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La crónica en este diario de Álvaro Sánchez desde Bruselas sobre la apertura del
remodelado Museo Real de África, gran escaparate hasta ahora del atroz reinado de
Leopoldo II en la que fue su colonia del Congo, lo explica claro y meridiano
El recuerdo preciso del corazón de las tinieblas, según el título de la novela de Joseph
Conrad inspirada en aquel Congo, ha llegado a su fin. No es el único caso. Descolonizar las
artes, descolonizar los museos históricos de las metrópolis coloniales forma parte de la
agenda del patrimonio cultural público europeo. No estamos hablando solo de retornar
obras a las antiguas colonias, sino de deshacer el relato colonial que, a pesar de la
descolonización, en 1960 en el caso del Congo, las metrópolis mantienen sobre los
colonizados, su cultura, su aspecto, su mundo de siempre y las gracias, digamos, de la era
colonial.
El proceso es doble. Mientras las viejas metrópolis intentan ponerse al día, sesenta años
después, las nuevas metrópolis del arte son hoy las antiguas colonias y los nuevos estados.
Asia, China y las ex repúblicas soviéticas abren nuevos museos, no históricos, sino de arte
contemporáneo, entre los que hay que contar las franquicias del Louvre y el Pompidou.
Museos que atraen artistas, comisarios y directores de museo occidentales, coleccionistas y,
sobre todo, son la niña de sus ojos de gobiernos y jefes de estado, directamente o través de
sus parientes más cercanos, que así dominan el mercado del arte mundializado.
El museo institucional ha llegado a África, como ha llegado a Asia. Ha sido durante siglos
una institución casi exclusivamente occidental. En África el arte no ha estado pensado,
hasta hace pocas décadas, para colgar en las paredes de un museo sino para acompañar la
vida diaria y cotidiana. Pero con la descolonización arribó también el museo. La República
Democrática del Congo no está sola en sus propósitos de montar un museo nacional. Lo
acaba de hacer Senegal, que el pasado 6 de diciembre inauguró en Dakar el Museo de las
Civilizaciones Negras (MCN).
Viejos museos se lavan la cara en Europa, nuevos museos plantan cara en África. Es la
descolonización del arte, amigos.