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Los ensayos juveniles de Roque Dalton

CREADO EN 19 ENERO 2010

Por Luis Alvarenga*


Los escritos juveniles de Roque Dalton dejan ya “explícitas” sus grandes
preocupaciones intelectuales. En ellos queda dicho su concepción de la
literatura y el compromiso político del escritor.
1. Valoraciones generales

Como muchos de los escritores de su generación, Roque es conocido como


poeta alrededor del año 1956. Surge, en las aulas de la Universidad de El
Salvador, un grupo de jóvenes poetas que, entre otras actividades, mantienen
una página mensual en Diario Latino, gracias a la buena voluntad de Juan
Felipe Toruño.

Esta página -la del Círculo Literario Universitario- no se reduce a la


publicación de los primeros versos del grupo. Es también un espacio para la
polémica y en ella destaca mucho la labor de Roque.

Toda generación literaria se define por una serie de afinidades que confluyen
y dan identidad a un grupo de escritores: las fechas de nacimiento, las
primeras publicaciones, pero, sobre todo, un ideario estético e ideológico en
común. A la generación de Dalton la une la idea del compromiso del escritor,
visto, en primer lugar, como la responsabilidad de escribir bien y, además,
como una eticidad social y política. Sobre este último punto, es interesante la
polémica que sostuvo Dalton con Antonio Gamero -poeta de la generación
anterior a la suya-. En el artículo Un concepto sobre poesía, publicado en
1956, Roque recrimina a Gamero la falta de coherencia entre su vida y su
obra. Afirma Roque:
Antonio Gamero no hace coincidir en la actualidad lo que escribe en sus
versos con su manera de vivir en lo político y en lo social. Representa, con su
manera de entregarse a la causa de un grupo divorciado de los más caros
intereses del pueblo, la decadencia de un poeta que ha llegado al grado de
bufón trágico, fabricante de discursos para coroneles y de editoriales políticos
para la prensa oficial.

Al margen de la valoración que tengamos sobre Gamero, estas palabras son


útiles para enterarnos de que la batalla de ideas que libra Roque se caracteriza
desde un principio por los cuestionamientos de fondo. La de Dalton es una
batalla en contra de la falsedad, pero también en contra de lo que él llamaría
en una entrevista hecha en Cuba «la papanatería revolucionaria y no
revolucionaria». Es indudable que su prolongada residencia en países como
Checoslovaquia, Chile, México y Cuba le ayudó a ponerse en contacto con
nuevas ideas y a nutrir sus planteamientos. Una buena parte de sus artículos y
ensayos fue publicada precisamente en Cuba, en revistas como Casa de las
Américas. Lejos de ser Roque un poeta sumiso a una ortodoxia política o a un
dirigismo cultural partidario, encontramos que él está constantemente
haciendo cuestionamientos severos a la cultura dominante, a la poesía y a los
escritores -revolucionarios o no- y a los actores políticos -tanto dentro como
fuera del partido en el que militó-.

Así, por ejemplo, Dalton está convencido de que «el comunista que trata de
hacer la revolución con un mal poema objetivamente hace contrarrevolución».
Es decir, la literatura revolucionaria no puede, a sus ojos, darse el lujo de la
mediocridad. Para Dalton, un poeta, pero sobre todo, un poeta revolucionario,
debe ser culto y conocedor de su oficio. A este respecto afirma en Poesía y
militancia en América Latina, trabajo publicado por Casa de las Américas en
1963: «Hay que desterrar esa concepción falsa, mecánica y dañina según la
cual el poeta comprometido con su pueblo y con su tiempo es un individuo
iracundo o excesivamente dolido que se pasa la vida diciendo, sin más ni más,
que la burguesía es asquerosa, que lo más bello del mundo es una asamblea
sindical y que el socialismo es un jardín de rosas dóciles bajo un sol
especialmente tierno». ¡Cuántas malas páginas en nombre de la Revolución
pudimos haber evitado en El Salvador si este y otros planteamientos se
hubieran conocido y discutido a fondo en el pasado! En otras palabras, Dalton
está diciendo que la opción política del autor por sí sola no es garantía de la
buena calidad de su obra. Ello no deja de lado el hecho de que Dalton busca
su sentido ético dentro de una opción de izquierda.

Roque exige, además, del escritor, una actitud de apertura ante la realidad. Por
ejemplo, en su ensayo sobre César Vallejo alaba la posición estética del poeta
peruano, en tanto la considera «abierta a todas las corrientes de avanzada de
su tiempo», cosa que le permitió, a su juicio, captar «el espíritu de su época
con un método realista y revolucionario, es decir, un método basado en su
actitud humanista». Dicho de otra manera: para que la obra gane en
profundidad, el escritor deberá abrir sus poros a las tendencias culturales,
estéticas y de pensamiento de su época.

La obra en prosa de Dalton también incluye el comentario bibliográfico y los


escritos políticos. Entre los primeros, podemos encontrar reseñas sobre libros
de Julio Cortázar, Claribel Alegría, Haroldo Conti, Lisandro Chávez Alfaro,
Roberto Fernández Retamar y Fayad Jamís, entre otros autores.

Para aproximarnos a la obra ensayística de Roque, podemos partir de una


división cronológica en dos etapas: En la primera, figurarían sus escritos de
juventud (contenidos principalmente en Sábados de Diario Latino y en otras
publicaciones de la década de los cincuenta), y en la otra, los ensayos de
madurez, escritos y publicados en México, Cuba y otros países. En los
trabajos de esta etapa, Dalton aborda con mayor hondura los temas que le
preocuparon intelectualmente desde sus tiempos de estudiante de Derecho: las
relaciones entre literatura y ética, por un lado; por el otro: los problemas
políticos latinoamericanos -y, en concreto, el problema de la lucha armada. En
este trabajo, me dedicaré a comentar los escritos juveniles del poeta,
publicados desde 1956 (con la publicación de la página del Círculo Literario
Universitario) hasta 1961 (año en que el poeta sale al exilio).

2. Los escritos juveniles


Lo que encontramos en esta etapa (alrededor de 1956, hasta 1960, año en que
Dalton es capturado y parte al exilio), son artículos que aún no tienen el
aliento de un ensayo, pero que sí dejan explícitas las grandes preocupaciones
intelectuales de su autor. Su prosa, aún primeriza, no deja de ser, a ratos,
retórica. Vemos ahí el lenguaje del joven estudiante de Leyes, deudor todavía
de la exuberancia de Neruda.

El autor firmaba sus trabajos como «Roque Dalton García». Como ya se ha


dicho, están publicados en la página sabatina del Círculo Literario
Universitario. Cea, Armijo y otros compañeros de generación también
escriben en esas páginas. Esos jóvenes escritores, preocupados por la literatura
y el compromiso político, introductores de formas poéticas novedosas, fueron
atacados por intelectuales conservadores, quienes les imputaron el ser poco
menos que rebeldes sin causa, incendiarios que pretendían innovar la literatura
desconociendo la tradición. Es interesante la defensa de los poetas jóvenes que
hace Roque, en el artículo Explicamos, publicado el 28 de enero de 1956, en
Diario Latino. Está ahí implícita la concepción de literatura que evolucionará
en Dalton: El compromiso político del escritor no está reñido con el
conocimiento riguroso de la literatura. Solamente los irresponsables pueden
plantear lo contrario. Es imposible renovar la literatura si no se cuenta con el
acervo heredado por la tradición. Roque lo expresa así, en palabras aún no
exentas de la retórica lírica del poeta nerudiano:
Salimos a ver la vida salvadoreña sin pretender erigirnos en caudillos de un
nuevo movimiento artístico en este dulce pezón de América, sin presentar
poses de dómines y mucho menos en volver las espaldas a nuestros valores
que juzgamos en sus respectivas épocas y aportaciones, creemos pueden ser
los elementos básicos en la creación de un espíritu auténticamente
salvadoreño con enlaces universales para poder cumplir con las exigencias
humanas de la época. enfáticamente manifestamos que no negamos los
valores anteriores, sino los que hayan vuelto fríamente las espaldas al pueblo.

Venimos a levantar un monumento espiritual a aquellos valores que han


permanecido fieles a su vocación y por sobre mil vicisitudes han levantado la
fe y mantenido la esperanza, aún en momentos en que todo parecía perdido
para los destinos del hombre.

La actitud intelectual es importante para Roque. Por eso, encomiará de


Rómulo Gallegos el haber «renunciado públicamente a un grado honorífico
que le otorgara cierta institución cultural, con motivo del otorgamiento de un
honor similar por la misma institución, a un hombre que, basado en la fuerza
de las armas, llegó al solio presidencial de una República latinoamericana,
bella y luminosa, para acrecentar el dolor y la vergüenza de estos pueblos
sufridos». Se refiere al Doctorado Honoris Causa que el autor de Doña
Bárbara rechazó ante una universidad estadounidense.

Se expresa también en similares términos sobre el poeta estadounidense


Langston Hughes, quien fue un destacado militante a favor de los derechos de
la población afroamericana. De este escritor, Dalton destacará su «ejemplo
que invita a la preocupación por que la verdad resplandezca, en cada garganta,
en cada pluma, por encima de la adversidad y los intereses que luchan
dantescamente en su contra. Un ejemplo, que nos dé la sed de justicia que toda
juventud precisa, para cumplir con la estatura espiritual que le reclama su
momento histórico». No resulta peregrina la idea de que Dalton está, en esa
etapa, buscando referentes concretos para sustentar sus posiciones éticas y
artísticas. Las opciones individuales del escritor, en las que estas posiciones se
ponen a prueba, resultan cruciales para el poeta salvadoreño. Sólo así se
explica la dureza con la que se distanció de Asturias. «Pienso en un escritor a
quien conocí cuando era relativamente honesto, aunque ya bastante viejo:
Miguel Ángel Asturias. Ya que a esta altura no podría conseguir ni la juventud
ni la absoluta honestidad, quisiera aconsejarle que renuncie a la embajada de
Guatemala en París. Quizá así podría conservar por lo menos un poco del
decoro que Sartre otorgó al premio más municipal de la tierra», declaró, en
1969, a Mario Benedetti.

Roque entró en polémica con Antonio Gamero, cuestionándole su


colaboración intelectual con los regímenes dictatoriales del país. A la actitud
de Gamero, Roque opuso el ejemplo de Geoffroy Rivas. El hecho de
personalizar el problema fue criticado por otros articulistas que dieron su
opinión sobre la polémica: Luis Mejía Vides, Danilo Velado, Federico Siles.
«Con el afán de dejar limpios de todo mal entendido mi posición y mi
pensamiento en el caso planteado, niego rotundamente que la personalización
haya sido un error en el momento en que, hasta ahora, la he usado», escribió
en Punto final de Roque Dalton, publicado en diciembre de 1956. En un
escrito anterior, dirigido a Luis Mejía Vides, señala: «Dice Ud. que no hay
punto de comparación entre Pedro Geoffroy Rivas y Antonio Gamero, porque
aquel gozó de un ambiente de comodidad material, absolutamente opuesto al
del "Poeta Salvaje" que ha vivido siempre al borde de la miseria y sin
oportunidades para cultivarse mejor. Si aceptamos esto, ¿querrá decir que sólo
las personas con medios económicos suficientes para vivir con cierta
comodidad podrán ser poetas del pueblo inclaudicables, poetas
revolucionarios persistentemente veraces, conductas ceñidas por completo a la
ruta que el mundo actual exige? Es evidente que no (...) ¿Es posible justificar
a quien por razones de hambre traiciona la carencia de pan de su clase?». Más
adelante: «La lucha por permanecer vertical, por permanecer limpio, por
permanecer poeta, en fin, tiene que ser dura».

Destaca también en esta etapa su reseña sobre la investigación de Jorge Arias


Gómez, Anastasio Aquino: su recuerdo, valoración y presencia, que ganara un
certamen estudiantil en 1956. Dalton destaca la falta de rigor de los
investigadores de Aquino que precedieron a Arias Gómez. Una falta de rigor
sumada a una deliberada distorsión del protagonista principal de la revuelta
indígena de 1833. «A la figura indígena de Aquino, se ha pretendido alejarla
de su exacta ubicación histórica con la ayuda de la falsedad: deformándola a
más no poder; creando, en su derredor, hechos no acaecidos que le perjudican
ante los ojos modernos; haciéndole aparecer, en fin, en la forma que más
interesa a ciertos sectores humanos minoritarios, para evitar que,
conociéndose popularmente la estatura ejemplar del gran tayte nonualco, se
comience a investigar sobre el medio que lo determinó, sobre las causas que, a
su vez, formaron ese medio, sobre las fuerzas y más concretamente, sobre las
instituciones y grupos humanos que tuvieron influencia en el estado de cosas
de aquel entonces que, de uno u otro modo, se mantiene hasta ahora». En
opinión de Dalton, el ensayo de Arias Gómez pone en claro las dimensiones
históricas del movimiento que encabezó Aquino, pero también va más allá:
propone un modelo de país en el que ya no se reproduzcan las causas que
provocaron la insurrección nonualca. Una «revolución democrático-burguesa,
basada en «una reforma agraria que saque a las masas campesinas de ese
estado de indefensión social y legal, con la participación del «capital
progresista de nuestro país. La revolución será «democrática, por su forma de
gobierno; burguesa, por su contenido económico».

Vemos aquí también un planteamiento que se reitera en la obra daltoniana: la


urgencia de fundamentar históricamente la identidad nacional. Pero no se trata
de cualquier identidad, ni de cualquier concepto de nacionalidad, sino de una
identidad nacional liberadora, articulada por lo que los autores marxistas han
dado en llamar «la tradición de lucha de los pueblos». Según este
planteamiento, las luchas del presente no surgen de la nada: se entrelazan con
los diferentes momentos de resistencia de los sectores populares a lo largo de
la historia. De esta manera, el proyecto revolucionario salvadoreño estaría
imbricado con las luchas de Aquino, pero también con la insurrección del 32 y
con los alzamientos populares de la gesta independentista. Esta idea puede
encontrarse en los poemas dedicados al propio Anastasio Aquino, de La
ventana en el rostro y en Ultraizquierdistas, de Poemas clandestinos. Es, a su
vez, el eje central del libro-collage Las historias prohibidas del Pulgarcito.
Esta idea se reitera en el prólogo que hace a la obra del antropólogo mexicano
Miguel León-Portilla, Visión de los vencidos. En este texto, Dalton cae en el
error de análisis de muchos intelectuales de izquierda: concebir que la época
prehispánica fue armoniosa y que las desigualdades sociales fueron algo que
los europeos introdujeron a estas tierras. En este sentido, afirma que el
documento de León-Portilla pone «las cartas sobre la mesa de nuestra más
profunda identidad de seres por naturaleza no-violentos que fuimos
violentados hasta la misma esencia por el transcurrir de una historia común,
presidida por una relación de vencedores a vencidos, de explotadores a
explotados».

Es importante, sin embargo, cómo en el prólogo el poeta salvadoreño urge por


rescatar «la historia de lucha», de resistencia antimperialista de nuestros
países. También hace un importante señalamiento: los movimientos
revolucionarios deben abandonar los enfoques eurocéntricos y partir de las
propias realidades: «Durante demasiado tiempo los revolucionarios
latinoamericanos hemos cometido la insensatez de preguntarle exclusivamente
a Europa por la Revolución latinoamericana (...) Es hora ya de abandonar esa
parcialidad absurda que nos impusiera la cristalización del pensamiento
marxista a nivel mundial y que propiciemos el encuentro de Marx, Klautsevits
y Lenin, con la experiencia de la lucha frente al conquistador español, de las
guerras de independencia, las memorias de Pancho Villa y Obregón, los
estudios sobre Sandino, la experiencia cubana y los aportes del Che Guevara y
Fidel Castro. Un aporte en este terreno, por mínimo que sea, es la divulgación
de esta dramática rendición de cuentas de los derrotados nahoas y mayas de
México».

Dadas las circunstancias políticas del país, la publicación de los trabajos de


Roque en la prensa masiva y en los órganos de difusión estudiantiles se vio
interrumpida. En 1960, comienza para Roque una etapa de exilios, pero
también de toma de contacto con otras culturas, especialmente, con la cubana.
Este contacto fue decisivo para la maduración intelectual de nuestro poeta.
*Escritor salvadoreño. Publicado el 28 de Septiembre del 2002 en La
Ventana, Portal informativo de la Casa de las Américas.

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