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HOJAS DIVULGADORAS Núm. 2146 HD
MINISTERIO
DE AGRICULTURA, ALIMENTACIÓN
Y MEDIO AMBIENTE
INTRODUCCIÓN
La higuera pertenece al género Ficus, de la familia de las moráceas. Es
un árbol que se cultiva en diferentes partes del mundo, si bien está espe-
cialmente ligado al área mediterránea y a su cultura. Sus frutos pueden
destinarse a la alimentación humana y/ o animal y pueden ser consumidos
frescos, secos o elaborados.
Tradicionalmente, en España esta especie se ha cultivado en determi-
nadas Comunidades Autónomas, principalmente en secano y en parcelas
de pequeña superficie o bien como árboles diseminados, aplicándose téc-
nicas de cultivo ancestrales (Fig. 1). Esto, unido a cambios en la alimen-
tación, sobre todo en la cabaña ganadera, ha provocado un descenso en su
superficie y producción. El incremento de la demanda internacional de
este fruto en los últimos años ha provocado un aumento del interés por el
cultivo de esta especie. Sin embargo, para su desarrollo se hace necesaria
la implementación de nuevas técnicas agronómicas y de manejo del cul-
Fig. 1. Higuera con un corral de piedra para el aprovechamiento de los higos por
el ganado, técnica ancestral mallorquina (Cortesía del Sr. Pons i Boscana).
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superficie (ha)
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tivo, entre las que se incluye la Sanidad Vegetal, uno de los aspectos que
más preocupa a los agricultores y, aún cuando la higuera no es de los fru-
tales que soporte parásitos o patógenos limitantes de su cultivo, el hecho
de que actualmente esté en expansión exige conocer dichas especies, re-
visar su biología y contemplarlas con relación a las nuevas técnicas apli-
cadas en el cultivo de la higuera.
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Extremadura Islas Andalucía Galicia C. Cataluña Castilla-La Castilla y
Baleares Valenciana Mancha León
Coleópteros
Entre las especies de insectos que viven sobre diversos órganos de la
higuera hay algunos coleópteros con capacidad de producir plagas impor-
tantes.
Carpophilus hemipterus, es una especie carpófaga que parasita los fru-
tos de la higuera, y en algunas ocasiones provoca daños considerables al
alimentarse de higos maduros, tanto si están todavía prendidos del árbol,
en el suelo previamente a su recolección o ya almacenados. Las lesiones
que producen son, a su vez, puerta de entrada de saprofitos que provocan
pudriciones e impiden la comercialización de los higos parasitados. Las
larvas son de color blanco pajizo (Fig. 6) y el adulto, de unos 4 mm. de
largo, se identifica muy bien por las manchas amarillentas que presentan
sus élitros (Fig. 7). C. hemipterus pasa el invierno en el almacén en forma
de adulto, y cuando llega la primavera lo abandona y reemprende su acti-
vidad, viviendo sobre una gran cantidad de frutos, pasando de unas espe-
cies a otras y entrando de nuevo al almacén acompañando a las partidas
contaminadas. No obstante, es posible que todas sus generaciones (de 3 a
5) se produzcan íntegramente en el almacén. Tiene un desarrollo muy rá-
pido y en España se han observado hasta 5 generaciones/año. Como pro-
filaxis es conveniente tener limpios los almacenes, pudiendo tratar los
6
Fig. 6. Larvas del coleóptero Fig. 7. Adulto de
Carpophilus hemipterus Carpophilus hemipterus.
parasitando un higo.
frutos y las naves donde estos se guarden con fluoruro de sulfurilo, fosfuro
de magnesio o piretrinas.
Otro coleóptero que también se alimenta del fruto es Gonocephalum
pusillum. La larva, de unos 12-15 mm de longitud, es cilíndrica, parduzca
y brillante; el adulto, de 8-9 mm de longitud (Fig. 8), es de color negruzco,
con el pronoto granuloso; los élitros presentan filas de puntos que forman
estrías longitudinales y paralelas a lo largo de los mismos. El adulto, visi-
ble en los meses estivales, se encuentra enterrado superficialmente, ali-
mentándose de los higos que caen al suelo para su almacenamiento en
seco, lo que provoca su inutilización para la comercialización. Los agri-
cultores extremeños suelen dar un pase de rulo al cultivo a fin de facilitar
la recolección de higos, procedimiento que impide o dificulta la salida de
los insectos del suelo.
Con el nombre de gorgojos, además de Carpophilus hemipterus, existen
numerosas especies parásitas de los vegetales almacenados, y entre ellos
los higos: Oryzaephilus mercator, Oryzaephilus surinamensis, Sitophilus
granarius, Tenebrio obscurus Tenebroides mauritanicus, Tribolium casta-
neum, Tribolium confusum, Tenebrio molitor (Fig. 9). Generalmente des-
7
Fig. 8. Fig. 9. Gorgojos que parasitan a los higos
Adultos de Gonocephalum almacenados: arriba a la izquierda, Sito-
pusillum alimentándose de un higo. philus oryzae; a la derecha, Tribolium
castaneum; debajo, Sitophilus granarius.
Dípteros
Existen tres especies de dípteros que, con frecuencia, causan plagas
sobre los higos: Ceratitis capitata –mosca de la fruta (Fig. 12) –, Silba vi-
rescens –mosca de los higos– y Drosophila melonogaster –mosca del vi-
nagre–. Como síntoma general, la fruta parasitada por estos insectos
aparece con manchas blandas y húmedas.
9
Fig. 11.
Tronco de higuera afectado
por Trichoferus fasciculatus
y ninfa del mismo extraída
de su interior.
Hemípteros
Este orden es el que tiene más especies citadas como parásitos de la hi-
guera, la mayoría sin gran importancia. Entre estos predominan las llama-
das por los agricultores “cochinillas”, siendo Ceroplastes rusci la que
forma plagas de manera habitual en los higuerales.
El insecto adulto tiene forma hemisférica y color gris violáceo y se le
puede encontrar sobre ramas, hojas y frutos (Fig. 16) Sobre la melaza que
segrega abundantemente se pueden instalar diversas especies de hongos
que incrementan los daños del parásito. Los árboles afectados se debilitan,
pero el principal perjuicio que produce es la inutilización de los higos para
su comercialización.
El invierno lo pasa el insecto en forma de ninfa resguardada en las ru-
gosidades de la madera, aunque en algunas zonas lo hace en estado adulto.
13
Fig. 16.
Higo parasitado por
Ceroplastes rusci.
Lepidópteros
Si exceptuamos las denominadas “polillas”, hay pocas especies de este
orden citadas como parásitos de la higuera. Entre estos se encuentra Choreutis
nemorana. Los daños que produce están ocasionados por la oruga, que se ali-
menta del parénquima de la hoja, el cual, al principio de ser afectado, aparece
como un encaje (Fig. 20), terminando por presentar grandes agujeros.
El adulto de Ch. nemorana, con una envergadura de hasta 20 mm, se
caracteriza por presentar sus alas de color marrón rojizo. La oruga, que
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llega a medir 20 mm, es de color amarillento verdoso con puntos negros
bien marcados; la cabeza es amarilla con cuatro puntos casi negros en la
parte superior. En los higuerales meridionales de España se aprecian dos
generaciones anuales, observando orugas desde la mitad de primavera
hasta la mitad de otoño, pasando la diapausa invernal en estado de crisá-
lida. Actualmente, las plagas de este insecto afectan a plantaciones margi-
nales, por lo que no parece aconsejable su control con insecticidas.
Las polillas, insectos especializados en parasitar a productos vegetales
recolectados, también desarrollan plagas sobre los higos almacenados.
Entre estas se encuentran las especies Ephestia kuehniella, Plodia inter-
puctella, Sitotroga cerealella (Fig. 21) y Tinea granella. Entre los higos
almacenados, aquellos que están parasitados se caracterizan por presentar
mordeduras y sedas producidas por las larvas de estos insectos, igual-
mente, entre estos se ven unas mariposillas que corresponden a los adultos
de las polillas.
Tisanoptera
La especie Graphidotrips stuardoi ha sido denunciada como responsa-
ble de encostramientos del fruto (Fig. 22), sin que, hasta ahora, estos daños
hayan afectado de manera significativa la calidad de las producciones.
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Fig. 24.
El estornino o tordo es, actualmente, el
mayor enemigo del cultivo en
los higuerales españoles.
PATÓGENOS PRODUCTO-
RES DE ENFERMEDADES
Bacterias
Agrobacterium spp. está citada
como bacteria productora de tumores
en la raíz de la higuera, aunque su
aparición tiene un carácter anecdó-
tico, sin que ella produzca daños de
consideración al cultivo.
Hongos de ramas
El chancro de las ramas es una en-
fermedad poco frecuente provocada
por el hongo Phomopsis cinerescens.
Los árboles enfermos presentan
ramas con un chancro fusiforme en
el cual la madera está hendida y res-
quebrajada (Fig. 26), lesión que
puede progresar en años sucesivos y
que puede llegar a ser anular, en cuyo
caso se produce la muerte de la vege-
tación situada por encima del mismo.
Estos chancros, que pueden llegar a
tener hasta 20 cm de longitud, se pre-
sentan a veces en el tronco, con lo
cual las consecuencias son más peli-
Fig. 26. grosas al afectar a la viabilidad del
Rama con un chancro producido por
el hongo Phomopsis cinerescens. árbol. El hongo sobrevive en la ma-
20
dera enferma y en los restos constituidos después de la poda y caídos al
suelo, propagándose mediante esporas que son transportadas por el viento
y afectando, principalmente, a árboles debilitados.
En plantaciones donde la enfermedad esté presente, a partir de la prima-
vera, es recomendable aplicar un específico autorizado con brocha sobre los
chancros formados, protegiendo los árboles vecinos mediante pulverización.
Los productos autorizados contra esta enfermedad son: hidróxido cú-
prico, oxicloruro de cobre, oxido cuproso, sulfato cuprocálcico y sulfato
tribásico de cobre.
Hongos de fruto
Botrytis cinerea es un hongo que provoca enfermedades en la higuera.
Los frutos enfermos muestran, desde el comienzo de la enfermedad, una
coloración amarillenta que comienza por la parte ostiolar y se va exten-
diendo hacia el pedúnculo, pudiendo llegar a la rama. A medida que avanza
la enfermedad, el tejido afectado pierde consistencia y se cubre de unos
filamentos grisáceos (Fig. 27).
Este hongo se encuentra en el suelo y protegido, como micelio, entre
las escamas de las yemas. La enfermedad está relacionada con heridas en
las flores y frutos recién formados coincidiendo con largos periodos (>10
horas) de superficie mojada a temperaturas de unos 18ºC.
Fig. 27.
Podredumbre de un higo
provocada por la acción
de Botrytis cinerea, cuyo
micelio ha fructificado
alrededor de la zona ostiolar.
21
Fig. 28. Fruto con manchas negras circulares en las cuales se aislan diversas
especies de Alternaria sp.
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Fig. 29. Dibujo que muestra la secuencia de fenómenos –del 1 al 7– que conducen
a la aparición de microorganismos oportunistas sobre las raíces de la higuera.
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Fig. 30. Extremo hifal de Aspergillus sp. Fig. 31. Dibujo de una fructificación de
aislado de higos mal conservados. Fusarium aislado de higos parasitados
por insectos.
Fig. 33. La utilización de redes colocadas debajo de la copa de los árboles sirve para
recoger los higos y evitar su contacto con el suelo, lo que promueve su salubridad.
Nematodos patógenos
Son numerosas las especies de nematodos fitopatógenos asociados a la
higuera, aunque las que realmente producen daños considerables en todas
las zonas donde se cultiva este frutal pertenecen al género Meloidogyne.
En Extremadura está identificada la especie Meloidogyne arenaria. Los
árboles afectados muestran, al principio de la enfermedad, una cierta de-
bilidad y disminución de la producción. En años sucesivos, a medida que
25
Fig. 34. Actualmente existen procedimientos eficaces y rápidos para determinar la
ausencia/presencia de micotoxinas en las partidas de higo producidas.
Fig. 37.
Hoja afectada
por el Virus del Mosaico
de la Higuera.
28
minerales, principalmente nitrógeno y potasio. Una vez distribuido el bio-
fumigante, se debe incorporar al suelo mediante un pase de rotovátor, re-
gando a continuación hasta la saturación del mismo y cubriéndolo con un
plástico, durante dos semanas, para retener las sustancias volátiles produ-
cidas. La época de aplicación de esta técnica es aquella en que las tempe-
raturas del día sean superiores a 20ºC.
El nematodo Xiphinema index, que vive y se desarrolla en las raíces de
la higuera, está considerado muy peligroso para el cultivo de la vid por ser
vector del virus GFLV, aunque ni el nematodo ni el virus provocan ninguna
enfermedad en la higuera. No obstante, hay que considerar ese fenómeno
dado que en algunas comarcas se suelen cultivar en la misma parcela la
higuera y la vid. En este caso, la higuera puede actuar como captador del
nematodo, al ser este vegetal un hospedador preferente, pero si por cual-
quier razón se decidiera arrancar las higueras y dejar solo la viña, en ese
caso los nematodos que pudieran habitar las raíces de las higueras busca-
rían las de la vid para sobrevivir, pudiendo provocar la trasmisión del virus
GFLV al viñedo.
Virus
El Virus del Mosaico de la Higuera, trasmitido por el eriófido Aceria
ficus, está citado en todos los lugares donde se cultiva la higuera, aunque
con importancia distinta. Los árboles afectados muestran un mosaico de
áreas cloróticas en sus hojas que, en algunos casos, pueden provocar su
necrosis (Fig. 37).
Los higuerales presentan con bastante frecuencia síntomas de esta vi-
rosis, aunque hasta el momento no se asocia su presencia con árboles de-
bilitados o pérdida de cosecha. Coincidiendo con este mosaico se observa
también otro tipo de clorosis, arrepollamientos de brotes y deformaciones
foliares que hacen sospechar que pudieran estar presentes otros virus, aun-
que hasta el momento no se asocia su presencia con árboles debilitados o
pérdida de cosecha.
ENFERMEDADES NO PARASITARIAS
Entre las fisiopatías más frecuentes que sufren las higueras, las quema-
duras por el sol son las más frecuentes. En plantaciones de secano, cuando
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Fig. 38. Acorchado de una rama de higuera por acción del sol.
CONSIDERACIONES FINALES
El cultivo de la higuera en España está sometido a la acción de una con-
siderable cantidad de parásitos y patógenos, pero, afortunadamente, y aun-
que muchos de ellos son capaces de formar plagas y enfermedades,
ninguna de estas pueden ser consideradas peligrosas, probable consecuen-
cia de una reducida aplicación de plaguicidas de síntesis industrial.
Para conseguir una plantación sana y unos frutos exentos de residuos
plaguicidas es necesario identificar los agentes parasitarios que aparecen
en el higueral, seguir su evolución y adecuar la fitotecnia del cultivo a fin
de evitar o atenuar su desarrollo, utilizar medidas terapéuticas físicas o
biológicas, si fuera necesario y, en caso de tener que tratar con fitosanita-
rios de síntesis industrial, aplicar escrupulosamente las indicaciones del
asesor encargado de la sanidad de la plantación (Fig. 39).
AGRADECIMIENTOS
Al profesor Pedro del Estal (ETSIA. MADRID), por su ayuda en la
identificación de especies.
A Diego y José Del Moral Martínez, autores de los dibujos que aparecen
en la publicación.
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