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La tierra de las promesas

El Señor te bendecirá como lo ha prometido si vives con fe y a la manera que Él te pide.

Como cristianos estamos convencidos de que al morir hay una morada para nosotros en el
cielo, pero por más lindo que te lo pinten, ¡no quieres ir allá todavía!

Porque la realidad es que todos sabemos que la tierra es el lugar que Dios preparó para
nosotros y que debemos poseer. Así que antes de ir al cielo, es necesario que hagamos lo
correcto en la tierra y alcancemos todas las bendiciones que el Señor quiere darnos.

Hoy declaramos que Dios te dará tu casa, tu familia y tu nuevo negocio, porque Sus hijos
poseerán la tierra para Su honra y gloria.

Ahora bien, hay dos formas de llamar a la tierra que nos pertenece: tierra prometida y tierra de
las promesas.
En Génesis leemos que Dios le pidió a Abram que saliera de donde había nacido, que dejara a
su familia y que se fuera a la tierra que le mostraría, donde lo bendeciría y engrandecería[1].

Si lo analizamos, la promesa va más allá de llevarlo a un lugar, ya que se refiere a que llegue a
ese lugar donde todo lo bueno sucederá.

No es lo mismo tener la tierra prometida, que llegar a la tierra de las promesas, donde se darán
todas las bendiciones.

Si alguien te ofrece una casa, cuando llegas allí, ya tienes lo que esperabas, pero si te dicen que
llegues a una casa donde te darán muchos regalos, al llegar aún sigues con gran expectativa de
lo que sucederá.

Justo eso es la tierra de las promesas, ese lugar donde Dios te pide que vayas porque allí te
bendecirá. En esa tierra que Dios te manda habitar hay bendición, prosperidad y bienestar para
ti y para tus próximas generaciones. Nuestra meta debe ser llegar a donde Dios hará cosas
grandes con nosotros. Créele por la tierra prometida y por la tierra de las promesas, donde se
cumplirá Su gloria sobre tu vida. No solo es obtener la casa que deseas, sino el matrimonio y la
familia bendecida, los recursos abundantes y la paz.

La tierra de las promesas es donde fluye leche y miel, pero la clave es guardar Sus
mandamientos y mantenerse en ese lugar donde Dios tiene puestos Sus ojos[2].

En tu colonia puede haber muchas otras casas, la pregunta es sobre cuál tiene Dios puesta Su
mirada, porque es allí donde llega la lluvia temprana y la tardía, donde Él se asegura de que
todo sea fructífero y haya buenos resultados.
Además, al leer la Palabra, vemos que Dios le dijo al pueblo que esa tierra no era igual a la de
Egipto, donde tenían una pequeña parcela, sino que era una tierra grande, por lo que les pidió
que cambiaran su manera de pensar, que ya no pensaran como esclavos, sino como
conquistadores y dueños de una bendición inmensa que debían aprender a administrar. Así que
llegar a esa tierra de promesas requiere obediencia, esfuerzo y fe.

Para alcanzar esa tierra debemos dejar de lado dos cosas, LA PRIMERA ES LO QUE
APRENDIMOS DE NUESTROS PADRES Y QUE NO FUNCIONÓ, Y LA SEGUNDA SON LAS FALSAS
PROMESAS QUE EL MUNDO HACE SOBRE LA PROSPERIDAD.

LOS CRISTIANOS DEBEMOS CREERLE A DIOS, OBEDECERLE Y LLEGAR A ESE LUGAR DONDE ÉL
NOS BENDECIRÁ.

Debemos dejar atrás nuestra pasada manera de pensar y de vivir, por eso, Dios le dijo a
Abram que dejara atrás a su parentela, porque todo sería hecho nuevo.

Sin embargo, en ese proceso, Abram cometió algunos errores. Cuando hubo hambre en la tierra
a donde llegó, decidió irse a Egipto, a pesar de que Dios le pidió que se quedara en el lugar
donde Él tenía puestos Sus ojos.

UNO DE LOS ERRORES QUE COMENTEMOS CUANDO LAS COSAS SE PONEN DIFÍCILES ES QUE
NOS ALEJAMOS DEL LUGAR DONDE DIOS NOS QUIERE, PERO NO NOS VA MEJOR.

Así que cada vez que te alejas del Señor, resultas con más dificultades. Por eso, tu compromiso
debe ser vivir de acuerdo a lo que Dios manda. Dile con fe: “Señor, estoy fuera de la casa de las
promesas, pero hoy me comprometo a comenzar a vivir de la forma que Tú quieres, me costará,
pero sé que Tú estarás conmigo.”
SABEMOS QUE RECIBIMOS LA SALVACIÓN POR GRACIA, PERO ENTRAR A LA TIERRA DE LAS
PROMESAS REQUIERE ESFUERZO Y CONQUISTA, TAL COMO VEMOS CON EL PUEBLO DE
ISRAEL QUE SALIÓ DE LA ESCLAVITUD DE EGIPTO POR OBRA DEL SEÑOR, PERO LUEGO DEBÍA
LUCHAR POR CONQUISTAR LA TIERRA.

ALCANZAR LAS BENDICIONES TE COSTARÁ ESFUERZO Y FE PARA QUE RENUEVES TU


PENSAMIENTO Y TU FORMA DE VIVIR. Y EN ESE PROCESO, ES MUY VALIOSO QUE HAGAS UN
VOTO DE OBEDIENCIA A DIOS, UNA PROMESA QUE TE COMPROMETA A CAMBIAR, A CREER Y
A LUCHAR. Al acercarte al Señor y hacer un voto a través de una ofrenda, no estás
comprometiendo a Dios, quien desde siempre ha querido bendecirte, sino que te comprometes
tú a vivir de acuerdo a Sus principios. Tal como sucedió con Jacob, quien debió huir de la tierra
de las promesas por malas decisiones.

Al salir huyendo, tuvo un sueño en donde ángeles subían y bajaban por una escalera, y Dios le
dijo que lo guardaría a donde fuera y lo llevaría de vuelta. Al despertar, Jacob ungió el lugar
donde estaba y dijo: “Si fuere Dios conmigo…”, porque sabía que se estaba alejando de la tierra
prometida y pedía al Señor que lo acompañara. Entonces hizo un pacto, prometió dar el diezmo
de lo que produjera y así lo hizo[3]. Atrévete a creer que Sus ojos están sobre ti, a pesar de que
te has alejado. ALGUNOS DICEN QUE NO SE PUEDE HACER UN PACTO CON DIOS, PERO VEMOS
QUE EN LA BIBLIA, DIOS ACEPTA NUESTROS VOTOS, NUESTRAS PROMESAS. ESE VOTO LE DICE:
“VOY A VIVIR A TU MANERA, NO A LA MÍA, PORQUE TENGO FE”.

Y ESO FUE LO QUE SUCEDIÓ CON JACOB, QUIEN CAMBIÓ TOTALMENTE. ANTES DE ESE
MOMENTO, ENGAÑÓ Y VIVIÓ SIN MUCHO ESFUERZO, PERO EL DÍA QUE HIZO EL VOTO
PORQUE IBA A CAMINAR EN UNA TIERRA FUERA DE LA PROMESA, CAMBIÓ, SE ESFORZÓ,
TRABAJÓ POR LO QUE AMABA.

Aunque lo engañaron varias veces, Dios lo prosperó y provocó que la bendición lo alcanzara.
Muchas veces las experiencias del pasado, lo que has hecho hace que andes huyendo, pero
debes reaccionar, DARTE CUENTA DE QUE ESTÁS FUERA DE LA TIERRA DE LAS PROMESAS, ASÍ
QUE DEBES COMPROMETERTE A CAMBIAR TU FORMA DE HACER LAS COSAS Y ACTUAR DE
ACUERDO A LA MANERA DEL SEÑOR. No tengas miedo de hacer un pacto con Dios, porque Él
siempre ha querido bendecirte y prosperarte, así que ese pacto que hagas te compromete a
escucharlo, seguirlo para que todo te vaya bien.

Veinte años después, Jacob regresó a ese lugar donde levantó una columna fuerte y sólida,
cuando todo había comenzado con una piedra[4]. No temas, los ojos de Dios están sobre ti, Él
te cuidará y guardará. Dile: “No voy a hacer las cosas de la misma forma que mis padres, sino
como Tú me pides y cuando regrese, daré testimonio de Tu bendición”. Prosperarás a la
manera que Él quiere, según Sus principios, no según los del mundo. CUANDO TE ACERCAS AL
SEÑOR Y HACES UNA PROMESA DE FE, HACES UN VOTO DE FIDELIDAD, TE COMPROMETES A
RENOVAR TU MENTE, TU ACTITUD Y FORMA DE VIVIR PARA QUE EL SEÑOR PUEDA
BENDECIRTE. Declara que recibirás provisión sobrenatural para cumplir ese pacto que has
hecho con Dios; declara que alcanzarás lo que Él te ha prometido, Su paz y Su victoria están
contigo. Declara que cumplirás tu promesa porque a partir de hoy recibirás multiplicación y
podrás testificar, como Jacob, de la abundancia que Dios te dará. ¡Declaramos milagros de
provisión y de paz en tu familia!

[1] Génesis 12:1-3 dice: Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y
de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te
bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a
los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

[2] Deuteronomio 11:8-12 enseña: Guardad, pues, todos los mandamientos que yo os prescribo
hoy, para que seáis fortalecidos, y entréis y poseáis la tierra a la cual pasáis para tomarla; y para
que os sean prolongados los días sobre la tierra, de la cual juró Jehová a vuestros padres, que
había de darla a ellos y a su descendencia, tierra que fluye leche y miel. La tierra a la cual entras
para tomarla no es como la tierra de Egipto de donde habéis salido, donde sembrabas tu
semilla, y regabas con tu pie, como huerto de hortaliza. La tierra a la cual pasáis para tomarla es
tierra de montes y de vegas, que bebe las aguas de la lluvia del cielo; tierra de la cual Jehová tu
Dios cuida; siempre están sobre ella los ojos de Jehová tu Dios, desde el principio del año hasta
el fin.

[3] Génesis 28: 10-22 comparte: Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán. Y llegó a un
cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel
paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. Y soñó: y he aquí una escalera que
estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían
y descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el
Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu
descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al
oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente.
He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta
tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. Y despertó Jacob de su
sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y
dijo: !!Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. Y se
levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y
derramó aceite encima de ella. Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el
nombre de la ciudad primero. E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare
en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a
casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios;
y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti.

[4] Génesis 35:13-15 relata: Y se fue de él Dios, del lugar en donde había hablado con él. Y Jacob
erigió una señal en el lugar donde había hablado con él, una señal de piedra, y derramó sobre
ella libación, y echó sobre ella aceite. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar donde Dios había
hablado con él, Bet-el.

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