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LOS TRES PROPÓSITOS DEL

MINISTERIO DE ALABANZA
“Engrandezcan al Señor conmigo; exaltemos a una su
nombre.“ (Salmo 34:3 NVI).
En este sencillo versículo, David nos muestra los tres propósitos del ministerio
de alabanza. Estos propósitos se aplican tanto a iglesias de 100, 1,000 o de
10,000 miembros, los propósitos no cambian. Podemos tener diferentes
maneras de alcanzar estos propósitos, pero en última instancia, debemos
hacerlo. Como encargados de la alabanza en tu iglesia, tienes la
responsabilidad de guiar al pueblo de Dios hacia el cumplimiento de estas 3
metas, las cuales son de suma importancia. Estos tres objetivos se pueden
resumir en 3 simples enfoques: Al Señor, al líder y al pueblo…
1.- El Señor. “Engrandezcan al Señor” Cualquier ministerio de alabanza, que
se precie de estar sirviendo al Eterno, en primer lugar buscará magnificar al
Señor tanto como sus habilidades se los permitan. Por lo tanto,
debemos priorizar la calidad en los servicios de alabanza de cada semana.
2.- El Líder. David dijo: “Engrandezcan al Señor conmigo” El segundo
propósito del Ministerio de Alabanza, se encuentra en la palabra “conmigo”.
“Conmigo” representa a los directamente involucrados en la alabanza y la
adoración, principalmente a quien está dirigiendo este tiempo de alabanza y
adoración. Cualquier acción pública para magnificar al Señor debe incluir
el “conmigo”. No podemos pedir a la gente ir a donde no estamos dispuestos
o capaces de ir nosotros mismos. Imagínate la falta de congruencia si David
hubiera dicho: “Engrandezcan al Señor ustedes solos“. Conmigo significa estar
al frente guiando, invitando y desafiando a todos a alabar de todo corazón al
Señor.
“Conmigo” nos muestra la importancia de adorar unánimes juntos y en el
mismo espíritu, y el líder deberá de ser experto en conducir a otros a meterse
de lleno a la adoración del Altísimo. Por lo tanto, un ministerio de alabanza
acorde al corazón de Dios, su prioridad será el desarrollar líderes de
alabanza que sepan conducir a la congregación a la presencia misma
de Dios.
3.- El Pueblo. “exaltemos a una su nombre.” Nuestra meta es ayudar a
nuestras congregaciones a alabar y adoran a Dios más profundamente y de
forma consistente. David no quería ser el único que experimentara la verdadera
adoración a nuestro Santo Señor, ni tampoco nosotros debemos quererlo. No
podemos permitir que el pueblo considere a los miembros del grupo de
alabanza, como a los únicos que que entran a Su presencia alabándole y
adorándole.
Debemos esforzarnos para llevarlos a vivir una vida de adoración 24/7. Por lo
tanto, los ministerios de alabanza deben priorizar el desarrollo de los
adoradores de calidad, en toda la congregación. Tenemos que trabajar en
estrecha colaboración con nuestros pastores y líderes de ministerio, para
enseñar a nuestras congregaciones acerca de la adoración como una forma de
vida, y no solo como un tiempo de cantos previo a la enseñanza. Y todo esto
empieza, por los momentos de la verdadera alabanza congregacional, pues
éstos momentos, pueden ser un verdadero tobogán a la presencia de Dios, lo
cual, los motiva a hacerlo más frecuentemente.

Transformar a los miembros de la congregación en verdaderos adoradores, es


mucho más difícil en el corto plazo, porque ellos están acostumbrados a sólo
centrarse en cantar lo que se les indica, como un momento alegre y bonito
previo a la predicación, tocando la música con una combinación de bellos
instrumentos y alegres voces de coro.

Pero la primordial finalidad de la alabanza, es convertir a cada miembro en


un “verdadero adorador, en espíritu y verdad, 24/7” Nuestro objetivo
principal, no es solo producir servicios de alabanza con una calidad musical
extraordinaria, lo cual es importante, pero no es el fin supremo. Nuestra mayor
prioridad es el desarrollo de adoradores de calidad extraordinaria, que a su vez,
contribuyan a que los servicios de adoración sean de una calidad espiritual de
excelencia.

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