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(*) Este estudio es parte de un trabajo más extenso, inédito, del autor.
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tamente ios tipos de seres superiores sólo, por y desde los inferiores.
Ni la conciencia, ni el pensar, ni la libertad del hombre se pueden
reducir a algo material, ni son seres derivados que dependan en su
totalidad de condiciones materiales de producción, ni mucho menos
están determinados por ellas, ni son una mera función de un órgano,
material, esto es, un producto simple del cerebro. El espíritu humano
y su funcionamiento no puede explicarse adecuadamente sin un «plus»
ultramaterial no afectado por las leyes de la materia, es decir, sin
admitir un cierto ámbito peculiar de autonomía de esté ser espiritual
que está en el hombre, tan condicionado como se quiera por elemen-
tos materiales, incluido su organismo biológico, pero con un ámbito
propio de espontaneidad del pensamiento, de autonomía de la liber-
tad y de independencia de la conciencia personales, no vinculados por
la materia. Los reduccionismos disuelven, pero no resuelven, sim-
plifican, pero no explican los problemas de las estructuras comple-
jas.
Por otra porte, todo el contenido de las matemáticas, el de la geo-
metría y el de la lógica formal —incluida toda la lógica matemática—,
los múltiples sistemas que contienen, las relaciones exactas e inva-
riables que se dan dentro de cada sistema y entre los, diferentes sis-
temas, tampoco puede admitirse que dependan y varíen de acuerdo
con el cambio de las condiciones materiales de producción social, sino
que, por el contrario, no cabe duda qué son totalmente independien-
tes de las mismas. Forman una región del ser espiritual que no es,
en modo alguno, un epifenómeno de las estructuras económico-ma-
teriales.
El materialismo histórico contiene, además, errores teóricos indu-
dables: no es compaginable el determinismo con la libertad, no pue-
den coexistir simultáneamente respecto de los mismos actos en un
mismo ámbito: el uno excluye al otro; donde hay determinismo no
cabe libertad, y donde se da auténtica libertad no cabe determinismo
ni necesidad propiamente dicha. La doctrina marxista-engelista con la
de sus continuadores comunistas -—la leninista, por ejemplo— pre-
tenden coordinarlos. Tesis central común a todos es que existe una
ley histórica inexorable que predetermina la necesaria desaparición
del sistema capitalista, pues éste, irremediablemente, crea las condi-
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por considerar que son los medios más adecuados para lograr mejor,
o más rápidamente, o para facilitar el desenvolvimiento del curso
del proceso histórico, o el alcanzar la meta del mismo.
En definitiva, la voluntad humana no puede intervenir libremente
«i un proceso histórico por el que ella misma queda determinada.
Por tanto, pedir el concurso real de la libertad mediante actos de
elección de la voluntad es contradictorio, al negar teóricamente la
existencia de la misma ; pero, además, es incompatible e incoherente
con el sistema introducir subrepticiamente el concurso de la voluntad
libre dentro del proceso histórico en el que la voluntad de cada per-
sona queda determinada de un modo definido, independientemente
de la misma voluntad, por su situación social y, en último término,
por el modo de producción social.
No sólo son las contradicciones teóricas las que se dan en la doc-
trina marxista, también existen entre la teoría y la realidad, esto es,
contradicciones fácticas de tesis marxistas. Así, por ejemplo, la teoría
del empobrerimiento progresiva del proletariado, la teoría de la con-
centración de las empresas, la teoría de la concentración de la pro-
piedad privada en unos pocos, etc., no sólo no se han producido
-—según la teoría de Marx, tenía que ocurrir necesariamente— sino
que ha sucedido lo contrario, y, por tanto, la teoría queda falseada.
¿O bastará con afirmar que en vez de mejorar de nivel de vida el
trabajador se ha ido empobreciendo cada vez más? Los hechos con-
tradicen teorías y afirmaciones contrafácticas.
Los conceptos que formuló Marx en el campo económico, tales
como el de valor de uso, valor de cambio, plusvalía, etc., que son el
instrumento conceptual para explicar la explotación del proletariado
y su correlato, la formación del capitalismo y la clase capitalista, aun-
que no son erróneos no son del todo exactos; difícilmente un econo-
mista puede hoy mantenerlos tal como los formuló Marx, sin intro-
ducir correcciones relativas a factores que pasaron inadvertidos a
Marx. Sin embargo, Marx, dice también grandes verdades, como es
la de la tesis que destaca la importancia de las ideas o de la teoría
para la práctica; la tesis de la necesidad de tomar partida, en filo-
sofía, en política,, etc., si es que éstas se ponen en función de un fin.
No es cuestión de continuar, basta una muestra. Pero, aunque se
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nidad. Por otra parte, vemos que tales censuras se producen en otros
casos, y por esto se puede hablar de discriminación en las condenas.
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