La primera decisión que una persona individual puede tomar para mejorar el mundo que le rodea y está en su total alcance, como acto de conciencia y empatía consecuente, es el cuestionamiento de cualquier uso que se le dé a los animales y, con ello, el congruente cambio de su práctica alimentaria para evitar todo tipo de carne animal y derivados de los mismos. Un acto de evolución ética. Dejando así, de ser cómplice de la esclavitud y holocausto más grande de la historia; que existe por inercia cultural, “mentiras piadosas”, ignorancia sistemática, brutalidad psicópata, egoísmo gastronómico e intereses económicos que son totalmente obsoletos y crueles. Al comprender que lo correcto es vivir sin la necesidad de infligir semejante daño, inaceptable e injusto, a seres inocentes y sintientes con el derecho a vivir libres, sin discriminarlos por su especie (ya que no son cosas ni recursos ni comida), entonces: abrimos los ojos ante un mundo lleno de vida del cual somos parte, y, definitivamente, nos corresponde asumir el compromiso de entregar nuestro ingenio creativo a conciencia, con sabiduría y amor, para velar por ellos. Obteniendo beneficios en nuestra salud, aprovechamiento de innovaciones, transmisión de un mensaje urgente que apele a la compasión Humana y protección de la Naturaleza desde la humildad. Así es como llegamos al Veganismo como concepto que representa un estilo de vida basado en la ÉTICA, independientemente de la raza, sexo, nacionalidad y credo de las personas, para regular el comportamiento humano por una relación empática y de respeto con todos los animales sintientes, a los cuales se los considera moralmente como sujetos en sí mismos, de una vida, la suya, ya que tienen un derecho natural a la vida y libertad más allá de nuestro juicio. Y que se atiende al medioambiente y la salud, en una mirada holística. Posibilitando alternativas que pretenden superar el maltrato, explotación industrial y asesinato sistemático de animales, contemplando el problema de la contaminación, fomentando la innovación tecnológica (en alimentación, vestimenta, medicamentos, entretenimiento y energía, por ejemplo) y atenuando la violencia en la humanidad, para conseguir que cada día se logre evita el máximo perjuicio posible. Hay diferentes detonantes que conducen a ser vegano, ya sea por un camino espiritual, razonamiento, empatía, herencia, salud, ecología, libertad y/o causa social afín, donde todos comparten que la reflexión sobre la evidencia empírica consolida su decisión voluntaria de aceptar esta postura objetiva de respeto a todo animal, hacia un mundo mejor que nos corresponde y todos merecemos vivir. Lo cual, conlleva a un proceso gradual y de tolerancia a quien, todavía, no lo transita. Más bien, se basa en cautivar desde el ejemplo personal, innovación social o, incluso, empresarial. Se pretende un ideal elevado, claro, pero sabiendo que en la realidad actual uno tiene que vivir en una dinámica social que en general nos obliga a ser pacientes y flexibles, tanto con uno mismo como con los demás. Aceptar una interacción considerada, certera e incondicional es el eje para evitar excesos, deserciones e infiltraciones. Es importante comprender que puede surgir la inquietud desde cualquier persona y ámbito porque podemos afirmar que hay una tendencia generalizada que influye a
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determinar que muchas acciones, y en distintos lugares, por su esencia universal, se
definan en el veganismo como consecuencia. Esto significa, estar presentes colaborando y coexistiendo con no veganos cuando surge la oportunidad de trabajar codo a codo en diversas propuestas compatibles, ya sea por ser causas comprometidas, ideas innovadoras, conocimientos reveladores y acciones justas, para contagiar el salto ético desde la sinergia en lo operativo, solidaridad mutua, transparencia de valores y materialización de un nuevo paradigma. La función de los veganos es participar orgánicamente, ya que como agentes de cambio ético depende de su unión (masa crítica) para lograr persuadir con lógica racional, con evidencia empírica y por sentimiento, también, desde la voluntad, propuestas, verdad y realidad que respalda el accionar de liberación animal. Y, lo cual, implica ser capaces de garantizar las mejores condiciones dentro del veganismo, como espacio social donde formarse adecuadamente, intercambiar información y estar contenidos, con coherencia y efectividad, para poder ser comprendidos, y saber recibir a quienes se incorporan a este movimiento transversal e interdisciplinario evitando ideas perjudiciales que desvirtúen. Juntos, fortaleciendo a toda la sociedad civil. Entonces, buscamos transmitir nuestra causa desde la benevolencia y generosidad porque así conseguimos atraer, legitimar, articular y conectar con todos los demás. Siempre, al servicio de mostrar nuestra visión ética de la defensa ABSOLUTA de la vida de todo ser concebido, sintiente, inocente e indefenso. Veganismo es por definición pro vida Básicamente, un vegano tiene un espectro más amplio en su consideración y amplitud ética con respecto al derecho natural a la vida y la libertad: que es para todos los animales, incluido el ser humano desde la concepción. Sin marcar distinción ya que todos como animales que somos merecemos el mismo respeto. Tampoco caer en la idea de que somos iguales a los animales sino de que ellos son compañeros compartiendo el mismo mundo (y están desde antes). La diferencia radica en que los animales no-humanos son inocente e indefenso ante nuestro accionar depredador (amoral, innecesario y perjudicial) cuando nuestras habilidades y capacidades, en realidad, nos obligan más bien a ser responsables con nuestro poder para crear un mundo mejor. Además, queda totalmente claro, que desde el primer momento, el veganismo es por definición pro vida. También el vegetarianismo es pro vida, obvio. Hay que mencionar que existen otras categorías y, simplificando, podemos visualizarlas como una posibilidad de progresión de estadios en la consideración y amplitud ética desde el momento que una persona deja de comer carne: pasando por vegetariano (y sus combinaciones), vegano (salto ético, por dejar todo uso animal) y aún con más posibilidades como crudivegano, frugívoro, etc. Lo importante es que la práctica tengo la mayor coherencia practica y conceptual. Ahora bien, la mayoría de la sociedad tienen un espectro ético más acotado, del cual casi todos venimos y heredamos culturalmente, caracterizando por ser antropocentrista y especistas, y, por ello, con una consideración y amplitud ética del derecho a la vida y la libertad solo al ser humano desde la concepción, teniendo un trato especial (mascotas) tan solo al perro, gato, caballo y a ciertos animales protegidos o aleatorios. Es comprensible que todos, prácticamente, crecimos
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condicionados por la sociedad y la publicidad de la industria cárnica para ver a los
animales sin derecho a su vida ni libertad, meros esclavos o productos, “porque así tiene que ser, ya que somos superiores en la cadena alimenticia” pero, sin embargo, hoy frente al avance deshumanizador autodestructivo de la POSVERDAD: relativismo moral (hipocresía), subjetividad emocional (arbitrario, sesgado), superstición (teorías de género, por ejemplo), hedonismo (placer por sobre todas las cosas) y materialismo (conveniencia, escases), todos nos encontramos en una encrucijada que nos empuja a replantearnos el valor de la vida, aún antes de, supuestamente, tener conciencia de sí misma, intereses o poder sentir, siendo inocente e indefensa al igual que cualquier animales. Por lo que todos coincidimos en que la lucha comienza por el más cercano a nosotros, el ser humano en gestación, como fuimos todos, por el más indefenso, por defender a la propia especie, con objetividad. Y esperando que de toda esta experiencia se tome conciencia, que conmueva, transmitiendo nuestra visión, para que muchos decidan conscientemente expandir su consideración moral a otros sujetos de derecho además del ser humano. Es un buen comienzo (cosa imposible de conseguir como seudovegano pro aborto). Entonces, cualquier PRO VIDA comprende que el veganismo es pro vida, porque es un núcleo duro, la vanguardia de la lucha por la vida, con su ética “extremista”, expandida, evolucionada y, lógicamente, siendo una minoría vulnerable y fragmentada (ya que están dispersos en distintos lugares, creencias, ideologías, etc.) que surge como evolución de la misma sociedad. Que defiende al ser humano desde la concepción (al menos, cuando empieza el embarazo: implementación del día 6) y que además opta por defender a todo animal también. Por esa razón, hay un doble ataque, tipo pinza, hacia el veganismo; al llenarse de la presencia de muchísimos falsos veganos, que son pogres infiltrados a la moda (sensocentristas, utilitaristas, interseccionales, bienestaristas extremos, misántropos, etc.) para desacreditarlo desde adentro, como estrategia, aprovechando el financiamiento ilimitado que obtienen de lo ingenieros social. Ya que ser vegano es algo que se aprende en la socialización, además de información intelectual como complemento, y los “referentes” son los que están marcan esta tendencia. Buscando ridiculizar y el rechazado de la mayoría de la gente, erosionando la natural alianza frente a los atropellos contra la vida humana en gestación y arruinando la oportunidad de generar conciencia desde ese punto en común. Además de eliminar el norte de la brújula ética, que son los verdaderos veganos. A la vez, también atacan a la mayoría de la población Argentina/Latina que es provida, quienes son históricamente católicos, y religiosos, espirituales, en general. Pero la ciencia: biología, genética, neurociencia, embriología, etc. está de nuestro lado, el sentido común y todavía el derecho con algunas leyes fundamentales. Aunque esta amenaza es irracional porque es una ideología autoritaria, resentida y victimista. Pero otros, tiene una consideración ética y amplitud del derecho inalienable a la vida y la libertad muy cuestionable, deficiente e incompleto, porque solo valen los humanos DESEADOS. A quienes ya existen pero que no han nacido todavía pueden ser asesinados en el vientre materno y hasta llamarlo como “derecho de la mujer”. Como si el derecho humano lo da la madre, lo decide ella, y no la humanidad, la sociedad. Son DISCRIMINADORES, especistas, “satanistas”, además de posibles psicópatas, sociópatas, misántropos y egoístas, dándole trato especial, en teoría,
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solo a ciertos animales específicos, pero eso ya no tiene importancia ni sentido en
su criterio arbitrario y conveniente. Si su lógica es masacrar a humanos inocentes en su momento más vulnerable, con excusas ideológicas o utilitarias, que les queda a los pobres animales. Paradigma materialista, claramente. El problema es que, aunque ellos mismos nunca aborten, están fomentando y exigiendo que se deje abortar a la mujer que así lo quiera (siempre hablamos de quienes tuvieron relaciones sexuales de manera voluntaria y consentida, el caso de menores de edad o violaciones son los menos pero que hay que tener más en cuenta) para implantar una subjetividad relativista moral a la juventud y nunca ir a la causa del problema: la conciencia de la sexualidad, la responsabilidad de los actos y la acción productiva. Ni ser humildes ante las razones de los procesos naturales, o las consecuencias. Ahora resulta que hay una nueva categoría más descarada y realmente incoherente, donde la consideración ética y amplitud del derecho inalienable a la vida y libertad solo contempla al ser humano DESEADO, siendo DISCRIMINANDO como en el caso anterior, y autodenominándose “antiespecistas” porque pretenden a la vez defender a todos los animales, entrando en una contradicción carente de autoridad moral y gran despropósito, caracterizándose por dar la imagen de un individuo misántropo deshumanizador, soberbio pedante, relativista moral, subjetivista hedónico, fanático ideológico, antropocéntrico “autoespecista”, “antinatalista” eugenésico, bienestarista extremo, seduoecologista intervencionista y desde el paradigma materialista y filosofías/teorías autodestructivas (como el sensocentrismo, utilitarismo y feminismo interseccional). O sea, un “vegabortero”, que se basa en la supuesta división entre animales humanos y no-humanos, que en realidad es una excusa oportunista ya que no existe tal distinción real solo un recurso literario, discursivo (se usó anteriormente para comunicar de manera práctica y entendible), hoy se caracteriza por avalar el sacrificio de humanos inocentes como forma de trasladar su odio que tiene de sí mismos escondido en esa exagerada “empatía” por los animales. Recurriendo a la idea de que si alguien no siente se le puede matar cuando es conveniente y apelando a que es lo mejor si eso hace que haya “menos sufrimiento”. Defienden una creencia caprichosa más que una causa seria, porque no tiene sustento objetivo ni marco coherente y ni siquiera estratégico. Queda en evidencia, también, su ignorancia y simplificación sesgada de las cosas. Es triste, y ojalá muchos recapaciten de su error conceptual y/o práctico para que dejen de llamarse por lo que no son, y se hagan cargo, o que al menos actúan de manera consecuente con lo que predican hasta el final como corresponde.