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Tanatología

Viene del griego tanatos que significa muerte, estudia los fenómenos de la muerte y las
modificaciones del cadáver, desde el momento del deceso hasta la reducción esquelética
de este; proponiéndose además, establecer por necesidades legales: la fecha de la
muerte, identificación eventual de la causa y los medios empleados para ocasionarla.
Muerte (concepto médico legal): Con criterio forense se define como la abolición
definitiva, irreversible y permanente de las funciones vitales del organismo.

Muerte desde el punto de viste religioso

Cristianismo

En la religión con más creyentes en el mundo, los seguidores de Cristo, incluidos los
católicos, los protestantes, los anglicanos, los mormones y los testigos de Jehová, entre
otros, se cree que el alma vive después de la muerte y que existe en un reino espiritual.
Las religiones cristianas creen en la resurrección, o resucitación de los muertos, cuando
a estos se les dan nuevos cuerpos inmortales. Los cristianos evangélicos creen que el
alma deja el cuerpo en el momento de la muerte y está presente inmediatamente con
Jesucristo en el cielo o se dirige a la destrucción eterna del infierno después del juicio.
Los testigos de Jehová creen que, después de un periodo de sueño, el muerto regresará a
vivir en la tierra física. El autor y profesor católico Willam J. O'Malley afirma que
después de la muerte los creyentes de Cristo van al cielo, al infierno o a una tercera
opción para aquellos que aún tienen que limpiar sus imperfecciones, el purgatorio.

Islamismo

Los musulmanes creen que el cielo o el infierno son estados del corazón de una persona
mientras que está en la tierra, y el lugar en que pasará la eternidad depende del estado
que desarrolla durante su vida. Mientras que cada persona tiene un cuerpo físico y un
espíritu, el cuerpo muere mientras que el espíritu, que está moldeado según sus acciones
durante su vida en la tierra, sigue vivo. Los musulmanes creen que la muerte es un
punto de partida hacia un mayor progreso para cada hombre y que en el cielo progresa
para aumentar las etapas de conocimiento y fe; pero no creen que una persona esté
condenada a vivir en el infierno para la eternidad.

Creyentes de la reencarnación

Los hindúes, los budistas, los seguidores de la secta Rosacruz y muchas otras religiones
creen que el alma nunca muere, pero que reencarna en otro cuerpo inmediatamente o
poco después de morir. Después de lograr un mayor estado del ser, el alma finalmente
se libera. Los creyentes en la reencarnación creen que todas las personas que viven
ahora tienen una vida pasada que se borra de la memoria consciente.

Ateos

En 2005, cerca del 16 por ciento de la población mundial no tenía creencia religiosa o
eran ateos. Algunos de ellos creían que una persona vive para siempre debido a que, ya
que existe ahora, está establecido en el universo como una posibilidad, y por lo tanto se
trata de una realidad eventual. Algunos incluso creían en la existencia de líneas de
tiempo y de realidades alternas planteando que, ya que existimos ahora, siempre
existiremos en algún lugar. Los nihilistas y existencialistas creen que la muerte es el fin
de la existencia.

Muerte desde el punto de vista antropológico

Para algunos autores esta conciencia de muerte puede rastrearse a través del registro
arqueológico aunque los indicios de esta conciencia sean mucho menos tangibles que
los del lenguaje pues deja su impronta en las sepulturas halladas en distintos lugares.
Así, podemos decir que en determinado momento de nuestra historia filogenética
aparece el temor, el miedo o la conciencia de muerte y ésta deja su marca en el
registro prehistórico:
“... a través de algún tipo de ritual, algún procedimiento formalizado que identifica y
acota un evento o una experiencia concreta”.

Desde el Paleolítico se multiplican las sepulturas y cementerios, dando origen a


diferentes rituales funerarios que se convierten en una rica fuente de información sobre
las creencias y actitudes ante la muerte de nuestros antepasados.

Las tumbas de mayor antigüedad, que corresponden al hombre de Neanderthal,


demuestran que el acto de sepultar a los muertos no indica un mero procedimiento que
consiste en cubrir el cadáver para proteger al grupo de su descomposición, sino que
señala una actitud ritual: en ocasiones el muerto es colocado en posición fetal, a veces
es acostado sobre un lecho de flores, en otros casos se encuentran cubiertos por una
capa de ocre; también se han encontrado los restos mortales señala dos y protegidos por
un cúmulo de piedras, e incluso suelen estar acompañados por ofrendas en forma de
alimentos o armas. Estos ofrecimientos funerarios aparecen en algunos casos agregados
a ajuares que visten y adornan al difunto. Las sepulturas y rituales mortuorios
testimonian la irrupción de la conciencia de la muerte en la comunidad humana, así
como también una serie de transformaciones antropológicas que permitieron y
provocaron dicha irrupción (Morín, op.cit.,1.992: 114). El ritual de enterramiento es un
comportamiento específicamente humano, en el que intervienen dos elementos: por un
lado, el acto de no ignorar la aparición del cadáver, y por otro las construcciones
mentales que su presencia suscita. En efecto, desde que el hombre toma conciencia de
la finitud de su existencia, el cadáver recibe una atención y tratamiento especial,
valiéndos e para ello de diferentes técnicas, que tienen el objetivo de contrarrestar los
efectos de la tanatomorfosis: embellecimiento, confección de mortajas,
embalsamamiento, cremación, necrofagia, momificación, abandono del cadáver en
lugares alejados, preparación de tumbas, etc. El tratamiento que recibe el cadáver
cambia según las épocas, lugares y situaciones sociales del difunto, tales como la edad,
la clase social a la que pertenecía, o 3 al tipo de muerte de la que fuera víctima; y puede
clasificar se según se ejecuten en los cuatro elementos existenciales: inhumación
(tierra), inmersión (agua), cremación (fuego), exposición (aire)

En el hombre de Neanderthal aparece ya una estructura de pensamiento que señala a la


muerte como una sujeción ineludible de todos los seres vivos, evidenciado tanto por la
presencia de los muertos en el mundo de los vivos, como por la conciencia de muerte.
Dicha conciencia conduce a la construcción de todo un aparato mitológico-mítico-
mágico cuyo propósito es afrontar la muerte, integrarla a la existencia; en todas las
sociedades humanas la conciencia de muerte ha desempeñado un papel primordial en la
constitución de la mitología, la religión y la filosofía.
El hombre es el único animal que entierra a sus muertos. El enterratorio, la sepultura, en
suma, la actitud frente al cadáver, marcan a su vez, el paso de la naturaleza a la cultura.

La muerte desde el punto de vista filosófico

La Filosofía se ha planteado desde siempre el hecho de la muerte como un problema.


Prácticamente no hay pensador o pensadora que no haya reflexionado sobre la realidad
de nuestra finitud y contingencia, en otras palabras, el hecho de nuestro evidente
carácter mortal. A tal extremo podemos llegar con esta constatación, que habría que
señalar que casi nadie se plantea como núcleo de su filosofar el hecho de la natalidad
nuestro carácter de seres que han nacido, de seres que llegan a un mundo que les
preexiste, y en el cual, como iniciados e iniciadores, han de realizarse a partir de la
libertad que los signa, y que es precisamente la capacidad de comenzar con sus
acciones, eventos y sucesos, trayendo así al mundo lo inesperado e impredecible.

Heidegger deja claro desde el primer momento que nadie “muere en cabeza ajena”, si se
nos permite desviar de esta manera el famoso dicho según el cual cada quien ha de
hacer sus propias experiencias, sin poder realmente aprender a partir de las de los
demás. Eso es tanto más cierto tratándose de la muerte. Por más que intentemos
imaginar, al conocer de la muerte de otro, o tener experiencia directa de ella, lo que será
la propia muerte, o cómo será, no lograremos ningún saber de ningún tipo, ni siquiera
una leve intuición orientadora. La muerte es siempre la propia muerte, frente a la cual,
por más preparaciones y experiencias que tengamos, reaccionamos siempre con
angustia, esa angustia que, tanto para Heidegger como para Sartre, es el sentimiento, o
la tonalidad afectiva que nos embarga cuando nos enfrentamos a la nada. Y, desde el
punto de vista estrictamente filosófico, ¿ qué más nada que la muerte, que nos conduce
a dejar de estar en el mundo? En efecto consideramos que si no es abordándolo desde la
perspectiva religiosa, el problema de la muerte no tiene otra solución o más bien otra
respuesta que la aceptación lúcida y resignada, la asunción estoica del hecho, o la
“decisión anticipadora” heideggeriana. Y, aún en este caso, necesitamos realizar toda
una elaboración intelectual para aceptar el hecho descarnado del “ya no estaré más
aquí”, y no digamos del “tendré que pasar ese umbral”. Y todo ello, como señala
Hannah Arendt en la más absoluta y radical soledad dejando el plano mucho más
tranquilizante del estar en el mundo en medio de la pluralidad de los demás, entre los
cuales me realizo y ante los cuales aparezco y me muestro como ser humano dotado de
la libertad, es decir, en su muy hermosa expresión, de la capacidad de iniciar algo
nuevo.

Periodos de la muerte
 Muerte relativa: Es un estado caracterizado por la paralización total y duradera
de las funciones superiores, parece que estuvieran abolidos los signos vitales, y
aquí se presentan las siguientes características: perdida de la conciencia,
inmovilidad neuromuscular, ausencia aparente de latidos cardíacos y pulso, así
como de los movimientos respiratorios; aunque en realidad son muy débiles
dichos signos que llegan a pasar inadvertido, aunque nunca totalmente abolidos.
Siendo posible en esta fase, la revisvencia con maniobras terapéuticas
extraordinarias
 Muerte intermedia: Es el estado en el cual se extinguen progresivamente las
actividades biológicas de sobrevivencia; y ya no se consigue con maniobras de
reanimación volver a conseguir la vitalidad de todo el organismo humano. Ej: en
estado de anoxia cerebral con descerebración o “vida vegetativa”.

 Muerte absoluta o real: Es la desaparición total de toda la actividad vital. En


ella hay desaparición definitiva de las funciones vitales, como la respiración y la
circulación, en esta muerte hay la pérdida del conocimiento y desaparición total
de la inteligencia, inconsciencia absoluta, la persona no siente, ni al tacto, ni al
dolor, ni al calor, no hay movilidad de ningún músculo.

Fases de la muerte según, Gisbert Calabuig.


1ª fase: muerte aparente.
Es aquella en que desaparecen aparentemente los fenómenos vitales. Disminuye los
latidos cardiacos, la respiración, la tensión, hasta llegar a estar inconsciente. El sistema
nervioso, está en menor densidad y con menos reflejos.
2ª fase: muerte relativa.
Prolongación de la agonía, se suspenden de forma efectiva y duradera
las funciones nerviosas, circulatorias, respiración y siendo posible todavía mediante
maniobras de reanimación, la recuperación en algunos casos.
3ª fase: muerte intermedia.
Se produce una extinción/desaparición progresiva e irreversible de la actividad
biológica de los diferentes órganos y tejidos.
4ª fases: muerte absoluta.
Desaparición total / absoluta de cualquier actividad biológica del organismo.
Tipos de muerte
Muerte súbita:
Se denomina muerte súbita, en sentido médico legal, a aquella que se desenvuelve de
forma rápida, presentándose de “una manera imprevista en sujetos aparentemente sanos
o en el curso de enfermedades agudas ó crónicas latentes y que pasan inadvertidas para
el sujeto mismo y para las personas que le rodean” (Alvarez de Toledo).
Condiciones etiológicas de la muerte súbita. Alvarez de Toledo consideraba, en este
punto, tres aspectos distintos: Factores accesorios:
1. Frecuencia: Las muertes súbitas son frecuentes, aunque no se pueden dar cifras
exactas, ya que en las estadísticas publicadas sólo se recogen los datos que suministran
los depósitos judiciales de cadáveres, faltando los hospitalarios y de la práctica privada.
Dicho con otros términos, los valores comparativos se establecen con las muertes
violentas y no con la totalidad de las muertes. Con esta salvedad, diremos que la muerte
súbita representa un 23% de todos los casos de autopsias médico legales, seguidas de las
muertes por sucesos de tránsito con un 17%; otros accidentes con un 14.3 %; suicidios
con un 14.2 % y crímenes con un 4.7% (Estadística son nacionales).
2. Edad: Son mas frecuentes en las edades extremas de la vida: infancia y vejez.
3. Sexo: Se dan más a menudo en el sexo masculino. Según E. Martin, las tres cuartas
partes de todas las muertes súbitas recaen en hombres.
4. Estaciones: En general, predominan en los meses fríos del año.

Causas ocasionales inmediatas.


1. El frío: Actuaría favoreciendo las congestiones viscerales y produciendo bruscos
aumentos de la tensión arterial.
2. Los esfuerzos violentos: aumentan la tensión arterial.
3. La cólera y las grandes emociones: por análogo mecanismo.
4. La embriaguez: desempeña un doble papel; de una parte, la intoxicación alcohólica
como tal; de otra, favorece la acción del frío por la vasodilatación superficial que
produce.
5. La digestión: es también una causa favorecedora de la muerte súbita en virtud de la
hipertonía vagal que origina, especialmente importante en los abusos gastronómicos.
6. El coito: se suman en sus efectos el esfuerzo muscular y la tensión emocional.
Muchas veces se añade el estado postdigestivo y la embriaguez. Así se explican los
abundantes ejemplos de muerte súbita durante el coito registrados en la literatura
médico legal.
En cuanto a las lesiones que explican estas muertes súbitas, las más frecuentemente
encontradas, dentro de cada uno de los sistemas orgánicos reflejados son las siguientes:
● Aparato Cardiovascular; se trata sobre todo, de lesiones crónicas cardiovasculares
(infarto de miocardio en primer lugar, y coronaritis seguidas de hipertrofia cardíaca,
lesiones valvulares, miocarditis, etc.); a veces, sobre este cuadro se añade una rotura
cardíaca o vascular (aneurismática o arterioesclerosa).
● Aparato Respiratorio; casi siempre se trata de neumonías y bronconeumonías, más
frecuentes en viejos, alcohólicos y dementes; a veces también en niños pequeños; estos
cuadros evolcuionan a veces de forma subelínica, por lo que pasan inadvertidos hasta
que se agravan súbitamente y producen la muerte. En cuanto al edema agudo de pulmón
no puede considerarse, en realidad, como una lesión primitiva, sino la consecuencia de
transtornos cardíacos o renales, aunque la rapidez con que evolcuiona en ocasiones le
confiere una personalidad propia como causa de muerte súbita. Finalmente, tienen
asimismo importancia como origen de muertes súbitas las embolias pulmonares, en
especial las embolias sanguíneas.
● Sistema Nervioso Central; entre las causas más frecuentes de muerte súbita
correspondientes a este territorio orgánico, figuran las hemorragias, tanto encefálicas
como meníngeas, así como las embolias que pueden tener origen en venas periféricas
cuando hay un agujero de Botal persistente. Son más raras las meningitis, los abscesos y
los tumores cerebrales. También se han dado casos de muerte súbita en el curso de crisis
epilépticas.
● Aparato Digestivo; las hemorragias del tubo digestivo, en especial las debidas a
úlceras gástricas y abdominales, pueden ser origen de muertes súbitas; más raramente se
produce este cuadro como consecuencia de la rotura de quistes hidatídicos que se
desconocía tuviera el sujeto; de modo excepcional, por su evolución más lenta, en
general, se ha señalado la pancreatitis hemorrágica aguda como causa de muertes
rápidas y no diagnosticadas que podrían originar una investigación médico legal.
● Aparato Urinario; la nefritis crónica se asocia con tanta frecuencia a las lesiones
cardiovasculares que su papel como factor propio y aislado de muerte súbita resulta
difícil de fijar. Un signo importante para este diagnóstico es la uremia, si bien la
investigación post mortem debe realizarse dentro de las primeras 24 horas, ya que
después la cifra de úrea en sangre aumenta como resultado de la proteolisis sanguínea.
● Endocrinopatías; se han descrito muertes súbitas en el curso del bociuo exoftálmico,
en la tetania y, sobre todo, en la insuficiencia suprarrenal (Sindrome de Sergent-
Bernard), aparecida a raíz de una narcosis quirúrgica, un cansancio excesivo o una
infección ligera (amigdalitis). El cuadro de muerte súbita es más raro que se produzca
como consecuencia de un sindrome de Marchand-Waterhouse-Friderichsen, en el curso
de diversas enfermedades infecciosas agudas, ya que las características evolutivas de
este proceso no se compaginan con el concepto de muerte súbita.
Seria medida de mucha importancia que en toda muerte súbita se decretará la autopsia,
pues con ello contribuiría a eliminar al menos suposición de un hecho criminal.
En todo caso la autopsia despejara el asunto, puesto que si se encuentra una lesión
anatomopatológica, que explique suficientemente la muerte súbita, como una
hemorragia cerebral, un aneurisma de la aorta, una lesión orgánica del corazón etc.
Quedara descartada la sospecha de homicidio y, sino se encuentra lesión bastante
explicativa de esta muerte inesperada, queda el recurso del análisis toxicológico de las
viseras para comprobar si hubo acción de sustancia tóxica.
http://pairadeza.blogspot.com/2010/01/la-muerte-en-el-judaismo-hinduismo-y-la.html

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