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Este documento resume un artículo sobre las montoneras federales en Buenos Aires durante la década de 1820. Describe un caso en 1822 en San Pedro donde milicianos se negaron a desalojar tierras, apelando a su estatus militar y derechos consuetudinarios. En 1825, cuando se midieron las tierras de la estancia Obligado, campesinos también se negaron a desalojar, usando estrategias legales y aumentando su producción y población para fortalecer su posición. Esto muestra la tensión entre los derechos de propiedad
Este documento resume un artículo sobre las montoneras federales en Buenos Aires durante la década de 1820. Describe un caso en 1822 en San Pedro donde milicianos se negaron a desalojar tierras, apelando a su estatus militar y derechos consuetudinarios. En 1825, cuando se midieron las tierras de la estancia Obligado, campesinos también se negaron a desalojar, usando estrategias legales y aumentando su producción y población para fortalecer su posición. Esto muestra la tensión entre los derechos de propiedad
Este documento resume un artículo sobre las montoneras federales en Buenos Aires durante la década de 1820. Describe un caso en 1822 en San Pedro donde milicianos se negaron a desalojar tierras, apelando a su estatus militar y derechos consuetudinarios. En 1825, cuando se midieron las tierras de la estancia Obligado, campesinos también se negaron a desalojar, usando estrategias legales y aumentando su producción y población para fortalecer su posición. Esto muestra la tensión entre los derechos de propiedad
durante la década de 1820 y los montoneras federales-Fradkin -Introducción: palabras, pasado y presente: los cortes de rutas se han transformado desde mediados de la década de 1990 en una nueva forma de protesta social cada vez más frecuente en Argentina. Los grupos sociales excluidos por el ajuste neoliberal expresan sus demandas y adquieren visibilidad en los medios de comunicación. Se desarrolla una nueva identidad colectiva: la de piqueteros y emplean un lenguaje y un vocabulario de fuertes evocaciones y apelaciones históricas. Un mujer que integraba un piquete de varios miles de manifestaciones en La Matanza decía a la prensa “Somos pobres, no somos facinerosos”. ¿Qué es un facineroso? Malhechor, delincuente habitual, hombre malvado, facinerosos, malhechores, malvados, malévolos, palabras empleadas para califica las gavillas de ladrones y salteadores de caminos en Buenos Aires (1810-1820), pero se refería también a los montoneros, para aludir a los integrantes de un modo de acción militar irregular. Los contemporáneos destacaron tres rasgos de las montoneras: su composición social rural, sus jefaturas locales surgidas de la propia lucha y su inclinación al anarquismo. Perspectiva que marco las primeras aproximaciones al tema en la historiografía argentina de fines del XIX. Las montoneras no tenían objetivos políticos, eran simples correrías delictivas, orgias de saqueo y destrucción. Desde los 60 la historiografía redefinió el tema y las montoneras fueron presentadas de dos modos divergentes: se postuló una imagen de reacción popular, espontanea e instintiva de los pueblos del interior contra la oligarquía porteña; también eran la manifestación por excelencia de la capacidad de manipulación de los caudillos para manipular sector subalternos rurales, apelando a relaciones de clientelismo y protección. Ambas perspectivas compartían una negociación común basada en eludir la consolidación de la cultura política campesina y sus modos específicos de interpretación e interpelación. En América Latina, las montoneras empezaron a ser pensadas como la expresión de una evidencia más amplia, que contribuyó a profundizar y generalizar el bandolerismo. Perspectiva que ha permitido el desarrollo de solidas investigaciones empíricas que han posibilitado una visión más compleja, se trató de un tipo de acción colectiva desarrollada por pobladores rurales dotados de un cierto margen de autonomía y movilidad y que pudo canalizarse a través de variadas y contrapuestas expresiones políticas que contenían coaliciones sociales amplias y heterogéneas. En Argentina, pese a la centralidad del fenómeno hasta la década de 1870 son escasos los estudios empíricos sistemáticos. Para la campaña bonaerense son prácticamente nulos, el bandido rural forma parte sustancial de la poesía, la literatura, el cancionero y humor gráfico. La historiografía reconoció dos momentos críticos en la década de 1820: cuando los caudillos federales de Santa Fe y Entre Ríos derrotaron al Directorio, provocando la disolución del poder central y una aguda crisis política, o sea que se desarrolló la presencia de bandas armadas que actuaban en colaboración con grupos indígenas. El otro momento, un verdadero alzamiento rural en el marco de una guerra civil provincial protagonizado por partidas montoneras de orientación federal, la cual generó as condiciones para la llegada de Juan Manuel de Rosas al poder. Hay que reconocer la activa presencia de gavillas de bandidos y de grupos indígenas pampeanos. ¿Cómo se vinculan estas situaciones críticas con las transformaciones agrarias que se aceleraron en esta década? ¿Qué relación pudieron tener con la construcción e un nuevo orden estatal en el mundo rural? ¿Qué cambios en la cultura política campesina estaban manifestando? Se dará una respuesta a través del análisis de tres casos sucedidos durante la década de 1820, tratando de indagar formas de imbricación entre las nociones y valores de la tradición colonial por un lado y las que trajo la revolución por otro. Lo que implica repensar la emergencia del caudillismo como construcción política en esta sociedad rural: la acción política campesina no podía articularse ni en lazos étnicos ni en comunidad de aldeas y qué la influencia del caudillo se ejerció sobre una población libre, mercantilizada y en condiciones de ejercer un amplio margen de autonomía. La campaña bonaerense se encontraba en un proceso de intensa transformación en un contexto de frontera abierta y en tensión. Los bienes pecuarios se convertían en los principales bienes exportables. Transformación que se expresó también en la construcción de un estado provincial y su implantación efectiva en el medio rural. -Una amenaza de montonera en San Pedro: “Es ya llegado el tiempo en que se llenen las promesas del gobierno”: en 1822 el orden parecía volver a la provincia. La construcción de un férreo orden social rural estaba lejos de ser alcanzada. En diciembre de ese año, el juez de primera instancia del tercer Departamento sostenía que el comisario de policía le había informado sobre su intento de proceder al desalojo de hombres vagos que infestan aquel territorio, pero que se encontró con que comprehenden multitud de milicianos filiados sujetos a la jurisdicción militar y que en todo aquel departamento no hay casi ninguno de que no disfrute del fuero de guerra. El conocimiento de esta perspectiva los ensoberbese del tal modo, que con el escándalo y desprecio de la justa ordinaria se entregan a todo género de excesos. El juez agregaba que las denuncias eran disimuladas por sus jefes o levemente castigadas y declaraba la incapacidad para actuar de la incipiente estructura de jueces de Paz, alcaldes y comisarios. No era posible perseguir a los vagos, perjudiciales, al sinnúmero de criminales que infestan estos desgraciados pueblos, a los facinerosos y malvados. Entre sus efectos se encontraba la masiva presencia de desertores en busca de refugio en jurisdicciones vecinas o del otro lado de la frontera, así como la extendida conciencia entre los paisanos de los derechos inherentes a su condición de milicianos. En 1825 los propietarios volvían a pedir el desalojo. La mensura se realizó de acuerdo con las normas fijadas por el Departamento Topográfico e incluyó una modificación de los deslindes previamente reconocidos y alteró las demarcaciones sobre el bañado del frente de la estancia y en las sobras del fondo, áreas de usufructo campesino libre de cargas y pensiones. Se abría un conflicto con los vecinos linderos y con los campesinos instalados dentro de la propiedad. El agrimensor y el apoderado solicitaron a la justicia el desalojo de la propiedad en el plazo de un mes. La reacción de los intrusos fue negativa, ya que no tenían pensado salir del lugar. Las respuestas que dieron transmiten una clara conciencia de sus posibilidades de presión en tal coyuntura, la relación que a través de la milicia mantienen con el Estado y de las actitudes más frecuentes son: el desafío abierto combinado con la solicitud de alargamiento de los plazos de desalojo. Actitudes que se combinan con estrategias que respondían a algunas cláusulas de la legislación de raigambre castellana vigente, la cual reconocía el derecho de los labradores a permanecer en el campo que cultivaban al menos hasta poder levantar las cosechas; estos milicianos estaban en condiciones de ampliar las áreas de cultivo y con ello mejorar su capacidad de resistir al desalojo, era una estrategia que se inscribía en el orden jurídico aceptado. Sus actitudes dejan en evidencia el temor de las autoridades locales. Dentro de las expectativas de las autoridades locales esta posibilidad aparecía como una alternativa real y factible. Lo que los intrusos reclamaban era el cumplimiento de promesas y acuerdos verbales, e impugnaban la posibilidad de su desalojo, pues solo debía aplicarse a todos los vecinos que pueden ser perjudiciales y aceptaban pagar un moderado arrendamiento. Una resolución indica que entre los intrusos había al menos dos grupos distintos y que el requerimiento sólo era aplicable a los hijos del pays, sin abarcar por el momento a los Coronderos que eran familias provenientes de Coronda y que en las guerras civiles combatieron del lado de Buenos Aires, por lo que se transformaron en milicianos a quienes el gobierno porteño permitió instalarse en esos campos. Dos principios y dos necesidades aparecen enfrentadas: el propietario de los títulos que exigia la subordinación a la orden judicial y una defensa del derecho de propiedad y el Estado que dudaba frente a sus necesidades políticas y militares. La defensa de los coronderos fue asumida por el procurador general de la provincia. En el debate conceptual que se lleva a cargo se expresa no solo las dificultades para implantar el derecho de propiedad como un principio absoluto sino también el incremento que por entonces se había producido en los desalojos. La resistencia combinaba acciones directas y judiciales y se apoyaba en la falta de decisión y fortaleza de las autoridades locales para hacer cumplir las órdenes de desalojo. El apoderado de los Obligado denuncio que las autoridades locales eran remisas a hacer cumplir la orden de desalojo. El escrito del apoderado nos muestra otra estrategia, la resistencia abierta y la utilización de armas como medio de disuasión, los pedidos de postergación de plazo de desalojo, el aumento de las tierras aradas y sembradas y la apelación directa al gobierno se sumaba a que han llamado a una porción de personas extrañas y que puede ser que ya sea más el número que ellos mismo, para que vengan a poblarse en los terrenos con ellos, para con el fin de aumentar así la población y ver si hacen más fuerza para que no se les levante el terreno. Se implica una estrategia ofensiva que apuntaba a acrecentar sus posibilidades de resistencia y extender su articulación colectiva. Los coronderos emplean una estrategia netamente política: la emigración colectiva, la cual se presentaba como una alternativa válida frente a lo que se consideraba la ruptura de un pacto previamente establecido con el gobierno. Además apelaron a la entrega de tierras valdías por parte del gobierno y a la generosa protección que el mismo debía brindarles. Querían lograr así la formación de este pueblo. Se apelaba así a varias ideas imperantes sobre la construcción de un nuevo orden rural para fundamentar una pretensión de máxima autonomía posible en este contexto: la entrega en propiedad de las tierras y la formación de un pueblo. Estrategias con implicación políticas y les llevaba a expresar la perspectiva desde la cual explicaban y denunciaban los motivos de la solicitud de desalojo y a interpretar los cambios. Condenaban la codicia de los propietarios y a los métodos científicos de mensura que expresaba bien el rechazo a los nuevos valores, percibidos como una amenaza, agravio a los derechos consuetudinariamente consagrados. Los Obligado presentaban a Reynoso como el agente principal de los intrusos, calificándolo de caudillo de todos los demás. Se le acusaba de ingratitud, resistencia a la sumisión y se apelaba a calificarlo como el corifeo. La criminalización de las prácticas sociales y su asociación directa con el caudillismo es una característica de esta época. El conflicto ha puesta en evidencia una implicancia aun poco reconocida ente la guerra civil y la formación de las milicias. La instalación de migrantes santafesinos no era una novedad pero si el que su militarización hubiera servido para sustentar una acción colectiva que se desplego a través de una serie de estrategias y se estructuró a través de un doble liderazgo surgido del mismo grupo. Aparecía como un líder propio actuando de mediador entre el gobierno, las autoridades milicianas, los propietarios y encargados de la estancia, jueces y comisarios. Las posibilidades de movilidad y acceso a la tierra convertían la migración en un autentica estrategia de resistencia frente a la subordinación. Las estrategias que utilizaban se articulaban con la búsqueda de algún patrocinio. Lo más destacable es la pretensión de transformarse en pueblos autónomos. -El miedo a la montonera en Morón: que los cagetillas irán a parar al infierno: el miedo hacia que los rumores se desplazaran con más rapidez y adquieran más verosimilitud. El 13 de octubre de 1826 una alarma cundió por la campaña oeste. Los rumores hicieron creer que la Capilla de Merlo y el pueblo de Morón iban a ser asaltados y saqueados por una banda armada. Los rumores hablaban de unos 50 hombres, solo fueron detenidos ochos. El propósito del ataque era el saqueo. El cabecilla Fermín Zepeda había dicho que debían entrar al pueblo diciendo y gritando viva la Patria, viva la reunión tirando tiros y colocando centinelas en las bocas calles para hacerse el saqueo y que al primero que debían atacar era al juez de Paz. Uno de los detenidos dijo que se trataba de asaltar Morón para robar. Ambas menciones resultan sugerentes ya que la gavilla buscaba reclutar gente y el asalto y el saqueo era presentada como una montonera o revolución con objetivos precisos ataque a pueblos y a autoridades locales y cajetillas, hombres presumidos y afectados. El expediente dejar ver con claridad el tipo de personas que realizaba esos asaltos: facineroso en superlativo grado, desertores enrolados en el ejército, regimiento de milicias y cuartel de destino y la mayoría era oriundos de la provincia. La montonera había aglutinado gente oriunda como migrantes que tenían en común no ser vecinos reconocidos. El perfil característico era que eran parte de la población rural. El expediente pone de manifiesto el valor de los rumores y el terror existente. -El asalto de los pueblos de Navarro y Luján: empezaron a dar voces montoneros, montoneros: amenazas y temores se hicieron realidad el 13 de diciembre de 1826, una numerosa partida armada ocupo el pueblo de Navarro y Luján. La gente que avanzaba era montera dirigida contra el comisario y el método de reclutamiento el envite. El asalto a Navarro representa la imagen de un movimiento con fines políticos y con una condición firme. Hacen firmar a 32 vecinos más destacadas para comprometerse a ayudar a los federales. Aparecen diferentes opiniones, las autoridades decían que se trataba de bandas de ladrones y los vecinos de una montonera. Esto era así porque tenían criterios claves: sus antecedentes: ladrones conocidos; armamento, vestimentas y distintivos: no era uniforme ni metódico; y el tipo de acciones desarrolladas: invasión de pueblos, amenazas y vejaciones. En el asalto a Luján, se incrementó la fuerza y se dispone de armamento militar. Los dos puntos claves dirigida contra autoridades locales judiciales, policiales e impositivas para deponerlos y sustituirlos (no contra curas)ya que estos eran instrumentos para posibilitar el cumplimiento de las nuevas exigencias que pesaban sobre la población rural y se identifican como federales bajo las ordenes de Rosas para legitimar el movimiento. Sin embargo no hay evidencia que eran instrumento de él. Exigían contribuciones forzosas y los saqueos solo a pulperos, en su mayoría contra españoles, ya que tenían un sentimiento antiextranjero y antieuropeo, la dicotomía era hijos de dios enfrentados a autoridades y extranjeros. Utilizaban a Rosas para legitimar y ampliar sus bases de sustentación, ya que su idea era ponerlo en lugar de Rivadavia, como comandante general de campaña o gobernador de la misma. El autor del asalto, Benítez, justificaba su acción mediante la apelación a motivos personales y pasionales. Esto se relaciona con la típica situación presentada por los textos de literatura para relatar como un paisano se desgracia y se enfrenta a la justicia, autoridades y pueblerinos. La montonera no permitía la violencia, comportamiento que implicaba estrategias de alianzas, consensos e identificación precisa de los enemigos. Además esto se combinó con el pago que iban a recibir y que serían indultados de sus delitos. Se difundía así, un discurso de reparación y la promesa de un indulto general. Y otro discurso era que la mudanza del gobierno cesaría el pagar derechos sobre tierras valdías. Los montoneras apelaban a una serie de lazos sociales previos de parentesco y vecindad, otros forjados experiencia de sociabilidad: ejército, milicia y pulpería y predominaba el desprecio social del que eran objeto, estaban asociadas a la proliferación de gavillas de salteadores. El incremento de la criminalidad estaba asociado a la creciente presión estatal sobre los paisanos de la campaña. -Conclusión: en San Pedro el conflicto se articulaba en torno a una solicitud de desalojo y a una disputa abierta por la tierra. En Navarro la cuestión aparecía más difusa, aludida ocasionalmente como un reclamo frente a las nuevas pautas y cargas que comenzaban a regir el acceso a ella. En ambos casos la cuestión de tierra y el conjunto de los recursos es inseparable de las percepciones populares de su relación con el Estado. En ambos caos el objetivo era preservar y ejercer la autonomía, se trataba de opciones y estrategias políticas diferentes pero con objetivos precisos.
R. Th. J. Buve - Protesta de Obreros y Campesinos Durante El Porfiriato. Unas Consideraciones Sobre Su Desarrollo e Interrelaciones en El Este de México Central PDF
Com 2 - LAS IMPLICANCIAS DE LA MOVILIZACIÓN Y PARTICIPACIÓN POLÍTICA POPULAR ACONTECIDA DESDE LA DESINTEGRACIÓN DEL ORDEN COLONIAL Y EN DÉCADAS SUBSIGUIENTES. MODALIDADES, VARIACIONES REGIONALES Y VINCULACIÓN CO