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SILVIO ZAVALA MIEMBRO DE EL COLEGIO NACIONAL Estudios Indianos EDICION DE EL COLEGIO NACIONAL Calle de Luis Gonzélex Obregin Nem. 23 ‘MEXICO, D. F. ‘M-CM-XLVIL Advertencia LAS CONQUISTAS DE CANARIAS Y AMERICA LEI problems jnsiico que plantea la dominacién de los in files La etapa revisionista IL—Le técnica juridica empleada por las conguistadores:el'an~ ‘zat y guertas LEI derecho de cantiverio IV.—La orgenizaci6n de las armiadas Vi—Rebartimientos y premios. La situacién legal de los fue blo: dominados Conclusion general LOS TRABAJADORES ANTILLANOS EN EL SIGLO XVI T—Lor esclevos indios T—Los caribes UL —Los mativos de las isles “imiiles”™ IV —Los indios de Panneo V.—Los trabsjadores indigenas libres VL—Los trabajadores enropeos ‘VIL-—Los eselavos negros DE ENCOMIENDAS Y PROPIEDAD TERRITORIAL EN ALGUNAS REGIONES DE LA AMERICA ESPANOLA Cap. 1. Cap. I, Pigs. ui 24 29 37 cy a 94 9s 98 a 12 4 149 183 196 205 209 214 ESTUDIOS ENDIANOS Pigs. 1, Los derechos de los encomenderos a la torre 216 2. Los titulos de terceros espaitoles en las tierras de las en comiendas as La propiedad de los indiox on las encomiendas 258 ap. TH, 298 Cap. IV. 300 Demostracién grifiea de las conclusionss de este estudio 308 Aclaraciones bibliogeificas 307 ORIGENES COLONTALES DEL PEONAJE EN MEXICO... 309 LA LIBERTAD DE MOVIMIENTO DE LOS INDIOS DE NUEVA ESPANA Bir L—Antecedenter 358 M—La libertad de movinsiento de los indios y los obsticulas que se le oponen 364 W—Conclusion 425 Abindice Bs Indice Analitica 45 DE ENCOMIENDAS Y PROPIEDAD TERRITORIAL EN ALGUNAS REGIONES DE LA AMERICA ESPANOLA Estudio que preparé,siendo becario de Ia Fundacién Guggenheim, para Ir conferencia sobze terrax y sistemas agricolas que tavo lugar en ‘Ann Arbor, Michigan, en el verano de 1939, bajo los auspicis det tituto de Bseudios Latinoamericanos, Primera ediciin: México, Ancigua Libreria Robredo de José Posria e Hijos, 1940, 86 pp. Como objeto de esta reunién sz ha sefialado: Ia discu- sién de los problemas no resueltos acerca de Ia propiedad de las tierras en la colonizacién de la América espafola. Creo que corresponden al programa las preguntas si- guientes: a) El titulo de encomienda, gdaba al encomendero la propiedad —directa y stil— de la tierra comprendida den- tro de los términos de su pueblo? b) @Podia el encomendero adquiris, por otros titulos distintos del de encomienda, dicha propiedad o la de tierras situadas fuera de su repartimiento? c) ara posible que algun espaitol poseyera tierras en propiedad perfecta dentro de la encomienda de otro vecino? 4) Los indios duefios de tierras en comin o indivi- dualmente en los términos de las encomiendas, zperdian 0 sufrian merma en sus derechos inmobiliarios al concederse el pueblo al espaol, a causa de algiin derecho territorial de sefiorio que s2 le transmitiera con la merced? Las obras mis modernas y selectas acerca de las tierras ‘en México no responden a esas preguntas o afirman: 208 ESTUDIOS “Toda encomienda de indios suponia la asignacién de una propiedad territorial”? “Within a brief period. .. the system lost its original character and became simply a method of land tenure, since the colonists soon came to look upon the districts assigned to them as being virtually their own and to regard the native agriculturists as their serfs”? “The encomenderos, confirmed in their legal rights, forgot their legal duties and instead of protecting the In- dians in their persons and their properties, gradually took possession of their lands and reduced the natives to serfdom”> La encomienda se estudia en esos libros como parte de la historia de las haciendas mexicanas. De ahi la ereen- cia, extendida entre socidlogos, abogados, indigenistas y estudiantes, de que las encomiendas en el siglo de la con- quista fueron de navuraleza territorial, que constituyeron un despojo de la propiedad de los nativos ¢ influyeron en las concentraciones de tierras existentes en el siglo XIX. Creo que es conveniente adoptar una actitud de re- serva hacia esa tesis, porque los rasgos juridicos de la enco- mienda indiana y las ensefianzas de los documentos sobre las tierras comprendidas dentro de los pueblos encomen- dados justifican otras conclusiones, 1 L. Mendieta y Nisiez, EI problems agrerio de México, México, 1937, p47. 2G. Me, Cutchen Me, Bride, The Lend Systems of Mexic’, New York, 1923, p. 45. 3 EN, Simpson, Te Bjido, Chapel Hill, 1937, p. 10, DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 209 I La encomienda indiana fug una institucién emparen- tada con el patrocinio romano, los feudos medievales y més inmediatamente con los sefiorios espatioles, como lo expuso brillantemente Solérzano Pereira en el siglo XVII En los sefiorios libres 0 behetrias de Espaiia, los hom- bres ingenuos ponian sus tierras bajo la proteccién de igle- sias y sefiores laicos. En los seitorios territoriales de solariego, las clases réstices obtenian heredades de los sefiores a cam~ bio de servicios o tributos. Mayer (p. 263) ha hecho notar que en estos riltimos sefiorios se distingufa la hacienda propia del sefior de la de los labradores que dependian de él, El derecho inmobiliario de éstos adquirié Ienta- mente permanencia y seguridad: transmitian los solares a suis descendientes, los gravaban y vendian con limitaciones, y el sefior no podia recobrar las tierras arbitrariamente mientras se le pagara la renta acostumbrada.* Los solarie- + Politica Indians, Lib. HL, cap, HL. He tratado por extenso este tema en La Encomionda Indians, Madeid, 1935, Véase también el bien trientado estudio de R. §. Chamberlain, Cestiion Backgrounds of the Repurtimionto-Encomiads, The Catnegie lnstivation of Washington, rim, 509, 1939. i, Las leyesespaolas mds pertinentes a este reapecto son: Aleald XXXIL, 13: “ningun seanor, que fuere de aldea o de slare, do oviere solariegos, non les pueda comar el solar a ellos nin a sus fijos nin a sus ietor nin aquellos, que de su generation winicren pagandoles los sla- tgs aquello, que deben pagar de su derecho". Pragmatica de los Reyes Catlicos, Madrid, 28 de oecabe de 1480, (Pogay 1, 460-464), diti- ids a toda clae de sefores de vatallos: “no les enpachedes ni perrur- bodes que vendan sus bicnes rayzes e los arrienden a quien quisieren”. Recopiacién de Castilla, Lib. Vi, tie I, ley 2: “Que lo solariego no se tome por cl Sefor, pagindole sus derechos, 1 que al solariego no pueda ‘enagonar lo del solar + t20, que no sea solatiego de aquel solar, ni despo- blarie, so pena que lo piers, i lo adquitido no cealengo, i como el sola- 210 ESTUDIOS NI g0s obtuvieron, al propio tiempo, Ia libertad personal de movimiento, El derecho de los habitantes de las behetrias, fen cambio, degeneré hasta el grado de que se les equipa- rara en ocasiones con los solariegos. Los concejos y Ia realeza influyeron considerablemente en el progreso juri- dico de la poblacién rural, que es notorio en el siglo XIV y alcanza mayor impulso durante el reinado de los Reyes Catélicos, El estado Hano de Ia edad moderna constituye el término de este proceso.® riego puede dexat un Sefior, i passarse a otro”: “ningtin Sefior, que sea de Aldea, © de solares, do oviere solariegos, no les pueda tomar el solar 2 ellos, nia sus hijo, ni a sus nietos, ni a aquellos, que de su generacién Yinieren, pagindole los solariegos aquello que deven pagar de su dere- cho”. Junto a estas libertades vienen a menudo restricciones a la dispo- sicién de las heredades, Cito las leyes como un indice que habria que completar con otras fuentes, como magistralmente lo hizo Hinojosa en cuanto a Cataluia, © Los trabajos recomendables para el objeto de este estudio son los siguientes; J. Castillo de Bobadill, Politica para corregidores y seiores de vesllos en tiempo de paz 3 de guerrs, Madrid, 1597 (entre otras te- ‘ediciones hay wna de Madrid, Imp. Real de la Gaceta, 1775, 2 vols. J. F. Montemayor de Cuenca, Sursmarie investigacisn del ovigen y br{- ‘lego de los Ricos Hombres 0 Nobles, Caballeros, Infanzones 0 Hijos- algo y Seitores de Vasiallos de Aragon. .. México, 1664 (bay ejemplae cen Ia Biblioveca Nacional de México, N-VIIL-7-25, y en la Biblioteca del Congreso de Washington). F. Martinez Marina, Memoris sobre el feudalismo en Espana, presentada 419 de marzo de 1828 (publicada afios después en diversas revistas). T. Mufoz y Romero, Colecciin de Fueros Madrid, 1847, I, 138-139, cémo en el siglo XIV, los solariegos gozaban de libértad de mo- vvimiento; que al sili del seforio, perdian unas veces el solar 0 alguna parte de sus bienes y otras nada; que se les concedié el derecho de radi- carse en rdenes, abadengo y realengo, conservando sus bienes raices cn el solaiego si pagaban los tributes y derechos a él pertenecientes; y {que podian vender a otros Iabradores los solares siempre que éstos paga~ fan los devechor del fuera. T. Mufoz y Romero, Del estado de las {personas en los einos de Asturias y Leén, Madrid, 1883, p. 152 st, sobre lo mismo. E, de Hinojosa, “Origen del régimen municipal de Leén. y Castilla”, en Estudios sobre la Historia del Derecho espaol, Madeid, DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 2u1 El estatuto de los tributarios en las Indias deriva en buena parte de esos antecedentes, aunque las diferencias son también considerables. Sobre el tema de la libertad de domicilio hay datos numerosos que doy a conocer en otro capitulo, En cuanto al derecho territorial, los sefiorios y encomiendas de América mantisnen la divisign espafiola entre las tierras de propiedad particular del sefior y las que se destinan al cultivo de los tributarios. En los sefiorios regulares, como el marquesado del Valle de Hernan Cor- tés, existe Ia tendencia a reproducir Ja situacién del sola- riego espafiol, es decir, atribuir al sefior Ia propiedad terri- torial de los términos y dar al tributo calidad de renta territorial; pero esa tendencia sufre duras pruebas, de una parte, por la complejidad de Ja situacién territorial de los 1903, p. 37 ss, trata de la influencia de los concejos en Ia mejoria de las clases rurales. Ede Hinojoss, Ed regimen seioral la cuestion agra ria en Cateluia durante la Edad Medio, Madsid, 1905, p. 139, analiza el dominio util pugesia del arrendstario eatalin en tietras de ser ¥ p. 283 ss “La emancipaciin de las clases rorales". R. Aleam Historia de Espaita, Barcelona, 1900-1906, 1, 402-406, expone los pro- sgresos de las clases sociales en los siglos XI-XIE; Tf, 16-19, el mismo tema en los siglos XIV y XV; I, 408-412, del ao 1479 a 1516; 11, 189-192, hasta el siglo XVI. En esta dltima época distingue el autor en Castilla eres tipos de sefori: los solariegos, en que el seiior se rept taba duefio de todas las tierras comprendidas en el término y que no poseyesen por justo titulo los vasalls, o colonos, de quienes cobraba tas pensiones; los tolariegos y juridiccionales, en que los sehores no tenian tan amplios derechos sobre las tieeras, dado que las baldias se ln obra mis completa acerca de los sefcrioslbges. Explics en lp. 205 queen el rina astur~ icons, siglo, hubo dos formas de commendatio: "mientras algunos libres faltos de tecuros, entraban en el servichem de un sehor y reebion de clenensn devo, mechs psu propia engaban ss rasa un poderos para conseguir 8 profeccién”. Estas son formas sedtoriales libres de commendetio, Hay ademés las de hombres no libres: junioes (semilibres) 9 solaregos (equvalentes los antiguos colo- nos) Eston soforios no libres son tambien llamados seoriosLeritorales (p.208). E- Mayer, Historie de lat insituciomesrovaes politica: de Expos 3 Portugal, Madrid, 1925, , 128, 176, 252, 263 y 268. Recen ements se ha publicado una Historia de fos Remensa en ef siglo XV, por J. Vieens Vives, Barcelona, 1945, (Conssjo Superior de Investign= Elones Centifica, Instituto fecénimo Zurita), que es de importancia para conocer lop aspectos sociales politicos del problema agratio de Catalufia. DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 213 La modernidad del derecho indiano, el auge de la realeza y los resultados de la vida concejil, unidos a Ia preexis- tencia de la propiedad india, contribuyeron sin duda a fortalecer la independencia de esos derechos. La terrazgueria existe en Indias en las tierras perte- necientes a caciques y principales, que cultivan, mediante alguna renta o servicio, los indios comunes 0 macehuales.” T La ley 9, tit. 7, lib, 6 de Ls Recopilacién de Indias establece: “No se permita a los caviques ningiin exceso en lo que preeaden per- Ios virreyes, audiencias, y visitadores de la tierra castiguen a los culpados, y si algiin cacique pretendiere tener derecho por r2z6n del so- lar, diciendo, que sus indios son solariegos, o por otra semejante razén de seforio, y vasillaje, oidas las partes, provean justicia nuestras audien- "El sumario de esta ley reza: “que si los caciques pretendieren que indie von solregs, stn don en justicia”, Al margen se indean uientes autoridades y fechas: “El Emperador D. Carlos y los Re- yes de Bohemia G. en Valladolid a 16 de abril de 1550. El mismo y la Princesa G. alli a 10 de mayo de 1551. D. Carlos Segundo y la R. G.”. Segin Herrera, Historis General, Dé. VII, Lib. X, cap. XXVI, Mi ddeud, 1615, p. 340, esta cédula fag enviada al vireey de Nueva Espafia, don Luis de Velasco, ea 1534. No debieron falear ocasiones para apli- carla, porque al menos en Nueva Espaia los indios eaciques trataron de hacer valer sus derechos sobre los renceros o “mayeques” que vivian fen sus tierras, Buen ejemplo de ello ofrece la “Visita y cuenta de Is villa de Acapistlan”, del Marquesido del Valle, que hizo el oidor don ‘Alonso de Zorita en 1564. La parte de los indios representa: “que mu- cchos principales y seiores, ansi de esta Villa como sujetos, tienen indios ‘mayeques renteros que viven en sus propias tierras [es decit, de esos sefiores indios} que les dejaron sus padres y abuelos y antepasados, y an- simismo reconocieron a sus antepasados por sefiore, y les acudian con sus tributos y aprovechamientos, y en todo lo dems, como asus sore, yy esto mucho mis tiempo de cincuenta afior y ansimismo los dichor sefires los han tenido e poseido mucho tiempo como cosa de su patri= smonio y que la babian heredado; y porque los dichos indios no se metan en Ia cuenta de los vasallos de Su Seforia Hlostrisima, pues no tenemos otra cosa con que nos sustentar ni vivie, y padecemos gran necesidad. ‘A Vuestra Merced pedimos ¢ suplicamos, mande declarar ser los dichos Indios nuestros, y que de nuevo se les mande nos acudan con los tributos y-con lo demés, como hasta aqui lo han hecho, y seamos amparados en allos en nombre de Su Majestad, y pido justicia”. Al efecto presenta los 24 ESTUDIOS INDIANOS. Como no me propongo estudiar todas las formas de pro- piedad inmobiliaria, sino las que se relacionan con las enco- miendas, no me extenderé sobre los contratos y usos de los indios entre si. I El esquema juridico se encuentra comprobado histé- ricamente por numerosos ejemplos indianos. Los agru- drones de los mayeques que tiene cada indi principal, Nuevos Docu- Peto riativos slot bas de Hernén Coté, Mézico, 1946, p18 Ta parte del Marqués del Valle, comprendiendo el peligeo que para tila entexdaba eon peticiin, responder “que lo dichosindior que dicen fer principales, nunca tuvieron mayeques, ni las tierras en que los dichos Jndlos estén mo son suyts, a ells son seRores como dicen en su peticién, ri munca To fueron, nf muchos de ellos son principales, y as vstras que dicen ser suyas las han usurpado al pucblo sin averse entendido; y c4s0 hegado que fueran suyat, lot dichosindios que estén en las dichas teas Jy son Sus renteros, no se excluyen por eo del pecho y tributo Real que For le mated Becks por Is Rel Maeda co mi pre I prt eee, y en sus tierras ninguno Jo puede llevar sl na, como es noterio. Siplco... declare todos lv indis ser vasallg ytebuatios de el dicho Imi parts mandando que lor dichos indios mayeques ributen. al dicho tai parte con todos los dems”. Ibid, p. 203. El oidor remitis cel negocio a la Audiencia Real, cuya sentencia no viene en el expediente. ‘Claramente se trataba de resolver sl dentzo del seforio espaol del Mar- Gquesudo habria o no seforlos indigenas con ierras y wibutaros inde- pendientes del Marqaés, No dead ser interesante notar que el Go- Eeenador del Marquesado aparece haciendo una merced a wn indio prin- pil de Acapistla en 1546, de cienindios maceguales de cirtas stan- {Gas que se habian de juntar en la Via de los cuales Mevaria el eributo J contribucin, y le harin una sementera cada afo de cien brazas en Tago y cincuencs en ancho, y goraria de $0 pesos de oro comin cada afio en la caja de comunidad de la Villa, ‘Todo esto se le da porque se le habia quitado el cargo de gobernador de la vile por ser mozo de pocs lad, para que se pudiera sustentat, y por la pretensién que tenia a SIA Retanlas que dela andar con In diche Goberacion, Ibi, p. 209-210. En otro caso del a0 1552, las autordades del Marquesado Feconocen el derecho de un indio principal, lamado Diego Cortés e hijo ‘de don Pablo, gobernador que fué dela Villa ala estancia de Tescala y DE ENCOMIENDAS Y PROPIEDAD TERRITORIAL aus paré en tres secciones dedicadas sucesivamente a los dere- chos de los encomenderos a la tierra, los titulos de terceros espafioles no encomenderos y finalmente la propiedad de los indios en las encomiendas en relacién con los derechos de sefiorio y encomienda, rmandan alos dems principales y maceguales de ella que acudsa con los tributos de dicha estancia al referido indio principal “por cuando st averiguado e provado con el Gobernador ¢ principales de esta dicha Villa ser las dichas tierras del dicho don Pablo, ¢ haberle tibutado los indios de ells”. Ibid, pp. 213-214. Cuando el oidot Zorita hizo la visita del Marquesado, se planted el problema de fos mayeques de esa «stancia, pues el poseedor sostenia que eran "sus fenteros y de ss patric rmonio”. La parte del Marques del Valle replied: “el dicho mi parte no Tes quita que no les paguen la renta de las dichas teeras, tan solamente Jes pide su tributo, del cual no se pueden excluir porque tengan a reata las tierras dl dicho don Diego [hijo de don Pablo}, ni de otto ninguno, Y ansi estin bien contados y numerados los dichos indios con los demas aaturales de esta Villa y sus subjetos, para que paguen su tribute al dicho mi parte”. Ibid. p. 214. El oidor remitid el pleito a la Audiencia, ¥ fampoco viene lasentencia. En suma: se trtaba de que ciertos indios principales, dentro del Marquesado, poscian tiers y tenfan en ellas indias que se las labraban, pagindoles por ello alguna renta o tributo. Los indios principales, no sdlo pretendian que se les respetaran esas tierras y renteros, sino que dichos sirvientes se excluyeran de Ia cuent de los triburarios del Marqués, a lo que ls parte de éste se oponia, aceptando que tales renteros pagaran lo que debieran al sefior indio de las tierras, pero sin perjuicio de tribuear también al Marqués, porque se trataba de un tributo Real concedido por el propio rey de Espaia Jos Marqueses y que afectaba a todos los vasallos del seforio, Desde el punto de vista del tributaro, ste pleito era de importancia, porque los renteros de las tecras de seforesindios tendrian, en el peor de los caso, aque pagar una renta por la tierra al sefor indio, y otra renta como tributo personal al sefor espafol. No era el caso de los maceguales 0 indios communes que Tabraban tierras de los calpulls en lor prublos, porque éstos, fuera de sus obligaciones hacia la comunidad, no tribuca- ban sino una sola vez al sefor o encomendero, o al rey espafol si se ‘rataba de pueblos de relengo. Un mandamiento del vierey de Nueva Espana, Margués de Villamanrique, de 31 de octubre de 1587, men- ciona la existencia de 600 indios terrazgueros del cacicazgo de Tezeuco. Archivo General de la NaciGn. México, General de Parte, Ill, 202 ¥~ 203. Esto da idea del alcance del problema. 216 ESTUDIOS INDIANOS L—Los derechos de los encomenderos a la tierra.— Del capitulo 28 de las leyes de Burgos del aiio 1512 se deduce que en las Antillas los encomenderos podian ser duefos de alguna estancia cercana al pueblo de su residen- cia.” No explica la ordenanza si la propiedad se adquiria por el derecho de encomienda o por contrato o merced es- pecial. Me inclino a creer esto tltimo, porque de una parte Jos titulos de las encomiendas antillanas no hablan de dere- cho territorial,” y de otra, existen recomendaciones de la corona para que se den a los vecinos: solares, tierras ¢ indios de encomienda, con distincién entre la vecindad, que incluye lo territorial, y el repartimiento de naturales, que concede el derecho al servicio de las personas."* © Tbero-Americona 7, Berkeley, 1934 y Reviste de Histovis de “América, nn. 4, diciembre de 1938, pp. 5-79: “Otro sy hotdenamos eipandamos que eas e quando alguna persona dexare los yndios que fovier sn eneomicnda por muerte © por ofa causs alguna por donde for merece dexar, que la. persona 3 quien nos los mandazemos dar 0 ‘croomendar sea ebligado de conprar Ia estancia que tenia el que dexo fos dichos yndios deus herederos, In qual se tase por dos personas sobre jaramenco que dello sepan, lor quales nonbrareys or el dicho alm Fane e juczes oficiales por lo que asy tasaren se obligado el ducko Wie lo lar e hazer venta dello porque los dichos yndios no se anden Jnndando de son asyenton pues ln pevsons en quien se encomendaren 2 “Teer vecino del pueblo donde an de ser rreparties los dichos yndios” © Véase la carta de Bartolomé de las Casas a Fray Bartolomé de Miranda en D.'I ly Vily 308 y la Historia de los Indias, lib. 1, 3p. SERVE: “vor encomiendo pata que vos sirvaisdellos en vuescras ha- Zine é mince y-granjerias segin y como SS. AA. lo mandan con- foome a mis ordenanzas”. So" EL oxigen lege de las mercedes de sierras en las Antillas data dde ln care patente que deron los eyes a Ceswbal Colin en Medina del Gampo ef 22 de julo de 1497, Lo autorizaron a dar y repartic 3 cada Seino de He spala “lv ceras« motes ¢ ast aes ge Touello haya e tenga e posea por ayo e como suyo, ¢ lo use e plante © isbre ese aproveche dello, con faculead de lo poder vender e dat e donar Cttocar e cambiar e enagenar ¢ empefar e facer dello een elo todo lo {ue quidere ¢ por bien tuviere, como de cosa saya propia habida de DE ENCOMIENDAS Y PROPIEDAD TERRITORIAL 27 Esta interpretacién es corroborada por el propio capi- tulo 28 de las leyes de Burgos, porque el sucesor del enco- mendero que moria o era despojado de la encomienda, no adquicia ipso facto, como una consecuencia del titulo de encomienda, la propiedad de la estancia cercana al pueblo, sino que era obligado a compraria al precio que tasaban Jas personas designadas por el almirante, los jueces y ofi- ciales."" La merced de encomienda y la compra de la estan- cia no eran, por lo tantv, actos juridicos simulténeos ni equivalentes, pera larry pened se aie eee oni ne a Se deen ile oe ee re aa ea ce lates SE als ae ee Pe eae ee ar ae eases fe y vestuario e otras cosas que allé se acostumbran”, Colec. Pero y ee eee tee ae encomienda revocable y no transferible. vem y 218 ESTUDIOS INDIANOS En Nueva Espafa, los titulos de encomienda que con- cedia Hernin Cortés no hacian alusiin tampoco a la pro- piedad territorial, y solamente se diferenciaban de los de Antillas en que no incluian permiso para el aprovecha- miento de servicios mineros."* Las tomas de posesién de las encomiendas de México demuestran la misma ausencia de derecho de propiedad: los caciques y principales indios decian que estaban prestos a recibir por sefior al espaiiol y acudirle con los tributos v gente acostumbrada; a fin de darle la posesién de ello, el cacique tomaba de la mano al espafiol y lo metia en a casa principal del pueblo; el espafiol ordenaba a los indios que salieran de ella y era obedecido simbélicamente, cerraba las puertas y mandaba a los naturales mover sillas de un lugar a otro, y aunque también solia cortar ramas 0 arran- 12 Colec, Paso y Troncoso, carpeta V de Méritos y Servicios. Arch, de Indias, Patronato Real, 1-2-21: "Por la presente se deposits fen vor... la mitad del sefior y naturales del pueblo de... pata que of sirvdis de ellos e os ayuden en vuestras haciendas e granjerias conforme fas ordenanzas que sobre esto estin hechas © se harin ¢ con cargo ‘que tengdis de los industriar en las cosas de nuestra santa fe catélica ponieads para ello toda vigilancia ¢ solicitud posible necesaria, Fecha 2-24 de agosto de 1522 afos, Fernando Cortés. Por mandado de su ‘mareed Alonso de Villanueva”. Los titulos de encomienda en Nueva Fspatia, més tarde, tomaron como unidad, no las personas del cacique © indios tino los pueblos, segiin se observa en este cjemplo de Ia époea del virrey Velasco: “deposito y encomiendo en vos... los pueblos de... ‘con sus sujetos para que por el tiempo que fuere la voluntad de 8. M. los tengéis en encomienda, .. ¢ aya ¢ lleve los tributos e servicios en ‘quescan tasados e son obligados 2 dar los indios de los dichos pueblos cconforme a las tasaciones que dellos estin hechos o se hizieren’”. México, 6 de marzo de 1555. Harkness Collection, nim, IX, fol. 117. Los pue- blos tenian términos eerritorales y las encomiendas adquirieron realidad ‘geogrifica, Mas es0 no resuelve el problema que nos preccupa: 1a pro- piedad de las tirras dentro de aquellos términos. DE _ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 219 car hierbas, el acto lo investia de la posesién del pueblo y sus sujetos y el derecho a percibir los tributos, no de la pro- piedad de las tierras, concluyendo la ceremonia con la de- claracién de los indios de que recibian por sefior al espaiiol de que se trataba."* Cuando las tomas de posesién obedecian a un contrato de indole territ claramente: , el objeto se expresaba los indios vendedores tomaban de la mano al espafiol y Jo metian en la posesidn y decian que ellos se apartaban de la tenencia, posesién y propiedad y que todo lo traspasaban; el comprador manifestaba que recibia el derecho y se paseaba por Ja tierra o huerta y echaba a las personas que queria, cortaba Arboles, cogia rosas, bebia de la fuente, regaba con las aguas y manifestaba que apre~ hendia la posesién y propiedad, civil, criminal y corporal- mente, en virtud de la venta." Ahora bien, glos encomenderos no gozaron en Nueva Espasa de algunas propiedades como las habian tenido en las islas? Cortés explica en su carta al emperador de fecha 15 de octubre de 1524, que él no permitia que los indios de encomienda fuesen sacados de sus casas para hacer labran- 2as, sino que dentro de sus tierras mandaba que se sefialara una parte donde labraban para el encomendero, y éste no tenia derecho a pedir otra cosa."® No aclara si el espaiol tenia derecho de propiedad en esa tierra o solamente el goce de los frutos. Lo evidente es que no era duefio absoluto en sentido territorial de toda la encomienda, porque de serlo 3 Harkness Collection. Mis, Library of Congress, nim. 1X, fols wavy iy. : X Abi nm, Vn, fol 3038, Adlane propocinaré efre- cias mis amplias sobre este 1 Tearbaleeta, Colecci 220 ESTUDIOS ENDIANOS no hubiera sido necesario seftalar la heredad que los indios Ie labrarian dentro de las posesiones del pueblo." Es sabido que a medida que la corona y las autoridades que la representaban en las Indias dominaron el individua- lismo de los encomenderos, implantaron tasaciones que re- ducian a monto dado y especies fijas los tributos de los na- turales. En esas tasaciones figuran a menudo contribucior agricolas: cargas de maiz, aji, frijoles, etc., y no es difi il 29 Sobre Ia intencién de Cortés al dar los repartimientos en Nue~ vva Espafia, se encuentra un pirrafo interesance en el escrito de apelacion prewentado por Gonzalo de Herrera, en nombre de Cortés, en el pleito Que siguié a Nuio de Guzman y los licenciados Matienzo y Delgado, sobre el pueblo de Guaxucingo, en el afo de 1531, ance la audiencia de México. La pacte de los licenciados express que Cortés (fol. 64) vino a Nueva Espafa con cierta armada desde la isla de Cuba para conguis- tar y conquists con los sbditos y vasallos del ry que consigo t13jo, por manera que todas las tiercas y-vasallos de Nueva Espaia eran del tey, y el dicho margués en nombre de éste las tuvo como capitin y después Como gobernador. Que el rey le prohibié que las repartise, pero contra esa orden, repartié cierta parte de la tierra entre los conquistadores, Y todo lo demis de lo que sba repartiendo, lo tenia y poseia en nombre de au majestad y de exta manera sin otto titulo ni depésto,llevaba los tributos de coda Ia tierra, en mis de dos millones de pesos de oro, que ddebia pagar al rey a quien pertenecian, La parte de Coreés respondié (fol. 68), que no hacia al caso decir que el marqués tomé los pucblos aque eran del rey, pues los pudo repartir como capitin general en nom bbre de su majestad para que los conquistadores se pudiesen sostener, smayormente en tiera de nuevo reducida y de infieles, donde Io mucble y raiz, semejante capiedn puede repartir en remuneraciin de los gastos ¥y trabajos que se pataron en la conquista, mayormente que é no re- partié ni di propiedad alguna, salvo el usufructo de los pueblos para dl dicho surtentarniento de sus personas y vidas y 2un para que la terra se puadiete conservar mejor como se ha conservado y sostenido y Ia fe catélica aumentado, Que esto Cortés lo concederia en nombee del rey ¥y por su volunead y que el rey tenia aprobados y confirmados los depé- sitos y encomiendss que su parte hizo en su persona, Harkness Collec- tion, wim. 1, Claro que en esta nota se alude al derecho del encomen- dero sobre ei pueblo y no a la tierra, pero si ni aquel primer derecho tenia otto aleance que el de un usufructo —a diferencia de los juros DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 221 encontrar ejemplos en que se ordena a los indios encomen- dados que hagan alguna sementera para el sefior como parte del tributo. Asi, en Ia tasacién del pueblo de Teutenan- go, de 1553, figura la obligacién de dar 2,000 hanegas de maiz; en la que hizo el licenciado Lebrin de Quifiones para el pueblo de Acanbaro, encomendado en Hernan Pérez. de Bocanegra, que debia regir desde el aio de 1555, mandé a los indios que hicieran sementeras en que se cogieran para de heredad perpetuos del derecho espaiol— es dificil coneebir que Ia encomienda 0 depésito, como se le Ilamé en los primeros tiempos, deta propiedad terctoral, Las voces fier y ser de, no signfican siempre fn dl siglo XVI suelo y propiedad en el sentido moderno. Tietra es en ‘casiones singnimo de provincia, pueblos babitados, reinos: “la tierra fsth prospers”, "el vieey gobierna bien la tera”, “los naturales de Ia tierra’, ete. La expresion “repartit Ia tierra"/puede referirse no 2 Ja distribucién del suelo sino de pueblos y teibutos en usufructo como en dl documento acabado de citar. La propiedad puede asimismo aludir a derecho eminence, seforal, alodial, Gul, te. El sey dice “mis reinos ¥ seforios” sin dar a entender que tiene en ellos el mismo derecho que pose sobre sus alhajs. Que la tiers conquistada o los vasllos sean fuyos, no proestablece [a clase del derecho y en todo caso hay que estu- dir [a realidad juridiea a que corresponds la expresién. En Ia Nueva Espaiia encontramos que el Marqués del Valle alquila cierta viera de lor indie del pueblo de Juchitepeque,sujeto de Cuernavaca, y no obs- tante exe seconocimiento de la propiedad indigens, el principal de ellos, don Marcos de San Juan, declara que dicho pueblo “es en tierra del Marqués del Valle”. Archivo General de la Navin. México. Hospital de ests, Leg. 282, exp. 3, fal. 76. Ex decis, en los cérminos de la juradiecin del marquesade, pero no en manera alguna su propiedad territorial directs, como adelante se veri, Estas reflexiones pucden con~ tribuie « evitar ls errores gue cometen quienes leen ocasionalmente los documentos de esta épocs, sin estar familiizados con su lenguaje para comprenderlos, El plerafo relativo al derecho de conguiita en tierra de infiees corresponde al debatido problema de los titulos de Espaia en las In- dias, que he tratado por extenso en Las instituciones juridicos em ls con (quite de Américs, Madrid, 1938. EL lector pods conteastarlo con la dlocumentaciGn que cito adelante acerca de las propiedades rafces de particulars y pueblos indios después de la eonquista. el encomendero 2,000 hanegas de maiz y 600 de trigo."* De esta suerte, una parte por lo menos de los cultivos bene- ficiaba al sefior del pueblo, y una porcién correspondiente de tierras era afectada para ese servicio. Mas fuera del de- recho a Ja percepcién del fruto como renta de la encomien- da, el encomendero no gozaba en esas tierras de dominio directo ni de facultad de disposicidn, y bastaba una modi- ficacién de la tasa para que la contribucién agricola cesara. Las mercedes de tierras de Nueva Espaiia —como en las Antillas—se habian desenvuelto independientemente de las encomiendas, y ocurrié en ciertos periados que las concesiones territoriales quedaran a cargo del cabildo y las encomiendas exclusivamente en manos del gobernador, audiencia y virrey, de manera que la diferencia de juris- diccién venia a confirmar la distincién intrinseca de los titulos. 5 Harkness Collection. IX, fols. 77 y 74. Véanse también otros ejemplos en Papeles de Nueva Espaia, vomo 1, Madrid, 1905. 18" EL primer dato sobre el reparto de tieras en México se en~ ‘cuentra en Ia instruccién que dis el eabildo de Veracruz a los procu- adores Montejo y Hlernindez de Puerto Carrero en el mex de julio de 1519: “Ten que sus altezas hagan mereed que por los primeros conquis- tadores e pobladores se repartan solares e cavallerias ¢ peonias las cuales seyendoles sefalados por los concejos desta uilla 0 uillas que en estas partes se poblaren aviendolas seruido dos ais ¢ las puedan vender y enagenar y disponer dello a su voluntad como de cosa suya. ..”. (isp. American Historical Review, vol. XVIII, Nov. 1988, nim. 4, p. 520). Obsérvese que es materia que s¢ plantea con distineiin de las enco- rmiendas, y con cualidades de permanencia y disposicién que ellas no tenian. Sobre el largo perfodo en que el tabildo de México ejercis Ja faculead de conceder terra, consiltense lor tomos Ta V de las ‘Actas; munca, en cambio, tuvo jurisdiceién sobre las encomiendas, La Corona limieé a parti del virrey Mendoza la concesin de encomiendas fen México, pero no restringio las mercedes territorales. Véase un ejemplo en Boletin del Archivo General de la Nacién, México, VI, enero 1935, miim. 1, pp, 12-15. Entre los cargos que Hernin Cortés hizo al virrey Mendota figura uno relative a que “ha dado cargo de repar- DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 223 Es de creer que los encomenderos sabian que sus ti- tulos de encomienda no les otorgaban Ia propiedad terri- torial, porque acudian al ayuntamiento a pedir mercedes de tierras para criar ganados © hacer siembras fuera y dentro de sus encomiendas. He reunido algunos ejemplos de estas peticiones. El 10 de marzo de 1530, a solicitud de Gaspar de Avila, vecino de la ciudad de México, el cabildo le hizo merced del fruto de una estancia situada en direc- cién a Mechuacan, en el despoblado cerca del pueblo de Xocotitlin y Maravatio, a nueve leguas del pueblo de Tay- meo, que Avila tenia en encomienda; queria Ia estancia para criar puercos, y el titulo se le did —como era fre- cuente en mercedes para ganaderia—“en solamente del uso e fruto de ella [la estancia] sin perjuicio de tercero indio ni espaiiol”. Ignoro si la encomienda de ‘Taymeo se extendia hasta el sitio de la estancia de que habla el docu- mento y, por lo tanto, si la merced territorial quedaba comprendida no en los términos del pueblo."® Es mis claro a este respecto el ejemplo que sigue: el 19 de diciem- bre de 1530, Juan de Céseres pidié en el cabildo que se le hiciera merced de una estancia en la provincia de Mechua- can, donde tenia sus ganados y labranza, “acerca y en comarea de los indios que tiene encomendados, lo cual pidié le diesen por caballerias”. El cabildo le hizo merced tidor de tirras a wn eriado suyo con salario de cada tierra que reparte yy éste da estas tierras a quien e como él quiere, e mejor se lo paga. Y tuno que quiere haber mucha tierra, trae muchos a quien éste sefiale caballerias en la parte que él las quiere aunque sea en perjuicio de los naturales y después comprarlas él todas y esta desorden se sufre por ef interese que se le sigue a este su criado”. Memorial presentado en Madrid, hacia 1542. Cuevas, Docementos de Hernén Cortés, Sevilla, 1915, pp. 201-213. 30" Actas de Cabildo, ML, 36. 224 ESTUDIOS INDIANOS de la estancia de ganados llamada Ratuero, “e haga en ella lo que quisiere como en cosa suya propia sin perjuicio de indios ni de sus tierras ni Inbranzas ni de otro tercero po- sesdor”, Se otorgaba ef derecho pleno de propiedad “en comarca” de la encomienda; no obstante esto, el enco- mendero acudia al eabildo para obtener un titulo especial distinto del que le daba derecho a la encomienda del pueblos Ja cléusula de respeto a indios y terceros se justifiea porque Jos ganados podian causar daiio a las sementeras."* Citaré un altimo ejemplo de estas peticiones: el 16 de agosto de 1532, a pedimento de Hernando de Salazar, el cabildo le hizo merced de “una caballeria de tierra para en que ponga plantas de Castilla e otros frboles ques junto a un rio que se dize Chimala en el término de Tlabtepeque que dicho Salazar tiene en encomienda donde tiene hecha una huerta junto al dicho rio, con tanto que sea sin perjuicio de here- dades de indios ni de otea persona y con que sea en término del pueblo que tiene en encomienda e sin perjuicio de tercero”.* La tierra se concedia, sin ningiin género de du- ® Did, 74 . 1 bid, W, 190. Amplia las cefecencias sobre las estancias de los cspafiols, la declaracién de ‘un indio de ‘Toluca, acerca de Ia que hicie- ton para su encomendero Garcia del Pilar en los afos de 1528 a 1530: cstaba stuada a 18 leguss de la ciudad de México y se llamabs Eeate- peques en ellaconstruyeron Ja casa del exstiano y otra para los puercos hicieron maizales y sementeras de trigos para el encomenero, midien- do la heredad 400 brazas de ancho y 600 de largo, la cual de:montaron y sembraron pasando mucho trabsjo; el cacique de Toluea fué obli- gado a permenecee en el lugar de la estancia para que fos indios n0 regresasen al pusblo y pudiesen acabuel. Harkness Collection, nim. 1, fol 22 y. ‘La importancia que podian aleanzar lat empresas partic calares de los encomenderon se revela en el contrato celebrado em la ciudad de México, el 7 de noviembre de 1546, entre Teabel de Ojed yy Antonio de Is Cadena, en que este iltimo figura como dueio de trex @stancias de yacassieuadas en la sabuna de Tepeapulco, con 400 cabe- zas de ganado vacuno y 150 yeguas; de otra estancia en el camino 25 da, dentro de la encomienda y para fines agricolas; subsis- tia el requisito del respeto a las propiedades de los indios. Se deduce de lo expuesto que en Nueva Espaiia podia haber —como en las islas— encomenderos propietatios de estancias y heredades, pero adquirian el derecho por titulo distinto del que les autorizaba a gozar de los frutos de sus encomiendas. Cuando las tierras eran afectadas por razén del tributo, el derecho del espatiol no trascendia de la recepcién de los productos. A través de los impuestos se manifiesta la diferencia que existia entre los cultivos de la encomienda y los de propiedad particular de los encomenderos. El pago de los diezmos a Ia Iglesia habia dado lugar a un pleito entre el cabildo de México y el obispo. El procurador en corte del primero representé ala reina que Ia costumbre habia sido que los espafioles pagaran los diezmos en los pueblos donde las cosas se criaban, pero que después se mandé que Jos indios encomendados condujeran el maiz, trigo y semi- Ilas del diezmo que debian pagar sus amos, a las minas 0 lugares que los diezmeros quisieran, lo que era en perjuicio de los indios. Es de advertir que los espaftoles defendian celosamente a los naturales siempre que su interés coinci- de Ia ciudad de México a las minas de Tasco, junto al pueblo de Atla- pulco, con 200 cabezas de vacuno, chicas, grandes, machos y hembras; y de dos extancias de ovejas en el pueblo de Pachuca, que le estaba encomendado, on que tenia 10,000 cabezas de ganado ovejuno. Ibid., ‘Vit, fols. 10-12 ¥. En 1552, Ramicez de Fuenleal, presidente de 1a Audiencia, oping que al feudatario 0 stor del tributo se le dieran dos ‘caballerias de tierras en el pueblo en que hubiera el tributo, “y no pueda tener més por via de compra ni por donaci, ni por oto elo alguno. .. porque si se diese Iugar a que mas toviese, en poco tiempo ¥ por el precio que el quisiese habria las tierras del sefior y de los ma- ‘cehuales, y en otras se entraria y tomaria sin paga como se ha fecho y hace..." Teszbalceta, Docs., I, 170-171, Cit. por F, Chevalier, Anuario de Historia del Derecho Espatiol, XV, 697. 226 [ESTUDIOS INDIANOS dia con el de ellos: en este caso, al ser ocupados en el acatreo de los diezmos de la Iglesia, perdian los colonos una fuerza de trabajo aprovechable en sus propias granj EI cabildo pretendia que en Nueva Espafia los diezmos se pagaran como en Castilla, en el lugar donde se cogieran las cosas sujetas a la contribucién. La reina y el Consejo de Indias resolvieron, el 20 de julio de 1538, que a partir del 1 de enero del aio siguiente de 1539, por término de dos aiios, fos diezmos del pan y las semillas se pagarian en los lugares donde los indios acostumbraban entregar sus tribu- tos a los encomenderos espafioles; pero (esta es Ia cliusula que interesa a nuestro estudio) no se extenderia la orden al pan y las semillas que los espafioles “‘cogieren a su costa fe no por tributo, porque esto se ha de pagar en el lugar donde se cogiere”. Es decir, si el diezmo correspondia a los frutos que los espafioles recibian de los indios por concepto de tributo de la encomienda, el impuesto se pagaba a la Iglesia en el ugar donde el espatiol acostumbraba recibir 80s tributos, en pueblos cabeceras y lugares desde los que la conduccién de las cosas y su manejo comercial eran mis faciles; pero si se trataba de frutos obtenidos por el enco- mendero, no en concepto de tributacién, sino como bienes particulares suyos, la ley era menos rigurosa, y la Iglesia tenia que ir a recoger sus diezmos a los propios campos donde las siembras y ganados se encontraban. Esta dis- tinciéa, por razones de imposicién eclesiastica, confirma la diversidad entre uno y otro sistema de aprovechamiento agricola. Incidentalmente debemos afiadir que la merced fué prorrogada a Ia Iglesia de México el 14 de agosto de 1540 por otros dos afios, porque la catedral representé que, de no hacerse asi, los diezmos quedarian abandonados en los lugares donde se cogian los tributos, por no haber con as. PROPIEDAD TERRITORIAL 27 quien conducirlos ni quien los comprara en los lugares de produccién.* Cuando se supo en Nueva Espaia que se habian ex pedido las Leyes Nuevas del aito 1542, que suprimian el de- echo de sucesién en las encomiendas y ordenaban que al vacar éstas por la muerte del poseedor se pusiesen en la Corona real, se hicieron representaciones de diversa indole; y una de ellas dirigida al rey por el fiscal de Ia Audiencia de México, licenciado Cristobal de Benavente, de fecha 1 de junio de 1544, tocaba el punto territorial en forma interesante. Explicaba el informante que las granjerias, especialmente de seda, lanas y ganados, estaban en poder de ricos y de hombres que tenian indios encomendados, porque con ellos se principiaron y se sustentaban, y sin ellos no se podian sustentar. Le parecia que la ley de sucesin debia conservarse y que no convenia incorporar las enco- miendas que vacaran en la Corona: “Porque como en esta tierra no haya bienes raices ni los espafioles los pueden tener porque no hay tierras y si algunas hay es tanto el rniimero de los naturales que las tienen ocupadas que para cada tierra hay cien indios, que aun para huertas no hay qué dar a los espaiioles, si no son en lugares initiles ¢ in- fructuosos y en perjuicio de indios y aun muy lejos desta cibdad, pues no habiendo esto ni otros herbajes ni rentas, est claro que el fundamento de donde se ha de sustentar la gente espatiola es de tener Jos indios como hasta aqui, lo cual se tiene por bienes raices de donde no solamente se sus- tentan los que los tienen, mas ain los que no los tienen, porque con éstos tratan y contratan los mesmos naturales y tornan a recobrar lo que dan con sus géneros de tra- tos que tienen, mis aiin se sustentan los mercaderes espa- = Pugs, Cedulario, 1, 433-435. 228 ESTUDIOS INDIANOS fioles y los oficios mecdnicos y otra gente sobresaliente y soltera mucha que con la calor y sombra desto se man- tienen, demés de los provechos que éstos dan de quintos y derechos de V. M. y el diezmo a Dios y otras obras pias de caridad y hospitalidad que cada dia se hacen”. Obsérvese que Benavente comienza por considerar co- mo imposible e inconveniente un régimen de apropiacién directa de la tierra por los espafioles, ya que en lugares cercanos a la ciudad de México toda esta ocupada por los indios. La concesién territorial no podria ser sino en per- juicio de éstos. En cambio, parece creer que el sistema existente de Ia encomienda, si bien concede ayuda de tri- butos y servicios a los espafioles, no quebranta substancial- mente la propiedad de los indios sobre las tierras que ocu- pan. Como letrado de la Audiencia, no debia ignorar que se trataba de un régimen de origen sefiorial que se susten- taba de los recursos que producian los pueblos en sus pro- pios términos territorial, sin que esto entrafiara necesaria- mente Ia apropiacién directa e inmediata de esa tierra por los encomenderos. Es cierto que Benavente habla de que ‘esas encomiendas se tienen “por bienes raices”; pero antes hha dicho “‘como en esta tierra no haya bienes raices”, lo cual, unido al sentido general del informe, nos convence de que tan sélo quiere decir que son Ia tinica raiz de las fortunas y que ocupan el lugar que corresponderia a la propiedad, precisamente por la falta de ésta. Ahora bien, Ia destruccidn de la encomienda contemplada por las Leyes Nuevas, al romper Ia conciliacién entre los invereses de los encomenderos espaioles y de los pueblos de indios, podia 1 Epistolario de Nueva Espait, México, 1939, IV, 94-102, doc. 226. DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 29 provocar, bien el despojo de la tierra de los indios, bien el abandono del reino por los espafiols. No todos los pareceres de esta época fueron tan favo- rables a la encomienda. El de Benavente nos interesa aqui porque, al defender ese sistema social, arroja luz sobre la diferencia que habia entre los derechos de los encomen- deros y el de los propietarios territoriales. Una ley regia confirma que los titulos de encomienda no incluian propiedad territorial y que la corona vigilaba a fin de que los encomenderos no se apropiaran las tierras de los indios encomendados, - EL 14 de mayo de 1546, el principe don Felipe escribid adon Antonio de Mendoza, virrey de Nueva Espaiia, que habia sido informado de la gran mortandad de indios habi- da en los pueblos de Ia corona y de los encomenderos, y que como éstos seguian exigiendo a los indios los tributos por entero y los tributarios no podian pagarlos, dichos enco- menderos entraban en las tierras de los indios muertos y las tomaban por suyas, como lo habia hecho Diego de Ordaz, vecino de la ciudad de los Angeles, en el pueblo de Culpa que tenia en encomienda. El principe deseaba evitar el dafio causado a los naturales y mandaba al virrey que pro- veyera que los espafioles encomenderos por ninguna via sucediesen en las tierras y heredamientos que quedasen de indios muertos en los pueblos encomendados, sino que tales tierras y heredamientos, en el caso de carecer los indios difuntos de herederos, se entregasen a los pueblos, a fin de que las gozaran y pudieran pagar los tributos tasados.* Encinas, Cedalario, TW, 352-555. Esta daposcin se incor- pors en ia Recopaciin de Leyes de Indias de 1680, ly 30, tit, Lib {Vi en los términos siguiente: “Los encomenderos no. pucdan suceder cn Ios vierras y heredamientos que hebieren quedada vacentes por 230 ESTUDIOS INDIANOS ‘Al encomendero no se le reconocia en esta ley ningin derecho de propiedad anterior al abandono de las tierras; tampoco se admitia que al quedar baldias las tomara para si, porque tenian derecho a ellas, en primer lugar, los here- deros de los indios muertos, a falta de éstos los pueblos, y en tercer término la corona. EI marquesado del Valle ofrece nuevas pruebas acerca de esa situacién juridica. Hernin Cortés, como particular y no en calidad de gobernador, doné al Hospital de Jesus ciertas tierras pertenecientes al pueblo de Coyoacén. Mas tarde sintié eserdipulos acerca de su derecho para disponer de ellas, no obstante que era el sefior del lugar, titulo mis perfecto que el de encomendero; mandé que se restitu- yeran a los duefios 0 que se les pagaran si asi lo preferian ¥ que fueran indemnizados por el aprovechamiento. El capitulo 15 de su testamento, otorgado en 1547, dice al efecto: “no sé si hay parte a quien pertenezcan segin de- echo de ellas, y a mi no me pertenezean como a Sefior de dicho lugar”2* Luego el marqués dudaba de que su titulo sefiorial le autorizara a disponer como propietario absoluto de todas las tierras de sus pueblos, y reconocia que su derecho podia ser compatible con el de propiedad de los vasallos; por eso ordenaba Ia restitucién de las tie- ras 0 el pago de indemnizaciones. En el capitulo 40 del mismo testamento se relata ‘que en algunos lugares del Estado se habian tomado tierras para huertas, vita, algodonales y para otros efectos; Cor- Ihaber muerto los indios de sus encomiendas sin herederos 0 sucesores, y en ellas sucedan los pueblos donde fueren vecinos, hasta en la can- idad que buenamente hubieren menester para paga y alivio de los tributos que les fueren tasados y algunas mis, y las otras que sobraren s= apliquen a nuestro Patrimonio Real”. 2° Alamén, Disertaciones, I, apéndice Ul, p. 111. DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 231 +65 mandaba que se averiguara si eran propias de los natu- rales de los pueblos, para que en ese caso se les restituyeran con sus aprovechamientos, deduciendo en compensacién los tributos y rentas que los indios estaban obligados a pa~ gar al marqués. En otros términos, como sefior del Estado debia recibir los pechos, pero los vasallos, a su vez, gozaban del derecho, frente a su sefior, de retener la propiedad y el aprovechamiento de sus tierras y disponer de los frutos en la parte no absorbida por la tributacién. Mas adelante proporcionaré otras noticias acerca del marquesado y me extenderé sobre sus peculiaridades con respecto al derecho territorial. El emperador don Carlos y los reyes de Bohemia que gobernaban en su ausencia prohibieron por cédula de Va~ Iadolid, de 1 de mayo de 1549, que los espafioles criaran puercos en los pueblos de sus encomiendas o en lugares donde los indios tuvieran labranzas; debian echarlos en las tierras baldias, sin perjuicio de los naturales. ni de otro tercero.” Hemos de ver que a esta primera limitacién siguieron otras més radicales. ‘Los encomenderos de regiones apartadas, donde la au- toridad real habia sido menos efectiva y los abusos mis fre- cuentes, sabian también que sus titulos de encomienda no Jes daban derechos de propiedad territorial. Cuando el ficenciado Lebrén de Quifones visits la provincia de Co- lima a mediados del siglo XVI, hallé entre otros desafueros que: “Habia algunos encomenderos que por su propia autoridad habian tomado tierras en sus pueblos para hacer heredades, estancias y aprovechamientos por fuerza y con- tra voluntad de los indios y se las tenian ansi ocupadas y 2 Se incorporé en la Recopilaciém de Indias como ley 19, tit, TX, lib, Vi. 232 ESTUDIOS INDIANOS. los que las tenian hacian que les hiciesen cartas de venta”. Los encomenderos no hubieran simulado los contratos de compra en el caso de que sus titulos de encomienda basta~ ran para obtener Ia propiedad de las tierras. Obsérvese también la disconformidad del visitador ante el despojo. Una conclusién semejante se desprende de un litigio habido en la audiencia de los Confines. En enero de.1579, Martin Ximénez pidié a ese tribunal seis caballerias de tierra en Izcuintepec, dentro de los términos del pueblo de Guanagazapa, en la encomienda de Bernal Diaz. La audiencia comisioné al receptor Juan de Morales para que examinara la tierra, y éste opin que podia concederse, por lo que se otorgé Ia merced. Los indios del lugar pro- testaron, pidieron la devolucién de las tierras y Hamaron a su encomendero para que los representase ante Ia audien- cia, Bernal presenté un escrito, el 12 de marzo, sosteniendo, que las tierras del litigio las tenian los indios sembradas de maiz, cacao y otros cultivos; que si se pudieran conceder sin causatles datio, él las hubiera solicitado para sus seis hijos Iegftimos, pero repetia que en ellas tenian labranzas con que pagaban los tributes y eran su propiedad antiguas concluia pidiendo que no se diesen las tierras a nadie, y si la audiencia estimaba que podian concederse sin dafio, lo que no era asi, fuesen preferidos sus seis hijos y no otra per- sona, pues su majestad les habia concedido una cédula de recomendacién en mérito a los servicios de Bernal. El pro- cesé duré dos afios y se resolvié en favor de los indios."* 2 Archivo de Indias, Patronato, 1-1-1/2. Copia en la Colec. Paso” y Troncoso, 25 L, By Simpson, “Bernal Diaz del Castillo, Encomendero”, e Hisp, Avo, Hist, Rev., vol. XVU, febr. 1937, nim. 1, pp. 100-106. Fie ampliado estos datos en Contribucién a la historia de las instituciones coloniales en Guatemale, México, 1945, pp. 58-61. DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 233 “Advigrtase que el encomendero reconocié Ia propiedad de los nativos y 1a defendié porque constituia la base de pro- duccién de los tributos que recibia, Sélo en el caso de que Ja audiencia insistiera en conceder la merced de las tierras a un tercero, reclamaba la preferencia en favor de sus hijos. En ningtin momento juzgé que por ser encomendero le correspondia el derecho de propiedad territorial, La posibilidad juridiea de que los encomenderos ad- quirieran tierras dentro de las encomiendas —por mercedes 0 compras— fué limitada por la ley que expidié Felipe IV en Madrid el 31 de marzo de 1631, que dispuso: “Orde- amos que ningtin encomendero pueda tener por si, ni persona interpuesta, estancias dentro de los términos del pueblo ds su encomienda, y si las tuviere, se le quiten y vendan y que no se sirvan de los indios, sobre que provean los virreyes, audiencias y gobernadores el remedio conve- niente y hagan guardar las leyes”.” rEl objeto de la prohi- bicidn, a la que se afiadia la de no tener obrajes dentro de las encomiendas, era proteger a los indios de usurpa- ciones y servicios. No conozco el grado de aplicacién de la ley y tampoco he podido averiguar si la palabra estancia signifieaba en este caso tinicamente sitio de ganados o toda heredad de cultivo particular del encomendero.t EI destacado jurista J. de Solérzano Pereira, en su Politica Indiana, Lib. Il, cap. XXIV, parrafos 40, 41 y 42, se pregunta si por la despoblacién de un lugar de indios pueden pretender las tierras los encomenderos, como en recompensa de lo que han perdido con la fuga o mortandad de sus tributarios. Responde que estando él en Lima, lo pretendig asi el Marqués de Oropesa, alegando que ademés de set encomendero era Sefior de titulo, e invocando el Recopilacién de Indias, ey 47, vi. 9, lib. VI 24 ESTUDIOS INDIANOS ejemplo de los feudatarios y sefiores solariegos que se que- daban con las tierras de éstos si se les hufan, segiin diversos autores citados, Pero no salié con fo que pretendia, porque el tributar los indios a sus encomenderos no les da dominio alguno sobre sus personas y haciendas. Y asi no se pudo valer del ejemplo de esos otros vasallos. Solérzano sostenia que el rey tenia fundada su intencién en todas las tierras vacantes de sus reinos, y que a la Real Corona debian re- vertir las despobladas por indios de encomienda, pues por su benignidad se concedieron para dichas poblaciones y reducciones.”” En conclusién: los ejemplos estudiados permiten res- ponder a las preguntas a) y b), que formulé al principio del estudio, en estos términos: Los titulos de encomienda no daban derecho a la pro- piedad de las tiertas y tinicamente para el pago de tributos en especies agricolas eran afectadas temporalmente algunas sementeras sin variar su dominio. Los encomenderos, por titulos de merced 0 compra —sin contar con las usurpaciones— podian adquirir tie- rras en propiedad particular —directa y dtil—fuera y dentro de sus encomiendas. Esta facultad fué limitada a mediados del siglo XVI. La falta de datos sobre la apli cacién de estas prohibiciones nos impide saber si la condi cién de encomendero Ilegé a ser incompatible con el goce de propiedad de tierras en los términos de sus pueblos, 8 Edie, de Madrid, 1930, 1, 380. F. A, Kirkpatrick, "The Landless Encomienda”, The Hispanic Americon Historical Review, Vol. XXII, Nim. 4 (Nov. 1942), pp. 766-767, advirtié la impor- tancia del ‘pasaje transcrito, Debe tenerse en cuenta también Ia ley 30, tit. 1, lb. 6 de la Recopilacién de Leyes de Indias, sobre la cual doy algunas explicaciones en mi Encomienda Indians, Madrid, 1935, p- 290, ya la que se refiere nuestra nota 24. 235 2—Los titulos de terceros esparioles en las tierras de as encomiendas—Sabemos que el capitulo 28 de las leyes de Burgos del afio 1512 obligaba a los encomenderos a comprar las estancias de sus antecesores cercanas al pueblo de su residencia, y que algunas personas nombradas oficial- mente determinaban el precio de acuerdo con el cual los ex-encomenderos o sus herederos tenian que hacer la venta. La razén en que se fundaba esta orden era que el nuevo encomendero seria asi vecino del pueblo donde los indios se repartian y no mudarian éstos de asiento." Es de con- siderar que si el precio era equitativo, como la ley trataba de conseguirlo, la parte del ex-encomendero debia benefi- ciarse con la operacién, porque sin indios era probable que perdiera sus labranzas y ganados; el nuevo encomendero, al adquirir la estancia, mejoraba su derecho y se libraba de pleitos y rivalidades con los terceros propietarios; los in- dios, en esta época en que las encomiendas eran de servicio personal, no tenian que obedecer, de esta manera, a varios amos, La naturaleza compulsoria del contrato se explica por las razones de bien general en que se apoyaba. ~ Por cédula de enero de 1518, I corona confirmé lo dispuesto en la ley de Burgos, mandando que el que suce- diera en algéin repartimiento fuese obligado a comprar la estancia que hubiera en él Mientras estas leyes rigieron, es evidente que no podia existir propiedad de terceros espaiioles dentro del reparti- miento de otro titular; el precio pagado por Ia estancia representaba, sin embargo, una primera concesién a los derechos del anterior encomendero, convertido en poseedor extraiio desde el momento en que perdia la encomienda, 80 Veéase Ia nota 8. % D.L U, XXIl, 55. 236 ESTUDIOS INDIANOS En Nueva Espafia surgieron conflictos entre los an- tiguos y nuevos encomenderos, que permiten distinguir los derechos de encomienda de los de propiedad particular y revelan las consecuencias extrafias que derivaban de la pér~ dida de una de esas investiduras cuando se intentaba con- servar la otra, EL 4 de abril de 1531, Pedro de Valladolid, en nombre de Hernin Cortés, presenté una demanda ante la segunda audiencia de México contra los licenciados Juan Ortiz de Matienzo y Diego Delgadillo, oidores pasados que habian privado a su parte del pueblo de Toluca, durante mas de un afio, para darlo en encomienda al intérprete Garcia del Pilar; exigia que pagaran los daiios sufridos por Cortés, asi por haber dejado de recibir los tributos, como por la pérdida de sus haciendas y granjerias de vacas, ganados y puercos que tenia en el pueblo, que estimaba en 3,000 castellanos de minas. En el interrogatorio que presenté cen el periodo de prueba (fol. 11), el demandante expresd (pirrafo 8) que Toluca con su sujeto pudo rentar en el afio y medio que lo tuvo Pilar, 2,000 pesos de oro de minas en oro y 80 esclavos y mucha cantidad de ropa valuada en 500 pesos de oro de minas y muchas piedras esmeraldas, chalchuis, plumajes y camas ricas por valor de otros 1,000 pesos de oro, todo lo cual recibié Pilar como renta, servicio y tributos del pueblo; que Cortés (parrafo 9) tenia en ‘Toluca antes del despojo una sementera en que estaban por coger mas de 1,000 hanegas de trigo y 3,000 de maiz y asimismo poseia hasta 2,000 cabezas de puercos; que fué despojado de todo juntamente con el pueblo y las pérdidas montaron, mis de 2,000 pesos de oro de minas. Obsérvese que el demandante separaba a reclamacién por tributos de Ia que se fundaba en fa destruccién de las haciendas y DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 237, ganados de Cortés. En las declaraciones de algunos testigos (fols. 13-25 v), se explica que la sementera se quem6 y los puercos murieron de hambre. Francisco de Herrera, con- tador de Cortés, dijo que vié la sementera de trigo y maiz por coger y no se hubo nada de ella, y en cuanto a los puercos, los sacé el calpisque, pero recibieron mucho da El encargado del pueblo por Cortés, Pero Garcia de Bu- én, declars que aquél tenia en Toluca ciertas sementeras de trigo y maiz; el trigo se held y del maiz s6lo le dieron 300 hanegas, que le dijeron era la mitad de lo que se habia cogido, pero él sabia que la sementera era mayor, porque en ocasiones habia cosechado hasta 3 y 4,000 hanegas de maiz; los puercos de Cortés eran mas de 1,800 al quitér- sele el pueblo, y por falta de maiz para sustentarlos mu- rieron la mayor parte, y los mozos que los criaban y guar- daban los dejaron por no tener los dichos pueblos para ‘mantenerse, cuando se hubieran podido criar mis de otros 2,000; el valor de los puercos perdidos era de 600 pesos de ‘oro de minas y mis; creia que el daiio sufrido por Cortés ‘en las sementeras y puercos ascendia a mas de 1,000 pesos de oro de minas. No debe olvidarse que Bullén era cria- do de Cortés, pero su dicho es de tomarse en cuenta porque é1 manejaba las haciendas y no cabe sospecha cuando afirma que Cortés, como ex-encomendero, percibié todavia una parte de los frutos de Ja sementera particular que tenia en Toluca y que la destruccién de sus ganados se debié a la falta de maiz y guardianes, no a que el nuevo encomen- dero Pilar los tomara para si. En consecuencia, no des- aparecié suibitamente la propiedad particular del antiguo encomendero, aunque ya los tributos no le correspondian; pero las circunstancias de hecho bastaban para causar da- fios considerables a la misma. En las declaraciones de otros 238 ESTUDIOS INDIANOS testigos se repite que el trigo se helé y que el maiz se cogié a medias, elevindose la parte de Cortés a 600 hanegas. Antén Cayzedo (fol. 24 v), que habia administrado el pueblo y recibido los tributos por Pilar, en virtud de una compafiia que celebré con éste, dijo que la renta del oro, plumas, joyas, esclavos, ropa, maiz y otras cosas habia sido de 1,000 pesos de oro de minas; que al perder el pueblo Cortés, tenia una sementera de trigo muy grande que se hhelé y sus mayordomos pusieron en cobro los puercos; que de la sementera de maiz no se cogieron mis de 330 hane- gas de maiz y la mitad se entregé 2 los mayordomos de Cortés. La sentencia (fol. §5) condené a los ex-oidores ‘a pagar la cantidad de 1,000 pesos de oro de minas.” ‘A las complicaciones propias del cambio de duefio de los repartimientos por muerte del poseedor o remocién del titulo en favor de un nuevo pretendiente, se unieron en ‘Nueva Espafia dificultades mas generales, ocasionadas por - Ja orden de la corona de poner en corregimiento gran nit- mero de pueblos encomendados a particulares. ;Cual seria Ia suerte de las heredades propias del encomendero des- poseido y de las estancias donde tuviera sus ganados en los términos del pueblo? Los oidores de la segunda audiencia de México infor- maron al rey, el 30 de marzo de 1531, que al llegar a Nueva Espaiia no hallaron la tierra geanjeada como debiera estarlo en las encomiendas, por el temor que sentian los duefos de perder los frutos y ganados al serles removidos los tivulos, como lo habian acostumbrado hacer los gobernadores pa- sados; que los nuevos encomenderos no permitian a los an- teriores gozar de sus bienes o les ponfan tantos impedimen- tos que se veian obligados a abandonarlos. Esta descripci 8 Harkness Collection, mim. Th. DE ENCOMIENDAS Y PROPIEDAD TERRITORIAL 239. coincide con el ejemplo estudiado antes y plantea con mu- cha exactitud la falta de una propiedad perpetua y segura en funcién del titulo de encomienda; al mismo tiempo reconoce Ia dificultad de defender los bienes particulares del antecesor después de cambiar de duefio la encomienda. La audiencia temia que ocurriera algo semejante al sus- tituir a los encomenderos por los corregidores reales e hizo unas ordenanzas al efecto, cuyo traslado envié a Espaia, mandando que se guardasen entretanto en México. 84 Arch, de Indias, Pate, Resl. 2-2-5/5. Colec, Paso y Troncoso, ‘carpeta Tl, doc. 91: “‘Asimismo en la dha remocién [de encomiendas] ros sucedié otra dificultad que fué cerca de las haciendas e granjerias ‘gue los sefores quien servia ¢ estaban encomendados tenian en ef tal pueblo e de los tributos que habian corrido antes de nuestra ve- ida, de lo eval antes de agora han sucedido en estas partes muy grandes inconvenientes ¢ pérdidas de haciendss, porque a la hora que a uno aquitaban los indios perdia todo cuanto en el pueblo tenia de granje- ta y de hacienda, porquel dueio que en ello sucedia no se Jo dejaba tener o le hacia tan mal eratamiento e tales vejaciones que era forzado cl sefior dello dexallo todo, e de aqui nacia otro mayor inconveniente, fqve como esto sabian los que tenian pueblor encomendados © yeian ‘que facilmente los que gobernaban se los removian e por lo que hemos dicho se perdia lo que granjeaban, no curaban de hacer ni poner gran- jerlas ni ganados ni otros géneros de agricultura e asi solo se ocupaban tn aprovecharse de lo que los dichos indios tenian y trabajarlos en man- tener cuadrillas en las minas e en otros géneros de aprovechamientos de que tenian provecho de presente, sin mirar lo avenidero por las dichts consideracioner: ¢ asi no hallamos granjeads Is tierra como qui sigramas en que consiste toda la perpetuidad della porque no las ha- biendo, todos estarin de camino para se tornar a esos reynos”. Hay que tener en cuenta gue ests Segunda Audiencia no veia con buenos ojor las encomiendas. Y no slo implants los corregimientos rata contearvestar [a autoridad de los cncomenderos, sino que prefirié alentar a los simples Inbradores en vez de favorecer los sefiorios y enco- miendas, Por ejemplo, cl 20 de marzo de 1531, el presidente y oidor, aque lo era entonces al licenciado Salmerdn, se junta con el eabildo y manda pregonar, como se hace, que se inscviban los vecinos de México ten el cabildo para obtener repazta de viereas, Se trataba de las que pposeia el cesorero Estrada y otras que luego se sefalarian, Pero lo inte- 240 ESTUDIOS INDIANOS No conozco el texto de ellas, pero del sentido de la carta —y de otro dato que citaré después—se deduce que favorecian a las familias de los encomenderos desposeidos. La previsién de los oidores no impidié el efecto que temian, a juzgar por la carta que escribieron al rey los resante es que se ofrecen dar a “personas que no tienen indios de'repar- timiento para en que tengan sus geanjerias y labranzas”, Actas de Gabildo, M1, 97. Era una consecuencia de Ir pol recer a quienes sin ser encomenderos quisieran de Asi vemos asomar en embriin Ia poderosa propiedad territorial inde pendeney jen del edo alas encosendas,y mt an, devinads en lildimo témino a iz contea é Ja fundacin de Pucbla de los Angeles, que ha estudiado recientemente F, Chevalier, "Signfieation sociale de la fondation de Puebla de los Angeles”, Revista de Historia de América, 23 (Junio de 1947), pp. 105-130. ‘No obstante lo afirmado por la Segunda Audiencia en el sentido de que no hallaron la tierra granjeada como era deseable, es lo cierto aque desde los primeros tiempos se advierte el interés de algunos enco- ‘menderos por criar puercos en sus pueblos y sembrar ecrcaes. Es fécil comprobarlo mediante las escrituras por las que nombraban a los cal- pixques o mayordomos que se encargaban de vigilar esas granjerias cn los pueblos encomendados. Cir. A. Millares Carlo y J. 1. Mantecéa, Indice y Extractos de los Protocolos del Archivo de Noterias de Mé= ico, D. F., México, 1945 y 1946, 2 vols. You. “Encomiendas". Por «j., nim. 530: Contrato celebrado ol 3 de mayo de 1527 entre Diego de San Vicente, estante en Tenustitin, y Pedro Niiex, maestre de Roa, vecino de la misma ciudad, por el cual se obliga el primero a servir al segundo por dos afos en los pueblos que tenia en encomienda, “en los quale... tengo de thener cargo de hazer criar e thener 2 cargo todo el ganado de puercos ¢ puercas que vos... me entregardes, © asy rismo,.. hazer senbrar trigo e mayz ¢ otras semillas... ¢ me habéis de dar yndios pars que sean porqueros... ¢ asymismo yadios para qué sme ayuden a senbrar dichas sementerss...5 ¢ todo el mantenimiento para los dichos yndios... ¢ las semillas que fuere mencstec”. Bien «5 cierto que junto a casos como éste, se encuentran otros en que el encomendero se limita a dar poder (por ej, mim. 16) pars "sacar. .» dlls... todos los esclavos, oro ¢ rropas © mahiz € otf cosas © man~ tenimientos que me soa obligados a me dar, como a sefor dellos. DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 241 miembros del ayuntamiento de México, el 6 de mayo de 1533: “como los que tenian los dichos indios criaban en el término de los pueblos ganados y los dichos corregidores se los echan de alli, fué forzado, por no tener con qué sustentallos, venderlos a menos precio, e se han ido a otras partes fuera desta ciudad quinientos hombres ¢ més, lo cual es Ia causa que estando los ganados por la mejor e més subida hacienda, ha dado tanta baja que al presente casi no vale nada, e como los dichos corregidores no los erian ¢ de cada dia se hacen menos, recibe dello Ia epublica perjuicio, e aunque al presente no se sienta, sentirse ha adelante”. Una cédula real, dada en Madrid el 16 de junio de 1535, recordaba que la audiencia escribié al emperador en el sentido de que algunos conquistadores casados morian y dejaban mujeres e hijos, y que sus granjerias y ganados, tuna vez puestos los pueblos en corregimiento, se perdian y la familia quedaba sin qué comer; la audiencia, para re- mediarlo, consintié en algunos casos que la familia gozara de los tributos de los pueblos sin titulo, lo que aprobé el emperador{ ahora se mandaba al virrey Mendoza que obra- raen la misma forma en el caso de Inés de Gamboa.” Este dato parece aclarar el sentido de las ordenanzas que sabe- mos envid Ia audiencia de México a Espafia en 1531; el deseo de proteger Jas heredades y crianzas del encomen- dero muerto llegaba al grado de disimular Ia percepcién de fos tributos. La ley de sucesién de las encomiendas, de 26 de mayo de 1536, al aprobar el goce de Jos tributos y servicios por 4% Arch. de Indias, Papeles de Simancas, 60-3-17. Colec. Paso y Troncoso, carpets II, doc. 135. © Page, Cedulario, 1, 368-370. 242 ESTUDIOS INDIANOS dos vidas, simplified el problema, porque quedando en la misma familia la encomienda y las labranzas y ganados, no existia la interferencia de un tercero (nuevo encomen- dero o corregidor) que causara la alarma y desinimo de Ios colonos poscedores de indios.” Pero esa ley no incor- pord en los titules de encomienda las propiedades raices y semovientes, ni tampoco impidié por completo que pudie- ra haber propiedad territorial de terceros dentro de las en- comiendas, porque segiin estudiaremos luego, podian éstos adquirir las tierras de los indios por compra o por virtud de merced de autoridad competente. En noviembre de 1538 reaparece la antigua soluci consistent en la compraventa forzosa de las estancias cuan- do la encomienda pasaba de un encomendero a otro: “Las heredades que los yecinos de San Cristobal de Chiapa hubie- ren plantado en las encomiendas de indios que tuvieren, sean suyas y de sus herederos, y los que en las dichas enco- miendas sucedieren sean obligados a comprirselas”.** \ Los ex-encomenderos y sus familiares, en consecuencia, al quedar reducidos a la categoria de terceros extrafios al derecho de la encomienda, eran protegidos en cierta me- dida contra los nuevos encomenderos y los corregidores. Entonces se hacia més palpable la distincién entre el de- recho a las heredades y los ganados y el derecho a la encomienda, que ya se habia manifestado antes como una causa de limitacién de las empresas de los colonos. La relacién entre los encomenderos y los terceros es- BD, Uy X, 322-327. De Le Ly XLL, 198-204. % D. I. U., XXML, $5. Pirrafo 175. Cf. también mi Contribu- itm a la bistoria de las imstituciones coloniales en Guatemala, México, 1945, pp. 56-58. Véase el texto publicado por F. Chevalier, en Ania rio de Historia del Derecho Espafol, XV, 696-697, segin A. G. Iu Sece. V, Guatemala 393, 20. Registro, fol. XLIV. DE_ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 243 pafioles poseedores de tierras en las encomiendas adquirié perfiles mas precisos con posterioridad, como lo revela el caso que a continuacién estudiaré. Cuando Hernin Cortés se trasladé a Espaiia, adonde legs el 11 de mayo de 1528, los oidores de la primera audiencia de México, que ya dijimos eran sus enemigos y le habian privado del pueblo de Toluca, le quitaron también Ia encomienda de Cuer- navaca y la dieron a Antonio Serrano de Cardona, vecino y regidor de la ciudad de México. La parte de Cortés si- guid pleito ante la propia audiencia con ese motivo, pero el fallo le fué adverso y el proceso se remitié a Espafia en grado de apelacién, Gobernaba ya la segunda audiencia de México, cuan- do Serrano de Cardona presenté ante ella, a principios del afio de 1531, un escrito en que manifestaba que muchas veces habia pedido se mandase a los indios de Cuernavaca le sirviesen segtin y como hasta aqui le solian servir, asi en darle el tributo y servicio ordinario, como en acabarle de labrar un ingenio que tenia comenzado a hacer, y que hasta entonces no se habia proveido cosa alguna, de lo cual recibia agravio y perjuicio por estar como estaba el dicho ingenio para moler, y que si se hubiera mandado que los indios le sirvieran después que 1a real audiencia vino a Nueva Espaiia, ya estuviera el ingenio acabado y moliera cada dia ocho o diez arrobas de aziicar, que valia cada una 25 ducados; que gastaba en Ia obra del ingenio mensual- mente 200 pesos de oro de salarios de los espafoles que labraban en él, ademés del gasto ordinario. Serrano hacia mérito de su calidad de conquistador y pedia que se man- dara a los indios que le sirvieran como solian y eran obli- gados para que pudiera acabar el ingenio, y hacia presen- tacién de los documentos que acreditaban su calidad de 4 [ESTUDIOS INDIANOS ‘encomendero de Cuernavaca. Asimismo manifestaba que el tributo que los indios le debian dar se habia cumplido hacia ocho dias y convenia mandarles que se lo dieran y que un alguacil fuera por ellos a casa de Tomis de Rigo- les, intérprete del marqués del Valle, y les preguntara qué hacian alli y a qué habian ido, y la audiencia hallaria que el marqués les habia mandado que no sirviesen a Cardona sino a él, Pedia justicia sobre todo lo referido. En otfo escrito dijo Serrano que habia Ilegado a su noticia que el marqués traia cierta provisién o provisiones tocantes al pueblo de Cuernavaca, y porque podrian ser en su perjuicio, pedia traslado de las que el marqués pre- sentara en la audiencia, relativas a dicho pueblo, a fin de que alegara de su derecho y, si necesario era, desdé aquel momento se oponia como tercero. El 13 de febrero de 1531, los oidores respondieron a la peticién de Serrano en el sentido de que ellos no habian prohibido a los indios de Cuernavaca y su sujeto que le sirviesen, antes al principio que legaron a la ciudad de México, por no estar informados de las cosas de la tierra, mandaron a los indios, en presencia de Villarroel (en estos documentos se llama indistintamente a la misma persona Antonio Serrano de Cardona y Antonio de Villarroel), que no innovasen en el servicio que le hacian sino que lo continuasen hasta que por ellos otra cosa se mandara. Que ahora estaban mejor informados de las cosas de Ia tierra y sabian los malos tratamientos que Villarroel habia hecho a los indios y excesivos tributos y comidas que les llevaba y las muchas heredades que les tenia ocupadas y que em- pleaba a los vecinos del pueblo continuamente en su ser- vieio, asi en faenas domésticas, como en sementeras, edifi- cios y hacer haciendas, segiin constaba por Ja visitacién 245 gue hizo Gerénimo Ruiz y la confesidn del propio Villa- rroel, que los oidores mandaban incorporar al pie de su respuesta. Que asimismo los sefiores indios del pueblo ha- bian puesto demanda en Ia audiencia a Villarroel, que tam- bién se afiadiria al expediente. Teniendo en cuenta esos agravios y vejaciones y que el marqués del Valle pedia ‘cumplimiento de la merced que el rey le habia hecho de los 23,000 vasallos en ciertos lugares nombrados en 1a merced, de los cuales era uno el dicho pueblo de Cuernavaca con su sujeto, resolvian que no habia lugar a conceder lo que pedia Villarroel y ofrecian que con toda brevedad dever- minarian lo que habia de hacerse con el pueblo, Io cual no estaba proveido por las grandes ocupaciones que dichos cidores habian tendo. Villarroel no recibiria el tributo —aue era de mas de 4,000 mantas—sin que primero lo presentara ante los oidores para que determinaran lo que al servicio del rey conviniera, conforme a las ordenanzas ¢ instrucciones de la materia, En el expediente que he consultado vienen, a conti- nuacién de la respuesta de los oidores, la visita de Geré- rnimo Ruiz y la confesidn de Serrano de Cardona, pero no Ja demanda de los indios ante la audiencia, De las nume- rosas materias tratadas en ambos documentos destacaré Jo tocante al derecho territorial. Gerdnimo Ruiz, regidor de la ciudad de México, vi- sité algunas provincias de Nueva Espafia por provision de la primera audiencia, dada en obedecimiento de dispo- siciones reales. Llevé por escribano a Alonso de Santistevan y por naguatato o intérprete a Garci Ximenes, espafioles. EL 3 de marzo de 1530, estando en el pueblo cabecera de la provincia de Cuernavaca, hizo parecer ante si al indio ca~ cique don Hernando y a todos los indios principales de Ia 246 ESTUDIOS INDIANOS DE ENOOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 2a. cabecera y Ia provincia que se pudieron haber para contar Ia gente de ella y hacer en la visita Jo que le era mandado en la provisién, Preguntados los indios acerca de las quejas que tuvie- ran contra su encomendero, respondieron que no tenfan agravio de él ni de su gente por mal tratamiento, y de lo que se agraviaban y pedian justicia era del tributo, comida y servicios que les levaban. Entre estos tiltimos enume- raban los que Serrano les pedia en la hacienda que hacia en la estancia de Tetela para edificar una cerca de cubos p[ro- to] (para?) una huerta, y casas para un ingenio y otras moradas y para hacer labranzas de trigo, maiz, cafias dul- ces y ottas semillas y una sementera de melones en Tlalqui- tenango y sembrar maiz y trigo en otras tierras, en cuyas labores habian andado el mes de febrero y el presente, y a causa de esos servicios no podian hacer sus labranzas y se- menteras para proveerse y pagar el tributo. Que también recibian daiio de la heredad que Serrano hacia en la estan- cia de Tetela, porque era de la cabecera, y a causa de ha- corse, los maceguales se habian ido a sembrar a otras partes, Que Serrano habia mandado cortar y arrancar en el sitio mucha cantidad de arboles de aguacates con que los indios se proveian y trataban, Que los maceguales habian ido a trabajar en dichos servicios por fuerza, contra su volun- tad, porque el amo y Jos espafioles que por él estaban en la provincia los hacian acudir, EL 6 de marzo, el visitador fué en persona a la es tancia de Tetela y hallé que Serrano hacia una heredad, labranzas de eaiias dulces y trigo que en el sitio estaba sem- brado, y comenzada a hacer una pared de cal y piedra y en ella cinco cubos, lo cual se le dijo que se hacia para reparo de tener la tierra para una huerta que Serrano que- ria hacer en el sitio. Estaban abiertos otros cimientos para casa y algunos de ellos sacados en haz de la tierra, lo que se dijo era para una casa de ingenio que Serrano queria hacer. Habia en la heredad muchos arboles aguacates y otros arrancados, cortados y hechos troncos para lesa. Estaban en la heredad Francisco de la Torre, Pedro Fer- nindez Paniagua y Marcos Diaz, hombres del dicho Se- rrano, los cuales moraban en ciertas casas de indios, y estos espafioles declararon lo que antes se ha referido y dijeron que el dicho sitio de heredad fo habia comprado Antonio Serrano de los indios ctiyo era y se lo pags y que después cl dicho Serrano habia hecho y mandado hacer las dichas labranzas y edificios y que para hacerse lo susodicho se habjan deshecho algunas casas de indios que moraban en el sitio. En fa misma heredad estaban los espafioles enfermos Antonio Ceceliano y Juanes. El calpisque Torre mostré al visitador un mandamiento del presidente y oidores que le autorizaba a estar en Ia provincia y otro relativo a Fer- nandez, Diaz y Sanchez, que les permitia residir para cu- rarse “e parescié todos los susodichos estar buenos”. Esta manera de evadir la prohibicién legal de que los espaiioles residieran en pueblos de indios fué descubierta por el visi- tador, quien averigué que Fernandez tenia cargo por Se- rrano de labrar cafias dulces y edificar el ingenio; Diaz, de la labranza del trigo; y Sanchez, de la sementera de melones que se hacia en Tlalquiltenango, Las decisiones del visitador acerca de las materias que examinamos consistieron en ordenar, respecto de los ser~ vicios que pedia Serrano a los indios y que éstos hacian en sus haciendas y granjerias, que se dieran de acuerdo con Ia sentencia y cédula de Ja encomienda, sin Ilevarles otra cosa alguna por concierto ni en otra manera sin licencia 248 ESTUDIOS INDIANOS de la audiencia, so pena de privacién de los indios y multa al calpisque de 200 pesos de oro de minas. A fin de que los indios no fueran ocupados en tiempo de sus labores, segin la ordenanza, el visitador hizo leer éta y mandé que se guardara, La decisién final acerca de los servicios la remi- 1i6 al juicio de los oidores. Si los sefiores y principales in- dios hacian sactificios w otros actos de la religién gentil 0 tenian més de una mujer, Ia pena consistiria en el perdi- miento del sefiorio y tierras que tuvieran en favor del rey espaiiol. El problema del derecho a la heredad del enco- mendero se traté en el pirrafo siguiente: “Iten en cuanto toca la heredad y hazienda quel dicho Antonio Serrano haze en Ia dicha estancia de Tetela, porque paresce tiene el uso e posesin della, dixo que mandava al dicho Antonio Serrano e al dicho Francisco de la Torre su calpisque en su nombre, que dentro de treinta dias primeros siguientes presente ante él el titulo que tiene a la dicha heredad para Ia hazer, porque sobrello haga lo que sea justicia, con aper- cibimiento que pasado el término haré lo que con derecho deva”. El intérprete explicé las resoluciones a los indios, en presencia del padre guardian, y fray Alonso de Herrers, Nuiio Gonzilez y Vicente Conplido, espafioles. Serrano apelé y la audiencia mandé al visitador Ruiz que no pro- cediese ni ejecutase sus resoluciones y que entregase el proceso, lo cual hizo el escribano. Martin Sinchez sufrié tuna pena, que no se dice cudl fué, por haber tratado mal a los indios.” 8 Los datos que he omitido de mi deseripcién, relativos al era rmiento de indios, tributos y comidas, son de mucho interés para el estudio de las relaciones primitivas entre los encomenderos y los mat tales, No he querido sin embargo apartarme del aspecto.territor ‘come tampoco lo he hecho en los otros documentos que cito en el estudio, Quizds en otra ocasién pueda utilizar los datos de que ahora DE ENCOMIENDAS Y PROPIEDAD TERRITORIAL 249 La confesién de Serrano de Cardona, que hemos dicho se unié al expediente, contenia esta tercera pregunta: gqué personas y vecinos del dicho pueblo de Cuernavaca se ocu- paban en sus haciendas, granjerias y edificios que hacia en los dichos lugares y otras partes? Respondié que al bajar de la madera de la sierra, que era una legua o legua y me- dia del sitio donde hacia el ingenio, que se juntarian al dicho servicio 2,000 6 2,500 indios y se ocuparian en eso veinte o treinta dias; que de ordinario se ceupaban en el ingenio y granjerias, en siete meses poco mis © menos, de 200 a 500 hombres; que en hacer el melonar, le dijo el calpisque que empleaba 30 hombres y daban de comer al espafiol ocupado en ello y a dos esclavos; reconoci6 Se- rrano que habia mandado poner maizales en término de los dichos lugares, pero no sabia la gente que se habia ocu- pado ni los gastos que se ocasionaron a los indios, y que las sementeras no se habian cogido."* En resumen, durante su breve aprovechamiento de la encomienda de Cuernavaca, Serrano de Cardona habia es- tablecido una heredad, comenzado a edificar un ingenio y empleado liberalmente los servicios de los indios. El lector hhabré notado que los espafioles residentes en Tetela infor- maron al visitador de una compra del sitio hecha por Serrano a los dueiios indios y que para esclarecer el punto el visitador pidié que se exhibiera el titulo. En la confesién prescindo, Los Iectoes intcresados en oteor aspectos de las encomieadas pueden consultar actualmente Ia bibliggrafia de LB. Simpson, The Encomienda in New Spain, Berkeley, California, 1929 y de 8. Zavala, La Encomienda Indians, Madr, 1955, 48 Archivo General de In NaciSn. México. Hospital de Jesis, Legajo 264, expediente 15. El original caece de folistura. La desig sacion de Flospital de Jess se apical ramo de los papeles dela familia de Heenin Cortés, 2 causa de que se conservaron en dicho edificio ances de su trslaciin al archivo general 250 ESTUDIOS INDIANOS posterior de Serrano figuran todos los cargos menos éste de indole territorial. Pronto veremos que contaba efecti vamente con el contrato de compra y es de suponer que lo presenté al visitador para satisfacer su requerimiento, 0 que la apelacién dejé sin efecto la orden, 0 acaso que Serrano exhibié el titulo ante la audiencia, El pleito entre Serrano y Cortés continué con poste- rioridad a la respuesta de la segunda audiencia, segin se desprende de la causa que en 1547 siguieron Antonio de la Cadena ¢ Isabel de Ojeda, en la audiencia de México, contra el marqués del Valle, sobre el derscho a cortar leita y madera en los montes de Cuernavaca para el ingenio de azticar de Axomulco. De las probanzas presentadas por las partes, y especial- mente de una provisién real fechada en Toledo el 27 de matzo de 1534, resulta que el marqués, inmediatamente que recobré el pueblo de Cuernavaca, comenz6 a hacer fuerzas y malos tratamientos a Serrano de Cardona en la heredad y el ingenio, prendiéndole su persona, criados y esclavos, tomindole bueyes y una carreta, prohibiéndole ‘que cortase madera y leiia en los montes comarcanos y que trajese arena para el edificio e impidiéndole regar y apro- vecharse del agua, porque consideraba que todo eso que- daba comprendido en su merced. En defensa de su derecho, la parte del marqués alegs en el Consejo de Indias que los oidores dieron la enco- mienda a Serrano por el odio que tenian a Cortés y que su posesién no habia sido valida, y en cuanto al término de Tetela, que Serrano decia que le pertenecia “ansi por dere- cho de sefiorfo que pretendia tener el dicho pueblo de Guadnabaca, como por cierta compra que dezia tener del DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 2s dicho término adonde dezia que tenia comenzada hacer tun ingenio y pedia ser amparado en la dicha posesidn”, lo que pasaba era que Serrano indujo a los indios don Her- nando, don Rodrigo y don Juan, de quienes era el término, a que se lo vendiesen “para tener color de le defender visto que por el titulo de encomienda que injustamente le ha- bian dado no le podia defender”. La parte de Cortés referia que por medio de amenazas y después de haber estado presos los indios en México, Serrano obtuvo la venta con perjuicio de los indios y pagindoles 16 cargas de ropa de mantas que valdrian 70 u 80 pesos, cuando el precio de la tierra era de 12,000 pesos y mas, y la renta anual no menor de 25 cargas de ropa: “lo cual era cosa de muy grande engaiio”, y sobre todo habia pleitos pendientes, asi por parte del indio don Hernando y sus consortes, co- mo por parte del marqués, que habia seguido la causa por su interés. Que Serrano queria callar todo esto y con rela- cciones siniestras procurar de ganar provision real para evi- tar las sentencias, a lo que no se debia dar lugar sino verse los pleitos, porque de otra manera el marqués recibiria notorio agravio y los indios quedarian despojados de sus tierras y heredades indefensas, siendo como eran menores yy estando como estaba pedida restitucién y alegado cémo en la dicha venta no intervinieron las solemnnidades que de derecho se requerian; que el ingenio edificado por Serrano consumia mucha lefia y madera y en poco tiempo se tala- rian 15 leguas con perjuicio de los pueblos comarcanos, y que para moler, el dicho ingenio necesitaba agua, que habia de sacarse de los sitios por donde antiguamente solia venir, y de consentirse seria echar a perder los pueblos, y también sobre ello habia pleito y denuncia de labor de nueva obras que el ingenio perjudicaba a los naturales que vivian en el 282 ESTUDIOS INDIANS término, porque se les hacia trabajar por fuerza y se les agraviaba en sus mujeres ¢ hijas. No obstante estas razones, el Consejo de Indias, por auto dado en Madrid el 22 de diciembre de 1533, ampard ‘a Serrano en la posesién derivada del contrato de compra, mientras se seguia el pleito sobre la propiedad en Ia audien- cia de México. La parte del marqués suplicd, pero el Con- sejo confirmé lo mandado, en 10 de enero de 1534, con que las tierras y heredades en que por dicho auto se ampa- raba a Serrano fuesen las contenidas en el auto de posesién presentado en el proceso, el cual mandése incorporar en la carta ejecutoria, El texto se conserva afortunadamente y expresa que en las estancias de Tetela ¢ Iztayuca, término de Guad- navaca, a 25 de octubre ds 1529, en presencia de Hernando de Villanueba, escribano y notario, parecieron don Her- nando, indio natural de Nueva Espafa y sefior del pueblo de Guadnavaca, y Tecapanecal, Ciguatequepanecal, Vici- nagual, Panchinaleal, Ditequile, Papalote, Mexcaltane, Aquicigual, Chilmecal, Suchil, Quicigual, Coatle, Acanci- quetecapan, Etla, Coatle, Yautle, Tlacalul, Cotlachi, Ysca- coal, Muycoal, Malbene, Gibnel y Ciguatecapanecal, prin- cipales y maceguales de las estancias y pueblo de Guad- nabaca, Iztayuca y Tetela, y por lengua de Pedro de Molina, intérprete, dijeron —sigo casi literalmente el do- cumento para no desvirtuar su sentido— que por cuanto ellos habjan vendido a Antonio Serrano de Cardona, vecino y regidor de Ia ciudad de Tenistititan, las casas que estaban sobre la pefia, junto a la fuente de Iztayuca, y el rosal, hhuerta y tierras debajo de dichas casas junto a la fuente y todo el barranco abajo hasta Tetela, desde 1a una cuesta hhasta la otra, y en la misma Tetela todas las tierras que en -RRITORIAL 253 DB ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD cla estaban, linderos de la parte que salia el sol la cumbre de la cuesta que hacia el dicho barranco sobre que estaba asentada 1a casa, y asimismo linderos hacia donde salia el sol y (sic) la acequia primera que se sacaba del arroyo que bajaba de Ia fuente hasta dar en Ia huerta de Tetela, que la partia un arroyo seco, y por Ia otra parte, el dicho arroyo seco hasta dar en el rio que venia de hacia las sierras que estaba hacia Ocuila; y por Ia otra parte linderos el dicho io arriba, hasta dar en donde entraba el arroyo que venia de Yztayuca en el rio que venia de hacia las sierras; y por a otra parte hacia el norte, mediodia y poniente, linderos el camino que iba por encima de la fuente y de la cuesta que hacia el dicho barranco hacia aquella parte y desde en derecho de las dichas casas que estaban sobre la pefia junto 2 la fuente de TIztayuca hasta dar donde se sacaba la ace- quia del rio que venia de hacia la sierra, pasando por en- cima de Ia represa, derecho hasta Ia cuesta frontera que estaba hacia el poniente; y por Ja otra parte linderos la dicha cuesta por el camino que iba por la cumbre de ella hasta en derecho donde entraba el rio que venia de hacia las sierras a la dicha fuente; y el agua que pasaba por la dicha huerta, rosal, barranco y tierras; de todo lo cual Ie tenian hecha carta de venta, y porque ellos no Je habian metido en Ia posesién de ello, aunque se lo tenia pagado, mas de haberle dado licencia y facultad para que por su propia autoridad pudiese tomar y aprehender la tenencia, posesién y propiedad de las tierras, aguas, huerta y rosal, como en Ia carta de venta se contenia, dijeron que porque Serrano estuviese mas seguro de la venta y pudiese mejor usar de la fuente, aguas, casas, huerta, rosal y tierras, como de cosa suya propia, don Hernando indio, juntamente con los susodichos principales y maceguales, tomaba por la 24 ESTUDIOS INDLANOS: > mano a Serrano, y le metian en la posssidn y dijeron que se desistian y apartaban de la tenencia, posesi6n y propie- dad, que todo traspasaban en Serrano, Este dijo que la recibia y se paseé por las dichas casas, tierras, huerta y rosal desde la fuente hasta abajo y de una parte a la otra y eché de ellas a as personas que quiso usando de la pose- sién, cortando arboles, cogiendo rosas, bebiendo de la fuen- te, regando con las aguas las tierras y vertiéndolas por ellas, y dijo que se apoderaba y aprehendia Ia tenencia, posesién y propiedad civil, criminal y corporalmente por virtud de dicha venta y pidié testimonio. Los indios dijeron que no sabian escribir y rogaron a Gonzalo Fernandez. lo firmase por ellos, el cual lo hizo, Con posterioridad a Ia decisién del Consejo de Indias de 1534, la disputa entre Serrano y Cortés continu y para zanjarla amas partes celebraron concierto, mediante el cual unos arbitros fallaron el 11 de marzo de 1539, en pre~ sencia del virrey Mendoza, que Cortés y Serrano de Car- dona constituyeran una sociedad o compafiia perpetua en Jas tierras y heredad del ingenio y cafias, quedando al marqués una séptima parte y a Serrano las seis restantes, EI marqués se obligaba a no entablar més pleitos sobre 1a propiedad y la posesin y a hacer que los indios dieran a Ja otra parte, si necesario fuere, una carta y contrato de las tierras, quedando a cargo del propio marqués indemnizar a los indios por el pleito que seguian contra Serrano de Cardona y las tierras que le reclamaban, Después de este arreglo, las diferencias entre los here~ deros de Serrano y los marqueses del Valle prosiguieron sobre el derecho a cortar lefia de los montes de Cuernavaca, que los iiltimos querian impedir; la audiencia de México at YY PROPIEDAD TERRITORIAL 255 resolvid, el 15 de febrero de 1547, que podia cortarse sin impedimento de ninguna clase." Las ensefianzas que derivan de este pleito son consi- derables: cuando Serrano era encomendero, no le basté el titulo de encomienda para sembrar las tierras de cafias y fundar el ingenio, lo que concuerda con los muchos casos que conocemos acerca de la falta de territorialidad de las encomiendas. El por su parte, que era hombre previsor, no confiaba en ese derecho y temia que el marqués del Valle, persona poderosa, recobrara el sefiorio de Cuerna- vaca y destruyera las heredades de cafia y el ingenio. Por eso recurrié a Ia solucién juridica consistente en un con- trato independiente de compra de las tierras a los indios. Una vez. que lo hubo celebrado, perdié la encomienda, pero tuvo todavia un titulo legal para defender su posesién en las tierras y el ingenio. El marqués del Valle, cuando re- cobré el sefiorio del pueblo, atacé de hecho y de derecho esa propiedad, porque la tachaba de ser contraria a su mer- ced, fundada en un tivulo vicioso de encomienda y en una compraventa engafiosa para los indios. Instigados éstos seguramente por Cortés, presentaron su demanda para re- cobrar las tierras de Serrano, Mientras se aclaraba el dere- cho entre las partes, la corona mantuvo a Serrano en la posesién de las tierras y el ingenio. Finalmente se llegd a un pacto que reconocié el mayor derecho del espafiol tercero y la obligacién del marqués de asociarse a él y de indem- nizat a los primitivos duefios indios. En consecuencia, el espasiol propietario de tierras dentro de una encomienda que pertenecia a otro titular no era obligado, como se uusaba antes, a renunciar a su posesién, y se admitia que © Harkness Collection, nim. Vil ESTUDIOS INDIBNOS cla era compatible con el derecho de seftorio que peite- necia al amo del pueblo, Veremos mis adelante que la cencia de derechos sefioriales con los de propiedad de personas distintas del sefior se extendia a las posesio- nies de los vasallos indios. En el pleito habido entre Bernal Diaz, los indios de su encomienda de Izcuintepee y Martin Ximénez, que ya hemos citado, este espafol alegé que Bernal defendia a los indios porque no queria que ningiin espafol estuviera entre los de sus pueblos. Bernal contests que en Sacatepequez muchos de los campos de trigo de los espafioles estaban en términos de su encomienda. Se recordaré que la audiencia de los Confines concedié a Ximénez, la merced de tierras dentro de la encomienda de Bernal y la revocs después, ‘no por miramiento al encomendero sino porque era eri per- juicio de los indios."* -No parece que legalmente ni de hecho hubiera impedimento para que terceros espafioles poseyeran tierras dentro de las encomiendas de esta regién, a juzgar por el ejemplo citado, pero se observa la viva ‘oposicién de los encomenderos a esa politica, En Nueva Espafia hallamos més tarde un ejemplo de concesién de tierras a un tercero espafiol dentro de los tér- minos de un pueblo de encomienda; el virrey se muestra dispuesto a ampararlo frente a las pretensiones de los indios y del encomendero, La tierra mercedada era para sitio de ‘ganado menor. © Vésee Ia nota 28. “© Chr, G, Aguitre Beltrn, El seiorfo de Cuaubtochco, México, 1940, pp. 79-80. Inserta un mandamiento del wirrey de Nueva Espafia don Gaspar de Ziiiiga y Acevedo, Conde de Monterrey, relative » que Pedro de Beristsin, vecino del pueblo de Tecamachalco, le habsa hecho rolacién que en términos de San Antonio (Guacusco) tenia poblados ‘ocho sitios de estancia para ganado menor por merced que los virreyes No se erataba, al parecer, de un cas0 aislado, sino mis bien de una politica virreinal que sustentaba ya un cri- tetio definido acerca de esta clase de controversias.) En efecto, el virrey Conde de Monterrey, en México, por mandamiento de 7 de agosto de 1599, conoce de la que- ja relacionada con una labor que poseia el espafiol Gaspar Tria en términos del pueblo de Tlamaco, encomendado a Gerénimo Tria, Quizds uno y otro interesado eran pa- rientes, pero en este caso se habian disgustado por razén del trabajo de los indios. |EI labrador defendia el servi- cio de sus gafianes, no sélo frente al pueblo de indios, mas también en contra del encomendero del mismo. No se ventilaba en este caso ningdn problema territorial sino de trabajo de los indios. Pero el virrey, al amparar al Ix- brador, concedia la mano de obra a una hacienda situada dentro de los términos del pueblo encomendado, y en per juicio de los intereses del encomendero que en este caso coincidian con los del pueblo de indios, pues el uno y los otros se oponian al servicio de gafianes que demandaba Ja hacienda.** INo parece que el virrey se encontrase dis- puesto a poner obstéculos a esas haciendas que-nacian y crecian dentro de los términos de los pueblos de encomien- da, y que eran de espaiioles distintos del encomendero. Por anteriores le hicieron, y en parte de ellos con malicia fos indios y el enco- mendeto del dicho pueblo de Sin Antonio pretendian sembrar dentro de los limites de ellos exfa, queriéndose valer de su tierra y ocuparla. Pide que se le ampare. El Vierey manda a la justicia real del pueblo de San Antonio que ver los titulos y mercedes que Beristain tiene, y siendo bastantes, le ampare y no consienta que los indios ni otra per~ sona siembre eaha ni otra cosa en lo que le pertencee, poniendo pena al que se excediere. México, 13 de octubre de 1597. “Archivo General de [a Nacién, México. General de Parce, V, 64:64 v. Fuenter pare la Historia del Trabsjo ex Nueva Espuite, eTV, doc. LVI. 258 ESTUDIOS INDIANOS el contrario, se les dispensaba, segiin se ha visto, la necesaria proteccién gubernativa tanto en el orden territorial como en el del suministro de la mano de obra.) ‘Nuestea respuesta a Ja pregunta c), hecha al principio del estudio, seré por lo tanto: las I2yes trataron de evitar cn los primeros tiempos Ja existencia de propiedad de ter- ceros espafioles dentro de las encomiendas, exigiendo, én los casos en que surgia, la compraventa obligatoria de Ia here- dad. No se abandonaron por eso los derechos de anteriores _encomenderos y sus herederos, sustituidos en el goce de las, encomiendas por otros pretendientes o por corregidores reales, y se establecieron con tal objeto diversas medidas de proteccién, Al mediar el siglo XVI, se encuentran casos en que, en vez de ser obligados los terceros espafioles a des- hacerse de sus propiedades, son amparados en ellas, y los encomenderos obligados a transigir con los propietarios extrafios. Surgen rivalidades entre unos y otros, pero se admite la compatibilidad de los derechos de sefiorio y en- comienda con les de propiedad de terceros dentro de los términos de los mismos pueblos. . 3.—La propiedad de los indios en las encomiendas.— ‘Algunos ejemplos anteriores han demostrado que el mar- ~ qués del Valle y fos encomenderos incitaban a los indios a defender sus tierras contra los espaiioles intrusos, porque en ellas granjeaban los cultivos con que pagaban los tribu- tos de las encomiendas. La defensa de la propiedad de los indios coincidia entonces con el interés del encomendero, y éste, de buen grado, reconocia el derecho de propiedad indigena enfrentado a las ambiciones de los terceros espa- (Mis grave y significativo era el problema cuando el interés y ef derecho del encomendero entraban en con- flicto con Ia propiedad territorial de sus indios. Sabemos DE ENCOMIENDAS Y PROPIEDAD TERRITORIAL 259 que habia casos de usurpacién, compras de tierras enga- fiosas y simuladas, y mercedes de propiedad privada hechas por el cabildo o el gobernador, que si bien contenizn gene- ralmente Ia cliusula de que fueran sin perjuicio de los in- dios, podian originar conflictos entre la conveniencia del amo y el derecho de sus encomendados. En tales ejemplos las partes se disputaban la propiedad civil de Jas tierras, «) ~ Ahora bien, las propiedades particulares del encomen- dero y de los espafioles terceros, una vez definidas legal- mente, y fas sementeras afectadas para el pago de los tribu~ tos, no ocupaban todos los términos del pueblo, y cabe preguntar: zqué régimen de propiedad habia en las tierras excedentes dentro de la encomienda? + Sabemos ya que no pertenecian en propiedad parti- cular —directa y vitil—a los sefiores y encomenderos, pero gno tenfan éstos el derecho territorial de los sefiorios sola- riegos de Espaiia a que me referi al principio de este trabajo?; glos indios tributarios gozaban solamente del de- recho util, correspondiendo el directo a los sefiores y en- comenderos? La respuesta sobre el derecho del espaiiol no es exac- tamente la misma en los seiorfos regulares que en las enco- miendas, como anticipé en las pigs. 211-212 de este estu- dios en los ejemplos que siguen se ver la compl tema en el marquesado de Cortés y su lenta asimilacién al derecho de las encomiendas, que se apartan francamente de la territorialidad del solariego hispano. Desde el punto de vista de Ia propiedad perteneciente a los vasallos, se observa en los sefiorios y encomiendas de Indias una proteccién que mejora el derecho limitado de los labradores medievales. El progreso del derecho se halla sin 260 ESTUDIOS INDIANOS embargo contrarrestado por las diferencias de cultura y raza que perjudican en la practica a los indigenas. Examinemos los ejemplos. ~ La existencia de un derecho de propiedad de los natu- rales, compatible con el titulo de encomienda del espaiiol, se encuentra reconocida en las leyes de Burgos de 15122 El capitulo T ordenaba que los encomenderos construyeran, para cada grupo de 50 indios de los que se poblarian en lugares cercanos a los de espafioles, cuatro bohios de 30 pies de largo y 15 de ancho y que les dieran 5,000 mon- tones, de los cuales 3,000 serian de yuca y 2,000 de ajes, 250 pies de aji y 59 de algodén. Cada indio sembraria media fanega de maiz y seria duefio de una docena de gallinas y un gallo, La ley especificaba que, “en trayendo los dichos indios a las estancias, se les entregue todo lo suso- dicho como cosa suya propia y digales la persona que para lo susodicho enviiredes, que es para ellos mismos y que se les da en lugar de aquello que dejan en sus casas para que gocen de ello como de cosa suya propia, y mandamos que esta ha- cienda no se les pueda vender ni quitar por persona alguna de las a quien fueren encomendados, ni por otra persona alguna, sino que queden con los dichos indios a quiet se alaren y con las que dellos vinieren, aunque la tal per- sona venda la estancia en que estuvieren o le quiten los indios”; pero el encomendero gozaria del fruto de las es- tancias que los indios dejaran al ser trasladados, a fin mantenerlos, y sacado ese fruto se quemarian los bohios para que los indios no regresasen.’ He aqui, en los comien- zos de la institucién de la encomienda, indios pertene- cientes a los encomenderos que son propietarios de casas, % Ibero-Americans 7. Berkeley, 1943, Rev. de Hist, de América, anim, 4, (Dic. de 1988), pp. 5-79. DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 261 tierras de labor y algunos animales. La ley, en forma cate~ gorica, expresa que todo ello es de la absoluta propiedad de los indios, y prohibe que el encomendero u otras per- sonas dispongan de esos bienes. Se recordar que cuando Serrano de Cardona era en- comendero de Cuernavaca, compr6 a los indios algunas tierras para sembrarlas de cafias y fundar un ingenio, en 1529, Debe reflexionarse que si él no hubiera reconocido ‘una propiedad original en los naturales que hacian la venta ¥y que entonces estaban bajo su dominio de encomienda, el contrato no hubiera sido posible ni producido efectos. Cuando Cortés atacé el contrato, no lo hizo porque él, que era ya el sefior del pueblo, considerara que la propiedad de las tierras le pertenecia exclusivamentes al contraio, alegé que los indios propietarios habian sido engafiados y que por eso les correspondia el beneficio de restitucién, y ellos reclamaron directamente en pleito contra Serrano de Cardona la devolucién de las tierras. Por iiltimo, en el arreglo que puso fin al pleito entre Serrano y Cortés, fi- gura una cliusula de indemnizacién para los propietarios indios.,/Todos esos actos juridicos: compraventa, beneficio de restitucién, juicio de devolucién de las tierras e indem- nizacién, ponen de manifiesto la propiedad indigena reco- nocida por los encomenderos y el poder publico.", “°Hfarkness Collection, nim, VIL. Que el sor de un lugar no era duck de todos los bienes de sus vasallos, lo recalea Gregorio de Sal- dais, apoderado de los licenciados Juan’ Ortiz de Matienzo y Diego Delgadillo,en el pleto que sostenian con Heendn Cortés, Marqués del Valle, ante Ia segunda Audiencia de México, en 1532, sobre tributos del pueblo de Coyoacin. En efecto, dice la parte de los licenciados que “ya que al dicho pueblo alin derecho cuviera el dicho Marqués, que no ‘tuvo, los indios del dicho pueblo eran y son libres y pudieron y pueden dar lela y lo que mis quisieren a las personas que ellos quisieren como hhombres libres, que pueden hacer de sus bienes lo que por bien tovieren [ESTUDIOS INDIANOS En las mercedes del cabildo de México seleccioniadas entre los afios de 1530 a 1532, la condicién de que habian de ser sin mengua de los naturales se expresa asi: “sin per- juicio de tercero indio ni espaiiol”, “sin perjuicio de indios le sus tietras ni labranzas ni de otro tercero poseedor”, “sin perjuicio de heredades de indios ni de otra persona”; sa cliusula era comtin en las mercedes territoriales, pero si se tiene en cuenta que algunos de los ejemplos escogidos co- rrespondian a concesiones dentro de las encomiendas, en- tonces se deduce que no por tratarse de indios encomenda- dos carecian de derechos de propiedad ni de cultivos, y que la gracia otorgada al espaiiol no debia teéricamente lesionar el derecho territorial de sus encomendados.” Entre las leyes dictadas cuando el virrey Mendoza se hizo cargo del gobierno de Nueva Espaia, figura una cé- dula real expedida en Madrid el 31 de mayo de 1535, que lleva por titulo: “Para que los que tienen indios encomien- da no lleuen mas de lo que estan tasados e si algunas tierras les han tomado se las vuelvan”. Explica que se habian recibido informes en la corte acerca de que los encomen- deros llevaban a los indios més tributos de los que estaban tasados y les habian tomado y ocupado muchas tierras y heredades y les ponian imposiciones sobre ellas y “por que esto es cosa a que no se ha de dar lugar, e nuestra intencién ¢ voluntad es que los dichos indios sean bien tratados ¢ no reciban agravio, yo vos mando que luego que legiredes a la dicha tierra os informéis y sepdis cémo y de qué ma- yy no se enticnde que todo era del dicho Marqués lo que los dichos indios tenian”. Naievos documentos relativos a los bienes de Hernén Cortés, 1547-1947, México, Imp. Universitaria, 1946, p. 60. La doctrina es buena, aunque no Ia intencién de la parte que la hhace valer en este caso *T Actas de Cabildo, Mi, 36, 74, 190. DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 263 nera lo susodicho ha pasado”. Seguia una recomendacién relativa a que los tributos que se cobraran no excedieran de la tasa y este parrafo sobre la cuestién territorial: “e si algunas tierras o heredades hubieren tomado y ocupado a los dichos indios [los encomenderos], se las haced luego volver ¢ restituir libremente y aleéis y quitéis cualquier imposicién nueva que sobre ellas les huubieren impuestos y si las dichas personas dixeren que pretenden tener algin derecho a lo susodicho, vos juntamente con los dichos nues- tros oidores desa audiencia, Hamadas y oidas las partes a quien toca, haréis justicia, e no fagades ende al”. Los encomenderos no hubieran sido obligados a restituir Ias tie- ras a sus indios si los titulos de encomienda destruyeran 0 absorbieran Ia propiedad indigena dentro de los pueblos repartidos. Se reconocia la existencia auténoma de esa pro- piedad y su compatibilidad con aquellos titulos. - ‘Una cédula dada en Valladolid, el 7 de julio de 1536, exponia que los indios de México, don Pablo, don Diego, don Pedro y don Diego, su primo, se quejaron de que varias personas les habian tomado tierras en Chalco, ‘Tez~ coco, Xochimilco y Tacuba; se mandaba que si personas particulares lo habian hecho, ocupando lo que era de los indios, restituyeran las tierras.” La cédula hablaba en ge- neral de espafioles y no dz encomenderos, pero cabia la posibilidad de que algunos de éstos se contaran entre los autores del despojo, y no fueron exceptuados de la orden de restitucién. En la ciudad de Antequera en el valle de Guaxaca, el 4 de mayo de 1537, Alonso Morcillo presenté una de- manda ante el alcalde ordinario para que los indios de +8 uga, Cedulari, 1, 867-868. (Fol. 108 de la primera edicin), © Dbidem, 1, 386-387. 264 ESTUDIOS INDIANOS Etla, que estaban a cargo de los mayordomos del marqués del Valle, no sembraran una tierra cercana a la estancia de ganados que poseta Morcillo. Este pleito fué uno de los miltiples que existieron entre ganaderos espafioles y agri- cultores indios en los primeros afios de Ia colonizacién, pero tenia de particular que la fundacién de la ciudad de Ante- quera habia sido obra de la primera audiencia dirigida contra el marqués del Valle. Este respaldaba ahora la accién de los indios de Etla contra Morcillo y por tal razén sostuvo éste en el pleito que: “todos los indios que en este valle tiene el marqués, si ven que alguna estancia que asien- ta algtin cristiano de ganados en cualquier lugar desocu- pado, luego van e siembran cerca de él adrede por les hacer dafio con intencién de venirse a quexar ea algunos les han herido e muerto muchas yeguas e potros e potrancas, todo Jo cual hazen por molestar a los vecinos ¢ les hacer mal por- que ninguno crie ni tenga ganados e despueblen la ciudad”, Después de algunos incidentes violentos provocados por los criados de Morcillo, los indios de Etla lograron que el alcalde mandara que dentro de nueve dias se mudara la es- tancia de ganados a otra parte donde no causara perjuicio a tercefo, para que los indios pudieran sembrar libremente sus tierras.®” Lo mis significativo del pleito, para nuestro estudio, es que el marqués no litigé por si ni su derecho reemplazé al de los indios de Etla. Estos reclamaron en su propio nombre el uso de la tierra y el fallo reconocié su ac- cin sin mencionar los derechos del marqués. Si el sefiorio del Valle ltubiera anulado los derechos de los indios a sus tierras, no tendrian personalidad para seguir el pleito con- 10 Harkness Collection, nim, IV. La sentencia se encuentra en el fol. 75 v. DE ENCOMIENDAS Y PROPIEDAD TERRITORIAL 265 tra Morcillo y Ia materia del juicio no hubiera sido su derecho sino el del sefior. — Las caracteristicas de la antigua propiedad indigena, que Ia administracién espafola debia armonizar con los titulos de sefiores y encomenderos, fueron descritas en Ia carta que envié el marqués del Valle al Consejo de Indias, desde México, el 20 de septiembre de 1538." El orden ge- neral en las comarcas de Ja ciudad y en casi todo lo demas de la tierra era que las tierras estaban repartidas antigua- mente entre los vecinos de los pueblos, segtin su posibi- lidad, con cargo de cierto tributo que pagaban por ellas al sefior. Hecho el repartimiento por los barrios o collaciones del pueblo, las tierras quedaban perfectamente en los que las recibian con Ia carga del tributo, en sus hijos y nietos y todos los que de él descendian “sin que el sefior se las pueda guitar por ninguna cosa en tanto que pagaren aquel tri- buto que los fug impuesto”. Los vasallos no las podian enajenar por venta ni otra via alguna, sin expresa licencia y mandado del seiior y sin que el tequitato de aquel barrio (que equivalia casi a los jurados de Espafia) asentara en la matricula 0 copia que tenia de las tierras y vecinos de aquel barrio, quién las tomaba nuevamente y quedara satisfecho de que era persona que pagaria el tributo. El tequitato respondia al sefior 0 a su mayordomo del monto de los tri- butos de las tierras repartidas a los vecinos del batrio. Si las tietras vacaban porque el vecino moria sin hersderos 0 étos no querfan tomar las tierras con la carga o deseaban ir a vivir a otra parte, el tequitato avisaba al sefior para que diera la tierra a quien quisiera tomarla con la carga, y mien- tras tanto los vecinos del barrio la beneficiaban para pagat el tributo de ella al sefior. Algunos barrios y vecinos par- ticulares—afiadia Cortés— tenian obligacién de sostener 266 ESTUDIOS ccon las tierras oficiales de todos oficios, mecdnicos y caza- dores, pescadores, maestros de hacer rosas, juglares para el servicio y fiestas del sefior “y dan esto por adahalas, demés de los tributos que pagan por las tierras”, Para beneficiar las tierras que se les repartian, se usaba entre los vecinos una medida, y de acuerdo con los cientos o miles de ella se cal- culaba el tributo que pagarian al sefior, a tanto por medi- da, segain la parte donde estaban las tierras; los vecinos al- quileban gentes casadas 0 solteras para cultivar las tierras y les sefialaban un pedazo de tierra donde hacian la casa, que era una choza de paja, y el trabajador podia sembrar en lo que se le ssfialaba lo que quisiera; daban al duefio de la tierra en recompensa una pierna de manta, otros una ga- lina cada tantos dias, servicios en la casa, lefia, labraban las tierras, llevaban carges, sus mujeres iban a moler maiz y a her pan en las casas, bilaban algodén o tejian mantas “por- que los tiene en sus heredades e les dan en ellas donde Ia- bren”."EL marqués del Valle express en documentos en- Colec, Musiozy t. LXXXI y D. I WL, 535. Ademis de lo expuesto en nuestta nota 7, « interesante ver eémo el sabio obispo de Santo Domingo, Ramirez de Fuenleal, cuando presidia la Segunda ‘Audiencia de México, contemplaba Ia condicién de los indios comunes sistema territorial, En su importante arta al rey, fechada en ico el 3 de noviembre de 1532, se encuentran las siguientes noti- cias; "Lor que son pecheros, asi en contribuciones personales como feales, e llaman maceguals, y estos eran y son tan sibditos, que aunque Jos mataran 0 vendieran, no hablaban, y a los que destos el sefior decia jque era esclavo aquel io era”. “En los mis pucblos ay pocos que fengan tierras propias, porque, si no son sefores o los que dellos des cienden, ningun macegual o pechero posee terra, y si algunos las tie- then, son pocos; antes son communes y por de comun las Iabran y dellas imancenian a los principales que gobernavan, y compraban las ofrendas ¥ gastos de aus tempos, y cumplian sus fiestas, y 2ora dollas se paga a ‘Vuestra Magestad o al espaol el tributo; y el sefor tiene en algunas partes ticrrat ancxas al sefiorio, y aquellas le Tabran los maceguales, ¥ son suyas, como sefor, y las a el que en el sefiorio sucede; y asi DE ENC INDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL. 267 viados a Ja corte, y en su testamento, que él respetd los padrones indigenas para hacer la cobranza de sus tributos. Quizas en su descripcién introdujo elementos castellanos,* pero nétese que no reclamaba una propiedad inmediata del seior sobre la tierra sino que admitia un orden de propie- dad de los barrios, un reparto a los vecinos que les otorgaba derechos hereditarios e inalterables si cumplian con su tei- mismo los otros setores y principales tienen sus tieras de patrimonio, gue les labrans pero muy pocos maceguales tienen tierrss, aunque en algunos pueblos los tales pecheros o maceguales las tienen, y estos tienen sus casills junto a elas, y de lo que siembran se mantienen y pechan, ¥ ‘otros arriendan tierras, y pagan renta, y tienen sus caillas de adobe, hhechas junto a as tales cierras arrendadss, en que viven. Motizuma tenia en los mas lugares desta provincia, especialmente en los que g2- ava por guerra, eaballerias de tiers, las quales daba a los que s decian valientes hombres de México, que eran las personas que abian hecho covassofaladas on las guecras, pata que de aquellas tierra tubiese tributos para se sustentar, y por estar esta cibdad en esta laguna y muy poblada, y tener muy potas tieras, era forzado que los. pobladores tuviesen las tales tieress de do se padiesen mantener; después que los cspafoles vinieron, Anse vuelto aquellas tierras a los pueblos 2 quien ‘Mutizuma los tenia comadas, y estas tierras acostumbran sembrar los tales pucblos, para pagar el tributo que se les reparte como tengo dicho. Y Jo que hacia Mutizuma hacian los sefores de Tazeuco y Tacuba, porque eran dos cabezeras y grandes sefiores en esta tierra, y’ entre ellos ¥y Mutizuma se reparcia lo que conquistaban, aunque los sefres desta ‘ibdad eran mas principales y mas poderosos y siempre llevaron mas parte”, D. J. I XI 256 y 257-258. En pp. 255-254 vienen obser- vvaciones sobre el complicado sistema de eabeceras y sujetos, También cexplica, pp. 254-255, cuiles eran las aucoridades indigenas. Una.des- cidn semejante, pero mis prolija, haria afos después el oider Zorita fen su conocida “Relacién de los sefores de Nueva Espasa”. D. 1. Ly UL, 103 y ss © “Algunos indios principales de Cuernavaca, en el interrogatorio formulado por Cortés en 154 en el pieito que le siguié el lcenciado Cristobal de Benavente, negaron que se usara dar tiercas a los cazadores (pregunta'12). En cuanto a los oficiales dijeron que en tiempo de Moc- tezuma cenian tierras y no tributaban sino en servi al sefior cuando se Jes mandaba a llamar, pero que desde la conguista daban los servicios y ademés los tributes. Harkness Collection, Vi, fols. 168 y 161. 268 buto, y todavia concesiones de tierras de los vecinos a los trabajadores que les daban servicio en recompensa. El sefior supremo debia recibir las rentas, pero no explotaria direc tamente la tierra tributaria, ni podria alterar, a su capri- cho, la complicada organizacién de la propiedad indigena. La compaginacién de los ancecedentes americanos con Ia construccién sefiorial espafiola no se realiz6, sin embargo, fécilmente ni de acuerdo con todas las proposiciones del conquistador.+ El 21 de julio de 1544, el fiscal de la corona, licenciado Cristbal de Benavente, acusé criminalmente en la audien- cia de México a Hernan Cortés y a sus criados de haber Ievado tributos fuera de la tasacién y despojado a los indios de Cuernavaca de sus propiedades, Los cargos relativos a esta tiltima materia consistian en lo siguiente: que la parte del marqués habia tomado los tributos de unas estancias que con sus tierras y maceguales eran de don Hernando, cacique del pueblo de Cuernavaca, y de sus antepasados (pirrafo 5 de la demanda) ;* que tenia ocupados al propio 52 Una fuente por completo independiente de este pleito confirma la existencia de tierras de propiedad particular del cacique de Cuerna- ‘vaca, don Hernando, En efecto, en México, el 30 de septiembre de 1536, dicho don Hernando, nacural y gobernador de Ia vil de Goso- inavaca, estante al presente en Tenuxtitan, da poder a Francisco de Baena, vecino de exta ciudad, para que en su nombre pueda coger todas las eafas de azar que él tiene en término de la villa de Goanavaca, cen sus huertas, una que se dice Quosalpa y otra suerte que esta en sus imismas caras, Petengal, y otra suerte en Tetela, junto al ingenio del Marqués su ssfor, y asimismo que pueda coger todos los plitanos, pifias y granadas y otras frutas que él tiene en sus heredades y huertas. ¥ cogidas las cals, as pueda hacer moler y hacer anicar, y vender las rueas dichas y de ello hacerse pago de 198 pesos de oro que le debe por razén que se los presté. D. Hernando declaré por lengua del intérprete Francisco de ‘Triana, Gfr. A. Millares Carlo y J. 1. Man- tecén, Indice y Extvactos de los Protocolos del Archivo de Notarias de México, D: F., México, 1946, Il, 55, nim. 1959, ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL cacique la casa en que vivian el marqués y la marquesa, con sus huertas y entradas y salidas, y Ia casa en que posaba el alealde Carasa y el sitio donde estaba Ia casa del ingenio de azticar en tierras en que dicho cacique y sus antepasados solian sembrar algodén, camotles y otras cosas (parrafo 11); que de 8 y 5 afios a esa parte, habia ocupado a los indios de Cuernavaca y los demés pueblos muchas tierras de sus labranzas y términos y hecho poner en ellas dos sementeras: una de secano que tenia 800 brazas de largo y 400 de ancho y daba 200 hanegas de maiz al afio poco ‘mis o menos y otra de riego que daba igual cantidad. En la fecha de la demanda estas tierras se habian sembrado de cafias dulees de aziicar y de maiz, por mitad: “las cuales dichas tierras de cinco afios a esta parte se las tiene ocupadas y tomadas a los dichos indios seyendo parte dellas del dicho don Hernando cacique y parte de la calpisca e comin del dicho pueblo sin pagalles por ello cosa alguna” (parrafo 13)5 que habia tomado a los indios nueve tierras de a cal- pisca y personas particulares y hecho que los maceguales las sembraran de algodén y de un aio a esa parte de mora- les para criar seda, sin pagarles cosa alguna (pirrafo 14); que tenia ocupadas cuatro suertes de tierras que habia hecho sembrar de cafias dulces, la mitad de las cuales eran labradas y el zesto eriazas cuando las hizo romper con sus bueyes (pérrafo 15); que habia tomado contra Ja yolun- tad de los indios cuatro pedazos de tierras del comin y calpisca, que se sembraron de frijoles y producian 200 ha- negas al afio, sin pagar nada a los naturales (parrafo 16) ; que tomé a don Santiago y don Diego Mexicaltetle, prin- cipales de Cuernavaca, once tierras, de las que hizo sem- brar nueve de morales y dos de maizs ocho de ellas eran de regadio y las demas de secano; que asimismo les tomé otras 270 ESTUDIOS INDIANOS dos tierras: una de regadio que hizo sembrar de morales y la otra de maiz y “por ellas ni por la labranza dellas no les han pagado cosa alguna mas de dezirles que si las quisiesen senbrar a veces que las senbrasen y que no lis quisieron senbrar los maceguales y que por Ia postura de los morales les dié 54 pesos” (pirrafo 17); que el calpisque del mar- qués, Martin Sanchez, tomé a los indios tres pedazos de tierra y se las hizo sembrar de céfiamo y garbanzos “sin pagalles por el trabajo cosa alguna demas de tenérselas ocu- padas y tomadas contra su voluntad” (pirrafo 20). Ob- sérvese que el litigio abarcaba tierras de propiedad del ca- cique, de los principales, de los pueblos en comin o calpiscas y de los maceguales, es decir, todas las formas de propiedad indigena que podia haber en el sefiorio, Los despojos por parte del marqués y sus criados habian sido considerables a juzgar por esta demanda, pero que el fiscal de Ia corona formulara cargos al respecto demuestra que se trataba de Ja violacién del derecho de los vasallos y no de un ejercicio legitimo del poder sefiorial. Sin entrar en los detalles del proceso, sefialaré lo que contribuye a esclarecer el problema territorial que venimos estudiando. \ La parte de Cortés, asesorada por el licenciado Alta- mirano, respondié que las tierras que se decian del cacique don Hernando no eran de su patrimonio y si habia llevado los tributos de ellas seria en calidad de gobernador nombra- do por Moctezuma; que si el marqués tenia tierras en Cuer- navaca, era por virtud de titulo real, y al efecto hacia presentacién de la merced.** Hn ella Carlos V, el 6 de julio de 1529, hacia a Herndn Cortés “rmerced, gracia y donacién, pura y perfecta y no revocable, que es dicha entre vivos, para agorse paca sempre jams, de las villas © poe- bios de. que son en la dicha Nueva Espasa, fasta en mimero de veinte No debfa considerar muy s6lida esta defensa la parte del marqués, porque el 15 de octubre de 1544 comparecié ante el vitrey Mendoza el cacique don Hernando y dijo que le habia sido restituida la estancia Hamada Amanalco y unas casas y ciertas tierras que le estaban tomadas, “de manera que le ha sido restituido todo lo que pedia y de- mandaba al dicho marqués y se daba por entregado”. Afia- G8 que a los barrios de Olaque y Panchimalco les estaban restituidas todas las tigrras que pedian al marqués, que es- taban sembradas de cafiaverales, y que habian celebrado 1 emi valle, con ss irae y alas y eeminosy vals y js Uso ci rmin, la« bj eto must peri eet y Hine pcos yeerechor y monte pradon y pasion y agus €O- Sclnces ceanes y manicnts, y con todas las otras cos que nos Tbvicramos y levivemos e es pettencciere, ede que podamos © debe- tnor goraty levaren ls scr que para musta corona fal se s- laren en Is dicha Nueva Espana, con todo lo oto al seforo de las Ethan ville ypurblon de suo declacado pertenscient, en cualguiee francra para gue todo ell sex yuseroe de estos heredetos © suc- Toren ¢ de auc! 0 agli que ve vor 0 dllr bite tialo 0 ext y eiba,c pat que lo pods pustan vender y dar y donet ytroeat Cambiar y emjenar'e fncer dell y en ello todo lo que quires © Tian tuvierds, como de com vues, pri, Ice eguitae des Enbargada, babs por justo derecho tiela", Pugs, fy 129-134 y Dich it, 291. La leevara paroe favorece Ia tess de la propiedad & Govkée en ls iets, pero ise enlsea on Tos antecedents s- fale de Eopata y con lor dator que cio en varias pares de este tay aercr demargundo, y plant con fe dein. del Frgiofntiado por el fiscal Bensvents, que adlante se veri se vient tn conclusion de que la merce se cferla Snicamente al dominio tes fora scontumbrado en Tos slasegor de Castilla y m0 implicabs a ‘Bots: ly dereches de os val, Sista inorpretaién es €o- recta, todavia hay que sverigar hasta qué grado el derecho emincte Ed marquay lego ea la pedtica a revestir Ts forma expatola care tena or el pg de aon etre ifurcone einen ‘sligena’anteior'a In conquisa espatols cont, como hemos visto on un sistema de cributacion tctrtora, « base de av terras de los fnror entrbuidas 1 los vecinos El sitema espaol de on tbutos Pp que se apoyaban Ins cncomiendas de Nueva Espafa y tambien el ESTUDIOS INDIANOS ‘con éste un arreglo para que por el goce de las tierras reci- bieran los barrios anualmente 200 pesos de oro comin. El virrey pregunté al indio si ademis de lo susodicho le tenian tomadas otras cosas o tierras, asi a él como a los demés in- dios de la provincia y barrios, porque serian desagraviados. Respondié que no le estaba ocupado mis de lo que habia dicho que le estaba restituido. La restitucién, de una parte, y el contrato de alquiler, de otra, demuestran que Ia parte del marqués habia reco- nocido el derecho de propiedad de los indios; pero gla de- rmarquesado del Valle en la forma que diré adelante— traté de con servar esos antecedentes, pero no incorpor6 los tributos reales en la Contrbucién para la corona y los encomenderos, sino que por cada ‘cabeza de indio impaso wna misma suma con independencia de la tras de propiedad del tributario. Hernin Cortés, en su deseo de asim sua marquesado a los solariegos de Espaiia, presté atencisn a la distr Bucin indigena de las tierras para establecer sus rentas, y al menos fen parte del siglo XVI parece que sus vasllos siguieron pagando los tributos de acuerdo con su método antiguo. Pero desde 1533 se mand6 que los tributos del marquesado fueran tasados por el poder “piblico tn la misma forma que los de encomiendas y hacia 1537 estaban hechas las primeras easaciones que perfeccioné el Dr. Quesada en 1551 cuando visit por encargo de la audiencia alguncs pueblos del marquesado. ‘De sta suerte, los tubutos del seforfo adquireron cardcter de contribucién personal, acjéndose tanto de las infurcioncs de Espaia como de los tributes'de las tierra de lor barrios indigenas, por lo menos en lo que respecta a la relacign del espaol con el indio, porque en escritos de 1563 se sostiene que los indios entee si, para reunir la cantidad tasada de tributor, continuaton prestando atencién 2 Ia poresén territorial de ‘cada contribuyente. En el aiio dicho se traté en la corte de Felipe Tf, ‘eon motivo de la visita del icenciado Valderrama a Nueva Espi transformar el tributo personal de los indios en real y reducir las tirras tribucarias a terrazgucriay solariego, 2 lo que prestd todo su apoyo segundo marqués del Valle; tenia hecho ya el padr6n territorial en los pueblos de Toluca y Tepuztlan, pero no pasé adelante ni el ejemplo Se imie6 en las encomiendss. Con posterioridad al afo de 1563, los tri- Dutos en Nueva Espaia siguieron siendo personales. Cr, La Enco- imienda Indians, pp. 157-172. El lector ya habri percibido que entre cf antecedente espaol seforial y el seforio imperfecto que era la DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL claracién del cacique era libre y verdadera? En el proceso se encuentran testimonios de otros muchos indios de Cuer- navaca examinados por la parte acusadora y convienen en Ia historia del despojo, la restitucién, el concierto celebra- do sobre las rentas y la paga de ellas (preguntas 13, 14, 15, 16, 17, 18 y 20); en lo que respecta a la declaracién relativa al monto del alquiler, hay testigos que hablan de 50 pesos anuales acordados a cada barrio (pregunta 11). Algunas tierras comprendidas en el litigio —aclaran Jos indios— solian ser de Moctezuma y Ia calpisca 0 comin de Cuernavaca las tomé para si (pregunta 14), En el inte- rrogatorio presentado por Ia parte del marqués se insiste en que Ia estancia de Amanalco no era un bien patrimonial del cacique sino una recompensa por el titulo de goberna- dor (capitulo 7); que las tierras que Cortés sembré de cafias las hallé incultas, y si habia en medio algunas de los indios, eran en poca cantidad, y por ser estériles, las cafias no habian aprovechado (capitulo 19); que se habfan res- tituido las tierras a los indios (capitulo 20) ; que los luga~ res sembrados de morales eran de Moctezuma y del seiiorio, y que pertenecian al seior de la villa de Cuernavaca y no al cacique don Hernando ni a sus antepasados (capitulo 25). Las respuestas de los testigos dejan la impresidn de que las tierras sembradas de caftas, cuando las rompié el mar- cencomienda, el marquesado del Valle constituye un puente de transi- cin en su calidad de seforio regular trasplantado a las Indias. De abi tl interés que ofrece, aunque en todo momento haya que tener en cuenta que su ficonomis juridica no equivale exactamence 2 Ia de las encomiendas, El problema de las rentas del marquesado merece ahon~ arse, pero no pusdo entregarme a est investigacién sin apactarme del objeto principal de este trabajo, que es el derecho territorial en las fencomiendas, En otro estudio ampliaré las noticias en que se basa j j 7 | 274. esr 10S INDIANS gués, eran la mitad labradas y pertenecian a principales y maceguales de Ia villa y Ja otra mitad eriazas pero aprove- chables para la agricultura; algunos indios negaron ha- berse hecho la restitucidn de las tierras tomadas para cafia- verales, y el mayordomo del ingenio afirmé que la devo- lucién la hizo el alcalde mayor Juan de Carasa; las tierras de morales eran de personas particulares de la villa y junto a ellas habfan otras que pertenecieron a Moctezuma, las cuales el marqués dié a los duefios de las otras en recompen- sa; algin testigo dijo que un pedazo de la tierra sembrada de morales era del cacique don Hernando y de sus antepa- sados; segiin otro, eran todas de principales de a villa.” De estos elementos de informacién puede deducirse que el cacique manifests estar satisfecho de la devolucién de las propiedades que reclamaba; que los barrios de Olaque y Panchimalco obtuvieron el reconocimiento de su derecho a las tierras sembradas de caiias, pero el marqués siguid ex- plotandolas mediante el pago de una rentas y que las tierras sembradas de morales no habian sido devueltas sino can- jeadas por otras que el marqués habia tomado de las, que fueron propiedad de Moctezuma, Hubo, por Jo tanto, despojo; accién judicial de auto- tidades reales en defensa del derecho patrimonial de los ‘vasallos; reconocimiento por parte del marqués —salvo en las tierras pertenecientes al sefiorio desde Ia época gen- til de su falta de titulo a las propiedades demandadas; restitucién de las mismas a los duefios particulares o 2 los Harkness Collection, nvim, VI. La probanza del fiscal (fol. 183 ss.) comienza el 19 de noviembre de 1544 y la de Cortés (fol. 152 ss.) el 13 de diciembre del mismo aio. El acta ante el virrey, que contiene la declaracién del cacique, esta en el fol, 28. El primer es- crito de contestacién del Lie, Altamirano, en fol. 20, DE _ENCOMIENDAS Y PROPIEDAD TERRITORIAL 275 barrios y pago de rentas por concepto de alquiler. Este contrato, en que el sefior del pueblo es el arrendatario y los ‘yasallos indios los arrendadores, es la prueba més fehaciente de la subsistencia legal de la propiedad indigena en fos se- foros. Los capitulos que ya conocemos del vestamento de Hernan Cortés, otorgados en 1547, convenian en que se restituyeran las tierras a los indios o se les pagaran indemni zaciones.®* Esto implicaba un reconocimiento de sus dere- cchos de propiedad con independencia del titulo del marqués y venia a coincidir con el litigio examinado. La diferencia estribaba en que la manifestacién obedecia en el testamento a un mandato de la conciencia y en el pleito a una orden de la autoridad, Ademis, el testamento era posterior a la causa, y como hablaba atin de tierras por restituir o pagar, descubria que las compensaciones del aio 1544 no habian sido tan completas como a primera vista pudo juzgarse.” Confirma esta iltima observacién un concierto cele- 88 Véase la nota 25. 5 En la obsa Documentos inéditos reletivor « Hernin Cortés su Familia, México, 1933, Publicaciones del Archivo General de la ‘Naciéa, tomo XXVIL, p. 20, se hala un inventario hecho en los meses de julio y agosto de 1549 en que se describe minuciosamente el equic po del ingenio de Tlaltenangoien la pigina 269 y siguientes se dan noticias sobre sus tierras y sementeras. Acerca del ingenio de Axo- smulco, de Isabel de Ojeda, en el que tenia la séptima parte el marqués, se encuentean datos de la misma naturaleza en las paginas 275 y 280, Sobre las otras tierras del marquesado, véanse las piginas 283 2 299, que proporcionan las medidas y aclaran el destino: crianza de ganados, mo- rales, tigos, huertas, etc. Los indios del pucblo de Tetelpa afirmaron “—de la misma manera que los de otros barrios con respecto a diferentes Fierras— que ciertos morales eran del marques, “excepto la tierra donde esté Ia dicha heredad, porque éstadixeron ser del dbo pueblo de ‘Tetelpa e de algunos principales dél, ¢ que tan solamente es del dicho smarqués los dichos morales? (p. 298). Esto se explica en relacién, con los contratos de arrendamiento que antes citamios. 276 ESTUDIOS INDIANOS. brado, a primero de octubre de 1549, entre los indios prin- cipales de Cuernavaca y el licenciado Aleamirano, en nombre del marqués don Martin Cortés, ante el doctor Melgarejo, juez de comisién sobre tierras, casas y otras ‘cosas que los indios pedian. El 11 de septiembre de ese afio, Ja audiencia de México, integrada por los licenciados Te da y Santillan y doctor Quesada, expidié una provision a nombre del rey, dirigida al doctor Melgarejo, en Ia que le hacia saber que comparecieron en la audiencia don Her- nando y otros principales del pueblo y provincia de Cuer- navaca, y en una peticidn dijeron que ya constaba a los oidores los agravios que por parte del marqués les habian sido hechos y de cada dia les hacian y que sobre ello se ha ian querellado y hecho informaciones y procesos sobre las tierras y estancias de Taltenango, Celtengo, Talmulco y Cilgualtitlan (respeto Ia ortografia del original) y las dos acequias por donde se regaban Ias dichas tierras y el sitio de las casas que el marqués tenia en la villa de Cuernavaca y las huertas y otras tierras que tenia, y cémo ¢on todo Jo susodicho se habian quedado, y nuevamente les habian tomado otras tierras, porque ellos como vasallos del mar- qués no osaban seguir los pleitoss que el marqués habia mandado que dichas tierras y estancias les fueson restitut- das, lo cual no se habia hechos los indios pedian a la au- diencia que pues el marqués habia fallecido y ellos tenian muchas quejas de él, que para que se les restituyesen las tierras y se les hiciese justicia, la audiencia nombrase un juez letrado que fuese a entender en ello a costa de los cul- ‘pados y, no habiéndolos, los indios se ofrecian a pagar las costas, La audiencia nombraba al doctor Melgarejo, por es- tas razones, juez de comisién y le ordenaba que fuera con vara de justicia a la villa de Cuernavaca y a las otras partes DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 277 sobre que existian las diferencias, y lamadas y ofdas las partes, se informara qué estancias, tierras y términos eran los del litigio, y procurara por todas las vias concertar a las partes, haciendo asentar por escrito el concierto que de consentimiento de ellas hiciere, y mandara que fo guardasen y cumpliesen so penas. En el caso de no poderlas concertar, que averiguara de oficio y a pedimento de parte, de quién ‘eran las tierras y estancias y términos y el derecho y titulo que cada uno tuviere a ellas y quién las tenia y poseia al presente, desde cuindo, por qué"causa y razén y la calidad y cantidad que eran. Que ofdas brevemente las partes, de- terminara lo que fuera justicia, de manera que las partes a alcanzaran, y por defecto de ella no tuvieran causa y razén de venirse a quejar. Melgarejo podria ocuparse en la ‘comisién 40 dias y llevaria de salario por cada dia dos pesos de oro de minas; su escribano, Diego de Quadros, un peso de oro de minas, ademas de los derechos que le correspondie- ran; y el intérprete Juan Gallego, un peso de oro comin y sus derechos. Los salatios se cobrarian por mitad de ambas partes. Melgarejo fué notificado de la comisién el 17 de septiembre y la acepté (fols. 2 v-5). Tnvestido de esta autoridad, comparecieron ante él, hacia el 25 de septiembre, los indios de Cuernavaca don Hernando, gobernador de la villa, don Gabriel, don Pedro, Esteban y Toribio, indios principales, en su nombre y el de los demas indios y sujetos, asesorados por el bachiller Francisco Carrasco, y expusieron que el marqués, de trece afios a esa parte poco més o menos, habia edificado en tér- mino de la villa de Cuernavaca un ingenio de moler azticar, y con él y los cafiaverales para él habia ocupado las tierras de Tlaltenango, Cultengo, Tlalcomuleo y Gualtitlan (ob- sérvese Ia variacién de Ja ortogeafia, frecuente en docu- 278 ESTUDIOS INDIANOS : mentos espafioles que acogen voces indigenas), que: eran mucha cantidad de millares de brazas de tierras en que los indios de Ia villa solian hacer sementeras de maiz y coget mucho algodén, batatas, aji, frijoles y otras muchas semi- Ilas en cada un aos que en ef ingenio se gastaba mucha madera, cal, piedra y otros materiales, proporcionados por Jos indios de Ia villa y sus sujetos, y ellos hacian también los reparos sin habérseles pagado cosa alguna; que por parte del marqués se les hacia construir dos acequias para traer agua para regar las tierras de los caiaverales, la una comen- zada nueve afios atrés, acabada dentro de tres afios, que anduvieroa ordinariamente a la continua en ella dos mil y ‘mis indios, de los cuales murieron muchos, y se gasté mu- cha cantidad de piedra y cals la otra acequia se edificaba iin; ambas tenian muchas alcantarillas de cal y piedra y eran largas y hondas en algunas partes de dos a cuatro brazas; que por parte del marqués se les habian tomado las tiertas lamadas Olaque y Tlacomata, ocupindolas con hi- gueras y morales, en Jas cuales el cacique don Hernando ¥ sus antepasados solian sembrar maiz, algodén, aj, frijo- les y otras cosas; que, asimismo, las casas de la morada del ‘marqués, con todo el sitio y huertas, pertenecian al citado cacique, y hacia diez y ocho afios poco més 0 menos que el marqués se metié en ellas a vivir y se quedé con las mis- ‘mas y todo lo edificado, que valia mucha,cantidad de pesos de oro; posteriormente se edificaron nuevas piezas y se hicieron reparos, dando los indios los materiales y maestros a su costa, sin pagas que hacia once afios el marqués les hizo edificar un molino de moler trigo junto a las dichas casas, en que se ocuparon seis meses poco mas o menos, andan- do en Ia obra cada dia alrededor de 100 indios, lo cual hicieron a su costa, poniendo los materiales sin compen- DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL. 279 sacién alguna; ademés, la parte del marqués hizo un corral entre las tierras de Tlalcomuleo, donde ordinariamente se encerraban 200 bueyes y més, destinados al servicio del ingenio y de otras cosas del marqués, que destruian las se menteras de los indios. Los demandantes hacian presenta~ cién de pincuras para comprobar los cargos y pedian a Melgarejo que se les restituyeran las tierras con todo lo que hbubieran rentado y podido rentar hasta la devolucién; que se les pagaran todos los gastos y costas y servicios que hicieron en las acequias, el molino, casas y huertas; que las casas y huertas y lo anexo a ellas se devolvieran al cacique don Hernando, con lo que hubieran rentado y podido ren- tar; que se les pagaran 240 brazas de lefia que habian dado para el ingenio y no se les habian cubierto, que valia cada una 7 tomines; y que el corral de bueyes se deshiciera, Pe- dian costas y ofrecian probanza de testigos (fols. 5 v-8 v). Obedeciendo el mandato de la audiencia de procurar tun concierto entre las partes, Melgarejo logré que el licen ciado Altamirano manifestara que por bien de paz y por descargo de la conciencia del marqués don Hernando Cor- tés, difunto, y como su albacea y para cumplir su testa- mento, queria pagar y pagaria lo que pareciese que el mar- qués era a cargo de los indios, y que deseaba asimismo atajar los pleitos entre don Martin, el segundo marqués, y los indios. Altamirano contaba con un poder del tutor de don Martin, don Pedro de Arellano, conde de Aguilar, otorgado en Espafia el 30 de agosto de 1548 (fol, 9 ss.) Los indios manifestaron también su voluntad de transigit; el doctor Melgarejo dié parte de las negociaciones a Fray Francisco Lorenzo, padre de los indios y persona que los administraba y le tenfan por defensor en sus negocios (fol. I-lv-2), 280) ESTUDIOS INDIANOS Los capitulos definitivos que se clevardn a escritura publica, el 1 de octubre de 1549, dispusieron: Que todas las obras, asi del ingenio, como de a casa, el molino y otras cualesquiera que los indios hubieran he- cho, incluyendo las acequias, el marqués se las pagara lue- go de contado, siendo tasadas primeramente por dos per sonas nombradas por las partes y a satisfaccién del juez de comisidn doctor Melgarejo; si las dos personas no se con- certaban, el juez nombraria otra (fol. 15 v). “Tten que el dicho sefior marqués y el licenciado Alta- mirano en su nombre buelvan e restituyan luego todas las tierras que fueren de personas particulares propias ¢ no las tenga o aya tenido por del barrio o calpisca cuyas son € que silas dichas tierras tuvieren cafias, se espere a que el dicho sefior marqués las coxa € que pague a sus duefios lo que peresciere ser justo ansy por el tiempo que las ha tenido como fasta el dia que las dichas cafias se acabaren de coger e las entregue ¢ si fueren tierras que tengan morales o hi- gueras o frutales, que Iuego fecha Ia escriptura, el dicho sefior marqués y el dicho sefior licenciado en su nombre se las entregue ¢ que los dichos morales e frutales vayan en. recompensa de los intereses y en todo ello entran las tierras de don Hernando de su patrimonio” (fol. 16). Obsérvese {quese habla exclusivamente de las tierras de propiedad par- ticular de los indios; el Hernando que se cita en la altima frase es el cacique de Cuernavaca y no Cortés. El capitulo siguiente del concierto ordenaba que se pagata Ia lefia que los indios reclamaban, averiguando la cantidad y el valor (fol. 16 v). Seguian estas otras resoluciones de indole territorial: "Jten que en cuanto toca a las tierras que el dicho sefior marqués tiene que no son de personas particulares propias DB ENCOMIENDAS Y PROPIEDAD TERRITORIAL 281 fe que son de las calpiscas ¢ barrios en comunidad, que el dicho sefior marqués las haya e tenga por la via segun como los vezinos e naturales desta villa las han tenydo e tie~ nen de los barrios e calpisca, 0 calpiscas las suelen ¢ acos- tumbran dar, e como Jas han dado e dan a los dichos vecinos € naturales, contribuyendo el dicho sefior marqués cada afio por las dichas tierras segund Ia medida e cantidad de- las, lo que solian contribuir las personas que las han tenido ¢ tenian a la sazén que el dicho sefior marqués las comen- 26 labrar e a tener, en tal manera que el dicho sefior mar~ qués contribuya en tomines y no en otra cosa alguna” (fol. 16 v). “Iten en cuanto toca a ver [haber] de gozar el dicho sefior marqués de las dichas tierras hasta agora, pague el dicho sefior marqués el tributo dellas, lo que los yndios que las tenian eran obligados a pagar, habiendo respeto de lo que el dicho tributo ha valido segund e como los afios han corrido, para averiguacién de Jo cual se ha de haber infor- macién de testigos 0 de los dichos terceros” (fol. 17). “Teen que el dicho sefior marqués en a dicha escriptura que el dicho licenciado en su nombre e por virtud del poder que dal tiene ha de apartar e aparta de cualquier derecho ¢ ab- cidn e titulo e cabsa que haya tenydo e tenga fasta agora de las dichas tierras e de Ia posesién que haya tenido ¢ ten- ga dellas, de manera que de nuevo, desde el dia de la dicha escriptura, las tenga por mano de los dichos bartios en cuyo término cahen, contribuyendo lo que ansy paresciere que ha de contribuir cada afio e por los tributos e segund ¢ co- mo los dichos indios van contribuyendo” (fol. 17). “ten. el dicho don Hernando, gobernador del barrio de Tequepa, y Estevan, gobernador del barrio de Panchimalco, ¢ Tori- bio, gobernador del barrio de Olaque, e Pablo, gobernador del barrio de Xala, e don Pedro e don Graviel e otros indios 282 [ESTUDIOS INDIANOS principales e tequitatos que dixeron ser de la dicha villa e barrios, por si y en nombre de los demés vecinos ¢ natura- les de la dicha villa e barrios, dixeron que arrendavan e arrendaron las dichas tierras al dicho sefior marqués én la forma susodicha para él ¢ para sus subcesores y herederos cualquier persona o personas que dél o de cualquier dellos tuvieren cabsa ¢ rason con Ia posesién dellas por la dicha razén e para que pueda tomar Ia posesidn de las dichas tie- ras ¢ Ia retenga en si por el dicho cargo, con que la tal persona o personas que ovieren las dichas tierras 0 cual quiera dellas, sean obligados a dar el dicho tributo en los términos e con las condiciones ¢ de la manera que dicha es € que no dando el dicho tributo, siendo requerido e pidién- doselo en los términos e segund ¢ como entre ellos es cos- tumbre, las dichas tierras queden por de los dichos barrios elas puedan arrendar los dichos barrios a quien quisieren ¢ por bien tovieren como cosa suya propia” (fol. 17 v). ‘Algo mis tarde se encuentra un contrato de arrenda- miento, celebrado entre el marqués del Valle don Martin Cortés y Miguel Rodriguez de Azeusdo, acerca del ingenio de aziicar de Taltenango, que tenia el primero en términos de la villa de Cuernavaca, La escritura se firmé en Ia ciudad de México, ante el escribano Pedro Sinchez de la Fuente, el 23 de diciembre de 1566. Confirma plenamente los datos anteriores acerca de las tierras del marquesado, En efecto, declara don Martin Cortés que arrienda a Rodriguez. de Azeuedo: “el ingenio de azticar que yo tengo y poseo en termino de mi villa de Coadnabaca con todas las tierras, montes y aguas e todo lo dems anexo al dho yn- ‘genio e con la estancia nombrada Macetepeque y con todos DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 283 Jos ganados mayores que en ella estin excepto las burras y asnos que hay en Ia dha estancia que no entran en este arrendamiento e con todos los esclavos que hay y tengo en las dhas haciendas y en cada una dellas y el dho yngenio os Jo arriendo e doy a renta con todas las tiertas a él anexas asi propias mias como las que tengo arrendadas de los yn~ dios y de Isabel de Ojeda y con la carga e condiciones que las tengo. ..”. Obsérvese que el contrato de alquiler de las tierras de los indios en favor del marqués, celebrado en octubre de 1549, se respetaba diecisiete afios después. {Estos textos iluminan las relaciones entre el sefior in- diano y sus tributarios desde el punto de vista territorial. En vez de suponerse —como en los solariegos expaiioles— que el dominio de las tierras del sefiorio pertenece al mar- cqués y que éste las concede a las comunidades y vasallos que Ie tributan rentas o infurciones —a lo cual sabemos que ha- bian aspirado y siguieron aspirando los marqueses del Va- le—, el derecho territorial del barrio indigena existe con independencia del dominio del sefior, y si éste ocupa tierras de tributos tiene que pagar a la comunidad indigena el im- porte de las rentas de ellas, de la misma manera que los ma- ceguales 0 labradores indios. “En Espafia no era concebible que un sefior de vasallos pagara renta a sus solariegos en tierras del sefiorio, porque se admitia la propiedad territo- rial en su favor, y el dominio util que pertenecia a los pe- cheros no podia originar un contrato de alquiler en que el sefior fuera el arrendatario, a menos que se redimiera la tierra, o que se tratara de behetrias o sefiorios libres en que la propiedad era originalmente del vasallo (aunque en este Archivo General de Ia Nacién, México, Hospital de Jess, legajo 282, expedionte 3, fols. 7-13 v, 57. 284 ESTUDIOS INDIANOS caso el sefior no pagaba una renta sino que impartia pro- teccién a cambio del sometimiento del hombre y tierra de behetria), o bien cuando no se trataba de tierras sefioriales, sino de propiedad particular 0 concejil. La obligacién de pagar las rentas, impuesta al marqués, del Valle, no constituia una indemnizacién acordada a los vasallos por concepto de la pérdida del dominio atil de las tiertas que antes gozaran, sino un tributo en relacién con la propiedad de la comunidad india; si la renta se de- jaba de pagar, los barrios podian concertar nuevos arren- damientos como en “cosa suya propia”. Puede pensarse que las tierras de comunidad y tributo en México correspondian a las concejiles de Espafia mis bien que a las de solariego. La tesis es seductora y mereceria ahondarse, puesto que en Indias hubo también tierras de concejos y la comparacién podria establecerse con algin grado de certeza.De todos modos la sustraccién de esas extensas propiedades del émbito sefiorial era poco grata al derecho del marqués; si se apartaban sus propiedades par- ticulares (constituidas especialmente por las tierras que fueron de Moctezuma) y las de tributo, no quedaban otras estrictamente sefioriales, Cuando los marqueses defendie~ ron sus titulos en la corte de Espaita, pensaron en las tierras de los barrios para darles corporeidad, de acuerdo con el sistema del solariego hispano. La organizacién peculiar € independiente de las comunidades indigenas habia absor- bido y transformado esa base territorial. 32 recordar que en su parecer de 1538, Cortés reco- nocia Ia estructura de Ia propiedad india, pero defendia para si la eminencia juridics sobre ella, Nuestros docu- mentos no aclaran si a pesar de concederse a los barrios los derechos itil y directo en sus tierras, se admitia en algin DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 235 grado esa eminencia en favor del marqués. Seria interesante estudiar Ia suerte de los baldios dentro del marquesado, —iinica consecuencia practica que podia esperarse de ese derecho una vez que se habia negado el dominio directo sefiorial sobre las tierras de los barrios— porque en Ia mer- ced de los 23,000 vasallos la corona delegs en Cortés sus privilegios. Carezco de documentos suficientes acerca de este punto, que en cambio se halla bien definido en con- tra de los encomenderos— en las encomiendas comunes. Reanudemos el estudio del concierto de 1549. Se acor~ dé con respecto a la casa en que vivian los marqueses, que lindaba con el tiangues (mercado) de la villa y de otea parte con la huerta, que porque se pagaba lo edificado en las casas —recuérdese lo dispuesto en el capitulo primero del arreglo— y ef marqués habia hecho las casas y labrado después que en ellas vivia y vino a la villa de Cuernavaca con Ia marquesa, y el licenciado Altamirano did otra casa al cacique don Hernando, la cual ef marqués habia man- dado labrar y tenia una huerta, y porque el marqués y la ‘marquesa habian dado al indio don Hernando diversas ve~ ces muchas cosas de vestidos, ropas y caballos, y atento el privilegio del rey por el que hacia merced al marqués de todo lo que perteneciera a su majestad por razén de haber ganado esta provincia, y porque asi lo tenian por bien el cacique e indios arriba declarados, ‘se queden las dichas ca~ sas e huerta por del dicho marqués e de sus subcesores ¢ de quien tuviere titulo e cabsa del dho marqués ¢ de los dichos sucesores 0 de alguno dellos” (fol, 18). La conformidad del cacique no deja de ser sospechosa; tal vez por eso se acumulaban las otras razones, EI marqués pagaria las acequias en la forma siguient la segunda, que salia de la fuente de Chapultepeque, la pa- i ij + 286 ESTUDIOS INDIANOS da, conforme a la tasacién que hicieran el juez de y los terceros, y solamente él la usaria para regar, excepto si pasare por tierra de algiin macegual o indio u otro principal u otra cualquier persona, porque en tal caso el dueiio de la tierra podria regar con dicha agua (fol. 19). En cuanto a la primera acequia que salia de dicha fuente, se medirian las tierras que el marqués regaria con ella y las ue los indios aprovecharian, y tasado el valor de Ia obra por el juez.y los terceros, el marqués pagaria a proporcién de sus tierras y los indios de las suyas, teniendo en cuenta dl trabajo hecho por cada pueblo y el que habia dado el marqués con sus esclavos y herramientas (fol. 19 v). La distribucién del agua se haria por dias, repartiendo a cada uno por semanas (fol. 20). Sobre otras acequias sin [zasi?] la que venia por el ingenio del marqués, como la que pasaba por el molino, los indios y el marqués gozarian del agua (mismo fol.). Seguian, por ultimo, estos capitulos de interés terri- torial: “Iten que las tierras en que est en duda si son suyas [de los indios] 0 de Montezuma, que se dé informacién por las partes e que paresciendo ser de los dichos yndios se les vuelvan e restituyan con los intereses e que todas las demis tierras que el dicho marqués tiene o tuviere diziendo que son del dicho Montezuma, que paresciendo que el dicho sefior marqués no las puede tener por la dicha cabsa, desde el dia que lo tal parescier’, sea obligado el dicho sefior marqués a pagar tributo por ellas al barrio cuiyas fueren ea donde caben ¢ que sea de la misma manera e como las otras tierras que quedan al dicho marqués conforme a esta es- criptura” (fol. 20 y). “ten demas de lo susodicho, los yndios e principales de Xivtepeque, subjeto a este pueblo de Quernavaca, piden que les restituyan e buelvan el dicho DE ENCOMIENDAS Y PROPIEDAD TERRITORIAL 287 marqués nueve pedazos de tierras, los siete dellos de los principales del dicho pueblo, e los dos de la calpisca, con los intereses, que de seis afios a esta parte se las tiene ocu- padas con morales, que den informacién con cada tres testigos ciyas son, e que sabido, el dicho sefior juez las adjudique e dé a ciyas son” (fol, 21). “Iten piden e demandan los yndios e principales del pueblo de Acate- quipaque que les vuelvan a restituyan el dicho marqués tun pedazo de tierras que el dicho marqués les tiene ocu- pado con morales de seis afios a esta parte con los intereses. Que den informacién ciyas son con cada tres testigos y el dicho sefior juez las adjudique e dé a caiyas fueren”. (fol. 21 v). Tos datos coinciden con los que previamente comen- tamos. La alusién a las tierras de Moctezuma nos es cono- cida por otras citas; se revela el propésito de investigar si realmente fueron del antiguo rey mexicano o de los ba- trios de Cuernavaca, Solamente en el primer caso se apar- tarian de las propiedades de éstos. Seria sugestivo averiguar Ia suerte de las tierras que en la organizacién prehispénica pertenecieron al trono y la nobleza (los valientes hombres de México, como se dice en algunos documentos). En actas de cabildo y cartas de la primera época de Ia colonizacién suelen aparecer referencias. En esas propiedades no hallo la proteccién urgente que se dispensa a las tierras de las ‘comunidades indias, ‘Una vez que los capitulos del concierto entre Ja parte del marqués del Valle y los indios se redactaron, les fueron explicados a estos ultimos, se ayuntaron para deliberar y dijeron que los habian por bien y prometian guardarlos y obligaron a sus personas y bienes y los de la villa, barrios y comunidad de ella. El licenciado Altamirano, en nombre 288 ESTUDIOS del marqués, aprobé asimismo la escritura con iguales obli- gaciones. Ambas partes concedieron valor de sentencia al concierto y renunciaron las leyes pertinentes. El juez Mel- garejo, el licenciado Altamirano, el intérprete Juan Galle- g0 y los indios don Gabriel, don Toribio y Esteban, fir- maron, Don Hernando y don Pedro dijeron que no sabian firmar y lo hizo por ellos, a su ruego, Francisco de Saa- vedra. Fueron testigos, ef dicho Saavedra, Juan de Carasa, Hernando Mexia y Luis Hernandez, estantes en la villa. (fol. 23). El mismo dia, habiendo visto el juez el concierto, lo aprobé y mandé guardar so pena de tres mil castellanos de oro de minas al marqués y dos mil castellanos del dicho oro a los indios, la mitad para la cémara del rey, y la otra mitad, en concepto de pena e interés, para la parte obe- diente. La parte que no cumpliera perderia el derecho a las tierras que tuviera, y asi lo mandé por sentencia y ambas partes manifestaron que lo tenian por bien. Tes- tigos: Carasa, Mexia, Francisco de Terrazas y Francisco de Saavedra. Firma del escribano, Diego de Quadros (fol. 23 v).” % Archivo General de la Nacién. México, Hospital de Jest, legajo 235, expediente 5. Véase la explicacin dada en Ix nota 45. La obra citada en Ia nota 57 contiene documentos acerca de resttuciones de tierras hechas 2 los indios de Cuyeacan y Tlacubaya, pp. 352-361 y 362-390. Fl Dr. Quesada, oidor de la Audiencia de México, fallé el pleito en favor de los indios en el ao de 1551, después de haberse presentado en el proceso el capitulo del testamento de Cortés {que ya nos es conocido, Hacia 1561, ef segundo Marqués del Valle eataba de obtener una revocaciin de 1s sentencia, porque argumentaba que Jas tierrat no perteneeian 2 los indios cuando las tomé Hernin Cortés, sino que eran vacas, y de tiempo iamemorial, Moctezuma y sus antepasados las daban. ‘como realengas 2 eapicanes mexicanos, os cuales murieron en la. guerra DE ENCOMIENDAS Y PROPIEDAD TERRITORIAL 289, Recapitulando los rasgos principales de Ia situacién de las tierras dentro del marquesado del Valle se encuen- ‘tra: que desde 1538 Cortés propuso que se armonizara el sistema de la propiedad indigena con el régimen del sola- tiego espafiol. De acuerdo con este plan, que parecia con- tar con la base de Ia merced real de los 23,000 vasallos otorgada en 1529, el marqués gozaria del dominio supe~ rior sobre las tierras del sefiorfo, y en reconocimiento del mismo recibiria rentas y tributos de naturaleza real, es decir, por razén de la tierra cultivada y no de la persona del vasallo; los barrios administrarian comunalmente los términos y continuarian dindolos en arrendamiento per- petuo y hereditario a los labradores indios con-la carga de pagar el tributo, (La ignorancia por parte de los espafioles de a situa- cién exacta—en la geografia y no en el concepto juridi co— de las tierras comunales concedidas a los indios tri- butarios, dato indispensable para establecer la imposicién real, constituyé un primer obstéculo para la realizacién del proyecto de Cortés. «La corona espafiola, por otra parte, no acepté el sistema de los tributos territoriales a cargo de los indios de Nueva Espafia sino que did preferencia a los de caricter personal en los pusblos de realengo, el mar- quesado y las encomizndas. 'Los letrados regalistas de Ja de México, y que una parte de dichas terrasse dedicaba a oftendss de lon idolos otra semenceras pare ntentacién de ls guerra, EL litigio dependia, por lo tant, dl carketer pechispénico delay tietras: si per~ tenocian’a principales indie, barrios 0 macehusles, el marqués ls per- dera 0 seria oblizado 1 pagarlas; si ran bald ealengas, en el ‘oncepto espa, enlazado com el azteca de terran de elgion y guerra, podria reencrlas No viene I senteneia qe podeia aclarar sil corona {ele efectivamenteen el marquesado el derecho de gozar de lon bal- dis conforme 1 ln promesthecha en la merced de lo 23,000 vasallos Yy como lo dejan enteever algunos de fos documentos est iron asimismo el derecho sefiorial sobre las tierras que administraban los barrios indigenas y concedie- ron a la propiedad de éstos una autonomia notable; les permitian recaudar las rentas en calidad de bienes:de co- munidad (con las que atendian los gastos piblicos, hospi- tales, religidn y satisfacian al sefior el monto de los tributos personales) y concertar los arrendamientos como en cosa propia. La situacién descle mediados del siglo XVI, no obstante los deseos de los marqueses del Valle, distaba con siderablemente, en teoria y efectos pricticos, de la de los solariegos medievales. ¢ La ley de 14 de mayo de 1546, que estudiamos antes, mandaba que las tierras de los indios de encomienda que habian muerto durante la epidemia se destinaran a sus here- deros, a falta de éstos a los pueblos y en tercer término ala corona.” El precepto nos sirvié para sefialar Ta falta de propiedad del encomendero en las tierras de su encomienda. Ahora prestaremos atencidn al orden en que se enumeran los propietarios y a lo que representa desde el punto de vista de los derechos de los indios. Coincidiendo con el in- forme de Cortés de 1538, la ley reconoce dos clases de propiedad: Ja individual hereditaria de los vecinos indios y la comunal de los barrios o pueblos. El derecho del indi- viduo —supuesto que pague el tributo—es preferente al del pueblo y por eso los herederos del indio muerto figuran en primer término. $i no hay sucesores, se toma en cuenta el derecho de Ia comunidad, con objeto de que cusnte con tierras suficientes para la produccién de los tributos de que el pueblo es responsable. Cortés aclaré en su informe, segiin se recordar4, la funcién distribuidora de las tierras © Véase Ia nota 24. DE_ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 291 y recoudadora de los pechos que correspondia al comin. Por tiltimo, si no habia herederos y el pueblo indio tenia suficientes tierras para cubsic los tributos de a encomien- dla y algunas necesidades mis, la corona entraba en pose- sién de las tierras baldias. Este derecho regalista no se anteponia ni destrusa las propiedades individuales y comu- rales de los indios; slo funcionaba como una facultad eminente y superior que se actualizaba y producia la apre- hensién de las tierras a falta de los habituales propictarios indios. Ha sido frecuente, en la historia de las tierras en la América espafiola, mal interpretar la bula de Alejandro VI como una donacién de propiedad territorial hecha a los reyes de Espafia, olvidar los antecedentes acerca del patri- monio de la corona en Espafia, leer sin criterio histérico las leyes resumidas en la Recopilacién de Indias, y desco- nocer toda Ja evidencia documental, para establecer la teoria de un fantistico y despdtico dominio territorial de los reyes espafoles en América, que hacia imposible, insegura 0 condicional toda la propiedad de espaiioles e indios. No puedo apartarme aqui del estudio de Ia enco- mienda para tratar este tema, pero se descubre claramente, en el ejemplo transcrito, que la posesién real era sobre los baldios, y que gracias a la compleja y flexible armonia del regalismo, los sefiorios, las propiedades de los vasallos y los contratos de terrazgueria, el derecho real en las tierras indianas no implicaba la aniquilacién absoluta de la pro- piedad privada ni comunal. En relacién con las compraventas de tierras celebradas entre encomenderos ¢ indios de Colima, que denuncié el visitador Lebrén de Quifiones en 1554, no puede dudarse que encubrian despojos y engaiios, pero representaban for- 292 ESTUDIOS INDIANOS malmente un principio de reconocimiertto juridico del derecho de propiedad de los indios encomendados, porque si los encomenderos no los reputaran duefios legitimos de las tierras, no celebrarian con ellos los contratos de ad- quisicién."* Usualmente intervenian escribanos en las ope- raciones para darles Ia debida formalidad, como se observa en el caso de Serrano de Cardona y Jos indios de Cuerna~ vaca, citado anteriormente, Lo mismo se hacia en las to- mas de posesién, \En la relacién de tributos de los pueblos del marque- sado del Valle, de fecha 10 de enero de 1570, figura el pueblo de Rinconada como eximido de tributos por el mar- qués, por tiempo de 50 afios, a cambio de un terreno." Esa exencidn equivalia, por Io tanto, al pago de un precio y suministra otro ejemplo en que el sefior reconoce el derecho inmobiliario de los vasallos y atin figura como comprador. | Desde el punto de vista de In propiedad indigena, el Jitigio del afio 1579 en Ia audiencia de los Confines, en que Bernal Diaz defendié a los indios de su encomienda, de- muestra, en concordancia con los ejemplos estudiados an- teriormente, que los naturales figuraban judicialmente co- mo partes reclamantes y exigian su derecho, sin confundir ‘su personalidad ni su causa con las del encomendero, aun- que Ia ayuda directa o velada de éste era valiosa para los indios en los tribunales y equivalia a la proteccién del débil por el fuerte en sentido romano. En la causa que analizamos, probado el perjuicio que la merced de tierras dada al espafiol Ximenez causaba a los indios, fué revo- cada y los propietarios antiguos restitufdos.”* ®t Véase La nota 27, @ A.G. I, Méjico, 256, doc. 57. Cit. en La Encomienda Indiana, pe3IL, ® Wésse la nota 28. ¥ PROPIEDAD Podemos ahora agregar algunas noticias sobre las tie~ tras de los indios encomendados en El Pert. El protector de los naturales de Ia provincia de Gua- manga, en nombre de D, Lazaro y de Andrés Guacras, caciques del repartimiento de Tanquiguas encomendado en Hernin Guillén, pide en Guamanga, el 29 de diciembre de 1578, licencia para que estos caciques puedan vender por pregones dos pedazos de tierra. Se mand6 que diese infor- macién sobre cilyas eran las tierras y Ia utilidad que se seguiria de venderlas. Se dié la informacién y se hicieron hasta treinta pregones. Compré Pedro de Valenzuela en cien pesos. + "Este ejemplo ilustra acerca de las formalidades acos- tumbradas en los casos de ventas de tierra de indios, y muestra que los indios encomendados podian poseer y dis- poner de sus tierras. Es de notar que Ia representacién de los indios encomendados corrié a cargo del protector y no del encomendero, y que la compra la hizo un tercero, Lo que no sabemos es si éste contaba con la aprobaci ticita del encomendero, ya que el tltimo no aparece opo- nigndose a la operacién, El 10 de noviembre de 1594 se dié por nula la venta, porque se hizo sin licencia del gobernador del reino. Pero el comprador Valenzuela obtuvo una composicién median te el pago de dinero a la Corona, pues se estimé que se trataba de tierras baldias y por lo tanto realengas.** Que los indios encomendados podian recibir tierras © ‘Archivo Nasional del Pers. Lima, Dececho indigena y en- comiendss. Leg. 2, Cusd. 25. Investigacién realizada bajo los auspi- ior de la Fundacign Rockefeller. 294 ESTUDIOS INDIANOS en repartimiento lo comprueba el testimonio de la repar- ticién que hizo Juan Salas de Valdez, por comisién del oidor de la Audiencia de los Reyes Lic. Alonso Maldonado de Torres, en favor de los indios del valle de Jaquixahuana y del ayllo Circa, encomendados en Miguel Angel Felipén. Este testimonio lo did el escribano del cabildo de la ciudad del Cuzco, Francisco de la Fuente, a la vista del libro de la visita y reparticién de tierras. En el pueblo de San Nico- las de Soritte, valle de Xaquixaguana, a 15 de febrero de 1595, el referido Salas dijo que el oidor Maldonado le habia mandado repartir las tierras del valle a los indios del ayllo Circa de la encomienda del citado Felipén, prefiriendo a los caciques principales en mas cantidad y a los tributarios que tuviesen hijos, y a los indios ayllo Curacas, y a los demés por iguales partes, y asimismo a los indios que habian salido de edad de tributar y viejos y viudas, solteras y huér- fanos. Las cuales tierras habian de tener con las condi~ ciones contenidss en el auto que iba en el libro de la vi- sita, su fecha en 29 de enero de 1595. A continuacién el repartidor hizo la descripcién de los mojones. En las tierras hhabjan de suceder los hijos por fin y muerte de los indioss y no habiendo descendencia, heredarian los indios del co- min del pueblo, No las podrian vender ni donar ni trocar ni mandar en sus testamentos ni arrendar a los espatioles ni 4 otras personas, sino que las habjan de tener y poser por Ia forma contenida en el auto. Ninguna persona se las quitaria. Es de advertir que el testimonio lo pidié don Garcia Cassipoma, cacique principal del pueblo de Sorite, y se did el 2 de octubre de 1624; pero mas tarde lo exhibié el capi- tin D, Antonio de Oquendo, hacendado en el valle de Xaquixaguana de la provincia de Abancay, dando fe de ello el escribano en el Cuzco, a 30 de junio de 1698." +'No eabe duda acerea de que los indios de encomienda podian recibir tierras en repartimiento, mas no parece haber sido muy efectiva la prohibicién de que esas tierras pasaran a poder de espafioles, hacendado el testimonio del primitivo reparto, lo cual hace sospechar que habia adquirido derechos que provenian de dicho titulo.) No sélo confirma el reparto de tierras a indios de encomienda, sino que ofrece interesantes detalles, otro do- cumento relativo a la concesidn que se hizo a diecinueve indios tributarios que tenia el ayllo Tantar de la enco- mienda de Pedro Alonso Carrasco —con el cacique de ellos y los indios en edad de tributar, que todos eran dieci- nueve— de setenta y seis topos de tierra para papas en el asiento de Puna que a este ayllo pertenecia. El reparto se hizo “sin perjuicio de tercero”, y a condicién de que si en algin tiempo pareciera que dicha tierra donde sem- braban papas era para trigo y maiz, se entenderia que quedaba por de su majestad, como tierra que no se mani- festé para hacer reparticién de ella. A cada uno de los tributarios en edad de tributar tocé a cuatro topos de la dicha chécara de papas. En seguida se explica que parecia haber en el ayllo ‘Tantar, llamado Hanan Cuzco, de la encomienda de Pedro Alonso Carrasco, dieciséis indios tributarios con el princi- palejo de este ayllo, y tres mozos de trece a dieciséis afios, y ocho viejos y viudas; y quedarles repartidos 96 topos de tierra para trigo y maiz, y 76 topos de tierra para papas. ya que vemos en manos de un % Did. Leg. 3. Cuad. 38. 5 biojas dciles. 296 ESTUDIOS INDIANS Firmé el visitador Francisco Aldrete Maldonado. En el expediente siguen otras asignaciones a favor de indios tri- butarios." Es de notar Ia diferencia que se apunta entre las tierras para papas y las que pueden producir trigo y maiz. En cuanto a las medidas que corresponden a cada tributario, adelante veremos que variaban segtin Ia calidad de la tierra, ¥ que se tenia en cuenta asimismo la categoria del indio, Los indios de encomienda podian recibir una adju- dicacién de tierras vacas, como lo da a entender una pro- visién del virrey don Luis de Velasco, al corregidor de la villa de Balverde de Tea y su partido, dada en Los Reyes 4.14 de junio de 1602. De ella se desprende que Joachin de ‘Aldana, protector general de los naturales del reino, en nombre de los indios de los repartimientos de Anan y Lurin Yea, de las encomiendas de D. Juan Dabalos de Ri- bera y D. Francisco de la Cueba, vecinos de la ciudad de Los Reyes, hizo relacién que en la visita que efectud el licenciado Alonso Maldonado de Torres de las tierras vacas y baldias que hnubo en los valles del distrito de esa villa, dejé adjudicadas a los indios de dichos repartimientos las cantidades declaradas en Ia visita en pagos de Guamani- chacama Tiraxe y otras partes.” Mayores detalles sobre la adjudicaci6n de tierras 2 los indios de encomienda encontramos en la ‘Visita y pa- drén del repartimiento de Cayautambotcucha (en otros lugares del expediente dice Cayaotanbotauna), de la enco- mienda de D, Francisco de Valverde, vecino de la ciudad © ‘Biblioteca del Ministerio de Relaciones Exteriores, Lima. Mss. 335. P % Aschivo Nacional del Perd. Lima. Derecho indigena y enco- smiendas. Leg. 3. DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 297 del Cuzco... 1603”. Es interesante yer por este padrén que el cacique aparece poseyendo casa, solar y 20 topos de chicaras de maiz y trigo (y buen nimero de hijos bastar- dos y legitimos). Muchos tributarios casados tienen tam- bién casa, solar y 3 topos de chacara de maiz y trigo. Esta es la medida més generalizada. En algin caso se explica: “e tres topos de chcara de maiz y trigo como tienen los demés tributarios deste ayllo”. Hay ejemplos en que se manda dar estas medidas a los tributarios casados que no tienen atin tierras, al parecer por ser jévenes de reciente casamiento. No cabe duda acerca de que la costumbre 0 regla era que el tributario casado de la encomienda tuviese sas tierras.® *};Con fo cual podemos concluir que en El Perd, al igual que en Nueva Espafia, Ia encomienda era juridicamente compatible con la. propiedad territorial de los indigenas encomendados, y que entre éstos, solia ser mejor la condi- ibn de los caciques propietarios, Por iiltimo, volviendo a las regiones de México, es de notar un documento tardio del afio 1722, relativo al pue- blo de Ebtun, encomendado en el maestre de campo Juan del Castillo, en la provincia de Yucatan. Muestra cémo ese pueblo de indios pide la ayuda de su encomendero en una disputa de tierras con otra comunidad indigena, porque de lo contrario el encomendero perderia los frutos que ellos le tributaban.” «Es decir, coincidia el inverés del encomendero que re- cibia el tributo con el del pueblo que lo pagaba en lo que respecta a la defensa de las tierras frente al apetito de los * Ibid., Leg. 3, Cuad. 46. © Gfr. RL. Roys, The Titles of Ebtwx, Washington, D.C, 1939, p. 269 especialmente ESTUDIOS extraiios, ya que de ellas dependia el sustento del uno y del otro, Toda la titulacién de Ebtun comprueba la coexisten- cia y Ia autonomia de la propiedad concejil y privada de los indios o la particular de terceros espafioles bajo el dere- cho de la encomienda. De acuerdo con estos ejemplos, la respuesta a la pre- gunta d), hecha al principio del estudio, sera: el derecho territorial por razén de sefiorio se trata de implantar en el marquesido del Valle, pero sufre limitaciones considera- bles, y no existe del todo en las encomiendas sino es en favor de la corona, adquiriendo actualidad Gnicamente en los baldios; los tributarios indios con independencia juridi- ca mayor que Ia disfrutada por los pecheros espaiioles— poseian comunal e individualmente las tierras sin que el sefior o encomendero pudiera despojatlos legitimamente. Las usvrpaciones ocurrian, sin embargo, como resultado de la debilidad social de Ia poblacién india y daban motivo a actuaciones provectoras de la justicia real que se regis- traban cuidadosamente en documentos que constituyen hoy piezas valiosas para reconstruir Ia historia territorial del Nuevo Mundo.|* ur La reunién de las respuestas obtenidas en el curso del trabajo autoriza estas conclusiones: Los titulos de encomienda no daban derecho a la pro- piedad de las tierras y solamente para el pago de tributos en ‘especies ageicolas eran afectadas algunas sementeras sin va- riar su dominio, ‘Los encomenderos, por titulos de merced 6 compra —sin contar con las usurpaciones— podian adquirir tie- DE ENCOMIENDAS Y PROPIEDAD TERRITORIAL 299 ras en propiedad particular —directa y Util dentro y fuera de las encomiendas, Esta facultad fué limitada a me- diados del siglo XVI en cuanto a la cria de ciertos géneros de ganado y mas generalmente en el siglo XVII, pero des- conocemos la aplicacién dada a esas leyes y si la calidad de encomendero llegé a ser incompatible con el goce de Ia pro- piedad particular de tierras en los términos de los pueblos de encomienda, Las leyes trataron de evitar en los primeros tiempos la existencia de la propiedad de terceros espafioles dentro de las encomiendas, sin abandonar los derechos de anteriores encomenderos o sus sucesores, sustituidos en el goce de las encomiendas por otros pretendientes 0 por corregidores reales. Al mediar el siglo XVI parece haberse cedido en el rigor de la prohibicién y se encuentran casos en que, en vez de ser obligados los terceros a deshacerse de sus propiedades, son amparados en elas y los encomenderos obligados a tran- sigir con los propietarios extrafios, Los vasallos indios poseian tierras colectiva e indivi- dualmente sin que el sefior o encomendero pudiera despo- jarlos legitimamente de ellas, aunque existen ejemplos de esas violaciones y de prolijas actuaciones judiciales para repararlas. Una observacién acerca del método pondeé fin a mi trabajo: nos hallamos a gran distancia del conocimiento de la vida social, Ia economia y las instituciones coloniales de Espafia en América; entretanto, han adquirido crédito interpretaciones generales erréneas. Para sustituirlas, ha de emprenderse simultineamente una revisién de las ideas y formas de la organizacién colonial y un acopio minucioso de documentos que permita comprobar en la practica lo que la teoria sugiere. 300 ESTUDIOS INDIANOS ‘Yo no creo que mi estudio satisfaga esos requisitos; lo he redactado al margen de otras investigaciones, sin haber agotado sus miiltiples perspectivas; lo ofrezco como un ensayo provisional, que deseo promueva otras reflexiones y contribuciones de documentos por parte de quienes estén en aptitud de hacerlas. iv El tema ha despertado interés en los iltimos afios, y stu bibliografia aumenta, abarcando nuevos aspectos, épocas y regiones. Creo que no es superfluo, para concluir, dar alguna idea de las dltimas contribuciones que han legado a mi conocimiento, Mientras realizaba el estudio de las relaciones entre la encomienda y la propiedad territorial, preocupaba el mis- mo problema al notable historiador inglés F. A. Kirkpa~ trick. En vista de que mis contribuciones aparecieron antes de que la suya fuese dada a conocer, me obsequié su ma- nuscrito, Pero como éste contenia referencias distintas de Jas mias, aunque llegébamos ambos por nuestros respectivos caminos a las mismas conclusiones, rogué al Sr. Kirkpatrick ya su editor que publicasen el estudio, como afortunada- mente se hizo, con las explicaciones del caso, bajo el titulo de: “The Landless Encomienda”, The Hispanic American Historical Review, Vol. XXII, nim. 4 (Nov. 1942), pp. 765-774, La conclusién es: “The encomienda was not a Janded estate and had nothing to do with ownership of land”. El estudio de Kirkpatrick ha sido traducido y pu- blicado en espaiiol bajo el titulo: “La encomienda sin tie- rras”, en Revista Chilena de Historia y Geografia, 102 (1943), 363-374, DE ENCOMIENDAS Y PROPIEDAD 301 En mis Ensayos sobre la colonizacion espaitola en América, Buenos Aires, 1944, pp. 139-145, ofrezco wn re~ sumen de esta materia, y me hago cargo de la existencia de titulos peruanos, paraguayos y venezolanos que enco- miendan los indios bajo expresiones como ésta: "con todas sus tierras, montes, aguadas, pesquerias y cazaderos”, Kirk- patrick habia notado una fraseologia parecida en un titulo chileno dado por Pedro de Valdivia, “The Landless Enco- mienda”, p. 772: “con todos sus pueblos, tierras, términos, rrios y montes y valles y todo lo que poseen y les pertenece”. ‘A lo que ahora podemos agregar un titulo—Arch. Nal. de Santiago de Chile, Notariales de la Serena I, 46 y ss.— dado por el Gobernador de Chile, don Alonso de Sotomayor, en favor del capitan Juan Baldovinos de Leyde, fechado en Santiago el 11 de julio de 1588, en que le encomienda cier- tos caciques del otro lado de la cordillera “con todos sus prencipales herederos y subsesores e yndios a ellos sujectos y de sus parcialidades trras y beuederos por estos nombres ¢ por otros qualesquiera que tengan como sean ellos mesmos avngue parescan estar en otras tierras y fuera de los dhos baalles desuso declarados. ..” $. Canals Frau, “Una enco- mienda de indios capayanes”, en Anales del Instituto de Et- nologia Americana, Mendoza, Arg., VIE (1946), 200. Pero ‘esto no impide que las ordenanzas del visitador Alfaro, que yocito, y otros documentos que Kirkpatrick tiene en cuen- ‘ta, aclaren bien que eso no significa la concesién al enco- mendero en plena propiedad de las tierras de los indios en- comendados. Yo creo que esas expresiones —que por otra parte no aparecen en titulos de otros Iugares y épocas de mayor cultura juridica indiana— més bien tienen por ob- jeto delimitar los alcances humanos y geogrificos de la en- comienda como tal, que no otorgar o transferir al encomen- 302 ESTUDIOS INDIANOS dero un derecho territorial que se encuentra negado en las ocasiones en que se ventila de manera concreta, Ademés, nétese que los referidos titulos encomiendan los indios con lo que ésfos poseen; pero no se habla de que por virtud de tal encomienda dichos bienes dejen de ser propiedad de los indios para ser transferidos, con el propio cardcter domi- nical, al encomendero. Los ejemplos de Chile son muy interesantes, Las dudas a que han podido dar lugar, no sélo fueron examinadas por Kirkpatrick, sino que Vinieron a ser puestas en claro me- diante los documentos y estudios dados a conocer en los tomos XLVIII y XLIX de la Coleccié de Historiadores de Chile, Comentindolos en la Revista de Historia de Amé- rica, 14 (junio de 1942), p. 112, pude eseribirs “Todo esto confirma que el titulo de encomienda no daba al espafiol la propiedad territorial, como lo hace notar el sefior Greve en su introduccién, y que el derecho de propiedad terri- torial de los indios subsistia juridicamente a pesar de la encomienda. Mas los ejemplos revelan también que la pro piedad indigena sufria las acometidas de los espafioles enco- menderos 0 no, que solicitaban las mercedes de tierras dentro de las de los indios encomendados 0 procuraban concertarse con los protectores de los indios para celebrar los contratos de traspaso de dominio”,. Es importante la contribucién critica y documental del historiador chileno A. Almeyda, “La constitucién de la propiedad segiin un jurista indiano”, en Revista Chilena de Historia y Geografta, LXXXIX, 97 (Julio-Dic. 1940), pp. 94-132, Se trata de un caso del afio 1628 en que la en- comendera, por haberse gastedo y disminuido los indios del pueblo, pide que se le haga merced del valle, reservando las tierras que necesitaren los indios que hubieren quedado. DB ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 303 Se hace la merced, pero a mediados del siglo XVIII se anu- lan sus efectos, porque conforme a la ley 30, tit. 1, lib. 6 de la Recopilacién de Indias debieron las tierras revertir a la Corona; véase la p. 103 especialmente. Sobre el estado tiltimo y supresidn de las encomiendas de Chile, cfr, R. Donoso, El Marqués de Osorno Don Am- brosio Higgins, 1720-1801, Publicaciones de la Universidad de Chile, 1941. El referido gobernante escribe a la corte, desde Quillota, el 3 de abril de 1789: “Y de todo esto el resultado fué siempre que lo que se llamaba encomiendas en estas partes, no eran unos pueblos cuyos tributos habia cedido Vuestra Majestad a aquellos vecinos en recompensa de los servicios de sus mayores, sino un néimero de infelices que adscritos por lo regular a la circunferencia de las casas y oficinas que forman las haciendas de los encomenderos, trabajaban todo el afio sin intermisién en las minas, en los obrajes, en Ia Iabranza de los campos y en todo cuanto era de la comodidad y ventaja de éstos, que llamaban sus amos para que nada falease a Ia esclavitud a que estaba reducida esta grande porcién de vasallos de Vuestra Majestad, con- tra el expreso tenor de las leyes que prohibian el servicio personal, y que sin embargo se les obligaba, y estos infelices prestaban como una obligacién de que el sustraerse por me- dio de la fuga costaba prisiones, golpes, azotes, y cuanto podia inventar la tirania y el abuso mas abominable”, p. 181. Ese cuadro de violacidn de las leyes es precisamente el que sirve de base a Higgins para abolir las encomiendas chilenas, Hallindome de visita en Ia ciudad argentina de Salta, tuve noticia de que el Sr. A. Cornejo preparaba algin tra- bajo sobre tierras, En conversacién con él, no sélo pude darme cuenta de que conocia la distincién entre encomien- ESTUDIOS INDIANOS das y propiedad territorial, sino que tuvo la bondad de in- dicarme que existia un fallo de la Suprema Corte de ese pais en que se declara que la encomienda no concede dere~ cho de propiedad sobre la tierra. Tn efecto, se trata de una sentencia dada por 1870 en el juicio que entablé la Provin- cia de Jujuy contra don Fernando Campero, sobre reivin- dicacién, y se halla publicada en la Coleccién de Fallos de la Suprema Corte de la Nacién (Argentina), tomo 19, p. 29, Posteriormente he tenido noticia de que el Sr. Cornejo ha publicado un trabajo bajo el titulo de Contribucién a la historia de la propiedad inmobiliaria de Salta en la éboca virreinal, Buenos Aires, 1945, 45 pp. ils., pero no he podido consultarlo, En Ia obra de F. Pérez de Ia Riva, Origen y régimen de la propiedad territorial en Cuba, La Habana, 1946, pp- 24-32, ya se encuentra bien establecida la diferencia que existe entre las encomiendas y la propiedad territorial. Cita los resultados de nuestra investigacién y afiade un dato muy claro que toma de las Actas del Cabildo de Caracas, 1, 270: - el encomendero Martin de Gainez, solicita del cabildo de esa ciudad, en 1593, que le haga merced a él y a sus herma- nos de cien hanegas de tierra del valle de Aragua, dentro de su encomienda. Esas tierras eran de los encomendados, pero algunos yecinos comarcanos les tomaban sus conucos. El encomendero pide que a él y a sus hermanos se les haga la merced “con titulo bastante”, pues hace tanto que las po- seen y para poder hacer labranzas y sembrar, ademas de lo que sus encomendados han menester y han de hacer y labrar, Como justamente comenta Pérez. de la Riba, pp. 30-31, “el hecho de que los hermanos Gainez tuviesen la encomienda, no s6lo no les daba derecho a las tierras del va~ He de Aragua, a pesar de alegar que las posefan desde hacia DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 30s tiempo, sino que su encomienda no excluia que dentro de Ia misma tuviesen los indios tierras propias y personas extra- fhas tratasen de adquiriclas”, » Finalmente, J. M. Ots Capdequi, El régimen de la lie~ rra on la América Espaitola durante el periodo colonial, Ciudad Trujillo, Universidad de Santo Domingo, 1946, con base en algunos pasajes de Solérzano, en su propio estudio EI derecho de propiedad en la legistacién de Indias y los que viene realizando sobre el siglo XVIII en Colom- bia, y en nuestra investigacién, dice en la p. 1043,"La tierra de un pusblo de indios dados en encomienda, éa quién pertenecia?; al hacer la adjudicacién de una encomienda, gen qué situacién quedaba la tierra del pueblo donde vivian los indios encomendados? La tierra era del indio, y seguia siendo del indio a pesar de la encomienda; pero si por cual- quier causa los indios abandonaban colectivamente el pue- blo, la tierra revertia a la Corona, al Fisco, nunca al en= comendero”. 306 ESTUDIOS INDIANOS ‘DEWOSTRACION GRAFICA: 2614S CONCLUSIONES ne ese ESTUDIO 4, ENCOMIENDA zetsigtoXVI_ Es. DE ENCOMIENDAS ¥ PROPIEDAD TERRITORIAL 307 ‘Actanacrones Bmtioarérteas L—Colec. Muiioz: Copias sacadas de archivos espaioles en el siglo XVI por don Juan Bautista Maio, que se conservan en le ‘Academia de la Historia de Madrid 2—Colec. Paso y Troncoso: Copias sacadss de archives europeos por don Francisco del Paso y Troncoso, como comisionado del gobierno mexicano en los afios de 1892 a 1916, que se conservan en el Archivo Histérico del Instieuto Nacional de Antropologis © His ‘oria, Moneda 13. México, D. F. 3D. I. ba Colecciéw de Documentos Iniditos del Archivo de India Torres de Mendoza. 42 vols. Madrid, 1864-1884, 4D. I. Us Caleccién de Documentos Inéditos relatives al deseubri- ‘miento, conguista y organizacién de las antiguas posesiones espa~ ‘ola: de Ultramer, Academia de Ia Historia, 25 volimenes, Ma- eid, 1895-1932, Encinas, Cedulerio: Provisioner, cfdulas,capitulos de ordenawzss, instrucciones y carta... tocantes al buen gobierno de lat Indias suministracion de la justcia en ells, Madrid, 1596, 4 vols. Harkness Collection; Coleccién de documentos originales donada 4 la Biblioteca del Congreso de Washingcon, D. C., que compren- de expedientes muy valiosos sobre el Marquesado del Valle sIbero-Americana: Coleccién elitada por Ia Universidad de Berkeley, California, E. U. A. Puga, Cedalario: Provsiones, cédalat, istrucciones de sx Meet tad, ordenanzas de difuntos y Audiencia... México, 1563, Segunda edieién, México, 1879. 2 vols. 9.—Revista de Historia de América, Publicecién inaugurada por el Instituto Panamericano de Geografia e Historia, en la ciudad de México, en el mes de marzo de 1938,

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