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Propuesta de grupo de
prevención.
I. MARCO TEÓRICO
1.1 Introducción
1.2 Estrés laboral
1.3 Estrés en las FCSE
Modelo diátesis-estrés aplicado a las FCSE
1.4 Factores de Vulnerabilidad
Factores externos: Cultura y organización policial
Factores internos: regulación emocional desadaptativa
1.5 Prevalencia de trastorno mental en la policía
Trastornos mentales en las FCSE
REFERENCIAS
AGRADECIMIENTOS
A las personas que trabajan dentro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que
voluntaria y amablemente me han proporcionado bibliografía, referencias, informes y
opiniones personales que han permitido que este trabajo se asiente sobre la realidad y no
sólo en la teoría e investigación.
A mi tutora, Covadonga, que con sus breves, concisas y justas recomendaciones ha hecho
de este un trabajo de más calidad del que podría haber realizado por mí misma.
A Francisco Pérez Crespo, que me dio la idea, motivándome a elaborar un programa que
pueda implementarse en la realidad, sin siquiera tener constancia de que ha hecho
ninguna de las dos cosas.
A mis padres Pablo y Mª Carmen, que sin saber muy bien cómo, han conseguido que haya
podido hacer mis propias elecciones.
A Teo y Simón, por su amor y alegría incondicional pese al mal genio y al “mamá tiene que
hacer cosas”.
Y sobre todo a Sergio, por subirme en un pedestal antes de que empezara todo esto, por
creer más en mí que yo misma, y por su enorme capacidad de esforzarse, sufrir y amar
para que podamos tener una vida plena.
RESUMEN
Los objetivos de este trabajo son: realizar una revisión teórica de algunos factores en la
base del malestar psicológico de las personas que trabajan en las FCSE; revisar las
intervenciones previas realizadas en las FCSE con el objetivo de reducir el estrés y el
malestar psicológico, poniendo el foco en intervenciones basadas en terapia de tercera
generación; y proponer un programa de intervención con el formato de taller preventivo
en Salud Mental dirigido a las FCSE.
I MARCO TEÓRICO
1.1 INTRODUCCIÓN
Algunas de las posibles situaciones propias de su labor son: ser gravemente herido[2], ser
víctima de atentado, intervención en catástrofes con elevado número de muertos,
enfrentamiento armado, situaciones en las que se requiere el uso de las armas, protección
de agresores en los traslados policiales, presencia en el levantamiento de cadáveres,
investigación de redes de pornografía infantil, ser insultados por la población, presenciar
la agresión o muerte de un compañero, denunciar infracciones, detener delincuentes, así
como actividades asistenciales y de resolución de conflictos en la comunidad.
Seyle (1976) incluía entre los síntomas propios de la fase de agotamiento: síntomas físicos
como tensiones musculares, dificultades respiratorias, molestias gastrointestinales,
insomnio, pulsaciones, etc.; síntomas psicológicos: nerviosismo y ansiedad, irritabilidad,
pensamientos negativos, falta de motivación, dificultad de concentración, etc.; y síntomas
conductuales: conductas impulsivas, escape de la situación, hostilidad, consumo de
estimulantes, disminución del rendimiento laboral, etc.
En un estudio realizado en 1999 con policía británica (Brown, Fielding y Grover, 1999) se
realizó un análisis factorial con el tipo de estresores a los que estaban expuestos y su
impacto en los agentes. Se identificaron tres categorías: la más traumática era la
exposición a la muerte y desastres; la segunda, se relacionaba con la rutina de trabajo
diaria como tratar con víctimas y la posibilidad de estar expuesto a violencia y daño; la
tercera categoría eran estresores vicarios como tratar con víctimas de crímenes sexuales,
con un impacto moderado y una frecuencia intermedia. Todos ellos se relacionaron con
malestar y trastornos psicológicos.
Algunos estudios han puesto de manifiesto que la emoción más experimentada por los
agentes de policía es el estrés (Pacheco, 2004) y que el trabajo policial es una de las
actividades más estresantes que una persona puede llevar a cabo (Vuorensyrjä y Mälkiä,
2011), constituyendo así la actividad policial como una profesión de alto estrés (Torres,
2002; Gershon, Lin y Li, 2002, Goiria, San Sebastián, Torres e Ibarretxe, 2003). En un
estudio realizado en población norteamericana con 201 policías pertenecientes a
pequeños departamentos encontraron que a mayor exposición a estrés mayor riesgo de
tener problemas de salud, baja autoestima, agresión dentro de la pareja y agresión entre
los compañeros (Can y Hendy, 2014).
Con todo se puede inferir que el trabajo en las FCSE está directamente relacionado con el
estrés y, por tanto, su personal tiene mayor riesgo de ver alterado su bienestar psicológico
que la población general al estar expuesto a estrés de manera habitual.
MODELO DIÁTESIS-ESTRÉS APLICADO A LAS FCSE
Se toma esté modelo para presentar una explicación del mecanismo por el cual las FCSE
tienen mayor predisposición a experimentar malestar psicológico y/o psicopatología. Para
las FCSE el estrés está representado por el estrés crónico y eventos traumáticos. El
número e intensidad de los estresores a los que se enfrenta la policía es tan elevado que
una parte importante de la previsible respuesta de estrés sea independiente de los
factores individuales. La vulnerabilidad está representada por dos factores: externos
(cultura y práctica policial) e internos (dificultad de regulación emocional). Si bien no son
vulnerabilidades genéticas, sí son estilos de afrontamiento y de procesamiento de la
información y las emociones que se desarrollan en un contexto particular y están
presentes de manera significativa en los agentes policiales, pudiendo predisponen al
desarrollo de psicopatología. Esta idea se desarrollará con más detalle en los apartados
posteriores.
Añadido a esto se habla de la existencia de una cultura policial que contribuye a que el
agente rechace o considere que no necesita ayuda ni asistencia cuando pasa una situación
complicada en el trabajo, tiene problemas personales o presenta malestar psicológico. La
cultura de una organización determina que comportamientos son apropiados en ese
entorno y hace más probable que se empleen ese tipo de estrategias al hacer frente a
situaciones potencialmente estresantes o con gran carga emocional (Hart y Cotton, 2002).
Con la aculturación los oficiales jóvenes aprenden a comportarse en el entorno policial,
enseñados por los oficiales veteranos, por modelado o instrucción verbal directa. Se ha
estudiado como algunas estrategias desadaptativas y, en especial la evitación, eran
socializadas o entrenadas en policías en formación (Violanti, 1993). El clima o cultura
organizacional es un factor que predispone al agente a emplear estrategias de evitación.
Como se señala en varias publicaciones (Lennings, 1997; Malmin, 2012) la cultura policial
inhibe la expresión emocional, los policías no se animan a hablar de sus problemas entre
sí. Esta cultura lleva a que el agente considere que es capaz de manejar cualquier situación
que se le presente sin repercusión emocional, enfatiza la resistencia y la independencia,
llevando a que el agente mantenga una fachada de ser invencible (Hackett y Reese, 2001).
Es legítimo que los agentes piensen que un posible historial de consulta a salud mental
ponga en riesgo su puesto. Todo lo anterior puede llevar a que no busquen ayuda o
incluso contemplen el suicidio (Curran, 2001). La aculturación tiene como resultado un
cuerpo policial que tiende a no mostrar debilidad, a ignorar o no prestar suficiente
atención a sus sentimientos ni al dolor emocional para mantener esa fachada de dureza
(Malmin, 2012).
Para Gross (1999, p. 275) la regulación emocional son “aquellos procesos por los cuales las
personas ejercemos una influencia sobre las emociones que tenemos, sobre cuándo las
tenemos, y sobre cómo las experimentamos y las expresamos” (Gross, 1999). Thompson
(1994, p. 27-28) define la regulación emocional como “los procesos externos e internos
responsables de monitorizar, evaluar y modificar nuestras reacciones emocionales para
cumplir nuestras metas” ampliando así la definición. Estos procesos, no sólo nos permiten
volver a nuestro estado de ánimo previo con mayor o menor celeridad, sino que además,
parecen estar involucrados en la aparición y mantenimiento de diferentes problemas
físicos y psicológicos (Hervás y Vázquez, 2006). La regulación emocional puede ser
adaptativa y favorecer así una elaboración e integración emocional con resultados
positivos, o desadaptativa, quedando la emoción sin elaborar e influyendo negativamente
en nuestro bienestar y conducta.
Según el modelo de Gross (1999) las estrategias de regulación emocional se clasifican por
el momento del proceso en el que efectúan. Plantea dos principales grupos de estrategias:
las centradas en los antecedentes de la emoción y aquellas que se centran cuando la
emoción ya está presente. Las estrategias más explicadas por el modelo han sido
la supresión emocional y la reevaluación cognitiva, como ejemplo de estrategia centrada
en los antecedentes y en la emoción respectivamente (Gross, 1999). La reevaluación
cognitiva consiste en realizar una construcción de las situaciones (real o de elaboración
cognitiva) de modo que se minimice el impacto de la emoción. Se ha encontrado de forma
sistemática mayor eficacia y mejores resultados positivos con la reevaluación frente a la
supresión. La supresión no es efectiva en la reducción de la experiencia emocional
subjetiva y además se asocia con un incremento en la activación fisiológica y con una
reducción en la capacidad de memoria (Gross, 2002; Gross, y John, 2003). Asimismo se ha
encontrado que los intentos deliberados de suprimir una emoción puede llevar a un
incremento de la emoción a evitar y predisponer a niveles elevados de ansiedad (Feldner,
Zvolensky, Eifert y Spira, 2003). Incluso se da la paradoja que a mayor intento de evitación
mayor intensificación de aquello que se trata de evitar (Wegner, Erber y Zanakos, 1993).
En este trabajo se plantea que las FCSE, por sus características individuales y entorno en el
que desempeñan su trabajo, tienden a emplear estrategias de regulación emocional de
manera desadaptativa, no ponen en marcha la regulación cuando la emoción negativa
está presente o bien emplean estrategias que no son exitosas (Pogrebin y Poole, 1995;
Evans, Coman, Stanley y Burrows, 1993 y Can y Hendy, 2014). Además habría un déficit en
las tareas previas a la regulación emocional tal como plantea Hervás (2011). En el proceso
de regulación emocional destaca que las personas que desempeñan su trabajo en las FCSE
tienen a emplear estrategias de forma rígida, de tal modo que estrategias que son útiles
en un primer momento, como la supresión en una situación crítica, les permiten afrontar
situaciones sin que la emoción guíe su conducta (Amaranto, Steinberg, Castellano, y
Mitchell, 2003; Williams, Ciarrochi y Deane, 2010). Sin embargo, empleadas de manera
generalizada tienen un resultado desadaptativo.
Un estudio específico sobre la exigencia emocional de la tarea realizado con una muestra
de las Unidades de Intervención Policial (Unidad especializada de la Policía Nacional)
(Martínez-Arias y Puelles-Casenave, 2010) encuentra un resultado discrepante con los
anteriores. Se concluye que hay una generalizada madurez en el manejo de las emociones
en las diversas situaciones que se plantean en el estudio, encontrando que son pocas las
reacciones emocionales que interfieren en su trabajo. Sin embargo, en el estudio se
evalúan, con un autoinforme, las exigencias emocionales inevitables propias de la tarea
profesional y no se explora la repercusión anímica ni emocional de dichas tareas. Dada la
presumible tendencia del personal de las FCSE a no identificar, inhibir y esconder
emociones, la pregunta explícita a modo de autoinforme sobre este tema puede estar
enmascarando los resultados.
El contenido del trabajo en las FCSE, requiere que sean capaces de reaccionar
racionalmente en situaciones que implican riesgo físico propio o para la seguridad de otras
personas. Esta frialdad emocional y toma racional de decisiones en situaciones extremas
se les exige por ley. La Ley Orgánica 2/86, de 13 de Marzo, de Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad recoge:
"En el ejercicio de sus funciones deberán actuar con la decisión necesaria, sin demora
cuando de ello dependa evitar un daño grave, inmediato e irreparable; rigiéndose al
hacerlo por los principios de congruencia, oportunidad y proporcionalidad en la utilización
de los medios a su alcance.”
En relación a lo expuesto podemos suponer que los agentes que trabajan en la policía
tienen un nivel de alexitimia por encima de la población general. Las características
principales del constructo alexitimia son la dificultad en identificar y describir sentimientos
como rasgo principal, junto con dificultad para distinguir entre sentimientos y sensaciones
corporales emocionales; reducción del proceso imaginario y la fantasía; estilo cognitivo
orientado hacia el exterior (Taylor, Bagby y Parker, 1991). Las dificultades del tipo a la
alexitimia son prevalentes en una amplia gama de dificultades relacionadas con salud
mental, especialmente las relacionadas con el trauma (Liotti y Prunetti, 2010), con
trastorno psicosomáticos, ataques de pánico y trastornos de la conducta alimentaria
(Taylor, 2000).
BURNOUT
En un estudio que evalúa los riesgos psicosociales en una muestra de la policía local de
Huelva encuentran resultados que denominan preocupantes en cuanto a salud mental,
física y vitalidad (Delgado-Pérez, 2009). En dicho estudio se encuentra que la policía local
está en el peor nivel para la salud en un porcentaje más del doble que la población general
(53,73% respecto al 23,2%), incrementándose incluso esa diferencia en el triple en el
segmento menor de 35 (66,67% frente a 20,5%). EL 47,76% había estado de baja el último
año. Según se concluye en el estudio, los efectos sobre la salud son el resultado de la
repercusión de las características propias del desempeño laboral en el empleado. Por
mencionar algunas: estilo de vida, equilibrio entre el trabajo y la vida, globalización,
inseguridad en el trabajo, conflicto de rol, trato injusto, falta de reconocimiento, falta de
apoyo, gran exigencia emocional, cognitiva, tendencia a esconder emociones en
situaciones extremas y cambios rápidos en los turnos.
SUICIDIO
El suicidio dentro de la Guardia Civil es una preocupación denunciada por los sindicatos de
manera reiterada ante las autoridades. En un escrito elaborado por el sindicato dirigido al
Ministro de Sanidad en 2015 se denunciaba la elevada tasa de suicidios (AUGC, 2015). En
este escrito se señalan las dificultades propias del puesto de trabajo junto a la posesión de
armas, largos periodos de conducción o periodos de estrés mantenidos en el tiempo como
factores contribuyentes. En cifras ofrecidas por la Asociación Unificada de Guardias Civiles
(AUGC) se encuentran prevalencias, según periodos, en más del doble que en la población
española. Se identifica una tendencia a la baja, en parte debida a la concienciación y
puesta en marcha de planes específicos, pero aparecen cifras dramáticas en determinados
periodos de tiempo. A continuación, se presenta el Gráfico 2 adaptada de AUGC y López-
Vega (2012) y López Vega (2016) presentando una comparativa entre la tasa de suicidios
en la guardia civil y la población general:
Nota: TS_GC: tasa de suicidios en la guardia civil; TS-PG: tasa media de suicidios para
España.
Los recursos para hacer frente al impacto en el bienestar psicológico de las situaciones
potencialmente estresantes y traumáticas, y las propias del trabajo diario, que pueden
ofrecer los cuerpos de seguridad del estado a sus empleados son limitados. La práctica de
incorporar psicólogos clínicos en las unidades policiales o programas específicos de salud
mental a los que el funcionario pueda acceder de forma directa está poco extendida. Las
labores del psicólogo en las FCSE se han limitado fundamentalmente a la selección y
formación de profesionales, realizando esta tarea un psicólogo de perfil no especializado
en salud mental (Yagüe, 1994).
La Guardia Civil cuenta con un Plan de Prevención de Conductas Suicidas desde 2001, plan
que se revisa cada año por el Servicio de Psicología de la Guardia Civil. En este plan se
contempla la asistencia psicológica al funcionario en diferentes niveles:
[...]
[1]En caso de exponer estudios que hayan trabajado con cuerpos específicos (p.e. Guardia
Civil, Policía Local, cuerpos especiales, etc.) se hará mención en el texto de dicha
especificidad.
[2]Para simplificar la lectura se empleará el masculino como género neutro, de acuerdo a
las normas gramaticales del castellano.
Detalles
Título
Salud Mental en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Propuesta de grupo de
prevención
Autores
Año
2017
Páginas
66
No. de catálogo
V379186
ISBN (Ebook)
9783668568464
ISBN (Libro)
9783668568471
Tamaño de fichero
848 KB
Idioma
Español
Etiqueta
Citar trabajo
Las fuerzas del orden no están aisladas de esta problemática social que cada vez causa más
conmoción y desesperación entre las autoridades globales, quienes buscan que las actividades, las
campañas, los mensajes de prevención causen efecto.
El general inspector de Policía Fabián Solano señala que la Inspectoría General de la Policía
Nacional busca con el Centro de Análisis de la Conducta Policial lograr un cambio estructural,
cultural y social de los servidores del orden y la seguridad, mejorar su productividad y buscar las
mejores condiciones de vida del talento humano en su entorno íntimo y familiar.
Estrategias de Prevención
Según la coronel Espinosa, estos problemas que se presentan en los uniformados también son
tratados dentro del Plan de acción integral “Tú puedes, tú debes” que está impulsando la Policía
Nacional para erradicar la violencia intrafamiliar, dar apoyo y solución en caso de alcoholismo,
violencia intrafamiliar, depresión y otros problemas sociales.
La OMS y la Organización Internacional de Trabajo sugieren que son necesarias tres cosas para
crear una fuerza laboral mentalmente saludable: Desarrollar políticas de salud mental, entender la
legislación sobre discapacidad y hacer ajustes para las personas con discapacidades mentales. Es
importante también desarrollar políticas y programas de prevención y promoción apropiados,
incluyendo un cambio organizacional que mejoren las condiciones de trabajo, a reducir el estrés
laboral, educación y capacitación y evaluación psicológica continua.
A partir del estudio psicológico que está realizando el Departamento de Salud de la Policía
Nacional, iniciaron actividades preventivas que incluyen talleres de modificación
conductual. Estos talleres fueron enfocados al control del carácter, aceptación y rehabilitación en
casos de alcoholismo. “También se enfocarán en erradicar sobre todo los prototipos sociales
machistas en lo que se considera a un hombre más macho entre más hijos y mujeres tiene”,
comentó Espinosa. Una paternidad y maternidad responsable, la monogamia, el tener un núcleo
estable familiar, un solo hogar, una sola familia y una buena administración financiera también
serán los temas tratados en los talleres.
Proceso de atención
La coronel Espinosa afirmó que hay casos en los que ya se han recuperado y superado la crisis
emocional, como resultado de este proceso de atención en caso de suicidios o intentos autolíticos.
La policía mujer u hombre que inclinaciones suicidas, va a salud mental para evaluación. Se analiza
la problemática. Trabajo Social realiza visitas domiciliarias para analizar el nivel social y
socioeconómico para brindarle apoyo. Esta evaluación dura de una o dos semanas. El psicólogo
determinará el tiempo de tratamiento.
La tasa más alta de suicidios de policías a nivel mundial fue la de 1994, 25.6 por cada 100 mil
habitantes. /Redacción Quito.