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Opinión | Descolonizar las artes


Mercè Ibarz
4-6 minutos

La crónica en este diario de Álvaro Sánchez desde Bruselas sobre la apertura del
remodelado Museo Real de África, gran escaparate hasta ahora del atroz reinado de
Leopoldo II en la que fue su colonia del Congo, lo explica claro y meridiano

El recuerdo preciso del corazón de las tinieblas, según el título de la novela de Joseph
Conrad inspirada en aquel Congo, ha llegado a su fin. No es el único caso. Descolonizar las
artes, descolonizar los museos históricos de las metrópolis coloniales forma parte de la
agenda del patrimonio cultural público europeo. No estamos hablando solo de retornar
obras a las antiguas colonias, sino de deshacer el relato colonial que, a pesar de la
descolonización, en 1960 en el caso del Congo, las metrópolis mantienen sobre los
colonizados, su cultura, su aspecto, su mundo de siempre y las gracias, digamos, de la era
colonial.

El proceso es doble. Mientras las viejas metrópolis intentan ponerse al día, sesenta años
después, las nuevas metrópolis del arte son hoy las antiguas colonias y los nuevos estados.
Asia, China y las ex repúblicas soviéticas abren nuevos museos, no históricos, sino de arte
contemporáneo, entre los que hay que contar las franquicias del Louvre y el Pompidou.
Museos que atraen artistas, comisarios y directores de museo occidentales, coleccionistas y,
sobre todo, son la niña de sus ojos de gobiernos y jefes de estado, directamente o través de
sus parientes más cercanos, que así dominan el mercado del arte mundializado.

La reforma del Museo Real de África, en la ciudad de Tervuren, en Flandes, en el Brabante


flamenco, ha llevado cinco años largos y ha costado unos 70 millones de euros. Su director
ha trabajado con expertos y representantes de la comunidad africana, probablemente la más
numerosa entre las comunidades migrantes establecidas en Bélgica, que son unas cuantas,
ya sea por el pasado colonial o por las razones actuales de exilio económico y político. El
museo trata de ser, dice nuestro cronista, el último eslabón de una cadena de gestos: una de
sus inscripciones reza la frase africana clásica: “Hasta que los leones no tengan sus propios
historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador". Entre la comunidad
congoleña afincada en Bélgica se pide el desmantelamiento y retorno de las obras
expoliadas del Congo, unas 120.000 piezas, pero el gobierno de Kinshasa tiene otros planes
más inmediatos: crear su propio museo, y ya se verá luego.

El museo institucional ha llegado a África, como ha llegado a Asia. Ha sido durante siglos
una institución casi exclusivamente occidental. En África el arte no ha estado pensado,
hasta hace pocas décadas, para colgar en las paredes de un museo sino para acompañar la
vida diaria y cotidiana. Pero con la descolonización arribó también el museo. La República
Democrática del Congo no está sola en sus propósitos de montar un museo nacional. Lo
acaba de hacer Senegal, que el pasado 6 de diciembre inauguró en Dakar el Museo de las
Civilizaciones Negras (MCN).

El museo senegalés se propone reconfigurar la comprensión de la historia africana y de su


diáspora mundial. Instalado en un soberbio y colosal edificio de nueva planta, ha sido
construido con capital chino y proyectado por arquitectos del Estado chino, siendo su coste
de 30 millones de dólares (unos 26,47 millones de euros). El ministro de Cultura, Abdou
Latif Coulibaly, describió al museo en su apertura como el inicio de un nuevo capítulo en
“la promoción de las civilizaciones negras en el mundo” y no se estuvo de reclamar las
piezas que hoy se encuentran en Francia, unas 10.000, según su cálculo entre diversas
colecciones públicas. Coulibaly se sumaba así a sus colegas de Benín. El presidente francés
—antes de tener los problemas que tiene ahora con la revuelta de los chalecos amarillos—
anunciaba a fines de este noviembre que Francia devolverá a la República de Benín 26
obras de los fondos del Museo de Quai Branly (museo etnológico inaugurado por el
presidente Chirac en 2006, con edificio de Jean Nouvel) expoliadas durante la colonización
en 1892 que reclaman las autoridades beninesas. Las obras fueron robadas por el general
Dodds en el palacio de Béhanzin tras sangrientos combates y tarde o temprano serán
expuestas en el país africano dentro de un ambicioso proyecto de museos que llevan a cabo
sus autoridades.

Viejos museos se lavan la cara en Europa, nuevos museos plantan cara en África. Es la
descolonización del arte, amigos.

Mercè Ibarz es escritora y profesora de la UPF.

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