2:1-16 LA CONDUCTA DE LOS MISIONEROS EN TESALONICA
La parte principal de la carta comienza considerando el tema mencionado en 1:5, 6. Los
misioneros, y ciertamente todos los testigos cristianos, son particularmente vulnerables a la crítica y, por lo tanto, deben hacer el mayor esfuerzo de vivir y de verse viviendo en público, en una forma que no esté abierta a la crítica. La conducta de Pablo como un misionero en Tesalónica parece haber sido criticada durante su ausencia, aparentemente por gente de fuera de la congregación, y él ahora se defiende a sí mismo de varias posibles acusaciones. Tantos filósofos y hombres religiosos con enseñanzas extravagantes viajaban por el mundo romano explotando hasta donde era posible a sus oyen tes, al punto que fue necesario que los misioneros cristianos subrayaran que sus motivos y métodos eran muy diferentes de los de sus menos escrupulosos rivales. Las críticas y la respuesta a ellas que se hacía aquí pueden ser paralelas a los escritos de algunos filósofos antiguos que se sintieron también injustamente acusados. Básicamente los misioneros eran acusados de explotar a sus seguidores y de vivir a sus expensas. Toda su apelación a los nuevos convertidos se consideraba como una manera de engañarlos y llevarlos a pagar a los misioneros un elevado respeto, y altos honorarios o regalos. 1, 2 Pablo apela al recuerdo de sus propios lectores relacionado con la visita de los misioneros (“vosotros mismos sabéis”, o “como sabéis”, u “os acordáis” son frases clave: 1, 2, 5, 9, 11). Podían ver por sí mismos que el trabajo misionero no había sido en vano (lit.lit. Literalmente “vacío”), en el sentido de que el mismo había sido hueco y carente de contenido o que no los había conducido a resultados profundos; en cambio había sido un acto de valor el enfrentar la oposición en Filipos (Hech. 16:19–40) y en Tesalónica misma (cf.cf. Confer (lat.), compare 1:6; 2:14–16; 3:3, 4). 3–6 Una demostración más de la verdadera naturaleza del evangelismo descansaba en el hecho de que no estaba basada en el error referente al evangelio. Tampoco surgió de motivos impuros, tal como una ambición o avaricia (en lugar de, pero no excluyendo, la inmoralidad sexual), o procurar engañar a los oyentes para que aceptasen el mensaje (cf.cf. Confer (lat.), compare los misioneros falsos de 2 Cor. 11:13). Por el contrario, los misioneros habían sido probados por Dios antes de ser aprobados para su equipo, y sus motivaciones estuvieron continuamente bajo su escrutinio. Por lo tanto, eran muy conscientes de la necesidad de guardar las normas de Dios y por eso rechazaron métodos dudosos de persuasión (p. ej.p. ej. Por ejemplo alterar el evangelio para hacerlo más aceptable). Su propósito era el de agradar a Dios y no a su audiencia, no porque fueran indiferentes a su audiencia y sus necesidades, sino porque su criterio no era para ellos el éxito a un nivel humano. Por lo tanto, no emplearon palabras lisonjeras ni tampoco palabras como pretexto para encubrir la verdadera motivación de avaricia, con el fin de sacar dinero de sus convertidos. Otra posible acusación es que estaban buscando gloria de la gente dentro y fuera de la iglesia. Es verdad que los apóstoles o misioneros podrían haber reclamado ciertos privilegios por una cuestión de derechos, tal como el derecho a ser obedecido por sus convertidos y ser sostenidos por las iglesias en sus necesidades materiales. Aquí probablemente el primero de estos derechos sea el que esté en juego (Para el repudio de Pablo del último, ver 2 Tes. 3:9; 1 Cor. 9:4–14; 2 Cor. 11:7–12). Los misioneros podían haber hecho valer su autoridad (aunque de haberlo hecho habrían estado en contra del principio enunciado por Jesús, Luc. 22:24–27), pero no lo hicieron. 7 En realidad habían sido tiernos (gr. epioi; los mejores mss.mss. Manuscritos tienen nepioi, “bebés”, pero la duplicación accidental de la letra “n” del final de la palabra previa probablemente condujo a la inserción de esta palabra menos apropiada). Los misioneros o pastores deben ser como un padre en el cuidado de sus convertidos (11), pero aquí la figura de la nodriza (en realidad la idea es de una madre) exhibe más fuertemente el elemento de cuidado tierno que se requiere en una actitud paternal. 8 Esta actitud se describe en términos de un afecto que se expresa en un deseo de dar regalos. El regalo más grande desde el punto de vista cristiano es el evangelio de Dios, pero desde un punto de vis ta humano es el compartir su ser más íntimo con alguien, como sólo dos que se aman podrían anhelar hacerlo. 9 El deseo de mostrar amor en lugar de ser una carga a los convertidos era lo que se debía ver en la ardua tarea realizada por los misioneros. Ellos habían trabajado no sólo durante el día sino también de noche (sin duda relacionado con el hacer carpas o trabajar el cuero; Hech. 18:3) con el fin de ganar dinero para su mantenimiento mientras se dedicaban también a predicar. La ayuda de Filipos (Fil. 4:16) no fue suficiente en sí misma. Aquí Pablo relaciona su política de trabajar con sus manos (cf.cf. Confer (lat.), compare 4:11; 2 Tes. 3: 7–10; Hech. 18:3; 20:34) principalmente con su deseo de no depender de sus convertidos o de explotarlos en vez de aprovechar sus oportunidades para encontrarse con gente en el trabajo, o mostrar que él no se avergonzaba de tener un trabajo honesto (sin embargo ver 2 Tes. 3:8). 10-12 Pablo resume su argumento apelando a la propia experiencia de sus lectores de cómo los misioneros habían vivido rectamente y cómo los habían tratado en manera paternal. Su principal interés había sido el de animar a un estilo de vida que fuera digno de gente llamada por Dios a su reino y a la esperanza de compartir su gloria. 13 Que la visita de los misioneros no había sido un fracaso (1) fue también algo para ser tomado en cuenta en la manera en que los oyentes recibieron el mensaje. El mensaje de Pablo fue frecuentemente denunciado como siendo de su propia creación, ideas humanas, por lo que se mostró agradecido cuando la gente reconocía que él estaba realmente enseñando un mensaje que venía de Dios mismo (cf.cf. Confer (lat.), compare Gál. 1:11, 12). Este mensaje tenía un inherente poder para cambiar las vidas de los oyentes. 14–16 La prueba de esto sería observada en la manera en la cual los convertidos habían mostrado el mismo espíritu que los primeros cristianos en Judea que habían sufrido violentos ataques de sus compatriotas, los judíos. En la misma manera los tesalonicenses habían sufrido a manos de sus propios compatriotas, tanto gentiles como judíos (Hech. 17:5). Pablo mismo era judío y, por lo tanto, sentía un lazo especial con su propia gente, anhe lando que ellos se volvieran de su ceguera y aceptaran a Jesús como el Mesías. Pero sabía también que el rechazo de Jesús los conduciría al rechazo de parte de Dios de aquellos que lo rechazaban a él, y por eso habla aquí de la ira de Dios viniendo plena y finalmente sobre los judíos por el último y más agravante pecado en una larga historia del rechazo de los mensajeros de Dios. Es de notar que Pablo está escribiendo aquí referente a un grupo es pecífico de judíos, y no contradice la esperanza expresada en Rom. 9–11 que el pueblo judío se volverá a Dios; la respuesta al evangelio salva al pueblo de la ira de Dios.