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15413 28 JUl{.zflr¡!

Sección Humanidades
Henri Focillon:
El año mil

El Libro de Bolsillo
Alianza Editorial
Madrid
Título original: L,an mil
Traductora: Consuelo Berges Nota preliminar

El año m7I, segundo ttolumen de la Colección


Henri Focillon o, se publica, como Fiero della
Francesca, con Ia generose colaboración de laFoci-
ilon Society of Arnerica. Es este eI último escrito
de Henri Focillon, interrumpido por su muerte, y
los capítulos arqueológicos, de los que estas pági-
nas serían Ia introducción, quedaron sin terminar.
Sin embargo, no creemos traicionar eI pensamien-
to del autor publícdndolas solas, privadas de su
continuación lógíca, pues et)occLm armptiamente Ios
hombres y los problemas de una época crucial de
Ia Edad Media occidental a la que Henri Focillon
dedicó siempre una extensa parcela de sus traba-
jos y a Ia que consagró sus últimos años de em-
señanza en Francia y en los Estados Unidos. Esta
obra írd seguida, en la. mísma colección, de uma
serie de estudios, debidos al grupo de sus antiguos
alurnnos, sobre los monumentos det año mil
@ Ljbrairie Armand Colin, parís. 1952
O F-d. Cast.: Alianza Fiitbriat, 5. Á.,nIu¿rid,, tg66 't Además de las dos obras citadas, en la nColección
Mártires Il,.S Z5'O jS-52 Henri FocillonD han aparecido, J. Baltrusaitis, Le Moyen
Depósito -Concepcionistas,
Legal: M. 12.617-196,6 Age Fantastique (antiguités et exotismes dans I'Art Go-
Cubierta: Dániel Gil thique), L. Grodechi, L' Architecture Ottonienne, y Ll.
Focillon, L'Art d'Occident, obra publicada también por
fgrpreso en España por Ediciones Castilla, S. A. Librairie Armand Colin, en su Colección "Livre de
Maestro Alonso-, 21, Madrid
Poche>.
Introducción
El año mil como momento histórico

A menudo hemos pensado que convendría


a nuestros estudios y al conocimiento del
hombre situarnos en un punto determinado
del tiempo, no sólo para escudriñar este
punto en sí mismo, sino para captar la am-
pntua de las perspectivas que en torno a él
se extienden: en otras palabras, para estu-
diar minuciosamente un lugar, un terreno, y
para servirse de él como de un observatorio.
Nos parecía deseable y posible elegir un
año, un año climatérico Y, Por lo pronto, va-
lrl
ciarlo de su contenido. Tarea más difícil de
lo que a primera vista puede parecer y que
ha de encomendarse al esfuerzo de un equi-
po más bien que a la investigación de un
solo historiador. Cada período, por corto
que sea, del tiempo histórico está constitui-
i
do por gran número de etapas o, si se quie-
Introducción El año mil como momento histórico t1

re, de estratos. La historia no es ei devenir él con la misma regularidad, con la misma


hegeliano. No es corno un río que se lievará frecuencia que los santos del calendario. Vi-
a igual velocidad y en la misrna dirección vido por el hombre y por fuerzas colectivas,
los acontecimientós y los d.espojos de los participa de su desigualdad. Su -respiración
acontecimientos. Es más: lo qüe"ilarnajnos és lenia a veces y a veces jadeante. Tan
historia Io constituyen precisárnente tra di_ pronto de ondas cortas como de ondas
versidad y la desigualdad de las corrientes. largas. Aquí parece como vacío, allá corno
Tendrían-ros que perisar rnás bien en una dernasiadó lleno. Se desborda, rebasa sus lí-
superposición de capas geológicas con dife_ rnites, o bien se concentra pobrernente en
rente inclinación, a vecei bruicamente inte_ tor:no a algunos puntos, con márgenes de-
rrumpidas por falias y que, en un misrno lu_ sérticos qué pueden ser inrnensos. Gran idea
gan', en un rnismo rnomento, nos permiten de la lglésia cristiana esa de haber querido
c_aptar varias edades de Ia tierra, cle tal mo_ estabilizarse en torno a cierto número de
do que cada fracción del tiempo transcurri_ puntos fi.jos, para ella los únicos elernentos
do_"r alavez pasado, presentl y futuro.--- de ia historia verdadera, los acontecimien-
Basta decir que este análisis estratigráfi_ tos de Dios, repercutidos a través de los
co rlos lleva necesariamente a plantearn-os la acontecirnientos humanos y conmemorados
cuestión del antes y del después, o rnás bien por tras fiestas: el ciclo de Navidad, ei ciclo
a buscar en el momento que hemo, de Pascuas, los grandes aniversarios, las pe-
la perrnanencia de un puádo más o "l"gid;menos regrinaciones periódicas
remoto y Ia promesa bien definida de un fu_ historia transfigurada, puesta en orden para
turo. De suerte que, procediendo por son_ siempre, vivida puntualrnente por los fie-
deos y por cortei, llegamos necesariamen_ les-. Pero los hombres y Los hechos des-
te a considerar nuestro observatorio, no bordan por todas partes ese rnaravilloso
como una arquitectura pasiva, sino, en su empleo del tiempo. El año histórico es corno
rntsma estructura, corno una combinación el año de una vida huinana, que no es el año
de rnovimientos desiguales: ese punto desde religioso, aunque intente ajustarse a éste
crrya cima intentamos definir r-in horizonte con estricto rigor. Un año no se corta, neta-
es él mismo una opulenta perspectiva. mente, como no se corta un siglo, en la ma-
_iQué es un año? Astnonbmióamente, un teria del tiempo. No diré que cada uno tiene
valor absoluto. Itristóricarnenté, ya es otra su propia dimensión, su densidad, su fisono-
cosa. Los acontecimientos no se instalan en rnía. Es simplemente un marco, pero este
12 Introducción El año mil como momento histórico 13

marco encierra un contenido de vario poder mica, intelectual, nos hallamos en presen-
y de diversa intensidad. En este sentiáo, ." cia no de una ficción cronológica, sino de
puede decir que hay años críticos, verdáde_ unos hechos positivos y concretos. Se dirá
ros nudos de acontecimientos. que el hombre de 1848 es también el hom-
Esto se verá fácilmente interrogando a la bre de 1858: estoy profundamente con-
historia moderna, y, ala vez, se vérá mejor vencido de ello, pero es aquel año, conside-
cómo una fecha puede no sólo tener en sí rado a lavez como complejo súbito y como
misma su peso y su valor, con todas sus milésimo el que lo sitúa y lo define en el
capas cronológicas superpuestas, sino, ade_ tiempo. En la vida de los pueblos como en
más, ss¡ en la expresión que la de los individuos, hay momentos de toma
-l¡sistiendo
antes empleé- como un observátorio desde de conciencia y de iluminación, períodos de
el que se domina una dilatada región histo- paroxismo y de alta frecuencia. Hay tam-
rica, un extenso paisaje humairo: 1793, bién fechas que se pueden considerar como
1899, 1848, por ejemplo.-Son grandes fechas líneas divisorias y en las que, en cierto mo-
políticas, netamente definidi, oo, revolu_ do, se ve doblar el tiempo.
ciones, es decir, por el aconteciriiento tipo. Sería, desde luego, un gran error conside-
Pero son además otra cosa. Son fechas^d,e rar la historia como una discontinua colec-
la historia del hombre, de su vida intelec_ ción de fechas o de años sensacionales, pero
tual y moral, los puntos salientes de cierta.s no lo sería menor interpretarla como una
generaciones. No ignoro que tendemos a monótona secuencia de hechos. Ni es una
cristalizar abusivamente en torno a estos curva ni un plano liso: tiene un relieve des-
puntos clave más de un hecho que puede, igual. La elección es difícil y arriesgada; la
en rea-lidad, ser anterior o posterior á eilos. unidad, al menos aparente, de una vida hu-
Casi diré que es m.ty raró que la historia mana autoriza el principio y el método de
sea absolutamente y iigurosañrente contem_ la biografía,y eI examen del carácter y de la
p,oránea en sí misma, porqLre, como he di_ influencia de una gran obra se funda en
cho, es sin duda ,rná süperposición de la razón; pero hacer la biografia de un año
corrientes muy dispar"s en iniensidad, en histórico, y, en primer lugar, determinarla,
verocrctad- y en duración. pero, al evocar es empeño mucho más delicado.
al
hombre de 1848, al estudiar el ,,nudoo de La época que nos interesa, tan importan-
los acontecimientos en los que se debate, te en la historia de Europa que ella ha he-
al analtzar su vida social, ,"iigior", econó_ cho, y que no es en modo alguno un término
l4 Introducción Ill año mil como mornento histórico 15

medio, una especie de punto oscuro entre trional y rústica. Es la huella profunda que
la antigüedad clásica y los tiempos moder- los carolingios dejan en la Europa occiden-
nos, no se presenta corno un bloque absolu- tal y en la Europa central lo que define, para
tamente homogéneo. Es, por el-contrario, siglos, su futuro. Con los carolingios co-
rnuy diversa y muy articulada, tanto en el mienza la Edad Media. El período que los
aspecto-geográfico como en el cronológico. precede no es más que el último capítulo de
Se queden distinguir en ella dos períoáos: la historia de las grandes culturas medite-
la edad rnedia germánicay laedad media oc- rráneas. Cerrando el rnar, la invasión mu-
cidental. La edad media germánica es por sí sulmana empujó la civilización europea ha-
sola muy compleja: se inicia en las invasio- cia el Norte y la separó del solar rnarítimo
le-s, a las qrre suceden unas formaciones po- de donde, aún no hacía rnucho, sacaba to-
Iíticas bárbaras, coronadas por o6.u dos sus recursos materiales y rnorales. La
"ru
maestra de fragilidad, su punto culminante, abundancia de los hechos y la belleza de
su ex,presión decisiva: el imperio carolingio. su exposición nos inclinarían a adoptar las
La edad rnedia occidental es, corno he int=en- conclusiones del gran historiad<lr si su obra
tado demostrar en otro lugar, una toma de no se detuviera bruscamente en el momen-
conciencia de Occidente como nuevo foco to preciso en qu.e la cuestión se plantea a
de civilización, a la vez que una reacción una luz diferente, cuando, de la descompo-
contra el germanismo, barbarie amorfa o sición del imperio carolingio, comienza a
barbarie organizada. nacer un orden nuevo.
Ilenri Pirenne, en su excelente libro Ma- Mas, para entender bien el sentido de
homet et Charlemq.gne,, taÍr rico en apre- nuestra investigación, es necesario volver a
ciaciones nue\Ias, justas y profundas, esta- las bases. Esto nos dará más de una ocasión
blece de otro modo la céniura. para é1, la de hacer justicia a la considerable obra de
Edad Media propiamente dicha comienza el Pirenne, hasta el punto en que nos vemos
día en que las rutas comerciales del Medite- obligados a separarnos de é1. Nadie ha pues-
rráneo occidental quedan cortadas por el to mejor de manifiesto lo que hay de inse-
fslarn, cuando el oeste de Europa se vb obli- guro, de precario y, para decirlo todo, de
gado a vivir de su propio fondó, renuncian- surnamente pobre en la aportación de los
do a la economía de intercarnbio, cuando la pueblos que, instalados de grado o por fuer-
tonalidad urbana y mediterránea de la civi- za erl el interior del imperio romano, pros-
lización abre paso a una tonalidad septen- peraron en la descornposición del misrno, a
l6 Introducción F.l año mil como momento histórico 17

la que contribuyeron con nuevos fermentos. f'avorecidas por lo que los viejos historiado-
Desde el siglo rrr, el imperio se ve reducido res llaman la infiltración de los bárbaros.
a la defensiva, pero la energía de los empe- En los más elevados puestos de la adminis-
radores ilirios mantiene sólidamente las tración civil y del ejército, tenían herrnanos
fronteras contra las incursiones de los me- de raza qi-le, a veces ya convertidos en ciu-
rodeadores. Los movimientos que se produ- cladanos romanos, de corazón y de derecho,
cen a finales del siglo rv y que óontiniran en se veían en el caso de combatirlos, pero que
el transcurso del siglo siguiente tienen mu- también podían servirles de puntos de apo-
cha más-amplitud. Bajo la formidable pre- .yo. En uña sociedad refinada, extenuada de
sión de las inmensas hordas nómada, lrre tultura, dividida y a menudo desgarrada por
caen sobre el imperio desde el fondo áel la intriga polírica, y que, sobre todo, ef,a ya
Asia central, hay que entrar a todo trance de rnanera menos dura, de tejido menos
en la Romania en busca de seguridad, pero fuerte que antaño, el mito de "el hombre
sobre todo de qué vivir. No eJcosa debus- primitivorr, del buen salvaje, abierto a las
car en los textos nada que se parezca, ni de vías profundas de la naturaleza y adornado
lejos, a la teoría del espacio vital: los he- de rudas virtudes, actuaba a su favor, desde
chos son diferentes, las poblaciones de que Tácito hasta Salvion. Hasta que expresaron
se trata son numéricamente débiles, pero el su descontento por los atrasos de la solda-
principio es el mismo: hacednos sitio so da, por la lentitud de los subsidios o por la
pena de muerte, para nosotros o para vos- mala calidad cle ias tierras, no con murmu-
otros. A pesar del carácter desastroso de los llos y diputaciones, sino con la matanza, el
resultados, hemos de reconocer la buena saqlleo y el incendio, los rornanos miraban
voluntad e incluso la prudencia política de ¿r los federados sin sorpresa y sin antipatía;
los emperadores que; en diversas formas según palabras de Lot, como unos alojados
legales ,los acogieron en el territorio roma- turbulentos.
no, bien como Lo neás notable es que no se mezclan con
"huéspedesr, adjudicándoles
una porción variable de buena tierra, bien la población. I-ot y Pirenne lo han demos-
como "federadosr, asignándoles una solda- trado de rnodo irrefutable. Incluso cuando
da que se _entregaba glóbalmente a los jefes ya han constituido reinos, se mantienen al
y formando para el imperio unos cuerpos rrrargen, forman lo que hoy llamaríarnos mi-
de tropas auxiliares. Estas disposiciones norías. Quizá es una ley irnpuesta por su
fueron precedidas, acompañadas y sin duda proporción numérica, sumamente baja. Pe-
Focillon.-2
XB Introducción El año mil como momento histórico t9

ro hay tarnbién en esto una constante de la de decir que, con matices a veces muy mar-
inmigración germánica. En la mayor parte cados, ocurre lo mismo en la Galia franca
de las regiones donde se instala, iñcluio en en el extremo ¡e¡fs- y en la Es-
los tiempos modernos, forrna masa aparte, -excepto
paña visigoda.
masa compacta: en los mercados de Tran- Este hecho ayuda a entender por qué la
silvania, en el país de los Siete Burgos, co- romanidad, es decir, el acento de la vida y
lonizado por renanos en el siglo xrri en Ia Jas forrnas principales de la civilización, se
Rusia meridional, en el Sr-lr de Chile, en al- mantuvo viva, si no próspera, en la Eurotrla
gunos Estados del Brasil. Debemos añadir de Occidente, al menos en las primeras eta-
que, er] los cornienzos de la Edad Media, era pas de aquellas formaciones políticas. tr-a
para los jefes Lrrla rlecesidad absoluta rnan- ádministración municipal sigue encuadnada
tener la unidad de sus cuerpos, sus institu- en la tradición romana. I-a explotación agrí-
ciones propias, sus tradiciones, su espíritu, cola prosigue a la rornana. I-a libra rornana
y prohilrir eI comnubium, principio de dis- es todavía el patrón de un cornercio activo
gregación étnica, pues los hijos adoptan la que trabaja en toclo el Mediterráneo, domi-
f9 V la e.rlucación de Ia madre. Es tal ól pres- nio todavía intacto, toclavía libre del viejo
tigio del imperio, aun destruido en Occiden- irnperio, zana, como antes, cle las comunica-
te, son tan resistentes las instituciones ad- ciones entre todas sus provincias que, aho-
mini-s1¡¿1ivas y morales de la vieja sociedad, ra reinos distintos, corrservan en ella, por
que l,os jefes bánbanos, reyes ya, se consicle- sus riberas, por su tráfico, una unidad geo-
ran durante mucho tiempo como generales gráfrca, una unidad económica. Pero el trro-
acampados en país amigo y hasta como go- rizonte local de los romanos no está cerrado
bernadores qué deben iu "autoridad a u"na por un rnuro: los romanos dan condes y
delegación. El caso típico es el de Teodo- obispos a las monarquías bárbaras. El latín
5!co, rly de los godos. Verdad es que reci- no e1 solamente la lengua de las cancille-
bió la fuerte impronta de una educáción bi- rías: 1o es también de las transacciones y
zantina,- que conoce de cerca la máquina de la vida corriente. Es, por excelencia, len-
imperial y lo que en Oriente subsiste áe su gua viva, y es también lengua del espíritu.
grandeza; en fin, que este bárbaro ejerce Lengua que da poetas y prosistas: Sidonio
su poder en un territorio en que la soci"edad Apolinar, Fortunato, Gregorio de Tours en
es, rnás que en otros y por excelencia, una las Galias, Boecio, Casiodoro en Italia. Algu-
sociedad rornana. Fero, en general, se pue- nos príncipes bárbaros fueron no solo hom-
20 Introducción
Iil año mil como momento histórico
bres de letras, sino elocuentes oradores la-
tinos. Y el movimiento que, desde tantas cdades. La vida moral de los príncipes no
generaciones atrás, fecunda a Occidente con tiene freno: sus anales son una larga serie
las aportaciones de Oriente, no se interrum- de vioiencias, de asesinatos, de rapiñas, de
pe. No es solamente Bizancio, son Egipto, incumplimientos de la fe jurada, de cruel-
Siria y Anatolia, países que las compáñía. clades perpetradas sobre los débiles. El con-
de navegación sirias y judías ponen en co- cepto de la realeza en la Galia merovingia
municación con las costas de llalia, de pro_ cs el concepto de un jefe de tribu y de un
vertza, de la España oriental, del Africa del caudillo de guerra, y ro el de un magistra-
Norte, llevando, como en el pasado, hom_ clo o de un príncipe cuyo poder, aunque ab-
bres y mercancías, monjes, négocianies, te- soLuto, aunque tiráirico, está cercado por
Ias, especias, objetos de"arte. Corro si nada todas partes, como en Roma, de una red de
hubiera cambiado. La Romania no ha muer- leyes o de tradiciones jurídicas. Vendad que
to. Su configuración es otra, pero su vida en los últirnos siglos del imperio se registró
parece levantarse sobre las mismas bases el asalto de los aventureros militares, el pro-
fundamentales. cedimiento sr-lmario mantenía, sin
Y, sin embargo, hay una modificación crnbargo, una especie de-que
regla- de la inves-
profunda. Los bárbaroj, yuxtapuestos a los tidura por acclamatio, y tarnbién abomina-
romanos y ahora sus jefes, proyectan su vi_ bles golpes de Estado y tragedias de palacio.
da sobre un horizonte mly distinto. El Verdad que, bajo la ínfluencia de Oniente,
hecho capital, y nunca puesto suficiente_ la rnonarquía irnperial había llegado poco a
rnente en claro, es que, por su estatuto mo_ poco a ser una especie de despotismo teo-
ral,.por su organiiación política, por sus crático; pero los juristas y los burócratas,
instintos, por su arte, pertenecen J Iu pre_ rícos en experiencia secular, rnantenían a
historia o, si se quiere, a la protohistoria. través de los más turbulentos tiempos la
Tienen su derecho propio que, ni aun escri_ noción y la tradición de la cosa pública, pro-
to en latín, tiene nadá de latino y, por eI fundamente ajenas a los jefes bárbaros,
contrario, formula cierto orden dé rélacio_ A su muerte, su herencia se repartía corno
nes entre los hombres diametralmente un botín, sin otro principio que dividirtra en
gpuesto a Ia concepción humana y cívica lotes aproximadamente equivalentes, po-
de la antigua Ronaa, un sistema de rescates niendo en el mismo saco, para hacer la
y de ordalías transmitido desde rernotas cuenta, las ciudades más distantes u.nas de
otras. Como en las sociedades prirnitil'as,
Introducción lil año mil como rnomento histórico

en Ia sociedad bárbara hay familias de je- de la forma viviente a la forma ornamental


fes que tienen el privilegio exclusivo del y, al menos en su origen, combina dos esté-
mando: los Anales entre los godos, los des- ticas que cometemos el error de considerar
cendientes de Meroveo entre los francos. El sucesivas para definir, en lo posible, unos
principio dinástico, la regla de la herencia, encuadres cronológicos: Ia que se basa en
en oposición flagrante,con el principio de la la observación de la naturaleza y la que se
elección, son esencialrnente prehistóricos. lirnita a los vaiores decorativos. Desde la era
Prehistórico también el géneio de vida de paleolítica, trabajan de concierto. En todo
esos jefes de tribu que conservan costurn- caso, el arte de los goclos viene a ser como
bres nórnadas, trasladándose de uno a otro un endurecimiento esquemático de estos
de sus palacios de madera, pasando el tiem- procedimientos, mientras que el arte de Los
po entre la guerra y la caza. Costumbres tan francos es como un academicismo industrial
profundamente arraigadas en la monarquía que produce en serie para una clientela
francesa, que el mismb Luis XIV, habituádo considerable. La irremediable declinación
a los grandes bosques de la región parisien- de la figura humana en beneficio de combi,
se, apasionado por la caza como sus mayo- naciones geométricas, la desaparición de la
1es, yend-o de Versalles a Fontainebleau,'de cscultura en piedra y, como ha dernostrado
Fontainebleau a Marly, puede decirse que tsréhier, la prirnacía de lo ornamental, que
es, aI menos en este aspecto, un príncípe se va a imponer sobre las demás artes, son,
merovingio. rasgos indiscutibles de este capítulo de la
Por últirno, los bárbaros tienen un arte historia. Fero podernos, desde ahora, decir
c,uyas fuentes y cuyos caracteres han sido que en lo que nos queda de la arquitecttLra
discutidos durante rnucho tiempo. De su ori- ctrel tiempo de los bárbaros y bap'
ginalidad ya no se habla: rebibiO ciertas -criptas
tisterios de la Galia, por ejemplo- se echa
influencias rnediterráneas y, más aún, in- de ver, mucho más que la intrépida super-
fluencias orientales. pero es, sobre todo, una vivencia de la R.omania, en un aspecto esen-
degeneración de un gran arte prehistórico, cial de su genio, una fatiga, un envejeci-
rnuy complejo tarnbién, cuya tradición pu- miento. He aquí la característica esencial,
dieron recoger los godos durante su están- Sobre cubas funerarias, en losas de presbi-
cia en la Rusia meridional, en el país de los terio, como en fíbulas y en las hebillas de
escitas ;t de los sárrnatas. g,l esfilo anima- cinto, la figura del hombre, en torno a la
Iista, que le caracteriza, es una adaptación cual gravitaba toda la civilización antigua,
Introducción año mil como momento 25

es sustituida_por un geometrismo prehistó- bo intercambio, si no fusión, hubo impreg-


rico. El vestíbulo inmediato de la Edad nne- nación recíproca y, en consecuencia, un mo-
dia-es la prehistoria, y, pasado el tiempo, la vimiento dé báscula de la cultura
prehistoria la seguirámárcando todavíb con hurnanística en -báscula
beneficio de las artes sun-
su sello monótono, hasta en sus creaciones tuarias, de las viejas formas latinas en be-
más originales, más gloriosas. r"reficio del orientalisrno de pacotilla, de la
Según Pirenne, este arte era sobre todo vida urbana en benefi.cio de la vida seminó-
popular, y, además, hecho por indígenas, es macla, del concepto de la dignidad humana
decir, p_or romanos. Dernüestra, por esto inscrita en las leyes en beneficio de la jerar-
misrno, la amplitud de su difusión y el gran quía fu,ndada en la conquisfs-; en otras
alcance de su conquista en detrinientó de palabras, báscula cle la historia, es decir, de
las forrnas y de las técnicas mediterráneas. ia rnás alta consciencia, en beneficio de la
Pero los príncipes permanecerían fieles al prehistoria. No debernos desconocer Ia
gusto de los bellos objetos mediterráneos. énorme aportación de los bárbaros: apor-
No es esto lo que parece demostrar el teso- taban Ia decadencia, la suya propia, su
ro de Tornai ni el_de Guarrazar, donde lag Gótterdd.mmerung, y Ia decadencia de la
coronas con arambeles correspondían ine- Romania occidental. La mejor prueba es que
quívocarnente a prototipos cirnérios. F{emos el lrnpenio de Oriente, exento de forrnacio-
de recolocer que, de punta a punta de la nes trárbaras internas, no sólo sobrevivió,
sociedad bárbara, incluidos en éila los pro- sino que añadió a la historia del hombre
pios ,.romanos)), la moda, el estilo de lá vi- una página esencial.
da, cierta manera de ver las cosas, cierto {Jna civilización no se define solarnente
arte de pensar, afectaron a la estructura por elernentos, por caracteres, por ciertos
qor1l.4q tgl poblaciones del antiguo impe- ienómenos de mayor entidad: se define, so-
rio. El Mediterráneo continúa abiérto, péno i¡re todo, por un nivel en el concepto
en sLrs riberas, donde se sigue hablandb la- -nivel
de la vidá, nivel de las instituciones, nivel
tín, se han producido, indiscutiblemente, del pensamiento y de la obra de arte-. Aho-
fenórnenos nuevos. El primer estatuto cle ra bien, el nivel que el germanismo impuso
los bárbaros, el campam-ento o, si se quiere, a la Europa occidental es un nivel suma-
la yuxtaposición, se ha ido modifi"anáo po- mente bajo, aunque se sigan haciendo ver-
co a poco. La estanqueidad absoluta es una sos latinos, aunque unos honestos y activos
paradoja histórica, contraria a la vida. Ftru- navegantes levantinos lleven sacos de espe-
26
Introducción El año mil como momento histórico
cias a los muelles de Marsella. Se dirá que
la romanidad no era ya capazde sostenerse: dignidad doméstica, la de alcalde de pala-
yo no lo sé, no lo .a6" na^die. En todo ció. Pero el genio anárquico de la raza in'r
cáso, pulsa a unos alcaldes contra otros, como
se sostuvo con esplendor en el Mediterráneó
oriental, mantuvb en él un gran imperio, ántaño enfrentaba a los reyezuelos que se
una tradición viva, hasta *"áiudo, d"i-;;: disputaban villas y abadías. Y, sin embar-
glo xv. En la otra parte de Europa se go, por un alcalde de palacio, instalado en
duce el derrumbariiento, Ia-seniiidad.
pro_ liotü¿ de un golpe de Estado en el trono de
actos d"e fuerza Iu., qygr{a! p;"a;;;"g;:
Tos los reyes francoi, y después por derecho de
ñ-ar en cuanto a la I vita]idad de^un conquista en el de los reyes lombardos, se
medio"en llegó a la resurrección del imperio de Occi-
etr que encontramos juntas, ;;-i;";ir;;
territorios, dos razai igualmente gastadas, deñte. ¿Fue más o menos secundada -por esa
trna, quizá, por un exceso de refinárnil;;; nostalgia vaga, difusa, que más tarde llevó
a los puebloi a considerar la época irnperial
ryl:l largo
polrrlcas
cansancio histórico, por crisis
de una, amplitud sin ejemplo; otra como la edad de oro de la sociedad huma-
por la monotonía dduna na? No, seguramente no, Y, Por lo dennás,
y sin horizonte, proseguida'¿"ru"J"-ri_
""itlr'u,"iimuriu_ fue en un tiempo y en unas circunstancias
"l*
glos en el plano de ia húiliá;d primitiva. en que los fenórnenos de opinió-n influían
Esta. no aporra al mundo a" ó""i¿L;üf;;;_ escasarnente en la orientación de la cosa pú-
zas jóvenes, fuerzas frescas, siná blica. Pero lo cierto es que los hombres de
una espe_ letras, los hornbres de Estado, del tipo de
cie de rnediocridad bruta yí,irii"u, un
vigor. Basta leer a .r, urrálirt* pu"u falso Alcuino, por ejernplo, pensaban así, 19 rn!s-
ctrenta. Mundus senescit, dice unt darse rno que lós clénigos eruditos que,-en el pala'
d; ;túr. cio de l-etrán, rodeaban al papado, agrade-
envejece, putuUiu, t"..iUi*r, ¿i"_
llrlundo
ra_das por un sentirniento que cido a la donación de Pepino. Ya no se admi-
oprirnirá Ios te la doctrina según la cual el acontecimien-
corazones hasta el despertár de^ Occidente.
Los últimos merovingibs ,"-"á"" de to del año 800 era una obra maestra de la
en sus carretas de bueye-s.-El recurso
sueño astucia pontificia, pero es justo aún decir
mo. del germanism, ui dobti, üLorr"rquía
supre_ que, en ésta operación de,alta política, los
holgazanes >, cuyo principio di_ romanos de R.oma y de Italia veían una pro-
9: J:: ^" l:f-"s
nasrrco respeta, p-or un jefe qué asume las tección contra el retorno ofensivo, siernpre
funciones de aquélla sin átro iít.rlo que posible, de las herejías orientales y contra
una ál despertar de la tormenta lombarda'..
Introducción año mil como momento histórico

,.,I_":1tf,",r1go
que ver en este asunto el pe_ misrno puede decirse de la tonalidad rústica
Ilgfo del Islarn, dueño del Mediterráneo -oc- de la vida carolingia: un comercio suma-
cidental? I-os textos no nos Io dicen. mente reducido, una industria propiamente
" Como quiera que sea, el imperio de Car_
lomagnopresentá una notable óontradicción
f eudal, la profunda declinación de la activi-

dad urbana. Pero ¿no es la decadencia de


interna. Es un intento de restauración de la las ciudades un fenómeno específicarnente
rornanidad en Ia administración y en la atiá rnerovingio? La investigación de Lot sobre
cultura académica, un su población parece decisiva. Los carolin-
ficial, pe_ro bien trarnado,"r"ru"i*íentoo arti_ gios, al crear numerosos monasterios, esas
árto-q"" se podía
captar del espíritu romano a tiavés cie los forrnaciones híbridas, intermedias entre la
autores. Al mismo tiempo, es profund;*;;: ciudad y la villa, al menos en los casos de
te aqs|1a¡i?lo y gerrnánico. d""o grandes abadías corno Saint-Riquier y Saint-
¿es el cie_
rre del A4editerráneo al tráfico comercial lo Gall, no innovaban. Bajo una estructura de
?:11" lleva a fijar en el norre su capital y ál instituciones administrativas más firmes,
centro de su actividad? No olvidérnos ''los mejor centralizadas, más despiertas y, en
orígenes rnosianos de los pipínidos. E" cierto modo, más "modernas>, fuertemente
región del Mosa, en Renaniá, tuvieron sLls i; apoyadas en el prestigio de la denominación
vastos dorninios, pedestal de su poder:;";; imperial y en la majestad de las titulacio-
alcaldes Austrasiá.. por oi.L- párte, Aquis_ nes de cancilLería, eÍaÍt continuación de los
grán era el centro de una estraiegia'politica bárbaros. Hasta puede decirse que el equi-
l,ug
habia de poner fin-, p_or átgñ" ii"*po, librio entre lo que quedaba de romanidad
at [argo antagonismo de los ge]rnanos del en las costurnbres, en la cultura, en los mo-
los germatlos de la-Europa nurnentos, y, por otra parte, el nivel inferior
tral,.de.los países francos rnás o rnenosCen_
1les,te,con
ro_ cle las sociedades gerrnánicas, no padecía
manizados con la Gerrnania propiarnente sensiblemente ni por la restauración impe-
dicha, que perrnanecía U"rriu,'f"irnitiva rial ni por la instalación del Islam en Oc-
pagana en sus selvas, arnenaza ño rnenor v cidente.
y
acaso rnás terrible_que la de las <<¡szzias, iQué es, pues, un mar como el Mediterrá-
la piratenía rnusul*urru.. H;ü"; pues, eni neo? En sí mismo, nada más que el desierto
esto una consecuencia natural de.la de las olas, pero también un camino para el
del germanismo, rnás que il;;t;"grtñ
hist;ri;
á; tráfico. Lo qr.le cuenta son los países que ese
la invasión del Islam. ir, .in-¿-u¿u-.É;;;,1; mar baña. Cortadas las rutas marítimas, ¿se
Introducción corno momento histórico 31

encuentran por eso absolutamente aisla- l)lano de dos ábsides opuestos es un antiguo
dos? Aparte de que Venecia sigue siendo ¡rlano iatino que se encuentra tarnbién en
una puerta abierta al Mediterráneo oriental Al'r'ica. ¿Cómo explicar, en fin, que en el
y a Bizancio, las vías terrestres, las vías de rnismo momento en que I.a Europa occiden-
acceso continentales siguen libres y frecuen- tal, al cerrarse el Mediterráneo, es ya defi-
tadas. ¿Cómo, si flo, exptricarsé los nu- rritivamente gerrnánica y,,nórdica", Teapa-
rnerosos elementos meditenráneos y orien- razca en la pintura de los manuscritos,
tales_ que entran en el cornplejo áel arte jrlnto a los juegos de lacerías, la representa-
carolingio ? Italia continúa sienáo la inspi- ción de la figura humana que ernpieza a re-
radora de ciertas formas típicas, por eje-rn- L:upetrar la majestad perdida?
plo en Fulda; y, si hemos áe dar-crédito a La cuestión resulta, pues, más cornpleja
las investigaciones tan minuciosarnente rea- clc lo que al principio parecía. Yo no creo
lizadas por Crosby en Saint-Denis, la cripta c¡ue el l\{editerráneo haya salvado a Europa
anular, bajo el ábside de la basílica .o-nr- cle la barbarie en los siglos que siguieron a
truida por Fulrad en el último tercio del las invasiones y precedieron a las conquis-
llglo vrrr, es esencialmente latina, y la capi- tas del Islarn. No creo tampoco que el cierre
lla, añadida ala cabecera de esta iglesia pbr del Mediterráneo confirmara la germamíza-
el abad Hiiduino en el siglo rx, es en Occi- ción de la mitad de Europa. ,{ lo surno, la
dente uno de los más antiguos ejemplos d.e situación del imperio carolingio en los co-
esas nervaduras triples, separadás por nlu- rnienzos del siglo rx no es peor, desde el
ros continuos que el arte bizantino nos ofre- punto de vista mediterráneo, que la situa-
ce y cuyo prototipo fue descubierto por Bal- ción de toda Europa en la segu.nda mitad
trusatis en Georgia.La iglesia de Teodulfo, del siglo xv, y la caída del Imperio bizanti-
en GerrnignyJes-Pris, es, una iglesia arme- no, por la que el Mediterráneo oriental pasa
nia, que corresponde a la parte caracterís- a ser un lago musulmán, es, sin duda algu-
tica de la catedral de Etschmiadzin, y no se na, más grave que la pérdida de España
trata de un caso aislado, pues el mismo mo- después del año 7tr 1. Se dirá que la torna de
delo se encuentra, siglo y medio después, en Granada por los Reyes Católicos corona la
Asturias, lo que autoriza a pensar, con reconquista de este país, pero las incursio-
Puig i Cadafalch, que nos encontramos an- nes de los berberiscos en el occidente me-
te_ los vestigios de un tipo comúnmente diterráneo, donde continúan espumando
adoptado por los arquitectós carolingios. El sin tregua las costas italianas, siguen siendo
32 Introducción F.l año mil como momento histórico
un peligro, hasta la toma en Argel por los rnania sea más lenta, menos originatr, menos
franceses en 1830. creadora que los otros pueblos. En pleno
Pero es el caso que el imperio carolingio, siglo xln, continúa edificando basílicas ca-
bajo forrnas imperiales y rómanas y mante- rolingias, y adopta rnuy tardíamente el esti-
niendo contactos no sólo con los vibjos paí- lo góiico. Se agarra en todo a su pasado. En
ses de_la antigua R.omania, sino con el pró- e1].á se mantiene casi intacto el feudalisrrro
ximo Oriente, es, al menos durante algünas hasta el umbral de la época moderna, en ia
generaciones, una fuerte consolidación del que se prolonga con el régimen de castas.
germanismo. ¿Marcó con un sello imborra- i precisamente en su arcaísmo radica srl
ble a la Europa del Oeste y especialmente a grándeza. Su función política es doble: au-
Francia, a Italia y a Alemaniá? En cuanto téntica en su lucha contra los eslavos y las
a ésta, difícilmente se puede poner en duda. poblaciones del nordeste europeo; artificia-l
Por lo pronto lahizo, incorpórándola por la en su esfuerzo, eternamente vano, por apo-
fuerza a la civilización criitiana, arrancán- derarse de Italia y por hacer clel imperio
dola, mediante guerras atroces, del paganis- germánico un Sacro Imperio roniano, una
mo ^y d,el caos. Dejó en ella, ademásl una potencia universal. El fraccionamiento de la
profunda huella moral, la obsesión del im- herencia cle Carlos la separó de las tierras
perio universal, la tendencia a las empresas del Oeste, que la coronación de Otón I no tre
desmesuradas y a los edificios colosalbs. No restituyó. La unidad germánica había sido
hay que olvidar nunca que Alemania es tar- realtzada para varias generaciones por una
día, que data sólo del slglo rx y que es aún poderosa familia austrasiana. Había puesto
rnás tardía como cuerpo políficó distinto, iin a las largas guerras que, desde Clodoveo,
que entra, en fin, en la vida europea bajo el enfrentaron a los germanos cristianizados,
signo del imperio, el cual le impuso ,.ré d.- instalados en tierra romana, con los bárba-
marcaciones, sin que ella haya hecho, ni r"os de la Europa Central. Y esa unidad se
siquiera intentado, sus experiencias autóno- rompe en el siglo x, no sólo en el orden polí-
mas. A través de las recaídas en Ia anarquía, tico, sino en el orden espiritual. Es enton-
permanecería durante mucho tiempo fiel a ces, y no en el 800, cuando comienza la
los principios sobre los que, iniciálmente, Edad Media, reacción contra el germanismo
levantó su organizacióny iu estructura. Es- canolingio y definición originaria de Oc-
to explica en parte que, en el desarrollo ge- cidente.
neral de la gran civilización medieval, Afe- Geográficamente, Occiclente forma parte
Focillon.-3
Introd-ucción ill año rnil corno momento histórico 35

de la Europa bañacla por el ,Atlántic¡r y por recidos por la constancia del clima, pon la
el mar del Norte. Por sus orillas ineridic,- clernencia de ias estaciones, por la pureza
natres, en Francia, en España, tiene talnbién cle su. cielo, han podido coronar ttna proeza
una fachada mediternánea, peno Cccidente histórica sin par, y hasta se puede creer
da a un horizonte inucho rnás vasto y más que, acercando las fronteras de su univer-
abierto, a la inrnensiclad de los rnares fríos ¡lo, hubieran comprofiletido el verdaclero
tras de ios cuales se pone el sol. Mientras sentido de su o'[-tra. Era bueno que, para
Ia cívilización europea es obra casi exctru.- cllos, el río Ckeanos fuera eI infnanquea.ble
sivamente de los inediterráneos, se mueve, cinturón de tra Tierra. ¿Qué dieron de esen-
con adr¡rira'[rle firmeza, en un círcuio estre- cial. a la civilización los navegantes feniclos
cho. Por io demás, sería inexacto _-y es que se atrevían a afrontan ios rnares renxo-
toetravía deurasiado frecuen{s- 66rlsidenar tos, a rebasar las colurnnas de F,{éi:cules, a
este rnar corno un lago interior, corno una costean el continente negno? Qttizá, la r¡en-
especie de Caspio, situado era medio de un rlaeiera fi.iosofía de las guerras púnicas la
territorio homogéneo: es el punto de en- definen, más que el conflicto enire Roma y
ci-tentro y el eslabón de tres continentes, Cantago, entre latinos y semitr.as, las gran-
Eirlroi:a, Africa y Asia: de aquí una riqueza. ctes líneas de un drarna entre el concepto
y una concent;:ación de etrernentos qLle aca-- purarnente mecliterráneo de ]a acción, con-
so explican, al ffieÍios en parte, la inccut- cepto de legistas, de soldados, de agróno-
paral:le calielad humana de las grandes ll1os y de escultores, y, por otra parte, uri
cutrtr-lras clásicas. Pero, a pesar de tras car&- concepto rnucho rnás arnplio y rnás di.fuso,
vanas, Xas navegaciones y los trreriplos; a el que convenía a unos mercaderes conti-
pesar de la amplitud de r-ln tráfrca que se nuamente en viaje por los carnirrcs del
extiende de Ofrr a las Casitéridas; a pes;ar lnundo. Fon lo dernás, desde el clía en que
de la expedición de Atreiandro a la trndia; cl límite se corre hacia el Este, en que Lrn
a pesar de las carnpañas cie ,4grícola en la cxceso de asiatisr:lo invade el pensamiento
Gran tsretaña-; a pesar de todo esto, el n{e- griego, 5r el pensarniento rornano despu.és,
diterráneo, esa rnaravillosa encrucijada, es el pensamiento griego y el pensamiento ro-
¡"in lírnite. Las fuerzas que corivergen eir el ricano pierctren no sólo su pureza, sino sel
centro son rnás poderosas que la-s fuerzas nervio.
que de éi irradián. Los pueblos d"e la vid De todos rnodos, durante i.rna clecena de
v del olivo, esas cultura-s de artistas, favo- siglos hubo aquí, eir tonno al ma¡ aforüu-
Introducción como Lnomento histórico
n¿rdo, ¡-tn paisaje histórico adrnirablemente
irrstal_ado, Ltn teul:itorio ideal para el más
que la parteó en el dolor. Conserva de la
pretraistoria el instinto de las guerl:as sin
alto desarrollo de la vida humana. Es po- óuartel, Ia nostalgia de los bosques y de
sibie_ eu€, en otras circunstancias, háya
podido continuar prodigando inagotabie- las migraciones de pueblos, la creencia en
rnente sus dones. Fi fenómeno, tan óomple- el valor absoluto de una supenpoblación
jo, que se,llarna etr R.enacirniento qLle pesa sobre las tribus vecinas. Exporta
en el a zanas lejanas colonias rnasivas qlne con-
que, por lo demás, entra tanta Eclád -y me- servan ;:eligiosamente el tono irror¡inciano
dia- tendería a hacernos creer en una de sus orígenes. Con su rnodesto batrcón a
nueva vocación rnediterránea; pero coinci-
de precisamente con inrnensos aconteci- un rnar dé aguas bajas, el BáItico, es la-
rnientos transoceánicos, y, aun sin estos parte rnenos aireada de Eilropa. Es natural
que se concentre en un stleño r-acial, que
descubrimientos, la secle de la civilización
europea había carnbiado ya desde hacía busque una escapatoria en la filosofía y en
,rl
i

tiernpo. No fue la Europa Central la que sir- la música, donde es tan grande: que el uni-
I

lrl
vió de base a un nuevo paisaje de la civi- verso sea objeto de su avidez, no de una
lii lización. Basta una ojeadá .m rnapa par:a curiosidad humana. Estas o"lrservaciones no
^ se proponen disrninuir sistemáticarnente ia
verlo. El viejo dorninio continentri dé lou
geriltanos, enttre los Alpes, el R.in, et Bál- aportación y el valor de una nación, sino
tico y los países eslavos, sin cornunicación explicar, a la luz de cornprobaciones pcsi-
natural con el Atlántico y el Mediterráneo, tivas tomadas en la historia y en tra geopo-
par:ece condenado a una especie de provin- \itica, por qué ei cuerpo gerffrano propia-
ciaiismo inmenso, a las altérnativas -de una mente dicho, aunque tan irnportante en la
E,ciad &{edja, no hizo ni siquiera dat coXor
vida ya lenta, ya frenética. En la historia
de Ia evolución, de Alemartia, hay que te- a la Edad iMedia" No fue allí, no fue siquie-
nerle en cuenta no sólo su tardía incorpo- ra en el lWediterráneo clonde tur¡ieron lugar
ración a la comunidad europea, sino- el ias experiencias esenciales.
lugar geográfico, muy especial, que en ella La historia está hecha de un triple haz
de fuerzas operantes tradicitxles, Ias
ocupa desde el tratado de Verdún. Tiene -tras
una visión imperial porque nació violenta_ influencias, las experiencias-, ]¡ cada civi-
rnente de las guerras carolingias y del im- lización, y acaso cada época cle cad,a civili-
perio carolingio. f,leva la marca dél fórceps zación, se caractetiza especialm.ente por
Llrfas o por otras. La tradíción es como una
Introducción Ir.! año mi1 como momento histói--ico

fuerza vertical qtre asciende desde el fondo no sierarpre son afort¡.rnadas, pero sin etrlas
de 1as edades, pero que, a veces, sin inte- la rnatenia histórica se ago'raría rápidaffIen-
r:mrnpitise en absoluto, pierde sll !'lnidad, tc, sin elias no hat¡ría historia, sino cane-
si-x chorro vital, y es sustiiuida por frcciones l¡ios estériles entre formas inertes de con-
y por mitos cieforrnadores; acaso es nece- ¡;ervadunismo" A los períorlos que ca]:ecen
sario adaptarse así a la novedad ctre los c'lel genio del intento y del riesgo se aplica
tieinpos. F"ara vez uÍta tradición es algo la tlreve y terrible frase del escritol: ltlero-
pur:o. Hasta hay tradiciones iri-¿entadas áe viragio, mwrcdus senescit. Contra este en've-
anriba a ba3'o para las necesjdades de tal o jcci"rniento, contra esta senilidad se hace la
cual causa, y su intenés no es desdeñable. Edad L'{erJia, y a Occidente, a los "países
Pero, por grancle que sea la diversidacl de del fleste)r, s€ dei¡en las experiencias qu-e
aspectos de este mlovirniento inLer:no, re- !e dieron no sólo su grandeza, sil-Lo su rica
preseieta la colaboración del pasado con tra ;rptiiud para unxa vida joven.
actuaiidad histórica. I-as influencias, por Estos países son Nonuega y sus vecinos
su pante, representan Xa técnica cle los inter- .:scandinávos, cofrtro eltra navegantes por Los
cambios ;v de la innigación. por ellas, tros v¿lstos rilares, por las trslas Británicas, pol:
puetrlos se col1trLrlrican con los otros pue- la GaXia, por España. Las dos últiiaras tie-
blos, y estas aportaciones a3'enas son acep- nen el privilegio Ce una dobtre fachada, una
n.a.das rnás o menos pasivarrente, ya por nl Atiántico, otra al funediterráneo. Feno
choque, ya porque respondan a una necési- ctesde el siglo vlr E,spaña está ocupac{a po-r
dacl _profr-lnda de los rnedíos, }:ien porq.ue ,,1 {slarn; st'. trabajo histórico, hasta que
los desconr:lertan. Son como t na ruperfiile llcga el ei.escutrrimiento y tra colonización de
líquida neconrida por: corrientes ctrlversas l;rs-grandes Xnrlias, tiene dos asp,ectos: pri-
que estabtrecen una especi.e de acuerdo catrr- rr.rer¿:'o, la reconqttista cle Xa tierra cristiana,
biante, de cor-lsenso irnás o menos estable \,, potr otra parte, la transrnisión a Occiclen-
en la cornunida,á laumana. Pe;:o es claro que lc cle los elenr¡eiltc,s asimitrairles de la cultura
-soir las experiencías, estim¡¡-lladas por el nlo¿sulmana. For su pante del nordes"ie, la
instinto de la búsqurecla )' de la créación, vieja .,fu[arca Fnispánicar, el conel.ado de
las que enriquecen y renireva.n na histor-jn. ilaicelona, e$a cuña rnetida por Canlolr.lagno
Son las experiencias las c¡Lxe, sí así puerln: {.)n tierra clel trslam, propaga a pa::tin detr
decirse, inícian el futuro. E,stáil hechas dcr :;igtro x, jarnto cotl una ctlittlra refrnada,
tanteos, de falta dre wtatización, de enrores, r.:xperiencias constructivas de irnportancia
4A Introducción El año rnil como momento histórico 4l
considerable para el porvenir de la Edad las iglesias rnozárúes del siglo x, nos
Media; pero lo esencial es su apontación asom6ra, pese a la constancia de cierta re-
mediterránea. Durante largo tiernio, sobre gla litúrgiia, de cierto e,spíritu, la variedad
su duro suelo, una de las forrnaci'ones geo_ áe los tipos y la capacidad inventiva. Cual-
lógicas rnás antiguas de Europa, presenta quiera que ftlese la profundidad de }a hue-
el espectácuio de una especie 'de'Afri.u lla árabe, la importancia de las aportacio-
el que, tanto en la vicla moral corno en los
"r, nes septentrionáles, España ha creado un
rrtonurnentos, cruzan sus arrnas tres cultu_ tonc aiquitectónico, un tono hurnano suyo.
ras: una cultura oriental, que desarrolla Con todos los elementos que le dio el ex-
aquí sus más hermosos dones y crea un pri_ trao;:dinario choque de pueblos de que fue
mer tipo, de humanisrno rnedievai poi el cscelrario , se lanza a búsquedas que son, 1
acue.rdo del pensamiento islámico, dél pen_ serán siernpre, originales. En la época en
samiento griego y del pensamiento juiío; qr-re nos situamos, finatres detr siglo x, no se
una vieja cultura mediterránea, que da los trra despertado aún su vocación "atlántica>;
latinistas delicados y los constructores de pero, nada más poner fin a su propio deba-
bóvedas en los monasterios de Catatuñ,á; te entre el Norte y el Sur, o más bien entre
por ú-ltirno, una cultura propiamente occi_ el Occidente mecliterráneo y Africa, sabido
dental, irnportada primeio por Cluny, d.r_ cs con qué ímpetu se lanza a las rutas rna-
pués por Citeaux, posteriorrnente pbr los rítirnas para ir a organizar rnuy lejos un
arquitectos de las grandes catedralei, y que nlrevo mundo.
hace florecer sucesivarnente en tierra ibéri_ La Galia de la E,dad Media es doble, a
c.a,las iglesias de ,Aquitania, de Borgoña y pesar de su homogeneidad teruitorial y hu-
d,el dominio real. pero el fenórneno mes no_ ffrana. Neustria y Austrasia no correspon-
table es que estas cutrturas tan diversas no clen solarnente a dos formaciones políticas,
se yuxtaponen solarnente, no se lirnitan sino a dos direcciones de su genio' La lucha
tampoco a sucederse, cotrno las decoracio- r.le los alcaldes de palacio de Neustria con-
nes de un drarna en varios actos: intercarn_ tra los alcaldes de palacio de Austrasia ter-
bian sus recursos, crean experimentalmente rnina provisionalmente a
híbridos de una extraña belleza: un arre lrirsta se puede decir queuffi¡füfidá'cioil
románico del Islam, eI arte mozárabe; un imperio carolingio
irnpcrio es el ffiltado y la"oüru
caroiingio es
gótico islamizante, el arte mucléiar. iuan_ rnaestra de la política¡l3ust6eqi@p,. PP*
do estudiamos, siguiendo a Gómez Moreno, tr¡do el futuro históric$:de lzutc{f?,ñra taza
+¿
^a
Introriucción como momento histórico
tiene por hase_ y, por centl:o de expansión rrr..'r'iclional, podríarnos llarnar Entre dos
etrdominio real, lirnítrofe de los cóndados Mrrrcs, pues participa aLavez de su posición
marítimos. La función histórica de Farís ia t,t'c,¿iniá y áe las aportaciones rnecliterrá-
define en gran parte la activid*á d" los nau_
n(':rs. Mieñtras que Eretaña sigue siendo du-
tas, navegantes. del alto y del bajo Sena. lr¡rrle rnucho tiérnpo excéntrica y cerracla,
X-a región parisiense urrb de los nudos cle ('xccpto a las influencias norrnandas, ei
l-i??
*ár imporranres"sde Europa o.oidenrátr, liuroeste ostenta en sus rnonufilentos el tes-
rncluso el más importante. Aquri, no lejos
de Ia Mancha, comienza a áistalizar"la tirrronio de las extremadas diversidades de
,,u vida histórica; en la época rornánica, la
lirancia rnodenna, con largas luchas Iucrte ffIarca del constr¡lctor romano se
conquistar L¡n acceso dirácto atr rnarñy por "* rrurnifiesta todavía en el ernpleo de las be-
x"ecrnflerar los territorios cedidos a loi
nor_ ll;r:; colurnnas dispuestas contra las facha-
ryqn{o¡ por Carlos etr Simptre a principios ,lrs y contra los ábsides; Ia anquitectura de
clSX siglo x. Anrnórica había sldo poblad;
el sigtro vr-_por gentes del país A; -é;ü-; ;; l,r,i lróvedas es meditertánea; el tratamieilto
ctre Cornualles, que huían de las
rkr la escultura decorativa recueneJ'a el de
invasionei l,¡s marfiles árabes; las arquetas con esce-
de la Gnan tsretáña por los g*oÁ*uror, y ese
nirs de caza relacionadas con Ia ctwzada d'e
víejo rnacizo rJe grareito, eriuartro .{e iiono;_ l;,s;paña. Así se irnpone a nosotros la fecun-
Teltos megalíticos, ia punta ext¡:ema cle ,liciad de los contactos en Occidente, y
Occiclente h¿rndida un *l mar c¡céano, con_
,'r;¡leciahnente erl Francia, por su doble
tinuaba sus relaciones de pesca, Au *á*lr- ,,rientación, corno en Espa.ña, pero con el
cio o- de glrlerra con las isias, fiel a--esa
vocacióil de oleajel,qug lc imponía la guo_ ¡rr"ivilegio de haber seguiclo siendo tierra
^solo tribre. No se
,'r'istiaria, país puedeir negar
grafía. Esto es uaUl¿o descle loi tiernprí d* instante los orígenes rnedi-
la guer::a de las Gatrias, ni por un
de la rnarina de los vénetos, "*o*áá-Cesar
lrabla tcriáneos de la arquitectura rornánica, ni
de s*s pesadas
e,r.nl¡arcaciones maniobnadás con ingenios
siqiliera subvaloran las consecuencias del
de híerro. Al sur clel Loira se- áxtiende un ,'.,iroc"ro del {slarrr en las importaciones de
lango litora"l que sinve d* margen a ¡_rna c{c t:icrtos elementos dei Próxirno Oriente en
las; Galias. Es esencial saber que los árabes
t-as t:egrones rnás activas, rnás
de Ia - prósperas
Edad Media: ia de Éoi;;;, b"müorifi.'i ¡lcrdieron su trase de 1;¡ Garde-Fr'eir':'et en
ilz3 y que los pisanos colTrenzaron a lirn-
y, en general, Aquitania,
.
etxe, en su pr:lrlc piar el iViediterráneo occidental en lcs co-
44 lll año mil como rnomento histórico
Introducción
mienzos del siglo xr. Debernos pasa de Normandía a Provertza o dei Sur-
otr-a parte, esta coincidencia añadir,'bi"", por
oeste a Aurzernia. Mientras que las colosales
este sincronisrno: por este mismo
o, ,ne,
tiernpo, iglesias del Rin, magníficos mastodontes ca-
los príncipes Bagrátid;,
;;;i"", ...rrt.rr._ rolingios, parecen encalladas en las riberas
Í:^i9.1".t:s, crlya
::"?: arqurtectura- irrrí"""oiu reaparece clel tiempo, como testigos de un arte que
1,.i4 y en la escultura -de las pasó, el arte románico de Occidente vive
Galias, Iiberaban el iernitorio á.*""io. pero con una intensidad, con una variedad inago-
ios rnonumentos no viajan en -ca3as table de recursos. Esto se siente mejor si-
radas a bordo de navíos'Ui"" p"lregidos. nllme_
La Luándose en los orígenes de esta evolución,
c-uestión es rnás compleja, ,irau viendo córno se inicia en el siglo xr y córno
*ut izada.
T::tr puerJe decirse
ú" i;d;llitacion pa_
slva, como toda. irnportación,
se va precisando a través de las búsquedas,
son de los intentos que, partiendo de sugeren-
menos estériles si no ," prrdr.en rnás o cias o de prototipoJ lejanos, acaban por
clÍos que las rechaq"g, q,iá^ lJr*pi"r.run en me_
de cristalizar en formas nuevas.
nuevo, que las modelan^ron u.i*gi" Así llega la experiencia occidental a mo-
propias exigencias. ^-r", delar con originalidad el fondo mecliterrá-
insistir en Ia _Es perfectámente inrltil
románico francés:^ro*broJu l".i-¿_¿ del arte neo. Una lógica arquitectónica y una lógica
ha sido lurg"*""te humana que nos son propias llama ai orden
tudiado^
_por las oescuelas", -ié?*irro éste es_
¿rl Oriente que hormiguea en la escultura
envejecido, pero que tiene
"i *?,.it"
ner de retrieve Ia diversidud;*l;s á";;: románica. Con mayor razótt, el arte gótico
e>iperien_ cs para nosotros una experiencia propia de
cias-y la riqueza de las sol".iJ"".. Occidente. Cierto que existen, como tan
en el interioi de-un grupo muy Hasta
hornogéneo, bien se ha dernostrado, ojivas armenias,
como el de las basíIicár-¿"í"rlgrinación, textualmente imitadas en ltalia y en algtl-
huy diferencias profundas -rrio* iglesias rros edificios militares de Francia. Cierto
corno Saint-l\t[artial, de LimoSLr; que hay ejemplos antiguos de ojivas lom-
Sainte_
Fo,rz,de Conques, y Saint_Serñr";_ bardas, que quizá corresponden a procedi-
se. Pero etr carácrer experim";;ui Toulou- rnientos empleados por los romanos. Pero
deros-a invenriva d" t f" ;; cl arte gótico no tiene nada de mediterrá-
,-3pf"nctrecen
cuando se cornDara ";;;;"r"
una i¡"r;irr:gofrona neo. Su elemento técnico se intentó con
de tipo clunjacánse con otra, de cliversidad en más de un punto del territo-
región, del tipo d.e Vézclay. ffi; Ia misrna rio francés y, cuando se defrne cofito un
aún si se
Introducción lfll año mil como mornento histórico 47
modo sistemático y nuevo clel arte
de cons_
truir, es en Ng"¡rráldía y en-Inglaterra;'Js rreediatarr¡eiele anterior, nos habían dado las
r"elaciones pclíti.cas ent¡:e Nlormandía e nn-
p" L".u-1yj-en Saint_Faul á" no"url, en Dur_
ham (10934rcq. V ¡¡laterra.
"**rrát;;'u tuzoriginal
tilo, es decir, un siste¡n*."n"ü*te, un es_ Fero las Islas tsritánicas habían contri-
y compieto, lo d3 u luz en il oorazan buido desde más antiguo, con elementos
Francia, en lle_de_Fra"o",^-.ár, una de originales, a definir el genio de Occitiente
cle experiencias tan rigurosarrrente
serie -.--r1o en Inglaterna del Sur, donde la misión
encacie- Agustín en Escocia había introducido ei
*adas qr.re se ]as xra ñáiá;;;;parar <.te

el desarrollo cle un teorema. con cnistianisrno a ia rotrntraÍr.a, sino en Northum-


Atribuir a este bria, en Escocia y, sobre todo, en lrtran-
germánicos u. r"rn ur"or al c¡ute
"riqunes
'11n"_t^:"ro9 que renunciar l-rasta la
6l¡x-. Esta úrltirna hal¡ía conservado, eltr url
111,"
urerncla misma r¡redio céltico trernoto, ricos yacimientos de
atetrTlana, pues, de toda,s las
nes, fue precisaménte Gerrnr"iá nacio- la civilización del ?:::once: después eie un
lu q";;;". :;uleño de más de quince siglos, es asornbro-
,En ;il;;'a interpre-
1art'0 en adoptarlo.
I tanlo corno ensueño de las so vetr r:enacer allí, con vigor v exi:berancia"
gerrnánicas srltrnos, la cultura de la espirai y de las tra-
I
I
I
sonrre Ia naturatreza y ";;;
lr;Iil*; es una vieia ('c¡:ías, rnientras que el cristianisrno irlan-
ficción romántica; lu"-r:urá",'iu ur*rnía,
medida que,se io*po"r*", la tlós toina su acerato propio, se obstina, en
nes naás audaces "*^ir. ""*UÍnacio_ r'orltrovel:sias farnosas, en conservar slls
4*.1u opus
condenan sin rernisión. ' farancigerc**-lu ¡rosiciones personales en la. liturgia y eir el
n'alendario eclesiástico y prolraga Llira hagict-
,^!lunarte
de-
gótico es, pues, Ia exprcsión pura
pensamiento y p,r'atía. llena cle rnaravillas en La que se nlez-
cictrenraies. tr{asra p*éd".de una dJrqu"dá ,'frrrn epopeyas prehistóricas. Cualesquiera
d;;;;r;;"e, por "._
c-una,_pertenece esencialrnente su (lrrc seaxt las aportaciones rnediterráneas a
a i^ l;r civilización irlandesa ---por ejerraplo, la.s
ción del Atlántico. n-as relác;orü quu* "i*il"r_
a la Gran Bretaña y u f'ru*á* l" uníar¡ olt:bidas a los rnorejes coptos de algr-lnos
econórnico, el carni"o-q,1. ter¡:eno nlonastel:ics-, no se puede negar que allí,
por Noyon a las ci¿rdádesib; e; "lno"rágiii, ,'rr n-rlcno Atlántico, hubql un f,oco rnuy anti-
mer"cantiles clc. :'uo "y' mr-ry original, una especie de celtlsmc
Chanapagne marcaron con aportaciol-las
nuevas y apreciables cl fondo gético n¡;rr-ítirno cuvo pensarniento y cuyos inten,
cle Oc tr¡:; :;c] of)onen al hun-lanismo clásico no l:)or
cidentc y rétorzaroi.r Jo q"",
época in ,rzírrr' () por .juego, sino en r¡irtud de una
"Jl"
48 mil como momento histórico
Introducción ai.ro 49

estructura intelectual que no es ni la del L:oran las cruces publicadas por Frangoise
Mediternáneo ni la de Germania. Sin duda, Itenry' se hayan podido copiar ciertos rnar-
fue allí donde se realizaron las experienciaé liles carolingios, no son éstos, ni mucho
más audaces sobre la forma ddl hornbre rnenos, los que dan su caráctet a tales mo-
considerada como tema ornamental, con numentos, sino el antiguo disco solar com-
los hornbres-paimetas, los hombres-laóerías binado con el crucifijo, los paneles de lace-
de los antiguos evangeliarios. Fue cle alií de rías, las escenas de caza y de guerra
donde salieron no sólo San Colombano, fun- csculpidas en los plintos y que provienen
dador de Luxeuil y de Bobbio, sino aquellos cle los antiguos cantos épicos insulares. Fi-
peregrini Scotti, peregrinos de toda lá cris_ nalmente, de este medio sale el pensador
tiandad occidental qué iban a enseñar a to_ rlás extraño y acaso el más profundo de
das- partes sus extráños secretos, la rnagia toda la Edad Media, Escoto Erigena, cuya
de las combinaciones lineales, o el arte ?e teología visionaria, de rico contenido meta-
la miniatura carolingia yuxtapuesta f'ísico, tan vivamente contrasta en el siglo rx
encuadernaciones en que los iabujo.r", -bajo con el academicismo del pensamiento bizan-
tán rnontados todavía corno lo hácían los "1s- tino y sus vanas disputas.
orfebres bárbaros-, un renacimiento de la En cuanto a los escandinavos, llevan el
figu_ra hurnana tratada según los principios cspíritu a otras reflexiones. Se olvida con
rnediterráneos, y, por otra part", irrururrllio- demasiada frecuencia que hay dos clases de
sos jardines abstractos, párterres de lace_ germanos: los germanos continentales y los
rías donde la forma pura delectándose con- pueblos del mar. Mientras que los priine-
sig_o misma ofrece un pretexto ilimitado a ros encontraron desde mucho tiempo atrás
todos los caprichos de la imaginación. Es su sede territorial en la región de la Euro-
el despertar,de algunas de lal viejas for- pa Central que ha tomado su nombre, y
mas, especialmente la contracurva, que, a después del fraccionamiento del imperio
principios del siglo xrv, contribuire ai eáti carolingio, pero sobre todo después de la
lo flarnígero. En otro aspecto que no sea fundación del Sacro Imperio romano ger-
el de la decoración, ¿qué hay de común, mánico, su acción se dirige sobre todo ha-
por^ejemplo, entre las torres-finas y altas cia el Este, contra los eslavos, y hacia el Sur,
de Glendalough, que son como cirios de pie- contra ltalia, las incursiones de los nor-
!r., y la maciza arquitectura carolingiaf mandos se propagan en un espacio inmenso,
Y aunque en algunos de los relieves qrrJd"- principalmente en el Atlántico, hasta la gran
Focillon.-4
Introducción lil año mil como momento histórico 51

gpoca de los vikingos, en la que Canuto el arte gótico debe ciertos eler¡rentos fun-
fulda un imperio que engloba Inglaterra, damentiles a las iglesias de rnadera de No-
a la espera de la conquista definitiva de rLrega se basa en una interpretación crono-
ésta por otro vikingo cuyos padres habían lógica rnás que dis,cutible y el una asimi-
pasado a ser, un siglo antes, terratenientes laóión inexaóta de la técnica de Ia rnadera
vasallos de Francia: Guillermo el Conquis- y de la técnica de la piedra. No; lo que
tador. Unos y otros eran contrapuestoi no cuenta es que en esas regiones tenernos una
sólo en el área de sus migracionés, que lle- cultura de un írnpetu y de una vitalidacl
varon a los normandos hasta la Italia rne- extraordinarios que, sobre la rnonotonía de
ridional y hasta Sicilia, sino en los aarac- ciertos ternas prehistóricos, multiplicó las
teres propios de sus culturas. Si alguna vez experiencias créadoras, trenovó el estiio ani-
t_uvieron los germanos continentales aptitu- *át y demostró la riqueza de sus aptitudes,
des originales, puede decirse que, en todo ya rnanifestadas en obnas notabies durante
caso, las perdieron por completo en los si- ia Edad del tsronce. La gtandeza de Gerrna-
glos rx y x, pues el complejo de la civiliza- nia hay que buscarla en estos países, fecun-
ción carolingia, enterannente artificial por daclos pdr et rnar, última etgP? del hornbre
lo demás, era esencialmente rnediterráneo, de Occidente antes de los hielos del polo.
con aportaciones irlandesas y algunas su- De estas riberas partió para avanzar hacia
pervivencias bárbaras. Es, en cambio, la etr extrerno oeste, hasta Groenlandia, has-
época de mayor esplendor de la cultura es- ta el continente americano, mucho antes de
candinava, desde las estelas de Gotland los grandes descr.lbrimientos.
hasta las embarcaciones de guerra de Vet- Ei notable, pero no sorprendente, que la
sfold. No podemos entrar en tra difícit cues- cristianización de los escandinavos fuera
tión de sus relaciones con la civilización de neutralizando poco a poco esta originalidad
las Islas Británicas, con trrland,a; para nues- y que el arte rnediterráneo, en su forrna
tro estudio irnporta poco saber lo que die- o**átti"u, acabara por supLantar a aquellas
ron, lo que recibieron. Por otra parte, no encantadoras y extrañas fachadas de lace-
dejaron de ejercer cierta influenlia en el rías que representan la últirna fase, la fase
Occidente continental. No es necesario re- barroca, de la cultura escandinava. Este no
cordar los monstruos de las mochetas de es más que uno de los aspectos del conflicto
Bayeux. Fero tampoco hay que subestirnar que, en él drama de la Edad IVIedia, contra-
estas aportaciones. La teoria según la cual pon" el Mediterráneo con el Atlántico, los
52 trntroducción El año mil como momento histórico 53

pueblos de Occidente con los pueblos de dra angular de la civilización conternporá-


la Europa Central, los germanoi continen- nea, como Grecia, bañada por el Mediterrá-
tales con los germanos marítimos. Acaba- neo, es la piedra angular de la civilización
mos de ver algunos episodios de este anta- antigua.
gonisrno posición de los bárbaros ante
-la construcciones históricas
las grandes del
Mediterláneo, la creación de Alemania por Si insisto en estos hechos, no es para
los carolingios y la impronta que le dé¡a- extender detrás y clelante del año 1000 un
ron, y, por último, el despertar de Occidén- inútil panorama de consideraciones gen-e-
te que realiza sus experiencias propias, sin rales. Es porq,te esta fecha me ha parecido
rornper, ni mucho menos, con el Medite- una de lai feóhas sobre las que se articuia
rráneo, pero definiendo un nuevo solar, un fuertemente la Edad Media. Veremos qué
nuevo territorio para ia civilización huma- acontecimientos se producen entonces en
na. La Edad Media no es esencialmente ni el Islam, con la declinación del Califato de
mediterránea, ni germánica, ni ,.nórdicao. Córdoba; en Escandinavia, con las guerras
Es occidental. No sólo erigió iglesias: eri- decisivas y la conversión al cristianismo;
gió una sociedad. Se esforzó por sustituir en el império y en Roma, donde Gerberto
los escombros acurnulados pof la caída del y Otón III instauran una monarquit tll-
imperio carolingio, el feudalisrno naciclo cle versal muy precaria, símbolo de la fragili
su descomposición y que es propiamente el dad de las aspiraciones italianas de Alema-
estatuto de las organizaciones primitivas, nia; por últirno, en Europa Oriental, donde
como algunos ejemplos que nos ofrece to- los húngaros, después de arrasar durante
davía el Africa negra a finales del siglo xrx, mucho tiempo a Occidente, se erigen en de-
por un nuevo orden público, por la Carta fensores de Occidente y hacen de la monar-
I\,fugr?, por la liberación de las villas, por quía apostólica una frontera contra los
los esfuerzos que, durante siglos, hacen^los 6árbarós de las estepas. Por otra parte, las
reyes cristianos, esos señores feudales, por iglesias del mismo período nos, rlll"lestrart,
aniquilar a los otros señores feudales y por cón la poderosa continuidad de la arquite-c-
dar a Francia esa unidad profunda, eie-ca- tura cárolingia en el norte de Francia, la
rácter de nación moderna que Alemania e adopción y ia propagación de ciertos tipos
Italia no adquirieron hasta hace poco. Oc- mediterráneos de una fórrnula rnu3r ¿n¡i-
cidente, bañado por el Atlántico, és la pie- gua, pero con una novedad ¡:evolucionaria,
54 Introducción Capítulo 1
la bóveda, mientras qLre en las regiones me- El problerna de los terrores
dias, en el Loira, se desarrolla rápidamente
un nuevo tipo de cabecera, llamado a ser
un elemento característico de la arquitec-
tura occidental, en la época románica y en
la época gótica. Se combinan tradiciones,
influencias, experiencias: Oriente, el Medi-
terráneo, Occidente trabajan de concierto.
Falta deterrninar su parte respectiva. Falta
analTzar y dibujar, sobre un fondo todavía
oscuro, ci.ertas figuras cuyo relieve no es
mediocre. Fues la historia no se hace sólo
de corrientes, de acontecimientos y de es-
cenarios: se hace esencialrnente de valores
humanos. ¿Tenemos derecho a hacer intervenir en
eI Lstudio de la historia los fenómenos de
psicología colectiva? Son, sin duda, lo,s más
bmi"il"J de captar con precisión. Podemos
llegar directamente al sentido y a la vida
de"una institución, a las causas y a los re-
sultados de un hecho militar, a un pacto
político. Podemos hasta reconstituir los rnó-
,ril". qn" han actuado sobre una conciencia
humaña. Pero no estarnos tan bien pertre-
chados para abordar la vasta e indetermi-
nada región de los instintos, de las creen-
cias y de los movimientos que ponen en
*a"cit. no al individuo, sino a las multitu-
des. Ahora bien, ¿se puede prescindir de
este elemento cuando se trata, por ejemplo,
de la fe religiosa o de la fe revolucionaria?
Sería peligróso eliminar este dato funda-
Capítulo I El problema de los terrores
mental de la sociología, incluso cuando pre_ tol... Pero pasa el año, el mundo no ha
senta, como ocurre a menudo, un caráóter perecido, la humanidad respira, se tranqui-
fantástico. Estas grandes orrduu ,f".ti"ur, liza, entra agradecida en nuevas vías. Todo
como el amor y el miedo que agitan a todo cambia, todo mejora. En primer lugar la
un pueblo, no son forzosámenie ilusiones arquitectura religiosa. El monje Raúl Gla-
novelescas. El quid está en comprobartras, ber escribe en un texto farnoso, al cual vol-
por lo pronto, en los textos, en analizarlas, verernos: "Fasados unos tres años del año
en calibrar su amplitud y su intensidad re_ 1000, la tierra se cubría de una blanca túni-
Iativas según los tiempos, según los lugarés. ca de iglesias. .. r"
. A^l er-n-nrender el estudio de ,rn grañ año
de Occidente, acaso fuera más oportuno co_
Si algunos historiadores de otro tiempo
cedieron a la tentación de pintarnos con
menzar por establecer sus bases más fir_ vigorosos contrastes este período de la Edad
pel, y no entrar en él por esta puerta di_ Media, acumulando alternativamente las
fícil e incierta. pero, ^por más que los sombras y las luces, insistiendo con la com-
historiadores serios hayian formuládo las placencia del talento en el carácter convul-
reservas más categóricas y más fundadas sivo de la crisis, ¿debemos nosotros, por
en cuanto a los terrores del año 1000, estas reacción, volatilizar la leyenda de los terro-
dos nociones
-el año 1000,
están todavía fuertemente
los terrores-
unidas en buenas
res y atenernos exclusivamente a los hechos
constructivos que se pueden destacar en
rn_entes, sobre todo en ciertos arqueólogos. esta época y a representarla, con optimis-
Ello se explica no- sólo por un concepto ro_ mo, como uno de los momentos felices, en
mántico de la Edad Media propio del si_ suma, de la historia del hombre? ¿O adop-
glo xrx, sino también como un prbcedimien- tar, como lo hacen algunos, una prudente
,to cómodo para la clasificalión de ios posición intermedia, equidistante de uno y
hechos: en el año 1000 llega el hombre de de otro exceso, neutralizar en cierto modo
Occidente al colmo de las áesventuras que el año 1000 y verlo como un año cualqr.riera
Ie habían perseguido durante todo el'si- entre tantos otros?
glo x; la proximidad de la fecha fatídica La cuestión es rnás complicada. En pri-
despierta la creencia en el fin del mundo, mer lugar, tenemos que eliminar del proble-
los prodigios la estimulan; un pavor indes- ma los terrores y las calamidades, pero
criptible, se apodera de la humánidad; han teniendo en cuenta varios hechos. Las creen-
trlegado los tiempos predichos por el'após- cias milenarias no son palabra vana. ¿Cuá'
59
58 Capítulo 1 El problema de los terrores
les son-sus orígenes, su desarrollo rnás o menos impregnadas de doctrinas se-
desigual- en Oriente y en Occidente, -ffruy
sü *uluttt"t. En el be natura deorum, Cicerón
sentido en la evolución del pensamiento el ryu^ndo perecerá por el fue-
cristiano? ¿No actuarían en algún momen- ""p'fü
so. Detro "omo
como el fuego es alma-, como-ei
to del siglo x, en algunas regiones, en algu- il¿ó-;; di;s, el munJo renacerá tan bello
nas clases de la sociedad? ¿Qué parte pudo como
--S"n-t"antes.
tener en esto el despertar de los estudios el milenarismo cristiano, Cristo
apocalípticos? ¿Cómo se llegó a localizar ¿"Uá"goU"rnar el mundo durante u-r-r perío-
los terrores en el año 1000, lo que, a pri- áá- ¿"" mil años latín, eI millenium;
mera vista, parece muy natural, pero que gti"go , e! -en
chiliasme-' Esta idea es esen-
es inexacto? Por último, ¿qué papel desern- "n cristianismo primitivo, en el que
peñan todavía esas creencias en el estudio "i"i""it una vieja tradición judaica' Har-
arqueológico de la Edad Media? Sólo des- "á"ti",iu
nack' ha dilucidado rnuy bien la trayecto-
pués de responder a estas preguntas podre- ;;^d"-está idea y la córnplejidad de los
mos analizar objetivamente nuestro tema. que la la suprema lu-
"iu**"tot Iós enemigós"b*pott-"ttl
de Dios, el retorno
"ñu-é"tt"
.1"- Ctiuto, el Juicio Final, la fundación
en
1
ü ti"*u á" ,tt reino glonioso' En la litera-
La idea dei fin del mundo aparece en casi it apocalíptica judía, en Jeremías' en
t^
todos los antiguos pueblos Lomo un ele- tr"qttiit, en baniel, así como. en.los Salmos'
mento fundamental de su religión o de su rnesiánico no es limitado en su du-
filosofía, lo mismo que la ideá de la resu- "fi"i".
ración. Aparece además una ide,a nueva: se
rrección gloriosa, lo mismo que el tema de di;;i"g*":la venida del Mesías y la aParición
tra periodicidad milenaria: así, en el maz- á*i oi6t iuez.De aquí una duración lirnitada
deísmo iranio, al cabo de once mil años, se en la rnesiálnica propiamente dicha:
abaten sobre el mundo el invierno v la no- li*itud^, pero no preóisada por Baruch'
""iLru
che, pero del reino de Yima desóienden, pátu qtí"ñ esta teáleza durará hasta que
resucitados, los muertos para repoblar la acabe'lu .""t.tpción del rnundo -texto pre-
tierra. Análogas creencias se encuentran en cioso, pues nos irnpid,e confundir el reino
la antigua mitología germánica, en algunas mesián^ico, en el qúe la humanidad se de-
comunidades musulmanas. La filosofía de bate aúrn contra ei pecaclo, con el reino de
Heráclito y la filosofía estoica estaban ya áiotl"-. Segúrn el Apocalipsis de Ezta y
CapÍtulo I El problema de los terrores 61

según el Talmud, la duración del reino me- mo y cristianismo, Justino, por ejemplo, la
siánico es de cuatrocientos años. pero la retienen como un elemento esencial de éste.
que se le asigna más frecuenternente es de Puede decirse que es el período más flo-
un milenio, es decir, un día de Dios, un día reciente de los conceptos milenaristas. Lo
de mil años. En el transcurso de la Edad que hay a la vez de fulgurante y de oscuro
Media vemos aparecer este concepto de en el Apocalipsis juánico favorecía, a tra-
una sernana inmensa, cuyos siete días re_ vés de las diversas intenpretaciones, ese sen-
presentan las siete edades del mundo, co- timiento de espera, esa fe en alerta, en ex-
rrespondiente la última al reinado del Me- pectativa, que es 1o propio del mesianismo.
sías y con un valor sabático. Harnack El Señor había venido. El Señor había de
observa sagazmente que el principio de una volver. El Señor juzgaría a los vivos y a
limitación de duración no ápur"ó" ni en la los muertos. ¿Cómo calcular los tiempos?
literatura evangélica ni en la literatura Ese día formidable, el día último y la edad
apostólica. Fero el Apocalipsis de San Juan, última del mundo, ¿se estaba ya en é1, es-
taba a punto de cumplirse, iba a aparecer
ese extraño testimonio de la supervivencia
ya el Anticristo? Desde rnediados del siglo
del pensamiento judío en los ciistianos de segundo comienza ya la larga controversia
Asia, es categórico en este punto: el reino entre la interpretación literaria y la inter-
rnesiánico debe durar mil años. Después pretación mística. El viejo milenio judío
aparecerá Satanás por poco tiempo y será cae en el descrédito después del montanis-
destruido. Entonces saldrán de sus túrnbas mo, que lo había adoptado. La Iglesia griega
los muertos para ser juzgados y, como en desconfía cada vez más de lo que considera
el mazdeísmo, un nuevo universo, reino de un sueño de visionarios, hasta el punto de
gloria, será creado por los elegidos. Un ju- excluir el Apocalipsis del número de los
dío-cristiano, Cerinto, se lo representaÉa, escritos canónicos. Los intentos de conci-
según Eusebio, lleno de sensuatidad orien- liación, como el de Dionisio de Alejandría,
tal: después del apocalipsis de la destruc- sólo provisionalmente atenúan un debate
ción y dei castigo, el apocalipsis de las de- que en el interior del cristianismo enfrenta,
licias humanas. Como quiera que sea, en a propósito del rnilenio, el genio judío con
una o en otra forma, esta idea, en sus gran- el genio griego, la ansiedad de un mesia-
des líneas, queda ya como idea ortodoia, y nismo eterno con el misticismo helenístico.
los doctores que intentan conciliar paganis- Los teólogos de Alejandría y de Bizancio
Capítulo I EI problema de los terrores
rechazan el Apocalipsis; las viejas comuni- por embotar las conviccionesapocalípticas?
dades orientales, más o menos irnpregnadas 2Er un fenómeno de ese descaecimiento
de judaísrno, lo conservan. Se puedé creer que suele producirse después de altas ten-
en un fenómeno cle tradicionalismo estre- siones moiales y de la prirnera virulencia
cho que se ejerce en medios confinados: en de las doctrinas? ¿Es, en fin, la interpreta-
el Egipto copto, en Arabia, en Etiopía, en ción del milenio por San Agustín, que pa-
Arrnenia. Pero en Occidente, donde el pen- rece cortar el estado de trance del alma
sarniento teológico es tan activo y tan rico, cristiana o, más bien, que lo aquieta exteir-
no se encuentra el rnismo conservadurismo diéndolo en largos siglos? Pata Agustín, la
en rnaestros corno Tertuliano, Lactancio, Iglesia es el reino de Jesucristo y el milenio
Sulpicio Severo. Es extraordinario compro- córnenzó el año de la Encarnación. Ernile
bar no ya un sirnple rnatiz de tono, iino Gebhart, en un artículo, por cierto valioso
una oposición de doctrina. y oportuno, ptresenta tra cuestión -de- muy
Estos maestros no tienen ninguna duda diferente manera'. Supone que el obispo
sobre la autenticidacl y sobre el carácter africano, en el hundimiento del irnperio de
apostólico de Juan. Ninguna duda sobre la que él es testigo, cree ver el primer acto
venida futura o pnóxirna de Cnisto, que ins- de un drama entrevisto por Daniel, predi-
taurará su reino y la trglesia de los santos cho por San .h-lan, confrrmado por San Pa-
para rnil años. Ninguraa duda sobre el re- blo: el duelo entre el Anticristo y Jesús,
torno de Nerón corno ,{nticnisto. No es de- que, al principio, parecerá vencido... En
rnasiado aventurado afirmar que el rnile- cuanto al último acto, no vendrá, según é1,
nario apocalíptico, con su innpresionante hasta pasados los rnil años del reinado tern-
visualidad, corf sus especulaciones judaicas poral de la trglesia y de Cristo,. Siendo el
sobre los núrnetros, con su jacleantó irnprc- hundirniento del imperio, añade Gebhart,
cisión sobre el rnornento en que los días el "prólogo obligado" del milenario, habia
serán curnplidos, rnantiene a la Iglesia en que añadir por Lo menos cuatrocientos años
esa alarma dramática a la que tan bien sc ál período cuyo prirner día no fue visto ni
prestan los cnistianos orientales y que rc, por el propio San Agustín... Teoría rnuy
pugna al helenismo cristiano. áiscutible, desde luego, la de ese "prólogo
_ ¿Es esta influencia de los Padnes griegos obligado" de cuatro siglos. Si el rnilenio
la que, a través de doctores corno San lc- aguJtiniano, si el reinado terrestre cle Cris-
rónimo, acabó en el siglo rv por atenuar-, tó comienza corT [a lglesia cristiana, es cla-
Capítulo 1
El probiema cle los terrores ó.5

ro que coincide con el nacimiento de Jesús. dicción flagraaete, entre el humanismo evan-
Se comprendería, en rigor, que se tome pélico. q,rJ du Ia paz, y el judaísrno apoca-
como punto de partida el reconocimiento iipii"o, que da la^alarma. En realidad, uno
oficial del cristianismo por Constantino, v otro corresponden a ciertas necesidades
pero no la caída del irnperio, que, por otra
parte, se extiende en varias generaciones y dei alrna, y hasta puede clecirse que se com-
que, propiamente hablando, no es una .,fe-
pt"tá". úáa soclé¿a¿ TtY qtt,ada v, fre-
cuenternente, muy desdichada es natural-
chao. Cuando Glaber cla el año 1000 como
rnente propensa no sólo a la lectura literai
término del milenio, no merece la crítica J* i"u "gxá*d"t textos cXe los ,que satrió el
de Gebhart: tiene razón. Pero, se dirá, ex- rnilenarlsrno, sino, en ¡-rn sentido más gene-
traño reinado de Cristo ese que se ejerce ;;1, ;la interpretación apocalíp-tica de la
en un mundo cargado de tantos pecados, ftiitoriu, al crlito del Dios terrible, a la es-
de tantos crímenes. Esto es cierto, pero el ¿A los mil
Apocalipsis de Baruch lo señalab'a ya: Do- ;;; ;-i Juicio. ¿Cuándoo será?a los rnii cuatro-
áños de la encarnación,
nec- finiatur corruptio mundi. La Iglesia
rnilitante actíra, pues, en la corrupción del cientos? No, rnañana por la mañana, pues-

mundo y para acabar con ella, hasta el día


;; a;" ,vo puedo morir esta misn'ra noche

en que, después de una últirna convulsión y, €rr ese rnornento, mi suerte está fallada'
de Satán, después del Juicio universal, la bué me irnporta la espera,más o rnenos
Iglesia triunfante, la Iglesia de la comunión
larsa en la ñoche cle la tl'lmba, puesto qule
la sen-
-iuez.rnodificar
iutZ ¿**asiado tarde para
en Dios, se instaurará en un mundo nuevo.
i*""iu del soberano El Apocalip-sis
El reinado terrestre no es, pues, el reinado ;l;;t que esté dispuesto, y, atr-fin y al cabo,
de la virtud y de la paz, sino el desarrollo ir *rpt"tosa rniselia del rnundo no es nada
del drama, caída y redención, drama lleno comparada con las plagas que an'lnciarán
de catástrofes y de derrumbarnientos.
Si, después de San Agustín, el milenaris- - fin.
s¡r
X{e aquí por qué, milenarista o no, la
mo parece haber desaparecido de la doctri- Edad Média'en Olcidente continuó leyendo
na de la Iglesia de Occidente, que habría la rerrelación de San Juan y hasta los Apo-
así acabado por adoptar la actitud de los de Ezra y de He¡rnas, que se inclu-
Padres griegos, conservaba una extraña vi- "áfiptlt
talidad en ciertas regiones del pensamiento G;;" ciertas níbhas. He aquí por-qué los
comentari.stas y las ilustraciones del 'A'po-
religioso. Se puede pensar que hay contra- de San Juan tuvieron un papel tan
"uiiptlt
Focillon.-5
Capítulo 1 El Protrlema de los terrores
66 se Lirnita a u11a
El comenta- ce doctrinal de -esta obra pttll"u de dog-
importante en su '/ida moral' de otros fiitl- controverul* t""fá!i"u-*bt" agi-
rio de Victorlno fue seguido hornilías ]na que habían 'üit4u" v ,tü" ¡;nuían
le$"ci:-1"i^*:
chos. No **"ou^*d* cl"iecinueve tandó a tra lglesü"e'i"eui Iá-s Desempencr
;;"";; san ce"'ar"t sobre la obra de san ;"#;;.i";; á"'r H;:J:' clel Padre'
Arnbrosio Félix de
Juan, a la que -ibi;*-nturado la línea de un sran papel -r{U l""ft-" contra partidarios del
Antpert .o"'ug'* á;;;lib;;s' Beato de Lié- ü11*:i ;'iri'"¿á'al r;i;J9'
En
herejía se-
ffi'ilili;;'i"ff';;;;s figuran
oJ ll"tUát"Jad*- Bérenger
de aclopcionir*o c, ááopcianltryo'
á ut:t Y el Fadre'no son con-
bana, Ilaimon
a'" Saint-Gerrnain ffitl'i;ár ruio fue etr'egida'"adap'
Ferriére, Rémi,-*.":--siglo vrlr y etr s'lglo x
f,,el
^nciat*,, ot'*''""f
d'Auxerre, gü€, ""itáJl ffi;'ü'J"i'ü;i; óu'u i" p-erreccióncomen-
'' Fero
Habría que ábatca el
;';;;;*; fl i*iiiá'ioso f,ibro' __San *T h"i;;t" h*'"*"t-to.qye
rnucho más
detenerse ",p*uiáiáu"n" en .B3atoejerció una tario del Beato'"Já rléU*na es
Beato_-, porque su cornentario en etr pen- ;?i*rf ,' ;: il:,S;'*T.::' ii:'::?: ;ili?
;"{il;"tiJe;áil"d. v d'rradera' j:ilt#1"",""#"'u"^u-'' .'"t.la
á"
tra elqd Media du- .Á¿l'il'
sawriento v A*"
#ü;id";i;d;"" "ilñe'de Sobre é1 cono-
-algunos itÁa"i"'. r¡intura los ;;;ñ¿"tos
*¡-slaml"a.la
de de aqueila cris-
;;;t datos biográficos interesan- ir'^iiá"á -igiuttut que aqyí representan
"Apocalipsis' tenemos
ü."Ñ;;l"Jt rtuóit elespirituatr
año 710-v -ffruerto
de la reina i;';i"t- del
Ttt?íti"i* díis de
detr m"-rndo
en 798, to," *u"tor ui-r cuadro de la catás-
de Oviedo {774'
Osinda, estr)osa ¿"titu'"te'v con todo A *ui"tt*io horror a las irna-
783). R.epresenta, pues' una
expresión' de
ffif", ; h*"r"-óátt i*ry":::ar
acueLla .trltrrot- "tiitiana
que los príncipes ginaciones oe l'arnanera rnás convincente'
contri|:uían surno la singtl-
á;T#t;-^*; t;is"" visi'fodo' Al¡ad En é1 u" *,'"t*"1tt-"* gradoorientalisrno de
a manten", "o"ái";;t;; áe'Esnaña' laridad a* u'u'uul';;;""á; con las cornbi-
de Liébanu, p"oiá"Étit-1.*uiéá a aquella occid-ente q"; ;;í{'-i-^qui' el encanto a la
por el Islam
cristiandad *t;;;üá-inftrt:idahíbridos de la iraci.ones x,t"pl;t;;f I;i;;'
oue es ,nt. d"'"ú'J'"o"il*ttser-que fue uno y slrave de1 color' Los
"")^"".p1í.;:-;t.";; que leen' tr-as
Parece
3*iru..li" iüárlca' Áit"i"o.y de- Ernerio de
rcxtos están tü;il;;á"s a los libros' a
d.e los rtu"'t'os'á"
el autor cle t;;;;*' d"';'l;i admirables
osrna. Pero ;,*;tb;; lgui' Y rnás aún su
i'rasPo-
del i;;';;;o iaben leer' No hav
\ss Cometotariá's;;; clvisla
Apacaldpses'
que etr atrcan-
sición en La p;;;t; d; ias basíxicas'
año776.p*o"*Já [ti*"t*
69
68 Capítulo 1 El problerna de los terrores
u,
qr.le olvidal: nunca que, fuera del mundo de cientemente después de Elisa Mailiard' No
los clérigos, la cuitura de la Edad tVledia sá trata de trn epiiodio pasajeno ni lirnitado
es una cultura r¡isual y que las enseñanzas a España , a la Francia R{eridional -y al im-
de la fe se propagan a las multitudes por perid, pues un manuscrito de Carnbrai nos
los ojos. Nunca se insistirá dernasiad"o en permité restituir una filiación francesa y
la irnportancta de los Cormentarios y de sus gOtit^ a una rama angLonormutq"' La idea
ilustraciones. Considerable en la época ro- áel Apocalipsis escoltá toda la Edad Media,
rn/le-lica, coxno lo ira demostrado Mále .-a ,ro los rbpiiegues de la herejía, en -el-se-
pesar de las diferencias de estilo, rnuy pro- "ti
creto de laé páqueñas sectas escondidas,
fundas-, carecernos d.e etrernentos de apre- sino bien a trá vista y para enseñanza de
ciación positivos sobre sus efectos en los todos. Así lo prueban no sólo Los tírnpanos
siglos rx y x. Fero no cabe duda de que es- del Juicio Final, esculpidos en el siglo xru,
tos bellos rnanuscritos tuvieron que impre- sino ios tapices detr Apocalipsis de Angers
siona¡: a numerosos fieles ni de qlle comerl- dibujados por Jean de Bruges y ejeculados
zatoÍr a influir en etr arte n:rolluraentatr antes oor Ñicolái Bataitle hacia BTA. Añadirernos
del renacimiento de la gt:an escultura. L,r. todos los rnornentos agudos de la'
Fon otra parte, no eran únicos. Al lado fL, "t
por ejernplo, cuando se prepara la Re-
de los Apocalipsis rnozárabes, hay los Apo- forrna, a" fi.náles detr siglo xv, el despertar
calipsis carotringios, cuya tnaciición pervive de la idea del ,{pocalipsis tiene algo de ex-
bajo los Otones y hasta rn"ás tarde, y entre plosivo: inspira las maderas de Durero' Se
los que se puede considerar el Apocalipsis podría uug,tit su rastro mucho rnás tarde,
de tsamirerg, pol'ejemplo, como un monu- y puede décirse que cada vez que la hurna-
mento tardío. A una o a otra de estas co- ii¿a¿ es sacudidá en sus profundidades por
r::ientes correspondelr, rnás o menos, las un cataclisrno político, rni'litar o rn'oral de
grandes escenas apocatrípticas pintadas en inusitada amplitud, piensa en el lnal de-los
los muros de las iglesias en el siglo xr y en tiempos, evoca el Apócalipsis. En l<¡s rnedi'os
el siglo xrr. Tenemos la descripción en ver- dond^e arde el fervbr de un catolicisrno vi-
so de la de Saint-Benoit-sur-Loire y el tiem- sionario, el genio de Claudel interpreta y
po ha respetado en parte las escenas apo- comenta a su vez, para nuestra época ate-
calípticas que figuran en la planta baja y rrorizada, el Libno-ql-le predice v describe
en la ptranta del porche de Saint-Savin-sur- el drama de tros días Postreros.
Gartemue, que Yoshilcawa ha estudiaclo re- Si el ,A.pocalipsis y los comentarios apo-
71
Capítlrlo i El problema de los terrores
calípt-icos presentan a través de los siglos no significa uD pllro pesimismo intelectual'
reli-
esa vigorCIsa continuidad, si es cortejo de Obedece ciertamente a una convicción
vivo qtle'
I3s grpn{es-in_quietudes del hombre, ui-r"r_
tiene la fe de los reforrnadores *rr"rrgéli"ou,
;*;. nl m*"do es cofi¡o tln ser
9p;"r*i" ;f-periodo de tra madurez, ha en;
desde J'oaquín de Flore hasta ei protestan_ ;;.á; en 1á veiez Y 9u€, como Predijo .ei
tismo, puede considerarse, pues, corno un Apóstol, tiene que morir' Análog,t "t11otl;
elernento esencial del pensárnlento r"ligio;; encontrarnos, más Íirme aún' en ei
en Occidente. Fero no está forzosarnente "ión
;ñi; ñ;;;; la viáa de san Fardoux (787)'
unido ai rnilenanisrno o, más bien, tiende 5e expres a categóticarnente.":" ."1 formula-
forzosanrente a desprenáerse de é1,'trjGse rio de las escrituras de cancilierÍa compues-
del miienio agustillíano o de un milenio ir p". inonje Marculfo en el siglo vn:
prorrogado, pues la fecha detr fin del mundo tin di "t c ent ib s ap r
p Ú.-
er rmimurn r wini s c r
sigue siendo ambigua después clel año 1000"
';;;;;"";;"*
A,4 t es w

indi"¡o certs ma-nif estarLi "'


6'

¿No será que en núnrero f .OCO se interpretá ilr d;; ñrece dernostrar que 11 cronología
corrlo un nírrnero sírnbólico? Corno qLiera ¿ut'*nf"io sigue siendo muy incierta' Err
que sea, en la doctrina de la nglesia sólo ior t¿i*1"o, ,riir*"s se observa una rnezcla
Dios puede determinar ei terrible trnotrnento, á" t"g,r"idad y de imprecisión' Vol"vernos a
sótro Díos sabe cuánclo vencerá pú;;.-i; én más de una escritura de do-
cuestión está en averiguar si los "l ^hornbres "rr.ifttutlos
;;;i¿;-d"l siglo rx. Y es curioso comprobar
del siglo x tornaban uií las cosas y si, en q.r" el siglo x son ya rnás raros' Sin ein"
víspenas de los días en que se iba" a "tt
d*rgo, se encuentran ejemplos en el oeste -'¡
plír el nailenio agustiniado, trIo sentían""*_
pe_ ;; ;t iur de Francia, entre otros en unaydo-
sa;: sobre ellos la amenaza directa de este ,r^"i¿" de Annaud, cánde de Carcasona de
plazo. Cornminges, en Ia abadia de T-ézat Oaa):
El sentírniento difuso de la .,noche del nlincl¡ tírm.¡n¡ appropinqwante" ', y-en la.es-
rnundo,, se rnanífiesta en la Edad Media en de fundáCión del priorato de Saint-
CIccidente rnucho antes de Xa fecha fatídicá. ""it,rtt
Gerrnain de Muret (9aB): AppropinqueÍ'Lte
I-a frase mundus semescit no expresa sola_ etenin+ nnwndi termüto et ruinis crescenti'
rnente Ia tristeza de un espíritu d'esalentado
r;ne asiste a una progresiva caída de la ci_
;;;...1 ¿S" trata de sirnples cláusulasun
de
anti'
estilo, exiraídas maquinalrnent-e de
i rlizacíón, a urtr constante baiar detr nivel gno formulario? En cierta rnedida, sí; pel'o
l.i.irnano desde ias invasiones germánicas, 5u contenido, aunque se ernplee por costurn-
72 Capítulo 1 lr,l ¡rroblema de los terrores 7t,

bre-secular, no es menos auténtico eue el dc rk: la Igiesia: no pongamos fecha al 'luticirr


la fórmuia: "En el nombre ciel padre, del liinal, ño lorcernos el secreto de la l'rol'i-
I-Iijo y ciel E,spíritu Santo.> En todo caso, re- nlt'ncia" Su tribro, escrito dos años anxcs clcl
telgarnos estas fechas. En el segundo tercio :rrro X000, era quizá de actuatridad. El ca:;c)
del sigtro x encontramos otros hechos que t'S eu€, *átt" ió años 940 y 970, aproxim¿r"
coriviene tener en cuenta al estudiar la ,lamente, ciertas cartas, un sermón' tln l^Ll '
creencia en el fin del mundo. ya antes cte r rnor F,opllXan atestiguan irrefutablerrrcrltc
lrr
esta é¡roca, en el año 909, el Concilio de t'rceCciá y la proximidad del fin del nrLrnclq-r'
Trosly invitaba a los obispos a que estuvie- A pesar del carácter sospechoso de [a crcl-
ran preparados para dar cuenta de sus ac- rrica de Jean Trithérne, qlne no es prropia-
tos, pues el día del Juicio estaba próxirno. nlente hablando una fuente original, pttestcr
tsero es a rtlediados del siglo x cuando pare_ r¡ue data del siglo xvr, la histori-a dc Bcr-
ce haberse producido un movimiento iñten- ,iardo de Turingia, que él sitúa en cl
so, Ltrna crisis. ;tño 960, no es absolutarnente desdeñable:
- A _esta época corresl-¡onden, en ef,ecto, tiene una especie de conflrmación en los
dos. hechos que cuenta Abbon de Fleury, hechos que hemos evocado y qlle son apro-
nacido hacia 940. En su primera juventu"d xirnadamente conternpráneos: según el cro-
había oído en Farís r .rñ predicádor que nista, ese eremita compareció ante una jurl-
anunciaba para el año 1000-el fin del *i.,- L;; de barones para anllnciarles qtle Dios le
do, seguido de rnuy cerca por el Juicio F.i- había revetrado la proxirnidad del último día.
nal. Reiata también un ,:.rnnor difundido en No es, pues, vano afirrnar que, a media-
Lonena: el irrundo terminaría el año en que dos y a piincipios de ia segunda ruritad del
coincidieran l¿ ,Anunciación y el Vierñes siglo x, se produjo en Francia, en Lorena,
Santo. Estos rumores corrían hacia el cii Turingiá una recrudescencia de la deic-
aña 975. Fero la coincidencia, que se había Lri.na de la noche del rnundo y acaso del
producido ya en el siglcl l, se ?epetinía en rnilenarisneo. Se rnanifiesta no sólo en las
992. La Apafogía, de Abbon, es -clel g9g u. ca.ncillerías, sino en la Iglesia y en }a con-
El futuro abad de Fleury, al neanif,estarse ciencia popr-rlar. Pero llega adernás a otros
contra el preclicador pa.risíense y contra la inedios" en los que se siente la necesic{acl
agitación lorenesa, aplica, como todos los ¡le cornbatiria. En el aña 954 Adso, a ]:uego
auto]:es eclesiásticos posteriores a éX, hasia cle la reina Gerberga, esposa de Luis de IJI*
It¡s modernos, la sabñ y prudente dóctrina tramar, coirtpltso st. Libellus de Antechris-
Y
i4 75
Capítulo 1 E,i problema de los terrores
to, tan farnoso que se liegó a atribuirlo ora r:l irnperio romano y el rerás grande y-e1.ú1-
a San Agustín, ora a Raban &4aur o. Esto ;ir"" i; t.¿ot los r"eyes' Desp-ués de haber
era descorfocer una personaiidad conside- óL"rtudo con sabid"r'lría , acabatá yendo e
rable, el vígoroso reforrnador de la gnan Jerusalén a depositar su ceLro y sL1 corona
abadia de l\4ontiérender, en la Charnpagne, en el Monte de los Olivos'
que fue el constructor, o al menos el inicia- Fáginas melnoral-lles en tras que vernos la
dor, de Ia l¡ella iglesia consagrada a finales do.iuTi*u d,e la lglesia unida 3 una idea -po-
del sigtro x por el abad que le sucedió, Eé- ii;i"^. i; docriña de la trgtresra: el hoinbre
renger. El interés político de este escrito t * pttud* poner fecha al fin del rnundo, se-
no pasó inadvertido para los historiadores ;;-;; de 1á d,iviraa providencia. Idea polrtí-
de la Edacl Media, que ven en é1, con razórt, ca: la vocacióia imperiaL de los francos no
una prueba de la permanencia de la idea ha t*o*inado; cierfo qtle el imperio ha que-
irnpeníal eil Occidente después de la des- áá¿o clestruido y que los re-inos se han
composición detr imperio carollngio no iupá"ud", pero siguen existiendo reyes itSt-
-y im-
sólo cle la idea imperial, s rec' de la idea privi-
o.i qr* c\'eben neantener el imperio,taxati-
perial franca-. Kleiirclauu"'o y, despr.rés de i*gl"^V rnisión que les corresponde
é1, Fliche " han tenicio el acierto de ponen .,u"*uátu. Se puede pensar que el hábil Adso
de relieve este aspecto del Trataclo de Adso. irá olvida qub escribe pala la esqosa de un
Fero interesa no rnenos directamente a rey carotringio y que en la dignidad misrna
n¡.restra investigación. No hay por qué te- de s!,1 d-estinatario encuentra un ra'zarra'
rner el fin del rnundo y la aparición del ,A.n- miento capaz de tranquilizanle sobre ei des-
iicristr¡ inie¡.rtras los reinos no se separen ii"" a"t mtn,lo aX rnilrno tiempo que de sobre
del irnperio romano, del que forrnaban par" ál p.i"""ir de su raza. En vísperas los
te integrante. No han llegado aún nos tiem- días en que, en efecta, se iba a reconstituir
pos. Cierto que el irnperio romano h;r que- i*p*.io, sobre otras bases y en beneficio
ciado destruicio en gran parte. Fero rnlentras "f
áL-lá""rtu de Saionia, esta confianza de urr
los f,rancos tengan reinos q¡je sostengan ;b;J de tas Galias en la función imperiai
este irnperio, sr.l dignidad rio se derrurnbárá áe ta rnonarquía f,tanca tiene algo de pa-
completarnente: se rnanteiedrá en sus re- téiico.
yes... Sabernos, en ef,ecto, por nuestros doc- No ofrecen rnenor interés las partes es-
t_orgs que, en los postreros tiempos, Lln rey pecialmente consagradas al Anticristo, pol-
de los francos será dueño y señ-or de tocló f,n" ti*toau" también a luchar contra l'a
76 Capít!-110 I ll,l problema de los terrores
creencia en la nCIche del rnundo. No sólo no bierna el Anticri.sto.."" Dijérase' pero no
es posi.ble el fin de los tiernpos mientras hav tal cosa.
'"'ó"-á^,
los reyes francos mantengan etr irnperio, n"*t, dernostrado que a mediados
sino que no podrá llegar antes de la gran dcl sielo x hubo un movirnie-nto y-coryg
apostasía preclicha por San Pablo. En cuan- -". ái"á¿l l* iu """"tt"ia en tra noche cletr
to atr Anticristo rni.smo, al que Aclso tiende nlundo, ya vlsibie, peJo más vagalrlente' efi'
a confundir con ia Bestia del Apocalipsis, il;i;l;; ttr y vrrr'^ I{asta podemos fijar su
nos da tocXa su historia, que es en parte la cronoiogía. Entre 940 y 950, algunas cartas
contrapnreba de Xa vida de Cristo. Debe na- á!i i"" ?e Francia resucitan las frases des-
cer de la tribu de Daxr, erl Babilonia, y á1""iáá"u clel formulario de iMarculfo' caí-
reconstruir ei ternplo de Jerusatrén. Su rei- das más o rnenos en desuso en el siglo an'
t*i.i, ti" duda bajo la influencia de la
nado dura.rá tres años y medio s¡1¿- los carolin-
y -|s5
renta dos rrreses previstos por el Apocalip- ;;;;;";;ián
g"
det imPerio Por
eiát. el año 954 Je esperaba la próxirna
sis y cr-rya señalación cronológica, en el i""l¿* de1 Anti.cristo, puesto qtle Adso En es-
rnitrenio, había sido estudiarla por San Agus- *iiü* u"t Libeltrus para iefutar esta idea' en
1.ín--. ,Aunque estos acontecirnientos sean 958 Abbon era nóvicio en Ftreury, y fue
aplazados a un indiscernible futuro, el A.n- ;E;;;;,r.l, "u decir, hacia ese fin año, crra-ndo
ticristo ha tenido y tendrá siernpre creyen- u" París predicar sobre etr detr mun-
{ tes. Cada rlez que vernos aparecer un mons- "yd
áL, **V próxirnc,. En 960 Bernardo, etrerni-
truo de irnpiedad, guardér.nonos de creer ta'de lás-rnarcas cle Turingia, anuncia que
en la venida clel Anticristo. Recomendación ñloi r* 1o ha reveLado. Fasados diez o-quin-
que ayuda a comprender ciertos textos de la *"-tntu, circ¡.rla todavía esta idea, -y la e9-
s:egunda n'ritad del siglo x en los que los conirariros, ltna vez rnás, en la Apología' de
desórdenes del tiernpo están pintados al ALbr;r "M* he opuesto con-todas nnis
servicio de cierta causa y que no se deben a esta opinión lla venida del 'A'nti-
f¡-renzas
toillar al pie de la letra, a pesar de su tono cristo tlna vez crlmplidos los mil años-l' lrlel
apocalíptico" Pon ejernplo, el farnoso após- ¿lu*tu los Evang*iiot, el Apocalipsis v.eL
trofe de Arnulfo, obispo de Orleáns, en el njbt; de Daniel;" el abad R'ichard, cledefeliz
Concilio de San Basilio, tan irnportante en *"*t"iu, qtle había recibido cartasque Lo- las
}a hi.storia de las Galias y de la carrera clel *na sobre este asunto, rne ordenó que
fnturo Sil.¿estre trtr ": "Dijérase que nos go- contestara'rs. Todo nos rnclina a creer
78 Capítulo I1 El problema de los terrores
este rnovimiento va subiendo corno una fita- iVIayeul, escritas en los años 1000 y- 1040.
rea a rr'¡.edida que el siglo va acercándose por ¿intlireo, Raúl GXaber, qnre, por lo dernás,
a su fin, y que el año i000 es el punto cul- cree que el fin d.e los tiernpos y el reinado
rninante de estos terrores. de Satanás están próximos y que pi.nta el
año 1000, cotrno ha pintado toda su época,
2
con los colores rnás sornbríos, no señaia
movirnientos análogos aL que hernos coml-
Es curioso que no encontrem.os trazas de probado a rnediados del sigLo, rnás exacta-
este hecho en ios escritos oficiales o en los rnente en el período 94A-970. Es más: para
cronistas conternporáneos. Tanto rrrás ex- Thietrnar de Mersebourg el año 1000 es todo
tnaño cuanto que la creencia en el fin del lo contrario de una fecha de espanto, pues
rnundo, ur,a\tez pasado el plazo del mitrenio, la interpreta como el gozoso mrilenario del
recuperó su vigon en el transcurso del si- nacimiento de Cristo: "Llegado el milésirno
glo xl. Ni en el pnotocolo ni el texto de los año desde el salvador alurnbrarniento de tra
diplomas de Roberto el Piadoso, rey de Virgen sin pecado, viose brillan sobre el
Francia en el año mil, reaparecen las viejas muñdo una aurora radiante,r'u' lVIe niego a
fórrnulas sobre la noche del rnundo, y Pfis- ver en este texto la pura y sirnple connpro-
ter 1a señala solarnente "neflexiones triviales bación de un herrnoso día. Tenernos dere-
sobne la necesidacl de socorrer a las iglesias, cho a preguntarnos si no debemos ver aquí
a las abadías, a los servidores de Dios, de más bien una reacción cal.culada contra tros
ayudar a los pobres y a los débiles. El rey rniedos difusos, tln ejernplo más de la acti-
expresa la espenana cle que, a carnbio de es- t¿ld de la Iglesia ante el rnilenarisrno, quizá
tas buenas obras, Dios protegerá a su reino también tra expresión de un optimisrno polí-
3r después concedená ia vida eterna a él 5r ¿ tico en el cronista de los emperadores sa-
los suyos". Xgual silencio en rnás de ciento jones...
cincuenta bulas pontificias prornuXgadas en- Se podría pensar que la creencia en los
tre 970 y el año 1000. trgual silencio en los días postreros ha muerto y qile la hurnani-
analistas de }a época, vanios de los cuales dad ie ha tranquilizado. Expirado el plazo
ni siquiera hacen rnención d,el año fatídico, fatal, el munclo continúa, se puede, pues, vi-
por ejernplo Aimoin de Fler:ny, Cld.oran de vir en paz. Fero la vieja ansiedad conserva
Sens, .Aclhérnar de Chabannes. Lo neisrno tc¡do su irnperlo y, si nada indica que hubie-
ocurr e en las biografías de AXrbon y cle San ra terrores en el rnorriento c¡:ítico, sí tene-
Capítulo tr El problema de los terrores 81

mos datos positivos sobre el miedo al fin dice el analista sajón- las calamidades:
detr mundo que se rnanifestó poco después. guerras, harnbres, epidemias, ? la vez que
En escritos mencionados por Jules Roy'o y Ios pr"sagios funestos, y, en todas las nacio-
relativos a Ia misma región a la que se refie- n"ril^ trómpeta celestial anunciaba la llega-
ren Las cartas de los años 944 y 948 da del soberano iuez.
restitución hecha en la Ñadía de Lézat -una
en Nos hallamos en presencia de una situa-
1030 y un desamparo sufrido por tra misma ción paradójica: a mediados del siglo x y
abadía en 1048-, volvemos a encontrar durante tod-o el siglo xr tenemos pruebas
la frase del forrnulario de Marcu\fo: Apro' categóricas o señales importantes de la
ppinquante etenim mwndi ternoino et ruínis creeñcia en el fin del mundo: en los años
biesientibus, qtrizá repetida, después de to- inmediatamente anteriores al año mil y du-
do, como una iirnple fórmula convencional rante el año mil ya no las hay. Al parecer,
estereotipada en una cancitrlería lejala, pero el momento decisivo dejó indiferentes a los
que conrésponde también, indudatrlelTlente, hombres. ¿Debemos creer, con Pfister, que
á cierto estado de tras creencias. Jerusalén 1o que yo he llamado, con palabra un poco
parece haben sido, a este resXlecto, lo que fueite, un poco dramática, la crisis del si-
,lodríarnos liaman un eje de cristaliz.ación. glo x no era más que una pequeña y o-scur?
blub*r, al relatar eX viaje que hizo Odolrico, herejía, combatida con éxito por la Ig^lesia?
obispo ctre Orleáns, a los Santo,s Lugares- en ¿De6emos creer que la obsesión del fin del
102& nos dice que La extraordinaria soh-ci- irundo o más bien el miedo al Juicio Final
tud detr pueblo de Jerusalén era, según los
-peregrinos, había acabado por separarse del cálculo
rnismos señal anunciadcra den agustiniano del rnilenio, en fin, que se podía
infame Anticristo, al que los hombres -espe- y-hasta se debía seguir leyendo el-ApocaliP-
ran, etr1 ef,ecto, al final-de los tiernposrT. Se- sir d" Juan y temiendo su terrible cumpli-
gún el rnonje lernosín Guillermo Godel", €fl miento sin ádherirse a las doctrinas mile-
Ju retrato dé los acontecirnientos de los años naristas? No creo que los terrores del
1009-1010, rnuchas gerites, atr ocurrir la to- sigio x se puedan interpretar como una he-
rna de Jerusalén, créyeron que llegaba el fin rJ;ia propiamente dicha. La Iglesia ha po-
del mundo. En los últimos años del siglo xl, dido tratarlos como tales, pero correspon-
cuando reinaban el emperador Enriqtle IV den a un estado de espíritu más o menos
en Occidente y el ernperador Alexis en Bi- constante en ciertos estamentos de la Edad
zanclo, se multiplicaban por doquier -_así Media, mientras que otros estamentos de la
Focillon.-6
ol
OL Capítulo I El problema de los terrores
caoas oscuras, estuviera agitado por
mistna época pensaban, sentían y obraban el mie-
de otro modo. En la historia hay elernentos ;J;iil-J"-t á,"'¿o, la veidad.e: q¡,q lo do-
un
racionales y eiernentos irracionales. A los *"1". *i"¿o -un miedo mal definido'
primeros corresponden los fenómenos de ;ilJ" "i;6do-. Este miedo rebasa la estric-
anterior a é\
estructura, las grandes combinaciones po- ;';;;";i;Já ¿"funo mil, es
él' Cierto que no
Y
abatió
líticas y económicas, ciertos movimientos no se extingue con
bien definidos del pensamiento. I-os segun- ;i ñ;;bt;-de occidente, -que continúa su
dos nos hacen penetrar en regiones de la ;;r;;:úüó un cielo lleno de presasjos'-Pero
vida humana mucho menos definidas, mu- ia .,eíoriósa aurora" de Thietmar de Merse-
cho rnenos fáciles de analizar, porque los ü;;;;-ut áat cierta que la. terrorífica
románticos'
valores afectivos viven en el eterno cre- ;;;h; de los historiadores
"-f;;;*ot
púsculo de los instintos. Se diría que dos u ciáber' que sigue siendo la
razas de hombnes trabaian al mismo tiem- t"qái f""nte sobre esta- ép-oca extraña y cu-
^haberse
po, en los rnismos lugares, por las vías más ,ro 'int"r¿s está lejos de agotado'
diferentes. Los últimos años del siglo x, in- iár" .á*á d".t *uttto sobre los hechos' Pel
cluido el año mil, y ios primeros del siglo xr ." "ui" iu-Uién lomo documento personal
nos muestran en acción a los rnás vigorosos una expresión rnanoseada' co-
constructores de Occidente, cabezas sólidas ".
ár"*ot"undo
át'."*""ro humáno' No cabe duda que
y claras, llenas de ideas alavez bastas y de- ." i"fot*ación es considerable' La tomó
finidas, incluso cuando están imbuidas de ;; ói;;t,- q.t" lo sabía todo' Pero ningún
de orden'
ciertos sueños imposibles, grandes prínci- t""ti¿" Lríúco, ningún principio para los histo-
pes, grandes prelados, jefes de órdenes, mu- .r-ásto Que tñát grave
jeres de acción, observadores históricos -lo "t dotes
ii.át."t rnod"tttos- cón especie de de artista'
excelentes que ven y hablan claro, como J" urti.tu visionario, una rudo
-
Richer, el discípulo de Gerberto: en suma, ;;"i" apácalíptico que pintá, no sólo los
toda una superestructura humana bien ar- fi;;it;t ; lot üombrds, sino su.halo de pro-
mada. Por debajo se extienden zonas de disios. A veces, en su latinidad rústica' tan
de los
sombra, fuerzas y flaquezas inmensas, on- ;iF;;;;;; d" iu'elegancia ciceroniana
muy afor-
das de fe, de valor, de desánimo, de miedo. serbertianos, surgá una expresión
El año mil nos ofrece, como veremos, un íunada, que hace efecto de imagen V ile
recomperisa al lector' Es curioso ver a
cuadro con fuertes contrastes. Aunque nin- Pfls-
gún texto nos permita afirmar que, en sus ;;;:;útable de claridad en sus estudios
de los terrores

sobre el reinado de Roberto el Piadoso, en poco tiempo, para ir a Moütiers-en-Puisa-


los que todo está situado bajo la luz más ye, donde termina sus días. A lo largo de sus
justa, excepto quizá la humanidad de aquel lia¡es de abadía en abadía, conoció por lo
tiempo- luchar con la imprecisión natural menos a dos grandes figuras, Guiilermo de
de nuestro autor y dejar ver, a través de su Volpiano, abad de Saint-Bénigne, y San Odi-
lengua impersonal y severa, la punta de su lón, abad de Cluny. Su vida transcurre en
irritación 'n. Gebhart se sitíra en otro terreno una región donde por entonces tienen lugar
terreno que conoce bien, que aprecia acontecimientos importantes: la conquista
-un
y que siente- cuando, a través del monje de Borgoña por Roberto el Piadoso. Por ú1-
del año mil, sin descuidar absolutamente los timo, fue huésped de más de una casa céle-
demás aspectos, los demás ejemplares de bre y tuvo el privilegio de circular por los
éste, pero dándoles, a mi juicio, demasiado grandes caminos y de conocer el mundo"
poco alcance. Ño es en modo alguno el hombre de celda, el
La biografía de Glaber ha sido puesta en hornbre que trabaja en el silencio de una
claro, sobre todo en lo que se refiere a los vida solitaria: anduvo de un sitio a otro,
comienzos de su carrera monástica, que se trató a los hornbnes vivos de la tierra, cono-
inicia temprano, pues a los doce años ya ció el año mil, no por los textos: 1o vivió,
llevaba hábito, por el erudito borgoñón Er- respiró su atmósfera. Por otra parte, pasó
nest Petit'0. Precisarnente la vida de Glaber las fronteras de su provincia: en 1028 el
transcurrió en las diversas regiones de Bor- abad Guillermo le ltrevó a ltalía. Hay norna-
goña, primero en Saint-Germain d'Auxerre, dismo en esta existencia.
en tiempos del abad Helderico, entre 997 y En realidad, le expulsaron, por su turbu-
1004 ó 1005, con una breve estancia en lencia, de varios monasterios. Parece ser
Saint-I-éger de Champeaux. Al dejar Auxerre que, en su juventud, estuvo poseído por ese
reside cinco o seis años en Moütiers-Saint- demonio de las buenas y de las malas bur-
Jean. De 1015 a 1030, es rnon.je en Saint- las y por ese instinto de sembrar la discor-
it
Bénigne de Dijon, bajo el abad Guillermo, il
dia del que no siempre están exentos sus
5z pasajeramente en otras abaclías, en Béze y
paisanos. El mismo confiesa sus defectos
en Suze. de 1030 a 1035 lo encontramos en con una ingenuidad que los hace simpáticos.
Cluny, ba3'o San Odilón. Por último, vuelve No estamos ante un místico clevorado por
a la abadía de sus prirneros años, a Saint- los fervores del claustro, sino ante un buen
Germain d'Auxerre, que sólo deja ya, por muchacho al que un tío suyo nnetió en el
v
Capítulo I El problema de los terrores
convento al salir de la in_fancia. En otros Satanás será desencadenads." El demonio
tiernpos, R.aúl Glaber hubiera sido uno de ronda desde siernpre en torno al hombre,
esos curas rurales típicarnente franceses, pero más que nunca en los años revueltos'
'Glunr"t lo vio más de lrr.Lavez, una de ellas a
cordiales, campechanos, excelentes sacerdo-
tes y letnados a la antigua usanza. I-etrado la cabecera de su cama. Es un pequeño
lo era seguramente, y cuando le echaban de monstruo negro de forma humana' Es nece-
algún convento lo tomaba con filosofía, con- sario que los enfermos se guarden de sus es-
vencido de que sus conocimientos le abri- tratagérnas y desconfíen mucho de él' El
rían siempre alguna otra abadía. Le encar- príncípe de trás rnetarnorfosis tiene el don cle
gaban trabajos, moclestos por lo dernás, co- ia ub,icuidad y de la multiptricidad' Acecha
rno la restauración de los epitafios gastados principalm.tti" los árboles y en las fuen-
por el tiempo en Saint-Gerrnain d'Auxerre. i"r. ;Óó*o no "tt
ver en esta advertencia un
¿Un irregular? Sí, pero hay rnucha diferen- eco t"errorífi.co de las viejas creencias célti-
cia entre este borgoñón, un tanto despabi- cas relativas no sótro a los árboles y a las
lado, y los monjes bandidos de Farfa que, fuentes, sino a las piedras, a los rnonurnen-
después de una primera subversión en 936, tos megalíticos, contra las que se pronuncia-
acabaron por envenenar a su abad Dagoben- ron numerosos concilios de la alta Edad
to y continuaron su bacanal hasta el reina- IVIedia y un edicto de Carlomagno de finales
do de Otón III. Gran diferencia también con del sigio vrrr? En estos estratos hurnanos
aquellos monjes errantes del siglo xr que rnás profundos, el año rnil conserva, plles,
iban celebrando en un latín muy elegante ia si asi puedo decirlo, yacimientos de prehis-
misa del dios Baco. La latinidad de Glaber, toria, interpretados por los c1érigos con una
que cornpone aquí unos pequeños textos fu- especie de rnaniqueísrno mal definido, pero
nerarios, allí unos capítulos de su crónica, presente.
no se parece en nada a ese paganismo dia-
' Miedo a Satanás, Qü€, los mil
"cumplidos
bólico sacudida del Renacirtien- años, pronto apatecetá>>, pero-tarnbién mie-
-primera
to en los clérigos oscuros-. Fara ser decidi- do al bios terrible, su viejo adversario, que
darnente un rnal fraitre, un rerum novarurn multiplica los presagios y los signos de rnal-
studiosus, tiene dernasiado miedo. dición. En el cielo del año mil surge un es-
Miedo al fin del mundo que se aproxima. pantoso meteoro: .,Apareció en el rnes de
El año rnil no es para él una fecha indife- septiernbre, al fiIo de la noche, perrnaneció
rente: "Cumplidos los mil años, pronto .riáible cerca de tres meses. Su resplandor
Capítul<-r I
T--
I El problema de los terrores
era tal clue parecía llenar la rnayor parte del do. Pero decir que el cometa del año mil no
cielo, hasta que desapareció al sonar el can- ri"i"o ejeriplo de prodigio celestial en
to del gallo. Pero decidir si se trata de un¿r "t "i período"e iñvocar la carta del rey-Ro-
este
estrella nueva que Dios lanza al espacio, o si Ulit,i a su hermanastro Gauzlin, abad de
es sólo que aumenta el resplandor natural Saint-Benoit-sur-Loire a propósito de otro
de otro astro, cosa es que corresponde al meteoro aparecido en 1022 ", es débil argu-
que sabe prepararlo todo en los arcanos mento. Apárte de que la bumaniclad no Pt-er-
misterios de su sabiduría. Lo que parece á" la costuilbre de temblar ante los
más probado es que este fenómeno no se fenómenos extraordinarios, ni siquiera
""""u
manifiesta jamás a los hombres, en el uni- se repiten, los acontecimientos fu-
verso, sin anunciar con certeza algún acon- "lu"¿"
it .ot no efedtaban a los hombres del año
tecimiento misterioso y terrible. Así, pronto Áit, pn"t, evidentemente, no sabían aún 1o
sobrevino un incendio que consumió la igle- ;;; ib. . putut veinte años después' Es la
sia de San Miguel Arcángel, construida so- ierrorifica evidencia de lo que tienen delan-
bre un prornontorio del océano y que fue i"-¿" los ojos lo que les conmueve p-rofun-
siempre objeto de particular veneración en darnente. Fbr otra-parte, en cuanto al acon-
el mundo entero>> 2t. Sin duda con ocasión i".i*i""t o de 1022] t* "otto"e clararrrente la
I
de este cometa o de un prodigio análogo, difát*tt"iu de las mentes según los medios'
I
los Miracles de Saint Aile nos pintan ejérci- iá á"ititud tiene miedo, se pone a rezar, el
tos de fuego cornbatiendo en el cielo. Para ;taá Gauzlin se pone a releer el Libro de
conjurar este presagio, la abadesa Jouarre, Ios prodigios de Valerio Rufo y la trIisto'ria
Ermengardu, y el abad de Rebais, Renardo, ictisitistiZa de Eusebio. Como es natunal, su
pusieron en marcha Llna procesión. ¡Qué explicación nos parece sumatrnente cándida,
cuadro de una humanidad angustiada, aque- p"io, de todos rirodos, es un intento de in-
llas rnonjas, aquellos frailes, clesfilando en terpretación.
rogativas conducidos por sus jefes espiri- Á esta psicología del miedo,-impresionan-
tuales, bajo el incendio celestial! No debe te en los tontemporáneos de Glaber y en el
deducirse de aquí la autenticidad de los te- mismo Glaber, en el que resulta más nota-
rrores milenaristas, puesto que el texto no ble aún porque se tratá no de un iluminado,
menciona el fin del rnundo. En todo caso, ri"" á" tttt üotgoñón sólido y duro,que
añacli-
afli-
debe agregarse a esos archivos del miedo, r"*ot el cuadrJde las calamidades
tan ricos en la época de que estamos tratan- gen al final del siglo x, las epidemias, como
9u 9l
Capítulo l lil problema de los terrores
en eI
el mal de los ardientes, que azota con fflor- te o de ialón para situar los hechos
tal furor en 997; la herejía de Lieutard, ;i;ñ. 'E;-;;-;l "t"t""t año del año mil"
túni-
que se ad"scribe quizá, como un caso es- la tierra se cubre de la blanca
porádico y hasta espontáneo, a la doctri- """"¿" el honr-
áL rgfásias. For otra parte, nunca jamás
na de los cátaros; por riltlmo, las grandes ""
bre fue rnás perverso, rnás malvado'
hambnes, que, en realidad, habían toma- ;;;;;"*den¿ el vicío con más apocalípti-
do un carácter casi endérnico en aquelios fr'ttlu. Y no es sólo esto'o'
sornbríos tiempos. Pero la manera como "-li"""lit"lemos
"á iiu uu' más todos los ele-
Glaber datala rnás terrible de todas da que
pensar. Nos dice: .,Se creía que el orden de
*;;-t"; de tra cuestión' Elunafio 954' envía
tratado desti-
Adso a la reina Gerberga
las estaciones y las leyes de los elernentos, ;;; á "á*uutir la creéncia en la oróxima
anarición clel A.ntiJñ;il*1"dto dét fin
que hasta entonces habían gobernado el del
mundo, habían caído en el caos eterno, y se Ett goo, el eremita Bernardo anun-
tenaía el fin del género humano.,, Es la te- "il;a;.
;;ifr" del mund'o:pot lo sabe por revelación'
rrible hambre de 1033 ". Glaber nos dice lÁúa se extiená" Loreña el rurnor de
que se produjo el año mil después de la ;;;-;;;"; el fin^del mundo' En looe se
creen-
Pasión. Señal inequívoca, a mi parecer, de il""in"ttu en Jerusalén esta rnisma
lo que yo llamaría el milenarismo retarda- ;i;. E" 1033 se cree En en Galia que la hurna-
do. EI mundo no acabó el año mil de la Crea- va a perecer' el año mil' un 'pro-
ción. Fero hay un año mil de la Pasión, .,y üigit "*i*stÉ, interpretado t",*.t seña1
"idud de la
terribles'
se temía el fin del género humano... Ei ira de Dios, p""*giu ca-Xamidades vive en el
" fe-
decir, que el miedo oscila de una a otra Éi;;itr" á"r añ"o mil, Glaben'
no está lejos'
cha, según los diversos cálculos del milenio. t*üt; "l reinado de Satanás
rnás uno'
Aquí le cogemos in fraganti, según un texto liii ét,"1 un. rnil no es el añoo'999 más bien' el
irrefutable. Verdad es que terner que mue- ii;.-il;""ii¿t misterioso'
ran de harnbre todos los hornbres no es #;;;ii; ;1 milenio, Ya Parta de la En-
exactarnente terner el fin del rnundo, pero ;;;;i¿* áe'Cristo' o de Ia Pasión' Sin ern-
no anda muy lejos, sobre todo si pensamos texto mencion'a en esta fecha
táieá,
en la fórmula de la fecha. Y añado que te- iJ.-oi"u "i"gún oleadas de. espanto' !re-
nernos otras señales del milenarismo perso- "o"lectivos,
en el momento -crítico' -precr"sa-
nal de Glaber, que me parece fuera de duda. "itu**"t"
;Lii;; el ventimiento del Plazo fatal' los
hombres q.r" utti"t ternían él final de
El año mil le sirve, en cierto modo, de pivo- los
92 Capítulo I El problema de los terrores
tiempos y que clespués iban a manifestar el
tatnos todos ante la rebelión de que habla eI
mismo rniedo se sienten tranquilizados, col-
rnados de esperanza. }iray en esto algo ex- Apóstol, rebelión no sóIo de los- pueblos, si-
traño. .tó d" las iglesias. Los agentes del papa que
vienen a la-Galia nos oprimen con todas sus
¿Debemos creer que los años inmediata- fuerzas. Dijérase que ños gobierna el Anti-
mente anteriores al año mil fueron como cristo> ". Ño es nécesario repetir aquí mis
para disipar tocla ansiedad? No se trata de
reservas sobre el sentido puramente alegó-
nuestra propia opinión, de nuestra propia
interp_retación de historiadores objétivos, rico y sobre la intención potítica de la últi-
sino del estado de ánimo de los conternpo- ma frase. Ni siquiera insisto en ésta: "Es-
ráneos. Volvamos a la arenga de Arnuffo, tamos todos anie la rebelión de que habla
el Apóstol.r, Pero resulta claro que el estado
obispo de Orleáns, en el concilio de Saint-
de lá cristiandad, v especialmente el estado
Basle. Estoy autorizado para ello, después
de la Iglesia, era deplorable a fi-nales del si-
de haber demostrado que la alusión teimi- glo x iqn" las mentes más esclarecidas te-
nal del Anticristo no tenía un valor positivo,
qUe era Un .,moVimiento>>, Un
ñian triJternente conciencia de ello: Arnul-
"efeCto)>, na- fo ni siquiera vacila en aludir a los tiempos
turatr en una diatriba dirigida contra el pa- predichos por el Apocalipsis. En cuanto a
pado. Pero su resurnen áe las desdichas
de la humanidacl conserva todo su valor: Francia, se hallaba afligida por las mayores
.,,¡gh tiempo de calamidades! ¿A qué ciu- calamidades. Acaso no es históricamente
exacto, pero es moralmente un hecho' Gla-
dacl acudiremos en busca de amparó ahora
que Roma, la reina de las naciones, está des- ber nos^dice que, en Francia, plagas espan-
pojada de sus f,uerzas humanas y divinas? tosas, anuncia?as por señales ciertas en los
elementos, cayeron sobre la Iglesia de Cris-
Hernos de confesarlo resueltarnente, hernos
de decirlo envoz alta: Roma, después d,e la to, pero que é1 rey, asistido por la-protec-
ciOn divin^a, las detuvo. Estas "señales cier-
g3ída d_el Imperio, ha perdido la iglesia de tas>> se muitiplican el año mil: al cometa de
Alejandría, ha perdido la lglesia le Antio- que habla Ráúl Glaber, hay que añadir, se-
quia, v testigos sornos de que hoy, Europa glin Sigeberto de Gembloux y la crónica de
qurere separarse de Roma, por no hablar
6an lvtJdardo de Soissons,la aparición de un
de ,Africa y de Asia. La Iglesia de Constan-
tinopla se ha sustraido a su jurisdicción, la dragón celestial y un terremoto. Todo coin-
cide-, todo conoeige en el terror,- en el esta-
España interior no reconoce sus juicios, es-
do de la cristiandad, en el estado de Fran-
Capítulo 1 El problerna de los terrores
cia, en la multiplicidad de presagios funes- negativa a pagar el diezmo, ese -crucifijo pi-
tos. El año mil no fue, pues, una tregua soíeado, es propio de un hombre que no
entre dos crisis. ouede va "ya con tanto
sufrirniento y qLre no
Quiere decirse que tenernos que truscar frp"tu mada del destino. ¿No será tam-
en otra parte la explicación de esa aparente bien quL algún vago sentirniento milenaris-
paz de las aknas y del silencio ta agitaba los comienzos de ese puri'srno
de los textos contemporáneos. -relativo-
Sólo se pue- *rrunáéli"o, la doctrina de los cátaros? La
de encontrar en la prudente política de la áUi"íio" is *la noche del mundo', de "la
Iglesia, que ya se había manifestado en el gran noche) penetra en toclos los reforma-
Libellus de Adso y en la misión confiada por áot"t religiosos -hasta en esos pod-erosos
Abbon al abad Richard. Había en esto, ade- organlzadóres de una civilizacióm en I'os de-
más de mucha hurnanidad, una insigne pru- il*-rt"r del Oeste, en tr'os Estados Unidos,
dencia canónica, pues la lglesia no tenía los ,.Santos de los Días Postreros>>'
interés en ver desmentido por los hechos Para intentar definir y clasificar con cla-
un texto revelado. Para las mentes superio- ridad estos datos huidizos, conviene quizá
res e incluso para las mentes simplemente recordan, corno sugeríamos en nuestra intro-
lúcidas, el valor del Apocalipsis seguía es- ducción, qrr" ,rtu-época, que una sociedad
tando fuera de toda posible discusión, pero no está'hécha de uña pieza, que la forman
era un valor incorporal en cierto modo, una varios estratos de humanidad, o, si se quie-
especie de calendario perpetuo de esas gran- t", ,rttu especie de geología moral' En el
des ansiedades del alma, de ese miedo al más ántiguo, eñcontramos el hombre
Juicio sin el cual la fe cristiana pierde una de la prehistorla, siempre presente y siem-
"ií"1
poesía formidable y también una aÍnenaza .r.e oóulto, a veces bruscamente revelado
de gran eficacia. Parece, pues, que esta doc- ior las convulsiones de la época -el carni-
trina del a'plazamiento sine die, que cornien- iero de carne humana que desentierra por
za en el segundo tercio del siglo x, dio sus la noche los cadáveres de los cementerios
frutos. para venderlos en eL mercado' Y en las re-
De todos modos, quedan huellas singula- giottes más pacíficas, más misteriosas, pe-rg
res en la condición de las almas ,y la herejía óertenecienfes también a las lejanías del
de Lieutard, a la que hemos aludido, es una iasado, los fieles de los antiguos cultos secu-
de ellas entre otras muchas. Esa especie de iares que no mueren jamás y qu9 conservan
desesperación religiosa, acompañada de la casi hásta nuestros días las tradiciones fol-
q

Capítulo 1
El problema de los terrores
klóricas, la religión de los árboles, de las la dirección de los asuntos humanos. Acaso
fuentes y de las piedras. Más arriba, tene- la historia no es más que una serie de in-
mos las zonas medias de la cristiandad, ri- tercambios y de acomodamientos entre esas
cas en valores afectivos y en poderosos ins- diversas esfratificaciones, con los fenóme-
tintos de masas, los fieles espantados por nos de ruptura que ponen al descubierto los
los prodigios, enloquecidos por los sermo- secretos de las profundidades. Así interpre-
nes, arrastrados por la oleada de las creen- to yo el año mil-. No,podemos afirmar abso-
cias colectivas, esas multitudes movidas lutámente que en él se produjera la agit'a'
profundar-nente por la revelación de las co- ción de los terrores colectivos que cornpro-
sas secretas que están en las Escrituras y a bamos treinta años antes y qu-e no volvemos
las que siempre asombrará con su falsa cer- a encontrar después, pero esto no nos son:-
tidurnbre, la conjunción de los números. Su prende. En todo caso, el esfuerzo realizado
idea d,e la naturaleza es todavía una idea |ara organizar Occidente en esta época se
animista y dramática, más cerca de la vieja desarrolló ciertarnente, en otras regiones
Biblia judía que de los Evangelios. Mezcla- humanas muy diferentes de aquellas en que
dos con estas multitudes, descreídos espo- hubiera podido actuar esa psicología atar'
rádicos, pero furibundos, y seguramente mentada.
más numerosos de lo que se piensa, hasta
en las clases altas, como aquel Aimon, con-
de de Sens, al que llamaban rey de los ju-
díos porque los amaba, mientras que profe-
ría los más groseros dicterios contra los
sacerdotes y hasta contra los prelados. Por
último, hay las fuerzas orgánicas, las que
mantienen, las que construyen: participan
muy escasamente de los errores de las ma-
sas y, ya en esa época, se encuentran en ellas
no sólo lo que se llama espíritus claros, sino
algunas inteligencias elevadas y luminosas.
Tienen el justo sentido del valor absoluto,
es decir, metafísico, de algunos artículos de
fe, pero también de su carácter relativo en
Focillon.-7
Capitulo 2 Occidente
Construcción de 99

Construcción de Occidente el pasado. Pero, al emplear estos térrninos


de estructura, construcción de
-fenónaenos
Occidente-, flo subentiendo una voluntad
sisternática, un plan de conjunto. Si el honn-
bre tiene probabilidad de actuar sobre ellos
y de modificar su curso, es por una especie
de acuerdo rnuy sutil, rnuy matizado, con
los acontecirnientos. Las obras de puro espí-
ritu, metidas a La fuerza en la materia rno-
vediza del tiempo, tratra vez son duraderas,
porque tienen muy poco en cuenta la vida.
El año rnil nos ofrece un significativo ejern-
plo de esto en el intento de rnonarquía uni-
versal debido a Otón III y a Gerbento"
Occidente, tal corno 1o he definido, es de- Fara el futuro del mundo y, especialmen-
cir, los pueblos que miran al Atlántico, de te, para los destinos del mundo rornánico,
los cuales E,spaña y Francía rniran tarnbién es un hecho esencial el netroceso d,el Islam
al Mediterráneo, presenta a finales del si- y la declinación del Califato de Córdoba a
glo x y a pnincipios del xr cierto núrrnero de finales del siglo x. La cristiandad, asediada
aspectos, algunos de los cuales correspon- por los infieles, invadida por los bárbaros,
den al mu.ndo carolingio rnientras que otros cornienza a recuperar en este lado la ven-
anuncian y preparan el mundo románico. taja, lo rnismo que en Oriente, donde los
Todo período histórico e incluso cada mo- pníncipes Bagratidas proceden a la recon-
mento de la historia está constituido por quista de Armenia, ala vez que en las mar-
un encllentro del pasado con el porvenir, y cas de la Europa central, donde los húnga-
es acaso la medida cle la dosificación lo que tros, qL1e, en pleno siglo x, venían a incendiar
define eso que llamamos presente. El npre- los rnonasterios de la Galia, son dirigidos
sente>> del año rnil ofrece a la vez formas contra los pueblos de la estepa por la fi.rnda-
muy antiguas y forrnas llarnadas a ur] arn- ción de la monanquía apostólica en el año
pio desarrollo futuro, fenómenos de estruc- mil y se convierten en defensores de la
tura que renuevan la vida histórica y fenó- Eurotra cristiana. El retroceso, el carnbio
xtrrenos de ctrisolución que hacen desapanecer de fnente y la estabilización de los bárbaros
100
T
por Carlos el Simple con la
capítulo 2 I construcción de occidente t01

-iniciada cesión
de los condados marítimos del bajo Sena narquía de los Capetos, que no termrnara
a un jefe de los piratas normandos- i¡¿s- hasta la Revolución.
guran la Edad Media propiamente dicha, Tenemos, pues' motivos parq decir que la
o"giót del año rnil y, el mismo
como las invasiones gerrnánicas inauguran "tottológica
la alta Edad Media. Nunca se insistirá áema- añ"o mil son un gran rnornento de la historia
siado en estos fenómenos exactamente in* il;;;;. Á.rt"u?e estudiar sus principales
versos. En el Norte, los pueblos del mar es indi-spensable examinar rápi-
están, sin duda, en pleno auge de la gran ááÁ""t" las condiciones de la vida y los
"pitodi.t,
expansión vikinga, pero por su con\Iersión, ááiot g"t"ralet en los que se desenvuelve
acaban de entrar o están entrando en la la activiclad histórica.
comunidad cristiana. Los segundones de
Normandía, ladrones de caballos, irán a fun- 1
dar un reino en la Itaiia del Sur y en Sicilia;
el duque Guillermo será el conquistador de paisaje histórico del año 1000 es toda-
Etr
Inglaterra después del vikingo Canuto, y paiáaje forestal, como en el siglo x'
hasta rnediados del siglo xrv los piratas dé
"iu ""
en *1 que la"gran selva europea cubre una
Gotland irán a espumar las ciudádes de la pátt" óonside-rable d"e Europa, los dos ter-
ii"t ¿" la Galia y de Inglaterra, Irlanda' los
F{ansa. Fero las grandes fundaciones potríti-
cas de los normandos, establecidas én los Países Bajos, el centro de Alernania' No es
mismos solares que las de Occidente y la tan seguro que ocurriera 1o rnisrno en cuan-
rnás importante de las cuales, que todavía to a lá España del l{ordeste, si es cierto'
clura, dio por resultado dominaf o sorne.üer cotrno cree Puig i Cadafalch, qu-e la preco-
a los gerffranos continentales instatrados en cidad de la .or*trr,"tión de las bóvedas de
Inglaterra, no tienen ya el carácter de incur- parte.al
;;;á;^ ;" cataluña se explica, en materia-
sión- y,de saqueo: tienden a la posesión, a la ilu"áu, por la abundancia de estos
estabilidad, a la constittición de un orden. les v pór la escasez de bosques, rnientras
Y tamb¡ién acaban en una organización esta- que"la^,.zona de la carpintetía", inrnensa en
ble, a finales del siglo x, sobre los escom- .1 ,inlo x, presenta numerosas iglesias te-
bros del Imperio óarolingio, dos nuevas chadás de madera por la tazón justamente
potencias: el Sacro lrnperio Romano Gen- inversa. Se puede discutir este punto g"
rnánico, que subsistirá hasta 1804, y la n-ro- ui" rechazarle por completo' Es
"itü,-p*"o
-.tlr

102 Capitulo 2 Constmcción de Occidente

verdad que la Italia del Norte, de doncle -u"á-p y el rnundo. Esta nueva forma
el hombre
partían para trabajar trejos equipos de atrba- añada, un poco más tarde, de la
ñiles reputados por su habilidad, nos ofre- "r
lucha c"ntoa la selva, que, con la rotura-
ce el rnismo fenómeno, y, potr otra parte, ción y el desecarniento de tierras, fue una
sabernos que también Italia era país de de lai grandes tareas del -siglo xr' Es la con-
bosques. Lo rnisrno Escandinavia, sobre quistaáe la tierra para el ttigo, tan intensa
todo Noruega, donde la construcción de en etr siglo xr.
iglesias íntegrarnente de rnadena sobrevivió El es"tatuto de la propiedad agraria está
a la penetración roffiana en las ne- rodávía d.eflnido, en la mayor parte de los
-corno
giones del este y del sureste europeos, por casos, por el gran latifundio carolingio' Es-
ejemplo, en Poionia, en Galicia y en la par- te repliegue de la propiedad agraria es urlo
te central de Transilvania, el rnacizo del de tot cáractereu t*náu*entales de los útr-
Eihon, donde la madera constituye el mate- tirnos tiempos de la Edad lVledia: tiene por
rial de las iglesias ruraies, en plena edad la desaparición, no total, pero
barroca. "rrrr""rr*tia
casi completa, de la econornía de trueque'
El período de la disolución del irnperio Se vive de ia tierra, de sus recutrsos, y son
de Carlornagrlo recuerda a este respecto los tarrbién las industrias de la tierra las qr'ee
tiernpos merovingios. En esta Europa de Droveen a las necesidades de una técnica
los bosques hubo acaso una .,civilización de ilemental y de una vida sin refinarnientos'
la madera" análoga a otra de la que se en- Cuando leérnos en los textos carolingios- la
cuentran no solarnente vestigios, sino ejem- áeicripción de las grandes cornunidades
plos todan¿ía vivos en las regiones remotas rnoná.sticas, confrrrnada por un docurnento
de los Cárpatos. Strzygowski, recogiendo ;;;" el próyecto cle plaño par? Saint-Gatrl,
ciertas ideas de Coura3'od, ha querido ver o"i tru áil*t*u y-rnonjes,
las oficinás donde traba-
en lo que yo llamo la "crlización de la ma- ¡^tt lou obreros tenernos ejemplos
dera" el onigen misnao de las grandes cultu- oatentes de un género de vida que se pro-
ras medievales. Esto es un error, pues pre- iongó por Io ménos hasta el año 1000 y
cisamente por un retorno a la piedra, a los que no era exch-l"sivo de los monasterios'
materiales duraderos, comienza a definirse, É.io ut notable que la pequeña propieclad
en la segunda mitad del siglo x, corno vere- se mantuviera a órillas del Atlántico y del
rnos más adelante, una nueva expresión de en la antigua Neustria, en
Ntrecliternáneo,
la vida, un nue\ro arte de pensar la forrna, Áquitania, en Provenza, sin que se pueda
Y
104 Capítulo 2 Construcción de Occidente 105

alegar, para explicar el hecho, una razón sobre las hambres: cuarenta y ocho años
tomada de la historia de las civilizaciones de rniseria entre 970 y I04O; las más terri-
anteriores. A lo sumo, podemos permitir- bles, las del año 1000 y las del 1033, fueron
nos observar que, en lo que se refiere a la para el género humano, según nuestro cro-
Galia, es en el centro, en el norte y en el iristu, uña amenaza de muerte. Sobre los
nordeste donde ia frecuencia de los gran- hombres agotados se abate la epidemia co-
des dorninios del régimen señorial es más mo un fuego celestial sqs¿t-' ls
acusada, mientras que la propiedad queda -ignis
extraño es que, en estas condiciones, no
dividida a orillas del rnar. Pero el hecho no fueran más riumerosos y más violentos los
varía en nada la condición del campesino. rnovimientos sociales- He hablado del he-
Ya no hay o casi no hay labradores propie- iJtlot Lieutard, que se negaba a pagar el
tarios libres. Los derechos señoriales que diezmo y pisoteaba el crucifi-jo. Pero no pa-
pesan sobre etr hombre de la tierra son r"c" qr.té un año antes (99]), en la insurrec-
aplastantes. En la Francia de mediados del ción áe los campesinos de Normandía, in-
siglo x se creería que acababa de producir- terviniera ninguna clase de sentimiento re-
se una conquista: de una conquista se tra- ligioso.
taba en efecto, la del suelo, la de los bienes, -He aquí un aspecto del cuadro. No está
la del hombre mismo, por los antiguos al- ensornbiecido pór la imaginación de un
tos funcionarios imperiales, convertidos en milenarista d.elirante o de un historiador
poseedores hereditarios del oficio y del be- io*át ti"o. Richer, por ejemplo, testigo de
neficio, sin el freno de un poder regulador. los últimos años del siglo x en la Galia, es
Tal es el caos de la Edad l\dedia germánica, una cabezabien firme, y no un carnpesino
en la disolución de un irnperio, con las te- áeslurnbrado, abierto a t<lda credulidad'
rribles consecuencias de una rapacidad que, Hombre de buena familia, hijo de un con-
para hartarse de beneficios inmediatos, seca iejero cle Luis IV y, sobre .todg, discípulo
la fuente de sus bienes; por ejemplo, la de Gerberto, es nuestra mejor fuente para
multiplicidad de los peajes y otras gabelas la historia de la revolución de 987, que, en
que esquilman al comercio en los caminos, lá persona de Hugo Cap-eto,.sustituyó a-los
e! los puentes y en los puertos. Richer y caiolingios por los robertianos. No hay
Flodoard nos informan, por otra parte, so- pot qrré ponér en duda lo que nos dice, no
bre los carnpos asolados por las campañas, áe to¿a ia condición humana, pero sí del
las invasiones y las guerr?S, y Raúl Gabler estado del campo hasta 998, fecha en la
---- ---'1rr

106 Capítulo 2 Construcción de Occidente


que se detiene su Historia. En otro tono, neridad de F'rancia en esta época: <Entre
con menos color, confirma en gran medida ;;á;üt ti"tiát, la Galia es más fértil
es'
por
ade-
lo que nos dice Glaber sore el mismo terna'. i; ;iláu""1" ¿* sus Productos; pun-
Pero, por otra parte, la verdad es que no ávida de artes liberales y observa
't-^ñ;ie-la
rnás,
hubo continuidad ni universalidad en ia rni- disciplina rnonástica'3o Esto es
seria del mundo en esa época. Ffister com- poco, pero 1o suficiente para darnos a el:l-
cas-
bate la idea de que Francia, bajo Roberto i"nd"r que en este p,aís tan du.rarnentehabía
el Piadoso, estuviera abrumada por las ca- ;;;;;; iái i"¿"daüles que otros Paí-
calamidades
lamidades y critica severamente la falta de ;;"";;t;;ás abundantes 9n
método en Glaber, su credulidad, la rnane- ;;; t que le Permitieron resistir'
ra de dar crédito a todos los rumores sin Por otra parte, ya en esta época -eI rei-el
comprobarlos'. Le reprocha especialmente .rudá^ J"-nóu"otái- tiende a precisarse
haber situado rnal sus descripciones de las urbano de la monarquía de los Ca-
".ta"n.t de
grandes harnbres, la de 1002-1003 y, unas oetos. Que st-ls piíttoip*t fueron señones
páginas más adelante, la de 1033. A iuicio i""*der latifunáios, cazadores y guerreros'
del sabio historiador, todo esto adolece de :;;i"#á" utl una tradición secular' es
falta de precisión. Fero, en todo caso, los ;;";F;;; áiscutible, Pe{o ,se aP.oYaban
hechos ahí están. Cierto que hay que tener ;;*t tá ;r, luu buenas úudades' Ciudades
tarnbién en cuenta la relativa prosperidad ;;;;;;;^,, d" uY"t' En esto sobre todo se
de las ciudades. Glaber, sospechoso en H;t"g;-lo *uYtn Parte de occidente' Y
cuanto a la situación del carnpo, vuelve a *át" uLi" la Gal'ia, de la Europa Central'
ser una ft;ente digna de crédito cuando hace la parte del R'in, cLlyas riberas es-
el elogio d,e algunas ciudades: "Orleáns es """áot.
;;ü;il";;blááus cle colonias rornanas' En
--átlomugno
célebre por su trrelleza, por la af{uencia de ;-r*#il" y suq- sucesores in-
habitantes, por la fertilidad de su suelo, por Á!áiátot tuvieron {tt" hu""tlo. todo' En la
la henrnosura de su río, que facilita los rie- A'ili" ñ*u"i ¿"t eáp-obrecimiento v li -9.:
gos." A mi juicio, estos diversos textos no cadencia de las ciudades bajo tros merovln-
aqueltras colonias
son contraclictorios. Es posible, y larnenta- áiJt I ülá tot "utolingios, sr'rs antiguos ci-
ble, que se pase harnbre en una ciudad bien ñ"""iu""Éía.n en pie sábre
rnientos y eran rnuy numerosas no sólo los
en
construida, bien situada, rica y populosa,
rodeada de un terreno fértil. Y es verdad etr domini" poopiuáente dicho'
sino en
que Bernardo de Hersfeld pondera la pros- f;;dales: en el sur Y en el
;.*i;;';JtJá";
rf
108 Capítulo 2 Occidente
Construcción de 109

suroeste, Arles, Marsella, Toulouse, Bur- sernejantes por la soledad o formando sólo
deos, Saintes, Poitiers; en el norte, Bou- p"q,réñor gt:upos, muy débilmente irrigados
logne, Noyon, Soissons, Laon, la acrópolis por aportaciones nuevas, la civilización se
de los últimos carolingios, Reims; en la re- encuentra en regresión.
gión rnedia, las grandes ciudades norman- Es lástima que no tengamos todavía so-
das y las ciudades del Sena; en Borgoña, bre las ciudades del año 1000 algo análogo
I-angres encaramada en su rnontaña, ciudad a los excelentes estudios de Lot sobre las
desde los tiempos más remotos, Auxerre, ciudades merovingias y de Pirenne sobre
Dijon, todavía circunscrito a los límites del las ciudades a partir del siglo xr. Corrernos
castrum, Autum la romana y, acá y allá, el riesgo de exagerar o de atenuar tra irnpor-
otros muchos centros, entre los cuales hay tancia de los textos, segrín el rnovimiento
que reanudar Ia red de la actividad france- de nuestro pensamiento. Pero la arqueolo-
sa. Su papel es triple: son plazas de armas, gía no nos es iníltil, pues nos rnuestra el
puntos de apoyo militares, lugares de refu- número y el interés de las fundaciones de
gio; son también metrópolis religiosas, nuestros reyes en las ciuclades. Hay algo
cuando son sede de un obispado o, corno impresionante hasta en el r:nás seco resu-
Dijon, de una gran abadía; son, finahnente, men de las que se deben a Roberto el Pia-
rnercados. Seguramente, en una época en doso, de las que citarernos sólo unos ejem-
que la economía de intercambios es todavía plos: En Orleáns, su patria, su ciudad
tan débil, el círculo de las transaccioneb ur- predilecta, regia wrbis, regum Francoruwt
banas es muy lirnitado. La actividad sería principalis sedes regia, fundó Saint-Aignan,
como la de nuestras pequeñas ciudades r. clos iglesias dedicadas a Nuestra Señora y,
nuestros pueblos de hoy, mercados agríco- no lejos cle ellas, Ia gran prisión de Estado,
las de regiones mínimas, tan característicos donde estuvo encerrado Carlos, dr.lque de
de un aspecto de la vida francesa. Pero, aun- la Baja Lorena; en París, cuyo condado fue
que el régimen patrimonial pesó durante la primera base de Ia fortuna histórica de
mucho tienepo sobre su desarrollo, no de- los robertianos, un palacio considerable,
jaban de estar pobladas, por escasamente palatium insigne, con una capilla dedicada
que fuera, de núcleos de densidad humana, á San Nicolás, y las dos iglesias de Saint-
de concentraciones de hombres. Hay un Germain-des-Prés y de Saint-Germain-l'Au-
hecho esencial para la civilización: allf don- xerrois; en Etarnpes, otro palacio y la aba-
de el hombre está disperso, separado de sus día de Notre-Dame; en Melun, la abadía de
u0 Í1
Capítulo 2 Construcción de Occidente
Notre-Dame y_ otra iglesia; en Senlis, los lla." Esta frase puede servir de modelo a
monasterios de Saint_pierre y de Saint_ todos los historiadores que se sientan ten-
Rieul; en Autun, Saint-Cassien í. Todavía se tados a apresurar sus conclusiones. Suscita,
podría alargar esta lista, pero estos ejem_ sin embargo, algunas observaciones. No es
plos bastanpara probar no sólo q"" lu.'.ir'r_ falso, como hemos visto, que ciertos grupos
dades contaban,,sino qu-e erar] eldgidas para esperaran el fin del mundo para el año 1000,
fundaciones civiles y iehgiosá, ;;y impor_ pero es exacto que la trglesia refrenó aque-
tanle.s. que suponen una población y Lrru
actividad 5.
llos terrores y es verosírnil que las clases
ilustradas no los sintieran. No obstante, las
Verdad es-que estas rnisrnas fundaciones, cosas ocurren como si hubiera habido
que se escalonan en todo un reinado, nopresión)>, (<angustiarr, y después "desper-
aclanan la cuestión de saber que ano-iotjó "ó tar>. De aquí una oposición flagrante entre
y sus vecindades cronológiCas ul inrnediatas las dos vertientes del año 1000. Pero sería
constituyen uno de esos nridos, una de esas poco histórico no tener en cuenta las fuer-
protuberancias a que hemos atrudido. Vol- zas qrne, antes de esta fecha, a finales del
veremos sobre este punto cuando estudie_ siglo x, contribuyen a la construcción de
rnos la historia de ja arquitectura, en el Occidente y de las cuales nos ofrece intere-
momento^preciso de su desarrollo. En Io santes ejemplos la vida cle la lglesia.
que se refiere al .,¡sn¿sirniento,, de las tii_
dades y ai despertar económico, tornenlos
corno guía a Pirenne, pues en este punto 2
no encontrarernos otro mejor: fárnosa Por el discurso de Arnulfo en el Concilic¡
Ieyenda de los terrores del"año "La 1000 no de_ de Saint-tsasle hemos visto curán dividida
jará de tener un significado sirnbólico. E;, parecía la cristiandad a los conternporá-
desde lg*gq,falso q-ue los h.*bi", espera_ neos, y debemos apresurarnos a decir que
ran el fin del mundo en el año 1000, lo estaba en realidad. No solarnente la trgle-
b**
el siglo que ernpieza en esta fechá se carac_ sia griega tenía su vida aparte, su ortodoxia,
teriza, contrariarnente al que te poecede, por su papel político distinto, sino que la auto-
nrn renacimiento de actividad fan acentua_ ridad de Rorna, debilitada por los pnolon-
do que _podría interpretarse cofilo el des_ gados escándalos de los papas de Tusculurn,
pertar de ¡.lna sociedad oprimida durante era discutida y cornbatida en otros lugares
mucho tiernpo por una angustiosa pesadi- independientes de los medios mozárabes de
112 Capítulo 2 Constmcción de Occidente il3
Fspaña. Entre la vieja cristiandad céltica que Lrn episodio, de mayor alcance que los
de Irlanda y la Iglesia <romana) de Ingla- demás, en una serie de crisis más o menos
teÍra, subsistían no solamente divergencias largas, más o menos violentas, que se pro-
sobre puntos de dogma y de liturgá, sino ducen en la vida de los rnonasterios duran-
una oposición sorda y profunda en cuanto te la Edad Media. Puede decirse que, en el
a las costumbres, el estado de espíritu, las transcurso de este período, la institución
tradiciones de los estarnentos. Eñ Francia, monástica se deshace y se rehace continura-
los debates de Saint-Basle nos dan idea de mente. La reforma es parte integrante del
las dilatadas amarguras acumuladas contra sistema: por ella se recupera y se mantiene.
el papado. Hasta más tarde no registrarnos Tómese un monasterio de Italia clel siglo x
Ia herejía de los cátaros, sobre tódo en el p'¿¡f¿-, o un monasterio de las
rnomento en que, por primera vez en nues_ -Bobbio,
Galias Saint-Denis, Ton-
tra historia, es requerido el brazo secular -Saint-Bénigne,
tiérender-, se va de la extrerna relajación
contra los canónigos de Sainte-Croix de Or- de la regla a la extrema severidad de su
leáns, pero ofrece pocas dudas que fermen- enderezamiento. La reforrna cluniacense del
tó antes del año 1000. por úlfirno, en el siglo x corresponde a la reforma benedicti-
interior mismo del cuerpo eclesiástico, in- na bajo Carlornagno. Si hemos de creer a
discutiblemente unido én materia de fe, Bernardo de Ehersfeld, antes citado, logró
había profundas divergencias de espíritu imponer en la Galia la estricta observancia
-
entre los regulares y los seculares, entie los de la disciplina rnonástica.
f-railes y los obispos. Unos y otros son feu- La dirigía un hombre singular, San Odi-
dales, y pueden chocar sus intereses tern- lón. Para comprenderle es necesario quitar-
porales: de aquí las luchas a mano armada le con cuidado las vendas en que le ha en-
entre la gente del obispado y la gente de la vuelto la hagiografíaé. Sucedió a San Ma-
abadia, deseosos de sirstraérse á Ia juris- yeul, nacido en la diócesis de R.iez hacia
dicción ordinaria. Más aún, un concepto el año 90ó, abad de Cluny en 948 y muerto
completamente opuesto de los deberes-de en 994 después de reformar la abadía de
la vida cristiana. Saint-Denis a ruego de Hugo Capeto. Odi-
La reforrna rnonástica del siglo x, ernpre- lón era originario de Auvernia, donde nació
sa impulsada por Cluny, es siñ duda ulgtr_ en 962. Elegido al morir San Mayeul, fue,
na una obra importante que los historiaáo- como é1, durante su larga vida (que termina
res hicieron bien en valorár, pero no es rnás en lA49), un hornbre de alta política, y has-
Focillon.-8
114 Capítulo 2 Construcción de Occidente 115

ta puede decirse que un hombre de Estado en Saint-Sauveur de Nevers, en CharJ.ieu, en


no sólo por sus relaciones con todos los Nantua, por citar sólo algunos ejernplos.
soberanos de su tiempo, sino por la parte Era uno de esos hombres de pequeña es-
que tornó en lo que llamamos la construc- tatura, de apariencia enclenque, pero de
ción de Occidente, especialmente por slrs inquebrantable fuerza y con alma de h.ierro.
reiaciones con los reyes de Navarra, San- Y no es que fuera insensible: todos coinci-
cho y García. Con San Odilón torna cuerpo den en ver en él un (<nervioso>, €o todos
la gran obra cluniacense de organización de los sentidos de la palabra, y hasta un cora-
la España cristiana por la introducción del zón rebosante de misericordia, si hemos de
monarquisrno occidentan en el rnedio rno- creer estas bel"las palabras: "Si me he de
zárabe. Después vendrá la preparación de condenar, prefiero condenarme por rni míse-
ios caminos, jalonados de iglesias, que con- ricordia a condenarme por mi severidad."
ducen a la lejana peregrinación de Galicia, Pero ha nacido para ias grandes capitanías,
a Compostela. Sin CLuny, acaso España hu- aspira imperiosarnente a un poder omní-
biena conservado por más tiernpo y rnás rnodo. Las lágrirnas suavizan a veces la ar-
fuerternente su tonatridad africana. No es, diente vivacidad de su mirada. Fero este
pues, un oscuro episodio de los anales rno- cristiano es ante todo un jefe. En este pe-
násticos la rnisión del monje Paterno, en- ríodo que auenta en las monarquías tantas
viado a C1uny por Sancho el Grande y altas figu¡¿s _-l6s Abbon, los Gt-rillerrno,
encargado, a su vuelta, de establecer la re- los Gauzlin, los Morard-, el abad de Cltlny
gla en el monasterio de San Juan de la Feña. es en el año 1000 la más enérgica, ia que
Es uno de los hechos considerables que emprende una obra apostóiica que interesa
nos permiten apreciar la actividad europea de Ia rnanera más directa y más efrcaz a la
de San Odilón, como sus relaciones con Es- nueva estructura de Europa, al paso del
teban de Flungnía, con Casirniro I de Polo- mundo carolingio al rnundo rornánico.
nia, con el emperador Enrique II: asistió La obra de su auxiliar, Guillerrno de Vol-
a la consagración cte éste en 1014. En la piano, abad de Saint-Bénigne cle Dijon, obe-
rnisma Francia, llevaba él la obra de la re- dece a los rnisrnos principios y es también
forma con intrepidez y habiliclad incansa- de un alcance europeo t. Es un italiano qtt"e
bles no sóio en Saint-Denis, sino en Paray- se rodea de nun'lerosos cornpatriotas y que
le lVlonial, cedido a Cluny por el conde cle acaso acudió a un equipo lornbardo para
Chálon en 999; en Saint-Flour, en Thiers, neconstruir su iglesia y la bella rotonda
116 Capítulo 2 Construcción de Occidente t17

adosada a su cabecera. Su actividad se re- forma cluniacense, y hay que pensar en la


conoce sobre todo en Lombardía, donde efervescencia que, con crisis periódicas,
introdujo la reforma en Saint-Ouen de agitaba a los monjes de Occidente.
R.ouen, en Fécamp, €r el Mont-Saint-Michel, -La reforma cluniacense se hizo contra la
pero esta reforrna se extendió tarnbién a indisciplina, pero tarnbién contra las curio-
Lorena y a ltalia, en San Ambrosio de Mi- sidadei de la inteligencia, puede decirse
lán, en San Apolinar de Rávena, en la aba- que contra la vida del espíritu. Durante el
día de Fructuaria. El hornbre es extraño, de siglo x y la mayor parte del xr, son execra-
una duneza qlue da miedo, con un fasto de dos los autores antigtlos. San Odilón ve en
austeridad y trazas vanidosamente humil- sueños un jarrón adrnirable del que salen
des que chocaban a algunos de sus contem- culebras: es la poesía antigua. Saint-Ntra-
por'áneos. Este santo inflexible no les pasa- yeul, en su juventud en la escuela episcopal
ba la menor cosa a sus frailes. Por eso le de Lyon, leyó a los filósofos de la antigüe-
llamaban Guillermo Supra reg\a. Glaber, dad, las ,,mentiras de Virgilio>. Con cono-
que no es sospechoso de mala voluntad en cimiento de causa, las desterró de Cluny.
su Vita Guillelmi, nos pinta en pocas pala- Mutila los manuscritos cortando, para des-
bras la vida de sus compañeros en Saint- truirlos, los pasajes profanos' Si los terro-
Bénigne: mortificatio carnis et ab jectio res del año 1000 son rnás o menos una
corporis ac vilitas uestium, cíborumque ex- leyenda, Pfister nos advierte que debemos
tremitas vel parcimonia. Algunos huían, rehunciar a la de los monjes pasándose las
extenuados por las privaciones, vestidos de noches copiando a los autores antiguos y
harapos, aterrorizados por la brutalidad salvándolos así para la posteridad: .,Los
del superior. ¿Sería necesario este trata- únicos escritos que copian son Los de los
miento tan duro para dominar a los sober- Padres. En los siglos x y xr, los autores an*
bios y a los rebeldes? Pero el fraile Her- tiguos no tuvieron peores enemigos que los
mangaud, que huyó por los caminos para fráiles, sobre todo los que habían pasado
ir a pedir consuelo y protección a Fulberto, por la reforma de Cluny.8r, Por lo demás,
obispo de Chartres y antiguo discípulo y éste odio no es exclusivo de los cluniacen-
amigo de Gerberto, nos parece sobre todo ses. Hay que oír, en Saint-Basle, al legado
un pobre hombre alerrorizado y que no del Papa, a quien reprocharán que ignorara
puede más. Sería un error tener'en cuenta a Juan XVI, contestar que Ptratón, Terencio
sólo detalles como éstos para pintar la re- y demás ganado de filósofos son corno ma-
118 Capítulo 2 Construcción deOcciclente 119

gos, hábiles para robar, para lanzarse a las serán honradas las letras y la mt'rsica. Pero
pg_ua:, para trepar. Este singular intercam_ entonces aparecerá otro reforrnador que,
bro de puntos de vista nos sirve al menos ateniéndose al ritmo de la institución mo-
para cornprobar que en la Iglesia existen a nástica, se elevará violento contra esos va-
este respecto varias corrientes, y que no to_ nos lujos del espíritu. San Berna,rdo y lgs
d.os consideran a los autores ¿é tá antigüe- frailes" de Citeaux volverán la trglesia a la
dad corno_ganado, como rnagos satánicos o severidad más escueta, al purismo del re-
como cule'[:ras saliendo de un hermoso vaso, nr.lnciarniento cristiano.
{,gg.general, según palabras del propio San No es que en las cercanías detr año 1000
Odilón, corno seres ponzoñosos.' no existan islotes monásticos donde se con-
Es decir, que, considerand,o solamente el ser\¡a el respeto a las buenas letras. Abbon
conjunto, de la vida monástica y, en sus de Fleury, al que hemos visto luchar contra
grandes líneas, el rnovirniento clúniacense, la ola de terror milenarista de 970 en Lo-
po_dríamos creer.en una regresión respecto rena, padecía las limitaciones y la insufi-
a tra cultura carolingia y haita en una reac- cienciá de la enseñanza en la escuela de su
ción sistemática contra ella. Añadiremos rninasterio, donde se contentaban con las
9".9- 91 Cluny del año 1000, el Cluny de San dos primeras artes del triviwm,la gramáti-
Oditrón, no es el Cluny de San Ftrugo, y me- ca. f la dialéctica, y la prirnera parte del
nos aún el de Pedro el Venerabtre, ésa"alrna quadriviwm, Ia aritmética. Se fue a París
exquisita, tan rica en matices, una de las y a Reirns a pedir a maestros farnosos, aca-
figuras más respetables, más profundamen- so al propio Gerberto, el cornplelnento ne-
te simpáticas del siglo xrr. Llégará un tiem_ cesarió. Seguramente fue allí donde apren-
po en que, en la gran basílica donde Urba_ dió a conocer a los poetas latinos, a los que
lo II c,onsagró el altar mayor en 108g, los a veces cita en sus cartas, y donde adquirió
frailes harán esculpir las figuras de laÁ ar- esa elegancia de latinidad que le hizo céle-
tes liberales y las notas def canto llano en bre y nociones de astronornía, que consignó
los capiteles del santuario. Entonces nacerá en un tratado, y aquella práctíca del ábaco v
un lujo adrnirable de irnágenes, de ornarnen- de las nueve cifras árabes que le inspiró
tos,- de representaciones vivas en la piedra este verso inocente donde juega con com-
de l_as iglesias de Borgoña, r"..rr"iliudu. placencia la hornofonía:
con la antigüedad por lás proporciones, las
masas y la decoración arquitéctónica. Aquí trIic nbbas cLba.ci doctor dat se Abbo qwietie-
!r
120 Capítulo 2 Construcción de Occidente t2t

El abad Abbon, doctor en ábaco, es así de una terribie tempestad, Llna de tras últi-
señalado como un discípulo de Gerberto, mas carnpañas
^de victoriosas de Al-Mansur'
que, bajo la influencia dé la cultura árabe La toma Barcelona y la conquista de
de España, había renovado estos estudios" gran parte de la tierra catalana no habían
Esta gran fi-gura, de la que nos ocuparemos [n"rtó fi.n a la brillante civilización monás-
luego rnás detenidamenie, conduce natural- ^ti"a por los
y feudal que conocemos exce-
menle nuestro pensamiento a aquel medio lentei trabajos de Nicolau d'Olwer; ni si-
catalán del que fue huésped en sü juventud quiera ia habían afectado gravemente. Antes
y que tiene en el siglo x una notáble vita* y después de esta fecha, tenernos noticia
lidad. Los monjes_ que construyeron las pri- áe la. áctividad que reinaba en las abadías de
rneras iglesias abovedadas de Occideñte, las montañas, y tiernpos de Gerberto,
Santa Cecilia de Monserrat, Santa María de "tt
cle los excelentes amigos que perrnanecie-
Amer, San Esteban de Banyoles, San Mar- ron aclictos a su persona dr'rrante su vida y
tín del Canigou, dernostrarbn tarnbién do- a su memoria después de su mtlerte' En
tes p-ara las grandes capitanías y los ardo- un documento firmado Por Ermengol I,
res del espíritu. conde de Urgel, hijo de su prirner, patrón,
Conocido es el considerable papel que tsorrel II, conde dé Barcelona, se le ilarna
desempeñó aquella vieja marca iaioli"gia (1004), conservándole su nombre del siglo,
fundada por Carlornagño y a cargo, en un Gloriosum sapientissirnunque paparn Ger-
principio, de condes beneficiarioi, funcio- bertum. Por stl inapreciable corresponden-
narios imperiales que, como en el resto de cia conocefilos a uno de sus fiies, Miro Bon-
Occidente, aprovecharon la decadencia y fitrl, obispo de Gerona y conde de Eesalú,
luego el hundimiento del imperio para erí- prirno dé tsorrell. En el año 984, Gerberto
girse en condes he¡editarios y adquirir poco ie pide un libro sobre la rnultiplica-ción y
a poco una completa independencia, hasta ur6"" la clivisión de los números. En la mis-
negarse a rendir homenaje a Luis V. El con- ma época se dirige a Llobet, ,archidiácono
dado de Barcelona permanecerá más de de Bárcelona (975-992) pidiéndole un tnata-
cuatro siglos en la casa del fundador de la do de astrología traducido del árabe, que,le
dinastía, Wifredo el Velloso, primero entre sirvió para componer su propio tratado,
los cuatro condes de la regién, sus pares, tratado del astrolabio. Basta con estos he-
el conde de Besalú, el conáe de Ceid,aña', chos para dernostrar la impor-tancia de los
por ejemplo. En el año 1000, Cataluña sale interclrnbios intelectuales de los ql:,e Cata-
122
CapÍttrlo 2 Occidente
Constrncción de 123

luña pudo ser intermedi aria, a finales del Esos abades latinistas, aparenternente
siglo x, entre la ciencia ,rnrrll-una y Occi_ perdidos en sus paisajes rocosos, son, en
dente, y habremos de lrollre, ,áUo* árt"
estudiar la fuerte personalidad de d;b;á éfecto, unos literatos preciosistas. Se podía
esperar que nos dejaran algunas bellas^ y
to. Pero hemos de-evocarlos ahora rnismo rulosau .ridas de santos, una hagiografía
para formarnos una idea cornpleta d"i
samiento y de la cultura rn'onásti"as,ñ;_ éplca rústicarnente tallada: nada de eso,
són los rnás delicados enamorados de voca-
cuya historia se omite generalmente este "r,
punto 10. -ellosuso de los giosarios-p-ara
blos y hacen gran
descúbrir en bonitas palabras difíci
Mas tenemos otros indicios, nuraterosos, les. En surna, literatos de cenáculo. Tales
convincentes. La enseñanza que se dub;;; abad de Monserrat
Ripoll, de Ia que dan testimoirio los *;;;;_ fueron Césari, o Cesario,
criros 46 y T4 de la Biblioteca d" ts;;;;il_ y-cieseudo arzobispo de Tarragona, esa espe-
flá, era rnucho de abad Tigrano del siglo x. Nicolau
-más en tii*po, que la de
completa d'Olwer cita una de sus cartas a Juan XItrI
Saint-Benoit-sur-Loire ii" ¿UUü en 970: se habla en ella de rosas, de pal-
p_l"rt".que comprendía el ciClo íntegro dé rnas, de esplenclor sideral, de luminarias de
las siete artes liberales. Nicolau d;Olwer la virtud, de los Lazos de la dulzura, del tro-
destaca justamente la i*poit-r"cia de ios
g,to:gig:. virgilianos y de los comentarios no del éter12. Cabe preguntarse si no habrá
oe-vlrgllro existentes en la Biblioteca de R.i_ en esto alguna inflilencia-o algún eco del
lirismo árabe conternporáneo _-lo que no
¡:ollrt. Qué iejos estamos aquí de San disminuiría en nada, muy al contnario, el in-
yeul 3' de San Odilón, de loJ vasos queMa_ vo_ terés de esta extraña literatura-. En reali-
mitan culebras, de los autores ponzoñosos. dad se trata de tlna manera característica
Nos encontramos no en Ia noché que sucede
al breve ..renacimiento> caroliñgio, de ciertos virtuosos que hicieron escuela.
sino Algunos de ellos llegan a parecer helenizan-
ep el alba del mundo románico.-prr" en las
tes-, pero de una especie muy singular: en
abadías de las montañas donde por prirnera
vez se puso sobre las nervadurás la UOve¿á sus léxicos eligen las palabras de origen
griego, o rnás bien en prisciano, esa fuen-
románica y donde comienza a definirse ia ie del primer htlneanismo rnedieval, y en
cultuna románica no sólo manteniendo una
traclición, sino creando una liteiátura muy las glosas. .A,sí se explica la fonma cle dos
r¡iva y refinada hasta la suma ,irrg,rluriáuá.
impórtantes actos de consagración, los de
Cuia (947) y de Ripoll (977), debidos arn-
l1A
Capitulo 2 Consti-ucción de Occidente 125

los a la pluma excesivarnente erudita de


Miró Bomfill. Este gusto enteramente arti_
del imperio por Otón el Grande le insufló
nuevas fuerzas. Para los otonianos, como
ficial por el griego Ió atestigua también un para Carlomagno, el imperio no es sola-
tal Pedro, subdiácono, quJ en l0l0 firma mente una estructuna política: es un inten-
en griego, pero nos adviérte con honradez to de despertar dei pasado y del espíritu
que ignora esta lengua: petrus droüwxovoq romanos. Este rnovimiento llega a su ápice
scripsit, quamvis incultus graeco sermo_ bajo Otón III, en el año 1000, pero es an-
tte ". Entre 989 y 1009, sabemos de un juez teiior a esta fecha en algunos rnedios co-
de tsarcelona qtié se llamaba Orr,rg el GriÉlo. mo San Gall y Reichenau y en conventos
¿Sobrcnombre debido a sus conocimienlos de mujeres como Gandersheim y Quedlirn-
o a sus viajes? Lo ignoramos. bourg, que tenían de abadesas a princesas
_ Se trata, desde luego, de datos ligeros. lmpeiiales. En Gandersheim comenzó la
Fero no son desdeñabtés. Acaban de pJrflar monja Hroswitha su epopeya D: gestis- Ot'
Ia pintura de un rnedio !lue, en *rrdho, ur_ tonii I imperatoris (962) y escribió tarnbién
pectos, se distingue profundarnente del me_ cornedias latinas más o rnenos inspiradas
dio monástico óluniacense y se anticipa, en Terencio nombre de Terencio apa-
preparándolo, al próxirno désarrolto de la -el
rece a menudo en esta época, con el nom-
cultura románica. La vida monástica pre_ bre de Virgilio, como el de un temible
senta profundas diferencias en sus traditio_ príncipe de los magos, Y, sin embargo, fue
nes, en su espíritu, según que se la estudie leído y entendido, en un convento de Ger-
en las cornunidades de Trlanda, en el con_ mania por una mujer inteligente, escritora
tinente a través de la reforrna cluniacense de talehto ella también 1a-. $sguramente
o, por últirno, en los condados de la Marca este teatro de convento no deia de tener
Hispanica, donde se habían definido va al_ analogía con nuestras tragedias de colegio.
gunas formas muy irnportantes para por_ Pero hay algo más: Hroswitha conoce la
venir de la civilización rornánióa y "idonde vida, el mundo, el amor, hasta en los des-
Xos abades de las montañas seguían _con órdenes y en los extravíos de la sensualidad.
simpáticos excesos de verbalismo litera_ En Gandersheim se hacía también política,
rio- vías tan opuestas a Ia destrucción clu_ en relación con un litigio famoso. En resu-
niacense. Pero ¿había muerto la gran civi_ men, tenemos aquí unos medios muy vivos
lización monástica de los carolinlios? pa_ que las Consuetidines de CluqV no llegaron
rece, por el contrario, gue la restauración á sumir en la monotonía de la observancia
126 127
Capírutro 2 Construcción cle Occidente
estricta. Bien podernos
que Carlopas"g dejó unadecir con pirenne política de los abades de Cluny, tln obispo
pero en Alernania, pues l"Lff" pr;ffi#, del año 1000 inter-viene rnás directarnente
y, se constr]lye.con-
O..ia"rrtu se busca en la vida del siglo y en los asuntos del
otras fórrnulas, ;";;;;; mundo. Es casi un gran señor laico, sobre
otras experienciS¡. Un uUuá
es un abad carolingio, Bernward
"áüo en HiI_ todo si pertenece a una farnilia ilustre,
i."r-r;esias
desheirn son rigurosar¡rénte corrro suele ocurrir, y si, en sus relaciones
cáohngias.
Cometeríarnos un error estabtreciendo con los otros prelados, asume las prete-n-
r

clemarcación infránq;;;b una siones, tras exigéncias, el irnperio de esa fa-


l
Iaresy los ,"."1u""i;;"*";;s_*re los r:egu_ rniiia iiustre. Ún o'oispo del año 1000 puede
t'
abaCes v Jos obl.spos. puede entre los ser un santo, pero es sobre todo un barón.
l

ilegar al eoiscop"a".-E] un gran abad Basta recordár los nombres de los dos
l

t,
fue propuésto a qan_o;lórl';;, de Lyon
""}áUj.p,por arzobispos de Reims, Flincrrrar, Adalbéron,
más, Io rechazó. C*rb""t" lo de_ para dárse cuenta del inmenso-papel-que
i"Jril.¿
i

It
bio antes de ser arzobispo^á! de Bob_ áesempeñaron en la historia política de la
teriormente de nu1""u.-ó;;il, n*ui*s y pos_ antigrá Francia, el segilndo en Ia revolu-
ir
Sainr - Benoit _ abad de cl¿n din¿stica que, en el año 987, arcebató
l

I
su.r
_ Loiru,;;;;;zobispo
Bourges. EI abad B;;;rj"f,i" de la corona a tros carolingios para poirerla
i;
tr{il desheim. Foctría*.;-;l;; jr;, obirpo d* en la cabeza de un duqtie de Francia, Hugo
I
yañadir que, hastu n"áiáu-úT e3. empf os Capeto. Fero hay que dedicar un ltigar es-
glrnei? en Francia,, algunos rrtigoro ré_ pecial a tros obispos que, a veces con concep-
násricos seguían benefici;;-;; tos rnny diferentes y hasta opuestos, otg?-
"ár".liá, " Jüi_p^¿os.
capítutos de canónis.;;;";;; L,os nizaron los tenritorios recientemente ad-
congregaciones. a_veces rnuy pequeñas quiridos para la cristiand.ad: Pilgrirn de
fuertes, unidas
por !a coinunida¿ ¿á 1."'irit;;;;". Passau, organizadon del germanisrno en
en cienta rnedida, por Ia y hasra., Bohemia, y San Adalberto, una de las rnás
vida. En una éooca en que"t*,i"i¿ud de la poéticas, una de las rnás heroicas figuras de
el relimen seño_
riat está en todo .":-;ü-;i,';ü;8i". ia IgLesia en aquel tiempo y que encontra-
tulos sc_n señoriru-]""áá*rl"ñiJoo,y decapí_ r:ernos nuevarnente después c{e Otón III.
tier-r'a, dueños de los. ,i"rrrÁ,-Jñ Ia Tomemos uno de estos obispos en el si-
posesión glo, uno de esos hornbres de acción de que
j:"on::n"f: g" nrivitegi,c, ;;;' inmunida_
ues' rero, cuarquiera que h**rot hablado. Brunon de R.oucy, o:bispo
fuése Ia actividad de Langres, es bien conocidc de los arqueó-
128
Capítulo 2 Construcción de Occidente t29
logos., porque- las fechas de su
episcopado hija de Enrique I, rey de Alemania y esposa
nos dan una base,cronológi.á-puru una
teresante iglesia del año 1000,'la de in_ en segundas nupcias de Luis IV de Ultra-
Vorles, en Chátillon_."r_S"i.,L. Fero Sái"i mar, áquella reina de Francia ala que Adso,
otros títulos ha pasado a la historia enpor abad dé Montiérender, dedicó su Libellus
momento en que el rey de Francia, Roberto etr de Antechristo. En realidad, su diócesis es
er ftadoso, emprende la conqr-rista uno de esos grandes Estados feudales que,
goña, a la muerle (1002) de su
de Bor_ junto al dominio ducal propiamente dicho
tío, el d;q; y bajo la soberanía del duque, constituyen
Enrique, para so_stener su.s derechos á;:;
Dnno y su derecho contra las pretensiones el ducado de Borgoña. Cuenta con impor-
del conde de Magon, Otto Guill'ermo, tantes pagi, no sólo el de Langres, sino los
adop- de Dijón, Tonerre y otros muchos, en los
lSqg
sr
e"L Enrique ". La ;"Ji;" es
rorgona seguirá siendo tierra capetiana saber que a veces están establecidos condes be-
o pasará a ser, rnás o menos, tierra neficiarios, vasallos suyos. Tal es la pode-
bel
i¡erio. Otto Guillermo es un'aventurero irn_ rosa armazónterritorial que, en el año 1000,
qr.at- estilo, de orig_en italiano po" ,, padre
de domina el obispo de Langres desde su pe-
Adalbcrto,.guya ñasco, entre el alto valle del Marne y la
rue oestruida por"Tí*".a
iiÁJÁ de Italia triste meseta donde tan duro es el invierno,
Otón el Grande. No está hasta el alto valle del Sena, alegre, fértil,
rgacto a lJorgcña más que por su
que descendía del antigut .ó"á"d" madre, humano en el país de Chátillon. Langres,
gon..Con grandes poseiiones en á. M;: sobre su estribo, es hoy la punta avanzada
el pru""á
Condado, sólidamente establecido de Borgoña; pero, en aquella época, si he-
do rnaterno, tiene, a su fuoo, á en su feu_ mos de atenernos a la división por diócesis
como Guillermo de Volpiano hombres y por archidiaconados, Troyes, Sens y Pro-
t como el
obispo Brunon. E, ,rat,rrál-q"á &t" vins eran todavía territorios borgoñones.
versario del rey. Es cuñado áe Otto sea ad_ En todo caso, el hombre que mandaba en
mo por su herrnana Ermengarda, Guiller- Langres, extendiéndose hasta Dijon por
otra parte, los obispos p"ruñ pocol,-';;,^
en Ia
una parte y, Por Ia otra, hasta Tonerre, no
mano de Roberto, qüq j"é-e? era un señor de tres al cuarto. Brunon de
su tráfico político. é"rize dZU"Á",
"á,i "tto.
pu.u Roucy resistió mucho tiempo. Según un di-
recordar ploma de 1006 citado por Pfister, la autori-
l.,T.bjéi,que príncipe caro_ dad real era reconocida en Borgoña, pero
nngro. una de "Brunon-es,un
sus abuela.s iue Glrberga, el obispo de Langres no se había sometido
Focillon.-9
130 Construcción de Occidente 131
Capítulo 2

y el abad de Saint-Bénigne le era fiel a pe_ horrorizaban a San Odilón, un cerebro po-
sar de las apremiantes iástancias ¿e noU'ár_ lítico en el que se armonizan todos los
1"-., lo"
otra,parte,.parece que el ,arg" dones: Ia audacia de las perspectivas, el
domrnante del carácter del_ser
abad no había sentido de la verdadera grandeza, unidos a
pasado inadvertido al obispo, el ."ui, * una especie d.e astucia filosófica y a ese
una- junta, hizo notar .n ,br'baja al'que amor fati propio de los héroes o de los sa-
estaba a su lado que aquella ostentación bios".. Es la línea de encuentro de dos mun-
de_humildad y de virtud éru,rrn pr""bu áe dos, el Oriente islárnico y la cristiandad, y
debilidad. El"31 de iorO murió de dos edades, la Edad Media carolingia
B1uno. y, mediante "r"iá-¿"pacto que ad;uJi_ y la Edad Media románica. Merece un de-
_un
gubu- Dijon al rey de Francia,'le ."""áiá tenido estudio. Fero no podíarnos dejar de
T-ambert, que fue con_sagrado án la igl"ri; evocar aquí su nombre y su lugar, no lejos
de Saint-Bénigne el 3 de áorriernbre deímis_ de sus arnigos de Cataluña, no lejos del
mo año. obispo de Gerona, lVIiro Bonfill. Si es cierto
No todos los obispos del año 1000 son que una civilización vale por la diversidad
de estirpg r9al, cornó Brunon de Lan¡¡res, de los ejemplares humanos que produce y
nieto-de Gerberga, o como Gauzlin de fjárr"_ que pone en acción en el rnismo momento
ges, bastardo de Hugo Capeto. No tocl<¡s en el plano más alto, no son ciertarnente
tienen ese rudo templé. y vdremos cómo un tiernpos rnediocres los que dan a la Iglesia
frailecico de Saint-Géraud ¿ A".iffu.,- San ,Adalberto, Brunon de Roucy y Gerben-
aquitanio sin linaje y sin nombre, thárá" "" to de Aurillac.
Gerberto, debe su prodigioso aicenso a la Pero si las personalidades son ftlertes,
s-uperioridad de su espíritu y a la flexibili_ ¿no le faltó al cuerpo episcopal la poderosa
dacl de su carácter. Clibnte de los ttonianos, unidad de propósitos que distingue al mo-
que Ie favorecieron hasta elevarle narquisrno cluniacense? ¿No está clividido
fic_ado, Ie encontramos como sucesor "i t;;;:de en sus intereses? ¿No fragmenta su cohe-
Adalbéron en la sede de R.eims, sión el sentirniento baronial limitando el al-
por cierto violentamente disputáda, lue le será
urri". cance de su acción? ¿Qué papel pudo des-
de. ocupar la de Ravena, q"d-;; tardó empeñar en la construcción de Occidente?
en
deiar por el trono pontifici,o. No es un ba- Entre todos los hechos que nos ofrece la
rón: es un-gran señor del espíritu, un arni_ historia de los concilios a finales del siglo x,
go de aquellos (magos> de otro tiempo que se han destacado claramente los que tien-
Capítulo 2 Construcción de Occidente 133
den a refrenar, o al rnenos a limitar, las
guerras señoriales. puede decirse que Ia tean a los pueblos: tal es el principio de
guerra es el estado normal de este sigló, gue_ esas uAsociaciones paralapaz> proyectadas
rra no sólo de poder a poder, sino íe i"?o, en el año 997 por el Concilio de Lirnoges
a señor. Como no está garantizado el orden y en el año 1000 por el Concilio de Foitiers.
público por un poder iegulador, cada cuai En el año 1027, el sínodo de Tuluges, Ro-
sostiene sus pretensiones o satisface ,"i sellón, prohíbe batirse en domingo, prohi-
apetitos. El régimen dominial implica la bición que da origen a la "tregua de Dios".
guerra dominial: se matan entre vécinos y Pero tenemos la impresión de que los de-
esto se llama la guerra. Una parte considé_ signios del año 1000 iban rnucho más allá
rable de la obra de los Cup"to, es la re_ de esa tregua dominical, que, después de
ducción del bandolerismo señorial -__*if"""_ todo, no es más que una transacción amis*
zo secular sobre el que, en pleno siglo tosa. Y no deja de ser interesante observar
arrojan una luz extraña los Granls Jouri que ese rrrovirniento constructivo que reac-
"uri, ciona contra uno de los fenórnenos cle la
de Auvernia-. La Iglesia del año 1000 tra_
bajó en el mismo sentido con notable con_ disolución carolingia, parte del centro de
tinuidad de acción. En 9g9 y en 990, los Francia para extenderse al suroeste y al sr.lr,
concilios de Charroux y de NJrbona apenas a Aquitania, a Cataluña; es decir, a las re-
hicieron otra cosa que condenar en princi_ giones donde se asienta Ia civlLización ro-
pio las- guerras señóriales. pero, el mismá mánica.
año del Concilio de Narbona, el sínodo de Así, pues, mientras la reforma monástica
Le Puy fue muchg más lejos: el obispo restablece el orden en los claustros con el
Guy de ^A-njou instituyó uná técnica de'la rigor de la disciplina y con el renunciarnien-
represión creando una policía .,destinada a tod al lujo de la cultuna, el episcopado, pcn
impedir.la irrupción en-las iglesias, el robo otras vías y en otro terreno, intenta por su
oe caballos, el empleo de mano de obra parte restablecer el orden construyendo
extranjera en el beneficio o en el alodio la paz.
para construir castillos, etc.>> Reanirrrar la
idea del derecho, pero, además, crear una
a

tuerza al servicio -de este derecho, unirse


-1

para imponer la paz a los bandidos feuda_ No son de menor alcance para el futuro
les que se destroian entre ellos y que piso_ de Eunopa los acontecimientos políticos
del año 1000 en Occidente. Presentan una
T
134 Capítulo 2
Construcción de Occidente 135

car:acterística cornún: alumbran, corno pun- en Paneplona, corazótt de Navartra, y en


tos luminosos, amplios fenórnenos de ex- otros muchos lugares; en tiernpos de FIa-
pansión y de rnovirniento. En el noroeste, rald (950-936) fundan esa potencía a Ia vez
estos movirnientos recuerdan tras grandes estable y movida que, apoyada en bases
invasiones del siglo v, van acompañad.os de marítirnas arrancadas a la debilidad de los
la conversión de los gerrnanos marítirnos reyes sajones de Inglaterray aLa anarquía
que eran aún paganos; en el sur, la R.econ- de los jefes irlancleses, tiene sujetas por la
quista_ y la occidentalización de España garganta a esas formaciones políticas po_co
proceden pon etapas rnás lentas, pero, a par- óohérentes. Un cinturón de posiciones da-
tir de este rnomento crítico, con una cohti- nesas que ocupan numerosos p¡iertos, pe-
nuicJacl que ya nada interrumpirá. En Fran- queñas y medianas islas, Xas desernbocadu-
cía,Ia monarquía de los Capetos inicia, con rás de los ríos, paraliza la actividad o
una técnica feudatr, la obra secular de uni- cornparte los beneficios. Son bases para la
dad que está llarnada a proseguir contra guenra y para la piratería, a La espera de
los feudales. Pon último, Átemania esboza, llegar a ser depósitos de comercio. Más que
de acuerdo con un gran Papa, un sueño de Ia necesidad d"e vender su pescado y sus
irnperio universal que cornienza y acaba co- espadas de hierro, lo que llevaba lejos a
mo una novela, en plena irrealic{ad. aqueilos crueles navegantes era el instinto
Cornencernos por las regiones del Atlán- de un nornadismo rnarino, la furia de in-
tico Norte, de donde tantás inquietudes y cendiar, de rnatar y de robar. Fero, de la
tantos desastres vinieron a la Eunopa con- rnisrna manera que habían pasado del pe-
tinental y a las Islas tsritánicas, durante el ríodo de los raids al de las posiciones fijas,
siglo rX, con ias i.ncursiones norrnandas. pasaban ahora de tln estatuto fragmentario,
A esta prirnera oleada wiicinga sucede una de una organización de jefes de banc{as y
segunda, de formicLable amplitud, en el si- de reyezuelos del,*?t, dispersos en un in-
gio siguiente. Les vale a los daneses el irn- nlerlso espacio, a la fundación de una espe-
perio en ei tsáltico, que no tarda en exten- cie de irnperio. Por otra parte, es curioso
derse a Xnglatema. De Harald Dent tsleue que su aparente engrandecirniento coincida
a Svend y de Svend a Canuto, el avance es con su decadencia y que su nueva inclina-
continuo. En la segunda rnitad del siglo x, ción a la posesión del suelo neutralice s¡.rs
di'iérase que los daneses están en todai par- ímpetus...
tes; cien años antes (859) los encontrarnos El cristianismo avanzaba entre Los dane-
136
Capítulo 2 Constr-ucción de Occidente 137
ses desde mediados- del siglo
x. El 2 de
enero del año 94g eI pupu-fjupito a los daneses el dominio del Báltico Y, al
cribe a Hambr trI ads_ mismo tiempo, la tranquilidad de su reta-
pd", ;;;;;:"f:.::#&i.'J?.ti tres obis- guardia para el desenvolvimiento de sus
i ;üi., ji óperaciones en Inglaterra. Por un lado, los
I, g:
ra converrto"
ru-o_ con ocerno
dáneses y los suecos; por otro, los norue-
fue l¡autizad.o,as-í
1"^,T1rald, d;J;I;;;
pero "r?fl"h.j"l?
corno sü esposa Gunhild
gos y un pueblo eslavo, los wendos. Svenctr
y su.hijo sven{, manda a los primeros, Olaf las fuerzas ad-
4;j; .*"ifu
de, dedicada a la r.i"iauálñIi de R.ost<il_ versarias. Durante algún tiempo había ser-
nocer rnejor este cristianlsÁL"d*i g,r.ruría co_ vido a los daneses en Inglaterra, de donde
superpuesto a una cultur" -tu-p¿;d;;r;;, había vuelto a Noruega para reinar en lugar
Bronce, a sus vleios;l"r* O" ;;í de }Iaakon. Fue vencido y muerto en el
gión primitiva deior;;;;;;r.ir J;res, a Ia reli_ cornbate. En el reparto de los despojos les
la sociedad cri srianr, j;;ñf;'es.andina,ros
"ntra, toca a los daneses la Noruega meridional
no de.jan sus creen"iur y".rl-.r"üstintos "n y a sus aliados los condados del país de
puerta de los santuario.. a la Trondjhem. A prirnera vista, esto par,ece
siste duranre mucil ;i;;;., f"*Uiin aquí sub_ ser solarnente un episodio, muy sonado, des-
Ir perficie moderna y cristiáná,-,r.ru ur:" una slr_ de luego, pero lejano y relegado a las gue-
Ir capa de arcaís*" h"*u";.t;*" espesa. rras de tribus. En realidad, ese aconteci-
en rniento clel año 1000 hizo posible la con-
lr

thurnbria rnuchos años antes, l{or_


I denado qor e_l propio Sr;;J;;r,iolento fue desenca* quista de trnglaterra por los daneses y las
i
tori'ro a los dióses de antaáo]'b.ro re_ grand,es expediciones que acabaron por
eso dejan de entrar en no por iomp"r Ia resistencia del rey sajón Ethel-
nuevos marcos estos red: la de 1009, dirigida por los wikingos
cristianos tan inseguros.
de la Iglesia se superponga eue Ia estructura de Jorn, la de 1010, señalada por la victoria
a Ia orga niza_ clanesa de Ringmere y el pago de un enor-
:ló: d: lapara
portante
vieja u"ii"áu¿?. i,.,"t".ho
los danes"r. .üio para irn_ me tributo, la de 10X3-1014, que termina
noruegos: la conversión d; los con la toma de Londres y Ia huida de Ethel-
son dara aproxirna¿u*""ü¿ái?n" itl# rryggves_ red a Normandía.
de.los r.r".br, d"l ano iótió: *"' '' 995; Ia ¿Por qué se libró lrlanda de la suerte de
En el verano d?;rr,".;;; ," Inglaterra y no pasó a ser danesa? La anar-
singborg la gran u"üi, Iibra en Hel_ qula era allí casi endémica. El espíritu de
"á".1 ;;" asesura clan fragmentaba hasta el máximo extremo
138
Capítulo 2 Construcción de Occidente 139

la autoridad. A rnediados del siglo x, los tos, que en cierto modo Parten de los
escandinavos ocuparon Cork, fñ¡ut"oioiá,
I-imerick, doncle fundaron pequeños princi_ aRos i000-1,AA2 en el noroeste de Europa,
pados muy sóliclos, con éxcólentes bases i* ".*p"ueba que la anarquíafundamental
-bátbutoi
de los tiende a fundaciones más
rnarítirnas. Es d_e suponer que el proceso que en el pasado..I-a prirnera oleada
niá"t
Ée la conquista bárbara habia de áesarro_ .rritittgu, en el siglo rx,-lleva muy lejos, en
ilarse allí con éxito. Fero un jefe energico
y afortunado logra t;tgÑ érnbarcaclott"t del tipo de oseberg,
-conjurarla". Bnían y" su a urlos aventureros del mar sin grandes de-
herm_ano rnayor, Mahonl reyes del fuIunstei
del Norte, ei Thoniond, sostuvieron durante iisnios políticos. La segunda, en el siglo
rnucho tiernpo luchas épicas por afianzarse uiE"i""té, los lleva a la óonquista de trngla-
y rnantenerse contra los daneses y sus par_ teira, y en prirner trugar,- corno condición
g.*1u,"^ obra cle unidad en el Báltico'
tidarios irlandeses. En el ano 9í6 ¿"rápu_ "tJ
i,-roo dominio ganan los daneses en la bata-
rece Mahon. En el año 1000, Brian ha co_
itru" Huttuinbolg. Los ayudan dos fuerzas
ronado casi slr obra. A los cincuenta y diu*"to*lmenté opuestas: en primer lug-ar,
nueve años es dueño d,e toda Irlanda dél
Sur, después de haber derrotado a los da_ el manteniinientc¡-de las tradiciones y de las
neses y a sus aliados. Es jefe reconocido de
virtudes bárbaras en toda su pureza; pa-
todos,aquellos,jefes indiiciplinados, *j¿";; r"t* u"t que el centro de conservación y de
ei poder de ta.[ y, €n j"002, toma el título ;;;";*"iiento fue Ia fanaosa fortaleza de
corrxo sucesor del ard-ri, h¡ialachi IL Enton_
Jorn o de Jomsbourg; en las cil'cunstancias
ces comienza urt herrnoso reinado de doce ¿lii"if*i se a-cud,ía a los vikingos de Jorn; allí
años que acaba, con su rnuerte, en una nue_ ,"-"ttd*t""ció Ia juventud de Canuto, alií se
va victoria sobre una coalición de jefes mantenía el vigbn impetuos" 4" la gente'
escoceses y escandina\Ios en Clontarf (tót+).
For otra parte, el cristianisrno iba acostum-
Por sus disensiones interiores, más q.r" po, biá"d" pb"o a poco a otras formas que las
n¡levas ernpresas de los piratas, de los ira_ de un féudalismo de piratas' Cristianisrno
ficantes o de los colonos] Irlanda pierde su á"ttuno y combatido: ya h-e aludido a la
independen_cia, pero no la piercle'hasta ei
reacción pagana bajo Svend' A los- quince
srg.to xrr, después de una invasión anglo_ años de 1á muerte de Tryggvesson, baut-iza-
Jo trnglaterra, ottro catecúmeno del clero
normanda. "t
it glét, Oiaf el Sqnt-o, quiso. irnponer su fe
Si intentamos entender los acontecimien_
. io, noruegos, de los que había trIegado a
140
Capítulo 2 Construcción de Occidente 141

1". J"y, aprovechando ciertas dificultades I-a cuestión que plantea el año L000 en el
de Canuto en los comienzoi á" ," norte es saber si los pueblos del mar son
reinado,
y su absolutismo provocó una insurrección. capaces de unirse para fundar, estableci-
La _catedral de ñidaros fruUiu ;;;l;; mientos duraderos entrando en la comuni-
"o lntaño.
en la sombra a los dioses-áe
Fero dad cristiana. La cuestión que se plantea
es sabido lo oue Canuto hizá-pár en el sur es saber si España será tierra de
fu igf"ri*
Estas dos tueizas unidas;;ljá;"ru Africa o tierra de Europa. No hubo nunca
y el_ poder constructirro' vil<ingo
d"i--."rirtirrrirÁñ momento tan crítico como el que va de 997
ayudaron a su.genio au .on[liJta_dor a tr002. Se puede creer que los cristianos
qar un lmoerio. pero a fun_
este irnperio, exten_ varr a ser definitivamente barridos de la
dido por lá ¡"*.r,ri¿áj;; i;t-ares Fenínsula por las victorias de Atr-MarrsLlr.
y sin unidad interio-r, se d;igreg¿ fríos
a"up"J, Era un árabe del temple más fino Y más
de é1. La verdad*"a f,r*dá"i¿ri;;r.dera duro, jefe de guerra y hombre de Estado,
la con_quisra de Inglater;;pr. é"iffermofue y, corr. el título de Haddyib, el verdadero
año tr066. Estaba reservadb a l,os norrnan- el
dueño del califato de Córdoba en el reinado
dos de Normandiu, p*f""au*É"r" de Hisham II, el débil sucesor de Al Hakam.
impreg_
nados,de disciptrjna. .o"ti"á"iá1". po, En 985, o en 986, se apodera de Barcelona,
y medio de vida francesa, i"riitiri, siglo párá que diez años después es reconquistada qor
siempre en Inglatert:a un orden occidental. el conde Borrell. En el transcurso de los
I""" con,la
rnemora
t"pi.g¡1á ;; ñ;;x,
la expedición de '|OOO,, que con_ años 987-9BB caen Coimbra, Zarnota y León.
i"briiie En 997 repercuten lejos la caída y destruc-
para-nosotros, corno un substrato ción de Compostela. La oleada que empuja
casi borrado, el recu,errJo á¿-i;;*"históri-ccr a Al-Mansur parece que debe sumergir a la
del año 1000 en ffekingUár;. '' batalla
cristiandad de España y para siempre. En
. Vayamos ahora al otñ de Occi- 1002 es más terrible que nunca, con la cam-
dente, hacia ese
_mundo
"*t "_odonde
iU¿riJ se paña de .,Canales en la Riojau, que se lleva
está desarrollando desde fi"áI".
-""rrüiá) del otras fortalezas, otros monasterios, entre
glo vrrr otra lucha que si_
Ios ellos San Nlillán. Pero Al-Mansur está can-
tianos contra los inñeler,
del "rir_
Mo_ sado, y estas son las últimas llamaradas de
g:*:l]11 n"g"*R.os reino,"l-i.ü*
.f"utorios que su deitino. Cuentan que, debilitado por la
se nan agarrado a los montes de enfermedad, se hacía llevar en litera al cam-
Astur-ias
y a la vertiente meridionaf á" f., pirineos. po de batalla. El misrno año muere en Me-
142
Capítulo 2 Construcción de Occidente 143

dinaceli, no sabemos si de una herida reci-


bida. en una- problemátlca victoria de los rnarca en los acontecimientos: el rey de
cristianos o del mal que le aquejaba. Navarra en el año mil, Sancho García III,
En este momento parece que"la historia Sancho el Grande. La rnisma debilidad de
ca¡nbia bruscamentel Nun", frr" tan evi_ los reyes de León sirve a sus designio-s tan-
dente que el hombre cuenta to como la del Califato. Se aprovecha de
lo. ur""i"" ella para acrecentar y esboza-r una unidad
".,
hurnanos. El que ahora desapárece llevaba que parece consagrar el ambicioso título
sobre sus fuertes hombros ei fardo de un
que tbrna en ciertos actos: imperator lbero-
imperio. Cae é1, y el imperio se duu*o.ó_
na. Las vastas edificaciónes políticas ¿ef rLUn, pero que qtledará deshecha por el
Islarn son más frágiles q"" ,.r'd"ti"uáL á"_ repartb de su heréncia. Sobre su vecino ul-
quitectura de eb_anigtas y de alfarerás,-;; trápirenaico, Sancho Guillermo, duque de
bierta de una redecilla oírrurrr"rrtul uUri"á"_ los- gascones, ejerce una influencia más
t1l l{" g? que el sucesor de l{isham II fuera fueré que los sob"tuttos nominales de este
débil. Al contrario, es su dureza, llamuáu señor feudal, el duque de Aquitania y etr
tiranía por los bereberes, lo que provoca la rey de Francia' Y ya hemos vt:'to-córno acu-
insurrección de éstos. Con a5rudj¿"t dib a Cluny, poniendo a los frailes de esta
de Castilla, conquistan COrdobL "orr¿" regla en San Juan de la Peña. Con esto y
"n 1009.
A partir de aquí, el califato ," dirsr"gu suu victorias, sus estados llegan a ser
á" "oit
un peclestal para la civilización románica no
principados secundarios, siguiendo"#;;_
ceso análogo a Ia descoinpósición .u.éh"_ rneños importante que la vieja Marca His-
gia. Ciert_o que el Islam tendrá aún brillan_ panica, cuyo conde del año 1000, R.amón,
tes triunfos en la península, y hasta perío_ que sucedé a Borrell el año 993, es también
d.og de esplendor. Resistir a' íeria de cinco
un gran batallador.
siglos más. Pero a partir de 1002 uu purá Pódemos ya vislurnbrar las perspectivas
abajo, y los cristianós de Espana p.o""d"r,, de la gran obra histórica que, en diversos
con una fuerza acrecentada por lós contin- planes, se está realizando entre España y
gentes del norte, a la reconQuista iniciada bccidente. El año 1000 los jefes de los pe-
en,la segunda_mitad del siglo vrrr por unos queños reinos rnontañosos, nacidos de la
nobles visigodos que escaparon ¿ff ¿"rur_ resistencia de Pelayo y de sus compañeros,
tre de su monarquía. A Iá rnuerte de AI_ conservan viejas tradiciones visigóticas, Pe-
Mansur, aparece otro hombre que pone su ro no sin ciertas relaciones con el medio
carolingio, como tienden a demostrarlo al-
144 Capítulo 2 Construcción de Occidente l4:)
gunas-iglesias de un tipo común a Ia
Fran_
cfa d.e] Loira (Germigny_des_prJs) y; Ar;; te; la España de Sancho el Grande Y de
sus slrcesores acoge a los monjes de Cluny,
Iu. (9utt Mieuel de riiro). r¡r U
l¡arcelona, fundada il;;
d" a los caballeros de Poitiers y de Borgoña
-por_ Carlomagno, se y, en la segunda mitad del siglo xv, a los
desarrolla durante et^sifo I una civiliza_
ción original y brillanté, que conocemos équipos nómadas y heterogéneos de arqui-
por sus refinados latinistas y po. sus cons_ tectós y de escultores que trabajan a ambos
t¡uctores; estos constructoi"j ponen bóve- lados de los Pirineos. Esta comunidad de
das sobre muros decoradár-á*i"rio.mente aportaciones igualmente ricas realiza el
con arquerías y bandas heredadas aóuerdo del mundo ibérico y el mundo ro-
pasado mediterrá""o.
^pri" de un mánico. Pero si es importante señalar ia
Fr*. a extenderse
ttamado
arte está regresión del Islam y el progresivo avance
al norte de los piri_ de sus adversarios, no lo es menos recor-
neos, mientras que el resto de Españ"
rece haberlo ignorado absoluiamente. En_ O; dar que España, definitivamente incorpora-
tre estos medios tan diferentes, da a Europá, conserva sus contactos con el
-r"LráruU"
es probá_ Islam, que el Islarn le imprime profunda-
blemente en la cultura donde mente su sello y que, a través de ella, ex-
habrá_que buscar un principio de unidad
por lo demás, *üy- f.agü;Jrl tiende sus influencias. Como los pueblos
que los monumentos de esta" cutti;á, -;
-unidad, del mar, que mezclan a Odín con Cristo, las
iglesias y sus manuscritos son yu Sagas con el cristianismo, la cultura de la
sí muy Edad del Bronce con las culturas recientes
variados; pero abarcan un urr"Éá territorio,
"r,
que comprende hasta Ia rnisma CataliÁá', de la Germania otoniana y de la fnglaterra
y expresan, unos y otros, sajona, la civilización ibérica tiene una to-
cierto acuerdó nalidad doble, pero la conserva mucho más
::f" la Esp_aña crisriana y la España mu_
sulmana-. h,sto sin duda Io mái notable tiempo. Sobre sus poderosos cimientos ibé-
ricos, fenicios, griegos, grecorromanos y vi-
q lo 1l1as original-esen la iUeri"á sigodos es, a la vez, el cabo de Occidente y
gel srglo x. pasado el año "rirtiá"áua
1000, esa cultura
híbrida no sobrevive más-á;;'"" lipunta extrema de una gran oleada orien-
casos aislados. y, por otra plrt", ,""fg""", tal. En la economía de la Edad Media y de
entonces un doble
d"ib,.riu los tiempos modernos, esta contribución es
Tovimiento: Ia Erpuiiu
-pirineos su título de grandeza.
Oriental propaga allende los
experiencias por ella realizadas precozmen_
las Entre estos campos de batalla, el Báltico
y el Mar del Norte, la vertiente meridional
Focil1on.-10
146 r47
Capítulo 2 Construcción de Occidente
de ios Firineos, el resto de la Europa occi_ dad real, se comprende el drama de la mo-
dental en el año rnil y sobre todo la pranciá narquía carolingia en el sigio x. E: que los
{g lo-s Capetos, pareien gazar de una estabi_ príniipes carohágios, pese -a la evidencia de
lidad definitiva.-Verdad é, qrr" la revolución ios tiernpos, reciben estas divisiones y estas
p.olítica que
-en el año 9g7- sustituyó a loi
últimos carolingios
subdivislones como una especie de sistema
por la raza d" nobeiió administrativo heredado de la otganización
de Fort iba a asegurar a este paÍs una nota- imperial (carácter que conservórnás tiem-po
ble continuidad dinástica a la que podía cá_ mientras que los duques y los
rresponder una continuidad de acóión polí- "rrlJ"*unia,
condes no sort ya funcionarios, sino pose-
tica. Pero el sist,erna de enajenación dej te_ sores, siendo el duque un conde de jerarquía
rritorio real reduciría progresivamente el superior a la de los dernás y que interpone
su^ soberanía feudal entre sus vasallos y el
poder del soberano, hasfa el-día en que otra
(reconquista" sobre los grandes señores rey. Por eso el término regnum expresa, no
feudales restituya a los Cipetos una auto_ un énfasis vano, sino una realidad histórica'
ridad basada en'los bienes á" i; Corona. I_a Los carolingios perecieron, aun siend'o enér-
Francia del año mil, como la Francia de los gicos y háb1les, porque y-a no. les quedaba
reyes,carolingios del siglo x, cornprend.e tres tierra bajo los pies. De la misrna manera
ducados, que son casi tres reinos, tanto que, que los Capetos, en el-siglo xt, pusieron en
a veces, se les da este nombre: regna, en^los peliero la inonarquía francesa porque frag-
textos conternporáneos, y cada uño áe elos men"taron o deiaion fragrnentar sus domi-
comprende a su vez, adernás de los dominios nios feudales.
propios del duque que en ellos ejerce direc_ Bajo Roberto el Piadoso no ocurre toda-
tamente su autoridad, condados que son a vía e"sto. De los tres ducados de
sLl vez Estados feudales cuya irnportancia Francia, ducado de Borgoña,-ducado ducado de
aumenta o disminyye_ según las aáquisicio_ Aquitania-, la casa real posee hereditaria-
nes territoriales debiclas a ia guerra, a inter- ménte el de Francia, con dominio, que per-
cambios, a herencias, a matrirnonios. Es un tenece al dr.lque y al rey, en torno a Ia te'
sisterna de fusión_ complejo, en el que la sión que llevá el nombre de Isla de Francia
unidad ducal implica encláves y traélacio- ! condado de París. es R.esulta, pues' que la
nes. Si recordarnos que, en esta época, dos hrancia del año rnil a Ia vez, y en mf iy
ducados y hasta los tres pueden a"p""á", diferentes planos, un reino, un d'ucado y
de una autoridad única, q*r" es Ia áutoii_ una región condal.
"o
t4E lto
Capítulo 2 Construcción de Occidente
El ducado de Francia se extiende entre el iítica y mediante la guerra. Su fuetza radica
Escaida y el Loira, en tierras de la anti- qrre, con este tí1ulo, está investido de
gua Neustria franca, cuyo nombre se recuer- ""
una^autoridad antigua y tradicional, ante-
da a veces en los textos. Los Estados feuda- rior hasta Flugo el Grande y fundada en el
les que lo constituyen y sobre los que el prestigio de lo1 robertianos. No debe enga-
duque tiene derecho de soberanía soh nu- hur*ti la palabra Neustria, empleada para
merosos y poderosos: el condado de Flan- designar el ducado. Pero es, sitl ernbargo,
{es, en el que actúan con desigual fortuna .rn récuerdo que se funda en algo auténtico,
la influencia germáníca, ios Condados de en cierta cornunidad de los pueblos bajo
Arras, de Arniens, de Chartres, de Tours, de las divisiones de los señores, y Felipe Augus-
Biois y el condado de Anjou, cuyo titular to, después de un período de disgre-gación,
en el año mil es el terrible Foulque Nerra, tre restiiuirála pteñitud de su sentido polí-
un bandido de rnucha astucia y de gran tico. De la Isla de France remacerá Francia,
audacia, hombre de estratagemaé y de-gol- si no el ducado, y de Francianacerá France,
pes de rnano, que se pasa el tiempo entré el restableciendo el equilibrio de Occidente,
crimen y el rniedo al infierno. El conde de destruido por la expansión anglonormanda.
Normandía y el conde Rennes comienzan a Desde eX año mil, se ve ya qtle el Loira, fron-
ostentar el título de duque de Non- tera meridional del ducado, es un eje del
mandía, duque de Bretaña-. -duque
En torno al reino. Así se explica la irnportancia de Or-
condactro de Troyes se va desarrollando otra Ieáns, y la arqueología nos confirma este he-
formación importante, designada con el cho pór la rapidez con que, a-finales detr si-
nombre de "condado charnpenoisr. Pero es- glo i se propaga a 1o largo del río un nuelro
te repaso no pretende, ni mucho menos, tipo de iglesia.
exponer toda la complejidad de los conda- -F{emoi
aludido ya a la estructura territo-
ctros secunclarios y del feudalismo episcopal, rial del ducado de Borgoña, que escalona
con la red intercticiut de los vizcóndaáos, sus condad.os a orilias del Sena y del Yonne ,
de los vicarios y de las castellanías con los a orillas del Loira y del Saona. Es una for-
que el duque de Francia, como los demás rnación política absolutamente distinta del
duques y como los condes, sr.ls vasallos en condado de Borgoña, del Franco Condado,
Francía, multiplican o refuerzan sus pun- y del reino de Bórgoña, supervivencia de la
tos cle apoyg. El rey, como duque, mañeja antigua parte de Lotario, y que entonces se
esta diversidaci. Se sostiene mediante la pb- extiénde, con enclaves, por la orilla izquier-
150 r5t
Capítulo 2 Construcción de Occidente
da del,Saona y del R.ódano, englobando el la mitad de Francia. EI ducado de A-qr'rita-
-itá*"¿o
Jura y la parte occidental de la aótud Suiza. a veces <(monarquía de los
Este rico ducado, abundante en ciudades y aquitanos>, merece este título por su amptri-
"iu"
en abadías, está constituido por un país dó ilJ ; ptt su uniclacl. Verdaci es que,vasallo
"",,"1
dos vertientes, una de las cu^ales se lnclina Sur, el duque de ios gascones es un
hacia las:egiones rnediterráneas y ta oiiá muy insegüro, separado del resto de Aqui-
hacia la Francia ducal. Cuando se pasa de ;;;1" y aé ntu*"iu po" una profunda dife-
una a otra hacia el Sur, al llegar a iá diviso_ i"""it ¿" origen, de óosturnbres-y de lengua-
ria de ias aguas en Blaisy, sé entra en un le, La hostiliclad llega a veces hasta la vio-
mundo diferente, se mira ya a otro rnar, a i;;;;,-.o*o tro deriuestra etr asesinato de
otros cieios. En esa época, rnanda en el ári_ Abbon de Fleury, que acababa de tomar po-
cado de Eorgoña un príncipe Capeto, Enri_
qltg, herrnano de FIugo -Capeto, tío de
;;¿; áe la aaáaiá de Réol, dependiente de
Saint-Beno?t-sur-X-oire (1004)' R'ecordernos
Roberto ei Piadoso. Criando itr""r" aquel lu*UiJ" las relaciones que r'rnían a Sancho
príncipe, en 1002, las pretensiones d" Otto é;ii;;t"" con el rey de-Navarra Sancho ex
Guillerrno imponen la luerra a nobe.to, in_ Grande. For otra parte, etr condaclo de Bar-
vocaredo el clolile título de rey y de herejerá celona depencle directamente de la Corona'
natural. Guerra larga y difi"cii, hábilrnente v vemos a'Borrell, en el rnornento de la gr-an
conducida por el Cápeio y que no termina í""urio" de Al-Mansur, llarnar en su auxilio
verdaderamente hastá la muérte de Brunon á H.tgt Capeto, qr-re exige^ -cgryo condición
de Roucy, obispo de Langres. Entonces el iu gá"?"tiu fot*uf de una fidelidad de la que
ducado pasa sucesivamente al dorninio de Li ñ"""" rey tenía alguna razón para dudar'
doq hljo_s del rey, primero Enrique y des_ Con estas dos reservas: la intransigente r9-
pu.és Roberto. Desde entonc.u, ,.íd"d, d.eza gascona y la condición especial de ia
de Dljon, sustraído al obispadó d" "í Lrrrgo"u,, nnuo"J Hispánica se orienta cada vez
es centro y sede de una nueva potencia'qué mát hacia España-, -que Aquitania se extiende
acabará por: poner en mlry graves pufigr", áuia" el Loir-a hasta loi Pirineos, con los
a la monarquía francesa. condados de Toulouse, de Poitiers, de Limo-
Lo rnismo ocurre con Aquitania cuando ges, de la Alta y de la Baia Marcn, de At'rver-
Lr¡is,VII repudia a Eleo-nora, hija d"l J;A;; ñiu, ¿* Périgord y de otros rnr-rchos que.han
Guillerrno X; extraña obra *u""rtr. politicá riJá t.lur ie ilustres casas. El año mil, el
que asignó a los ingleses por algún ii"*po duque de Aquitania es Guillerrno V el Gran-
152
Capitulo 2 Construcción de Occidente 153

de, sucesor de Guillermo IV Fier_á-Bras,


conde de poitiers- Es un senor poderosísi_ rnientras que Germania para salir atr lMedi-
mo, digno de ceñir oo.oru ,"ái el terráneo, necesita, bien del reino de Borgo-
o-r_o que recibió.en Ia ceremonia
v aro de fia,largarnente codiciado bajo su débil prín-
áe,"
tidura, celebrada en Saini+narJid ¿" irrrrÁ_ cipe Ródolfo III, ya de ltalia, que le dispu-
ges. Dicen_ que Lirno_ tan los propios italianos. Mas para sostener
veces se se sintió
por,la realeza de-a t"uriá¿o el edificio hace falta un jefe, continuado por
ltalja, p"ro i*o la cordu_ una dinastía de jefes, y hace falta también
1a de renunciar a ella. Éri" áft. barón de una doctrina monárquica. ¿Qué era el rey
du,rísimos puños p_arece haber sido
sallo prud""tu y fiJiA;-lá;;;;q" un va_ de Francia en el año mil? Era no solamente
accesible a Ia dulzura de T^
ía capeta, un conde de París y un duque de Francia, lo
"ñirrrd,
lerras y de los U"il"r-Tiü.os.
amigo que ya es rnucho, sino el soberanc¡ feudal
f"l.*
re dro una gran.alegnía enviándol" du
Canuto teórióamente reconociclo en todo el reino
terra un soberbio manuscrito. Es un fngla_ de los francos. Su poder es electivo e indivi-
de esas relaciones que, afianrada,
inriicio sible. Pero, al asociar a sus hijos a }a reale-
por aiian_ za,haciendo que sean reconocidos y consa-
zas dinásticas, nos explican-iu
de Saint-Hilaire ¿" É"ltiÁ;;;"o".rrr-lcción grados viviendo aun él,los primeros Cape-
un arqui_
tecto inglés, Gautier coorlanj-(1ó4ti..i; ios aseguraban la corona para su raza sin
Aquitania del siglo *r, compartir la autoridacl. Es decir, que la re-
aportaciones del Oeste y "rriiltrJ"iau .oí ü. voluiión de los Capetos tendía, como todas
sobre t.¿. a"l S"i; las demás , a la herencia dinástica. En julio
en relación, por Lagruzád,aa"b.funu,
cir¡ilización rnusuimana; en co-ntacto con la del 987, Hugo Capeto, elegido por la asam-
Borgoña, como lo prueÉa lu con blea de Senlis, es coronado en Noyon. El
priorato de Tournüs Sainte_¿;;i, fll¿u.ión del mismo año es coronado en Orleáns, el día
dun, será uno de 1"" g"á"áÁ-"*"rrrro, de Lou_ de Navidad, su hijo Roberto, asociado a la
cultura románica, corúo lo atestigua ya de la realezatu.
el gn9 mil Ia importancia de sus en El año mil, Roberto tiene treinta años. Ha
abadías. sucedido a su padre, con plenos derechos, en
.trsre retno de los tres ducados,
uno
cuales pertenece al sobeiá;;;;?. de los el año 996. Ignoramos si, en esa fecha, ha
a su tío repudiado ya a Berta, su esposa, hecho que
a su pr9pi" hij;; ;; ;; princi_
L1"_:.!:é'especie "" errel año 1001 aparece consumado. Antes le
l1..^::1 de estructura imperial co_ habían hecho casarse con la que él llamaba
nerente, con Ia ventaja de dar a dos
rnares,
"la vieja italiana" y ala que detestaba: Su-
1.54
Capítulo 2 Ccnstrucción de Occidente r.55

o3rg, Iriju de ,Berenger, rey cie ltalia. v


viuda de Arnould, conáe de riander;;;rt"É
irente a San Odilón? ¿Córno olvidar que
habÍa que r.rnir más estreofru*""t" a la Co_ Áaneiaba al episcopado con una hábil polí-
rona este feudo amenazado por I"r;;;;;;_ tica, vendiendó los obispados por cesiones
tas alemanas. Triste enlace poiili"o, que, territoniales? Nadie tuvo un sentido rnás ele-
io dernás, se rompe al cabé;;;" año. por vado de sus derechos de señor y de sus de-
que su casamiento con Berta, viuda
pa_
beres de rey. Uno rnás que ha sido incen-
lec:se,r
de -bude, concle de Chartres, de Tours y de sado por s,t biégrafo, el monje -Helgaud, y
Blois, fue un casarnient" pó, u*""; y que, at qué tenernos que restitl'rir a la dtlreza y
por un carnbio de alianzai, se vio óUíigááü al írnpetu de su vida. I{ugo, para ser rey, se
a sostener los intereses de esta casa contra vio quizá obligado a renunciat ala política
Foulqué,Nerra. Fero Bertu .ru-pariente su_ loreriesa de sus antecesores car:olingios' Ro-
y?. y,- adernás, R_oberto era pad^rino de ¡:n berto la reanuda. No se limita a rnantener
hijo de Berta. Doble pecado ¿i-láf .r.r*i""_ guerreando Ia inestabtre y complicada arqui-
to, no-para el episcopado francés, p""o-rí fectura de su so'beranía feudal: mira más
para el papa allá de sus inmediatos intereses de señorío'
_alemán, fr¡Iartín V, que ffum¡ná En rnás de una cincunstancia es verdadera-
et anatema. Si Berta fue repudiad,a,lo fue
segurarnente pcr el motivo de no dar here_ mente un rey.
qero a la dinastía. Tal es el príncipe que aigunos historiado-
¡Cuántas leyendas sobre res, engañaáot por relatos pi'adosos los
,:il-l excornuigado. v sobné -en mtly
btcio! Pero tra realidad histórica"l'.ui"oesprohi_ que, por Xo demás, se encuentran cosas
COSA.
otra lir*áttau y simpáticas-, no vaciian en ca-
Roberto el piadoso merece este nombre, lificar, tritéralmente, de onulidad"' I::nporta
pero, como otros muchos soberanos de poco q¡-re no siempre lograra dorninar a su
su
tiempo, lto cree cumplir sus debeies de cris_ i*o"u"á esposa, Cónstancia de Arles, con la
tiano con sólo seguir- los oficio, f""áu, cue casó in 1CI03' Era altiva, vana' autorl-
igXe_sias. Habia en él .rrru .uiürJ
V taria. Le clio hijo y grandes amarguras' Estc
v
pechanía que le hacían m,ry.impático, """ cafn_ neustriano intéXigeñte y bueno trurlaba la
peiá
olvidar que esre amig" aé lo, F"fif"r, tiranía cLoméstica de la mediterránea' La
E:9-g las campañas
durante deiaba dar el tono en la Corte. Al pueblo
en Borgoña, trajo a r, á1 .l"to les chocaba rnucho. Los meridio-
mal traer al abaá á" é"i",-éáilain d,Auxe_
rre, al abacl de Saint-Bénigne y qr" hirt iales, sobre todo los aquitanios, Qge lleva-
ba con ella contrastaban con los hornbres
156

2 capÍtulo Construcción cle Occidente 1.57


del Norte. En esrr" m^r^¡^ - r
reina
;#Í ;:,?:flff*ul:' ;,r
i"! ;á'llamaba Ia ;,,i",":-
vos, convertidos en Normandia en terrate-
nientes, feudales y cristianos, vayan a esla-
al,enciáñ. ..ñ".¿"naban
armas y los caballos _Ji"í'claber_; las blecer en Gran Bretaña la dominación fuer-
corraban el pelo u-*"¿#i'i.ru; se te y duradera que los sajones y los daneses
no-habían logrado rnantener. Ya el año mil
l": hi;;il;;i
iban ra_
#JX':i,'"'j:3 il",,ubu,, uo- preludia nuevas construcciones con Svencl
f# flxT'.*
aqueiios
ln*J:{?,*
ig:,borgoñones,
;,:
;mltaráí
d"r*ttAot gjegrnlo''";
en el Eáltico y en el rnar del Norte, con San-
cho el Grande en España y con Roberto en
Francia. For precario que entonces pueda
Guillermo rr"il"?l*-| üi';b;d
a capítulo a tos señores, parecer su porvenir, estos intentos y estos
.t ;;;;:;*,;;"" y combates nos conducen a lo que los mile-
naristas hubiesen llarnado una nueva edad
*"#rr#ffi:'"Ti:"Et:":"?,:#,r?J"",1:? del mundo Eclad lMedia-. ¿Qué parte
nr uy aro,r c
r,^ tuvo en esto-la
el papado? ¿Qué parte tuvo el
.
" '"j:"
i:g?H:gX',"""j"-ru:f *, Imperio?
ffrij." *:lX.#"t"*u,"J,,i Ja lengua,
:ntos parecen revelar-
sión. su-d:
Y sin embarr
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rras feudal"r, urr.l:,¡a"Lá,#:
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r ¿"u."., ft; ;;,'á:*?. :, #:ü:Tí"X"J#:
r
Capítulo 3 El papa y el año mil 159

El papa y el año mil


medio consciente, animado por fuerzas re-
flexivas, es que el hornbre es aquí difícil de
ver y que, al intentar definir su carácter,
.orté*bt siernpre eI riesgo de rebasar o de
alrerar la verdád. Las biografías más abun-
dantes requieren, en primer lugar, la ctíttca
del propio biógrafo. Y, en rnuchos casos, no
.onóc"mos a lós hombres sino por algunas
acciones exteriores aisladas por grandes in-
tervalos de oscuridad.
Pero hay cierto número de personalida-
des del año mil que podemos interpretar
como algo más qué como sirnples nornbres'
Un Sancho el Grande, un Guillermo de dqui-
Cu.alquiera qlle sea la constancia de cier- tania,un Odilón, un Roberto el Piadoso, por
tos fenómenos generales en la vida históri- no citar más que primeras figuras, aparecen
ca, el poder de las instituciones y de las lí- ante nosotros no colrlo sornbras proyecta-
neas heredadas del pasado; cualquiera gue das en una pared por una luz vacilante, sino
sea la importancia de ciertos rnor¡irnientos como seres vivos y complejos, hasta cuan-
colectivos en los que el indivíduo pierde pie, do, corno el reformador de Cluny, los clirige
es necesario etr conocirniento del hornbre un pensaffriento único que-orienta todos sus
para las investigaciones del historiador. El esfuerzos hacia el mismo fin. Así verrios que'
hombre no sólo tnatíza los acontecirnientos aunque contemporáneos entre ellos, perte-
según sus aptitudes, sus deslgnios y sus dis- n"."it a dirtersas edades del tiernpo: el da-
posiciones personales, sino que puede im- nés Svend, organtzador de la unidad bálti-
primirles una dirección y un perfil, e inclu- ca; el noruego OIaf el Santo, que quiere
so puede deterrninarlos. Lo que hace par- hacer entrar a la fuerza a su país en la co-
ticularrnente difícil la historia de la Edad munidad cristiana, y hasta Brian, el jefe
i\{edia en este período, todavía incierto, que irlandés, parecen ernerger de las profundi-
separa ei rnundo rornánico del niundo ca- dades de un pasado muy renaoto. Los otros
rolingio, incluso en una región qrle, como el son .,modernosrr, quiero decir, muy de su
corazón de Occidente, aparece ya como un. tiertpo, cuyos trabajos y cuyos deberes asu-
1ó0 Capítulo 3 El papa y el año t6t

Ten, organizadores de monarquías, de ór- El hecho de que triunfara sobre ella de


denes rnonásticas, de sociedadés de corner- que dominara hasta su suerte- da la-y medi-
cio o de asociaciones por la paz. Otros, en da de su alma. Comenzó por hacer un rey de
fin, anuncian ei futuro de cieito tipo hurna- Francia después de haber sido maestro de
no todavía muy raro y de una nueva forrna su hijo. Para coronar su destino, encontró
<ie espíritu. un joven emperador, un héroe y un santo,
Tal fue el papa del año mil, Gerberto de muerto a los veinte años. Un frailecico aqui-
Aurillac, que eligió para su elevación al pon- tanio que llegó a Papa y el hijo de la beila
tificado el nombre de Silvestre XI 1. Ésta- emperatriz gríega soñaron juntos en arran-
mos perfectamente enterados de su vida y car el Sacro trmperio de su estricta domina-
99 r,, obra,por él mismo, un poco por sus ción germánica y en recomenzar Silvestre I
libros, mucho por sus cartas, éspejo fiel de y Constantino. ¿Lo habrían logrado de ha-
sus clesignios, incluso los secreloi, de sus ber vivido Otón III? Es poco probable. Pe-
ideas, de su humor, de sus amistades. Su ro su mismo fracaso realza la nobleza de sus
elegante latinidad no es sólo la de un gran dos grandes vidas.
prof_esor fue-, sino que
-lo y naturalidad losexpresa
mucho encanto
con
movimien- L
tos de una inteligencia de primer orden y
de un alma exigente, impulsada, más quó Ge¡:berto tiene las cualidades de su país
por la ambición, por la nostalgia de la grán- de origen, Aquitania: un substrato de lati-
deza. Maestro de toda una generación,éjer- nidad humana que no se había borrado en-
ció sobre su época una influencia profunda. teramente, la vivacidad, el ardor y todo eso
Tuvo ideas políticas de extraordiñaria am- que se llarna disposiciones felices. De su fa-
plitud. Y su misrna leyenda, gu€ lo presenta milia sólo sabemos que era oscura: obscuro
como un príncipe de los magos que hizo loco natum, dice la crónica de Aurillac, tex-
pacto con el demonio, acaba por mostrár- to que confirma una carta de Gerberto al
noslo no como un vago precursor, sino como obispo de Strasburgo Wilderod, en la que
un hombre del R.enacimiento, una cabeza dice que no tuvo la ayuda ni del nacimiento
en_ciclopédica, tan bien organizada para el ni de los bienes de fortuna: nec genere nec
saber como para la acción y las grandes em- dit¡itiís adjutus, aunque una interpretación
presas. En las dificultades de su vida, dijéra- abusiva de otras cartas ha querido hacerle
se que tropieza con su propia expatriación. pasar por pariente de Ebrard, abad de San
Focillon.-11
162 Capítulo 3
T EI papa y el año neil "!63

Martín de Tours. Era uno de esos niños po- decir, el latín, que ya no se habla co¡:riente-
bres e_inteligentes buscados por las abar*as rnente, pero que no ha dejado de se¡: la len-
Y- p-or las escuelas
dados en sus estudios-episcopales y a veces ayu- gua del espíritu y de los grandes intereses
por partict¡iares g**"- púnrhcos. T{ugo Capeto, que la ignoraba, ne-
rosos: posteriorrnente, encontranía más de cesitaba un intérprete en ciertas negociacic-
r.lno de éstos en tonno a su sede de R.eines. Se nes políticas. El conocirniento del latín era
educó desde su infancia en el rnoreasterio todavía la llave del destino de un letrado.
de Saint-Géraud d'Auritrlac, corno tantos Rairnond fue un rnaestro excelente, a juzgar
otros escolanes de aquel tiempo, corno tros por ia latinidad de su discípulo, uno de los
alumnos de Abbon en Saint-Bénoit-sur Loi- escritores rrrás brillantes de la Edad lWedia.
re, cotrno R.aoul Giaber en Saint-Gerrnaiir Nos encontrarnos ante un clima hurnano
d'Auxerre. I-a abadía de Auritrlac era una de rni.ry cliferente de los rigores de Saint-tsé-
las casas importantes de Aquitania. Cono- nigne y de la nuda disciplina de Fleury, 3l so
cenros sus discordias en el siglo xr con" echa de ver que no es ind.ifenente para un
Sainte Fo¡- de Conques, que la eólipsó. Fue_ Gerberto haber pasado sus tiernos años en
ron sus maestros los abades Géraud y R"ai_ ese medio y en ese suelo de ,A.quitania que
mond, a ios_ que peumaneció siernpre tierna- iba a definir y presidir la primera civiliza-
mente unido. En esta alma elegante, los ción rornánica. No menos irnportante fi.le
necuerdos de una juventud rnonáitica colx* sr..r. viaje a la fufarca de España. En el año
servan urla gran dulzura. pasado etr tiempo, 967, Bowell, hi'io cle Sunyer, concle de Un-
en R.eirns, ya en ia alturas, les testiono*iu gell, sucede a Seniofredc¡, conde de Earce-
gr_af_ afecto. En nornbre de su arzobispo lona. Con rnotivo de su boda, hizo un viaie
Ada.trbéron, les envía regalos y, en. tra carta a Francia, se detuvo erl Salnt-Géraud y, a
que los acompaña, no ollida jnadie, salurJa instancias slxyas, le confiaron el discípulo
a Rair¡rond, a Airard y * todos sus herma- del que rnas orguilosos estaban, un cniscípar-
nos. ft,{ás adelante, alumno ya en el episco- io que era ya su hermano mnry arnado. F,l
pr4r, les pide s_us oracionei. tsajo sui fóo- conctre envió a Gerberto atr obispo de Vich,
irrulas un poco lisonjeras -fra_ .F{atto.
ter, ctrnü?xtissirne...-, h*y-dulcissime
la constancia de Hernos visto antes io que era la cultura
un afecto que-no se clesmiente. I-e gursta de- catalana y su refinamiento literario, un po-
cir que todo lo qr.le sabe se lo deñe a R.ai_ co complicado, un poco tr'ágíI, un poco de
rnond: R.aimond le enseñó la grarnática, es pnestad,o. Esos latinistas v esos h.elenizan-
Capitulo 3
papa y el año 165

tes nos conmueven, en el ocaso del siglo x,


porque representan un vivo contraste con tratagemas del Malo y los encantamientos'
los cluniacenses, con un antihumanismo de Peroiodas estas anécdotas están burdamen-
hierro. Pero esto es sólo un aspecto de str te tramadas. Queda Ia alegación pura y sim-
vida intelectual. Con San Isidoró de Sevilla, ple de Adhémar de Chabannes. Pero ni Ger-
conservaban Lln contacto con la ciencia an- terto ni su discípulo Richer, que abunda en
tigua. Cerca de ellos y bebiendo en esta fuen- detalles preciosós sobre las enseñanzas de
te, Gerbe_rto vigorizó su filosofía y su teo- su maestro, hacen la menor alusión a esos
Logia. Se ha observado que su defiñición de extremos. Debemos añadir que, en el si-
la filosofía glo x, un viaje a Córdoba no era cosa tan
et humanarum re- fá"il, como 1o demuestran las tribulaciones
rum comprehensio veritatis 2- ss comple-
-divinarum
de Juan de Gorze, enviado a la Corte de
tamente isidoriana. Además se nutrió eñ ¿l
de lo que llamaríamos ciencias Abd-al-Rahman en el tiempo en que éste en-
aquel viaba también una embaiada a Otón I (952)-
-ende agri-
tiempo, la aritmética, una geometría
Pero ¿era absolutamente necesario que Ger-
mensor, la astronomía-. ¿Conoció la cién-
cia árabe?- ¿Estuvo en Córdoba? Este viaje berto fuera a Córdoba para entrar en con-
es uno de los elementos principales de la lé-
tacto con la cultura musulmana? Desde lue-
yenda de Gerberto mago. Adhémar de Cha- go no era ni en esta época ni -en el Mogreb
bannes dice que se sintió arrebatad o cau- óuando y donde esa cultura llegó a su ma-
sa so,phiae, para la ciencia, paÍa la filosofía.
yor espléndor: no había llegado aún el-gran
Ascelin de Laon da a Gerbeito el nombre de período
^P"ro de los Avicena y de los-Avicebron.
un rey de Egipto, país de la hechicería: Córdoba eraya un centro de estudios.
Neptanabus. Hacia el año 108CI, Bennon le Los judíos habían traducido algunos textos
acusa de maleficios; Sigeberto de Gembloux
importantes o interesantes. La correspon-
(muerto en 1113), de necromancia. Orclerico deñcia de Gerberto con sus amigos de Cata-
Vital (muerto en 1141) relata su coloquio luña habla de un tratado cle astrología a
con el dernonio. Por últirno, Guiller*o d" cuyo autor no nombra. Desea también una
Malmesbury da la novela cornpleta. Gerber- obia de León el Sabio o León de España. Es
to fue a Córdoba a estudiaf tras ciencias casi imposible determinar con precisión lo
que debe a estas fuentes jgdeoárabes, pero
malditas, se enamoró allí áe la hija de su
anfitrión sarraceno y se fugó con "ella. En no creo que, entre los cuentos de Guillermo
de Malmésbury, haya que rechazar rotunda-
esta historia romántica se mezclan las es-
mente lo que este autor nos dice sobre los
-lr
lbf)
Capítulo 3 t'r[ ¡rapa y ei año mil tt)t

órganos, el reloj y tros globos celestes que prirno del conde Eorrell, ql're tre enviara
trri,
Gerbento sabía constr¡.rii o Jracer construir. cl dbno cXe León el Sabio sobre la rnr"rltipli-
Es posible que, en ia decadencia de las artes cación y la división (984), 3t a tr-iobet, archi-
rnecánicas en Ocaidente, Gerbento adqr.lirie_ diáconó de Barcelona (975-992), tre pedía el
ra el conocimiento y la práctica de lai rnis_ trataclo de astrología del que quizá se sirvió
mas por el Xslarn, heredero de los ..rnecáni_
cos', bizantinos. Eil todo caso, debernos se_ ]lara componer un tratado ctretr Astrolabio.
Mr-rchos años después, ctlando tuvo que sa-
ñatrar por lo pronto, eri ese siglo en el que lir de Bobbio, sLI pensamiento va hacia
ia abstracción seca siernpre el fiensamienio, aquel rnedio que le era querido y donde te-
uraa inclinación a ia cosá conóreta, LlÍla es-
pecie de gelio al:tesano que lo elnparenta nía fieles. Estuvo tentado a establecerse en
con los hor¡rtrrres del Renaóirniento. Se c**_ él (a finaies del 984 o a pnincipios ctrel 985);
prende la acción que, n:lás tarde, e.iercería Guarin, abad del monasterio neozárabe de
un rnaestro cor-xLo éste con un est¡-rdio de la San ft4iguel de Cuxa, le instal¡a a que 1o hi-
astronornía que hacía uso cte la esfera para ciera. En una carta que revela su indecisión,
explicar los rnovirnientos del cielo. Si d;bió sotricita el consejo desinteresado del aba'd
o no a los árabes sugerencias o ejemplos a Géraud 3: .,Ora pienso en trasXadarrne juntc
este respecto, difícil es afirinarlo ó negarlo. a los príncipes españoXes, corno rne aconse-
Pero esa afición a Ia obra de las rnanos que ja el ábad Guarin, ora n-re hacen desistir de
le distingug de los filósofos de su tiernpdse ótrlo ]ar cartas de la ernperatriz Teófana. ". "
la debe solarnente a sí rnisrno. Corno e^l uso En rnarzo del año 986 toclar'ía vacila en-
ciel ábaco y la difusión de tras cifras arábigas tne la corte irnperial y F,spaña, colTlo lo ates-
no Io son en su origen, pero que se tigua ¡-Ina carta al abad Nithard. Por otra
-qqe
emple-aban corrientenlentJ en^ ia EiparÍa pánte, sabemos que a la m¡'lerte del rey Lo-
musulrnana. iario fue nornbrado secretario de la reir'a
Ernrna. Espaila le ofrecía entonces el retiro
- En toclo
funda
caso, GerLrerto conservó una pro-
irnpresión de su estancia en Catailña de la saXriduría, con rnagnífi.cas arnistades y
y perrnaneció tan fie} a las arnistades que aqueilos libros que éi codiciaba tanto. Cuxa,
hizo allí como a sus n-raestros de Saint-bé- rnás tarde refugio de San Romualdo- y del
raud. A estas arnistades se dirigía para ob- dogo Orseolo, nb hmbiera sido un asilo dig-
tener-algunos rnanuscritos: rogabá a Adir.o *ot" Gerberto. Pero su destino, de acuerdo
Bonfill, obispo de Geron" y ."ñd" de Besa- con sus inclinaciones más o menos confesa-
ló8 CapÍtulo El papa y el año mil t69
3

da_s, le reservaba para las grandezas y los más hábil! Pero este hombre hábil es tam-
peligros de la vida activa. bién un gran hombre, y no cabe duda que
En suma, los lazos que le unían a Catalu_ tenía disposición para amar sus padres
ña seguían siendo muy fuertes, incluso espirituales, a sus amigos, a -a
sus patronos,y,
cuando- la dejó. Tres años permaneció en más tarde, a sus discípulos-. En aquella
ella, del 967 aL970. Antes ddque volviera a ruda época, entre aquellas almas tan duras,
Francia, pero no a Aurillac, bl conde Bo_ ese aquitanio brillante y suave nos hac-e pen-
rrell y el obispo Hatto le llevaron a Roma. rar en la elegancia intelectual y moral de la
Iban a Roma a pedir al papa que erigiera a antigua Roma y en sus días más bellos,
V_ic! en obispaáo, para inaepenaiza"rlo de c.rando los primeros rayos del sol de Grecia
Na^rbona, de donde- el obispó ¿" Vich era comenzaban a templar, a ablandar sus rigo-
sufragáneo. Este intento eitá en relación res. Escipión Emiliano y Lelio le hubieran
con e-l emp_eño de los condes de Barcelona, acogido bien. En aquella Rorna de su juven-
vasallo_s del rey de Francia, por ser más in_ tud, una Rorna toda feudal, escenario cle lu-
dependientes de la Corona. Ásí, pues, cuan_ chas que enfrentan a los barones del Lacio,
do Borrell, en el momento de la gran inva_ a un populacho frenético, a un papado vaci-
sión de Al-Mansur, pidió ayuda y plotección lante, a un emperador sajón, Gerberto está
a Hugo Capeto, éste exigió-al coide que, por en su propia casa mucho rnás que todos
su parte, reconociera sus deberes feudales, ellos. Dicen que se ganó sus ilustres amista-
como condición previa a toda alianza mili_ des con la astronomía, con la música Y, so-
tar. Pero la toma de Barcelona data del año bre todo, porque veían en él un tipo de hom-
987, y es e_n enero del97l cuando un diplo_ bre ya muy raro o más bien desaparecido. El
ma pontificio registra la presencia de^los emperador y el papa se exhortaban mutua-
viajeros en Roma. Entoncei comenzaron las rnente a conservarlo a su lado: ¿no deseaba
relaciones de Gerberto con la casa de SaJá_ Otón I rodearse, como Carlomagno, de los
nia, relaciones que_tan profunda influenóia sabios y los letrados más eminentes de su
rban a ejercer en el curso de su vida. Supo tiempo? Restaurar el Imperio ¿no era es-
agradar al papa y al emperador, no sólo forzárse por restaurar la cultura imperial?
su gran saber, sino ciertarnente por un ¡lor
en_ Por otra parte, ¿no era Gerberto el hombre
canto personal que todavía percibimos en nacido para Rorna y para la corte pontificia?
sus cartas. Su arnabilidad un poco florida Sin em6argo, Gerberto no siguió ninguna de
nos lleva a veces a pensar: ¡qué hombre estas dos vías. Y acaso en esto dio una prue-
F
170 Capítulo 3 El papa 1r el año mil 171

ba de su gran prudencia: pronto murió el hombres cle aquel tiernpo propio ,9"b-
ernperado{, y qada rnás ineitable que aqueX -el
bon de Fleury- que, pasada ya tra prinaera
papado del siglo x, en perrrranenté coniul- juventud, y hasta la edad rradura, no te-
sión. En toclos los hornbres de esta enverga* rnían votrver a sentarse en los bancos de la
dura hay un sentido, hondo y oculto, de-su escuela, Gerberto, ya conocido, ya rodeado
destino. En iodo caso, Gerberto se conside- cle tan aXtas sirnpatías, tornó a ser estudian-
raba débil dialéctico y decidió ir lejos a te. Pero, al poco tiempo, Adalbéron le en-
completar_ su formación. En aquel tiernpo, cornendó la clirección de la escuela, nolr¡.-
lrajo Adalbéron {969-989}, estaba en plebo brándole escolástico, o ernpleando una vieja
auge la escueia episcopal de Reims. G-aran- palabra de r¡n sabor pedante y a tra vez po-
nus, archiciiácono de esta farnosa iglesia, se |ular, *escólatra". Aquí se echa d9 vgr aqLrel
hallaba en aquel naomento en Rorrrá, envia- seguro ascendiente qLle Gerberto- había ejer-
do por Lotario, rey de los fraracos. Gerberüo cido ya sobre el abad Gérau.d, el conde Eo-
decidió irse con é1. Et emperador le pagó, rrell, los arnigas catalanes, Juan XIII,
seguramente, el viaje. En el camino, los clbs ütón I. El anzobispo de Reirns debió pen-
sabios se corrrlrnicaban 1o que sabíal¡. Ga- sar que un maestro que había ganado tanta
rari.nus adelantó rnucho en la maternática, famá en Aquitania, en España, en ltalia, te-
pero teníaNa cabeza dura para la rnúsica. nía que llevar rnuy lejos la de sus escuetras.
Adernás, Adalbéron, cotrno hombre de Esta-
2 do, apreciaba en su jr.rsto valor eI favor de
que gozaba en la Corte imperial en,tiempos
Aq1.lí comienza para Gerberto el período de Of¿n I y que su suceson, Otón II,le seguía
rnás fecundo de su vida, el más aúéntico, dispensando. Todas esta.s razones son exoe-
el rnás rico en resutrtados: diez años de en- ieuies razones. Pero esta magnífica cLlrva
señanza y de estudios durante los cuales el hurnana, vista desde ftlena y por ffIentes po-
"brillante estudiante> se convierte en ffraes- co esclarecidas, de rned.iocre vuelo y siem-
tro e inicia una pasffrosa carrera política. pre confinadas en las regiones bajas, tenía
Los viajeros Xlegaron a R.eims a finales del que parecer sospechosa. No bastaba para
año 972 ó a _principios de\ gZ3 Ri- expiióarla el hechizo de la simpatía y de tra
-según
rll"", entre el concilio de fuIont-Notre--Dame, superioridad. ¡Qué no será después, cuanclo
celebrado en Tardenois, y la muerte dé eIáinigo del Demonio llegue a las rnás altas
Otón I (9 de rnayo del 963)-. Como otros c{ignidádes, hasta a la dignidad soberana!
172 Capítulo 3
r EI papa y el año mil 173

La hiel de Abbon no es más que envidia aca- Marciano Capella. Los discípulos que llega-
démica. Prepara la acusaciOn del malefi- ban a Gerberto conocían ya los rudimentos'
cro. Empleando la expresión del- biógrafo de
^.Henos aquí en el extremo opuesto de Ab6on, podían ya pasar a nado--el inmenso
Cluny y en un plano superior al de la cultura mar de Prisciano, que en aquella época se
carolingia. En los confines de Austrasia, consideraba como la fuente del conocimien-
Gerberto aporta algo que no es el puro sa- to del latín. Después se abordaba la dialéc-
ber, sino un giro, una manera de pensar y tica, ciencia en-la que Gerberto se había
de hacer comprender. euizá no fud de esos perfeccionado en ei mismo Reims-y 91.1"
hombres que innovan bruscamente, que q,r" t" estudiaban las cat-egorías.de Profirio,
proyectan un resplandor ardiente y concen- lás obras de Boecio sobre la lógica y los
trado sobre un punto de la inveitigación. Tópicos de Cicerón. Nada más áridg qle
Pero difundió una luz igualmente pura en esá disciplina, basada en el análisis de las
todo el campo de los coñocimientoi huma- qwinque ies, eI género, la especie, la diferen-
nos de su tiempo. Tuvo ese don superior, el óiu, ló propio y1o accidental, y de las diver-
talento, tan necesario como el genio para los sas. foimal de silogismo. Pero al menos
progresos de la civilización, péro sospecho_ podía preparar las rnentes, soltarlas, darles
so para el vulgo. Talento qué, en un^profe- agilidad, éntrenarlas, si no en el ejercicio
sor, consiste ante todo en el arte de hacer dél espíritu crítico, que se basa en principios
vivir y de hacer amar lo que se enseña. El *,rv áif"tentes, sí al menos en la rapidez y
éxito, odioso para los pedantes que lo consi- Íu agilidad del razonamiento. A-sí p-arece
deran u,n_ pecado mortal, es aqui testimonio "tt
que lo lntendió Gerberto, más allá de las
irrebatible de la superioridaüy de la efica- definiciones que hoy nos parecen puramente
cia. verbales: llevaba a sus discípulos a un
Conocemos la enseñanza de Gerberto en ..sofista, que los entrenaba en el es,pecial
Reims, en su forma y en su espíritu, a través atletismo áe la discusión. Se echa de ver
de. Richer. Comprendía la lógica y la mate- aquí aquel amor a 1o concreto que pare-cg
mática, es decir, el trivium, enseñanzalitera- .iru"t"|irar la enseña.nza de Gerberto y del
ria y filosófica, y el cuadrivium, enseñartza que encontraremos otras pruebas. No le
científica. La primera de las artes liberales, i^nteresan las nociones por sí mismas, sino
la primera rama del trivium, es la gramá- la manera como el espíritu las vive. Utiliza
tica, estudiada según Donato, prisciano y estos datos tan áridos para despertar y para
xlt
Capítulo y el año mil 175
3 Iltr papa
cond.ucir la actividad de la inteligencia:
áridas, sr, pero constituy"n de conseguir, haciéndolos copiar en las
abadías qrle tenían ejeneplanes de ellos' Esta
"uln.iaimente la
técnica.del pensarnienio *uJl*out,
**iqcre, ffi; caza de ñlanuscritos a la qLle dedica tanto
y.:nediante á*uu"rollo de
-*r
una técnica análoga, dialécticá"Í ernpeño y tarato gtlsto, pnornetiendo aqtlí ttn
ción sobre formas pllras, se hizoo probable_
especula_ altó preólo, alláino de aquellos giobos ce-
rnente Ia escultu_ra iornánica. Fon lestei que étr sabía hacer, es uno de los ras-
cuando se iee el pequeñ, lr^tá¿.f; á;;;;, gou *át curiosos de su corresponciencia'
berto, Libeilus d" e;;j óracias a é1 se salvarore Terencio, X/irgitrio,
.au' r"iiiiit¡27'íot¡"*e utia, X{onacio, tr-ucano, Estacio, Fersio y Jurtenal,
r1o se comprende su vercladero sentido si no
es interpretándolo no pan^a las delicias de t¡n bibliófilo afanoso
:op",""
rarreente <(ol:name-ntal" ¡""L., casi pu_ de bnniquecer su tesoro o para delectación
de ,ü ñtáligu;Jil. solitariá de un letrado escondido, sino peta
¿'Cómo se puede decir q"" *l-r".
usa de la razón, si Io ráio;;ül_ razonabne entnar en la gran corriente del" pensamiento
sariarnente contenido en ul"r. está nece_ hurnano, para ser explicados públicarnente
á" Ia razón? ante hombres jóverles a los que un maestno
$py qt * distinguir- urto";1;;"d;,
EI ser razonabie *. á-un"i¿ffi; yIaet acro. cor:no éste sabía comunicar el calor de sus
pero razón, actrrninaciones. Torna en sus rtrlanos, finas y
no siemnre se sirve d;*[,r"I" ;*;;..l
Ejcmplos de los p"rbl;;;u
Gerberro fuertes, el vaso que San Odilón vio en sue-
planteatra a sus discípulos y;"-lr;;úá-;; flos. No soli sierpes lc¡ que sale cte él: coll-
misrno daba una. soluc^i¿i-áe'l*Irnás elegan_ tiene la sabiduríá que un cristiano puede y
te sutiieza. ewizá el Libettw, Á-"r, .,ejerci_ debe aprovechar. Al rnismo tiempo,- este
cio cor¡:egido" o Lnna .,bella lecclón' genio "p?áctico, tan bi.en armad.o para ]q u'-
Gerberto quiso conservar. que
Eión, ejercita a sus discípulos en la paXabra,
Fero hay coj.ncjdencia en la opinión
de discutén en latín; \as cotcciones a lo Salus-
que no es en Ia.dialéctica donde-Gerberto tio de que hace uso R.icher y que pone en
dio la rnedida de su *igl"áüá"A, boca de los personajes de su hi'sto¡1* t**t
rnucho rnás en la retóricdd;;;;-re tra dio resurnir una situación, para explicar la psi-
destaca
pníncipe. detr hurnanismo. e" poi_
:o:"":: reriunciando a los coioEía de wna decisi-ón o de un aconteci-
rner,tLlgar, nnien"to, se deben cientamente a Xa enseñan-
recurrir a las fi.lentes. ier-lémanuul*; e;;;
fuentes? Los za de derberto. El arte de escribir la his-
textos de los rnaestros qüe én ,* cansaba tonia conservará su tradición durante rnu-

T
176
Capítu-lo 3 El papa y el año mil 177

.lro tiempo, hasta el final de la


clásica.
época día a sus amigos de España el tratado de
Aunque Gerberto no hubiera enseñado i"¿" el Sabio-sobre la muitiplicación y -la
más que, eI trivium, su norrlbre tendría iu división, intentaba enriquecer el rnétodo'
lugar en Ia historia áel e_spírit". ivim parece Y lo rnismo en cuanto a la geometría' Te-
haber ejercido una inflrlencia no menos nernos un tratado de esta ciencia que lleva
profunda enseñand o eI quadili¡u*, iu nombre, pero en una letra posterior al
temática
fu *á_
decir, la a-ritmética, í, ;;;;_ manuscrito. be ha supuesto con tazón que
ctta-
-es y la urtrorro*?u_. Al ser_
ca, la-geometría era obra de un alumno suyo
-quizáun
virse del ábaco, empieabu,rn pio"edimienio derno de clase-. En él se cita a Pitágoras, a
conocido desde el liglo v y practicado ha_ Eratóstenes, al Timeo y el comentario de
cia el año 970 en Splre. lH¡r6 q.r" ,r, arte_ Chalcidius. Pero Gerberto ignoraba el grie-
sano Ie fabricara uno, y tarnbién mil oca_ go. ¿Córno conoció a estos autores? ¿Por
racteres>> cle cuerno. Era una especie íor á.ub"s? Pero Gerberto no sabía árabe'
máquina de contar, parecida a un tablero de Probablernente, por traducciones judías al
latín. Pfister y Ficavet descartan esta hipó-
le bolos con veintisiéte
lumnas, una cotru*"u -párl;;"
en tres tesis so pretexto de que el viaje a Córdoba
"uriiiu, serie co_
nueve cifras, una para- las t¡niáua"r,-ttru de es una feyenda. En su época, no se sabía
para las decenas y la últim" p*u las casi nacla de la vida intelectual en Cataluña
tenas. Cacla cifra rep_resentu.Éu, p.r"r,cen_ ni de la cultura mozánabe. No era necesario
yulgl diferente, s-egún Ia .ol"-"á en que se
un ir a Córcloba y saber árabe para entrar en
hallaba; el cálculJr"r.rltábu Áa, f*iin contacto con 1á ciencia judeornusulmana' Etr
día reducirse, al rnenos para los virtuosos, o;: texto relativo a León el Sabio lo prueba
a movimientos de la qañ-o. A- pesar d. suficientemente. Pero esta observación no
se ignoraba el cero y de las aihcUtaa".-'á"a;; resta valor alguno a lo dicho sobre las vie-
jas fr.rentes de los agrim.ensol:es rornanos'
1T^l-T:.tones, j" ¡á po¿ia"l"Iio qu" 1",
orscipulos de Gerberto, No fue en geometría donde rnás innovó
tocando el^ ábacá Gerberto. Ni tampoco en música. Lo,que
como quien toca un instrumento, hacián
juegos matrabares con las cifias. nos dice Richer á este respecto nos hace
Éuio pensar que, en este campo, Gerberto se lo
9a el entusiasmo de Abbo" y ," *ul lr"ñá. ";pii_ debía caii todo aL De musica, de Boecio. Fue
Ciertas operaciones seguían ái*rr¿o bastante
targas y complicadas. Cuando Gerberto el rnonje Gui d'Arezzo quien-imprimió a
pe_ este arte un avance decisivo al poco tiem-
Focillon.-12
t78 179
Capítulo 3 lil papa y el año mil
po de morir Gerberto, haciendo más senci- célebres. Se los pedían a cambio de manus-
lla,, más límpida, la lectura á"-t", tontr-,, critos, pero hab?a que esperar con pacien-
oe ros semitonos. Fero Gerberto formó cia, pueis no ocultab^ éI que su construcción
bué_
nos músicos, por ejernplo, el rey Robertá, ffeváUa mucho tiempo y rnucho trabajo'
que no sólo se complacía en cantar en .on etio una idea completa de
el ¿Tenemos
"enseñanza
coro, sino- que, probablemente, puso músi_ la y de la ciencia de Gerberto?
ca a unos himnos de cuya letra no es autor, Seguramente no, pues alguno¡ {e sus discí-
puesto que eran conocidos mucho antes o.ilot dan prueba de curiosidad y de cono-
de
é1, entre otros eI O const";ü; martyrum,
que la reina Constancia, en su .andoí,
ii*i""tot -¿di.ot. En los estudios jurídi-
.iál .otllut""e haber practicado sobre todo el
yó escrito para ella, como t" haUia p;:liJ;. dereóho canónico, pero no hasta el -punto
La parte rnás brillante de la ense¡a nza de áe discernir las falsás decretales que le pre-
Gerberto fue, además de la retórica, la as- sentaron en controversia y que él admitió
tronomía. También en esto bebió sin duda como auténticas, pero discutiéndolas con
en fuentes árabes; de ello da ]" d ;il; ;;d^ la agilidad de su girnnástica intelec-
relativa a la traducción del tratad n" ii_ tual. Por ?lti*o, fue teólogo, al menos si
-"r, "
trologia. Como en, retórica, en-aritmética y es ciertarnente suyo el tratado De corpore
en. diaiéctica, Gerberto no et sanguime Dominl, donde el autor toma
astrono_
mía un teórico puro, sino un "iudemostrador ,rnu pJti.ión intermedia entre los partirla-
que se basaba én datos turrgibi"r. Mandó rios ?e la presencia real y- los que,-como
hacer unas esferas en cuya áescripción se Raban Maur, consideran el pan y el vino
detiene R.icher con una cómplacencia entu_ ;;;; los símbolos de la lglesia, cuerpo de
siasta:,en primer lugar, ,r"u maciza Cristo. No es en escritos de este género
oe madera, en Ia que señaló los ".i"ra
puntos en donde debemos buscar la esencia del genio
lo; eue salían y se ponían los urtror, varias áá-C"tU"tto, ni tampoco en su brillante di-
esreras armilares que indicaban su marcha
en el cielo y,- po. último, ,rru *i"rti;;;;
r"rtuli¿" tobt" lo iacional y el uso de la
razón. Más serios son sus escritos matemá-
varjos rubos, uno de los cuales permitía li"ot. Pero donde se define su papei y se
191
oetermlnar los polos, mientras ^qr" los dibuja su figura es, sobre-to-do, en la mane-
otros, girando en torno al primero, ái.igíun rá-.d-" viiiO las curiosidades de su inteli-
l^1^Tl.ld,l y la fijabal sencia v cómo hizo que las compartiera una
crso ". .tistos globos de "l ";iú;;semuy
Gerberto
pre_
hiiieron lran párte de los dilectos de su tiempo'
180 Capítulo 3
EI papa y el año mil 181

IJn rnaestro vale por sus discípulos tanto


gom-o po_r sus obras. En la primera fila de
la historia del arte, por la catedral que- hizo
los hombres que Gerberto iormó está Ri- construir y que fue destruida por el fuego
cher, sin el cual no conoceríamos, corno t Ig4. \; hemos visto que A'bbon de
"tt
Fl",tty acudió a Reirns en busca de los co-
merece ser conocido, ai gran profesor de la
escuela de Reirns. parecJser due fue el con_ nocimientos que aún le faltaban. En torno
sejo de Gerberto lo que le rnóvió a escribir a Gerberto airendían otros muchos hom-
la historia de su tiempo, cuyos cuatro libros bres que hab?an de contar en la vida rno-
abarcan el período que va'desde Carlos el tr¿sti.á o en el episcopado: Ingon, abad
Gordo y el rey Eudá hasta el año 995. Es de Saint-Germain-des-Prés, de Saint-Fierre-
una fuente estimable para los años poste_ le-Vif de Sens y de Massay (fundado en el
riores al 969 y, sobre iodo, para la róvolu_ año 1000); Gerardo, obispo de Carnbrai;
ción que llevó a Hugo Capeio a la reatreza. Ááalbéron, obispo de Laon, homónimo del
Richer vivía aún en ét ano 998; a partir de uáUitpo de Reirns y al qrre el pueblo trla-
esta fecha, nada sabemos de é1. Tenía cono_ maríaun día ..el viejo traidor"; por último,
cimientos de medicina, pues el año 991hiza Lietty, al que Robórto elevaría al arzobis-
el difícil viaje de Reirns a Ctrrartnes para de Séns el año 1000. Tales eran los
"á¿""
tompañeros de juventud del que iba a ser
conferenciar con el monje Heribando y pa_
ra consultar ciertos rnanuscritos m¿dicbs. el rey R.oberto, ptles Htlg-o Capeto y Adelai
Por otra parte, Pfister señala con razón el da cónfiaron a éerberto la educación de su
espacio que Richer dedica a la descripción hijo. Después de é1 adquirió el.joven prín-
de las enfermedades de que ,n,r*""n los ciáe sus fítttlot, no el sobrenornbre, bastan-
personajes de su historia. Otro discípulo de te absurdo, de *Piadosoo, QU€, fundándose
Gerberto, Fulberto, cornenzó por ser rnédi_ en Flelgaud, su limitadísimo biógrafo,le die-
co; pero se debe a su actuacién como teso_ ron nuéstros viejos historiadores, sino más
rero de Saint-Hilaire de poitiers, y sobre bien el que le atribuyen ciertas cattas a
todo como obispo de Chartres su fuerte cuyo pie Je lee: regnante Roberto rege theo-
huella, no sólo eñ la vida política, en ú q"; tobt ó ón a la que corres-po-ndería
-expresi
üÁtant" bien traducción de "el filósofo
la
le vemos mezclado má, de un aconteci_
"n
miento, bajo el rey Roberto, cristianou.
sino en la his_ Dejemos ya de considerar absolutamente
toria de la cultura, por el brillo de la es_
cuela de Chartres bajo su episcopado, y en bárbára .tttá épo"a en la que vemos al he-
redero de los buq,r"t de Francia entre los
182 Capítulo 3 El papa y el año mil 183

estudiantes de Gerberto, esos jóvenes inte_ rrera de maestro, sino la pasmosa fortuna
lectuales que, más tarde, elegirá el para ius que le elevó hasta el pontificado. Olvidamos
grandes jerarquías eclesiást-icas. []Iidumo. lb que hay de poco noble en esta especie
no sólo el valor intrínseco, sino la amplitud de éspionaje al que se rebajó Otrico, para
y el alcance de una enseñanza que, en vís- destaóar, cómo u-n detalle interesante en la
peras del año 1000, prepara taÉs cuadros historia moral de la época, esa conferencia
a la Francia de los -Capetos. La fama de de Ravena en la que é1 emperador presideó.
Gerberto rebasaba las fronteras de Fran- en persona un debate de filosofía pura
cia, se extendía hasta Italia y Alemania, don_
de suscitó los celos de Otrióo de nnagdebui-
go, uno de los sabios que rodeában a 3
Otón f y maestro de San Adalberto.
lberto, el após-
anós- Se inicia entonces para Gerberto un nue-
tol de Bohernia. Creyó que podía coger en vo período. No deja de ser un hornbre de
falta a Gerberto sobre ia ilasifi.a.i"¿r, dá peniamiento, pero entra en una vida de
las ciencias, y, para sostener sus acusacio- pl"tru acción, erizada de dificultades, de lu-
nes, mandó a uno de sus discípulos a tomar chas subterráneas y de inquietudes. En la
notas en el aula de Gerbertó. pruebas en conferencia de Ravena se encontraba sólo
mano, dio parte a Otón II de estas diver_ ante un cofrade descontento. En lo suce-
gencias, sin duda co_n la esperanza de que_ sivo se va a encontrar con adversarios más
brantar el crédito de su rival en h córte duros. Su destino es de los que sólo en la
imperial, donde Gerberto era conocido y lid toman vuelo. Dispuesto está, armado de
amado desde hacía mucho tiempo. El empó- pies a cabeza, para otras luchas que no son
rador convocó a Otrico y a Geiberto a Ra_ las rivalidades intelectuales' No nos gusta-
vena _para que argumentaran en su presen_ ría verle constantemente dichoso.
cia: Iargo debate dialéctico cuya Éistoria A finales det 982 o a principios del 983
nos cuenta Richer detalladam"rri", pero en fue nombrado abad de Bobbio, en Lombar-
el _que el prestigio de Gerberto no parece día. At designarle así para gobernar la ilus-
haber sufrido menoscabo. Ocurrió esio por tre fundacién de San Colombiano, Otón II
Navidad del año 980. Otrico murió el l'de daba al escolástico de Reirns una nueva
octubre del año siguiente, sin pasar, pü€S, nrueba de su amistad. Bobbio era impor-
por la amargura de ver cómo su contra- iante por los bienes, y aca,sg más aún por
dictor proseguía con gloria no sólo su ca- r,r utttigrta fama, por su biblioteca, por los
184
Capítulo 3 185

viajes de aquellos _peregrini Scotti que, ve_ clar un silencio inviolable sobre el favor
nidos de Northum6ria y de lrlanda,^prbpa_ que rne vas a hacer. Todo lo que gastes te
gaban en los scriptoria rnonásticóu io, lb pagaré con réditos donde rne- digas y
ejemplos y los principios de la decoración o.rutr¿o rne digas 7. Pero ni en el misrno
de sus bellos evangeliários. La biblioteca de Bobbio perdió de vista su propia-biblioteca
Bobbio fue para Gerberto una gran fuente de Reims: .,Que se conrija el Flinio -_es-
de gozo. Era, para 7a época, una biblioteca cribía a Airard de Saint-Thierry-, que nos
enciclopfdica: en ella figuraban los rnaes_ envíen Eugrafio, que se copien los manus-
tros de.la antigüedad profana junto a los critos que están en Orbais y en Saint-Bas-
Padres, lo_s- poetas, Virgilio, Horatio, Ovi dio, 1e... " Ñada puede acabar con esta furiosa
Juvenal, Claudiano, Ioi oradores y'los filo_ pasión, y vemos :urravez más la enjundia de
sofos, Cicerón y Séneca, y hasta iucrecio, esta vidá: de cualqui-er lado que se rnire y
tan oscuro entonces y durante mucho tiem_ aun limitándose a ün solo aspecto, sirve aI
po. En ella acompañaban las ciencias _la espíritu con una especie de encarnizarniento
astronomía,la medicina- a las letras. Más qu; rlo tuvieron ni siquiera los grandes
tarde, cuando Gerberto se alejó d" B"bbl;, iardenales humanistas del Renacirniento,
todavía pensaba en sus riquezás no corj. una los Bessarios, los .A.eneas Sylvius'
estéril nostalgia, sino para extender uu i"_ Pero el gobierno de la abadía le causaba
fluencia benéfica. Confidencialmente escri_ grandes pieo.upaciones. A pes-ar del es-
be a uno de sus fieles, el monje Reinardo,
esta carta encantadora y hábii: filendor d" .r., nombre, fue recibido como
"Te pido Lriatura del imperio' Como en todas partes,
encarecidamente una sola cosa, que no te supo ganarse afectos muy fieles. Pero que-
causará peligro ni perjuicio y que-estrecha_ dataripartidarios de su antecesor Petroal-
rá más aún los lazos de nuesira amistad. do. Los italianos desconfiaban de Gerberto
Ya sabes con cuánto afán busco los libroi y éL no quería a los italianos. Con un laco-
por doquier, y también sabes qrr" hay por r,iu*t eñérgico, en el que se adivina su
doquier copistas en las ciudadls y io, amargura, corregía así los versos de Virgi-
carnpos de Xtalia. Con que manos á la".,obra lio: Fregus, non viri -\os bienes de la tie-
y haz que,me copien, pese a todos, Ia As- rra, sí; pero los hombres, no-. Las vastas
tronornía de Manlio, la retórica de Victori_ orooiedádes de Bobbio eran saqueadas por
no, el tratado de Demóstenes sobre la oi_ irrs'"asallos. El nuevo abad intentó hacer
talmía. Me comprometo, hermano, a guar_ valer los derechos de su monasterio' Pedro,
186
Capítulo 3 El papa y el año mil 187

glispo de Pavía, le propuso una entrevista. des y el Rin, seguía siendo el objeto esen-
El la rechazó. robad, azuzad. con- cial de sus reivindicaciones y, si así puede
tra nosotros a"Sustiaed,
las fuerzas de Italia. El mo_ decirse, el fondo del irredentismo carolin-
mento es favorable: nuestro señor está gio. Pero el imperio mantenía en él sus de-
ocupado en la guerra... so ¿Dónde buscar iechos y conservaba partidari-os fieles. En
apoyo?,Otón arnaba a Gerbérto, mas, para la estruttura de una sociedad feudal, las si-
sus ambiciosas empresas, necesitaba'más tuaciones personales son a veces muy com-
que nunca ganarse a los italianos. Muerto plicadas. Áldabéron, arzobispo de Reims y,
é1, el 7 de diciembre del 983, nada le queda én caiidad de tal, vasallo del rey de los fran-
al abad de Bobbio, eu€ no puede contar con cos, pertenecía a una familia lorenesa. Ha-
el Papa, antiguo obispo de pavía. y se vuel_ bía estudiado en la abadía de Gorze, de la
ve a Francia, dejando la abadía a petroaldo, diócesis de Metz. Además, Bruno, hermano
pero sin renunciar a sus derechos. Algunos de Otón I y arzobispo de Colonia, le había
de sus.monjes siguieron siéndole adiJtos y dado el condado de l{ainaut. Era favorable
hasta iban a verle a Reims. pasados sei"s al imperio, y su amigo Gerberto, cliente de
años (989), escribe que petroaldo es un <ti- la caia de Sajonia, seguía los mismos ca-
rano>, en el sentido propio de la palabra, minos. En lai disputas suscitadas por la
es de_cir, un uslrrpador.^ y, sin menoría de Otón III, arnbos se esf,orzaÍon
cuando llega,a papa le confirma "-bu.go,
en el por obtener la neutralidad del duque de
bierno de Bobbio. Es que Gerberto es a!o- la
-Francia.
Procuraron apartar a Lotario de
vez un alma grande y un político: no se sus designios. Pero Lotario marchaba ya a
obstina en su antiguo fracaio. la conquista de Verdún. Entonces pensaron
La muerte de Otón II dejaba una situa- en derribar la dinastía carolingia y susti-
ción complicada. El hijo que había tenido tuirla por la poderosa estirpe de los gran-
de Teófana contaba sOló trés años. Enrique, des señores que, en su ducado y en Fran-
duque de Baviera, y Lotario, rey de los f*"_ cia, ejercían una autoridad casi real.-Aquí
cos, aspiraban a la _tutela, el uno para ser viene a cuento la famosa carta de Gerberto
rey de Alemania, el otro para coionar ia a un destinatario desconocido: "Te escribo
política lorenesa de los réyes carolingios. en muy pocas palabras una carta enigmáti-
Este extenso país, que comprendía no "sólo ca: Lotario no es rey de Francia más que
la Lorena moselana, sino lá ea¡a Lorena, de nombre; Hugo no 1o es de nombre, pero
es decir, la región comprendida éntre Flan_ lo es de hecho. Si buscáis su amistad y si
188
Capítulo 3 El papa y el año mil 189

unís. q.su hijo con el hijo de César, ya no de hacerlo o de decirlo Gerberto. Hizo y
tendréis^ por enemigos á los reyes 'de los deshizo reyes. Secretario ahora de Hugo Ca-
francos.e', ¿Era en verdad servii a la cati_ oeto. oodía actuar sobre los asuntos de la
sa de Francia querer sustituir una dinastía y la gra-
gastada, a pesar de los jefes enérgicos, por -onuiq.tía. El afecto de Adalbéron la continui-
titud del príncipe le aseguraban
una dinastía fuerte, aun a costa de aban_ dad de lJfortuna. El arzobispo pensaba en
donar una política lo- é1 corno su,cesor suyo y hasta le designó
-provisionalmente-
renesa? En todo caso, si la posición de para el cargo. Muere el 23 de febrero del
Adalbéron, arzobispo de R.eims y canciller áño 989, y no es nombrado Gerberto en sll
de la Corona, es ambigua, la dé Gerberto lugar. Foi un extraño giro, tro fu,e Arnulfo,
no lo es. La rnuerte de Lotari o, el 2 de mar- baitardo de Lotario. No es fácil entender
zo,deliSó, y_lu de su hijo Luis V, en mayo las razones de esta elección, tan impolítica
de1 987, resolvieron la iituación.'En junio como poco honorable para Hugo Capeto,
del mismo año _es consagrad,o elevadó por Gerberto a la dignidad real con-
"" ñoyon
Ilugo Capeto, elegido en-la asarnbtrea" de tra la fámilia de Lotario. No se resignaba
Senlis. En la Navidad siguiente hacía con- ést.a a ser suptrantada. Carlos, duqr-re de I o-
sagrar a su hijo en Orleáns. Así tomaban rena rival de Hugo Capeto y he-
c-uerpo_ en la historia los designios políticos -antiguo
redero legítimo-, era tío de Arnulfo. ¿Aca-
de Gerberto. Es claro que Geibertd no bus- so el rey de Francia, al hacer arzobispo a
caba Ia grandeza del imperio a expensas de Arnulfo, esperaba ganarse el apoyo del so-
Francia, a Ia que daba, por el óontrario, brino contra el tío y dividir así a los caro-
una fuerza nueva: fiel a Ia vez a su cliscí- lingios? Si así fue, no tardó en ver el resul-
pulo cle Reims y al hijo de Otón II, tendía tado negativo. El año 988, el duque Carl-os
al equilibrio de Occidente. había tórurado Laon, la antigua acrópolis
Estos ambiciosos planes de hornbre de carolingia, refugio de Emrna, viuda de Lo-
Estado, secundados por los acontecimien- tario. Sitiado dos veces por las tropas rea-
to9, eue les facilitan un éxito tan rápido, les, resistió. Una noche de agosto del
daban a Gerberto una autoridad indiscuti- año 989, se apodera de Reirns por sorpresa
ble. Había sido el alma de las cornbinacio- con Ia complicidad de Arnulfo' Este golpe
nes de Adalbéron, y lo que no había podido de fuerza es el úrltimo pálpito de vida de
hacer o decir en persona eI arzobiipo de tarta raza condenacla. ¿Qué parte tuvo en é1
Reims, canciller cle Francia, se encargó Gerberto? Elevado Arnulfo al arzobispado
190
Y
Capítulo 3 t
I El papa y el añomil l9l
de Reims, Gerberto permaneció a su lado. Ramos cae Laon, entregada por su obispo,
9"ggí? _siendo, al ménos de nombre, abad Adalbéron o Ascelin, que en otro tiempo se
de .no!bjo,y,-de hecho, escolástico y'r""""_ había adherido con las más sagradas pro-
tari,o del prelado. No sólo se incliáó ante lnesas a la causa de los dos carolingios y
Carlos, sino que sirvió los designios de los que traicionó a Arnulfo corno Arnulfo había
dos conjurados. Seguía la máiirna de Te_ tlaicionado a Hugo Capeto. Encierran al du-
rencio, más prudente que altiva: .,Si no que y al arzobispo en Orleáns y hacen
puedes Io qge, q-uieres, quiere lo que pue_ cbmparecer al prelado ante un concilio re-
des.o En realidad, éste eJel momento malo unidb en Saint-Basle el 17 y el 18 de junio.
de su vida. Está enfermo, estaba desorien_ Arnutrfo es condenado por su felonía, degra-
tado. La ingratjrud, y ta pátá_ dado y encarcelado de nuevo. Pero ¿tenía
bfu- la estupidez de Hugo-digamo,
Capeto en esta derecho un concilio nacional a tomar esta
circunstancia pueden ayudarrroÁ a. cornpren_
,derle, si no a exculparle. Se ha dicho tam_
decisión sin la aprobación de la Santa
Sede? Ya sabemos lo que los obispos pensa-
biérr que, abad-conáe de una gran abadia ban del soberano pontífice. Abbon de Fleu-
{aJia11, a la que había sido ilamua" pó, ry, intérprete de los frailes contra los obis-
Otón ff, no tenía deberes feudales más que pos, sostuvo los derechos del Papa apoyán-
ante el imperio. Lo que nos apena es verle dor" las Falsas Decretales. Gerberto las
romper con su línea política, indiscutible_ "tt
rebatió. Fue elegido arzobisPo.
mente francesa y capéta. Jamás le creería_
mos un aventurero vulgar que se venga de
una decepción y que intentá su suerte. Lo 4
segu_ro es que este episodio Ie hizo sufrir El error de los hagiógrafoses creer que
mucho y que se apreiuró a ponerle fin en en una gran vida todo es grande. En el pJa-
cuanto pu4o. Es curioso qué Gerberto se no humáno, las miserias y las mezquindades
viera metido en él por un príncipe carolin_ con que Gerberto lucha en lo sucesivo no
gio, hijo de una heimana db fotário: le co_ le disminuyen. Pero es triste ver al arzobis-
nocemos ya, es Brun_o de Roucy, obispo de po de Reims, canciller de Francia, disputar
Langres. Hizo, pues, Ias paces y el ,"y coá_ iu título al papado y al mismo rey de Fran-
prendió su error. cia. Detestaba estas disputas, que le apar-
En 991 termina la aventura del preten_ taban de más altos pensamientos. Hubiera
diente lorenés. La noche del domingo de preferido, nos dice, luchar contra gentes
-T
192 Capítulo 3 El papa y el año mil
armadas. No obstante, ponía en estas lu- ernpresa del Concilio de Mouzon' lil l';t¡r;t
chas, tan estériles para él espíritu, toda la neósita algunos obispos francescs .y :'rtlrt'''
firrneza, todo el rigor del suyó, todos los re- todo una mayoría alemana que no st: :iit'rtl;t
cursos de su dialéctica. ya la reseña de impresionadá por los reyes de Francilt' Mutt
Saint-Basle nos hace ver todo el alcance y zoi, ciudad frontetiza, dependía- dc ltc'irrt:;
toda la habilidad de ese espírituto. ¿Lo ré- en lb eclesiástico v de Lorena en lo polílit'o'
dactó siguiendo unos apuntes taquigiáficos, Hugo Capeto prohibió a sus obispos asislir
corno cree Julien lIavet? No es imposible u concilió. Sólo asistió Gerberto (9e)'5),
que aprendiera este procedimiento én Ita- "ít"-discutido 11.un discurso cuyo
á.r" orotunció texto ltrr
Iia, donde lo empleaban los notarios. pero s^ido Pero sus esfuerzos no tlit"
rne cuesta trabajo creer que los debates del ron ningún resultado concreto. El concilit¡
concilio tuvieran esa elelante unidad. For se disoliió, previo actlerdo d"e cetrebrar olrtr
ejempfo, el discurso del obispo de Orleáns, en Rorna, que nunca se reunió.
cuyg fondo no se puede ponér en duda, es No pareóe que a Gerberto se le acabar¿t
un bello discurso rnuy digno de la pluma la paciencia por estos aplazarnientos y pot'
de Gerberto. Por lo demái, esta belieza y estbs rodeos de una política de astucia qtlc
esta vivacidad de forma no disrninuven uñ iu*po"" quebrantaba
^al al episcopado fran-
nada la autenticidad histórica de tan insig- cés. Pero, trasladarse a Roma Otón III
ne docurnento redactado por tan ilustñ para recibir allí la corona imperial, el arzo'
testigo. titpo de R.eims decidió acomp^añarle para
De todos modos, el legado del papa oyó haier ante el Papa (997) la defensa perso-
tratar a su señor con una vehernencia que nal de su causa. Decisión no sólo muy va-
atizó la ira de Juan XV, indignado de que liente, sino en extremo hábil, pues la cir-
se pasara por encima de su derecho. trnten_ ..tnttáttoia de la coronación y la amistad de
tó hacer intervenir a los prelados alernanes Otón III eran especialmente propicias a los
y loreneses, en Aquisgrán, en Ingelheirn, irrtlt"."t de Geiberto. En esto cambia la
donde logró que fuáran condenadal las de- suerte, y cambia favorablemente' Muere
cisiones de Saint-tsasle. y excomulgó a Ger- Juan XV. I-e sucede un pariente de Otón III,
berto. Pero el Concilio de Chelles, fresidido Gregorio V. Pero cambia otra vez la suer-
go¡ el joven rey Roberto, decide que no se te: Ia muerte de Hugo Capeto priva a Ger-
debe obedecer al Papa cuando el papa es berto de un soberano que, desde su recon-
injusto. Entonces se rnaquina la soberbia ciliación, le había sostenido siempre'
Focilion.-t3
r y el año mil
194 Capítulo 3 Ill papa 195

Le sucede Roberto, y Roberto es antiguo política y en la barbarie. En la Corte de un


discípulo_ de Gerberto. También se p,réd" é*perador de diecisiete años, lleno de entu-
jugar, noblemente, esta carta. ¿No présidió siasmo por el estudio y por los bellos pen-
Roberto el Concilio de Chellej? ¿No sabe sarnientbs, y cuyos padres habían sido siem-
é1, como su padre, cuánto pesó años pre arnigos y protectores suyos, Gerberto
-áiez
antes- la influencia de Gerberto, su genio, ie sentíá de nuevo en su verdadera voca-
su habilidad poiítica en los destinos áe su ción de espíritu, y de la poderosa vida del
casa? Pero Roberto arnaba a Berta, parien- suyo, de su pasión humanista por la gra.n-
te suya. Necesitaba la aprobación del papa deza de Ia antigua Roma, así corno de su
pala -una boda que podía ser condenada pbn aclhesión a la casa de Saionia, debía sacar
la Iglesia, corno lo fue en efecto, y contra la concepción rnás audaz de la estabilidad
la cual, nos dice Richer, se pronunció hon- europea. Otón le pedía que la constituyera.
radamente Gerberto. Por otra parte, Rober- A finales del 997, en respuesta al envío de
to era amigo de Abbon, eu€, como hemos la Aritrnética de Boecio, un beilo ejemplar
visto, se pronunció en Saint-Basle contra en el que Gerberto había escrito unos ver-
Gerberto, por rnuchas razones, canónicas sos, Otón le dirigió una carta llena de alu-
unas - rnuy débiles por cierto, porque se siones que terrninaba con un poerna rítrnico
apoyaban en textos falsos-, polífical otras y rirrado, su prirnera cornposición poética.
en la oposición de los frailes y Llarnaba en su ayuda a Gerberto para que
-fundadas
de los obispos-, más las que se debían á cornpletara su descuidada instrucción, para
cierta, acritud personal. ,A.bbon, por indica- que le ayudara a desprenderse^de su rusti-
ción del Papa, aconsejó a R.oberto que libe- Cldad sajona despertando su finura griega
rara a Arnu.lfo. Nlagnífica partida jugada a original. Alude con orgullo a Grecia,-patria
los obispos de Saint-Basle por ún*fraile de iu madre, con pena a su rusticidad sa-
amargo y diestro (noviembre 997). jona: *Volumus 1)os Saxonicam rwstici'
Gerberto se enteró de esto en Alemania, tatem abhorcere, sed grecsicam nostrdLm
adonde había ido tras un corto viaje a Fnan- subtilitatem ad id studii magís vos prava-
cia. Reims no le impontaba ya. Sus enemi- care.'2r,
gos,fomentaban allí contra él la agitación Este príncipe magnífico y delicado dona
de los soldados y de los clérigos. Aquel a Gerberto el dominio de Sasbach, en Alsa-
centro magnífico que él había sostenido a cia. Le lleva a Italia, donde han estallado
pulso durante diez años volvía a caer en la disturbios en Roma. Allí se enteran de que
-!r

196 Capítulo 3 El papa y el año mil r97

ha sido puesto en libertad Arnulfo, lo que vio en sueños a Virgilio, a Horacio y a Ju-
pone fuera de duda su reincorporación al venal, invocados poiel demonio'-Dieron las
arzobispado de Reims. Otón iiquida con eracias a su discípulo por el celo con que
grandeza una situación irreversible norn- íe cuidaba de su- gloria y le prometieron
brando a Gei:berto arzobispo de R.avena. El asociarle a ella. Désde entonces Vilgardo
Papa no podía menos de confirrnar una elec- predicó a los poetas antiguos como un nue-
ción que liberaba clefinitivamente a Reirns. vo Evangelio. Glaber nos dice que los sec-
En abril de 998 torna posesión de su sede tarios del heresiarca fueron nurnel:osos en
el nuevo arzobispo de Ravena. Italia y que hubo que estirparlos a sangre
Forzoso es detenerse en este mornento o fuesó. Vileardo de Ravena no es más que
de la vida de Gerberto en el que puede de- ín doloroso y alentador a la vez,
cirse que encuentra etr rnás noble final de en tá Larga historia de esa devoción a un
"ñiuodiol
sus tribr-llaciones, en esta ciudad donde, a pasado désaparecido, de la que el propio
los recuerdos de los úlltimos emperadores benb,erto hatlía dado en Reirns tan ilustres
y a las postreras huellas de la majestad ro- nruebas.
mana, se unen los vestigios de otra grande- " En realidad saberrros poco sobre el año
za: el esf,uerzo de Justiniano pon restable- que Gerberto pasó en Ravena, fuera de que
cer en el Mediterráneo la unidad imperial. lievó a su adriinistración los principios de
Más que en Aqr-lisgrán, lejana capital del orden y de regularidad que muchos años
nor:te, más que en la mis¡.na R.oma, desga- antes hal¡ía inténtaclo en vano irnponer a tra
rrada por las facciones, el cerebro rnás com- indisciplina itatriaiaa de Bobbio, de donde
pleto del siglo x puede aquí soñan, si no en todavíá era aL¡actr' FIizo restituir al rnonaste-
ia continuidad de la historia, al rnenos en la rio los bienes dilapidados y lirnitar los
posibilidad de una resurrección. Todo le árriendos a largo ptrázo. R.euriió en concilio
incita a ello: los monumentos rnisrnos, la a los obispos de su archidiócesis,p-ara to-
silla de marfil de Maximiliano, decorada *ar mediáas sobre la disciplina del cleno'
con relieves helenísticos y en la que se sen- I-legado de un país donde reinaira esta vir-
taba Gerberto a su vez. En Ravena pervivía ut{, a decir dél abacl de Hersfeld, proctt-
aún un hurnanismo que iba a despertar en raba propagar sus ventajas. No nos imagi
forma de her:ejía, si hemos de creer a Raúl r"*oi a'Gérberto comr¡ un puro intelec-
Glaber, que sin duda desfigura tros hechos tual, contento con un úJ-timo asilo, grandes
con sus prejuicios cluniacenses. Vilgardo lectunas y bellos tribros. Adonde quiera que
r
198 Capítulo 3 El papa y el año mil 199

vaya, no se lirnita a curnplir los deberes de Ai ponerla sobre Ia frente de Gerberto, no


su cargo: tiene el gustc y el don de la ac- u" átegntaba un Papa hechura sllya. Ni s.i-
ción ]rasta la iucha. Y es sin duda la aLianza quierJse daba un auxiliar pare proseguir
de un alto pensamiento y rJe una voluntad la ootrítica italiana de los Otones" Los lazos
constructiva lo que nos da la clave de su q.rá ,rttu"t al adolescente y al hon'rbre rnadu-
destino y lo que nos explica, en definitiva, io u"" de otra clase. Corresponden a un
al Fapa clei año 1000. designio más alto, que aclara en parte- }a
Muerto Gregorio V en febrero del 999, herri.osa carta de la que, líneas atrás, he-
es llamado a sucederle el arzobispo de Ra- rnos citado pasaje.
^dos Y ese designio lo han
vena. lMonie en Aurillac, estudiante, luego buscado los en Roma. Y en Roma de-
escolástico en Reirns, arnigo de Aclalbéron, trrernos estudiarlo desde ahora hasta la tris-
secnetario de la reina Emrna, secnetario de te noche detr año 1002 en que la rnuerte deX
Hugo Capeto, abad de tsobtr¡io, arzobispo joven César pl-xso fin atr sueño del irnperio
de Reirns, irnpugnado por el papad-o, aban- universatr.
donado por el rey, consejero de un jovear
ernperador, elevado por últirno a una de las
pnirneras dignidades de ltatria: ¿,qué vida
más rica poclnía ofrecernos la historia, qué
rnejor preparación, en la adversidad rnisrna,
para el ejercicio de un soberano poder? Co-
noce los diversos pueblos: Aquitania, Es-
paña, la Francia del Nonte, Italia, Alemania.
Su satrer atrarca todos tros conocimientos de
su tiempo. Ha hecho y cleshecho reyes. FIa
soñado con unir a Francia y a GerrnanÍ-a
mediante una revolución dinástica. Y va a
intentar un plan rnás arnl¡icioso aún: res-
taurar el imperio de Constantino. El sobe-
rano que le ofrece la ocasión única para lo-
grarlo es un joven príncipe capaz de com-
prenderle y penetrado de su pensamiento.
Entonces el emperador dísponía de la tiara.
201
Capítulo 4 -Ei imperio del mundo
El imperio del mundo
rium mundi. Ya su padre y su abuelo h¿r-
bían ido a recibir la corona y los honorcs
imperiales en la Ciudad Eterna' Pero aque-
3efes de las bandas germánicas
Itoi acam-
padas en el Monte Mario tenían el imperio
iomo una hacienda de su casa y como una
ftterza para Alernania. No rnedían toda su
Muchas veces, en las encarni-
"r"rr"""iiva.
i"dit guerras italianas, les rersultaba duro
áÁ tt""át. El hijo de la griega, el discípulo de
Gerberto, alirnentaba más vastos desig-
nios: dar al título que ornaba a los Césares
ráiott". el doble p?estigio de tra santidad,
t" estrecha ,tttión dél corazón y de la,s
En el año 1000, el día de Pentecostés, ere "á'i
ii.tnd.t con la lglesia, y de la rornanidad,
la vieja capilla palatina de Aquisgrán, el jo- irradiando de la rnisma R.orna a la R'ornania'
ven effrperador Otón III 1, que acaba de ser ¿No fue Carlornagno un santo? A un san-
coronado en Rorna, conternpla los despojos io a rln nuevo Constantino diri-
de Carlomagno, después de hacer busóan el "*p"tudor,
eía Ot-ón III sus pensarnientos y sus oracio-
olvidado lugar en que se hallaban. E,l fun- ñ"t uq.tut día de^Pentecostés, ante los hue-
dadon del imperio no está sentado en un sos
- - recuperados.
trono, globo y cetro en la mano, como quie- Et desironamiento y la rnuerte de Carlos
re la leyenda. Reposa en un antiguo sarcó- el Gordo marcan eI final del irnperio caro-
fago, con una cruz de oro al cuello. Esta trinsio (888). Se descuattiza y cada reino
fúnebre cita subraya la grandeza de la épo- tr*Jido'de sus despojos adquiere, a través
ca. En la historia de la idea imperial tiene áe horribles desórdJnes, una vida política
lugar no como un episodio extraño, sino indép"ttdiente. Durante,algún tiempo toda-
como un hecho cargado de sentido. Al reno- iii", Ll título lo llevan alternativarnente los
var una tradición secular, al tomar a Car- príncipes de la casa de Spoleto, Arnulfo, rey
lornagno como ejemplo, Otón III no persi- de Alernania, carolingio pero bastardo, Lu'is
gue la posesión de un vano título, sino a la v Berenser, reves de ttalia. Después detr irn-
restauración del irnperio universal, impe- 'perio, lí algniaad imperial que sobrevivía
242 Capírulo 4 Ei imperio del munclo 203

débilrnente a una realidad política desapa_ con un recuerdo y con una esperzt'nza Ias
recida cae tarnbién. Ni Alernania, ni trtaiia, grandes tristezas del mundo'
ni-Francia, donde se mantiene el linaje ca_ - E, decir, que una tradición, una leyenda'
rolingio, intentan resucitarla. pero, boiracla una-nostatrgiá preparaban el retonno al irn-
de la vida pública, no se ha borrado en la perio. Resulta sorprendente que no se pro-
mernonia de ios pueblos. A finales dei si_ áriuou en Francia, vieja tierna carotringia erl
glo rx l-arnberro de Spoieto había fijado la la ñ; iámubutt todaiía enérgicos carolin-
doctnina en su Libetlus de imperatoria oo_ dice
eiot; "tiu país de Francia cuyos r-eyes,impe-
testete, favorablemente acogidb por los ita- X¿uó, ilevában en ellos la dignidad
lianos'. A mediaclos del siglJsiguiente, Adso esto una invoca-
de lMontiérender, dirigiéñdosJa Ger6erga, -nttu creer que sea
rial. buesta
inteiectual aislado'
reina de Francia, afirrna que el mundo iro
;;;;, alusión^de
más
Acaso nuestros reyes tuvieran entonces
puede perecer mientras existan reyes fran_ absorbidos
á"" qtt" i*^gináción. Estaban qtle p^Ltso
cos-, pues en ellos radica la dignidád impe_ por lai luchaé clinásticas, a tras
rial. Texto notable, sobre el qúe hernos in_ iiá- U revoh-rción del año 987 en b¡enefi'cio
sistido ya y que tiene no sóld el interés de de Los Capetos. En cuanto a ltalia, estaba
demostrar la áirrldld* y *tty lejos de aspirar al irnperio'
-perrnanencia de la idea impe_
rial, sino también la de unir estrechameáte Idlientras tanto, ciecía en Alernania ia casa
la rnonarquia franca y la familia carolingia. J* Sá3""ia. En el campo de tmtalla de R'ia-
Al rnisrno tiernpo cornenzaba a nacer lite_ d;,;;;r1" el duque Eñrique.{ h.abiq aplas-
yenda de Carlornagno, en sus fornaas pri_ t^át á t"s hírngáros' sus soldad'os le acla-
mitivas y populares, y Benito del Mont_.So_ *áU^" gritandd o ¡Viva el emperador! " Es
¡:acte daba la versión más antigua de un el presagio de la fortuna Qge espera a su
famoso episodio de esa vida legéndaria, ei fti:i OtOá I, coronado rey el año 936' ¿Se
viaje a Jerusalén. R.oma seguíá profunda_ pensaba ya entonces en restaurar Ia digni-
T"ltg irnpregnada de esta nostaigia. Ciu_ áu¿ it"pótial? Lo seguro es que el ceremo-
dad de coronaciones, tumba de IoJ apósto_
les, era etr santuario de numerosas péregri_
nial cle 936 es franóo y que el obispo de
Maeuncia, al presentar la espada, pronun-
naciones: así lo atestigua Flodoardo 1r, palabras: "Recibe esta espada co¡
cuanto a los años 931-940. La idea imperial "iu""ttut
i;q;-- t;rojarás a todos los enemigos de
y la idea romana, si así,puede decirse, apá_ Cristo, bártraros y malos cristianos, y cqrl
nas se disociaban una de otra. Consolaban ü q"" Dios te otbrga el poder sobre todo
244 Capítulo 4 El imperio del mundo

el imperio de los francos di- alta cultura, son un indicio sus relaciones
-auctoritate
vina tibi tradita omni potestate totius im- lott Gerberto. Peno su verdadera ocupa-
perii Francorul'x3-.s1 F'órrnula puramente ;i& f*; lá."t la guerra. Todo el drarna
a
de
protocolaria, puesto que de ella se exciuye An.;alli^ medievíl está escrito elandgs
la Francia romana, o románica, pero de un rassos, corno un buen' borrador' en la his-
sa-
innegable significado poiítico, puesto qlte ;;;i';;" lás dos primerosI,emperadores en el
implica la afirmación del irnperio. El mis- ññ, ; ;l-t:tlti*;' olót] sucurnbe
mo alcance tiene la genealogía franca que *áoeRó. La Francia de la rnisma época no
se da a los sajones. Los legitirna, los adscri- -ilí;;;; d; pioblemas teminrles' Ee¡9 de
be no sólo a Carlomagno, sino a los gran- ;"y;i;ttu"o oid"tt' con excepción del sur'
des merovingios. Aclarnaciones del ejéicito, ;;É" fronteras están amenázadas por la
fónrnulas ceremoniales, seudogenealogías, prásión sarracena' pero guY-a defensa se
^de
los
son de tener en cuenta en la historia de la ñó;-;;-La rnarcade ia península'v-en
tsarcélona
Francia
idea irrrperial, pero no habrían bastado para iái""t cristianos a las in-
fundar el imperio. Otón se acercó a éf por :'a directamente exp-uesta
la realeza de Italia. Pero La corona la cogió "á-Ltta los bárbaros, y las incursiones
é1 con sus fuertes rnanos de soidad o (962) "^ti*"t"cle
rái*ut.lus rlo son ya tan frecuentes ni tan
después de brillantes y repetidas victorias int.nrur. La opera"iótt d" Carlos el Simple
sobre los bárbaros, casi en las misrnas con- ii" üii¿" bien. La batalla se libra en el inte-
diciones que Carlomagno, a quien le com- ri.i, ""rte la monarquía-y sus adversarios'
paran con entusiasrno los cronistas de s¡_r C."iuiJl "tt at"-unia, dbnde losmomentoducados
tiempo. nacionales pueden en cualquier
La idea pasó, Ilues, a. ser un hecho, sa- alzarse contra el soberano si flaqu-ea su
lienclo de Ia pura especulación para entrar ;;;á o está ocuPado lejos; Pefo'además'
en la realidad histórica. Los letraclos que lf"oo'u"iu ha corrseruadó esá función de
pensaban en el imperio para un jefe, y no marca .,contra los adversarios de Cristo'
para un débil heredero, habían tenido tiem- ta?Uut"t y rnalos cristianos", ![ü€ durante
po de pensarlo: los dos prirneros sa3'ones tanto tiempo cumplieron Ia Galia de Clodo-
^carlomagno'.Hace frente
que lo llevaron sobre sus hombnos no tu- ;"; ru-cltiu de es-te y del
vieron tiernpo más qu.e para sostenerlo y ;1.'r bárbaros del norte, ¿et
conservarlo. De que Otón I y Otón II no u"i".t", a los vikingos, a lo-s wenclos' a losa
desconocieron a los hombres superiores, la obotritás, a los polacos, a los húngaros'
"!r
206 capítulo 4 El imperio del mundo 207

los eslavos de Bohernia. Por últirno, el irn- juego. ¡Cuántas veces vieron los puestos de
perio se enfrenta con el Islam en Italia del brenner pasar y volver a pasar a su gente
Sur y en Sicilia. En el resto de la península áu úu.oá! Apenas les da ItaLia un poco--de
pendían sobre el irnperio otras amenazas: treiua, hay que correr a Stargard o a Ha-
ias agitaciones de un feudalisrno siempre aóuclados, empujados por los esla-
dispuesto a saltar sobre una ocasión de des- lror. Y'"t aún rnucho peor si el imperio
"a6áog,
orden, la inestabilidad de una población flaquea en aigún lado: entonces se reanima
que sólo era constante en su animosidad tu É""t"u, fur"iosa, en otra parte. Uno de los
contra los hombres del norte, la profunda heóhos que tros historiadores de otón I se-
degradación del papado, la turbulencia de ñalan es que nunca tiene
los barones rornanos, durante mucho tien'r- "ñá.ri*"ntente
tiernpo de afranzarse en ninguna -parte' Se
po depositarios del Sacerdocio; más abajo, pái"'t" vida sosteniendo con la fuerza de
los príncipes lombardos de ,A.pulia y, por sus puños un equilibrio en el derrurnba-
último, los estrategas griegos que represen- rniento.
tan en el extremo de la península ia autori- y
JÓ"¿ fue de ese edificio inmenso frágil
dad de Bizancio. Un rnundo de desunión, de buio un dueño como Otón II, pequeño de
discordia, de disturbios, de intrigas, una esiatura, gordo, sensual, pagado de sí rnis-
"grandes
fauna humana de trobos feudales, de obis- ;; t sii luces? Después de la de-
pos simoníacos, de ladrones de caminos con üitíoru bátalla del cabo colonna, donde a
nombres ilustres, parapetados en las tum- duras penas escapa de los-árabes, donde -el
bas de la Vía Apia o en los pequeños casti- ;birpt de .Augsblrgo y etr abad de Fuida
llos lacustres de la alta Italia, el feroz *rr"i"r, combátiendb, el danés invade Ger-
arnasijo de crírnenes pintado por Hugo en mania, el eslavo incendia Hamburgo' Euro-
Ratbert. Les sacan los ojos a los príncipes t;
^del
;" subleva. Las novísimas cristiandades
destronados, estrangulan a los Papas en los norte caen en manos de los bárbaros-y
fosos del castillo de Santángelo, áhorcan a las de Europa están a punto de independi-
los jefes de barrio, y Benito de Monte So- zarse de Alemania. Pero Otón II se obstina
racto llora por la gran miseria de ltalia. en los asuntos de Italia, en sus negociacio-
Para domar, para calmar esta hambre trá- tt"t "ott los obispos de Fouille y 4e Cala-
gica, haría falta no sólo el rudo genio de üria. En la junta de Verona le sup-l-ican, le
un Otón, sino su presencia constante. El amonestatt.'Sun Nlayeul, abad de Cluny, le
imperio está siernpre en acción, siempre en señala la inmensidad del peligro y la inmi-
208 Capítuio 4 Ei imperio del rnundo 209

nencia de la ruina. Otón no escucha nada, ciando a la conquista de Sicilia y a la lucha


proyecta la conquista de Sicilia, baja hasta contra el Islam. FIa cornprendido las ad-
los Abruzzos. Es entonces cuando Geri:erto, vertencias de Verona. Más aúrn: a la rnuerte
abad de tsobbio, escribe su carta tan arnar- de Bonifacio VII, deja a los romanos que
ga a Pedro, obispo de Favía. l\4ientras el ern- hagan un papa a su gusto, Ju,an XV. Y, para
perador está ocupado lejos, se aprovechan conjurar el peligro eslavo, enfrenta a Folo-
de su ausencia. Esta es la clave de la situa- nia con Bohernia y acaba por reconciliarlas.
ción: el emperador está siempre ocupado Ha cornpnendido que, para salvar el Impe-
en otra parte. Y en cliciembre del 983 mue- rio, había que ser ¡:eina de Alemania antes
re. Las fronteras de Atrernania del Norte que- que ernperatriz de Occidente. ,A su n:tuerte,
dan abiertas. El heredero tiene tres años. rnlry prematura (991), su suegra, la vieja
Es raro que no se produzcan aquí los fe- Adelaida, viuda de Otón I, sigue la rnisrna
nórnenos explosivos que acompañan gene- política y conduce la guerra de los wendos.
ralmente a las regencias. Seguramente Ale- Una y otr:a, la griega y la italiana, entendie-
mania sentía el peligro, segurarnente no ha- ron mejor el interés inrnediato de Gerrnania
bía flaqueacio su fidelidad a la casa de Sajo- que el sajón Otón II, y la paradoja de un
nia. Fero la habilidad de Teófana hizo lo irnperio que oscila entre un peligro y otro.
dernás. En la primena parte de su vida, nos Cuando Otón trtrtr Xlega a la rna3ror'ía de edad
llama la atención sobre todo por sus bri- (996), después de hacer la guerna en etr nor-
llantes condiciones exteriores, su belleza, su te descle los doce años, ¿hacia dónde se in-
pompa, su refinamiento. Hija de Romano If, clinará? ¿En qué sentido le impulsan su na-
se crió en los esplendores y en las intrigas turaleza, sus orígenes, su educación? ¿Qr-ré
de la Corte de Bizancio. Esposa de Otón trI, predisposiciones secretas conducen sus pen-
acompañó más de una vez al emperador en samientos ante los restos rie Carlornagno,
sus guerras de Italia. Hela aquí sola, a los en Aquisgrán, el día de Pentecostés del año
veinte años, resplandeciente arin sobre ese mil?
fondo negro, pero impopular desde ciertas
palabras imprudentes que se le habían esca- 2
pado después del desastre del cabo Colonna.
Reconquista la autoridad moral en Alema- El adolescente en quien recae el terrible
nia, se garra a los alemanes, al rnismo tiem- peso del Imperio es a la vez un héroe de
po que a los italianos y a los griegos, renun- novela, un político iriealista y un santo. Ha
Focil1on.-14
210 Capítulo 4 8,1 irrperio del mundo )ll
:jú]flado sucesivannente en el impenio del en Otón II cierta falta de sensatez que, en
mundo y en el renltnclaffiriento absoluto a los días cle mayor peligro, le lleval:a a elllpe-
las vaniclades humanas. Sucesi'¡.ran-rer1te, ñarse en \lanos proyectos de cruzada.
ofrece a los rolTranos el espectáculo de su Se alega sobr'é todo, y con justa tazón,Ia
sacra majestad, en cel:emonias teocráticas y srrngre gríega que corría polr las venas del
aspir:a a la soledad absoluta en una cabaña hiio-. Otón lIn recibía el irnpulso secreto de
de barro y cañas. Ora se entrega con San esta sangre, sin la sabiduría.. Seguramen.re,
Adalberto v- con San Nilo a los rnás ardien- meciéroñie en la cuna los relatos sobre la
tes éxtasis de la fe, ora escucha los consejos grancleza de la tsizancio irnperial y se crió
del viejo Ger'lrerto, gnande por tra inteligen- én el culto al pasado. Filagato de F.ossano
cia y acaso por la intriga, hornbre honrado, le enseñó su lengua rnaterna.; Bernwa.rcl, el
fecunclo en sabias artirnañas, arnigo dei dia- famoso abad de T{ildesheim, le dio proba-
blo y pníncipe de los huneanistas. ¿Quién, blernente una educación más firme, y ya co-
por naturaleza, fi¡e nunca tan pnoclive a las nocernos su afecto por Gerberto, el rtiejo
arnbiciones y a los hastíos subiirnes como arnigo de su casa. En la carta que escribió
este hoinbre tan joven y cuyos días ya con- a éste dándole tras gracias por su regaio cte
tados daban lugar a la rnes¡.rya \r a Jos com- o,
la Aritmética de Boecio alwde a su rustlci-
promisos de la e>rperiencia? El rnisrrlo des- clad sajona, cllle le avergüeftza, y a aquella
encanto es erf él tin arclor, y la r:ealidacl detr chispa de genio griego que hay qne reani-
munclo un s¡.reño vir¡ido. Tuvo ia suerte de rnar".. Gerberto no podía rnenos de sacar
morir arltes que sus pasiones, las rnás no- partido de esta efusiva confesión. En la afor-
Trles que hayan anirnado a un horntrlre de su tunacla fórrnula que ernplea, con una conci-
época, de desaparecer en el rnornei'rto rnis- sa elegancia de grarl escritar gr$e-
mo en qtle, quizá, sus quiia-reras se atreia'ban -gettere
cus, imperio rormanus, griego por la ral.a,
¿le é1. Para que la senie hurnana sea coinple- rornano por el trmperio-, nos parece vis-
La, preciso es qlle la historia nos ofnezca, en iumbrar etr futuro cle un concepto imperial
bneves intervalos, f;guras cor]lo ésta: alca.n- más amplio y más brillante, hurnanamente
za entc¡r'rces las magnificencias de ]a ficción. más legítirno que el irnperio sajón.
¿Córno explicarse que la naza de Otón el Feno, a nuestro jtlicio, la "greciedad" de
Gnande d.iera este hcmbre ta.n extraño, que Otón trII, muy auténtica, es tarnbién, y aca-
aquel vigoroso realista tu'.¡iena por nieio a so sobre todo, un orgullo, ulfa aspiración
este héroe soñaclor? Desde ].ueso va vimos ctre su espíritu. Y acaso se tradujo en el efec-
212 Capít ulo 4 iii imperio del mundo 2t3

to de liberan, por contraste, aspiraciones en la salida d.e los Atrpes, Verona se sublcv¿r
profundarnente gerrnánicas que asoman ya, y hay"l"u que apaciguar el movirniento. En P¿-t-
aunque muy débilmente, en su padre. tr-a iíu, tlega 1á noticia de la m¡-rerte cle
eterna tentación italiana de los hombres del .Iuan XV; en R.avena, Otón hace etregir a su
norte, e\ carácter artificial cle este irnperio prirno y capelián Bennon, que-toma el norn-
del rnunclo, srfs cerernonias, ese fasto osten- bre de Gregorio V. Es tlil alernán, es un
toso: todo, hasta ese antepasado exhurna- horn'lrre de una energía brutatr: dos razones
do, y hasta ese ardon en el estudio, esa de- par:a qlle los romanos le detesten. Este pri-
ferencia de fáinulo con su viejo Fausto aqui- rner gesto, que rornpe con la pn-lderecia de
tanio, son sin duda en Otón trII rasgos que TeófJna y .ón la comptraciente bla-nelura de
pertenecen al genio de Aiemania. Si Gerber- Juan XV, no tarda en desencadenar la ira.
to se anticipa a los humanistas del Renaci- Y se levanta una vez más esa raza de jefes
miento, el joven emperador se anticipa al de seciición que consideran el papado corno
rornanticisrno alernán. Su historia hubiera cosa pn:opia y qr-re oponen al imperio ale-
podiCo llevarla al teatro, con una asombro- itián la résistencia de la Roma feudal. Gre-
sa conformidad cle instintos, si no Goethe, gorio \i, expulsado, se retira a Lontbardía,
atr r.nenos un drarnaturgo del Stwrm tmd áonde espera la intervención dei ernpera-
Drang, rnás que por la violencia de los epi- dor. Creslenzi, hijo del ins¡-irrecto del año
sodios, por la extraña condición del héroe 974,hace que sea eiegido Fitragato, cie'¿uelta
y lror la fatalidad que pnecipita su fin. Quie- de Constantinoptra, a doncle había ido a pe-
re decirse que, hasta en los límites rnás dir para Otón trIl la n:lano de una princesa
estrechos del tiernpo, la historia contiene impérial. No es ni la prirnera ni la ÚLltima
acaso toda la diversidad de los tipos hurra- -las
cle sediciones qlre ensangrientan la ci¿i-
nos, todo el repertorio de las situaciones. dad de los Césares en violentos cornbates
Pero este destino tan rápidar¡:rente troncha- callejei:c,s. Pasado el tiernpo, la iraraginación
do no autoríza sino algunas sugerencias a popuiar los interpretaría como movirnien-
las que la carrera de Barbarroja y la de Fe- ioJ nacionales, algo así corno reivindicacio-
derico II dieron, sin duda, rnás amplio des- nes tribunicias, col-rlo llamaclas a ia triber-
ar¡:ollo" tad. ¿Se equirzocaba entel:arnente, cor]:Io se
En 996, se dirige Otón a Italia con el fin afi.rrna? Cierto que los barones }atinos que-
cle recibir allí la corona irnperial. El eslavo i:ían alrte todo conservar su exorbitante pri-
está contenido, Italia parece segura. Pero, vilegio, pero los sentirnientos que se ruani-
2r4 capíturo 4 i1l irnperio del rrrr-rndo 215

fiestan en la insurrección de Verona y, más corno más tarc{e en las ciu-dades toscanas,
tarde, riurante el triste retorno de los des- se atrzaban allí, en la ern¡:lación de domiilar,
pojos de Otón III hacia Alemania, denaues- torres estrechas y cuadradas. Fero ias fon-
tran que, en el fondo de esta agitación ita- talezas estaban sobre todo en las ruinas'
liana y roffrana, hay algo más profundo y de Siernpre fueron rnuy buscadas por gentes
más arieplio alcance. Crescenzi na es ni un extrahas. Esas po'bres gentes que hasta una
héroe ni un santo. La Roma del año rnil no énoca muv reciente habitaban el teatro de
es la Roma de los Gracos. Peno, en las rui- ni.arc"lo, éran los slrcesores de J-os horn"bres
nas de ia república y clel irnperio, estos feu- cle arrnas de Crescenzi. En las ladera's de
dales atroces tienen ciet:ta grand.eza. Tusculurn había otros reductos, así comc'¡
En conjunto, esta Rorna no era, sin duda, sus hernnanos de rebeiión; pero es a la R'o-
rnuy diferente de la que iba a pintarnos , ala fira de Piraneso, a su poderoso y rnelancó-
luz trunar del aguafuerte, violentarnente con- liccr clarosculto, a donde tenernos que acer-
trastacla cle sornbras, rrn visionario geni.al, carnos para entenderlc¡. Es en el castillo de
Piraneso. Oh'idernos los edificios del Rena- Santánfelo donde sostienen sitic¡ de dos rne-
cirniento y del peníodo trarroco: quedan los ses contra Xas tropas imperiales. Y Las Pri-
rrnonLlrnentos de los antíguos, ya entonces siorces, cl-ebidas a la imaginación desencade-
roídos por el tiempo, d"errumbándose en es- nr¿cla de nuestno artista, nos sugieren el
cornbros, desrnelenados de yerbajos y de hc¡rror de los supXicios infligidos a los re-
juncos, calcinados por el fuego de las gran- beldes, nos hacen pensar en los pontífices
cles inlrasiones, agujereados en cada renclija estrangulaclos o muertos cle harnbre' Un
para poder nobar el cobre de las almillas. anaco¡:éta casi centenario, San Nilo, fue a
Corno en tiempos del arquitecto grabador, implorar a Ctón por Filagato: el papa de
algunas reparacíones improvisadas permi- la ievoh-rción, después cle la ioma de Roma
ten aún al hornbre alojarse en ellos, corno (fe'brero del 998) fue paseado en un asno
en cavernas de las que descendía para sus por las catrles de su ciudad' En cuanto a
-Crescenzi,
fechorías. Tumbas y ternplos, defendidos dejaron coigado su cacláver en
por alrnenas y parapetos, guarnecidos de ei patíbulo del AÁonte Manic-
tejadillos de rnadera, tenían para ellos la Á.aso estas hor¡:ibtres circunstancias, qi'ri-
ventaja de sus sólidos muros, contra los que zá las exhortaciones cle San Nilo provoca-
nacla podía el a.riete. Las estrechas calles ron en el ernperador la crisis mística que,
favonecían la ernboscada'y el acecho. Acaso, aquel mismo año, le rnueve a encaminarse,
21(¡ Capítulo 4 El irnperio del rnundo :IJ

a pie y en pleno invierno, al oratorio de año rril, para. u.na estancia de seis lTLeses,
ktronte Gargano. No parece qiue separara durante la cual hizo exhuÍnar a Carlornagno.
lllrnca la función irnperial de los más auste- A principios del otnño volvió a Roma, con
ros det¡eres de cristiano. Le dolían la mise- intlnción de quedarse en ella. Entre la vieja
ria y-el escándalo de la lglesia. No sólo pro- capital carolingia y la Ciudad Eterna, optó
curaba ponerles remedio con la rectitud de por ésta. Sólo en Rorna es,pos-ibtre fundar
la aclmini.stración pontifical, sino que que- Xa r¡-ronatcluía universai. Só1o desde Rorna
ría redimirXos en sí rnisrno. Lo que nos pa- puede la monarquía universal alumbrar to-
rece una crisis no es ciertamente otra cosa do el mu.ndo cristiano.
que el punto más alto de una curva conti-
nua. Por otra parte, no separatra nada, tenía
3
siempre presente su doble deber; la ermita
de San Nilo en Serperi, el santuario de San Estos vastos clesignios no tienen, en rigon,
&4iguel en Gargano no ie ocultahan las difi- contornos definid-os, y es justo señaiarlo.
cultaCes a qlte estaba expuesto en lMonte Fero en estc¡ radica su interés y su originatri-
Cassino, las agitaciones de Capua y de Ná- dad. No se trata de constituir un irrperio
poles que procuraba apaciguar. pero un compacto, definiclo por la posición de terri-
acontecirniento inesperado v¡1el\/s a porler" toriós y por un riguroso trazado de fronte-
el papado em liza. El 18 cle febrero clél ggE ras. Nó ée trata tarnpoco de considerar la
ült'rere Gregorio V. EI ernperador lleva a conversión de los l:árbaros como un instrn-
Gerberto a la silla pontificia. Di.jérase que mento de gerrnanízacíóm, sino de permitir a
en este rrromento Ja historia hace tal¡la rasa las nuevas naciones cristianas vivir y desen-
del pasado pal:a autorízar fl-rndaciones nue- votrverse dentro del marco imperial. El iazcr
vas o nueri/os sueños. I-as rriejas fuerzas ale- que ha de unir al impei:io es rnás espir:itual
manas desaparecen -*no sólo Grego::io V, que feudal. En el fondo, esta concepción-no
sino la abuela del emperador, Adelaida, y es rnás constantiniana que carolingia. Se ba-
su tía, Matilde, a quien Ctón, en otro tiern- sa en la estrecha unión entre el ernperador
po, enconfencló Germania durante su ausen* y el papa. Es, si se quiere, un aspecto de tro
cia; "las tres colureenas de la cristiandadr. que ie-llarna el césaropapisrno, p-ero no tra
n-,a rnuerte de estos parientes tan próximos explotación de un papado vasallo por ia
y tan queridos detenminó el retorno del em- reáIe"a germánica. Gerberto conjuga los po-
penador a Alemania, en los comienzos del deres del ernperador con los suyos en una
2iB 219
Capítulo 4 El imperio del mundo
sotr¡eranía que no separa Xo espiritual de lcr antialernana. En realidad, su política está
ternporal. Así se explica, como ha dernostra- unt" todo al servicio de la idea irnperiatr, que
clo Jrilien Ffavet, la curiosa respuesta del pa- rehasa el horizonte de un i-rnperialisrno ger-
pa a ia carta que le dirigió R.oberto el pia- mánico.
doso quejándose de uno de ios prelados rnás Los pioneros del cristianislno en los-paí-
ilustres de su tiempo, el famoio obispo clc ses eslalvos limítrofes del imperio ha.bían
I-aon, Adall¡éron, llamado tarnbién Ascelin. trabajado al mismo tiernpg por la e>itensión
Dicho está que la queja llegó a rnanos del de Alárnania. Esta fu,e la línea seguida por
ernperador y del papa: ,Apóstalicis et impe- hombres como el farnoso Filgrirn de Passau'
rislibus oblata est manibus'. ¿Qué hace el Ei obispaclo de Praga fundado en los años
emperador en este as¡,rnto de disciplina ecle- gis a 97ó, dependíJde los arzobispados de
siástica? Las diferencias que pueden surgir Maguncia. at perneitir que 1o ocupara el her-
entre el episcopado francés y Roberto con:r- ;;ñ; del duque cle Boleslas, después del
peten únicarnente atr papa, pues el rey no es nombramientó de un nronje de Corvey,
en__rnodo alguno, por ningún concepto, va- ó;ó; rtrI y Gerberto aceptaban el riesgo de
satrlo del irnperio, ya que Francia nó figura que creciét* Bohernia una -Igtresia nacio-
entre los reinos que lo constituyen, y que "tt
nal. Y 1o misrno en Polonia', donde el obis-
son Lorena, Germania e ltaiia. Pero Gerber- e;dr de Fosen, que al principio dependía
to y Otón, por encirna de las nealiclacles de de Magde.bungo, fle sometido, con Kolbrerg,
su tiempo, ven un estado del mundo en el Cnacoiia y Bieslau, aL arzobispado de Gne-
que ei acuerrio entre eL papa y el empenador sen, recienternente fundado sobre el sepul-
arL'itra y gobierna a toda la cristiandad. Se cro de Adatrberto" Ocurría esto en los prime-
citan olros ejernplos de ousurpaciones' de i:os rneses del año rnil, cuando Otón trItr fue
Ia soberanía del rey: no ante é1, sino ante a tezay ante este sepulcro. Aún rnás caracte-
Otón trlX son conrrocados a discutir sus res- rístico es el caso húngaro' En 995 recibió el
pectivos derechos el conde de Barcelona duque Geysa la promésa de una ilustre boda
de Francia- y el arzobispo de prrri. ,,-, hijo: Giielia, hija de Enrique de tsa-
-.r/asallo
Vich. No es del todo justo sacar la cónclu- iriera, con-la condición de que se convi¡:tiera
sión de que el primer papa francés tuvo una al cristianismo y ayudara a tra convensión de
política antifrancesa, pues, corno vetremos, su pr-reblo. Ya ei oilitpo de Passau había 1o-
se ha podido iguaimente decir qLle su políti- g,,^^dt, entre 97I y 991, restaurar su diócesis
ca con las naciones recién convertidás era ! hasta introducir el germanisrno y el cris-
zzo capítulo 4 E1 imperio del mundo 221

tianismo en los países de la Leitha. Pero, en ñarnos. Era sin duda una aspiración nobi-
el año rnil, ei duque Waik, hijo de Geysa, iísima, pero con el peligro de sernejante-em-
recibe la corona de oro que le erige en rey, pr:esa, rinir en la rnisma cornunidael pueblos
con Llna bula de entronización de Silves- ian diferentes en las tradiciones, en tra len-
tre Itr que incorpora el nuevo reino a la gua y en el estatuto de las civiiizaciones. Pe-
Santa Sede con el título de monarquía apos- io sé habían sufrido gueras espantosas. La
tólica. I-a bula ha siclo puesta en duda, pero Europa cristiana era muy pequeñita y esta-
el hecho es indudable: desde este mromento ba siémpre aÍnerrazada. Había que elegir en-
existe una realeza hereditaria m.ás, con una tre una política de conquista y una política
trglesia gobennada por un metropolita. Waik de acueido espiritual. El papa francés optó
toma el nombre cle Esteban, con el que será por lo segundó. No era esto en él una idea
canonizado por la lglesia este jefe de ban- i.,r".ru, si nos ateneinos alacatta donde pro-
eias devastadoras. Que Hungría llegue o no ponía a un destinatario desconocido aproxi-
llegue a ser colonia alernana, no es de lo que rnar, unir en la rnisma solicitud, para L1rr
se trata. El impenio ha creado ut:ra marca interés superior, la juventtld de ]i.oberto de
y rechazado a los bárbaros. Corno los nor- Francia y la juventud de Otón IItr.
mandos que Carlos el Simple fijó en nues- Por otra parte, el viejo htlinanista cristia-
tro stielo, no se desprendieron de sus viejos no no podía rnenos de favorecer la resu-
instintos. Bien 1o verernos en los desórde- rrección romana de una corte verdadera-
nes que siguieron a ia muerte de Estebran rnente imperial. Un régimen necesita de una
(1042), pero no por ello dejan de fonmar política tánto como de máxirnas de Estaclo,
parte, desde ahora, dei cuerpo europeo. y tos historiadores que piensan que- lo-s pue-
ÉIay que insistir resueltar-nente en la ori- blos r" gobiernan únicamente con \a fuetza
ginalidad de esta estructura que, en vez de o la pruáencia clesconocen el fondo de la na-
incorporar al reino alemár¡ provincias o es- turaleza humana. En el momento en que
tados feudatanios, incorporaba nuevos rei- Gerberto y Otón intentaban resucitar el im-
nos a los tres del irnperio y que, respetando perio rortrtano, no era una p-ura fantasía dar-
la idea" de nación, le superponía una idea le forma evidente en fórmulas y cerernonias.
más alta, conforrne a la idea misma del cris- Conocemos aquéllas por la sigilografía, és-
tianisrno: lo que pociríarnos llamar la super- tas por textos conternporáneos. En selJ-os de
nación. Estos dos térrninos, monarquía plorno se lee los Ih4P. AVG. COS. y SFQ$'
apostóiica, Sacro Imperio, no pueden enga- y hasta una figura de muier, alegoría de
-."'ff

222 Capítulo 4 EI irnperio del mundo 223

I{oma, con las palabras: Renovattio irnpc- Quizá el Castello cle' Cesari, con su tortre,
rii rontan¿ u. Si los cronistas alernanes solt perpetuaba el rec¡-r.erdo cle una de ellas y
muy sobrios y los cronistas italianos casi hasia, confusarnente, la memoria de los Cé-
rnudos, una cornpilación de la segunda mi- sares gerrnanos" No lejos se haliaba el con-
tad del sigio xrr, Xa Graphia aureae urbis vento de Santa lMaría ,{ventina, convertido
Ramae, muy heterogénea y muy incoheren- en priorato de la ord.en de Malta, y el de
te, tiene ei mérito de contener trozos que San Bonifacio y San Alejo, donde se reunía¡:
datan, indiscutiblernente, del tiei.npo cle rnonjes latinos, griegos, eslavos y a doncJ-e
Otón IItr: se enc¡ientran los textos origina- se rétiró San ,A,dalberto antes de ir a sufrir
Xes en los manuscritos dei xr y de finales e]. martirio en Prusia'. Farece ser que a
clei x. También pertenece a la época a que este rnonaster!.o donó el emperador el man-
nos referirnos un fragmento incluid,o en otra to de su consagración con escenas del Apo-
compilación,la de Bonizon de Sutri, relati- calipsis bordadas en oro. De allí salía para
vo a los siete jueces palatinos'. Que los di- sus peregrinaciones al rnonte Gargano o al
irlornas no siernpre hayan confirrnado las país de Subiaco, trleno de recuerdos de San
alegaciones de esos viejos autores sobre los benito, para sLrs conversaciones en la sole-
jueces, que la ¡lltirna parte de la Graphia dad con San Nilo, para sus retiros en Llna
esté llena de cosas tornadas de Constantino celda d,e San Clernente. flespués cle las su-
Forfirogeneta y, pon otra parte, en detailes blin-res aricleces d el renunciamiento tornab¿',
inútiles y confusos sobre las antiguas ma- a las pompas del trmperio, curnplienclo en
gistratunas romanas, rfo afecta en nacla al ellas sus deberes con Lnna majestad que te-
n.
valor histórico de los docurnentos contern- nía algo de religioso Sus cornidas eran una
poráneos de los hechos. especie de misas de un esplendor solitario.
El ernpenador no residía en el viejo pala- i.Io las Ytacía, como sus antepasados, con sus
cio carolingio aledaño a la basílica de San compañeros de trabajo y rJe batallas, según
Pedro, abandonado ya por sus antecesores, la vieia costurnbre germánica., sino en un
sino en otro, dei que nos dicen que era <(an- aislarniento que hacía rnás extraño y más
tiguo>, situado en el ,A.ventino. La coXina de rnagnífico el estrado en el que estaba la me-
las secesiones de la plebe, que hemos visto, sa en forrna de signea. No hay cluda de que
a principios de este siglo, viviendo en una Bizancio se aliaba con Rorna en el, ceremo-
paz provinciana y uronástica, era entonces niatr de una Corte en la que uno de los dig-
residencia de las grancles farnilias romanas. natarios lle"¿aba el título de protospatario 1z
Capítulo 4' lll imperio del rnundo
otro el de maestro de la milicia. Otón, edu. que nos da la Graphia? ¿Es absolutamente
cado por Teófana en la adrniración a las seguro que los siete jueces pontificales ha-
sabias jerarquías y a los espiendores de l¿r yan pasado a ser jueces palatinos, encarga-
Corte griega, prometido de una princesa bi* do cada uno de ellos de una función de go-
zantina, segurarnente no necesitaba los con- bierno? ¿F{ubo un acuerdo constante y pre-
sejos de un raveniano, como se ha supuesto, meditado entre la adrninistración imperial
para introducin en su paiacio las costum- y Ia del solio apostólico? Así Io creían, por
bres y las dignidades de Constantinopla. Su buenas razones, ios antiguos historiadores,
inflr.rencia había llegado hasta la rnisrna Ro- Giesebrecht, Gregorovius. Hoy parece qlle
rna poratificia. Y señalar en la Graphia algu- hay dudas sobre ciertos puntos de detalle.
nos pasajes tornados del Libro de las Ce're- Pero hay que ver también el conjunto, y
rnomias de Constantino Forfirogeneta no es queda en pie que la aventura es extraordi-
rebajar la autoridad de aquélla, al contra- naria. Es un ensayo, heroico en cierto modo,
¡:io. Pero la tonalidad del medio es sobre para crear forrnas nuevas, un-r nuevo estilo
todo imperial romana. Es en Rorna dondc c1e vida y hasta una política imperial rnoder-
ocurren estas cosas y es el irnperio romano na, dominado a tra vez por la obsesión del
del sigio rv el que el papa hurnanista, nu- pasado y por el deseo de construir. ¿Se dirá
trido de latinidad, y su discípulo quieren que el R.enacirniento es arbitrario en su
reconstruir, no como una obra rnaestra de principio y antirnoderno, puesto que se fun-
historia y de arqueología, sino a través de da en la imitación de los antiguos?
las tradiciones rnezciadas, de los cornpro- Podernos ver un sírnbolo cle esta ltesurrec-
inisos con el tiernpo. Así se explican, acle- ción cristiana del viejo irnperio romano en
rnás de los títulos y de la figura antes men- la iglesia que Otón III mandó construir en
cionada con relación a los sellos de plorno, honor de San Adalberto y que Mále ha des-
esas procesiones vestidas de blanco que, crito en algunas de sus más bellas pági-
contrastando con el foncio de tonos oscuros nas'0. Es hoy la iglesia de San Bartolomé,
de la Italia medieval, evocan los togati de que ocupa en el extrerno sur de la isla Tibe-
la Roma antigua y esas diez coronas de oro riana el lugar de un antiguo templo de Es-
con inscripciones q-ue conrnernorarr su grari- culapio. Ha sido reconstruida rnuchas ve-
dezay la de sus rnás ilustres ernperadores. ces; su fachada del siglo xvrr es obra de
¿'Tenemos verdaderamente una <consti- Martino Longhi. Pero conserva catorce co-
tnción ) n¡-leva del tipo de Notitia dígnitatum lumnas de granito o d"e márrnol, del temptro
Focillon.-15
--- ____-tfF-_

226 Capítulo 4 El irnperio del rnundo 227

y del pórtico, utilizadas por el arquitecto de ocultos o, más sencillamente, a su indepen-


Otón. Quizá el conjunto, como observa Má- dencia de gran señor feudal, jefe de un Es-
le, no tiene las dimensiones monumentales tado casi soberano. En todo caso, la casa
y la nobleza de proporciones que, todavía de Sajonia le consideraba corno un seguro
en el siglo rx, distinguían las iglesias de Pas- apoyo, y, €rr circunstancias difíciles, está
cal I. En los escalones del coro está empo- cón-el emperador y cumple su deber. Pero
trado el brocal de un pequeño pozo decora- los príncipes del Su.r estaban recelosos. Re-
do con figuras en una época posterior a la proóhaban a Otón III y al papado qu-e f1-
muerte de Otón III. Allí están San tsartolo- i¿orecían con exceso al episcopado en detri-
mé, San Paulino de Nole y Otón III acom- mento de los bienes de los señores. ¿Tomó
pañando a Cristo tl. Una inscripción nos ad- parte.A,rduino, rnarqués de_Ivrea, en el ase-
vierte que este pozo corresponde a una iinato del obispo de Verceil (997)? Fue acu-
antigua fuente sagrada cuya agua hacía rni- sado y traducido ante un concilio. Se em-
lagros. Los cristianos sucedieron a Escula- bargaion sus bienes. Esta medida indignó
pio en torno a la fuente salutífera. Se acer- al norte de ltalia.
caron a adorar al Dios vivo entre las Pero la oposición inás importante seguía
colurnnas de un templo de un dios muerto. siendo Roma. ¿Quién, pues, podía interesar-
Y el emperador del año mil bebió también se, entre los barones y su clientela, por La
de la fuente sagrada. Como su pequeñaba- restauración del imperio rornano intentada
sílica, su sueño irnperial no tenía, segura- por un rey de Alemania y, por un papa ex-
mente, las proporciones justas, pero alií es- lranjero? ¿Cómo esperar de pronto un asen-
taban, intactas y en pie, las columnas del tirniénto nécesario para el éxito de las gran-
templo. des empresas? En esta ciudad, caliente to-
Pero la oposición italiana y la oposición davía de odios terribles, la menor chispa
romana no habían cectrido. Entre los feuda- podía provocar el incendio. A principios de
les, muy pocos eran sincerarnente adictos al iOOt estalla con violencia. Los habitantes
imperio. Sin embargo había algunos. El de Tívoli se habían rebelado contra su se-
marqués de Toscana, Hugo el Grande, hijo ñor. El perdón que se les concedió irritó
de Herberto, dio varias veces testimonio de violentarnente a Gregorio, conde de Tuscu-
su fidelidad. Antes del 996 hizo dos viajes lum. Los nobles insurrectos bajan a las ca-
a la Corte imperial. Acaso la juventud de lles con sus bandas. Se lucha furiosamente,
Otón ItrI le pareció favorable a proyectos hay una matanza de alernanes, ponen sitio al
228 Capítulo 4 El imperio del mundo 225

palacio imperial en el Aventino. Es enton- Ios a los pies de Otón III.La verdad es que
ces cuando el ernperador, según Thangmar, tuvo que salir de Roma y desde entonces
dirige a los rebeldes este discurso: "¿Sois andadrrante por Italia, desilusionado de su
vosotros los que yo llamo rnis romanos, por sueño. Pasa un tiernpo en Ravena, donde
amor a los cuales he abandonado rni patria, quizá San Odilón le exhortó a volverse a
a mis sajones, a mis alemanes, mi sangre? Alemania, como él pensó por un momento'
Os he adoptado por hijos. Y vosotros, en Se traslada a MonG Gargano, luego acude
pago, os separáis de vuestro padre, habéis a castigar a Benevento. EL 27 se abre en
rnatado a mis fieles, me echáis..." Añade Todi uñ concilio convocado para zaniar la
que dijo también: disputa entre Bernward, obispo de Hildes-
"Os he llevado a los con- heim, y Willigis, arzobispo de Ma-guncia,
fines más lejanos de nuestro imperio, a don-
de vuestros ascendientes no habían llegado sobre ius derechos al monasterio de Gan-
nunca cuando el mundo les estaba someti- dersheirn. Pero los obispos convocados no
do. He querido llevar vuestro nombre y llegaban. El 13 de enero los esperaban aún:
-rnismo día, Thangmar se despedía del
vuestra gloria hasta los últirnos límites de el
la tierra" ''. Palabras curiosas, en las que se emperador. El mornento era crítico. En Ale-
junta ia verdad con el error y que presentan t"uniu conspiraban los duques, los condes,
las marcas de Germania como las últirnas los obispos. Otón III estaba agotado. Dicen
conquistas del irnperio rornano. Pero, segu- que la llegada del arzobis-po de Colonia y
ramente, esta arenga no se pronunció nunca. del obispo de Constanza le reconfortó un
Sin embargo, traduce con rnucha verosimi- poco. Sd puso en camino, pero s-e vio obli-
litud los sentimientos íntirnos de Otón III, gado a détenerse, vencido por el rnal. Era
interpretados con exactitud por un contem- ño lejos de Roma, a donde no podía volver,
poráneo inteligente. Es sin duda uno de esos al pié del Soracto, en el castillo de Paterno.
discursos que los cronistas rnás letrados Alli murió eI 23 de febrero. ¿Estaba Ger-
habían tornado la costumbre de insertar berto a su lado en los últimos momentos?
en sus relatos a la manera de los historia- Su nombre no figura entre los presentes. Le
dores de la antigüedad. La continuación del sobrevivió dieciséis rneses.
relato de Thangmar nos lo demuestra: los Así acabó aquel intento admirabtre y qui-
rebeldes, emocionados por las palabras del mérico, sobre el que se podrá soñar aún
emperador, se volvieron contra sus propios durante mucho tiempo. ¿F'ra posible, en el
jefes y se apoderaron de ellos pana arrojar- año mil, hacer revivir el Imperio romano
- ----tr

23{J Capítulo 4 El imperio del mundo 231

en un mundo feudal, unir en el rnarco de un sula. ¿En Roma? Pero está demasiado-lejos
orden espiritual, con desventaja de la fuer- de Alémania y de las marcas de Eslavia'
za alernana, unos reinos bárbaros reciente- Alsunos éxitoó desluinbrantes no llegan a
rnente convertidos? A pesar de la unión de o"ültut la paradoja de esta situación' EI
los corazones, ¿no había contradicción de año mil, el^ esfuerzo de un santo- y de un
naturaleza entre aquel joven Parsifal y su hombre de genio no logró fundar la monar-
maesttro, ese papa en el ocaso de su vida, quía univerial. La nostalgia irnperial, que
quizá gastado por su misrna habilidad? fle para Europa el sueño dorado de la felici-
Parece ser que se amaron y se sostuvieron dad, de la contordia y de la paz, r:'o triunfa
siempre, necesarios el uno al otro, ambos .oni"u el desorden, el-odio y la guerra, resul-
apasionadamente fieles a la misma idea. tado de Las invasiones bárbaras. Pero unas
Quizá el soberano pontífice, en su sabiduría, fuerzas inmensas, en el rnundo del espíritu,
sentía a veces respetuosos pesares por tener en la cultura y en el arte, consiguen dominar
que gobernar el mundo con un arcángel. las discordia-s políticas y su misma diver-
Quizá pensaba también en el peligro de la sidad instituye,^ en la pa2, unos- campos de
chispa griega y en la ventaja de la rusticidad trabajo donde se construyen-iglesias y una
sajona. Pero la verdad es que no sabemos especie de sociedad universal a la que dan
absolutamente nada. Lo seguro es que no sin destruirla, las pasiones humanas'
era posible asociar en esta forma a Italia y "oiot,
Alemania. trtalia, por haber llevado en sus
flancos el Irnperio de los Césares, se repe-
tirá siempre el verso de Virgilio: "Romano,
recuerda que te corresponde mandar a los
pueblos." Ahora no se trata de esto, menos
que nunca. Y es sobre todo una furia feudal
lo que impulsa a Alduino, al morir Otón IItr,
a recuperar la corona de ltalia, y a los baro-
nes, al morir Silvestre If, a recuperar la
tiara. Enrique II esperará diez años la digni-
dad irnperial. ¿Dónde situarse para mandar
a este gran cuerpo desunido? ¿En Aquis-
grán? Pero está demasiado lejos de la penín-
V
Notas Notas 23:\

a Sobre el Beato de Liébana y el adopcionis


rno, véase en últirno término con bibliogrzrf ía; li.
.A.mann, Histoire de l'Eglise, vol. 6, Epoquc <:unt,
lingienne, París, 1947, pp. 130 y ss. Las obras clt.l
Ileato fueron publicadas por Flórez, Madrid, 1770.
s I. Yoshikawa, L'Apocalypse de Saint-Sa.t¡in,
París, 1939.
ó Señales evidentes anuncian la proximidad clcl
fin del mundo; se rnultiplican las ruinas.
7 Sobre estas cartas, véase J. Roy, I-'an mil .
Fortnatiom de la [égend.e de I'an rnil; état de lt
France de I'am 950 d. 1050, Paris, 1885, pp. 188 .y
siguientes.
8 Abbon, Liber apologeticus (Migne, PaLnll.
!at., CXXXIX, col. 4ótr y ss.).
e Sur Adso: .I. Roy, op. cit., pp. 186-187; texto
'lat.,
del Libellu.s en Migne, Patrol. CI, col. 1289 .y
Introducción siguientes; por último, E. Amann y A. Durnas, "I'1i.s-
toire de t'Eglise, vol.7, L'Eglise au pouvoir des la'i .

_H._Pirenne, Mahormet et Charlefttagvxe, D^


L4- que,s, Paris, 1948, p. 518.
rís, 1937. 10 G. Bayet, C. Pfister y A. Leinclausz, Le chris-
F. Henry, La sculptwre irlandaise dans les tianisme, Les Barbates, Mérovingíens et Carolin-
d.9ury- premiers siécles de I'ére chrétienne, Pa- giens, Histoire de France de E. tr-avisse, París, 1903,
rís, 1933. tomo II, 1.u parte, pp. 550-551.
11 A. Fliche, tr 'Eurape occidentale de B8B á I 125,
Capítulo 1. Farís, 1930, pp. I32-f33.
t2 ,4,. Olleris, Oeut,res de Gerbert, París y Clcr-
Raúl Glaber, Les cinq livres de ses histoires nf,ont, 1867, p. 2'1.3.
e00-1044), ed. M. Prou, 188ó, livre III, chap. IV; 13 Abbon, Carla X (Migne, Pctrol. lat.,
E. Fognon, L'an mille, París, 1947, p. 89. CXXXIX, col.471).
.' A.- Harnack, articulo "Milleniümr, en Ency- 1a C. Pfister, Etotdes sur Ie régne de Robert lc
ctopedia Britinníca, ed. 1934, vol. 15, p. 89. Pieux (996-1031),París, 1885, p. XXVII.
3 E. Gebhart, L'étal d'ánrc d'wt móine de l'an 1s Thietmar de Merseboung, Chronique (Mon.
ntil, en Ret¡ue des Deux Mondes, sept. 1891, pá- Germ. ÉIrsf., Script. IJI),790.
ginas 600_ y ss.¡ Moine:s et papes, eisais de Tisy- 16 J. Roy, ap. cit., p. 188.
chologie historique. Un moine de l'an 1000'eíc. ri Raoul Glaber, Histoires,libro IV, cap. 6 (8,.
Véase también E. Pognon, L'an mille, paris, L947, Fognon, L'an mille, p. 123).
páginas 41 y ss. 18 Citado por J. Roy, op. cit., p. 180.
El año mi]
]: Cf. Pfister, op. cit., pp. 110_114.
petit, Rabut ciáb-er,-'ñ;;',
7 Sobre Guillermo de Volpiano: Raould Gla-
.^m^ E. Historique, ber, Vita Sancti Guillelmi (Migne, Patrologia la-
1892.
21 Raoul Glaber, tiná, vol. CLII, col. 667-72O); W. Watkin,lltillqry
(E. Pogn-ory o-p. cii., pp. Bz_s¿í). cf. III,
Histoires,,Iibro capítulo 3 of n¡ion. A Monastic .Reformer of the early XIth
páginas 204-205.
i p"vL-i. ¿I, cbntury, Downside Review, i934, pp. 520-544.
s C. Pfister, op. cít., PP. 3-I3'
Recueil des historíens des Gqules et d.e la e Citado por C. Pfister, op. cit., p. 12.
France, T. X. 10 Sobre ias relaciones catalanas de Gerberto:
2i Raoul Glaber, H-i.slo/es,libro
Pognon, op. cit., pp. 116_120
IV, cap. 4 (E. F. Picavet, Gerbert, un p&pe philosophe d'apyé1
¿4 Dom Franqo¡'s plaine, I'histoire et d'aprés la légende, Parí|, 1897, pági'
Les pretend.ues terre_ nas 30-34, y N. d'Olwer, én La Catalogne d !'épo'
I'an mí1,'R"r;¿ ,t;; liárí¡'"", hir;;ri;r'r;, que romane, París, 1932, pp. 186-189' ege r9-
'::2^d"
1873.
2s El_texto de Ar-nulfo *-" su esiudio: Gerbert- I Silvestte II ) i Ia
se encuentra en
que Gerberto hizo del concilio, a. óllerls el. relato cultura catalama del segle X. Estudís Catalans,
página 213. , iit., 1910, IV, págs. 332-358.
"p. 11 N. d'bliver, Les glossaires de Ripall, Union
Académique internatiónale, Bulletin du Cange,
Capítulo 2. 1928, pp. 137-152, y un glossaire de Virgile et
de Juvénal, ídem, pp. 104-113.
. ,t Richer, Historiarum libri trV, pub. pertz in 12 N. d'Olwer, La Catalogne d I'époque romane'
Monumenta Germaniae, 1833 (ed. í ti"¿. n. i;;o;: p. 193.
che, Collection des ci"rriqiii' i."^in¡rtoire 13 Citado por N. d'Olwer, P. 195.
de
France au moyen áge, t. t. Éaris, iq¡0). la Hroswiiha (o Roswitha), Carmen de gestts
G. pfistei, aúaLi i"i ;;:¿;;;"á" Robert te Ottonis I imperatoris (Mon. Germ- Hjst., in usutn
^.' París, 1885,
Pieux, pp. ll0 v ss.o'--
--
scholarum, I{anovre, 1930); cf. A. Fliche, Histo,í-
Texto de Mabillon, Acia Sanctorurm Ord.inis re du moyen áge, t. II, L'Europe occidentale de
SaJtetj Bcnedicti, Saec. 'IV, p.
'¡O+.
BBB d 1125, París, 1885, PP. 225 Y ss.
' Jobre tas lundaciones"ot.-ii,
de Robertc el piado- 1s C. Pfister, op. cit., PP.253 Y ss.
so:. Helgaud, Vie du roí n"burl. nicuAl 16 Sobre Robeito el Piádoso, véase sobre todo
toríens des Gaules et de la fran"",iái. X,
d;; ik
(E, Pggaot, op. cit., p. zl,+.j col. ilS. Helgaud, Vie du roi Robert (E,. Fognoq, o'p-. cit.,
náslnas 235-264. v la obra citada de C. Pfister).
.. ' H. Firenne, Le,l villes' du moyen dge, Bruxe_ ' fr Raoul Glaber, Histoires, libro III, cap. IX,
lles, 1927, p. 72. (E. Pognon, op. cit., PP. 108-109).
6 Sobre San Odilón y €luny hacia el año rnil,
9r_de ^Valo is, Le monaich¡imá i\Áiir¡"", Ligugé,
1935,2__voL; en úttimo"lugár: -e: Á;;;" y
l
mas, Histoíre de I'Eglisel vol. VII,-parís,A. Du_
l
páginas 325 y sig. tlql,
237
/.3t1 El año mil
vet. op. cit., rt. 105: oQuitadrne mi rusticidad
sajóna- desarrbllad lo que tengo de mi origen
Capítulo 3. griego... ".
1 Sobre Roberto, además de la fuente prin- Capítulo 4.
cipal, Richer, Historíarum libri IV (véase nota 2,
página 160), cf. A. Olleris, Aeut¡res de Gerbert, 1 Para todo este capítulo sobre Otón III, cf'
Clermot y París, 1867; J. Havet, Lettre:s de Gerbert A. Fliche, L'Europe occidenta.le de B3B d 1125,
(983-997), París, 1889; K. Schultes, Papst Sylves- París, 19j0, pp. ZIS y sig'; M. Ter tsraak, Káiser
ter II etls Lehrer und Staatsmann, Hamburgo, otto'III, idátit und i'raiis im frühen Mittelo.lter,
1891; F. Picavet, Gerbert, un pape philosophe Amsterdám, 1.928 E. Schramm, Káiser, Rom und
d.'aprés l'histoíre et d'aprés la légende, París, Renovatio (Studi"n der Bibliotek Warburg, vol'
7897; F. Eichengrün, Gerbert (Sylvester II) als XVII), Berlín, 1"929, 2 vols.
P er stinlichfceit, Leipzig, 1928.
2 Sobre este texto, véase A. Lapotre, L'purope
2 Cf. F. Picavet, op. cít., p.32, n.3. et le Ssittt-Siége d l'époque carolingie'nne, París,
3 Cf. Picavet, op. cit., p. 33. - 3 vol. I, pP. I92 Y s.gesterum saxonicarum li'
1895,
4 Ed. Olleris, pág. 298, y J. Havet, Leüres de Wi¿"t i"¿, Rerutn
Gerbert, París, 1889. bri,Libro II, cap. l-2; ct. R. Koepke y F' Duemm-
s Richer, op. cit., Libro IItr, cap. L,LIII; cf. ler', Káiser Otto der Grosse, Leipzig, 1876, pp' 37
C. Pfister, op. cit., p. 31, y F. picavet, op. cít., y" siguiente.
4 J. Havet, op. cit., Epíst. 186; F' Picaver, op'
pp. 74 y ss.
6 Sobre la controversia de Gerberto y Otrico, cit., p. 105. Sobre esta correspondencia véase
F. Picavet, op. cit., pp. 45-47. iq5 del presente texto. Cf. los términos del
7 J. Havet, op. cit., Epíst. 7,8,9; cf. F. pica- ".
L¡b"ttut de rationall et rstione uti de Gerberto
(dedicado a Otón), A. Olleris, op' cít', p' 298,
vet, op. cit., pp. 120 y sig. op. cít., P. 236.
8 J. Havet, op. cir., EpÍst. 5; cf. F. Ficavet, 'v J.
s Havet,
o'p. cit., p. 53.
Cf. también Ph. Jaffe-G. Wattenbach, Reges'
e J. Havet, o,p. cit., Epíst. 48. ta ponti't'icum ron1anorllm, nueva ed', 1885-1888,
num. Z.'itq. Sobre esta política de Gerberto, véase
]t Cf. A. Olleris, Oeuvre,s de Gerbert, p. 213;
sobre el concilio de Sainte-Basle, cf. en -último
por último, con referencias: E. Amann y A' Dtt-
Áas, Histoire de l'Eglise, vol.7, L'Eglíse au pou-
lugar E. Amann y A. Dumas, Hístoire de I'Eglise, voir des laiques, París, 1948.
vol. VXI, París, 1948, pp. 70-73.
11 Sobre el Concilio de Mouzon, cf. E. Amann
6 Sobre lbs sellos y monedas del, año mil, véa-
s" ,ob." todo E. P. Sóhramrn, Die deutschen I{ai-
y A. Dumas, o'p. cit., pp. 73-74; textos en Richer, lái ""tt Kónige in Bildern ihrer Zeit 751-1152,
Historiarum libri IV, cap. CI-CIV. Berlín, t928, PP. 99 Y s'
12 J. Havet, op. cit., Epíst. 186-1,87; cf. F. pica- 7 F. Picavét, oP. cit., PP" 195 Y s'
239 El año mil lndice
8 Sobre las relaciones de San Adalberto v
Otón III, cf. H. G. Voigt, Adalbert von prag. Eih
Beitrag zur Geschichte der Kirche und des dÍAnch-
stums ím zehnten Jahrhundert, Berlín, 1.89g.
e Sobre el ritual imperial en Rorna, óf. I.. fiut-
p!r-*1r, La C^our,d'Otton III d, Rome' (gg|-1001),
Mélanges d'archéologíe et d'histoire 'de t'Ecoié
frangaise de Rome, 1905, pp. 349-363.
E. Mále, Etudes sur'ies églises romaines.
Llgn.zpereur Otton III it Rome et íes égli.ses d.u Xe
siécIe,,Revue des Deux Mondes, septiémbre 1.93V,
repro-ducido en Rome et ses vi.eilies ég\ises, pa-
rís, 1942, pp. 138 y s.
tt Sobre este pozo,
*Denkmal
, cf. O. Homburger, Ein
ottonischer pí.astík in Rom ínit' d."*
Bildnis Ottos III, Jahrbuch der preus,sischen
Kunstsarnmlungen, 1936, pp. 130 y s.; G. de
Francovich, C ontribut i altl i cul tura- o t t oniana in Nota preliminar .

Italia, Il puteale dí S. Bartolorneo alt lso,Ii d,¡


Roma, Bolletino d'Arte, 193ó, pp. 207-224. para Introducción
e_stos autores, la obra dataría áé los comienzos El año mil corno mornento histórico:
del siglo xr; según E. Mále, Rome et ses vielles Ántisü"¿t¿
--BlaA mediterránea. Edad Media germánica y
(Slis,e¡, p.q. 150 y s. serÍa del siglo xrr. Ilay Media occidenial. Romanos y bárbaros' Con-
también discrepancia sobrc la identfdad de la fi_ trááitciones del imperio de Carlomagno. Tradicio-
gura del santo: San Faulino de Nole, según E. Má_ nes, influencias, experiencias .".......'
le.y S?n Adalberto, según G. de Éran"covich.
*Bernwardi,
12 Capítulo 1.
.,Thangmar, Vita
.A. Olleris, cap. 25; cf.
op. cit., p. 1g1. El oroblema de los terrores:
óiiEé" v desarrollo de las creencias milenaristas'
- ó?ió"itui de los estudios. apocalípticos.. Apocalip-
-mozárabes
sis y carolingios. Testimonios histÓn-
ó*,--ná,it Ghbér. Fapel de los terrores en el estu-
dio arqueológico de la Ectad Media ..'."" 55

Capitulo 2.

Construcción de Occidente:
ñriiá]" tt-iitérico del año mil. Condiciones de vida'
^ -L;;i,rdááéi
-ta v las fundaciones religiosas' Estado
¿. óiistianáacl. tr-a reforma monástica del si-
=.-".r

240 Indice 8,1 Libro de Bolsillo


glo X: San Odilón y el medio cluniacense. Gui- Alianza Editorial
llermo de Volpiano. Abbon de Fleurv. EI medio
catalán. Abades y obispos del ario inil. Aconte_ Madrid
crm.rentos polÍticos del año rnil en Occidente: el
Atlántico norte; _ el mundo ibérico; la Franiia de
los Capetos. Roberto el Piadoso 98

Capítulo 3.
El papa del año mil:
Gerberto de Aurillac. Su juventud. Años de Catalu-
ña.T.oma y la Casa de Sájonia. Años de enseñanza
en R.eirns: Richer. Gerberto, abad de Bobbio. Ger,
berto y Otón IL Gerberto,.arzobispo de Ravéná. Una colección para todos, cuidac'la, ecouómica y variada
Silvesti-e XI ....... .... 158
Primeros títulos publicadost
Capítulo 4.
Ei irnperio del rnundo:
El-retorno al imperio. La personalidaci de Otón trII.
Nuevo concepto del imperio. La proma de Otón III.
r unas t-J;::,"",'::?:tffffi'
Un curso universitario inédito del máximo filósofo de
Fracaso de la monarqüia universal ..................... 200 nuestra lengua, en el que Ortega expone los grandes te-
mas de su filosofía,
Notas 232
Fernando Vela:
a, fuXozart
El retrato de un hombre cuya obra serena y equilibra-
da superaba y ennoblecía una intimidad llena de tribu'
leciones v sufrimientos.

de producción?
Franz Kafka:
4La rara fantasía de Kafka, La metarnorfosis
según algunos cargada de
alegoría, producirá en el lector un auténtico estremeci-
mlento.
]locillon.-*1ó

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