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Colección de Textos de Historia de España 2º de Bachillerato

SIGLO XIX

Manifiesto de la Junta Suprema de Sevilla, 6 de junio de 1808.

“Don Fernando VII, Rey de España y de las Indias, y en su nombre


la Suprema Junta.
La Francia, o más bien su Emperador Napoleón I, ha violado con
España los pactos más sagrados; le ha arrebatado sus monarcas y ha
obligado a éstos a abdicaciones y renuncias violentas y nulas mani-
fiestamente; se ha hecho con la misma violencia dar el señorío de
España, para lo que nadie tiene poder; ha declarado que ha elegido
Rey de España, atentado el más horrible de que habla la Historia; ha
hecho entrar sus ejércitos en España, apoderándose de sus fortalezas
y capital y esparcídolos en ella, y han cometido con los españoles to-
do género de asesinatos, de robos y crueldades [...] y para todo esto
se han valido no de la fuerza de las armas, sino del pretexto de nues-
tra felicidad, ingratitud la más enorme a los servicios que la nación
española le ha hecho, de la amistad en que estábamos, del engaño,
de la traición, de la perfidia. [...] Ha declarado últimamente que va a
transformar la Monarquía y sus leyes fundamentales y amenaza la
ruina de nuestra religión católica [...], y nos ha forzado a que, para
el remedio único de tan graves males, los manifestemos a Europa to-
da y le declaremos la guerra. Por tanto, en nombre de nuestro Rey
Fernando VII, y de toda la nación española, declaramos la guerra
por tierra y por mar al Emperador Napoleón I y a la Francia mien-
tras esté bajo su dominación y yugo tirano, y mandamos a todos los
españoles obren con ellos hostilmente [...]; y declaramos que hemos
abierto y tenemos franca y libre comunicación en la Inglaterra, y que
con ella hemos contratado y tenemos armisticio y esperamos se con-
cluirá con una paz duradera y estable. [...]”

Declaración de nulidad de las Abdicaciones de Bayona, 19 de agosto de 1808.

“Se declaran nulos, sin ningún valor ni efecto los derechos de abdi-
cación y cesión de la corona de España, firmados en Francia por los
Señores Reyes D. Fernando VII y D. Carlos IV, los dados a su conse-
cuencia por este Monarca, por el Emperador de los franceses y por
su hermano Josef, inclusa la constitución firmada por esta monar-
quía en Bayona con fecha 7 de julio próximo; la que se recogerá por
los tribunales, corregidores y justicias del reino, remitiendo sus
ejemplares al Consejo para las demás providencias correspondien-
tes. Igualmente se declaran nulos los tratados que se enuncia en di-
chos decretos haberse celebrado en Francia por los Sres. D. Carlos
IV y D. Fernando VII, los Serenísimos Señores Infantes D. Carlos y
D. Antonio, y cuanto se ha ejecutado por el gobierno intruso en estos
reinos, así por la violencia con que en todo se ha procedido, como
por la falta de autoridad legítima para disponerlo. Y para que conste
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a todos expídase la circular correspondiente; en la cual se prevendrá


también que en los libros de ayuntamiento se copie este auto, tildán-
dose el asiento de proclamación de Josef I.”
(Auto del Consejo pleno de Castilla.
Gaceta de Madrid, 19 agosto 1808)

1er. Decreto de las Cortes de Cádiz, 24 de septiembre de 1810.

“Los diputados que componen este Congreso, y que representan la


nación española, se declaran legítimamente constituidos en Cortes
generales y extraordinarias y que reside en ellas la soberanía nacio-
nal.
Las Cortes generales y extraordinarias de la nación española, con-
gregadas en la real Isla de León, conformes en todo con la voluntad
general, pronunciada del modo más enérgico y patente, reconocen,
proclaman y juran de nuevo por su único y legítimo rey al señor D.
Fernando VII de Borbón; y declaran nula, de ningún valor ni efecto
la cesión de la Corona que se dice hecha a favor de Napoleón, no so-
lo por la violencia que intervino en aquellos actos injustos e ilegales,
sino principalmente por faltarles el consentimiento de la nación.
No conviniendo queden reunidos el Poder legislativo, el ejecutivo y el
judiciario, declaran las Cortes generales y extraordinarias que se re-
servan el ejercicio del Poder legislativo en toda su extensión.
El Consejo de Regencia reconocerá la soberanía nacional de las
Cortes, y jurará obediencia a las leyes y decretos que de ellas ema-
naren, a cuyo fin pasará, inmediatamente que se le haga constar este
decreto, a la sala de sesión de las Cortes que le esperan para este ac-
to y se hallan en sesión permanente. [...]”
(Isla de León, Cádiz, 24 de septiembre de 1810)

Constitución española de 1812. Cádiz, 19 de Marzo de 1812.

“Las Cortes generales y extraordinarias de la nación española,


bien convencidas, después del más detenido examen y de madura de-
liberación, de que las antiguas leyes fundamentales de esta Monar-
quía acompañadas de las oportunas providencias y precauciones que
aseguren de modo estable y permanente su entero cumplimiento, po-
drán llenar debidamente el grande objeto de promover la gloria, la
prosperidad y el bien de la nación, decretan la siguiente Constitución
política para el buen gobierno y recta administración del Estado:
Artículo 1º. La nación española es la reunión de todos los españo-
les de ambos hemisferios.
Artículo 2º. La nación española es libre e independiente, no es ni
puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona.
Artículo 3º. La soberanía reside esencialmente en la nación, y por
lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer
leyes fundamentales.
Artículo 4º. La nación está obligada a conservar y proteger con le-

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yes sabias y justas la libertad civil, la propiedad y los demás dere-


chos legítimos de todos los individuos que la componen [...].
Artículo 13º. El objeto del Gobierno es la felicidad de la nación,
puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar
de los individuos que la componen.
Artículo 14º. El Gobierno de la nación española es una Monarquía
moderada y hereditaria.
Artículo 15º. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes
con el Rey.
Artículo 16º. La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el
Rey.
Artículo 17º. La potestad de aplicar las leyes en las causas civiles y
criminales reside en los tribunales establecidos por la ley. [...]”

La restauración absolutista: “El Manifiesto de los Persas” a Fernando VII. 12 de Abril de


1814.

“La monarquía absoluta es una obra de la razón y de la inteligen-


cia; está subordinada a la ley divina, a la justicia y a las reglas fun-
damentales del Estado: fue establecida por derecho de conquista o
por la sumisión voluntaria de los primeros hombres que eligieron sus
reyes. Así que el soberano absoluto no tiene facultad de usar sin ra-
zón de su autoridad (derecho que no quiso tener el mismo Dios); por
eso ha sido necesario que el poder soberano fuese absoluto, para
prescribir a los súbditos todo lo que mira al interés común, y obligar
a la obediencia a los que se niegan a ella. Pero los que declaman co-
ntra el poder monárquico, confunden el poder absoluto con el arbi-
trario; sin reflexionar que no hay Estado (sin exceptuar las mismas
repúblicas) donde en el constitutivo de la soberanía no se halle un
poder absoluto.
[...]
No pudiendo dejar de cerrar este respetuoso Manifiesto en cuanto
permita el ámbito de nuestra representación y nuestros votos particu-
lares con la protesta de que se estime sin valor esa Constitución de
Cádiz, y por no aprobada por V.M. ni por las provincias [...] porque
estimamos las leyes fundamentales que contiene de incalculables y
trascendentales perjuicios [...].”

Decreto de Valencia. Fernando VII


[Texto resuelto en la página web]

“Dado que la divina Providencia por medio de la renuncia espontá-


nea y solemne de mi augusto padre me puso en el trono de mis mayo-
res [...] y desde aquel fausto día en que entré en la capital, en medio
de las sinceras demostraciones de amor y lealtad con que el pueblo
de Madrid salió a recibirme, imponiendo esta manifestación de su
amor a mi real persona a las huestes francesas [...]; desde aquel día,
pues, puse en mi real ánimo para responder a tan leales sentimientos

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y satisfacer a las grandes obligaciones en que está un Rey con sus


pueblos, dedicar todo mi tiempo al desempeño de tan augustas fun-
ciones, y a reparar los males a que pudo dar ocasión la perniciosa
influencia de un valido durante el reinado anterior. [...]
Pero la dura situación de las cosas y la perfidia de Buonaparte, de
cuyos crueles efectos quise, pasando por Bayona, preservar a mi
pueblo, apenas dieron lugar a más. Reunida allí la real familia, se
cometió en toda ella, y señaladamente en mi persona, un atroz aten-
tado [...]; y violado, en lo más alto el sagrado derecho de gentes, fui
privado de mi libertad y de hecho del gobierno de mis reinos. [...]
Por tanto, habiendo oído lo que ecuánimemente me han informado
personas respetables por su celo y conocimientos y lo que acerca de
cuanto aquí se contiene se me ha expuesto en representaciones que
de varias partes del reino se me han dirigido [...] declaro que mi real
ánimo es no solamente no jurar ni acceder a dicha Constitución ni a
decreto alguno de las cortes generales y extraordinarias, y de las or-
dinarias actualmente abiertas [...] sino a declarar aquella constitu-
ción y tales decretos nulos y de ningún valor y efecto, ahora ni en
tiempo alguno, como si no hubiesen pasado jamás tales actos, y se
quitasen de en medio del tiempo, y sin obligación en mis pueblos y
súbditos, de cualquiera clase y condición, a cumplirlos ni guardar-
los. [...]”
(Dado en Valencia, a 4 de mayo de 1814. Yo el Rey)

Manifiesto de Fernando VII (1820) aceptando la Constitución de 1812

"Españoles:
Vuestra gloria es la única que mi corazón ambiciona. Mi alma no
apetece sino de veros junto a mi Trono unidos, pacíficos y dichosos.
Confiad, pues, en vuestro Rey, que os habla con la euforia sincera
que le inspiran las circunstancias en que os halláis y en sentimiento
íntimo de los altos deberes que le impuso la Providencia.
[...]
Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional
[que hace más de un lustro se inició], mostrando a Europa un modelo
de sabiduría, orden y perfecta moderación, en una crisis que en otras
Naciones ha sido acompañada de lágrimas y desgracias; hagamos
admirar y reverenciar el nombre español al mismo tiempo que labra-
mos para siglos nuestra felicidad y nuestra gloria [...]"
(Palacio Real de Madrid, 10 de Marzo de 1820)

El Estatuto Real (1834)

Artículo 1º [...], Su Majestad la Reina Gobernadora, en nombre de su


excelsa hija Doña Isabel II, ha resuelto convocar las Cortes generales
del Reino.
Art. 2º Las Cortes generales se compondrán de dos Estamentos: el de
Próceres del Reino y el de Procuradores del Reino.

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Art. 3º El Estamento de Próceres del Reino se compondrá:


1º De muy reverendos arzobispos y reverendos obispos.
2º De Grandes de España.
3º De títulos de Castilla.
4º De un número indeterminado de españoles elevados en
dignidad e ilustres en las varias carreras, y que sean o hayan
sido secretarios del Despacho, procuradores del Reino. [...]
5º De los propietarios territoriales o dueños de fábricas, ma-
nufacturas o establecimientos mercantiles que reúnan a su
mérito personal y a sus circunstancias relevantes, el poseer
una renta de sesenta mil reales, [...].
6º De los que en la enseñanza pública o cultivando las cien-
cias o las letras, hayan adquirido gran renombre y celebri-
dad, con tal que disfruten una renta anual de sesenta mil re-
ales, [...].
Art. 6º La dignidad de Prócer del Reino es hereditaria en los Grandes
de España.
Art. 7º El Rey elige y nombra a los demás próceres del Reino cuya
dignidad es vitalicia. [...]
Art. 24º Al Rey toca exclusivamente convocar, suspender y disolver
las Cortes. [...]
Art. 31º Las Cortes no podrán deliberar sobre ningún asunto que no
se haya sometido expresamente a su examen en virtud de un Decreto
Real.
Art. 32º Queda, sin embargo, expedito el derecho que siempre han
ejercitado las Cortes de elevar peticiones al Rey, haciéndolo del mo-
do y forma que se prefijará en el reglamento. [...]
(Estatuto Real, 1834)

Decreto desamortizador de Mendizábal

“Atendiendo a la necesidad y conveniencia de disminuir la deuda pú-


blica consolidada, y de entregar al interés individual la masa de bie-
nes raíces que han venido a ser propiedad de la Nación, a fin de que
la agricultura y el comercio saquen de ellos las ventajas que no po-
drían conseguirse por entero en su actual estado [...] conformándome
con lo propuesto por el Consejo de Ministros, en nombre de mi excel-
sa hija la Reina Isabel II, he venido a decretar lo siguiente:
Art. 1. Quedan declarados en venta desde ahora todos los bienes raí-
ces de cualquier clase que hubiesen pertenecido a las comunidades y
corporaciones religiosas extinguidas, y los demás que hayan sido ad-
judicados a la Nación por cualquier título o motivo, y también todos
los que en adelante lo fuesen desde el acto de su adjudicación.
Art. 2. Se exceptúan de esta medida general los edificios que el go-
bierno destine para el servicio público o para conservar monumentos
de las artes, o para honrar la memoria de hazañas nacionales. El
mismo gobierno publicará la lista de los edificios que con este objeto
deben quedar excluidos de la venta pública.

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Art. 3. Se formará un reglamento sobre el modo de proceder a la ven-


ta de esos bienes, manteniendo en cuanto fuese conveniente y adapta-
ble a las circunstancias actuales el que decretaron las Cortes en 3 de
septiembre de 1820, y añadiendo las reglas oportunas para la ejecu-
ción de las medidas siguientes [...]”
(Gaceta de Madrid, 21 de febrero de 1836)

Emancipación de América

“Americanos, bajo cuyo nombre comprendo no sólo los nacidos en


América, sino a los europeos, africanos y asiáticos que en ella resi-
den: tened la bondad de oírme. Las naciones que se llaman grandes
en la extensión del globo, fueron dominadas por otras, y hasta que
sus luces no les permitieron fijar su propia opinión no se emancipa-
ron […].
Trescientos años hace la América Septentrional de estar bajo la tutela
de la nación más católica y piadosa, heroica y magnánima. La Espa-
ña la educó y engrandeció, formando esas ciudades opulentas, esos
pueblos hermosos, esas provincias y reinos dilatados que en la histo-
ria del universo van a ocupar lugar muy distinguido. Aumentadas las
poblaciones y las luces, conocidos por todos los ramos de la natural
opulencia del suelo, su riqueza metálica, las ventajas de su situación
topográfica, los daños que origina la distancia del centro de su uni-
dad, y que ya la rama es igual al tronco; la opinión pública y la gene-
ral de todos los pueblos es la de la independencia absoluta de la Es-
paña y de toda otra nación. Así piensa el europeo, así los americanos
de todo origen.
Esta misma voz que resonó en el pueblo de los Dolores, el año de
1810, y que tantas desgracias originó al bello país de las delicias por
el desorden, el abandono y otra multitud de vicios, fijó también la
opinión pública de que la unión general entre europeos y americanos,
indios e indígenas, es la única base sólida en que puede descansar
nuestra común felicidad […].
Es llegado el momento en el que manifestéis la uniformidad de senti-
mientos, y que nuestra unión sea la mano poderosa que emancipe a la
América sin necesidad de auxilios extraños. Al frente de un ejército
valiente y resuelto he proclamado la independencia de la América
Septentrional. Es ya firme, es ya señora de sí misma, ya que no reco-
noce ni depende de la España, ni de otra nación alguna. Saludadla
todos como independiente, y sean nuestros corazones bizarros los que
sostengan esta dulce voz, unidos con las tropas que han resuelto mo-
rir antes que separarse de tan heroica empresa.
No le anima otro deseo al ejército que el conservar pura la santa re-
ligión que profesamos y hacer la felicidad general […].”
(Plan de Iguala: proclamación de la independencia de Méxi-
co por Agustín de Iturbide, Iguala, 24 de febrero de 1821)

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Manifiesto de Abrantes (Portugal, 1 de octubre de 1833)

“Bien conocidos son mis derechos a la corona de España en toda la


Europa y los sentimientos en esta parte de los españoles que son har-
to notorios para que me detenga a justificarlos: fiel, sumiso y obe-
diente como el último de los vasallos a mi muy caro hermano que
acaba de fallecer (…).
Ahora soy vuestro rey y (…) no puedo dudar un solo momento de que
imitaréis sobre la obediencia que se debe a los príncipes que ocupan
legítimamente y volaréis todos a colocaros bajo mis banderas hacién-
doos así acreedores a mi afecto (…) pero sabéis igualmente que re-
caerá el peso de la justicia sobre aquellos que, desobedientes y des-
leales, no quieran escuchar la voz de un soberano y un padre que solo
desea haceros felices (…).”
(Abrantes, 1 de octubre de 1833, Carlos)

Constitución de 1837

“[...]
Siendo la voluntad de la Nación revisar, en uso de su soberanía, la
Constitución política promulgada en Cádiz a diecinueve de marzo de
mil ochocientos doce, las Cortes generales, congregadas a este fin,
decretan y sancionan la siguiente Constitución:
Art. 2º. Todos los españoles pueden imprimir y publicar libremente
sus ideas sin previa censura, con sujeción a las leyes. [...]
Art. 11º. La Nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la
Religión Católica que profesan los españoles.
Art. 12º. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el
Rey.
Art. 13º. Las Cortes se componen de dos cuerpos colegisladores,
iguales en facultades, el Senado y el Congreso de los Diputados.
Art. 15º. Los senadores son nombrados por el Rey a propuesta, en lis-
ta triple, de los electores que en cada provincia nombran los diputa-
dos a Cortes.
Art. 16º. A cada provincia corresponde proponer un número de sena-
dores proporcional a su población; pero ninguna dejará de tener por
lo menos un senador. [...]
Art. 23º. Para ser diputado se requiere ser español, del estado seglar,
haber cumplido veinticinco años y tener las demás circunstancias que
exija la ley electoral.
Art. 45º. La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el rey […].
Art. 63º. A los Tribunales y Juzgados pertenece exclusivamente la po-
testad de aplicar las leyes […].”

Constitución de 1845

Doña Isabel II, por la gracia de Dios y de la Constitución de la Mo-


narquía española, Reina de las Españas; a todos los que la presente

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vieren y entendieren, sabed: Que siendo nuestra voluntad y la de las


Cortes del Reino regularizar y poner en consonancia con las necesi-
dades actuales del Estado los antiguos fueros y libertades de estos
Reinos, y la intervención que sus Cortes han tenido en todos los tiem-
pos en los negocios graves de la Monarquía modificando al efecto la
Constitución promulgada en 18 de Junio de 1837, hemos venido, en
unión y de acuerdo con las Cortes actualmente reunidas, en decretar
y sancionar la siguiente:
CONSTITUCIÓN DE LA MONARQUÍA ESPAÑOLA
Art. 2º. Todos los españoles pueden imprimir y publicar libremente
sus ideas sin previa censura, con sujeción a las leyes. [...]
Art. 11. La Religión de la Nación española es la Católica, Apostólica,
Romana. El Estado se obliga a mantener el culto y sus ministros.
Art. 12. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.
Art. 13. Las Cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores,
iguales en facultades: el Senado y el Congreso de los Diputados.
Art. 14. El número de senadores es ilimitado: su nombramiento per-
tenece al Rey. [...]
Art. 22. Para ser diputado se requiere [...] disfrutar la renta proce-
dente de bienes raíces, o pagar por contribuciones directas la canti-
dad que por ley se prefije. [...]
Art. 43. La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el Rey, [...]
Art. 66. A los Tribunales y Juzgados pertenece exclusivamente la po-
testad de aplicar las leyes en los juicios civiles y criminales; [...]
Art. 71. La justicia se administra en nombre del Rey.

Proclama del almirante Topete (1868)

Gaditanos: Un marino que os debe señaladas distinciones y entre


ellas la de haber llevado vuestra representación al parlamento, os di-
rige su voz para explicaros un gravísimo suceso. Ésta es la actitud
hostil de la marina para con el malhadado Gobierno que rige los des-
tinos de la nación. [...]
Aspiramos a que los poderes legítimos, Pueblo y Trono, funcionen
en la órbita que la Constitución les señale, restableciendo la armonía
ya extinguida, el lazo ya roto entre ellos.
Aspiramos a que las Cortes constituyentes, aplicando su leal saber
y aprovechando lecciones, harto repetidas de una funesta experien-
cia, acuerden cuanto conduzca al restablecimiento de la verdadera
Monarquía Constitucional.
Aspiramos a que los derechos del ciudadano sean profundamente
respetados por los gobiernos, reconociéndoles las cualidades de “sa-
grados” que en sí tienen.
Aspiramos a que la Hacienda se rija “moral” e ilustradamente,
modificando gravámenes, extinguiendo restricciones, dando amplitud
al ejercicio de toda industria lícita y ancho campo a la actividad indi-
vidual y al talento. [...]
Como a los grandes sacudimientos suelen acompañar catástrofes

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que empañan su brillo, con ventaja cierta de los enemigos, creo con
mis compañeros hacer un servicio a la causa liberal presentándonos
a defenderla conteniendo todo exceso. Libertad sin orden, sin respeto
a las personas y a las cosas, no se concibe. [...]
(Juan B. Topete. Bahía de Cádiz, 17 de septiembre de 1868)

Constitución de 1869

La Nación Española, y en su nombre las Cortes Constituyentes,


elegidas por sufragio universal, deseando afianzar la justicia, la li-
bertad y la seguridad, y proveer al bien de cuantos vivan en España,
decretan y sancionan la siguiente Constitución [...]
Art. 2º. Ningún español ni extranjero podrá ser detenido ni preso
sino por causa de delito.
Art. 3º. Todo detenido será puesto en libertad o entregado a la au-
toridad judicial dentro de las veinticuatro horas siguientes al acto de
detención. [...]
Art. 4º. Ningún español podrá ser preso sino en virtud de manda-
miento de Juez competente. [...]
Art. 16. Ningún español que se halle en el pleno goce de sus dere-
chos civiles podrá ser privado del derecho de votar en las elecciones
de senadores, diputados a Cortes, diputados provinciales y conceja-
les.
Art. 17. Tampoco podrá ser privado ningún español:
Del derecho de emitir libremente sus ideas y opiniones. [...]
Del derecho de reunirse pacíficamente.
Del derecho de asociarse para todos los fines de la vida humana
que no sean contrarios a la moral pública. [...]
Art. 21. La Nación se obliga a mantener el culto y los ministros de
la religión católica. El ejercicio público o privado de cualquiera otro
culto queda garantizado a todos los extranjeros residentes en España,
sin más limitaciones que las reglas universales de la moral y del de-
recho.
Si algunos españoles profesaren otra religión que la católica, es
aplicable a los mismos todo lo dispuesto en el párrafo anterior. [...]
Art. 32. La soberanía reside esencialmente en la Nación, de la cual
emanan todos los poderes. [...]
Art. 34. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes. El Rey
sanciona y promulga las leyes. [...]
(Cortes Constituyentes. Madrid, 5 de junio de 1869)

El ideario político de Pi i Margall

El pacto es el legítimo origen de todas las relaciones jurídicas en-


tre los hombre que han llegado a la plenitud de la razón de la vida.
Sólo en virtud de pactos podemos obtener los unos de los otros el
cambio de servicios y de productos. [...] El pacto a que me refiero
ahora es el espontáneo y solemne consentimiento de más o menos

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provincias o Estados para confederarse para todos los fines comunes


bajo condiciones que se estipulan y escriben en una Constitución. [...]
Soy partidario de la federación y tengo en ella una fe absoluta. En
política no se me representará a buen seguro un principio que sea
como ella de universal aplicación. Lo mismo se adapta a las monar-
quías que a las repúblicas. [...] Siempre que la libertad me sirva para
la resolución de las cuestiones, la aceptaré con preferencia a cual-
quiera otra solución; más desde el momento en que crea que no pue-
da resolverlas por la libertad, querré y pediré la intervención del Es-
tado, porque creo que cuando se trata de los males que afligen hay
necesidad de remediarlos por cuantos medios estén a nuestro alcan-
ce. [...]
(Pi y Margall, 1873)

Constitución de 1873 (proyecto constitucional no aprobado en Cortes)


[Texto resuelto en la página web]

“La nación española reunida en Cortes Constituyentes, deseando


asegurar la libertas, cumplir la justicia y realizar el fin humano a que
está llamada en la civilización, decreta y sanciona el siguiente Códi-
go fundamental: [...]
Toda persona encuentra asegurados en la República, sin que nin-
gún poder tenga facultades para cohibirlos, ni ley ninguna autoridad
para mermarlos, todos los derechos naturales. [...]
Art. 1: Componen la Nación española los Estados de Andalucía
Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla
la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia,
Murcia, Navarra, Puerto–Rico, Valencia, Regiones Vascongadas.
Los estados podrán conservar las actuales provincias y modificar-
las según sus necesidades territoriales. [...]
Art. 39: La forma de gobierno de la Nación española es la Repú-
blica Federal.
Art. 40: En la organización política de la Nación española, todo lo
individual es de la pura competencia del individuo, todo lo municipal
es del municipio, todo lo regional es del Estado y todo lo nacional es
de la Federación.
Art. 41: Todos los poderes son electivos, amovibles y responsables.
Art. 42: La soberanía reside en todos los ciudadanos, y se ejerce
en representación suya por los organismos políticos de la República,
constituida por medio del sufragio universal. [...]
Art. 45: El poder de la Federación se divide en Poder legislativo,
Poder ejecutivo, Poder judicial y Poder de relación entre estos Pode-
res. [...]
Art. 49: El Poder de relación será ejercido por el Presidente de la
República. [...]”
(Palacio de las Cortes, 17 de julio de 1873)

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Manifiesto de Sandhurst (Alfonso XII, 1874)

“Por virtud de la espontánea y solemne abdicación de mi augusta


madre, tan generosa como infortunada, soy único representante yo
del derecho monárquico en España. Arranca éste de una legislación
secular, confirmada por todos los precedentes históricos, y está indu-
dablemente unida a las instituciones representativas, que nunca deja-
ron de funcionar legalmente durante los treinta y cinco años transcu-
rridos desde que comenzó el reinado de mi madre hasta que, niño
aún, pisé yo con todos los míos suelo extranjero. [...]
Afortunadamente la Monarquía hereditaria y constitucional posee
en sus principios la necesaria flexibilidad y cuantas condiciones de
acierto hacen falta para que todos los problemas que traiga su resta-
blecimiento consigo sean resueltos de conformidad con los votos y la
conveniencia de la nación.
No hay que esperar que decida yo nada de plano y arbitrariamen-
te; sin Cortes no resolvieron los negocios arduos los Príncipes espa-
ñoles allá en los antiguos tiempos de la Monarquía, y esta justísima
regla de conducta no he de olvidarla yo en mi condición presente, y
cuando todos los españoles están ya habituados a los procedimientos
parlamentarios. Llegado el caso, fácil será que se entiendan y con-
cierten las cuestiones por resolver un principio leal y un pueblo libre.
Nada deseo tanto como que nuestra patria lo sea de verdad. A ello
ha de contribuir poderosamente la dura lección de estos tiempos, que
si para nadie puede ser perdida todavía lo será menos para las hon-
radas y laboriosas clases populares, víctimas de sofismas pérfidos o
de absurdas ilusiones.
Cuanto se está viviendo enseña que las naciones más grandes y
prósperas, y donde el orden, la libertad y la justicia se admiran me-
jor, son aquellas que respetan más su propia historia. [...]”
(Sandhurst, 1874)

Constitución de 1876

“(...)
Art. 11º. La religión Católica, Apostólica, Romana, es la del Esta-
do. La Nación se obliga a mantener el culto y sus ministros. Nadie se-
rá molestado en territorio español por sus opiniones religiosas, ni por
el ejercicio de su respectivo culto, salvo el respeto debido a la moral
cristiana. No se permitirán, sin embargo, otras ceremonias ni mani-
festaciones públicas que las de la religión del Estado. (...)
Art. 13º. Todo español tiene derecho: De emitir libremente sus
ideas y opiniones, ya de palabra, ya por escrito, valiéndose de la im-
prenta o de otro procedimiento semejante, sin sujeción a la censura
previa. De reunirse pacíficamente. De asociarse para los fines de la
vida humana. De dirigir peticiones individual o colectivamente al
Rey, a las Cortes y a las autoridades. El derecho de petición no podrá
ejercerse por ninguna clase de fuerza armada. (...)

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Colección de Textos de Historia de España 2º de Bachillerato

Art. 18º. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el
Rey.
Art. 19º. Las Cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores,
iguales en facultades: el Senado y el Congreso de los Diputados.
Art. 20º. El Senado de compone: 1º) De senadores por derecho
propio; 2º) De senadores vitalicios nombrados por la Corona; 3º) De
senadores elegidos por las corporaciones del Estado y mayores con-
tribuyentes en la forma que determina la ley. El número de senadores
por derecho propio y vitalicio no podrá exceder de 180. (...)
Art. 27º. El Congreso de los Diputados se compondrá de los que
nombren las Juntas electorales, en la forma que determine la ley. Se
nombrará un Diputado a lo menos por cada ciento cincuenta mil al-
mas de población.
Art. 28º. Los Diputados se elegirán y podrán ser elegidos indefini-
damente por el método de determine la ley. (...)
Art. 50º. La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el Rey, y
su autoridad se extiende a todo cuanto conduce a la conservación del
orden público en el interior y a la seguridad del Estado en lo exterior,
conforme a la Constitución y a las leyes.
Art. 51º. El Rey sanciona y promulga las leyes. (...)
Art. 75º. Unos mismos Códigos regirán en toda la Monarquía, sin
perjuicio de las variaciones que por particulares circunstancias de-
terminen las leyes.
En ellos no se establecerá más que un solo fuero para todos los
españoles en los juicios civiles y criminales. (...)”.
(Madrid, 30 de junio de 1876)

Nacionalismo catalán

“Enclavada Cataluña en el área geográfica conocida con el nom-


bre de España, somos españoles de la misma manera que somos eu-
ropeos por estar comprendida España dentro del continente Europa.
Gobernada España por el Estado español, los catalanes somos espa-
ñoles como miembros de ese Estado, como ciudadanos de esa socie-
dad política. No somos, pues, enemigos de España, tomada en este
sentido (que es el único real), ni al combatir al Estado español que-
remos otra cosa que rehacerlo con equidad y justicia, y con una or-
ganización más adecuada y perfecta, dentro de la cual Cataluña pue-
da encontrar una vida de libertad y progreso”.
(Prat de la Riba, E.: Nacionalismo catalá y
separatismo espanyol, 10 de abril de 1900)

Guerra de Cuba

“Considerando que el aborrecible estado de cosas que ha existido


en Cuba durante los últimos tres años, en isla tan próxima a nuestro
territorio, ha herido el sentimiento moral del pueblo de los Estados
Unidos; ha sido un desdoro para la civilización cristiana y ha llegado

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Colección de Textos de Historia de España 2º de Bachillerato

a un período crítico con la destrucción de un barco de guerra nor-


teamericano y con la muerte de 266 de entre sus oficiales y tripulan-
tes, cuando el buque visitaba amistosamente el puerto de La Habana
(…).
El Senado y la Cámara de Representantes, reunidas en Congreso,
acuerdan:
Primero: Que el pueblo de Cuba debe ser libre e independiente.
Segundo: Que es deber de los Estados Unidos exigir, y por la pre-
sente su gobierno exige, que el gobierno español renuncie inmedia-
tamente a su autoridad y gobierno en Cuba y retire sus fuerzas terres-
tres y navales de las tierras y mares de la isla.
Tercero: Que se autoriza al presidente de los Estados Unidos y se
le encarga y ordena que utilice todas las fuerzas militares y navales
de los Estados Unidos (…) en el número que sea necesario para lle-
var a cabo estos acuerdos.
Cuarto: Que los Estados Unidos, por la presente, niegan que ten-
gan ningún deseo ni intención de ejercer jurisdicción ni soberanía, ni
intervenir en el gobierno de Cuba, si no es para su pacificación, y
afirman su propósito de dejar el dominio y gobierno de la isla al pue-
blo de esta, una vez realizada dicha pacificación”.
(Resolución conjunta del Senado y la Cámara de Represen-
tantes de Estados Unidos, día 18 de abril de 1898)

Economía del siglo XIX español: la industrialización

La exportación de mineral de hierro a Inglaterra fue una impor-


tante fuente de acumulación de capital que derivó hacia una indus-
tria autóctona.
“El propio The Economist expresaba la preocupación por la de-
pendencia británica del mineral español en los siguientes términos:
‘No pudiendo encontrar fuentes alternativas de abastecimiento, los
acereros ingleses y galeses han invertido enormes sumas en el desa-
rrollo de los excepcionales recursos mineros del norte de España,
quizá el país europeo más revolucionario e inestable y, por tanto, el
país en el que sus inversiones habían de correr un mayor riesgo’. Es-
paña obtuvo de esta relación comercial resultados, por el contrario,
claramente positivos. La gran oportunidad de vender a altos precios
recursos mineros que iban siendo progresivamente desplazados por
nuevos procedimientos tecnológicos posibilitó una fuerte acumula-
ción de capital vasco. Pero, además, el País Vasco se benefició de la
transferencia de tecnología avanzada a coste mínimo (…)”.
(Fraile, P.: “El País Vasco y el mercado mundial,
1900-1930”, en Sánchez-Albornoz, N. (comp.): La
modernización económica de España 1830-1930, Ma-
drid, Alianza, 1991, p. 236)

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Colección de Textos de Historia de España 2º de Bachillerato

Sociedad del siglo XIX español: la emigración

‘La emigración ultramarina en las décadas del cambio de siglo fue


un fenómeno generalizado en el medio rural, como salida a un exce-
dente demográfico que el lento desarrollo industrial no absorbía. Se-
gún las estadísticas oficiales, en la primera década del siglo XX emi-
gran 1.305.711 personas, de las que un 80% es población campesina.
El pueblo de Boada (Salamanca) solicita colectivamente su admi-
sión en la República Argentina en un conocido documento:
“Presidente de La República. Boada, 13 de octubre de 1905. Exc-
mo. y honorable señor: Sabiendo que a ese su Gobierno le conviene el
aumento de la población con el objeto de colonizar el mucho terreno
virgen que posee y cultivar y hacer producir sus llanos y extensos
parques y conociendo el grande interés que tiene en favorecer la in-
migración en su hermoso y productivo país, los que suscriben, médico
y secretario del Ayuntamiento y Juzgado Municipal de este pueblo de
España, madre común de los habitantes de ambas naciones, tienen el
atrevimiento y la honra de dirigirse a V.E. rogándole indique a ese
gobierno si puede admitir un pueblo entero o la mayor parte de él,
con todas sus clases sociales, como son: labradores, carpinteros,
herreros, albañiles, médico, boticario, zapatero, etc., y en caso afir-
mativo nos conteste con las condiciones y ventajas que pueden pro-
porcionarnos. Quede V.E. con la mayor consideración y respeto afec-
tísimo seguro servidor, secretario del Ayuntamiento, regidor, médico,
Carlos de Sena, secretario de Juzgado, Juan Rodríguez.
NOTA: La mayor parte del los antedichos irían si se les facilitara el
pasaje gratuito”.’
(En El Adelanto, 9 de diciembre de 1905. Reproduci-
do por R. Robledo en Anales de Economía, 1974)

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SIGLO XX

Reforma de la administración local (Antonio Maura, 1909)

Creo y lo he dicho muchas veces que en España ha estado muy


cerca de desacreditarse todo el conjunto de leyes liberales sin haber-
se siquiera estrenado, sin haberse comenzado a practicar. Hace mu-
chos años que está todo basado en la elección popular y no sé a qué
época nos hemos de referir para averiguar si ha sido sincera, si ha
sido verdadera la representación popular española en Parlamentos y
corporaciones. [...] Nosotros vamos a remediar eso; vamos, por todos
los medios que podamos a hacer efectiva, sincera, ingenua y total la
representación política y la asistencia íntegra de las fuerzas españo-
las en la administración del país [...] vamos, pues, todos juntos a esa
obra, si es verdad que tenemos fe en esa representación íntegra de la
vida popular en los negocios públicos. [...] Yo vengo quejándome de
que una grandísima parte del pueblo español está ausente de la vida
pública; yo he afirmado muchas veces que la mayor necesidad que
nos apremia es traerlo a ella.
Yo no conozco asunto de mayor gravedad y trascendencia que el
de la reforma de nuestra administración local. Para mí es éste el pro-
blema capital de nuestra política palpitante, el centro, la parte más
viva de toda la preocupación con que un hombre público español ha
de mirar el porvenir [...]. Pero el pueblo no obtendrá ni gozará sino
aquello que le consienta el estado de la Administración Local: todo lo
demás son celajes luminosos. [...]
(Antonio Maura, 1909)

Proclama de Primo de Rivera

“Al país y el Ejército. Españoles: Ha llegado para nosotros el


momento más temido que esperado (porque hubiéramos querido vivir
siempre en la legalidad y que ella rigiera sin interrupción la vida es-
pañola) de recoger las ansias, de atender al clamoroso requerimiento
de cuantos, amando la patria, no ven para ella otra salvación que li-
bertarla de los profesionales de la política, de los hombres que, por
una u otra razón, nos ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades
que empezaron el año 98 y amenazan a España con un próximo fin
trágico y deshonroso […].
Este movimiento es de hombres: el que no sienta la masculinidad
completamente caracterizada, que espere en un rincón, sin perturbar,
los días buenos que para la patria preparamos.
Españoles: ¡Viva España y Viva el rey! […].
No tenemos que justificar nuestro acto, que el pueblo sano deman-
da e impone. Asesinatos de prelados, ex gobernadores, agentes de la
autoridad, patronos, capataces y obreros; audaces e impunes atra-
cos; depreciación de moneda; francachela de millones de gastos re-
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servados […].
Por último, seamos justos, un solo tanto a favor del gobierno de
cuya savia vive hace nueve meses merced a la inagotable bondad del
pueblo español, una débil e incompleta persecución al vicio del juego
[…].

Disolución de los ayuntamientos (Alfonso XIII: dictadura de Primo de Rivera)

Exposición al rey.
Señor: recogidos en una docena de días anhelos del alma popular,
despertada a la vida ciudadana por la conmoción nacional del 13 de
septiembre, pocos tan intensa y unánimemente expresados como el de
ver sustituidos en las corporaciones municipales a los hombres, a la
vez semilla y fruto de la política partidista y caciquil, que con poca
eficacia y escrúpulo venían entorpeciendo la vida administrativa de
los pueblos.
Ello justifica la propuesta que el Directorio eleva a V.M. por mi
conducto de disolver todos los ayuntamientos de España [...].
El carácter general de esta medida no puede implicar desconcepto
ni censura, que sería injusta, ni para todas las corporaciones munici-
pales, ni para todos los alcaldes, pues, aunque en corta proporción,
unas y otros han ofrecido ejemplos de actuación ciudadana que justi-
fican esta salvedad.
(30 de septiembre de 1923)

Fin de la campaña africana (Dictadura de Primo de Rivera, 1925)

Ejército de España en África. Cuartel general. Al ejército y a las


fuerzas navales de Marruecos: Con los movimientos efectuados en el
día de hoy se han abatido los últimos restos de la rebeldía, ocupando
la totalidad de nuestra zona de protectorado, y se ha dado fin a la
campaña de Marruecos, que durante dieciocho años ha constituido
un problema para los gobiernos, llegando en momentos críticos a
producir serias inquietudes a la nación, que, pródiga, vertió aquí su
sangre y sus energías morales y económicas para mantener el legado
de altivez que nos dejaron nuestros antepasados, conquistadores del
mundo.
El desembarco de Alhucemas, en septiembre de 1925, con el que
por primera vez se afrontó resuelta y valientemente la solución de es-
te problema, yendo a atacar la rebeldía en su corazón, fue la clave
[...]
(General José Sanjurjo, 1926)

Constitución de 1931

“Como Presidente de las Cortes Constituyentes, y, en su nombre,


declaro solemnemente que éstas, en uso de la soberanía de que están
investidas, han decretado y sancionado lo siguiente:

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España, en uso de su soberanía, y representada por las Cortes


Constituyentes, decreta y sanciona esta Constitución:
Art. 1º. España es una República democrática de trabajadores de
toda clase que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia.
Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo.
La República constituye un Estado integral, compatible con la au-
tonomía de los Municipios y las Regiones.
Art. 3º. El Estado no tiene religión oficial.
Art. 4º. El castellano es el idioma oficial de la República.
Todo español tiene obligación de saberlo y derecho de usarlo, sin
prejuicio de los derechos que las leyes del Estado reconozcan a las
lenguas de las provincias o regiones.
Salvo lo que se disponga en leyes especiales, a nadie se le podrá
exigir el conocimiento ni el uso de ninguna lengua regional.
Art. 5º. La capitalidad de la República es fija en Madrid.
[…]
Art. 8º. El Estado español, dentro de los límites irreductibles de su
territorio actual, estará integrado por Municipios mancomunados en
provincias y por las regiones que se constituyen en régimen de auto-
nomía.
[…]
Art. 26º. Todas las confesiones religiosas serán consideradas como
Asociaciones sometidas a una ley especial [...]
Las demás Órdenes religiosas se someterán a una ley especial vo-
tada por estas Cortes Constituyentes y ajustadas a las siguientes ba-
ses:
1º. Disolución de las que, por sus actividades, constituyan un
peligro para la seguridad del Estado [...]
4º. Prohibición de ejercer la industria, el comercio o la ense-
ñanza [...]
Art. 81º. [...] El Presidente podrá disolver las Cortes hasta dos ve-
ces como máximo durante su mandato cuando lo estime necesario
[...]
En el caso de segunda disolución, el primer acto de las nuevas
Cortes será examinar y resolver la necesidad del decreto de disolu-
ción de las anteriores. El voto desfavorable de la mayoría absoluta de
las Cortes llevará aneja la destitución del Presidente.”
(Cortes Constituyentes, Madrid, 9 de diciembre de 1931)

Críticas a la II República

Desde que sobrevino el nuevo régimen no he escrito una sola pa-


labra, que no fuese para decir directa o indirectamente esto: “¡No
falsifiquéis la República! ¡Guardad su originalidad! ¡No olvidéis ni
un instante cómo y por qué vino!”. En suma: autenticidad, autentici-
dad [...]
Con esta predicación no proponía yo a los republicanos ninguna
virtud superflua y de ornamento. Es decir, que no se trata de dos Re-

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Colección de Textos de Historia de España 2º de Bachillerato

públicas igualmente posibles –una, la auténtica española; otra, ima-


ginaria y falsificada– entre las cuales cupiese elegir. No: la Repúbli-
ca en España, o es la que triunfó, la auténtica, o no será. Así, sin du-
da ni remisión [...]
Una cantidad inmensa de españoles que colaboraron en el adve-
nimiento de la República con su acción, con su voto o, con lo que es
más eficaz que todo esto, con su esperanza, se dicen ahora entre de-
sasosegados y descontentos: “¡No es esto, no es esto!”.
La República es una cosa. El “radicalismo” es otra. Si no, al
tiempo. [...]
(Artículo de José Ortega y Gasset en
CRISOL, septiembre de 1931)

Azaña y los problemas de la República

“[…] La revolución política, es decir, la expulsión de la dinastía y


la restauración de las libertades públicas, ha resuelto un problema
específico de importancia capital, ¡quién lo duda!, pero no ha hecho
más que plantear y enunciar aquellos otros problemas que han de
transformar el Estado y la sociedad españoles hasta la raíz. Estos
problemas, a mi corto entender, son principalmente tres: el problema
de las autonomías locales, el problema social en su forma más urgen-
te y aguda, que es la reforma de la propiedad, y este que llaman pro-
blema religioso, y que es en rigor la implantación del laicismo del Es-
tado con todas sus inevitables y rigurosas consecuencias. Ninguno de
estos problemas los ha inventado la República (…). Cada una de es-
tas cuestiones, señores diputados, tiene una premisa inexcusable, im-
borrable en la conciencia pública, y al venir aquí, al tomar hechura y
contextura parlamentaria es cuando surge el problema político. […]”

Azaña y la cuestión religiosa

“[…], me refiero a eso que llaman el problema religioso. La pre-


misa de este problema, hoy político, la formulo yo de esta manera:
España ha dejado de ser católica; el problema político consiguiente
es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase
nueva e histórica el pueblo español. Yo no puedo admitir, señores di-
putados, que a esto se le llame problema religioso. El auténtico pro-
blema religioso no puede exceder de los límites de la conciencia per-
sonal, porque es en la conciencia personal donde se formula y se res-
ponde la pregunta sobre el misterio de nuestro destino (…).
Durante muchos siglos, la actividad especulativa del pensamiento
europeo se hizo dentro del cristianismo, al cual tomó para sí el pen-
samiento del mundo antiguo y lo adaptó con más o menos fidelidad y
congruencia a la fe cristiana; pero también desde hace siglos el pen-
samiento y la actividad especulativa de Europa han dejado, por lo
menos, de ser católicos [...].
España era católica en el siglo XVI, a pesar de que había muchos

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Colección de Textos de Historia de España 2º de Bachillerato

y muy importantes disidentes, algunos de los cuales son gloria y es-


plendor de la literatura castellana, y España ha dejado de ser católi-
ca, a pesar de que existan ahora muchos millones de españoles cató-
licos, creyentes [...]. Esto quiere decir que los sedimentos se sobrepo-
nen por el aluvión de la Historia, y que un sedimento tarda en des-
aparecer y soterrarse cuando ya en las alturas se ha evaporado el es-
píritu religiosos que lo lanzó.”
(Discurso de M. Azaña, Diario de sesiones de las
Cortes Constituyentes, 13 de octubre de 1931)

La lucha política de las mujeres

“Los acontecimientos del verano y del otoño de 1934 son los de-
terminantes: una huelga anarquista y socialista agita los medios ru-
rales; las mujeres de Andalucía y Euskadi organizan manifestaciones
específicas y se producen motines por la apropiación del pan, pues la
crisis es terrible […].
Las asturianas, mujeres e hijas de mineros o de obreros, partici-
pan en la lucha integrando comités o bien empuñando las armas; es-
tos últimos casos, aunque aislados, se elevarán a la categoría de mi-
tos. Así, por ejemplo, la joven comunista Aída Lafuente murió con la
ametralladora en la mano. En el conjunto del territorio, la revolución
revista actitudes muy diferentes; los republicanos parecen escindirse.
Todas las tendencias de izquierda se reúnen para denunciar la repre-
sión y la versión oficial, primer caso de intoxicación consciente de la
opinión. Margarita Nelken, exiliada, organiza mítines en Francia;
Victoria Kent, Clara Campoamor, Dolores Ibárruri... organizan Pro
Infancia Obrera para salvar a los niños asturianos […]”
(DUBY, G. y PERROT, M. (dir.): Historia de las mujeres,
Barcelona, Círculo de Lectores, 1995, vol. V, p. 212)

La situación del gobierno tras el alzamiento franquista

Al siguiente día del alzamiento militar el gobierno republicano se


encontró en esta situación: por un lado tenía que hacer frente al mo-
vimiento que desde las capitales y provincias ocupadas (el noroeste y
el centro de la Península y buena parte de Andalucía) tomaba la ofen-
siva contra Madrid; y por otro, a la insurrección de las masas prole-
tarias, que sin atacar directamente al gobierno, no le obedecían. Pa-
ra combatir al fascismo, querían hacer una revolución sindical. La
amenaza más fuerte era sin duda el alzamiento militar, pero su fuerza
principal venía, por el momento, de que las masas desmandadas de-
jaban inerme al gobierno frente a los enemigos de la República. Re-
ducir aquellas masas a la disciplina, hacerlas entrar en una organi-
zación militar del estado, con mandos dependientes del gobierno, pa-
ra sostener la guerra conforme a los planes de un Estado Mayor, ha
constituido el problema capital de la República.
(M. Azaña; ESCRITOS POLÍTICOS Y DE GUERRA)

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Entrevista con el general Franco

“El general franco insiste en que vencerá.


¿Tendrá que matar a la mitad de España? ‘Triunfaré cueste lo que
cueste’. […]
Acabo de llegar de Tetuán donde he tenido una entrevista sensa-
cional con el general Francisco Franco, jefe de los rebeldes españo-
les. Salí de su caluroso cuartel general con dos convicciones: 1.º
Realmente cree que tiene todavía la posibilidad de dominar a la Re-
pública. 2.º Si considera posible el fracaso cercano tendrá la tenta-
ción de provocar un incidente internacional de la mayor gravedad.
A mi pregunta: ¿Ahora que el golpe ha fracasado en sus objetivos,
por cuánto tiempo seguirá la matanza? Contestó tranquilamente: ‘No
habrá compromiso ni tregua, seguiré preparando mi avance hacia
Madrid. Avanzaré –gritó–, tomaré la capital. Salvaré España del
marxismo, cueste lo que cueste’.
Le pregunté si no había llegado el momento de las tablas. Me miró
con lo que creo era auténtica sorpresa y dijo: ‘No, no ha llegado. He
tenido dificultades, la deserción de la flota fue un duro golpe, pero
seguiré avanzando. Pronto, muy pronto, mis tropas habrán pacificado
el país y todo eso […] será pronto algo como una pesadilla’.
Pregunta: ¿Qué haría su gobierno si venciera?
General Franco: ‘Yo establecería una dictadura militar y más tar-
de convocaría un plebiscito nacional para ver lo que el país quiere.
Los españoles están cansados de política y de políticos ‘ […].
Pregunta: ¿Cómo consiguió usted colaborar con la República con
aparente lealtad durante tanto tiempo? (Franco fue jefe de Estado
Mayor en 1934 y 1935).
General Franco: ‘Colaboré realmente todo el tiempo en que pensé
que la República representaba la voluntad popular’.
Pregunta: Y las elecciones de febrero, ¿no representaron la volun-
tad popular?
General Franco: ‘Las elecciones nunca la representan’ […].
Pregunta: ¿Pero cómo va a pacificar España si la matanza sigue?
¿No teme que una guerra civil prolongada destruirá a la República,
destruirá el Ejército y la Marina y dejará el camino abierto al comu-
nismo?
General Franco: ‘No. Los ejércitos se forjan en la guerra. Esta es
la lucha entre la España verdadera y los marxistas’ […]”
(ALLEN, Jay; News Chronicle, 29 de julio de 1936)

Entrevista completa en: http://secviccentarticulo.blogspot.com/2008/07/entrevista-francisco-franco-en-tetun.html

Guerra Civil: el bombardeo de Guernica (26 de abril de 1937)

Primeramente apareció un solo avión de caza, que fue seguido a


continuación por tres más, después por otros siete y luego por seis
trimotores. El bombardeo duró desde las 16,50 hasta las 19,45. Du-

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Colección de Textos de Historia de España 2º de Bachillerato

rante todo ese tiempo no pasaban cinco minutos sin que aparecieran
en el cielo nuevos aviones criminales. El método de ataque era siem-
pre el mismo: primeramente, fuego de ametralladoras seguido de lan-
zamiento de bombas ordinarias y a continuación de bombas incendia-
rias. Los aviones descendían muy bajo. Sus ametralladoras crepita-
ban furiosamente batiendo arbolados y carreteras, donde se amonto-
naban ancianos y niños buscando refugio.
(Guernica, 1937. Relato de un testigo presencial)

Ley Constitutiva de la Cortes de 1942

[…]
Continuando en la Jefatura del Estado la suprema potestad de dictar
normas jurídicas de carácter general, en los términos de las Leyes de
30 de enero de 1938 y 8 de agosto de 1939, el órgano que se crea sig-
nificará, a la vez que eficaz instrumento de colaboración en aquella
función, principio de autolimitación para una institución más siste-
mática del Poder.
Siguiendo la línea del Movimiento Nacional, las Cortes que ahora se
crean, tanto por su nombre cuanto por su composición y atribuciones,
vendrán a reanudar gloriosas tradiciones españolas. […]
En su virtud, dispongo:
Artículo 1.- Las Cortes son el órgano superior de participación del
pueblo español en las tareas del Estado. Es misión principal de las
Cortes la elaboración y aprobación de las Leyes, sin perjuicio de la
sanción que corresponde al Jefe del Estado. […]
Artículo 7.-
I. El Presidente de las Cortes será designado por el Jefe del Estado
entre los Procuradores en Cortes que figuren en una terna que le so-
meterá el Consejo del Reino en el plazo máximo de diez días desde
que se produzca la vacante. Su nombramiento será refrendado por el
Presidente en funciones del Consejo del Reino.
II. Su mandato será de seis años, manteniendo durante este plazo su
condición de Procurador en Cortes. El cargo de Presidente de las
Cortes tendrá las incompatibilidades que señalen las Leyes. […]
Artículo 16.- El Presidente de las Cortes someterá al Jefe del Estado,
para su sanción, las leyes aprobadas por las mismas, que deberán ser
promulgadas en el plazo de un mes desde su recepción por el Jefe del
Estado.
Artículo 17.- El Jefe del Estado, mediante mensaje motivado y previo
dictamen favorable del Consejo del Reino, podrá devolver una ley a
las Cortes para nueva deliberación. […]
(17 de julio de 1942)

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La oposición en la última etapa del franquismo: Manifiesto de la Junta Democrática (París, 29


de julio de 1974)

La Junta Democrática propugna:


La formación de un gobierno provisional que sustituya al actual,
para devolver al hombre y a la mujer españoles, mayores de diecio-
cho años, su plena ciudadanía, mediante el reconocimiento legal de
todas las libertades, derechos y deberes democráticos.
La amnistía absoluta de todas las responsabilidades por hechos de
naturaleza política, y la libertad inmediata de todos los detenidos por
razones políticas o sindicales.
La legalización de los partidos políticos, sin exclusiones.
La libertad sindical, y la restitución al movimiento obrero del pa-
trimonio del Sindicato Vertical.
Los derechos de huelga, de reunión y de manifestación pacífica.
La libertad de prensa, de radio, de opinión, y de información obje-
tiva en los medios estatales de comunicación social, especialmente en
la televisión.
(Manifiesto de la Junta Democrática, París, 29 de junio de 1974)

Constitución de 1978

La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la


seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su so-
beranía, proclama su voluntad de:

Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de


las leyes conforme a un orden económico y social justo.
Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley
como expresión de la voluntad popular.
Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de
los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e institu-
ciones.
Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a
todos una digna calidad de vida.
Establecer una sociedad democrática avanzada, y
Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de efi-
caz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.
En consecuencia, las Cortes aprueban y el pueblo español ratifica la
siguiente

CONSTITUCIÓN

TÍTULO PRELIMINAR.
Artículo 1.
1. España se constituye en un Estado social y democrático de Dere-
cho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurí-
dico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.

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2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan


los poderes del Estado.
3. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamenta-
ria.
Artículo 2.
La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación
española, patria común e indivisible de todos los españoles, y recono-
ce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y re-
giones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
(…)
Artículo 10
1. La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son in-
herentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a
los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la
paz social.
2. Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las liberta-
des que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad
con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y
acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por
España.
(…)
Artículo 56
1. El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia,
arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asu-
me la más alta representación del Estado español en las relaciones
internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad his-
tórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Consti-
tución y las leyes.
(…)
Artículo 66
1. Las Cortes Generales representan al pueblo español y están for-
madas por el Congreso de los Diputados y el Senado.
2. Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado,
aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen
las demás competencias que les atribuya la Constitución.
(…)
Artículo 87
1. La iniciativa legislativa corresponde al Gobierno, al Congreso y al
Senado, de acuerdo con la Constitución y los Reglamentos de las
Cámaras.
2. Las Asambleas de las Comunidades Autónomas podrán solicitar
del Gobierno la adopción de un proyecto de ley o remitir a la Mesa
del Congreso una proposición de ley, delegando ante dicha Cámara
un máximo de tres miembros de la Asamblea encargados de su defen-
sa.
(…)

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Colección de Textos de Historia de España 2º de Bachillerato

Artículo 97
El Gobierno dirige la política interior y exterior, la Administración
civil y militar y la defensa del Estado. Ejerce la función ejecutiva y la
potestad reglamentaria de acuerdo con la Constitución y las leyes.
(…)
Artículo 117
1. La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey
por Jueces y Magistrados integrantes del Poder Judicial, indepen-
dientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio
de la ley.

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