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CATEDRA

' « t i l d i d I b t r o i m t r l e i n i l« *Ñ

CniiM iin iu iiir n till'


Universidad Iberoamericana León

Mtro. Gerardo Valenzuela Rodríguez sj


Rector

Dra. Ma. Cecilia Fierro Evans


Directora General Académica

Mtro. Rogelio Hernández Terán


Director General de Servicios Educativo Universitarios

Lic. Gerardo Amor Montaño


Director General de Servicios de Apoyo

Mtra. Carmen Obregón Rodríguez


Directora del Centro Ignaciano de Formación Humanista

Mtro. Alberto Álvarez Gutiérrez


Director del Departamento de Educación

Alberto Álvarez Gutiérrez


José Antonio Alvear García
Oscar Adrián Mauricio Aguilar Oliva
Patricia Carbajal Padilla
Jessica Hernández Foy
Martha Mora Cantoral
Laura Villanueva Franco
Comité de la Cátedra de Ética.

D.G. Mónica Mendiola Manteca


Diseño de portada

Sergio Miranda Bonilla


Correcc
ión de estilo

Laura Villanueva Franco


Cuidado editorial

•f
Ética para las
profesiones
del siglo X X I
ADELA CORTINA
Adela Cortina

CONTENIDO

I. PONENCIA : Ética de la universidad y de las 5

profesiones

II. TEMAS DE DIÁLOGO 33

III. "SER DOCENTE UNIVERSITARIO ES UN 61

PRIVILEGIO"; Entrevista con Adela Cortina

3
Adeia Cortina

I. PONENCIA: Etica de la Universidad


y de las profesiones

AG RA D ECIM IEN
TO

Muchísimas gracias por la invitación a estar con ustedes esta mañana.

Muchas gracias por la amable presentación. Cuando una oye todas

esas cosas, dice "cuántos años nos vamos echando encima", y la

verdad es que eso no es de mucha alegría...

Le agradezco enormemente a Martha Mora, la recopilación que

ha hecho de mi currículum, pero se ha olvidado de una cosa muy

importante, y es que soy doctora honoris causa por la Universidad

Iberoamericana León. Y, claro, he venido a tomar posesión de mi

casa, ¡que por lo que he visto me está gustando mucho! O sea que

no se hagan Ilusiones: como se descuiden ustedes, ¡me quedo!,

porque esto merece mucho la pena.

5
Adela Cortina

Muchísimas gradas al señor Rector de la Universidad Iberoamericana

León por esta investidura como doctora honorís causa con que me

honra enormemente. Y lo que más me alegra ce ella es que tiene

sentido: su decisión ha venido de percatarse de que estamos trabajado

en lo mismo, creyendo io mismo, esperando lo mismo, y que merece

la pena que trabajemos juntos. La invitación a formar parte de este

claustro académico viene de que somos gente que estamos en ia

misma brecha, somos gente que estamos en el mismo tajo y en

la misma tarea. Como mencioné el día en que me concedieron el

doctorado, y como se decía en mi tierra, "manden lo que quieran,

pero no manden mucho"; como afirma Julián Marías, "por mí, que no

quede". Estamos emplazados para seguir trabajando juntos, y hoy es

sólo, creo, el comienzo.

Universidad, institución y actividad

Intentaré hacer una mixtura tanto de la ética de la universidad como la

ética de las profesiones, porque creo que ambas están estrechamente

ligadas. Para estos temas existe hoy en día una ingente cantidad

de bibliografía, pero creo que las dos se pueden dar de la mano,

porque una de las grandes metas de la universidad es, justamente,

la formación de profesionales y la formación de ciudadanos.

La universidad es una de las instituciones fundamentales de la

modernidad. Hoy en día no se puede concebir una sociedad moderna

y desarrollada si no es con una institución universitaria, En muy

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Adela Cortina

distintos grados: universidad pública, universidad privada, pero

universidad, institución universitaria. Es tan central como podría ser

el parlamento, el senado o cualquiera de las otras Instituciones que

se pueden pensar en el mundo moderno.

Sin embargo, al momento de caracterizarla, saber en qué consiste

y que es lo que debería hacer no resulta tan fácil. ¿Qué es una

"universidad"? En principio, se piensa que es el lugar de producción

y transmisión de conocimiento, conformada por aquellas personas

que han pasado una instrucción primaria o secundaria. Con esto no

hemos dicho mucho porque, al fin y al cabo, hemos descrito más o

menos. Pero yo he aprendido en México que hay universidades patito;

se pueden describir como "universidades", pero uno se pregunta si lo

son. Es decir, si a cualquier institución que consigue, por los medios

que sean, una autorización para expedir certificados, se le puede

llamar "universidad"; o si la universidad, en el pleno sentido de la

palabra, debe ser algo muy especial. Yo creo que debe ser algo muy

especial, y ahí radica el sentido de su importancia.

La universidad es una institución, y las instituciones cobran su sentido

al sustentar actividades. Como diría Aristóteles, la vida humana es

vita activa: toda nuestra vida se hace de actividades y es importante

que nuestras actividades tengan sentido. Y que cada actividad que

descansa en una institución sea favorecida por ésta; la institución

tiene que respaldarla: en este caso, lo central es la actividad

universitaria, y la institución debe estar a la altura. Pasa igual con

los hospitales, que están al servicio de la actividad sanitaria, o el

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Adela Cortina

parlamento, que está al servicio de la actividad política. En ocasiones

ocurre que las instituciones son como corsés que oprimen a las

actividades; entonces tendrían que cambiar, porque no están a su

servicio. Lo esencial es ver en qué consisten las actividades y que las

instituciones estén al servicio del desarrollo de ellas.

Para explicar lo que entiendo por actividad universitaria, voy a echar

mano de un filósofo norteamericano que, aunque no está pensando

en este tema, también ha trabajado el asunto de la universidad.

Alisdaire Maclntyre, en un libro muy conocido, toma la distinción

de Aristóteles entre praxis y poiesis, y caracteriza de modo muy

interesante lo que él considera una práctica. Entiendo práctica como

esa actividad, que ahora vamos a tratar de caracterizar, y aplicaré

ese concepto tanto a la universidad como a las profesiones. Entonces,

advierto desde ahora, el concepto se hace central: una práctica es

una actividad, puede ser actividad universitaria, puede ser actividad

sanitaria, puede ser actividad docente, actividades profesionales. Se

sustentan en distintas instituciones, como pueden ser la escuela, el

hospital, etc.

Actividades, virtudes, excelencia y bienes

Modulando mucho la caracterización de Maclntyre para lo que aquí

nos interesa, una práctica es una actividad social en la que cooperan

distintas personas. En el caso de la universidad cooperan maestros,

alumnos, personal. Dicha actividad social cooperativa persigue

ciertos bienes internos, y ésta es la palabra clave.


Adela Cortina

Cuando Aristóteles distingue entre praxis y poiesis, define la praxis

como las actividades que tienen un bien interno en sí mismas, y

que se realizan por ese bien interno, mientras que la poiesis tiene

por resultado un bien externo. Una actividad cobra todo su sentido

por el bien interno que persigue. Para alcanzar ese bien interno,

es indispensable la cooperación entre las personas involucradas,

quienes además deben intentar desarrollar unas capacidades o

predisposiciones a las que llamamos tradicionalmente virtudes.

La palabra virtudes una palabra bastante menospreciada últimamente,

porque parece que eso de ser virtuoso es mala cosa y más valiera ser

un poco sinvergüenza. Yo he constatado que, por lo menos en España,

rara vez a las chicas les pone nombres de virtudes, cuando en algún

tiempo era común, y ya no se hace porque parece que ahora suena

mal. Sin embargo, quiero recordar que la palabra virtud, en griego,

se decía areté, que quiere decir excelencia. ¿Quién tiene que trabajar

o cooperar en una actividad, por ejemplo, la universitaria? Aquellos

que quieren ser excelentes, porque si no lo son no se puede alcanzar

el bien interno, que es lo que distingue a cada actividad junto con las

excelencias y virtudes que hay que desarrollar para alcanzarlo.

Maclntyre afirma que es esencial que las personas desarrollen esas

excelencias para alcanzar el bien Interno, que realicen los valores

centrales que son propios de esa actividad —si es actividad universitaria

será también, de alguna manera, actividad profesional— y que traten

de atenerse a los principios de la profesión. Yo añadiría los valores

de la ética cívica de la sociedad en la que se está viviendo; no es

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Adela Cortina

lo mismo una universidad en el siglo XXI que una universidad en el

siglo XII. Los principios que marcan la actividad son diferentes y hay

que tener muy en cuenta, entonces, virtudes, valores, principios y

bienes internos.

Según MacIntyre, y me parece muy útil, con todas la actividades

sociales cooperativas se consiguen como resultado, de modo variado,

unos bienes externos que son, fundamentalmente, el dinero, el

prestigio y el poder. Por ejemplo, con la actividad universitaria se

gana un cierto dinero. Yo no voy a ser tan revolucionaria como

para decir que no cobremos, porque entonces todos se levantarían

para irse; las personas necesitan medios para vivir, y para vivir con

dignidad, y de lo que se trata no es de que todo el mundo pierda

los medios, sino de que todo mundo los tenga. Se obtiene también

un prestigio, lo cual no es malo: uno necesita tener autoestima. Y

se obtiene, además, un cierto poder. Decían los anarquistas que el

poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, de

donde deriva un cierto terror ante el poder. Pero el poder no es malo,

sino que depende de al servicio de qué se ponga. Al llegar a ésta, mi

casa, he visto un gran lema que decía Hombres y mujeres para los

demás, y es bueno que esos hombres y mujeres que quieren prestar

un servicio tengan cierto poder, que es el que tenemos cualquiera de

los que somos expertos en algo: un médico, un abogado, todos los

profesionales tienen un cierto poder. Pero el buen profesional lo pone

al servicio; el mal profesional se queda su poder para él mismo.

En ese sentido, todas las profesiones, todas las actividades arrojarían

unos bienes externos que no distinguen a unas de otras, porque

con todas se consiguen. Lo que ocurre es que se consiguen más


Adela Cortina

o menos: si hay alguien que quiere mucho dinero y se mete en la

actividad universitaria, es un desorientado total porque ese, desde

luego, no es el sitio. Habría que ir a otro lugar y meterse en la

actividad deportiva, por ejemplo, o mejor en la actividad de la

empresa deportiva, o en un tipo de actividad empresarial pionera,

y entonces uno puede conseguir mucho dinero. Pero la verdad es

que con todas las actividades se consigue un cierto dinero, un cierto

prestigio o un cierto poder.

Intercam bio de bienes y legitimidad

Hasta ahí llegaba MacIntyre. Pero yo agrego algo que me parece

importante. Están bien los bienes externos, y son indispensables. Lo

malo es cambiar los bienes internos por los bienes externos. Cuando

las personas, en lugar de trabajar por el bien interno y lograr un cierto

dinero, prestigio y poder, que es natural, cambian el bien interno de

la profesión por el externo, entonces se han corrompido: cuando el

político, en vez de tratar de buscar el bien común, que es el bien

interno de la actividad política, busca su propio beneficio económico,

de prestigio y de poder; cuando el médico, en vez de buscar la salud

de los pacientes, que es el bien interno de ¡a actividad sanitaria, busca

su propio prestigio, su propio dinero y su propio poder. A mi juicio,

es en ese momento cuando la actividad profesional se corrompe, lo

que sencillamente quiere decir que pierde su propia naturaleza y que

empieza a oler mal. Cualquier sustancia alimenticia que se corrompe

pierde su propia naturaleza, empieza a oler mal y se convierte en

otra cosa que no es aquello para lo que tenía sentido.


Adela Cortina

Una actividad profesional o una actividad universitaria se

corrompe cuando sus bienes internos se cambian por lo bienes

externos, y entonces resulta que todas las actividades se parecen

enormemente.

Cuando en mis años mozos iba a dar charlas de orientación

profesional a los alumnos de los últimos cursos de la preparatoria y a

los padres, la pregunta para todas las profesiones era "pero, ¿cuánto

se gana, con cuál se gana más?". Entonces todas las profesiones dan

lo mismo, porque lo que les distingue es cuánto se gana, pero no

qué bien interno proporcionan. Luego todos decimos que estamos en

un tiempo en que hay que reclamar el derecho a la diferencia, que

tiene que haber diferencias entre unas cosas u otras. Las actividades

profesionales son diferentes, proporcionan distintos bienes internos,

y es matar la vida el asemejarlas de tal manera que lo único que

preocupe en todas sea el dinero, el prestigio o el poder.

Destaco además una cuestión muy interesante. MacIntyre afirma

que cuando a alguien que trabaja en una actividad no le interesa

el bien interno, sino los bienes externos que obtiene, normalmente

intentará hacer trampas y desempeñarse mal. Y pone un ejemplo

que me parece muy bonito: si hay un niño al que le quieren enseñar

a jugar al ajedrez, y al niño no le gusta jugar al ajedrez, entonces

le dicen: "si juegas, te damos caramelos". Al principio, esto puede

ir bien para que el niño se vaya acostumbrando al juego, pero si

después no le coge gusto, al menor descuido hará trampas, porque

lo que le interesa son los caramelos. Por eso los incentivos externos

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Adela Cortina

no siempre son lo mejor para generar buenos profesionales, sino que

el buen profesional es aquél a quien le interesa el bien interno de la

profesión y que no juega por lo de fuera, sino por lo de dentro. Yo

quisiera matizar, porque da la sensación de que estoy aconsejando que

nadie cobre: no me malinterpreten, porque no es nada de eso. Lo que

creo es que no se puede cambiar el bien interno por el bien externo.

Por eso creo que una tarea fundamental es la de reflexionar para cada

profesión sobre cuál es el bien que le da sentido y legitimidad social.

Porque no solamente es el bien interno aquel que le da sentido a la

actividad —todas la actividades humanas tienen un sentido, y si no se

persigue el bien que se lo otorga, entonces son un sinsentido—, sino que,

además, todas las actividades profesionales deben ser legitimadas por

una sociedad. A la sociedad le tiene que parecer bien que haya médicos

o docentes, y el bien interno de la profesión es lo que nos da legitimidad

para seguir manteniendo la profesión. Si el bien interno no se produce y

no se da a la sociedad, entonces nos estamos deslegitimando.

¿Cómo se aplicaría este asunto a la actividad universitaria? ¿Cuál sería

entonces la ética de la universidad?

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Adela Cortina

Historia de los bienes internos

de la actividad universitaria

Démonos cuenta de que cualquier actividad profesional tiene una

larga historia. Cuando entramos en una profesión, entramos en un

mundo en que no partimos de cero y que no acabamos de inventar.

Es importante recordar esa historia y sumergirse en esa historia, en

la que somos sólo uno más.

La universidad es una institución que tiene nueve siglos, nada

menos. A lo largo de ellos se han ido descubriendo distintos bienes

internos. Para lo que hoy nos ocupa, distinguiré tres grandes etapas

sobre cuáles han sido las metas de la universidad, y cuáles, creo, que

tienen que ser, y ver qué excelencias del carácter hay que desarrollar

para alcanzar dichas metas, osea, ¿qué es un universitario excelente?

Tales etapas son: la universidad medieval, que es la de los orígenes;

la universidad liberal o humboldtiana (aunque en América Latina

suene fatal eso de "liberal", nada tiene que ver con el asunto de

liberales frente a socialistas); y la universidad de nuestro tiempo,

que yo caracterizaría como proactiva.

Tomaré un término que me parece precioso: universitas, que quiere

decir universalidad. Me temo que las instituciones que expiden un

título sin tratar de alcanzar el bien interno no tienen en cuenta esa

universitas que es la que nos caracteriza; la universidad tiene que ser

universalista, le tiene que preocupar la universalidad. Voy a recorrer

lo que entiendo por universalidad en esas tres etapas relacionadas

con el bien interno.


Adela Cortina

La universitas m edieval y la form ación profesional

La universidad de los orígenes, la del siglo XII, nace como universalidad,

o conjunto de maestro y discípulos. El siglo XII en Europa es la gran

época de los gremios, conjuntos de personas reunidas entorno a una

misma profesión o un mismo oficio: los panaderos, los cerveceros,

los que hacen correas, etc. Tales gremios tienen sus leyes y además

sus privilegios. Las universidades nacen como grupos de personas

que buscan maestros, o grupos de maestros que buscan discípulos;

entonces se agremian y conforman una universitas, un gremio con

sus leyes, con sus normas y con sus privilegios.

Lo digo no sin razón. La universidad siempre ha sido una identidad

privilegiada. Me parece que esto es muy importante, porque cuando

se tienen privilegios, se tiene un mayor poder, y cuando se tiene un

mayor poder, hay que ponerlo al servicio. Lo que buscan quienes

generan esos gremios es formar profesionales para las necesidades

de la época. La universidad nace siempre como un servicio a la

sociedad: una universidad que se cierra sobre sí misma ha perdido

todo su sentido. El primer bien interno que aparece es, entonces, la

formación de profesionales.

En esa época, los profesionales que se necesitaban eran teólogos,

juristas y médicos. Por eso, las primeras universidades —Salerno,

Bolonia, Salamanca, Oxford— están pensadas para producir médi-

icos, producir abogados y producir teólogos como un servicio a

la sociedad: ante la necesidad, inmediatamente se organiza el

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A d ela Cortina

cuerpo universitario, y lo que hace es —y ésta es la gran clave de la

universidad— expedir la licencia para llevar acabo esa profesión.

Se decía que en la época griega o en la época romana hubo también

universidades. No: no hay universidades hasta el siglo XII, porque

la característica de las universidades frente a las escuelas es que

expiden la licencia. El origen de la facultas es facultar para el ejercicio

profesional. La universitas es un gremio que expide certificados, que

dice quién sí puede enseñar, quién sí puede ser médico, quién sí

puede ejercer una profesión, cosa nueva para el siglo XII. Eso es

de tremenda importancia, porque el que tiene ese poder adquiere,

evidentemente, una enorme responsabilidad. Algunos dicen, de una

manera muy romántica, "para buscar la verdad''. Quizá, pero sobre

todo, para formar profesionales.

Lo que creo que hay que retener de la universidad medieval es darnos

cuenta de la función de formar profesionales, en principio.

El buen profesional y la vocación

Quisiera detenerme en este paso: ¿qué es un buen profesional y

cómo se forma? Creo que el buen profesional es el que conoce su

actividad, trata de determinar cuáles son los bienes de su profesión,

cuáles son las excelencias que debe desarrollar para alcanzar esos

bienes, y está dispuesto a hacerlo porque tiene vocación y porque se

da cuenta de la importancia de su misión.

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Adela Cortina

Se entiende que los profesionales son personas que están

vocacionadas. La idea de profesión siempre es la idea de que alguien

ha recibido una llamada, una vocación: hay un origen religioso. Uno

podría decir "¿y los que no son llamados desde pequeñitos, como

Mozart, quien ya componía melodías y sinfonías a los cuatro años?,

¿qué hace el que no está vocacionado?"; cuidado, luego vamos a

secularizar las profesiones, y la idea de vocación será mas modesta:

no hace falta recibir una llamada especial, pero siempre queda en

la profesión la idea de una llamada, una vocación a la que hay que

responder. Entonces, el profesional no va por libre: entra en una

comunidad de profesionales que se compromete a perseguir el bien

interno de la profesión.

Las profesiones nacen, por lo menos, en la época de Hipócrates. Como

saben, históricamente los primeros profesionales son los sacerdotes,

los médicos y los juristas —siempre estamos en las mismas— . ¿Por

qué? Porque proporcionaron a su sociedad tres bienes que le eran

indispensables: el bien del alma, los sacerdotes, el bien del cuerpo,

los médicos, y el bien de la cosa pública, de la comunidad política,

los juristas. Desde la época de Hipócrates hay un juramento; el

sentido del juramento es el compromiso de perseguir los bienes de

la profesión. Con ello puedo también perseguir tener dinero; podría

ser mi motivo particular. Pero, aun así, no tengo más remedio que

buscar el bien interno de la profesión porque es a lo que yo me he

comprometido.

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Adela Cortina

Porque la profesión ya tiene un sentido y no me lo invento yo: entro

en un cuerpo profesional de colegas, un collegium, y pronuncio

un juramento y me comprometo con ellos y con las normas de la

profesión. Hay una comunidad que tiene unas normas, que persigue

unas metas, y no puedo usar nunca mis motivaciones particulares

como razón para no cumplir las normas de la profesión: si alguien

trabaja en un hospital y no atiende a los enfermos y se le dice "pero,

oiga, es que usted no atiende a los enfermos", no se puede responder

”es que yo he entrado aquí por dinero, a mí no me interesan los

enfermos".

Con eso, el profesional tenía, desde el principio, un cierto sentido

religioso, de algo sagrado. Porque lo que busca el profesional con

su profesión es un bien que trasciende su interés egoísta; aunque

también persiga éste, siempre va más allá.

El siguiente gran momento en la vida de las profesiones es el

momento de la secularización en la modernidad. Max Weber describe

perfectamente lo que sería la ética de las profesiones, y su importancia

radica en que la profesión ya no es una llamada religiosa, sino que se

ha producido la vida corriente. Ya no es el elegido por Dios, el que se

retira y se separa, sino la persona que ejerce bien su profesión en la

vida corriente; un profesional tiene una vocación en la vida cotidiana

y trata de cumplir esa vocación, y los elegidos son los que realizan

bien esa profesión y no los que se separan y se alejan del resto.

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Adela Cortina

Con ello, un vocacionado es alguien que, en primer lugar, tiene

aptitudes para alcanzar el bien interno. A mí nunca se me ocurriría, por

ejemplo, ser música, ni pintora: reconozco que, en el colegio, sufría

enormente la clase de dibujo e intentaba marcharme, pues mientras

que a todos le salía un dibujito monísimo, a mí me salía una cosa

horrorosa; hay que tener unas aptitudes razonables y no empeñarse

en aquello que no se domina. Pero, además, el vocacionado debe

estar tan entusiasmado con el bien que como profesional ofrece

a la sociedad —y eso es la vocación— que le parezca que vale la

pena emplear todas sus fuerzas en alcanzar ese bien, y considera

maravilloso y extraordinario poder ofrecerlo a la sociedad, porque si

no, la sociedad sería mucho peor de lo que es.

Por eso, el profesional se esfuerza, trata de ser excelente y no se

contenta con no ser negligente. El buen profesional no se conforma

con cumplir la legalidad —que, en ocasiones, ya sería mucho— sino

que quiere llegar a la excelencia, porque desea ofrecer ese bien de

la mejor manera posible.

En ese sentido, me parece que uno de los retos de nuestro tiempo

es tratar de encontrar, en cada una de las profesiones, cuál es el

bien interno, cuáles son las características y excelencias que hay que

desarrollar y bajo qué principios tendría que moverse cada profesión;

hemos de pensar por qué las universidades tienen que educar para

tener profesionales y cada profesión ha de pensar, sobre sí misma,

cuáles son sus metas y su excelencias. Es el momento ideal en la

universidad para hacerlo.

19
Adeia Cortina

Recuerdo que en la Facultad de Medicina de la Universidad de

Valencia hicimos un congreso muy bonito sobre la muerte, en el que

intervinieron personas de los ámbitos de la antropología, la música, la

pintura, la medicina, la filosofía. Yo hablé de la muerte desde el punto

de vista ético, y un alumno de medicina vino despues a preguntarme

por qué de estas cosas hablamos cuando ya hemos terminado la

carrera. ¿Por qué no tenemos en la carrera un momento para discutir

efectivamente sobre cuáles son las metas de la profesión y cuáles

son las excelencias que hay que desarrollar? El buen profesional no

es el que sólo conoce muchas técnicas, sino aquél que sabe que las

técnicas hay que ponerlas al servicio de la sociedad para alcanzar

el bien interno; el buen profesional tiene muchos conocimientos,

pero pone los conocimientos al servicio de la sociedad. Lo otro es un

técnico que sabe muchas cosas, pero no sabe ponerlas al servicio.

La universidad liberal y las funciones universitarias

Paso ahora al segundo gran momento de la universidad, que es el

de la universidad liberal. Es en el año 1809 cuando Alexander von

Humboldt crea los estatutos de la Universidad de Berlín, y ese es el

modelo universitario que hemos copiado en todos los países: en el

resto de Europa, en América Latina y América del Norte y en todo el

mundo. A mi modo de ver, ese modelo es hermosísimo, y plantea que

la universidad tiene tres metas fundamentales.

r,
20

.1
Adela Cortina

La primera de ellas es desarrollar la investigación en una búsqueda

desprevenida de la verdad. Las universidades deben generar y producir

nuevos conocimientos, y esa es la tarea del investigador: buscar la

verdad de una manera desprevenida. ¿Qué quiere decir esto? Que en

el curso de la investigación me puedo encontrar cualquier cosa, y que

no tengo que ir buscar aquello que yo pensaba que iba a encontrar.

Eso es muy difícil, porque todos tenemos nuestros prejuicios, y

suele suceder que cuando hacemos una investigación es para buscar

que, efectivamente, cuadre lo que queríamos. A mí me pasa mucho

con las tesis, y entonces digo a los doctorandos: "tú llevabas una

¡dea, has tratado de probarla, has buscado aquello que confirma tu

hipótesis y, claro, al final cuadra perfectamente, pero la verdad es

que el desarrollo de la tesis no sirve para nada, porque la ¡dea ya la

tenías desde el comienzo". Quizá no vamos a llegar ahí, y a lo mejor

al final encontramos lo que no buscábamos, pero la universidad debe

potenciar esa búsqueda.

La segunda gran meta de la universidad es el ejercicio de la

docencia. La universidad debe transmitir los conocimientos que

va descubriendo la investigación. En España hay un gran debate

sobre ello: ¿las universidades tienen que ser más docentes o más

investigadoras? Ahora estamos en el momento del famoso "Proceso

de Bolonia" —que nos va a hundir a todos en la miseria, pero qué

le vamos a hacer...—, y la cuestión es hay que expedir certificados

rápidamente, porque el mercado demanda mucha gente preparada,

y hay que reducir los años de enseñanza y que los chicos tengan

21
Adela Cortina

enseguida un título y que enseguida el mercado pueda tener mano

de obra barata. Creo que no: la docencia debe ser de calidad, y aquí

hay que transmitir nuestra investigación y nuestros conocimientos

óptimos, no atender a chiquitos de primaria ni de secundaria, que

para eso están la primaria o la secundaria. La universidad debe tratar

de ser pionera, investigadora, proactiva, como diré después.

La tercera gran meta de la universidad es la de ir generando un

carácter universitario en el seno de la comunidad. A mí la palabra

"carácter" me encanta; por eso me dedico a la ética. La palabra ética

viene del vocablo griego ethos, que quiere decir "carácter", y la ética

tiene que ver con la forja del carácter. Desgraciadamente, durante

mucho tiempo la moral se entendió en España, y creo que en México

también, como una serie de cuestiones relacionadas con el sexto

mandamiento, y entonces la gente no quería saber absolutamente

nada de la moral. Cuando me preguntan en ese sentido, digo que yo

no me hubiera dedicado a estos asuntos si tratara de eso: la ética trata

de la forja del carácter. Todos nacemos con un temperamento que no

hemos elegido, pero vamos forjándonos un carácter mientras vamos

tomando decisiones: quien toma decisiones justas se predispone

a ser justo, quien toma decisiones prudentes se predispone a ser

prudente. Y así un carácter universitario.

22
El carácter universitario

Por eso, no cualquier institución es una verdadera universidad, porque

hay un carácter universitario, que es el que busca desprevenidamente

la verdad en un proceso de investigación, el que está interesado en

transmitir los conocimientos porque le parece importante y el que está

dispuesto a buscar la verdad, no en solitario, sino en una comunidad

de investigadores. Es el carácter del que acostumbra deliberar con

otros, que se somete a la crítica ajena, que no es dogmático ni

fundamentalista, que no tiene ya claro todo lo que hay que tener

claro y no rechaza discurrir más —como si ya lo supiéramos todo— y

no es como aquellos generales tan valerosos, ¿recuerdan ustedes?,

ique no se rendían ni ante la evidencia! Por eso, las universidades

necesitan ser comunidades, (sic) porque tienen que habituar a la

gente a deliberar, a criticar, a argumentar, a dejarse criticar, a replicar,

y tienen que hacerlo todos, conjuntamente. Eso forja un carácter

que es muy importante para nuestras sociedades, porque en ellas el

^ocfmatismo y el fundamentalismo, me parece, son exagerados.

El universitario debe ir generando ese carácter. Los liberales de la

época de Humboldt estaban convencidos de que ello se lograba

dándose cuenta de que, entre todos los saberes, existe una unidad.

La universitas se vuelve unidad, universalidad del saber. Todos los

saberes están relacionados: las ciencias, las letras, la antropología, la

biología. Se estableció entonces un núcleo unitario entre los saberes

—creo que, de alguna manera, en el sistema jesuita se reconoce

esa cierta unidad, mediante las asignaturas transversales— . Los

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Adela Cortina

humboltianos afirmaban que era la filosofía la que unía a todas esas

disciplinas. Y entendían —esto hay que destacarlo siempre— que ese

saber humanista, en el fondo, es el del verdadero universitario.

Hay que ir con mucho cuidado al hablar de profesionales, con esos

especialistas que, como se dice habitualmente, saben mucho de poco,

cada vez saben más de menos y acaban sabiéndolo todo de nada. Ese

especialista que tiene esas orejeras, que solamente sabe de lo suyo,

de lo pequeñito, de ese terrenito y "de aquí, no me saque, que yo ya

no sé más". A eso se refería Ortega cuando hablaba de la rebelión

de las masas: "las masas están tomando el poder'', ¿quiénes son las

masas? Hombres y mujeres que no tienen sentido de la historia, que

no tienen sentido del futuro, que no tienen dominio de la lengua, que

no poseen ese saber humanista que les hace enfocar el mundo con

una visión amplia.

Entonces, el ethos universitario sería no el de quien sabe hacer

tornillitos muy bien, sino el de quien sabe hacer los tornillos en

un marco más amplio, que es el de saber que venimos de unas

tradiciones, de una historia que es posibilitante de lo que podemos

hacer en el futuro y tenemos capacidad de proyectar. Si tuviéramos

universidades que educaran de esa manera, nuestros países serían

muy diferentes, porque la responsabilidad de las universidades es

enorme en la marcha de un país: de las universidades salen los

políticos, los médicos, los empresarios. Si los universitarios que

formamos tuvieran ese sentido de la historia, del proyecto del futuro,

nuestro mundo sería enormemente diferente. Esa era la idea de la

Universidad de Berlín.
Adela Corti

Crisis en la universidad actual

En nuestro tiempo se ha producido una crisis de la universidad, o

muchas, con distintos rasgos o distintos factores centrales. Uno de

ellos es que, desgraciadamente, los saberes se han fragmentado

enormemente. En contraste con la unidad que defendía la Universidad

de Berlín, en la experiencia española, por ejemplo, hay una separación

tajante de las universidades politécnicas y las universidades literarias;

entre las facultades de letras, es decir, humanidades, y las facultades

sanitarias, y las ciencias sociales. Está todo el mundo totalmente

fragmentado, cada uno en su gabinetito, y cuando alguien viene

a preguntarles algo, "no, no, éste no es tema nuestro, es de los

de sociales", "no, este tema es de los otros". Ocurre, como decía

un compañero, que la realidad tiene problemas y las universidades

tienen departamentos.

Jesús Cohill expresa, creo que muy acertadamente, que la realidad


t
es interdisciplinaria —esa horrorosa palabra que no hay manera de

pronunciar, o transdisciplinar: por ahí no voy a discutir para nada— .

Por ejemplo, cuando se plantea un problema biotecnológico, no le

resuelve nada más el de biotecnología, sino que se necesita un ético,

un jurista, etc., porque el problema es un problema de humanidad, no

es un problema sólo si de la técnica es la mejor o no. ¿Qué hacemos

con los productos transgénicos? Pues que el de ciencias me explique

en qué consiste un producto transgénico, pero después tendrá que

haber una persona de ética que diga si parece razonable que en este

caso o en otro se practique esta técnica innovadora; hará falta un

jurista que nos diga si esto nos cabe en la legislación o no, etc.
Adela Cortina

Resulta que los saberes son unitarios y, sin embargo, los hemos

fragmentado y separamos los campus y separamos los saberes. Y es

importante reflexionar sobre la formación de especialistas. "Éste va a

servir para hacer puentes"... y luego los puentes se caen. Y el profesor

concienciado de la universidad politécnica está desesperado, viendo

a los profesionales que estamos formando: muchachos que manejan

muy bien los materiales, pero lo saben tan bien que lo hacen para su

propio beneficio; y entonces ahorran de aquí, ahorran de allá y les da

igual que la población se perjudique. Eso no es un profesional.

Como decía Aristóteles: "tan bien sabe hacer venenos quien los utiliza

para matar como quien los utiliza para sanar". El buen profesional es

el que los utiliza para sanar. El malo es el que los usa para acabar con

la vida de la gente; ese es un asesino, no un profesional —aunque

hay asesinos profesionales, ya lo sé: lo hacen maravillosamente bien,

pero eso sería otra cosa...

Un segundo rasgo de la crisis en las universidades es su enorme

burocratlzación. ¡Cuántos papeles llenamos a lo largo de nuestra

vida, Dios mío! Papeles y más papeles, y pasar por esta acreditación,

por la otra acreditación, por una validación, por la otra validación...

Las universidades se burocratizan enormemente.

En tercer lugar, las universidades se masifican: cada vez hay más

gente que va a la universidad. Hay muchas personas que piensan

que eso es malo y, sin embargo, no le veo nada malo. En España,

el que haya estudiado mucha gente, aunque después no haya

26
alcanzado un puesto de trabajo, ha provocado una igualación mucho

mayor que la que había antes. A mí me parece emocionante que

haya personas que son taxistas, por ejemplo, y que puedan contar

"mi hijo está acabando Económicas". Es impresionante que haya esa

movilidad social, la expectativa de "mis hijos pueden ocupar puestos

mejores".

La masificación provoca que se complique más el manejo de

la universidad. Sin embargo, el hecho de que haya mucha gente

no quiere decir que sea más inmanejable, lo que hay que estar

es más organizados. Puede haber sólo tres personas, y si están

desorganizadas, aquello no hay quien lo maneje. Si estamos más

organizados, aunque haya mucha gente, creo que las cosas funcionan

razonablemente bien.

La cuarta característica de la crisis es que el mercado se liga cada

vez más a las universidades, y es el mercado el que exige que salgan


\

determinados egresados. Es verdad: hay que formar gente para lo

que reclama el mercado, y una universidad no puede ponerse de

espaldas al mercado y decir que no le interesa nada lo que ocurra.

Pero hay una pregunta que me parece importante: ¿tiene la sociedad

necesidades que no se vinculan únicamente por el mecanismo

del mercado? ¿Hay una serie de necesidades para las que hacen

falta profesionales preparados, además de aquellas para las que el

mercado reclama gente? Y la preparación que reclama el mercado,

¿es la de un buen profesional o la de un buen técnico?

27
Adela Cortina

Claro que hay que atender al mercado, pero no dar lo que éste pide,

sino dar lo que la sociedad necesita. La gran pregunta de un buen

profesional es: ¿por qué hay que ser un buen profesional? Porque

tengo un contrato con una empresa, por supuesto, pero sobre todo

porque mi trabajo repercute en las personas, que son las que tienen

verdadero sentido. Entonces hay que responder a las necesidades

del mercado, que necesita un buen gestor y un buen técnico, pero

también es preciso generar buenos profesionales que estén no

sólo al servicio de los contratos sino, sobre todo, al servicio de las

personas.

A mí me parece estupendo que a las universidades llegan personas

que buscan no un certificado para ocupar un puesto de trabajo,

sino tener mayor cultura, personas que ya hicieron su vida laboral.

Entonces viene a la universidad la experiencia, los mayores: "es mi

gran momento de estudiar filosofía, no pude hacerlo nunca y ahora

puedo hacerlo". Eso es maravilloso.

Y el gran punto: aparecen otras instituciones que no son universitarias

aunque también producen y transmiten el saber. Ese es un gran tema.

Hay empresas o clubes de fútbol que crean su propia universidad

y preparan a su propia gente. Son instituciones a las que no les

preocupa para nada la universalidad de la humanidad, sino otro tipo

de cosas: si el término universitas en la universidad medieval quiere

decir el conjunto de profesores y de alumnos, si en la universidad

liberal quiere decir la unidad o universalidad del saber, creo que,

en nuestro tiempo, la universidad tiene que estar preparada y

28
preocupada por formar profesionales al servicio de la universalidad

de la humanidad.

Lo nuestro es el marco de la humanidad, y dentro de esa humanidad

—en América Latina lo saben muy bien— hay un nivel de injusticia

social tremendo que debe preocupar al buen profesional. No podemos

hacer nuestras universidades ni formar a nuestros profesionales de

espaldas a los problemas de la realidad. La cuestión no es sólo lo que

demanda el mercado, sino lo que necesita la sociedad, y nosotros

tenemos que dar lo que necesita la sociedad, con lo cual me parece

fundamental un marco de justicia.

Proactividad universitaria

¿Cuál sería la meta de una universidad proactiva, que es la universidad

de nuestro tiempo? La palabra proactiva me gusta porque es lo

contrario de reactiva. ¿Qué es una institución reactiva?: la que

reacciona cuando le aparecen muchos problemas en el presente, y

normalmente lo hace tarde y mal. ¿Qué es una institución proactiva?

La que se anticipa al futuro, la que crea el futuro, la que proyecta

para el futuro, y cuando se producen los cambios está preparada,

porque de alguna manera los-ha gestionado. Para ello, entiendo que

la universidad precisa como marco la universalidad de la humanidad

y emplearse en la formación de profesionales preocupados por

ofrecer el bien interno de su profesión, porque es algo que sirve a las

personas y no sólo a los contratos.

29
Adela Cortina

Para eso, se necesita desburocratizar, ¡por favor! Darles mucha vida

a los grupos de investigación y docencia en una recuperación de

la comunidad universitaria. Corremos el riesgo de perder ese nivel

de comunidad en el que la gente debata, delibere, discuta y esté

dispuesta a buscar conjuntamente. Eso es muy difícil hoy en día,

cuando hay tantas universidades a distancia, universidades abiertas.

Si no hay comunidad, no hay de verdad universidad.

Hay que recuperar la unidad del saber. Yo propondría un tipo de ética

aplicada que trate de reflexionar en cada una de las carreras o en

cada uno de los ámbitos profesionales sobre cuáles son los bienes

internos de la profesión, las excelencias del carácter que hay que

buscar, cómo hacerlo y cuáles son los principios de la profesión.

Desde los años setenta del siglo XX han aparecido esas éticas

aplicadas a cada una de las esferas de la vida social, y creo que es

importante que, porejemplo, en medicina se reflexione sobre bioética,

en economía y empresas sobre la ética de la economía y empresas.

Que la gente reflexione sobre ello, para que no tenga que ser que,

después de toda la carrera, "organicemos de pronto un cursito que

quede muy bonito". El buen profesional sabe con qué problemas se

va a encontrar, con que valores, excelencias y procedimientos van a

resolver esos problemas, y cómo discurrir acerca de ellos.

Éstas son las metas en la formación de profesionales. La universidad

no puede cejaren su tarea porque, a fin de cuentas, una universidad

jesuíta, como ésta, y las universidades seculares deben seguir el

30
1
A d e la C o rt ina
!

principio de que cada ser humano es un fin en sí mismo, que no

puede ser instrumentalizado para el propio beneficio, que es alguien

que vale absolutamente y no de una manera relativa. Que tiene

dignidad, se dirá desde la ética secular, y que es sagrada, se dirá

desde la ética cristiana. No tiene un precio, y las profesiones tienen

que estar a su servicio. Y es bueno, entonces, tener un poder para

ayudar a empoderar a las personas.

31
Adgta Cortina

II.TEMAS DE DIALOGO

Universidad y m ercado: relación, tensión

Ésta parece una preocupación bastante extendida. Como sabemos, en

las universidades privadas hay una relación especial con empresas,

que no solamente apunta a favorecer a las personas, sino también

a mantener a la empresa. Efectivamente, las universidades deben

atender a las necesidades del mercado y generar personas preparadas

para satisfacer esos puestos. Pero el buen profesional sabe que hay

que atender a las necesidades con una calidad determinada. Por

ejemplo: si una empresa se contrata a un ingeniero, y la empresa

entiende que hay que abaratar costes y pide que el ingeniero trabaje

de una manera poco correcta desde un punto de vista ético, ahí el

buen profesional dice "sí, yo atiendo a las tareas de ingeniería, pero

no puedo hacerlo de cualquier manera". No es lo mismo tener a un

ingeniero que está abaratando los costes y luego consigue que el

puente se caiga, que tener un ingeniero que sea un buen profesional,

que más allá de cubrir las necesidades de una empresa, desempeñe

su tarea con calidad.

33
Adela Cortina

Eso es un modo de ser crítico, y el buen profesional es un tanto

crítico. Cualquiera que entra en una institución que no funciona

adecuadamente, puede ser crítico con esa institución; si la universidad

no es como debe, sino que pide a sus miembros actuaciones que

no son adecuadas, el buen profesional es crítico ante eso. Y me

parece importantísimo atender no sólo a la demanda de técnicos,

sino a la demanda de buenos profesionales, aunque el canal sea el

del mercado, que es el que hace saber qué necesidades tiene una

sociedad.

Un segundo aspecto es que, cuando se está dentro de una institución,

la capacidad crítica consiste en decir qué cosas se entiende que

están mal y que tendrían que cambiar para que los profesionales

sean buenos profesionales. Cuando empezamos a trabajar en

ética de las organizaciones, nos planteábamos qué es una buena

organización: aquélla conformada por gente buena o aquélla que se

ha estructurado moralmente. No es lo mismo la ética de las personas

y los profesionales que la ética de las instituciones. Ha habido una

gran discusión sobre esto, y nuestra postura era que la ética es de

las personas, por supuesto, pero las instituciones también tienen que

ser éticas, porque si una institución no lo es, entonces está pidiendo

a las personas que trabajan en ella que actúen de una manera

inmoral; así, pedir a alguien que sea un profesional moralmente

normal equivaldría a pedirle que sea un héroe.

Las organizaciones también deben ser éticas. Una de las características

de la vida moderna es que el profesional no suele trabajar en solitario,

34
Adela Cortina

sino que lo hace cada vez más en instituciones, organizaciones, en

comunidad. El buen profesional tiene que reclamar que la organización

en que trabaja sea ética, porque si no, las cosas no funcionan.

Y en tercer lugar, creo que ejercer la capacidad crítica es algo que

hace cualquier buen profesional, en cuanto se encuentra en un

medio en el que las cosas no están funcionando como deben. El buen

profesional es el que critica y cuestiona.

Organizar la universidad:

interdisciplina, proacción, integración

La universidad en que trabajo es una universidad pública, en donde

la interdisciplinariedad es enormemente difícil. Una universidad

proactiva, en vez de acumular burocracia, tiene que dar mucho

protagonismo a los grupos de investigación y de docencia. La

cuestión no es tanto la estructura burocrática sino, por un lado, que

haya grupos vivos de investigación y de docencia, donde personas

de disciplinas distintas propongan un proyecto común para resolver.

Hay proyectos de investigación, problemas que requieren el trabajo

interdisciplinario. Habría que formar grupos de investigación que

trabajen interdisciplinariamente.

Por otro lado, he insistido en que en cada una de las ramas profesionales

tendría que haber una investigación profunda sobre cuál es la ética

de esa profesión. Ahí afloran inmediatamente los vínculos con todos

los demás ámbitos profesionales con los que hay que trabajar. La
Adela Cortina

cuestión es si entre las distintas éticas hay un abismo tajante

o hay valores comunes. Yo creo que hay unos valores comunes

que se van plasmando en cada uno de los ámbitos, y trabajar

desde esas éticas aplicadas es una buena manera de recuperar la

interdisciplinariedad.

Jóvenes y ética universitaria

Sin generalizar — porque siempre hay chicos que son distintos

de otros, y generalizar siempre es falsear la realidad—, creo que

los jóvenes universitarios tienen hoy en día muchas atracciones

que no son la universidad. Es decir, vivimos en un mundo muy

atractivo para los jóvenes, y la verdad es que la investigación y

la docencia se quedan como las hermanas menores cuando hay

tantas otras atracciones en la sociedad. Tenemos que competir

con atracciones y demandas, y quedamos bastante atrás.

Lo que intentamos hacer, por nuestra parte, es combinar la clase

magistral, en la que se exponen los conocimientos más generales,

con el seminario y las prácticas, en las que las personas elaboren

algún tipo de ensayo. Intentamos implicar a los chicos en grupos

de investigación, pero la verdad es que nuestros adversarios

y competidores son muy grandes como para ilusionar. En ese

sentido, el hecho de que el mercado reclame cierta formación

tiene sus ventajas, porque los chicos se apuntan en principio

aunque sólo sea por el mercado. Después, plantear los temas

con la mayor profundidad y seriedad posibles hace que algunos


Adela Cortina

se interesen y sigan y otros queden en el camino. Pero la verdad es

que no creo que podamos ir mucho más allá en ese planteamiento

nuestro.

Pistas rum bo al continuo educativo

Creo que las obras educativas ignacianas tienen una gran trayectoria

^ y una organización bastante congruente en este sentido. Justamente,

universidades como la UIA sí que tienen bastante claros los bienes

internos de la universidad y los valores que hay que ir plasmando

en los distintos niveles, y unas asignaturas transversales en las que

intentan discurrir conjuntamente. Estas propuestas de reflexión

sobre cada una de las profesiones tienen que ir haciéndose en los

distintos niveles educativos, desde el principio hasta el final, y creo

que la UIA lo está practicando de alguna manera.

Sujetos de la conceptualización de la universidad

Creo que siempre, en cualquier diseño institucional, hay que tener

en cuenta, en primer lugar, a los afectados. En ese sentido, los

profesores son indispensables para pensar cómo se organiza la

universidad, con una pequeña representación de alumnos. Entiendo

que los profesores son los que mejor conocen la universidad, cuál es

su profesión y cuál es su proyecto. Las reuniones de profesores son

fundamentales para que después, de manera jerárquica, se llegue a

las nociones últimas.


Adela Cortina

Esencia abstracta o concreta

de los bienes internos de las profesiones

Me parece que es complicado hacer una distinción entre naturaleza

y cultura. Los seres humanos somos naturalmente culturales, y

vivimos históricamente, socialmente. Es imposible decir qué es la

naturaleza de una persona separándola del medio ambiente en

el que ha crecido, vivido y la cultura en que se ha desarrollado.

¿Cómo se han ido generando las profesiones? Tienen una historia,

no son naturaleza: son cultura. Las profesiones son dimensiones

culturales. Por eso, a la hora de saber qué es una profesión, hay

que ir retrotrayéndose a la historia. Nada de lo que estamos

haciendo nosotros es natural, sino que es naturalmente cultural,

porque somos culturales por naturaleza, y las profesiones son

culturales por naturaleza e históricas por naturaleza.

Cuando uno toma toda la historia, tiene que ir seleccionando

aquello que posibilita y dejando aquello que imposibilita y

obstaculiza. Por ejemplo: es bueno que un médico se dé cuenta de

que su profesión existe desde Hipócrates, que estudie la historia

de la medicina y vea cuáles han sido las metas de la medicina a lo

largo de la historia, pero se dará cuenta, obviamente, de que a la

altura a la que nos encontramos tiene que ejercer esa profesión

en el marco de principios de la época actual. Fundamentalmente,

éstos serían: el principio kantiano del fin en sí mismo, que plantea

que todo hombre es merecedor de respeto y tiene dignidad, y

el principio de la ética del discurso, en la que yo trabajo, que

38
Adela Cortina

entiende que cuando se habla de normas de una institución, lo justo

es lo que decidirán los afectados por ella después de un diálogo

celebrado en condiciones de simetría. Hay que atenerse a principios

del nivel postconvecional en el desarrollo de la conciencia moral para

hablar de cómo se lleva a cabo hoy en día una profesión.

Adm inistración universitaria:

necesaria o atom izante

Nosotros tuvimos una experiencia muy interesante dando un curso al

personal de enfermería del hospital de la ciudad sanitaria La Fe. Las

enfermeras estaban encantadas y felices, pero nos dijeron: "todo lo

que hemos aprendido ahora es fantástico, pero cuando pasemos al

hospital será imposible aplicarlo; empezaremos con que tendremos

que trabajar porturnos: el turno de la mañana atiende a los enfermos

por la mañana; el turno del mediodía, al mediodía". Si uno no parte

de saber todo este tipo de cosas, no entiende nada de lo que pasa,

y entonces a un enfermo le atienden tres personas: una por la

mañana, otra al mediodía y otra por la noche, cuando el paciente es

una persona íntegra. La manera de conectarse en la institución es

verdaderamente difícil. En la universidad acaban diciendo: "hay que

hacer esto muy rápidamente. ¿Por qué? Porque si no, al personal

de administración y servicios no le dará tiempo de pasar las cosas

a limpio". Y entonces a los profesores nos llevan verdaderamente

nerviosos y agobiados porque "hay que acabar, que si no, no pueden

los de administración y servicios pasarlo".

39
Adela Cortina

Pero yo creo que es muy importante no olvidar nunca, en primer

lugar, cuál es la meta de la actividad, porque si no, acabaríamos

acoplando la actividad a la institución y no al revés. Claro, es muy

importante la administración, pero no vamos a hacer que la actividad

docente e investigadora se ponga al servicio de la administración:

entonces sí sería cuando la hemos desquiciado.

Hay qué darse cuenta, por ejemplo, si una persona trabaja en

cinco universidades a la vez, si tiene su horario repartido en cinco

universidades y tiene que interesarle el paquete que le dan en una;

no va a ser tan fácil como si esa persona tiene disponibilidad de

tiempo, y el tema de la administración podría acabar comiéndole la

vida.

Me parece importante que las personas que trabajamos en

universidades nos demos cuenta qué obstáculos y problemas reales

enfrentamos y cómo se podrían ir resolviendo y poniéndolos sobre el

tapete, no en abstracto. Sería muy útil que pusiéramos por escrito

los problemas con los que nos encontramos al tratar de alcanzar unas

metas —en las que, creo, todos estamos de acuerdo—, y trabajar

coordinadamente para resolverlos. Lo importante es saber cuáles

son los problemas concretos y no hablar en abstracto.

40
Adela Cortina

Enfocando el bien interno

Por una parte, discutamos si estamos de acuerdo en las metas o no.

Es elemental que quienes trabajamos, quienes somos la comunidad

universitaria que queremos ser una universidad proactiva, digamos en

voz alta qué problemas nos encontramos. Si creemos efectivamente

que las metas de la universidad son formar buenos profesionales

en el sentido que yo he dicho; a lo mejor hay gente que piensa

que no, se discute. Formar gente con capacidad investigadora, que

quiera buscar la verdad, que no sea fundamentalista. Y me estoy

refiriendo a formar buenos ciudadanos, que estén dispuestos a

deliberar, participar, a discutir, que no sean vasallos, que no sean

esclavos, que no sean siervos. ¿Les parece que una universidad tiene

que formar para eso? A lo mejor no, ¡digámoslo! ¿Les parece que

una universidad debe tener en cuenta la justicia social de tal manera

que a sus profesionales no les interese sólo ganar dinero sino servir

también a la gente? Díganmelo, ¿sí?

El segundo punto sería ¿qué problemas encontramos en la articulación

de la institución a la hora de perseguir las metas a las que hemos

llegado? Es entablar un diálogo en el que nos enriquecemos mucho.

¿Les parece lo que estoy diciendo? ¡Pues vamos a eso!

41
Adela Cortina

Ciudadanía cosm opolita, m igración y violencia

Cuando hablo de una universidad proactiva, hablo del sentido de

universalidad de la humanidad que yo creo que debe tener esa

universidad. El gran reto de nuestro momento es formar no solamente


f
ciudadanos de cada una de las comunidades políticas, sino formar

ciudadanos del mundo, cosmopolitas, con un horizonte que sea el de

la humanidad. Formar profesionales para la época, personas con un

ethos liberal, que se sepan y se sientan ciudadanos del mundo. Eso

es realizar la universitas.

El inmigrante es justo el que no es ciudadano "de los nuestros".

Siempre la noción de ciudadanía se hace entre los nuestros y los

de fuera: los ciudadanos mexicanos no son los que vienen de otros

lugares, sino los nuestros. Por eso la inmigración es uno de los temas

centrales, un reto dentro de lo que sería una ciudadanía mundial,

cosmopolita: "es que viene de fuera, pero es tan ciudadano como

usted porque es ciudadano del mundo y porque es persona".

En España, el tema de la inmigración está produciendo actos de

violencia, porque en todas partes el inmigrante es el chivo expiatorio

fácil: cuando alguien tiene problemas, al final acaba pagándolo el

más débil. En algún momento escribí que lo que tenemos no es

xenofobia. La xenofobia es el odio al extranjero, pero la verdad es

que a los extranjeros que vienen de Alemania nadie les hace nada.

Es a los inmigrantes pobres a quienes se les violenta. Por eso busqué

en mi libro de griego como se decía "pobre" y se dice aporos. Lo que


Adela Cortina

tenemos es aporofobia, y me reafirmo en ello: molesta el inmigrante

pobre, y cuando empieza a haber una desaceleración económica y la

gente no llega bien a fin de mes, al final alguien tiene que pagar los

platos rotos, y creo que esos actos de violencia tienen mucho que

ver con eso.

Desgraciadamente no es algo que pase sólo en España: en todos

los países el inmigrante es alguien que acaba pagando los platos

rotos. Eso quiere decir que no hemos dado una buena educación o

que la educación no ha prendido. Las universidades deben educar

para ser ciudadanos del mundo, y creo que trabajar en proyectos

sobre inmigración es algo debería tener cualquier universidad que se


\

precie. En la nuestra hay proyectos de ese tipo y creo que hay que

fomentarlo, porque si no estaríamos acabando con cualquier idea de

justicia.

El m arco de referencia:

Aristóteles, Kant y la ética mínima

La ética mínima trata de los deberes y de las normas, y no de los

bienes. Yo creo que se puede estar en el marco de una ética pero, hoy

en día, cuando uno habla de éticas aplicadas, no se puede desperdiciar

ninguna de las teorías éticas que se han ido produciendo. Una cosa

es que alguien se enmarque desde una teoría, que podría ser la de

una ética mínima del discurso, y otra cosa es que la teoría ética

aristotélica no haya producido absolutamente nada. Todo lo contrario:

los aristotélicos tienen una gran ventaja frente a los kantianos, y es


Adela Cortina

que sí se han dado cuenta de que las normas son muy importantes

para la vida, pero que la vida se hace de actividades.

Hay que complementar la ética de las normas con la ética de las

actividades, las dos me parecen enormemente importantes.

Por ejemplo, en la institución universitaria ¿qué son las normas?

Expectativas recíprocas de conducta. Las normas de la actividad

deben ser justas, por supuesto. La actividad tiene que perseguir un

bien, por supuesto. Son los dos lados de la cuestión: la actividad

como tal tiene que perseguir un bien y es lo que le da el sentido,

pero tiene que hacerlo en el marco de unas normas. Decíamos

hace un momento que no es lo mismo una profesión en el siglo

XII que en el siglo XXI. ¿Persigue el mismo bien? Sí: por ejemplo,

la medicina persigue la salud del paciente en el siglo XII y en el

siglo XXI, ¿pero con las mismas normas? ¿O las normas del siglo

XXI son muy diferentes de las del siglo XII? Porque en el siglo XXI

estamos convencidos de que el paciente es alguien autónomo y tiene

que dar su consentimiento. Estamos seguros de que tiene que haber

una justicia en la distribución de los recursos, cosa que no se les

había ocurrido en el siglo XII, en el marco de una ética mínima de

justicia que no permite de ninguna manera que se distribuyan bien

los recursos, o se consulte a los afectados, y otras cuestiones que

pertenecen a nuestro siglo

Es muy importante estudiar, en la ética profesional, que los bienes

han sido dados históricamente, pero las normas de la profesión han

cambiado radicalmente. Hay que complementar la ética de los bienes

y las actividades con la ética de las normas.


Adela Cortina

La ética como condición del éxito em presarial

'
Desde los años setenta del siglo XX, nació con fuerza, o se ha

revitalizado, lo que se llama la ética de la empresa, cuyo secreto

consiste no sólo en decir que las empresas tienen que ser éticas, sino

que el hecho de serlo resulta en mayor rentabilidad a mediano y a

largo plazo. La gran llamada de los años setenta fue "no confundan

ética con desinterés". Si fuese así, no podría haber empresas éticas.

Las empresas están interesadas en maximizar el beneficio o en

tener el beneficio suficiente para poder permanecer en el mercado;

una empresa que no trabaja por su interés tiene que cerrar, eso es

elemental. /

En algunos casos, la ética va ligada al desinterés, y es ese tipo de

ética graciosa, gratuita, que no se le puede pedir a todo el mundo.

Y hay otra ética ligada al interés, siempre que ese interés sea

universalizable, es decir, que la empresa no sólo intente aumentar la


J
cuenta de resultados sino que intente hacerlo buscando el beneficio'

de todos los afectados por ella. Esa era nuestra clave. Si alguien

quiere aumentar la cuenta de resultados, es más inteligente que lo

haga contando con el bien de todos los afectados por la empresa a

que lo haga buscando sólo el bien del accionista. Ésa es la ética de la

empresa que hemos ido manteniendo.

Es ahí donde ha nacido después todo el concepto de responsabilidad

social corporativa que hoy en día está totalmente de moda. ¿En qué

consiste? A diferencia de Friedman, quien decía que la responsabilidad

social de la empresa es aumentar el dinero del accionista únicamente,


Adeìa Cortina

la responsabilidad social corporativa opta por aumentar el dinero del

accionista pero satisfaciendo los intereses de ios afectados por ella:

traoajadores, proveedores, clientes, por supuesto, y el medio en que

esa empresa vive. Yo creo que para conectar a las universidades con

las empresas hay que recurrir a este concepto de ética empresarial.

Si no, siempre que se habla de empresa se estaría entendiendo

que es un tipo de entidad que va a buscar su beneficio de cualquier

manera, caiga quien caiga, pero eso no es una empresa inteligente.

La empresa inteligente busca su beneficio buscando el beneficio de

todos: es lo que se llama una empresa ciudadana: la gente la siente

como próxima, quiere ir a la empresa, se interesa por lo que ella

ofrece y va generando un buen ámbito.

Cualquiera dirá que eso no es lo que pasa en México, las empresas no

son empresas ciudadanas y además están convencidas de que "ganan

más cuanto peor mejor". Es decir, "que más me da a mí cómo están

los demás, si yo gano más cuando peor están". Sin embargo, creo

que hay intentar que eso cambie, y también desde las universidades,

de tal manera que cada vez los ciudadanos seamos más exigentes

con las empresas. Los ciudadanos somos consumidores, y en el

fondo la clave de todo está en nuestras manos; si educáramos en

la universidad para que nuestros alumnos fueran consumidores que

se comportan como ciudadanos, exigiríamos a las empresas que

actuaran éticamente.

Una de las claves de lo que pasa es que los ciudadanos somos

excesivamente pasivos: reclamamos poco, exigimos poco, somos

siervos y no ciudadanos, consumimos lo que nos dicen, no lo que

queremos. Decía un autor —y lo recogí en mi libro Por una ética del


Adela Cortina

consumo— que los consumidores somos la clase universal que decía

Marx, los que vamos a tener en las manos el cambio de la historia,

la clase proletaria, porque los consumidores tenemos la clave de

la producción. Como consumidores, tendríamos que reclamar a las

empresas que fueran éticas, y si las empresas se van encontrando

con universidades y con ciudadanos que les reclamen ser éticas, que

como consumidores asuman su protagonismo, también les convendrá

ser éticas. Y se acabará la historia aquella de "yo gano estando todos

peor". ''No, es que usted no va a ganar así, y como usted no asuma

su responsabilidad y usted no sea ético, se ya a quedar sin clientela".

A cada uno hay que hablarle como entienda.

Liberalism os y econom ía

Hay muchos liberalismos. Jesús Conill lo ha trabajado muy bien en

su libro Horizonte de economía ética. No es lo mismo el liberalismo

de los orígenes, de Adam Smith, que el neoliberalismo. El liberalismo

de Adam Smith consistía en que el mercado es el mecanismo más

eficiente para la distribución de recursos, pero en un marco de

justicia. Eso fue, de alguna manera, el invento del socialismo liberal

o el liberalismo social que ha sido la socialdemocracia.

Yo no creo que la socialdemocracia sea la solución de todos los males

de este mundo, por supuesto, pero mientras no se nos ocurra otro

tipo de mecanismo más que el mercado para distribución de recursos,

creo que es muy importante que ese mercado se mueva dentro de un

marco, como si fuera un cuadro, de justicia socialdemócrata. En mi

libro Ciudadanos del mundo escribí un capítulo titulado "Del Estado


- Adela Cortina

de bienestar al Estado de justicia". En los años ochenta tuvimos

un estado de bienestar que funcionó razonablemente bien: era un

sistema capitalista, pero socialdemócrata, en el que se aseguraban los

derechos de primera y segunda generación de todos los ciudadanos.

Las personas tenían libertad de expresión, asociación, reunión,

pero también tenían protegidos los derechos económicos, sociales,

culturales, había una asistencia sanitaria, educación para todos los

ciudadanos. Fue una época de una enorme igualación.

El Estado de bienestar está en crisis, pero no por eso tenemos que

renunciar a que los derechos de las personas se vean satisfechos,

sino que hemos de pasar a un Estado de justicia que lo haga con otros

mecanismos, pero que lo haga. Un liberalismo en un marco en el que

están asegurados los derechos económicos, sociales y culturales de

todas las personas. No es lo mismo, en absoluto, que si uno tiene

un neoliberalismo salvaje en el que la sanidad, la educación y todo


ij
está al mercado. Me acuerdo de una conferencia muy interesante
i
sobre bioética; había una señora norteamericana que decía: "están
t:
ustedes muy confundidos, en Estados Unidos también tenemos

seguridad social, todo el mundo puede ir a los hospitales cuando se

pone enfermo". Y un jesuita que estaba allí, Francesc Abel, que sabe

mucho de bioética, le respondió: "sí, pero el que entra en el hospital

A sale muerto y el que entra en el hospital B sale sano".

48
A d ela Cortina

Hay que domesticar al liberalismo en el marco socialdemócrata

de Estados de justicia y de organizaciones mundiales de justicia.

Verdaderamente, es estar bajo mínimos de humanidad que las

personas no vean satisfechos sus derechos de segunda generación,

que son los económicos, sociales y culturales, y los de tercera

generación, el derecho a la paz, a un medio ambiente sano, al

desarrollo de los pueblos y a la independencia y autonomía de las

colonias. Cuando yo hablaba de una ética mínima, quería decir que

los mínimos éticos son estos, y que la humanidad está bajo mínimos

de justicia si estos mínimos éticos no son satisfechos de una manera

universal.

El neoliberalismo que tenemos no respeta esos mínimos en absoluto.

Entonces las personas dicen que no hay una alternativa, que las

alternativas han fracasado. Pero esto no quiere decir que las cosas no

se pueden hacer mejor. Por eso nosotros hicimos una fundación de la

ética de la empresa, porque la gente se había quedado Inmovilizada

y decía que como no es posible la alternativa, ya no haría nada.

Pero como no es posible la alternativa, lo que hay que hacer es entrar

en los mecanismos de la economía del mercado, de las empresas y

de las sociedades y demostrar que una empresa que no funciona en

el sentido que estábamos diciendo antes no sólo es inmoral, sino que

no es una buena empresa. Una buena empresa, como dice Amartya

Sen, tiene que buscar crear una buena sociedad. La economía tiene

que buscar crear una buena sociedad, y si no, es mala economía.

Entonces la cuestión no es decir: "es que nos salimos del mundo de

49
Adela Cortina

la economía y nos vamos a otros sitios". No: el mundo que hay es

en el que estamos, y en este mundo hay mecanismos económicos y

políticos, y hay que tratar de mostrar desde ellos que una economía

que no está al servicio de.la humanidad es una mala economía.

En nuestra fundación de ética de la empresa invitamos en alguna

ocasión a un experto en economía de Valencia, un catedrático

buenísimo. La primera vez que vino, nos dijo: "la economía es una

ciencia que no tiene nada que ver con los valores, no me habléis de

monsergas, ni de éticas, ni de cosas por el estilo, porque no tiene

nada que ver". La siguiente vez que vino, dijo: "el hecho de que

una gran parte de la humanidad se esté muriendo de hambre es

un fracaso de la economía como ciencia". Eso es lo que hay que

enseñarle a nuestros profesionales: que un economista que tenga,

de entrada, la convicción de que la economía no tiene nada que ver

con valores sino que sólo tiene que ver con el crecimiento y punto,

es un mal economista; y nuestras facultades están llenas de malos

economistas. No digo de los chicos, sino de los profesores, que lo

primero que te dicen es "en economía no me hables de valores"

porque eso, como decía Max Weber: "es adulterar la ciencia, y cuando

entran valores es el terreno de lo subjetivo, la ciencia tiene que ser

neutral; en la economía, mire usted, hay unos mecanismos en los

que los valores no entran".

Eso no es verdad. Cualquier actividad humana está al servicio y para

el bien de los seres humanos. El bien interno de la economía no

es simplemente crecer; el bien interno de la economía es, a través

de los recursos económicos, producir una buena sociedad. Y si mil


Adela Cortina

200 millones de seres humanos están por debajo del límite de la

pobreza extrema, es que la economía está fracasando como ciencia

y que es mala economía. Es interdisciplinario, porque la cosa no está

en manos de los economistas nada más, obviamente ahí entran los

políticos y otros.

Por eso decía que es importante ver en cada una de las actividades

profesionales cuál es el bien interno. Ahí mostraremos mucho qué es

lo que pensamos: si el economista dice que sólo es el crecimiento,

ya sabemos por dónde va; si el economista piensa que es crear una

buena sociedad, ya imaginará como hacerlo, ya hará como Junus,

quien ha ideado un mlcrocrédito para los más pobres. Pero si uno

piensa que es el crecimiento, no piensa en los microcréditos: ¡ni se le

ocurre! La imaginación sólo va al poder cuando uno está preocupado

por alcanzar lo mejor para la gente. Por eso creo que el liberalismo

hay que domesticarlo desde una economía bien entendida, bien

encuadrada y bien enmarcada, y creo que ese es uno de los grandes

temas de nuestro tiempo.

Inspiración cristiana de la universidad

Creo que la UIA tiene la ventaja, de entrada, de saber cuáles son

los valores por los que quieren trabajar... supongo. ¡A lo mejor no lo

saben, y yo les estoy suponiendo aquí muchas convicciones, y a lo

mejor luego me dicen: "no, no, estamos desorientadíslmos..."!

De entrada, el ser una universidad de inspiración cristiana ya enmarca

el trabajo que quieren hacer, creo que por el bien de la humanidad.


Adela Cortina

Al fin y al cabo, lo que uno puede decir desde el punto de vista de

la dignidad de la persona, se puede decir desde el punto de vista

cristiano, de la santidad de la persona: el hombre es sagrado para

el hombre, la persona es sagrada para la persona y el fin de toda la

Tierra es la gloria de Dios, que es el hombre. Creo que eso la UIA

lo tiene ya claro de entrada. Y entonces los valores que se tienen

que ir desarrollando son el bien del hombre desde cada una de las

profesiones.

Lo que pasa es que una universidad que no fuera de inspiración

cristiana, aunque sea en un sentido secular, tendría que hacer cosas

muy parecidas, porque si no da la sensación de que las demás pueden

permitirse cualquier cosa y eso no me parece serio. La universidad

cristiana tiene muy claro el bien del hombre desde las profesiones,

la investigación, la docencia. Para las universidades de inspiración

no cristiana, una ética cívica normal seria la de cualquier sociedad

democrática, también con las metas de las profesiones.

Mercado, necesidades sociales y universidad

El mercado, como mecanismo de distribución de recursos, tiene

un inconveniente bastante grande: no trata de satisfacer todas las

necesidades humanas, sino sólo aquellas en las que el necesitado

puede acompañar con dinero la satisfacción de su necesidad. Es lo que

se llama demanda solvente. Ante el mercado, el que tiene demanda

solvente tiene una necesidad, el que no tiene demanda solvente no

52
A d ela Cortina

tiene ninguna, obviamente, y es asombroso cómo desde el punto

de vista del sistema económico se puede ignorar a tal cantidad de

necesitados: el necesitado para el sistema es el que puede pagar.

"Si yo puedo pagarme un abrigo de bisonte, tengo necesidad de un

abrigo de bisonte, pero si yo no me puedo pagar un trozo de pan, no

tengo necesidad de un trozo de pan". Tengo necesidad antropológica,

pero no necesidad económica, según el sistema.

Las universidades tienen que atender a las necesidades que se

canalizan a través del mercado, formar buenos profesionales. Pero

habrá otras necesidades que no vienen a través del mercado. Es

ahí donde una universidad de inspiración cristiana puede tener

la capacidad de captar, de tratar de intuir, mediante estudios o

proyectos, qué necesidades hay que no están siendo satisfechas

de personas que tendrían que estar preparadas para satisfacerlas,

aunque el mercado no las esté reclamando. Y además se puede ser

proactivo y pionero, porque se pueden ir creando profesiones que, a

la larga, interesen incluso al mercado.

Lo importante es tener iniciativas, ganarle la baza al futuro y no ser

reactivos esperando a que las cosas lleguen, sino proactivo. Eso, en

algunas ocasiones, ha sido pionero. En algún tiempo, por ejemplo,

la educación social no le aportaba nada a la gente. El mercado no

demandaba educadores sociales y, sin embargo, en mi facultad en

este momento la mayor parte de alumnos que quieren entrar a

educación es para educación social. Es decir, se es pionero cuando

se empieza a plantear también la oferta de un tipo de profesionales

53
Adela C o rtin a

formados que puede resolver ciertos problemas, y eso puede ser una

apuesta de la universidad de inspiración cristiana. Al final, acaban

convirtiéndose en yacimientos de empleos, porque existen empresas

convencidas de que le va a dar una imagen fantástica el poner dinero

para trabajar en esos asuntos.

Profesionistas ciudadanos

Las universidades educan para ser ciudadanos profesionistas o

profesionistas ciudadanos, porque el profesional tiene que ser

alguien que se sepa ciudadano de su comunidad política y, a la vez,

ciudadano del mundo; las dos cosas están bastante ligadas. La idea

de ciudadanía es algo que tendría que estar metido en las entrañas

de las universidades y de las autoridades educativas de los distintos

niveles desde la primaria hasta la universidad. ¿En qué sentido?

El ciudadano es alguien que reúne tres rasgos fundamentales para

la educación. Ciudadano es aquel que es dueño de su propia vida, y

el dueño de su propia vida no es siervo, como en la época feudal, no

es esclavo, no es vasallo. El ciudadano es protagonista de su vida,

hace el guión de su vida, la escribe y no se la escriben otros. Es muy

importante que en nuestras sociedades haya personas que no se

dejen avasallar, que no se dejen esclavizar, que no sean serviles sino

que sean los que escriben su propia vida.

54
Adela Cortina

Lo bonito de la ciudadanía, en segundo lugar sería la libertad y la

autonomía, y que el ciudadano siempre lo es con otros. El ciudadano

no es un individuo suelto que está perdido por el monte. Robinson

Crusoe estaba desesperado y empezó a sentirse bien hasta que se

encontró a Viernes, alguien con quien podía compartir algo. La idea

de ciudad quiere decir que hay conciudadanos, personas que son en

relación, en vinculación, no individuos atomizados, sino vinculados

unos con otros. Aristóteles, en ese primer libro de La Política, tan

bonito, decía aquello de que el hombre es un animal político, un

animal de la comunidad política, porque tiene logos, razón. Y el

logos le sirve para deliberar con los conciudadanos sobre lo justo y lo

injusto, y eso es la comunidad política. La comunidad política delibera

conjuntamente sobre lo que tiene que ser para ellos la comunidad

y la dudad. En ese sentido, el ciudadano trata de conquistar su

autonomía con los otros, con los que son sus iguales; de ahí la idea

de la igualdad.

Un tercer momento igualmente importante es la idea de solidaridad.

Los que forman una comunidad política forman un solidum, un

cuerpo sólido. Ese solidum y esa solidaridad son fundamentales,

porque nadie puede conquistar su autonomía en solitario, sino con

los que son mis iguales en el seno de la comunidad política. Al fin

y al cabo, hablamos de la dignidad humana, pero hay que hablar

de la vulnerabilidad humana, y cuando uno nace es sumamente

vulnerable y lo es durante muchos años. Después se empieza a

ser un poco autosuficiente, pero nunca del todo: siempre se sigue

necesitando a los otros. Al final llega una época de la vida en que

55
A dela C o rtin a

uno es absolutamente vulnerable. Todos nosotros tenemos etapas

de vulnerabilidad y de posibilidades de seguir adelante, pero todos

nos necesitamos. No es que haya unos vulnerables y otros que no lo

son, sino que todos lo somos a distintas horas, en distintas épocas y

distintos momentos.

Como decía algún autor: los países no deberían de celebrar el día de

la independencia, sino el día de la interdependencia. El día en que un

país descubre que es interdependiente ha dado un signo de madurez

impresionante; el día en que una persona se da cuenta de que somos

interdependientes es cuando se ha desarrollado enormemente. El que

se cree autosuficiente es absolutamente infantil, no se ha enterado

todavía de lo que pasa.

El ciudadano, entonces tiene que estar en el seno de su comunidad

política trabajando con los demás conciudadanos. Lo que nosotros

entendíamos, y es lo que escribí en Ciudadanos del mundo, es

que esa ciudadanía que empieza siendo política tiene que ser

ciudadanía económica, civil, multicultural, hay que ir organizando la

ciudadanía.

Lo malo del concepto de ciudadanía es que siempre se construye

sobre la idea de nosotros y los de fuera: "nosotros los mexicanos y los

vecinos; nosotros los españoles y los que están allá en los Pirineos".

Pero la ciudadanía local nunca hay que olvidarla, hay que practicar,

decía yo en Alianza y contrato, un cosmopolitismo arraigado: uno

tiene que estar arraigado a su comunidad política y trabajar por ella.

Lo que no se puede hacer nunca es perder el horizonte cosmopolita,

56
Adela Cortina

porque somos humanos y nada de lo humano nos puede resultar

ajeno. Yo no puedo decir que los del país de al lado o los Inmigrantes

ya no son mis conciudadanos, sino que el marco cosmopolita hay que

trabajarlo siempre.

A los cosmopolitas, como es, mi caso, se nos acusa normalmente

de predicar un cosmopolitismo abstracto: "la humanidad". En la

facultad, cuando yo estudiaba, siempre nos solidarizábamos con

"la humanidad", cuanto más lejos, mejor: se hacía una protesta por

los chinos, que nos caían allá; los de al lado se estaban muriendo

de hambre, pero no nos preocupaban porque estábamos muy

preocupados con los chinos. Por eso yo hablaba de un cosmopolitismo

arraigado. Hay que estar en mi ciudad, en mi pobreza, en si en

Chiapas u otra parte pasa algo.

Las universidades tienen que estar arraigadas y tienen que educar

a ciudadanos arraigados, pero desde el marco cosmopolita, porque



4

somos humanos y nada de lo humano nos puede resultar ajeno.

Yo creo que una universidad que eduque ciudadanos arraigados con

un sentido cosmopolita y local ha cumplido con su tarea de ser una

universitas, la universalidad de la humanidad. Y creo que si hacemos

una universidad así, es cuando podremos cantar con gusto, como en

la Edad Media:

57
Arieia Cortina

Vivat Academia,

vivant professores.

Vivat membrum quodlibet,

vivant membra quaelibet,

iGaudeamus igitur!

58
III. "SER DOCENTE UNIVERSITARIO
ES UN GRAN PRIVILEGIO"
Entrevista con Adela Cortina*

Las universidades deben transmitir conocimientos...

inteligencia para dirigirlos...

y proyectos de vida ilusionantes

enmarcados en la justicia y la gratitud.

Adela Cortina

*Daniel Huerga García Director del Centro de Difusión Cultural UIA León

59
A d e la C o rtin a

En su visita a la Universidad Iberoamericana León, la Dra. Adela

Cortina dejó una estela de preguntas y retos para la educación

superior. Reconocida intelectual sobre la ética, la pensadora

valenciana pisó tierras mexicanas para recibir el Doctorado Honoris

Causa otorgado por las universidades del Sistema Universitario

Jesuíta (SUJ), evento que se celebró en la UIA Puebla los primeros

días de junio de 2008.

Su paso por León fue breve pero contundente. Acompañada del Dr.

Jesús Conill, su esposo y también ilustre académico, la Dra. Cortina

encabezó las Jornadas de Reflexión Académica e inauguró la Cátedra

de Ética. Ambos espacios que pretenden generar tanto el diálogo

como propuestas de transformación de la realidad, siendo dirigidos

a la planta docente de la UIA León y, en general, a la comunidad

universitaria completa.

Muy cercana su propuesta teórica al pensamiento del humanismo

integral de inspiración cristiana que proponen las instituciones

confiadas a la Compañía de Jesús, en ambos espacios académicos,

con el enfoque de la ética de las profesiones, la catedrática de Ética

y Filosofía Política en la Universidad de Valencia y autora de más

de veinte textos relacionados con estas temáticas, fue categórica:

¿para qué quieren las universidades form ara un profesionista? Para

prestar un servicio a la sociedad que dé respuesta a la injusticia. La

labor de los egresados debe repercutir en las demás personas, en los

otros. A su vez, los profesionistas deben reclamar a sus instituciones

el ser éticas, que ejerzan su capacidad ética.

60
Adela Cortina

Así como la ética forja el carácter, Adela Cortina invitó a forjar

nuestro propio carácter universitario, a aclarar lo que queremos

transmitir a nuestros estudiantes, además de meros conocimientos:

"El poder debe servir para el servicio, no para nosotros mismos".

Desafortunadamente el mercado, el dinero, el prestigio y el poder

son valores qué ahora priorizan las universidades. Esto deslegitima

a las profesiones.

Nos recordó que la realidad es interdisciplinar y, por lo tanto, en las

universidades es peligrosa la especialización obsesiva. Es preciso

evitar formar personas dogmáticas y fundamentalistas, sino buenos

ciudadanos (ética cívica), hombres y mujeres dueños de su propia

vida, que siempre 'sean' con el otro (práctica social cooperativa).

Así como sus afirmaciones y enseñanzas son claras y profundas, su

trato es amable y sencillo. Esto queda en evidencia en la charla que

Adela Cortina entabló con quien esto escribe.

Bienvenida Doctora, ¿cóm o se siente en México? ¿Qué le

llama especialm ente la atención?

En México me siento como en mi casa, y en esta universidad más; no

por cómo me siento yo, sino por lo que esta universidad es. ¿Qué es

lo que me llama más la atención? Pues la vitalidad de los mexicanos,

la capacidad de ser eficaces, movidos a ser creativos, con iniciativas,

con fuerza, eso es lo más importante. También la exuberancia de


Adela Cortina

ía vegetación, evidentemente, v algunas de las maravillosas iglesias

barrocas que he visto.

España... ¿Cóm o está el ánim o en su país ahora que se reeligió

un gobierno de izquierda (el PSOE, con José Luis Rodríguez

Zapatero, en marzo de 2008)?


)

En España hay muchos lados de la cuestión. En este momento hay un

problema económico serio, que creo va a dar de mucho de qué hablar

Se está viviendo una desaceleración económica, lo cual quiere decir

que hay un enfriamiento de la economía del consumo; eso a la gente

le molesta muchísimo. Creo que el problema económico es serio, el

problema educativo es serio, y que no se está resolviendo bien ni a

nivel primaria, ni secundaria, ni de universidad. Las personas tienen

dificultades para llegar a fin de mes y eso poco a poco se va a notar

más. Siento también que hay un problema grande con el terrorismo,

como en el País Vasco, donde aunque las condiciones de vida son muy

buenas, hay gente que mata porque dice que quiere la independencia,

y eso no tiene el menor sentido. También, desgraciadamente, hay

otros asuntos que se están deteriorando, como el tema de la sanidad

pública, y ésos son puntos muy importantes de la vida de España.

Por otra parte, de momento, la gente en general vive bastante bien

y puede permitirse un nivel de vida bastante razonable.

62
Adela Cortina

Usted ha dicho en algunas de sus obras que un mundo

ético es un mundo justo y feliz. ¿Cóm o siente la realidad

Latinoam ericana en ese sentido?

Más feliz que justo. La verdad es que encuentro mucha gente que da

la impresión de estar contenta con la vida, feliz y desarrollándose.

Pero es lamentable, como ustedes saben perfectamente, el nivel de

desigualdad: éste es el continente más desigual de todo el mundo.

Desgraciadamente el nivel de injusticia sigue siendo terrible.

En relación con las instituciones educativas, se ha planteado

que éstas deben tener un carácter ético. ¿Cóm o percibe a las

instituciones confiadas a la Com pañía de Jesús, tanto colegios

como universidades, al respecto?

Lo que yo conozco de las instituciones educativas de la Compañía de

Jesús es que son de lo más creativas, porque he visitado bastantes

y en todas he percibido un espíritu libre, ese espíritu proactivo que

mencionábamos en la conferencia. Las universidades tienen ganas

de anticiparse al futuro, creándolo, haciendo propuestas para seguir

adelante y con profundo sentido de la justicia. Esos valores de los

que hemos estado hablando, de libertad, de justicia, de igualdad,

podemos verlos realizados.

63
Adeia Cortina

¿Es im prescindible ia educación formal

para form ar sujetos éticos?

La educación formal es una necesidad de cualquier sociedad. Yo no

digo en absoluto que una persona sin educación formal no puede ser

un sujeto ético, iclaro que si!: no vamos a decir que una persona

que, por el motivo que sea, no ha recibido educación vaya a ser una

persona inmoral. Pero existe una obligación importante por parte de

las sociedades en educar a la gente, porque la gente moralmente

correcta no nace sino que se hace, y la sociedad tiene que ayudar

en ese proceso.

Parecería que las señales de la realidad actual nos

transm iten un m ensaje pesim ista, poco alentador.

¿Hay pistas esperanzadoras?

Siempre hay pistas esperanzadoras, siempre hay grupos de personas

que trabajan con ilusión y con entusiasmo. Ésas son la mejor

esperanza, esa gente que está trabajando en diferentes lugares y

que no sale en los medios de comunicación, que nadie sabe que

existe pero que está trabajando a fondo perdido. Sin duda esas

personas son nuestra mejor esperanza.

64
Adela Cortina

¿Algún ejemplo?

Esta universidad.

¿Qué valores evangélicos considera indispensables,

im prescindibles para tom ar en cuenta desde la ética?

Los valores evangélicos son claros. El primero es el del amor. Lo

que pasa es que en una oferta y una propuesta de máximos (de

vida buena desde una ética mínima compartida) es en donde la

gente tiene que experimentar y recibe también el don. Tampoco

es tan fácil eso de amar al prójimo cuando a veces también ese

prójimo es verdaderamente insufrible, pero el primer valor es el del

amor. Aunque creo también que el de la libertad es vital, porque

"la verdad os hará libres", es verdad, y el Evangelio lo que logra es

hacer a una persona libre de todas las ataduras. La compasión, que

es padecer con el otro. Creo que el valor de la igualdad sigue siendo

un concepto importante, y el de la sacralidad del hombre; la idea de

que el hombre es sagrado para el hombre es central.

¿Hay ética sin religión?

De que se puede, claro que se puede. Hay cantidad de personas que

no son creyentes y que, sin embargo, éticamente son de una enorme

altura. Lo que es verdad también es que las religiones han ido

65
Adela Cortina

ayudando a forjar las eticas que tenemos ahora. De alguna manera,

hay una trastienda, un trasfondo religioso en nuestras éticas. Sin

embargo, claro que puede haber una persona que sea intachable

desde el punto de vista ético sin necesidad de ser creyente.

Para los educadores de niños y niñas, o para los padres

de fam ilia, ¿cóm o explicar estos conceptos tan com plejos

como ética o moraI a un infante? ¿Cóm o transm itirles lo

fundam ental?

Yo creo que los niños captan muy bien qué es lo que quiere decir lo

bueno y lo malo, y qué es lo que quiere decir "esto no debes hacerlo

porque perjudica al otro" o "esto sí debes hacerlo porque le beneficia

al otro". "Hay que tener en cuenta que tú no eres el que tiene que

estar hablando siempre, sino que debes dejar que tus compañeritos

también lo hagan, prestarle las cosas a los demás niños y no buscarlo

todo para ti mismo". A los niños no hay que hablarles de objetos

abstractos, porque si a un niño le soltamos conceptos como moral

y ética, o le explicamos el ethos, pues nos odiará y además tendría

razón. Pero si uno comienza en la vida concreta a ir mostrando qué

es lo que sí y qué es lo que no es correcto, éticamente hablando,

entonces seguro que todos los niños lo entienden perfectamente,

incluso mejor que los adultos.

66
Adela Cortina

Finalm ente, Doctora, para los docentes universitarios, ¿alguna

recom endación específica para continuar transm itiendo la

im portancia de un proyecto de vida y profesional desde la

ética?

Que nos demos cuenta de que ser docente universitario es un gran

privilegio. En un mundo como el actual, el tener una profesión como

ésa es verdaderamente gratificante: el poder tratar con jóvenes, el

poder tratar con colegas que están en la misma tarea es un verdadero

privilegio. Hay otros trabajos mucho más ingratos, y quien tiene

un privilegio así debe realizar su labor con bien y con profundidad,

porque la tarea educativa para un país es la número uno de todas

las tareas que se pueden llevar a cabo.

Concluyó sus intervenciones la Dra. Cortina exhortándonos a que,

durante el curso de una licenciatura, procuremos espacios para

reflexionar con los estudiantes sobre los fines legítimos de ésta, y a

no olvidar los tres principios de ética aplicada que propone para las

universidades y para la vida misma: tratara los humanos como fines

en s í mismos, no como medios; considerar siempre la opinión de los

afectados al tomar decisiones importantes; así como siempre pensar

en el medio ambiente.

Sencillo resulta trazar puentes entre el pensamiento de Adela Cortina

y los diversos documentos que inspiran el quehacer educativo de

nuestras universidades; para muestra, las siguientes ideas extraídas

del Ideario del Sistema Universitario Jesuíta:


Adela Cortina

El propósito es incidir universitariamente en

la sociedad para hacerla más justa, equitativa,

humana, libre, fraterna y solidaria desde la opción

preferencial por los pobres y los excluidos...

Promovemos un pensamiento alternativo al

hoy dominante, que se oponga a las corrientes

e ideologías que deshumanizan, marginan en

la pobreza a las mayorías, son contrarias a los

derechos humanos y alienan mediante las lógicas

del mercado y el consumismo... y fomentamos

una educación que promueva una postura crítica

del estudiante en contacto con la realidad.

Denotando sabiduría, Adela Cortina nos deja tanto en su visita a

León como en sus múltiples escritos: la afirmación de que todos los

seres humanos queremos ser felices y todos debemos intentar ser

justos. Buscamos incansablemente la felicidad, y la ética, construida

en la reflexión y el diálogo, nos indicará la manera de conseguirla

en el compromiso y atención al otro; a su vez, las universidades son

entes privilegiados que deben formar para la justicia y el servicio a

la sociedad, es decir, para la felicidad.


(C)
Universidad Iberoamericana León
se terminó de imprimir en Abril 2009
en los talleres de Imprenta Blanco
A D ELA C O R T IN A

Catedrática de Etica y Filosofía Política en la Universidad de Valencia,


España. Realizó estudios de Licenciatura y Doctorado en Filosofía, mismos
• •• •»»* - '; :
que profundizo en las Universidades de Munich y Francfort como becaria
del Deutscher Akademischer Austauschdienst y de la Alexander von
Humboldt-Stiftung.

Ha sido profesora visitante en la Chaire Hoover de la Universidad Católica


de Louvain-la-Neuve, en la Vrije Universidad da Amstardam, t ft # Instituto
de Estudios Europeos y en el Colegio de N<'<¡ocl08 da M M í t ó en Notre
Dame (USA) y en la Universidad de Cambrldgr El ffllambro d<; diferentes
comités científicos, fundaciones de ran|n> nacional • nacional.

Ha recibido diversas distinciones acadim lcai, como al Doctorado "Scienticie


et Honoris Causa" de la Unlverslad Católica da V a lp a ra ll" (República de
Chile); el Doctorado Honoris <ausa ila la ....../aiilda<> da <fòlli (Santiago

de Chile); el título de Profesora "Ad Honoram da la U nlvariiiM d c |||


República Orientai de Uruguay; la "Madall a Universidad NaclOfMi" de la
universidad de Costa Rica; y la "M edalli' di la 'Jn lvanldad da Murcia";
y reclentemente^éoctorado H o n o rli ClU i I por CUItro p l a n ^ H p
wm gm
Sistema Universitario Jesuíta.

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