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Alimentación: es el proceso a través del cual se incorporan al organismo las sustancias nutritivas que están contenidas en

los alimentos. Ésta comprende un conjunto de actos voluntarios y conscientes que van dirigidos a la elección, preparación
e ingestión de los alimentos, fenómenos muy relacionados con el medio sociocultural y económico y que determinan al
menos en gran parte, los hábitos dietéticos y estilos de vida.

Importancia: La Alimentación es un requerimiento básico común a todos los seres vivos, ya que mediante ella se
obtienen los nutrientes necesarios para el normal crecimiento y desarrollo. Por ello, la calidad de la alimentación es de
suma importancia, ya que hace falta incorporar diferentes tipos de nutrientes para lograr un funcionamiento armónico y
equilibrado. Asimismo, la Alimentación es uno de los principales condicionantes del desarrollo físico y del bienestar
psíquico de las personas; además incide en su rendimiento laboral e intelectual. Aquella persona que no se alimenta
adecuadamente tendrá serias dificultades para mantener una buena calidad de vida. Cuando la alimentación se torna
monótona y omite alimentos esenciales es probable que aparezcan síntomas indeseables, como cansancio, incapacidad
para concentrarse e irritabilidad.

Variabilidad de la Alimentación del hombre: La variabilidad de la alimentación a lo largo de la historia ha estado


influenciada por los cambios sociales, políticos y económicos que ha pasado el hombre durante su evolución. Desde hace
más de cinco millones de años, durante más del 99% de este período ha vivido como cazador y recolector de los
alimentos que la naturaleza puso a su disposición.
Es por ello que el descubrimiento del fuego marcó el comienzo de otra etapa en la evolución humana. No sólo trajo
aparejada la tecnología, sino que le permitió asar, calentar su comida, y darse calor a sí mismo.

A continuación se presenta cómo ha evolucionado la alimentación del hombre:

Egipto
Una multitud de fuentes escritas y figurativas del antiguo Egipto revelan las modalidades de su producción alimenticia y
dan testimonio de que en todas las épocas los egipcios tuvieron a su disposición un amplio abanico alimenticio.
Entre los animales de cría, el cerdo ocupaba un lugar privilegiado, pero se consumía también ampliamente carne de res y
de cordero.
Con todo, los egipcios preferían las aves silvestres o las de cría (gansos, patos, perdices, palomas, pelícanos…). En cuanto
a los cereales, eran, como se sabe, objeto de grandes cultivos en las fértiles tierras del valle del Nilo así como las verduras
(cebollas, puerros, lechugas, ajo) y las leguminosas (garbanzo, lenteja…)

Por otra parte, como sería la regla de ahí en adelante en las civilizaciones posteriores, el modo alimenticio de los egipcios
era muy diferente, no sólo de una región a otra, sino más que todo de una clase social a otra. Los ricos y los privilegiados
tenían, como iba a ser el caso en la baja Edad Media y en la época moderna, una alimentación con mucha más carne. En
cuanto a los más pobres, se contentaban muy a menudo con una alimentación a base de cereales, de verduras y de
leguminosas.

Grecia
En el mundo griego los cereales brindaban más del 80% del aporte energético total, debido a que tenían la convicción de
ser un hombre civilizado, contrariamente al bárbaro quien se contentaba con recolectar y cazar lo que encontraba en la
naturaleza.
Para ellos la carne era un alimento despreciable dado que provenía de actividades pasivas, ya que los alimentos que
simbolizaban por excelencia el estatus de ser civilizado eran el pan de trigo, el vino, el aceite de oliva y de manera muy
diferente el queso.
Así mismo, la sofisticación del acto de pescar y la rudeza del trabajo del pescador justificaban sin duda que el pescado
estuviera presente en su dieta por lo que se puede considerar que el aporte proteínico en la alimentación de los griegos era
débil, hasta tal punto de provocar debilitamiento de la salud en su población.

Roma
Para los romanos el papel de la carne es mucho más importante porque tienen la tradición “itálica” de la cría de chanchos
heredada de los etruscos. Aun si no ocupa el rol primordial en su alimentación, el cerdo ocupa un lugar no desdeñable en
el aporte de proteínas animales, lo cual no obsta para que el símbolo alimenticio de los romanos siga siendo el mismo que
el de los griegos: el pan (de trigo), en particular para el soldado romano. Es el alimento simbólico del legionario, en
efecto, aun si lo acompaña de aceitunas y cebollas, de higos y aceite.
El romano del pueblo no consume finalmente sino poco trigo. Además del cerdo, las aves, el queso y algunas veces el
pescado, se alimenta abundantemente de verduras (principalmente de repollo) y de cereales burdos diversos. Por lo tanto,
tenían una alimentación un poco mejor equilibrada que la de los griegos por el hecho de tener un aporte proteínico
superior.

La Alta Edad Media


Colonizando las regiones mediterráneas y europeas los romanos estaban continuamente transmitiendo su ideología a las
poblaciones conquistadas así como sus tradiciones alimenticias donde destaca el pan, el vino y el aceite.
La caza, la cría de ganado en semi-libertad, la pesca en los ríos y lagos y la recolección se vieron elevadas al rango de
actividades nobles al mismo título que la agricultura en general y la siembra de viñedos.
Poseían un sistema “agro-silvo-pastoral” que suministraba a las poblaciones una alimentación muy diversificada. El
aporte en proteínas animales era particularmente importante: carne, aves, pescado, huevos, lácteos. Los cereales inferiores
–cebada, escanda, mijo, sorgo, centeno... –, mucho más corrientes que el trigo, se acompañaban frecuentemente de
leguminosas –habas, fríjoles, arvejas, garbanzos. Esta complementariedad entre los recursos animales y vegetales
permitió entonces asegurar una alimentación equilibrada a las poblaciones de la Alta Edad Media.

Los Tiempos Modernos


Este período está dominado por varios acontecimientos que van a contribuir a modificar aún más el paisaje alimenticio de
las poblaciones en cuestión.
El consumo de carne disminuye de manera drástica, sobre todo en las ciudades. Por otra parte, mientras más importancia
tuvieron los cereales en la alimentación popular, más impacto tuvieron las crisis cerealeras debidas a las malas cosechas.
Muchos autores citan el caso de ricos propietarios de la región que se refugiaban durantes las épocas de crisis entre los
campesinos pobres cuya alimentación –más arcaica y por consiguiente más variada– les había permitido resistir a las
crisis. Esta consistía en un régimen alimenticio variado que combinaba productos agrícolas y ganaderos con productos de
recolección, caza y pesca.
A fines del siglo XVII, las autoridades fueron cada vez más conscientes del problema alimenticio. Buscaron entonces
desesperadamente alimentos de substitución como la papa (o patata), igualmente trajeron otros alimentos desde el Nuevo
Mundo: tomates, frijoles mejicanos, pavos, etc., pero su introducción fue muy lenta y progresiva en la agricultura y no
cambió verdaderamente el paisaje alimenticio.

La Época Contemporánea
La época contemporánea que empieza en los primeros años del siglo XX y llega hasta nuestros días se caracteriza por
cierto número de acontecimientos importantes, los cuales, en diverso grado tendrán una incidencia importante sobre la
evolución del modo alimentario.
La industrialización en la alimentación se vuelve considerable y la elaboración de los productos comestibles tradicionales
(harinas, aceites, mermeladas, mantequillas, quesos…), antes artesanal, se realiza ahora en fábricas importantes, incluso
gigantescas. Asimismo, el descubrimiento de procedimientos de conservación como la esterilización al calor en una
burbuja (apertización) y posteriormente el ultracongelado permiten acondicionar un gran número de alimentos frescos en
forma de conservas o de ultracongelados (frutas, legumbres, carnes, pescado…) El desarrollo de los transportes y del
comercio mundial permite no solamente generalizar el consumo de productos exóticos (naranja, toronja, bananos, maní,
cacao, café, etc.) sino también conseguir en todas las estaciones los productos que sólo se conseguían antes en ciertas
temporadas: fresas y frambuesas en Navidad, manzanas y uvas en primavera, por ejemplo.

Pero el fenómeno más característico de este período se manifiesta en la mundialización de un modo alimenticio
desestructurado de tipo norteamericano en el cual el fast food (comida rápida) es una de las mayores realizaciones
ocasionando un aumento fenomenal de la obesidad, de la diabetes y de las enfermedades cardiovasculares, tres de los
mayores problemas metabólicos de la humanidad según la OMS.

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