Publicado: Miércoles, 28 Junio 2017 00:00 Nicanor Parra, poeta chileno, nos recuerda en su poema “Defensa del Árbol”, la vida sobre la tierra y la existencia del árbol como organismo vivo que comparte con el planeta, otorgándole un valor único a la naturaleza. Un poema que ha atravesado el tiempo y que creemos necesario traer a la memoria hoy 28 de junio en el Día Mundial del Árbol.
En “Poemas y Antipoemas” de Nicanor Parra, “Defensa del Árbol”, el
premio nacional de literatura (1969), nos muestra a un hombre hablándole a un niño por haber tirado una piedra a un árbol, diciéndole que es un amigo fiel. Le habla como si el árbol fuera una persona que nos da frutos.
La literatura nos sirve de enganche para tomar conciencia sobre el
valor de los árboles en nuestro vivir. Una invitación a reflexionar sobre cómo convivimos con el medio ambiente considerando todos los beneficios que los árboles generan en el ecosistema y a nuestra salud física y mental.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura (FAO), plantar árboles en zonas urbanas es clave para la sociedad del futuro, destacando que “los árboles colocados de manera adecuada entorno a los edificios reducen las necesidades de aire acondicionado en un 30% y ahorran entre un 20% y un 50% de calefacción”. Aquí puedes descargar en pdf “Beneficios de los árboles urbanos”: http://www.fao.org/3/a-c0024s.pdf ESCUELA PILOTO 1° LUIS PARDO VILLALÓN ASIGNATURA: LENGUA Y LITERATURA CURSO :8° BASICO DOCENTE: VERÓNICA BOBADILLA
“DEFENSA DEL ARBOL” de Nicanor Parra
Por qué te entregas a esa piedra
Niño de ojos almendrados Con el impuro pensamiento De derramarla contra el árbol. Quien no hace nunca daño a nadie No se merece tan mal trato. Ya sea sauce pensativo Ya melancólico naranjo Debe ser siempre por el hombre Bien distinguido y respetado: Niño perverso que lo hiera Hiere a su padre y a su hermano. Yo no comprendo, francamente, Cómo es posible que un muchacho Tenga este gesto tan indigno Siendo tan rubio y delicado. Seguramente que tu madre No sabe el cuervo que ha criado, Te cree un hombre verdadero, Yo pienso todo lo contrario: Creo que no hay en todo Chile Niño tan malintencionado. ¡Por qué te entregas a esa piedra Como a un puñal envenenado, Tú que comprendes claramente La gran persona que es el árbol! El da la fruta deleitosa Más que la leche, más que el nardo; Leña de oro en el invierno, Sombra de plata en el verano Y, lo que es más que todo junto, Crea los vientos y los pájaros. Piénsalo bien y reconoce Que no hay amigo como el árbol, Adonde quiera que te vuelvas Siempre lo encuentras a tu lado, Vayas pisando tierra firme O móvil mar alborotado, Estés meciéndote en la cuna O bien un día agonizando, Más fiel que el vidrio del espejo Y más sumiso que un esclavo. Medita un poco lo que haces Mira que Dios te está mirando, Ruega al Señor que te perdone De tan gravísimo pecado Y nunca más la piedra ingrata Salga silbando de tu mano.