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RESUMEN SOCIOLOGÍA JURÍDICA CÁT. B y C. AÑO 2019.

Tomos I y II

BOLILLA 1
MODERNIDAD Y POSTCOLONIALIDAD

2. La modernidad como proyecto de la civilización occidental. La crítica y la propuesta del enfoque


postcolonial.
SCARPONETTI: “La inversión del espejo: para una comprensión sociológica del derecho desde Am. Lat.”

Introducción
Pensar históricamente significa privilegiar la correspondencia con el pasado que permanece en un
presente de larga duración.
Sociología y derecho: saberes de pretensión científica. Constitución a la par del proyecto moderno. Orden
y cambio social son claves para observar el movimiento pendular del derecho entre la emancipación y la
regulación social.
¿Cómo nos constituyó el proyecto moderno en este orden social en que vivimos? Actitud de modernidad
Actitud =modos de pensar, actuar y conducirse a la luz de un proyecto.
Sociología tiene su origen en Europa. En nuestro continente hay 3 factores que condicionaron el futuro
de América Latina a la luz de la modernidad europea: a) evangelización durante la colonia; b) movimientos
de resistencia que generó la colonización; c) consecuencias de pensar desde la concepción eurocéntrica
civilizatoria y negar lo diferente.
Confrontaciones a lo largo de la historia se analizan como “razón vs. sentimiento”, “intuición vs. ciencia”,
“intelectuales vs. pueblo”.

¿Cómo nos constituyó a los latinoamericanos el proyecto de modernidad europeo?


1) proyecto de modernidad para desentrañar el papel y las funciones que tuvieron determinadas
tradiciones sociológicas de la conformación del derecho y del estado.
2) cómo el proyecto civilizatorio eurocéntrico llega a Latinoamérica mediante procesos de colonización,
imponiendo un orden social que niega a aquellos considerados diferentes.
3) principales aportes y confrontaciones entre el pensamiento eurocéntrico moderno y algunas
tradiciones latinoamericanas: teorías de la dependencia, filosofía de la liberación y colonialidad del poder. El
eje central es repensar DESDE Latinoamérica y revisar los distintos estudios críticos sobre el derecho.
Repensar que el orden no es algo dado, natural, sino una construcción social histórica, resultante de
confrontaciones distintas. La construcción del orden NUNCA está acabada.

EL PROYECTO MODERNO DE CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL


Sociología surge en el mundo moderno con la pretensión de predecir el curso de los procesos de cambio
social.
Tres procesos históricos que dan origen a transición hacia sociedades modernas: revolución francesa,
revolución americana y revolución industrial. En ellas surgen iluministas e ilustrados que ponen el acento en
pensar los problemas sociales.
Iluminismo asume la ciencia como un saber fundado en la razón. Buscaba comprender el orden social
mediante regularidades y leyes universales para observar los fenómenos del mundo real. Desarrolló una
nueva moralidad fundada en valores de libertad, racionalidad, tolerancia e igualdad jurídica frente a la ley
para constituir un nuevo sujeto cuyo eje fuera la libertad (como autodominio). Libertad como estatus de los
individuos.
Desplazó las ideas sobre la sociedad como un hecho natural o como creación divina.
La sociedad es una techné que había sido o debía ser acordada por el hombre.
Acentúa el carácter artificial de lo social: la irrevocable primacía del individuo como creador del orden
social. La sociedad es un producto de y al servicio de los hombres.
El conocimiento (razón y saber) se vuelve el código rector de la vida social individual: lo verdadero es lo
que podemos ver, probar, razonar.
Las matemáticas eclipsan a la filosofía y la teología. Matemática=lenguaje universal de las ciencias
modernas: de ahí el importante papel de la economía.

Como se necesitaba un modo distinto de razonar, D. Hume en 1734 encuentra las leyes que rigen la
naturaleza humana; una nueva ciencia que podría explicar mediante la observación y la experiencia, las
estructuras básicas del comportamiento social (una ciencia descriptiva).
Adam Smith (discípulo de Hume) sostenía que el modelo newtoniano de ciencia era el correcto. Establece
su ley universal en la economía política, según la cual la división del trabajo y la propensión al lucro
mediante el comercio y el intercambio de bienes, resultan manifestaciones de un comportamiento natural
de todos los seres humanos. La división social del trabajo sería tendencia natural de todos los países, por lo
que el estado solo debería garantizar la plena libertad que potenciara actitudes egoístas en pos del
enriquecimiento individual (la mano invisible del mercado mundial).

De todo esto queda la concepción de ciencia como “modelo de saber” que puede ordenar la vida
social.
Ciencia se asocia con conocimiento legítimo. Las ciencias sociales se constituyeron en saberes con
pretensión científica mediante la creación constante de su propio lenguaje que trajo consigo teorías,
conceptos, etc. Bajo estos parámetros surge la sociología. Es paradojal el surgimiento de la sociología en
Saint Simon y Comte: ambos formularon sus propuestas sobre la nueva ciencia en medio de
acontecimientos marcados como bisagra entre la reacción conservadora a lo posrevolucionario, y el
proyecto moderno basado en la ciencia. Intentan dotar a la sociología de algún método que la distinta de lo
filosófico-especulativo.

Comte acentúa en el carácter positivo de la nueva ciencia. Consideraba eso la única arma para derrocar la
anarquía moral y social del iluminismo. Une como objetivo de la nueva ciencia tanto la defensa del orden
como la búsqueda del progreso. Insistió en la necesidad de centrarse en el estudio de lo real mediante un
método basado en la observación, experimentación y comparación. La idea que tenía es que los hechos
existen independientemente del sujeto observador. (modelo positivista de las ciencias sociales).

Karl Marx (visión opuesta Comte). Concepción materialista de la historia. Parte de analizar la existencia
concreta y social de los hombres; el conocimiento científico de la sociedad debe partir de la propia vida
material y no de las ideas (hace compatibles materialismo y dialéctica, necesita invertir la forma que tiene
Hegel). Coloca en un plano material la dialéctica. [Los hombres producen sus medios de existencia, así
indirectamente edifican su vida material. La forma en que lo hacen, refleja lo que son. Eso que son coincide,
entonces, con lo que producen y la forma en que lo hacen.] La vida humana es una transformación
consciente e intencional de las condiciones naturales. El proceso de trabajo no es solo natural sino por
sobre todo social; los hombres no están aislados, producen cooperando entre sí.
Marx identifica los modos de producción como estadios de desarrollos que diferencian a las formas de
producción, a los instrumentos utilizados, la división del trabajo que éstos requieren y las relaciones sociales
que de estos modos emergen.
Nueva visión sobre el cambio social, porque el arma de lucha será el conocimiento como praxis, que
supone la visibilización de las condiciones de explotación y alienación del proletariado, y la emergencia de
una nueva conciencia con capacidad transformadora de esas condiciones. Cambio socialnecesidad de
transformación social revolucionaria a través de la categoría de lucha de clases.
El cambio revolucionario se diferencia de las revoluciones burguesas porque aspira a cambiar el modo de
producción capitalista por otro capaz de asegurar igualdad material, no tan solo formal. No se trata de
cambiar un gobierno sino un modo de reproducción social.

Emile Durkheim (positivista). Sostuvo que las ciencias sociales existían porque había “cosas” sociales.
El hecho social puede ser observado como cosa; son externos al individuo, anteriores a él y obligatorios:
su poder de coacción nos llega cuando intentamos hacer algo en contra de las reglas sociales estatuidas. Su
exterioridad hace que no tengamos conciencia de ello en virtud de la anterioridad de las reglas sociales
respecto a nuestra existencia.
El objetivo de la sociología es producir una autoconciencia moderna. Para ello se basa en el
individualismo moral. Es la sociedad la que puede hacer sentir su influencia si la sociedad es un acto, y ella
solo es un acto cuando los individuos que la componen están reunidos y actúan en común.
Es central el orden moral como un centro simbólico que genera solidaridad y se auto-transforma en la
medida que cambia la visión del trabajo y las condiciones sociales de vida, presta a la temática de la
cohesión social, caracterizable como conciencia común sobre creencias, sentimientos y prácticas que
permiten metas comunes.

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Analogía orgánica al estudio de la sociedad. Suponer que así como cada órgano tiene una función en el
cuerpo humano, de igual modo cada parte o institución dentro de una sociedad desarrolla y cumple una
función. El funcionamiento de cada parte asegura la continuidad del cuerpo social.
Sostiene que el crimen es inevitable, esencial, normal y saludable; sin castigo debilita la unidad social, y
por lo tanto el castigo tiene por función restaurar la unidad social.
En cada sociedad hay promedios que establecen los estados normales y los diferencian de los
patológicos. El conflicto es una anomalía social.
La coacción social tiene formas específicas de manifestación. Se da por medio de la estructura
institucional de la sociedad y a través de los límites del comportamiento social (como las costumbres,
normas y leyes). Pero no debe interpretarse que la coacción solo limita el hacer humano.
La filosofía del orden que impregna el modelo positivista, es conocido como positivismo científico, cuya
pretensión se basa en descubrir la naturaleza tal como es, y puede ser aplicado a las sociedades: su objetivo
devendrá “no en lo que son, sino en lo que deberían ser”.

Max Weber posiciona las bases en una metodología distinta de Durkheim y de Marx. Su metodología
busca especificar un tipo de análisis metodológico, sobre objetividad, neutralidad y tipos ideales que
pueden observarse.
La sociología es una ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social para de esta manera
explicarla causalmente en su desarrollo y efectos; es la ciencia de la comprensión del sentido (de las
significaciones), que solo se encuentra en los individuos concretos pero no aislados (conductas socialmente
orientadas de los individuos). La acción social es el objeto de estudio de la sociología, definida como
conducta humana siempre que el sujeto enlace en ella un sentido subjetivo. De ahí se deduce que es
posible un estudio científico de lo social (método) y que el conocimiento social requiere de análisis de la
acción social a interpretarse y explicarse por sus causas.
Se buscan conceptos tipo, y reglas generales del acaecer. Los tipos ideales son modelos, construcciones
racionales e ideales que se usan como herramientas de comparación. Su propósito: elaborar hipótesis
interpretativas.
El proceso de racionalización es lo distintivo de la modernidad. Para Weber la historia de la humanidad es
un caminar hacia la razón.
El concepto de racionalidad es analítico-descriptivo, y refiere a un conjunto de criterios y procedimientos.
Por racionalización entiende el proceso de prevalencia de acciones sociales racionales con arreglo a fines,
distinto de las acciones racionales con arreglo a valores (o de carácter afectivo y tradicional).
El proceso de racionalidad define al derecho con las características que éste exhibe en el mundo
moderno.
La dominación es la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado; pero toda
dominación busca fomentar la creencia en su legitimidad, y no necesariamente coinciden. Para Weber
lograr una dominación legítima depende de la gorma legítima por excelencia que es la legitimidad basada
en el derecho racional y formal moderno (en lo positivamente formalizado).
En los tipos ideales de dominación, la forma racional-legal se reconoce cuando la dominación es ejercida
según las normas y reglas jurídicas previamente establecidas aplicadas por una autoridad competente que
se encuentra sujeto a derecho.
Preocupación por la jaula de hierro: al volverse la racionalidad formal-instrumental el fundamento de la
mayoría de las acciones y procedimientos, se desplazan los valores y demás criterios fundantes de la
racionalidad sustantiva. “es como si deliberadamente nos convirtiéramos en hombres que necesitan orden y
nada más que orden…”. Desde esa consideración se desprende que la racionalidad sustantiva es
considerada una característica pre-moderna en la evolución jurídica, la no distinción entre lo ético y lo
jurídico, ya que como característica de la modernidad el proceso de secularización separa ambas esferas.

EL ESTADO NACIÓN Y EL DERECHO COMO GUARDIANES DEL ORDEN SOCIAL


Una de las problemáticas centrales de los sociólogos clásicos: cómo se reproducirá en adelante la vida
material de la sociedad (la reproducción social).
El estado y el derecho tienen la posibilidad de regular la vida social bajo formas institucionales legítimas;
dispuesto el monopolio de la fuerza pública en el Estado, hay una nueva relación de gobierno fundada en
estado-individuo-derecho. Surge la necesidad regulatoria mediante el Estado y el derecho. Entendiendo por

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regulación la capacidad estatal de hacer prevalecer un orden social necesario para el ejercicio de la
dominación, el Estado y el derecho tanto en sus expresiones materiales como simbólicas. EL PODER
POLÍTICO ES UN INSTRUMENTO DEL ORDEN: existe y se legitima para mantener el orden constituido.
DOS PILARES BÁSICOS DEL PROYECTO MODERNO: el concepto de individuo y el estado. Por un lado la ley
declaraba la existencia de un individuo con derechos al cual el Estado le reconocía libertad e igualdad
formal, por el otro el estado se configura a partir de concentrar el poder disperso del Medievo, en un centro
unificado de poder y eje de las relaciones directas con los ciudadanos.
La igualdad formal ante la ley no pretendía eliminar las desigualdades materiales; tan solo fijaba un
horizonte de legalidad.
Metáfora del contrato social: las interacciones sociales se suponen voluntarias; todos los humanos libres
e iguales. Un orden social que los sujetos aceptan a partir de su voluntad, que luego se representará en el
pacto político del régimen, y estará “consensuado por la mayoría”.
El estado tiene la potestad de otorgar la ciudadanía. Los ciudadanos tienen los mismos derechos y acatan
como obligación una única legislación. Sin embargo hay tensiones emergentes entre un orden político de
igualdad formal por el cual NO todos son considerados ciudadanos y un orden económico que consagra la
desigualdad. De ahí surgen las luchas por la ampliación de los derechos de los ciudadanos y laborales.
De ahí el ideario liberal del derecho de varones, blancos, propietarios, heterosexuales, pertenecientes a
grupos de poder económico, social y cultural.
En occidente la dimensión legal y política de la cultura le dio gran importancia a los derechos subjetivos o
individuales, cuya especificidad está en otorgar un poder de decisión al individuo: la sociedad solo tenía
poder legítimo sobre sus miembros porque ellos habían consentido otorgárselo. La soberanía del individuo
era anterior a la de la sociedad.

La ciencia jurídica moderna se origina cuando la secularización institucionalizada produce el derecho


positivo y se auto-referencia en el propio sistema jurídico alejándose de otras dimensiones sociopolíticas. El
derecho usando el modelo científico se autodefine como sistema y se convierte, durante la modernidad, en
el medio de ordenar sistemáticamente las relaciones sociales mediante su regulación. Así la causa del
derecho no es la realidad social en sí, sino las ficciones creadas por el propio discurso jurídico, posible
gracias a un lenguaje autorreferencial.
El proceso de codificación, en el marco de la racionalidad formal y del principio político de igualdad
formal, permite una igualdad del hombre abstracto que permite a su vez presentar un orden jurídico
unificado y general.
A medida de que el derecho se concentra en Estado, se desarrolla científico y autónomo y se convierte en
la base de la dominación política desde una legitimación de la técnica jurídica. Así el derecho se hizo
científico estatalizándose, al ser función del estado asegurar el orden y vigilar el caos. La codificación es
paradójica porque aunque plantea el “abandono del derecho natural racionalista” lo único que hace es
escribirlo en los códigos. El contexto político refuerza el formalismo y el sistema racionlista al ponerlo en
relación con la primacía de la ley como fuente de derechos, y junto con la división de poderes.
En el siglo XIX en Europa se afianza el capitalismo y en paralelo surgen las constituciones liberales.
Emergen nuevas luchas que muestran el paradojal divorcio entre un “orden político-jurídico fundado en los
derechos del ciudadano” y “un orden económico que condenaba a las grandes mayorías”. La justicia implica
la eliminación de las desigualdades originadas en el repudio de diferencias.
Será justamente la desigualdad el objeto de estudio de la sociología.

Engels expondrá ese juego de espejos que divide derecho público y privado y que diferencia los vínculos
del ciudadano con el Estado de aquellos entre los ciudadanos (generando la ilusión de que el derecho
privado no es un derecho estatal). Sostiene que el derecho privado al proponer la igualdad formal no
elimina, sino que reproduce la desigualdad.
Por lo tanto la justicia no debería ser una defensa de la igualdad formal sino la prosecución de una
igualdad material.

Durkheim en su visión positiva, representa el derecho como un hecho social privilegiado y resulta la
forma organizada de la coacción social (es decir las conductas sociales como reglas sancionadas). El derecho
es el reflejo moral, parte de la vida social y creador junto a otros hechos, de la vida social.

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La primera premisa de Durkheim es la división del trabajo como hecho social más importante cuyo fin es
mantener unida la sociedad. Es central porque organiza la economía y también conforma un carácter moral
de la sociedad (o vínculo social típico).
Esa MORAL SOCIAL es un conjunto de reglas que demarcan las relaciones sociales y enuncian las
condiciones de solidaridad social. La solidaridad social es un hecho social que supone la conexión entre los
individuos y la sociedad, y cuya principal característica es generar un consenso espontáneo de las partes del
todo social.
La solidaridad es la conciencia común de derechos y obligaciones surgida de la existencia de necesidades
comunes de los seres humanos. Es un fenómeno interno (no es observable por sí mismo) y por lo tanto el
indicador de la solidaridad social es el derecho como reproductor de las principales formas de solidaridad.
El concepto de SOLIDARIDAD ORGÁNICA se liga a elementos no contractuales, relaciones morales (pero a
su vez regulaba los contratos de las sociedades modernas); da lugar a la aplicación de un tipo de ley
restitutiva, que tiene que ver con prescripciones que establecen derechos individuales.
El estado tiene gran importancia en la división social del trabajo. No existe sociedad alguna en que las
relaciones económicas no estén reguladas por la costumbre y el derecho. Pero al marco legal del estado le
suma su premisa moral, lo que le permite argumentar contra quienes dicen que no se necesita regulación.
Su principal objetivo es demostrar la posibilidad de cohesión social identificada en el consenso moral que
los individuos aceptan para posibilitar la convivencia social. El consenso.

Para Max Weber en la modernidad surgen dos instituciones centrales: la empresa capitalista (que se
orienta hacia la inversión buscando eficiencia, y organiza la fuerza de trabajo libre) y el estado moderno
(como sistema centralizado que monopoliza la violencia y organiza la administración de la sociedad,
burocrácticamente). La racionalidad aplicada a la economía y a la burocracia, es posible a partir del uso del
derecho positivo.
Los rasgos de la racionalidad formal instrumental moderna se pueden ver en el derecho y la
administración del estado. La racionalidad permite que el derecho funcione como una máquina que
garantiza posibilidades de incrementar y predecir las consecuencias legales de las acciones, y la
administración que pueda delimitar las atribuciones y el poder a través de procedimientos generales y
reglas universales de cálculo.
Estado moderno, soberano, concentra la potestad legislativa. Trata de explicar el poder legítimo que
posibilita las relaciones entre estado y ciudadanos (no le interesa la dominación en sí).
Propondrá una sociología del derecho, que trata del estudio comparativo de las instituciones jurídicas.
El derecho es un orden del mundo del deber ser, un orden normativo. Derecho: orden garantizado
externamente por la posibilidad de la coacción física y psíquica a través de una acción de un equipo
especializado de personas, destinado a obligar el cumplimiento o castigar su violación.
Las normas y reglas jurídicas son traducciones del comportamiento humano; elementos estructurales de
una convivencia social regulada institucionalmente.
El término orden significa la organización de un todo con sentido constituido por los individuos. De ahí
que piense el orden social como algo legítimo y no como el monopolio de la fuerza física.
Diferencia la pretensión de legitimidad de un orden de dos modos: el primero subjetivo como la entrega
emocional o creencia en validez de valores éticos, el segundo la legitimidad del orden depende de intereses
externos. Para hablar de orden debemos decir: en qué está basada su legitimidad y cómo se engarza con los
motivos para obedecer a la autoridad.
Distintas creencias que pueden orientar la acción social en un contexto de legitimidad del orden: uso,
costumbre, convención y derecho. Se diferencian según la coacción: la convención y el derecho poseen
coacción y el uso y la costumbre no. Los usos son formas de comportamientos colectivos que se perpetúan
sin que nadie lo requiera. La convención social es acatada por el individuo cuando teme que si no lo hace
acarrearía desaprobación por su grupo social. El orden convencional se diferencia del orden jurídico porque
éste dispone de un cuerpo de personas especializado para instrumentar la coacción (y el orden
convencional no).
La sociología del derecho observa al derecho desde su posibilidad de coacción externa. Para Weber la
coacción es un objeto empírico, y pone interés en la existencia de un aparto coactivo dispuesto
especialmente a imponer el cumplimiento del derecho. Aunque no deja de notar la importancia de la
socialización jurídica y la legitimidad del orden jurídico que, junto con la coacción, lo imponen como orden
racional legal y fundamento de las sociedades modernas.

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Para Weber uno de los problemas centrales del estado es “saber quién controla maquinaria burocrática
existente y ese control es posible solo en grado muy limitado a personas que no son técnicos”.

Carlos Garriga propone EL ESTADO SIN ADJETIVOS, que esconde bajo la naturalización del nombre, no tan
solo la organización política de las emergentes naciones, sino “toda una concepción acerca de cómo deba
configurarse la dominación política”, y guarda relación con la forma en que la sociedad europea pos-
revolucionaria resultó políticamente organizada por un proceso completo y conflictivo, y que posibilitó el
llamado estado liberal/de derecho”. En el siglo XX la construcción jurídico-política del estado exigió la
intervención de la tradición nacional, bajo forma estatal. Así se asume la realidad jurídica conforme a la
dicotomía privado-público. El estado se concibe así, no solo como la concentración del poder político, sino
con sus funciones divididas en legislación, gobierno/administración y justicia/tribunales, para la
consecución del interés público.

COLONIZACIÓN E INDEPENDENCIA EN AMÉRICA


Modelo civilizatorio: pretendió sumar a la modernidad a todas las sociedades occidentales. Juzgó según
sus características, su atraso o progreso. El otro no europeo=barbarie. Propuso una racionalidad moderna
exclusivamente europea.

Cultura y civilización se convierten en proyectos, ideologías y procesos de desarrollo social.


La visión eurocéntrica de occidente proyectada desde Europa como una sociedad homogénea y aislada,
pretende negar la relación entre colonialismo y eurocentrismo, como un hecho. El discurso bajo “el mito del
continente vacío” borra toda huella. El etnocentrismo europeo apela a la raza para la colonización. Las
diferencias entre colonizador y colonizado desde la raza eran binarias uno racional-civilizado, el otro
bárbaro-irracional. Desde la raza se crean políticas y órdenes jurídicos diferenciados. El sistema de exclusión
tuvo dos políticas: exterminio y asimilación, cuyas características principales fueron las formas extremas de
desigualdad (esclavitud, trabajo forzado…)

En América Latina la crítica hacia la visión eurocéntrica y etnocéntrica de la cultura occidental, se da en


distintos momentos históricos. Un primer momento es cuando Bartolomé de Las Casas y De Vitoria atacan
la violencia de la colonización. Los que lucharon por la independencia de América Latina como Simón
Bolívar, José Martí, que ya critican al modelo impuesto desde Europa como única forma de vida.

En los procesos independentistas, la construcción de la identidad nacional estuvo marcada por tres
estrategias:
1) promovieron prácticas y perspectivas regionales euro-americanas, promulgaron el uso del castellano, y
apoyaron al cristianismo y a la iglesia mientras no interfirieran con las agendas liberales/republicanas.
2) intentaron debilitar identidades “indias” locales (y así incrementar la base económica criolla) al
erradicar a las comunidades corporativas indígenas de sus tierras, esperando que así desaparecieran los
sentimientos anti-criollos (junto con los pueblos indígenas).
3) abogaron por una nueva etnicidad común tejida a partir de una supuesta experiencia de
mestizaje/criollismo y/o explotación imperial.

Así se instala en América Latina la noción de ciudadano como sujeto de derecho, identificando tres
prácticas disciplinarias que circunscribe a la legalidad creada por las constituciones y la educación, cuyos
principales objetivos de socialización son la escritura y la urbanidad.
Los criollos comienzan a creer que la sociedad puede ser cambiada y mejorada indefinidamente. Y
comienzan a investigar científicamente las causas de nuestro atraso. Los blancos letrados lo analizarían,
mientras el estado institucionalizaría, sacándonos así de la barbarie y la miseria.
El efecto más perverso es el uso diferenciador de la ley y el código civilizatorio, que para blancos
implicaba cumplimiento y para los otros trasgresión.
Surgen posturas enfrentadas, por ejemplo Sarmiento que ve la civilización como la modernidad de la
cultura, y Martí que ve lo moderno como una crisis de autenticidad.

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1967 Leopoldo Zea “frente a la cultura europea nos sucede algo raro, nos servimos de ella, pero no la
consideramos nuestra, nos sentimos imitadores de ella. Adoptamos sus ideas pero no podemos adaptarnos
a ellas.”

LA MODERNIDAD DESDE AMÉRICA LATINA

Enrique Dussel, filósofo argentino, desafía la visión dominante sobre el proyecto moderno. La conquista
de América no fue un elemento constitutivo de la modernidad, porque –la modernidad- se definió por
procesos históricos que no ocurrieron en suelo español.
También señala la idea de que en el mundo moderno todo lo que pasa en Europa pasa a ser centro de la
historia mundial para occidente.
El sistema-mundo moderno empezó con la constitución simultánea de España como “centro” frente a su
“periferia” colonial hispanoamericana. La modernidad y el colonialismo fueron fenómenos mutuamente
dependientes. No hay uno sin el otro, porque Europa solo se hace centro del sistema-mundo cuando
constituyó a sus colonias de ultramar como periferias.
Antes los imperios o sistemas coexistían entre sí, solo con el descubrimiento de América todo el planeta
se torna el lugar de “una sola” historia mundial.
Para Dussel es una determinación fundamental de la Modernidad, la “centralidad” de la Europa latina en
la historia mundial. Las demás determinaciones como la subjetividad, propiedad privada, etc. se dan en
torno a ella. Y la segunda etapa de la modernidad es la de la rev. Industrial y la Ilustración, que profundizan
y amplían el horizonte; Inglaterra reemplaza a España, y comanda la Europa moderna que constituye por
primera vez a las otras culturas como su periferia.
Entonces hay dos modernidades: la primera durante sXVI y s XVII, proyecto moderno administrado por
España como primera potencia hegemónica del sistema-mundo, y que crea una primera subjetividad
moderno-colonial. Un yo conquistador, guerrero y aristocrático que entabla frente a otro una relación
excluyente de dominio.
La segunda (que se auto-representó como la única modernidad), a fines sXVII cuando colapsa
geopolíticamente España y surgen otras potencias hegemónicas como Inglaterra, Holanda y Francia. La
modernidad como nuevo paradigma de vida cotidiana, de comprensión de la historia, la ciencia y la religión.
América entra como la “otra cara” dominada, explotada, encubierta, y es la justificación de la praxis
irracional de violencia. Esta modernidad se presenta como: a) civilización moderna, superior, y sin
conciencia de su posición eurocéntrica. b) la superioridad obliga a desarrollar a los primitivos, como
exigencia moral, mediante un desarrollo unilineal a la europea. c) violencia como algo inevitable, bajo la
idea de sacrificio salvador. d) el bárbaro tiene la culpa al oponerse al proceso civilizador. e) los costos del
proceso civilizatorio son inevitables.

Lander dice que a partir del inicio del colonialismo en América se dan simultáneamente la constitución
colonial tanto de saberes y memorias, como de lenguajes e imaginarios. Con su carácter universal, la
modernidad tiene una cosmovisión con cuatro dimensiones básicas:
1) visión universal de la historia asociada a la idea de progreso que permite la clasificación de pueblos y
continentes.
2) naturalización de las relaciones sociales capitalistas. Sociedad industrial liberal es lo más avanzado, y es
de sociedad moderna.
3) crecientes separaciones; entre naturaleza y cultura; ciencia y sociedad...
4) ciencia moderna como saber superior cualquier otro. Así hay sociedades que poseen la verdad
científica, y otras que no.

LA FÁBULA DE LOS TRES MUNDOS, SOCIOLOGÍA Y DERECHO EN A. LATINA

Los conceptos “subdesarrollo” y “tercer mundo” aparecieron, según Arturo Escobar, durante el proceso
en el que occidente se redefinió a sí y al resto del mundo, tras 1945.

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Tres mundos:
- naciones industrializadas libres (primer mundo)
- naciones comunistas industrializadas (segundo mundo)
- naciones pobres no industrializadas (tercer mundo)
Luego desaparece el segundo mundo, y queda primer mundo, norte, y segundo mundo, sur.
Principios del s XX con la Rev. Rusa, Rev. Mex. y Ref. Univ. Arg. ingresan nuevos sujetos públicos que
disputarán a las elites el ejercicio de los derechos en América Latina. El “desarrollo económico” reemplaza al
término “industrialización”, siendo así el desarrollo económico un objetivo político nacional e internacional.

El marco de debate económico, queda inaugurado con los procesos de modernización, marcado por dos
grandes características:
1) diferencia entre los países productores de bienes de capital con alto grado de industrialización, y en el
plano militar disputa entre las dos superpotencias por la industria armamentista;
2) escala de ubicación que ordena los países según su nivel de industrialización. Clave: renta per cápita.

Modernización supone connotar al desarrollo con la idea de progreso. Un desarrollo lineal que significa
que los no desarrollados podrían alcanzar a los desarrollados, si aceptan las estrategias que les acercan los
organismos internacionales.

Vitiello dice que en Segunda posguerra el proceso de “europeización” adoptó el nombre de


modernización que resume la gran transformación de la sociedad por los procesos de industrialización,
urbanización, expansión del rol estatal, participación en la vida política, difusión del principio de
racionalidad instrumental, y afirmación del valor del individuo.

En la posguerra también crece la sociología norteamericana. Talcott Parsons tratará de llevar a la


sociología hacia la formación de un estándar internacional. Se dispone un sustractum social teórico del
proceso de desarrollo económico, “modernizador” para América Latina.

En Argentina, la obra de Gino Germani hace el primer análisis sobre la modernización. Opera como un
cierre de época porque plantea tanto la modernización “científica como la social”. Por primera vez entiende
que debe abandonarse la producción “ensayística social”.
Señala al proceso de modernización como central e impulsado por tres cambios básicos en el tránsito de
los países no desarrollados: 1) se supone que se desenvuelven hacia una estratificación social más abierta,
2) conjuntamente a una organización social que lidera el Estado, 3) en un marco secularizado de las
relaciones familiares y comunitarias.
El comportamiento racional desplaza al tradicional, y los procesos de institucionalización desplazan a las
costumbres y tradiciones. El desarrollo moderno es una transición desde lo tradicional, asincrónico y en
varios planos.

LA CONTRACARA DEL DESARROLLO DESDE AMÉRICA LATINA

Al contrario de la visión anterior, analizas latinoamericanos observaron que el subdesarrollo no es un


proceso natural, ni las tradiciones son un condicionamiento, sino que era la consecuencia de la dependencia
colonial que en el marco de un imperialismo internacional, colocaba a algunos países en posición periférica
y a otros al centro del poder económico.
La teoría de la dependencia discute que lo que sucedía en Latinoamérica no era un estadio atrasado del
desarrollo capitalista sino un efecto dialéctico entre un capitalismo periférico y dependiente (liberación se
opone dialécticamente injustica, opresión y dependencia).
El Estudio Económico de América Latina de 1949 (CEPAL 1951) dio una nueva definición en donde
dependencia y desigualdad fueron tematizadas desde la visión “estructuralista” del par centro-periferia.
“Dependencia” se entendía como una forma de dominación basada en la apropiación por parte de los
países centrales, del excedente generado en los periféricos. Los países centrales con progreso técnico
pueden aumentar la productividad y fijar los precios de exportación, mientras que los periféricos no pueden

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aumentar ni producción ni precios. Desigualdad en los márgenes de productividad, gira en torno del
intercambio internacional que propone estrategias para que generen ahorro interno y comiencen a
industrializarse en América Latina.
Se debe hablar en plural de teorías de la dependencia porque es un conjunto complejo y heterogéneo de
autores.

Posteriormente otros autores sostuvieron que la dependencia debía analizarse desde una perspectiva
más ligada a la política y al poder. Las situaciones de dependencia se erigían sobre una doble
determinación: la primera es la lucha entre estados-naciones, entre los que disponen del poder y los
sometidos. La segunda es una consecuencia de la primera, y es cómo se compone los conflictos entre grupos
y clases sociales en los países dependientes.
Dos Santos dice que la dependencia es la situación en la que la economía de un país está determinada
por el desarrollo de otras economías a las que se somete; pero que eso solo es posible cuando se encuentra
respaldado por sectores NACIONALES que se benefician de la misma. Alianza entre burguesías nacionales y
capital multinacional. INTRODUCE LA DISCUSIÓN ECONÓMICA EN UNA DIMENSIÓN SOCIOPOLÍTICA.
El proceso de industrialización tampoco parece haber cumplido las expectativas de complementariedad
productiva entre regiones desarrolladas y el tercer mundo.
Debe situarse la asistencia jurídica estadounidense que participó de esos procesos de desarrollo en
algunos países de Latino América. Por ejemplo en los 90 el movimiento “Derecho y Desarrollo” en el marco
de la alianza para el progreso, se expandió en países latinoamericanos para incidir en reformas legales
calves para el desarrollo, según Rodríguez Garavito buscando formular programas que establezcan un
vínculo directo entre el derecho moderno y el desarrollo económico. Consistían en modernizar la educación
jurídica universitaria para crear una masa crítica dentro de la burocracia estatal y el sector privado,
mediante la estrategia del trasplante jurídico (o traslado de una regla o sistema de reglas de un país a otro).
La base teórica confluyente entre derecho y desarrollo es el liberalismo jurídico.
Rodríguez Garavito se pregunta ¿cómo promueve este modelo de derecho el desarrollo económico? Los
pioneros de la teoría del derecho y desarrollo entendían el desarrollo como características sociales,
económicas y políticas relacionadas entre sí, como el bienestar, la libertad y la participación política. Matriz
liberal de derecho estatal, consistente en el proyecto moderno.
Los supuestos que sostienen los estudios de derecho y desarrollo, son:
1) sociedad compuesta por individuos que aceptan el poder estatal porque creen que protege sus intereses.
2) el derecho es a la vez medio de control del individuo por el Estado, y mecanismo de control del Estado
por los individuos.
3) las normas jurídicas son diseñadas para alcanzar objetivos comunes y elaboradas mediante un proceso
pluralista en donde se representan los intereses individuales de los miembros de la comunidad.
4) las normas jurídicas son aplicadas por igual a todos.
5) los jueces son los principales actores del sistema jurídico y aplican imparcialmente las normas.
6) en general las personas obedecen las normas jurídicas vigentes.

Sin embargo fue un fracaso, por su ingenuidad etnocéntrica, al no valorar el peso de las culturas jurídicas
de los países latinoamericanos.

ALGO MÁS QUE DEPENDENCIA, LIBERACIÓN

Muchos autores hablan del debate sobre la liberación unido al sujeto pueblo, que es distinto al de otros
procesos emancipadores.
La filosofía de la liberación se presenta como “una alternativa a la doctrina del desarrollismo y sus
prototipos occidentales de corte tecnocrático.”
Enfocó un problema clave para las sociedades latinoamericanas: la dependencia neocolonial y la opresión
social como necesidad de superarlos.
La teología de la liberación, precedió a la filosofía de la liberación, y fue marcada por las acepciones de la
teoría de la dependencia. Por ende hay interdependencia entre ambas categorías dependencia y liberación.

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Ambas constituyeron categorías de fuerte contenido político, formulando consecuencias/opciones
políticas específicas dentro de cada corriente/línea de pensamiento al interior de la filosofía, sociología o
teología.
El dominio de los países centrales sobre los latinoamericanos, puso a la filosofía liberacionista en la
necesidad de tomar posición frente a la realidad. La idea de liberación va de la mano con ideas previas de
emancipación en el sentido de Bolívar y Martí.

Entre los teóricos de la teoría de la liberación está De la Torre Rangel que diferencia al derecho de la
justicia. La conquista de los derechos por parte del pueblo no se lleva a cabo necesariamente por medio del
derecho positivo dominante, ya que el pueblo puede manejar también conceptos basados en el sentimiento
de justicia, surgidos de su propia experiencia como pueblo explotado. La JURIDICIDAD DEL PUEBLO,
sobrepasa la realidad del derecho positivo. Se fundamenta en la concepción de justicia y en el concepto
histórico de justicia (alternativa al concepto de justicia conservadora de la legalidad vigente).
La juridicidad moderna, podrá superarse cuando el otro fuere reconocido como otro. Primero reconocer
la desigualdad de los desiguales, y de ahí admitir el reconocimiento pleno de lo distinto, portador de justicia
como otro igual de derechos.
Señala a los pobres como sujetos en filiación con la teoría de la liberación; los pobres como categoría
sociológica, como sujetos usuarios de la juridicidad alternativa.

Boaventura de Sousa Santos asienta debate en el par dicotómico regulación/emancipación, y cimienta


ahí otra discusión en el campo de los aportes sociojurídicos al analizar cómo el proyecto moderno termina
resolviendo la tensión generada entre regulación y emancipación social resultando “constitutiva del
pensamiento jurídico moderno como gradualmente sustituida por una utopía automática de regulación
jurídica confiada al estado”.
En los cambios es donde el proyecto moderno asume una filosofía del orden en donde el derecho
conforma sus funciones de control social; una idea de ciencia que “coloniza” al derecho y confluye en su
positividad científica.
La modernidad occidental se puede entender como un paradigma local que se globalizó con éxito; un
localismo globalizado.
La ciencia, el derecho y las formas de poder social articuladas, fueron centrales para configurar la
modernidad occidental.
La mexicana Erica López López dice que el derecho siempre ha jugado un papel importante en la lucha
política en general, y particularmente respecto de organizaciones y movimientos sociales. Como es difícil
para ellos actuar, porque los reprimen, L. López investigó la potencialidad emancipatoria de las luchas de
nuevas organizaciones en México, con dos ejes analíticos: la participación popular, y la maximización de
derechos. El derecho en solitario no emancipa, nada en solitario lo hace. La potencialidad emancipatoria
está dada por la dirección a que apunta el efecto de esos componentes en conjunto.

LA COLONIALIDAD DEL PODER Y EL SABER


En el colonialismo las palabras no designan, encubren. Por eso la descolonización debe ser un
pensamiento o una retórica, porque las palabras suelen desentenderse de las prácticas.

¿Qué significado tuvo el proyecto de la modernidad para América Latina?


Para Quijano los españoles entablaron una relación fundada en la superioridad étnica, buscando
transformar a los colonizados, y fue una categoría determinante en las relaciones colonizados-
colonizadores, describir cómo funcionaba la colonialidad del poder:
Primero colonización del imaginario de los dominados. La dominación colonial operó no solo sobre lo
físico, sino que buscó naturalizar el imaginario cultural europeo como forma única de relacionamiento con
la naturaleza, con el mundo social y con la propia subjetividad.
La segunda característica el uso de estrategias de seducción; el deseo de ser o pertenecer a la
europeización cultural, se convirtió en una aspiración como modo de participar en el poder colonial.

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Mediante la categoría “la colonialidad de poder” se marca la forma de producir subjetividad como forma
del ser (que reemplazará a la forma de ser autóctona), más allá de las estrategias de exclusión o
subalternalización.

Según Castro Gómez, el imaginario de la blancura como tipo hegemónico de subjetividad, se enlaza con
un tipo hegemónico de producción de conocimientos llamado hybris del punto cero.
FranzFanon expone que ese modelo impuesto de “humanidad negada por la racionalidad europea” era
vivido por quienes no tenían libertad para ser. La vida tenía una doble conciencia: el pensar/se como si uno
fuera otro.
Así el surgimiento del “imaginario del mundo moderno/colonial” para Mignolo, es consecuencia de una
compleja articulación de fuerzas donde se oyen algunas voces y se apagan otras, se fracturan y suprimen
algunas memorias, por contar las historias desde un solo lado, desde la doble conciencia que genera la
diferencia colonial. Hay quienes no tienen una verdadera autoconciencia sino que la conciencia tiene que
formarse y definirse con relación al “otro mundo”. La conciencia vivida desde la diferencia colonial es
doble porque es SUBALTERNA.
La doble conciencia de la diferencia colonialidad, se comprueba hoy por las migraciones masivas a
Europa y a Estados Unidos.

¿PUEDE LA TEORÍA POSCOLONIAL FORTALECER LA TEORÍA CRÍTICA DEL DERECHO?


López Cortés parte de una doble premisa al considerar como disciplina social al derecho.
Señala que la jurisprudencia constitucional y algunas experiencias de justicia comunitaria “pueden ser
calificadas como positivas por un observador que percibe al derecho como mecanismo que regularmente
permite mantener posiciones hegemónicas funcionales a las elites, pero no dejan de ser situaciones
aisladas que puedan desaparecer con el tiempo”.
¿Qué significa que al derecho puedan incorporarse elementos críticos? ¿cuáles son esos elementos?
¿qué componente de los estudios críticos puede cuestionar los fundamentos de las prácticas jurídicas
dominantes?
Una primera respuesta que da es que la encerrona (cagada) de la teoría crítica fue confinarla a las
disciplinas complementarias como la sociología jurídica que funcionan al margen del pivote del derecho.
Eso tiende a un desaliento porque se condena al derecho a “convertirse en una disciplina reducida al
conocimiento y manejo de las normas, sin poder profundizar debates críticos del derecho como resultado
de una práctica social, de un discurso que no es neutro o aséptico”.
Así dice que puede aspirarse a un fortalecimiento de los estudios jurídicos críticos mediante la necesidad
de relacionar los estudios culturales, de género, la teoría crítica de la raza, etc, que ofrecen una amplia
gama de elementos críticos que no han sido explorados en nuestro medio.
Sostiene la incorporación de una mirada cultural que además de cuestionar los fundamentos de las
formas jurídicas, se pregunte dónde se enuncia el discurso jurídico, la posición de sus emisores, las
condiciones de recepción, el contexto social y económico, etc.

Los estudios críticos plantean la centralidad de una posición interdisciplinaria de los estudios del derecho.
Indagan las vinculaciones del poder y las diversas instituciones jurídicas y sus operadores.

Wolkmer dice que el pensamiento crítico no es otra cosa que la formulación teórico-práctica que busca
otra dirección que responda las contradicciones estructurales de la modernidad. Necesidad de una
profunda reflexión de los fundamentos y estructura del pensamiento jurídico moderno occidental.
Las diversas corrientes críticas, tienen en común algunos aspectos:
1) mostrar mecanismos discursivos desde los cuales la cultura jurídica se convierte en discursos
fetichados.
2) denunciar como las funciones políticas e ideológicas de las concepciones normativistas del derecho y
del estado, se apoyan en la ilusoria separación del derecho y de la política, y en la idea utópica de la
primacía de la ley con garantía de los individuos.
3) revisar bases epistemológicas que comandan la producción tradicional de la ciencia del derecho,
demostrando como las creencias teóricas de los juristas sobre la verdad y la objetividad, cumplen una

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función de legitimación epistémico, con la que pretenden desvirtuar los conflictos sociales, hacerlos pasar
por relaciones individuales armonizables por el derecho.
4) superar los debates que muestran el derecho desde una perspectiva abstracta, como algo técnico que
busca intereses generales. Reacomodar el derecho en el conjunto de prácticas sociales que lo determinan.
5) crear conciencia participativa que permita a los juristas involucrarse en procesos decisorios, como
factores de intermediación de demandas de las sociedades y no como agentes del Estado.
6) modificar las prácticas tradiciones de investigación jurídica a partir de una crítica epistemológica de las
teorías dominantes…
7) proporcionar en escuelas de derecho instrumentos pedagógicos para que los estudiantes adquieran un
modo distinto de actuar/pensar/sentir, partiendo de una problemática discursiva que muestre a las escuelas
de derecho como productos de ideas y representaciones fruto del nexo entre derecho y relaciones de
poder.

NO caer en las simplificaciones que pueden llevar a polarizar “Europa/EEU-América Latina” o


“eurocentrismo-pos/colonialidad”. El proyecto moderno tuvo críticos en todos lados.

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BOLILLA 2
PIERRE BOURDIEU Y EL DERECHO

1. Introducción a la teoría de P. Bourdieu


GARCÍA VILLEGAS: “el derecho en la obra de Pierre Bourdieu”

Bourdieupoco interés en el estudio del derecho. Pero sus ideas son muy importantes para el estudio
del derecho.
La idea principal a desarrollar de García Villegas es “la contribución de Bourdieu a la teoría socio-jurídica
debe ser entendida mediante una explicación de los debates interdisciplinarios entre sociólogos y abogados
en Francia”.
Ensayo dividido en 3: 1) ideas generales fundamentales en escritos de Bourdieu sobre el derecho; 2)
situar su pensamiento en la teoría jurídica y teoría social, y mostrar las raíces sociológicas y limitaciones
socio-jurídicas; 3) disputa disciplinaria entre sociólogos y juristas franceses, y su influencia en la obra de
Bourdieu.

I. BOURDIEU Y EL DERECHO
Intento de Bourdieu de construir una teoría de la práctica jurídica que pudiera trascender la dicotomía
sujeto/objeto.
La cultura no puede ser entendida por fuera de las condiciones económicas en que los sujetos actúan. La
cultura es un conjunto de disposiciones internalizadas por individuo, mediante un proceso de socialización.
Esas disposiciones funcionan solo en la medida en que haya cierta correspondencia con el orden jerárquico
que representan.
Hay una correspondencia entre las estructuras sociales y las estructuras mentales, entre las divisiones
objetivas del mundo social –específicamente entre dominantes y dominados en los diferentes campos- y los
principios de visión y división de los agentes que les aplican.

Los sistemas simbólicos son además de herramientas de conocimiento, sobre todo instrumentos de
dominación. Bourdieu busca mostrar cómo la cultura y la clase social están correlacionadas.
¿cómo pueden los sistemas de dominación jerárquicamente establecidos, persistir, y reproducirse a sí
mismos mediante las prácticas sociales? La sociedad es un espacio estratificado y diferenciado donde los
individuos luchan para defender sus intereses.
La dominación se da haciendo uso de la violencia simbólica. Los dominantes no alcanzan esa posición
solo con la posesión de capital económico; también tienen un capital cultural, y lo alcanzan con la conexión
cercana de ambos capitales.
Los sistemas simbólicos (mediante los que establecemos clasificaciones y categorías de inclusión y
exclusión social) tienen una función de organización cognitiva/social, y de dominación política. Por ejemplo
el derecho es un sistema simbólico.

El derecho es un campo social (conjunto de relaciones objetivas e históricas entre posiciones de actores
sociales que compiten por poder o capital, en el cual los participantes luchan por la apropiación del poder
simbólico que está implícito en los textos jurídicos).
El derecho se convierte en la forma por excelencia de poder simbólico –y de violencia simbólica-, dadas
las posibilidades que tienen sus practicantes de crear instituciones y con ellas realidades históricas y
políticas, mediante el simple ejercicio de poner nombres.
El potencial del derecho para establecer clasificaciones esenciales en el orden social (legal/ilegal,
justo/injusto, verdadero/falso) implica un enorme poder político. La autoridad legal es la forma privilegiada
del poder, especialmente en términos de violencia simbólica legítima la que es producida y practicada por el
estado.
El uso de lo simbólico es una práctica violenta porque es capaz de imponer significados en el mundo y en
las relaciones sociales, a partir de las que los poderes económico y político pierden su arbitrariedad original.
Pero el derecho NO puede reducirse a una herramienta de dominación política. Cuando entendemos su
fuerza simbólica no debemos ver solo relaciones de poder (que sería explicación materialista).
Bourdieu se opone a las explicaciones materialistas y reconoce la existencia de un universo social
autónomo capaz de reproducirse mediante la lógica de su funcionamiento específico (es decir de un cuerpo

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jurídico relativamente independiente de las limitaciones externas). Pero también reconoce que el campo
jurídico tiene un menor grado de autonomía que otros campos sociales, dado el papel esencial que juega en
la reproducción social.
El derecho es un campo social, donde reside gran cantidad de capital social y simbólico, y por ende en su
interior hay feroces enfrentamientos por la posesión y la distribución de ese capital. Los actores compiten
por decir la última palabra acerca del significado y el alcance último del derecho. Es una lucha intelectual y
también política (porque lo jurídico tiene implicaciones en la distribución del poder). Controlar el derecho
es importante para lograr el control social (y por eso la lucha toma lugar fuera del campo también).

La idea convencional según la cual la cultura jurídica de los países es suficiente para explicar el
origen/evolución/estado actual de las prácticas jurídicas, es problemática. Ignora las fuertes conexiones que
hay entre la cultura y las condiciones sociales y materiales en que ella prospera. Está bien decir que el
derecho hace el mundo social, pero siempre y cuando se acepte que él está hecho por el mismo mundo.

La lucha interna entre actores jurídicos por la apropiación del poder simbólico no ha sido independiente
del contexto político en que dicha lucha tuvo lugar. Las conexiones entre campo jurídico y político son
múltiples, y mutuamente constitutivas. Pero no significa que conocer las condiciones materiales de la
discusión jurídica es suficiente para explicar el resultado de ellas. El campo jurídico no es reducible a las
fuerzas económicas existentes. El derecho no es solo el reflejo del mundo material.
El derecho es un campo social relativamente independiente de las demandas externas. La lógica del
campo jurídico está determinada por dos factores: a) las relaciones de fuerza que le confieren su estructura
y orientan sus luchas internas, y b) la lógica interna de las obras jurídicas que delimitan el espacio de lo
posible y del universo de las soluciones propiamente jurídicas.

II. TEORÍA SOCIAL Y TEORÍA JURÍDICA EN BOURDIEU

Lo que Bourdieu llama “ciencia rigurosa del derecho” en oposición a una “ciencia jurídica” es una
explicación crítica del derecho desde la sociología, o sea una sociología jurídica crítica.
Se distancia de las corrientes críticas del pensamiento jurídico, especialmente a las perspectivas
materialistas y a las perspectivas sociales o comunitarias.

Bourdieu quería una explicación sociológica del derecho consistente con su teoría de los campos sociales
y sobre todo con el concepto de hábitus. Por ende su teoría más que una ciencia jurídica es una perspectiva
sociológica.

La idea de Bourdieu era construir un modelo que no fuera un simple registro de normas explicitas, sino
dar cuenta de acciones socialmente regulares que no pueden ser explicadas ni como resultado de la
obediencia a las reglas ni como causalidad bruta. Rechaza la noción de norma entendida como mandato
jurídico o moral.

La solución de Bourdieu para ese modelo intermedio entre reglas y normas es el concepto de hábitus. El
hábitus es un sistema de disposiciones durables, de estructuras estructuradas predispuestas a funcionar
como estructuras que estructuran, es decir, como principio de generación y estructuración de prácticas y de
representaciones que pueden ser objetivamente “reguladas” y “regulares” sin que sean de ningún modo el
producto de la obediencia a reglas, objetivamente adaptadas a su objetivo, sin suponer la mirada
consciente de los fines y el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos y, siendo todo
eso, colectivamente orquestado sin ser el producto de la acción organizadora de un director de orquesta.
El concepto de hábitus pretende ir más allá de la institucionalización que crea reglas jurídicas bajo las que
la gente actúa. El hábitus es independiente de cualquier distinción entre lo consciente y lo inconsciente
(porque hay formas de hábitus simplemente corpóreas por ejemplo).
El hábitus es un concepto intermedio entre reglas en el sentido jurídico y causalidad o reglas en el
sentido físico.

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Para Bourdieu el término “norma” es peyorativo porque son obstáculos al conocimiento real de las
prácticas sociales (o el hábitus); su significado y alcance es monopolizado por los juristas (propietarios por
excelencia de la violencia simbólica social mediante la ciencia del derecho).
Las reglas jurídicas son un sustituto que interviene cuando el hábitus es incapaz de cumplir sus funciones
reguladoras. EL DERECHO ES LA EXCEPCIÓN, EL HÁBITUS ES LA REGLA. Las excepciones surgen en momentos
de crisis de la regla: cuanto más peligrosa la situación, más codificada la práctica.
Para Bourdieu la forma/codificación no opera simplemente mediante la eficiencia técnica, sino que la
forma tiene una eficiencia propiamente simbólica. La violencia simbólica se ejerce en la formas, poniendo
formas. Poner formas es dar a la acción o a un discurso la forma que se reconoce conveniente, legítima,
aprobada… es esa fuerza propiamente simbólica que permite a la fuerza ejercerse plenamente, haciéndose
reconocer, aprobar, aceptar, por presentarse bajo apariencias de universalidad.
POR ENDE para Bourdieu el derecho no es reducible a cuestión de intereses, ni los intereses al derecho.
Por eso busca construir una esfera jurídica relativamente autónoma entre el formalismo positivista y el
materialismo. El desafío es construir una teoría de las prácticas jurídicas que pueda trascender la dicotomía
sujeto/objeto: un universo social relativamente independiente respecto de las solicitudes externas, dentro
del que se produce y ejerce la autoridad jurídica –violencia simbólica legítima- cuyo monopolio pertenece al
Estado y puede combinarse con el ejercicio de la fuerza física.

Bourdieu está interesado en el derecho como campo social donde una parte de los mecanismos de
producción y reproducción social son definidos y ejecutados. Está tratando de desmontar los mitos de la
ciencia jurídica, en la medida en que el derecho es un bastión de la violencia simbólica que permite la
reproducción de la estructura de dominación social.

Villegas le critica a Bourdieu las insuficiencias de su proposición crítica. El énfasis en la eficacia simbólica
del derecho como expresión de violencia legítima del Estado, da la impresión de que el derecho es parte de
un orden institucional hegemónico y monolítico, y que las fisuras de ese orden son insignificantes. Así se
oscurece el potencial emancipatorio que ocasionalmente surge en el discurso de los derechos.
La crítica de Bourdieu al derecho debería entenderse como un ataque a un tipo particular de dominación
política mediante el derecho, que tuvo momento exitoso en la historia política de Francia (y que se
encuentra hoy en crisis en Francia).
En el caso del derecho, la teoría de Bourdieu no nos permite entender los intrínsecos problemas de
interlegalidad y pluralismo jurídico de las sociedades contempoáneas, como una consecuencia de la
confluencia de órdenes nacionales, locales y transnacionales, que son mutuamente excluyentes muy
amenudo. Bourdieu ve el campo jurídico muy enraizado en lo nacional.

III. LAS APROXIMACIONES DE BOURDIEU A LOS DESACUERDOS ENTRE LOS ABOGADOS Y LOS
SOCIÓLOGOS
Los desacuerdos fueron estimulados por factores político-culturales: percepciones opuestas del mundo
fundadas sus respectivos énfasis disciplinarios; diferenciación en términos de estatus jerárquico social, que
lleva a opiniones políticas conflictivas.
El empeño de profesores y legisladores en fomentar la autonomía en el sistema jurídico francés,
favoreció un tipo de ciencia jurídica formalista, autosuficiente y divorciada de la práctica. Eso acentuó la
importancia del capital simbólico ganado por los protagonistas del campo jurídico. Eso creo barreras
epistemológicas a la comunicación entre sociólogos y abogados.

CONCLUSIÓN
El verdadero debate sobre el significado sociológico del derecho está determinado por la posición que
éste adopta en un espectro teórico en el cual estas dos teorías (sociedad como consenso o como conflicto)
están en los extremos.

El énfasis crítico y disciplinario del pensamiento de Bourdieu sobre el derecho, oscurece la complejidad
política del fenómeno jurídico en la sociedad contemporánea, y la naturaleza ambigua de los derechos
como herramienta de emancipación social. La falta de reconocimiento de Bourdieu de esa complejidad, está
enlazada con la historia francesa. No obstante la teoría crítica de Bourdieu es un avance en comparación a
otras.

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2. El análisis del campo jurídico en la propuesta de Bourdieu
PIERRE BOURDIEU, Elementos Para Una Sociología del Campo Jurídico

Campo: espacio de actividad social determinado por las actividades estructuradas y reguladas al interior
del mismo.
Una “ciencia del derecho” se distingue de la “ciencia jurídica” donde ésta constituye el objeto de aquella.
Se separa de la alternativa entre formalismo (que afirma la autonomía absoluta de la forma jurídica con
relación al mundo social) y la del instrumentalismo (derecho como un reflejo o instrumento al servicio de
los dominadores).
La ciencia del derecho entiende al derecho como un sistema cerrado y autónomo, cuyo desarrollo puede
ser comprendido únicamente a través de su dinámica interna.

La idea de autonomía absoluta del pensamiento/acción jurídica, se afirma con la teoría pura del derecho
(consecuencia de esfuerzos de juristas por construir doctrinas y reglas independientes de imposiciones y
presiones sociales). Esta ideología se critica desde una posición que ve al derecho y la jurisprudencia como
un reflejo directo de las relaciones de fuerza existentes (un reflejo de los determinantes económicos,
particularmente los intereses de los dominadores, o sea –un instrumento de dominación).
Los marxistas que son estructuralistas ignoraron la estructura de los sistemas simbólicos y la forma
específica del discurso jurídico; y por ello al decir que las ideologías tienen autonomía relativa, omitieron
preguntarse sobre los fundamentos sociales de esa autonomía. Olvidaron preguntarse qué condiciones
históricas debían cumplirse para que pudiera surgir un universo social autónomo capaz de producir y
reproducir un cuerpo jurídico relativamente independiente de imposiciones externas. Así tampoco podían
determinar cuál era la contribución específica del derecho al cumplimiento de sus funciones.
Los críticos del economicismo, para restituir al derecho su eficacia histórica dicen que se encuentra
profundamente imbricado en la base misma de las relaciones productivas. Pero la preocupación por situar
al derecho en las fuerzas históricas, impide ver dentro de su especificidad el universo social concreto en el
que se produce y ejerce el derecho.

Para romper con la ideología de la independencia del derecho y no caer en la visión opuesta, hay que
tener en cuenta lo que esas dos visiones (internalista y externalista) ignoran: la existencia de un universo
social relativamente independiente de las demandas externas al interior del cual se produce y se ejerce la
autoridad jurídica, forma por excelencia de la violencia simbólica, cuyo monopolio corresponde al estado.

Para Bourdieu, las prácticas y discursos jurídicos son producto del funcionamiento de un campo, cuya
lógica específica está doblemente determinada:
1º) por las relaciones de fuerza específicas que le confieren su estructura y que orientan las luchas o, con
mayor precisión, los conflictos de competencia que se dan en él.
2º) por la lógica interna de las acciones jurídicas que limitan en cada momento el espacio de lo posible y
con ello el universo de soluciones posiblemente jurídicas.
Sería necesario separar la noción de campo jurídico como espacio social, de la noción de sistema como
estructuras legales (concepto que confunde las estructuras simbólicas –el derecho propiamente dicho- y las
instituciones sociales que las producen).
La teoría de sistemas da un marco ideal para la representación formal y abstracta del sistema jurídico,
porque presenta bajo nuevo nombre la vieja teoría del sistema jurídico que se transforma según sus propias
leyes. Al no percibir el orden simbólico de las normas y doctrinas que encierra un potencial objetivo de
desarrollo, o direcciones de cambio, pero que no contiene en sí mismo su propia dinámica, y al no percibir
tampoco el orden de las relaciones objetivas entre agentes e instituciones que compiten por el monopolio
del derecho al decir qué es derecho, la teoría de sistemas no puede comprender que el campo jurídico
encuentra su principio de transformación en sí mismo, en las luchas por los intereses de las distintas
posiciones, a pesar de que tome del espacio de todas las perspectivas el lenguaje en que se expresan esos
conflictos.

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La división del trabajo jurídico
En el campo jurídico hay una lucha por el monopolio del derecho a decir el derecho, por establecer cuál
es la buena distribución o el buen orden. En esa lucha se enfrentan agentes con capacidad socialmente
reconocida de interpretar un cuerpo de textos que consagran la visión legítima del mundo social.
Viendo eso se puede tomar conciencia de la autonomía relativa del derecho y del efecto simbólico de
desconocimiento que resulta de la ilusión de su autonomía absoluta con relación a las presiones externas.

La rivalidad por el monopolio de acceso a los recursos jurídicos heredados profundiza la separación social
entre “profanos” y “profesionales”, y hace que el sistema de normas jurídicas aparezca para quienes las
imponen y en mayor o menor medida a quienes las padecen como totalmente independiente de la fuerza
que la sanciona y consagra.
El derecho registra en cada momento un estado de relación de fuerzas y ratifica así las conquistas de los
dominadores, convertidas en acervo reconocido (por ejemplo sindicatos en EEUU cuanto más poder, mejor
posición dentro del sistema legal).

Al interior del campo jurídico hay una división de trabajo determinada mediante la rivalidad
estructuralmente reglada entre los agentes y las instituciones comprometidos en ese campo, fuera de toda
concertación consciente, que constituye paradójicamente la verdadera base de un sistema de normas y
prácticas que parecen fundadas a priori en la equidad de principios y rigor de sus aplicaciones, y al parecer
como participante a la vez de la lógica positiva de la ciencia y la lógica normativa de la moral, se entiende
que puede imponer universalmente su reconocimiento mediante una necesidad inseparablemente lógica y
ética.

La práctica teórica de interpretación de textos jurídicos NO es un fin en sí mismo. Está orientada a


finalidades prácticas y configurada para producir efectos prácticos, por eso paga su efectividad con la
restricción de su autonomía.
El texto jurídico es un entramado de luchas, porque la lectura es una forma de apropiarse de la fuerza
simbólica que se encuentra encerrada allí en estado potencial. Sin embargo, por más que los juristas
puedan enfrentarse entre sí, se encuentran incluidos dentro de un cuerpo fuertemente integrado de
instancias jerarquizadas en condiciones de resolver conflictos entre los intérpretes y las interpretaciones. Y la
rivalidad entre intérpretes encuentra su límite en que las decisiones judiciales pueden distinguirse de los
golpes de fuerza políticos solo si se presentan como resultado necesario de una interpretación reglada de
textos unánimemente reconocidos. La justicia no solo ordena jerárquicamente las instancias judiciales, sus
poderes, decisiones e interpretaciones, sino también las normas y fuentes que otorgan autoridad a esas
decisiones.
El campo jurídico funciona como un “aparato” en la medida en que la cohesión de los hábitos de los
intérpretes se encuentra redoblada por la disciplina de un cuerpo jerarquizado que usa procedimientos
codificados de resolución de conflictos entre los profesionales dedicados a la resolución reglada de
conflictos. El cuerpo de juristas tiene menos reparo en convencerse de que el derecho encuentra
fundamento en sí mismo, en una norma fundamental de donde se deducen todas las normas de rango
inferior, porque la común opinión de los doctores tiende a conferir apariencia de un fundamento
trascendental tanto a las formas históricas de la razón jurídica como a la creencia en la visión del orden
social que ellas producen.

El efecto de apriorización en la lógica del funcionamiento del campo jurídico, se revela claramente en el
lenguaje jurídico que, combinado con elementos del lenguaje común, da a todas sus manifestaciones una
retórica de impersonalidad y neutralidad. Los procesos lingüísticos del lenguaje jurídico buscan dos efectos
mayores: 1) la neutralización, mediante la preponderancia de construcciones pasivas y giros impersonales,
para resaltar la impersonalidad de la enunciación normativa y construir al enunciante en sujeto universal,
imparcial y objetivo; 2) la universalización, mediante procedimientos como el uso del modo indicativo para
enunciar normas, verbos constativos en tercera persona singular presente (“acepta”, “se compromete”);
uso del indefinido (“todo condenado”) y del presente intemporal, para expresar generalidad y
omnitemporalidad de la norma jurídica, etc.

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Esta retórica de la autonomía, de la neutralidad y universalidad, es la expresión de todo el
funcionamiento del campo jurídico, y del trabajo de racionalización al cual el sistema de normas jurídicas
está sometido. Lo que se llama “espíritu jurídico” o “sentido jurídico” que constituye el verdadero derecho
de entrada en el campo, consiste en esta actitud universalizante. La pretensión fundamental de una forma
específica de juicio, es uno de los fundamentos de la complicidad que una a los agentes jurídicos.

La elaboración de reglas y procedimientos con pretensión universal, es el producto de división de trabajo


que se produce por la rivalidad entre diferentes formas de competencia profesional que funcionan como
capital específico. Según las tradiciones jurídicas y los momentos en cada tradición, las jerarquías varían
entre las grandes clases de agentes jurídicos y al interior de las propias clases.
También hay antagonismo entre los teóricos (construcción doctrinal) y los prácticos (exclusivamente
aplicación). Hay una lucha simbólica permanente, enfrentando distintas definiciones del trabajo jurídico.
Los productores de las leyes también deben contar con la resistencia de todo el cuerpo de profesionales
jurídicos, especialmente de los expertos judiciales (abogados, notarios, etc.). La significancia práctica de la
ley se determina dentro de la confrontación entre los diferentes cuerpos, con intereses divergentes.
En la forma del cuerpo jurídico, su grado de formalización y de normalización, se puede ver la fuerza de
los teóricos y de los prácticos, y su capacidad para imponer su visión e interpretación del derecho.

El poder relativo de los distintos tipos de capital jurídico dentro de las diferentes tradiciones debe
ponerse en relación con la posición general que ocupa el campo jurídico dentro del campo del poder. El
campo de poder (mediante el peso dado al gobierno de la ley o a la reglamentación burocrática) asigna sus
límites estructurales a la eficacia de la acción propiamente jurídica.
El antagonismo de los que detentan los distintos tipos de capital jurídico (con intereses y visiones
diferentes en su trabajo específico de interpretación) no excluye la complementariedad de sus funciones,
sino que sirve como base de una división de trabajo de dominación simbólica donde adversarios
objetivamente cómplices, se ayudan mutuamente. Los ¿teóricos? tienden a una postura profética, mientras
que los jueces a una de “lectores” y simples aplicadores (disimulando cuando un acto suyo implica creación
jurídica).
Los magistrados aseguran la función de adaptación a lo real (en un sistema que si no se arriesgaría a caer
en la rigidez del rigorismo racional, en mano de los profesores), mientras que los juristas con su trabajo de
racionalización y formalización le dan coherencia y constancia al cuerpo de normas, y ofrecen a los jueces
el instrumento para suprimir arbitrariedades.

La interpretación causa una “historización” de la norma, al adaptar las fuentes a circunstancias nuevas,
dejando atrás lo caduco. Dada la extraordinaria elasticidad de los textos, la operación hermenéutica de
declaratio dispone de una considerable libertad. La elasticidad sirve para la restrictio (no aplicar la ley que
literalmente debería aplicarse), extensio (aplicar una ley que literalmente no debería serlo) o también
técnicas como la analogía, distinción letra-espíritu, etc.
La interpretación de la ley, o el contenido práctico de la ley que se revela en una sentencia, es la
culminación de una lucha simbólica entre profesionales dotados de competencias técnicas y sociales
desiguales.

El establecimiento del monopolio

El establecimiento de un “espacio judicial” implica la creación de una frontera entre los que están
preparados para entrar en el juego y aquellos que cuando son arrojados dentro de él quedan excluidos si
poder operar la conversión de todo espacio mental (y en particular toda posición lingüística).
Constituir una “competencia propiamente jurídica” dominio técnico de un conocimiento sabio, conlleva
la descalificación del sentido de equidad de los no especialistas. Separación de la visión vulgar del
justiciable, y la visión sabia del experto, no es accidental: constituye una relación de poder que funda dos
sistemas diferentes de presupuestos, de intensiones expresivas, de dos visiones del mundo.
Esta separación (que fundamenta una desposesión) se da a través de la estructura misma del campo y del
sistema de principios de visión y de división, se impone un sistema de exigencias cuyo núcleo es la adopción
de una posición comprehensiva.

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El lenguaje jurídico consiste en un uso particular del lenguaje ordinario. El lenguaje jurídico puede usar
una palabra para nombrar cosas totalmente diferentes de las que designa el lenguaje ordinario, porque los
dos usos están asociados a posiciones lingüísticas radicalmente excluyentes. La discordancia posicional es el
fundamento estructural de los malentendidos que pueden darse entre un usuario de un código sabio y un
simple profano, sobre todo cuando las palabras del lenguaje ordinario, vaciadas de su contenido común por
el sabio, funcionan para el profano como falsos sinónimos.

El espacio judicial funciona como un espacio neutral, de neutralización del juego y abstracción de la
realidad. Terceros no involucrados directamente en la disputa, introducen una distancia neutralizante. El
personal especializado organiza la manifestación pública de conflictos sociales según formas codificadas, y
aporta soluciones socialmente reconocidas como imparciales (definidas según reglas formales y coherentes
de una doctrina independiente de los antagonismos). Aparece como un progreso dirigido hacia la verdad,
una buena evocación de una de las dimensiones del efecto simbólico del acto jurídico como aplicación libre
y racional de una norma universal y científicamente fundada.

El campo judicial es el espacio organizado donde un conflicto directo entre partes interesadas se
transforma en un debate jurídicamente reglado entre profesionales actuantes en representación de sus
clientes, quienes conocen las reglas del juego jurídico necesarias para triunfar contra la letra de la ley.

La entrada en el universo jurídico implica la aceptación tácita de la ley fundamental del campo jurídico, se
acompaña con una redefinición completa de la experiencia ordinaria y de la situación en litigio. Aceptar las
reglas del juego, ponerse en manos del derecho para reglar el conflicto, implica aceptar tácitamente la
adopción de un modo de expresión y de discusión que implica renunciar a la violencia física y simbólica
elemental. Es necesaria una verdadera re-traducción de todos los aspectos del asunto para constituir el
objeto de la controversia, y para retener lo que merece ser presentado por ser jurídicamente pertinente.

Tres exigencias para la entrada al campo jurídico:


1) llegar a una decisión relativamente blanca o negra, culpable o no culpable, para el demandante o
demandado.
2) acusación y demandas deben colocarse dentro de una categoría reconocida (que son muy limitadas y
estereotipadas).
3) uno debe referirse y conformarse a los precedentes (puede llevar a una distorsión de las creencias y
expresiones ordinarias).

La regla que impone “sujetarse a las decisiones jurídicas anteriores para decidir jurídicamente” es una
manera de afirmar la autonomía y la especificidad del razonamiento y de las decisiones jurídicas. Es el
fundamento racional de la decisión jurídica, haciéndola aparecer como el producto de una aplicación neutra
y objetiva de una competencia específicamente jurídica.
La previsibilidad y calculabilidad que Weber otorga al derecho racional, reposan en la constancia y la
homogeneidad de los hábitos jurídicos.

El trabajo colectivo que tiende a transformar la “queja desapercibida” en “queja percibida” y también en
“queja adjudicada”, supone un trabajo de construcción de la realidad social que incumbe a los
profesionales.
El descubrimiento de una injusticia reposa en el sentimiento de tener derechos; y el poder específico de
los profesionales está en la capacidad de revelar los derechos y las injusticias, o censurar el sentimiento de
injusticia fundada solo en el sentido de la equidad (o sea, disuadir la defensa judicial de derechos
subjetivos). Los profesionales, en definitiva, pueden manipular las aspiraciones jurídicas, y por ende
también crear la necesidad de sus propios servicios.
El cambio del espacio mental asociado al cambio de espacio social, asegura el dominio de la situación a
los poseedores de la competencia jurídica, los únicos capaces de adoptar la actitud que permite construir
esa situación de acuerdo con la ley fundamental del campo. REDUCE al estado de CLIENTES a aquellos que,
aceptando entrar, RENUNCIAN tácitamente a administrar ellos mismos el conflicto. Convierte los intereses
pre-jurídicos en causas judiciales, y transforma en capital la competencia que asegura el control de los
recursos jurídicos exigidos por la lógica del campo.

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Constitución del campo es inseparable de la instauración del MONOPOLIO de los profesionales sobre la
producción y comercialización de esta categoría de servicios jurídicos. La competencia jurídica es un poder
específico que permite controlar el acceso al campo jurídico, ya que puede determinar qué conflictos
merecen entrar y la forma específica que deben revestir para constituirse en debates jurídicos. El cuerpo de
profesionales, se define por el MONOPOLIO DE LOS INSTRUMENTOS NECESARIOS para la construcción
jurídica que es, en sí misma, apropiación.

El poder de nombrar

El proceso es una puesta en escena paradigmática de la lucha simbólica del mundo social, que concluye
mediante una sentencia enunciada por una autoridad social. En esta lucha está en juego el monopolio
reconocido del conocimiento del mundo social, el nomos como principio universal de visión y de división
(nemo=dividir) por consiguiente como principio de distribución legítima. En esa lucha, el poder judicial a
través de sus sentencias, manifiesta el punto de vista de la visión soberana del Estado, detentador del
monopolio de la violencia simbólica legítima.
La sentencia del juez pertenece a la clase de actos de nominación o de instauración y representa la forma
por excelencia de la palabra autorizada, pública, oficial, que se enuncia en nombre de todos y frente a
todos. Son enunciados performativos, actos que tienen éxito porque tienen capacidad de hacerse reconocer
universalmente, de obtener que nada pueda negar la visión que imponen.
El derecho consagra el orden establecido al consagrar una visión que es garantizada por el Estado. Asigna
a los actores una identidad garantizada, un estado civil, un conjunto de poderes socialmente reconocido.
Las decisiones judiciales ponen término o límite a la lucha o negociación sobre las cualidades de las
personas o grupos. El derecho es la forma por excelencia de poder simbólico de nominación que crea las
cosas nombradas y, en particular, los grupos sociales, la forma que confiere a estas realidades surgidas de
sus operaciones de clasificación toda la permanencia que una institución histórica es capaz de conferir a
instituciones históricas, igual a la que tienen los objetos.
El derecho es forma por excelencia del discurso capaz de producir efectos por virtud propia. Hace el
mundo social (sin olvidar que está hecho por él).
Los actos simbólicos de nominación tienen toda su eficacia de enunciación creadora solo en la medida en
que proponen principios de visión y de división objetivamente ajustados a las divisiones preexistentes de las
que son el producto; eficacia que al consagrar lo que enuncia, lo lleva a un nivel superior plenamente
realizado, el de la institución instituida. El efecto característico propiamente simbólico de las
representaciones engendradas es consagrar el orden establecido, según esquemas acordes a las estructuras
del mundo en que son producidas.

Si el poder creador de la representación no se manifiesta nunca tan claro como en los períodos de crisis
revolucionarios, la voluntad de transformar el mundo transformando las palabras para nombrarlo
(produciendo nuevas categorías de percepción y apreciación, y nueva visión de divisiones y distribuciones),
no tiene oportunidad de triunfar sino cuando las evocaciones creadoras son también previsiones bien
fundadas, descripciones anticipadas.

Al acordar a las realidades el reconocimiento que encierra la proclamación profética, se les da la


posibilidad real de acceder a la existencia plena, conocida y reconocida, oficial. Solo un nominalismo realista
(fundado en la realidad) permite rendir cuentas del efecto de la dominación, golpe de fuerza simbólico que
triunfa solo porque está bien fundado en la realidad.

LA FUERZA DE LA FORMA

La práctica jurídica se define por la relación entre el campo jurídico (origen de la oferta jurídica que se
genera por la rivalidad entre los profesionales del derecho) y la demanda de los profanos (siempre
parcialmente determinada por el efecto de la oferta). Hay una confrontación constante entre las normas
jurídicas ofrecidas (que se presentan como universales) y la demanda social (necesariamente diversa,
conflictiva y contradictoria) que está objetivamente inscripta en las prácticas mismas.

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La legitimidad dada en la práctica al derecho y a los actores jurídicos por la rutina de los usos que se
establecen en su interior, no puede entenderse como efecto del reconocimiento universalmente acordado
por los justiciables a una jurisdicción como enunciado de valores universales y eternos (por lo tanto
trascendentes a los intereses de los particulares). La legitimidad tampoco es el efecto de la adhesión
inevitable obtenida por costumbre, fuerza o interés del dominador. Hace falta tener en cuenta el conjunto
de relaciones objetivas entre el campo jurídico, ligado a relaciones complejas, y el campo de poder, y a
través de él, con el campo social en su conjunto. Al interior de ese universo de relaciones se definen los
medios, fines y efectos específicos asignados a la acción jurídica.

El trabajo jurídico tiene de más específico la actividad de formalización. Los intereses sociales de los
agentes formalizadores se definen primero mediante la competencia al interior del campo jurídico, y
segundo mediante la relación entre el campo jurídico y el campo de poder en su conjunto. Hay que ir más
allá del estado de la demanda social (actual y potencial), y de las condiciones sociales que la demanda social
ofrece a la creación jurídica.
El cuerpo de profesionales está ligado a los dominadores (políticos?) por un pacto de no agresión,
básicamente porque hay afinidad de ámbitos (suelen los profesionales ser parte del ámbito de los
dominadores). [+ afinidad práctica entre textos jurídicos y disposiciones políticas.]
Pero la eficacia del derecho tiene de particular que se ejerce más allá del círculo de aquellos que están
convertidos de antemano. Lo propio de la eficacia simbólica es no poder ejercerse sino con la complicidad,
tanto segura o inconsciente/extorsionada, de aquellos que la padecen. El derecho no puede ejercer su
eficacia específica si no obtiene reconocimiento. La creencia en el orden jurídico debe ser reproducida sin
cesar, y es una de las funciones de la codificación de las representaciones y de las prácticas éticas: fundar la
adhesión de los profanos a la creencia en la neutralidad y la autonomía del derecho y de los juristas.
El derecho emerge donde el imperativo formulado por uno de los grupos de la sociedad global tiende a
tomar un valor universal por su formalización jurídica. Unir en el mismo lugar: universalización,
formalización y formulación.
La regla del derecho supone la conjunción de: por un lado la adhesión a valores comunes y por el otro la
existencia de reglas y sanciones explícitas y procedimientos regularizados (este último, papel decisivo). Con
la escritura surge la posibilidad del comentario universalizante, que da lugar a reglas universales, y la
posibilidad de trasmisión objetiva y generalizada más allá de fronteras espaciales y temporales. El derecho
escrito favorece de manera progresiva la autonomía del texto. Se hace posible la ciencia jurídica.

La codificación liga las normas a la contingencia de la ocasión particular al fijarlas en una decisión
ejemplar, en una forma destinada a servir de modelo a decisiones ulteriores que favorece la lógica del
precedente. Garantiza también que las transformaciones y adaptaciones inevitables serán pensadas y
habladas en el lenguaje de la conformidad con el pasado.
Así también a través de la sistematización y la racionalización, otorga el sello de la universalidad (factor
por excelencia de la eficacia simbólica). En una sociedad diferenciada, el efecto de universalización es uno
de los mecanismos más poderosos de dominación simbólica; permite la imposición de la legitimidad de un
orden social.
Cuando consagra bajo la forma de un conjunto coherente de reglas oficiales, sociales y universales, los
principios prácticos del estilo de vida simbólicamente dominante, la norma jurídica tiende a informar
realmente las prácticas del conjunto de agentes jurídicos. El efecto de universalización o también llamable
de normalización, redobla el efecto de autoridad social de la cultura legítima y sus poseedores, para dar
eficacia práctica a la coerción jurídica.
Las instituciones jurídicas contribuyen universalmente a imponer una representación de la normalidad en
relación con la cual todas las prácticas diferentes tienden a parecer como desviadas, patológicas.
La tendencia a universalizar su propio estilo de vida (efecto del etnocentrismo de los dominadores) funda
la creencia en la universalidad del derecho y es también el origen de la ideología que tiende a hacer del
derecho un instrumento de transformación de las relaciones sociales.

La información de las prácticas mediante la formalización jurídica solo puede tener éxito cuando la
organización jurídica da una forma explícita a una tendencia inmanente de las prácticas y las reglas que
tienen éxito son las que regularizan situaciones de hecho conformes a la regla. El paso de la regularidad
estadística a la regla jurídica representa un verdadero cambio de naturaleza social.

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La codificación al hacer desaparece excepciones y vaguedad, al imponer fronteras, introduce una
claridad, previsibilidad y racionalidad que no asegura completamente los hábitos o la costumbre.

Es necesario conceder una realidad social a la eficacia simbólica que se produce en el derecho
“formalmente racional”, gracias al efecto de la formalización. La codificación al objetivizar en un reglamento
escrito los esquemas que gobiernan conductas, permite ejercer efecto de homologación; el hacer explícitos
los principios hace posible la verificación explícita del consenso acerca de los principios del consenso. La
homologación hace posible una forma de racionalización que puede entenderse como previsibilidad y
calculabilidad.
Los agentes involucrados en una empresa codificada saben que pueden contar con una norma coherente
y sin escapatoria con la cual calcular consecuencias de la obediencia a la regla o de su trasgresión.
Pero las virtudes de la homologación se ejercen plenamente solo por quienes están firmemente
asentados en el universo establecido por el formalismo jurídico. Las luchas altamente racionalizadas que
permite la homologación, se reservan a quienes detentan de una fuerte competencia específica propia de
los profesionales de la lucha jurídica, entrenados en usar las formas y fórmulas como armas. Los otros, están
destinados a sufrir la violencia simbólica que ejercen aquellos que saben colocar el derecho de su lado y,
llegado el caso, realizar el ejercicio más terminado de rigor formal, al servicio de los fines más reprochables.

LOS EFECTOS DE LA HOMOLOGÍA

No se podría explicar efectivamente la eficacia simbólica del derecho, sin tener en cuenta los ajustes de
oferta a demanda jurídica, imputadas a mecanismos estructurales como la homología entre las distintas
categorías de productores/vendedores de servicios jurídicos y las distintas categorías de clientes. Los
ocupantes de posiciones dominadas dentro del campo (por ejemplo el derecho social) tienden a estar
encaminados a clientelas dominadas, lo que contribuye a redoblar la inferioridad de esas posiciones.
El campo jurídico por su papel determinante en la reproducción social, dispone de una autonomía menos
amplia que campos que contribuyen también al mantenimiento del orden social. Los cambios externos se
retraducen en el campo jurídico más directamente y los conflictos internos son atajados más directamente
por las fuerzas exteriores.
La jerarquía en la división del trabajo jurídico (manifiesta a través de la jerarquía de las especialidades)
cambia a lo largo del tiempo aunque de manera muy limitada, en función especialmente de las variaciones
de relaciones de fuerza al interior del campo social, como si la posición de los distintos especialistas en
relaciones de fuerza interiores al campo dependiera del lugar en el campo político de los grupos sociales
cuyos intereses están más ligados a las formas de derecho correspondientes.
A medida de que se incrementa la fuerza de los dominados en el campo social y sus representantes en el
campo político, la diferenciación del campo jurídico tiende a incrementarse. Las luchas internas tienen a
menudo apuestas bien definidas al interior de los límites del campo jurídico (definición de programas,
cátedras, revistas especializadas, etc.) y como consecuencia el poder sobre el cuerpo y su reproducción, de
todos los aspectos de la práctica jurídica, están sobredeterminadas y son ambiguas porque los defensores
de la autonomía y la ley como algo abstracto son los defensores de la ortodoxia (los privatistas obvio);
ortodoxia a la vez de la teoría y del pasado – para desconocer el valor creativo a la jurisprudencia- y negar la
práctica de la realidad económica y social.

La función de mantenimiento del orden simbólico que el campo jurídico contribuye a asegurar es el
producto de incontables acciones que no tienen por fin el cumplimiento de esa función y que pueden
incluso inspirarse en intenciones opuestas, como los proyectos subversivos de las vanguardias que
contribuyen a determinar la adaptación del derecho y del campo jurídico al nuevo estado de relaciones
sociales y asegurar así la legitimación de la forma establecida de estas relaciones. Es la estructura del juego
lo que está en el origen de la trascendencia, revelada por los casos de inversión de las intenciones, del efecto
objetivo y colectivo de las acciones acumuladas.

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3. La eficacia simbólica del derecho
GARCÍA VILLEGAS, Introducción: la eficacia simbólica del Derecho

Lévi-Strauss explica que en las creencias de la curación chamánica, la curación misma solo se explica por
la existencia del reconocimiento del poder del chamán por parte del público. “El chamán no se convirtió en
gran hechicero porque curaba enfermos, sino que curaba enfermos porque se había convertido en gran
hechicero”.
Merton explica como las ceremonias indígenas de la lluvia no producen lluvia, pero cumplen la función
latente de reforzar la identidad del grupo. La conducta en apariencia irracional es positivamente funcional
para el grupo.
Ambos hablan de la eficacia simbólica de algunas prácticas sociales. También existe en el derecho.
A veces las normas no consiguen lo que se proponen a través de la implementación de lo que en ellas se
contempla, sino a través del impacto que rodea su promulgación. Otras veces consiguen otros objetivos
distintos, que no estaban previstos en sus textos, y que terminan siendo los que mejor explican su razón de
ser. En los casos de arriba, la eficacia del derecho proviene más de lo que evoca que de lo que ordena.
La eficacia simbólica se origina en la ilusión de que evocar algo sea también invocar ese algo.

El lenguaje jurídico como productor de efectos simbólicos, se vale de las mismas propiedades que el
lenguaje general. Los enunciados del derecho no se limitan a comunicar una información sobre lo que
debería ser. El lenguaje jurídico sirve para hacer cosas diferentes de las que él mismo dice querer hacer.
El derecho debe ser entendido como un sistema de significados simbólicos y culturales más que como un
sistema de controles operativos. Nos afecta sobre todo a través de la comunicación de símbolos (por medio
de estigmas, persuasiones, amenazas, legitimaciones, etc.).

La fuerza del derecho está en el poder propio del discurso jurídico, y no solo en la violencia que ejerce o
los incentivos que ofrece. Ese poder consiste en que el derecho permite imaginar la realidad, una realidad
legítima y verdadera.

Las dos caras del derecho


Los juristas suelen suponer que la ineficacia de las normas se debe a que la gente no sigue lo prescripto
por ellas, o que desconoce su contenido. Si eso ocurre, los juristas suponen que las normas fracasan. Pero
desde un punto de vista sociopolítico la ineficacia del derecho no siempre es un fracaso, o algo que va
contra de la intención de quienes crearon la norma. Entonces atribuir la ineficacia normativa solo a tales
causas es desconocer que el derecho sirve para muchas más cosas de las que él mismo dice querer servir.
La ineficacia del derecho no siempre se explica por la resistencia que no se somete a la fuerza impositiva;
a veces es una práctica que ha sido posible gracias al derecho mismo. Hay un asunto político relacionado
con el fracaso/éxito de otros objetivos que no se desprenden de la lectura espontánea del texto,
relacionado con la promoción de ciertas representaciones colectivas necesarias para el logro de la cohesión
social. Entonces el problema fundamental está en saber en qué medida el fracaso responde mejor a un
juego de poder dentro del cual el derecho cumple una función determinante.
No es que el derecho choca con la realidad que se resiste al cambio y por eso es ineficaz; es más bien que
la realidad no cambia porque choca con la resistencia del derecho, el cual persigue por sí mismo su
ineficacia.
Creer que la eficacia del derecho se reduce a la eficacia prevista en sus textos, es el mito de la
codificación, según el cual es posible regular un ámbito de la sociedad de modo que todo suceda como se
regula.
Pero la realidad es que después de la promulgación de la norma, en la etapa de la aplicación, ocurre una
lucha por el sentido del derecho, tan intensa como la que tuvo en el parlamento el proyecto. La lucha por la
determinación del sentido de los textos, NO termina con la promulgación.

La fuerza del derecho no se limita a la imposición de un comportamiento. La fuerza del derecho también
se encuentra en su carácter de discurso legal y de discurso legítimo; en su capacidad para crear

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representaciones de las cuales se deriva un respaldo político; su aptitud para movilizar individuos en pos de
una idea. El derecho tiene también una vida simbólica y ella reside en la mente de sus usuarios.

La eficacia del derecho no solo se debe medir por su capacidad para alcanzar los objetivos jurídicos que
se proponen en sus normas, sino también por la capacidad para alcanzar los otros objetivos, de tipo
político, a través de la representación que el lenguaje normativo produce entre los receptores de esas
normas.
El derecho es un conjunto de enunciados y por ende algunos de sus secretos de su poder social están en
su condición discursiva.
Las normas logran eficacia por medio de las representaciones que crean en los individuos, y por eso son
un instrumento social ligado al mundo de lo simbólico y con él al mundo de lo político.
El derecho funciona además de a través de su fuerza impositiva o facultativa, también de su fuerza
legitimadora de sus formas. Su incidencia social depende de su capacidad para determinar las conductas
con la creación de imágenes y representaciones.

La ineficacia de las normas no siempre se explica por los obstáculos que impiden la realización de sus
objetivos. La ineficacia es con cierta frecuencia algo deliberado, propuesto.

La fuerza social del derecho también proviene de su función de apaciguamiento. Cuando lo establecido
por el derecho es tan importante como difícil de aplicar, la eficacia simbólica cumple el propósito de
conciliar la realidad con los ideales: de aceptar que el derecho es un ideal sin que implique renunciar a que
exista. Por eso muchas veces se promulgan normas con la idea de que si bien se van a incumplir, al menos
se van a aceptar.

Derecho, lenguaje y poder


El derecho es un saber depositario de una gran tradición occidental. Continúa en las facultades derecho
donde se inculca la idea de que el derecho contiene una racionalidad pura, ajena a la política. (Lo político es
la lucha por el poder entre fuerzas e intereses, y el derecho es una indagación axiológica sobre el mejor
orden social posible).
Sin embargo hay lazos estrechos entre derecho, poder político y estructuras sociales. Esto se inspira en
dos elementos teóricos generales: 1) la relativa autonomía del saber jurídico respecto de las condiciones
materiales en que se produce; 2) las implicaciones que eso tiene para una teoría social no instrumentalista
del derecho.

La relativa autonomía (o dependencia) del derecho


Nietzsche y Foucault ponen en evidencia que es falaz separar entre un saber liberado de poder y un
poder ignorante, o entre derecho como simple ejercicio de razón y guerra como simple ejercicio de fuerza.
En el derecho hay un fenómeno de poder complejo a partir del cual se puede explicar parte de las
transformaciones políticas de una sociedad.
Que el saber jurídico pueda ser apropiado por el poder político, puede llevarnos a una relativización
excesiva de los contenidos jurídicos donde todo obedece al capricho de los poderosos. Tampoco es así. Las
posibilidades de apropiación política del discurso jurídico están limitadas no solo por las estructuras
materiales (económicas) sino también por una autonomía relativa del saber jurídico dogmático respecto de
tales estructuras.
El derecho es un campo social donde los participantes se disputan la interpretación correcta,
autorizada y legítima de los textos jurídicos. Los que participan del campo jurídico luchan por la
apropiación del poder simbólico implícito en los textos jurídicos. El derecho se convierte en la forma por
excelencia de poder simbólico y de violencia simbólica. El poder significativo del derecho radica en que
tiene poder para definir su significado.
Dentro del campo existen choques entre sus miembros por la posesión y distribución del capital social y
simbólico de la sociedad. La lucha no es solo intelectual sino política, ya que la mayoría de los debates
jurídicos tienen implicancia en la distribución de poder y de bienes del campo político. Controlar el derecho
es importante para controlar la sociedad.

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No significa que el campo jurídico pueda reducirse a las fuerzas económicas ya existentes. El derecho no
es solo un reflejo del mundo material, tampoco es un conocimiento puro e independiente. Es un campo
jurídico relativamente independiente de las demandas externas.
Hay una relación compleja entre la relativa autonomía de los discursos jurídicos que luchan por
apropiarse del poder simbólico, y el contexto social y político donde esos discursos prosperan/fracasan.

Por una concepción no instrumental del derecho


Según el instrumentalismo existe una realidad social externa e independiente a los sujetos e
instituciones, que puede ser conocida y manipulada por los actores sociales o por las instituciones. El
derecho es entonces una herramienta privilegiada para realizar esa intervención. El instrumentalismo
exagera la autonomía del derecho y desconoce que depende de los contextos sociales en que surge. Idealiza
la importación de normas y de instituciones como si fuera una fórmula mágica. Por ejemplo el
Latinoamérica, donde nos hacen hecho creer que los cambios normativos/institucionales operan por sí
mismos con independencia del contexto.
Pero la realidad es que las instituciones influyen tanto en el contexto como éste en ellas.
Para evitar el instrumentalismo, debe concebirse la relación entre sujeto y objeto como elementos
interdependientes, constitutivos. Ni sujeto/instituciones son externas al objeto, y por eso no pueden
manipularlo como una herramienta, ni tampoco están determinados por una realidad que los determina a
su antojo. El sujeto está tan mundanizado como el mundo subjetivizado. Lo mismo pasa entre la acción
social y las estructuras sociales.
Hay una relación de determinación recíproca. Se traslada el centro de interés al espacio en el cual se da el
proceso de constitución recíproca entre las cosas y la visión de las cosas. Y así se evita confundir las cosas de
la lógica con la lógica de las cosas.
La imbricación de las cosas y palabras crea una realidad social marcada por lo simbólico. El análisis de las
estructuras sociales debe ser complementado con el estudio de la percepción de tales estructuras y de la
incidencia de dicha percepción en las estructuras mismas.
La fuerza social del derecho no puede medirse unilateralmente ni por los supuestos internos de un saber
jurídico ideado por un sujeto racional, ni por las solas condiciones socioeconómicas de producción.

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BOLILLA 3
M. FOUCAULT: PODER Y DERECHO

1. Introducción a la teoría sobre el poder el M. Foucault


M.A. CIUFFOLINI: “El análisis del poder. Breve introducción a la propuesta de Foucault”.

Poder y dominación social


Foucault dice que más que orientar la investigación sobre el poder para el lado de la soberanía, aparatos
del Estado, etc., debe hacerse hacia la dominación, los operadores materiales, las formas de sometimiento,
las conexiones, hacia los dispositivos de saber.

La teoría de Foucault se hace en oposición a dos tradiciones: la teoría política clásica (Posesión de poder
como transferencia de derechos. poder representado como posesión contractual regulada o violentamente
adquirida, que justifica/autoriza la soberanía política en el ejercicio del poder representativo) y la teoría
marxista (Posesión de poder como apropiación del aparato de Estado. Una clase en posesión del poder usa
medios adecuados para imponer prohibiciones/instrucciones que permiten realizar sus objetivos de
dominio).

Critica a ambas por tener una concepción de poder pre-moderna, que carece de conceptos para
entender adecuadamente los mecanismos de integración social de las sociedades desarrolladas.
Foucault propone un modelo estratégico de poder: la adquisición y mantenimiento del poder social NO
tiene lugar como apropiación o ejercicio unilateral de derechos bajo forma de decreto/coacción, sino según
el modelo de una lucha continua entre actores sociales.

El ejercicio del poder es un modo de acción de algunos sobre otros. No existe algo llamado Poder, como
algo universal; solo el poder que ejercen unos sobre otros. Existe solo en acto, aunque se inscribe en un
campo de posibilidades dispersas, sobre estructuras permanentes.
El poder NO es una especie de consentimiento. En sí mismo no es una renuncia a una libertad, una
transferencia de derechos. Puede ser el efecto de un consentimiento permanente o anterior, pero NO es
por naturaleza la manifestación de un consenso.
Foucault insiste en una mirada capaz de captar y explicar el poder como un sistema de DOMINACIÓN
SOCIAL.
Parte de la idea de que la emergencia de las relaciones de dominación debe entender como un proceso
donde las posiciones de poder conseguidas y aseguradas en diferentes emplazamientos, se conectan como
en una red dentro de un sistema carente de centro. El orden de dominación se constituye horizontalmente.
Afirmar que el orden de dominación se constituye horizontalmente supone que es el producto de un
proceso incesante de conflictos estratégicos que logran imponer y estabilizar un sistema de posiciones de
poder conectadas entre sí. Por lo tanto un orden de dominación social no puede ser gobernado y conducido
por la actividad centralizada de un aparato de poder político, porque dado que la dominación surge de una
secuencia de acciones estratégicas exitosas, solo puede mantenerse en una disputa en la que pueda
continuar regulando exitosamente las situaciones conflictivas de la acción.

El método para analizar el Poder


Foucault busca analizar cómo el poder hace posible la dominación y el sometimiento.
Señala así cinco precauciones de método para precisar en qué consiste su entendimiento y la forma en
que debe analizarse el poder, sus mecanismos generales.
Primera: no se trata de analizar las formas regladas y legítimas del poder en su centro, en sus efectos en
conjunto.
Se trata de captar el poder en sus extremos, sus últimos lineamientos: tomar el poder en sus formas y sus
instituciones más regionales, más locales, donde ese poder al desdoblar las reglas del derecho que lo
organizan y delimitan, se prolonga, se inviste de instituciones, cobra cuerpo en técnicas y se da instrumentos
materiales de intervención. Pone el interés en conocer las relaciones y los operadores de la dominación
social. Por eso dirige el análisis a los modos en que se despliegan las relaciones de poder y la dominación
histórica. Se trata de mostrar cómo las relaciones de sometimiento concretas hacen a los sujetos y a sus

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modos de sumisión. Indagar en la historia la configuración de los mecanismos y técnicas que muestran el
carácter productivo del poder, por sobre su dimensión represiva.
Poder visto en su dimensión descentralizada, describiendo cómo desde distintos dispositivos y
tecnologías, se configuran espacios, cuerpos y sujetos. No implica la inexistencia de grandes estructuras de
poder, pero siguen funcionando sobre las bases de los dispositivos de dominación.
Segunda: no analizar el poder en el plano de la intención o la decisión, no tomarlo por el lado interno.
Al contrario, estudiar por el lado e que su intención se inviste dentro de prácticas reales y efectivas:
estudiarlo por el lado de su cara externa, donde se relaciona directa e inmediatamente con su objeto, su
campo de aplicación; donde se implanta y produce sus efectos reales.
Propone otro modo de preguntarse sobre el poder. En vez de preguntar respecto de quién o con qué
propósito, pregunta cómo se despliega el poder, sus mecanismos y tecnologías, su lugar al que se dirige.
Importa hacer una investigación crítica para develar esos múltiples mecanismos, y también implica
observarlo a partir de aquello que se resiste. Las resistencias son el catalizador que permite evidenciar las
relaciones de poder. Analizar las relaciones de poder a través del enfrentamiento de las estrategias.
Tercera: no considerar el poder como un fenómeno de dominación macizo y homogéneo.
Tener bien presente que el poder no es algo que se reparte entre quienes lo tienen y lo poseen en
exclusividad y quienes no lo tienen y lo sufren.
Esa tesis desafía dos cuestiones básicas: el binarismo (un grupo detenta el poder el otro carece) y que el
poder sea una cosa igualmente repartida entre todos.
Analizar el poder requiere una perspectiva que enfoque en esas tecnologías más locales y múltiples.
El poder es siempre una forma particular y definida de colisiones momentáneas y continuamente
repetidas de múltiples, autónomas y locales tecnologías de poder, que funcionan en cadena o redes.
Cuarta: no hacer una especie de deducción del poder que parta del centro y trate de ver hasta dónde se
prolonga por debajo, en qué medida se produce, o se extiende.
Debemos aferramos a esas técnicas de poder, partir de ellas y mostrar la ganancia económica o las
utilidades políticas que producen, y así podremos comprender cómo mecanismos terminan por formar
parte del conjunto.

Foucault no desconoce el modo de operación ideológico y represivo del poder. Pero propone un método
de análisis histórico más novedoso: los métodos de poder de las sociedades modernas se definen por su
efectividad productiva y por su riqueza estratégica. Que ciertas tecnologías de poder puedan provocar
efectos productivos en vez de represivos, implica una especie de conexión entre conceptos como NORMA,
CUERPO Y SABER.
El concepto de NORMA es la expresión más general que Foucault elige para describir el objetivo del
método de poder que asume funciones productivas (y no represivas). Las técnicas de poder no se dirigen
suprimir los comportamientos de los individuos, sino a normalizar los modos de comportamiento a través
de un continuo disciplinamiento. Se trata de producir comportamientos normalizados o socialmente
impuestos.
El ámbito al que se dirigen estas modernas técnicas de poder, es el CUERPO. Las técnicas modernas no
solo son capaces de suprimir/controlar la conducta de los cuerpos humanos, sino también de producirlos de
forma sistemática. La producción y creación de la conducta de los cuerpos humanos significa por un lado
dar motricidad corporal originariamente inestable y (por otro hacer más) fluida la forma cerrada de un
esquema uniforme de conducta por medio de un disciplinamiento incesante.

Foucault muestra que las técnicas del poder modernas tienen posibilidades casi ilimitadas de control de los
comportamientos y también la capacidad de una auto-optimización constante, y sólo pueden ser
entendidos acabadamente en el marco del análisis de instituciones (instituciones = estructuras
extremadamente complejas de posiciones solidificadas de poder, como la presión).
Señala que el disciplinamiento de los cuerpos individuales y la administración de los procesos de la vida
orgánica solo son posibles en virtud de la información y conocimiento en torno a los seres humanos que se
han producido desde distintas áreas del conocimiento. Eso nos conduce a la tercera categoría sobre la que
gira el análisis foucaultiano de la productividad de las técnicas modernas de poder: el concepto de SABER.

27
Poder, verdad y derecho

Foucault dice que las prácticas sociales pueden engendrar dominios de saber que no solo hacen que
aparezcan nuevos sujetos, objetos, conceptos y técnicas, sino que hacen nacer además formas totalmente
nuevas y sujetos de conocimiento.
Entiende que puede formularse una doble historia de la verdad. la primera, historia interna, se hace en/a
partir de la historia de la ciencia. La otra se formula en otros sitios de la sociedad, en los lugares donde se
definen ciertas reglas del juego, de las que surgen nuevas subjetividades, dominios de objetos, tipos de
saberes. Uno de esos sitios son las prácticas judiciales.

El análisis del poder consiste en tratar de captar sus mecanismos entre dos referencias/límites: por un lado
las reglas de derecho que delimitan el poder formalmente, y por el otro, los efectos que ese poder produce.
El foco de interés está en desentrañar las relaciones entre poder, derecho y verdad.

¿Qué reglas del derecho ponen en acción las relaciones de poder para producir discursos de verdad? ¿Cuál
es el tipo de poder susceptible de producir discursos de verdad dotados de efectos tan poderosos?
El cuerpo social está constituido por una multiplicidad de relaciones de poder, que no pueden disociarse ni
funcionar sin una economía del discurso verdadero que funciona a partir y a través de ese poder. El poder
nos somete a la producción de verdad y solo por esa producción puede ejercerse el poder . Por ende no
puede escindirse la relación poder, derecho y verdad. La intensidad y constancia de la relación se expresa en
una dinámica de poder que no cesa de cuestionar, de investigar; institucionaliza la búsqueda de la verdad, la
profesionaliza. Tenemos que producir la verdad del mismo modo que tenemos que producir riquezas, y
tenemos que producir una para poder producir otras. Y por otro lado estamos igualmente sometidos a la
verdad en sentido de que es ley; el que decide, es el discurso verdadero; ese propulsa efectos de poder.
Somos juzgados en función de discursos verdaderos que llevan consigo efectos específicos de poder. Por lo
tanto reglas de derecho, mecanismos de poder, efectos de verdad. O bien reglas de poder y poder de los
discursos verdaderos.
A partir del interés por la dominación y el sometimiento, Foucault indaga cada uno de sus objetos (entre
ellos el derecho) asumiendo precauciones de método:
Primero: no analizar las formas regladas y legítimas en su centro, sino captar el poder en sus extremos, en
sus instituciones más locales (por ejemplo, analizar el poder punitivo en el castigo y cómo el poder de
castigar cobra cuerpo, en instituciones locales como la cárcel).
Segundo: abandonar la idea de racionalidad y verdad universal en la concepción de derecho; poner foco en
un derecho afectado por la disimetría y que funciona como privilegio a mantener o restablecer ; el
objetivo es visibilizar el pasado olvidado de las luchas reales: las victorias o las derrotas enmascaradas bajo
las instituciones o las legislaciones.
Tercero: estudiar la relación derecho-poder por donde su intención se inviste dentro de prácticas reales y
efectivas. Por el lado de su cara externa, donde está relacionado directa e inmediatamente con su objeto, su
campo de aplicación; donde se implanta y produce efectos reales.
Cuarto: indagar las formas de intervención cada vez más intensas del poder y el derecho sobre la manera
de vivir y sobre el cómo de la vida.
Quinto: esta teoría es pertinente para fundar prácticas alternativas de derecho, porque muestra las
opciones de política jurídica que están silenciadas (pero latentes) por el régimen de producción de verdad
jurídica dominante y operativa en cierto momento histórico.

El objetivo de esta perspectiva es recuperar la sangre que se secó en los códigos, y no el absoluto del
derecho bajo la fugacidad de la historia: no referir la relatividad de la historia al absoluto de la ley o la
verdad, sino reencontrar bajo la estabilidad del derecho, el infinito de la historia, bajo la fórmula de la ley,
los gritos de guerra, bajo el equilibrio de la justicia, la disimetría de las fuerzas. En un campo histórico que
ni siquiera se puede calificar de relativo, porque no está en relación con ningún absoluto, en cierto modo se
irrelativiza un infinito de la historia, el de la eterna disolución en unos mecanismos y acontecimientos que
son los de la fuerza, el poder y la guerra.

28
PLUS
33) Distinga la posición de Foucault respecto del poder, de aquellas sostenidas por la teoría política o de
la soberanía clásica, y la teoría marxista.
-La ciencia política clásica se imagina la posesión del poder como una transferencia de derechos
-La teoría marxista comprende la posesión del poder como una apropiación del aparato de Estado.
Foucault critica que están ligadas a una concepción de poder pre-moderna, y que carecen de conceptos
capaces de entender de forma adecuada los mecanismos de integración social predominantes en las
sociedades desarrolladas.
- Foucault propone un modelo estratégico de poder: la adquisición y el mantenimiento del poder social NO
tiene lugar como una apropiación o ejercicio unilateral de derechos bajo la forma de un decreto o de
medios coactivos, sino más bien según el modelo de una lucha continua entre actores sociales.
El poder es un modo de acción de algunos sobre otros, el poder solo existe en acto. Foucault explica al
poder como un sistema de dominación social. El orden de dominación se constituye horizontalmente, es un
producto de un proceso incesante de conflictos estratégicos que logran imponer y estabilizar un sistema de
posiciones de poder conectadas entre sí. La dominación surge de una secuencia de acciones estratégicas
exitosas, y por eso puede mantenerse solo en una disputa en la que pueda continuar regulando
exitosamente situaciones conflictivas de la acción.

34) ¿Cuál es la relación entre poder, verdad y derecho?


El análisis del poder es tratar de captar sus mecanismos entre las reglas de derecho que delimitan
formalmente el poder, y los efectos de verdad que ese poder produce.
El cuerpo social está constituido por una multiplicidad de relaciones de poder, que no pueden funcionar sin
una economía del discurso verdadero, que funciona a través de ese poder. El poder nos somete a la
producción de verdad y solo por esa producción de verdad puede ejercerse el poder. No puede escindirse la
relación entre poder, derecho y verdad. La intensidad y constancia de tal relación se expresa en una
dinámica de poder que institucionaliza la búsqueda de la verdad. Tenemos que producir la verdad y por otro
lado estamos igualmente sometidos a la verdad, en el sentido de que ésta es ley; el que decide es el
discurso verdadero. Él mismo propulsa efectos de poder. Somos juzgados en función de discursos
verdaderos que llevan consigo efectos específicos de poder. Por tanto reglas de derecho, mecanismos de
poder, efectos de verdad (o reglas de poder y poder de los discursos verdaderos).

2. La teoría del poder y el derecho en M. Foucault


FOUCAULT, Michel, “curso del 14 de enero de 1976”

Intenta analizar el cómo del poder; captar sus mecanismos entre las reglas del derecho que delimitan
formalmente el poder, y los efectos de verdad que ese poder produce, trasmite y que reproducen ese
poder. Un triángulo: poder, derecho, verdad.

¿Qué reglas del derecho ponen en marcha las relaciones de poder para producir discursos de verdad? o
bien ¿qué tipo de poder es susceptible de producir discursos de verdad dotados de efectos tan poderosos?
En cualquier sociedad hay múltiples relaciones de poder que atraviesan y constituyen el cuerpo social; no
pueden disociarse, establecerse o funcionar, sin una producción/circulación/funcionamiento del discurso.
No hay ejercicio del poder posible sin una cierta economía de los discursos de verdad, que funcionan en y
a partir de esta pareja. Estamos sometidos a la producción de la verdad desde el poder y no podemos
ejercitar el poder más que a través de la producción de la verdad.
En nuestra sociedad la relación entre poder, derecho y verdad se organiza de un modo muy particular.
Estamos constreñidos a producir la verdad desde el poder que la exige, que la necesita para funcionar:
tenemos que decir la verdad; estamos obligados a confesarla o encontrarla. En el fondo tenemos que
producir verdad igual que tenemos que producir riquezas. Por otro lado, también estamos sometidos a la
verdad en el sentido en que la verdad hace ley, elabora el discurso verdadero.

29
Reglas de derecho, mecanismos de poder, efectos de verdad o también reglas de poder y poder de los
discursos verdaderos, es el campo muy general.
Precauciones metodológicas:
Principio general en lo que concierne a las relaciones entre derecho y poder.
La teoría del derecho desde la edad media tiene el papel de fijar la legitimidad del poder (del rey), por ende
el principal problema alrededor del que se organiza, es la soberanía. Esto quiere decir en el fondo que el
discurso y la técnica del derecho tienen como función esencial disolver en el interior del poder el hecho de
la dominación, para hacer aparecer en su lugar dos cosas: los derechos legítimos de la soberanía y la
obligación legal de la obediencia.
Foucault busca hacer valer en su secreto y brutalidad, el hecho de la dominación; y desde allí mostrar no
solo cómo el derecho es, sino también cómo, hasta dónde y bajo qué formas el derecho trasmite,
funcionaliza relaciones que no son exclusivamente de soberanía sino de dominación. Busca evitar la
cuestión de la soberanía y obediencia, y ver la de dominación y sometimiento.

Las precauciones metodológicas que propone son:


1º) no se trata de analizar formas reguladas y legitimadas del poder en su centro, sino sus extremidades, las
instituciones más regionales/locales. Allí, saltando las reglas de derecho que lo organizan y delimitan, se
inviste en instituciones, adopta forma de técnicas y proporciona instrumentos de intervención material.
2º) no analizarlo en el terreno de la intención o decisión, sino en las prácticas reales y efectivas, donde está
en relación directa e inmediata con su campo de aplicación, donde se implanta y produce efectos.
3º) Tener en cuenta que el poder no es algo dividido entre los que lo poseen y los que no y lo sufren. Es algo
que circula, o que funciona en cadena. Transita transversalmente, no está quieto en los individuos.
4º) es verdad hasta cierto punto que el poder circula; no es lo mejor distribuido del mundo. No hacer un
análisis desde su centro y ver hasta donde se extiende, sino hacer un análisis ascendente del poder,
arrancar desde los mecanismos pequeños, que tienen su propio trayecto, y ver cómo han sido usados,
investidos, transformados, por mecanismos más generales y formas de dominación global.
5º) lo que se forma junto con el poder no son ideologías; son instrumentos efectivos de formación y
acumulación de saber, métodos de observación, técnicas de registro, aparatos de verificación. El poder
cuando se ejerce a través de estos mecanismos sutiles, no puede hacerlo sin formar, sin organizar y poner
en circulación un saber, o mejor, unos aparatos de saber que no son construcciones ideológicas.

Recorriendo los dominios, y teniendo en cuenta las precauciones de método, aparecerá un hecho histórico
compacto que nos introducirá en las cuestiones que le interesan: la teoría jurídico-política de la soberanía,
que juega cuatro papeles.
1) se ha referido a un mecanismo de poder efectivo que era el de la monarquía feudal.
2) ha servido de instrumento y de justificación para la construcción de grandes monarquías administrativas.
3) Ha sido el gran instrumento de lucha política y teórica en torno a los sistemas en siglo XVI y XVII, y en
siglo XVIII juega una cuarta función.
4) se trata de construir en contra de las monarquías administrativas, autoritarias y absolutas, un modelo
alternativo, el de las democracias parlamentarias.

Viendo esos cuatro papeles, puede decirse que mientras duró la sociedad feudal, los problemas de la teoría
de la soberanía cubrían efectivamente la mecánica general del poder, el modo en que se ejercía hasta los
niveles más bajos a partir de los más altos. La relación de soberanía, recubría la totalidad del cuerpo social.
La teoría de la soberanía está ligada a una forma de poder que se ejerce sobre la tierra y sus productos. Se
refiere al desplazamiento y la apropiación por parte del poder (no del tiempo ni del trabajo), sino que
extrae de los cuerpos bienes y riqueza. No permite codificar una vigilancia continua. Permite fundar un
poder absoluto en el dispendio absoluto del poder; no permite calcular el poder con un mínimo de
dispendio y un máximo de eficacia.

Pero en siglos XVII-XVIII se produjo un fenómeno importante: la invención de una nueva mecánica de poder
con procedimientos muy singulares, y aparatos muy distintos, incompatible con las relaciones de soberanía;
el poder disciplinario. Se apoya más sobre los cuerpos y sobre los que éstos hacen (que sobre la tierra y sus
productos). Permite extraer de los cuerpos tiempo y trabajo (más que bienes y riqueza). Se apoya en el

30
principio según el cual la verdadera y específica nueva economía del poder tiene que lograr hacer crecer
constantemente las fuerzas sometidas y la fuerza y eficacia de quien las somete.
Se opone a la mecánica del poder de la teoría de la soberanía, y es una de las grandes invenciones de la
sociedad burguesa.
El poder disciplinario es radicalmente heterogéneo. Debería haber hecho desaparecer la teoría de la
soberanía, pero ésta ha seguido rigiendo en los códigos.
La teoría de la soberanía puede haber persistido por dos motivos: 1) ha sido un instrumento crítico
permanente contra la monarquía en SXVIII-SXIX. 2) teoría de la soberanía y organización de un código
jurídico centrado en ella, permitieron sobreponer a los mecanismos de disciplina un sistema de derecho
que ocultaba los procedimientos y la técnica de dominación, y garantizaba a cada cual el ejercicio de sus
propios derecho soberanos (a través de la soberanía del Estado).
Los sistemas jurídicos han permitido una democratización de la soberanía con la constitución de un derecho
político articulado sobre la soberanía colectiva, en el momento en que la soberanía se fijaba mediante
mecanismos de coacción disciplinaria.
Desde que las constricciones disciplinarias tenían que ejercerse como mecanismos de dominación y estar
al mismo tiempo escondidas como ejercicio efectivo del poder, era necesario asimismo que la teoría de la
soberanía estuviese presente en el aparato jurídico y fuese reactivada por los códigos.
Un derecho de soberanía y una mecánica de la disciplina: entre estos dos límites se juega el ejercicio del
poder.

El proceso que ha hecho posible el discurso de las ciencias humanas es la yuxtaposición, el choque, de dos
mecanismos y dos tipos de discurso absolutamente heterogéneos: por un lado la organización del derecho
en torno a la soberanía, y por otro la mecánica de las sujeciones ejercidas por las disciplinas.
Que el poder se ejerza a través de este derecho y estas técnicas, que estas técnicas y estos discursos
invadan el derecho, que los procedimientos de normalización colonicen más los de la ley, todo eso, puede
explicar el funcionamiento global de la sociedad de la normalización.
Las normalizaciones disciplinarias van a chocar siempre con los sistemas jurídicos de la soberanía, cada vez
más.
En el avance de la medicina se ve chocar la mecánica de las disciplinas y el principio del derecho: la
medicalización general del comportamiento, los discursos, los deseos, tienen lugar en frente en el que se
encuentran los dos planos heterogéneos de la disciplina y la soberanía. Contra las usurpaciones de la
mecánica disciplinaria, el único recurso aparentemente sólido es el de la vuelta a un derecho organizado en
torno a la soberanía.
Estamos en un callejón sin salida: recurriendo a la soberanía contra las disciplinas NO se podrán limitar los
efectos de poder disciplinario, porque son las dos caras constitutivas de los mecanismos generales del
poder.
Para luchar contra las disciplinas buscando un poder no disciplinario, debe irse a un nuevo derecho
antidisciplinario y librado del principio de la soberanía. Ahí encontramos la noción de represión.
La noción de represión aun es una noción jurídico-disciplinar y, en esa medida, se ve inutilizada para usarla
como llave crítica de la noción de represión. Se halla inutilizada desde el principio por la doble relación
jurídica y disciplinar que implica respecto a la soberanía y a la normalización.

3. instituciones, disciplina y cuerpo en las sociedades modernas.


FOUCAULT, “La sociedad punitiva”

La sociedad punitiva
En el régimen penal desde la época clásica se encuentran cuatro grandes formas de táctica punitiva:
1º) deportar, expulsar, desterrar, impedir el paso, destruir la casa, confiscar bienes y propiedades.
2º) imponer una recompensa, un rescate, convertir el daño infligido en una deuda de reparación,
reconvertir el derecho en una obligación pecuniaria.
3º) exponer a la vista pública, marcar, herir, amputar, señalar con cicatriz, apoderarse del cuerpo y grabar en
él las marcas de poder.
4º) encerrar.

31
Como hipótesis, ¿podría diferenciarse según tipos de punición privilegiados entre sociedades de
destierrosociedad griega. Sociedades de rescatesociedades germánicas. Sociedades que imponían
marcas infamantessociedades occidentales a fines de la edad media. Sociedades que encierranla
nuestra?

Antes del SXVIII la prisión no puede considerarse como una pena, aun así los príncipes la impusieran como
tal (se trata más bien de un acto de autoridad). Se puede decir sin embargo que esta insistencia de la época
en negar cualquier tipo de carácter penal al encarcelamiento indica una incertidumbre que tiende a
agrandarse. En todo caso los encarcelamientos que se practicaban en los siglos XVI y XVII estaban al margen
del sistema penal, pese a su proximidad con él y a su progresiva aproximación:

-Encierro-garantía: lo practica la justicia durante la instrucción de un caso criminal, o también el acreedor


hasta que recupera la deuda, o el poder real cuando teme a su enemigo. Se trata menos de castigar una
falta que de tener a buen recaudo a una persona.
-Encierro-sustitutorio: se impone a alguien que no depende de la justicia criminal (por la naturaleza de sus
faltas, por un estatuto privilegiado). Se caracteriza por que quien lo decide no es el poder judicial, su
duración no queda fijada de una vez por todas y depende de un fin hipotético: la corrección. Es más un
castigo que una pena.

La organización de una penalidad de encierro es simplemente algo reciente, y un hecho enigmático.


Rápidamente recibe fuertes críticas:
a) la prisión impide al poder judicial controlar y verificar la aplicación de las penas, porque la ley no penetra
en las cárceles.
b) la prisión al mezclar a los condenados, crea una comunidad homogénea de criminales que se potencian.
Fabrica un ejército de enemigos interiores.
c) al darles abrigo, alimentación, vestidos, trabajo, les da condiciones preferibles a la de los obreros.
d) de la prisión salen personas marcadas por los malos hábitos y la infamia, que los aboca a la criminalidad.
Por todo esto, se lo ve como un círculo vicioso que hacía que se enviara y reenviara a prisión.

A estas críticas se sucedieron tres respuestas:


a) Imaginar una alternativa a la prisión que conserve sus efectos positivos (segregación de los criminales,
separación de la sociedad) y que suprima sus consecuencias peligrosas (su retorno a la sociedad).
Se retoma así el viejo sistema de la deportación de los ingleses (que no sustituirá nunca al encarcelamiento)
b) Reforma penitenciara, para que el sistema interno de la prisión deje de fabricar “ejército de sujetos
convertidos en un peligro interior”. La reforma tiene tres aspectos principales:
1) aislamiento completo o parcial de los detenidos en el interior de las prisiones;
2) moralización mediante el trabajo, la instrucción, la religión, las reducciones de penas;
3) desarrollo de las instituciones parapenales de prevención, de recuperación, o de control.
Estas reformas se vieron truncadas por las revoluciones, y no modificaron en absoluto los dis-
funcionamientos de la prisión.
c) Proporcionar un estatuto antropológico por la "ciencia de los criminales" para poder caracterizarlos y
definir modos de reacción social adaptados.

Lo que a comienzos del siglo XIX y con otros términos se reprochaba a la prisión (constituir una población
"marginal" de "delincuentes") se acepta ahora como una fatalidad. El efecto "delincuencia" producido por
la cárcel, pasa a ser el problema de la delincuencia al que la prisión debe dar una respuesta adecuada.

¿Cómo ha sido posible un cambio tan drástico? ¿qué ha sucedido para que la cárcel, institución reciente,
criticable y criticada, haya podido convertirse en una constante antropológica?
El examen de las teorías penales de la segunda mitad del siglo XVIII proporciona resultados bastante
sorprendentes. Los reformadores han intentado definir la noción de crimen, el papel de la defensa pública
y la necesidad de un castigo a partir sólo del interés de la sociedad o de la necesidad de protegerla.
El criminal atenta ante todo contra la sociedad, al romper el pacto social se constituye en su enemigo
interior.

32
De este principio general se derivan un cierto número de consecuencias:
-Cada sociedad debe modular la escala de penas según sus propias necesidades, porque el castigo no se
deriva de la falta en sí misma sino del perjuicio causado a la sociedad.
-La pena debe calcularse de tal forma que asegure la función de proteger a la sociedad: toda severidad
complementaria se convierte de otra forma en abuso de poder.
-El papel de la pena está totalmente vertido hacia el exterior y hacia el futuro: impedir que el crimen
recomience. Poner al culpable en situación tal que no pueda hacer daño y preservar a las personas de ese
tipo de infracciones. El carácter inevitable de la pena, constituye a su eficacia (más que su severidad).

A partir de estos principios no se puede sin embargo deducir la universalización de la prisión como forma
general de castigo. Se proponían, por el contrario, modelos punitivos muy distintos.
Uno de estos modelos tiene que ver con la infamia, con los efectos de la opinión pública.
La infamia es una pena perfecta, ya que es la reacción inmediata y espontánea de la sociedad misma,
varía en cada sociedad, está graduada según la nocividad del crimen, puede ser revocada mediante una
rehabilitación pública, y alcanza solamente al culpable. Es una pena que se ajusta al crimen sin necesidad de
un código, un tribunal. Se adecua rigurosamente a los principios de la penalidad.
El triunfo de una buena legislación se produce cuando la opinión pública es lo suficientemente fuerte
para castigar por sí misma los delitos.

Otro modelo considerado en los proyectos de reforma es el de la ley del talión. Al imponer al culpable un
castigo del mismo tipo y gravedad que el crimen cometido, se asegura obtener una penalidad graduada y
proporcional. La pena adopta forma de contraataque. Se reduce a cero el beneficio del delito.
También se encuentra esta ley bajo la forma de un "talión moral": castigar el crimen no tanto para
precaver sus efectos cuanto para dilucidar las causas y los vicios que lo provocan.

El tercer modelo es el castigo de esclavitud en beneficio de la sociedad. La pena corresponde a la falta,


porque responde al interés que se ha visto lesionado. Permite una graduación de intensidad y duración,
según el daño causado a la colectividad. [El criminal en ese estado de dependencia total, hace que la
sociedad se vea resarcida del injusto despotismo que el culpable ha ejercido al violar el pacto social].

Por supuesto, en todos estos proyectos la prisión figura como una de las penas posibles. Sin embargo, no
aparece como la forma general de la penalidad ni como la condición necesaria para una transformación
psicológica y moral del delincuente.
Recién se le dará ese papel a principios del siglo XIX. "En las sociedades civilizadas la pena de prisión es la
pena por excelencia. Cuando va acompañada de la obligación de trabajar manifiesta una tendencia moral"
(P. Rossi, 1829).
La prisión, lugar de la enmienda, es una reinterpretación de una práctica de encarcelación que se había
generalizado en los años precedentes. La práctica de la prisión no se enraíza por tanto en la teoría penal
sino que nació en otro lugar y se formó por otras razones.
Livingston en 1820, afirmó que la pena de prisión poseía múltiples ventajas: poder dividirse en tantos
grados como gravedad existía en los delitos, impedir la reincidencia, permitir la corrección, ser
suficientemente dulce como para que los miembros del jurado no duden a la hora de castigar y finalmente
evitar que el pueblo se rebele contra la ley.
Para comprender el funcionamiento real de la prisión, bajo su disfuncionamiento aparente, y su éxito
profundo bajo su fracaso de superficie, es preciso sin duda remontarse hasta esas instancias de control
para-penal.

En esas instancias, el encierro ha desempeñado tres papeles distintos:


a) interviene en la distribución espacial de los individuos, mediante el encarcelamiento temporal de
mendigos y vagabundos. Se los encierra para desplazarlos, prohibirles el acceso a ciudades, etc. Obligarlos a
ir a donde se les puede dar trabajo. Es un medio para intervenir en el flujo de población.
b) interviene también en el ámbito de la conducta de los individuos. Castiga maneras de vivir, tipos de
discursos, proyectos o intenciones políticas, rechazos a la autoridad, etc. Interviene menos en nombre de la
ley que en nombre del orden y la regularidad. El encierro penaliza el desorden (mientras que la penalidad
castiga la infracción).

33
c) si bien es verdad que el encierro es controlado por el poder político, escapa totalmente o en parte al
control de la justicia oficial, no es el instrumento exclusivo del poder arbitrario y absoluto. Por ende era el
instrumento de un control local que podíamos denominar capilar.

Lo que ha transformado la penalidad en el tránsito de un siglo a otro, ha sido el ajuste del sistema
judicial a un mecanismo de vigilancia y de control, su integración común en un aparato de Estado
centralizado; pero también ha contribuido a ello la formación y el desarrollo de toda una serie de
instituciones (parapenales y algunas veces no penales) que sirven de punto de apoyo.
Un sistema general de vigilancia-encierro penetra el espeso tejido de la sociedad, adoptando formas
desde las grandes prisiones (modelo del Panóptico) hasta las sociedades filantrópicas dirigidas a socorrer no
a delincuentes, niños huérfanos, estudiantes, obreros, etc.

Julius contraponía las civilizaciones del espectáculo (civilizaciones del sacrificio y del ritual, que da a todos
el espectáculo de un acontecimiento) a las civilizaciones de la vigilancia (unos pocos controlan
ininterrumpidamente a la mayoría).

El siglo XIX fundó así la edad del panoptismo. ¿A qué necesidades respondía esta transformación? A
nuevas formas y a cambios en la práctica del ilegalismo, pero sobre todo a nuevas amenazas.
El ejemplo de la Revolución Francesa muestra que el aparato político de una nación está al alcance de las
revueltas populares. Una revuelta contra los impuestos ya no son movimientos limitados atenten contra el
representante del poder político, sino que desmantelan sus estructuras y su distribución.
Sobre todo, por otra parte el desarrollo de la industria colocó masiva y directamente el aparato de
producción en contacto con los encargados de hacerlo funcionar. La organización de las grandes fábricas
expusieron las riquezas al alcance de ataques incesantes. Esos ataques procedían en cierto modo del
interior, de los que tenían la obligación de manipular esa riqueza para hacerla productiva.

En el campo fue la situación aparentemente inversa la que produjo efectos análogos. La fragmentación
de la propiedad rural, la desaparición más o menos generalizada de los bienes comunales, contribuyeron a
solidificar la propiedad e hicieron la sociedad rural intolerante a todo un conjunto de ilegalismos menores
que era preciso aceptar en el régimen de la gran propiedad infraexplotada. Desaparecen así los márgenes
en los que los más pobres y los más nómadas habían podido subsistir beneficiándose de las tolerancias, de
los descuidos, de los reglamentos olvidados o de las costumbres heredadas. El nuevo estatuto de la
propiedad agrícola y las nuevas explotaciones, convirtieron en delito muchos de los ilegalismos tolerados.

La forma más importante, sin embargo, del nuevo ilegalismo, se encuentra posiblemente en otro lugar.
Se refiere al propio cuerpo del obrero y a cómo se utiliza en los aparatos de producción.
Salarios insuficientes, descualificación del trabajo por la máquina, desmesurados horarios de trabajo,
prohibición de asociaciones, mecanismos de endeudamiento, todo esto condujo al obrero a adoptar
conductas tales como el absentismo, la ruptura del "contrato de admisión", la emigración, la vida
"irregular". El problema que se plantea entonces es el de fijar a los obreros al aparato de producción, de
desplazarlos a donde se los necesita, de someterlos a un ritmo fijo, en suma, constituirlos en fuerza de
trabajo. De ahí proviene toda una legislación creadora de nuevos delitos (obligación de poseer cartilla, ley
sobre despacho de bebidas); así como toda una serie de medidas que sin ser totalmente coactivas
introducen una domesticación del comportamiento (la caja de ahorros, la promoción del matrimonio); se
deriva también la emergencia de organismos de control o de presión (patronatos). Una gigantesca campaña
de moralización obrera que define un cuerpo obrero concentrado, aplicado, ajustado al tiempo de la
producción, que proporcione exactamente la fuerza que se requiere de él. Esta campaña señala la
delincuencia como la prolongación inevitable de la irregularidad.

A partir de lo expuesto se puede extraer una serie de conclusiones.


1. Las formas de penalidad que aparecen entre 1760 y 1840 no están ligadas a una renovación de la
percepción moral. La naturaleza de las infracciones del código no cambiaron esencialmente (solo

34
desaparecen los delitos religiosos y aparecen delitos de tipo económico/profesional); y si bien el régimen de
penas se dulcificó, las infracciones permanecieron idénticas.
Lo que ha producido la gran renovación de la época es un problema relativo al cuerpo y a la materialidad:
- es una cuestión de física: una nueva forma de materialidad del aparato de producción, un nuevo tipo de
contacto entre el aparato y quienes lo hacen funcionar. La historia de la penalidad a principios del siglo XIX
no tiene relación fundamental con la historia de las ideas morales; es sino con la historia del cuerpo. Se
descubre que la evolución de la moral es ante todo la historia del cuerpo, la historia de los cuerpos.
A partir de aquí se pueden comprender dos cosas:
a) que la prisión se haya convertido en la forma general de punición y haya sustituido al suplicio; el
cuerpo ya no debe ser marcado, debe ser domado y corregido; tiempo medido y plenamente utilizado; sus
fuerzas aplicarse continuamente al trabajo. La forma-prisión de la penalidad corresponde a la forma-salario
del trabajo.
b) que la medicina, en tanto ciencia de la normalidad de los cuerpos, se haya instalado en el corazón de
la práctica penal (el fin de la pena debe ser curar).

2. La transformación de la penalidad forma parte de una historia de las relaciones existentes entre el
poder político y los cuerpos (y no simplemente de una historia del cuerpo). La coacción ejercida sobre los
cuerpos (su control, modo, forma) está en la base del cambio que sufrió la penalidad.
La "física" del poder, se ha visto modificada en relación con sus formas anteriores a comienzos del siglo
XIX. Dicha física comprende:
1) Una óptica, órgano de vigilancia generalizada y constante. Todo debe ser observado, visto,
transmitido. Establecimiento de un panoptismo.
2) Una nueva mecánica: aislamiento y reagrupamiento de los individuos, localización de los
cuerpos, utilización óptima de las fuerzas, control y mejora del rendimiento; en resumen,
instauración de una nueva disciplina de la vida, del tiempo, de las energías.
3) Una nueva fisiología: rechazo de los comportamientos no adaptados, reparación mediante
intervenciones terapéuticas-punitivas.
El panoptismo, la disciplina y la normalización caracterizan esta nueva fijación del poder sobre los
cuerpos. Y el sujeto psicológico, (objeto de un posible conocimiento, susceptible de aprendizaje, de
formación y de corrección, espacio eventual de desviaciones patológicas y de intervenciones moralizadoras)
no es más que el reverso de este proceso de sometimiento. El sujeto psicológico nace en el punto de
confluencia del poder y del cuerpo, es el efecto de una determinada "física política".

3. En esta "física" la delincuencia juega un papel importante. ¿Qué se entiende por delincuencia? hay que
entender por delincuencia el sistema ensamblado formado por penalidad-delincuente.
La institución penal, con la prisión en su centro, fabrica una categoría de individuos que constituyen un
círculo: la prisión no corrige, atrae incesantemente a los mismos, produce poco a poco una población
marginalizada que es utilizada para presionar sobre las "irregularidades" o "ilegalismos" que no se deben
tolerar. La institución penal ejerce esta presión sobre los ilegalismos por mediación de la delincuencia, y ello
de tres modos:
a) conduciendo las irregularidades/ilegalismos hasta convertirlos en infracciones, con un juego de
exclusiones y de sanciones parapenales ("la indisciplina conduce al patíbulo");
b) integrando a los delincuentes en las redes de sus propios instrumentos de vigilancia de los ilegalismos
("cualquier ladrón puede llegar a ser jefe de policía");
c) canalizando las infracciones de los delincuentes hacia las poblaciones que se quieren vigilar
especialmente ("siempre es más fácil robar a un pobre que a un rico").

Para responder a la pregunta que nos hemos planteado al principio (¿por qué surge la prisión, y por qué
triunfa una penalidad cuyo disfuncionamiento ha sido denunciado pronto?) la prisión presenta la ventaja
de producir la delincuencia, es un instrumento de control y de presión sobre los ilegalismos, una pieza
nada desdeñable en el ejercicio del poder sobre los cuerpos, un elemento de esta física del poder que ha
hecho posible la psicología del sujeto.

35
BOLILLA 4
DERECHO Y DESIGUALDAD

1. Desigualdad y la cuestión social


2. La categoría de ciudadanía y su relación con los derechos
3.La ciudadanía en América Latina

ZICCARDI, Alicia: “Las ciudades y la cuestión social. Pobreza, desigualdad social y ciudadanía”

La cuestión social al fin del milenio: una introducción

La cuestión social surge a fines de s XIX cuando el capitalismo comienza a ceder antes las luchas de las
primeras organizaciones sindicales por mejoras salariales y de condiciones de producción.
Liberalismo puso en los individuos la capacidad de resolver su propia supervivencia.
Después de la IIGM se desarrolla el estado de bienestar y la cuestión social se incluye en la agenda
gubernamental, sustentando la necesidad de implementar políticas sociales.

Las políticas sociales son la garantía de que se busca la equidad social y la promoción de derechos
básicos de la ciudadanía. Es algo muy distinto a las políticas sociales, la política de reducción de la pobreza,
que busca sacar de la miseria a quienes no tienen el piso básico de supervivencia.
Este trabajo aborda la cuestión social desde una perspectiva del ámbito local, y analiza las políticas
sociales urbanas, es decir aquellas cuestiones sociales presentes en los actos gubernamentales del gobierno
local.

Para la definición de políticas sociales urbanas es imprescindible identificar las nuevas desigualdades y
pautas de diferenciación socioeconómica en la ciudad.
En estas dos últimas décadas se ha dado un proceso de urbanización donde las ciudades han sido
confrontadas a intensos procesos que modificaron su fisonomía y naturaleza. En esta nueva etapa las
relaciones entre sociedad y territorio son diferentes a las anteriores.

Se han transformado las cuestiones sociales y políticas urbanas, contribuyendo a ello diferentes procesos:
a) globalización de la economía: disminuye la importancia de la localización espacial para la realización de
actividades productivas en el territorio. Principal consecuencia para las grandes ciudades: proceso
irreversible de desindustrialización y tercerización de su economía; se traduce en menos empleos estables y
bien remunerados, y proliferación de actividades informales.
b) reforma del estado de bienestar: disminuyen los recursos y acciones de los gobiernos nacionales sobre
el territorio. Obliga a los locales a generar ingresos propios, se expande la cuestión social, la acción estatal
se retrae y se transfieren más responsabilidades a la sociedad. Afecta a los procesos de gestión
gubernamental de bienes y servicios urbanos.
c) revolución informacional: crea nuevas tecnologías que acortan distancias, desdibujan el rol que
tradicionalmente asumieron las ciudades y trasmiten una cultura globalizada. Homogenizan los gustos,
preferencias, pero paradójicamente refuerzan la identidad de las sociedades locales.

A esas tres transformaciones a nivel internacional, se le suma en Latinoamérica:


d) profundización de los procesos de democratización del sistema político: Conllevan la transformación de
la forma de gobierno de las ciudades y la expansión de la ciudadanía política y social. Aparecen en las
ciudades la alternancia y el pluralismo político.

El gran desafío es construir la democracia social en la cotidianeidad a través de nuevas relaciones entre
gobierno y ciudadanía. Es fundamental crear nuevas formas de participación ciudadana que garantice
inclusión de intereses de la sociedad en los procesos decisorios de las instituciones gubernamentales, o sea
restituir el carácter público a la acción gubernamental.

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La complejidad de la cuestión social obliga a seleccionar los temas más relevantes, que se desarrollan acá
en cuatro apartados: la dinámica poblacional urbana; el empleo urbano y la nueva cuestión social; los
problemas de la ciudad actual; y la cuestión social y los actores urbanos.

La dinámica poblacional urbana


En Europa hay una revolución demográfica que tiene efectos sobre la seguridad social: alargamiento de la
duración de la vida y reducción de la natalidad, afectan la transferencia entre generaciones, desequilibrando
la disponibilidad de recursos por los inactivos.
Una segunda cuestión es la migración internacional, con dos principales tipos: a) migración económica
(en busca de empleo procedentes de países del entorno inmediato); b) migración política, produciendo
cambios en la geopolítica mundial (debido a conflictos en o entre países). Estos movimientos obligan a
reconocer nuevos tipos de ciudadanos, fuerza de trabajo disponible y demanda de bienes y servicios.

En Latinoamérica la dinámica poblacional es distinta. Decrece el crecimiento urbano en la última década,


como consecuencia de la caída de las tasas de fertilidad y la disminución del crecimiento natural. La
esperanza de vida es menor a la de Europa por la pobreza, desnutrición y hambre. Sin embargo habiendo
incrementado la esperanza de vida y habiendo en algunas ciudades una tasa de crecimiento y predominio
de población joven, hay un fuerte peso de la población inactiva sobre la activa.
En cuanto a la migración internacional sigue dándose entre México y EEUU, siendo en Centroamérica no
solo migración económica, sino también a consecuencia de los conflictos armados.
Impone nuevas características a la cuestión social y genera diferentes problemas en las ciudades
latinoamericanas:
I) fuerte peso de la población inactiva sobre la activa;
II) creciente demanda de empleos, y de bienes y servicios colectivos (que deben atender las
instituciones gubernamentales).
III) carga mayor sobre la seguridad social en jubilaciones, en marco de descapitalización de fondos
por procesos inflacionarios.
IV) proceso de urbanización, feminización e infantilización de la pobreza.

El empleo urbano y la nueva cuestión social

El empleo y la informalidad
En Europa el principal problema en las ciudades de la fuerza de trabajo urbana, es el desempleo. Ha
producido un conjunto social de nuevos pobres, que son aquellos desempleados de larga duración. Esa
situación pone en cuestión el mecanismo del seguro de desempleo diseñado originalmente para una
situación de excepción para asegurar a los desempleados temporalmente un mínimo de ingresos que
garantice su supervivencia y de su familia.
La globalización de la economía refuerza la segmentación del mercado de trabajo urbano entre los de las
actividades del sector moderno de la economía y los que están en precariedad e informalidad.

En América Latina en las ciudades hay elevadas tasas de desempleo, subempleo e informalidad. Si bien el
desempleo sigue siendo preocupante, ha habido un gran crecimiento en la informalidad y precariedad en el
empleo. La principal causa es la poca productividad e inversión en capital y la poca calificación de su mano
de obra.
El trabajador se encuentra al margen del cumplimiento de los derechos sociales pactados por
organizaciones sindicales, o establecidos por leyes laborales. Esto hace que haya una mayor demanda de
servicios sociales públicos (que a su vez tienen menos presupuesto) y por ende su calidad se deteriora.

Coraggio introduce la noción de economía popular, analizando las potencialidades que tiene para generar
bienestar a quienes están insertos en ella. Para que las actividades de la economía popular superen los
efectos económicos de la exclusión, necesita combinar:
a) desarrollo de actividades colectivas de reproducción (de alto componente de voluntad);
b) desarrollo de interdependencia mercantil (de alto componente de automaticidad) es decir
intercambios mediados por el mercado entre unidades domésticas;

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c) desarrollo de su capacidad sistemática para competir con unas y utilizar otras mercancías de la
empresa capitalista.

La situación que prevalece en el mercado de trabajo urbano es consecuencia de procesos de


desindustrialización y terciarización de la economía de las grandes ciudades, que trajeron aparejada una
disminución del número de empleos estables y bien remunerados que garantizaban el acceso a la seguridad
social, salud, etc.

En contrapartida se expanden:
1) los servicios de la sociedad informacional que demandan alta calificación y ofrecen elevados salarios.
2) el terciario informal (por ejemplo comercio ambulante). Su principal limitación no está en el nivel de
ingresos, sino en el hecho de que su presencia en espacios públicos los coloca en la ilegalidad.
El derecho al trabajo se confronta con el derecho a la ciudad.
Por ende los gobernantes deben enfrentar diariamente la disyuntiva entre permitir el ejercicio del
derecho al trabajo en lugares públicos, o ejercer su autoridad para que no se hagan en ellos actividades
para los que no fueron concebidos.

En las ciudades latinoamericanas también hay un achicamiento del aparato gubernamental, por lo que ha
disminuido el empleo en la burocracia.

Otro rasgo del trabajo urbano es la creciente incorporación del trabajo de la mujer, cuya mano de obra
debe aceptar condiciones salariales y de estabilidad desfavorables (independientes de su calificación). La
informalidad y la precariedad.

Otro fenómeno notorio es el trabajo infantil que supone el abandono de las actividades escolares a
temprana edad. Su presencia es síntoma de pobreza urbana y exclusión social.
Borja y Castells sostienen que la infantilización de la pobreza urbana es una flagrante negación de la noción
de progreso en una economía global segregante.

Junto con los procesos de transformación de la economía (que implican pérdida de empleos como
consecuencia de la apertura comercial y la reducción del aparato del Estado) se advierte un incremento de
la competitividad internacional que supone el uso poco intensivo de la mano de obra, nuevos empleos en
actividades poco productivas y demanda de personal con calificaciones específicas (alta educación y
calificación). Esto ocasiona marcadas diferencias salariales, polarización, segmentación y marginalización
para un elevado número de trabajadores.
El mercado laboral urbano está presionado también por los jóvenes que anualmente se agregan a la
oferta, para los cuales no hay opciones.

Ante esto, no es mucho lo que pueden hacer las autoridades locales, porque no suelen tener
competencias en materia de políticas económicas. Situación bastante diferente a las ciudades europeas
donde los gobiernos locales han asumido un protagonismo económico, con agresivas políticas de
promoción del desarrollo.

La pobreza urbana
En Europa se habla de una nueva pobreza, como producto de la combinación de distintos factores,
particularmente el desempleo prolongado y la desigualdad social.
En América Latina la situación es diferente. La pobreza es una situación de privación e impotencia.
-privación porque los individuos no tienen ingresos ni activos suficientes para satisfacer necesidades
básicas, producto de ausencias (educación, oportunidades, herramientas, etc.).
-impotencia porque no poseen ni la organización ni el acceso al poder político para poder cambiar por sí
solos la situación.

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La pobreza no es solo generada por incapacidad o precariedad de inserción en el sistema productivo, hay
asalariados bajo la línea de la pobreza.

Otra cuestión vinculada al empleo es la disminución del salario real de los trabajadores, cuyas
consecuencias son:
I) disminución de la capacidad de adquisición de bienes básicos de las familias (educación, salud,
cultura).
II) incremento de demanda al sector público, mientras que el gobierno disminuye el gasto social, lo
que provoca menor calidad.

Como resultado muchas familias deben incorporar un mayor número de miembros al mercado del
trabajo, y numerosas familias están excluidas de acceder a bienes y servicios básicos, y a mecanismos que
organizan la vida social (por ejemplo, la justicia) y por ende enfrentan condiciones de exclusión social.

La exclusión social

La exclusión social aparece en Europa cuando se acepta que hay desempleo de larga duración, que
muchas personas no tienen vivienda, que hay nuevas formas de pobreza y que el estado benefactor se
reestructura ante la crisis fiscal y los sistemas de seguridad social ceden paso a la solidaridad para atender
la cuestión social. En Europa hay una tendencia a disociar lo económico de lo social. El principal desafío de
la cuestión social es garantizar el derecho al trabajo.

En Latinoamérica la exclusión social no es un fenómeno de las últimas décadas; es un fenómeno


producido por la interacción de una pluralidad de factores elementales que afectan a individuos y grupos,
impidiéndoles acceder a calidad de vida decente. La exclusión social si bien puede venir dada por el
analfabetismo, la discriminación política, la carencia de vivienda, la pobreza, el aislamiento territorial, la
discriminación de género y la étnica, las dificultades de acceso al trabajo, al crédito y al los servicios sociales
(formas de exclusión indirecta); lo fundamental es que la pobreza extrema o el analfabetismo por sí mismos
pueden ser formas de exclusión social directa.

Las dimensiones de la desigualdad

A la pobreza y la exclusión se le agregan las desigualdades sociales. Los efectos graves en las ciudades se
advierten en la marcada segregación urbana e inequidad que prevalecen en el acceso a bienes y servicios
sociales.
La situación social generada por el neoliberalismo crean una “nueva era de las desigualdades” ya que por
un lado persisten las desigualdades tradicionales o estructurales producto de una jerarquía de ingresos
entre categorías sociales, pero aparecen nuevas desigualdades desde la recalificación de diferencias de
categorías que antes eran homogéneas (intracategoriales) que se fundan en la desaparición del modelo
clásico del trabajo asalariado (desocupación masiva), integración de las mujeres en la economía (aceptando
precarización), desigualdades geográficas que expresan territorialmente desigualdades sociales,
prestaciones sociales condicionadas a los recursos del potencial beneficiario, situación diferencial frente a
salud, vivienda, transporte, etc.
-Principales tipos de desigualdad en Latinoamérica: a) de acceso a bienes y servicios entre medio rural y
urbano; b) de nivel de educación, acceso a la tierra, etc. c) diferencia de ingreso entre los trabajadores.

El factor aislado más importante que contribuye a la persistencia de la desigualdad y el aumento de la


pobreza, es la falta de educación adecuada para las nuevas generaciones. Que es una política sectorial y por
ende ineficaz e ineficiente porque por sí sola no contribuye a mejorar la condición competitiva de los
trabajadores en su conjunto frente al capital.

39
Lo importante es ver la complejidad que encierra cualquier política social que intente atacar la
desigualdad, ya que debe partir de principios de integralidad, de una nueva e innovadora institucionalidad,
y de relaciones entre lo público y lo privado cualitativamente diferentes.

Los problemas de la ciudad actual

La urbanización de la pobreza en América Latina

En las sociedades latinoamericanas la pobreza hoy es la principal cuestión social; tanto en el campo como
en las ciudades.
Antes la pobreza se localizaba especialmente en enclaves urbanos: formas precarias de habitación
colectiva (conventillos) y asentamientos populares autoconstruidos (villas miseria). Eran expresiones
espaciales de la marginalidad. Dada su presencia en el medio urbano, presentaba conflictividad social,
espacial y política.
El crecimiento económico de la región y el traslado de la fuerza de trabajo a las ciudades, produjo una
disminución de la incidencia de la pobreza en Latinoamérica, pero aun así no redujo el número absoluto de
pobres, que aumentó. Por ende el crecimiento económico es una condición necesaria pero no suficiente
para reducir la pobreza. Deben las políticas sociales urbanas asegurar la equidad y la promoción de los
derechos básicos de la ciudadanía.

La segmentación social y la segregación urbana

Las ciudades se caracterizan hoy por estar segmentadas, divididas, fragmentadas, situación que suele
atribuirse a la adopción de modelos económicos neoliberales (al final dice que eso en Europa, not here) y a
la reestructuración de las políticas sociales de la crisis del estado de bienestar.
Se han desarrollado espacios urbanos de riqueza y opulencia y confrontado a ello se extienden las
ciudades con asentamientos populares; barrios que no están integrados ni social ni territorialmente de
manera plena a la estructura urbana de la ciudad.
Los sectores populares autoconstruidos, en muchos países fueron erradicados por regímenes militares.
En los países donde el pacto político se basó en la inclusión, fueron tolerados/promovidos, pero aun así no
fueron integrados ni social ni territorialmente de manera plena a la estructura urbana.
Los sectores populares son los que requieren más apoyo y sin embargo a quienes se les exigen que
contribuyan con su trabajo y que participen social y políticamente, mientras que los sectores medios y altos
ejercen sus derechos ciudadanos y el gobierno se encarga de mantener sus cosas [inequitativa distribución
de bienes y servicios].
Otra forma de segregación urbana, distinta a los sectores autoconstruidos, son las viviendas en renta.

La inequidad en el acceso a los servicios y equipamientos urbanos

Las ciudades latinoamericanas se caracterizan por ofrecer excelentes condiciones de vida a los sectores
de ingresos más altos, y precariedad y miseria para los sectores populares. Esto genera una gran
polarización social. Eso contribuye a un clima propicio para el desarrollo de la inseguridad y la delincuencia.
Lo limitado del presupuesto de familias trabajadores, impide que puedan disponer recursos para invertir
en sus viviendas.
Lo limitado del presupuesto de los gobiernos locales, impide la formulación de políticas tendientes a
construir obras públicas básicas.

Uno de los rasgos distintivos de las ciudades latinoamericanas es el grave déficit de servicios y
equipamientos básicos de los barrios populares. Es una clara expresión de una ciudadanía restringida.

Para modificar esa situación, debería crearse una política social urbana que evalúe con precisión:
1) magnitud y características de los bienes urbanos colectivos básicos de cada ciudad.
2) capacidad económica y recursos humanos de cada población, para mejorar el hábitat.

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3) capacidad organizativa de la ciudadanía.
4) modalidades de las relaciones intergubernamentales encargadas de atender la cuestión social/urbana.

La inseguridad y la violencia

La inseguridad y violencia en todas las ciudades, son efecto de los contrastes sociales y territoriales, y de
las marcadas desigualdades.
En Latinoamérica particularmente, no se debe solo a la incapacidad policial de controlar el delito, sino
también a las falla/inexistencia de políticas sociales urbanas que deben articularse para transformar la grave
situación que las promueve.
Habiendo pobreza, desigualdad y falta de justicia, están dadas las condiciones para que la delincuencia
prolifere. Así la ciudadanía se ve cotidianamente amenazada, debiendo replegarse cada vez más en su
individualidad, perdiendo la convivencia urbana en el barrio y en la ciudad (valor que encerraba en los
proceso de socialización e integración social). Y los gobiernos en vez de destinar recursos a políticas
sociales, deben destinarlos a seguridad pública (que pasa a ser la principal demanda ciudadana).

La vulnerabilidad social y espacial

Es de tal magnitud la pobreza que aun el crecimiento económico y la inversión sostenidos, no logran
revertir la situación en varias décadas. Por ellos los gobiernos no deberían disminuir su presencia en la
cuestión social, ni traspasar responsabilidades a la sociedad. Por lo tanto el discurso gubernamental se
ajusta a las restricciones que presenta el gasto social; ante la magnitud de las demandas apela a una noción
de vulnerabilidad que le permite ajustas los criterios de políticas sociales de atención a la pobreza.
Rosalía Cortés dice que la vulnerabilidad social es cuando diferentes grupos y sectores de la sociedad
están sometidos a carencias que los colocan en situaciones que atentan contra la capacidad de resolver los
problemas de subsistencia, que dependen de la existencia y posibilidad de acceder a fuentes y derechos
básicos. La vulnerabilidad social refiere entonces a aquellos grupos que en la sociedad están más
expuestos a privaciones: mujeres, niños, ancianos, indígenas, que se identifican como los grupos más
vulnerables y a los que hay que atender prioritariamente.

Además se considera que hay activos que reducen la vulnerabilidad y la inseguridad:


-activos materiales (como la vivienda)
-activos sociales (relaciones con otras personas)
-activos políticos (alianzas)
-activos ambientales (recursos naturales)
-activos de infraestructura (carreteras, transporte)

Pero debe resaltarse la vulnerabilidad que ha quedado al descubierto dramáticamente en varias ciudades
latinoamericanas, frente a los desastres naturales. Por ejemplo las inundaciones que han afectado
principalmente a la población más pobre.

La ciudad multicultural
Sociedades cada vez más complejas, con diversos componentes de origen étnico y cultural. Etnicidad y
raza deben incluirse al analizar las desigualdades sociales existentes, porque son atributos que llevan a la
exclusión.
En Europa las fuerzas de trabajo no europeas sufren discriminación y xenofobia. Cuantos más
inmigrantes reciben, más segregación étnica urbana hay.
En Latinoamérica es distinto porque los segregados son ciudadanos nacidos en las mismas ciudades. Pero
aun los más segregados, no van a alcanzar el mismo nivel de segregación que hay en Europa. Los atributos
étnicos y raciales tienden a coincidir con la pobreza y la segregación urbana en las periferias precarias y
deterioradas.

41
La cuestión social y los actores urbanos

La construcción de la ciudadanía

Jordi Borja “apostar por la ciudad es también jugar para la integración de los ciudadanos a ella”.

La integración supone extender los derechos ciudadanos a los migrantes, e impulsar políticas sociales
urbanas que enfrenten la dualización y exclusión social; cosas que entran en contradicción con el
achicamiento del estado de bienestar.

En las condiciones de vida que ofrecen las ciudades europeas a la mayoría de habitantes, se materializan
las tres dimensiones de la ciudadanía que Marshall identifica: civil (libertades individuales); política
(derecho de participación); social (bienestar, condiciones mínimas necesarias).
En Latinoamérica es distinto. La construcción de ciudadanía es un proceso en marcha de acuerdo a su
particular historia.
En Europa el reto de las políticas sociales es saltar de los derechos individuales a los derechos colectivos.
En América Latina hay un excesivo burocratismo y un alto grado de discrecionalidad en los procesos de
tomas de decisiones. La forma de gobierno se corresponde con una ciudadanía segmentada, que diferencia
entre: 1) los que pueden acceder a bienes urbanos por el mercado y pagar contribuciones a servicios
públicos, por tener un ingreso adecuado; 2) los trabajadores asalariados incorporados a la acción de
instituciones gubernamentales; 3) una gran mayoría que tuvo que vivir en la periferia precariamente, con
todo tipo de carencias.
La complejidad y la ineficacia burocráticas, y la falta de información sobre los criterios de asignación de
recursos, son indicadores de la debilidad de las democracias latinoamericanas, y de los obstáculos para que
la ciudadanía pueda ejercer sus derechos sociales.

Durante muchas décadas la responsabilidad sobre las políticas públicas urbanas se restringió al ámbito
estatal, y diferentes actores trataban de incidir por vías formales e informales para que sus intereses fueran
tomados en cuenta. Actualmente no basta asignar recursos apelando a criterios de racionalidad técnica,
sino que es necesario generar posibilidades reales de participación ciudadana en la esfera de lo público.

En las ciudades latinoamericanas la segmentación social y la segregación urbana son rasgos constitutivos
de las mismas (a diferencia de los países desarrollados que suelen atribuirse a aplicación de modelos
económicos neoliberales).

La participación ciudadana refiere a que los habitantes de las ciudades intervengan en las actividades
públicas representado intereses particulares (no individuales). Pero para que sea efectiva, debe haber
compromisos y condiciones institucionales, y el convencimiento de que son valores/prácticas esenciales
para vivir en democracia.
La ciudad es en gran medida un patrimonio colectivo. Las formas de participación ciudadana deben
contemplar necesariamente esta complejidad social para garantizar su eficacia.

Si bien en muchas ciudades ha habido una mayor presencia de estructuras institucionales de


participación social, el crear vías institucionales de participación social no ha garantizado que los
ciudadanos sean protagonistas del diseño/formulación de políticas locales. Por el contrario, fue solo un
intento de legitimar ciertas políticas formuladas por la burocracia.
Para ello, hay que construir ciudadanía: hacer de los habitantes de las ciudades, ciudadanos.
Ciudadanos con derechos individuales y políticos, pero también con derechos urbanos, a acceder a bienes y
servicios básicos.

Los nuevos intermediarios

La organización social ha sido un componente fundamental para la producción del espacio urbano
latinoamericano.

42
Las organizaciones populares han demostrado su capacidad para enfrentar la adversidad en el medio
urbano a través de 1) organizar el trabajo colectivo para la autoconstrucción y la introducción de servicios
básicos; 2) actuar como intermediarios y gestores ante autoridades competentes; 3) ser espacio de
formación y desarrollo de líderes populares.

Para los asalariados fueron los sindicatos, y los partidos políticos.


También los consejos o cámaras locales.
Pero actualmente los cambios económicos y políticos originan una situación distinta, donde hay pérdida
de representatividad de las organizaciones sindicales y crisis del estado de bienestar. Eso obliga a reconocer
la existencia de nuevos intermediarios sociales entre las instituciones gubernamentales y la ciudadanía, y a
revalorizar el papel de la sociedad civil.
Por ejemplo los vendedores ambulantes, las autoridades locales sin tener facultades legales ni recursos
suficientes, diseñan programas puntuales que no resuelven el problema de fondo, pero contribuyen a
disminuir el conflicto social.
Otro tema a considerar es el de los jóvenes que reclaman empleos con remuneración adecuada.
La población flotante que ingresa diariamente por razones de trabajo, genera demandas urbanas, pero
vive en las periferias.
Las nuevas generaciones de profesionales que reclaman lugar en el mundo del trabajo.
Los problemas ambientales.

Hay una amplia gama de nuevos intermediarios sociales que poseen legitimidad ante instituciones
gubernamentales, las organizaciones comunitarias de base, las organizaciones naturales (vecinales,
políticas, sociales), y las ONGs.
Las ONGs en las ciudades latinoamericanas son mucho más que un tipo de organizaciones que no
dependen del estado y se dedican a tareas de promoción social, sin fines de lucro, y cuyo objetivo es
mejorar la calidad de vida de los oprimidos. Muchas ONGs logran insertarse en las comunidades locales
cumpliendo un papel estratégico para la supervivencia de las clases populares.
El espacio que ocupan las ONGs es mucho más importante que hace unos años. Tienen intención de
potenciar recursos sociales diversos. Pero para que eso de mayor eficacia y eficiencia a las políticas sociales,
es necesario construir una nueva institucionalidad que facilite las nuevas formas de actuación entre lo
gubernamental, lo privado y lo social.

(no resumí la última paginita).

SOJO, “La noción de ciudadanía en el debate latinoamericano”

Introducción
Pensar la cuestión ciudadana tiende a ser un acto cíclico, a menudo posterior a traumas políticos.
En América Latina el debate resurge con la transición democrática, y por ello se da en torno a la cuestión
de la forma democrática de gobierno.
En el plano jurídico formal la cuestión de la ciudadanía se resuelve definiendo un marco normativo de
derechos y deberes obligatorios para el conjunto de individuos abarcados en una nación.
En el plano político-ideológico la ciudadanía se refleja con la auto-comprensión dominante que se define
como portadora del contenido integrador de la sociedad.
La ciudadanía es una afirmación de la comunidad, que se constituye en especial a partir de la noción del
“otro”.
La reflexión sociológica se fundamenta más en la dinámica de la integración social. No se trata de la
afirmación ahistórica de un conjunto de prácticas que definen la condición de ciudadanía, sino más bien de
un ámbito relacional que alude a una “práctica conflictiva vinculada al poder, que refleja a las luchas por
quiénes podrán decir qué, al definir cuáles serán los problemas comunes y cómo serán abordados”.

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Marshall y la noción clásica

Marshall creía que las clases sociales se podían comprender sobre la base de dos procedimientos
analíticos: uno referido a la estratificación precapitalista, y otro a las formas más modernas derivadas de la
industrialización, ciudadanía y clase. Apuntan a principios opuestos.
La ciudadanía es un status asignado a todos aquellos que son miembros plenos de una comunidad.
La clase social es un sistema de desigualdad.

Ciudadanía es un status asignado a todos aquellos que son miembros plenos de una comunidad. Si
vemos la descomposición de Marshall en “civil, político y social”, se puede decir que la ciudadanía es un
status de igualdad como abanico de derechos que cualquier individuo ciudadano de un estado puede
reclamar y hacer valer para sí. Sería la ciudadanía quien equilibre las desigualdades del sistema capitalista.
La ciudadanía es un principio de igualdad que coexiste, con dificultad, con la desigualdad social que
resulta del juego de las fuerzas del mercado. Tiende a ver una ciudadanía plenamente desarrollada cuando
se reducen las tensiones de la desigualdad social inducida por el mercado por medio del estímulo de la
igualdad de oportunidades y la movilidad social.

Secciona la noción de ciudadanía distinguiendo tres elementos: civil, político y social.


-Derechos civiles: libertades individuales (resguardan al individuo frente a cualquier arbitrariedad).
-Derechos políticos: participar en el ejercicio del poder político plenamente (como elector y elegido).
-Derechos sociales: Derecho al bienestar entre otros de un conjunto que asegura condiciones mínimas
necesarias para que la vida sea vivible (habilitan a los otros dos. Un piso mínimo de igualación social).

Marshall se dedica a identificar las formas institucionales que se corresponden con el desarrollo de cada
uno de esos derechos:
-Derechos civiles: son garantidos por las cortes de justicia, se relacionan con la consolidación de formas
de administración de justicia y defensa, accesibles económicamente a todos.
-Derechos políticos: surgen primero como privilegio de una minoría, y después se extiende un poco con
el voto adulto masculino universal.
-Derechos sociales: se remonta su origen a políticas de protección a pobres, con la particularidad de que
las prestaciones se otorgan en forma de ayuda a personas que no eran ciudadanas; o sea que era una
asistencia que negaba la ciudadanía.

En el siglo XX las luchas sociales implicaron una profunda transformación de la aspiración de la


ciudadanía social desde los intentos de combatir las privaciones sociales “elevando” el piso pero dejando
intacta la estructura. Tal transformación se ve impedida por límites naturales entre los que se destacan los
procedimientos destinados a combinar propósitos de integración social con el sistema de precios de
mercado.
Marshall concluye que la ampliación de los servicios sociales no es necesariamente un medio para igualar
ingresos, sino un instrumento de “enriquecimiento de la substancia material de la vida civilizada”. El
propósito de los sistemas de seguridad social no es la eliminación de las diferencias de ingreso, sino a la
eliminación de las diferencias de status social que pueden originarse, entre otras cosas, en desigualdades de
ingreso.

Dos paradojas que ilustran la forma en que el principio de lucro individual, motor de la economía de
mercado, ha podido convivir y desarrollarse con robustez frente a un principio contradictorio como el de la
igualdad sustentado por el ideal de ciudadanía.
Una es que los derechos sociales conllevan una invasión del contrato por el estatus, el reemplazo de la
libertad de comercio por la declaración de derechos. Pero esto está engarzado al sistema de contratos
mismo. (no entendí).
La solución radica en que la institución de la ciudadanía propone derechos a los individuos pero impone
también responsabilidades, que se transforman en una incitación permanente a orientar sus actos hacia el
bienestar de la comunidad.

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La otra paradoja deriva de la relación entre ciudadanos y partes contractuales en la economía de
mercado. El lucro personal es la fuerza que rige el sistema liberal de contratos, mientras que la
responsabilidad pública es el motor de los derechos sociales. La noción de ciudadanía apela a ambos
principios. Postula que el ciudadano está llamado a responder el llamado del deber al mismo tiempo que
abre espacio a los motivos del interés individual.

La evolución de los derechos de la ciudadanía de lo civil a lo social, es el resultado de un


enfrentamiento entre los ideales individualistas que impulsan el desarrollo del capitalismo y una buena
parte de valores igualitaristas que empujan la formación del sistema político democrático. Ese
enfrentamiento, es el tránsito positivo hacia delante de dos principios opuestos que funcionan
armónicamente autolimitándose.
La ciudadanía es un principio de igualdad que coexiste, con dificultad, con la desigualdad social que
resulta del luego de las fuerzas del mercado. Marshall tiende a ver una ciudadanía desarrollada cuando se
reducen las tensiones de la desigualdad social inducida por el mercado como estímulo de la igualdad de
oportunidades y la movilidad social.

[ Marshall resuelve el enfrentamiento capitalismo (individualista) y democracia (igualitarista) con la


categoría de ciudadanía. Sostiene que la evolución de los derechos de la ciudadanía (de los políticos a los
sociales) es el resultado del enfrentamiento entre los ideales individualistas (del capitalismo) y los valores
igualitaristas (del sistema democrático). Es el TRÁNSITO POSITIVO hacia delante de dos principios opuestos
que funcionan armónicamente porque se autolimitan.
Afirmando que el propósito de los sistemas de seguridad social (impulsados por los derechos sociales) no
es la eliminación de las diferencias de ingreso, sino la eliminación de las diferencias de status social que
puedan originarse, por ejemplo, en desigualdades de ingreso.
El principio de lucro individual puede convivir con el principio de igualdad sustentado por el ideal de
ciudadanía. La ciudadanía propone derechos a los individuos pero impone también responsabilidades, que
se transforman en una incitación permanente a orientas sus actos hacia el bienestar de la comunidad (y no
a un deber de sumisión a la voluntad absoluta del Estado). ]

Ciudadanía y globalización

Tom Bottomore distingue entre ciudadanía formal y sustantiva.


Ciudadanía formal: membrecía de un Estado Nación
Ciudadanía sustantiva: implica tener derechos y capacidad de ejercerlos, con cierto grado de
participación en los ámbitos público y privado.
La ciudadanía formal no es condición suficiente ni necesaria para la sustantiva.

Hay tres fenómenos que ponen en tela de juicio la ciudadanía formal. Son:
1) tendencia creciente a la migración (demandas crecientes de derechos sociales a Estados, no pudiendo
éstos desatenderlas aun si las hacen no ciudadanos).
2) tendencia a la internacionalización del trabajo legal (exige facilidades de desplazamiento y residencia
legal a extranjeros).
3) relación entre residencia y ciudadanía, y la definición de “la nación” como el locus exclusivo de la
ciudadanía.

Los derechos ciudadanos sustantivos NO se presentan de manera acumulativa y mecánicamente


subsecuente como podría interpretarse con ligereza, leyendo Marshall. Los derechos sociales pueden
desarrollarse en forma bastante libre en situaciones de extendida supresión de los derechos políticos y
civiles.

La cuestión del desarrollo sostenible abre un espacio donde no están claros los límites de la libertad
individual, la importancia de lo natural, ni la primacía de “lo humano” o “lo social”, como factores de
desarrollo.

45
Steenbergen señalaba que es limitado análisis entre la cuestión ciudadana y la problemática ecológica, y
que debería hacerse en tres sentidos: 1) enfrentar la visión antropocéntrica de los derechos; 2) aproximar la
cuestión ambiental a la humana, haciendo hincapié en la responsabilidad de las personas por la defensa del
mundo natural; 3) ver la ciudadanía ecológica global como el resultado de una comprensión integral de
recursos planetarios combinando el control y el cuidado de los recursos.

Lo mismo ocurre con las debilidades del proceso democrático expuestas por Bobbio

Aun si entendemos la democracia en su sentido más estrecho como “procedimiento para la toma de
decisiones”, algunas de las limitaciones con las que cotidianamente se enfrenta el ejercicio pleno de los
derechos de la ciudadanía política son: limitaciones a la acreditación de individuos capaces de elegir,
exclusión de sectores de la población del derecho de representar intereses colectivos en la esfera pública,
homogeneidad creciente de las ofertas políticas, acotamiento del ámbito de las decisiones que se someten
a la acción electoral.
En éste ámbito, la cuestión cultural implicó una redefinición de la diversidad de situaciones con las que la
globalización confronta la visión tradicional de ciudadanía.
Habermas lo plantea como una visión de ciudadanía activa donde la organización de los individuos no
origina un status legal ante el estado, porque los ciudadanos están integrados en la comunidad política
como partes de un todo pudiendo construir su identidad personal y social en un horizonte de tradiciones
compartidas y reconocimiento institucional intersubjetivo.

La integración cultural adquiere gran importancia.


Canclini propone que la formación de identidades posmodernas está fundada en la transterritorialidad y el
multilingüismo. Son patrones de integración que responden bien al escenario global donde la relación con
el mercado también da sentido de pertenencia y conforma comunidad social.

Si bien puede pensarse que respecto de los derechos civiles y políticos hay una tendencia a la uniformidad,
a parámetros universalmente aceptables, no sucede lo mismo con los derechos sociales, que son los más
controvertidos. De ello depende un argumento central para la comprensión del fenómeno de ciudadanía: la
definición de los derechos es campo de lucha social, es arena de enfrentamiento político, de lucha de
clases. Los derechos de ciudadanía están en un proceso de desarrollo afectado por cambiantes condiciones
externas, emergencia de nuevos problemas y búsqueda de nuevas soluciones.

América Latina y el tema de la ciudadanía

Si bien la democracia se ha convertido en un valor indiscutible, no significa que no siga habiendo


carencias en el proceso de democratización, en particular respecto del desarrollo social. Poder enfrentar
ello desde la democracia, ha hecho surgir debates respecto al tema de la gobernabilidad, la cuestión de la
sociedad civil, la reflexión sobre los derechos integrales de la ciudadanía, etc.
La gobernabilidad se volvió relevante cuando las nuevas democracias empezaron a confrontar problemas
cotidianos de gestión política en un horizonte marcado por demandas sociales crecientes y posibilidades
limitadas de respuesta pública por la crisis económicas y políticas.
La cuestión de la sociedad civil permitió el desarrollo de nuevos debates alrededor de los sujetos sociales.
Permitió reconocer la diversidad de procesos sociales y de posiciones subjetivas del movimiento social
contemporáneo.

La idea de ciudadanía resulta adecuada para encarar los desafíos socio-políticos en Latinoamérica por
dos razones centrales:
1) parte de un precepto de igualdad que concuerda con el propósito de la modernización democrática
aunque se enfrente a los efectos de las reformas económicas y de la organización actual de la estructura
productiva.

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2) permite una aproximación integral a las cuestiones políticas, económicas y sociales, que posiblemente
sea el único camino para hacer frente a un escenario futuro que parece privilegiar siempre el crecimiento
de las empresas por sobre el bienestar de las personas. Es una posibilidad de comprender a la democracia
que no se relaciona solo con las capacidades del estado, o con la generación de libertad y riqueza en el
mercado. Es una oportunidad para reconocer el poder liberador de los derechos.
La dinámica de la construcción social de derechos y deberes en Latinoamérica tiene de particular que se
da en medio de experiencias de transición democrática y con prácticas socioculturales destinadas a
preservar rasgos de identificación colectiva en el entorno político-autoritario. Por ello el desafío de la
construcción de la ciudadanía aparece asociado por un lado a la gestación de prácticas nuevas y la
adecuación de las anteriores, autoritarias y solidarias, para hacerlas concordantes con los ideales
democráticos y sus planos institucionales.
La idea de ciudadanía da a la democracia un sentido concreto: la construcción de un espacio
propiamente político, ni estatal, ni mercantil. El retorno de la ciudadanía se presenta como una oportunidad
para devolver a lo social la centralidad en el análisis del rendimiento de los sistemas políticos y económicos.
“La ciudadanía es clave para la democracia y en América Latina la democracia es siempre un bien
precario”.
EN AMERICA LATINA LA CIUDADANÍA ES UNA ASPIRACIÓN SOCIAL. EL DESARROLLO DEMOCRÁTICO SIN
DERECHOS SOCIALES ES POSIBLE PERO NO ES SOSTENIBLE. LA RECONSTRUCCIÓN DE LA CIUDADANÍA EXIGE
INTEGRACIÓN SOCIAL EN DISTINTOS PLANOS.

Sin embargo en Latinoamérica el tema de la ciudadanía ha sido poco abordado desde perspectivas
integrales y se ha concentrado en ciudadanías específicas. Eso se debe a que los problemas están poco
centrados en cuestiones nacionales, porque se entiende que los proceso que generan esos problemas están
localizados en espacios transnacionales. Es decir que se trabaja con criterios de ciudadanía subjetiva y no de
ciudadanía formal.

La globalización genera un efecto de uniformación sobre las identidades nacionales la condición de


consumidor es lo que integra cada vez más a las comunidades nacionales, y en el proceso de globalización
esa condición se desprende de los vínculos originarios y se redefine.
Canclini propone la restauración de una acción política para convertir a los consumidores en ciudadanos,
redefiniendo el rol social del mercado y la integración social por medio de subsistemas culturales.
Los requisitos de una sana articulación del consumo con el ejercicio de la ciudadanía son:
1) acceso fácil a oferta vasta, diversa y representativa.
2) control de calidad de los productos, con adecuada información.
3) participación democrática en las decisiones del orden material, simbólico, político y jurídico, donde se
organizan los consumos.

Calderón, Hopenhayn y Ottone agregan una propuesta de ciudadanía extensa, que busca ubicar vínculos
funcionales entre las exigencias de desarrollo económico y las necesidades de integración social. La
ciudadanía extensa se construye en la afirmación de una identidad solidaria y cooperativa (y no en una
“contraria a otros”). Así contribuye a la noción de integración social y política en tres sentidos: a) mayor
equidad productiva, b) mayor equidad simbólica, c) mayor equidad en el ejercicio de los derechos.
Los avances de la equidad social en el plano de la ciudadanía extendida no se dan secuenciales y
ordenados. Sino que se tiende a una ampliación simbólica pero con disminución de la equidad productiva.
Ellos dicen que “es asincronía podrá construir un importante núcleo temático en la lucha por la ciudadanía”.

Es importante la necesidad de construir una ciudadanía “desde abajo”. Eso se ancla en dos
consideraciones básicas: la construcción social de los derechos y el carácter “revolutivo” de los mismos. El
derecho esencial es “el derecho a tener derechos”.
La dinámica de construcción social de los derechos y deberes en Latinoamérica se da entre medio de
experiencias de transición democrática. Por ello el desafío está por un lado en la responsabilidad estatal de
consolidación de instituciones democráticas, y por el lado de la sociedad, la gestación de prácticas nuevas y
adecuación de anteriores para hacerlas concordantes con la democracia.

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Desde la perspectiva del sujeto hay un doble juego que consiste en reconocer simultáneamente cuáles
son mis responsabilidades hacia el otro, y cuáles las del otro hacia mí. Ese juego es muy determinante en la
reconstrucción feminista de la cuestión de la ciudadanía, que se centra en dos consideraciones: 1) diseño
de estrategias para insertar a las mujeres en espacios públicos con derechos reconocidos. 2) exploración de
las lógicas de la conquista de derechos, de la formación subjetiva, de la participación ciudadana y del poder.
Es de gran importancia identificar los mecanismos que gobiernan en proceso de inserción de los grupos
excluidos al disfrute pleno de la ciudadanía. Puede ser por asimilación (supone homogeneización del grupo,
los excluidos adquieren las características de los incluidos) o por inclusión (acepta las diferencias de los
miembros y los integra a su diversidad).

Consideraciones finales

Pensar la política en clave de ciudadanía, hoy en América Latina es una demanda política. La ciudadanía
más que una práctica consolidada es una aspiración social. Para la consolidación de la democracia es
indispensable la formación de responsabilidades colectivas para la construcción de sistemas sociales no
excluyentes. El desarrollo democrático sin derechos sociales es posible pero NO sostenible.
Uno de los principales signos del presente es que la globalización crea desigualdad y ello conduce a crear
situaciones de exclusión (aun así no se perciba un aumento generalizado de la exclusión absoluta).
Los ciudadanos modelo de la globalización son híper-ciudadanos que no adscriben a identidades
nacionales del estado y transitan en los flujos transnacionales.
Los demás quedan en una condición pre-ciudadana, identidad carenciada y limitada en la participación
de los beneficios más elementales de la pertenencia ciudadana: en lo civil, lo político y lo social.

Tanto híper como pre ciudadanos, se ven divorciados de lo público como sinónimo de lo estatal nacional.
Los híper porque los flujos de acumulación de bienes no pasan por ahí. Los pre porque la voluntad nacional
no los favorece.
Por lo tanto, la reconstrucción de la ciudadanía exige integración social en diversos planos. Nacional y
trasnacional; el reconocimiento de uno mismo y de otros; instalación en lo socioeconómico y político;
hombres y mujeres. La lucha por la ciudadanía es acción cotidiana permanente, espacio de conflicto y
antagonismo social.

2. Desigualdad, género y derecho


PUGA, “De celdas y tumbas. Introducción a los derechos de las mujeres”

Introducción

A las mujeres por largo tiempo se les dio trato tutelar desde el derecho como excusa para negarles una
personalidad jurídica plena. Por ende su categorización por vía de derechos especiales resulta sospechosa y
otras veces una demanda imprescindible para restablecer los desequilibrios legales y sociales que
históricamente se dieron entre los sujetos de derecho.
Las demandas de las mujeres cuestionan los “rasgos de personalidad” que definen a los sujetos de
derecho.
Los principales cuestionamientos que la teoría social feminista y el feminismo hacen a la idea de sujeto
de derecho giran en torno a la construcción de la subjetividad jurídica: los rasgos de personalidad que
definen a los sujetos de derecho y la arquitectura medular de la idea de sujeto de derecho y de la
racionalidad en que esa idea se asienta.
La crítica a la construcción de la subjetividad jurídica y a la legalidad. Debilitando la convicción
“evolucionista” que ata el reconocimiento de los derechos de las mujeres a la teoría jurídica tradicional de

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la igualdad, evidenciando que el movimiento por los derechos de las mujeres no solo echa mano a la
igualdad sino también a perspectivas críticas del derecho.

Preludio introspectivo
Sobre la manera de pensar el derecho. Puga dice que la creencia de que si algunas cosas no están
resueltas en el derecho es porque la realidad evoluciona más rápido e impone imprevistos, se pone en tela
de juicio en el día a día, donde se ve que lo que no está resuelto por el derecho, nunca lo estuvo y es difícil
que lo esté, pese a su gravedad y generalización.
Propone empatizar, con una empatía no condicionada por mandatos religiosos ni reflejos del jurista. En
las facultades de derecho se aprende a neutralizar esa empatía que ella propone, con dos pasos: tener fe en
los principios del derecho y creer que un principio neutral es el que se mantiene invariable.

¿Les sirve el derecho a las mujeres y sus problemas?


Parece que no, porque el sexismo social que da pie al patriarcado es parte de la ideología dominante
reflejada en el derecho. Esa dominación es re-producida por el derecho a través de su fuerza simbólica y del
aparato coactivo.

Olsen explica el sexismo que da pie al patriarcado como relación social y que traduce en el derecho
Ya que por lo general vemos al mundo en términos opuestos/duales[a], estando sexualizado[b] ese
dualismo (se identifica una parte del binario a los hombres y la otra a las mujeres), y además está
jerarquizado[c] (los valores superiores identificados con la parte masculina y los inferiores con lo femenino).
Se traduce al derecho porque se identifica al derecho con los valores masculinos del binario, reflejándose en
él el dualismo y la jerarquía. Por lo tanto el derecho supone y ejerce dominación sobre las mujeres.
-masc: racional, activo, pensamiento, razón, cultura, poder, objetivo.
-Fem: irracional, pasivo, sentimiento, emoción, naturaleza, sensibilidad, subjetivo.

Estrategias del feminismo para enfrentar los supuestos de la ideología dominante


1) Reconoce que existe un dualismo[a], y reconoce una jerarquía[c] entre los valores del dualismo, pero
niega que estén sexualizados[b]. La educación y la forma de vida entrenan a las mujeres para determinados
roles. Por lo tanto el derecho no es masculino en sí, sino que es sexista. Para revertir eso, deben igualarse
derechos a hombres y mujeres.
El problema está en que la igualdad formal parece no servir en los casos materiales.
2) Reconoce que existe un dualismo[a], acepta que el dualismo está sexualizado[b], pero rechaza la
jerarquización[c]. Se reivindican las características femeninas como valores fundantes de una sociedad
mejor. Respecto del derecho se asume que es racional, objetivo, abstracto y universal –y por eso masculino-
y se piensa que una sociedad mejor requiere de otros valores que están excluidos de la ideología del
derecho. La idea de neutralidad e imparcialidad del derecho son en realidad valores masculinos, insistir en
ello equivale a insistir a que las mujeres sean juzgadas con valores masculinos.
El problema está en que presume que cualquier sistema fundando en valores universales sirve
sistemáticamente a intereses de los varones; también en que acepta la sexualización de los dualismos y que
usa un equivocado esencialismo.
3) Cuestiona tanto la jerarquización como la sexualización, e incluso el dualismo. Lo neutral no existe. Se
desbarata también así la posibilidad del punto de vista de las mujeres como visión esencialista de lo que las
mujeres son. Sostiene que, si hay tal perspectiva ha sido construida socialmente. Por lo tanto reivindicar los
valores femeninos no debe entenderse como una aceptación de la sexualización. Niegan también que el
derecho pueda ser objetivo, racional, abstracto y universal, y que esos valores sean superiores.
No creen que los beneficios vengan directamente de las nuevas teorías jurídicas. No basta hacer reformas
jurídicas, sino que debe haber movimientos políticos que lo hagan efectivo. Es necesario cuestionar los
instrumentos del derecho para conseguirlas, y ese cuestionamiento es necesariamente político y moral.
Creen que el derecho no es inmutable, es una práctica que puede modificarse.

Smart dice que el derecho no es masculino, sino que “tiene género”. En ello hay una gran diferencia, ya
que no rechaza totalmente que “sea masculino” pero permite pensar al derecho en términos de proceso,

49
que puede operar de manera distinta sin que necesariamente deba explotar a la mujer y favorecer al
hombre. En términos políticos, eso podría significar esperanza de que el derecho pudiera practicarse
realmente a favor de la emancipación de las mujeres. Y además al decir simplemente que “tiene género”
permite analizar las estrategias sin caer en la fijación de significados para cada género.

Según Allen el discurso jurídico incorpora la división sexual en lo que el derecho puede hacer
legítimamente, en lo que puede argumentar razonablemente y en lo que puede pensar inteligiblemente. Es
decir que el discurso jurídico no logra concebir un sujeto cuyo atributo definitorio no sea el género; no
puede pensar un sujeto de esas características.

¿Cómo opera el género en el derecho y el derecho para producir género?


Para la teoría crítica las subjetividades e identidades sociales son parcialmente instituidas por el discurso
complejo conformado por muchas voces que no dejan de hacerse oír y que pugnan por ganar otros lugares
o preservar los alcanzados. Para Ruiz hay un estereotipo creado por el derecho sin correspondencia con una
realidad; de ahí que las estrategias feministas señalen que; o las mujeres son discriminadas por el derecho,
o la manera de pensar de las mujeres no se corresponde con la racionalidad del derecho (el derecho no
sirve para viabilizar sus problemas con justicia).
En cambio, las críticas parecen decir que el derecho construye ficciones de identidad, y ellas encargan la
dominación o emancipación. El problema está relacionado con los significados fijados al estereotipo (y no a
entes reales). La subsunción del derecho es solo otra ficción y una práctica de atribución de significado.
“el derecho participa en la configuración el estereotipo de mujer y a partir de ese estereotipo las reglas
jurídicas reconocen o niegan derechos a las mujeres de carne y hueso. El discurso jurídico opera más allá
de la normatividad”. Por ejemplo la ficción de “buena madre”; de allí Romina Tejerina o no existe para el
derecho, o es castigada porque se salió del tipo de mujer que normativamente se crea y exige.

En este juego de discursos dominantes que construye modelos normativos de género a través de la
práctica, el feminismo desnuda la tecnología de género y los mecanismos de dominación que trascienden la
letra de la ley. Se les critica a las feministas críticas que, si no hay una epistemología cierta que de base a
una ética objetiva para fundar reclamos de cambios legales, no se puede hacer nada frente al derecho y la
opresión, y no queda más que la inacción. Sin embargo, las teorías críticas están llevando al feminismo a
altos niveles de sofisticación.
Smart dice que la inacción equivale a acción en tanto produce consecuencias. Hay que aceptar la
existencia de diferentes modos de hacer política. Y hacer política es definir y redefinir (y no un programa de
acción dirigido a un fin determinado).
Mientras el derecho siga construyendo divisiones de género, Smart dice que hay que usar el campo
jurídico como espacio para luchar por significados de “género” más justos, y no para lograr que se
reformen leyes.

Cierre o intento de respuesta de si el derecho sirve a las mujeres


En principio las reformas solo sirven a aquellas adecuadas al estereotipo: blancas, casadas, honestas,
clase media-alta, y a cambio de no salirse del estereotipo. El resto, ha sido imputado por el derecho.
Las reformas legales modernas han servido, pero no alcanzan. Las maneras de peticionar ante las
autoridades imponen costos a quienes no pueden pegar el precio. Así el derecho sigue construyendo
exclusión de otras mujeres, naturalizando la violencia y la injusticia contra ellas.

50
BOLILLA 5
DERECHO Y VIOLENCIAS

1. Las violencias, sus estructuras y estatus.


2. las violencias y las transformaciones del Estado en el Neoliberalismo.

SEGATO: “Las estructuras elementales de la violencia: contrato y estatus de la etiología de la violencia”

Ninguna sociedad trata a sus mujeres tan bien como a sus hombres.
No existe sociedad que no endose algún tipo de mitificación de la mujer y lo femenino, que no tenga
algún tipo de culto a lo materno, a lo femenino virginal, sagrado. La universalidad de esa mística femenina
es un correlato indisociable del maltrato inscripto en las estadísticas, porque son dos caras de la misma
moneda.
El grado de naturalización del maltrato se evidencia en las encuestas telefónicas de las que cuenta.
El fenómeno es percibido y asimilado como parte de la normalidad, o como un fenómeno normativo es
decir que participaría del conjunto de las reglas que crean y recrean esa normalidad. La dimensión violenta
está inherente en la propia dinámica tradicional de género, inseparable de la estructura jerárquica de esa
relación.

Debido al a normativización de la violencia de género, erradicarla es inseparable de la reforma de los


afectos constitutivos de las relaciones de género tal como las conocemos y en su aspecto percibido como
“normal”. Y eso no puede hacerse por decreto/ley; el trabajo de la conciencia es lento, pero indispensable.
Es necesario trabajar por una reforma los afectos y las sensibilidades. El trabajo de investigación y creación
de modelos teóricos debe ser constante: hacer teoría sin acción es soñar despiertos, pero la acción sin
teoría amenaza con producir una pesadilla.

Moralidad y legalidad: una relación contradictoria

Después de analizar las nuevas legislaciones de Brasil dice que en definitiva lo que vemos es una ley, un
contrato jurídico que inexorablemente se deja infiltrar por el código de estatus de la moral, una modernidad
vulnerable a la tradición patriarcal sobre la que se asienta y con la que está en permanente tensión.
La contradicción entre el contrato jurídico y el código de estatus de la moral se manifiesta ya que el
contrato jurídico (la ley) se quiere igualitario, pero en él se infiltra la estructura jerárquica del género: por
detrás del contrato igualitario transparece el sistema de estatus que ordena el mundo en géneros
desiguales. La ley es ambivalente: se pretende igualitaria pero está sumergida en el estatus de género (por
ejemplo: crimen de violación en Brasil). La ley tradicional del estatus se infiltra en la ley moderna del
contrato jurídico. Aunque en la letra de la ley se pretenda igualdad, en la aplicación y en lo que regula, no
hay tal cosa.
(leer ejemplos pág.50 tomo 2)

Para demostrar la extraña contradicción entre moralidad y legalidad, introduce el crimen de violación / la
figura del violador.
El crimen de violación se explica a partir de los discursos de los violadores como un acto disciplinador y
vengador contra una mujer genéricamente abordada. Se ampara en el mandato de punir y retirarle su
vitalidad a una mujer percibida como desacatada. El violador en lugar de un criminal se percibe a sí mismo
como moralizador o vengador de la moral. Violación como crimen moralizador, aunque ilegal. Contra una
mujer genérica que cada día es más autónoma e irreverente, recolocándola en su lugar, y restaurando el
poder masculino y su moralidad viril.

Derechos humanos de las mujeres y derechos humanos de los pueblos: una relación tensa

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Explica la tensión entre la moral tradicional de los pueblos (grupos étnicos) y los derechos humanos
occidentales.
La sumisión de la mujer por excelencia es el índice de la dignidad de un pueblo. La moral del grupo es
severamente dependiente de la sujeción de la mujer. El control sobre el cuerpo femenino por parte de la
comunidad de los grupos étnicos inscribe su marca de cohesión. Cuando el movimiento feminista occidental
llega con los derechos humanos a los grupos étnicos, hay una barrera infranqueable. Los conjuntos de
derechos no se suman sino que están en una tensión irreductible. Las mujeres de los grupos étnicos se ven
divididas entre la lealtad al género y la lealtad al grupo étnico.

Derechos, publicidad e historia


Es necesario legislar a pesar de que la esfera del estatus parezca incorruptible por la ley, si tomamos otras
formas de eficacia de la ley más allá de la orientación positiva de las sentencias de los jueces. La ley
contribuye con otras formas de transformación de las posiciones y subjetividades de género. Así como la
cultura que “programa” a las personas respecto al género está instalada por la costumbre, eso puede
desinstalarse (porque el humano posee reflexividad). Ley puede ser la que contribuya al largo y esforzado
propósito de la reflexividad e instale una referencia moral distinta, que quizás algún día pueda representar
la moralidad dominante. Lograr una reforma profunda de los afectos. Formular la ley desancla a los sujetos
sociales de las prácticas prescriptas como inmutables; genera una conciencia desnaturalizadora del orden
vigente.
Lo que hay que producir sin descanso son señales de la evitabilidad (Matrix).
Para ello hay una condición indispensable: la mediatización de los derechos. La visibilidad de los derechos
construye la jurisdicción. El derecho es retórico por naturaleza, pero la retórica depende de los canales de
difusión, necesita publicidad.

Una palabra sobre estructuras


Una de las estructuras elementales de la violencia reside en la tensión constitutiva e irreducible entre el
sistema de estatus y el sistema de contrato.
El sistema de estatus se basa en la usurpación o exacción del poder femenino por parte de los hombres.
Esa exacción garantiza el tributo de sumisión, domesticidad, honor, que reproduce el orden de estatus
donde el hombre ejerce dominio, y luce su prestigio ante sus pares. Poder hacer eso, es requisito para
competir en el mundo de la masculinidad entre iguales.
La posición ambivalente de la mujer, como término que participa en ese ciclo (simbólicamente) pero que
también se rehace constantemente como sujeto social, hace que una parte de ella se adapte al papel
atribuido, mientras hay un resto que no cabe en el papel del estatus y que desea algo distinto a la sumisión.
La mujer tiene una posición híbrida entre el orden del estatus y el orden del contrato. Esa falta de
correspondencia entre posiciones produce y reproduce un mundo violento. Ese efecto violento resulta del
mandato moralizador de reducir y aprisionar a la mujer en su posición de subordinada por todos los medios
posibles. Es una célula de usurpación y resistencia basada en la moral, que se reproduce y prolifera en las
economías del poder donde el estatus se infiltra en el contrato y la ley ciudadana.
El sistema no se reproduce automáticamente, lo hace mediante un repetitivo ciclo de violencia, en su
esfuerzo por la restauración constante de la economía simbólica que organiza la relación entre los estatus
de poder y subordinación representados por el hombre y la mujer como íconos de las posiciones
masculina y femenina, y de todas sus transposiciones en el espacio jerárquico global.

Economio de los hombres en la lucha antisexista y de los blancos en la lucha antirracista


Ese es el camino: que el tema salga de las manos exclusivas de las mujeres, ya que el sexismo debe ser
reconocido como un problema de los hombres cuya humanidad se deteriora y degrada al ser presionados
por la moral tradicional y por el régimen de estatus a reconducirse todos los días, por la fuerza o por la
maña, a su posición de dominación.

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JOB, SERGIO “Del Estado Policial al Estado Dron. Formas de gobernanza securitaria en tiempos de
racionalidad neoliberal”

Comienza el texto indicando los rasgos distintivos de un modelo de (in)seguridad que se ha


reestructurado desde el 2014, producto de un agotamiento de la etapa anterior, y de una situación de
violencia social anómica que generó gasto público y privado en aumento, sin relación con los resultados
ineficaces en el área. Si tuvo efecto profundo en el disciplinamiento social generalizado por medio de la
instalación de un Estado Policial, con modificación legislativa y judicial, que pone en duda la continuidad del
Estado de Derecho, reemplazándolo por la creación de: un “derecho penal del enemigo”, de la ciudad
securitaria -reestructuración espacial de la ciudad con mirada securitaria-, y la utilización permanente de la
demagogia punitiva como elemento central del discurso político moderno.
Todo eso genera una sociedad cada vez más dislocada, fragmentada, encerrada, contenida y violenta.

La larga noche del capitalismo militarizado

Desde 1999 en Córdoba se desplegaron en materia de seguridad políticas orientadas/comandadas por el


Manhattan Institute. Sus rasgos distintivos fueron:
a) centralidad del código de faltas como herramienta de judicialización.
b) incremento cuantitativo notorio del cuerpo policial y su presupuesto; modernización, reestructuración
y militarización en sectores de las fuerzas.
c) relocalización/dislocación de villas céntricas y peri-céntricas de la ciudad de Córdoba.
d) ocupación territorial permanente por fuerzas policiales de determinadas zonas y vías de acceso y
circulación.
e) discurso de guerra social y demagogia punitiva.
f) creación de leyes con rasgo administrativista y práctica judicial que no corresponde al E de D, sino con
rasgos típicos del derecho penal del enemigo.

a) creación, despliegue y consolidación del Estado Policial

El dispositivo gubernativo descripto como Estado Policial tiene como características principales:

a) refiere a lo policial en sentido amplio y restringido a la vez. Es una estructura gubernativa que ordena
cuerpos y cosas en el territorio a partir de lógicas y dispositivos biopolíticos de intervención en el territorio
y en los sujetos que lo habitan. Estado Policial como administración burocrática de la vida, la población y el
territorio.
b) proceso enmarcado en la reconfiguarción del sistema capitalista. Capitalismo militarizado: construye
un imaginario social con la idea de un enemigo siempre acechante; y legitima la idea de la visión guerrera
de las relaciones sociales. Militarización de las relaciones sociales.
c) asume como función propia el cuidado de la vida biológica de la nación. Los individuos en términos de
especie y no como sujetos políticos.
d) el estado policial se vuelve control de la población y el territorio. Administración presente (y futura,
preventiva) de cosas y cuerpos. Estados de excepción permanentes. Sistema legal formal que va delineando
una nueva legalidad indeterminada en las situaciones que tipifica, permitiendo la acción siempre
excepcional de los funcionarios.
e) las técnicas de poder responden al ejercicio de “mantener a raya a los sectores potencialmente
peligrosos”, los pobres en general, pero especialmente a quienes se empoderan como pueblo. Se
construyen barrios pensando en términos de seguridad. Las instituciones estatales deben hacer gobernable
ese territorio, dejando de lado la tarea de disciplinar para pasar a “contener” (para que no se salgan de ese
contenedor). Cuerpo policial con presencia constante, vigilante, ordenadora y reguladora de las dinámicas
de vida.
+Estado policial y derecho penal del enemigo: el estado no habla con sus ciudadanos, sino que amenaza a
sus enemigos y queda el interrogante de quiénes son considerados enemigos.

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+Desarrollo de una sociedad del espectáculo de la violencia (corralitos de personas).

b) Códigos de falta y de convivencia


El Código de Convivencia, a partir del Estado Policial, opera violando los principios jurídicos básicos del
debido proceso, división de poderes, entre muchos otros. Ambigüedades, arbitrariedades e
inconstitucionalidades.
No hay juez natural que juzgue. Si bien no es cada comisario –como con el Código de Faltas- lo hacen los
ayudantes fiscales cuya función no es la de juzgar. Se reconoce que es materia contravencional penal, pero
sigue sin reconocerse las garantías propias de ello.
Policía preventiva, de saturación y ocupación territorial. Con amplias facultades para luchar contra la
población más indefensa.
Criminalización de la pobreza y de la protesta.

c) Mucha tropa riendo en las calles


Parte importante del Estado Policial pasó por el crecimiento meteórico de la cantidad de integrantes de la
fuerza policial, un incremento notorio del presupuesto, pertrechos y reestructuración interna de la policía
con una profunda militarización de la institución y sus prácticas.
El costo presupuestario del mantenimiento de las fuerzas policiales es altísimo, y a ello debe sumarse el
gasto carcelario, la presencia de otras fuerzas de seguridad federales, y lo que los
ciudadanos/negocios/empresas/barrios privados gastan de manera particular para sentirse más seguros.

d) Ciudades made in Manhattan

El modelo del Manhattan condensa en el espacio urbano, solapando modificaciones en las dinámicas del
poder y el capitalismo. Se realiza una modificación profunda de la ciudad. Se modifica (y “mejora”) el
centro, y se trasladan la villas miserias a las periferias creando barrios-ciudades –guetos- donde son
encerrados y controlados permanentemente. Se les restringen las posibilidades de habitar, actuar o
modificar otros espacios. La ciudad es un rompecabezas fragmentado que encierra realidades sin diálogo
que se miran con desconfianza y hasta hostilidad.
Dentro de los barrios-ciudades la policía es el estado. La ausencia de otras instituciones como escuelas,
hospitales, son la expresión tangible de la reconfiguración del estado: se retira financieramente en ciertas
esferas e incrementa en otras (seguridad por ejemplo); controlando y disciplinando así a la población
excedente.
Córdoba se vuelve una ciudad de invisibilización y ocultamiento de su profundidad popular.

e) Guerra social y demagogia punitiva

Con guerra social y demagogia punitiva se refiere a que se ha instaurado en la sociedad la idea de guerra
social generalizada donde todos estamos en peligro, y cualquiera puede ser presa o cazador. Los medios
masivos de comunicación construyen ese despliegue (prensa amarilla del horror cotidiano) magnificando lo
que realmente existe. Por ejemplo puede sentir ese horror cotidiano de inseguridad una anciana que vive
en un pequeño pueblo tranquilo, con la casa sin llave, pero siempre temiendo la inseguridad.

La gente cree que ocurren más delitos de los que en realdad existe. Por eso, es clave la distinción entre la
inseguridad objetiva (delitos que efectivamente suceden) y la subjetiva (percepción de la inseguridad por
parte de la población). Dejar en claro que la inseguridad es una construcción no quiere decir que no exista;
sino que en determinado momento ciertas prácticas se coordinan con un régimen de verdad y hacen que
un fenómeno se inscriba como real en la vida social.

Respecto de la distancia entre seguridad objetiva y subjetiva, y el uso mediático y político de la


inseguridad, merece especial atención la niñez y juventud. Hay una insistencia mediática y de ciertos

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sectores de la política que buscan crean un chivo expiatorio en la juventud, cuando los jóvenes en realidad
lejos están de ser una amenaza contra la vida de las personas. Son mayormente víctimas que victimarios de
homicidio.
Se coloca a quienes son víctimas, como victimarios (los niños y jóvenes por ejemplo con el proyecto de
baja de la edad de imputabilidad).

f) leyes sin garantías

El proceso de reconfiguración social tuvo su correlato en la práctica judicial. Además de la aplicación del
Código de Faltas, un conjunto de modificaciones y creación de una batería legal que violando principios
básicos del Estado republicano y democrático, diluyó fronteras y esferas de poderes, dio mayores
prerrogativas a fuerzas policiales y puso en suspenso garantías constitucionales.
La estructura que presenta el derecho y su aplicación, con la constitución del Estado Policial, coincide con
un derecho penal del enemigo.

Las particularidades típicas del derecho penal del enemigo son:


1) amplio adelantamiento de la punibilidad (cambio de perspectiva del hecho producido por la del hecho
a producirse).
2) falta de una reducción de la pena proporcional a ese adelantamiento.
3) paso de la legislación del derecho penal a la legislación de la lucha por combatir la delincuencia.
4) supresión de garantías procesales, donde la incomunicación del procesado es lo corriente.
El Estado no habla con sus ciudadanos, sino que amenaza a sus enemigos y queda el interrogante de
quiénes son considerados sus enemigos.

Queda pensar si no estamos en un acelerado y peligroso proceso de “estado de excepción permanente


reglamentado” donde la supresión de derechos básicos es rellenada por una meticulosa y abstracta
reglamentación. El estado necesita instaurar una excepcionalidad permanente.
Lo que es realmente importante no es la amenaza a los que infringen la ley, sino la exhibición de esa
violencia soberana, la demostración acechante del poder en ese cordón de contención armado
omnipresente, que busca alcanzar la administración total de territorios y poblaciones.
Aquel ámbito de indistinción entre violencia y derecho de la práctica policial, se instituye en las
reglamentaciones construidas desde el poder. Las leyes y normas contemplan en sí mismas la existencia y
vigencia de la excepción, que generan un espiral ascendente y voraz del biopoder.

Transición desde el Estado Policial a “formas blandas” de gobernanza

Tras la guerra policializada, se despertaron numerosas críticas que provocaron una crisis de
gobernabilidad producto del modelo securitario desplegado. Sumado al narco-escándalo, el
acuartelamiento policial, los saqueos, manifestaciones callejeras contra el estado policial, las razzias
masivas; terminaron provocando la renuncia del jefe de policía y la crisis en el área de seguridad.
Comienza así un desplazamiento hacia otro modelo securitario, donde la imagen ocupa un lugar central.

Se desarrolla una sociedad del espectáculo de la violencia, como continuación de la sociedad vigilante
(que vigila por cámara y reproduce hasta el hartazgo). Una vez capturado algo por una cámara, lo vuelve
espectáculo, mercancía, ideología y (pos)verdad. Se observa una doble dinámica especular panóptica-
hipnótica, como trasfondo constante del nuevo Estado Dron.

El Estado Dron amalgama violencia, control biopolítico tecnificado y espectacularización de la violencia.

También la otra cara de la agresividad estatal manifiesta estaba puesta en la criminalización de la


protesta social, que secundó a la inicial criminalización de la pobreza.
Así comenzó un desplazamiento de las formas “duras” de dominio a las formas “blandas” de gobernanza.

55
Estado Dron

El Estado Dron amalgama violencia, control biopolítico tecnificado y espectacularización de la violencia.


Se realizan grandes cambios en distintos aspectos securitarios (desde pasar el Ministerio de Seguridad a
Secretaría, a reordenar socio-espacialmente a la policía, etc.).
Se abandonan las formas duras del Estado Policial hacia formas blandas. Toman relevancia una estrategia
más “científica” de procesamiento y análisis de información.
Nuevo modelo securitario basado en la geoprevención. La ciudad se vuelve un aparato de captura y
vigilancia de las poblaciones observables a la distancia. Se delinea la gubernamentalidad biopolítica: se
regulan los cuerpos y las cosas en el espacio. Se focalizan políticas preventivas y una territorialización de las
mismas (geoprevención). Las disidencias son entendidas como ataque y no como parte de la vida
democrática. La primera tarea no es inmovilizar al enemigo, es identificarlo y localizarlo.
Se usan herramientas altamente tecnificadas de vigilancia y control social, que parecen no requerir de un
aparato policías que intervenga permanentemente el espacio. Se puede lograr un (auto)control
omnipresente de todos y de cada uno.
Se siguen yuxtaponiendo la forma militarizada de control y la contención, implementándose estrategias
diferenciadas para cada grupo poblacional. Hay un cambio en el modo de ejercer el poder: se crea una
“policía de la cercanía” como la policía barrial/los grupos de vecinos alerta, es una maquinaria de control
social permanente y casi en tiempo real de lo que va sucediendo, unificando base de datos y trabajando
con software de alta tecnología. Alto nivel de tecnificación, desarrollo, sofisticación y cientificidad. Video-
vigilancia y compilación de datos.
También con ello se permite predecir posibles comportamientos sociales como sucedió por ejemplo
cuando se confiscaron elementos de organizaciones que iban a marchar por S. Maldonado. Eso fue un
accionar geolocalizado y preventivo.

Se desplaza la premisa Foucaultiana de “vigilar y castigar” por “vigilar y aniquilar”.

El autor dice “Dron” como un ojo que dispara.


Así en esta “revolución de la mirada” se reagrupan las innovaciones en grandes principios:
1) vigilia permanente.
2) totalización de perspectivas o de vista sinóptico.
3) archivo total o filmación de todas las vidas.
4) fusión de datos.
5) esquematización de formas de vida.
6) detección de anomalías y anticipación preventiva.
A partir de ellos se puede ver un modificación entre el poder y el espacio, donde la premisa principal
pasa menos por ocupar un territorio y más por controlarlo desde lo alto. Lo denomina una política de la
verticalidad. Gestión biopolítica del territorio, los cuerpos y las cosas, que va a preferir la tecnología antes
que la ocupación.

3. Definiciones y apreciaciones sobre el populismo penal


SOZZO “¿Qué es el populismo penal?

El concepto de populismo penal y su inicio


El concepto de populismo da la idea de populismo punitivo que reivindica lo que la gente siente, piensa y
quiere del tema del delito y de la pena. Además de que el populismo penal se reivindica como legitimación
de lo que se propone de las medidas e iniciativas que se planteen esa apelación a la gente y a sus
sentimientos, pensamientos, demandas; es también de que todo aquello es antagónico o contradictorio con
un modo establecido de pensar y actuar.

56
Desplaza la voz del experto como quien tiene lugar central y es escuchada por quien toma
definitivamente las decisiones; contrasta con la voz de la gente y con lo que ellos sienten, quieren y piensan.
El concepto emerge en Inglaterra a partir de un concepto que presenta Bottoms en 1995.

En qué contexto emerge en América Latina y cómo se manifiesta el populismo penal en la práctica
En América Latina surge a mediados de la década del 2000. Las condiciones que hacen posible su
surgimiento tienen un enfoque limitado, pueden ir desde la relaciones de partidos políticos en la transición
democrática, hasta preguntas sobre la transformación de los medios de comunicación en mercantilización y
privatización. Se ha interpretado enfatizando el incremento de la punitividad, la búsqueda deliberada del
aumento de pena, y el rol político profesional, como alguien que busca construir consenso y legitimidad
usando el incremento de punitividad como moneda de cambio.
En la práctica se manifiesta con una distancia muy grande entre lo que dice el texto legal y lo que hacen
los aparatos estatales encargados de aplicar la ley. El incremento de la punitividad es mucho mayor en los
hechos que en los artículos.

Relación entre medios de comunicación y populismo penal, y cómo impacta el populismo penal en las
agendas de los gobiernos
Los medios de comunicación son actores fundamentales en la construcción de las condiciones de
posibilidad del populismo penal. Enfatizan mensajes y los difunden, como punto de partida de la
emergencia del populismo penal. Rol importante no solo en la producción de noticias dramáticas y
sensacionalistas, no solo en la producción de estereotipos, sino en las producción de mensajes que
funcionan también legitimando las bases de justificación del impulso de medidas dentro de la punitividad.

Hay que pensar al populismo penal como una tendencia penal que coexiste con otras tendencias y que
esa coexistencia impone entender cuáles son las otras tendencias, causas, condiciones y efectos en el
funcionamiento concreto del sistema penal.

57
BOLILLA 6
PRÁCTICAS Y USOS DEL DERECHO

1. Desigualdad y diversidad en el ejercicio de la profesión jurídica, en el contexto de la globalización.


2. profesión jurídica: ejercicio liberal y abogados/as activistas

BERGOGLIO: “Diversidad y desigualdad en la profesión jurídica: consecuencias sobre el papel del


Derecho en América Latina”

Resumen
Los cambios recientes en la organización social de la profesión, en América Latina, influyen en el papel
del derecho en los procesos de transformación social.
La expansión de la educación superior contribuyó a ampliar los contingentes de abogados e hizo más
variada su composición social.
La expansión del poder judicial, el desarrollo de grandes empresas jurídicas, y otros procesos, acentúan la
diversidad en las inserciones ocupacionales, impulsando una tendencia a la salarización de los abogados. La
mayor diversidad de las inserciones ocupacionales acentúa las desigualdades sociales.
Eso se confirma viendo que el grupo profesional tiende a compartir la suerte de sus clientes.

Introducción
En Argentina las principales consecuencias de esos procesos son: la salarización de los abogados, el
hecho de que el ejercicio independiente de la profesión deje de ser el modo dominante de inserción
ocupacional y su resultado, la creciente estratificación de la profesión.
Esos cambios afectan al papel que juega el derecho en la región, ya que no puede ser concebido como
una entidad abstracta que opera por sí misma, sino como una realidad construida por múltiples actores,
entre los que los juristas tienen un rol dominante. Por lo tanto la contribución que el derecho pueda hacer a
los proyectos de transformación social, se beneficiará con el análisis de los nuevos rasgos de la organización
social de la profesión jurídica.

Discusión
Tendencias de la evolución de la profesión en el mundo
Factores que presionan hacia una diferenciación social de la profesión jurídica:
1) la expansión de la enseñanza universitaria hace más variada la composición social (sexo, etnia, clase).
2) el crecimiento de número de profesionales, acentuó la competencia entre ellos por las posiciones en el
mercado de trabajo.
3) fuerte tendencia al crecimiento del tamaño de las empresas jurídicas, enfatizó los cambios en el
horizonte laboral. El aumento de los servicios jurídicos por empresas motorizó esa expansión.
4) con la internacionalización de la economía los grandes estudios experimentaron la necesidad de
acompañar las operaciones de sus clientes, cada vez más orientados al mercado global.

La internacionalización de la economía tiene su correlato en profundas transformaciones en la actividad


de los abogados. Los rasgos distintivos son que, en primer lugar se abandona el carácter tradicionalista que
tiene en Latinoamérica la profesión, dejando de lado los estudios jurídicos personales o pequeños,
cambiándolos por grande estudios o firmas de abogados. Estas grandes firmas no solo que se presentan
como corporaciones sino que tendrán como clientes grandes empresas internacionales. Esto se debe a que
con la internacionalización de la economía los grandes estudios vieron la necesidad de acompañar las
operaciones de sus clientes, cada vez más orientadas al mercado global. Así tuvieron que abrir nuevas
sucursales en el país y en el extranjero. Surgió una forma de ejercicio profesional completamente diferente.
A su vez generó una estratificación interna en la profesión, donde se abrió un amplio abanico de inserción
laboral con distintos grados de especialización y niveles de ingreso.
La expansión de estas tendencias implica que el relativo aislamiento de los abogados de las relaciones
capitalistas de trabajo está en vías de desaparecer y es algo irreversible.

58
La situación de la profesión jurídica en América Latina
Los principales cambios que se dan en relación a las formas de organización del trabajo jurídico en
América Latina son:
-el impacto de los cambios educativos sobre la profesión: que genera que haya un mayor número de
graduados, es decir que aumente el número de profesionales incluyendo mujeres y mayor accesibilidad
geográfica; pero bajando la calidad educativa de las universidades. El título de abogado ya no es suficiente
para garantizar el acceso a las elites.
-cambios en las oportunidades ocupacionales: han aumentado los recursos destinados al Poder Judicial,
por lo tanto también ha aumentado el personal judicial. También se ha abandonado el ejercicio individual (o
en grupos reducidos) de la profesión dedicándose a un amplio espectro de ramas, tendiéndose al
crecimiento de las firmas jurídicas y a la especialización de las mismas. Es necesario ofrecer servicios para
empresas, en más de un idioma y con buenos vínculos con el extranjero. Se demanda cada vez más que los
profesionales estén altamente especializados y con competencias técnicas para operar simultáneamente en
más de un orden jurídico.
-Desigualdad entre los abogados: Se amplían las desigualdades sociales dentro de la profesión jurídica, ya
que ellos por lo general comparten la suerte de sus clientes. Aumentan los contrastes entre quienes
trabajan en el campo público y en el privado; entre quienes tienen como clientes a las personas comunes y
quienes atienden a las empresas. La profesión del abogado está cada vez más ESTRATIFICADA.

¿Por qué la mayor diversidad en la inclusión laboral de los abogados implica también mayores
desigualdades dentro de la profesión jurídica?
Esto sucede porque no solo que cada vez es un número más reducido el que puede acceder a la “elite”
porque requiere cualificación (o contactos) muy específicos, sino que también al haber más inclusión
laboral, se genera una estratificación dentro de los diferentes ejercicios de la abogacía, que presentan
desigualdades de ingresos, de prestigio, etc. Están los sumamente prestigiosos que trabajan con empresas,
los que son hábiles litigantes, los reconocidos por su función pública o académica, los que forman parte de
la burocracia del sistema jurídico, y los que tienen que arreglárselas para sobrevivir.

Reflexiones sobre estos cambios

La profesión jurídica se encuentra en un proceso de marcadas transformaciones en América Latina, en


gran parte por la expansión del número de abogados y la mayor cantidad de orígenes sociales de ellos;
ambos asociados a la democratización de la educación superior.
Se suman a eso procesos de internacionalización de la economía (modernización de administradores de
justicia, expansión de las empresas jurídicas) que diversifican las formas de trabajo, estimulan la
segmentación y la estratificación aguda.

¿Qué consecuencias traen sobre el papel del derecho en la región?


Si aceptamos que el derecho es una realidad construida por las personas (y no algo abstracto), es
esperable que las modificaciones en la organización social de la profesión, tengan una repercusión fuerte
fuera de ella.
Una primera consecuencia esperable es una mejora de la accesibilidad de la justicia, debido a la mayor
cantidad de profesionales y una diversidad de sus orígenes, que permite mayor facilidad para contactar a un
abogado, en diferentes sectores.
Es más complicado estimar consecuencias sobre el papel de los operadores jurídicos en la región y su
contribución en los proyectos de transformación social.
Para entender el rol político de los abogados en los proyectos de cambio en sociedades donde los
movimientos sociales aparecen como actores políticos centrales, es útil la concepción del abogado
desarrollada por Maureen Cain y Christine Harrington. Consideran al derecho como un discurso que
modela la conciencia creando categorías a través de las que el mundo social adquiere significado. El
derecho es parte de la vida social, no está por fuera/encima de ella. Así visto, el derecho opera en la
sociedad de modos diferentes; la ideología legal puede interpretarse en el sentido de reforzar las relaciones
de dominación y también como generadora de espacios de resistencia para esas mismas relaciones . La
tarea del abogado es la de traducción discursiva expresando en lenguaje jurídico los intereses y metas de

59
sus clientes. Juega un rol creativo. La diversificación del origen social de los abogados y su estratificación
facilita a diferentes actores sociales contar con la asistencia de los abogados en la traducción jurídica de
sus proyectos políticos. Los abogados son ingenieros de relaciones que son tanto políticas como sociales,
llenas de aspiraciones por una sociedad mejor. Papel de mediadores al servicio de distintos sectores.
Esta perspectiva esperanzadora puede verse viciada por la desigual calidad educativa; los abogados mejor
preparados van a seguir asistiendo a actores sociales con más poder económico y político, y los otros a los
socialmente más vulnerables, sobreexponiéndolos.

MANZO “Identidades profesionales: el lugar que ocupa el derecho y la política en el ejercicio


profesional de los abogados activistas en Argentina”

Usará el marco teórico de Bourdieu para preguntarse por aquellos “espacios posibles” que desafían lo
establecido como “jurídicamente pensable” en el campo jurídico.

Introducción

El activismo político y comprometido del ejercicio de la abogacía, pone énfasis en la potencialidad del
derecho para incidir en transformaciones sociales.
Busca cuáles son las cualidades de un “abogado alternativo” quien mediante su ejercicio profesional
desafíe aquellos límites naturalizados de los jurídicamente pensable en el campo jurídico, y confronte los
márgenes inquebrantables de lo establecido como orden legítimo en las sociedades.
El rol del abogado es clave en las estructuras de poder del estado ya que su trabajo se ubica en un núcleo
de control social. De ahí la tendencia de la profesión a mantener valores ligados al status quo.
Un abogado activista comprometido con los derechos humanos, conjuga en su práctica profesional un
compromiso militante con un saber técnico-jurídico especializado.
En Argentina surgen en el marco de la crisis del 2001, comprometiéndose con los movimientos sociales
que hacen la resistencia al orden injusto imperante, y representan causas y luchas de los sectores excluidos.
Tuvieron una participación significativa en tres conflictos sociales: contra la violencia policial, la tierra
campesina e indígena y la diversidad sexual.

Nuevas identidades profesionales: un acercamiento desde la teoría de Bourdieu

Identifica al “habitus jurídico dominante” como una manera de pensar, sentir y actuar el fenómeno
jurídico. Se relaciona con los presupuestos propios de la ciencia positiva jurídica (con aquellos que
promueven un orden regulativo formal y abstracto, neutralidad jurídica y monopolio estatal de producción
normativa) y con el ejercicio profesional independiente que tiende a presentar el fenómeno jurídico en
términos neutrales y acríticos.
Por el contrario “el habitus jurídico emergente” busca romper con la idea anterior, y tomar conciencia de
los factores de dominación. La reflexividad les permitirá comprender la manera en que las estructuras
objetivas impactan en los límites de lo jurídicamente pensable/impensable; y les dará herramientas para
generar tensiones y rupturas con lo legítimamente establecido como orden jurídico y derecho justo.
Deconstruir lo natural y evidente. Son conscientes de conformar un habitus jurídico de “lo político, lo crítico
y lo transformativo”.

Lo que sostiene es que frente a la concepción de habitus como un mecanismo meramente reproductor
de las condiciones históricas objetivas, sí puede hablarse de una posibilidad de transformación viéndolo
desde la postura que resalta el carácter activo y transformador del habitus. Eso depende de a) la capacidad
generativa que se le asigne al habitus, b) la maleabilidad y posibilidad de cambios del habitus, c) la manera

60
de entender la relación entre representaciones y estructuras objetivas (que capacidad tienen de efectuar
cambios las primeras en las segundas).
El espacio de lo posible o sea de la posibilidad de cambio/transformación del habitus, nos remite a la
relación entre posición y disposición de los agentes. Cómo operan las estructuras sociales incorporadas en
las disposiciones de los abogados, recordando que lo individual/subjetivo se interpreta como social.
Se introducen herramientas analíticas que dan cuenta de un proceso de toma de conciencia de los
agentes sobre los factores de dominación. La noción de “reflexibilidad refleja” permea la potencialidad de
cambiar el marco de referencia de los agentes y la manera de actuar en el mundo social, bajo condiciones
históricas y objetivas. Así esa noción da apertura al espacio de lo posible.

La identidad del abogado alternativo: lo político, crítico y transformativo de su ejercicio profesional

La autora describe la identidad del/la abogada/o alternativo como aquellos profesionales comprometidos
con cuestiones sociales, éticas y políticas. Un concepto abierto que debe contextualizarse empíricamente en
un espacio y momento histórico determinado.
Cualidades:
a) surgen motivaciones éticas explícitas que guían sus prácticas y discursos profesionales: no solo hace
explícitos sus valores, sino que la da centralidad “al otro”, su humanidad.
b) representan a sectores marginados u oprimidos. Sectores que históricamente están por fuera de la
protección del derecho. Construyen vínculos de confianza con ellos por fuera del tradicional vínculo
“abogado-cliente” con lo que ello supone. Discurso de lo heterogéneo.
c) posicionamiento político que se manifiesta en sus prácticas y discursos profesionales. C.1) Todos
pertenecen al ejercicio de la política no tradicional (orgs. y movs. sociales). Su causa profesional está
comprometida con ese movimiento. C.2) solo mediante la pertenencia y el activismo en esas orgs.
incorporan el “know how” para representar esos intereses sociales y saber movilizar estratégicamente el
derecho conforme a las demandas políticas y colectivas. C.3) una reflexividad política que les permite
posicionarse y movilizar estratégicamente el derecho para incidir en cambios o transformaciones dentro y
fuera del campo jurídico.
d) parten de un posicionamiento crítico con respecto al derecho visto como violencia simbólica,
reproductor del status quo, del modelo económico imperante, etc. Frente a ello surgen alternativas como el
derecho alternativo, uso alternativo del derecho y abogacía popular.
-Hacen un trabajo reflexivo buscando la deconstrucción teórica sobre el derecho como ciencia positiva y
la potencialidad transformativa del derecho y la sociedad desde la práctica y el activismo.

Desafiando el espacio de lo posible: el lugar que ocupa la política y el derecho en el ejercicio


profesional de la abogacía activista

Lo político, crítico y transformativo tiene un lugar central en el ejercicio profesional de los abogados
alternativos. Pero hay que tener en cuenta que no todos los abogados activistas coinciden en la
potencialidad transformativa del derecho.
Hay al menos dos posturas en el universo jurídico que se identifican con el activismo profesional:
abogado de interés público donde el derecho tiene lugar prioritario en sus prácticas profesionales, y por
ello promueven transformaciones a nivel institucional, y de ahí el efecto se prolongará a la sociedad. Y
abogados alternativos que manifiestan que lo político es prioritario en el ejercicio profesional, y la
potencialidad transformativa se promueve dentro y fuera del campo jurídico.

Para el abogado alternativo la potencialidad transformadora del derecho va a tener legitimidad siempre
que venga acompañada por un proceso de movilización política que le de legitimidad. Así:
a) Se pone en relieve la importancia de la complementariedad de estrategias que activen el campo
político con el campo jurídico.

61
b) las estrategias jurídicas son una herramienta más entre las que se despliegan. Una estrategia jurídica
no siempre se activará, sino que quedará sujeta a la lucha social (porque la consideran limitante y
fragmentadora de la lucha política).
c) el juego en el campo jurídico pretende resistir la criminalización del estado contra sectores
desventajados y deconstruir valores dominantes transformando las reglas del juego. Una batalla que se libra
en la arena de la legalidad por la legitimidad de valores postergados en el campo jurídico.
d) los abogados alternativos ejerciendo promocionan una sociedad materialmente igualitaria y justa,
dentro de un estado de derecho.

Los abogados de interés público centran su activismo en trabajar con y desde las instituciones del
Estado, particularmente las de justicia, buscando su fortalecimiento y transformación. Cualidades que los
representan:
a) central en su trabajo la transformación de instituciones de justicia. Implica que busca transformar al
interior del campo jurídico.
b) el ejercicio profesional parte de la construcción de una causa jurídica “litigio de interés público”
fundamentado en conocimiento técnico-jurídico.
c) estrategia jurídica por sobre otras. Buscando su repercusión en la opinión pública y en la agenda
política. Para ello clave medios de comunicación.
d) no participan necesariamente con organizaciones sociales o grupos desaventajados.
e) rol de los jueces es fundamental, considerados como actores políticos que resuelven incidiendo en
cambios significativos en la sociedad.

Reflexiones finales

La reconfiguración del campo jurídico argentino se da por la profundización de políticas neoliberales y la


crisis de representatividad política de las instituciones modernas, que sentaron un orden desigual para la
ciudadanía. Frente a esa crisis emergen nuevos movimientos sociales que disputan el pode hegemónico y
pugnan por nuevos parámetros de legitimidad social (modos de vida alternativos al orden imperante).
Se sitúan las prácticas y discursos de la abogacía activista con un ejercicio comprometido con las plurales
reivindicaciones políticas, sociales, culturales y económicas de los sectores desfavorecidos.

Los abogados alternativos evidencian ciertas rupturas con el habitus jurídico dominante de la profesión
identificada con el ejercicio independiente de la abogacía. Ellos muestran motivaciones valorativas
conjuntamente con una reflexividad refleja específica, que les da herramientas para deconstruir y despensar
lo dominante; les da el saber y saber hacer de la profesión abriendo nuevos caminos y espacios de lo
posible. En ese proceso los abogados alternativos construyen su núcleo identitario, su habitus jurídico,
expresado en maneras de pensar, sentir y actuar el derecho, desde y a partir de “lo político, crítico y
transformativo”. Innovan en la incorporación del uso estratégico del derecho como instrumento de
resistencia y transformación de factores de dominación, dentro y fuera del campo jurídico. Al centrar sus
prácticas y discursos profesionales desde lo político, el fin último es constituirse y constituir sujetos políticos
que luchen por sus derechos y desafíen el orden injusto imperante.

Un eje problemático es la tensión de construir una relación horizontal entre abogados y organizaciones, y
superar las reproducciones de jerarquías propias del lenguaje del derecho. Es difícil debido al poder
simbólico del derecho y su ejercicio en sociedad. Los abogados alternativos buscan impulsar un diálogo
articulador, desde el reconocimiento a la heterogeneidad de las diferencias, experiencias y saberes; si bien
no se logra superar el antagonismo, sí logran una autoreflexión sobre sus prácticas.
Hay que resaltar que los abogados alternativos no rompen totalmente con el habitus jurídico dominante.
Creen que jugar el juego del derecho es una práctica valiosa. El derecho es una herramienta más de lucha
política, reconocen sus límites y son conscientes de sus trampas que llevan a reproducir factores de
dominación; pero aun así no desconocen que el instrumento del derecho puede ser la puerta de entrada a
negociaciones de mínimas garantías para que los sectores populares y grupos desaventajados no sigan en
una situación de exclusión social.

62
2. Ciudadanía-judicialización de derechos.
BONILLA “Consultorios jurídicos: educación para la democracia”

Hoy en todos los continentes los sistemas de educación jurídica tienen instituciones académicas del tipo
de los consultorios jurídicos. No todos con la misma fortaleza, los mismos objetivos, etc.
Podría decirse que a partir de intercambios de conocimiento jurídico entre comunidades legales desde la
década de los sesenta, existe un concepto de consultorio jurídico trasnacional estándar, ampliamente
aceptado entre lo que lo conforman.
Ese concepto de consultorio jurídico estandar tiene tres componentes principales:
a) describe los consultorios jurídicos como instituciones académicas con dos objetivos centrales: la
justicia social y la enseñanza del derecho.
b) esos fines se materializan usando métodos de educación experiencial (los estudiantes aprenden
haciendo. Actividades que se realizan bajo la supervisión de un profesor).
c) las formas institucionales que pueden tomar pueden ser disímiles.

El derecho de interés público y los consultorios jurídicos

El derecho se globalizó. Hay firmas trasnacionales. La academia jurídica también evidencia esas
consecuencias.
El derecho de interés público no escapa a la globalización. En sus orígenes se identificó con la
representación judicial de sectores vulnerables.
El derecho de interés público a pesar de su heterogeneidad tiene tres características generales
ampliamente aceptadas por quienes lo practican:
a) parte de la premisa de que el derecho es un instrumento de transformación social.
b) acepta que el derecho es capaz de modificar la sociedad.
c) utilidad de cuatro instituciones para materializar sus objetivos: consultorios jurídicos, trabajo pro bono,
ONGs legales, y firmas de abogados de derecho de interés público.

Educación jurídica y justicia social: los fines generales de los consultorios jurídicos.
Competencias y obligaciones sociales

Los consultorios jurídicos persiguen dos objetivos principales: formar estudiantes que tengan destrezas
necesarias para actuar competente y éticamente en la práctica profesional, y contribuir a elevar los niveles
de justicia social de la comunidad política en la que están inmersos.
Desde un punto de vista pedagógico los consultorios jurídicos se articulan como instrumentos para
cuestionar y buscar alternativas a la educación formalista dominante (enciclopédica, memorista, acrítica,
descontextualizada, derecho formalista completo y cerrado, etc.), presentando una forma alternativa de
pensarla y ponerla en práctica. Se crean como una herramienta para enfrentar tanto el concepto formalista
del derecho como el tipo de educación que éste genera.
Los consultorios hacen énfasis en el desarrollo de habilidades y en la justicia social, poniendo en cuestión
los rezagos del formalismo, y poniendo énfasis en las competencias, la educación experiencial y la justicia
social.
Se entienden como una herramienta que permite formar estudiantes con las competencias necesarias
para enfrentarse a un mercado jurídico debilitado que exige abogados que además de herramientas
teóricas, tengan habilidades para actuar debidamente en la práctica diaria de la profesión.
Permiten que los estudiantes desarrollen las competencias necesarias para ser profesionales sólidos y
éticamente responsables, haciendo que sean conscientes de las obligaciones sociales que tienen en tanto
miembros de la profesión.
Hay tres desigualdades que crean obligaciones sociales a los abogados: epistemológicas (ciudadano
común no conoce el derecho ni tiene las herramientas para comprenderlo precisamente y usarlo
eficazmente), de clase (una capa importante de población que no puede contar con un abogado para

63
defender sus derechos) y de mercado jurídico (los ciudadanos no pueden sino excepcionalmente actuar de
manera directa ante los tribunales o la administración).

El derecho como instrumento de transformación social

El segundo objetivo principal de los consultorios jurídicos es “elevar los niveles de justicia social de las
comunidades políticas a las que pertenecen”.
Justicia social es un concepto de textura abierta. Los consultorios jurídicos en la práctica defienden
distintas interpretaciones del mismo. No obstante suelen identificarse con la posición que considera que el
derecho es un instrumento de transformación social.
La relación entre el derecho y el cambio social es vista de forma optimista por los consultorios jurídicos,
creyendo que mediante la representación legal de los desaventajados, materializan los valores de justicia
social. A esa concepción se oponen dos: la marxista (derecho mero epifenómeno de las relaciones de
producción. Para justicia social hay que transformar la economía y no el derecho) y la conservadora
(derecho como instrumento para mantener el orden establecido, valores y prácticas tradicionales). También
es cuestionado por posiciones políticas de izquierda (no necesariamente marxistas) apelando a:
a) la fe en el derecho y su capacidad de modificar la realidad (como si el problema fuera solamente
jurídico);
b) uso privilegiado del derecho para enfrentar problemas sociales complejos, desmoviliza a la ciudadanía
y desestima la acción política de las bases.
c) las acciones que típicamente adelantan los consultorios jurídicos desplazan a los líderes sociales que
han enfrentado el problema, los reemplazan por abogados, y desapoderan a las comunidades, legitimando
un sistema desigual.

El discurso transnacional que sustenta los consultorios jurídicos responde a los de izquierda y a los
conservadores, con argumentos sólidos.
1) el derecho no es ni debe ser el único instrumento para describir o solucionar un problema complejo.
Las estrategias jurídicas deben adelantarse de manera articulada con estrategias políticas, sociales y
culturales. No hay razón para pensar que deban excluirse.
2) además de problemas estructurales que afectan a una gran cantidad de ciudadanos, hay una infinidad
de necesidades que afectan a la vida de quienes las padecen, y que deben ser atendidas prontamente aun
no solucionen al problema estructural. (Por ejemplo un medicamento negado por sistema de seguridad
social).
3) desde el punto de vista normativo los abogados no tienen que reemplazar a los líderes sociales que
representan a las comunidades. Su trabajo es poner sus conocimientos jurídicos al servicio de las
comunidades vulnerables, no debilitar sus estructuras organizativas. Deben empoderar a las personas
mediante el derecho, no convertirse en un nuevo instrumento para su subordinación.
4) responde a las conservadoras, que el derecho debe ser una síntesis del proyecto normativo que
persigue la comunidad política. Los consultorios jurídicos intentan cerrar la brecha que existe entre el
proyecto y la realidad. Su trabajo no es mantener el statu quo sino transformar la sociedad de manera que
se parezca cada vez más a su mejor versión, aquella que se articula a los ejes que constituyen a su sistema
jurídico.

La justicia social y las tensiones que genera dentro de los consultorios jurídicos

Los consultorios jurídicos están atravesados por cuatro tipos de tensiones que se generan por su
compromiso con la justicia social. Entre derecho y política; entre los clientes que representan y las causas
que promueven mediante su activismo jurídico; entre la autonomía del cliente y la orientación del caso por
parte de los abogados; y entre el fin de justicia social y los fines pedagógicos.

1) tensión entre derecho y política: el formalismo y otras concepciones de derecho diferencian los
espacios político y jurídico. Es discusión se produce de dos formas dentro de los consultorios jurídicos, una
externa y una interna.

64
A) externa: crítica de algunos operadores por fuera de los consultorios jurídicos, argumentando que los
consultorios jurídicos destruyen los límites que mantienen política y derecho en espacios separados.
Dicen que lo que hacen es promover una agenda política mediante el derecho. Cosa que se agrava
cuando están bajo el nombre y el presupuesto de una universidad.
B) interno: los consultorios jurídicos entienden que la distinción tajante entre derecho y política describe
de manera imprecisa el campo jurídico; hay espacios en donde se traslapan. Por lo tanto aceptan la
inevitabilidad de que algunas de sus actividades tengan un componente político.
La tensión que hay entre derecho y política en los consultorios jurídicos no se resuelve ocultándola, sino
haciéndola explícita. Presentando públicamente las decisiones que toman y los criterios que las justifican.
También permitiendo la creación de consultorios jurídicos con objetivos de justicia social distintos, y con
profesores distintos.

2) tensión entre los clientes que representan y las causas que promueven mediante su activismo
jurídico.
Se puede dar tanto en casos individuales (defensa penal de indígena, plantear argumento de
inimputabilidad que favorecería al individuo, pero reproduciría un argumento que toma a los indígenas
como inferiores mental y culturalmente) como en los estructurales (llevar caso de matrimonio igualitario a
cortes y no al congreso, triunfando así, pero siendo contraproducente para la igualdad de todos su
miembros).
La solución en los casos particulares pasa por aplicar dos criterios: de transparencia y de humildad
epistémica y política. Presentarles las consecuencias de llevar el caso, y las diversas estrategias.
Permitiéndoles elegir.
En los casos estructurales, la transparencia exige además una discusión tan amplia como sea posible.
Aplicando humildad epistémica y política deberán reconocer que no pueden arrogarse la potestad de
decidir por sí solos como solucionar el problema.

3) tensión entre autonomía del cliente y la orientación del caso por parte de los abogados.
El cliente es el que mejor conoce sus intereses y como quiere que se resuelva el conflicto, no obstante no
tiene los conocimientos legales para articular el problema desde lo jurídico y comprender las soluciones que
le ofrece el derecho.
Los abogados de los consultorios jurídicos en contraste, controlan y saben hacer uso del discurso jurídico.
Eso genera a veces una relación vertical con el cliente (y no es difícil que pase, dado a que los clientes no
pagan los servicios, son de estratos más bajos, no tienen capacidad de negociación, etc.).
Los mejores consultorios jurídicos son los que resuelven esa tensión de una manera distinta, donde los
profesores y estudiantes enfrentan los efectos negativos de su posición privilegiada. Se puede evitar la
tensión apelando a los principios de servicio, transparencia, y humildad epistemológica y política. No olvidar
que están al servicio de sus clientes. En caso extremo de que haya una contradicción radical entre lo que los
clientes quieren y el interés público o aspectos centrales de las nociones de justicia social con las que están
comprometidos los consultorios jurídicos, estos últimos tienen el deber de no representar más a los
clientes.
El principio de servicio va de la mano con el deber que tienen los consultorios jurídicos de explicarles a sus
clientes las posibles descripciones, evaluaciones y soluciones jurídicas a sus problemas (transparencia). No
deben olvidar que son los clientes quienes en última instancia deben decidir cuál es la mejor forma.

4) tensión entre el fin de justicia social y los fines pedagógicos que persiguen los consultorios jurídicos.
Cuando se inicia el trabajo clínico, idealmente los profesores tratan de lograr un balance entre ambos
objetivos, eligiendo casos acordes a eso. No obstante una vez iniciado el proyecto, pueden surgir conflictos.
Puede el caso agotarse como herramienta pedagógica; o puede el proyecto aunque haya agotado sus
dimensiones de justicia social permitiría todavía desarrollar destrezas jurídicas (por ejemplo, presentaron la
demanda, pero quieren seguir investigando y hacer una publicación).
Debe resolverse siempre a favor de la justicia social. El impacto que el caso tiene para el cliente es
siempre mayor que para estudiantes/profesores. Está en juego libertad/patrimonio/dignidad de los clientes.
Para los estudiantes está en juego su formación que es menos importante en cuanto bien jurídico, y tendrán
otras oportunidades de consolidar sus habilidades. Y al ser una institución de servicio, los consultorios
jurídicos se deben a sus clientes, quienes son vulnerables socialmente.

65
Educación experiencial y consultorios jurídicos (leer este apartado del apunte)
La educación experiencial es el medio por el cual los consultorios jurídicos materializan sus objetivos
pedagógicos y de justicia social. No obstante el campo de la educación experiencial no se agota en el
desarrollo de habilidades necesarias o la protección de personas de bajos recursos, sino que también se
sustenta en un saber mucho más complejo.
Hay distintas teorías pero todas tienen cuatro elementos generales comunes:
a) quien aprende crea significado a partir de su experiencia (proceso de experiencia, reflexión crítica,
conceptualización y experimentación).
b) la educación es holística, el estudiante se vincula emocional, política, social y físicamente con el proceso
de aprendizaje (razón y emoción).
c) es transactiva porque se da a través de interacciones entre el estudiante y sus colegas, el profesor y el
contexto.
d) tiene como objetivo formar individuos para la democracia (por eso debe reducir la relación vertical
tradicional profesor-estudiante).

El modelo Kolb y la educación experiencial

Los cuatro componentes centrales de la filosofía de la educación experiencial anteriormente


mencionados, se pueden concretar en diversos modelos que buscan precisarlos. El modelo de educación
experiencial más conocido es el de David Kolb.
El conocimiento surge de la combinación de aprehenderla y modificarla. El aprendizaje es siempre un
proceso de reaprendizaje: creencias y conocimientos del estudiante son examinados, puestos a prueba,
modificados y reafinados.
El proceso cíclico de aprendizaje está compuesto por etapas de experiencia concreta, observación
reflexiva, conceptualización abstracta y experimentación activa. Implica recoger y transformar información.
El individuo debe escoger entre opuestos en tensión: experiencia y conceptualización; observar y
experimentar. Esa relación dialéctica se resuelve decidiendo, y esas decisiones generan patrones de
aprendizaje. Los patrones de aprendizaje son cuatro: divergente, asimilador, convergente y acomodador
(abogados este último).

El modelo ha recibido fuertes críticas también. Critican que se construyó mediante un eclecticismo débil
que no logra crear una nueva propuesta sólida. También que promueve una premisa no justificada: la fe en
la capacidad innata de cada individuo para aprender y desarrollarse. Desconoce que el sujeto está situado
en un mundo y un entorno que determinan las maneras en que comprende y evalúa la realidad. Etc etc

Una tipología de los consultorios jurídicos


Los consultorios jurídicos generalmente se entienden como espacios académicos que persiguen objetivos
pedagógicos y de justicia social mediante la educación experiencial. Dentro de ese marco los consultorios
jurídicos toman formas muy diversas.
Los consultorios jurídicos se pueden diferenciar en primera instancia por los objetivos concretos que
persiguen.
1) consultorios jurídicos de acceso a la justicia.
Objetivo específico: la defensa judicial o asesoría jurídica de individuos o pequeños grupos de individuos.
Contribuir a la materialización del derecho fundamental del acceso a la justicia de personas de bajos
recursos. Por lo tanto llevan adelante casos sencillos en materias como penal, familia, laboral; como por
ejemplo comisión de un delito de poca gravedad.
Las debilidades que tiene son:
a) debilidad conceptual: al concentrarse solo en casos individuales, pierden de vista los problemas
estructurales causantes de los conflictos sociales que deben atender.

66
b) debilidad práctica bifonte: consultorios que han tendido a no darle una participación relevante a los
clientes en la articulación y concreción de los servicios que prestan. Asumen una perspectiva
asistencialista. Reproducen la relación vertical.
c) como cuestión histórica, en los países en donde se practica así, se han convertido los consultorios
jurídicos en espacios de reproducción del concepto y educación formalista del derecho que pretenden
cuestionar.
Aun con todas esas debilidades debe admitirse que han cumplido un papel fundamental en la
satisfacción de las necesidades jurídicas de las capas más pobres de la población.

2) consultorios jurídicos de cambio social estructural.


Objetivo que persiguen: contribuir a la solución de problemas sociales estructurales que afectan a un
número notable de personas.
No buscan asesorar o representar judicialmente a individuos, sino usar herramientas jurídicas como el
litigio estratégico, asesoría legislativa, etc. para enfrentar macroproblemas que impactan negativamente en
amplios sectores vulnerables de la sociedad.

En países en donde existen ambos tipos, se ha presentado una rivalidad indeseable entre ellos (sobre
todo por una cuestión de financiamiento).

Pero claramente los dos tipos deben complementarse con otras clasificaciones para poder entender más
precisamente el mapa de educación jurídica experiencial contemporánea.
También pueden dividirse por espacios geográficos en los cuales desarrollan sus actividades.
Se dividen en los que se especializan en proyectos internacionales, nacionales o provinciales.

También pueden clasificarse por el tipo de cliente al que usualmente sirven.


Se diferenciarían en los que sirven a: clientes individuales, a comunidades y a organizaciones sociales.

La geopolítica del conocimiento jurídico y los consultorios jurídicos


El carácter global del movimiento clínico ha abierto las puertas para que los consultorios jurídicos del
norte y del sur globales adelanten proyectos conjuntos que buscan enfrentar problemas de justicia social y
crear espacios de educación experiencial para sus estudiantes.
Estos proyectos permiten aunar esfuerzos para enfrentar un asunto que afecta a una población
vulnerable, y también permite que los estudiantes/profesores se enriquezcan profesional y culturalmente.
Sin embargo, estos proyectos no escapan de la economía política del conocimiento jurídico. Están regulados
por normas que determinan la creación/intercambio/legitimación/uso de productos jurídicos.
La economía política del conocimiento jurídico está construida por dos modelos estrechamente
conectados: el libre mercado de las ideas jurídicas, y el modelo colonial de creación de conocimiento
jurídico. Esos modelos están constituidos por estructuras conceptuales que describen y regulan los procesos
de creación e intercambio de productos jurídicos.
El modelo del libre mercado de las ideas jurídicas se estructura en tres ejes:
1) sujeto de conocimiento que construye es abstracto, igual y racional, capaz de crear conocimiento
jurídico original. Las características particulares del sujeto son irrelevantes para la creación de
conocimiento jurídico (raza, origen nacional, género, etc.).
2) el sujeto de conocimiento ocupa una geografía conceptual que él mismo construye. Para la
misma, las fronteras son irrelevantes, se puede crear conocimiento jurídico en cualquier parte del
mundo y dirigirlo hacia cualquier parte.
3) los sujetos están comprometidos con una forma de entender la historia. El devenir histórico es
lineal e infinito. El saber legal para ser legítimo debe ser una expresión de la voluntad que concreta
el poder creador de derecho, el pueblo, y sus delegados. Pero también debe estar guiada por la
razón.
El modelo está comprometido con los valores de la meritocracia, la verdad y la utilidad. El triunfo de un
artefacto legal es una función de su verdad y utilidad.

67
El modelo imagina los proyectos realizados conjuntamente por clínicas del norte y del sur, de una forma
particular.

El modelo colonial de producción de conocimiento legal, también tiene tres ejes:


1) un sujeto dual territorializado y racializado: el sujeto colonial (bárbaro jurídico) y el sujeto
metrópolis (sujeto de conocimiento pleno).
2) habitan una geografía binaria: sujeto metrópolis al norte global (rico, de producción de
conocimiento jurídico), sujeto colonial al sur global (pobre).
3) intercambio de conocimiento unidireccional: norte-sur. La relación es vertical.
Los sujetos y espacios binarios que construye, van de la mano con una forma de imaginar la historia,
como lineal pero finita. Tiene un final, la metrópolis habita el final de la historia, mientras que las colonias
hacen lo posible por arribar a él.
Sujetos, geografías e historias del modelo colonial de conocimiento jurídico tienen cuatro oposiciones
conceptuales que regulan sus dinámicas: mimesis (reproducción) y autopoiesis (creación); cultura y
derecho; conocimiento jurídico local y conocimiento jurídico universal; y leguajes apropiados e
inapropiados para el conocimiento jurídico. Cada polo se corresponde con una de las geografías y sujetos.
Sur: mimesis, cultura, conocimiento jurídico local y lenguajes inapropiados.
Norte: autopoiesis (creación), derecho, conocimiento jurídico universal y lenguajes apropiados.

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BOLILLA 7
DERECHO Y EXPERIENCIAS TRANS-ESTATALES

1. Las nuevas dinámicas y problemas, económicos, políticos, sociales y jurídicos en el contexto


transnacional.
2. la potencia y límites del derecho en la tarea de emancipación.

BOAVENTURA DE SOUZA SANTO: “¿Puede el derecho ser emancipatorio?”

I. Introducción

Vivimos una época donde el ritmo, escala, naturaleza y de transformación son tales que los momentos de
destrucción y de creación suceden a un ritmo frenético sin dejar tiempo ni espacio para estabilización y
consolidación. Por eso el período actual se caracteriza como un período de transición.
En los períodos transitorios es característico que las cuestiones complejas que plantea no logren
encontrar un entorno social o cultural propicio para obtener respuesta. Quienes encabezan secuencias de
destrucción y creación social están tan absorbidos en la mecanicidad de la secuencia que es irrelevante y
hasta amenazante/peligroso preguntarse lo que hacen. Y por otro lado, la gran mayoría de la población vive
las consecuencias de una intensa destrucción y creación social, que no logra indagar y menos responder
cuestiones complejas. Este no es un período conducente a la autorreflexión.

Como es un período difícil de abordar, mejor es hacerlo con preguntas simples. Se pregunta entonces,
¿puede el derecho ser emancipatorio? O ¿existe alguna relación entre el derecho y la búsqueda de una
sociedad buena?

II. contextualizando la cuestión

Cuando el estado liberal asumió el monopolio de la creación y aplicación del derecho, la tensión entre la
regulación y la emancipación social se convirtió en un objeto más de la regulación jurídica. Solo fueron
permitidos las prácticas y objetivos emancipatorios sancionados por el Estado y, por ende, coherentes con
los intereses de los grupos sociales que lo apoyan.
Esa dialéctica reglamentada se transformó gradualmente en una regulación no dialéctica a través de la
cual la emancipación social dejó de ser el otro de la regulación social para convertirse en el doble de la
regulación social. La emancipación social, en vez de ser una alternativa radical a la regulación social
existente, pasó a ser el nombre de la regulación social en el proceso de revisarse o transformarse a sí
misma.
Desde el triunfo del liberalismo, las luchas por la emancipación social se manifestaron en el lenguaje del
contrato social como luchas contra la exclusión del contrato social y por la inclusión en el mismo. Las
estrategias se distinguen dualmente: los que buscan luchar dentro de los límites jurídicos del estado liberal
(demoliberales y luego demosocialistas) y para los que esos límites frustraban cualquier lucha
emancipadora (socialistas radicales).
Esa dualidad caracterizó a los socialistas de izquierda:
-por un lado la política emancipadora llevada a cabo por medios parlamentarios legales a través del
reformismo gradual. Se dio en Europa occidental y el Atlántico Norte, y adoptó la modalidad del estado de
derecho, y se transformó en un programa de concesiones liberales dirigidas a expandir la inclusión en el
contrato social sin amenazar la estructura básica del sistema económico y político vigente. El resultado fue
la expansión de la ciudadanía política (sufragio universal, derechos civiles y políticos) y la ciudadanía social
(estado de bienestar, derechos sociales y económicos).
-por otro una política emancipadora llevada a cabo por medios extraparlamentarios ilegales con el
objetivo de conseguir rupturas revolucionarias. Dominó en la periferia del mundo. Carácter de
confrontación ilegal, violenta o no, con el estado liberal y la economía capitalista, llevando a la creación de
estados socialistas.

69
El campo legal reformista, se dividió entre los que priorizaban la libertad por sobre la igualdad a favor de
concesiones mínimas más viables (demoliberalismo) y los que rechazaron establecer una jerarquía entre
libertad e igualdad y estaban a favor de concesiones máximas más viables (demosocialismo). Ambas
luchaban contra el conservadurismo que se oponía a cualquier concesión a los excluidos.
Este paradigma político entró en crisis e impactó en las dos estrategias (reformista y revolucionaria). La
crisis del reformismo adoptó la forma del estado de bienestar, y la de los periféricos, forma de crisis del
estado desarrollista. Significó la re-emergencia del conservadurismo y una ola ideológica contra la inclusión.
Ese colapso llevó a la desintegración de la tensión entre la regulación y la emancipación social. La
desintegración de la emancipación social acarreó la desintegración de la regulación social.
De allí la doble crisis de la regulación y emancipación, en donde el conservadurismo prospera bajo el
engañoso nombre de neoliberalismo. El neoliberalismo no es una versión nueva del liberalismo, sino una
versión nueva del conservadurismo.
Lo intrigante es que el colapso de las estrategias políticas, ha reforzado la compatibilidad del capitalismo
y la democracia, y la ha extendido más allá de los países centrales.

Al mismo tiempo la vía revolucionaria entró en crisis cuando colapsaron los estados que habían surgido
de ella. La calidad de la emancipación social se había puesto en duda mucho antes.

La manera de pensar la transformación social como una tensión entre regulación y emancipación, es
moderna. Presentando ambas una crisis, deberíamos preguntarnos si no habría que abandonarla, y buscar
nuevas concepciones para que la transformación social tenga sentido.
Siendo que siguen preocupándonos las ideas de un buen orden y una buena sociedad, porque cada vez
las sociedades son más desiguales y excluyentes, abandonar totalmente la tensión entre regulación y
emancipación (o la propia idea de transformación social) parece arriesgado; no solo porque coincide con la
agenda conservadora, sino porque no existe ninguna nueva concepción con el potencial de captar
aspiraciones políticas modernas. Lo más prudente parece ser reinventar la tensión entre emancipación y
regulación. Y también reinventar el derecho y la revolución que fueron las estrategias políticas que en el
pasado encarnaron la tensión entre las dos anteriores.
Reinventar derecho y revolución parece mucho más difícil porque la revolución parece descartada, y el
derecho está más omnipresente que nunca. La tarea sería cómo reinventar el derecho más allá del modelo
liberal y demosocialista, sin caer en la agenda conservadora y, cómo conseguirlo para combatirla de
manera eficiente.

III. El prejuicio occidental y la plausibilidad de la cuestión

La pregunta “¿puede el derecho ser emancipatorio?” realiza una serie de suposiciones que son
específicas de la cultura y la política occidentales. Presupone la existencia del derecho, la emancipación
social, etc. Da por hecho que hay expectativas sociales actuales y que el vacío debe llenarse.
Por lo tanto si a pregunta es una cuestión distintivamente occidental, también lo es la afirmación de que
hay una narrativa histórica del destino de la tensión entre regulación social y el papel que juega el derecho
en ella.
Las formas inclusivas de la ciudadanía política y social (estado de bienestar) han sido más la excepción
que la regla. El derecho (como derecho estatal) ha jugado un papel mínimo en la gestión de la tensión entre
regulación y emancipación.
Entonces ¿Por qué debe seguir haciendo esa pregunta? Y ¿cómo abordar esa cuestión?
¿Por qué debe seguir haciendo esa pregunta? Tener presente que la globalización jurídica neoliberal está
reemplazando la tensión altamente politizada entre regulación y emancipación por una concepción
despolitizada del cambio social cuyo único criterio es el estado de derecho y la adjudicación judicial por
parte de un poder honesto, independiente y eficiente. La globalización hegemónica neoliberal ha traído un
paradigma jurídico y político de alcance global. Significa que la cuestión de la relación entre derecho y
emancipación puede que se convierta en una cuestión global.
La cuestión del papel del derecho para producir la emancipación social es actualmente una cuestión
contrahegemónica que debe llevarse por las fuerzas sociales que luchan contra la globalización hegemónica

70
neoliberal. La globalización hegemónica neoliberal mientras extendió por el mundo su sistema de
dominación y exclusión, creó condiciones para que las fuerzas y organizaciones contrahegemónicas en los
lugares más dispares del mundo visualicen sus intereses comunes y converjan (por sobre sus diferencias) en
luchas contrahegemónicas que incorporen proyectos sociales separados pero relacionados.
La cuestión del potencial emancipatorio del derecho se puede afrontar analizando la dimensión
jurídica de las luchas globales contrahegemónicas.

¿Cómo abordar esa cuestión?


Es clave distinguir entre formas hegemónica y contrahegemónica de globalización jurídica. Para no
frustrar la posibilidad de una globalización jurídica contrahegemónica, es imprescindible desoccidentalizar
la concepción de derecho. Implica reinventar el derecho de forma que encaje con las reinvindicaciones
normativas de grupos sociales subalternos y sus movimientos y organizaciones que luchan por alternativas
a la globalización neoliberal.
Tal reinvención del derecho implica concepciones y prácticas subalternas, distinguiendo tres tipos:
a) concepciones y prácticas que aun parte de la tradición occidental, fueron suprimidas o marginalizadas
por las concepciones liberales dominantes.
b) concepciones que evolucionaron fuera de Occidente (estados coloniales y poscoloniales).
c) concepciones y prácticas que hoy proponen organizaciones y movimientos activos en avanzar formas
de globalización contrahegemónica.
La modernidad subalterna nos da alguna de las herramientas para seguir esa dirección progresista del
buen orden y la buena sociedad que aun no tenemos.

Para captar el potencial y los obstáculos de la consolidación de prácticas cosmopolitas subalternas, es


necesario analizar brevemente el contexto social, político y económico que la globalización neoliberal ha
producido, y en donde se despliegan las prácticas subalternas.

IV. La muerte del contrato social y ascensión del fascismo social

1. la exclusión social y la crisis del moderno contrato social


El contrato social (con su criterio de inclusión y exclusión y sus principios metacontractuales) ha
organizado la vida económica, política y cultural de las sociedades modernas. En los últimos 20 años ese
paradigma social, económico y cultural experimentó un período turbulento. Como consecuencia se produjo
una auténtica crisis del contrato social.
El contrato social se basa en tres postulados:
a) un régimen general de valores: se basa en la idea del bien común y la voluntad general. Turbulencia
porque surgen múltiples poderes (por fuera de los del estado y el derecho), y los valores de la
modernidad adquieren una sobrecarga simbólica ya que significan cada vez cosas más dispares para cada
grupo.
b) un sistema común de medidas: concepción de tiempo y espacio neutral, homogéneo, lineal.
Turbulencia porque además de ya no existir esas concepciones, esa desaparición crea diferencias en las
relaciones sociales y en la vida diaria; se turban las escalas, un fenómeno trivial puede transformarse
repentinamente en algo dramático.
c) un espacio-tiempo privilegiado: el espacio-tiempo del estado nacional está perdiendo primacía, por la
creciente importancia de los espacio-tiempos globales y locales que compiten con él. (nuevos marcos
temporales por ejemplo: tiempo instantáneo –ciberespacio-, tiempo glaciar –degradación ecológica,
cuestión indígena y biodiversidad-).

La contractualización se consolida de una manera sin precedentes (redes sociales, relaciones laborales,
seguridad social, etc.) pero de una manera que nada tiene que ver con el contrato social.
1) los nuevos vínculos contractuales no tienen estabilidad y pueden ser rotos en cualquier momento.
2) la contractualización neoliberal no reconoce el conflicto/lucha como elementos estructurales del pacto
social. Los reemplaza por consentimiento pasivo a condiciones supuestamente universales.

71
Por lo tanto la nueva contractualización se corresponde con un contrato falso, de mera apariencia. Que
prefigura la re-emergencia del status. Predominan los procesos de exclusión por sobre los de inclusión.
La exclusión contractual adopta dos modalidades: a) poscontractualismo: grupos e intereses que estaban
incluidos en el contrato social, se excluyen sin posibilidad de retorno (por ejemplo excluidos del sistema de
bienestar). b) precontractualismo: bloquear el acceso a la ciudadanía de los grupos sociales que se
consideraban candidatos a ella y tenían una expectativa razonable (por ejemplo clases populares de la
semiperiferia).

La intensificación de la lógica de la exclusión crea nuevos estados de naturaleza: la precariedad de la vida


y la servidumbre generada por la ansiedad permanente de los trabajadores asalariados en relación a la
cantidad/continuidad de trabajo, y de los desempleados en busca de empleo o que no reúnen las
condiciones mínimas para hacerlo, etc. La estabilidad de los mercados se consigue con la inestabilidad de
las expectativas de las personas. El trabajo está desapareciendo de las referencias éticas sobre las que se
asientan la autonomía y autoestima de los sujetos.
En términos sociales el efecto del precontractualismo y poscontractualismo es la emergencia de la
subclase de excluidos.

2. El surgimiento del fascismo social


El riesgo de lo que venimos hablando es el surgimiento del fascismo social. A diferencia de fascismo de
los años, este NO es un régimen político, sino un régimen social y civilizacional. En lugar de sacrificar la
democracia ante las exigencias del capitalismo, trivializa la democracia hasta tal punto que resulta ya
innecesario sacrificar la democracia a fin de promocionar el capitalismo. Es un fascismo pluralista producido
por la sociedad en lugar de por el estado.
Distingue cuatro tipos de fascismo social.
a) el fascismo del apartheid social: La segregación social de los excluidos a través de la división de
ciudades en zonas salvajes y zonas civilizadas. Las civilizadas se encuentran en amenaza constante por las
salvajes, y por ende se fortifican para defenderse, formando segregación urbana (barrios privados). El
Estado en las zonas civilizadas actúa como estado protector, de forma democrática; y en los salvajes
como predador, de forma fascista.
b) el fascismo paraestatal: usurpación de prerrogativas del estado (como la coerción), por actores
sociales muy poderosos, que neutralizan o suplantan el control social producido por el Estado (muchas
veces con su complicidad).
Tiene dos dimensiones:
-El fascismo contractual: contrato civil con una parte muy débil que cede.
-El fascismo territorial: actores sociales con gran cantidad de capital disputan al estado el control de
los territorios donde actúan, o neutralizan ese control al coaccionar a las instituciones.
c) el fascismo de la inseguridad: manipulación discrecional del sentido de la inseguridad de las personas
y grupos sociales vulnerables, debido a la precariedad del trabajo, o accidentes desestabilizadores.
Genera una ansiedad crónica e incertidumbre en las personas, reduciendo sus expectativas y
disponiéndolas a soportar enormes cargas para reducir mínimamente esa inseguridad.
Crea dos tipos de ilusiones:
-retrospectivas: recalcar en la memoria la inseguridad y la ineficiencia de la burocracia estatal en proveer
seguridad social.
-prospectivas: crean horizontes de seguridad y bienestar producidos en el sector privado y
sobrevaloradas.
d) el fascismo financiero: controla los mercados financieros y su economía de casino. Es el más cruel
porque su espacio-tiempo es el más adverso a cualquier clase de intervención y deliberación
democrática. Se ha convertido en el modelo y el criterio operativo de las instituciones de regulación
global.

En todas las clases el fascismo social se caracteriza por relaciones sociales y experiencias de vida bajo
relaciones de poder e intercambios extremadamente desiguales, que se dirigen a formas de exclusión
severas e irresistibles. Esa exclusión existe tanto nacionalmente como entre países.

72
3. el fascismo social y la producción de una sociedad civil estratificada
El impacto del fascismo social en la dicotomía Estado-sociedad civil.
Tres tipos de sociedad civil:
1) íntima: Individuos con hiperinclusión social. Disfrutan de las 3 generaciones de derechos. Gran
intimidad con el Estado. Relación de ellos con el Estado es de “privatización del Estado”.
2) extraña: Individuos con mezcla de experiencias de vida de inclusión y exclusión social. Pueden ejercer
derechos civiles y políticos, pero poco acceso a los sociales y económicos, y mucho menos a los culturales.
3) incivil: Individuos completamente excluidos. Invisibles socialmente. No pertenecen a la sociedad civil.

Mientras que en los países del centro, el círculo más amplio tiende a ser el del medio (sociedad civil
extraña), en los periféricos el externo (sociedad civil incivil).
La globalización hegemónica ha hecho que se movilicen: unos pocos suben al círculo interno, y la gran
mayoría se ve cayendo. Por ende los periféricos y semiperiféricos se polarizan cada vez más entre exclusión
e hiperinclusión social.
Lo mismo sucede a nivel mundial entre países.

Esas tipologías de sociedades demuestran que los discursos y prácticas jurídico-políticos permitidos por la
globalización neoliberal son incapaces de enfrentarse al fascismo social y por ende abordar la cuestión
social del crecimiento de la sociedad civil incivil. Por lo tanto para enfrentarse al fascismo social con éxito y
abordar las necesidades de la sociedad civil incivil, se necesita otro derecho y otra política. El derecho y la
política de la globalización contrahegemónica y del cosmopolitismo subalterno e insurgente.

V. Sobre el cosmopolitismo subalterno e insurgente

La globalización neoliberal, aunque sea la hegemónica, no es la única.


Surgen las luchas contrahegemónicas en todo el mundo, sea originalmente trasnacionales, o
locales/nacionales interconectadas con luchas paralelas en otro lugar.
Son contrahegemónicas porque luchan contra los resultados económicos, sociales y políticos de la
globalización hegemónica y también porque cuestionan la concepción del interés general subyacente (que
sería la expansión del capitalismo global) y proponen una concepción alternativa.
Está centrada en la lucha contra la exclusión social. La erradicación del fascismo social, ya que la exclusión
social es siempre producto de relaciones de poder.

El cosmopolitismo subalterno e insurgente identifica cinco novedades:


1º) concepción del poder y la opresión: todos los tipos de opresión provocan exclusión, por lo tanto en el
centro de la lucha están los excluidos (y no los explotados), no hay clases sociales, hay humanidad. Por
ende la prioridad que se le dé a una lucha, le da también compromiso de crear espacio político para otras
luchas.
2º) equivalencia entre los principios de igualdad y de la diferencia: la igualdad como idea emancipatoria
en definitiva también termina excluyendo lo diferente. Las diferencias se deben respetar.
3º) democracia y conquista del poder: no tiene sentido tomar el poder sin transformar el poder. No es
tomar el poder el objetivo, es un nuevo mundo. La regla de oro es la democracia interna.
4º) la rebelión y no la revolución es el tema clave, dado que tomar el mando del poder estatal no es un
objetivo inmediato. La teoría es lo último y no lo primero; en vez de una teoría que unifique luchas
(creando una nueva realidad), se necesita una teoría que traduzca, que busque un entendimiento mutuo.
Luchas basadas en conocimiento del sentido común y no conocimiento teórico.
5º) se ha convertido en una cuestión discutible la compatibilidad de una determinada
lucha/movimiento con el capitalismo global, (que ha llevado en el pasado a debates acalorados): como
asumir el poder del Estado no es objetivo primordial, se permite que cada iniciativa cosmopolita se ocupe
de sus raíces. La cuestión de la compatibilidad se reemplaza por la cuestión de la dirección política de los
procesos acumulativos de mutuo aprendizaje y de recíproca adaptación y transformación entre prácticas
sociales hegemónicas dominantes y prácticas subalternas insurgentes.

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VI. El cosmopolitismo subalterno y el derecho: condiciones para una legalidad cosmopolita

El cosmopolitismo subalterno es un proyecto cultural, político y social, recién gestándose. Por eso el lugar
del derecho en el mismo, es prospectivo.
La legalidad cosmopolita subalterna profundiza la globalización contrahegemónica, y sería la respuesta a
la pregunta de si el derecho puede ser emancipatorio.

Tiene distintas condiciones o presupuestos, que se resumen en ocho tesis:

1) una cosa es utilizar una herramienta hegemónica en una determinada lucha política. Otra cosa es
utilizarla de manera hegemónica: El derecho no se reduce al derecho estatal ni a los derechos individuales;
no se los tiene que excluir de las prácticas jurídicas cosmopolitas, se las puede usar, pero dando lugar a
otras. Idea de autonomía y de que los derechos son a la vez medios y fines de la práctica social.

2) el uso no hegemónico de herramientas jurídicas hegemónicas reposa en la idea de integrarlas en


movilizaciones políticas más amplias que puedan incluir acciones tanto legales como ilegales: La legalidad
cosmopolita se adhiere a una visión no esencialista de las leyes estatales y de los derechos. Lo que convierte
a los derechos en hegemónicos es el uso específico que realizan las clases dominantes (como autónomos y
exclusivos). Sin embargo pueden usarse integrándolos a movilizaciones políticas más amplias que permitan
que las luchas se politicen antes de que sean legalizadas: una vez que se recurre al derecho deben
intensificarse las movilizaciones políticas para evitar la despolitización que los derechos tienden a
engendrar. Una forma de resistir al derecho es luchar por derechos más inclusivos.
Los momentos más intensos comportarán acción directa, desobediencia civil, etc. algunos serán ilegales.
La ilegalidad cosmopolita subalterna puede usarse contra legalidad dominante y contra la ilegalidad
dominante (estado paralelo).

3) las formas de derecho no hegemónico no favorecen o promueven necesariamente el


cosmopolitismo subalterno: El derecho hegemónico es el derecho estatal. Las formas de derecho no
hegemónico, no son necesariamente contrahegemónicas. La prueba de juego es evaluar si el pluralismo
jurídico contribuye a reducir la desigualdad de las relaciones de poder y por ello la exclusión social, o a
mejorar la calidad de la inclusión social; o si fortalece los intercambios desiguales y reproduce la exclusión
social. (En el primer caso, la legalidad no hegemónica forma parte de la pluralidad jurídica cosmopolita).

4) la legalidad cosmopolita es voraz en cuanto a las escalas de legalidad: se toma en serio la idea de que
el derecho es un mapa, que interpreta mal la realidad pero lo hace según procedimientos sistemáticos y
previsibles (escala, proyección y simbolización). Por lo tanto, para la legalidad cosmopolita las formas de
movilización política y sus objetivos concretos decidirán qué escala se debe privilegiar (local, nacional,
global). Privilegiar a una no significa no movilizar las otras. Por el contrario, tiende a combinar diferentes
escalas de legalidad y subvertirlas. Es una legalidad transescalar.

5) la legalidad cosmopolita es una legalidad subalterna que tiene como objetivo la sociedad civil incivil
y la sociedad civil extraña: la sociedad civil incivil porque busca erradicar la exclusión social especialmente
el fascismo social. Pero también a los estratos más bajos de la sociedad civil extraña donde se produce una
exclusión social masiva. Busca atender a los daños sistemáticos (y no solo a la relación víctima/verdugo). La
justicia restaurativa debe ser reemplazada por la justica transformativa, es decir un proyecto de justicia
social que vaya más allá del horizonte del capitalismo global.

6) como forma de legalidad subalterna el cosmopolitismo somete los tres principios modernos de
regulación a una hermenéutica de sospecha: la legalidad cosmopolita concibe las relaciones de poder
como relaciones NO limitadas al estado sino que HABITAN el mercado y la comunidad. Por ende distingue
mercado dominante y mercado subalterno, y comunidad dominante y comunidad subalterna. El objetivo de
la legalidad cosmopolita está en capacitar a los subalternos.

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7) el vacío entre el exceso de sentido y el déficit de desempeño es inherente a una política de legalidad.
La legalidad cosmopolita está preocupada por este vacío: el vacío entre un exceso de sentido (expansión
simbólica mediante promesas abstractas) y el déficit de desempeño (la estrechez de los logros concretos)
puede acabar desacreditando las luchas cosmopolitas en su conjunto.
Siendo una realidad que la expectativa social es actualmente negativa, el proyecto cosmopolita busca
restaurar la discrepancia moderna entre expectativa (positiva) y realidad. A pesar de eso, hay una oposición
entre lo cosmopolita y la legalidad cosmopolita. En una época de expectativa negativa, la legalidad
cosmopolita puede ser más efectiva si defiende el statu quo jurídico (la aplicación efectiva de las leyes como
están en los libros). El dilema radica en tener que luchar tanto por una profunda transformación social
como por el statu quo. La salida está en una fuerte movilización política del derecho que utiliza el exceso de
sentido del derecho para transformar una lucha por el statu quo en una lucha por una profunda
transformación social, y el déficit de desempeño del derecho para transformar una lucha por la
transformación social en una lucha por el statu quo.

8) a pesar de las profundas diferencias entre la legalidad demoliberal y la legalidad cosmopolita, las
relaciones entre ellas son dinámicas y complejas.
Son diferentes porque la legalidad demoliberal hace un uso hegemónico de las concepciones
hegemónicas del derecho y de los derechos. No da lugar a infracciones políticas o acciones ilegales. Las
concesiones a la sociedad civil incivil legitiman su exclusión sistemática. No aspira a ningún tipo de
transformación social estructural profunda, y usa el vacío entre exceso de sentido y déficit de desempeño,
para avanzar manipulaciones adaptativas del statu quo.
Sin embargo las luchas cosmopolitas pueden combinar de forma ventajosa estrategias jurídicas
cosmopolitas con estrategias demoliberales, originando híbridos político-jurídicos de diferentes tipos. Los
proyectos emancipatorios guiados por principios de buen orden y buena sociedad, pueden llevar a cabo
alguno de sus objetivos a través de estrategias demoliberales. La hibridación jurídica entre cosmopolitismo
y demoliberalismo tiene un origen más profundo: el propio concepto de emancipación social. Hay grados de
emancipación social: finas (por ejemplo luchas por las que formas de opresión extremas se reemplazan por
más suaves) y espesas (supone no solo la supervivencia humana, sino el florecimiento humano guiado por
necesidades radicales).
A la luz de esa distinción puede decirse que es más probable que las estrategias jurídicas demoliberales y
cosmopolitas se combinen cuando las concepciones débiles de emancipación tienden a dominar los
proyectos emancipatorios. (Por ejemplo grupos cosmopolitas que luchan por los derechos civiles y políticos
básicos sin los cuales no pueden ni movilizarse ni organizarse).

VII. la legalidad cosmopolita en acción

Algunos ejemplos en donde las prácticas y reivindicaciones jurídicas son elementos constitutivos de
luchas cosmopolitas contra la globalización neoliberal y el fascismo social.

Cinco grupos de legalidades cosmopolitas:


1) el derecho en las zonas de contacto.
2) el derecho y el redescubrimiento democrático del trabajo.
3) el derecho y la producción no capitalista.
4) el derecho para los no-ciudadanos.
5) el derecho del Estado como novísimo movimiento social.

1. El derecho en las zonas de contacto


Las zonas de contacto son campos sociales en los que diferentes mundos normativos de la vida se
encuentran y chocan entre sí.
Las zonas de contacto que nos interesan son aquellas en las que diferentes culturas jurídicas chocan de
formas altamente asimétricas (choques que movilizar intercambios de poder muy desiguales). Por lo tanto
son zonas en donde ideas, conocimientos, formas de poder, universos simbólicos y agencias normativas

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rivales se encuentran en condiciones desiguales y mutuamente se resisten, rechazan, asimilan, imitan y
subvierten, dando lugar a constelaciones político-jurídicas híbridas, con desigualdades en los intercambios.
Como resultado de las interacciones se ven afectadas la naturaleza de los diferentes poderes involucrados, y
las diferencias de poder entre ellos.
Tienen muchas complejidades: quién define a quién; qué pertenece a la zona de contacto y qué no; quién
delimita interna y externamente la zona. Las diferencias entre culturas o mundos normativos de la vida
presentes en la zona de contacto pueden ser tan amplias que no sea posible evaluarlas.
La cuestión del poder es central para las luchas cosmopolitas, ya que los grupos subalternos luchar por la
igualdad y el reconocimiento, y los dominantes en contra.
La disputa por la legalidad cosmopolita en la zona de contacto es una lucha pluralista por la igualdad
transcultural o intercultural de las diferencias. Esta igualdad de diferencias incluye el derecho de igualdad
transcultural de cada grupo involucrado en la zona, para decidir si permanece siendo diferente o si se
mezcla con otros.
Las luchas jurídicas cosmopolitas en la zona de contacto son complejas y las constelaciones jurídicas que
emergen de ellas tienden a ser inestables, provisionales y reversibles. La lucha jurídica cosmopolita no es
naturalmente la única lucha jurídica que puede darse en las zonas de contacto.

El contraste entre legalidad demoliberal y legalidad cosmopolita se realza por los tipos de sociabilidad de
la zona de contacto que cada paradigma jurídico tiende a privilegiar/sancionar. Cuatro clases de
sociabilidad:
a) violencia: tipo de encuentro donde la cultura dominante reivindica un control total sobre la zona de
contacto, y se siente legitimada para marginar o destruir la cultura subalterna.
b) coexistencia: se permite que las diferentes culturas se desarrollen por separado. Las hibridaciones se
desaconsejan o se prohíben. (Sociabilidad típica del apartheid).
c) reconciliación: se fundamenta en la justicia restaurativa, en sanar los agravios del pasado. Se orienta
en el pasado en vez de en el futuro, y por eso se permite que los desequilibrios de poder del pasado
continúen reproduciéndose bajo otras apariencias.
d) convivencialidad: es una reconciliación orientada al futuro. Los agravios del pasado se han saldado, y
facilita las sociabilidades fundadas en intercambios tendencialmente iguales y autoridad compartida.

Cada una de las sociabilidades es producida y productora de una constelación jurídica concreta. Una
constelación jurídica dominada por el demoliberalismo tiende a favores la reconciliación y cuando es
posible la coexistencia o la violencia. Una dominada por el cosmopolitismo tiende a la convivencialidad.

Principales ejemplos en los que las estrategias jurídicas cosmopolitas intervienen hoy en día en las zonas
de contacto:

1.1. Derechos humanos multiculturales.


La universalidad de los derechos humanos no se puede da por sentada. La idea de dignidad humana se
puede formular en distintas “lenguas” y en lugar de suprimirlas en nombre de postulados universales, esas
diferencias deben ser inteligibles a través de la traducción.
Los derechos humanos es un tema que trasciende el derecho en la zona de contacto. En ella está en
juego el encuentro entre DDHH como concepción cultural específica de la dignidad humana, y otros
conceptos rivales.
La legalidad demoliberal defenderá como mucho una sociabilidad de reconciliación bajo la superioridad
de la cultura occidental de los derechos humanos.
La legalidad cosmopolita perseguirá construir una sociabilidad de la convivencialidad basada en una
hibridación virtuosa entre las concepciones más comprensivas y emancipatorias de dignidad humana
suscritas por la tradición de los derechos humanos y otras tradiciones de dignidad humana preexistentes en
la zona de contacto.
Los derechos humanos cosmopolitas en la zona de contacto se han de llevar a efecto o perseguir por
parte de actores locales, nacionales y globales, capaces de integrar los derechos humanos en los proyectos
emancipatorios cosmopolitas extendidos más ampliamente.

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1.2. Lo tradicional y lo moderno: las otras modernidades de los pueblos indígenas y de las autoridades
tradicionales.
La política de legalidad se expresa a través de conceptos alternativos de pluralidad jurídica. El tema
central es quién define las fronteras externas e internas de la zona de contacto y con qué criterios. En los
últimos doscientos años, la modernidad occidental ha reclamado para sí poder definir qué es lo moderno y
qué lo tradicional. En esa zona de contacto chocaron formas culturales muy diferentes. La intensidad de la
zona de contacto muestra que lo tradicional es tan moderno como la propia modernidad.
Lo tradicional pasa a ser una manera triunfante de reclamar la modernidad, otra modernidad. Ha venido
a simbolizar lo que no se puede globalizar.

1.3. Ciudadanía cultural.


Diferentes estrategias y políticas jurídicas han estado disputándose los términos del conflicto y la
negociación entre los principios de igualdad ciudadana (ciudadanía) y los principios de la diferencia
(identidades culturales). Es una lucha de los migrantes por reivindicar su pertenencia sin renunciar a la
identidad cultural.
El lugar de la legalidad cosmopolita conlleva un proceso cultural y político mediante el cual los grupos
oprimidos crean esferas públicas de subalternidad, o sociedades civiles insurgentes.
El objetivo es promocionar sociabilidades de convencionalidad entre diferentes identidades culturales
cuando se encuentran y disputan un terreno potencialmente común para la inclusión y pertenencia.

1.4. Derechos de propiedad intelectual, biodiversidad y salud humana.


(Leer del apunte. No me parece tan evaluable, como para resumirlo.)

2. El derecho y el redescubrimiento democrático del trabajo


El redescubrimiento democrático del trabajo es un factor central en la construcción de sociabilidades
cosmopolitas. El trabajo es uno de los campos sociales en donde los choques entre demoliberalismo y
cosmopolitismo son más violentos. La separación entre economía y sociedad, causada por la globalización
neoliberal, reduce el trabajo a un mero factor de producción y disminuye la posibilidad de que sea un
conducto para el disfrute de los derechos de ciudadanía. Pone a la legalidad neoconservadora contra los
derechos laborales que el demosocialismo había promocionado presionado por los movimientos
trabajadores. El demosocialismo mostró ser incapaz de enfrentarse a los neoconservadores; se ha
entregado a ella. Por lo tanto es evidente que el enfrentamiento se dará entre demosocialismo conservador
y cosmopolitismo.
En los últimos años el capitalismo se globalizó y no así el movimiento obrero. El sindicalismo debe lograr
esa transnacionalización. También debe reinventar la tradición de solidaridad entre trabajadores; diseñarse
un nuevo círculo de solidaridad para afrontar nuevas exclusiones sociales; reconstruir el antagonismo social;
y politizarse el movimiento sindical donde todo esté conectado (feminismo, educación, bienestar, adultos
mayores, etc.).
Deben reunirse bajo la idea de que el trabajo se debe compartir democráticamente a escala global. La
revolución tecnológica permanente permite la creación de riqueza sin la creación de empleo. El stock
disponible de trabajo debe redistribuir a escala mundial.
Hay cuatro iniciativas que parecen más prometedoras:
a) reducción de las horas de trabajo.
b) implementación de estándares laborales internacionales: definición de los derechos básicos a
garantizar a los trabajadores del mundo. Para no generar un proteccionismo discriminatorio deben
adoptarse junto a la reducción de horario laboral y la flexibilización de las leyes de emigración.
c) movimiento anti-sweatshop: Red de organizaciones en vez de un organismo centralizado. Coaliciones
transnacionales anti-sweatshops: crear presión a consumidores contra las empresas que violan los
derechos de los trabajadores. Para ofrecer una resistencia creíble debe priorizarse la construcción ética y
política del conflicto, y no pretender una estrategia jurídica. Los grupos cosmopolitas deben 1) tratar de
movilizar la legalidad demoliberal de una manera no hegemónica, para lograr una amplificación simbólica
de la violación de los derechos laborales mediante la transformación del asunto jurídico en uno moral: la
denegación injusta y moral de la dignidad humana. También deben 2) enfocar la legalidad global

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subalterna desde una convergencia entre los DDHH y los derechos laborales, para ver cuánto de lo que se
perdió a nivel nacional se puede recuperar a nivel global.
d) reconocimiento del polimorfismo del trabajo: la flexibilidad de los métodos y procesos laborales no
necesariamente conlleva la precariedad de las relaciones laborales. El tema es que cuando se reconoce el
polimorfismo laboral dentro del esquema del tipo ideal de trabajo, lo único que se hace es un acto de
fascismo contractual. La agenda cosmopolita debe por un lado reconocer los diferentes tipos de trabajo
como algo democrático creando un mínimo umbral de inclusión. O sea: el polimorfismo es aceptable solo
en la medida en que el trabajo permanece siendo un criterio de inclusión. Por otro lado, la formación
profesional se debe incorporar en la relación salarial sin importar tipo y duración de trabajo.

3. el derecho y la producción no capitalista.


Una economía de mercado es deseable dentro de unos límites. Una sociedad de mercado, sería
moralmente repugnante. Sin embargo ese es el proyecto de la globalización neoliberal. El capitalismo global
no es solo extender los mercados libres sin restricciones, sino la mercantilización de tantos aspectos de la
vida social como sean posibles.
En el campo social “economía”, el cosmopolitismo tiene un objetivo cuádruple.
1) condiciones y relaciones de producción de mercancías, específicamente la relación salarial;
2) desmercantilización: buscar que los bienes y servicios públicos e instituciones sociales, no se
privaticen, y si lo hacen, que no estén totalmente sometidas a las normas capitalistas;
3) promoción de mercados gobernados por la solidaridad en lugar de la avaricia.
4) promover los sistemas alternativos de producción, la producción no capitalista tanto para mercados
capitalistas como para los no capitalistas.
El derecho es un componente subordinado de las luchas cosmopolitas. Para propósitos concretos o
contextos políticos específicos, el derecho puede ser sin embargo una herramienta importante, o la
herramienta más importante de una lucha determinada. El derecho significa no solo el derecho estatal sino
también el derecho global cosmopolita, el derecho comunitario subalterno, etc.
El Comercio Justos es, por ejemplo, una alternativa que combina los objetivos 3 y 4. La legalidad
cosmopolita puede funcionar a dos niveles en el movimiento del comercio justo: a través del
cuestionamiento jurídico de la legalidad global por violar derechos nacionales, recurriendo a herramientas
jurídicas demoliberales; y a través de la lucha por un derecho global cosmopolita, presionando para la
inclusión de cláusulas de comercio justo en los acuerdos internacionales de comercio.
Otro ejemplo de derecho y sistema de producción alternativos, son las nuevas formas de pluralidad
jurídica contrahegemónica propuestas por parte de los movimientos y organizaciones de campesinos sin
tierras, o pequeños agricultores en lucha por el acceso a la tierra y la reforma agraria.

4. derecho para los no ciudadanos


La ciudadanía como suma total de derechos ejercidos efectivamente por individuos es una cuestión de
grado en las sociedades capitalistas. Hay súperciudadanos (sociedad civil íntima), y el resto (sociedad civil
extraña) con múltiples matices de ciudadanía. Después están los no-ciudadanos (sociedad civil incivil,
fronteras entre la sociedad civil extraña e incivil).
En las experiencias de vida de los no-ciudadanos, hay una ausencia de ciudadanía en sus relaciones con el
Estado y con los demás individuos. Las experiencias difieren: Si fue expulsado de algún tipo de contrato
social, la ciudadanía se vive como una memoria; si jamás ha experimentado ningún tipo de inclusión social,
es una aspiración irrealista o una idea incomprensible.
La no-ciudadanía es el resultado (intencionado o no) de la legalidad demoliberal. Para el demoliberalismo
la no-ciudadanía es un marcador de su impotencia como práctica política. Mientras que para el
cosmopolitismo la no ciudadanía es el imperativo negativo que genera una tarea a favor de la inclusión
social y la emancipación.
Con frecuencia lo que está en juego es una mera supervivencia. Desde una perspectiva cosmopolita, EL
DERECHO ES UNA NECESIDAD CASI PROBLEMÁTICA DE LAS LUCHAS RESPECTO DE LA NO-CIUDADANÍA . Por
un lado la movilización política del derecho aquí es especialmente apropiada, por otro lado, la fuerza de la
estrategia jurídica es un indicador de los estrechos límites en los que se está llevando a cabo la lucha.

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Se distinguen tres tipos de legalidad cosmopolita en esta área:
a) el derecho global: se refiere a la movilización política de los derechos humanos internacionales, o
convenios internacionales sobre intervención humanitaria en situaciones de exclusión social.
b) el derecho estatal: cuando se presiona al estado a establecer estándares mínimos para una ciudadanía
basada en la inclusión (ciudadanía de segunda o tercera clase). Por ejemplo la regulación de los
trabajadores migrantes “sin papeles”.
c) el derecho local: comunidades que, habiéndose encontrado en una situación de no-ciudadanía,
establecen constituciones locales a través de las que sellan un pacto jurídico-político entre los miembros,
para defenderse de las fuerzas excluyentes externas. Por ejemplo la comunidad de paz de San José de
Apartadó, Colombia.

5. el Estado como novísimo movimiento social

El declive de los poderes reguladores convierte en obsoletas las teorías del Estado que han prevalecido
hasta ahora. La despolitización del Estado y la desestatización de la regulación social que dio lugar a la
erosión del contrato social, demuestra que está emergiendo (bajo el mismo nombre “estado”) una nueva
forma de organización política más grande, articulada por el Estado, y compuesta por un híbrido de flujos,
redes y organizaciones en las que se combinan Estado, no-Estado, elementos nacionales y globales.
Lo que está ocurriendo es una transformación de la soberanía y la emergencia de un nuevo modo de
regulación donde los bienes públicos producidos por el Estado (legitimidad, bienestar, seguridad e identidad
cultural) son objeto de disputa y de negociación entre los diferentes actores sociales bajo la coordinación
del Estado.

Bajo estas nuevas condiciones el Estado, en vez de un conjunto de instituciones homogéneas, es un


campo de batalla político no regulado donde las luchas tienen poca similitud con las luchas políticas
convencionales.
Las diversas formas de fascismo social buscan expandir y consolidar sus propias regulaciones despóticas,
convirtiendo al Estado en un componente de su espera privada.
Las fuerzas cosmopolitas deben centrarse en modelos de democracia de alta densidad que comprenden
acciones estatales y no estatales, para transformar al Estado en un componente de una variedad de esferas
públicas no estatales. A esa transformación la llama Estado como novísimo movimiento social.

Las principales características de esta transformación son:


- en la emergente organización política es necesario que el Estado coordine las diferentes organizaciones,
intereses y redes que han surgido de la desestatalización de la regulación social. Es una lucha por la
democratización de las tareas de coordinación. Antes la lucha era democratizar el monopolio regulador del
Estado, ahora es que se pierda.
- el Estado asume como propia solo la tarea de coordinar intereses. Mantiene el monopolio de la meta-
regulación (de la articulación y coordinación entre los reguladores privados subcontratados). Significa que el
Estado está más involucrado que nunca en la política de redistribución social, y por ende en los criterios de
inclusión y exclusión. Por eso la tensión democracia-capitalismo puede reconstruirse solo cuando la
democracia se conciba como la DEMOCRACIA REDISTRIBUTIVA que engloba acción estatal y no estatal.
- la democracia redistributiva no puede limitarse a la democracia representativa. La redistribución social
está construida sobre las bases de la democracia participativa, involucrando acciones del Estado y de
organizaciones, ONGs, movimientos sociales, etc. cuyos intereses y acciones coordina el Estado.
- sugiere que la lógica de la democracia redistributiva además de interesarse por el presupuesto
participativo, también lo haga por la obtención de recursos del Estado. Es necesario un cambio radical en la
lógica fiscal, es decir una tributación participativa.
- La tributación participativa representaría una posibilidad de recuperar la capacidad “extractiva” del
Estado, vinculada al cumplimiento de objetivos sociales definidos de una manera participativa. Una vez
definido cómo tributar, debería darse a la ciudadanía la opción de elegir a dónde y en qué proporción se
gastan sus impuestos.
Tanto presupuestos participativos como impuestos participativos son claves para la nueva democracia
redistributiva. Su lógica política consiste en crear esferas públicas no estatales, donde el Estado articule y

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coordine. Así es la única alternativa democrática a la proliferación de esferas privadas fascistas aprobadas
por el Estado.
- una renta básica universal. Si se garantiza a cada ciudadano una renta mínima para cubrir sus
necesidades, sin tener en cuenta su estatus laboral, sería un mecanismo de inclusión social que abriría paso
al ejercicio efectivo de los demás derechos de ciudadanía. Es una lucha cosmopolita en la medida en que
busca establecer derechos económicos que no dependan de los altibajos de la economía.

La DEMOCRACIA REDISTRIBUTIVA es una precondición para la conversión del Estado en el novísimo


movimiento social. La otra es el ESTADO EXPERIMENTAL.
El diseño institucional de la nueva modalidad de Estado emergente, todavía no se ha inventado. Por lo
tanto no es difícil decir que las duchas democráticas venideras serán luchas por diseño institucionales
alternativos.
El Estado debe transformarse en un campo de experimentación institucional, permitiendo la coexistencia
y la competencia entre diferentes soluciones institucionales, como experiencias piloto, sujetas al escrutinio
de colectividades de ciudadanos.
Al emprender una experiencia institucional se deben tener en cuenta dos principios:
a) El Estado experimental es democrático en la medida en que otorga igualdad de oportunidades a
diferentes propuestas de institucionalización democrática. Entonces la lucha democrática solo se puede
convertir en una lucha por alternativas democráticas.
b) El Estado debe garantizar estándares básicos de inclusión, en ausencia de los cuales la ciudadanía
activa exigida para observar, verificar y evaluar el desempeño de proyectos alternativos, no será posible.

El Estado como novísimo movimiento social implica una transformación importante del derecho estatal.
El derecho cosmopolita es el componente jurídico de las luchas por la participación democrática y la
experimentación en políticas y regulaciones del Estado. Muchas de las luchas presuponen una coordinación
internacional, para reducir la competencia y aumentan la cooperación. Depende de las fuerzas
cosmopolitas transformar el estado nacional en un elemento de una red internacional dirigido a reducir o
neutralizar el impacto destructivo y excluyente de los imperativos insuperables que legitima el fascismo
social, buscando una redistribución igualitaria de la riqueza producida globalmente.
La lucha por un derecho internacional nuevo más democrático y participativo, es una parte integrante
de la lucha nacional por una democracia redistributiva.

VII. conclusión

La reconstrucción de la tensión entre regulación y emancipación social, ha forzado el sometimiento del


derecho moderno a un análisis crítico, a un des-pensar.
¿Puede el derecho ser emancipatorio?
Se han presentado una gran variedad de luchas, iniciativas, movimientos y organizaciones, tanto locales,
nacionales y globales, en donde el derecho es uno de los recursos utilizados para propósitos emancipatorios.
Se recurre a modalidades de derecho no oficiales, y cuando se recurre al derecho oficial su utilización no
es convencional (sino como parte de amplios recursos políticos). Lo legal, lo ilegal, lo alegal consiste en
elementos de constelaciones legales que se pueden activar a escala local, nacional o global; a eso llama en
conjunto “legalidad cosmopolita subalterna”.
La pregunta “¿puede el derecho ser emancipatorio?” se vuelve tanto ventajosa como inadecuada. El
derecho no puede ser ni emancipatorio ni no emancipatorio; lo que son emancipatorios o no son los
movimientos, las organizaciones de los grupos cosmopolitas subalternos que recurren al derecho para
progresar en sus luchas.

[Las preguntas que están incluidas en el apunte, son preguntas que dio la profesora Ciuffolini para los parciales. Las incluí junto con mis respuestas
porque me servían a modo de organización y comprensión del tema]

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