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INTRODUCCIÓN:

La muerte ha sido siempre el esperado y temido resultado de una grave


enfermedad de una lesión severa, así como el anticipado final de una larga vida. Los
esfuerzos realizados para detenerla han resultado frágiles y fútiles. El modo en que
las personas encuentran la muerte ha sido objeto constante de meditación y
literatura a lo largo de la historia humana.
Los escritos de los estoicos romanos están repletos de epigramas en torno a
ella, tales como las palabras de Marco Aurelio: «No desde desdeñes la muerte; antes
bien, acógela gustosamente, en la convicción de que ésta es también una de las
cosas que la naturaleza quiere».1
EVOLUCIÓN HISTORICA DEL CONCEPTO Y REALIDAD DE LA EUTANASIA:
Durante el medievo cristiano, escritores y predicadores expusieron un «arte
de morir» (ars moriendi), preparación para el encuentro con el propio creador y
redentor. La aceptación de la muerte y la entereza ante ella son casi temas
universales de la filosofía.
Cuando en la antigüedad grecorromana se usaba, en los textos que se
conocen -que no son muchos-, se le daba un sentido etimológico, es decir, no
significaba la acción de acelerar el proceso de muerte, sino que tenía el significado
de una muerte tranquila, en paz, sin dolores. Hay un testimonio bonito del
historiador Suetonio, que al describir la muerte del emperador César Augusto dijo
que tuvo la eutanasia que siempre había deseado, es decir, una muerte tranquila y
en paz, sin dolores.
De tal manera que una corriente filosófica de tanta importancia que va a
influir mucho sobre el cristianismo, que es el estoicismo, legitima la eutanasia. Y
considera el sabio estoico cómo cuando la enfermedad es irreversible y le provoca
dolores insufribles, debe asumir su propia muerte. De manera que aunque no utiliza
el estoicismo la palabra eutanasia, sí va a utilizar el concepto de eutanasia. Como
vemos, la eutanasia es practicada no sólo en pueblos primitivos, sino en al mundo
grecorromano. En él es significativo el Juramento de Hipócrates que en la
interpretación más usual excluye la eutanasia.
SURGIMIENTO DE LA BIOÉTICA:
La Bioética surgió como disciplina en la década de los 60 bajo la influencia de
múltiples factores morales, científicos, sociales y políticos, y ya desde su inicio trató
también de cuestiones de moralidad política, es decir, de temas que afectan a la
relación moral entre el Estado y el individuo. La ciencia, la ética y la política se

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Jonsen Albert R. “Ética de la Eutanasia”, Revista Médica del Uruguay, Pág. 96
entrecruzan muchas veces con cuestiones de políticas públicas pero últimamente el
impacto de la tecno ciencia biológica en las vidas de todos nosotros está siendo
sentido como mucho más importante que nunca en la historia, por lo que las
controversias sobre las que se edificó el edificio de la Bioética –aborto, reproducción
asistida, eutanasia, ayuda al suicidio, trasplantes, ingeniería genética, etc. – van a
continuar proliferando.
Ello ha motivado que la Bioética se haya visto obligada a saltar a la plaza pública, a
los lugares donde se dirimen no sólo las cuestiones morales sino también las leyes
y donde se toman las decisiones políticas. 2
¿QUÉ DICE LA BIBLIA ACERCA DE LA EUTANASIA?
La Biblia no menciona específicamente la eutanasia, pero sí menciona temas
relacionados a esta. La eutanasia es conocida por diferentes términos tales como:
suicidio asistido, muerte misericordiosa, etc. En sí, es el acto de asistir a alguien en
su propia muerte y que se encuentra terminalmente enfermo, en sufrimiento y en
gran dolor. El objetivo del suicidio asistido es prevenir la continuidad del dolor.
La Biblia dice que no debemos matar (Éxodo 20:13: "No matarás."). El
homicidio es la forma ilegal de quitarle a alguien la vida y matar es, quitar, de forma
ilegal la vida de alguien. Hablando técnicamente, si una nación dice que la eutanasia
es legal, entonces, a nivel humano no sería asesinato. Pero como las sociedades con
frecuencia legislan temas morales en contra vía de la Biblia, solo por el hecho de
que una sociedad diga que la eutanasia es buena, no significa que esta lo sea.
Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29: “Respondiendo
Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los
hombres.”)
Somos hechos a la imagen de Dios (Gn 1:26), y es el Señor quien nos da la
vida (Job 33:4: “El espíritu de Dios me hizo, Y el soplo del Omnipotente me dio
vida.”) y es Él quien ha determinado nuestros días (Job 14:5: “Ciertamente sus días
están determinados, Y el número de sus meses está cerca de ti; Le pusiste límites,
de los cuales no pasará.”). Esto significa que Dios es Señor soberano y es quien
determina el día que moriremos. Por lo tanto, no debemos usurpar la autoridad de
Dios.
"El hombre no puede tener la facultad de quitarse la vida". 3

El mundo cristiano no conoce la palabra eutanasia ni la realidad de la


eutanasia. La Biblia no aborda de ninguna manera este tema. Y ya en los primeros
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Asociación de Bioética Fundamental y Clínica. “La Bioética y el Arte de Elegir”, 2ª edición, 2014, Madrid,
España Pág. 189
3
Kant, Immanuel, citado en KUSHE, Helga, "La Eutanasia", en SINGER, Peter (Ed), Compendio de Ética, Madrid:
Alianza Editorial, año 2000, pág. 406
escritores cristia-nos hay referencias de oposición a esta práctica, asumida por el
pensamiento estoico.
Podríamos decir que en el mundo occidental el tema desaparece durante la
Edad Media, y vuelve a reaparecer en ese momento de reen-cuentro con la cultura
grecorromana que es el Renacimiento.
En el Renacimiento hay dos figuras muy significativas. Por una parte Francis
Bacon, porque a partir de él la palabra eutanasia comienza a tener el sentido actual,
el sentido de proceso de aceleración de la muerte de un paciente.
Y es interesante también -y paradójico- que un santo canonizado por la Iglesia
Católica, Santo Tomás Moro, en su famoso libro Utopía, admite la práctica de la
eutanasia. En cualquier caso esto no tiene relevancia y hay que esperar ya al siglo
XIX para que se empiece a hablar de la eutanasia. 4
"Con la resurrección de Jesús, los cristianos celebran la victoria sobre la
muerte. Ello significa que la vida no debe ser prolongada innecesariamente, pero
también significa que el ser humano no puede disponer arbitrariamente de la vida,
ni al comienzo ni al final.
La vida, con sus límites, es un don divino. Por ello nos negamos a la eutanasia
–es decir a la muerte provocada conscientemente. La fe cristiana en la resurrección
de Jesucristo ayuda a aceptar la caducidad de nuestra vida y a permitir la muerte
cuando llega la hora". 5
También hay algunas iglesias que admiten la posibilidad de la eutanasia en
casos extremos. Así, por ejemplo, discrepan de la opinión general, iglesias como la
Valdense y Metodista de Italia que admiten el derecho de una persona a decidir
sobre su propia muerte en casos de enfermedades terminales.
¿CUÁL HA DE SER LA ACTITUD DE LOS CREYENTES?
Ante el problema de la eutanasia, el cristiano ha de poner en práctica su
función de discernimiento y su capacidad de responder en conciencia delante de
Dios. No hay autoridad externa de suficiente peso que le obligue a tomar una
determinada posición. Siempre será, y ha de ser, su decisión personal, teniendo en
cuenta su fe y su conciencia iluminada por la Palabra de Dios. No todos podremos
dar la misma respuesta y se impone el respeto de los unos ante las decisiones de
los otros. Lo más importante es que cada uno sea fiel a sus propias convicciones.
Por una parte, hay que tener en cuenta la visión bíblica de la vida y de la
muerte. Es cierto que la vida es un don de Dios y tenemos el deber de preservarla

4
Jonsen Albert R. “Ética de la Eutanasia”, Revista Médica del Uruguay, Pág. 97
5
Wolfgang Huber, Presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica.
y ponerla a su servicio y al servicio de los demás. Este pensamiento ha de inspirar
nuestra vida y nuestra conducta: “ninguno vive para sí, y ninguno muere para sí".
Sin embargo, cuando esta vida está tan deteriorada que nada más puede dar,
no parece objetable que el creyente la devuelva a Dios en circunstancias de gran
sufrimiento. Dios no quiere que el hombre sufra, por lo que decir que si sufre es
porque el Señor lo quiere, es simplemente una blasfemia. 6
CONCLUSIÓN Y COMENTARIO:
Ahora bien si en la Biblia no hay nada que nos diga que debemos hacer de
todo para mantener a alguien vivo tanto como queramos. Por lo tanto, no estamos
obligados ni a prolongar ni a acortar la vida de alguien que está sufriendo.
Si alguien está terminalmente enfermo y en gran sufrimiento, debemos hacer
que la persona esté tan cómoda como sea posible durante este proceso hasta su
deceso. Debemos entonces dejar que la muerte siga su curso natural, haciendo lo
posible para consolar a quien está sufriendo.
Si la eutanasia es permitida bajo la afirmación emocional y moral de que es
lo mejor para el individuo, ¿qué evitará que el gobierno se levante eventualmente y
determine quién más deberá ser eliminado?
El principio de la vida está ahora abierto al aborto y el fin de la vida está
siendo ahora considerado también por medio de la destrucción. De la forma como
un tornillo cierra en un solo lado, ¿cuántos de aquellos en la mitad caerán presas de
la depravación moral relativa del hombre y los negocios del amor con el pecado que
siempre lleva a la muerte?

BIBLIOGRAFÍA:
- Jonsen Albert R. “Ética de la Eutanasia”, Revista Médica del Uruguay.
- Asociación de Bioética Fundamental y Clínica. “La Bioética y el Arte de Elegir”,
2ª edición, 2014, Madrid, España.
- Kant, Immanuel, citado en KUSHE, Helga, "La Eutanasia", en SINGER, Peter
(Ed), Compendio de Ética, Madrid: Alianza Editorial, año 2000.
- Wolfgang Huber, Presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica.
- ALC Noticias, Perú “La Eutanasia”

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Tomado de ALC Noticias, Perú

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