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DERECHO DE CONTRATOS

“UNIVERSIDAD CATÓLICA LOS ÁNGELES DE


CHIMBOTE”
“AÑO DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCION E IMPUNIDAD”

FACULTAD : DERECHO
ESCUELA : CIENCIAS PÓLITICAS
TEMA : PROMESA UNILATERAL
CURSO : DERECHO DE CONTRATOS
DOCENTE : DRA IRIS ROCIO CASTRO CABEZA

ALUMNO : MIRANDA ALVA, RAY


SEMESTRE ACADÉMICO : IX

TRUJILLO – PERU
2019

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DERECHO DE CONTRATOS

I. PROMESA UNILATERAL: CONSIDERACIONES


GENERALES.

1. LA DECLARACION UNILATERAL DE VOLUNTAD OBJETO DE


ESTUDIO

Existen muchos supuestos de declaraciones unilaterales de voluntad que, por su naturaleza,


tienen distintos efectos. En atención a ello, consideramos necesario delimitar el campo de
estudio de la declaración Unilateral de voluntad materia del presente trabajo.

El instituto que estudiaremos no está referido a determinar si una persona por su sola
declaración de voluntad puede crear una obligación a cargo de un tercero. Tal situación
resultaría asaz perjudicial para todos los sujetos de derecho, pues ello supondría que
cualquier sujeto podría convertirse en deudor por la mera voluntad de otro, lo que
evidentemente perjudicaría a aquel, generando un caos en la sociedad. Ello no es objeto de
análisis del presente estudio.

1.1. La promesa unilateral como costumbre.


En el Derecho, en vista español, en vista de que no existe norma legal que reconozca efectos
obligatorios a la promesa unilateral, un sector de la doctrina ha pretendido darle tales efectos
acudiendo a otra fuente del derecho: la costumbre. Así, se ha señalado que “(…) dada la
práctica constante de anuncios de recompensas y gratificaciones de ese tipo, practica
acompañada del convencimiento de la colectividad sobre el valor obligatorio de lo
prometido, existe una costumbre, aplicable en defecto de ley, a tener de la cual dicha promesa
obliga”. Sin embargo en el mencionado país, quienes niegan efectos obligatorios a la
promesa unilateral, han criticado la posición descrita señalando que tal argumento “(…)
supondría cargar sobre un sujeto una obligación, que la ley no hace nacer (ex voluntate) de
sus voluntad unilateral, bajo el pretexto de que la hace nacer el derecho consuetudinario
supletorio”; añadiendo más adelante que “(…) no hay más hechos que sean fuente de
obligaciones que los que la Ley diga. Y la ley no recoge como hecho fuente la voluntad
unilateral.

1.2. La promesa unilateral sin recompensa.

Otro argumento que hemos encontrado en la doctrina española para negar carácter obligatorio a la
promesa unilateral, utiliza la promesa de publica recompensa para postular lo siguiente: “(...) así como
generalmente se promete al que haga algo (encuentre y devuelva al perro, por ejemplo; y se dice
entonces- por quienes defienden el valor de la fuente de la voluntad unilateral que la obligación de la
recompensa ofrecida nace de la simple promesa), se prometiese sin más ( sin tener que pagar nada al
beneficiario). Entonces partiendo de lo que el valor obligatorio reside en la voluntad del promitente,
tampoco habría por qué negar que quedase obligado por su sola promesa. Pero mantener tal criterio,
chocaría palpablemente con todos los artículos aplicables al caso, que sin duda, requieren para el
nacimiento de la obligación, la aceptación del beneficio”.

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2. EL CODIGO CIVIL PERUANO: EL ARTÍCULO 1956.

Una vez ya conocidas las diversas posturas que se ha elaborado en la doctrina sobre la
admisión de la promesa unilateral como fuente de obligaciones, ahora corresponde
determinar los alcances que nuestro legislador ha otorgado a dicho instituto. Para tal efecto,
veamos lo dispuesto por el artículo 1956 del código civil:

…Por la promesa unilateral el promitente queda obligado, por su sola declaración de


voluntad, a cumplir una determinada prestación en favor de otra persona. Para que el
destinatario sea acreedor de la prestación es necesario su asentimiento expreso o tácito,
el cual opera retroactivamente al momento de la promesa.

La primera parte del artículo es bastante clara y evidencia la postura adoptada por nuestro
legislador respecto de la admisibilidad de la promesa unilateral como fuente de obligaciones:
basta la sola promesa de una persona para que ésta quede obligada a cumplir una prestación
a favor de otra. Del texto de la norma transcrita y de su ubicación dentro del libro VII: Fuente
de las Obligaciones), podemos concluir que en nuestro País, la promesa unilateral si es capaz
de generar obligaciones. Esa es la primera conclusión a la que se puede arribar del texto del
Art. 1956 del CC.

Sin embargo, a pesar de la claridad de la primera parte del artículo, seguidamente se señala:
“(…) para que el destinatario sea acreedor de la prestación es necesario su asentimiento
expreso o tácito”. Tal expresión nos pueda causar cierta perplejidad, pues si en un inicio se
señaló que la relación obligatoria se formó con la simple declaración del promitente, entonces
ya no debe exigirse ninguna declaración adicional ni del promitente ni de su destinatario)
para que se produzca tal efecto. Sin embargo, luego de analizar con detenimiento ambas
expresiones, cualquier duda queda toda vez que la declaración del destinatario no se exige
para el surgimiento de la obligación (pues esta surgió con la declaración del promitente),
sino, como el propio texto señala, para que el destinatario sea acreedor de la prestación.
Adviértase que la norma posibilita separar dos momentos distintos:

1. el nacimiento de la obligación (con la sola emisión de la promesa) y


2. la determinación del acreedor (con su asentimiento expreso o tácito).

En efecto, como ya hemos señalado, la relación obligatoria creada por la promesa unilateral,
a diferencias de lo que sucede con otras fuentes de las obligaciones, tiene la particularidad
de que al momento de su nacimiento, el acreedor es determinable, es decir, no está
determinado cuando se emite la promesa.

Aunque parezca que el artículo 1956 del CC tiene cierta influencia de la corriente
contractualista (ya que exige la intervención del destinatario de la promesa para que se

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convierta en acreedor), consideramos que tal afirmación no es precisa, toda vez que la
declaración del acreedor no califica de una aceptación en sentido técnico, por las siguientes
razones:

1. Pensamos (aunque ello no ha sido manifestado de manera expresa en la Exposición de


Motivos del Código Civil) que el legislador peruano quiso respetar el principio de la
intangibilidad de la esfera Jurídica individual, y por lo tanto, considero necesario el
asentimiento previo (expreso o tácito) del destinatario de la promesa antes de
convertirlo en acreedor;

2. Por el efecto retroactivo que se le ha otorgado al “asentimiento” del destinatario de la


promesa, pues si fuese una aceptación, la obligación surgiría desde la emisión de tal
aceptación (o, más precisamente, desde que la misma es conocida por el oferente) y
no desde la emisión de la promesa, como lo dispone el citado Art. 1956 del C.C.

Así consideramos que el legislador tuvo que elegir entre las siguientes tres opciones:

 Que el derecho otorgado por la promesa ingrese automáticamente a la esfera jurídica


del destinatario, convirtiéndolo en acreedor, y sin tener la posibilidad de rechazar al
afecto. Así, en caso el destinatario no tenga interés en ejercer el derecho atribuido,
simplemente no lo hará, pero nada podrá hacer para impedir la atribución de tal
derecho a su esfera jurídica;
 Que el destinatario teniendo la posibilidad de rechazarlo retroactivamente, esto es,
hasta el momento de la emisión de la promesa (como si nunca lo hubiese tenido); y
 Que el derecho otorgado en la promesa no ingrese a la esfera jurídica del destinatario
hasta su asentimiento, el mismo que, de producirse, tendrá efectos retroactivos hasta
el momento de la emisión de la promesa.

De estas tres opciones, el artículo 1956 del CC. Acogió la última. Sin embargo, consideramos
que no es acertada dicha elección, pues si nuestro legislador optó por reconocer efectos
obligatorios a la promesa unilateral lo razonable hubiese sido que el destinatario de la
promesa se convierta en acreedor desde el momento en que la promesa se dirija a su
destinatario (o, en el caso de la promesa hecha pública desde que ésta se haga pública). Así
también señala FORNO: “(…) se ha querido admitir la promesa unilateral como fuente de
obligaciones, pero el legislador parece no haber podido desprenderse de la bilateralidad para
la atribución de los efectos de ella, lo cual implica una serie contradicción (…)”

Finalmente, la última parte del art. 1956 corrobora lo expuesto en la primera parte de este
artículo, es decir que la obligación nació desde la emisión de la promesa, por ello dispone
que los efectos del asentimiento del promisario se retrotraen al momento de la emisión de la
promesa.

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3.- NORMAS APLICABLES A LAS PROMESAS UNILATERALES.

La promesa unilateral se encuentra regulada en la sección Quinta del Libro: VII: fuente de
las obligaciones del código civil doce son los artículos que ya regulan, sin embargo, de una
rápida lectura de los mismos, podemos advertir que los doce artículos no son suficientes para
regular muchas situaciones que pueden presentar en todo el iter de una promesa unilateral
(desde el momento de su emisión hasta el momento de su ejecución). En tales situaciones,
debemos recurrir a otras normas del código civil que, no obstante no ubicarse dentro de la
sección quinta, resultan aplicables a la promesa unilateral, a continuación citaremos algunas
de las normas:

Art. 1361, segundo párrafo, 1363,1402, 1409 y 1410, son compatibles a la promesa
unilateral.

4.- SUPUESTOS EN LOS QUE LA PROMESA UNILATERAL ES OBLIGATORIA.

Bajo el texto del art. 1956 de CC cualquier promesa unilateral podría ser considerada
obligatoria. Sin embargo, conforme lo dispone el art. 1957 “la promesa unilateral sólo obliga
a la prestación prometida en los casos previstos por la ley o por acuerdo previo entre las
partes interesadas”. La norma transcrita restringe el ámbito de las promesas unilaterales
obligatorias, reduciéndolas a dos supuestos:

 En lo casos previstos por la ley, y


 Por acuerdo previo de las partes interesadas.
4.1.- Casos Previstos por la Ley

El primer supuesto del art. 1957 del CC señala que solo serán obligatorias las promesas
previstas por la Ley. La pregunta surge de inmediato: ¿cuáles son las promesas reguladas por
la Ley? Dentro de la sección Quinta del libro VII se distingue cuatro supuestos de promesa
unilateral:
- La promesa de pago,
- El reconocimiento de deuda (ambos regulados en el art. 1958 del CC),
- La promesa publica de recompensa (regulado en los art. 1959-1965), y
- La promesa de prestación como premio de un concurso (regulado en los art. 1966 y
1967 del CC).

Adicionalmente a estos supuestos, en la doctrina comparada suelen citarse al caso de los


Títulos valores, la promesa de fundación entre otros.
En consecuencia, no será obligatoria la promesa unilateral realizada por una persona en la que
prometa realizar una prestación a favor de otra, si dicha promesa no se encuadra en ninguno
de los supuestos previstos legalmente. Si se pretende que tal declaración tenga efectos

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obligatorios será necesaria la aceptación de la otra parte, configurándose así un contrato de


donación.

4.2.- Casos en que existe acuerdo previo entre las partes.

A diferencia de lo que sucede con su antecedente legislativo (art. 1987 del Código Civil
Italiano, el art. 1957 de nuestro código permite que las partes, previo acuerdo, puedan dar
efectos obligatorios a sus promesas unilaterales. Es decir, tendrá efectos obligatorios a sus
promesas unilaterales. Es decir tendrá efectos obligatorios aquella promesa unilateral cuando
el promitente y el (eventual) promisario hayan acordado que en caso uno de ellos realice una
promesa al otro, esta promesa será obligatoria, para el promitente, sin ser necesario para ello
el promisario brinde su asentimiento (pues ya lo hizo justamente en el acuerdo previo)

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II. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

- ALBALADEJO, Manuel. Derecho civil, T. II (Derecho de Obligaciones), vol.


La obligación y contrato en general, décima edición, BOSCH, Barcelona, 1997

- ALBIEZ DOHRMANN, Klaus Jochen. El reconocimiento de deuda: aspectos


contractuales y probatorios, Comares, granada,1987

- BARASSI, Lodovico. Instituciones de Derecho civil, V.II, BOSCH, Barcelona,


1955

- DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel. El contrato en general, T. I, segunda


edición, palestra, Lima, 2001.

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