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Juan Radrigán y su vida

“Elegí el teatro porque era el traje que mejor se


ajustaba a mi desnudez interior” (Juan Radrigán).

Juan Radrigán fue uno de los dramaturgos más destacados de la escena


nacional y latinoamericana, alcanzando gran notoriedad con una escritura cruda y de
denuncia social de la realidad de los sectores de los sin voz, durante el periodo de la
Dictadura Militar en Chile. Al respecto, él señala: “en ese tiempo estaba
absolutamente prohibido casi todo, sobre todo el diálogo. Entonces, el teatro era un
diálogo que no podían prohibir. Era el único medio de que disponíamos nosotros”
(Radrigán, documental La tierra señalada, 2010).
Su dramaturgia marca con un cambio radical la temática del sujeto marginal
que se había trabajado en los años 60 (Hernández, Aguirre, Wolff, Díaz), ya que
convierte “a los marginados sociales en los personajes no solo centrales, sino únicos
dentro del espacio dramatúrgico” (Hurtado, Piña, 1998:10).
Radrigán Invita al espectador a vivir un conflicto existencial a través de la
trama dramática, en donde hay una constante lucha por construir un lugar en la nada,
siendo la existencia un acto valórico por sí mismo.
A continuación, repasaremos los aspectos relevantes de su biografía que nos
permitirán analizar su obra desde una mirada más amplia, puesto que existe una
estrecha relación entre vida y teatro. Para dar cuenta de lo anterior, nos basamos en el
documental La tierra Señalada de ------ que recopila sus vivencias y obra, además de
utilizar algunas de las entrevistas y discursos hechos por el autor.
Juan Lautaro Radrigán Rojas nace un 23 de Febrero de 1937 en Antofagasta,
Chile. Su madre era profesora de una oficina salitrera y su padre, mecánico agrícola.
Nunca asistió a una escuela, debido al trabajo itinerante de su padre. Finalmente, es
la madre, quien se encarga de su educación junto con la de sus tres hermanos. Desde
muy pequeño fue un gran lector lo que, sin duda, marcó sus primeros acercamientos
hacia la literatura. Radrigán en Memorias del Olvido señala:
“No recuerdo cuando aprendí a leer, pero sí recuerdo que mis primeras lecturas
fueron los tristísimos ojos de mi madre, los maravillosos parajes del sur, las
secas tierras del norte, y cientos de rostros y de cuerpos averiados por una
implacable pobreza. Esas interminables lecturas me enseñaron muchas cosas
sobre los hombres y el mundo, cosas todas relacionadas con el sufrimiento
humano” ( 2000:17).
Su origen marginal sella lo que será su dramaturgia: el reflejo de una
humanidad quebrantada por la pobreza y el dolor, pero aun así con la esperanza de un
lugar donde existir.
El creador vive el abandono de su padre a muy temprana edad, lo que genera
que su madre vuelva al hogar de su abuelo, en Santiago. Radrigán comenta este
episodio en La Tierra Señalada:
“Tengo la visión de él no más que se iba no más. No sé por qué agarró un caballo
y se fue por un camino así. Es medio romántico, pero no tiene nada de romántico.
Y desapareció. Entonces, mi madre, eso sí que lo recuerdo, agarró todas las cosas
y las quemó y se puso a mirarlas y después nos fuimos. Volvimos a Santiago.
A la casa de su padre. Éramos nómadas.” (2010).
Ya de adulto, se desempeña como obrero textil y nunca deja de cultivar su
gusto por la escritura. Incursiona en la poesía, narrativa y ensayo. Cabe destacar que,
paralelamente, asume un rol como dirigente sindical. Esta actividad le cuesta su
trabajo durante el Golpe Militar de 1973:
“Después del 73 ya no me metieron a ninguna industria, porque siempre fui
presidente de sindicato. Me tenían mala, no me amaba ningún industrial, por eso
me vi obligado a hacer otra cosa. A vender libros que, curiosamente, es lo más
cercano en realidad”.
Por ese entonces, se desempeña en oficios múltiples que le permiten adentrarse
de lleno en la dramaturgia. En 1979, irrumpe en la escena nacional con Testimonios
de la muerte de Sabina, bajo la dirección de Gustavo Meza, acaparando la atención
de la crítica nacional ante la obra de este autodidacta. Hasta ese momento Juan
Radrigán solo había visto dos obras teatrales en su vida, que eran El rey se muere y
La ópera de los tres centavos de Bretch. Ante su inexperiencia frente al rubro de las
artes escénicas, el autor comenta:
Un día me puse a escribir. Puse el nombre de la derecha y lo que respondía a la
izquierda, de ahí pa bajo. Eso debe ser el teatro. Me resultó muy fácil y atractivo.
Ahora el por qué, habría que preguntarle al peral por qué da peras. No sabemos
esas cosas. Cuando lo sepamos van a dejar de ser importantes.
Desde ese momento, no deja de escribir. El autor cuenta con más de treinta
obras dentro de su producción y en todas ellas “el dramaturgo que hay en Juan
Radrigán asoma la cabeza y embiste con sus personajes sin dar tregua a1 espectador”
(Mayorga,: 1979).
-Radrigán y dictadura
- Premios y obras

Muere a los 79 años de edad, el 16 de octubre de 2016, producto de un cáncer


al pulmón.
Nosotros escribimos por estupor, por no comprender lo que sucede. Todas las obras
de teatro son una pregunta final. Es lo que uno logra instalar, una pregunta para ser
discutida y compartida
Tuve tres hermanos. Una murió de cáncer y los otros dos están muriendo de
indiferencia, pero no lo saben. Siempre que los visito me dicen “¡Cómo te has puesto
de viejo, Juan, metiéndote en tanta barbaridad! Son nobles, sencillos y tienen la
franqueza irrebatible del agua, pero no vamos por el mismo camino ni dejaremos la
misma huella.
Documental “La tierra señalada”
“Venimos como de la nada y vamos hacia la nada, pero entre la nada y la nada hay un
enorme trecho y esa es la existencia. Y ese es el absurdo también. Habrá que construir
algo en ese espacio”.
“¿Por qué la gente le pide a las animitas solamente asuntos personales? ¿Por qué
nunca le piden que exista más justica, que no exista tanta impunidad? ¿Por qué nadie
se acuerda de pedirle que la iglesia se acuerde de los pobres alguna vez?”
“-Y ¿Dios existe?
- Lo que pasa que parece que él puso un escenario, pero no se preocupa de las cosas
humanas. Parece que no tiene nada que ver con nosotros”. (…) A él, le soy indiferente;
a mí no me preocupa demasiado. Creo que si dios existiera, todo sería igual. Debe ser
la necesidad que tiene el ser humano de creer en algo, ¿no? Se ha inventado dioses
interminablemente y todos terminan en el silencio y seguramente este va a desparecer,
también, con el tiempo, ¿no?
“Infancia
“Mi mamá era profesora en una oficina salitrera. Mi papá era mecánico de maquinaria
agrícola. No sé qué rayos estaba haciendo en la oficina salitrera. Él duró hasta los siete
años, de ahí una vez desapareció y no lo vimos más.
-Pero, ¿despareció así como “voy y vuelvo y nunca más vuelvo”?
Claro.
“La biografía que más me gusta es una que dice: Juan Radrigán nacido un 23 de enero
de 1937 en Antofagasta.
A los dos años salimos de Antofagasta, después crecí un poco.
Hasta marzo de 1979, oficios diversos.
De ahí en adelante muchos oficios y en 1978 dramaturgo”.
-Cuando te casa, ¿cómo conoces a tu primera señora?
Trabajábamos juntos en una hilandería. Ella era gerente y yo era mecánico de telares
¿Cuánto tiempo trabajaste en lo textil?
Unos veinte años y trabajé casi siempre de noche. Entonces mi mundo era otro. Como
que perdí la…porque dormía en el día.
Flavia y Juan. Juan es economista. Emilia y Diego, Fernando y Gabriel.
La búsqueda de un lugar donde existir, eso es lo que yo encuentro que sale más
marcado en las obras, que sale solo. Como errante, como expulsado de algún lugar,
que no encuentra su sitio
Sí, sí tengo un hogar, pero no por eso deja de buscar uno. No, nunca, nunca
Pepe Herrera- El teatro el telón
En ese tiempo estaba absolutamente prohibido casi todo, sobre todo el diálogo.
Entonces el teatro era un diálogo que no podían prohibir. Era el único medio de que
disponíamos nosotros.
Pepe Herrera: Un director famosísimo nos trató de marginales, en forma peyorativa.
Eso me llevó a pesar que nosotros teníamos que, justamente, ser marginales. Porque
hacíamos un teatro pobre, porque éramos pobres, no por estábamos emparentados con
“” y toda la teoría... Proyectábamos nuestro teatro hacia las poblaciones”.
Radrigán “Si yo hubiese sido más talentoso, el grupo hubiese seguido hasta hoy día.
Teníamos contenido, pero la forma empezó a temblar. Además que prontamente
comenzaron a decirle al teatro contestatario que se fuera a la cresta”.
Pepe Herrera: pero también yo creo que tiene que ver con el cambio de gente que
empezó entrar al grupo. No tenían claro, no tenían la misma pasión. No tenían la
misma mística, si no que ya venían un poco con el sentido economicista. Un poquillo
más comercial.
Pepe Herrera: Juan Radrigán, escritor, dramaturgo y yo dije: ya y aquí este tiene pinta
de durazno. Y te pegué la primera mascá y me gustó poco hueón. Se pegó la chorreá
el durazno y salieron varias cosas que teníamos en común y la mascá mayor fue
cuando encontré el cuesco duro, ¿cachai? La firmeza de tu pensamiento, que en
realidad no ha variado y eso es loable.
Radrigán y su obra
“En todo lo que he escrito está lo que he vivido, pedazos. No es una confesión
tampoco. Carlos Droguett decía que los días era material de construcción.
“Antes de escribir la primera obra que era Testimonios de la muerte de Sabina,
había visto dos obras nada más en mi vida, que eran “El rey se muere” y “La ópera de
los tres centavos” de Bretch, Ninguna me alucinó. Comencé mucho después, ya viejo.
Hay muchos creadores así que se empecinan en un género para el cual no tiene alma:
escriben ensayos cuando deben escribir novelas, escriben novelas cuando deben
escribir poesía.
En un ataque de audacia le pasé una obra a Tennyson Ferrada y la montó
inmediatamente. Cosa muy difícil de lograr, es por eso que yo leo todo lo que me
pasan como compensación, ¿no?
.
Esa discriminación es la que me la interesa, no solo la de la pobreza.
Hay un solo grito desde el comienzo a fin ____dramaturgia
Partí de la más absoluta ignorancia, así partí escribiendo también. Una
ignorancia puro, bonita.

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