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Política Pública Sistema de Protección y Promoción

de derechos fundamentales de Niños, Niñas y


Adolescentes
Política Social: Programa de Familia de Acogida Especializada (FAE)

5 DE SEPTIEMBRE DE 2015
ESTUDIANTE: AMANDA RAMOS VILLANELO.
DOCENTE: RODRIGO CARTAJENA-
Política Pública Sistema de Protección y Promoción de
derechos fundamentales de Niños, Niñas y Adolescentes.

La Política de Infancia ha sido elaborada a partir del marco doctrinario de la


Convención sobre los Derechos del Niño (en adelante CDN), con el propósito de
responder a requerimientos de protección y de adaptar la acción del Estado a dicha
Convención. Explícitamente, tiene como eje central la consideración del niño, niña
y adolescente como sujetos de derecho, es decir, titular y portador de un conjunto
de derechos que le son inherentes y le han sido reconocidos en la CDN y en otras
normas internacionales de derechos humanos. Se establece, también, una
diferenciación entre niño, niña y adolescente, que considera a los primeros aquellas
personas hasta los 12 años y, como adolescentes a aquellos desde los 13 hasta los
18 años de edad y el interés superior del niño, como principio y límite que guía la
actuación de las autoridades públicas y privadas. Antes de la existencia de la CDN
este concepto podía ser definido discrecionalmente por la autoridad en función de
sus propios valores, ideología o marcos teóricos, desde los cuales se ubicaba para
analizar la situación de un niño, niña o adolescente. Sin embargo a partir de la CDN
es posible definir el interés superior de los niños como “la plena satisfacción de sus
derechos”1 y que se encuentran contenidos en los artículos de la Convención. La
clara definición de este concepto ampliamente utilizado implica que, como señala
Cillero (1998) “debe abandonarse cualquier interpretación paternalista – autoritaria
del interés superior; por el contrario, se debe armonizar la utilización del interés
superior del niño con una concepción de los derechos humanos como facultades
que permiten oponerse a los abusos del poder y superan el paternalismo que ha
sido tradicional para regular los temas relativos a la infancia”.2

La necesidad de considerar el “interés superior del niño” como componente


prioritario en las decisiones, y la responsabilidad primordial de los padres y la familia

1
Cillero B. Miguel, El Interés Superior del Niño en el Marco de la Convención Internacional Sobre los Derechos del Niño en
Infancia , ley y Democracia en América Latina, García Méndez Emilio y Beloff Mary, compiladores, Editorial Temis, Santa Fé
de Bogotá – Buenos Aires, 1998, pg. 78.
2
Ibíd. pg. 79.
en la crianza de sus hijos, con un rol por tanto subsidiario del Estado. Esta política,
así como el plan de acción derivado tienen por finalidad orientar la acción pública
en el campo de infancia con especial énfasis en generar condiciones para el
ejercicio de los derechos, para lo cual contempla el desarrollo de programas y
servicios sociales que los aseguren.

Esta Política de Promoción y Protección Infanto Juvenil, está representado


en su materialización a través del Servicio Nacional de Menores, SENAME.

Los programas que focalizan en la denominada infancia vulnerada en sus


derechos, cuya principal concreción institucional es el SENAME, estructura su
accionar a través de una lógica de protección integral de la infancia, en la que se
insertan sus programas de administración directa y privada. Dicha lógica
esquemáticamente puede representarse como una pirámide que incluye en su base
las prestaciones universalistas, en tanto que hacia su vértice se focalizan y
especializan los programas específicos. La base de los servicios generales tiene un
grado de universalismo mayor, con tendencia a integrar a toda la población, con
especial énfasis en salud, educación y con las redes de protección de derechos, en
que no solo intervienen los programas específicos de SENAME, sino principalmente
acciones sectoriales y locales. Esta base da paso a una instancia intermedia que
son los servicios de carácter selectivo en que ya comienza una primera focalización
de nivel medio, y cuya población objetivo son los niños, niñas y adolescentes con
problemas complejos en problemáticas leves o moderadas, con alto riesgo y que
generan programas y proyectos específicos de prevención y protección con énfasis
en intervenciones socioeducativas y psicosociales. Finalmente, en la cúspide de la
pirámide, aparece un nivel especializado en problemáticas moderadas y severas
donde ya hay definitivamente vulneración grave de derechos, y que incluye
asimismo la especificidad de los programas con jóvenes infractores.

La protección de derechos responde a un conjunto de acciones orientadas a


restituir aquellos derechos que han sido vulnerados y contribuir por tanto a su
reparación. Sus sujetos son víctimas de vulneraciones (abandonos, violencia,
abuso, explotación, negligencia, etc.) que requieren una intervención tanto
individual como familiar y sociocomunitaria. Fundamentalmente el accionar de estos
implica acciones que reemplazan la función protectora de otras instancias familiares
y sociales. Sus principales programas se inscriben en prestaciones de Prevención,
Protección Local Ambulatoria, Diagnóstico, Protección Residencial e Intervención
Reparatoria. La intervención preventiva es ambulatoria y se orienta a prevenir
vulneraciones de derechos promoviendo acciones de participación y promoción.
Este programa da origen a sucesivos proyectos de intervención tales como los
Centros de Atención Diurna (CAD), Centro Infanto-Juveniles (CIJ), Proyectos de
Fortalecimiento Familiar y Programa de Prevención Focalizada.

Las prestaciones de Protección Local Ambulatoria representan un modelo


emergente de los años 2000. Su manifestación concreta son las Oficinas de
Protección de Derechos (OPD), instancia a nivel comunal que pretende brindar
protección integral a los niños y a potenciar la articulación de servicios locales para
generar un sistema local eficiente de protección. Las prestaciones de Diagnóstico
constituyen la puerta de entrada al sistema, ya sea en forma residencial o
ambulatoria, y responden básicamente a los requerimientos de los Tribunales de
Familia (ex Menores) para emitir fundadamente resoluciones y derivaciones.

Los proyectos de la línea Residencial de Intervención en Familias otorgan


atención residencial a niños que sufren grave vulneración de derechos a través de
Familias de Acogida que se dividen en Familias de Acogida Simple (FAS), Familia
de Acogida para niños, niñas y adolescentes con Discapacidad (FAD) y Familia de
Acogida Especializada (FAE). Por su parte las Prestaciones Residenciales
responden a las necesidades de niños que deben ser separados de su entorno
familiar y se acogen en una institución que satisface sus necesidades básicas de
provisión, protección y participación. El nivel de prestaciones de mayor complejidad
y especialización corresponde a la cumbre de la pirámide antes mencionada y está
representado por la Intervención Reparatoria, la que se refiere a los problemas de
mayor gravedad en la vulneración de derechos y que necesitan de una reparación
especializada. Comprende programas tales como de Reparación de Maltrato Infantil
o Abuso Sexual, Proyectos Especializados en Drogas, Proyectos Especializados
para niños de la Calle, Proyectos Especializados de Explotación Sexual Comercial
Infantil, Proyectos Especializados en Trabajo Infantil, así como también aquellos
Proyectos Especializados en Inimputables, destinados a población menor de 14
años involucrados en infracciones de ley y sin responsabilidad penal.
Política Social: Programa de Familia de Acogida Especializada
(FAE)

Para garantizar la protección de los NNA, el Estado a través SENAME, en


su Programa de Familias de Acogida Especializada FAE, pretende dar énfasis al
cuidado a la infancia desprotegida en sistemas de acogimiento familiar, en miras de
una política social que pretende proteger a la infancia vulnerada y restituir sus
derechos, busca el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes, en su
familia y en su comunidad, tiene como modalidades las cuales visualizan al NNA a
mantenerlo con su familia (madre u otros parientes), otorgándoles un soporte
económico mientras se resolvían las correspondientes situaciones/problemas de
vulneraciones, a modo de evitar el ingreso a los centros residenciales. Estos aportes
económicos se rigen por la Ley 20.032, la cual en el 2005, instauró nuevos énfasis
técnicos al programa.

La incorporación del NNA es por autorización judicial, autoridad a la cual el


programa deberá informar en forma semestral los avances de la intervención,
fundamentando la continuidad o no de la medida. Estas intervenciones no deberán
sobrepasar los 2 años.

El inicio de la intervención de FAE, está establecida por el propio sistema


familiar de origen y su comunidad, ya que supone que la familia siempre buscará
soluciones oportunas a sus problemas sin apoyo externo. Esta familia será derivada
desde el Tribunal competente, previo diagnóstico calificándola como factor
protector, por lo que el NNA podría estar a su cuidado. Debido a ello, se establece
que este sistema, reconoce los recursos de las familias por sobre las carencias que
éstas puedan presentar, para ser potenciadas y apoyadas profesionalmente.

Pero, ¿Qué ocurre cuando esta familia es diagnosticada como riesgosa para
el NNA, según la evaluación de FAE?

El NNA vulnerado en sus derechos, con crisis interna sin tratamiento, debe
ser trasladado a una familia externa, participante del programa y que acceda a
recibirlo, debido a que no puede seguir estando dentro de un círculo vicioso de
contextos de vulneraciones, ya que esta familia, generalmente de tipo extensa,
tiende a tener iguales o similares prácticas o patrones conductuales que propician
la vulneración.

El programa buscará tratar de insertarlo en una familia lo más cercano posible


a su lugar de origen debido a su enfoque territorial, que busca no desprenderlo de
su red habitual de desarrollo (colegio, sus pares, contactos frecuentes, etc), pero
muchas veces las escasas familias de acogida no aceptan a NNA con vulneraciones
tan graves, debiendo acudir, a una familia extensa, donde por orden del Tribunal
se contactará mediante la articulación de redes, todas las familias con relación
consanguínea no importando su localización geográfica y que sean aprobadas
mediante la evaluación del DAM correspondiente, a modo de encontrar una familia
de acogida para evitar el ingreso transitorio a un centro residencial, mientras se
establece su derecho a vivir en un ambiente familiar estable, por lo que su lógica
centrada en lo territorial - comunitario, tiende a perderse. De no calificarse como
protectora una de estas familias, el NNA automáticamente pasará al cuidado de una
familia externa “especializada”.

Aquello significa un peso extra para los profesionales del equipo, ya que en
vez de intervenir y fortalecer la realidad de la familia de origen, también lo deberá
realizar con la familia derivada del Tribunal competente, significando un mayor
tiempo en que el NNA estará alejado de su familia biológica, considerando que lo
que busca es fortalecer la reunificación con el sistema familiar (si correspondiese)
o con su familia definitiva, ya que al no tener alternativas, el NNA podrá estar al
cuidado permanente de una familia externa, dependiendo de su edad, ya que
pasado el periodo de intervención con familia de acogimiento, el NNA podría ser
adoptado si el Tribunal de Familia lo determina o quedar bajo el cuidado personal
de ésta familia, decisión que será tomada por Tribunales, es decir, en los casos
donde el NNA está en la adolescencia, podría permanecer en el programa hasta la
realización de su vida independiente, es decir 18 años o 24 años si estuviese
estudiando.

Otro punto a destacar en la implementación del programa, es la inexistencia


de directrices de intervenciones , ya que cada equipo despliega sus propio modelo
de acción o plan de trabajo de acuerdo al tipo de vulneración, dependiendo
propiamente de las competencias, habilidades y experiencias de cada profesional,
no existe una sistematización que sirva de orientación para los equipos menos
experimentados para lograr la intervención efectiva, o que se acerque una
pertinente y real oportunidad de cambio. Pero, ¿Cómo saber cuándo una familia
de origen está habilitada para la reinserción del NNA?

Se confía plenamente en la evaluación a la familia de los programas a los


cuales los padres han sido derivados, dependiendo la inhabilitación que presenten,
serán los indicadores relacionados con la presencia de habilidades parentales y
condiciones favorables para la reinserción del niño, niña y adolescente los que
servirán de pauta para la evaluación. Si bien es cierto, se continúa un seguimiento,
antes del cierre definitivo y es el Tribunal correspondiente, órgano exclusivo para
tomar la decisión final del egreso, teniendo en cuenta, además la evaluación del
niño está si está en condiciones de volver con su familia, no se puede garantizar
que los hechos que iniciaron todo el proceso no vuelvan a repetirse, en sí no se
puede garantizar que una vez que el NNA egresa del programa, esté protegido de
una nueva vulneración, ya que se interviene a los tipos de familias, pero ¿Qué
ocurre cuando el entorno es un factor de riesgo mayor que las familias tratadas?
Este factor no es considerado por el programa.

En cuanto a la las familias de acogida, es fundamental que al momento de


ser participantes del programa presenten habilidades comunicativas, inexistencia
de Violencia Intrafamiliar y una real voluntariedad de recibir a un NNA que ha sido
vulnerado para poder así, ser capacitado en temáticas de derechos del niño,
prestaciones que necesita de acuerdo a su ciclo vital, situaciones que pueden ser
factores de vulneración etc. y no familias guiadas por el interés del aporte
económico.

Es preponderante que los NNA no sigan esperando en las instituciones


residenciales por una familia que les cuide.

Se destaca el impacto positivo del programa al lograr la “estabilización


afectiva del NNA en un ambiente familiar, en espacios personalizados a cargo de
un adulto responsable, siendo del todo imprescindible no privarles de ese derecho
mientras se resuelve y estabiliza su situación familiar, reconociendo al mismo
tiempo, que esas familias se encuentran afectadas por situaciones de vulnerabilidad
en contextos de exclusión social, donde se requieren procesos de intervención
intensos, a favor de respetar el derecho de los niños a la re-unificación con su familia
de biológica, en tanto éstas logren, con el apoyo de la red intersectorial, superar sus
dificultades y fortalecer sus competencias para brindar a sus hijos el cuidado que
necesitan.”

Mediante la activación de la red de apoyo local de la familia, se facilita la


inclusión comunitaria, por lo que la realización de su vida normal no se quiebra y la
restitución de derechos de protección y garantías para su desarrollo se logra
mediante la continuidad en sus estudios, acceso a centros de salud, nutrición, etc.

El Programa de Familias de Acogida (FAE), constituye una alternativa a los


centros residenciales de SENAME, otorgando la oportunidad de integrar a un NNA
a un ambiente acogedor donde permita desarrollar en pleno derecho y armonía su
personalidad, accediendo a medios de socialización que son garantizados por las
familias de acogida mientras se restituye su derecho a estar inserto en una familia
estable. Lastimadamente, este programa no está concientizado en el colectivo, no
existe promoción en establecimientos de salud, emisoras locales, campañas ni
difusión de testimonios en las redes sociales, la escaza difusión no logra el impacto
que incentive a la participación de nuevas familias externas o a la concientización
de la existencia de este programa, en las familias que sean factores de riesgo.

Lo anterior también tiene relación con los Tribunales, debido al


desconocimiento o errónea concepción del programa por parte de los jueces o
consejeros técnicos, los cuales no visualizan al programa como alternativa a los
centros residenciales, lo cual queda demostrado con la atención en el 2010 de
15.403 NNA atendidos en residenciales contra 4.199 NNA atendidos en FAE.

Problema Detectado

El ejercicio del trabajo, sin una retroalimentación u orientación de un


programa conectado, donde las intervenciones realizadas y sus resultados no son
publicados en una base accesible para todos los profesionales, de alguna forma
retrasa o impide el “saneamiento” en las familias con vulneraciones graves, es decir,
no existe una profundización o análisis en conjunto con los equipos de trabajo, ya
que cada programa interviene con un “sello propio”. Esto podría incidir en los casos,
ya que podrían ser directrices para complejas vulneraciones como: NNA víctimas
de explotación sexual, situación de calle, con consumo abusivo de drogas,
infractores de ley inimputables, etc.

Por ende, la sistematización, modelización de experincias es insuficiente


debido a que cada programa despliega su propio plan de trabajo, muy válidos por
lo demás, pero cuyo conocimiento y experiencia producidos no se encuentran al
alcance de otras instituciones pares, por tanto se determina que no hay una gestión
que permita optimizar aprendizajes de los equipos.

El establecimiento de buenas prácticas en los equipos de intervención


potenciará la vinculación profesional entre los equipos de FAE Rancagua- Rengo,
a modo de establecer instancias de una fuente de retroalimentación e higiene
mental desde la praxis compartida, que no solo facilite la colaboración entre los
ejecutores del programa sino también de conveniencia en la realización de estas
prácticas contemplando que al planificar e implementar Buenas Prácticas que
amplíen una visión de estrategias de intervención, se estará haciendo en forma
simultánea una optimización de recursos materiales y especialmente recursos
humanos que se verán potenciados, lo cual tendrá, dentro de sus repercusiones
indirectas, el mejoramiento de la calidad de atención brindada a los niños, niñas o
adolescentes ccon vulneración de derecho. Dado que al tener profesionales que
estén en armonía con su trabajo y con la significación de este en sus vidas, podrán
reflejarlo en la capacidad de reconocer el trabajo con los niños y sus familias como
una fuente de satisfacción personal donde pueden dar aportes significativos desde
sus conocimientos; generar propuestas de intervención novedosas, creativas y
atingentes a las realidades familiares atendidas, teniendo en cuenta que cada sujeto
de atención es distinto a otro y que el conocimiento compartido es sólo de
orientación no para ser aplicado de manera uniforme, ya que cada persona debe
ser reconocida desde la individualización, sin embargo, desde el sentir de un
profesional recién incorporado al equipo de trabajo o que no ha tenido la suficiente
experiencia por ejemplo en temáticas graves de vulneración como es la explotación
sexual, servirá de antecedente de posibles soluciones , le otorgará mayor seguridad
y los espacios destinados para Buenas Prácticas serán parte de una capacitación
desde ambos equipos ya que los profesionales especialmente los más jóvenes,
sienten que no dominan el conocimiento específico que precisa FAE; además de
establecer relaciones de equipo más constructivas, coordinadas y cooperadoras.

De alguna forma estas prácticas profesionales también ayudan al


autocuidado personal y profesional de los equipos de intervención entendiéndolo
como:

“La valoración de las necesidades y capacidades propias de cada individuo


para poder orientar las acciones que irán destinadas a la resolución de problemas
pesquisados en conocimientos, destrezas, motivación, actitudes y recursos;
aspectos requeridos por este en la mantención del equilibrio biopsicosocial”
(Arteaga, 1995).

“La experiencia de los equipos intervinientes permiten establecer que la


intervención significa permanente reflexión y trabajo en equipo para la toma de
decisiones conjunta, siendo indispensable contar con la participación de terceros no
implicados directamente en la intervención”3

3
SENAME (2012). Informe Final: Observatorio Nacional Programas de Familias de Acogida.
Bibliografía

 Cillero B. Miguel (1998) “El Interés Superior del Niño” en el Marco de


la Convención Internacional Sobre los Derechos del Niño en Infancia.

 Boletín Estadístico niños, niñas y adolescentes. Cuarto trimestre


2010.Departamento Planificación y Control de Gestión SENAME.

 Línea de Programas de Familia de Acogida Especializada (2010).


Bases Técnicas.

 LEY N°20.032 Sistema de Subvención de atención a la niñez y


adolescencia a través de la Red de colaboradores de SENAME.

 Observatorio nacional Programa de Familias de Acogida


Especializada (2011). Área de Gestión Programática SENAME.

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