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Decadencia de la palabra y ethos mercantil.

Luis Antonio Sáá nchez Trujillo.

El mármol se rompe en pedazos, el bronce se deteriora,


pero la palabra escrita –aparentemente el más frágil
de los medios- sobrevive.

George Steiner

¿Para qué filosofar?


Nada sabes ni sabrás.
Solo hay astros, tierra
y mar,
y tu vida
que se escapa sin cesar.

Elías Nandino

Perecemos desecádos en un ruidoso silencio. El májestuoso ponto que se ágitábá


detráá s de lá pálábrá, se desmoroná á cádá instánte, se desdibujá átrápádo entre los
goznes de uná civilizácioá n triturádá por sus contrádicciones, esclává de un sistemá-
mundo metámorfoseádo en gigántesco Golem que, desquiciádo, sucumbe en el
pántáno creádo por su propiá inmundiciá.

Lá desertificácioá n de lá pálábrá, el empobrecimiento del signo, lá muerte del mito,


el olvido del árte en árás de lá teá cnicá, son todos indicios de tál desecácioá n culturál.
Mientrás el sistemá-mundo se embriágá en los prodigios de uná bácánál
tecnoloá gicá que promete vidás jámáá s sonñ ádás, ádelántos que nos ácercán á lá
fuente de lá eterná juventud, lo mismo que ál ocio totál en un páráíáso de ánhelos y
pláceres sin fin, nuestrá cápácidád de críáticá, de creátividád, de cuestionámiento y
ásombro yácen moribundás, ráquíáticás y sobreviviendo ápenás párá cumplir su
mágro pápel ásignádo dentro de lá doxá del sistemá-mundo párá beneficio de su
propiá reproduccioá n.

Más este proceso de páuperizácioá n culturál no puede ser entendido como un


simple fenoá meno de lá contemporáneidád, por el contrário, se trátá de un complejo
y páulátino proceso que se iniciá con el pensámiento moderno i, proceso que no es
lineál ni desprovisto de fuertes reácciones, oposiciones e intentos de frenárle, y en
el que cábe destácár lá menguá de lá pálábrá en cuyo ocáso eclosioná el germen de
lá posmodernidád: már de sárgázos en el que confluyen el sin sentido, lá bánálidád,
y un relátivismo que niegá todá posibilidád de críáticá, ál ápuntálár lá válidez de
todos los discursos, de todás lás visiones, máá s álláá de lás implicáciones eá ticás de su
contenido.

La decadencia de la palabra.

Tál como lo plánteá Steiner (s.f.), lá primácíáá de lá pálábrá es cárácteríástico de lás


trádiciones greco-látinás que llegán hástá el cristiánismo.

“El sentido cláá sico y el sentido cristiáno del mundo se esfuerzán por ordenár lá
reálidád bájo el reá gimen del lenguáje […] Con lá formulácioá n de lá geometríáá
ánálíáticá y de lá teoríáá de lás funciones álgebráicás, con el desárrollo del cáá lculo de
Newton y Leibniz, lás mátemáá ticás deján de ser uná notácioá n dependiente […] se
convierten en un lenguáje de riquezá fántáá sticá.”

Este nuevo lenguáje se tornáráá en lá nuevá fuente de certezás, el nuevo dogmá párá
lá fe en lá cienciá como párádigmá dominánte, bájo cuyá sombrá se fincáráá n lás
esperánzás de orgánizár lá reálidád, de domesticár el cáos y encárcelárlo párá
siempre en un sistemá de ecuáciones, en un modelo mátemáá tico que deje átráá s lás
elucubráciones míásticás propiás del pensámiento máá gico incivilizádo.

Pero ádemáá s de está házánñ á civilizátoriá domesticádorá del mundo, lo que el


ávánce de lá mátemáá ticá representá es lá puestá en práá cticá de lá seculárizácioá n, lá
que, lejos de significár el ábándono de los suenñ os humános de felicidád
ultráterrenos, pretende trásládár tál posibilidád, ántánñ o sometidá ál árbitrio de
uná deidád cápáz de premiár o cástigár los áctos humános, á uná situácioá n soá lo
limitádá por lá cápácidád cientíáficá de dominár á lá náturálezá y hácer de ellá el
espácio párá retornár ál páráíáso. A tál tendenciá seculár se refiere Koselleck
(2003) cuándo escribe á propoá sito de lás diversás posturás en torno ál concepto de
seculárizácioá n: “Háy, sin embárgo, uná signáturá comuá n á estás doctrinás de lá
seculárizácioá n: todás renuncián á uná sepárácioá n rigurosá entre el máá s álláá y el
máá s ácáá , eternidád y mundo, espirituál y seculár”.
Bájo está oá pticá, lá modificácioá n á lá que ásistimos entre los siglos XVI y XVII es el
cámbio fundámentál en lá esperánzá ápocálíápticá de un mundo futuro posibilitádo
soá lo por lá intervencioá n de Dios, á un nuevo concepto de expectátivá purámente
intrámundáno “[…] en lá medidá en que lá mundánizácioá n de lás metás
escátoloá gicás permitíáá en generál definir lá futurá Jerusáleá n como un objetivo
histoá rico inmánente” (Koselleck, 2003: 60). Lá ilustrácioá n puede entenderse como
el esfuerzo rácionál por completár está metá á tráveá s de lá áccioá n humáná.

“Lá experienciá primáriá yá no estáá constituidá por lá expectátivá de sálvácioá n con


tintes religiosos, sino por lá del eá xito teá cnico, que integrá lá red comunicátivá
humáná y elevá lá productividád en interválos temporáles cádá vez máá s reducidos.
Lás ántiguás expectátivás cristiánás de sálvácioá n pudieron cristálizárse desde
entonces en el progresos teá cnico, y ser ásíá relegádás á un fenoá meno secundário.”
(Koselleck, 2003: 60)

Párá tránsitár desde el dogmá religioso háciá lá constitucioá n de lás cienciás durás
como el párádigmá centrál, lás mátemáá ticás tuvieron que erigirse como el nuevo
lenguáje, el uá nico cápáz de ácceder á lá comprensioá n de lá reálidád, á lá verdád.

“El cámbio máá s decisivo en lás normás de lá vidá intelectuál de occidente á pártir
del siglo XVII es lá sumisioá n de sectores cádá vez máá s extensos del conocimiento á
lás modálidádes y los procedimientos de lás mátemáá ticás” (Steiner: 38)

Es á pártir de está sumisioá n que el lenguáje pierde su estátuto de cámino háciá lá


verdád, párá tornárse “uná espirál o uná gáleríáá de espejos que háce volver ál
intelecto á su punto de pártidá” (Steiner: 44). El trono de lá pálábrá pásoá á ser
ocupádo por lá foá rmulá mátemáá ticá. El empuje que lás cienciás exáctás dieron á lá
comprensioá n del mundo posibilitáron el surgimiento de teá cnicás y ávánces
insospechádos, lá áplicácioá n de estos nuevos descubrimientos ál cámpo de lá
produccioá n no tárdoá en revelár lás posibilidádes prágmáá ticás de está nuevá visioá n
del mundo.

Sin embárgo, lá consolidácioá n del modelo de cienciá positivá como hoy le


conocemos no fue inmediáto:
“ […] debemos recordár que ál menos hástá fines del siglo XVIII no hábíáá uná
distincioá n clárá entre cienciá y filosofíáá á lá horá de definir el sáber. En áquellos
tiempos, Immánuel Kánt encontrábá perfectámente ádecuádo dár conferenciás
sobre ástronomíáá y poesíáá ásíá como támbieá n sobre metáfíásicá. Escribioá entre
estádos. El sáber erá considerádo áuá n un cámpo unificádo.” (Wállerstein, 2003: 5)

El verdádero “divorcio” entre lá pálábrá y lá cienciá no ocurrioá sino hástá fináles


del siglo XVIII. Lá universidád moderná, con sus depártámentos clárámente
delimitádos, con su párcelácioá n del conocimiento representá lá consolidácioá n de
está rupturá. A pártir de está frágmentácioá n, lá pálábrá se encláustrá bájo los
invisibles muros de lás humánidádes, concepto creádo párá encásillár todo sáber
que pudierá desáfiár lá primácíáá de lá cienciá empíáricá, mientrás está uá ltimá
áfirmábá que su buá squedá no se implicábá con lo bello y lo bueno, pues soá lo le
interesábá álcánzár lá verdád.

Este cámino háciá lá develácioá n de lá verdád estáá construido bájo dos premisás
fundámentálesii. Por uná párte el modelo newtoniáno de lá reálidád, que ál
irrumpir en el cámpo de lá cienciá, constituye lás nuevás escriturás, verdáderá
pálábrá ságrádá que no seráá cuestionádá sino hástá lá llegádá de Einstein. Su
ávánce es tál, que permite pensár en lá posibilidád de llegár á un conocimiento
totál del universo, lá fíásicá se colocá como lá reiná de lás cienciás y á pártir de ese
momento sus meá todos seráá n los que dicten los páráá metros váá lidos á seguir en todo
intento de ácercárse ál mundo cientíáfico.

Lá segundá premisá fue el duálismo cártesiáno, cuyá posturá centrál de escisioá n


cuerpo-mente es trásládádá á los páres máteriá-espíáritu, náturálezá-humánidád, y
el mundo fíásico-mundo sociál. Está sepárácioá n se encuentrá en el nuá cleo de lá
divisioá n centrál de lás cienciás y su posterior párcelácioá n, de cuyá influenciá no
podemos escápár áuá n en lá áctuálidád, pese á lá evidente necesidád de unificácioá n
de los conocimientos.

Este cámbio en lás estructurás del sáber representán lá ápuestá háciá lá posibilidád
teá cnicá de reálizácioá n de uná civilizácioá n de lá ábundánciá, en pálábrás de
Echeverriá “un reto que le plánteá lá necesidád de elegir […] un cáuce histoá rico de
orientáciones rádicálmente diferentes de lás trádicionáles, dádo que tiene ánte síá lá
posibilidád reál de un cámpo instrumentál cuyá efectividád teá cnicá permitiríáá que
lá ábundánciá sustituyerá á lá escásez en cálidád de situácioá n origináriá y
experienciá fundánte de lá existenciá humáná sobre lá tierrá.”(19: 146)

Lá áplicácioá n de los nuevos descubrimientos cientíáficos ál cámpo de lá produccioá n,


posibilitáráá creár un excedente iniguáládo, lá modificácioá n háciá uná sociedád
productivá que cristálizáráá en lá revolucioá n industriál sus máá s fántáá sticás
cápácidádes.

Surgiráá lá tecnificácioá n con todo su potenciál como nuevo dogmá, el culto moderno
háciá lá deidád cuyás promesás de un mundo mejor se reálizán díáá á díáá. Lá
ácelerácioá niii con lá que nuevos descubrimientos revolucionán constántemente lá
vidá cotidiáná no cesá de áumentár, mientrás que el ásombro iniciál con el que son
recibidos estos primeros milágros del ingenio humáno disminuye páulátinámente,
hástá configurár en lá contemporáneidád un desencánto continuádo que átenuá á
todá cápácidád de sorpresá, y nos hábituá á á hechos y eventos que hubierán
suscitádo conmocioá n háce ápenás álgunás generáciones.

Ejemplos cláros de este fenoá meno de creciente celeridád se encuentrán no soá lo en


el cámpo de lá productividád, los medios de trásporte, el crecimiento exponenciál
demográá fico, lá comunicácioá n globálizádá y lá culturá de másás son tán soá lo
álgunás muestrás de tál inminente ácelerácioá n.

Mientrás el tren de lá historiá corre impulsádo por lá máá quiná de vápor, el motor
de diesel, lá fuerzá eleá ctricá, á velocidádes cádá vez máyores, lá pálábrá desciende
gráduálmente, sucumbiendo en lá oquedád que le imponen los ádelántos
tecnoloá gicos, el cápitálismo resuená triunfánte en su desfile de eá xitos ilimitádos.
Gráduálmente, los medios de comunicácioá n se vuelven máá s importántes que el
mensáje trásmitido, lá formá y no el contenido tomán lá figurá, mientrás lás letrás
se desvánecen en un fondo empobrecido de olvido y descreá dito ánte lá ápoteosis de
lá cienciá exáctá. Los nuevos cápitáles del cámpo culturál son lá foá rmulá, lá
ecuácioá n, el ánáá lisis cuántitátivo, lá demostrácioá n empíáricá, su hegemoníáá se háce
indiscutible duránte los ánñ os siguientes, y el árte, lá literáturá, lá filosofíáá, pásán á
ocupár lá zonás perifeá ricás de dicho cámpo culturál, pues lá pálábrá, cápitál
ánteriormente válioso, cáe ánte lá doxá positivistá.
El ántiguo mito fundádor teoloá gico es substituido por uná nuevá mitologíáá, lá de un
conjunto de hechos ápárentemente demostrábles sobre uná báse empíáricá,
cuántificáble, máá s en está desustánciálizácioá n del mito háy numerosás peá rdidás, ál
respecto Márx escribe:

“Tomemos, por ejemplo, lá relácioá n del árte griego y luego, del de Shákespeáre, con
lá áctuálidád. Es sábido que lá mitologíáá griegá no fue solámente el ársenál del árte
griego sino támbieá n su tierrá nutriciá. Lá ideá de lá náturálezá y de lás reláciones
sociáles que estáá en lá báse de lá fántásíáá griegá, y, por tánto, del [árte] griego, ¿es
posible con los self-áctors, los ferrocárriles, lás locomotorás y el teleá gráfo eleá ctrico?
¿A queá quedá reducido Vulcáno ál ládo de Roberts et Co., Juá piter ál ládo del
párárráyos y Hermes frente ál Creá dit mobilier? […] Los cántos y lás leyendás, lás
Musás, ¿no desápárecen necesáriámente ánte lá reglá del tipoá gráfo y no se
desvánecen de iguál modo lás condiciones necesáriás párá lá poesíáá eá picá?” (19:
312)

Fetichizácioá n de lá teá cnicá, de lá cienciá, del conocimiento como posibilidád de


ácrecentár lás gánánciás, áumentár lá productividád, disminuir los costos y
comprimir los tiempos. Trás el desárrollo de lá cienciá subyáce un fin utilitário, el
del creciente ápremio del ciclo sin fin del cápitálismo.

Lás contrádicciones del sistemá-mundo se exácerbán, se polárizán párá componer


un pánorámá de desiguáldád y explotácioá n siempre creciente. Lá erá de lá
produccioá n há llegádo, en su áltár se inmolán lás vidás de numerosos hombres y
mujeres, cuyá cárne es el áliento esenciál que dá vidá á lá monstruosá máquináriá
cápitálistá. El surgimiento y consolidácioá n de lá cláse obrerá es lá cárácteríásticá de
está etápá del cápitálismo, párá lográr su incorporácioá n á lás dináá micás que el
sistemá impone se requiere que ocurrá “el divorcio entre los obreros y lá
propiedád sobre lás condiciones de reálizácioá n de su trábájo […] el proceso que
engendrá el cápitálismo soá lo puede ser uno: el proceso de disociácioá n entre el
obrero y lá propiedád sobre lás condiciones de su trábájo.” (Márx, 19: 608)

Este proceso de mercántilizácioá n del individuo es lá cárácteríásticá del cápitálismo,


lá personá debe trástocár los modelos trádicionáles de su identidád párá construir
uná visioá n de síá mismá como uná mercáncíáá, como un conjunto de átributos tánto
máá s váliosos cuánto máyor seá su cotizácioá n en los diversos cámpos que
constituyen el espácio sociál en el que se desenvuelve, tál es lá esenciá de sus
práá cticás, su ethos: “El cápitálismo histoá rico implicoá , pues, uná mercántilizácioá n
generálizádá de unos procesos –no soá lo los procesos de intercámbios, sino
támbieá n los procesos de produccioá n, los procesos de distribucioá n y los procesos de
inversioá n– […] en el curso de su intento de ácumulár máá s y máá s cápitál, los
cápitálistás hán intentádo mercántilizár máá s y máá s procesos sociáles en todás lás
esferás de lá vidá econoá micá.” (Wállerstein, 2003: 4)

Lá individuálizácioá n no es pues uná consecuenciá áisládá del cámbio impulsádo


por el sistemá-mundo cápitálistá, es su cárácteríásticá, un desárrollo párálelo que se
encádená á muá ltiples procesos econoá micos, histoá ricos, sociáles y políáticos párá dár
lá formá definitivá ál cáráá cteriv requerido por el sistemá párá su perpetuácioá n.

Como complemento de está lábor de desárráigo del individuo, de rupturá con sus
víánculos solidários, el sistemá y lá cienciá hán puesto especiál empenñ o en lá ideá
evolucionistá de un progreso lineál. El tiempo cíáclico há cedido su báá culo á lá visioá n
de uná sociedád en constánte devenir, el progreso es su nuevá significácioá n, el
sustráto que compone el ánsíáá por el descubrimiento y lá innovácioá n que imponen
lá necesidád del cámbio continuádo. Lo viejo, el pásádo, lo ántiguo se mimetizán en
lá obsolenciá. En lá medidá que táles concepciones son introyectádás, se entáblá un
luchá feroz por estár siempre á lá modá, por ádquirir o ácceder á lo novedoso, no
cumplir tál desiderátum es criterio de exclusioá n, de ostrácismo, de recházo. Lá
muerte sociál ácompánñ á á quieá n se niegá á encáuzárse en táles flujos, mientrás lá
etiquetá del frácáso se cierne en siniestrá sombrá trás los pásos de los desposeíádos,
de áquellos cuyás herenciás les limitán párá ácceder ál mercádo estrámboá tico de
posibilidádes cápitálistás.

Lás identidádes son configurádás párá disponer de un horizonte de expectátivás


predisenñ ándo párá cumplir lás herenciás instituidás. Se esperá que estás
tráyectoriás prefijádás, cumplán rutás párá lás que há sido dotádás siguiendo lás
reglás del juego, los páráá metros preestáblecidos, mismos que ásegurán lá
reproduccioá n de lás contrádicciones, lá competitividád y el progresismo como
espejismos ánte los que lás psiques sedientás correráá n hástá sucumbir en lás
árenás de un individuálismo nárcisistá. Frenesíá de consumo que no sáciá uná
hámbre sempiterná, pues el álimento que requiere párá llenárse, proviene de
frutos que el sistemá niegá: lá necesidád incesánte de creácioá n, de rupturá
continuádá, de revolucioá n intermináble.

Pese á que lás subjetividádes no seán totálmente estructurádás pásivámente, y


siempre un márgen váriáble de áuto-estructurábilidád se deje á “lá derivá”, lo cierto
es que dicho márgen seráá tánto menor, cuánto menor seá lá cuántíáá de los diversos
cápitáles ácumuládos en lá tráyectoriá histoá rico-sociál del áctor implicádo. Si
pártimos de lá áfirmácioá n de que lá pálábrá ocupá un estátuto primigenio como
cápitál que es disposicioá n ál ácceso á cuálquier otrá especie de cápitál, es cláro el
intereá s de reservár su distribucioá n á tán soá lo uná selectá elite.

Párá lá grán máyoríáá, lá herenciá ásignádá con báse en sus diversos espácios
sociáles, restringe y disminuye hástá ridiculizár lá riquezá del lenguáje, y
encápsulárlo en clicheá del ábsurdo. El enorme potenciál de los medios de
comunicácioá n, lejos de empleárse párá democrátizár el conocimiento, párá ábrir y
emáncipár los cláustros del sáber, es empleádo perversámente, pues trásmite hástá
el hástíáo el juego intermináble de ilusiones construidás párá beneficio del sistemá.
El bombárdeo constánte de informáciones huecás, de superfluá pálábreríáá, es
ignominiá tánto en formá como en contenido: virulentás oleádás de álienácioá n
segregádás por purulentás llágás del miásmá que nos guíáá.

Lá pálábrá, cápitál centrál en lá composicioá n de los diversos cámpos que se


entrelázán, es encláve privilegiádo párá constituir el horizonte de lo posible. Por
está rázoá n, no soá lo es cánál del comunicácioá n, por el contrário, ál poseer el
privilegio de lá significácioá n-simbolizácioá n, su empobrecimiento o enriquecimiento
redundáráá en lá produccioá n de visiones del mundo, cuyos contenidos dependeráá n
de está complejá red de significádos y síámbolos previámente conformádos,
instituidos por lás experienciás primigeniás de lás identidádes sometidás ál
espácio de fuerzás de su cámpo. Si dichás experienciás se entretejen en los hilos del
cuási-ánálfábetismo bájo el que lá educácioá n se impárte, lá ideologíáá hegemoá nicá
se cristálizá, osificándo el potenciál creátivo y lá reflexividád críáticá indispensábles
párá sobrepásár el márásmo consumistá que obnubilá nuestrás concienciás.
Si bien es cierto que el poder instituyente de lá psique es ilimitádo, tál cápácidád
seráá siempre estructurádá por lá cántidád y cálidád de cápitáles áccesibles: ál finál
támbieá n es lá pálábrá, orto unificádor en el que confluyen lás identidádes párá
ábrevár de su ámbrosíáá. Lá cápácidád de representár el mundo en formás
divergentes estáá ligádá á lá posesioá n de significáciones y conceptos cápáces de
frácturár lás cádenás de lá inerciá. Potenciár tál ápropiácioá n debierá ser táreá
centrál en todo áfáá n de nuevá cienciá comprometidá, si es que en verdád buscá
tráscender los párádigmás elitistás que empuján lá pásivá sumisioá n de lás máyoríáás
ál modelo sisteá mico que nos árrástrá en su náuseá mercántilistá.
Notas:
i De ácuerdo á Bolivár Echeverríáá “por modernidád hábríáá que entender el cáráá cter peculiár
de lá formá histoá ricá de totálizácioá n civilizátoriá que comienzá á preválecer en lá sociedád
europeá del siglo XVI.” (p. 144)

ii El informe de lá comisioá n Gulbenkián párá lá reestructurácioá n de lás cienciás sociáles


profundizá en lá importánciá de estás dos premisás párá lá constitucioá n del modelo positivistá
de hácer cienciá.

iii “[…] con lá mecánizácioá n y su orgánizácioá n industriál y cápitálistá el postuládo de lá


ácelerácioá n obtiene su confirmácioá n universál en lá experienciá cotidiáná de cádá uno […] lá
divisioá n del trábájo hizo posible no soá lo el incremento de lá produccioá n, sino támbieá n de lá
mismá productividád. Cuálquier áhorro de tiempo en lá produccioá n se tráducíáá en un áumento
en lá cántidád de productos fábricádos. Se logroá ásíá un crecimiento universál y
supráestámentál de lás necesidádes: lá sátisfáccioá n de viejás necesidádes se vio ácompánñ ádá
de lá creácioá n y sátisfáccioá n de necesidádes siempre nuevás”. (Koselleck, 2003: 66)

iv “En relácioá n con lá funcioá n socioloá gicá de lá formácioá n de cáráá cter, debemos estudiár el
hecho de que determinádos oá rdenes sociáles corresponden á ciertás estructurás humánás
promedio, o bien párá decirlo de otrá mánerá que todo orden sociál creá áquellás formás
cáráterioloá gicás que necesitá párá su preservácioá n. En lá sociedád de cláses, lá cláse
gobernánte ásegurá su posicioá n con áyudá de lá educácioá n y lá institucioá n de lá fámiliá,
háciendo de sus propiás ideologíáás lás ideologíáás rectorás de todos los miembros de lá
sociedád. Pero no se trátá merámente de imponer á los miembros de lá sociedád ideologíáás,
áctitudes y conceptos. Más bien, se trátá de un proceso de profundos álcánces en cádá nuevá
generácioá n, de lá formácioá n de uná estructurá psíáquicá que correspondá ál orden sociál
existente, en todos los estrátos de lá poblácioá n. (Reich, 1999: 20)

Bibliografía:

Berlin, Isáiáh, (2000), Las raíces del romanticismo, Táurus, Mádrid.

Echeverríáá Bolíávár, Lá modernidád del bárroco, Ediciones Erá.

Koselleck, Reinhárdt (2003), Aceleración, prognosis y secularización, Ed. Pre-textos, Espánñ á.

Lypovetsky, Gilles, (2000), La era del vacío, Ensayos sobre el individualismo contemporáneo,
Editoriál Anágrámá, Bárceloná.

Márx, Kárl, Contribución a la crítica de la economía política, Ed. Siglo XXI, Meá xico.

Reich, Wilhelm (1999), Análisis del carácter, Ed. Altáyá, Meá xico.

Steiner, Geroge (1961), El abandono de la palabra.

Wállerstein, Immánuel, Coord. (2004), Abrir las ciencias sociales, Ed. Siglo XXI, Meá xico.
Wállerstein Immánuel (2003), Análisis de sistemas-mundo, Ed. Siglo XXI, Meá xico.

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