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Trauma Social, Afrontamiento Comunitario y Crecimiento Postraumático


Colectivo

Chapter · June 2013

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3 authors:

Darío Páez Carmelo Vazquez


Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Complutense University of Madrid
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Trauma Social, Afrontamiento Comunitario y Crecimiento
Postraumático Colectivo
Darío Páez, Carmelo Vázquez** y Enrique Echeburúa*
* Universidad del País Vasco, UFI 11/04 Psicología del Siglo XX
** Universidad Complutense de Madrid
Este es un borrador ampliado del capítulo con el mismo título publicado como
Páez, D., Vázquez, C. y Echeburúa, E. (2012). Trauma Social, Afrontamiento
Comunitario y Crecimiento Postraumático Colectivo. En M.J. Carrasco y B.
Charro (Eds.) Crisis, vulnerabilidad y superación. Madrid: Eds. Universidad de
Comillas

INTRODUCCIÓN
Este capítulo va a examinar el crecimiento postraumático en el caso de hechos
colectivos extremos de carácter socio-político, como guerras, genocidios (en el caso de
Guatemala o Ruanda) o actos de violencia política que afectan a comunidades (como el
11-M de 2004 o el 11-S de 2011 en Madrid y EEUU). Definiremos resiliencia y
crecimiento postraumático colectivo, sus manifestaciones y los procesos explicativos
que llevan a ellos, en particular examinando diferencias culturales entre individualismo
y colectivismo. Finalmente revisaremos los procesos de afrontamiento comunitario que
facilitan el CPT colectivo. Nos apoyaremos en estudios realizados en África, Asia,
América y España (descritos en Vázquez y Páez, 2010, Páez, Vázquez, Bosco, Gasparre,
Iraurgi y Sezibera, 2011 y Weiss y Berger, 2011). Aunque citaremos estudios sobre
víctimas directas, también nos referiremos a estudios sobre víctimas indirectas y
población general.
1.- RESILIENCIA Y CRECIMIENTO POSTRAUMÁTICO (CPT) COLECTIVO
Los estudios indican que la mayoría de las personas que han experimentado o
presenciado un acontecimiento traumático muestran resiliencia o no informan de
trastornos clínicos significativos relacionados con el trauma (Bonanno, 2004; Bonanno,
Brewin, Kaniatsy y La Greca, 2010). La resiliencia se define como la capacidad de
seguir funcionando y desarrollándose pese a circunstancias adversas, como los sucesos
traumáticos. El concepto de resiliencia se originó en estudios sobre niños que, pese a
vivir en condiciones muy adversas, se desarrollaron normalmente. La resiliencia física
es la capacidad de un material de recuperar su forma una vez que las presiones que lo
afectaban desaparecen. En psicología se refiere a la capacidad de robustez psicológica o
integración del yo, a la flexibilidad del sujeto ante la adversidad, a su capacidad de no
ser afectado fuertemente por hechos traumáticos y condiciones adversas, así como a la
capacidad de recuperarse después de ellos. Los sujetos resilientes redefinen
positivamente lo ocurrido, son optimistas, atenúan las emociones negativas y generan
emociones positivas como la esperanza, y participan activamente en la sociedad,
apoyándose en las relaciones de confianza que poseen (Ibáñez, 2012; Fredrickson y
Tugade, 2003; Hefferon y Boniwell, 2011). Este modelo de resistencia y recuperación
también se ha observado en la población general expuesta a los ataques terroristas en
Nueva York y otras ciudades de Estados Unidos, Madrid o Londres (Vázquez y Páez,
2011; Páez, Vázquez et al.., 2011; Rubin, Brewin, Greenberg, Simpson y Wessely,
2005).
Pero, más allá de la resiliencia, también hay evidencia de que, en estos casos, las
personas también pueden experimentar una variedad bastante amplia de emociones y
cogniciones positivas, pero también una reconfiguración positiva, un crecimiento
personal e interpersonal o un florecimiento postraumático como resultado de su lucha
contra la adversidad (Ibáñez, 2012). Los estudios muestran que, si el 100% de los
afectados por hechos traumáticos como la violencia colectiva reportan efectos negativos
de lo ocurrido, también un 30-70% de los afectados informan de efectos positivos (Páez,
Vázquez et al.., 2011). Si un cuarto o tercio de víctimas de violencias y torturas sufren
un trastorno de estrés postraumático (TEPT), un 50% o más muestran un crecimiento
postraumático (CPT) (Punamaki, 2011). Si bien los hechos traumáticos pueden producir
una visión negativa de sí mismo y del mundo, en ocasiones también pueden conllevar
efectos positivos en el ámbito personal. Entre ellos se pueden plantear los siguientes: a)
una sensación de crecimiento personal y de aprendizaje sobre las capacidades,
habilidades y resistencia personal; b) un aumento de la sabiduría y el conocimiento; c)
una mejora del conocimiento sobre sí mismo y los otros; d) un mayor aprecio de lo que
se tiene y un aprendizaje de las prioridades importantes en la vida; y e) un mayor
desarrollo espiritual. En el mismo sentido, si una catástrofe social puede empeorar la
visión del mundo y de los otros, también puede tener efectos positivos en las relaciones
con los otros, como los siguientes: a) reunir y acercar a la familia; b) unir a la
comunidad, haciéndolos sentirse más cerca; c) provocar una orientación más prosocial:
ser más tolerante y compasivo con los otros, así como valorar el apoyo que estos
ofrecen; y d) pensar que los otros pueden beneficiarse de su experiencia. Los estudios
transculturales en Asia, África, Medio Oriente y Latinoamérica han confirmado que en
general los cambios se organizan en dos dimensiones (v.g., cambios intra e
interpersonales), o bien en tres dimensiones (v.g., descubrimiento de fortalezas y nuevas
oportunidades personales; cambios interpersonales; y crecimiento espiritual y cambio
de filosofía de vida como, por ejemplo, valorar la vida y el presente o cambiar
prioridades). Solo en países desarrollados individualistas, como Australia o de Europa
Occidental, se encuentran las 5 dimensiones originales de Calhoun y Tedeschi,
probablemente porque en estas culturas, por su énfasis en la persona individual, los
sujetos diferencian más las facetas de crecimiento personal entre ellas y de lo
interpersonal (Weiss y Berger, 2011 – la escala PTGI de estos autores y cómo utilizarla
está accesible libremente en Páez, Vázquez et al.., 2011, y en www.ehu.es/pswparod,
apartado instrumentos).
1.1.- Crecimiento pPostraumático colectivo
El crecimiento postraumático fue concebido originalmente como beneficios
personales e interpersonales, pero, en condiciones de trauma colectivo, y en culturas que
muestran más los valores colectivistas, como las de Asia, Guatemala y en cierta medida
España, el crecimiento también puede ser percibido en el ámbito social. Además de los
beneficios sociales percibidos a menudo después de las adversidades, en el caso de los
acontecimientos sociales traumáticos las personas también pueden experimentar un
aumento agudo de la cohesión de su comunidad (Páez, Vázquez et al.., 2011).
Mostrando cuán frecuente es este fenómeno en una muestra de 40 clérigos anglosajones,
16 meses después de graves inundaciones que habían afectado sus comunidades, un
90% informaron que sus congregaciones se habían desarrollado y eran más capaces en
la actualidad de afrontar nuevas catástrofes colectivas naturales (Echterling et al.., 1992,
citado en Spilka, Hood, Hursnberger y Gorsuch, 2004, p.239). Definiremos el
crecimiento colectivo como los beneficios percibidos en la sociedad y cultura asociados
a la reacción ante un trauma. Es un aprendizaje comunitario con manifestaciones en
emociones colectivas y clima emocional, creencias, valores y conductas sociales. Para
una visión más concreta presentamos abajo una propuesta de evaluación del crecimiento
postraumático comunitario elaborada por Páez, Reyes y Villagran para ser aplicada en
contextos de catástrofes naturales y sociales:

1. Descubrimos que nuestra comunidad, grupo, familia era 1 2 3 4 5


más fuerte de lo que pensábamos.
2. La comunidad, grupo, familia se hizo más compasiva y 1 2 3 4 5
dispuesta a ayudar.
3. La comunidad, grupo, familia ha creado instancias para 1 2 3 4 5
hablar de lo que pasó y sentimos.
4. Mi comunidad, grupo, familia empezó a salir a expresar su 1 2 3 4 5
opinión, su forma de pensar
5. Hemos formado grupos organizados para apoyarnos y 1 2 3 4 5
apoyar a quien lo necesite.
6. Se ha reforzado la sensibilidad hacia violaciones de los 1 2 3 4 5
derechos humanos en este país.
7. Se ha reforzado el apoyo a una justicia igual para todos y 1 2 3 4 5
contra la impunidad en este país.
8. Se ha reforzado el apoyo a la libertad de opinión y la 1 2 3 4 5
aceptación de diferencias.
9. Ha aumentado el rechazo a la violencia como forma de 1 2 3 4 5
represión y acción política.
10. Han aumentado la participación y los compromisos 1 2 3 4 5
políticos y éticos en el país.

En culturas que enfatizan las relaciones de deber y pertenencia a grupos


adscritos, o colectivistas, como la Kosovar o Palestina, el CPT se enmarca en mejoras
percibidas de la comunidad nacional (Punamaki, 2011; Arenliu y Landsman, 2011). En
culturas semi-colectivistas, como la japonesa, se ha encontrado que inclusive los
traumas individuales provocan este crecimiento colectivo o de aumento de la conexión
con la comunidad global y la humanidad (Taku, 2011). En el caso de Guatemala se ha
encontrado que las masacres colectivas no solo tienen un impacto individual y
comunitario mayor que los hechos represivos individuales, sino que también las
personas enfrentadas a masacres colectivas desarrollaron más formas de movilización
social y de cohesión social (Páez, Vázquez et al.., 2011). En el caso del 11-M del 2004
en España el CPT colectivo se evaluó mediante tres ítems como „reforzamiento de la
participación política y del compromiso‟, „reforzamiento de la sensibilidad hacia
violaciones de los derechos humanos en este país‟ y „reforzamiento de la idea de
violaciones de los derechos humanos en el mundo‟. Estos ítems son índices de una
cultura de paz, según la definición de la UNESCO, que incluye en ella el rechazo a las
violaciones de derechos humanos y la participación política (Basabe y Valencia, 2007).
En una escala de 1 a 7, la media de beneficios intrapersonal fue moderada (M= 4.0) y
significativamente más baja que la de los efectos interpersonales (M= 4.4). Sin embargo,
la media del crecimiento colectivo (M= 5.2) fue significativamente mayor que la de las
subescalas intra-personal e interpersonal. También en el caso del 11-M de 2005 en
España, tres y cuatro semanas después de los atentados, 502 personas (20 habían estado
directamente expuestos a los ataques y el 43% conocía a un afectado), fueron
entrevistadas. El 61% informó haber experimentado una experiencia de aprendizaje. El
área de crecimiento más fuerte se encuentra en la “sensación de acercamiento a los
demás” (80% de la muestra total), seguida por la “cohesión social” (79%) (Vázquez,
Pérez-Sales y Hervás, 2008); Hervás y Vázquez, 2011). En suma, los sentimientos de
solidaridad, o ser parte de una comunidad, predominaron en los participantes (Vázquez
y Páez, 2011). Un estudio con cerca de 3.000 jóvenes expuestos a diferentes grados de
violencia colectiva en Israel indagó sobre las formas de crecimiento positivo después de
hechos traumáticos. Además del CPT intra e interpersonal se midieron dos formas de
crecimiento más colectivas: un sentimiento reforzado de responsabilidad hacia los
amigos y familia y un sentido de obligación hacia la comunidad y el país. Los jóvenes
más expuestos a la violencia colectiva mostraban mayores síntomas de TEPT, pero
también informaban de mayor CPT, en particular colectivo (Laufer, 2003).
En su conjunto, estos estudios sugieren que la exposición a la violencia colectiva puede
provocar reacciones positivas de crecimiento colectivo, tales como reforzar la cohesión
social y el compromiso con los valores socio-políticos del grupo, lo que a su vez puede
actuar como un escudo protector ante el impacto de los hechos traumáticos, como
veremos a continuación.
2.- CRECIMIENTO POSTRAUMÁTICO Y AJUSTE PSICOLÓGICO
La revisión de Tennen y Afleck (2005) concluyó que encontrarle aspectos positivos a
un hecho traumático o de crecimiento personal, de relaciones con otros y de cambios de
la visión del mundo, se asocia en 14 estudios de 20 a un mejor ajuste emocional. Esta
relación fue confirmada por el meta-análisis de Helgelson, Reynolds y Tomich (2006),
que encontró que un mayor crecimiento postraumático se asociaba con una menor
depresión (r=-.09) y un mayor bienestar psicológico (r=.22), aunque no había asociación
con medidas de balanza de afecto que incluyen indicadores de emociones positivas y
negativas simultáneamente, lo que sugiere que el crecimiento coexiste con ambos tipos
de emociones y, en cualquier caso, está relacionado no solo con un menor malestar sino
con medidas de salud positiva y bienestar. Si bien las conclusiones anteriores se basan
en estudios transversales, por lo que se puede pensar que las personas menos deprimidas
tienen mejores recursos cognitivos y emocionales para ver el lado positivo de las cosas,
tres estudios longitudinales confirman que encontrar beneficios o percibir aspectos
positivos en las repuestas propias y de otros a un trauma predicen menor depresión y
trastorno postraumático, es decir, permiten concluir que el crecimiento postraumático
provoca una mejora no ilusoria en el bienestar (Páez, Vázquez et al, 2011).
A este respecto es importante ser conscientes de que en las experiencias de las víctimas
de hechos traumáticos coexisten aspectos positivos y negativos simultáneamente. Los
mismos refugiados que manifiestan que la experiencia de la huida y el sufrimiento por
la represión les enseñó a valorar el apoyo de los amigos cercanos, también manifiestan
que la indiferencia de otros muchos examigos que los abandonaron es una fuente de
malestar. Las personas que han participado en combates mencionan la camaradería, la
solidaridad, el desarrollo del autocontrol y la apreciación de la vida como lecciones de
la guerra, aunque al mismo tiempo también recuerdan el trauma, la destrucción y el
sinsentido de la violencia (Morland, Butler y Leskin, 2008). De hecho, en un estudio
realizado con una muestra española tras los atentados del 11 de marzo, se ha encontrado
una relación directa y significativa entre la percepción de cambios positivos y negativos
(Barbero y Linley, 2006). Es decir, las personas con más cambios positivos también son
las que experimentan más cambios negativos. En el ámbito social, puede presentarse
una coexistencia de elementos positivos y negativos, por ejemplo, en el caso del
enfrentamiento de la ya finalizada cruenta guerra civil de Sri Lanka, en la que, además
de su enorme costo social e individual, también se promovieron la cooperación y la
cohesión en los grupos y la organización de la comunidad (Somasundaram, 2004). En
un contexto diferente, tras el terremoto de El Salvador de 2001, aproximadamente un
60% los refugiados en los albergues informaban de experiencias emocionales positivas
(por ejemplo, momentos de felicidad en el albergue) y de haber extraido algún
aprendizaje o beneficio personal tras el desastre (Pérez-Sales, Cervellón, Vázquez,
Vidales y Gaborit, 2005).
3.- CRECIMIENTO POSTRAUMÁTICO COMO REALIDAD E ILUSIÓN
En varios estudios las percepciones de cambios positivos se han visto
refrendadas por juicios externos de pares o por otros indicadores (Park y Lechner, 2006).
Además, cuando se han comparado grupos de personas normales con personas que han
sufrido enfermedades graves, o personas que han vivido hechos estresantes con víctimas
de violencia colectiva (véase más abajo), las personas que han vivido hechos más
severos informan de más crecimiento que las otras (Calhoun y Tedeschi, 2006).
Sin embargo, el crecimiento postraumático se ha asociado a indicadores de
afrontamiento de negación (r=.16) (Helgelson et al., 2006), sugiriendo que en parte se
trata de reevaluaciones positivistas o de juicios sesgados que seleccionan y atienden
selectivamente a unos aspectos en detrimento de otros. Es más, varios estudios sugieren
que ante hechos amenazantes, o al resaltar la mortalidad, las personas reaccionan
atribuyéndole más significado a su vida que un grupo de control. Este crecimiento
percibido se hace devaluando su pasado, es decir, perciben que estaban peor en el
pasado para poder evaluar que ahora están mejor que antes (Affleck y Tennen, 2009)).
En otras palabras, las percepciones de cambio positivo en parte pueden ser ilusorias
(McFarland y Álvaro, 2000; Davis y McKearney, 2003).
Aunque el crecimiento postraumático es un proceso que se da espontáneamente
y cuando se induce ayuda al ajuste, no es evidente que se trate siempre de una forma de
afrontamiento voluntario del trauma. Decir que se ha reforzado la cohesión social y el
compromiso con ciertos valores, no necesariamente implica que las personas utilicen
este crecimiento para manejar o disminuir sus síntomas. La asociación entre haber
extraído lecciones positivas y usarlas para manejar los efectos negativos del hecho
tienen poca relación (Tennen y Affleck, 2005). Por tanto, hay que diferenciar entre el
uso voluntario del buscar y recordar los aspectos positivos de la experiencia, del proceso
espontáneo de encontrar aspectos positivos en la respuesta colectiva al suceso
traumático.
En cualquier caso, es interesante estar alerta sobre en qué casos o circunstancias, la
sensación de crecimiento puede ser un fenómeno ilusorio que, aunque autocomplaciente,
puede no estar ligado a cambios reales o reflejar modos de afrontamiento inadecuados
(Sumalla, Ochoa y Blanco, 2009).
4.- VIOLENCIA COLECTIVA Y CRECIMIENTO POSTRAUMÁTICO
Se ha cuestionado que las experiencias de violencia colectiva se asocien al
crecimiento postraumático. De hecho, un estudio sobre refugiados de la guerra civil
yugoeslava que utilizó la escala de Tedeschi y Calhoun encontró niveles de crecimiento
mucho menores que los habituales (Páez, Vázquez et al.., 2011). No obstante, se ha
encontrado crecimiento postraumático en combatientes en varios estudios, en víctimas
directas y vicarias de terrorismo (Morland et al.., 2008) e inclusive en víctimas directas
de la violencia colectiva en España, Guatemala y Ruanda (Páez, Vázquez et al.., 2011).
Si bien la resiliencia colectiva ante hechos traumáticos es un hecho, una serie de
procesos deben darse para que se produzcan el CPT – personal y colectivo.
Los procesos explicativos para que se dé el crecimiento postraumático incluyen una
serie de condiciones facilitadoras (Haidt, 2006; Calhoun, Cann y Tedeschi, 2011;
Vázquez y Páez, 2011): a) producirse durante el proceso de formación de la identidad o
juventud, porque en es momento del ciclo vital las personas tienen condiciones para
reconstruir su yo y sus creencias básicas; b) las personas y comunidades deben tener
recursos sociales; c) deben distanciarse afectivamente de lo ocurrido (un lapso de
tiempo debe permitir una perspectiva de reconstrucción positiva de lo ocurrido); d) la
severidad traumática debe ser media –es decir, igual que sucede en las experiencias de
flujo (flow), el desafío debe ser alto pero no imposible de superar y los recursos
existentes deben permitir gestionar el estrés; e) buscar y recibir apoyo social, narrar y
elaborar intra e inter-personalmente lo ocurrido; f) el optimismo, la capacidad de
atribuir significado ideológico a los hechos deber ser altos; g) el afrontamiento
adaptativo de aceptación y reevaluación positiva deben ser altos; y h) la activación
emocional, en particular positiva, debe ser alta.
4.1.- Condiciones de crecimiento: juventud, recursos personales, comunitarios y el
paso del tiempo.
Con respecto a los correlatos y condiciones de crecimiento, un meta-análisis
encontró que los más jóvenes mostraban mayor crecimiento (Helgelson et al.., 2006)
confirmando que el CPT es más factible en personas que están desarrollando su
identidad. Sin embargo, el mismo meta-análisis encontró que las mujeres y personas de
minorías étnicas mostraban mayor crecimiento, lo que sugiere que el crecimiento se
produce más en personas de menores recursos y estatus social (Helgelson et al.., 2006).
Ahora bien, el CPT era más alto en albano kosovares, que habían ganado la
guerra civil y cuya comunidad no había sido desarticulada, y era muy bajo en refugiados
bosnios de Sarajevo, musulmanes como los anteriores, pero que habían sufrido la
desorganización de sus comunidades (Arenliu y Landsman, 2011). En este sentido, hay
evidencias de que los obstáculos para reorganizar la comunidad tras un desastre
dificultan a su vez la posibilidad de vivir emociones positivas tras el mismo y predicen
un mayor malestar. Por ejemplo, tras el terremoto de El Salvador, las familias asignadas
aleatoriamente a zonas de los campamentos de refugiados, sin tener en cuenta su barrio
de procedencia o si conocían a otras personas o no, tuvieron un peor ajuste y una menor
participación en las actividades del campamento que aquellas familias a las que se les
dio la oportunidad de autorganizarse y alojarse cerca de personas afines (Pérez-Sales et
al.., 2005).
Con respecto al tiempo transcurrido desde el suceso traumático, Tennen y
Affleck (2005) concluían en su revisión que encontrar un sentido positivo a lo ocurrido
se asocia al equilibrio afectivo aunque se encuentre a medio o largo plazo: el paso del
tiempo aumentaba la fuerza de asociación entre crecimiento postraumático y bienestar.
El meta-análisis de Helgelson y colaboradores (2006) confirmó esta idea, puesto que
encontró que los efectos positivos del CPT sobre la depresión y bienestar eran mayores
cuanto más tiempo había transcurrido desde el suceso traumático.

4.2.- Condiciones de crecimiento: ¿severidad media o fuerte?


En lo referido a la gravedad del suceso traumático, el meta-análisis de Helgelson,
Reynolds y Tomich (2006) encontró que una mayor gravedad objetiva (r=.07) y un
mayor estrés percibido (r=.14) se asociaban positivamente, aunque con una magnitud
pequeña, a un mayor crecimiento postraumático. Esto llevaría a concluir que la
severidad extrema del suceso no sería un obstáculo sino una precondición, ya que
probablemente la propia gravedad del evento conduzca a un fuerte cuestionamiento de
creencias y sufrimiento, lo que propiciaría el crecimiento. Así, exprisioneros de guerra
israelíes de la guerra de Yom Kippur, que vivieron mayor estrés, mostraban mayor CPT
y TEPT que militares que combatieron en la misma guerra sin caer prisioneros. Lo
mismo ocurría con sus mujeres: eran las esposas de los exprisioneros las que
manifestaban mayor CPT – lo que de paso confirma la idea de que las víctimas
indirectas desarrollan CPT (Laufer y Solomon, 2011). Sin embargo, sufrir violencias
extremas como la tortura se han asociado de forma sistemática negativamente al CPT en
general –aunque excepcionalmente personas con apego seguro y fuertes creencias
ideológicas muestran CPT inclusive en esas condiciones (Punamaki, 2011). Por otro
lado, algunos estudios sobre experiencia de combate o en víctimas vicarias del 11-S han
encontrado un efecto curvilíneo: el mayor crecimiento se daría en niveles intermedios
de estrés y Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT); un hecho percibido como poco
severo no provoca cambios (puesto que no tambalea ninguna creencia básica ni produce
síntomas significativos) y un hecho extremo e incontrolable solo provoca efectos
negativos (Butler et al.., 2009). Globalmente creemos que una severidad media –o alta
equilibrada con muchos recursos– es más factible que provoque CPT (ver también Park,
2009).
4.3.- Condiciones de crecimiento: apoyo social disponible, afrontamiento de
búsqueda de apoyo social y su rol ambivalente.
Se ha postulado que el apoyo social que valida y reconoce la experiencia
traumática de los individuos, o que ayuda a entenderla y darle un significado, es
importante para asimilar los hechos traumáticos como los asociados a la violencia
colectiva. Las revisiones meta-analíticas han encontrado que el primer factor de riesgo a
sufrir TEPT en personas expuestas a hechos traumáticos, como la violencia colectiva, es
el déficit de apoyo social, tanto entre civiles como entre militares (tamaño del efecto
r=0.40, Brewin y Andrews, 2000). Un estudio sobre una muestra representativa nacional
de Croacia en 1996 confirmó que la participación frecuente en actividades sociales se
asociaba a menores síntomas de TEPT vinculados a la reciente guerra civil (Kunovich y
Hodson, 1999). El meta-análisis de Prati y Pietrantoni (2009) confirmó que el apoyo
social se asociaba al CPT (r=.26). Estos resultados sugieren que un alto nivel de apoyo
social subjetivo, informacional, emocional e instrumental, después de un hecho
traumático, disminuye su impacto cognitivo y permite regular mejor las emociones
negativas, controlar conductas disfuncionales, reforzar las actividades de distracción y
gratificantes, así como resolver mejor problemas prácticos.
Por otro lado, muchos de los estudios son retrospectivos y se puede pensar que la
fuerte alteración afectiva de las víctimas y su tendencia a aislarse socialmente “quema”
a sus potenciales fuentes de apoyo social y este empobrecimiento de la red social
dificulta la recuperación y superación del trauma. Sin embargo, en contra de esta
explicación del déficit del apoyo social como un efecto del suceso traumático y de las
reacciones de los afectados, se ha encontrado que una percepción negativa del apoyo
social (“siento que la gente se avergüenza de mí ahora”, por ejemplo) predecía la
aparición del TEPT más allá de los niveles sintomáticos iniciales o en los momentos
posteriores al suceso traumático (McNally et al.., 2003).
Otros estudios han mostrado que el afrontamiento de búsqueda de apoyo y el
apoyo social percibido reforzaban el crecimiento (Armeli, Gunthert y Cohen, 2001). El
meta-análisis de Prati y Pietrantoni (2009) confirmó que el afrontamiento por búsqueda
de apoyo social se asociaba positivamente al CPT (r=.25). Un estudio sobre el
crecimiento en personas no afectadas directamente por los atentados de Madrid del 11-
M del 2004 confirma que la búsqueda de apoyo social durante la primera semana tras el
atentado se asociaba al afrontamiento de reevaluación y a la expresión emocional y
pronosticaba el crecimiento postraumático tres semanas después (r=.36, p<.01).
Asimismo, la percepción de apoyo social a las tres semanas correlacionaba
positivamente con el CPT (r=.16, p<.001; Páez, Vázquez et al.., 2011). Estos resultados
confirman que disponer y poder utilizar el apoyo social, junto a la expresión emocional
y la reevaluación o redefinición de lo ocurrido, ayudan al CPT.
Sin embargo, otros estudios han encontrado que el apoyo social no se asocia al
crecimiento postraumático (Calhoun y Tedeschi, 2006), lo que sugiere que hay formas
de crecimiento postraumático independientes del apoyo social, probablemente de tipo
más personal. Además en el estudio de Silver et al. (2002) sobre el 11-S en EEUU, se
encontró que las personas que habían utilizado más el afrontamiento de búsqueda de
apoyo emocional mostraban mayores niveles de síntomas de TEPT a los seis meses,
controlando el nivel de salud mental y física previa al 11-S. Un estudio con familiares
de combatientes encontró que las personas con mayor apoyo emocional informaban de
mayor ansiedad, lo que se explicaba porque estas personas escuchaban y retransmitían
más rumores negativos (Páez, Vázquez et al.., 2011).
También cuestionando la funcionalidad del apoyo emocional después de los
sucesos traumáticos, las intervenciones psicosociales o grupales sobre víctimas de
catástrofes –en el momento inmediato a la catástrofe– basadas en compartir y hablar
sobre la experiencia no han confirmado que impidan la aparición de síntomas. En esta
entrevista de “debriefing” las personas deben: a) describir el hecho desde su
perspectiva; b) expresar sus ideas más relevantes sobre lo ocurrido; y c) verbalizar qué
fue lo peor que les ocurrió en la situación. Meta-análisis de los estudios que asignaron al
azar a las personas a un grupo de “debriefing” o a un grupo de control muestran un
impacto general negativo (McNally et al., 2003). Estos resultados son coherentes con la
investigación en psicoterapia de personas traumatizadas y sobre cómo se asimilan los
hechos emocionales: a) la mayoría aplastante de las personas hablan espontáneamente
sobre sus experiencias emocionales, por lo que inducirles a hablar no aporta nada; b) el
hablar sobre las vivencias emocionales de hechos traumáticos hace que las personas
sientan más afectividad negativa que gente que no ha hablado o escrito sobre ellas; c)
hablar sobre lo ocurrido tiene un efecto positivo en la salud física a largo plazo; y d)
esta mejora no tiene relación con la intensidad de la alteración afectiva sentida durante
la confrontación escrita o hablada (Páez, Vázquez et al.., 2011).
Estudios sobre víctimas de hechos traumáticos a largo plazo también confirman
los efectos negativos de la descarga y búsqueda de apoyo emocional. Se comparó
veteranos de la Segunda Guerra Mundial que habían sido prisioneros que presentaban o
no TEPT. Se indagó sobre cómo afrontaban los recuerdos de los hechos traumáticos que
habían vivido décadas atrás. Los sujetos con TEPT consideraban que los recuerdos eran
más estresantes e incontrolables, que los veteranos sin trastorno. Además los primeros
utilizaban más como forma de afrontamiento la descarga o expresión emocional intensa
y la búsqueda de apoyo social (Fairbanks et al.., 1991). Esto sugiere que esta forma
prolongada de afrontamiento de memorias traumáticas intensas se asocia, causalmente o
no, a un peor estado psicológico
4.3.1.- ¿Cuándo y para qué es positivo hablar sobre el suceso traumático?
Hablar es positivo si se integran emociones y reevaluaciones, en un momento en el que
es posible tomar distancia psicológica, si no se hace de manera repetitiva y si la persona
quiere hacerlo. Si bien inhibir intencional o forzadamente es negativo, hablar en sí
mismo de forma inducida no es necesariamente beneficioso. Facilitar grupos o sesiones
de terapia verbal es positivo para gente que quiere hablar y no sabe cómo hacerlo o
quiere hablar y no tiene con quién hacerlo satisfactoriamente (Lepore et al.., 1996). La
mayoría de las personas se siente satisfecha con el nivel espontáneo de comunicación
sobre un hecho traumático. Por otro lado, hablar y comunicar voluntariamente sobre lo
ocurrido, si bien no disminuye la emoción negativa y más bien la mantiene, ayuda a
integrarse socialmente, a entender lo ocurrido (sobre todo si los otros le ayudan a ver las
cosas de otra manera y ayudan a cambiar los pensamientos), a confirmar que las
reacciones personales son comunes y compartidas y generalmente permite que la gente
intercambie información y se reconforte mutuamente. Compartir socialmente las
emociones, en general, implica manifestaciones de apoyo social, de empatía y de
comportamiento prosocial, que, junto con la percepción de una mayor integración social
(Rimé, 2012), sería un factor facilitador del crecimiento postraumático. Uno de los
factores que permiten el proceso de crecimiento postraumático, según Calhoun, Cann y
Tedeschi (2011), es la comunicación emocional. La narración de un trauma y de la
experiencia personal es algo que es importante en el crecimiento postraumático, porque
la construcción de esta narración fuerza a los afectados a enfrentarse con el significado
del trauma y cómo puede ser reconstruida una visión con sentido de sí mismo y del
mundo.
4.4-- Religiosidad, compromiso ideológico, optimismo y personalidad.
En lo referente a características personales o rasgos psicológicos, hallar
beneficios a lo sucedido o el crecimiento postraumático se asoció a la religiosidad
(r=.17 en Helgelson et al.. y r=.23 en Prati y Pietrantoni, 2009) y al afrontamiento
mediante la religión (r=.38 en Prati y Pietrantoni, 2009), que probablemente ayudan a
otorgar un sentido al trauma. EL CPT se asoció también al optimismo, que enfatiza una
visión positiva del mundo y el futuro (r=.27 en Helgelson et al.. y r=.23 en Prati y
Pietrantoni, 2009). Las personas con más optimismo disposicional son las que infieren
más beneficios o encuentran más aspectos positivos de la respuesta al suceso traumático,
y además en general afrontan más adaptativamente el estrés (Páez, Vázquez et al., 2011).
Una explicación del mayor CPT de personas de pocos recursos, como
inmigrantes latinas en EEUU, es su mayor religiosidad. En culturas colectivistas latinas
y africanas creyentes el crecimiento espiritual es mayor que en culturas colectivistas no
religiosas, como China o Japón, y que en culturas individualistas con mayoría de
creyentes (EEUU) o secularizadas, como España o Australia –en las que predominan el
CPT personal. Finalmente en culturas creyentes musulmanas el crecimiento personal de
apreciación de la vida se une al espiritual, probablemente porque la mejora del yo se
enmarca en la religión y sumisión a lo sagrado (Weiss y Berger, 2011; Páez, Vázquez et
al., 2011). Todo esto sugiere que un conjunto de creencias sobre lo sagrado ayudan a dar
sentido al trauma. También militantes políticos, con un conjunto de creencias
estructuradas aunque seculares, asimilaban mejor el impacto de los hechos y mostraban
crecimiento postraumático, en comparación con personas no militantes que vivían
hechos similares como la prisión (Punamaki, 2011).
Hay que destacar que el neuroticismo, al igual que la ansiedad, no se asocian
significativamente al crecimiento (Helgelson et al.., 2006), mientras que los rasgos de
extraversión, amabilidad, rectitud y apertura se asocian ligeramente al CPT (Punamaki,
2011). Finalmente, el control estadístico de los rasgos de personalidad no elimina la
influencia del CPT en el bienestar, sugiriendo que no se debe solo a la personalidad su
efecto en el ajuste emocional (Nolen-Hoeksema y Davis, 2005).
4.5.- Afrontamiento directo de Aproximación, de Aceptación, valores colectivistas,
Reevaluación positiva y valores individualistas
Un afrontamiento directo, de aproximación y resolución en lo posible de los
efectos del suceso traumático, se asocia al CPT (r=.33 en Prati y Pietrantoni, 2009). La
modificación directa del medio, adaptativa cuando el problema es resoluble, se usa por
igual en todas las culturas. El CPT también se asoció al afrontamiento de aceptación
(r=.20, en el meta-análisis de Helgelson et al.., 2006 y r=.17 en Prati y Pietrantoni,
2009) y la re-evaluación positiva o re-estructuración cognitiva (r=.38 en Helgelson et
al.., 2006 y r=.36 en Prati y Pietrantoni, 2009).
La aceptación permite asimilar el hecho y numerosos estudios muestran su carácter
adaptativo. Además aceptar y aguantar lo ocurrido es más típico de culturas
colectivistas, que enfatizan el estoicismo y aceptan lo negativo de la vida como algo
inexorable (Páez, Vázquez et al., 2011). La reevaluación positiva de la experiencia
relacionada con el trauma, que enfatiza lo positivo de lo ocurrido, es un antecedente
cognitivo del crecimiento. Podemos diferenciar entre el reevaluar, redefinir
positivamente o enmarcar benévolamente lo ocurrido, es decir, encontrar aspectos
positivos („la guerra fue brutal‟, „no aportó nada bueno a los que participaron‟, pero, „se
derrotó al nazismo‟) y el CPT propiamente dicho, como percibir aspectos de
crecimiento o mejora personal, interpersonal e ideológica („la participación en la guerra
nos hizo madurar‟, „reforzó la cohesión con los compañeros y la cohesión de la nación‟,
„nos hizo ser más tolerantes y sabios ante la vida‟). Esta forma de reconstrucción del
significado del hecho traumático, dándole el sentido de un sacrificio por otro o creer que
ha permitido aprender cosas sobre la vida (las verdaderas prioridades) y sobre sí mismo
(saber hasta dónde se puede llegar), es más típico de culturas individualistas, que enfatizan
un ideal de modificación activa y crecimiento (Calhoun, Cann y Tedeschi, 2011).
Confirmando el rol adaptativo a largo plazo de la reevaluación, el estudio de Fairbanks et
al.. (1991) encontró que los veteranos de guerra que tenían menor sintomatología
utilizaban como mecanismo de afrontamiento prioritario de los recuerdos de hechos
traumáticos de la guerra, el acentuar la parte positiva de estos.
4.6.- Activación emocional, Rumiación y Emociones Positivas
Los estudios parecen apoyar que la búsqueda de beneficios después de los
ataques terroristas y el crecimiento postraumático están positivamente relacionados con
emociones positivas (Vázquez y Páez, 2011). De hecho, en un estudio efectuado en una
amplia muestra de la población general de Madrid tras el 11M de 2004, la percepción de
encontrar algún beneficio en lo sucedido, medida con un índice derivado por la Positive
Meaning Scale utilizada por Fredrickson y colaboradores (2003) en su estudio del 11-S,
mostró un patrón de correlaciones positivas con las emociones positivas experimentadas
el día de los ataques y los días siguientes (por ejemplo, con los sentimientos de ser
„parte de la nación‟, „sentir orgullo‟, „gratitud”, etc.); pero esa percepción de
crecimiento no tenía ninguna relación significativa ni con síntomas de estrés de
postraumático ni con la intensidad de las emociones negativas experimentadas (Vázquez
y Hervás, 2010). Igualmente en un estudio longitudinal sobre el 11 marzo de 2004,
efectuado en una muestra diferente también de la población general, el afecto personal
positivo medido por el PANAS correlacionó significativamente con un índice de CPT,
r(946)=.40, p<.001. Por otra parte, la percepción de un clima emocional positivo en la
nación, medido una semana después del atentado, fue un predictor importante del CPT
tres semanas más tarde, lo que sugiere una especie de proceso de resiliencia colectiva en
la que las emociones positivas alimentan la posibilidad de encontrar beneficios (Páez,
Vázquez et al.., 2011).
En comparación con las emociones positivas, el patrón de resultados de las
emociones negativas es más complejo y se necesitan más investigaciones para aclarar el
papel de las emociones negativas en el CPT. Un estudio sobre el 11-M encontró que la
rumiación y la reacción emocional negativa de tristeza, ira y miedo medidas a una
semana predijeron el CPT tres semanas más tarde (r=.34, p<.01, Páez, Vázquez et al.,
2011). Davis y Macdonald (2004) observaron que la angustia era un predictor del
crecimiento postraumático seis y once semanas después del 11 de septiembre. Estos
resultados sugieren que el estrés y la activación emocional, como algunas reacciones de
tristeza o ira, pueden ser considerados una condición necesaria para que la gente perciba
los beneficios o el crecimiento (Armeli, Gunthert y Cohen, 2001). Pero los resultados
no son tan consistentes entre diversos estudios, como hemos comentado.
En el mismo sentido, el nivel de CPT correlacionaba positivamente (r=.18) con
síntomas de rumiación, pensamientos intrusivos y evitación, fuertemente asociados a la
afectividad negativa (Helgelson et al, 2006). Por un lado, esto se puede explicar por el
argumento antes citado en relación con la gravedad del estrés como pre-condición: el
fuerte cuestionamiento de creencias y la activación emocional negativa y el sufrimiento
motivarían el crecimiento. La coexistencia de emociones negativas, que enfatizaran un
análisis critico y realista de lo ocurrido, junto con emociones positivas, podría ayudar a
asimilar y elaborar mejor el trauma colectivo –es la hipótesis del carácter adaptativo de
la ambivalencia emocional (Caballero, Carrera et al., 2007). Por otro lado, las
emociones negativas potenciarían la reflexión: por ejemplo, la tristeza ayudaría a la
elaboración de pérdidas, la ira ayudaría a pensar formas de actuar asertivas, el miedo a
pensar formas de protegerse (Punamaki, 2011). Tedeschi y Calhoun (2006) han
argumentado que las rumiaciones o pensamientos intrusivos ayudan a asimilar el trauma
y darle sentido. Aunque los estudios sobre afrontamiento sugieren que la rumiación es
más un efecto de la afectividad negativa que un proceso adaptativo, otros estudios han
encontrado que reflexionar sobre lo ocurrido ayuda al ajuste cuando se hace
voluntariamente, por un tiempo limitado, y potencia la reevaluación positiva (Rimé,
2012) Pero hay que diferenciar esta rumiación reflexiva, en oposición a una rumiación
más negativa caracterizada por una cavilación reiterada y negativa (brooming) –por
ejemplo: preguntas reiteradas como “¿por qué me ha pasado esto?”, “¿qué hemos hecho
para merecerlo?”, “no puedo mejorar mi situación”, etc.). Se ha comprobado
reiteradamente que este segundo tipo de rumiación está asociado a una mayor respuesta
psicopatológica (Nolen-Hoeksema, Wisco, y Lyubomirsky, 2008; Hervás y Vázquez,
2011) y, en este sentido, es probable que sea un obstáculo para una sensación de
crecimiento a medio o largo plazo..
5.-LA DINÁMICA SOCIAL DE AFRONTAMIENTO DEL TRAUMA
Normalmente las personas que buscan apoyo social para confrontar hechos
traumáticos tienen problemas para obtenerlo después del primer momento de
solidaridad. La dinámica social después de un hecho traumático colectivo explica en
parte por qué se produce esta dificultad en obtener apoyo social. Según los estudios
sobre población general, inmediatamente después del impacto de una catástrofe o hecho
traumático se produce una fase de emergencia, que dura entre 2–3 semanas tras del
hecho. En ella se observa alta ansiedad, intenso contacto social y pensamientos
repetitivos sobre lo ocurrido. Se piensa y se habla mucho sobre lo ocurrido. Además
durante este primer mes se dan intensamente respuestas de solidaridad (donar sangre,
dinero, etc.) que luego disminuyen. Luego emerge una segunda fase de inhibición, que
dura entre 3 y 8 semanas. Esta fase se caracteriza por una importante disminución en la
frecuencia de expresar o compartir socialmente lo ocurrido. Las personas buscan hablar
sobre sus propias dificultades, pero están “quemadas” para escuchar hablar a otros. La
solidaridad disminuye. En esta fase aumentan la ansiedad, los síntomas psicosomáticos
y los pequeños problemas de salud, las pesadillas, las discusiones. Hablar y pensar
sobre los hechos traumáticos es frecuente en una primera etapa, luego se opta por evitar
hablar, se da un silencio y una “quemazón” de hablar sobre el tema. Finalmente, a los 2-
4 meses el nivel de hablar y pensar convergen y disminuyen, produciéndose una
asimilación del hecho en el colectivo general – no estamos hablando aquí de los
afectados directos.
En el caso del 11 M, después de tres semanas los periódicos y medios de
comunicación disminuyeron la frecuencia de artículos, entrando en una fase de
inhibición, que probablemente era problemática. En un estudio sobre el 11-M la media
de hablar y escuchar disminuía significativamente de 12,1 (rango 2-14) en la primera
semana, a 7,4 a las tres semanas y a 4,2 a los dos meses. La media de pensar y rumiar
pasaba de 10,3 en la primera semana, a 7,4 a las tres semanas y a 5 a los dos meses. La
solidaridad, percibida de 1 a 5, disminuía de 3,7 en la semana posterior a 3,2 a los dos
meses (Páez, Vázquez et al., 2011). A largo plazo, la comunicación informal y sobre
todo las conmemoraciones oficiales evitarán los aspectos más negativos de los hechos y
enfatizarán el orgullo por la respuesta de los que ayudaron, las características positivas
de los afectados y una visión optimista de la colectividad – este énfasis en lo positivo es
adaptativo y frecuente, aunque también choque con la visión más realista y sufriente de
los afectados directos y sus familiares. No obstante, hay aspectos insuficiententemente
investigados sobre las dinámicas de los procesos micro- y macro-sociales relacionados
con el crecimiento. Por ejemplo, algunos estudios en mujeres diagnosticadas de cáncer
de mama han demostrado que puede haber un acoplamiento dinámico en las sensaciones
de crecimiento de la víctima y las de sus parejas o maridos ( Weiss, 2004).
La disminución de la comunicación sobre un hecho traumático después de un tiempo y
su reconstrucción con una visión positiva a largo plazo tienen varias explicaciones.
Primero, varios estudios han demostrado que escuchar hechos negativos extremos se
asocia a activación fisiológica y ansiedad. En el mismo sentido, hablar o compartir con
individuos depresivos induce un estado de ánimo negativo, por lo que podemos suponer
que los sujetos evitan estos contactos. Cuando una persona afectada comunica con otros
sobre su sufrimiento, esta búsqueda de apoyo social en estas circunstancias “quema” la
red social de las personas y aumenta sus problemas. Esto explica por qué a medio plazo
los afectados tendrán dificultades para obtener apoyo –y aquí las intervenciones de los
psicoterapeutas pueden tener un rol esencial. Asimismo, el entorno social no solo debe
permitir tener con quién hablar (un trauma colectivo implica muchas veces una crisis de
la red social), sino que la respuesta de las personas que escuchan debe ser apropiada (no
minimizar lo ocurrido o dar respuestas estereotipadas: “es la vida”) y al mismo tiempo
no debe descalificar y criticar los sentimientos de las víctimas del hecho (Pérez-Sales,
2009). En un estudio sobre la respuesta de personas no afectadas directamente al 11-S,
la percepción de un entorno rechazante y que no apoyaba las expresiones de las
personas se asociaba y predecía mayores niveles de malestar (Páez, Vázquez et al,
2011). Es además bastante frecuente que personas que han vivido un hecho traumático
no quieran expresar sus estados y experiencias negativas: a) ya sea por proteger al otro;
b) porque no se les entendería su experiencia; o c) porque es muy doloroso recordar los
hechos traumáticos y prefieren olvidarlos (Páez, Vázquez et al., 2011). Finalmente, las
catástrofes actúan como estigmas, como hechos que marcan negativamente a la gente
(las mutilaciones, por ejemplo). Las víctimas son un testimonio permanente de la
maldad existente en el mundo y de la eventual vulnerabilidad que tenemos ante el
destino. Por esto es muy común que las personas reaccionan ante la gente estigmatizada
de forma contradictoria: positivamente en el ámbito verbal, pero con signos no verbales
de distancia y rechazo. Igualmente, las estatuas, conmemoraciones, o ritos de recuerdo,
van a dar una imagen estética y evaluativamente positiva de lo ocurrido. Todo esto
conlleva que las víctimas van un sufrir un déficit de apoyo a medio y largo plazo (Páez
y Liu, 2011). Con las limitaciones antes planteadas, los rituales de apoyo y
conmemoración son factores que facilitan el CPT.
6.- FORMAS DE AFRONTAMIENTO COMUNITARIO, RITUALES Y CPT
COLECTIVO.
Las formas comunitarias de afrontamiento son las actividades realizadas en
díadas o grupos más grandes para manejar un estrés colectivo. Cuando las formas de
coping se hacen junto con una diada, grupo o comunidad, para afrontar un problema que
afecta la identidad colectiva o un problema social compartido, se concibe como
afrontamiento comunitario. Por ejemplo, cuando una comunidad busca información o
apoyos y planifica cómo enfrentar entre todos un problema ambiental que consideran
común, se realiza afrontamiento comunitario. Cuando este afrontamiento implica
conductas colectivas repetitivas estilizadas, coordinadas y sincronizadas, en un espacio
y tiempo especial, con una carga específica de valores, se concibe como afrontamiento
ritual colectivo (por ejemplo, una ceremonia y misa para rezar entre todos es un ritual
colectivo, mientras que rezar individualmente es afrontamiento ritual religioso privado).
Las formas de afrontamiento comunitario están dirigidas a contrarrestar el trauma por
medio de la reconstrucción de la colectividad y de un sentido de pertenencia e identidad
social, basadas en relaciones sociales y valores colectivos como la solidaridad y la
cohesión entre la comunidad (Vázquez, Páez et al.., 2011). Se ha sugerido que los
rituales colectivos, como las conmemoraciones colectivas y los ritos funerarios o de
duelo, son formas de afrontamiento comunitario funcionales, ya que entregan elementos
para redefinir positivamente lo ocurrido y enmarcan los traumas en una narrativa que da
un sentido a las pérdidas y elaboran un futuro positivo para la colectividad. Hay
investigaciones que confirman que las conmemoraciones colectivas son funcionales
para la salud y bienestar social de las víctimas indirectas de la violencia colectiva. Las
madres y padres divorciados o las viudas de jóvenes israelíes muertos por accidente de
circulación mostraban mayor mortalidad que los padres y madres de hijos muertos en la
guerra de Yom Kippur en 1973, los cuales participaban anualmente en ceremonias de
conmemoración en memoria de sus hijos caídos como héroes de la patria en Israel
(Levav y Friedlander, 1988). Otro estudio longitudfinal confirmó el efecto positivo de
la participación en rituales de duelo en el caso de personas que habían perdido a su
pareja por el SIDA. Las personas que participaron en ceremonias de duelo satisfactorias,
comparadas con personas que no participaron o lo hicieron en ceremonias
insatisfactorias para ellas, mostraban doce meses después una mejor adaptación e
integración social (Weiss y Richards, 1997).
Las formas comunitarias seculares de afrontamiento han sido relacionadas con
los valores igualitarios y las ceremonias religiosas con valores colectivistas. Así,
personas y culturas que valoran la igualdad y valores universalistas usan más rituales
seculares o movilizaciones sociales, mientras que personas y culturas que valoran la
tradición, la conformidad y seguridad usan más rituales religiosos. En España, en el
análisis del 11-M de 2004 y de sus secuelas, el afrontamiento comunitario,
específicamente el hecho de compartir socialmente las emociones y la participación en
las manifestaciones contra la guerra y el terrorismo, fueron más usadas por personas con
valores universalistas, y este afrontamiento comunitario reforzó el desarrollo del
crecimiento postraumático al asociarse a apoyo social y afectividad positiva, así como
facilitó la construcción de un clima emocional positivo de esperanza y solidaridad.
Rezar y en menor medida participar en ceremonias religiosas, es decir, rituales
religiosos privados y colectivos, tuvieron efectos similares –aunque fueron menos
frecuentes que la participación en manifestaciones seculares (Páez, Vázquez et al.,
2011). Un estudio con jóvenes afectados por la violencia colectiva que evaluó la
influencia del compromiso ideológico y religioso en la salud y el CPT encontró que era
la participación en actividades políticas y rituales religiosos la que se asociaba al CPT
individual y a la responsabilidad con la sociedad en general. En cambio, aspectos más
ideológicos del compromiso, como la importancia de las creencias religiosas, no se
asociaban al CPT (Laufer, 2003). Confirmando que los macro rituales tiene efectos
positivos en el bienestar a medio y largo plazo, las personas de la población general que
estaban de acuerdo con las Comisiones de Verdad en Chile (un 75%), realizadas hace
veintitrés años, percibían un clima emocional más positivo, de solidaridad y confianza,
y manifestaban mayor sentido de la vida, en comparación con quienes las rechazaban
(un 25%), sugiriendo que los rituales de justicia transicional ayudan a reconstruir
significados positivos (Cárdenas et al., 2012). La participación directa en rituales ha
reforzado la identidad y cohesión social no solo en la población en general, sino en el
caso de víctimas de violencia colectiva. Un estudio con 59 víctimas de la violencia
colectiva en Guatemala mostró que, cuanto mayor era la participación en rituales
seculares y religiosos de afrontamiento del genocidio, mayor era el CPT –r= .37, p<.001.
La participación en ceremonias funerarias religiosas se asoció más fuertemente con el
CPT (r=.39) que la participación en ceremonias seculares (r=.22), aunque de forma
similar a la participación en la Comisión de Esclarecimiento Histórico Rhemi, r=.39
(Gasparre et al., 2009). Todos estos resultados sugieren que realizar conductas
colectivas con significado ayuda a elaborar el trauma y construir una visión positiva del
mismo.
Finalmente, el crecimiento postraumático puede ser una forma de afrontamiento con
efectos negativos o de refuerzo del conflicto intergrupal en contextos de violencia
colectiva. En un estudio los israelíes que señalaban un mayor crecimiento postraumático
también mostraban mayor prejuicio ante los palestinos, lo que confirma que el primero
es un mecanismo de afirmación de la identidad colectiva y de refuerzo del conflicto
intergrupal (Páez, Vázquez et al., 2012). En el mismo sentido, rituales de
conmemoración también pueden ayudar a mantener viva una imagen positiva de héroes
y mártires, aunque también alimentar el odio y conflictos destructivos. Recordar el
pasado y no olvidar sus lecciones debe equilibrarse con la regulación del odio y la
venganza –si se quiere superar un conflicto y construir una cultura de paz. (Páez y Liu,
2011). En este mismo sentido, es cuestionable, y materia de investigación futura, si
acrecentar la identidad como víctima (por ejemplo, mediante la pertenencia a
asociaciones de víctimas) –ver Pérez-Sales, 2009- puede favorecer una visión
finalmente benigna y de crecimiento personal tras la experiencia traumática.
7.- CONCLUSIONES
Es frecuente que las personas víctimas de violencia colectiva encuentren aspectos
positivos de la respuesta al suceso traumático, en particular en la sociedad y cultura que
los rodea. Ante hechos traumáticos colectivos, es frecuente que se perciban formas de
crecimiento colectivo de nivel societario vinculadas al cambio de valores y de la
situación o el contexto general. Podemos concluir que la exposición a la violencia
colectiva aunada a la movilización social puede provocar reacciones positivas como
reforzar la cohesión social y el compromiso con los valores socio-políticos del grupo, lo
que a su vez puede actuar como un escudo protector ante el impacto de los hechos
traumáticos. Se han encontrado manifestaciones de crecimiento en víctimas directas y
vicarias de la violencia colectiva. Estos aspectos coexisten con los negativos y, aunque
no eliminan necesariamente el sufrimiento que el trauma produjo, encontrar aspectos
positivos o de crecimiento personal se asocia a un mayor bienestar y menor depresión.
Sin embargo, también se asocia a más síntomas de evitación y rumiación. Confirmando
que se trata de un proceso real, en varios estudios las percepciones de cambios positivos
se han visto refrendadas por juicios externos de pares o por otros indicadores. Sin
embargo, el crecimiento postraumático también se ha asociado a indicadores de
evitación o negación, sugiriendo que las percepciones del cambio positivo pueden ser
en parte ilusorias. Hay ciertas condiciones que facilitan los cambios positivos, en
particular los colectivos: a) que el trauma sea de carácter social y la cultura colectivista;
b) que las personas estén construyendo su identidad o sean jóvenes, que tengan recursos
ideológicos y que la comunidad no esté desorganizada; c) que se dé una severidad
media de estrés, pero no extrema; d) apoyo social y participación social, aunque no
búsqueda prolongada de apoyo emocional; e) una comunicación que ayude a reevaluar y
construir una narrativa positiva, y no solo mantener viva las emociones negativas; f)
afrontamiento de aceptación de lo ocurrido, optimismo, reevaluación positiva y
atribución de significado religioso o secular; g) una activación de emociones positivas,
o al menos una coexistencia de emociones negativas y positivas personales, y
percepción de un clima emocional positivo -de esperanza y solidaridad; h) una
rumiación reflexiva, no depresiva o caviladora, que ayude a la redefinición positiva; e i)
formas de afrontamiento comunitario, que muestren que “el problema es nuestro”, den
pie a conductas altruistas y emociones de orgullo y esperanza, así como formas de
conmemoración y rituales de recuerdo que generen materiales para una narrativa
benevolente, que ayuden a una redefinición de lo ocurrido y creen una proyección a
futuro positiva de la colectividad.
No obstante, y a modo de cautela final, aún quedan muchos elementos que resolver en
el área del crecimiento postraumático. La primera tiene que ver con su propia definición
y los límites con conceptos semejantes pero no equivalentes (hallazgo o búsqueda de
beneficios, crecimiento ante la adversidad, superación, etc.) –ver Park, 2009. Otro
aspecto crucial es validar el crecimiento a través de medidas conductuales; la inmensa
mayoría de los estudios se basan en datos introspectivos (o, en el mejor de los casos,
refrendados por la opinión de observadores), pero no tanto en cambios tangibles en la
conducta (por ejemplo.: cambios en estilos de vida, hábitos de salud, etc.). Igualmente,
las propias medidas que utilizamos pueden estar muy afectadas por elementos de
deseabilidad social o sesgos de respuesta (Affleck y Tennen, 2009). Si nos preguntan si
somos mejores ahora que en el pasado (incluso aunque no haya habido una experiencia
traumática), es posible que respondamos afirmativamente. La investigación tendrá que
demostrar no solo si ha habido cambios reales conductuales, sino si los cambios
percibidos se deben específicamente a la experiencia traumática o a la sensación general
de crecimiento vital que nos suele acompañar como una experiencia de nuestras vidas.
8.- ANEXO: CUESTIONARIO DE AFRONTAMIENTO COMUNAL DEL ESTRÉS
SOCIAL

D. Páez, S. Bosco, A, Wlodarzyck, L. Zumeta, N. Basabe, M. Bobowik y S. Telletxea

Te rogamos que dediques algunos minutos para pensar en alguna situación estresante
que has vivido y también haya sido vivida por otras personas que tú conozcas. Por
“estresante” nos referimos a una situación que haya sido difícil o problemática para ti,
porque te desborda o implica muchos esfuerzos para afrontarlo. Podría haber sido una
discusión con algunas personas cercanas a ti, un problema en casa, de estudio, de
trabajo, un problema médico, una separación de alguien querido, un problema con tu
coche, etc. Por favor ten en mente que nos gustaría que tú pensases en una situación en
la cual estaban implicadas también otras personas. Es decir, una situación donde has
reconocido que no estabas solo en tu experiencia. Recuerda que otro miembro de tu
familia, grupo de amigos, casa, vecindario, centro de trabajo etc. contestara también.
Asegúrate que responden al mismo problema. Con esta situación en la mente, por favor
conteste a las siguientes preguntas.
Explica brevemente la situación a la que te estás refiriendo. Cuando lo hagas indica la
situación y la/las personas que la experimentaron contigo.
1. Ahora te rogamos pensar en la/las personas implicadas en esta situación, y con
esta en mente, contestar a las siguientes preguntas.
a) ¿Respecto a la situación que has descrito antes, en qué medida opinas que esta/s
persona/s hayan vivido la experiencia de forma parecida a como tú la has vivido?
0 1 2 3
Nada Poco Bastante Mucho

b) ¿Siempre con respecto a esta situación, en qué medida las preocupaciones de la/s
personas a las cuales te estás refiriendo han sido similares a tus preocupaciones?
0 1 2 3
Nada Poco Bastante Mucho

c) ¿En qué medida utilizarías el término “nuestro” para referirte a la situación descrita
anteriormente?
0 1 2 3
Nada Poco Bastante Mucho

En relación con el problema descrito, indica en qué medida habéis empleado los
siguientes comportamiento. Nunca 0 A veces 1 A menudo 2 Siempre 3
1. Hemos participado activamente en el/los grupo que planificaban
0 1 2 3
acciones y participamos en las acciones

2. Participamos activamente en el/los grupo que planificaban y hacían


algo (acciones de solución del problema familiar o manifestaciones 0 1 2 3
de protesta por la polución por ejemplo)

3. Esperábamos lo peor. 0 1 2 3

4. Cada uno ha tratado de hablar con personas que podrían hacer algo
0 1 2 3
concreto para resolver nuestro problema

5. Hemos aceptado la simpatía y la comprensión de otras personas que


0 1 2 3
no vivían lo que nosotros vivíamos.

6. Hemos hablado con otras personas que tenían un problema, estado de


0 1 2 3
ánimo similar para saber que hicieron ellas

7. Hablamos con otros grupos que podían buscar un compromiso, llegar


0 1 2 3
a un acuerdo

8. Hemos puesto a disposición de los demás nuestra experiencia del


0 1 2 3
pasado, para ayudar a otros a enfrentar el problema.

9. Evitamos estar con otros grupos de personas que no vivían nuestro


0 1 2 3
problemas, nos aislamos

10. Hemos hablado con alguien que tenía un problema, estado de ánimo
0 1 2 3
similar para saber que hizo él/ella

11. Hemos tratado de encontrar el lado bueno de la situación para el


0 1 2 3
grupo

12. Como resultado de lo que nos ocurrió hemos crecido y mejorado


0 1 2 3
como grupo.
13. Hemos descubierto cosas que son importantes en la vida 0 1 2 3

14. Tratamos de estar juntos y hacer cosas para divertirnos y relajarnos


0 1 2 3
(fiestas y actividades de grupo)

15. Nos hemos criticado por los errores y responsabilidades que hemos
0 1 2 3
cometido al afrontar el problema.

16. Hemos tratado de olvidar, no pensar, centrándonos en otras


0 1 2 3
actividades del grupo.

17. Hablamos y concluimos que la situación mejoraría sola, que


0 1 2 3
seguiríamos como antes y que el problema desaparecería solo

18. A veces nos no podíamos creer lo que había ocurrido. 0 1 2 3

19. Nos comparamos con grupos que estaban peor que nosotros para
0 1 2 3
consolarnos

20. Nos comparamos con grupos que estaban mejor o que habían
enfrentado exitosamente problemas o situaciones como la nuestra 0 1 2 3
para inspirarnos

21. Hemos comido y bebido en grupo para sentirnos mejor 0 1 2 3

22. Hemos salido a pasear, hacer ejercicio, et. Para aumentar bienestar 0 1 2 3

23. Cuando se estaban realizando actividades en grupo, nos


asegurábamos de que los sentimientos no interfirieran con nuestro 0 1 2 3
trabajo

24. No hemos perdido la esperanza, estar juntos nos ha ayudado a


0 1 2 3
encontrar una solución posible.

25. Aceptamos la realidad de lo ocurrido, lo asimilamos 0 1 2 3

26. Bromeábamos sobre lo que ocurría 0 1 2 3

27. Hemos actuado de forma más afectuosa y cariñosa que lo normal 0 1 2 3

28. Hemos intentando de guardar y ocultar ante otros nuestros


0 1 2 3
sentimientos

29. Nos decíamos o expresábamos unos a otros cómo nos sentimos 0 1 2 3


30. Hemos hablado con otras personas de lo ocurrido y compartido
0 1 2 3
nuestras emociones y pensamientos.

31. Expresamos y descargamos fuertemente nuestras emociones 0 1 2 3

32. Planteamos nuestra posición y luchamos para defenderla ante los


0 1 2 3
responsables del problema

33. No hablábamos sobre las cosas que iban mal 0 1 2 3

34. Hemos rezado 0 1 2 3

35. Hemos acudido a manifestaciones o concentraciones 0 1 2 3

36. Hemos acudido a las misas o ceremonias religiosas 0 1 2 3

37. Hemos organizados o participados en fiestas de conmemoraciones o


0 1 2 3
ceremonias de duelo no religiosas

Otro .................................................................................................... 0 1 2 3

Las preguntas 1-a, 1-b, 1-c evalúan en qué medida el problema, hecho de cambio, era
realmente colectivo. Suma las tres respuestas. Puntuaciones entre 0 y 3 indican que pese
a las instrucciones la persona piensa que no se trata de un problema colectivo. Entre 4
y 6 lo acepta de forma media y arriba de 7 cree realmente que se trata de un problema
comunal. Las familias o categorías de afrontamiento comunal son las siguientes:
I.- Dirigidas a cambiar la situación y los vínculos sociales: 1.- Afrontamiento comunal
directo: sumar itemes 1 y 2 ; 2.- Abandono psicológico item 3; 3.- Búsqueda de apoyo
social, sumar itemes 4.5.6 4.- Mediación, item 6; 5.- Altruismo comunal; item 8 6.-
Aislamiento social item 8, Rituales espirituales individuales y colectivos. Itemes 34 y 36,
Rituales seculares colectivos 35 y 37. II.- Dirigidas a cambiar la atención e interpretación
de la situación: 7.- Búsqueda de Información, item 10; 8.- Reevaluación comunal positiva,
item 11 Crecimiento post-estrés 12, 13, ; 9.- Distracción item 14; 10.- Rumiación
autocrítica, item 15; 11.- Evitación cognitiva , pensamiento desiderativo y negación item
16; item 17 y 18; 12.-Comparación Social, itemes 18 y 20 III.- Dirigidas a cambiar la
respuesta emocional: 13.-Regulación fisiológica activa o por consumo sustancias; itemes
21 y 22; 14.-Autocontrol, Auto modificarse y Aceptación; itemes 23,24,25; 15.-
Activación de emociones humor y afecto itemes 26 y 27; 16.-Expresión regulada itemes 29
y 30; 17.- Descarga, item 31; 18.-Confrontación; item 32 y 19.-Inhibición y Supresión.
Itemes 28 y 33;
Este cuestionario evalúa las respuestas grupales ante un problema común o
afrontamiento comunal, así como el afrontamiento por conductas colectivas simbólicas
o rituales religiosos o seculares. Se debe aplicar al menos a dos miembros del grupo y
trabajar con la media de respuestas – si no hay grandes diferencias entre las
puntuaciones Como regla de orientación si hay solo un punto de diferencia entre las dos
respuestas es válida la media como indicador. Si hay dos o mas indicaría que no hay una
respuesta comunal homogenea o consensual. Para evaluar debes sumar las respuestas
de los dos cuestionarios de los miembros del grupo. Los baremos siguientes se basan en
53 pares de hijos y padres o parejas que respondieron como contestaron al hecho
estresante común más importante del año pasado. Se aplicó una versión corta por lo que
hay información solo sobre parte de los 37 itemes. Los itemes están clasificados en
adaptativos o positivos (POS) y negativos o inadaptativos (NEG) – aunque esto depende
en parte del contexto- Directo cuando la situación no es modificable es negativo.
Busqueda de apoyo si se combina con directo o reevaluacion es positivo. Confrontación
puede ser negativo, pero potencia movilización social.

Tipo, familia coping Puntuación baja Media Puntuación alta


y número item Negativo para POS Positivo para POS
Positivo para NEG Negativo par NEG
POS Directo 1.- 2 o menos 3-4 5 o más
NEG Abandono 3.- 1 o menos 2 3 o más
Apoyo Social 5.- 2 o menos 3-4 5 o más
POS Altruismo 8.- 1 o menos 2 3 o más
POS Rituales 1 o menos 2 3 o más
colectivos 35,36,37.-
Ritual privado rezar 1 o menos 2 3 o más
34.-
POS Reevaluación 2 o menos 3-4 5 o más
11.-
POS Crecimiento 2 o menos 3-4 5 o más
12.-
POS Crecimiento 3 o menos 4 5 o más
13.-
POS Distracción 14.- 1 o menos 2-3 4 o más
NEG Autocrítica 2 o menos 3 4 o más
15.-
NEG Evitación 1 o menos 2-3 4 o más
NEG Desiderativo 1 o menos 2-3 4 o más
17.-
NEG negación 18.- 2 o menos 3 4 o más
POS Control 24.- 3 o menos 4 5 o más
POS Compartir 29.- 2 o menos 3-4 5 o más
NEG Inhibir 28.- 1 o menos 2 3 o más
NEG Supresión 33.- 1 o menos 2 3 o más
Confrontación 32.- 2 o menos 3-4 5 o más

Suma un punto por cada coping positivo alto y por cada coping negativo medio o bajo.
Rango de 0 a 19. Puntuaciones superiores once indican coping grupal o comunal
adaptativo.

AGRADECIMIENTOS: los estudios teóricos y empíricos desarrollados en este texto se


han realizado gracias al apoyo de los proyectos Psi2011-26315 del MICINN y UFI
11/04 de la UPV/EHU

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