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1) Cuando hablamos de enunciación debemos tener en cuenta el postulado que realizó

Benveniste sobre la enunciación como un acto inaugural de la lengua. Él desarrolla su teoría


de la enunciación, en la que critica la comprensión de la lengua como una herramienta
externa al hombre y sostiene que el acto de enunciación es un acto inaugural de conciencia
y apropiación de la lengua. Con esto, Benveniste sostiene que la subjetividad en la lengua
es un punto crucial ya que cuando hay actividad lingüística surge la subjetividad. Con esta
idea se introducen los conceptos propuestos por Maingenau sobre la enunciación con y sin
señalamiento que, a su vez, pueden incluir efectos objetivantes o subjetivantes. El
señalamiento es el conjunto de situaciones por las cuales un enunciado se fija en su
situación a través de los señaladores de la deixis y modalizadores que permiten comprender
esas marcas. La deixis refiere al eje de referencia interno desde el cual el hombre ve al
mundo. El “yo” del plano enuncivo no es el locutor, sino que es la forma vacía que le presta
la lengua al discurso para que quien se apropie de ese discurso y enuncie, pueda referirse a
sí mismo. La modalización, por su parte, es la relación que el locutor mantiene con su
enunciación, ejerciendo juicios de valor o apreciaciones personales. En primer lugar, se debe
tener en cuenta que una enunciación tendrá señalamiento cuando haya marcas del sujeto,
es decir del “yo”, en el discurso. Toda enunciación tiene un locutor como responsable y, por
consiguiente, hay siempre un “yo” en él, aunque en ciertas situaciones pueda simular estar
borrado. En cuanto a los elementos enunciativos que permiten una enunciación con
señalamiento tendremos que encontrar índices, tanto de persona al “yo” (yo, mi, mío,
conmigo, me) y sus formas ampliadas (nuestro, nosotros, nos), y al “tú” (tú, vos, tuyo,
contigo, te, tu) y sus formas ampliadas (tuyos, suyos, ustedes, sus, les); como de distensión
temporales (ayer, hoy, hace un mes, hace 24 años), espaciales (aquí, allá, eso, esto, aquello),
psicológicos (relacionados al uso del lenguaje: “estoy ahí”, “estoy llegando”) y sociales
(marcas de jerarquía/distancia/respeto). Por otro lado, con respecto a los elementos
retóricos que hacen al discurso subjetivante, podemos nombrar subjetivemas, juicios de
valor, apreciaciones, órdenes, interpelación al co-enunciador, etc.

2) Se puede producir que un enunciado esté desprovisto de señaladores y se presente como


cortado de su situación de enunciación. Este tipo de enunciados no están referidos con la
situación de enunciación y se esfuerzan por construir universos autónomos. Todo
enunciado tiene un enunciador y un co-enunciador y son producidos en un momento y un
lugar determinados, pero no presentan la relación con su situación de enunciación. En estos
tipos de discurso no se encuentran señaladores; hay borradura del par yo-tú, no hay verbos
en presente deíctico que indicaran que el acontecimiento evocado tiene lugar en el
momento de la enunciación.

3) Ss

4) Austin y Searl partían de la idea de que el discurso es objetivo y es el sujeto quien le


otorgaba la subjetividad. Sin embargo, se debe tener en cuenta que el discurso es
socialmente constitutivo, así como socialmente constituido. Benveniste criticaba a la
concepción instrumental del lenguaje, porque decía que si se entiende al lenguaje como
una herramienta quiere decir que es algo externo al hombre. Benveniste sostiene que el
lenguaje está en los fundamentos de la naturaleza humana, especificidad de lo humano y la
definición del hombre: la conciencia de sí y del otro, la posibilidad de objetivarse y
contemplarse. Es en y por el lenguaje como el hombre se constituye como sujeto. Cuando
el lenguaje pone en marcha no solo ejercemos un acto de habla, porque no es solo accesorio
o instrumental, sino que cuando hay actividad lingüística hay subjetividad. El acto de
enunciación es un acto inaugural, de conciencia y apropiación de la lengua porque es ese
acto el que nos hace tomar conciencia de un “yo” frente al mundo. Benveniste habla de tres
razones principales que objeta a lo dicho por Austin y Searl, que tienen que ver con la
subjetividad en el lenguaje. La polaridad de las personas (yo/tú) es el primer argumento
esgrimido por Benveniste para sostener el carácter lingüístico de la subjetividad. El segundo
argumento para fundamentar logísticamente la subjetividad se basa en el reconocimiento
de otros elementos que poseen el mismo estatuto que los pronombres personales, es decir,
que son formas "vacías" cuya significación se realiza en el acto de discurso: "Son los
indicadores de la deixis, demostrativos, adverbios, adjetivos, que organizan las relaciones
espaciales y temporales en torno al 'sujeto' tornado como punto de referencia: 'esto, aquí,
ahora', y sus numerosas correlaciones 'eso, ayer, el año pasado, mañana', etc.". Los
elementos indiciales o deicticos organizan el espacio y el tiempo alrededor del centro
constituido por el sujeto de la enunciación y marcado por el ego, hic et nunc del discurso.
Así, todo acontecimiento discursivo marca un aquí, índice que postula de inmediato un allí,
un allá -que lo marcan posiciones con respecto al aquí de la enunciación- y un en otra parte
-que simula borrar las huellas del aquí. De manera análoga, el discurso marca un ahora en
función del cual se traza una línea divisoria entre el presente -el ahora del acto de decir- y
todo aquello que se marca por relación al ahora como anterior o posterior. El tercer
argumento esbozado por Benveniste, en estrecha relación con el anterior, es Ia expresión
de la temporalidad. El tiempo presente no puede definirse si no es por referencia a Ia
instancia del discurso lo enuncia. El presente es el tiempo en el que se habla. Fuera del
discurso el tiempo no tiene asidero. Cada acontecimiento enunciativo inaugura un
presente en función del cual pueden comprenderse los variados tiempos del enunciado.

5) TEORÍA DE LOS ACTOS DE HABLA: El sujeto en esta teoría es un sujeto empírico que realiza
el acto de decir algo. Austin, en su primera teoría dividía al acto de habla en tres actos
simultáneos: acto locutivo (la acción de emitir una oración con un cierto sentido siguiendo
las reglas morfológicas, fónicas, sintácticas y semánticas de la lengua), un acto ilocutivo (el
acto que inauguramos al decir algo a través de los verbos performativos) y el acto
perlocutivo (el efecto que lo dicho produce sobre el oyente). Luego, Searl reformula el acto
de habla sosteniendo que podía haber una disparidad entre lo que el sujeto dice y lo que
implica con su enunciado. Por esto, sostiene que los tres actos simultaneos implicados en el
acto de habla son: acto de emisión (producir un sonido determinado que forme las palabras
de una oración), acto proposicional (la formulación de una unidad semántica que, a priori,
no tiene ningún contexto particular y puede ser evaluada en términos de falsedad o verdad
desprovistos de la situación) y acto ilocutivo (el acto en el que el sujeto imprime o hace
circular su intención o subjetividad en el habla). En ambos casos se trata siempre de un
sujeto empírico único que realiza el acto y se dirige a otro sujeto empírico que no se
involucra en la situación de habla.
TEORÍA DE LA ENUNCIACIÓN: El sujeto es una instancia subyacente a todo enunciado, va
más allá de la voluntad e intención particular. Está implícito en el enunciado, no es exterior
a él. Es una figura constituida y moldeada por el propio enunciado y existe sólo en el
interior de los textos. No es el autor empírico del enunciado, que no tiene cabida en el
análisis de la enunciación. El sujeto de la enunciación es una instancia lingüística, presente
en el discurso, en toda actualización de la lengua, de manera implícita, como una
representación de la relación dialógica entre un yo y un tú. Benveniste agrega en su teoría
a los primeros personajes del discurso: el locutor y alocutario. El locutor es aquel ser del
discurso que se hace responsable de la enunciación. Necesariamente ese “yo” debe dirigirse
a un “tú” por lo que aparece el personaje del alocutario que es aquel ser del discurso que
se plantea como el objetivo de la enunciación. Este par yo/tú es un binomio indivisible y
ambos se necesitan mutuamente para existir. Según Benveniste estos eran los dos únicos
seres del discurso.
TEORÍA POLIFÓNICA DE LA ENUNCIACIÓN: Ducrot decía que la lengua no es monolítica,
sino que conviven en su interior jergas, dialectos, lenguajes particulares, etc. Ducrot decía
que dentro del mismo discurso hay otros discursos que circulan y pujan por ser los más
relevantes. El sujeto hablante no es fuente ni dueño de su discurso, sino que hace circular
ideologías, creencias y valores. La enunciación de un enunciado está compuesta por
distintas voces, pero en este caso se trata de voces abstractas, que se presentarán como
enunciadores. En la teoría de la polifonía enunciativa se agregan nuevos personajes al
discurso. Además del locutor y alocutario, esas voces virtuales presentes en el discurso se
presentan como enunciadores: todo enunciado presenta ciertos puntos de vista relativos a
las situaciones de las que se habla, y llama enunciadores a los diferentes puntos de vista
que se hacen presentes en el enunciado. Además, también se incluye la figura del
observador. En un discurso, puede ser que aparezca un locutor y lo que está dicho a través
de su voz no siempre coincide con su visión (su punto de vista). Esto significa que voz y visión
pueden coincidir o no. De la enunciación se desprende un observador omnisciente, que es
un ser capaz de verlo todo. Siempre hay un observador en todo discurso. El observador se
desprende del locutor, pero no siempre va a ser capaz de verlo todo porque, a veces, el
locutor puede jugar a que sabe menos de lo que sabe.

6) La teoría de la polifonía enunciativa sostiene que la enunciación está compuesta por


distintas voces abstractas, que se presentarán como enunciadores y dejarán su marca en
el discurso. El enunciador no se expresa directamente sino que pone en escena, desde
cierta distancia, diferentes personajes y la conciencia de otro, sin cederle la voz pero
concediéndole la perspectiva visual y valorativa de los hechos. El sentido del enunciado
nace de la confrontación de esas diferentes voces virtuales. Ducrot tomó varios
conceptos de Bajtin para su teoría, referidos a las características principales de un
discurso: dialogismo, polifonía y heterogeneidad. El discurso es dialógico porque, a pesar
de que haya un solo sujeto empírico siempre va a haber dislogismo en la enunciación,
incluso cuando se trata de un monólogo, el par “yo/tú” sigue presente porque es un
binomio indivisible. Además, también toma la idea de que todo enunciado es la respuesta
de un enunciado anterior y suscitará una respuesta en un enunciado siguiente. Por otro
lado, hablaba de que el discurso es polifónico porque hace circular esas voces virtuales,
provenientes de otros discursos. Es necesario aclarar que, según Bajtin, no existe un Adán
discursivo y todo lo que se dice ya fue dicho anteriormente. Por último, también se dice
que el discurso es heterogéneo porque hace circular conceptos, frases y temas de otros
campos o paradigmas discursivos agregando información a cada nueva enunciación. El
sentido del enunciado sólo voy a poder encontrarlo cuando analice todos los
enunciadores que agregan su marca a la enunciación. Cabe destacar que cada enunciador
proviene de distintas praxis sociales que desarrollan distintos tipos de discursos que
moldean la enunciación. La relación entre praxis y discurso es dialéctica, es decir que es un
binomio indivisible. Hay tres casos emblemáticos sobre los que se basa la teoría: la ironía,
las citas y la negación.
La ironía: No es afirmar algo para dar a entender lo contrario, sino hacer oír la voz de un
otro capaz de realizar una afirmación absurda de la cual el enunciador no se hace
responsable. Hay un desdoblamiento del yo locutor. El locutor puesto en escena hace
hablar la voz de un otro capaz de decir una ridiculez, de la cual ese locutor se aleja. Hay un
enunciador y un enunciatario ingenuos, y un enunciador y enunciatario irónicos.
Las citas: Se retoma el enunciado ajeno de diversas formas. Es una forma de incluir las
palabras ajenas pero de distanciarse de los dichos. Hay cinco tipos de citas: cita directa,
indirecta, híbrida, directa libre, indirecta libre.
La negación: Es otro caso de polifonía se pone en escena, al menos, dos enunciadores: El
que es responsable de la afirmación que vehicula el enunciado negativo. Y el que asume la
negación explicitada. Freud había hablado de la negación como un proceso que utiliza el
yo para protegerse. Nombró los casos de la renegación (negar lo obvio) y la denegación (el
yo niega una certeza).
→ Se ponen en marcha dos enunciadores: 1. El que es el responsable de la afirmación que
vehiculiza el enunciado negativo. 2. El que asume la negación explicitada.
Negación polémica: Niega el discurso ajeno y lo pone en disputa. También puede haber
una negación polémica en el rechazo al propio discurso. Tiene el efecto descendente ante
el presupuesto que pone el discurso ajeno.
Negación metalingüística: La negación en estos casos se usa para corregir o rectificar. Se
usa la lengua para hacer una corrección de la misma lengua. (“No es linda, es hermosa”),
(“No no es feo, es horrible”). No tiene el efecto descendente de la negación polémica;
sirve para negar mientras se rectifica o se corrige, el fin último no es la disputa sino la
corrección; el efecto siempre es ascendente, diferente o contrario; siempre se altera la
prosodia (todos los elementos suprasegmentales –pausa, énfasis, entonación, tono de voz,
volumen, gestos, prominencia, cadencia- que acompañan al elemento lingüístico) y niega
el presupuesto.
Negación descriptiva: Es un derivado delocutivo (proviene de la palabra alocución –
dirigirse a un alocutario- como por ejemplo: pordiosear, que3 proviene de “por Dios”) de
una negación polémica. En apariencia no se pelea ni corrige a nadie, pareciera ser la
ingenua donde vos negas para describir. “No hay un alma en la calle”, “no tengo un peso”,
“no vino nadie a la clase”. Esas negaciones que son de apariencia meramente descriptivas
en realidad son derivados de una negación polémica porque, implícitamente, estás
poniendo en pugna una voz hipotética. Ni siquiera la negación descriptiva deja de ser
polifónica. Un punto de vista será imaginario que puede estar en las expectativas, que
tiene que ver con lo hipotético, y otro punto de vista que rechaza con la descripción.

7) No existe instancia en el discurso que no sea dialógica. Aun en la instancia de aparente


monólogo, en el que estoy hablando o pensando conmigo misma, se construye un tú.
Primero se debe tener en cuenta que para todo “yo” hay un “tú” y que en todos los casos
el locutor dirige su enunciación hacia un tú. Ducrot toma el concepto de dialogismo de
Bajtin que explicaba que todo enunciado es una respuesta de un enunciado anterior y va a
provocar una respuesta en un enunciado siguiente. Y, por otra parte, se sostiene que el
discurso es polifónico porque siempre hace circular otras voces. Bajtín decía que “no
existe ningún Adán discursivo”. El discurso no es monolítico. La lengua, cuando se pone en
marcha, hace circular refranes, la voz de la doxa, etc. Yo no soy la fuente de ese discurso.

8) ss

9) Bajtin hablaba del concepto de dialogismo interpretando que todo discurso surge como la
respuesta de un discurso anterior y suscita la respuesta en uno posterior. Ducrot toma este
concepto y lo extiende a que, dentro de un mismo discurso, también se representan
discursos anteriores y posteriores en forma de enunciadores: la intersubjetividad.

10) Benveniste criticaba a la concepción instrumental del lenguaje, porque decía que si se
entiende al lenguaje como una herramienta quiere decir que es algo externo al hombre. El
paradigma veritativista referencial establecía que la lengua tiene como función principal
representar la realidad y, por ende, que la significación de las oraciones tiene per se un valor
de verdad. El valor de verdad de un enunciado solo depende de su correspondencia con la
realidad, y es independiente de su enunciación, del discurso donde y para el cual se profiere
y en el que se inserta. Benveniste sostiene que el lenguaje está en los fundamentos de la
naturaleza humana, especificidad de lo humano y la definición del hombre: la conciencia de
sí y del otro, la posibilidad de objetivarse y contemplarse. Es en y por el lenguaje como el
hombre se constituye como sujeto. Cuando el lenguaje pone en marcha no solo ejercemos
un acto de habla, porque no es solo accesorio o instrumental, sino que cuando hay actividad
lingüística hay subjetividad. El acto de enunciación es un acto inaugural, de conciencia y
apropiación de la lengua porque es ese acto el que nos hace tomar conciencia de un “yo”
frente al mundo. El sujeto es una instancia subyacente a todo enunciado, va más allá de la
voluntad e intención particular. Está implícito en el enunciado, no es exterior a él. Es una
figura constituida y moldeada por el propio enunciado y existe sólo en el interior de los
textos. No es el autor empírico del enunciado, que no tiene cabida en el análisis de la
enunciación. El sujeto de la enunciación es una instancia lingüística, presente en el discurso,
en toda actualización de la lengua, de manera implícita, como una representación de la
relación dialógica entre un yo y un tú. Austin fue uno de los primeros pragmáticos en el
estudio de la lengua y sostenía que el lenguaje no era descripción sino acción. Allí introduce
los conceptos de performatividad y los tres actos simultáneos dentro del acto de habla: acto
locutivo, ilucutivo y perlocutivo. Sin embargo, Benveniste critica que Austin parte desde un
concepto objetivo y que es en el acto ilucutivo en el que se da la subjetividad a la
enunciación. Para Benveniste, el mero acto de enunciación es un acto inaugural de la
concepción del ser humano como sujeto y todo sentido previo a la enunciación es pura
potencialidad.

11) Ss
12) Ss

13) Cuando hablamos de enunciación debemos tener en cuenta el postulado que realizó
Benveniste sobre la enunciación como un acto inaugural de la lengua. Él desarrolla su teoría
de la enunciación, en la que critica la comprensión de la lengua como una herramienta
externa al hombre y sostiene que el acto de enunciación es un acto inaugural de conciencia
y apropiación de la lengua. Con esto, Benveniste sostiene que la subjetividad en la lengua
es un punto crucial ya que cuando hay actividad lingüística surge la subjetividad. Con esta
idea se introducen los conceptos propuestos por Maingenau sobre la enunciación con y sin
señalamiento que, a su vez, pueden incluir efectos objetivantes o subjetivantes. El
señalamiento es el conjunto de situaciones por las cuales un enunciado se fija en su
situación a través de los señaladores de la deixis y modalizadores que permiten comprender
esas marcas. La deixis refiere al eje de referencia interno desde el cual el hombre ve al
mundo. El “yo” del plano enuncivo no es el locutor, sino que es la forma vacía que le presta
la lengua al discurso para que quien se apropie de ese discurso y enuncie, pueda referirse a
sí mismo. La modalización, por su parte, es la relación que el locutor mantiene con su
enunciación, ejerciendo juicios de valor o apreciaciones personales. Una enunciación
objetivante sin señalamiento tiene que ver con enunciaciones en las cuales el “yo”
responsable de la enunciación no se refiere a sí mismo en el texto. Este tipo de
enunciaciones es típico de discursos científicos en los que el locutor quiere alejarse de los
hechos. Al igual que en las enunciaciones con señalamiento, en las que el “yo” utiliza
deícticos y modalizadores para referirse a sí mismo, el “yo” también utiliza recursos para
cuando quiere esconderse detrás de su enunciación. En el caso de la “no-persona”,

14) Ss

15) En primer lugar, el alocutario es aquel ser del discurso al cual el locutor dirige su
enunciación. En la teoría de los actos de habla, primeramente formulada por Austin se
comprendía que, a través del acto perlocutivo -tercer acto-, se ejerce un efecto sobre el
oyente por el hecho de haber dicho algo, por haber hecho una enunciación. Luego, Searl
amplía el concepto y dice que hay casos en los que puede haber una disparidad entre lo que
se dice y lo que se implica. Por lo tanto, Searl decía que no podía el locutor controlar el
efecto de su enunciación en el alocutario. Desde la escuela francesa se instala la idea de que
para que haya una enunciación debe estar presente el binomio indivisible del “yo/tú”
porque siempre un enunciado está formulado por un sujeto en referencia a otro.

16) Ss
17) Ss
18) La relación entre subjetividad y lenguaje fue explicada por Benveniste como elemento vital
para el acto inaugural de la enunciación en el que el “yo” se establece como sujeto frente
al mundo y dirige su enunciación a un “tú”. Benveniste habla de tres pilares de la
subjetividad en el lenguaje. La polaridad de las personas (yo/tú) es el primer argumento
esgrimido por Benveniste para sostener el carácter lingüístico de la subjetividad. El segundo
argumento para fundamentar logísticamente la subjetividad se basa en el reconocimiento
de otros elementos que poseen el mismo estatuto que los pronombres personales, es decir,
que son formas "vacías" cuya significación se realiza en el acto de discurso: "Son los
indicadores de la deixis, demostrativos, adverbios, adjetivos, que organizan las relaciones
espaciales y temporales en torno al 'sujeto' tornado como punto de referencia: 'esto, aquí,
ahora', y sus numerosas correlaciones 'eso, ayer, el año pasado, mañana', etc.". Los
elementos indiciales o deícticos organizan el espacio y el tiempo alrededor del centro
constituido por el sujeto de la enunciación y marcado por el ego, hic et nunc del discurso.
Así, todo acontecimiento discursivo marca un aquí, índice que postula de inmediato un allí,
un allá -que lo marcan posiciones con respecto al aquí de la enunciación- y un en otra parte
-que simula borrar las huellas del aquí. De manera análoga, el discurso marca un ahora en
función del cual se traza una línea divisoria entre el presente -el ahora del acto de decir- y
todo aquello que se marca por relación al ahora como anterior o posterior. El tercer
argumento esbozado por Benveniste, en estrecha relación con el anterior, es Ia expresión
de la temporalidad. El tiempo presente no puede definirse si no es por referencia a Ia
instancia del discurso lo enuncia. El presente es el tiempo en el que se habla. Fuera del
discurso el tiempo no tiene asidero. Cada acontecimiento enunciativo inaugura un presente
en función del cual pueden comprenderse los variados tiempos del enunciado.

19) En esta proposición se observan diferentes postulados que tienen que ver con el paradigma
veritativista referencial que sostenían los positivistas en referencia al lenguaje. En primer
lugar, se habla de que el lenguaje no puede ser unicista porque, para que haya enunciación,
debe estar presente el par “yo/tú” y no existe discurso monolítico que no esté dirigido a
otro. Además, también se sostiene que el lenguaje no es una herramienta que muestra y
describe la realidad como un espejo, sino que es acción que la altera.

20) Benveniste decía que el acto de enunciación es un acto de conciencia en el que el hombre,
al momento de enunciar, se posiciona como un “yo” frente al mundo. Además de tomar
conciencia de sí mismo como “yo”, Benveniste decía que hay cuatro ejes centrales de
inauguración en la enunciación: la inauguración de la conciencia del “yo”, de la conciencia
del “tú”, de la conciencia del tiempo y la conciencia del espacio. Con respecto a la conciencia
del tiempo, decía que el presente es inasible y que cada instante no puede repetirse. El
tiempo presente no puede definirse si no es por referencia a la instancia del discurso que lo
enuncia. El mismo mecanismo sucede con respecto al espacio porque la enunciación
inaugura la conciencia de lo que es un aquí y permite al sujeto diferenciarse de lo que es un
allá. Ambos aspectos son constitutivos de la enunciación porque no podría haber un
discurso sin un contexto de aquí y ahora.

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