durmiendo en menos de un minuto.

Constantine
Maldita sea, me encanta la sensación de un cuerpo caliente a mi lado en la mañana. Pasé las
yemas de mis dedos a lo largo de su carne cremosa mientras abría lentamente mis ojos y
miraba a la mujer abrazada a mi lado, con la cabeza apoyada en mi pecho.

¿Robyn?

Me tomó un momento recordar los acontecimientos del día anterior. Esta no era
solo una mujer, esta era la única mujer en mi vida que había amado y aquí estaba,
metida contra mí, roncando suavemente. Esta última semana se sentía tan surrealista.
Estaba volando mis sesos que ella estuviera aquí ahora mismo.

Y tenía un hijo durmiendo en la habitación al final del pasillo. Un hijo al que arropé
y me dijo, buenas noches, Constantine. Su pronunciación de Constantine era un poco
apagada, pero eso estaba bien. Era adorable cómo lo dijo, en cierto modo. ¿Había alguna
posibilidad de que en el futuro ya no fuera Constantine, sino papá?

¿Podría yo ser un papá? Mi padre adoptivo no parecía pensar así. No lo había dicho
directamente, pero bien podría haberlo hecho. Mi vida no era una vida amigable con los
niños, era una vida de solitario. Yo era alguien que tenía aventuras de una noche, no
compromisos con niños y una familia. ¿Podría fusionar los dos?

Tal vez, simplemente necesitaba hacer de tripas corazón y conseguir un trabajo real.
110

Resoplé pensando en lo ridículo que sonaba. Nunca podría ser un hombre normal.
Imagina mi currículum. Me reí entre dientes. Y la entrevista de trabajo sería divertida. —
Página

Señor Bateman, veo que su currículum vitae está ausente de experiencia de trabajo. ¿Qué
ha estado haciendo para trabajar? —Yo respondería—: Caramba, no sé, matar a gente
por dinero.

No podía ver esa entrevista yendo mucho más allá de ese punto.

Pero tenía ahorros. Podría comenzar un negocio legítimo.

Me estaba adelantando. No tenía idea de dónde estaba la mente de Robyn.


Demonios, técnicamente todavía estaba casada. Cuento con que pronto será viuda.

Si no pensaba en un buen plan para matar a su ex marido, habría preguntas. Ella


había traído a los federales, así que, sin dudas, ellos lo estaban observando. Esta iba a ser
una matanza complicada, pero había terminado trabajos difíciles en el pasado sin un
tirón. Los accidentes ocurren todos los días. El único problema era que, esta vez, estaba
emocionalmente involucrado.

Lo curioso fue que, hasta el otro día, estaba empezando a pensar que no era capaz
de amar. A lo largo de los años, empecé a pensar que mis sentimientos por ella habían
sido mi imaginación. Yo no estaba enamorado, era estrictamente un enamoramiento.
Sin embargo, desde el momento en que regresó a mi vida, comencé a darme cuenta de
que me estaba tomando el pelo. El amor era una emoción que era capaz de sentir.

Ahora solo tenía que averiguar qué demonios iba a hacer con esta realización.

Por mucho que me hubiera gustado quedarme allí en la cama con ella, sabía que
había un niño al final del pasillo que se despertaría en cualquier momento. Con el mayor
cuidado posible, salí de la cama y me dirigí al armario. Agarrando un par de pantalones
de pijama de franela, me los puse, apreté el cordón y salí del dormitorio, cerrando la
puerta suavemente detrás de mí.

Caminando por el pasillo, empecé a escuchar videojuegos procedentes del


dormitorio de Austin. 6 a.m. y está despierto, con los videojuegos. Mmmm. Si tuviera
que ser parte de la vida de este niño, el tiempo del videojuego sería seriamente reducido.
¿Los niños ya no jugaban fuera? Por supuesto, considerando la situación en la que
estábamos, era la mejor manera de mantenerlo ocupado hasta que todo se resolviera de
nuevo.

—Oye, amigo. Es bastante temprano, ¿verdad? —Entré en la habitación para verlo


sentado con las piernas cruzadas en el suelo, con la intención de matar a las plantas o
zombies, no estaba seguro de cuál.
111

—Me levanto temprano. Mamá dice que soy un madrugador.


Página

—El que madruga atrapa al gusano —le dije.


—Sí. Mami dice eso.

—Tu madre es muy inteligente.

Él asintió con la cabeza, puso pausa al juego y me miró con esos ojos azules.
Simplemente mirarlo me recordó mi infancia, antes de que mis padres biológicos fueran
asesinados y me pusieran en el sistema. La vida era buena en ese entonces. —Papá
también. Papá trabaja mucho y pelea con mamá. La hace triste, pero lo extraño.

Era como un cuchillo cortando mi corazón oírle llamar a otro hombre su padre,
especialmente a un pedazo de mierda como Gabriel Salvatore. Fue en ese momento que
supe que necesitaba tomar mi lugar legítimo como su padre.

—¿Qué tal si dejas el juego por un rato y tú y yo encontramos algo que hacer? Tengo
una piscina afuera. ¿Sabes nadar?

Sacudió la cabeza.

—Entonces vas a aprender, pequeño amigo.

Él me dio una amplia sonrisa y apartó el controlador.

Gabriel Salvatore
—Jefe.

Haciendo una pausa con mi bebida, un ron y coca, hacia mis labios, me quedé
mirando a mi segundo al mando, Caín Ramírez. Caín parecía nervioso, sus ojos oscuros
se movían de un lado a otro, pero se negaba a hacer contacto visual, lo que significaba
que tenía malas noticias. Yo tenía una reputación de tener un temperamento rápido. La
última persona que me dio malas noticias tuvo un desafortunado accidente con el tren F.
Los accidentes ocurren.

—Jodidamente escúpelo, no tengo todo el día —Señalé a la gran ventana de piso a


techo que daba a uno de mis clubs. Las drogas fluían libremente aquí, al menos mis
drogas lo hacían. Nadie más se atrevía a traficar en mi terreno. A cualquier desgraciado
bastardo que, sin saberlo, traficaba aquí, se le daba una lección de modales por su
primera ofensa. Digamos que su segunda ofensa sería la última—. Tengo un club que
112

hacer funcionar. —La verdad sea conocida, funcionaba bastante bien sin mí, aunque
tenía un envío viniendo dentro de una hora, por lo que tenía que estar allí.
Página

—Chester.
—¿Qué pasa con él? —Jodido insensato, todas estas indecisiones alrededor del tema
iba a conseguirle a Caín una puta bala en la cabeza.

—Él está muerto.

Me incliné de nuevo en mi silla de escritorio de cuero y bebí la bebida en su


totalidad. —Jodido drogadicto. ¿Acaso el idiota se pasó y se provocó una sobredosis?
Chester había sido mi primero al mando. Él era un idiota y un usuario, pero era un
idiota leal, y en mi tipo de negocio, la lealtad era rey así que le confié muchos de mis
asuntos más importantes, como la terminación de mi perra esposa, Robyn.

Pero me gustaba el chico y él adoraba a su querido papá. Una vez que ella estuviera
fuera de la imagen, el chico me pertenecería y lo prepararía para que se hiciera cargo de
mi imperio cuando llegara a la mayoría de edad. Era un pequeño cabrón inteligente;
incluso a los cinco años se veía que el niño estaba destinado a grandes cosas.

—Lo encontraron en el baño de una estación de metro, con la garganta cortada.

Bueno, eso explicaría por qué no me había informado sobre el sicario que contrató o
sobre Robyn. —Así que fue un acto al azar, un drogadicto no consiguió la mierda que
necesitaba, por lo que tomó las cosas en sus propias manos o...

—La policía está investigando. —Cain cambió de un pie a otro. Existía más que él
no me estaba diciendo. Ya había tenido suficiente de su vacilación.

Tomando el revólver que estaba montado bajo mi escritorio, lo apunté hacia Caín.
—Mierda, escúpelo o juro por Dios que voy a volar tu condenado cerebro por toda esta
oficina.

—Robyn ha desaparecido. Puede que hayamos esperado demasiado tiempo y tal vez
ya haya hecho un trato con los federales.

—¡Jodida puta! —Vi rojo, la rabia me llenó, alimentada por los efectos de la cocaína
que inhalé no hace mucho tiempo. No uso a menudo; los distribuidores que inhalan
demasiado de su propio producto no permanecen en el negocio por mucho tiempo, pero
yo había estado en el borde desde que la pequeña perra se fue. Mi dedo apretó el gatillo y
la pistola sonó. Mi objetivo se quitó, perdiendo el blanco de su frente y pasando
zumbando junto a su cabeza, pero llegando tan cerca que le rozó la oreja. Caín gritó, con
sus manos en dirección a su oreja sangrante.

—Puede que no lo haya hecho. Solo sé que se había ido —Había puro terror en sus
113

ojos, pero Cain no corrió, tomó la bala como un campeón. Era un buen soldado. Mi
nuevo primero al mando, al parecer. Por supuesto, si hubiera intentado correr, yo le
Página

habría disparado al cobarde en la espalda y le hubiera hecho un favor al mundo.


—Quiero que rastrees a ese sicario inútil que contratamos y que pongas una bala en
su cabeza sin valor. Nadie toma mi dinero y no entrega. Y quiero que encuentres a
Robyn.

—¿Y entonces, señor? Si está bajo custodia policial, será difícil llegar a ella.

—Encuentra una manera, sé creativo, lo que se necesite y tráela a mí. Quiero ver a
esa zorra morir con mis propios ojos, ya no dejaré esta mierda al azar.

—Sí, señor.

—Ahora, vete de aquí y límpiate, estás sangrando en mi piso.

114
Página
Capítulo 18
Constantine
—No estoy tan segura de esto.

—Han estado encerrados en la casa por dos días y necesitas salir, si no es por ti, por
él. —Apunté sobre mi hombro al asiento trasero, donde Austin estaba viendo una
película con los auriculares puestos. Personalmente, odiaba las caricaturas, pero siendo
un niño, a Austin le encantaban. Los auriculares eran algo que me permitiría mantener
mi cordura mientras lo hacía feliz.

—Sí —dijo en voz baja, a pesar de que Austin tenía los auriculares bloqueando
nuestras voces—, pero Gabriel está ahí fuera, buscándome, así que no creo que estar en
un lugar público sea una buena idea.

—Está a dos horas de la ciudad y estoy bastante seguro de que sería el último lugar
en que te encontrarías con él o con sus hombres.

Ella me lanzó una mirada dudosa, pero estaba confiado. Six Flags era el último lugar
en el que esperaría ver a Gabriel. Y si estuvieran allí, me ocuparía de ellos antes. El
hecho era que este bien podría ser el último día que estaría con ella y Austin. Había
ideado a un plan después de seguir los movimientos de Gabriel y sus secuaces, y mañana
sería el día en que lo ejecutaría. Sabía que después de mañana, la vida para ella
cambiaría seriamente. Sería la viuda de uno de los jefes más grandes de narcotraficantes
del país y el que yo formara o no parte de esa nueva vida, seguía en duda.

Nuestro futuro todavía era incierto. Solo porque teníamos sexo no significaba que
las cosas podían recomenzar entre nosotros. Si ella sentía que mi vida hace seis años era
demasiado extrema para criar a un niño, entonces criar uno donde su padre era un
asesino a sueldo sería doblemente extremo. La cosa era que quería este día. Diablos, si lo
admitiera, este día era más para mí que para ellos. Quería saber cómo era ser parte de
una familia. Quería perderme en la ilusión de ser padre y hombre de familia, aunque
fuera solo una fachada.

—Mira, si te hace sentir mejor, hoy está esperando un envío para él y su personal
está preocupado con la llegada. Six Flags es la última cosa en su mente.
115

—¿Cómo sabes esto?


Página

—Es mi trabajo saberlo, Robyn. ¿Crees que accedí a trabajar para él sin saber
exactamente en qué me metía?
—No, supongo que no. —Sonó insegura, lo cual me molestaba. Necesitaba que
tuviera confianza en mi capacidad para protegerla.

Entonces dile lo que realmente haces para ganarte la vida, instó una voz en el fondo de mi
mente.

A la mierda. De ninguna manera. Prefiero mantenerla en la oscuridad acerca de lo


que hago que tenerla con miedo de mí, o miedo para nuestro hijo. Sí, podría sospechar,
pero no lo sabía con certeza. La ignorancia es felicidad, ¿no es ese el dicho?

—¡Ohhh, mira mami!

Era la primera vez que escuchamos de Austin desde que salimos de mi casa y el
súbito sonido de su voz me sobresaltó por una fracción de segundo. Miré el espejo
retrovisor para ver dónde apuntaba. Seguí la línea de su dedo diminuto para ver la cima
de una montaña rusa. El pequeño tenía una maldita buena vista para haberla visto.
Todavía estaba bastante lejos.

—Eso es una montaña rusa, amigo —dije.

—¡Genial!

—Muy genial.

—Quiero montarla.

Mirando a Robyn, le sonreí.

—Eso podría dar un poco de miedo, cariño. Es para adultos. Pero apuesto a que hay
otros que te gustarán más.

—Yo no soy un bebé, mami. —Cruzó los brazos sobre su pecho, levantó la barbilla
y le dirigió una mirada de absoluto desafío.

—Lo que tu madre quiere decir es que solo permiten entrar a gente alta. Y tienes que
tener más de doce años.

—Oh. —Sus labios se fruncieron—. No tengo miedo.

—Por supuesto que no, amigo, eres el chico de cinco años más valiente que he
conocido. Sé que no tienes miedo, pero son las reglas. —Miré a Robyn para ver una
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amplia sonrisa en su rostro, mientras sus ojos se movían de Austin a mí y otra vez

—Hay todo tipo de atracciones y algodón de azucar.


Página
—Bien. ¿Ya llegamos?

—Pronto, amigo — contesté.

Robyn
El Palacio de Juegos Para Niños. Nuestra parada final antes del largo trayecto de
dos horas más a casa. Bueno, casa de Constantine. Después de dejar el apartamento,
Austin y yo nos quedamos más o menos sin hogar. Luego de que todo esto acabara,
tendría que considerar seriamente lo que iba a hacer para nosotros. Constantine no
querría que nos quedáramos para siempre.

Él tenía razón, pasamos cinco horas en Six Flags y no hubo señal de Gabriel o de sus
matones. Tal vez estaba siendo demasiado paranoica. Tardé un par de horas en empezar
a relajarme hasta el punto en el que, realmente, comenzaba a divertirme. Hasta ahora,
Austin estaba muy feliz. Se había montado a cada atracción del Palacio dos veces y
ahora estábamos en la parada final, la sala de juegos. Básicamente era un lugar para
dejar a tu hijo de treinta minutos a una hora, para que los adultos tuvieran la
oportunidad de disfrutar de las atracciones.

—Antes de que te pongas paranoica, te voy a decir que no te preocupes. Él está bien;
nadie aquí lo va a lastimar —susurró Constantine en mi oído.

—Solo tengo que poner un brazalete en la muñeca de su hijo y uno en el suyo, señor
—dijo la joven empleada a la entrada del Palacio.

Mirando a Constantine, esperé a ver si iba a aceptar ser llamado papá o no.

—Claro —dijo Constantine, extendiendo el brazo.

—De acuerdo, su pulsera coincide con la de su hijo. Cuando regresen, la persona


que trabaja los revisará antes de devolver al niño.

—Gracias. —Constantine sonrió, con un toque de sonrojo en sus mejillas.

La chica, que yo diría que tenía unos dieciocho, demasiado guapa para su propio
bien (estoy segura de que sabía lo caliente que era), miró de Constantine a Austin y
luego otra vez.
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—Luces igual que él. Tus ojos son de un tono increíble de azul. —Ella me ignoró
descaradamente mientras miraba a Constantine.
Página
Oh chico, no pude evitar rodar mis ojos ante el ridículo intento de seducir a mi
hombre... bueno, tal vez no era mi hombre, pero yo estaba con él. Como, ¡hola,
retrocede, hermana! Por lo que ella sabía, Austin era nuestro hijo, no solo suyo, sino
NUESTRO, lo cual era cierto.

—Sí, creo que sí —interrumpí. En cuclillas, le di a Austin un abrazo rápido—.


¿Estás seguro de que estarás bien aquí por un rato?

Austin gimió en voz alta, rodando sus ojos hacia mí, casi en la misma manera en la
que yo lo hice momentos antes. —No soy un bebé, mami. —Sin esperar que yo
respondiera, corrió de mi abrazo hacia el parque de juegos, donde ya había una docena
de otros niños jugando, varios a la pelota, otros en el laberinto, otros sentados en silencio
y jugando con un tren grande puesto entre una docena de otras actividades.

—Volveremos en veinte minutos, media hora máximo —informé a la señorita


coqueta mientras tomaba la mano de Constantine en la mía, demostrando mi
reclamación sobre él.

La otra mujer me sonrió, pero era falsa. No le agradaba, podía verlo en sus ojos.
Mala suerte, señorita. —Está en buenas manos, que ustedes dos se diviertan.

—Entonces, ¿qué fue todo eso? —preguntó Constantine mientras nos alejábamos,
bajando la voz para que la empleada no pudiera oír.

—¿Qué? —Lo miré a través de mis pestañas, tratando de lucir inocente.

Él alzó nuestras manos unidas, aunque no me soltó. —Umm, la pequeña


demostración con la empleada. Marcando tu territorio, por así decirlo.

Uups. Atrapada. No es como si hubiese sido discreta.

—No me agradó, estaba coqueteando contigo, conmigo justo a tu lado. ¿Qué tipo de
zorra hace eso?

—Creí que era bastante agradable.

Resoplé. —Por supuesto. —Nos dirigimos hacia la gran montaña rusa. Me


encantaban las montañas y había pasado mucho tiempo desde que me monté en una.
Cuando éramos adolescentes, íbamos con frecuencia a Coney Island a pasear.

—¿Qué se supone que significa eso? Cuando estábamos juntos, nunca tuve ojos para
118

nadie más que para ti.


Página

—Las cosas cambian.


Él rio entre dientes. —¿Crees que me he convertido en una especie de playboy que
persigue vaginas a lo largo de los años?

Me encogí de hombros. No lo sabía. —¿Cómo puedo saberlo? La mayoría de los


hombres lo hacen.

—No todos los hombres.

—¿Entonces eres célibe? —Ladeé mi cabeza hacia un lado y lo miré.

Un rugido de risa surgió de él. —No iría tan lejos.

—¡Ajá! Exactamente. Apuesto a que tienes media docena de números en tu lista de


contactos, dependiendo de si quieres una pelirroja o una morena.

—No olvides a las rubias.

—Creí que no te importaban las rubias.

—Ya, hay que cambiar de vez en cuando.

—Ugh. —Lo empujé con mi codo, pero no solté su mano. Hizo un acto de quejidos
y se dobló hacia delante.

—Oh, por favor, no te lastimé.

—Es mi costilla —jadeó, deteniéndose y soltando mi mano para colocarla sobre sus
costillas—. Me rompí unas costillas y todavía están sanando. —Inhaló y gimió, su mano
libre saliendo disparada y agarrando el barandal a nuestro lado. —¡Oh, dios, duele!

La sonrisa se desvaneció de mis labios mientras lo miraba, su cara contorsionada en


una mirada de dolor. Oh, mierda, ¡tal vez no era un acto después de todo! Había visto su
cuerpo desnudo un par de veces y estaba lleno de moretones y cicatrices; ¿y si lo había
lastimado?

—Constantine, lo siento mucho. —Puse una mano en su hombro mientras trataba


de levantar su camiseta con la otra mano, para ver el daño que causé—. Lo siento tanto,
tanto, tanto, no lo sabía.

La mirada de dolor que tenía hace un momento desapareció y fue reemplazada con
una amplia sonrisa y un brillo travieso en sus ojos. —¡Te tengo! Eres malditamente
119

demasiado fácil de engañar, nena. —Se enderezó mientras se reía. Se rio tan fuerte que
lágrimas salieron de sus ojos.
Página
—Eres un idiota. —Curvando mi mano en un puño, le di un golpe en el hombro—.
Eso no fue gracioso.

—Oh, no. Fue muy gracioso.

—Estaba preocupada.

Se encogió de hombros. —Agradezco su preocupación, mi señora, en serio.

—Idiota condescendiente, estaba de verdad preocupada por ti. —Sin esperar una
respuesta, caminé delante de él y me metí en el carril rápido. Constantine había insistido
en conseguir Pases FLASH y me alegré de haberlo hecho; la fila regular estaba atrasada
por lo menos una hora.

—Lo siento. Eso fue grosero —dijo, corriendo detrás de mí y envolviendo sus brazos
alrededor de mi cintura, tirando de mí contra él—. Perdóname —susurró contra mi
cuello, enviando un escalofrío a través de mí y encendiendo mi excitación.

Sucio bicho, él sabía lo que me hacía. Dos podrían jugar a este juego. Me froté
contra él, asegurándome de que mi culo rozaba su entrepierna. En efecto, hubo una
agitación en sus pantalones y una gruesa cresta comenzó a endurecerse contra mí.

—¡Siguiente! —gritó el empleado mientras la línea avanzaba y fuimos guiados al


paseo.

—Esto es emocionante. No he estado en un parque desde que estaba contigo.

—Bromeas.

Sacudí la cabeza, el cabello me golpeó la cara con el movimiento. —Nop. Olvidé lo


divertidos que eran. —Es cierto que había pasado tanto tiempo que olvidé cómo eran—.
Gabriel fue muy controlador. La gente me envidiaría, pero no sabían la verdad.

El paseo se sacudió al frente, terminando mi fiesta de compasión.

Constantine
Podía suponer lo que había sido estar con un monstruo como Gabriel. Claro, yo
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también era un monstruo, pero era un tipo completamente diferente. Los hombres que
conocieron mi ira se lo merecían. El mundo era un lugar mejor sin ellos. Aunque
supongo que la mayoría de los asesinos lo justificaban de una manera u otra.
Página
Disfruté el paseo, pero lo que disfruté aún más fue ver la expresión de alegría en su
rostro cuando ella gritó, se rio en las vueltas y levantó sus manos en el aire en las caídas,
para aumentar la sensación de anti-gravedad. Así era como la recordaba, optimista y
despreocupada.

El paseo terminó demasiado rápido, pero a pesar de que lo hizo, todavía había
felicidad en sus ojos. Estaba feliz de poder darle este día. Tomándola de la mano, la llevé
al siguiente viaje.

Para el momento en que los treinta minutos pasaron, estuvimos en cinco paseos y
mi estómago estaba empezando a quejarse. La comida del parque no era la mejor; solo
fui capaz de comer un perro caliente. Había un pequeño restaurante a unos diez
minutos, el cual sería nuestra próxima parada.

Cuanto más nos acercábamos al parque de juegos, más rápido caminaba ella; hasta
que estuvo a punto de correr. —¡Vaya! ¿Dónde está el fuego?

—No lo veo. —Ella sacó su mano de la mía y se echó a correr.

—Él está bien —grité, acelerando el paso y encontrándola en el parque de juegos.


Escudriñé el área y no pude verlo.

—¡Se ha ido! —Me miró, dolor y lágrimas llenando sus ojos—. ¡Se llevaron a
Austin!

121
Página
Capítulo 19
Robyn
—¡Se fue! ¡Se fue, Constantine! —Juro que nunca había estado tan asustada como lo
estaba ahora. Sentía que todo mi mundo estaba desmoronándose a mí alrededor y era
difícil respirar. Austin era todo lo que tenía; sin él, la vida no valdría la pena.

—Solo espera un segundo. Relájate.

—¿Relájate? ¡Se ha ido, Constantine! ¡Gabriel se lo llevó! —Se estaba haciendo más
difícil respirar, tan duro. Comencé a jadear por aire, apoyándome en Constantine.

—¿Está bien? —Escuché preguntar a una mujer, pero la voz sonaba muy lejos, como
si estuviera bajo el agua y estuviera tratando de escuchar por encima de la superficie.

Él respondió, pero su respuesta fue amortiguada.

Mis rodillas estaban sintiéndose débiles y me abandonaron, haciéndome caer al


suelo. La mano de alguien estaba sobre mi hombro, empujándome suavemente. Levanté
la mirada, un velo de lágrimas nublando mi visión, para ver a Austin de pies delante de
mí.

—¿Mami está bien? —Estaba dirigiéndose a otra persona, pero sus ojos asustados
estaban centrados en mí.

—¿Austin? —Estaba eufórica mientras envolvía mis brazos a su alrededor,


cubriendo su rostro con besos—. Estoy tan feliz. Tan feliz de verte.

—¿Qué pasa, mami?

—Nada. —Resoplé y limpié mi nariz con el dorso de la mano, no exactamente fino,


pero no me importó. Mi mundo había sido arrancado y traído de regreso en cuestión de
minutos—. ¿Dónde estabas?

—Tenía que hacer pis. Esa chica me llevó. —Señaló a la mujer que estuvo
coqueteando con Constantine antes. Ya no odiaba a la mujer.
122

—Oh. —Mi rostro enrojeció cuando comencé a mirar a nuestro alrededor y descubrí
a la pequeña multitud que se reunía, todos mirando. Constantine estaba
Página

tranquilizándolos, que todo estaba bien, y así la muchedumbre poco a poco empezaba a
disiparse.
La mano de Constantine en mi codo me ayudó a ponerme de pie.

—Todo está bien, Robyn. Él está bien.

No podía creer que reaccioné tan mal. Oré para que la multitud desapareciera
rápidamente, porque mi vergüenza era intensa; quería que el suelo se abriera y me
tragara completa.

—Solo… —Miré hacia el parque de juegos y luego hacia Austin—. No podía verlo y
pensé…

—Está bien. Todo va a estar bien. —Me empujó contra él y enterré el rostro en su
pecho, mientras sostenía la mano de Austin. Necesitaba saber que él estaba bien.
Mientras que lo que acababa de ocurrir era una reacción exagerada, sabía que el susto se
quedaría conmigo durante mucho tiempo.

—Todo esto…

Con un brazo envuelto a mi alrededor, me guió lejos del Palacio de Juegos y hacia la
salida.

—Todo esto terminará pronto. Lo prometo.

Sabía lo que quería decir con “terminar”. Iba a eliminar a Gabriel y a cualquiera que
se interpusiera en su camino. Pensarás que después de estar con el hombre durante años,
sentiría remordimiento acerca de lo que estaba a punto de suceder, pero no era así.
Envió a un hombre a asesinarme. Física, emocional y mentalmente abusó de mí. El
hombre destruyó vidas, las vidas de aquellos cercanos a él y de extraños. Él pensaba que
era intocable.

Pero no lo era. Nadie lo era…

Constantine
—¿Te divertiste, amigo? —pregunté, mirando a Austin, mientras devoraba una
rebanada de pizza.

Asintió. Una vez que el trozo fue masticado y tragado, respondió—: Fue muy
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divertido. ¿Alguna vez podemos regresar?

—Por supuesto que sí.


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—Gracias. ¿Quieres saber más sobre los canguros?


Me reí.

—Quizás después.

—Está bien. —Sonrió y buscó otra rebanada. Chico, ¿podía alguna vez alejar al
pequeño de la comida?

Mire al otro lado de la mesa para ver a Robyn observándome con una mirada
peculiar en su rostro

—¿Qué? —Agarrando mi servilleta, toqué suavemente el costado de mi boca. ¿Tenía


salsa de pizza?

Ella negó y bajó la mirada, hacia su intacta rebanada de pizza. Apenas habló desde
el episodio en el parque y no había bebido o comido nada. No me gustaba verla así.

Mirando a Austin, vi que estaba ocupado con su pizza y jugo. Él no nos estaba
prestando atención, así que cambié de lugar para estar más cerca de Robyn. Capturando
su barbilla en mi mano, la forcé a mirarme y había lágrimas en sus ojos.

No necesité preguntar qué estaba mal. Estaba al borde y tal vez su cordura también,
cuando se trataba de esta situación. Necesitaba liberarse de Gabriel. Hasta que esto se
resolviera, ella lo vería en las sombras. Incluso después de terminar con él, no me
sorprendería si ella continuaba mirando sobre su hombro y lo viera en las sombras a
cada paso.

—Me encargué de su secuaz. Me encargaré de él mañana. Esto casi termina.

Resopló.

—¿Y qué tal si no? No estoy segura de poder protegerlo. Tal vez debí trabajar con
los federales —dijo en un susurro, así Austin no podía escuchar.

Asegurándome que mi voz fuera tan baja como la ella, respondí—: Nada de “qué tal
si”, Robyn. Estás haciendo lo correcto. Dije que me encargaría de esto y una vez que lo
haya hecho, serás libre.

—¿Y entonces qué? —Sus ojos buscaron los míos y supe que el tema cambió
levemente y ella ahora estaba refiriéndose a ella y a mí. ¿Qué sería de nosotros una vez
que todo fuera dicho y hecho?
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Le di una sonrisa comprensiva mientras tomaba una servilleta y limpiaba su nariz.


Entre los paseos, la crisis nerviosa y ahora esto, ella estaba comenzando a parecer un lio
Página

caliente. Pero seguía siendo hermosa para mí. Siempre sería hermosa para mí.
—¿Qué tal si, una vez que llevemos a Austin a la cama, tenemos una larga y seria
charla sobre eso?

Asintió, tomando la servilleta y sonando su nariz. Sonó como una bocina y me hizo
reír. Su ceño se trasformó en una sonrisa. Bien, no quería verla fruncir el ceño otra vez,
por ninguna razón.

Robyn
Me sentía como si hubiese docenas de mariposas revoloteando en mi estómago
mientras esperaba afuera junto a la piscina a que Constantine regresara de acostar a
Austin. Toda esta situación era tan extraña, se sentía bien y correcta, pero estaba
sucediendo tan rápidamente. Ni siquiera había conseguido mi divorcio y estaba
enamorada de alguien más; aunque para ser justos, el divorcio debió haber ocurrido hace
mucho, mucho tiempo, incluso antes de que finalmente tuviera el coraje de irme. Y
mientras me sentaba y contemplaba las cosas, no creía que hubiese dejado de amar a
Constantine.

Pero ¿qué pasaba con Austin? Había cometido el error de permitirle considerar a
Gabriel como su padre y ahora estaba pagando el precio. ¿Qué pasaría si permitiera a
Constantine entrar en su vida y descubrir que había cometido otro gran error? ¿Qué es lo
que realmente sabía acerca de este nuevo Constantine?

—¿En qué piensas?

Grité al oír la voz de Constantine. Estaba tan envuelta en mis pensamientos que no
lo había oído entrar en la zona de la piscina. El hombre era increíblemente ligero de pies
para un hombre de su tamaño. Un rubor calentó mis mejillas mientras miraba por
encima de mi hombro, para verlo caminar a través del patio hacia mí. Llegando a mi
lado, se inclinó y me dio un tierno beso en los labios.

—¿Te apetece un chapuzón en la piscina, nena?

Estuve mirando la piscina. Había pasado un tiempo desde que nadé, aunque Gabriel
tenía una enorme piscina techada en su casa. —No tengo traje de baño aquí. Está
empacado con mis cosas.

Se quitó la camisa y la tiró en la silla junto a mí. Mis ojos lentamente bebieron la
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vista de su pecho desnudo a la luz de la luna. —¿Por qué necesitarías un traje de baño?
Página
Miré alrededor. Su propiedad estaba completamente separada de cualquiera de las
residencias vecinas, aparte del extremo opuesto que daba hacia el lago, y la habitación
de Austin estaba al otro lado de la casa así que no sería capaz de ver nada.

Estaba tentada, muy tentada, pero había mucho que necesitaba ser discutido. Si
fuéramos por el camino que él quería, entonces dudaba seriamente que habláramos
mucho esta noche. —Pensé que íbamos a discutir algunas cosas.

Él suspiró. Su sonrisa sexy y coqueta que me encantaba se desvaneció, y se sentó


junto a mí en la silla de jardín. Levanté mis piernas, envolviendo mis brazos alrededor de
ellos y apoyé mi barbilla en mis rodillas, dándole espacio. —Sé que sólo han pasado
unos días, pero siento que hay algunas cuestiones muy importantes que necesitan ser
discutidas.

—Lo sé. Te dije que lo discutiríamos, entonces hablemos. —Puso una mano sobre
mi rodilla, junto a mi cara, y la apretó suavemente.

No sabía por dónde empezar. En el camino de regreso a casa desde Six Flags, había
reflexionado sobre todo lo que necesitaba decir y sobre todos los problemas que debían
abordarse, pero, de momento, estaba en blanco sobre dónde comenzar.

Él me miró; era evidente que quería que yo comenzara. Solo agrégale presión,
Constantine.

—¿Qué haces realmente para ganarte la vida, Constantine? ¿Por qué Gabriel te
contrató?

Él rio entre dientes, pero no fue por felicidad, sino por nerviosismo. Podrían haber
pasado años, pero aún podía diferenciar sus risas. —Por lo general, me contratan para
deshacerme de los problemas.

—¿Problemas? —Estaba empezando a ser claro y no es como si me sorprendiera,


pero necesitaba oír que lo dijera. ¿Estaba saltando de la sartén al fuego? Tal vez todo esto
era un juego enfermo y yo era sólo un peón.

—Creo que lo sabes, cariño. No fui contratado para ir a tratar de convencerte de que
regresaras a Gabriel. No eres una mujer estúpida, sé muy bien que tú también lo sabes.

Asentí, pero seguía sintiendo escalofríos. —Fuiste enviado a matarme, ¿verdad? —


De todas las maneras de morir, a manos de Constantine Bateman habría sido mi última
suposición.
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Dudó en contestar, pero realmente no necesitaba que él contestara para saber que yo
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estaba en lo correcto, podía ver la expresión de culpa en sus ojos.


—¿Por qué no lo hiciste?

—¿Por qué no hice qué? —Pasó una mano por su cabello y miró a la nada.
Cualquier cosa para evitar mirarme a los ojos.

—Matarme. ¿Tropezar conmigo en el metro fue un accidente?

—Dios, Robyn, ¿por qué seguimos con ese tema? Sabes las respuestas, ¿por qué me
haces decirlo?

—Porque necesito escucharlo.

Inhaló profundamente y exhaló con lentitud. —Me enviaron a matarte. La noche


antes de que, no tan accidentalmente, me topara contigo, acampé en el techo del edificio
al lado del tuyo.

—¿Por qué?

—Estuve ahí con un rifle de francotirador y planeaba dispararte a través de tu


ventana.

—¿Sabías que era yo cuando tomaste el trabajo? —Él no podría haberlo hecho. El
padre de mi hijo nunca habría ido al tejado de un edificio ni me habría apuntado con un
rifle si hubiese sabido quién era.

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Página
Capítulo 20
Gabriel Salvatore
—Hay algo que tienes que ver, jefe.

La ira hervía dentro de mí. —¿Qué quieres? —Habían pasado dos días desde que
Chester fue asesinado. El contrato sobre la vida de Robyn se terminó y no llegué a
ninguna parte. Mis hombres eran unos malditos incompetentes—. Será mejor que sea
bueno. No estoy de humor para tonterías ahora mismo.

—Es sobre el chico contratado por Chester para deshacerse de Robyn.

Me enderecé en mi silla, mi interés se animó. —¿Qué hay con él?

Cain vaciló. ¿Estaba tratando de enojarme?

—Fui al café donde Chester se encontró con el sicario y convencí al dueño para que
me diera las imágenes de la cámara de seguridad.

—¿Y?

—Conseguí una foto decente de su cara. Luego me fui a un compañero de la policía


y le hice correr la foto.

Moví mi mano hacia él, instándole a que se apresurara a llegar al grano.

—Tuvimos suerte. La identidad del hombre estaba en su base de datos. —Se acercó
a mi escritorio y puso una hoja de papel. El papel tenía una foto del hombre, nombre y
algunas estadísticas e información personal.

Constantine Bateman.

Mirando fijamente la foto del hombre, mis ojos se estrecharon. No fue la cara lo que
reconocí, fue el nombre. Constantine era un nombre raro. Solo lo había oído una vez: el
amor de Robyn en la secundaria y el padre de Austin. Ella estaba con él y él eliminó a
Chester para mantenerla a salvo, lo que significaba que su próxima parada serían mis
hombres y yo. Es lo que yo haría.
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Maldito Chester, incluso muerto me estaba jodiendo. Debí ser más sensato y no
haberle dado una tarea tan importante. Ahora, tenía que lidiar con un asesino de mierda.
Página

¡Y el hijo de puta tenía mi dinero!


Quería arrugar el pedazo de papel o rasgarlo en pedazos. Realmente necesitaba
encontrar una salida para mi ira. En cambio, me giré y levanté la mirada para
encontrarme con la de Caín, mientras esperaba sus órdenes.

—Averigua todo lo que puedas sobre este hombre y contáctame. Vamos a terminar
esto de una vez por todas.

Constantine
—¿Y si solo huímos?

Levanté una ceja a Robyn, mientras revisaba mi maletín con mi rifle de


francotirador para asegurarme que todo estuviera intacto y listo. Había conseguido un
resumen completo de la rutina de Gabriel por parte de Robyn, que se sincronizó con lo
que descubrí por mi cuenta. Debía ser fácil, debería serlo. Pero incluso los mejores
planes tienden a ir mal de vez en cuando. Especialmente cuando podía contar con el
hecho de que Gabriel sabía que iba a por él. El contrato no se había cumplido y recibí
varias llamadas suyas, intentando ponerse en contacto conmigo. Si hubiera un buzón de
voz en el teléfono, estaba seguro de que habría una serie de mensajes no tan amigables.

—Escúchame.

Mi ceja se alzó un poco más. Esto debía ser bueno.

—Desaparecemos, tratamos de salir de esto. Estaba planeando entrar en el programa


de protección de testigos, ya que ese fue mi plan todo el tiempo.

—Ya pasamos por esto. —Y lo habíamos hecho. Huir no era una opción. Me
rehusaba a pasar mi vida mirando por encima de mi hombro. Y no iba a dejar la vida
que había construido. Sí, fue construida sobre la sangre de otros, pero era mía. Nueva
York era mi hogar y también iba a ser el hogar de mi hijo. Mataría a quien fuera para
hacer que sucediera.

Ella masticó su labio inferior, retorciendo los dedos de sus manos en frente suyo. —
¿Y si va mal?

—¿Mal cómo? —No iba a pensar en ningún “y qué tal si” con ella. Lo último que
quería era que se preocupara o cuestionara mi competencia para hacer el trabajo.
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—Tanto puede salir mal. ¿Y si te matan o te atrapan?


Página
—No pasará. —Satisfecho de que todo estaba en buen funcionamiento y listo para
irme, dejé el armario, el maletín en mis manos y ella siguiéndome—. He hecho esto
antes, cariño, y a hombres un infierno mucho más poderoso que tu esposo.

No tuve que mirar por encima de mi hombro para saber que ella estaba frunciendo
el ceño detrás de mí. No debí utilizar el término “esposo”, parecía poner un sabor muy
amargo en su boca y francamente, en la mía también. Tal vez fue mi amargura lo que
exigía que yo la hiriera de vez en cuando, golpeándola donde le dolía.

Yo era un idiota. Una parte de mí todavía estaba sufriendo por, lo que consideraba,
su traición y quería que ella se lastimara también. Dijo que dejarme fue tan duro para
ella como para mí, pero no fue a ella a quien le ocultaron todo. Yo no le había quitado
nada. Estaba tratando con fuerzas de ver su punto de vista y ponerme en su lugar.

Realmente, realmente lo intentaba.

No era importante en este momento. Lidiaría con esas emociones cuando todo
terminara. Ahora que sabía de la existencia de Austin, no iba a dejarlo ir. Era algo que
decidí durante el lapso de los últimos dos días. Robyn puede o no ser parte de ese
paquete, eso aún no se ha decidido.

—Aun así... —Se fue apagando. Esperé un momento, pero no dijo nada más.

Todo estaba listo. Tomando una respiración profunda, la liberé lentamente. —


Tengo que irme para que las cosas salgan bien. —Volteando, vi un ceño fruncido y
lágrimas no derramadas en sus ojos.

Con un suspiro, puse el maletín en el piso y acuné su rostro en mi mano, inclinando


su cabeza para que me mirara a los ojos. —Va a estar bien. Lo prometo.

Robyn asintió. —Ajá.

Estaba más cerca de derramar esas lágrimas. El corazón en mi pecho, que había sido
duro durante tanto tiempo, se agrietó. —Será un nuevo comienzo. Para nosotros. ¿Es
eso lo que quieres? —Era lo que ella quería, podía ver el amor y la esperanza de un
futuro para nosotros en sus ojos. El problema era que yo no estaba seguro de poder
amarla como lo había hecho antes. Ni siquiera sabía si yo realmente era capaz de tener
sentimientos tan intensos; mi vida ahora mismo no permitía emociones. Mirándola a los
ojos, sentí un impulso de decirle que la amaba, pero obligué ese impulso a retroceder.
Necesitaba tiempo para resolver todo en mi cabeza.
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—Tengo que irme. —Besé su frente, cogí el maletín y salí de la habitación. Medio
esperaba escuchar sus pasos corriendo detrás de mí, pero no lo hice. Haciendo una pausa
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en la habitación de Austin, abrí la puerta lo más silenciosamente posible y me asomé. Lo


habíamos acostado hace poco más de una hora. Estaba durmiendo.
Entrando en la habitación lo más silenciosamente posible, alcancé la cama y le besé
la frente. Alzándome, una risa se me escapó. Me sentía como un hombre de familia.
Casa en los suburbios, niño dormido a las nueve y una mujer que me ama esperando que
llegara a casa sano y salvo del trabajo.

¡Vaya! Me pasé una mano por el cabello, me volví y salí del dormitorio. Casi
esperaba ver a Robyn en la puerta principal cuando llegué al final de la escalera. No lo
estaba.

No estoy seguro de por qué, pero miré por encima de mi hombro cuando abrí la
puerta principal. No quería dejarlos. La sugerencia de Robyn de irnos y comenzar una
nueva vida parecía muy buena en este momento. Normalmente, la idea de salir en un
trabajo enviaba una locura a través de mí. Pero no esta noche. Era algo que debía
hacerse.

Robyn
Si seguía caminando como lo hacía, seguramente dejaría un rastro en el suelo
alfombrado. Pero no podía parar. Mi corazón latía tan fuerte y rápido en mi pecho que
parecía que iba a explotar. Constantine era nuestra única oportunidad de salir de este lío
vivos. Había agotado mis oportunidades con el FBI, llamando al agente Truss el día
anterior y diciéndole que no podía seguir adelante con el trato y que estaba equivocado
respecto a la información que podía proporcionar; decir que no estuvo feliz por mi
decisión era un eufemismo.

Pero ¿qué hay sobre Gabriel? Lo había amado en un momento de mi vida y en


cuestión de horas, estaría muerto. No cabía duda de que se lo merecía. Él había
terminado innumerables vidas sin otra razón más que ellos le debieran dinero, o le
molestaran. El mundo sería un lugar mejor. A pesar de ese conocimiento, la culpa y el
remordimiento todavía pesaban en mi cabeza.

Tenía que hacer algo más que caminar o me volvería loca. Salí del dormitorio, fui a
la habitación de Austin y abrí la puerta. Sin entrar en la habitación, me asomé y sonreí.
Había estado durmiendo profundamente desde que llegamos, era como si
inconscientemente supiera que estaba en casa. Normalmente él era de sueño profundo,
pero muchas de sus noches estarían plagadas de malos sueños, con él girando y
volteando en la cama, murmurando palabras que no podía descifrar. Y Constantine era
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tan condenadamente bueno con él. Era como si tuviera dos personalidades, por un lado,
un padre de corazón cálido, y un asesino de sangre fría en la otra.
Página

Justo cuando cerré la puerta y retrocedí, oí el débil sonido de pasos en el nivel


inferior; al menos, sonaban como pasos. Mirando mi reloj, fruncí el ceño. Constantine
había desaparecido hacía dos horas. Seguramente, eso no era suficiente tiempo para
hacer el trabajo y volver a casa.

Con un movimiento de la cabeza, descarté la sensación de que alguien más estaba en


la casa. Era paranoia, eso era todo. A pesar de que la deseché como mi imaginación,
volví al dormitorio y al armario de Constantine. Abriendo las puertas dobles de su
guardarropa, me arrodillé y abrí el cajón escondido en la parte de atrás. Dentro, había
varias pistolas, que Constantine me había enseñado ese día. Tomando un revólver,
revisé para ver si estaba cargado y luego para ver si el seguro estaba puesto; listo y listo.

Uno de los hobbies de Gabriel era ir al campo de tiro. Fui con él en varias ocasiones
y sabía manejar un arma. Por supuesto, no era la mejor disparando, pero al menos tenía
la sensación de seguridad sabiendo que yo tenía el arma, por si acaso.

A pesar de decirme que yo era paranoica, me negué a dejar el arma cuando,


lentamente, hice mi camino por las escaleras. En la planta baja estaba tranquilo,
inquietantemente tranquilo. Pero, por otro lado, la sensación podía ser descartada como
mi imaginación. Demasiadas películas de terror y thriller.

Al pie de la escalera, me dirigí a la cocina. No tenía hambre, pero tal vez comer
comida chatarra me entretendría y calmaría mis nervios. Había sido mi escape en el
pasado.

Dirigiéndome a la nevera, coloqué mi mano libre en la manija, y estaba a punto de


abrirla cuando vi un movimiento innegable detrás de mí. —¿Constantine? —A pesar de
hacer la pregunta, ya sabía que no era él.

Girando, levanté el arma, mi dedo deslizándose sobre el gatillo. Sin apenas pensarlo,
mi dedo tiró del gatillo, el retroceso me envió hacia atrás contra la nevera.

—¿Mami?

Mis ojos se agrandaron de horror cuando la bala alcanzó su objetivo. —¡Oh Dios!
¿Qué acabo de hacer?
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Página
Capítulo 21
Constantine
¡Maldición! Dos horas esperando fuera del club y nada de Gabriel. Sus
movimientos, por lo general, eran como un reloj y rara vez sin un pequeño séquito. El
hecho de que, muchas noches, él tuviera una nueva mujer caliente no se me pasaba. Síp,
él estaba realmente desconsolado por perder a Robyn y al niño.

Cambio de planes. Bien podía entrar y dispararle a quemarropa, y esperar salir antes
de ser atrapado; o podría probar ir su casa, que era el equivalente a una fortaleza
vigilada. O, simplemente, podía intentarlo otra noche. No, no pasaría otra noche, esta
noche era la noche. Necesitábamos seguir con nuestras vidas.

Recogiendo mi rifle, desmontándolo y volviéndolo a meter en su estuche, lo cerré y


salí de la azotea del edificio, yendo a mi auto. Abriendo el maletero, metí el estuche y
coloqué una caja más pequeña en la parte superior. Dentro de la caja más pequeña,
había una pistola con silenciador y un cartucho adicional.

¿Realmente necesitaba un cartucho adicional? ¿Estaba pensando en disparar


mientras atravesaba una multitud? Colocando la pistola en el bolsillo interior de mi
chaqueta, coloqué el cartucho extra en el otro bolsillo. Haciendo mi camino al club, me
encontré frente a otro problema. El club tenía detectores de metal y gorilas haciendo
búsquedas al azar. No había forma de entrar por la puerta principal.

Siempre estaba la parte trasera. Se necesitaría algo de paciencia para esperar que
alguien saliera para poder entrar, pero era la única manera. Caminando más allá de la
línea de gente esperando para entrar, doblé la esquina del edificio, cuando mi teléfono
comenzó a vibrar en el bolsillo de mi chaqueta, señalando que tenía un mensaje
entrante.

Mi primer instinto fue ignorar el texto, pero Robyn estaba sola en casa. ¿Tal vez
necesitaba algo? Sacando mi teléfono del bolsillo, miré a la pantalla y me congelé en el
lugar. Robyn había llamado tres veces y había un mensaje de texto. Al hacer clic en el
botón para abrir los mensajes, encontré un mensaje corto, pero aterrador, que me enfrió
hasta los huesos:
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¡¡¡¡AYUDA!!!! ¡VEN A CASA! ¡APÚRATE!


Página

●●●
Nunca había estado tan agradecido de no encontrarme con un policía en mi vida,
mientras presionaba mi Mercedes hasta el límite, rumbo a casa. El tráfico era horrible. ¿La
gente no tiene un sentido de urgencia? ¡Mierda! Cuando finalmente llegué a mi
vecindario, reduje la velocidad, estacionando a la vuelta de la esquina y apagando el
motor.

Los numerosos intentos que hice para contactar a Robyn fueron inútiles; no
respondía. Cualquier cosa podía haber ocurrido mientras no estaba, desde Austin
cayendo a la piscina y ahogándose, a Gabriel y sus hombres apareciendo y llevándoselos
a ambos, o peor. Cómo él logró rastrearme estaba más allá de mi comprensión. La única
persona que sabía dónde vivía era mi padre. Mi casa técnicamente estaba a su nombre.
Tendría que averiguar quién era realmente y luego obtener la información de Vince antes
de poder localizarme.

No quería, ni podía permitir que mis pensamientos rondaran los peores casos. Pero,
al mismo tiempo, no era lo suficientemente tonto como para no prepararme para
cualquier cosa que estuviese ocurriendo.

Dejando el rifle en el maletero, caminé la distancia restante, mi pistola lista. La casa


parecía tranquila mientras entraba por la parte trasera. Vi la calzada y no había autos.
Pero no me iba a permitir sentirme tranquilo con el hecho de que todo parecía seguro.

Manteniéndome en las sombras, evité las cámaras que planté, en caso de que alguien
estuviera mirando desde mi sala de control, en el ático de la casa. Las puertas corredizas
estaban cerradas, igual a como las dejé. Desbloqueándolas, abrí una en silencio, lo
suficiente como para caber y la cerré detrás de mí.

Mientras más entraba en la casa, empecé a oír suaves ruidos de un llanto que venían
de la sala de estar, justo después de la cocina. El llanto era suave, o bien de un niño o de
una mujer.

¡Oh, Jesús! ¡Austin!

Mi necesidad de averiguar lo que pasaba sobrepasó mi cautela y empecé a correr,


pero duró poco mientras me detenía en la cocina. Mi boca cayó abierta mientras miraba
el cuerpo que yacía en medio del piso de la cocina, en un charco de sangre.

—¡Robyn! —llamé, pasando más allá de la cocina a la sala de estar.


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—Aquí.
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Lancé un suspiro de alivio; ella estaba bien. Cuando entré en la sala de estar, la
encontré acunando a Austin en sus brazos, con la cara llena de lágrimas y Austin
sollozando incontrolablemente. Los dos estaban bien. Silenciosamente, agradecí a una
deidad, en la que ni siquiera creía, que estuvieran a salvo.

—¿Qué pasó? ¿Cómo Gabriel...?

Ella sacudió su cabeza. —No lo sé.

—Mamá lo mató. ¡Mamá mató a papá! —gimoteó Austin, intentando liberarse de


los brazos de su madre.

Oh, mierda. Gemí internamente, poniendo el seguro de la pistola y metiéndola de


nuevo en su funda. Este no era el peor de los casos, pero ciertamente era una mierda.
Tendría suerte si el niño no necesitaba una vida de terapia después de esto.

Quería hacer un millón de preguntas, pero no podía, no delante de Austin.

—¡Quiero ver a papi! —gritó de nuevo el chico, intentando escapar de nuevo de


Robyn.

—No puedes, cariño. Papá se ha ido. —Ella me miró con angustia en su expresión.

Asentí. Sabía lo que tenía que hacer. La historia de cómo ocurrió todo esto tendría
que esperar, tenía un cuerpo del que deshacerme. Caminando hacia el sótano, cogí una
lona de plástico azul y cinta adhesiva, luego subí y fui a la cocina. Tendría que montar
una escena del crimen. Tendría que parecer que algún traficante rival lo derribó. Robyn
necesitaba que su pesadilla terminara y ciertamente no haría daño asegurarse de que
estuviera libre y limpia de toda sospecha.

Podríamos simplemente llamar a la policía y clamar defensa propia, pero eso no le


garantizaba que saliera libre y limpia. Sería mucho infierno para ella y Austin. Ya podía
ver los titulares, presunto jefe de la droga asesinado en defensa propia por la esposa,
delante de su hijo. Dependiendo de cómo pasó, podría ponerse muy, muy feo. El plan A
era su mejor oportunidad. Ella tenía una coartada y él tenía más enemigos de los que
podía contar. Era mejor así. Sólo tendríamos que averiguar una manera de manejar a
Austin para que no estuviera marcado de por vida.

Mierda, tantos problemas. Al menos Gabriel Salvatore la había atormentado por


última vez y ahora la vida podría continuar.

Entrando en la cocina, suspiré. Iba a ser un montón de trabajo limpiar la sangre de


la cocina. Era difícil sacarla, especialmente porque se había filtrado en las grietas.
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Bueno, lo que sea. Primero es lo primero, deshacerse del cuerpo.


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Robyn
Gracias a Dios, Austin había llorado hasta que se durmió en mis brazos, en el sofá.
Quería llevarlo al piso de arriba, pero estaba muy asustada de que despertara como para
intentarlo. Hace una hora, Constantine dejó la casa diciendo que estaría de vuelta por la
mañana. Se iba a encargar de todo.

Desafortunadamente, no creía que él pudiera ser capaz de arreglar lo que Austin


había visto. ¿Y cómo demonios sería capaz de convencer a Austin de que se guardara
para él lo que vio? Tal vez debería haber llamado a la policía y contar la verdad.
Constantine insistió en que su manera era la mejor y todo lo que podía hacer era confiar
en que él estuviera en lo correcto. Gabriel vino armado; sus intenciones estaban lejos de
ser puras. Contrató a Constantine para matarme, debió haber decidido hacerlo por su
cuenta.

Hice lo que tenía que hacer. Seguí diciéndome eso, una y otra vez, pero no alejaba la
culpa. Nunca debí haberle disparado en frente de Austin, pero no vi al pequeño hasta
que fue demasiado tarde.

Maldición, ¿cómo iba a poder vivir conmigo misma?

136
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Epílogo
Tres meses después
Constantine
—Está bien. Shhhh. —Jalé a Robyn a mis brazos y la abracé fuertemente, mientras
despertaba de otra pesadilla. Afortunadamente, no estaban tan mal como hace un par de
meses.

Sus ojos se abrieron y se aferró a mí. Tomó un momento para que el reconocimiento
se registrara en sus ojos. Una sonrisa apretada se formó en sus labios y puso su cabeza
contra mi cuello, soltando un suspiro apenas audible.

—¿Es lo mismo de siempre?

—Sí. Gabriel entra y te mata, a Austin y luego me apunta con el arma.

Lo más probable era que eso fuera lo que habría pasado. Para asegurar que nada
más sucediera, también me ocupé de lo que parecían ser sus hombres más cercanos.
Nadie vendría a por ella. Ahora estaba a salvo.

—Estás a salvo ahora. Nada te sucederá a ti, ni a Austin, mientras yo esté vivo.

—Pero…

Esta era nuestra rutina normal. Normalmente, le aseguraba que todo estaría bien y
para cuando terminaba mi oración, ella estaría roncando suavemente a mi lado.
Aparentemente, no esta noche. Ninguno de los dos hablaba de “esa noche”. Seguíamos
tratando de dejarlo en el pasado, pero nunca quedaba ahí; era el elefante en la habitación
que esperábamos con ansias que se fuera un día.

—Pero, ¿qué? —No quería hacer la pregunta; tenía el presentimiento de que no era
una conversación que quería tener con ella. Pero lo pregunté de todos modos.

—Tú no has parado, ¿verdad?


137

—¿Qué cosa? —Sabía malditamente bien qué. Mi ocupación. Por supuesto que le
molestaba, a cualquiera le molestaría. Bueno, a cualquier persona normal.
Página

—Tu negocio.
Estaba tan jodidamente tentado a mentir, sería mucho más fácil decirle lo que ella
quería oír, pero no pude. Se merecía la verdad. Hubo demasiadas mentiras entre
nosotros en el pasado, me negaba a tener mentiras entre nosotros en el futuro. Habíamos
pasado por demasiado, tanto en nuestra distancia como en nuestro reciente pasado.

—Sí, todavía estoy tomando contratos.

—¿Cuántos?

—Solo dos.

Ella rio, pero salió hueco. —Dos vidas.

—No son buenas personas, Robyn. Me pagan por sacar la basura. Estoy haciendo
un servicio al mundo.

—Parece estar tan mal. —Bajó su mirada de la mía y hundió su rostro en mi cuello.
Las lágrimas comenzaron a escurrirse de sus ojos sobre mi carne desnuda.

Esta era la parte en la que se suponía que debía preguntarle qué debería hacer en
lugar de eso, y tal vez, ella me daría una sugerencia. ¿Tal vez hacerme cargo del bar de
mi padre? Lo había pensado varias veces y la semana pasada, papá sufrió un ataque al
corazón. Sabía que estaba llegando; se estaba esforzando demasiado en mantener el bar
en marcha. Entré y me ocupé temporalmente por él; supuse que podría hacerlo de forma
permanente. Aunque sabía que perdería la adrenalina de conseguir un objetivo en mi
mira. La sensación divina de tomar una vida y saber que las calles eran un lugar mejor
debido a ello. Sí, lo sé, sueno como un monstruo, pero es la verdad.

Pero ahora tenía otro tipo de adrenalina, por Robyn. La fiebre del amor. El
sentimiento de poder sabiendo que alguien dependía de mí y me apreciaba, no por quitar
una vida, sino solo por existir. Esa era una cosa muy poderosa.

Sus suaves ronquidos me impidieron contestar, pero pensé tener una respuesta para
ella. No necesitamos el dinero. Tenía una casa, comprada y pagada. Coches, también
pagados. Dinero en el banco y escondido en la casa. El dinero no era lo que necesitaba,
había dos cosas que sí necesitaba: Robyn y Austin.

Robyn
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Tendría que ser Austin y yo o su trabajo. Había tomado la decisión esta mañana,
después de despertar la noche anterior de otra pesadilla. Austin y yo necesitábamos una
Página

vida estable y segura. No necesitamos dinero o poder, todo lo que necesitábamos era un
esposo y padre que nos amara y se encargara de nosotros. Uno del que no tuviera que
preocuparme que mataran todas las noches, o que me mintiera por de su paradero y lo
que hizo.

Me habían mentido demasiado durante toda mi vida.

Hoy pasé el día reviviendo mi tiempo con Constantine, tanto pasado como presente.
Esta noche, Constantine tomaría la decisión. Austin se estaba apegando demasiado a él.
Si nos marcharamos, sería mejor pronto y no después.

—Tengo hambre. ¿Cuánto tiempo más para comer? —preguntó Austin, entrando en
la cocina, conducido por su estómago.

—Constantine estará en casa en unos minutos. Luego comeremos. —Espaguetis y


albóndigas. Nuestra primera y tal vez la última comida juntos, hice lo que más amaba.
Casi se sentía como si estuviera tratando de sobornar la respuesta que quería de él con
comida.

—Constantine estará en casa esta noche, ¡sí!

—Síp, el bar está calmado, por lo que estará en casa toda la noche. —Mirando su
rostro radiante, sonreí. Era una sonrisa triste. Austin todavía estaba luchando con la
pérdida del hombre que había conocido como su padre, pero nunca mencionó el
incidente. El psicólogo de Constantine nos hizo creer a ambos que podía estar
reprimiendo los recuerdos de aquella noche. Yo estaba agradecida. Pueden volver en
cualquier momento, pero al menos no será hoy, dándole tiempo para sanar. Con un
poco de suerte, cuando los recuerdos vuelvan, los descartará como una horrible pesadilla
siendo producto de su imaginación.

Si no era así... cruzaríamos ese puente cuando llegáramos.

—Hola, nena, estoy en casa. Prácticamente no había tráfico. —Escuché gritar a


Constantine cuando la puerta principal se abrió y cerró.

Solo escuchar su voz me hizo sonreír. Pero mi sonrisa se desvaneció rápidamente y


me golpeó como un camión, dejándome sin aliento. Si eligiera su profesión, estaría aún
más devastada que la primera vez que lo dejé, embarazada y sola.

—Estamos en la cocina. La cena está lista.

Un par de minutos más tarde, apareció en el marco de la cocina. Lucía cansado,


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aunque sonreía, tan sexy como siempre; aceleraba mi corazón, solo un poco. Al entrar
en la cocina, se dirigió al cajón que contenía los cubiertos y lo abrió. Agarrando una
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cuchara, la sumergió en la salsa de carne y se la llevó a los labios, probándola. —


Asombroso. Juro que eres la mejor cocinera, nena.
Antes de que tuviera tiempo de contestar, se alejó de mí y se dirigió a la mesa donde
Austin se había sentado en su sitio. —Hola, amiguito, ¿qué tal tu día? —Se sentó en la
cabecera de la mesa y le dio a Austin toda su atención.

Mientras charlaban, puse la mesa y llené los platos que preparé. Constantine tenía
un cocinero contratado en el local, me sorprendía lo mucho que me gustaba cocinar,
incluso si sentía que la comida era rara. Tal vez tomaría una clase.

Una vez que me senté y servimos nuestras porciones, Constantine tocó mi mano,
enviando calor a través de mí. —¿Quieres ir a pasear por los jardines una vez que Austin
se acueste?

—Me gustaría eso. —Solo esperaba tener el descaro de darle el ultimátum que
planeé y tener la fuerza de voluntad para seguir adelante con él.

●●●

—Qué noche hermosa. —Mis tripas temblaron por lo que necesitaba hacer,
temblaron tan mal que varias veces sentí que iba a vomitar. ¿Quizás podía aceptar lo que
él hacía? Pero mientras el pensamiento llegaba, supe que no podía, que esa no era la
persona que era. Tenía que ser un comienzo nuevo en todo. Esa era la única forma en
que podría avanzar con él.

—Lo es. No creo poder haber planeado una noche mejor que esta para lo que estoy
a punto de hacer —dijo Constantine, mientras entrábamos a los jardines y él me guiaba a
una enorme fuente de mármol apoyada contra una pared de piedra. Me hizo señas para
que me sentara y obedecí; necesitaba sentarme porque mis rodillas amenazaban con
colapsar debajo de mí.

—Tengo algo que decir. —Comencé a hablar, tratando de dejarlo salir sobre él.

—Solo déjame comenzar, ¿de acuerdo? —Asentí. Lo que yo tenía para decir podía
esperar un poco más.

Él se sentó junto a mí, tomando mis manos en las suyas. —¿Recuerdas el día en que
nos conocimos?
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Mis labios se extendieron en una sonrisa amplia. Por supuesto que lo hacía. —Nos
chocamos en el patio antes del segundo periodo. Me raspé la rodilla y arruiné mis
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medias nuevas.
Constantine sonrió; había tanto amor en sus ojos que hizo que mi interior se
derritiera. Quizás debí haber ido primero. Si él continuaba con los recuerdos, nunca sería
capaz de decir lo que necesitaba. —Eso no fue un accidente.

La sonrisa en mis labios se desapareció y fruncí el ceño. —¿Me empujaste por


accidente?

—Realmente no pretendía golpearnos así de duro; se suponía que fuera un tipo de


presentación como de comedia romántica, que nos reiríamos de eso los años siguientes.
Por lo menos, esperaba que fuera algo con qué romper el hielo.

—Eso es patético.

—Sin embargo, funcionó, ¿no? —señaló.

Tenía razón. Me encogí de hombros, dándole una sonrisa avergonzada. —Bien. Tú


ganas. Funcionó.

—Desde ese momento, supe que eras la mujer con la que quería... no, espera... con
la que necesitaba pasar el resto de mi vida. —Él se deslizó de la banca hacia el suelo,
sobre una rodilla.

Oh mierda, ¿él estaba a punto de hacer lo que parecía? El mundo entero se quedó
quieto y todo lo que podía hacer era sentarme y mirarlo fijamente. Necesitaba detenerlo,
sacar lo tenía que decir antes de que él lo hiciera... pero no podía moverme, congelada
en mi sitio mientras él llegaba al bolsillo de sus vaqueros y sacaba la caja del anillo que
encontré en el compartimiento oculto de su cajón.

—Constantine... —Me las arreglé para chillar.

—Esos sentimientos nunca han cambiado, Robyn. Incluso después de todo lo que
pasó y todos los años que han pasado, nunca dejé de amarte.

¡Detén esto! me gritó una voz en lo profundo de mi cabeza. Tan pronto como las
palabras “te casarías conmigo” salieran, diría sí antes de poder sacar mi condición.

Rompiendo a través de mi parálisis temporal, puse mi dedo índice sobre sus labios,
deteniéndolo y sin dudas, arruinando lo que iba a ser una bien pensada propuesta. —
Necesito decir algo antes... —No quería decir el resto; me estaba sintiendo como un
horrible ser humano ahora mismo.
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—De acuerdo —Él dijo las palabras lentamente, mirándome con intenso
escrutinio—. ¿Qué está mal? —Bajó la mirada a la caja del anillo y la metió en su
Página

bolsillo de nuevo.
¡Oh dios, espero no arruinar todo! —He estado pensándolo mucho y no puedo
soportar lo que haces para vivir. Si estabas haciendo lo que creo que haces, necesito que
me asegures que va a ser un nuevo comienzo para ti y para nosotros. Los... —Tragué la
palabra causando un nudo en mi garganta—, asesinatos tienen que detenerse. Quiero
una vida honesta. No necesito ser rica, solo necesito seguridad y estabilidad, igual
Austin.

Una mirada de alivio bañó los gestos de Constantine y sonrió. —Si me hubieses
permitido terminar, habrías oído que he hablado con mi padre y voy a hacerme cargo del
bar. Él ya no puede hacerlo y lo mataría ver el trabajo de su vida arder en llamas. Se lo
compraré, él disfrutará de su retiro y yo me retiraré de mi ocupación actual.

Mi boca cayó abierta y sentí una ola de vergüenza llenarme. Deseé no haber dudado
de él, pero lo hice y me sentía como una enorme idiota.

—Ahora que la verdad está afuera, tú y Austin son las cosas más importantes en mi
vida. —Sacó la caja del anillo de su bolsillo una vez más y abrió la tapa—. Podemos
conseguirte uno más grande si quieres, pero pensé que éste tendría más significado.

Cuando no respondí, él continuó.

—Entonces, Robyn Vaughn, esto es de hace mucho, pero te amo más de lo que
puedes imaginar y sé que nunca amaré a nadie tanto o tan profundamente como te amo.
¿Te casarías conmigo?

Solo había una única respuesta para dar. —¡Sí!

Constantine
¿Estaba nervioso cuando me propuse a Robyn? Honestamente, no pensé que podría
haber estado más nervioso... pero lo estuve, cuando nos sentamos con Austin el día
siguiente. Sus brillantes ojos azules miraron de mí a Robyn y de regreso. Él sabía que
algo ocurría; era un chico perceptivo.

—Austin, cariño. —Robyn miró sobre su hombro, hacia mí, y le di un asentimiento


tranquilizante—. Hay algo que necesitas saber.

—Está bien. —Su ceño se frunció mientras su mirada iba entre nosotros.
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—¿Recuerdas cuando te dije que tu verdadero papi estaba en el cielo?


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Él asintió. —Sí, mami.


El cuerpo de ella se tensó, al punto en que su espalda estaba derecha como tabla.
Casi podía sentir cuán difícil era esto para ella. Deseaba poder hacer algo para aliviar esa
situación para ella, pero nada más que la verdad podría aliviarla.

—Eso no es completamente cierto.

Los ojos de Austin se entornaron y él me miró con tal intensidad que me hizo
moverme de un pie al otro. —¿Constantine es mi papi?

La tensión explotó de Robyn, se desplomó contra mis muslos y asintió. —Sí, Austin,
él es tu verdadero papi. Lo sien...

Ella no pudo terminar de disculparse. Austin saltó del sofá y corrió hacia mí,
envolviendo sus brazos alrededor de mis piernas y abrazando fuerte. —Deseaba que
fueras mi papá. Como que luzco como tú.

No sabía que decir, pero déjame decirte que el alivio que sentí competía con el de
Robyn. El niño no solo estaba aceptándome, sino que había deseado que yo fuera su
papá. Algo dentro de mí estalló y por primera vez en mucho, mucho tiempo, lágrimas
llenaron mis ojos y se derramaron sobre mis mejillas. Toda mi vida había querido una
familia que pudiera llamar mía, un lugar a donde pertenecer y finalmente, después de
todos estos años, a pesar de todas las cosas atroces que había hecho, encontré personas
que me aceptaban.

Robyn se levantó de su posición sentada sobre la mesa de café, donde había estado
posada, y se acercó a nosotros, uniéndose al abrazo. Amor incondicional. Puro y
profundo amor incondicional; eso es todo lo que siempre quise y finalmente, lo había
conseguido.

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