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Esquema conceptual
Los Niveles de referencia para el español se organizan con arreglo a un esquema
conceptual que puede enfocarse desde dos grandes perspectivas. La primera es la del
alumno como sujeto de aprendizaje, en la que se distinguen tres dimensiones: el alumno
como agente social, como hablante intercultural y como aprendiente autónomo. La
segunda perspectiva, centrada en la lengua como objeto del aprendizaje, permite
distinguir una serie de componentes —gramatical, pragmático-discursivo, nocional,
cultural y de aprendizaje—, a cada uno de los cuales corresponden distintos inventarios
de descripciones tanto del material lingüístico como del material que, sin ser
propiamente lingüístico, está relacionado en sentido amplio con la lengua.
Los Niveles de referencia para el español responden, así, al reto que el propio MCER
establece. Por una parte, han sido desarrollados a partir de un análisis de los elementos
lingüísticos y extralingüísticos que son necesarios para realizar las actividades que
suponen la activación de las competencias comunicativas de los alumnos, si bien este
análisis no se limita a las descripciones de las funciones, nociones, gramática y
vocabulario sino que responde a una visión global e integrada de lo que significa hoy en
día enseñar y aprender una lengua extranjera, esto es, afronta el tratamiento sistemático,
en términos de objetivos y de contenidos, de los aspectos pertinentes en las tres grandes
dimensiones del alumno que se han indicado más arriba. Por otra parte, el análisis de la
lengua en distintos componentes da cuenta del complejo fenómeno de la comunicación
humana, con todas sus implicaciones. Al presentar descripciones de los aspectos
relevantes relacionados con el aprendizaje y con la dimensión cultural, los Niveles de
referencia para el español ofrecen una visión amplia e integrada de los factores de
diverso tipo que intervienen en el aprendizaje de una nueva lengua en su plena
dimensión lingüística, social y cultural, al tiempo que hacen posible la imbricación entre
el uso y el aprendizaje de la lengua mediante un tratamiento específico de los objetivos
y de los contenidos que permiten al alumno ir consolidando su proceso de aprendizaje.
El Plan curricular del Instituto Cervantes y sus Niveles de referencia para el español
parten de la idea de que el alumno debe ser el centro de cualquier planificación
curricular, en consonancia con los enfoques humanistas que se vienen desarrollando
desde los 80. Y parten también, como ya se ha indicado, del tratamiento que hace el
MCER no solo de las competencias lingüísticas sino también de las competencias
generales. Teniendo esto en cuenta, y considerando las distintas facetas que ha de
desarrollar quien aprende una nueva lengua, los Niveles de referencia para el español
plantean tres dimensiones o perspectivas del alumno complementarias y en cierto modo
interdependientes:
Como ocurre con todas las obras que pretenden dar cuenta de fenómenos
multifactoriales como la comunicación humana, la presentación del material que se hace
es taxonómica por razones meramente expositivas. A la hora de sistematizar el material
se ha partido de un planteamiento de componentes —en cada uno de los cuales se
encuadran distintos inventarios— que se sitúa en línea con una cierta tradición de
análisis acreditada por lingüistas de prestigio que han propuesto a lo largo de las últimas
décadas distintos esquemas explicativos de los componentes de la competencia verbal.
Pero debe quedar claro que, aunque el tratamiento por componentes e inventarios
supone presentar el material en distintos capítulos, todos los elementos descritos se
relacionan entre sí en todas las formas del uso y del aprendizaje de la lengua.
En esta línea de análisis se sitúan los Niveles de referencia para el español, que
proponen un esquema basado en cinco componentes: el gramatical, el pragmático-
discursivo, el nocional, el cultural y el de aprendizaje. Se añade, por tanto, con respecto
a las dimensiones identificadas en los modelos anteriores, el componente de
aprendizaje, que está en las competencias generales del MCER y que constituye uno de
los ejes del modelo desde la perspectiva del currículo centrado en el alumno. El
esquema de presentación de los componentes e inventarios en su conjunto es el
siguiente:
Componente gramatical
Inventarios:
o Gramática
o Pronunciación y prosodia
o Ortografía
Componente pragmático-discursivo
Inventarios:
o Funciones
o Tácticas y estrategias pragmáticas
o Géneros discursivos y productos textuales
Componente nocional
Inventarios:
o Nociones generales
o Nociones específicas
Componente cultural
Inventarios:
o Referentes culturales
o Saberes y comportamientos socioculturales
o Habilidades y actitudes interculturales
Componente de aprendizaje
Inventario:
o Procedimientos de aprendizaje
Como ya se ha adelantado, las escalas de descriptores del MCER presentan, en los seis
niveles comunes definidos, las actividades comunicativas de la lengua que suponen el
ejercicio de las competencias propiamente lingüísticas; pero el MCER no presenta
escalas de descriptores de las competencias generales, que son las que tienen que ver
con aspectos como la conciencia intercultural o las destrezas relacionadas con el
aprendizaje. Por tanto, los responsables de desarrollar las descripciones de los
materiales para lenguas nacionales o regionales que quieran tratar dimensiones que no
son propiamente lingüísticas, como la relacionada con la «materia cultural» o la
relacionada con el aprendizaje, disponen de las caracterizaciones que el MCER hace de
estas dimensiones en las competencias generales, pero no de escalas distribuidas por
niveles.
En qué medida es posible establecer en el currículo una relación sistemática entre, por
una parte, los niveles de progresión en el aprendizaje de los aspectos propiamente
lingüísticos y, por otra, aspectos como las habilidades necesarias para desarrollar la
competencia intercultural o las estrategias que permitan ir alcanzando un mayor grado
de autonomía en el aprendizaje, es asunto abierto a debate. En el Plan curricular del
Instituto Cervantes y sus Niveles de referencia para el español, tras considerar las
implicaciones de este asunto, se ha optado por presentar distribuidos por niveles los
materiales que tratan la dimensión lingüística y dar a los materiales que tratan los
aspectos culturales o de aprendizaje un tratamiento distinto, en forma de módulos o
bloques de descripciones que puedan ser utilizados por los usuarios de diferentes
modos. El planteamiento modular se ha aplicado, por una parte, al tratamiento de la
definición de los objetivos generales de las dimensiones del alumno como hablante
intercultural y como aprendiente autónomo, mientras que la dimensión del alumno
como agente social —que tiene que ver con el uso de la lengua en situaciones de
interacción social y en relación con los textos— se presenta desarrollada mediante la
progresión de dificultad por etapas y niveles. Por otra parte, se han tratado también de
forma modular los tres inventarios que desarrollan los aspectos culturales y el inventario
de Procedimientos de aprendizaje.
Dentro del mismo enfoque modular se han llevado a cabo, sin embargo, dos
realizaciones o concreciones distintas. En el caso de las listas de los objetivos generales
relativos al hablante intercultural y al aprendiente autónomo, así como en los
inventarios de Referentes culturales y de Saberes y comportamientos socioculturales el
desarrollo se ha hecho mediante la presentación del material en tres fases o estadios —
de aproximación, de profundización y de consolidación—, pues se ha entendido que era
posible y oportuno establecer una cierta gradación en la presentación de los materiales.
Los criterios que determinan esta gradación se explican en las introducciones de los
respectivos inventarios. Hay que tener en cuenta, en todo caso, que estas fases o
estadios no guardan correspondencia sistemática con los niveles de gradación de los
aspectos relacionados con la dimensión lingüística. Es decir, no hay una
correspondencia necesaria entre las especificaciones, por ejemplo, de la fase de
aproximación del inventario de Referentes culturales con la etapa A —niveles A1 y
A2— de los inventarios que tratan aspectos lingüísticos; o de la fase de profundización
de este mismo inventario con la etapa B de los inventarios de la dimensión lingüística.
Por otra parte, en el caso de los inventarios de Habilidades y actitudes interculturales y
de Procedimientos de aprendizaje, el material se presenta en una lista única, sin
establecer fases o estadios, ya que en estos casos no se ha visto oportuno —o factible—
presentar gradación de ningún tipo.
En los tres volúmenes de los Niveles de referencia para el español del Plan curricular
del Instituto Cervantes la presentación de los materiales responde al mismo orden:
1. Objetivos generales
2. Gramática
3. Pronunciación y prosodia
4. Ortografía
5. Funciones
6. Tácticas y estrategias pragmáticas
7. Géneros discursivos y productos textuales
8. Nociones generales
9. Nociones específicas
10. Referentes culturales
11. Saberes y comportamientos socioculturales
12. Habilidades y actitudes interculturales
13. Procedimientos de aprendizaje
Los materiales que se presentan en los seis niveles —del A1 al C2— son los siguientes:
Gramática
Ortografía
Funciones
Tácticas y estrategias pragmáticas
Géneros discursivos y productos textuales
Nociones generales
Nociones específicas
Los materiales que se presentan con arreglo al criterio de modularidad en tres fases de
desarrollo —aproximación, profundización y consolidación— son los siguientes:
Los materiales que se presentan con arreglo al criterio de modularidad en una lista única
son los siguientes:
(18) González Nieto, L., Teoría lingüística y enseñanza de la lengua, Madrid, Cátedra, 2001, p.
226 y ss. volver
(19) Estas relaciones de paralelismo pueden establecerse también, según observa González
Nieto, con autores que adoptan otras perspectivas de estudio, como Lyons —al tratar los
significados—, Austin —en relación con las fuerzas— o Bühler —en relación con las
funciones—. Así, en la misma línea de los elementos del punto (1) se podría situar el significado
descriptivo de Lyons, frente al significado social y expresivo que se situaría en el punto (2). La
fuerza locutiva de Austin se situaría también en (1), mientras que la ilocutiva se situaría en (2). Y
finalmente, en el esquema de Bühler, la función referencial se situaría en (1) mientras que la
función expresiva y apelativa se situaría en (2). Hay que tener en cuenta que estos autores no se
ocupan expresamente del componente textual, razón por la cual no aparece en sus esquemas
descriptivos. volver
(20) Ibídem, p. 228. volver
http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/plan_curricular/introduccion.htm#np11
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