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Tema: Un Encuentro Personal con Dios.

Base Bíblica: “Además, el Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, el
cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso va y vende todo lo que tiene y compra aquel
campo.” (San Mateo 13:44)

Introducción: El Reino de los Cielos no es meramente una idea, ni una visión. No es algo abstracto o
teórico. Según esta parábola: “El Reino de los Cielos es un encuentro personal con Dios.” Cuando decimos
“encuentro”, queremos decir: confrontamiento de todo nuestro ser con Dios, quien es la fuente y origen de la
vida. Es una entrega del hombre en alma, cuerpo y espíritu ante su Señor, sin más requisito que un grande
anhelo de poseerlo, sin más argumento que amor para amarle.

Aquí en esta parábola no se nos habla de la parábola de un árbol en cuyas ramas las aves del cielo
hacen sus nidos; ni la de la levadura que leuda toda la masa; ni del hijo prodigo que vuelve donde su padre,
ni el de la mujer que pide el parabién porque encontró la dracma que se le había perdido. No. Aquí lo que se
encuentra nunca antes se había perdido. Pero todo hombre lo tiene que buscar por si mismo para hacerlo
suyo. Dios siempre ha sido, ha existido y el hombre es el que tiene que encontrarlo. El personaje de esta
parábola es el hombre. El campo es el mundo. El tesoro es Dios. Es muy interesante señalar que el
encuentro con el tesoro no se debió a una búsqueda profesional de tesoros escondidos. No; este hombre
era un aficionado, un “amateur” de la vida.

Pero un día tropezó con él. Su destino cambió. El Reino de los Cielos no es para los expertos nada
más. Ni para los especialistas; ni para los preparados; ni para los religiosos exclusivamente; tampoco para
los incrédulos. El Reino de los Cielos es para todo aquel que se tope con él en el campo de la vida.

1.- Ejemplos de Personas que tuvieron un encuentro Con Dios.


A.- Ana

Esta maravillosa historia la encontramos en el Libro de 1 de Samuel. Ana, una mujer estéril, esposa de
Elcana. Este hombre tenía dos mujeres. La otra mujer era una mujer prolífica, que ridiculizaba y se burlaba
de la esterilidad de Ana. La infertilidad de Ana es muy simbólica, al aparecer al principio mismo del libro,
porque es un ejemplo del estado espiritual de Israel en esos momentos. El pueblo al que Dios se le había
manifestado había caído en un estado de absoluta infertilidad e infructuosidad. El sacerdocio que había
establecido Dios, junto con el tabernáculo y sus rituales, es decir, los medios de los que se podía valer el
pueblo para tener acceso a él, estaba empezando a desaparecer.

De esta historia aprendemos

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B.- Samuel:

Con el transcurso del tiempo, la nación de Israel perdió su visión espiritual y llegó a ser como sus
vecinos en la adoración de otros dioses. Durante el largo y deprimente período de los jueces, Israel fue
oprimido y humillado
por sus vecinos.

Situación de Israel cuando Samuel Fue llamado:

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Cuando Samuel fue llamado a su función profética, los filisteos do-minaban con dureza a Israel. Elí, el sumo
sacerdote, era anciano e inefectivo. Sus dos hijos, Ofni y Finees, aunque se les había confiado el liderazgo
tanto del gobierno como del sacerdocio, eran “impíos, y no tenían conocimiento de Jehová” (1 Sam. 2:12).
No es de sorprenderse que “la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con
frecuencia” (1 Sam. 3:1).i[8]

“La palabra de Jehová escaseaba” en Israel porque eran escasos los hombres y mujeres a quienes
se les podían confiar los mensajes del Cielo. Dios estaba dispuesto a guiar a su pueblo, pero carecía de
personas mediante quienes pudiese impartir con seguridad su palabra. Cuando las visiones eran escasas,
las circunstancias espirituales y políticas de Israel se hallaban en un nivel de decadencia. El bienestar de
Israel fue restaurado sólo cuando se restauró el oficio profético.

Por ejemplo, la restauración de Israel como una nación libre y bendecida coincidió con el ministerio
profético de Samuel. La larga vida de Samuel es un registro asombroso de cómo un hombre puede cambiar
el curso de toda una nación. Sus primeros años, después que su madre lo hubo entregado al Señor, son
bien conocidos: “Y el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres” (1
Sam. 2:26). Al madurar, su liderazgo espiritual llegó a ser evidente: “Y Samuel creció, y Jehová estaba con
él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras. Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que
Samuel era fiel profeta de Jehová” (1 Sam. 3:19-20). Eventualmente, “Jehová se manifestó a Samuel en
Silo… Y Samuel habló a todo Israel” (1 Sam. 3:21-4:1).

La fidelidad de Samuel como mensajero de Dios permitió que Dios revertiese la miseria de Israel. El
ejemplo espiritual del profeta, su exhortación y su liderazgo nacional fueron tan efectivos que el registro
declara: “Así fueron sometidos los filisteos, y no volvieron más a entrar en el territorio de Israel; y la mano de
Jehová estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel” (1 Sam. 7:13).

La vida de Samuel es una ilustración clara y profunda de cuán efectivo puede ser el un encuentro
con e Padre para establecer el programa de Dios en la tierra. ¡Quién puede imaginar lo que puede lograrse
en estos últimos días al prestar atención a nuestros devocionales y a nuestros encuentros con Dios.

C.- Moisés

Moisés nos da el ejemplo del poder todopoderoso de la presencia de Dios y como podemos apropiarnos
de ese poder! Las Escrituras proveen ejemplos interminables de cómo la presencia de Dios le da poder a
sus hijos para vivir para él.

Moisés estaba convencido que sin la presencia de Dios en su vida, era inútil que él intentara cualquier cosa.
Cuando él habló cara a cara con el Señor, el dijo, “...Si tu presencia no va con nosotros, no nos hagas partir
de aquí.” (Ex. 33:15). Él estaba diciendo, “Señor, si tu presencia no esta conmigo, entonces no iré a ninguna
parte. ¡No daré un solo paso si no estoy seguro que estas conmigo!”

Moisés sabía que era la presencia de Dios en Israel lo que distinguía al pueblo de otras naciones. Y lo
mismo es cierto de la iglesia de Jesucristo hoy en día. Lo único que nos distingue de los incrédulos es que
Dios “esta con nosotros” – dirigiéndonos, guiándonos, obrando su voluntad en y a través de nosotros.

A Moisés no le importaba como otras naciones recibían su dirección, formaban sus estrategias, dirigían sus
gobiernos o sus ejércitos. Él dijo, “Nosotros operamos en un principio. La única forma en que podemos ser
guiados o gobernados, para hacer guerra y sobrevivir en esta tierra, ¡es teniendo la presencia de Dios con
nosotros!

“Cuando la presencia del Señor esta en nuestros medios, nadie nos puede hacer daño. Pero sin él, somos
impotentes, reducidos a nada. Deja que todas las naciones de este mundo confíen en sus ejércitos
poderosos, sus carros de hierro, sus soldados amaestrados, y sus armas nuevas. ¡Nosotros confiaremos en
la presencia manifiesta de nuestro Dios!”
Esta es la forma en que Dios contesto la audaz declaración de Moisés: “...Mi presencia irá contigo, y yo te
daré descanso.” (verso 14). ¡Que increíble promesa! La palabra hebrea para “descanso” aquí es “un
descanso tranquilo y confortable.” Dios estaba diciendo, “¡No importa los enemigos o las pruebas que
enfrentes, siempre podrás encontrar un descanso tranquilo en mi!”

Piensa en esto: Si una iglesia tiene la presencia manifiesta de Dios en sus medios, no habrá ajetreo ni
bullicio, sudor o lucha. Las reuniones de adoración no serán apuradas, con tres canciones, una ofrenda y un
sermón corto. Al contrario, habrá un paz calmante, un descanso tranquilo – ¡y todos los que entren por las
puertas lo sentirán!

Lo mismo es cierto para todo cristiano individualmente. Si tienes la presencia de Jesús en tu vida,
experimentarás el orden divino de Dios. Tendrás una paz y una calma, sin apuro o ansiedad, sin correr de
un lado a otro buscando consejo, sin sentirse sin fundamento. ¡Vivirás en descanso, sabiendo que Dios
tiene todo bajo control!

D.- Jacob

La Biblia nos dice que Jacob recibió una increíble revelación en un encuentro cara a cara con Dios: “Jacob
llamó aquél lugar Peniel:

“Vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma”(Génesis 32:30).

¿Cuáles fueron las circunstancias que rodearon esta revelación?

Fue el punto más bajo y aterrador en la vida de Jacob. En ese momento, Jacob se encontraba atrapado
entre dos poderosas fuerzas: su furioso suegro, Labán y su hostil y amargado hermano Esaú.

Jacob había trabajado más de veinte años para Labán quien una y otra vez le hacía trampa. Finalmente
Jacob decidió que ya había tenido suficiente de este abuso. Entonces sin decir nada a Laban, tomó su
familia y huyó.

Labán lo persiguió con un pequeño ejército de sus servidores, listos para matar a Jacob. Tan sólo al ser
advertido por Dios en un sueño, de no atentar contra Jacob fue que este hombre dejó ir a su yerno. Apenas
había acabado de ser librado de Labán, cuando Esaú se aproximaba por el oriente. El también venía
acompañado de un pequeño ejército de 400 hombres, dispuesto a matar a su hermano por robarle sus
derechos de primogenitura

Jacob enfrentaba total calamidad, convencido de que estaba a punto de perderlo todo. La situación era de
desesperanza total. Sin embargo, en esa hora oscura, Jacob tuvo un encuentro con Dios como nunca antes.
Allí luchó con un ángel que algunos estudiosos piensan que era el Señor mismo. Y después el mismo dijo:
“Porque vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma” (32:30).

E.- Job:

Trate de imaginarse la trágica pérdida de Job y su esposa. En sólo pocas horas, todo lo que les era precioso
fue arrancado de sus vidas: cada uno de sus queridos hijos e hijas, sus fieles servidores. Pero aún en estos
momentos de angustia y duelo, Job opta por reaccionar de acuerdo a la buena alternativa.

No conforme con eso, luego fue atacado por una sarna maligna, desde la cabeza hasta los pies. Job
terminó sentado en medio de ceniza y rascándose con un tiesto para aliviar su dolor. El aspecto de este
hombre enfermo era tan grotesco, que la gente volteaba su rostro en horror. Ni siquiera los amigos de Job lo
reconocieron al verlo. Una vez lo reconocieron, no podían mirarlo. Se sentaron a distancia de él y se
lamentándose y gimiendo por lo que le sucedió a su amigo.

Aunque el duelo de Job era también” muy grande (Job 2:13), él confió en Dios en medio de su tristeza y
dolor. Al igual que su dolida esposa, también él deseó morir. Su desolación era tan inmensa que deseó no
haber nacido. Sin embargo, a través de todo esto, Job afirmó, “He aquí aunque él matare, en él esperaré”
(Job 13:15).
Job en efecto estaba diciendo, “No importa si esta sarna me lleva a la tumba. Me iré confiando en el Señor.
Nunca renunciaré a mi confianza de que Él sabe lo que está haciendo. Aunque yo no entiendo nada acerca
de esta tragedia, sé que Dios tiene un propósito eterno. Inclusive si él decide que yo muera, yo confiaré en
él hasta mi último aliento.”

Como David, en oportunidades he expresado mi duelo al punto de las lágrimas. David escribió: “¡Quién me
diese alas como de paloma! Volaría yo y descansaría...Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de
la tempestad.” (Sal. 55:6,8). Aunque yo nunca he experimentado un duelo como el de Job. Nunca he llegado
al punto de desear estar muerto.

Job estaba en su punto más bajo. Había soportado el más agobiante duelo, agonizante dolor físico, total
rechazo de sus amigos. Sin embargo, en la hora más oscura de Job, es cuando Dios se le aparece a Job en
un torbellino. Y el Señor le dio a este hombre una de las más grandes revelaciones de si mismo nunca vista
antes por ningún ser humano.

Dios llevó a Job al cosmos, de allí a la profundidad de los océanos. Él lo guío a través de los más profundos
secretos de la creación. Y Job vio cosas que ninguna otra persona había visto nunca. Se le mostró la gloria
y majestad de Dios. Job emerge de esa experiencia alabando a Dios, diciendo, “Ahora sé que puedes hacer
cualquier cosa, Señor.” Me arrepiento de cuestionar tus juicios. “Veo que todo estaba bajo tu control y
dirigido por tu gracia. Siempre tuviste un plan”. “De oídas te había oído; más ahora mis ojos te ven”. (ver Job
42:2-5)

Algo maravilloso pasa cuando sencillamente tenemos un encuentro con Dios y confiamos. Una paz viene
sobre nosotros, habilitándonos a decir, “No importa lo que pase de aquí en adelante, no importa lo que
resulte de todo esto. Mi Dios tiene todo bajo control. No tengo nada de temer.”

Podríamos objetar, “Yo preferiría que Dios arregle todo, y me libre de mi dolor y angustia. Yo felizmente
aceptaría menos revelación”. No, la revelación que viene a usted es con un propósito más allá que su propia
comodidad. Ésta nos habilita ser un dador de la gracia, para dispensar la gracia sanadora de Dios a otros.

1. Ana, lo encontró en el Templo


2. Samuel, lo encontró en su cama
3. Moisés le encontró en una zarza ardiendo. (Exodo 3: 1-12)
4. Jacob luchó la bendición de Dios con un Ángel. (Gen. 32:22-32)
5. A. Dios después del encuentro no le llamó mas Jacob sino Israel..
6. Job, Lo encontró en el momento más difícil de su vida.

Todos estos ejemplos encontraron a Dios pero no lo estaban buscando.

Ana, Solo quería un Hijo


Samuel, estaba dormido, no sabía quien le hablaba
Moisés, pastoreaba las ovejas de Jetro y las llevó más allá del desierto hasta Hored (La montaña de Dios)
Jacob, tuvo que luchaba y temía por su vida
Job, en angustia, enfermedad y duelo

Lo interesante de todo esto es que cuando lo encontraron no lo soltaron y siguieron con el hasta el final de
sus vidas.

II. ¿Que aprendemos de estos hombres?

1.- Que Dios puede encontrarnos así no lo estemos buscando.

A.- Este hombre de nuestra parábola no buscaba ese tesoro pero lo encontró.
B.- Dios prometió que estaría con nosotros todos los días hasta el fin del mundo

2.- A veces también tenemos que luchar, buscar, escarbar dentro de nosotros para encontrarlo.

A. Esta parábola dice que el tesoro hallado estaba escondido. Lo cual sugiere que los valores eternos
no se dan en la superficie; que lo valioso está en lo profundo.

B. Sólo lo barato se da en la orilla. Las semillas que caen en camino arenoso, vienen las aves del cielo y
se las tragan. Es menester arar profundo para encontrar lo escondido.
3.- El ser personas ocupadas no es excusa para no poder pasar un momento de calidad en la
presencia del Señor

A. Que este hombre no buscaba tesoro, es claro; pero quizás lo encontró porque no estaba ocioso.

B. Tal vez él había arrendado aquel campo para cultivo o para habitarlo, o simplemente lo usó como un
atrecho para ir a su casa. El caso de todo esto es que el hombre estaba ocupado. Algo buscaba, pero
encontró una cosa superior. Encontró un tesoro.

4.- Renunciar a todo lo que le quita el primado a Dios

A. Inmediatamente se decide a comprar el campo. Lo iba a arriesgar todo. Se decidió renunciar a todo
para concentrarse en el hallazgo de su vida. Se despojó de todo para apropiarse del tesoro. Su vida
normal se hizo interesante. Encontró significado y se llenó de gozo.

B. Para ese hombre el tesoro vino a ser más valioso que el campo. Y el campo es el mundo. Porque
nosotros somos de Cristo. Pablo decía:” Porque para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia”. El lo
tuvo todo por basura para encontrar a Cristo. Un ejemplo: los ancianos

C. Para Salomón, un hombre que lo tuvo todo en demasía, Todo perdió valor y dijo al final: “cree en Dios
y guarda sus mandamientos porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés. 12:13).

Nota: No es Bíblico que dejes tus estudios o tu trabajo o tu familia y tus amigos, pero que ellos no te
roben el tiempo especial de tu encuentro con Dios.

5.- Cuida con celo tu devocional y sé receptivo y sensible al Espíritu Santo, Dios puede hablarte
o ministrarte en el transcurso del día.

4. Si has tenido un encuentro personal con Dios, No lo dejes.

A. Habiendo el hombre encontrado el tesoro, volvió y lo escondió de nuevo. Ante el encuentro


maravilloso con ese tesoro el hombre vuelve y lo esconde bien profundo.

1. Porqué?? “No quiere perderlo”, .

2. Una vez encuentras a Dios no te lo dejes arrebatar.

3. Una vez hallado Dios, es nuestro. Nada te lo puede arrancar de la entretelas del alma, ni las doctrinas
falsas, ni el lobo vestido de cordero, ni la prueba que nos asalta.

Que podamos sentir a Dios como Juan el Bautista que siempre predicaba que el Reino de Dios se había
acercado y cuando bautizaba a Jesús supo que el Reino de los Cielos Ya estaba allí… frente a sus ojos.

En el Amor del Padre,

Isis Fajardo
i

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