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P
oco se habla en el cristianismo contemporá-
neo del reino de Dios y el reino de los cie-
los y la inmensa mayoría entre ellos, si no
todos, ignoran la diferencia entre esos dos reinos.
Como consecuencia, muchos hijos de Dios van a per-
der la oportunidad de participar en el reino de los
cielos, porque se conforman con estar solamente en
el reino de Dios y piensan que eso es suficiente para
“ir al cielo”.
Un reino es un ámbito donde un rey reina y un
núcleo humano donde el rey ejerce su jurisdicción y
donde se hace su voluntad. El reino de Dios es seme-
jante; es el ámbito donde Él reina, donde se hace Su
voluntad, y ese ha sido Su deseo desde que creó los
ángeles, los cielos, la tierra y el hombre.
La primera rebelión
Después de que Dios creó los cielos, creó los án-
geles, y después creó la tierra, y quiso reinar sobre
los ángeles, pero estos no se sometieron al Señor,
sino que encabezados por un arcángel conocido en
la Biblia como Lucero hijo de la mañana, que era
un querubín grande y protector, la tercera parte de
ellos se levantaron en rebelión y constituyeron otro
reino que se opone a Dios y que la Biblia denomina el
EL REINO DE DIOS Y EL REINO DE LOS CIELOS - TOMO 1
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EL REINO DE DIOS Y EL REINO DE LOS CIELOS - TOMO 1
de los hombres.
Al final de Su vida en carne fue muerto con la
muerte más infamante: fue crucificado. Esta clase
de condena ni siquiera figuraba en la ley de los
israelitas, porque los romanos la aplicaban a los
malhechores y bandidos más abyectos y ruines que
encontraban en el mundo que dominaban. Ni siquiera
la crucifixión era aplicada a los ciudadanos romanos,
por la condición infamante que tenía esa clase de
sentencia a muerte.
El Señor, humillado hasta ese extremo, aceptó
el sacrificio, y eso le permitió obtener de Dios que,
como hombre, lo exaltase hasta lo más alto y como
hombre le diera un nombre encima del cual no hay
ninguno, y en ese nombre ha ordenado que todos los
seres que hay en el cielo, en la tierra y debajo de la
tierra, se humillen y se postren de rodillas. Con esta
actitud es glorificado el Padre.
Volviendo a considerar el caso del querubín grande
protector, que después de su caída se convirtió en
satanás, encontramos que: “Se enalteció tu corazón
a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a
causa de tu esplendor” (Ezequiel 28.17).
Cuando el querubín grande protector consideró su
hermosura, se llenó en su corazón de altivez y de
orgullo. Al considerar que estaba lleno de sabiduría,
la corrompió, porque estaba convencido de que
teniendo tanto esplendor, merecía mucho más de lo
que le había sido dado.
Así es el mundo actual en el que hay personas llenas
de sabiduría. Los hombres hemos sido dotados con la
capacidad de descubrir muchos de los principios que
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CAPÍTULO 1 - DIOS DESEA TENER SU REINO
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