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FACULTAD : DERECHO
ESCUELA : CIENCIAS PÓLITICAS
TEMA : PROMESA UNILATERAL
CURSO : DERECHO DE CONTRATOS
DOCENTE : DRA IRIS ROCIO CASTRO CABEZA
TRUJILLO – PERU
2019
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DERECHO DE CONTRATOS
El instituto que estudiaremos no está referido a determinar si una persona por su sola
declaración de voluntad puede crear una obligación a cargo de un tercero. Tal situación
resultaría asaz perjudicial para todos los sujetos de derecho, pues ello supondría que
cualquier sujeto podría convertirse en deudor por la mera voluntad de otro, lo que
evidentemente perjudicaría a aquel, generando un caos en la sociedad. Ello no es objeto de
análisis del presente estudio.
Otro argumento que hemos encontrado en la doctrina española para negar carácter obligatorio a la
promesa unilateral, utiliza la promesa de publica recompensa para postular lo siguiente: “(...) así como
generalmente se promete al que haga algo (encuentre y devuelva al perro, por ejemplo; y se dice
entonces- por quienes defienden el valor de la fuente de la voluntad unilateral que la obligación de la
recompensa ofrecida nace de la simple promesa), se prometiese sin más ( sin tener que pagar nada al
beneficiario). Entonces partiendo de lo que el valor obligatorio reside en la voluntad del promitente,
tampoco habría por qué negar que quedase obligado por su sola promesa. Pero mantener tal criterio,
chocaría palpablemente con todos los artículos aplicables al caso, que sin duda, requieren para el
nacimiento de la obligación, la aceptación del beneficio”.
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DERECHO DE CONTRATOS
Una vez ya conocidas las diversas posturas que se ha elaborado en la doctrina sobre la
admisión de la promesa unilateral como fuente de obligaciones, ahora corresponde
determinar los alcances que nuestro legislador ha otorgado a dicho instituto. Para tal efecto,
veamos lo dispuesto por el artículo 1956 del código civil:
La primera parte del artículo es bastante clara y evidencia la postura adoptada por nuestro
legislador respecto de la admisibilidad de la promesa unilateral como fuente de obligaciones:
basta la sola promesa de una persona para que ésta quede obligada a cumplir una prestación
a favor de otra. Del texto de la norma transcrita y de su ubicación dentro del libro VII: Fuente
de las Obligaciones), podemos concluir que en nuestro País, la promesa unilateral si es capaz
de generar obligaciones. Esa es la primera conclusión a la que se puede arribar del texto del
Art. 1956 del CC.
Sin embargo, a pesar de la claridad de la primera parte del artículo, seguidamente se señala:
“(…) para que el destinatario sea acreedor de la prestación es necesario su asentimiento
expreso o tácito”. Tal expresión nos pueda causar cierta perplejidad, pues si en un inicio se
señaló que la relación obligatoria se formó con la simple declaración del promitente, entonces
ya no debe exigirse ninguna declaración adicional ni del promitente ni de su destinatario)
para que se produzca tal efecto. Sin embargo, luego de analizar con detenimiento ambas
expresiones, cualquier duda queda toda vez que la declaración del destinatario no se exige
para el surgimiento de la obligación (pues esta surgió con la declaración del promitente),
sino, como el propio texto señala, para que el destinatario sea acreedor de la prestación.
Adviértase que la norma posibilita separar dos momentos distintos:
En efecto, como ya hemos señalado, la relación obligatoria creada por la promesa unilateral,
a diferencias de lo que sucede con otras fuentes de las obligaciones, tiene la particularidad
de que al momento de su nacimiento, el acreedor es determinable, es decir, no está
determinado cuando se emite la promesa.
Aunque parezca que el artículo 1956 del CC tiene cierta influencia de la corriente
contractualista (ya que exige la intervención del destinatario de la promesa para que se
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convierta en acreedor), consideramos que tal afirmación no es precisa, toda vez que la
declaración del acreedor no califica de una aceptación en sentido técnico, por las siguientes
razones:
Así consideramos que el legislador tuvo que elegir entre las siguientes tres opciones:
De estas tres opciones, el artículo 1956 del CC. Acogió la última. Sin embargo, consideramos
que no es acertada dicha elección, pues si nuestro legislador optó por reconocer efectos
obligatorios a la promesa unilateral lo razonable hubiese sido que el destinatario de la
promesa se convierta en acreedor desde el momento en que la promesa se dirija a su
destinatario (o, en el caso de la promesa hecha pública desde que ésta se haga pública). Así
también señala FORNO: “(…) se ha querido admitir la promesa unilateral como fuente de
obligaciones, pero el legislador parece no haber podido desprenderse de la bilateralidad para
la atribución de los efectos de ella, lo cual implica una serie contradicción (…)”
Finalmente, la última parte del art. 1956 corrobora lo expuesto en la primera parte de este
artículo, es decir que la obligación nació desde la emisión de la promesa, por ello dispone
que los efectos del asentimiento del promisario se retrotraen al momento de la emisión de la
promesa.
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La promesa unilateral se encuentra regulada en la sección Quinta del Libro: VII: fuente de
las obligaciones del código civil doce son los artículos que ya regulan, sin embargo, de una
rápida lectura de los mismos, podemos advertir que los doce artículos no son suficientes para
regular muchas situaciones que pueden presentar en todo el iter de una promesa unilateral
(desde el momento de su emisión hasta el momento de su ejecución). En tales situaciones,
debemos recurrir a otras normas del código civil que, no obstante no ubicarse dentro de la
sección quinta, resultan aplicables a la promesa unilateral, a continuación citaremos algunas
de las normas:
Art. 1361, segundo párrafo, 1363,1402, 1409 y 1410, son compatibles a la promesa
unilateral.
Bajo el texto del art. 1956 de CC cualquier promesa unilateral podría ser considerada
obligatoria. Sin embargo, conforme lo dispone el art. 1957 “la promesa unilateral sólo obliga
a la prestación prometida en los casos previstos por la ley o por acuerdo previo entre las
partes interesadas”. La norma transcrita restringe el ámbito de las promesas unilaterales
obligatorias, reduciéndolas a dos supuestos:
El primer supuesto del art. 1957 del CC señala que solo serán obligatorias las promesas
previstas por la Ley. La pregunta surge de inmediato: ¿cuáles son las promesas reguladas por
la Ley? Dentro de la sección Quinta del libro VII se distingue cuatro supuestos de promesa
unilateral:
- La promesa de pago,
- El reconocimiento de deuda (ambos regulados en el art. 1958 del CC),
- La promesa publica de recompensa (regulado en los art. 1959-1965), y
- La promesa de prestación como premio de un concurso (regulado en los art. 1966 y
1967 del CC).
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A diferencia de lo que sucede con su antecedente legislativo (art. 1987 del Código Civil
Italiano, el art. 1957 de nuestro código permite que las partes, previo acuerdo, puedan dar
efectos obligatorios a sus promesas unilaterales. Es decir, tendrá efectos obligatorios a sus
promesas unilaterales. Es decir tendrá efectos obligatorios aquella promesa unilateral cuando
el promitente y el (eventual) promisario hayan acordado que en caso uno de ellos realice una
promesa al otro, esta promesa será obligatoria, para el promitente, sin ser necesario para ello
el promisario brinde su asentimiento (pues ya lo hizo justamente en el acuerdo previo)
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