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TIERRAS DE NADIE

EL NORTE EN LA NARRATIVA

MEXICANA CONTEMPORÁNEA

Introducción y compilación de

Viviane Mahieux y Oswaldo Zavala

FONOO EDITORIAL TIERRA ADENTRO 4SS


Índice

9 El nomos del norte. Viviane Mahieux y Oswaldo Zavala

EL NORTE COMO LÍMITE Y LOS LÍMITES DEL NORTE


27 Tomóchic. Espacio último de frontera, o del norte como noción
Programa Cul(ural Tierra Adentro
periférica. María Lebedev
Fondo Editorial

43 El sublime objeto de lafron/era. Ignacio M. Sánchez Prado

Primera edición, 2012

REAPROPIACIONES DE LA TRADICIÓN Y DEL CAMPO LITERARIO


© Vivianc Mahieux, Oswaldo Zavala, María Lebcdev, Ignacio M. Sánchez

57 Elfabulador en oc/osí/abos o el corn'dista culto. La prosa


l'rado, Geney Beltrán Félix, Berenice Villagómez, Chris(ina Soto van der Plas,

Felipe A. Ríos Bacza, Ana Sabau, Mariana Martíncz Sal~ado,

Titmica de Daniel Sada. Geney Beltrán Félix


Rafael Lcmus y Valeria I,uisclli
84 ¿'Huir, colaborar, sucumbir o ser testigo? Representaciones
© Miguel Fernández por ilustración de porcada
del intelettual que vino del norte. Berenice Villagómez

D. R. © 2012, de la presenre edición: DíPTICO SOBRE DAVID TOSCANA


117 Toscana iluminado. Estatuas que babean. Christina Soto
Consejo Nacional para la Cultura y las Arres
van der Plas
Dirección General de Publicaciones
145 /1:/ desierto de lo real. El último lector de David Toscana.
Av. Paseo de la Reforma 175, Col. Cuauhtémoc,

Felipe A. Ríos Baeza


CP 06500, México D. E

N UEVAS VOCES DEL NORTE


ISBN 978-607-516-073-]

165 De biblias y marranas. Carlos Velázquez, por una literatura


Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción parcial o to(al

travestida. Ana Sabau


de esta obra por cualquier medio o procedimienw, comprendidos la reprografía
184 Miguel Tapia A/caraz. Miedo y angustia a ritmo norteño.
yel (raramiento informá(ico, la fowcopia o la grabación, sin la previa
Mariana Martínez Salgado
autorización por escrito del Consejo Nacional para la Cul(ura y las Artes/

Dirección General de Publicaciones

Impreso y hecho en México

7
CODA PARA FLEXIONAR LA CRíTICA El nomos del norte
2/7 Bolos de salvo. Notos sobre el norco y lo narrativo mexicano.
Rafael Lemus
227 Contra los tentaciones de lo nuevo critico. Valeria Luiselli

237 Bibliografía

249 Sobre los amores


EL COMPLEJO ESPACIO cultural y geopolítico del territorio
mexicano que designa la noción de norte ha sido confundi­
do, con mayor énfasis desde las últimas tres décadas, con
la mitología de la frontera y sus correspondientes feti­
ches: la migración, la violencia transhistórica, el narcotráfi­
co y la marginalidad más endémica y representativa de los
saldos negativos del proceso de modernización y globa­
lización del país. Cada uno de estos fenómenos ha sido
naturalizado y hecho consubstancial a la región norte y su
corredor fronterizo. El mito de la frontera abarca todos los
estados del norte, pero su locus fantasioso obliga además a
localizarlo de inmediato en la precariedad del desierto.
Por medio de este mito empobrecedor se borran de golpe
las montañas de la Sierra Madre Occidental, los valles de
Chihuahua y Coahuila y las costas de las Baja Californias,
Sonora, Sinaloa y Tamaulipas. Como si todo en el norte
fuera un llano en llamas de extensión insondable, como si
Monterrey no fuera el centro del capital industrial mexica­
no, como si el binomio Ciudad Juárez-EI Paso no fuera el
metroplex más insólito del hemisferio, el motivo central
de esta falaz cadena de representaciones supone una fron­
tera internacional con el país más poderoso del mundo,
pero en medio de la nada. El norte, según este paradig­
ma, es una desbordada franja de frontera desértica cuya
desolación no permite la pluridimensionalidad del centro
urbano, que en el imaginario mexicano flota sobre la mo­
vediza abundancia conceptual que se erige por encima del
lago de Texcoco.

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Malentendido así, el norte es apenas un significante va­ ineludible masculinidad. No cabe duda de que el perfil de
do que con frecuencia se llena con dos voluntarismos críti­ la escritora del norte no se traza con la misma facilidad, en
cos: o bien se le define como una zona programática de re­ parte, quizá, porque pocas han optado por volcarse hacia la
sistencia y agencia cultural hibridizada ante paradigmas estética hiperviolenta que está en boga, ni han mostrado el
hegem6nicos subalternizantes (las "entradas" y "salidas" mismo afán por protagonizar los debates en torno al norte
oe la modernidad de Néstor Carcía Canclini); o paradóji­ como campo literario re-emergente.
camente se subrayan en él los excedentes negativos del Se problematiza poco que gran parte de los escritores
imaginario neoliberal de la capital que al mismo tiempo se del norte cohabita felizmente la colonia Condesa y fre­
quieren formas de emancipación (J priori (las tesis postco­ cuenta la plaza de Coyoacán con su otro capitalino. Tampo­
lonialistas de Walter Mignolo). En el impasse de esos dos co el hecho de que norteños y defeños publican libros por
polos existe lo que algunos críticos y escritores mexicanos igual en editoriales transnacionales como Planeta, Anagra­
recientememe se empeñan en defender como "literatura ma, Mondadori y Alfaguara y discuten unos con otros por
del norte". Ésta es la desafortunada etiqueta editorial por medio de artículos, reseñas y columnas en publicaciones
medio ue la cual se busca consolidar como grupo a narra­ de alcance nacional (y aun internacional) como Refonna,
dores de la violencia del narcotráfico y la miseria junto con Letras Libres, El Universal, Nexos y Milenio. No se indica,
sus efemérides biográficas. 1 Al escritor del norte lo definen pues, que hacerse escritor del norte en este sentido es, en
lu~ halas '/.umbantcs y las historias sórdidas de migrantes, el mejor de los casos, una conveniente seña de identidad
lo~ p~il'()putas metidos a narcos yel calor extenuante sobre que, siguiendo los trabajos de Pierre Bourdieu, conlleva un
ak"rru ¡~rida.~ El prototipo del escritor del norte emerge así capital simbólico específico: la garantía de un cierto exotis­
d~"1 un'idente geográfico de su nacimiento," como de su mo, una marginalidad atractiva, y hasta algo de romántica
conmiseración con el artista que sobrevivió a la hecatombe
I "1':11 vllrill,'1 oportunidades, los escritores del norte hemos señalado permanente de vivir cerca del Río Bravo, si no es que aún
qm' 111"",lIlIlIllc IHINCltroS ha abordado el narcotráfico como tema. Si éste sigue esquivando balas a diario y escapando de los peligro­
14111110.. ~II 111"'111111" Il~f.(illas es porque se trata de una situación histórica, sos barrios de Tijuana, Culiacán o Ciudad juárez. Ser cscri­
,IUllh, 1111 1.'1111 I c.l IU U, 110 1111 terna, que envuelve todo el país, aunque se
l'lI
[Or del norte, así, es suscribir a una redituable genealogía
1&1"11111\" "ti dW11l1iI r"j,tiClIIC~, No ~c trata, entonces, de una elección, sino
premiada por el campo literario y que, sin embargo, es cla­
Ihl 11"" h'I4I11II4I1," ¡':Ihumlo ¡\ntclnio Parra, "Norte, narcotráfico y litera­
111"''', 1" '111, ramente trazable a un mismo habitus compartido entre nor­
, "1':1 "II'IIU'IIIII "lIhllrlll 'lile le dil carta de naturalización al género teños y capitalinos. No deja de sorprendernos tener que
""1111'1141'111 "" ,'IIIIIr'" ,... 4.'1 ,'.. n,'c.'pto de nrJrrocullura," Juan Carlos Ra­ acotar la relevancia del lugar de nacimiento del autor o su
1
1I11rl'l. 1 11111"'11114 y ,"llllvlldur (:, h'rnrtndcz, ¡U none y su frontera en la na­ ubicación al momento de escribir para explorar la forma en
"Hn, '" /111",11,,,, .",\1",,,,,, JI, 1...
que se problematiza el norte en las producciones culturales
\ Mili"'" '.01111"'1"", I.OI,IHIII (Iclille la categoría de "escritor del nor­
h'" 16 1111111, ,h, IHIIUI'<III uII"III1UIII'" o rl'Nidcllte,.. de lino de los estados nor­
1'1 U11 lI'rll.ll": 'Illltllllllllhl~, Nllt'VII I,dlll, (:ollhuih" Chihuahua, Sonora y
concede una excepción siempre y cuando no cuenten con una estancia
Ih,jll ( :IIIll'oml.l Nllrlt', EII ,<11'11'10 lit' 11).'1 ulltorcs (jlle le interesan que no en el Distrito Federal mayor de diez años. Miguel G, Rodríguez Lozano,
~1I1\ 1I1\('IlIu'l (·u 1.1 U')J,H"III (1 CpU' u· ... lIl'u C.'11 lit ('Olpital, Rodríguez Lozano Sin límites imaginarios, Antolog¡a de cuentos del norte de México, p. 21.

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del pafs. Nos preocupa aun más intuir que ésta, como todas La operación conceptual que promueve el presente vo­
las modas culturales, será efímera, y que cuando el público lumen se basa en la relocalización del improductivo debate
se aburra de este norte monocromático, la región probable­ de la "literatura del norte" hacia producciones culturales
mente volverá a ocupar un lugar subestimado en las letras específicas que se generan en re/ación con el espacio geopo­
mexicanas. Utico designado como norte. Es ésta una región dispersa,
Las narrativas que explotan la violencia y la miseria heterogénea, de bordes liminares móviles y que se man­
con efectivismo vacío de crítica no hacen sino integrar un tiene en perpetuo tránsito: no una sino múltiples tierras de
mito específico que describe la inestabilidad social sin ex­ nadie. Esta fluidez del territorio implica varias capas de co­
plicar sus raíces verdaderas, sin elucidar las redes de po­ nocimiento que modifican las relaciones de poder en que
der que la producen, sin cuestionar su [Cazo histórico. El se inscriben y que deben leerse siempre dentro del contex­
registro mítico que genera la mayoría de las narconovelas, to general de los discursos de nación constituidos desde el
por ejemplo, emplea una estrategia narrativa que, como centro, y no como oposición o alteridad aislada de ese mis­
explica Roland Barthes, conviene la historia en naturale­ mo centro. En otras palabras, ciertas regiones del norte
za, adopta "la simplicidad de las esencias", luego "orga­ pueden por momentos ser enclaves de marginalidad y vio­
niza un mundo que es sin contradicciones porque carece lencia, pero en coyunturas específicas esos mismos espa­
de profundidad" y finalmente "establece una feliz cla­ cios pueden también transformarse en centros hegemóni­
ridad".4 Lo mismo ocurre con las nociones de hibridez cos del poder político y cultural del país. En cualquier
y mestizaje cultural que supuestamente distinguen a los instancia, la posición del norte, como la del centro, remite
espacios fronterizos. La falacia de estos dos conceptos ha a ejes complementarios que lejos de escindirse, deben ana­
sido demostrada desde varios frentes críticos, tanto en lizarse uno en relación con el otro. El caso de Ciudad Juá­
los textos fundacionales de Anwnio Cornejo Polar has­ rcz es emblemático de esta propuesta crítica: el hecho de
ta las más recientes intervenciones de Neil Larsen y aparecer como la urbe más violenta del país a partir de la
Joshua Lund. 5 Estas lecturas críticas revelan cómo la ce­ militarización ordenada por el presidente Calderón en
lebración de la hibridez y el mestizaje efectúa un borra­ 2007, no hace sino explicar las relaciones de poder que se
miento de los sistémicos desastres socioeconómicos y aplican a la especificidad del norte dentro del trazo históri­
culturales del país, al mismo tiempo que reafirma el po­ co del narcotráfico en México.
sicionamiento de la clase hegemónica y posterga indefi­ El gesto crítico que nos importa, entonces, no es descri­
nidamente todo proyecto concreto que busque afrontar la bir los supuestos atributos esenciales de la "literatura del
hrutal inj lIsticia social. norte", sino estudiar la especificidad cultural que se genera
en relación al objeto geopolítico que invoca el norte en los
discursos literarios. El norte en la literatura mexicana con­
4 ~OhIlHI Barrhcs, Mylhologies, p. 143. temporánea, y no el revés de ese sintagma. Nos interesa
, Antonio (:orncjo Polar, "Mestizaje e hibridez: los riesgos de las elucidar, siguiendo la noción propuesta por Carl Schmitt, el
1II,\t~tiJrl'N"; Ncil I ,lIr~cn, "La falacia 'híbrida', o la cultura y la cuestión
nf)m()s del norte: el sistema espacial y político que organiza
,Ir ,.. nCt'""idl4d hi"t(\ric,.'lI"; J()shna Lund, Tlle Impure Imaginalion. Toward
" 1:"rifNI lIy/l",lIrv iN I,,,,;n Amfrimn Wn'ling. el conocimiento de la zona y la disposición de sus socieda­

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des a partir de un "orden concreto de pensamiento".6 Este Iccrcamientos, lecturas analíticas sobre el norte en deter­
sistema de conocimiento se activa en el presente volumen minadas encrucijadas culturales y políticas que ponen de
de dos formas generales: 1) como el proyecto que bajo la manifiesto relaciones de poder y fenómenos culturales
égida del positivismo durante el Porfiriato procuró la con­ complejos, y que aunque referidos desde el norte, con fre­
solidación del Estado moderno mexicano, imaginando el cuencia implican directa o indirectamente a otras regiones
norte como la frontera última por conquistar, el espacio in­ del país, del hemisferio y del mundo, produciendo diálo­
civilizado que había que incorporar al orden concreto de ~()S teóricos exógenos e inusuales. El norte, según lo con­
la nación; 2) como la dispersión de ese orden concreto y la cebimos aquí, funciona no como punto de recepción que
instalación de uno nuevo ---el estado neoliberal-, que ejemplifica marcos conceptuales importados, sino como un
desde la última década del siglo xx sobrepasa los límites de espacio de significación que genera e invita determinadas
lo nacional y que produce en México nuevos sistemas alter­ reflexiones teóricas. Por lo tanto, partir de esta especifici­
nativos de conocimiento: las redes de poder conformadas dad local es aquí una forma de reorientar y diseminar tra­
por alianzas transversales y conflictos entre gobiernos y sus yectos conceptuales que suelen ser unidireccionales.
corporaciones judiciales locales, estatales y federales que El presente volumen reúne diez ensayos escritos por
operan a la vez como jefes de cárteles de Ja droga; los sec­ jóvenes críticos con formación académica en México y en el
tores depredadores de inversionistas domésticos y extran­ extranjero. Los ensayos están agrupados bajo cinco seccio­
jeros; las instituciones y grupos de poder que intervienen nes que siguen la propuesta original de los compiladores,
en los flujos migrantes; los afectos y los procesos cultura­ pero que también se adaptan a las lógicas de lectura plan­
les que surgen de los vectores de hegemonía y subalterni­ teadas por los autores en cada uno de sus trabajos. Aunque
dad que se activan en las comunidades imaginadas del nor­ originalmente se consideró un volumen representativo de
te en relación con el centro y que producen reapropiaciones las variadas aproximaciones al norte en la literatura mexica­
de la tradición, éticas intelectuales frente al caos, estéticas na moderna, las elecciones de cada ensayista invitado mo­
rebeldes y proyectos de emancipación imaginarios e inocu­ dificaron el esquema, y en algunos casos, reorientaron el
lados de irónico cinismo. proyecto. Aunque no están todos los autores que quisimos
Explorar la especificidad de las narrativas que asumen ver estudiados -la falta de ensayos sobre Jesús Gardea,
el norte como objeto de conocimiento no conduce al retor­ Nellie Campobello, Carlos Montemayor, Rosina Conde,
no de un torpe regionalismo. Por el contrario, los críticos Heriberto Yépez o Rosario Sanmiguel, por mencionar sólo
que aquí abordan la obra de autores tan disímiles como algunas de las más importantes ausencias, nos confirma la
Heriberto Frías, Daniel Sada y David Toscana, intentan condición incompleta del volumen-, sí aparecen autores
lecturas heterodoxas y de referentes múltiples, libres de cuya obra nos permite experimentar el norte en todo su
atavismos e inercias críticas. Cada uno de los textos reuni­ potencial multifacético. Quisimos privilegiar la frescura
dos en este volumen se propone, siguiendo muy variados de la libertad temática y teórica en cada artículo, por lo que
el volumen gana en variedad discursiva y remite a las in­
tervenciones eclécticas y espontáneas de una conversa­
h Carl Schmitt, The Nomos ollhe Earth in Ihe lnlernational Low ollhe

'/11,\' P,,/JIit.'um Europaeum, p. 19, ción animada. Partimos de la premisa de que el norte es un

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TIERRAS DE NADIE Viviane Mahieux y Oswaldo Zavala

campo de estudio en constante transformación; por lo tan­ que implica la masacre de un pequeño poblado de Chi­
to, este libro se ofrece como una contribución a una discu­ huahua que, como argumenta Lebedev, supone "una ame­
sión en proceso más que como un diagnóstico post mórtem naza para la definición del poder central y su cohesión en
de un momento en la historia cultural mexicana. el territorio nacional" ante la confección final del Estado
El primer texto se acerca al principio de la genealogía mexicano moderno. Lebedev revela, a través de un análisis
literaria que buscamos reconstruir. Como anota María Le­ foucauldano, las "razones de Estado" que llevan a Porfirio
bedev, el norte como espacio de prácticas culturales espe­ I )raz a borrar a Tomóchic del mapa nacional por atreverse a
cíficas y como zona de articulaciones otros de lo nacional articular un comportamiento otro que produce un cortocir­
tiene como fecha de aparición en el horizonte de las letras cuito, que aunque minúsculo, desestabiliza el proyecto
mexicanas el episodio en que la primera columna del ejér­ estatal. La crucial importancia de Tomóchic sólo puede com­
cito enviado por Porfirio Díaz se prepara para el primer prenderse al situarla en la gran dialéctica continental entre
asalto a Tomóchic: civilización y barbarie inscrita en el Facundo (1845) de Sar­
miento. Dos relatos militares acompañan la crónica de des­
Una gritería de entusiasmo acogió en las filas el primer caño­ trucción escrita por Frías: Uno excursión a los indios ronqueles
nazo asestado a lomóchic. (lH70) de Lucio V. Mansilla y Os Sertoes. Componho de Co­
-¡Viva México, viva el general Díaz! -gritaron algunos, nudos (1902) de Euclides da Cunha. Vincula a estos tres li­
creyendo que aquel cañón era el triunfo suyo y la derrota del hros la búsqueda de la modernidad a partir de proyectos
pueblo. [... ] positivistas que reclaman la conquista final de fronteras te­
-¡Conque aquí va a ser el combate, como quien dice en rritoriales y culturales, la Pampa argentina en el primero y
medio del bosque y en la falda de un cerro! -pensó Miguel, el sertón del noreste brasileño en el segundo, regiones que,
aterrado comprendiendo lo inminente del peligro y lo difícil como el norte en México, han desentonado violentamente
de la situación... [... ] con los proyectos nacionales Latinoamericanos.
-¡Viva el Supremo gobierno! ¡Viva la República Me­ Un siglo después, la obra de autores como Luis Hum­
xicanaF herto Crosthwaite es sin duda uno de los mejores vehículos
para comprender los procesos culturales más recientes del
El extraño instante en que soldados mexicanos atacan a norte. La lectura de Ignacio Sánchez Prado nos coloca
connacionales en una provincia del territorio nacional, frente a lo que él denomina la frontera '''fantásmica'', no­
como si invadieran un país ajeno, es el momento también ción por medio de la cual señala las aporías de las tesis
de la génesis del norte como espacio de un orden concreto ~()brc la hibridez y la agencia cultural en la frontera. Su
alternativo. El devastador relato de Tomóchic aparece pri­ análisis de un relato de Crosthwaite, donde una oficinista
mero por entregas en el diario El Demócrata en 1893. El se ima~ina escapando de la frontera hacia Estados Unidos
protagonista, el subteniente Miguel Mercardo -álter ego acompañada de Elvis Presley, desarticula el facilismo de
de Hcriberto Frías-, se desplaza entre el horror y el enigma los estudios sobre la subalternidad. Así, Sánchez Prado con­
cluye que la imaginación narrativa de un sujeto femenino
7 Hcribcrto Frías, Tomóchic, pp. 56, 58-59. emancipado de los aparatos socioeconómicos de injusticia

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y opresión en la frontera "es precisamente eso: una imagi­ reacciones que Villagómez cataloga en su análisis -huir,

nación. Su función crítica es el énfasis en las condiciones colaborar, sucumbir o ser testigo- nos ayudan a considerar

de profunda alienación de un grupo social invisibilizado en nuestra propia postura como académicos o escritores, dejan­

la tierra baldía del capitalismo tardío". do abierto el debate sobre las formas que debe tomar la res­

i\,
Retomando el discurso literario, Geney Beltrán Félix nos ponsabilidad intelectual en una situación tan extrema como

ofrece un minucioso acercamiento formal a la prosa de Daniel la que atraviesa el México contemporáneo.

Sada. Aunque con frecuencia la crítica menciona las peculia­ Enseguida, Christina Soto van der Plas y Felipe Ríos

res estrategias narrativas de las novelas y cuentos de Sada, Baeza nos comparten dos lecturas sobre David Toscana,

Beltrán Félix es acaso el único que se ha tomado la tarea de escritor que ágilmente dialoga en su narrativa tanto con la

seriamente trazar los recursos formales de la prosa sadeana especificidad histórico-cultural del norte como con las tra­

que incorporan el verso de la épica medieval y la música po­ diciones latinoamericanas del post-boom. Toscana logra,

pular, el octosílabo, en sus distintas modalidades rítmicas. Su de manera ejemplar, esquivar el encasillamiento regiona­

lectura cuidadosa remite a los exhaustivos ejercicios de filolo­ lista a la vez que plasma minuciosamente el norte en su

gía que revelan los andamiajes poéticos más intrincados, y escritura. Su obra se enfrenta a los dilemas políticos del

nos confirma que la prosa de Sada debe leerse como conti­ norte desde un imaginario abstracto, filosófico, metatex­

nuación de la mejor poesía en lengua española desde el Siglo tual. Sin duda, por esta singularidad, Toscana es el escritor,

de Oro y sus vertientes populares contemporáneas. de los ana1Ízados en esta compilación, que más se presta a

Berenice Villagómez reflexiona por su parte sobre las una lectura teórica. Soto van der Plas parte de una reflexión

representaciones literarias de la labor intelectual frente a la sobre las interconexiones entre lo real y la ficción para pre­

encrucijada norteña actual. ¿Cuáles son las diferentes guntarse cómo ésta nos puede llevar a repensar nuestro

~
opciones que se perfilan para el intelectual desde la produc­ propio marco conceptual, y cómo puede servir de vehículo

ción literaria? ¿Cómo puede el quehacer artístico reaccionar crítico al facilitar modificaciones en la percepción de lo

éticamente frente a los profundos trastornos causados por el sensible, abriendo así el potencial de una nueva práctica

narcotráfico, la violencia y la impunidad? Villagómez se en­ política de la escritura. Mediante el análisis de El ejército
frenta a estas preguntas por medio de la obra de cuatro es­ iluminado, Soto van der Plas explora los recursos utilizados
critores cuyos textos retan la complejidad del norte con por Toscana para fracturar el discurso nacional desde su in­
personajes que se tornan hacia una variedad de prácticas ar­ terior, cuestionando así las declaraciones hegemónicas
tísticas: la pintura (en Nostalgia de la sombra de Eduardo en las cuales lo subjetivo se presenta como real. Toscana
Antonio Parra), el corrido (en Trabajos del reino de Yuri lleva las metáforas nacionalistas a un nivel literal y propone
Herrera), el cine (en Tiempo de conejos de Imanol Caneyada) una comunidad alternativa que se forma desde lo singular
y la dramaturgia (en Contrabando de Víctor Hugo Rascón (que ella denomina "lo idiota"), para subvertir la comuni­
Banda). Las prácticas artísticas analizadas aquÍ suelen lle­ dad imaginada del nacionalismo y revelar la fragilidad de
varse a cabo en contraposición a normas externas con las sus premisas discursivas.
cuales están en constante negociación, como lo son la alta Felipe Ríos Baeza se aproxima a otra novela de Toscana,

cultura, la cultura metropolitana o la estadounidense. Las El último lector, poniéndola en el contexto del tono apoca­

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líptico que ha caracterizado mucha de la producción litera­ Mariana Martínez Salgado se propone el reto de estu­
ria del nuevo milenio. A partir de un paralelo entre el últi­ diar a otro joven cuya obra apenas comienza a conocerse en
mo hombre de Nietzsche y el último lector que Toscana M~xico. Se trata de Miguel Tapia A1caraz, cuya colección
sitúa en Icamole, Ríos Baeza explora el espacio de este de cuentos Señor de señores y Los caimanes irrumpió en el
pueblo aislado, cuasi fantasma, que sirve de límite del país panorama literario como una anomalía extemporánea, que
frente a sí mismo y que manifiesta en su aridez la ausencia "in embargo, como demuestra Martínez Salgado, aborda los
de un futuro nacional viable. En la interpretación de Ríos principales temas de la mitología del norte (el narcotráfico,
Baeza, "leer significa no morir". La lectura, entonces, se ve InN corridos, los pueblos polvororientos y anónimos) sin in­
reflejada en la novela como la única actividad constante currir en los clichés que abundan en las novedades lite­
que puede mantener una comunidad en vida, el único pro­ Nrias recientes sobre el norte. U no de los relatos de Tapia
ceso regenerador capaz de visualizar un futuro frente al Alcaraz aquí estudiados, por ejemplo, se revela como una
apocalipsis de un norte que parece ser olvidado por el resto a~uda reescritura de las venganzas de sangre entre narcos
del país, salvo por algún accidente histórico -aquí, elllan­ 'llIe insólitamente se derivan de las oscuras y polisémicas
[O de Porfirio Díaz- que sigue siendo central a la identi­ vif\cras del Levítico del Viejo Testamento, narración en
dad local más de cien años después de su ocurrencia. cllIe el antojadizo "Señor" dispone de la vida de sus fieles.
Ana Sabau se aventura a analizar Lo biblia vaquero y La E~a misma imposibilidad de refrenar la fatalidad detona la
"ltIfT(ln(J negro de lo literatura rOJO, dos libros recientes de experiencia del miedo y la angustia que Martínez Salgado
(~ilrl()s Velázquez, una nueva vo~ que logra abordar los sub­ cClOceptualiza y define como los principales mecanismos de
mundos norteños esquivando la estetización de la violencia representación de la violencia en la obra de Tapia Alcaraz:
y ~lI~ suhsecuentes lugares comunes. Sabau analiza las no­
vcI"~ de Velázquez desde el paradigma de la "literatura tra­ y es que detrás de estos sacrificios no está, como en el Leví­
vCNtidu", argumentando que "a partir de la representación tico, Dios, Yahvé, sino una especie de dios con minúscula, de
llue hucc de los roles de género, ofrece una subversión y todopoderoso no del mundo espiritual, sino del de las drogas:
un.. ~C:NC"tabilización de aquello que se ha tornado normati­ un capo cuyos poderes son tan grandes que puede permitirse
VU In 1.. -literatura del norte"'. En este ensayo, entonces, el pedir a sus "hijos" el sacrificio.
INv••thu1\o (como gesto subversivo que no borra del todo
.1 mudll.. que parodia) sirve de táctica para rebelarse no Pura cerrar este volumen, decidimos insertar dos ensayos
..ti.. hnte al encasillamiento regional editorial, sino tam­ que condensan las posturas más provocadoras y ágiles so­
""n pi'. cuestionar la dicotomía artificial entre lo local y lo hre el norte en la narrativa mexicana. Los dos textos, de

,.,11.
_1 y 1" esencialización de la cultura norteña posibilitada
L:ategorías binarias. De esta forma, Sabau nos pro­
. . . unllectura de la literatura sobre el norte que revela las
Rafael Lemus y Valeria Luiselli, aparecieron publicados en
I",lrtlS Libres y Nexos respectivamente, y ofrecen interven­
ciones que reflejan el proyecto de este libro como una invi­
INIttIVklftcs de la etiqueta de "literatura del narco", ofre­ taciÓn a un debate flexible y productivo. El texto de Rafael
...... tu vez "la literatura bajo los efectos del neolibera­ I Jcmus no escatima su objetivo crítico y apunta: "Es impo­
111""'" .,UIOO un marco conceptual menos reductivo. !iihle huir: el narcotráfico lo avasalla todo y toda escritura

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TIERRAS DE NADIE Viviane Mahieux y Oswaldo Zavala

sobre el norte es sobre el narcotráfico". Como exploración reside en la necesidad, que parecería obligatoria, de vincu­
crítica de la narcoliteratura, Lemus subraya, entre otros lar la producción literaria a la supuesta afirmación de una
puntos, uno de los rasgos más problemáticos de este tipo identidad regional o nacional. ¿No es significativo que tan­
de narrativa. Explica: "Una idea parece sedarlas: ya es de­ to la crítica como la literatura reafirmen el perfil mexicano
masiado perturbador el contexto, demasiado brutal la vio­ más visible en la República Mundial de las Letras, el de la
lencia, como para aparte crear tramas delirantes". La de­ violencia, que incidentalmente es el que más garantiza éxi­
construcción de Lemus, que le valió una enérgica réplica tos editoriales? ¿Cómo se puede abordar una problemática
de Eduardo Antonio Parra en la misma Letras Libres, enun­ local de forma que pueda ser leída más allá del referente
cia aquí un punto clave del debate: el uso excesivo y gráfi­ inmediato? Luiselli apunta aquí a una de las paradojas del
co de la violencia en estas novelas con frecuencia no aporta mercado cultural, que dicta que para entrar en lo global se
más que una trama ligera que reduce el complejo tema del tiene que reafirmar un parámetro local y temporal clara­
narcotráfico a una pobreza causal de superficialidad tan mente delimitado. En este sentido, su texto cierra nuestro
anticipable como su éxito comercial, acaso porque vuelve volumen apuntando a algunas interrogantes que han atra­
legible un problema nacional reducible a los bestiales nar­ vesado, en cierta medida, todas las contribuciones aquí re­
C08, ridículos y estrafalarios. Las narconovelas estimulan unidas: ¿cómo podemos sobreponernos al determinismo
así la imaginación de un público acostumbrado a la produc­ crrtico del texto literario como diagnóstico de la condición
ción análoga de telenovelas y películas de bajo presupues­ nacional del momento? O más específicamente: ¿qué estra­
to que dominan el gusto popular desde la década de 1970 tegias analíticas podemos articular para realzar la multipli­
y que en la actualidad se corresponden plenamente con La cidad del norte como sitio de enunciación sin desatender la
reina del sur, narconovela del español Arturo Pérez-Reverte realidad cotidiana de su violenta desintegración?
que la cadena Telemundo adaptó con gran éxito para la Nos complace proponer este índice de jóvenes firmas
pantalla ch ica. que materializan en cada una de sus trayectorias la disper­
El último ensayo que incluimos proviene de Valeria sión nacionalista y la desterritorialización de la identidad
Luiselli, quien se inserta en los debates actuales en torno mexicana que no admice la fijeza artificial de la ciudada­
al papel de la crítica en México con una reflexión refres­ nfa. Muchos de nuestros autores, originarios de diferen­
cantemente equilibrada. La fascinación contemporánea tes puntos del país, incluyendo la capital, no residen si­
por lo abyecto, por la violencia, por lo sórdido no es un quiera en México. Creemos que el rigor de algunos de los
fenómeno innovador, nos sugiere Luiselli, más bien su­ ensayos respeta la ambición de acercarse a cada una de
cede que la crítica no logra contextualizarla puesto que ca­ las obras estudiadas con la seriedad del análisis académico,
rece de una mirada que abarque la complejidad de la tradi­ mientras que la prosa ensayística de otros refleja momen­
ción li teraria mexicana. Lo su puestamen te su bversi va -por tos importantes de la crítica culrural en las principales
no respetar jerarquías culturales, por indagar en los sub­ revistas literarias en México. Al yuxtaponer diferentes to­
mundos del neoliberalismo- se ha vuelto cliché, pero al nos, metodologías y posicionamientos, queremos también
no reconocer su repetitividad sigue suponiéndose como trazar un puente entre dos núcleos discursivos -el de
transgresivo. Otro tropiezo en la crítica contemporánea la academia y el del periodismo litcrario- que suelen

22 23
TIERRAS DE NADIE

desarrollarse de modo paralelo sin aprovechar los múl­ EL NORTE COMO LÍMITE

tiples puntos de enlace a través de los cuales podrían Y LOS LÍMITES DEL NORTE

enriquecerse. Las limitaciones del volumen, por supues­


to, son evidentes y sería redundante anotarlas. Preferimos
terminar esta introducción expresando la esperanza de ge­
nerar un giro productivo en la discusión sobre el norte en
la literatura mexicana, uno que dé cabida a reflexionar so­
bre los modos de pensar (más allá de) lo nacional en estos
inicios del siglo XXI. De este modo, como último gesto crí­
tico, nos sentiremos satisfechos si logramos demostrar que
el norte es uno de los espacios privilegiados del imaginario
mexicano, precisamente porque la ilusión de un centro
cultural único y autosuficiente ha por fin llegado a un pun­
to de agotamienro. En su evanescencia, las otras regiones
de significación del territorio mexicano reaparecen a tra­
vés de la constelación informe y discontinua que nombra
1I la volátil idea de México.

~i 1II
Viviane Mahieux y Oswaldo Zavala

24
I
El sublime objeto de la frontera

Ignacio M. Sánchez Prado

EMPECEMOS CON UNA HISTORIA de amor. Marcela es una ofi­


cinista de cuarenta años, inmersa en una vida de soledad.
Todas las tardes se sienta en el Paseo Costero de Tijuana a
observar el mar y a la gente. Un buen día Marcela mira por
primera vez al Rey: "En la frontera", nos dice el narrador,
"es común encontrar a seres como Elvis. Vagabundos, que
1
¡
.i
a menudo borrachos, rondan los parques, duermen sobre
las bancas o se tiran junto a licorerías esperando que se los
lleve la policía o el olvido".1 Elvis Presley reaparece en Ti­
juana arruinado, nadie le permite cantar en los bares o
en los autobuses y camina por un Paseo Costero que, según
el narrador, fue devastado por una "tormenta que dejó a las
calles mordidas como una gran torta de atún".z Elvis emer­
ge como el espectro de una cultura norteamericana que
existe como ruina y decadencia en el espacio de Tijuana.
"Elvis caminando solitario, escribiendo su nombre en la

arena y mirando cómo desaparece entre espuma y sargazo"


3

¡
es la figura de una cultura imperial desterritorializada, un I!

fantasma que seduce a Marcela, quien lo observa caminan­

do por la costa. Un día Elvis se presenta a Marcela: "Soy el

Rey, me llamo Elvis". "Extrañamente", recuenta el narra­

dor, "ella pareció comprender".4 Después de enamorarse

inmediatamente, Marcela y el rey caminaron hacia el norte

I Luis Humberto Crosthwaite, Maree/o y el rey o/finjun/os, p. 17.

2 Ibid., p. 18.

.\ Ibid., p. 19.

~ I.oc. cit.

43

4
TIERRAS DE NADIE Ignacio M. Sánchez Prado

hasta que se toparon con un anuncio en mayúsculas que Iplemado hace mucho tiempo".8 Las pistolas, sin embargo,

advertía: "HEY TÚ, ¡PRECAUCIÓN! ESTÁS ENTRANDO A LOS ES­ .maten para todos aquellos que cruzan la frontera día tras

TADOS UNIDOS DE AMÉRICA, EL PAís MÁS PODEROSO DEL MUN­ incluidas mujeres como Marcela. El objetivo de

DO. ¡NO LO HAGAS!".5 Ahí Marcela y el rey deciden cruzar la ~"'Iusthwaite no es solicitar una narrativa realista o antropo­
frontera, "el famoso límite [... ] conocido en otros lugares 16gica que dé cuenta fielmente de las penas y problemas

como la línea de crucecitas dibujada en todos los mapas y de la región, propósito que me parecería trivial, sino que el

que nos enseñan a respetar en la primaria".6 Marcela y el carácter imaginado de la liberación de Marcela funciona

rey, por fin juntos, cruzan la frontera y los esfuerzos de los para poner en evidencia ciertas contradicciones de la vida

111
1
1

.1 guardianes, sus helicópteros y sus balas son inútiles: "Mar­ en la frontera que sólo la literatura puede poner de mani­

1
cela y Elvis siguieron caminando. Ella recibía el rock por fiesto. El momento en que entra al (erreno de la fantasía y

primera vez. Él cantaba sus éxitos de antaño bajo la intensa logra cruzar por fin la frontera es una reflexión de la impo­
1
luz de los helicópteros. Había en todo aquello algo mucho libilidad misma de cruzarla. La irrupción de Elvis en la

.'11:1
1''~1'" I mejor que en Las Vegas".7 vida de Marcela y el escape que le proporciona son sólo

"Marcela y el rey al fin juntos" de Luis Humberto posibles en el nivel de 10 imaginario. Por ello, antes de co­

¡,':"II Crosthwaite atestigua simultáneamente la incapacidad de nocer al Rey, el escape de Marcela era ver una telenovela

narrar la vida cotidiana de la frontera y la construcción donde el personaje principal tiene su nombre, Marcela, y

! 11,1 de fantasías que enmascaran su experiencia. Marcela, no , vive feliz. Esto se contrapone a su vida real, donde "nadie
!;I debemos olvidar, es una mujer sola, de vida monótona, le invita un café por las tardes ni la lleva a bailar ni a cenar
como muchas de las mujeres que pueblan las oficinas y las ni a piscar tomates en un rancho gringo al otro lado de la
maquiladoras de la frontera. Su espacio de liberación es frontera".9 Marcela vive en el mismo anonimato que las
I,r imaginado: la construcción de un melodrama personal don­ mujeres que trabajan en la maquila todos los días: la fanta­
de Elvis, ignorado por la sociedad fronteriza, es aceptado .ra no hace sino evidenciar el carácter monótono y solitario
sólo por ella. El centro de la historia, entonces, puede leer­ para un sector más empobrecido y vulnerable de la socie­
.11
'ji:,:,'
1':1
,11

I"i¡iil
se como el desplazamiento de la experiencia solitaria de las
mujeres de la clase trabajadora fronteriza hacia un imagina­
rio fantasmático, una espectralidad que regresa incesante,
dad fronteriza postindustrial.
El uso que Crosthwaite hace de la ironía le permite ubi­
car en pequeños momentos absurdos de su historia (como
,
1
I
representado como una liberación. En este sentido, el cru­ Elvis apareciendo de repente en Tijuana) dispositivos que

ce de la frontera es el momento clave de la narración: "La lubvierten la imagen de cotidianidad dentro de su narra­

gente tonta nunca comprendió que ni ellos [los guardia­ ción. Es esta ironía la que está ausente, por ejemplo, de un

¡" II
nes] ni sus pistolas existían para Marcela y el Rey, que cuento como "Malintzin en las maquilas" de Carlos Fuen­

eran, como la frontera, sólo cruces pequeñas en un mapa tcs, donde el momento de liberación de su personaje, Ma­

rina, consiste simplemente en pisar un césped con un

5 Loc. cit.

6 ¡bid., p. 20.

"l.oc. cit.

7 ¡bid., p. 21.

\J ¡bid., p. 15.

44 45

I~ 4
TIERRAS DE NADIE Ignacio M. Sánchez Prado J
letrero que lo prohíbe. Fuentes, además, sigue superpo­ fa de la Onda, sirven para poner en entredicho cual­
niendo la mitología de la nación, en este caso la Malinche, proceso directo de semantización literaria del espacio
como estrategia explicativa del espacio fronterizo. La dife­ Elementos como frases salteadas, cambios brus­
rencia aquí es que la narrativa de Crosthwaite no propone 'de perspectiva y mezclas azarosas de registros lingüís­
una estrategia semejante, sino que reflexiona sobre la im­ sirven para socavar cualquier definición. Si, según
posibilidad de dicha narración. Por ello, buena parte de su ul a única definición posible de un objeto en su iden­
obra funciona como una serie de dispositivos irónicos que es que éste es el objeto que siempre es designado
desplazan la narración siempre hacia otra parte: la frontera el mismo significante", 12 Crosthwaite afantasma el len­
real deja su lugar a aparatos culturales que producen imagi­ fronterizo para imposibilitar incluso esa identifica­
narios e ideologías: la cultura norteamericana ("Marcela y Ni los contenidos ni las formas son fijas en la narrativa
el rey"), la historia colonial (La Juna siempre seró un amor teriza: todo lo sólido, para usar un viejo cliché, se des­

diflei!), la cultura popular (Idos de Jo mente). La frontera sue­ cee en el aire.

le ser presentada como un espacio subvertido donde los "Marce1a y el Rey al fin juntos" se centra en un fantas­

signos que la constituyen son fantasmáticos: la frontera mi que recorre como otro cliché los estudios culturales: el

existe como el resto de la historia de México, la huella de fantasma de la frontera. Espacio pensado constantemente

una cultura popuJar evanescente, el deseo por una cultura desde una concepción cuasi-turística de lo híbrido, la fron­

norteamericana que a la vez rechaza. Es esta fantasmagoría . •ra México-Estados Unidos parece constituirse creciente­

profunda el punto ciego de narradores como Fuentes y de mente en una poderosa metáfora de las agendas críticas de

muchos de los estudios sobre la frontera y el bilingüismo: nuestros días: diversidad, bilingüismo, cultura popular, mi­
la explicación es siempre superpuesta a un espacio defini­ ¡ración. Toda metáfora crítica, sin embargo, acarrea despla­
do por su evanescencia. .amientos y genera máscaras, y el proceso de conceptuali­
El otro elemento crucial aquí es el uso del lenguaje en ,~::: lación de la frontera teórica ha desplazado poco a poco la
,,~,

'I;.~.: .'.: aemántica de un territorio violento, en ruinas y espectral,


.
la narrativa de Crosthwaite. La crítica de su obra ha coinci­
dido en señalar que su trabajo incorpora diversos registros :, '" cuya complejidad emerge tanto de los celebrados proce­
lO
lingüísticos de Tijuana y que su experimentalismo renun­
cia a la simple recreación del habla regional. 11 El punto, sin
,/ lOS de encuentro cultural como de las lógicas conflictivas
z' que definen el espacio nómada del norte de México. La
1
embargo, se ha perdido. El lenguaje de Crosthwaire, me frontera es entonces la fantasía última de los estudios cul­
!I parece, da cuenta de una fractura en los procesos de signi­ turales, entendiendo fantasía desde la definición de Zizek:
ficación de la narrativa mexicana. Sus juegos narrativos, Ilfantasía es el medio que tiene la ideología de tener en
1; herederos directos del trabajo más disruptivo de la llamada cuenta de antemano su propia falla".13 La voluntad utópica
¡
impuesta en la frontera y sus dinámicas da cuenta de la
incapacidad del vocabulario de la hibridez en la compren-
Miguel Rodríguez Lozano, El norte. Una experiencia contemporánea
1<1

ntJfTaliva mexicana, p. 40.


fII Itl
IZ Slavoj Zizek, El sublime objeto de la ideología, p. 139.

11 H umbcrto Félix Berumen, Textua. Ensayos y artículos sobre literatu­


m ti, IJ(/jil (,(Jlijol7JitJ, p. 105. 13 ¡bid., 173.

46 47

,
TIERRAS DE NADIE Ignacio M. Sánchez Prado

si6n de las experiencias de la derrota y de las violencias las balas se vuelven inútiles. Es precisamente este

incomprendidas que la componen. lo que la metáfora de "entrar y salir de la moderni­

Las poéticas narrativas de la frontera evidencian esta referida constantemente por el concepto de hibridez

15
crisis de la representación, que se ha convertido en un pun­ IlCUlado por Néstor García Canclini no puede narrar. La

[O ciego de varios proyectos críticos de la pos modernidad. ra no es una caja de herramientas en la que los consu­

En este sentido, Crosthwaite se ha constituido en una de se mueven con libertad: en los espacios fronterizos

las figuras icónicas de la literatura fronteriza precisamente INta más bien de un pliegue barroco que satura el ima­
por su capacidad de construir mundos evanescentes que rio de sus habitantes y que convive irónicamente con la

ironizan constantemente la geopolítica cotidiana de la cia diaria del narcotráfico y la maquila. Las referen­

frontera, sea en su corte realista y tremendista (pienso en culturales han dejado de ser aquí un repertorio de la
Tijuono: crimen y olvido) o en su corte fabulístico (como "pcriencia: se trata de fantasmas emigrados de territorios
Aportodemíestecóliz). En "Marcela y el rey" la cifra de esta 1Io1cntos que emergen de las ruinas de la modernidad.
ironía radica precisamente en el carácter fantasmal de E Ivis Nuria Vilanova ha señalado que los textos de Crosth­
y su función subversiva en el imaginario fronterizo. La his­ 'te encarnan la frontera en su nivel textual,I6 es decir,

toria de amor, en este sentido, permite configurar la derrota configurados a partir de elementos lingüísticos, imáge­

del lenguaje en su intento de dar cuenta de la experiencia y cartografías de la vida fronteriza. Vilanova ubica el

cotidiana de la frontera. Giorgio Agamben, a propósito del de "Marcela y el rey" en su capacidad de transfor­

Dolce Slil Nuovo, ha señalado: Ir la dimensión dramática de la migración en un "juego

-.r
Irónico en que la marginalidad de los personajes se disfraza
El objero de amor es en efecro un fantasma, pero este fantas­ de glamor y heroísmo" .17 Aunque esta lectura busca enfati­
ma es un 'espíritu' inserto, como tal, en un círculo neumático la cercana relación de la narrativa de Crosthwaite con
contradicciones sociales de la frontera, el análisis ofreci­

,
en el que quedan abolidos y confundidos los confines entre lo
exterior y lo interior, lo corpóreo y lo incorpóreo, el objeto y por Vilanova es muy sintomático del voluntarismo inter­

.a
su deseo. 14 tativo de muchos estudios de la frontera: la necesidad

transformar la miseria en heroísmo y la fractura semán­


.~
En términos de la poética de Crosthwaite, esto se traduce de la frontera en un carnaval de la diferencia. El des­
en la construcción de un pliegue que yuxtapone las fanta­ .plazamiento de lo dramático a lo irónico en Crosthwaite,
sías de emancipación de mujeres como Marcela con la frus­ Iln embargo, apunta a algo más profundo: la trivialidad de
tración y sordidez de su vida. La referencia a la poesía dan­ los espacios imaginarios en la vida de la región. Dicho
tesca invocada aquí no es en lo absoluto casual: la cifra del de otra manera, la historia de amor entre Marcela y Elvis
amor idealizado de Elvis es lo que permite a Marcela su
descenso al infierno cotidiano del cruce. Sólo de la mano de 15 Néstor García Canclini, Culturas híbn'das. Estrategias para entrar y

,,/irde lo modernidad.

14 Giorgio Agambem, Estancias. La palabra y el fantasma en la cultura 16 Nuria Vilanova, El espacio textualde lafronltra nonede México, p. 8S.

()(ádental. p. 187. 17 ¡bid., p. 96.

48

.. 49

-~
TIERRAS DE NADIE Ignacio M. Sánchez Prado

enfatiza hasta lo grotesco el carácter fantástico del final fe­ . la construcción de sistemas de símbolos que
liz. Volviendo a la noción de fantasía de Zizek, el cruce al discurso crítico y lo vacían de historia. AqUÍ la
imaginado de la frontera es precisamente la postergación n de "Marcela y el rey" es clave. La imaginación de
perpetua de un cruce real: la voluntad de una vida mejor lujeto femenino emancipado es precisamente eso: una
que permite seguir viviendo en la tediosa cotidianidad Iftlginación. Su función crítica es el énfasis en las condicio­
y que funciona precisamente en su carácter imposible. de profunda alienación de un grupo social invisibiliza­
La comprensión celebratoria de lo fronterizo como "en­ en la tierra baldía del capitalismo tardío. La celebración
tre-lugar" (in-between spoce), tan presente en figuras como la subjetividad de la nueva mestiza aquí es simplemente
Homi Bhabha, Walter Mignolo y Néstor García Canclini, al: las mujeres de la maquila y de los campos de Cali­
encuentra, como mencioné antes, su punto ciego aquí. En . o aquellas que son asesinadas con grotesca persisten­
su crítica a García Canclini, Neil Larsen ha observado que en Ciudad J uárez no tienen tiempo de inventarse iden­
la noción de hibridez implica un desplazamiento de una fa­ iones con los dioses prehispánicos del viento.
lacia esencialista por una falacia de la textualidad, donde la La obra de Crosthwaite, en cambio, comprende algo
esencia nacional es sustituida por el mito que imagina un las metáforas de la hibridez dejan por fuera: que los
sujeto narrando la nación como texto social desde una con­ . narios de la diferencia vienen acompañados por fuer­
1 tingencia absoluta y ahistórica. Esto, continúa Larsen, re­ rupturas en las dinámicas sociales y comunitarias. Esto
sulta en una noción de cultura separada de toda determina­ ve claramente en su novela breve El gran preténder, la
ción histórica, sin resolver el problema fundamental del .,1U11 narra la historia del Saico, un cholo cuya función en el
esencialismo. 18 El punto es que buena parte del pensa­ I.rrio es proporcionar justicia. Este personaje es arrestado
miento de la frontera se basa en una fantasía ahistórica iris buscar reivindicar a una joven chola, Cristina, que fue
111
de sujetos produciendo diferencia. El ejemplo máximo de .Iolada por un "Johnny", un norteamericano adinerado
esto es el célebre Borderlonds/Lo Frontero de Gloria Anzal­ Clue baja a Tijuana los fines de semana. La narración se
dúa, texto cuya escritura Mignolo equiparó a la producción uncia veinte años después de los acontecimientos, una
fronteriza de El discufJO del método de René Descartes. Al que la comunidad se ha disuelto y la vida del barrio ha
tomar como punto de partida narrativas nacionalistas como .dido a la presión del acoso policial. El nudo de la narra­
la guerra México-Estados Unidos, el mito de Aztlán y la .Ión se encuentra precisamente en la situación inescapable
raza cósmica vasconceliana, Anzaldúa desplaza el esencia­ de los cholos. Mark Hernández ha señalado que mientras
lismo operativo en el discurso oficial mexicano hacia la ima­ ,1 Saico es castigado por adoptar y seguir el rol tradicional
ginación ahistórica de un sujeto social, la nueva mestiza. Si del cholo (macho, defensor de la comunidad), Cristina es

I
bien uno no puede sino simpatizar con el intento de crear ,1, llienada por la comunidad por no seguirlo (su intento de
l'
espacios de expresión para sujetos excluidos, la mitología -; .Iir con el norteamericano es parte de su deseo de no per­
1
de Anzaldúa (como las mujeres de la maquila en Fuentes) tenecer al Barrio).-" E sta posición incómoda reflejala :ógica
representa el juego perverso de cierto pensamiento de la
'," 19 Mark A. Hernandez, "The DIslntegratlon of Commumty In LUIS
18 Neil Larsen, Determínatíons, p. 8S. 7,' Humberto Crosthwaite's El gran preténder', p. 137.

50 51

TIERRAS DE NADIE Ignacio M. Sánchcz Prado

de las relaciones sociales de la frontera: afirmar la identidad de la diversidad cultural de la frontera, no olvide
chola es castigado por el aparato policial y por el racismo de su base concreta es una sociedad elusiva. La frontera
las clases adineradas; no hacerlo es castigado por las estruc­ un espacio donde la modernidad devino zona de desas­
curas internas del poder del Barrio. Aun cuando su narrati­ y sus habitantes son sobrevivientes de un cataclismo en
va recupera muchos elementos del imaginario y del len­ rso. Es necesario desarrollar un lenguaje que sepa dar
guaje fronterizos, y aun cuando un capítulo se basa en la ta de las espectralidades de la frontera. Espectral es la
búsqueda del Saico de una identidad personal, Crosthwai­ .dad donde los restos de los discursos del naciona­
te no se detiene en la representación folclorista de una mo y de la máquina de guerra de la cultura estadouni­
identidad híbrida. El gran preténder es una novela sobre acechan las ilusiones de la nueva clase trabajadora.
relaciones sociales complejas e inescapables. La diferen­ Espectral es el capitalismo fronterizo donde la corrosión
cia con "'Marcela y el Rey" es que la fantasía aquí no exis­ carácter, para usar el término de Richard Senen, desva­
te. Los miembros del Barrio se enfrentan a un destino neció una larga tradición de luchas obreras y acomodó a los
ineludible: la disolución de su comunidad. Una misma hombres y mujeres de la frontera en nuevos espacios de
expresión comienza y termina la novela: "El Barrio es el explotación. Espectral es la nación cuyos símbolos se di­
Barrio, socio, y el Barrio se respeta. El que no lo respeta luelven en recreaciones melancólicas de Pancho Villa inva­
hasta ahí llegó: si es cholo se quemó con la raza, si no es diendo Columbus cada vez que los turistas gringos se po­
cholo lo madreamos macizo" .lO El transcurrir de la historia 'nen un sombrero de charro. Espectral es la memoria de los
cambia su significado: al principio es la afirmación de una miles que cruzan la frontera sin dejar rastro de su presen­
identidad comunitaria, al final es un suspiro melancólico cia. Es necesario combatir el pensamiento crítico que olvi­
por un lazo que sólo existe en su espectralidad. da que todos los fantasmas de la modernidad se recrean
José Manuel Valenzuela, quizá el lector más consistente arotescamente en un espacio donde las mujeres obreras
de la frontera, observa: "Las fronteras culturales son cons­ ~ Ion asesinadas sin motivo, unos estudios culturales que se
trucciones semantizadas que operan mediante códigos de regodean en el festín de las diferencias y explotan desde su
sentido que delimitan pertenencia o exclusión" .ll A esto lenguaje las experiencias de dolor y miseria de los migran­
habría que agregar la pregunta sobre la naturaleza de di­ El sublime objeto de la frontera debe disolverse y dar
chos códigos de sentido, quizá al grado de postular que sólo ,paso al entendimiento de una cultura cuya productividad y
existen en su fracaso. La frontera, por lo menos en el para­ riqueza es la cifra de nuevos esquemas de opresión yolvi­
digma de pensamiento actual, es inaprensible desde un do. Quizá en ese momento podamos aplicar a la frontera el
lenguaje que sólo produce interpretaciones que legitiman viejo dictum de Marx: los estudios culturales no han sino
agendas teóricas de la academia binacional. La lección que interpretado la frontera; el problema es transformarla.
la obra de Crosthwaite tiene para el pensamiento sobre la
frontera es la necesidad de un enfoque crítico, que al dar

20 Luis Humberto Crosrhwaite, Estrello de la calle sexta, pp. 81, 150.


II José Manuel Valenzuela, Nuestros piensos, p. 98.

52 53
Berenice Víllagómez

¿Huir, colaborar, sucumbir o ser testigo?


a la violencia en su entorno. Aunque no es mera
Representaciones del intelectual
¡dad que la acción de los textos transcurra en estados
que vino del norte
terizos de México, no enfatizaré la construcción de una
emática del intelectual ligada únicamente a la región
Berenice Villagómez IOgráfica en la que ejerce su práctica porque me parece
la propuesta de estos textos se encuentra a la vanguar­
de lo que debe ser una reflexión nacional. En otras pa­
LA LITERATURA ESCRITA en el norte de México ha sido punta el objetivo principal de este ensayo es estudiar las
de lanza para abarcar temas de interés para el resto del país, sentaciones del intelectual en México frente a la vio-
tal como las repercusiones generales del tráfico de drogas, a extendida en el país durante la primera década del
la influencia de los Estados Unidos en la vida nacional y la XXI. Las novelas que interesan para este acercamiento
extrema desigualdad social que ha resultado de políticas todas publicadas en este periodo: Nostalgia de la
neoliberales. La violencia de género, de la delincuencia y de Eduardo Antonio Parra (2002), Trabajos del reino
del Estado han sido representadas de manera continua en Yuri Herrera (2004), Tiempo de conejos de Imanol Cane­
las páginas que nacen en los imaginarios norteños desde (2006) y Contrabando de Víctor Hugo Rascón Banda.
hace ya varias décadas. Quizá se deba a que los habitantes última novela fue galardonada con el Premio Juan Rul­
del norte del país fueron los primeros testigos de cómo es­
tos problemas dejaron de ser una preocupación exclusiva
de Novela en 1991, pero fue publicada póstumamente
2008.
.~
de lo que tradicionalmente se consideraba el mundo del Ofrecer una descripción exhaustiva de lo que implica el

crimen, y se convirtieron en una terrible realidad que afec­ Louehacer intelectual sería una tarea que rebasa el alcance

ta a todos. Así, la literatura del norte fue la primera que este ensayo. Coincido con la observación de Pierre

exploró -por ejemplo- el influjo del narcotráfico en la rdieu cuando señala que una definición formulaica del

vida comunitaria y también mostró la curiosidad inicial por pto terminaría por destruir "una característica central

la mitología que rodea al tráfico de drogas. Esws temas aho­ I campo intelectual, a saber, ser el sitio de la lucha sobre

ra capturan la atención de economistas, sociólogos, pe­ pertenece o no a él" ,1 Sin embargo, mi argumento

riodistas y escritores en todo el país porque ya no son pro­ de la premisa que Edward Said ofrece al decir que

blemáticas exclusivas a la frontera norte, sino que son ~Ios intelectuales son individuos con vocación para el arte

motivo de preocupación a lo largo del territorio nacional. de representar, ya sea hablando, escribiendo, enseñando o

Si bien muchos investigadores han intentado aprehen­ apareciendo en televisión". 2 Así, los protagonistas de los

der el fenómeno de la violencia que aflige a los mexicanos, textos son intelectuales en este sentido: un aspirante a

hasta ahora se ha dejado a un lado la indispensable medita­ guionista de cine, un cantante de corridos, un pintor y un

ción sobre el proceso por el cual el intelectual se encara a


esa realidad. Este ensayo propone recorrer cuatro textos I Pierre Bourdieu, For a Socio-Analysis 01 in/ellee/uals, p. 4. [La tra­
literarios cuyos protagonistas tienen una ocupación ligada ducción es mía.]
al trabajo intelectual, para examinar la forma en que se en­ 2 Edward W. Said, Representaciones del intelectual, p. 31.

84 85
TIERRAS DE NADIE Berenice Villag6mez

dramaturgo que ocasionalmente escribe guiones para pelí­


culas bajo encargo. En la acción de las novelas, los cuatro
personajes son depositados en un ambiente violento fuera de conejos de Imanol Caneyada relata la historia de
de su control y son forzados a utilizar los mecanismos de 1del, un joven originario de Sonora que viaja a la ciudad
representación artística que les son familiares para sobrevi­ de México para estudiar artes visuales en la Academia de
vir. En mayor o menor medida, los protagonistas se consi­ San Carlos. Después de completar un posgrado, el pintor
deran a sí mismos artistas e intelectuales. Los eventos que busca trabajo en la capital. Luego de un breve peregrinaje
dan trama a las novelas les exigen una reflexión sobre el por empleos que considera ruines y monótonos, juzga esas
significado de su propia práctica y las características del oportunidades como inferiores a sus altas aspiraciones ar­
ámbito donde circulan, al tiempo que los sitúa en una en­ tísticas y regresa a Hermosillo. Cuando se encuentra de
crucijada en la que deben elegir si acaso habitar un nuevo nuevo en el norte, Fidel abandona por completo el ejerci­
espacio social. Cada uno de los textos señala un camino cio de la pintura y a duras penas reúne lo suficiente para
para su protagonista; en el conjunto de las obras, se vislum­ subsistir trabajando como reportero para la sección cultural
bran cuatro posibilidades: huir de la conciencia social ad­ del Diario de Hermosillo. Al inicio de la novela, se encuentra
quirida, colaborar con los poderosos, sucumbir al impulso desencantado por lo que llama la esterilidad y la mezquin­
de la violencia o ser testigo privilegiado de los atropellos dad de la cultura en la ciudad. El panorama del que se que­
contra los débiles. ja el protagonista se describe en un evento que reúne a la
Para comprender mejor las elecciones de cada protago­ mayoría de la "tribu culturera":
nista y la obra que surge en estas situaciones, me detengo
a observar el campo de producción en que los personajes se Fidel, desde su asiento, como un antropólogo, iba reconocien­

desenvuelven. Entiendo, con Pierre Bourdieu, este con­ do las diferentes etnias encabezadas por sus respectivos cha­

cepto como "la relación entre el campo en el cual ella se manes: hombres y mujeres que ha tiempo habían dejado de

produce y el campo en el que la obra es recibida o, más bailar, pintar, componer o escribir y, en cambio, habían sumer­

precisamente, la relación entre las posiciones del autor y gido sus aspiraciones de garrapata en las arterias presupuesta­

del lector en sus campos respectivos".3 De manera que mi


análisis de cada novela incluirá una descripción del lugar
de cada protagonista dentro de su campo de produccjón, el
les de universidades, casas de la cultura u organismos afines,

al tiempo que impulsaban a incondicionales entusiastas de su

personita en el dudoso mundo artístico de esa región. 4


t
tipo de capital cultural que poseen, la caracterización de la
violencia a la que se enfrenta cada personaje principal y Fidel no es pane de la "tribu culturera" de su ciudad por­
la manera en que los eventos del relato modifican las rela­ que considera que recibir un sueldo a cambio del ejercicio
ciones del artista con su entorno. artístico es ceder la libertad intelectual a una institución.
El desprecio que Fidel siente por la escena cultural de
Hermosillo es producto de la forma en que el personaje

.\ Picrrc Bourdieu, Capital cultural, escuela y espacio social, p. 13. 4 Imanol Caneyada, Tiempo de conejos, p. 21.

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TIERRAS DE NADIE Berenice Villagómez

entiende el quehacer intelectual: considera que sólo pue­ parecer por la falta de lectores. Así, el protagonista
de existir en la medida en que no esté relacionado con los pa un espacio no privilegiado dentro de su ambiente
medios de producción. Fidel se percibe a sí mismo como pero es un elemento indispensable, porque es el
miembro de una clase aparte que, a la manera de los inte­ que confronta las prácticas establecidas por la "tribu
lectuales definidos por Julien Benda, no define su activi­ turera". Esta condición marginal le permite a Fidel ex­
dad por objetivos prácticos, sino que prefiere las ventajas su desafío de los patrones de comportamiento de
no materiales que le trae el goce de la pintura. 5 Esta noción grupo cuando se convierte en detective involuntario.
de ser parte de un grupo distinto explica su distanciamien­ lo largo de la novela, el protagonista intenta esclarecer la
to social y su carácter solitario y huraño. Durante la acción arición de un historiador local amateur que presenta­
del relato, se observa que Fidel se aísla de sus comunida­ al público un texto previamente desconocido en el que
des inmediatas: vive con sus tíos, pero evita al máximo la echaría "por tierra el mito del padre Eusebio Francisco
interacción con ellos hasta reducirla a una transacción eco­ Kino, Soldado de Jesús",1 figura de gran importancia sim­
nómica una vez al mes; conserva el alegre recuerdo de sus bólica en la comunidad intelectual de Hermosillo según
años de estudiante universitario, pero no el contacto con Ilude la novela. Fidel, sin embargo, no está interesado en
sus compañeros o maestros; después de un breve romance aclarar el secuestro que ocurrió la noche anterior a la pre­
fallido, ha mantenido por diez años su juramento de no vol­ tentación del libro. Las pistas le van llegando y las reúne
ver a enamorarse; no convive con sus colegas del periódico pensando que podría hacer un reportaje exclusivo para la
y, cuando se ve forzado a trabajar con ellos, los diálogos sección cultural en que trabaja.
están llenos de insultos mutuos. Esta actitud no le gana el En el transcurso de sus investigaciones, el protagonista
respeto ni la admiración de nadie. En las páginas de las , encuentra una fuente inesperada de ayuda en el Capi, el
secciones culturales de los demás periódicos de la ciudad, director de la sección policiaca en el periódico. La colabo­
otros artistas descalifican sus opiniones alegando que no ración es posible porque ambos se encuentran en extremos
tiene autoridad en la materia ya que le falta una obra artís­ opuestos del espacio simbólico dentro del diario y la comu­
tica: Fidel no tiene "ni siquiera un mediocre bodegón con nidad: por un lado, los encargados de la sección cultural
que adornar las paredes de su casa" ,6 una manifestación "no eran más que unos engreídos maricones que creían sa­
tangible de la distinción del gusto cultural propio de clases berlo todo pero que, en realidad, rara vez se enteraban de
medias burguesas. nada; unos esnobistas inútiles cuyas notas nadie leía (a to­
A pesar de tener una posición económica y socialmente das luces cierto), un pesado fardo de jactancia para el
precaria, Fidel propone un canon cultural para su ciudad diario".8 Por el otro, los reporteros de la nota roja eran "un
que comunica al público general desde su tribuna en el poco buitres, algo halcones, depredadores de refinado ins­
diario. Sus argumentos no tienen gran resonancia, y la sec­ tinto, testigos implacables de los hediondos traspatios del
ción del periódico a su cargo está en constante peligro de sistema; [... ] los más leídos siempre, pero también lo más

'~Véase Julien Benda, The Treason ofthe ¡"tellectua/s, p. 43. 7 ¡bid., p. 12.

t. Imanol Caneyada, op. cil., p. 43. 8 lbid., pp. 72-73.

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TIERRAS DE NADIE Berenice Villagómez

despreciados". 9 Este reflejo inverso de los personajes . nes moralmente reprobables, porque indican la ex-
apunta a un efecto cómico de parejas opuestas, pero el con­ Notación de las redes sociales para beneficio personal de
traste se antoja más maniqueo que humorístico. Si Fidel se pocos individuos. Este juicio de valor crea un parale­
presenta como un reportero inofensivo, el Capi es un per­ entre la presunta llegada del Capi a una posición de
sonaje siniestro que inspira miedo en el resto del personal ncia en el periódico y las maniobras fraudulentas
del diario. Las habladurías implican al director de la sec­ los notables en Hermosillo. La condena moral que per­
ción de la nota roja en conspiraciones políticas, narcotráfico las páginas de Tiempo de conejos llega al paroxismo
y sexoservicio para explicar su llegada al cargo que ocupa cuando, como resultado de su búsqueda del historiador
en el periódico. La leyenda negra que lo rodea es la mani­ desaparecido, Fidel descubre por casualidad una red de
festación de temores burgueses de los extremos morales a pornografía infantil que implica a ciudadanos ejemplares
los que puede llegar un hombre para obtener poder. Justo de la región.
por la influencia que el Capi ha alcanzado en la zona, Fidel Para el protagonista, verse forzado a ejercer su oficio de
se sorprende del precio que exige para facilitar su camino pintor significó abrir los ojos a una realidad social que se
de detective novato: un retrato de cuerpo entero, de cali­ había negado a contemplar por su entendimiento previo
dad, para colgar en la sala de su casa. A final de cuentas, el -del intelectual como clase aparte. Enfrentarse de nuevo al
editor de la nota roja busca consumir los mismos bienes lienzo lo obligó a replantearse su papel como intelectual vis
que la clase alta para adquirir un capital cultural similar y la i vis la explotación sistemática de los miembros más débi­
pose que sostiene para el retratista recuerda a la nobleza les de la sociedad de Hermosillo: en este caso particular,
europea después de la caza por ocio ---en franco contraste "niños marginales con padecimientos que ni los centros de
con la ínfima categoría que ocupa socialmente la sección salud ni el Seguro Social querían o podían hacerse cargo".11
del periódico a su cargo-. Fidel, a pesar de que el trato La conclusión del retrato del Capi implica también el tér­
con el Capi significara quebrar "el juramento más solemne mino de su educación: respecto al motivo original de su
de su vida", 10 acepta retomar los pinceles después de diez búsqueda, Fidel no descubre el paradero del historiador
años para continuar con su pesquisa. 'Y decide abandonar su investigación sin pensarlo dos ve­
Cada sesión del retrato significa para el protagonista ces. Acerca de su investigación secundaria, Fidel no logra
una lección sobre el funcionamiento de los corredores del reunir suficiente evidencia para acusar formalmente al res­
poder político y social de la zona. Así, al artista marginal le ponsable de la red de pornografía, pero consigue al menos
es revelada la estructura de las relaciones de poder de su que el abuso infantil no se sostenga. Por otro lado, acep­
entorno y durante sus indagaciones cobra mayor concien­ ta que -respecto a su trabajo artístico- "él no era un ins­
cia de los abusos cometidos impunemente por la élite re­ pirado artista, era un amoroso maestro artesano, efectivo,
gional. Los atropellos que se infieren durante las conver­ conocedor de su trabajo" 12 y encuentra cierto consuelo en
saciones entre el pintor y el modelo son considerados esta reflexión. Así, a primera vista parece que Fidel ha

'J /bid., p. 72.


II /bid., p. 90.

lO /bid., p. 78.
Il/bid., p. 157.

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TIERRAS DE NADIE Berenice Villagómez J
cambiado su comprensión de lo que significa ser intelec­ "otagonista se retira a su torre a pintar la superficie del
tual: deja a un lado la noción de ser una clase aparte de la ~éano. La relación de Fidel con la pintura como práctica
sociedad y aparenta un deseo de integrarse en la lucha por irtística cambia definitivamente: al final del relato, deja
ideales universales de justicia y equidad a través de una ser una forma para obtener conocimiento y se transfor­
práctica artística anclada en una relación más directa con en una práctica terapéutica para acallar su rotundo
los medios de producción. ~,tracaso como intelectual, como detective (la ausencia del
Sin embargo, este cambio es ilusorio porque el protago­ toriador se resuelve sin su intervención) y como agente
nista no usa su conocimiento recién adquirido de las redes de cambio social.
de capital cultural y de espacio social; no lo aprovecha en
beneficio propio ni de otros sectores de la comunidad y
regresa a su entendimiento del intelectual como clase apar­
te. Fidel decide huir de Hermosillo y dirigirse a Puerto Pe­
ñasco, una ciudad a ocho horas de viaje en autobús. Termi­ A diferencia de Fidel, que al principio de Tiempo de conejos
na en un espacio aún más excéntrico del que ocupaba al intenta mantenerse libre de compromisos institucionales
inicio del relato: se muda a una ciudad periférica del esta­ para ejercer su labor intelectual, el protagonista de Traba­
do, en la costa; vive en una vieja bodega mal acondicionada jos del reino acepta sin reservas el apoyo de un mecenas y
como departamento; trabaja como profesor de dibujo y dedica su quehacer intelectual a trabajar para los podero­
pintura en la casa de la cultura local, con un sueldo tan re­ sos. Lobo es un músico que ofrece sus canciones a comen­
ducido que debe dibujar la caricatura de los turistas que sales en las cantinas. Como su práctica artística es ambu­
pasean por la zona hotelera con tal de reunir un poco más lante, debe labrarla a partir de la buena voluntad tanto de
de dinero; por último, sigue ensimismado en una soledad los dueños de negocios que le permiten cantar, como de los
monacal. Pero esta excentricidad no lo posiciona para ser - clientes que pagan para escuchar sus interpretaciones. Así,
un crítico más vehemente de las circunstancias sociales a Lobo ocupa un lugar insignificante en la jerarquía del espa­
su alrededor, ni resulta siquiera en un sentido de superiori­ cio particular de la cantina: por esta razón, no puede recla­
dad moral que lo lleve a alejarse de la corrupción a su alre­ mar el derecho básico de recibir el dinero prometido a
dedor en Hermosillo: por el contrario, lo ubica en una posi­ cambio de sus canciones cuando uno de sus clientes se re­
ción tan externa que puede cerrar los ojos a la realidad una húsa a pagarle por compleco.
vez más. Fidel reniega de su nueva conciencia social al vol­ Su situación cambia con la llegada de un poderoso capo
verse alcohólico y alejarse en la mayor medida posible del al establecimiento donde el protagonista canta. El Rey in­
contacto con la comunidad. Esta separación voluntaria se terviene en la disputa entre Lobo y su cliente, operando la
pone de manifiesto en su nueva vivienda: el ático de la casa transformación de un infeliz cantorcito (como lo llama el
de la cultura, un lugar "con vocación y estética de faro" 13 cliente ya borracho) a un artista. De esta manera, el Rey
que tiene una minúscula ventana con vista al mar. Así, el concede valor al trabajo de Lobo y le asigna un lugar es­
pecífico con mayor prestigio dentro del espacio social de la
1.1 ¡bid., p. 169. cantina. En este senddo, el Rey guarda cierto paralelismo

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TIERRAS DE NADIE Berenice VilIagómez J
con el Capi en Tiempo de conejos: los protagonistas obtienen distingue elementos positivos de la persona­
ciertos privilegios dentro de sus lugares de empleo gracias los cortesanos: los corridos ensalzan el valor,
a su relación con ambos personajes poderosos. Aunque generosidad y la lealtad, así como el sentido de la justa
Fidel se acerca al Capi con un poco de suspicacia, por­ IIII-nganza contra quienes se oponen al Rey. El Artista en­
que desconoce el alcance del editor de la nota roja, el can­ nde también que él compone una de las capas de inte­
tante recibe con alegría la protección ofrecida. Después lectuales orgánicos de esta clase ya que su labor es di­
de su primer encuentro con el Rey, el músico pasa de con­ fundir el conocimiento de "las noticias verdaderas"!7 por
siderar su vida como "una cuenta de días de polvo y sol" 14 medio de corridos, en contraste con el papel del Perio­
a la íntima emoción de haberse "topado con su lugar en el dista de "entretener a los necios con mentiras limpias." 18
mundo".ls De esta manera, el Artista llega a considerar su queha­
A partir de ahí, Lobo es el Artista. Atraído por la eviden­ 'cer como la defensa de una manera diferente de hacer
cia del poder del Rey, se convierte en un nuevo miembro las cosas, que forzosamente se enfrenta a la élite repre­
de la Corte. U na vez en el palacio, el Artista cobra concien­ sentada por el "poder de uniforme y chapa [... y] los bien
cia poco a poco de su quehacer intelectual y se concibe a sí nacidos" 19 para redimir a quienes, como él, han sufrido las
mismo por medio de sus corridos como un representante humillaciones de los poderosos. Así pues, el Artista des­
de su nueva clase social, que lleva una vida asociada al nar­ empeña una de las funciones del intelectual -según lo
cotráfico. El Artista es miembro de una categoría especiali­ entiende Said-, porque se define a sí mismo como "al­
zada de intelectuales, que Antonio Gramsci explica así: guien cuya misión es la de plantear públicamente cues­
tiones embarazosas".2o Sin embargo, el quehacer intelec­
Cada grupo social, cuando comienza su existencia en el te­ tual del Artista se ve comprometido por el agradecimiento
rreno original de una función esencial en el mundo de la que siente hacia el Rey. Said señala este peligro: "para
producción económica, crea junto consigo mismo, orgánica­ el auténtico intelectual laico tampoco existen dioses a
mente, una o más capas de intelectuales que le dan homo­ los que servir y de los cuales se puedan obtener orien­
geneidad y conciencia de su propia función, no sólo en lo taciones seguras" .ZI El Artista declara su gratitud al Rey
económico, sino también en los ámbitos social y político. 1ó por haberlo rescatado de una vida llena de humillacio­
nes como cantorcito en la cantina y ese deseo de corres­
El Artista apoya la conciencia de los cortesanos en di­ ponder a las gracias concedidas alimenta su entusiasmo
ferentes canciones, donde propone que los delincuentes inicial para componer letras de corridos que halaguen al
luchan contra la corrupción de las autoridades guberna­ soberano.
mentales y, en consecuencia, son el bando de los buenos.

17 Yuri Herrera, op. cit., p. 35.

14 Yuri Herrera, Trabajos del reino, p. 10. 18 Loe. cil.

15 lbid., p. 13. 19 lbid., p. 45.

16 Antonio Gramsci, The Intel/cetaa/s, citado en Charles Kurzman 20 Edward W. Said, op. cit., p. 30.

"The Sociology of Imellectuals", p. 66. [La traducción es mía.] 21 ¡bid., p. 15.

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I
1
TIERRAS DE NADIE Berenice Víllagómez

Durante su tiempo en la Corte, el Artista no es testigo escame" .25 El Artista encuentra su propósito crítico,
de primera mano de la violencia con la que el Rey defiende coincide con lo que señala Michel Foucault como el
su territorio de otros narcotraficantes o de la guerra con era etivo de la práctica intelectual:
las autoridades del gobierno: su única referencia son los
relatos que los lugartenientes le traen de sus misiones y El papel del intelectual no es el de situarse "un poco en avance
que le refieren ---después de las batallas- en la mesa del o un poco al margen" para decir la muda verdad de todos; es
comedor. Así, su visión del Rey está mediada por las pa­ ante todo luchar contra las formas de poder allí donde éste es a
labras de sus soldados y su propia práctica artística se ve la vez el objeto y el insrrumemo: en el orden del "saber", de la
acotada en la reproducción de esas historias. Sin embargo, "verdad" , de la "conciencia" y del "discurso". 26
I

durante la convivencia con otros cortesanos, obtiene con­


ciencia de la envergadura de su quehacer artístico. Gracias uego de su epifanía, el siguiente corrido que escribe ma­
a unos libros que el Periodista le ofrece, el Artista aprende ta su nuevo entendimiento de las tensiones de clase:
que las palabras tienen una gran fuerza simbólica en cuan­ tos en ascenso en el negocio l... ] se amarraban a dos
to pueden iluminar una experiencia concreta: "No están tas ricas y adineradas".27 En este fragmento, el uso de
para no más entretener la vista ni alimentar la oreja. Son ~·ltrminos como ñoro milloneta, burgueseria y lanudas, por un
una luz constante. Son un faro que se derrama sobre las do, batos y morras, por el otro, definen dos bandos de per­
piedras a su merced, son una linterna que se pasea" .22 Por ajes conforme a la clase social a la que pertenecen. El
otro lado, el Joyero le señala que si bien el Rey concede .do describe a un grupo reducido que vive con privile­
favores al Artista, la presencia del músico también fortale­ y otro grupo que no tiene más remedio que moverse
ce la posición del poder del monarca y es una función in­ la ilegalidad y la violencia para salir de la pobreza extre­
dispensable de la Corte. El Artista comprende entonces El Artista asume su papel como ejecutor de una ven­
que "el corrido no es un cuadro adornando la pared. Es un poética a través de la canción: los narcos usan a las
nombre y un arma" Y Cuando los loros de la radio piden 'eres de clase alta como mulas y se deshacen de ellas
una dispensa para no transmitir por un tiempo las cancio­ do ponen en peligro a los traficantes, pero esa violen­
nes del Artista, el protagonista entiende que su música es es justificada en el corrido como la única alternativa
una manera de contestarle al poder del Supremo Gé (las ra escapar de la miseria.
autoridades gubernamentales), porque "les escama quién A pesar de que el Rey va perdiendo influencia en la
es y cómo es y cómo se lo dice". 24 Entiende que sus corri­ , el Artista se muestra firme en su compromiso inte­
dos son una forma de asombrar a los decentes con una rea­ ~Lual: "El corrido no nomás es verdadero, es bonito y
lidad más de veras, de obligar a su audiencia a enfrentarse justicia. Por eso es tan bueno para honrar al Señor" .28
con la verdad de sí mismos: su música será una "cura que
2S Lot'. cit.

22 Yuri Herrera, op. cit., p. 40.


26 MicheJ Foucault, Los intelectuales y elpoder, p. 79.

23 ¡bid., p. 64.
27 Yuri Herrera, op. cit., p. 65.

24 Loe. cit.
28 ¡bid., p. 87.

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TIERRAS DE NADIE Berenice Villagómez J
Pero el Señor le exige otras maneras de ser útil, más allá de con velocidad. A salvo de regreso en la ciudad, por
sus palabras: le confía la misión de infiltrar la fiesta de un vez cuestiona su adoración al capo y concluye que
capo enemigo. Una vez en el escenario, mientras canta co­ Rey era sólo: "Un pobre tipo traicionado. Una gota en un
rridos aduladores para otro jefe, el Artista analiza la fiesta de hombres con historias. Un hombre sin poder sobre
con ojos externos a ese espacio particular y se da cuenta de tersa fábrica en la cabeza del artista". 30 En otras palabras,
que ambas cortes son iguales. El hallazgo lo inquieta y su protagonista se da cuenta de la humanidad del dios laico
preocupación se cristaliza en un corrido que descubre la que obedecía sin chistar y por primera vez cuestiona su
posición delicada del Señor al resto de comunidad. Quizás nencia a la clase que lo adoptó como su representan-
sin malicia, el Artista coloca al Rey en un sitio precario. A pesar del beneficio mutuo de esta relación, el Artista
Esta percepción termina por deteriorar la vida de la Corte: niega a desempeñar el mismo papel mitificador para el
los habitantes del palacio empiezan a morir dentro de las iente Rey que viene a ofrecerle un lugar en su Corte:
paredes del castillo, y los sobrevivientes cuestionan la ese momento, deja de cumplir el rol del Artista que el
capacidad del Rey para proteger a sus cortesanos de las ac­ le había asignado, recupera su individualidad y vuelve
ciones asesinas de sus enemigos. Consciente de la impor­ ser Lobo. Al final, el músico consigue ser "dueño de cada
tancia de la opinión de los demás para mantener su proyec­ parte de sí, de sus palabras, de la ciudad que ya no precisa­
to, el Señor encara al Artista: buscar, de su amor, de su paciencia" Y El final abierto
consecuencias terribles para el protagonista se excusa
El Rey alzó la mirada y dijo: porque Lobo completa con éxito su viaje hacia el conoci­
-Así que soy bien poquita cosa, ¿no? Eso dices. Que no miento de las capacidades y de los peligros de su quehacer
puedo [...] Para estar donde yo estoy no sólo basca ser un Intelectual. Su estancia en la Corte permitió que Lobo ad­
chingón, eh, hay que parecerlo. Y yo lo soy, a güevo que lo quiriera el dominio de su capital cultural y conciencia de su
soy, [... ] pero necesiw que mi genre lo crea, y ése, pendejito, papel en el campo cultural del país.
ése era tu trabajo. No andar pregonando que yo...
Le temblaba el cuerpo como si cada hueso pugnara por
largarse.
-Señor, yo pensé ...
-¿De dónde sacaste que podías pensar? ¿De dónde? Tú Bernardo de la Garza, el protagonista de Nostalgia de la som­
eres un soplido, una puta caja de música, una cosa que se lira, comparte la profesión con el personaje principal de
rompe y ya, pendejo.Z9 TIempo de conejos, Fidel. Ambos son empleados en un pe­
-riódico, aunque Bernardo ocupa una posición más despres­
El Artista vislumbra el tamaño de su contribución al en­ tigiada dentro del espacio del rotativo que la que tiene
cumbramiento del Rey. Huye del palacio porque teme Fidel: es el corrector de las notas de otros y ni siquiera al­
que el Señor lo asesine para hacer alarde de una fuerza que
30 ¡bid., p. 118.

N/bid., pp. lOX-I09. 31 ¡bid., p. 127.

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TIERRAS DE NADIE Berenice Villag6mez
:-i

canza un puesto de reportero en la sección de espectáculos Cabe notar que todos los géneros que el protagonista
del diario vespertino. A diferencia del desencanto de Fidel son representaciones discursivas de la violencia.

con la pintura, Bernardo aún conserva la ilusión de escribir inclinación de Bernardo por este tipo de films puede

un guión cinematográfico que le asegure el éxito econó­ licarse porque la violencia en la novela no es un pro­

mico. Esa ambición, sin embargo, se ve aplazada por sus de una elección moral ni es consecuencia de la po­

obligaciones cotidianas: trabaja sin descanso por más de como sí lo es en Tiempo de conejos y en Trabajos del

"once horas pasadas frente a la computadora, inmerso en la respectivamente; sino que ---como Ignacio Sánchez

corrección de notas y reportajes escritos por analfabetos"3Z atinadamente señala en un estudio sobre la película

para cobrar un sueldo miserable, ya que es el único provee­ perros- "es, más bien, un código de sociabilidad

"
dor de una familia compuesta por su esposa Victoria y dos ingresa al espacio urbano como estrategia de relación
hijos, con la sospecha de un tercero en camino. IOcial y como componente de la subjetividad" .34
A primera vista, parece que Bernardo no califica como " Bernardo no tiene la oportunidad de actualizar su prác­
intelectual, ya que ni siquiera es responsable de una co­ tica artística en el tan anhelado script, porque sucumbe a la
lumna en el periódico. En este sentido, contrasta con Fidel violencia que vive en su entorno. En medio de sus cavi­
que, a pesar de que sus opiniones sean ignoradas por el res­ laciones sobre sus sueños de fama cinematográfica, el pro­
to de la comunidad cultural, cuenta con un espacio para tagonista es asaltado en las calles de Monterrey. Para de­
intentar una obra crítica. Bernardo, en otras palabras, no fenderse del ataque, mata a sus agresores; pero en lugar
tiene un lugar donde hacer público su trabajo. Sin embar­ de regresar con su familia, comienza un peregrinaje que 10
go, si consideramos la definición de Said del intelectual, lleva a los basureros de la ciudad, a la frontera con Estados
como un individuo con vocación para representar, pode­ Unidos ya la cárcel. La violencia que lo envuelve ahoga su
mos entender los múltiples proyectos de Bernardo para primera intención de denunciar -por medio del cine-las
aprehender su realidad a través de las convenciones de di­ condiciones que alteran la vida cotidiana en una tragedia
ferentes géneros cinematográficos como su práctica artís­ para el ciudadano común, y Bernardo termina por sucum­
tica. En este sentido, hay una diferencia entre la afición bir a esa misma violencia. Sin embargo, el texto no repre­
de Fidel y Bernardo al cine: mientras Fidel disfruta del senta una lucha por huir de esa circunstancia, porque en
cine como entretenimiento, Bernardo desea representar al estas páginas la violencia "no es un enemigo a vencer, sino
mundo en un guión de película y este proyecto "lo obse­ un componente que atraviesa subjetividades y comuni­
sionaba desde la adolescencia" .33 Así, Bernardo acaricia las dades y que es parte irrevocable de ambas",3-5 La evolu­
ideas para su gran argumento de cine: una historia de pisto­ ción del protagonista incluye épocas donde vive como pe­
leros, de serenos y bandidos, de cowboys, un corrido norte­ penador, cargador y reo, y concluye en la transformación

ño hecho película, una revisión del tema del hombre y la sin sobresaltos de Bernardo en un asesino a sueldo.

bestia, una película de acción con trasfondo político y so­


34 Ignacio M. Sánchez Prado, "Amores perros. Violencia exótica y

32 Eduardo Antonio Parra, Nostalgia de la sombra, p. 31.


miedo neoliberal", s/p.

33 ¡bid., p. 33.
JS Loe. cit.

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TIERRAS DE NADIE Berenice Villagórncz

A medida que el protagonista se interna en la violencia inmediata de Bernardo de señalar el carácter de sus re­
a su alrededor, sus posibilidades de cumplir su sueño como !lelOnes en un espacio violento, que son mediadas a través
cineasta disminuyen. El oscuro prospecto de sus ambicio­ las películas que ha visto. Al inicio de su peregrinaje,
nes frustradas se representan en una sala de cine en ruinas, lernardo se identifica con un film de fugitivos. Después,
donde el protagonista se refugia por las noches: "Dentro evocación de las cintas que ha visto le sirve a Genaro para
del cine, entre las butacas destrozadas y los pedazos de gar su llegada a la prisión: "No se sentía irritado. Sabía
paredes y techos que sembraban de obstáculos el piso".36 que así tenía que ser adentro: cientos de películas mostra­
A pesar de que el protagonista se aleja cada vez más de su ban ese tipo de escenas carcelarias" .39
impulso inicial de representar la violencia a su alrededor en Los capítulos que relatan su vida de sicario aluden al
un guión de cine, nunca pierde de vista su objetivo. Por cine noir, ya que Ramiro debe seguir a su víctima para
ejemplo, mientras acecha a una víctima para asesinarla, lee aprender sus rutinas y en el transcurso de su preparación


"un reportaje de una de las publicaciones de cine que tra­ para el asesinato inventa una historia con efectos de las no­
taba sobre la violencia en las producciones de Hollywood" .37 velas de detectives. La influencia del género cinematográ­
En otro momento, cuando reúne dinero para cruzar a Esta­ fico en su conceptualización de esta etapa de su vida se
dos Unidos con la esperanza de comenzar una nueva vida manifiesta cuando el sicario señala su opinión de la pelícu­
dedicada al cine, se da cuenta de que las posibilidades de la Se7en. 4fJ Este film le sirve a Ramiro como modelo para
su práctica artística han cambiado irreversiblemente. Afec­ señalar sus preferencias tanto de criminales como víctimas;
tado por la violencia a su alrededor, ya no podrá represen­ también para afirmar su filosofía del trabajo que desempe­
tarla sino vivirla: tia -por oposición a lo que observó en el film-. Asimis­
mo, es notable que Ramiro se reconozca en el Detective
Ya en el gabacho todo ha de ir bien. [...] Planeaba los destinos Lt. William Somerset, personaje representado por Morgan
por visitar: Houston, Nueva York. No, mejor California. Sí, Freeman, basado en dos características particulares: "Ra­
Los Ángeles, Hollywood. Ahí realizaría mi sueño. Escribir miro también era un solitario y padecía insomnio, sólo que
guiones, vivir del cine. Reparó de pronto en que ya vivía en gastaba las madrugadas viendo películas policiacas o del


el cine y se sintió ridículo. Sonrió. 38 viejo oeste" ,41 a diferencia de Somerset que pasaba su

En cada etapa de su viaje, el protagonista cambia de nom­ 39 ¡bid., p. 227.


bre: en los basureros, lo conocen como el Chato; en el Penal 40 Aunque el texto no identifica la película por su título, es sencillo
de la Loma en Nuevo Laredo se llama Genaro Márquez; el deducir a cual se refiere por la descripción siguiente: "Ramiro se enfras­
pistolero responde como Ramiro Mendoza Elizondo. Esta có en las experiencias de los actores al filmar una investigación encami­
nada a arrapar a un asesino en serie que mataba siguiendo el orden de
creación constante de nuevas personas obedece a la necesi­
los pecados capitales. Había visto la película hacía un par de años y no la
juzgó gran cosa" (ibid., p. 101). La película Se7en (1995) fue dirigida por
31> Eduardo Antonio Parra, op. cil., p. 233.
David Fincher, con las actuaciones de Morgan Freeman, Brad Pitt y
.17 ¡bid., p. 100.
Kevin Spacey.
311 ¡bid., pp. 233-234.
41 ¡bid., p. 101.

102 103

1
,
Berenice Villag6mez
TIERRAS DE NADIE

tiempo en bibliotecas públicas. Con esto, el protagonista


declara la relevancia del cine en su entendimiento del
mundo. Bajo este orden de ideas, no es sorprendente que
en las secciones del texto dedicadas a Ramiro permee la
públicamente y que amenaza con destruir la vida co­

pnitaria del país. Bernardo se esfuerza por mantenerse

Ma,rado (al menos en su mente) en el campo cultural, ya

su conocimiento del cine sirve como el vínculo que lo

i
é'\
sensación de un enfrentamiento inevitable del protagonis­ a otros intelectuales. Esta cultura cinematográfica le

ta con sus fantasmas, similar al de las películas del género 'te, como señala Mannheim: "La participación en una

western, y que esta impresión se acentúe cuando se estable­ herencia docente" que "tiende progresivamente a
ce que Bernardo/Ramiro debe regresar a Monterrey para primir las diferencias de nacimiento, de profesión y de
. . lfiqueza y a unir a las personas educadas por medio de la
asesmar a una mUJer.
ASÍ, Bernardo mantiene viva la vocación de representar
¡educación que recibieron".44 El protagonista, no obstante,
su realidad por medio del cine aun cuando cada nueva fase sucumbido a la misma violencia que buscaba representar
de su peregrinaje lo aleja más de su ambición inicial. Ber­ en un guión de película y, en su vida como Ramiro, recono­
nardo se considera miembro de una práctica, según la des­ ce que es un actor en el relato que tanto anticipaba escribir:
cripción que ofrece Karl Mannheim, de los intelectuales
como "una capa relativamente sin clase no demasiado Si el hombre fuera su deseo o por lo menos una parte de lo

firmemente situada en el orden social", que además "no que deseó en el pasado, si pudiera realizar su ilusión, yo sería

pertenece a clase alguna, cuando menos relativamente" y un cineasta, un guionista que inventa pistoleros famosos, lan­

que se encuentra "socialmente desvinculada" ,4Z Nostalgia ces heroicos, hombradas, en vez de estar viviendo dentro de

45

de lo sombro presenta a un personaje que lucha por cons­ esta película ran mala dirigida por el absurdo.
truirse como un intelectual y que comparte con los prota­
gonistas de los textos analizados en páginas anteriores la De esta manera, Bernardo no puede articular un mensaje

condición de ser "acosados por numerosas dificultades y que presente su visión de la realidad para un público, sino

tentaciones, unas veces manteniéndose fieles y otras rene­ que debe contentarse con crear historias sobre las víctimas

gando de su vocación, [entendida] como una experiencia de Ramiro para darle un propósito a su oficio de asesino,

concreta que se ve sometida a la amenaza constante de la Insisto en su calidad de intelectual, pues no deja a un lado

misma vida moderna" ,43 Si bien Fidel reniega de su voca­ su vocación de ofrecer una representación del mundo aun

ción y Lobo aprende la importancia de su práctica artística cuando reflexiona sobre su vida como sicario: 4'No, lo que

durante el ejercicio de la misma, los intentos de Bernardo yo estoy haciendo en realidad es planear una película. Un

por establecer un quehacer intelectual deben alinearse con día de éstos la voy a escribir. No mataré yo, sino mis perso­

lu noción del intelectual como alguien que no pertenece a najes, y ellos pertenecen al mundo de la ficción".46 La

ninguna clase, puesto que finalmente es capturado por la muerte de Ramiro -provocada por una herida de bala en

violencia concreta que establece nuevas formas de relacio­


44 Karl Mannheim, op. cit., p. 192.

4l Klul Mannheim, Ideología y utopía, p. 191.


45 Eduardo Antonio Parra, op. cit., p. 207.

H EcJward W. Said, op. cit., p. 37.


4ó ¡bid. p. 219.

105
104

,,.

TIERRAS DE NADIE Berenice Villagómez


J

'4

medio del enfrentamiento con el guardaespaldas de su víc­ .. del relato, Hugo disfruta un espacio idílico en un ..'-
.
tima- significa el punto final de su frustrado proyecto ci­
nematográfico. Nostalgia de la sombra es, entonces, el relato
pueblo con lavanderas en el río, mineros que "sueñan des­
piertos con bonanzas que van a llegar"48 y largas tardes en
J
<,

~.1!

de la lucha de un intelectual por inscribirse en el campo el billar de la plaza. También dispone de un espacio de
cultural, aunque no logra trascender los problemas de la trabajo bucólico ubicado en una huerta con granados, árbo­
deteriorada sicuación económica en la que vive y sucumbe les de limas y toronjales, una hamaca y la compañía de un
a la presión que la violencia ejerce sobre las formas de rela­ perro. Sin embargo, en el transcurso de su estancia se reve­
cionarse dentro de la comunidad. la que el paraíso en su recuerdo ha cambiado debido al cul­
tivo y tráfico de drogas en la región.
De las cuatro novelas que examino en este trabajo, el
4. Ser testigo protagonista de Contrabando tiene la concienci~ más clara
de su labor inteleccual, porque es el personaje con la prác­
La última novela de este conjunto en salir a la luz fue Con­ tica artística mejor establecida. Hugo también goza de un
trabando. A pesar de su reciente fecha de publicación, fue nivel mayor de reconocimiento dentro de la comunidad ar­
la primera del grupo en redactarse, como Fernando García tística en la que desempeña su trabajo, comparado con los
Ramírez recuerda en su contextualización de la obra: personajes de los otros relatos. Como ejemplo de su repu­
tación, vale la pena mencionar que el conocido actor e in­
Hace veinte años, en 1991, la situación era muy semejante a térprete musical Antonio Aguilar le encarga a Hugo escri­
la que vivimos hoy. Con una diferencia enorme: hace veinte bir el guión de una película romántica que integre algunas

~
años la violencia no era mediática ni urbana, sucedía en el canciones populares, así como el hecho de que un periódi­
campo mexicano, y sus pcrperradorcs no sabían en ese mo­ co nacional dio la noticia de su viaje a Chihuahua. El pro­
mento lo que hoy saben de la manipulación de los medios. tagonista discute con sus padres sus proyectos para el tea­
[... ] La novela de Rascón Banda, en el momento en que fue tro y el cine, y también comenta sobre su proceso creativo
escrira, corrió con pésima suerte: los edirores la rechazaron y a lo largo del texto.
cayó en el olvido. Nadie quería ver en ese momento lo que Los habitantes de Santa Rosa conocen la fama del escri­

esraba sucediendo. Hoy ese destino ya nos alcanzó. Hoy la tor, pero tienen nociones diferentes sobre lo que significa

novela de Rascón parece escrita ayer. 47 el oficio. Por ejemplo, Damiana le pregunta a Hugo: "¿Y de

qué vives, entonces? Soy escritor. Ah, mira no más. Pues

Hugo, el protagonista de Contrabando, relata una visita a haz un corrido de lo que me pasó, para que el mundo lo

Santa Rosa de Lima, población en el estado fronterizo de sepa. Yo no hago corridos. Qué lástima, dijo, como eres es­

Chihuahua. Viaja desde la ciudad de México con un propó­ critor, lo pensé" .49 En este breve diálogo, Damiana encar­

sito doble: visitar a sus padres y encontrar en su pueblo na una visión que asigna a la escritura el propósito de co­
natal la inspiración para escribir un guión de película. Al
4R Víctor Hugo Rascón Banda, Contrabando, p. 24.

47 Fernando García Ramírez, "Literatura del horror", p. 84. 49 ¡bid., p. 12.

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TIERRAS DE NADlE Berenice Víllagómez

J
municar una realidad desconocida para un grupo amplio de de una determinada nacionalidad confían a menudo en i,~

personas. Así pues, el escritor debe contrarrestar el silencio que un in{electual represente, hable claro y dé testimonio .~

impuesto por los poderosos ---que tergiversan los hechos o de los sufrimientos de sus connacionales" Y Hugo está

censuran las noticias- reproduciendo la realidad. El Artis­ consciente de las esperanzas depositadas en él por ser es­

ta en Trabajos del reino comparte la idea sobre la función del critor e intelectual con acceso más directo a los centros del

quehacer intelectual una vez que ha cobrado conciencia de capital cultural en el país, y se da a la tarea de enterarse de

su papel como divulgador de la verdad alternativa a la pre­ los cambios en la pequeña comunidad.

sentada por el Supremo Gé. Las historias que Hugo escucha durante su estancia en
En otro capítulo del {exto de Rascón Banda, un trafi­ el pueblo de la sierra de Chihuahua le parecen más asom­
cante escribe en un cuaderno la historia de su breve vida brosas que cualquiera que podría nacer de su imaginación.
antes de suicidarse en la cárcel. Dos intenciones animan su "Los personajes tendrán el mismo final que tuvieron en
relato: primero, expiar sus culpas y declarar su inocencia Santa Rosa, para no cambiar la realidad, que sobrepasa
respecto a un crimen particular; también dejar un registro en acción dramática a cualquier ficción".sz Esta apreciación
de su vida. El personaje entiende su confesión como una lo estimula a compartir la perspectiva de Damiana sobre su
historia ejemplar que prevenga a otros de cometer errores función como escritor desde las primeras líneas de la nove­
semejantes, pero no se considera competente para escri­ la, cuando asegura "no quiero dormir sin dejar un porme­
birla y prefiere involucrar a un profesional que pueda ase­ nor de lo que me ha pasado este día". 53 En la estructura
gurar la retransmisión a un público más numeroso. Como de Contrabando se intercalan la narración de la visita de
postdata a su historia, agrega: Hugo a Santa Rosa con varios textos que reproducen las

historias de los habitantes del pueblo, en géneros literarios

Una última volunrad. Pido que esta carta sea mandada al se­ diferentes que ofrecen una aproximación técnica que su­

ñor Epigmenio Rascón Aguirre. [... ] Para que la carta se la braya el dramatismo de cada relato. Así, hay transcripcio­

den o se la manden al Huguito, su hijo, que estuvo conmigo nes de conversaciones en radio de banda civil (que inclu­

en la escuela y que según me han dicho se dedica a escritor, a yen interrupciones de otros usuarios del radio), una historia

ver si de algo le puede servir para sus historias este pormenor de detectives, un relato de fantasmas, diálogos que no

de mi vida, la vida de un paisano suyo que no tuvo estudio. identifican a los interlocutores, la transcripción de un solo

Vale también. 50 lado de una llamada telefónica, una carta autobiográfica,

una obra de teatro en siete escenas y un guión cinema­

A los ojos de este personaje, una gran parte de sus tribula­ tográfico. La exploración de varios géneros según el conte­

ciones nacieron por la falta de educación formal y pone su nido de la historia que desea representar alude no sólo al

aspiración en alguien con mayor escolaridad para que lo dominio de las técnicas de Hugo, sino también a su com­
represente. La expectativa es clara, y coincide con lo que
Said afirma al respecto: "En épocas oscuras los miembros 51 Edward W. Said, op. cit., p. 57.

~2 Víctor H ugo Rascón Banda, op. cit., p. 172.

50 ¡bid., p. 130. .~.I ¡bid., p. 7.

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,.

TlERRAS DE NADIE Berenice Villagómez

promiso con las historias que la gente de Santa Rosa le ha a su primo que venía de México a escribir sobre los narcos,
confiado. A final de cuentas, Hugo se considera "un simple porque no lo iban a dejar llegar" .56 La madre del protago­
escribano que sólo da fe de los hechos",54 y como tal, está nista se angustia constantemente por él, y después de un
al servicio de la historia. Pero la multiplicación de géneros tiroteo donde Hugo y su padre estuvieron en peligro, ter­
literarios obedece asimismo a la búsqueda por una manera mina por decretar:
de construir una realidad que paradójicamente va convir­
tiéndose poco a poco, ante los ojos del protagonista, en algo No vas a volver a salir a ningún lado, me ordenó. Te encerra­
irrepresentable. rás en la huerta a escribir y por ningún motivo vas a conrar lo
La dedicación de Hugo a informarse de la realidad en el que viste. Haz de cuenra que fue una pesadilla y que ya des­
pueblo serrano no es bienvenida por todos los habitantes. pertaste. Si quieres historias, mejor yo te las cuento, o que lo
Su visita es causa de tensión entre algunos miembros de su haga tu padre, que las ha vivido dc cerca. [... 1 ¿No te das
familia extendida: por ejemplo, lo culpan de la desapari­ cuenra de lo que está pasando?57
ción de su primo Julián, el presidente municipal de Santa
Rosa: Con ayuda de su padre, el protagonista absorbe suficientes
historias de Santa Rosa para escribir el guión de película
El secuestro de 1ulián, dijo mi lÍo apretándome un brazo, tie­ que le encargaron y también una obra de teatro. Así, es
ne que ver conrigo y con eS(Qs papeles, así que más vale que curioso señalar que el guión cinematográfico fue rechazado
te cuides y no andes saliendo de Santa Rosa. Es más, agregó por Antonio Aguilar, el cantante que lo comisionó. Por otro
con voz grave, mirándome a los ojos, se podría decir que tú en lado, la obra de teatro -que significaba una representación
paree eres culpable de lo que le pasó a Julián. No, no en parte, más cercana a la realidad que Hugo observó en Santa
rectificó, tú eres la única causa de que mi hijo esté desapare­ Rosa- iba en camino a ser representada por conocidos ac­
cido. Por qué fregados tuviste que venir a chingamos, si aquí tores mexicanos y con el apoyo de la comunidad teatral en
estábamos en paz..~·'i la capital del país. En este sentido, Hugo cumple su obje­
tivo de dar a conocer las historias del pueblo serrano a un
Si bien es claro, por el relato de los sucesos recientes en el público más amplio y con ello ejecuta las tareas que Said
pueblo, que sus habitantes estaban muy lejos de vivir en señala como fundamentales del quehacer intelectual. En
paz (como afirma el tío del protagonista), la presencia de otras palabras, Hugo representa el sufrimiento colectivo de
Hugo para testificar los atropellos recrudece las hostilida­ la comunidad, da testimonio de los afanes de su población,
des entre narcotraficantes, policías judiciales y ciudadanos refuerza su memoria pero, lo que es más importante para
comunes. A esto se suma una amenaza directa sobre la in­ su quehacer artístico, encarna la experiencia histórica de
tegridad física del protagonista, en forma de una nota anó­ Santa Rosa en una obra estética. SH
nima dirigida a Julián, en donde "le decían que previniera
56 Loe. dI.

.'>4¡bid., p. 174.
~7 ¡bid., p. 10l.

.'i51bid., p. 112.
511 Véase Edward W. Said, op. cit., p. 57.

110 111

...

TIERRAS DE NADIE Berenice Villagómez

El conocimiento que Hugo adquirió sobre su comuni­ involuntarios; su quehacer intelectual se convierte en una
dad se vuelve indispensable para su quehacer intelectual mercancía al servicio del poder y del conocimiento, una ma­
hacia el final del texto. A pesar de que no hay una revela­ nera de enfrentar la realidad de la violencia a su alrededor,
ción fundamental sobre su práctica artística en el mismo o un mecanismo para contrarrestar la violencia ejercida so­
sentido que Fidel yel Artista experimentan, el protagonis­ bre los más débiles. Estos imaginarios que vienen del norte
ta de Contrabando se mantiene firme en su compromiso de presentan cuatro caminos a seguir en una de las encrucija­
dar testimonio a través del arte a nombre de los habitantes das más definitivas para el futuro del país. Queda abierto el
inmersos en la violencia, a diferencia del Bernardo de debate sobre lo que significa la identidad intelectual: si con­
Eduardo Antonio Parra. Quizás su compromiso pueda ex­ siste en una condición autónoma o sujeta a las presiones del
plicarse, porque la violencia a la que Hugo se enfrenta es mercado y los poderosos, si puede o debe resistir a las pre­
todavía rural y no ha permeado en el espacio urbano. El siones de la vida intelectual moderna, si requiere asegurar
protagonista regresa a la ciudad de México, donde es capaz sus propios intereses para sobrevivir o comprometerse con
de "olvidar[s]e de Santa Rosa y darle la vuelta a estas pági­ los peor representados por la realidad.
nas de contrabando y traición" ,59 en contraste con el prota­
gonista de Nostalgia de lo sombra que sólo tiene la opción de
relacionarse en sociedad a través de la violencia. Sin em­
bargo, el hecho de que los críticos aludan a la relevancia
del texto de Rascón Banda a veinte años de su redacción
original habla de la urgente necesidad de analizar la res­
ponsabilidad de los intelectuales de cara a una realidad
cada vez más compleja.
Para recapitular, los protagonistas de las cuatro novelas
luchan por consolidarse en una práctica intelectual con di­
ferentes niveles de éxito. Cada personaje presenta una no­
d6n diferente de lo que significa ser intelectual: Fidel se
entiende como parte de una clase social en sí misma, des­
prcocupada de las realidades a su alrededor; el Artista y
111I~c) se asumen como representantes de su comunidad de
ori~cn; tinalmente, Bernardo aspira a ser parte de un grupo
tlllc tmsdcndc su clase. Estas ideas son cuestionadas por la
vlolclll'i" que circunda a los personajes, lo cual los conduce
l'rcftexionar sohrc su papel como intelectuales. Durante su
h"I~'1l1cda, fungcn como testigos privilegiados o detectives

~'J VklOr 111I~n Hasdm Handa, "p. cit., p. 211.

..

112 113
Mariana Mardnez Salgado

ciudad fronteriza en línea recta hacia el norte más cercana


Miguel Tapia Alcaraz. Miedo y angustia
a Culiacán) hay ochocientos kilómetros, más o menos lo
a ritmo norteño
que hay entre Marsella y Lille, ciudades que se encuen­
Mariana Martínez Salgado tran en los extremos sur y norte de Francia, país donde
habita el culichi Tapia. Además, Culiacán se localiza en un
estado que ni siquiera colinda con los Estados Unidos.
Para afirmar que un culichi es norteño hay que tener
Nosotros f. ..j la gente de aquí, con nuestros trirtl's
en cuenta lo siguiente: para los mexicanos, norte es todo
experiencias de nuestros continuos temores, nos sacur/t
aquello que está arriba de Aguascalientes, ciudad que se
el miedo sin que opongamos resistencia. Tenemos miedo
encuentra geográficamente al centro de la República. Cu­
del menor crujido de la madero, y cuando uno de nosotros
liacán es, según este criterio, norte. Pero si ochocientos ki­
lómetros al sur de la frontera es norte, norte también sería
tiene miedo el otro lo siente también, sin saber exactaml'IJIt
por qué. ¿Cómo juzgar objetivamente en tales condiciones?
Poza Rica, Veracruz, que está más o menos a la misma altu­
ra que la ciudad de México y mucho más al sur que Aguas­
FRANZ KAFKA, EL CASTlJ,Il).
calientes. Esta afirmación tan ilógica sólo nos puede llevar
a una conclusión: la literatura del norte no tiene nada que
ver con la geografía.
Ser norteño no es, o no sólo es, hablar "golpeado", to­
Introducción: el norte que ni tan al norte
mar cerveza helada y saberse todo el repertorio de los Ti­
gres del Norte. Ser norteño no -sólo- es irse de shopping
ÉSTE ES UN LlBRO de ensayos sobre literatura del norte. o a buscarse la vida al otro lado, traer una troca y una morra
que levanten la envidia de los transeúntes del barrio. Tam­
y éste, un ensayo sobre el escritor norteño Miguel Tapia
poco es -sólo- conocer la violencia de primera mano,
Akaraz. Pero antes de empezar el ensayo, o quizás justa­
vivir con miedo y hacersc el macho. Confundimos con fre­
mcnte para calentar los motores ensayísticos habrá que
cuencia nof1e con frontera y con violencia. Con narcotráfico
aclararse la garganta y pronunciarse contra dos aseveracio­
nes que se han dado por sentado en las líneas anteriores. y música de banda.
Elmer Mendoza, otro culichi de las letras, diría que lo
Primo, Miguel Tapia no es un escritor del norte. Ergo, este
que une a los escritores del norte es ese "espacio que habi­
libro de ensayos no -sólo- es sobre literatura del norte.
tamos; ser norteños también es una condición de vida y
¿O sí? Veamos.
aparece en nuestros libros".1 Ignoro si con "espacio", EI­
Miguel Tapia es eulichi (gracias, RAE, por permitirme
mer se refiere al espacio físico, pero creo que el término
decirlo), es decir, oriundo de la ciudad de Culiacán, Sina­
loa. La ciudad que engendró a Tapia no está en ese norte
fronterizo que imaginamos cuando escuchamos corridos. I Raúl Torres, "La violencia no es el único tema que determina la

Culiacán está a muchos, muchísimos kilómetros de la fron­ literatura del norte del país. Entrevisra con el narrador Élmer Mendoza,
tera. Google Maps afirma que entre Culiacán y Nogales (la premio Tusquets, 2007".

185
184
TIERRAS DE NADIE Mariana Martínez Salgado

podrfa bien definir ese otro espacio tan real como ficciona­ Los caimanes fue su primer libro de cuentos, trabajado
do que, a través de la escritura, se ha transformado en un en el taller y publicado por Almadía en 2006. Un año más
universo literario. Es en ese espacio donde cohabitan los tarde era casi imposible encontrar un solo ejemplar en
elementos que forman nuestro imaginario colectivo sobre cualquier librería. En 2009 Almadía decidió reeditar el li­
el norte. bro de cuentos "corregido y aumentado", con una nueva
La pregunta para el lector no mexicano podría entonces narración que abre, como un balazo, la antología. Se trata
ser ¿qué hay en ese imaginario colectivo sobre el norte? de "Señor de señores" que da al libro un nuevo título (Se­
Sí hay frontera, sí hay calor, también violencia, corridos y ñor de señores y ¡.OJ caimanes) y posiciona a Miguel Tapia
narcotráfico, pero no exclusivamente. Todos estos elemen­ Alcaraz en el ring de pesos pesados de nuestra literatura.
tos forman parte de la "condición de vida" de la que habla En los últimos años las exigencias académicas fueron
Elmer Mendoza. Lo interesante, y lo que distinguirá a ca­ alejando a Tapia del taller y obligándolo a pasar cada vez
da uno de los escritores citados en el presente volumen, es más tiempo en la Biblioteca Nacional de Francia, donde
cómo utilizan esa materia prima -si es que todos la utili­ redactó una tesis doctoral sobre Ciencia y I ~iteratura, que
zan- para hacer literatura. Al hablar del norte, la literatura defendió el año pasado en la Universidad París 3, Sorbon­
es lo que distingue a un relato de un corrido, aunque ahí las ne Nouvelle. Aunque recibió felicitaciones unánimes del
fronteras tampoco estén del todo claras. jurado durante la defensa de su tesis y ahora sea profesor
universitario, la academia no siempre fue la primera opción
profesional para Tapia.
En Culiacán desde París Antes de mudarse al D. E, todavía en Culiacán, fue par­
te de una banda de rock latino que, seguramente, inspiró
Hace ya diez años que Miguel Tapia vive en París, antes dc su cuento "Los Caimanes". Los personajes de este texto
ello vivió seis en el D. F. Aunque el acento se le ha diluido pertenecen a una banda más bien norteña, con taro la, acor­
y contaminado por los múltiples acentos hispanos de sus deón y tololoche (especie de contrabajo norteño). Sin em­
amigos, sigue diciendo "chilo" y "bichi" y cantando corri­ bargo, en la anécdota cabe cualquier grupo musical porque
dos cada que un grupo de melancólicos latinoamericanos el elemento principal no es la música sino el calor, el silen­
se lo pide. Cómo ser o seguir siendo norteño en el exilio es cio y las relaciones interpersonales entre los miembros de
algo que no le preocupa demasiado. Tapia tiene claro que un grupo. La música es una constante en la obra de Tapia,
ser norteño es "condición de vida", con esa conciencia y su presencia, pero sobre todo su ausencia, pauta el ritmo de
despreocupación escribe y, aunque lejos de Culiacán, el sus narraciones.
norte, sí, habita su literatura. Son exactamente la música y su ausencia las que esta­
Apenas llegado a París, Tapia se unió al taller de escri­ rán al centro de este ensayo. La música contrapuntea en los
rura creativa en español que por ese entonces fundó Mar­ cuentos de Miguel Tapia con la angustia, el miedo y la vio­
tín Solares y que aún se reúne cada viernes en el tercer piso lencia, elementos que se han convertido en centrales en la
del Instituto Cervantes para leer y criticar textos de jóve­ literatura del norte. La frontera norte de México se ha con­
nes escritores hispanos. vertido en sinónimo de violencia descarnada, de herida

186 187
TIERRAS DE NADIE Mariana Martínez Sal~ado

profunda que para los escritores de esta región, resulta di­ Pero la cuestión no está en tener o no tener miedo, sino
fícil, si no imposible o incluso absurdo, obviar. en sentirlo cuando el peligro sea real. Tener miedo a los
extraterrestres o a las flores no resuelve ningún problema y
termina creando una profunda angustia. El miedo y la an­
Acercamiento a dos conceptos básicos: miedo y angustia gustia son distintos causalmente, es decir, lo que los dife­
rencia es aquello que los provoca. Tenemos miedo a algo
Antes de entrar en materia literaria habrá que aclarar un concreto: 2 miedo a caer cuando escalamos, miedo a morir
par de conceptos que utilizaremos para el análisis: el miedo cuando tenemos el cañón de una pistola sobre la sien, mie­
y la angustia. do a desarrollar cáncer si nuestro padre ha muerto a causa
Algunos afirmarían que una de las características o, me­ de esa enfermedad. La angustia es distinta, aunque no le­
jor aun, la "enfermedad" de este siglo es el miedo. En jana. En ella ni la causa ni las consecuencias están claras.
nuestra sociedad aséptica y global la amenaza está en todas La anguscia es, según Heidegger, la facultad elemen­
partes. Desde el mercurio que no baja este invierno hasta tal que nos pone ante la Nada. 3 La Nada es el silencio,
el terrorismo latente detrás de cada rostro moreno. la muerte. El miedo y la angustia comparten entonces un
En realidad el miedo ha estado siempre presente, en mismo destino: la muerte. La diferencia es que el miedo
todos los tiempos, cada vuelta de siglo -y ya no digamos se manifiesta ante algo concreto y la angustia es un estado
de milenio-- trae toda una serie de profecías aterradoras. de ánimo donde la incertidumbre es reina.
Pongámosle la cara que queramos: ántrax, extraterrestres, En la producción literaria de Miguel Tapia el miedo y
pandemia, Y2K, Bin Laden; el hombre -y sobre todo la la angustia son ¡ei! motivo No siempre son nombrados direc­
sociedad- siempre tiene algo que temer. tamente, pero para el miedo y la angustia las palabras so­
El miedo es necesario porque forma parte de nuestro bran. Los podemos identificar claramente por medio de
instinto de supervivencia. Si no tuviéramos miedo sería­ símbolos, gestos, por las actitudes de los personajes y el
mos devastados, abatidos por nuestros enemigos sin que ambiente que los rodea.
por la cabeza nos pasara la idea de protegernos. Así sucedi() Decíamos antes que el miedo se anuncia ante algo con­
al pájaro dodo de la isla Mauricio. Al no tener predador al­ creto. Lo más concreto a lo que se le puede temer es la
guno, esta especie de gallina obesa con pico de flamingo muerte. El miedo anticipa la muerte y es por ello un arma
no desarrolló el instinto del miedo. Cuando los portugue­ poderosa. En México, donde se desarrolla la mayor parte
ses descubrieron la isla lo llamaron duodo, tonto, y cuando de los cuentos de Tapia, existe desde hace algunos años un
tiempo después los holandeses se instalaron en el territorio miedo concreto y colectivo: el miedo al narcotráfico. O más
acabaron con el dodo en menos de un siglo. específicamente: miedo a los cárteles de narcotraficantes
Tenemos miedo cuando nos sentimos frágiles y esto es
natural porque la fragilidad es la puerta de entrada de la
2 Según Joanna Bourke, "The word fear is used lO refer lO on immedio­
muerte. Sin el miedo la humanidad entera desaparecería
te, objective threol, while anxiety refm lo on onticipoted subjective IhreOI".
en menos de lo que pensamos. Por esta simple razón, no Joanna Bourke, Feor. A Cultural History, p. 189.
podemos ser una sociedad "dodo", sin miedo. 3 Martin Heidegger, Ser y tiempo, capítulo 6, párrafos 39 y 40.

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TIERRAS DE NADIE Mariana Manínez Salgado

que desde 2006 rompieron su regla de oro: ajustar cuenta~ pueblo escucha maravillado las hazañas protagonizadas
entre ellos sin tocar a los civiles. por estas nuevas figuras anti-heroicas de nuestra era pos­
Intentaré aquí resumir en un par de líneas el complica­ moderna:
dísimo problema que invade nuestro país: por décadas el
gobierno pactó con el narco para que éste pudiera llevar a -A mí me gustan los corridos porque son los hechos reales
cabo sus operaciones sin que ni la policía ni el ejército lo de nuestro pueblo.
impidieran. En 2006 el gobierno calderonista declaró la -Sí, a mí rambién me gustan porque en ellos se cama la
guerra al narcotráfico sin tener en cuenta que el narco sigue pura verdad. 4
teniendo elementos dentro del gobierno y sus instancias y
que numerosos ex miembros del ejército pertenecen a la~ Este breve diálogo abre "Jefe de jefes" de Los Tigres del
filas del narco. Así, los grupos delictivos narcotraficantes Norte, un narcocorrido que retomaremos más adelante.
decidieron no sólo romper con el gobierno, sino también de­ El narcocorrido es la rama ~4decadente" del corrido.
mostrarle que son ellos quienes mandan. El arma: el miedo. Este género musical de corte popular se desprendió del
Han creado en la población civil un miedo colectivo y una romance español para, en el siglo XVIII, encontrar en nues­
sensación de inseguridad sin precedentes. tro país tierra fértil. El corrido, como el romance, son géne­
ros narrativo-musicales que heredan la función de transmi­
sión oral de las canciones con las que los juglares en la
Miedo al "Señor de señores": Edad Media relataban al pueblo gestas de personajes cu­
el Levítico en narcocorrido yos actos heroicos ameritaban ser del conocimiento públi­
co. El corrido ha tenido en México distintas funciones y
El panorama anterior nos servirá para analizar uno de lo~ etapas: en un principio abordaba sobre todo historias senci­
cuentos de Miguel Tapia, el que abre la antología: "Señor llas y populares, historias de amor sublimado y desamor,
de señores". En él, lapia narra el pacto sellado entre un luego hechos históricos y leyendas. Durante la Revolución,
capo del narcotráfico y un grupo de pequeños traficantes el corrido adquirió un tono que lo acerca más al cantar de
que desean guarecerse bajo el manto protector del Señor gestas en un esquema musical y narrativo más sencillo; se
de señores. La trama es conocida y ha sido contada en mu­ narran historias donde la valentía y el martirio de los rebel­
chas ocasiones. Curiosamente la literatura no fue la prime­ des contestatarios adquieren proporciones de oda griega.
ra en narrar las proezas de este tipo de personajes ligados al En nuestros días, el corrido cumple, entre otras, una fun­
narco. La primera forma de expresión que se apropió de
estas historias fue la música. El género del narcocorrido,
en concreto. Numerosos grupos de música norteña se han 4 El corrido "Jefe de jefes" da título al disco grabado en 1997 por

convertido en juglares del narcotráfico para dar a conocer Los Tigres del Norte, álbum con el que obtuvieron en 1998 el premio
Grammy por la mejor producción de música méxico-americana/texana.
nuevas odas y cantores sobre personajes que por su valentía
Véase el sitio oficial de la banda: <http://lostigresdelnorte.com> y la
y arrojo se han convertido en leyendas dignas de ser relata­ entrada en la Wikipedia sobre el disco en cuestión: <hnp://es.wikipedia.
das una y otra vez en bares, fiestas y "toquines" donde el org)wiki/Jefe_dejefes>.

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TIERRAS DE NADIE Mariana Martínez Salgado

ci6n subversiva yen voz de los "juglares" contemporáneos Tapia reescribe el Levítico a su guisa. s Los sacrificados
están las historias heroicas de antihéroes, como los narco­ en el libro sagrado son animales, grandes o pequeños, en su
traficantes. mayoría corderos, reses y otros animales "puros". Los sa­
Ya no son "los buenos" quienes ameritan canciones, crificados en el cuento de Tapia, en cambio, son seres hu­
sino los rudos, los poderosos, los criminales, los que pagan manos. y es que detrás de estos sacrificios no está, como en
por que sus historias formen parte de los repertorios de las el Levítico, Dios, Yahvé, sino una especie de dios con mi­
mejores y más conocidas bandas. Barbanegras que pagan núscula, de todopoderoso no del mundo espiritual, sino del
con cadenas de oro robadas de algún barco asaltado y hun­ de las drogas: un capo cuyos poderes son tan grandes que
dido. Pero el narco no es la ley de la jungla: tiene sus regla~ puede permitirse pedir a sus "hijos" el sacrificio, tan san­
y su respeto es fundamental. El narcocorrido da cuenta de guinario como preciso, de los "'pecadores" que lo ofendie­
ello. Un elemento constante del corrido en todas sus épo­ ron, que lo traicionaron.
cas ha sido el honor, también en ésta, contemporánea y El cuento está, como el libro del Antiguo Testamento,
"decadente". Junto con la violencia y el poder, el honor escrito en versos numerados, sin puntuación. El ritmo del
y su traición son temas centrales del narcocorrido. texto, los espacios, la distribución gráfica sustituyen puntos
"Señor de señores" no sólo narra, sino conto, la leyenda y comas:
de un capo del narcotráfico. Una de las razones por las que
Tapia elige el verso como forma de expresión es que éste [...] en la amplia finca callada y verde
es más cercano a la música y, por consecuencia, al corrido. un ejército disimulado enrre los muros árboles y autos
Ésta es una razón fundamental que nos llevará más adelan­ vigilaba la conversación6
te al análisis del elemento musical; sin embargo, no es la
principal. Tapia elige el verso sobre todo porque es el len­ El lenguaje bíblico elegido por el autor da al texto una ca­
guaje del Antiguo Testamento, del libro del Levítico en dencia que acerca el cuento no sólo a la poesía sino a la
concreto. música:
El Levítico es un libro que los cristianos companen con
los judíos. Estaba dirigido a los levitas, la tribu de Leví. El señor ha dicho
Cuenta con una simbología que resulta casi impenetrable a Por los míos seré honorado
los ojos modernos y no religiosos. El libro es una especie de ante rodos seré glorificado7
"manual" por medio del cual Yahvé da instrucciones a
Moisés para que su tribu y la de Aarón lleven a cabo sacri­
ficios en su nombre. Las instrucciones sacrificiales son de
s La iniciativa forma parte de las actividades del grupo de "Litera­
puntillosa precisión y cada una está cargada de una varie­
tura Huiqui", en cuyo manifiesto se afirma que "toda lectura es escritu­
dad de símbolos (poner la mano sobre la cabeza del sacrifi­ ra: todo lector, un escritor", por lo que toda escritura es reescritura y que
cado, degollado de cierta manera, poner su cuerpo sobre el todo lo escrito es reescribible. Véase <http://www.literaturawiki.org>.
fuego o el altar) que, por su complejidad semántica, resul­ 6 Miguel Tapia Alcaraz, Señor de señores y Los caimanes, p. 9.

tan ajenos o incomprensibles para el lector de la actualidad. 7 ¡bid., p. 15.

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TIERRAS DE NADlE Mariana Martínez Salgado

Al añadir la trama, el cuento se acerca deliberadamente Eugene Ionesco decía en una entrevista que procuraba
--como el lector ya lo imagina- al narcocorrido, particu­ que en las puestas en escena de sus obras hubiera siempre
larmente a "Jefe de jefes" de Los Tigres del Norte, como un "elemento perturbador", algo que está ahí, como fuera
puede leerse a continuación: de lugar. Ionesco propone que los actores se desenvuelvan
en el escenario con naturaleza ignorando la presencia de
Soy el jefe de jefes señores "un objeto cuya presencia crea angustia (en el espectador),
y decirlo no es por presunción es decir, la concretización del peligro". Pone un ejemplo:
muchos grandes me piden favores en el escenario los personajes charlan con soltura mien­
porque saben que soy el mejor tras en alguna parte hay, puesto casi casualmente sobre las
han buscado la sombra del árbol tablas, un pájaro negro. La presencia de este elemento dará
para que no les dé duro el sol a la obra "un ambiente de sueño real".1O
El elemento perturbador en "Señor de señores" es, pre­
El elemento de la música aparece en el cuento no sólo como cisamente, la música. Nunca sabemos bien de qué melodía
género sino también como elemento dentro del cuento. Hay se trata, tampoco podemos escucharla con claridad. Siem­
por ahí un "chirrín" permanente, "el carraspeo de un acor­ pre lejana, siempre al fondo del jardín o del huerto, siempre
deón y una guitarra"l:! que se escuchan al fondo del jardín de difusa, perturbadora. ¿Cuál es entonces el secreto que
la hacienda donde el Señor ha llamado a Moisés para darle guarda este elemento?
instrucciones precisas para que él, Aarón y los hijos de Aarón No es que cada que Moisés y sus compañeros vayan a la
sacrifiquen a los traicioneros hermanos Galiana. En esa fin­ casa del Señor se escuche la misma melodía o que un viejo
ca, propiedad del Señor, la música está siempre presente. Su guardián del huerto tenga un radio olvidado gimiendo la
presencia es más sutil que evidente. La música nunca apa­ misma canción. Es que todos los personajes de este cuento
rece en primer plano, sino siempre en el trasfondo, detrás de estón en un corrido. Son un narcocorrido que se cuenta a sí
las acciones que se desarrollan sin siquiera apercibirla. mismo.
Moisés escucha al Señor y luego va a buscar a Aarón ya Pero no nos olvidemos del final, porque los narcocorri­
sus hijos para completar el sacrificio, matan a los Galiana en dos siempre tienen finales dignos de ser cantados. Finales
el orden y de la manera exigida por el Señor y vuelven al agridulces de oda posmoderna: Moisés y Aarón completan
día siguiente a completar el largo sacrificio del menor de el sacrificio, siguen minuciosamente las instrucciones del
los Galiana. En todos estos días, durante todo este tiempo, Señor y el Señor está satisfecho de la tarea. Pacto sellado,
"desde el fondo del huerco" llega "el canto de los chirri­
nes" y Tapia agrega "como un moribundo olvidado que no 10 "Je crois qu 'il jaut que les comédiens jouent d'ufle jOfon tout ojoit natu­

termina de morir".9 La música adquiere aquí característi­ re"e et qu 'il y oit quelque chose qui donne une atmosphere spéciale, un objet dont
lo présence {rée /'ongoisse ou soit la concritisotion du danger [...}. Dons ces
cas humanas y acompaña el sufrimiento de las víctimas. scenes la ou les personnaf!,f5 porlent tout ofoit noturellement, il yo quelqueport
sur le ploteou un oiseau noír, un oiseou de mort; celte présence donne une autre
~ !/lid., p. 10. tonolité ola pita, une ombionce de rroe vroi". Claude Bonnefoy, Entretiens
,¡ '/lid., p. 14. ovec Eugene !onesco, p. 117. [Todas las traducciones son mías.)

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TIERRAS DE NADIE Mariana MartCnez Salgado

Moisés, Aar6n y los hijos de éste pueden considerarse fie­ En un segundo grado dicho miedo podría pertenecer no
les protegidos, parte del rebaño: sólo a los personajes, sino también al lector. Este último es
como el espectador del que habla Ionesco. El lector nota
El Señor levantó el rostro que hay algo que lo incomoda a lo largo de todo el cuento.
lo abarcó todo con los brazos abiertos En esta narración la presencia del elemento perturbador es
Dijo menos obvia que el pájaro negro. La presencia de la violen­
Bienvenidos sean a la casa del Señoril cia física y verbal hace que la música (los remedos de mú­
sica, en realidad), tímida y un tanto escondida, no puntee
Los hijos de Aarón celebran la victoria, el pacto sellado con como elemento alerrador evidente. Sin embargo, al termi­
sangre. Tiran con sus rifles hacia el cielo para honrar al Señor: nar el cuento con ese "sólo se escucha el plañido chirrín y
"Una ofrenda ---dice Tapia- que no les fue ordenada" Y mortecino de un perpetuo guitarrón", el lector se queda
Este minúsculo pero gravísimo error les costará la vida. Los como Aarón, con la boca abierta sin poder pronunciar pala­
hijos de Aarón caen muertos a Jos pies de su padre, quien: bra. jClaro! La música nos anunciaba la tragedia y no fui­
mos capaces de verlo sino hasta el último momento.
Abre los labios pero en el hucrro sólo se escucha
el plañido chirrín y mortecino
de un perpetuo guitarrón lJ Teatralización del terror: miedo colectivo
y protección
Así termina el cuento, con el plañido del guitarrón que
sustituye la voz de Aarón. El corrido termina y sólo las El gobierno estadounidense aplicó ante el terrorismo una
cuerdas del guitarrón son capaces de reproducir el miedo, política de terror. Perfilándose él mismo como protector de
el dolor del padre que ha sido fiel al Señor, que ha hecho lo las vidas y de la libertad de los ciudadanos estadouniden­
correcto, que lo ha ganado y perdido todo en un instante. ses (y del mundo entero). El gobierno mexicano, en cam­
El rol de la música está ahora claro: es el pájaro negro, el bio, prometió una estrategia de "mano dura" contra el nar­
elemento perturbador que concretiza el peligro. ¿Y qué cotráfico que no ha sino desatado un terrorismo cada vez
mayor peligro que la ira del Señor? Si la música concretiza más cruento por parte de los cárteles. El gobierno mexi­
el peligro, el miedo puede existir. El peligro concreto es la cano no ha logrado posicionarse como protector por dos ra­
ira del Señor y esto es a lo que los personajes deben temer. zones: la primera es que el enemigo ha resultado ser mu­
] ~a música nos ayuda a concretizar el peligro y a nombrar el cho más fuerte y la segunda es que dicho enemigo mora en
miedo. La música juega pues un rol concreto: anunciar la la misma casa. La corrupción del ejército, la fuerza policia­
presencia del miedo. ca y el gobierno impide al Estado mexicano perfilarse como
figura protectora del pueblo sumido en el terror.
11 Miguel Tapia Alcaraz, op. cit., p. 14.
En la Edad Media los delincuentes eran ajusticiados en
II Loe. ál.
la plaza pública, el sufrimiento del culpable era un espec­
1.1 ¡bid., p. 15.
táculo público, "la mise en scene de la souffrance" (la puesta

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TIERRAS DE NADIE Mariana Martínez Salgado

en escena del sufrimiento), la llama Michel Foucault. 14 puente sobre una vía pública transitada un par de cadáve­
Torturas como el empalamiento, el potro y la cuna de Judas res escoltando una manta con un mensaje aterrador, para
se llevaban a cabo sin ningún pudor en las plazas públicas que a la mañana siguiente los automovilistas la descubran
como castigo de los criminales y sobre todo, para escar­ y los medios de comunicación masiva la transmitan.
miento de los ciudadanos. No es sino hasta el siglo XIX que Es la puesta en escena del sufrimiento, pero también
el castigo del culpable se vuelve más sobrio y discreto. 15 del terror. En la plaza pública ya no cuelga el cadáver de un
No obstante, tal discreción no hizo desaparecer la tortu­ criminal, como en la Edad Media, sino el de un ciudadano
ra, que ha estado en el sótano de los poderosos (de cual­ cualquiera. El mensaje ha dcjado de tener como remitente
quier tipo, léase gobierno, grupo delictivo, ideológico, etc.) la autoridad judicial, esa que otrora exponía cadáveres de
por todos estos siglos. En nuestros tiempos lo que ha cam­ criminales para comunicar un mensaje concreto: si {(Jes en la
biado es que esa tortura ha vuelto a ser visible. Las fotogra­ delincuencia esto te puede pasar. Ahora el narco usa el mismo
fías de los soldados estadounidenses y sus víctimas en la medio de exposición y puesta en escena para comunicar
prisión de Abu Ghraib no son más que un ejemplo, pero en un mensaje mucho más escalofriante: si no me obedeas a mí,
casa tenemos otros, como las cabezas, "encobijados" y nar­ delincuente, esto te puede-y te va 0 - pasar. El mensaje no es
comensajes que los miembros de grupos criminales narco­ exclusivo para los civiles. Se trata más bien de una amena­
traficantes ofrecen tanto al gobierno como a los civiles por za para el gobierno (rompiste nuestro pacto, no trates ahora de
medio de mantas colocadas en lugares tanto públicos como detenerme) con copia a la población civil (porque me meto con
privados: una plaza, un paso a desnivel o la pista de baile tus ciudadanos y votantes).
de una discoteca. Tapia rescata esta semántica de la narco-violencia y la
Dice Maria Michela Marzano en Visages de la peur que equipara a la meticulosidad del sacrificio religioso que
"la puesta en escena de una violencia extrema contribuyc Yahvé (Señor de señores) exige a sus fieles. Las puestas en
[... ] a la difusión y a la institucionalización del miedo. Es la escena de la violencia tienen, en efecto, mucho de teatral.
aplicación meticulosa y contemporánea de la teoría del La disposición de los cuerpos, el lugar correcto para ocasio­
terror" ,16 Los narcotraficantes no comunican, como otros nar el efecto esperado. En "Señor de señores" los hijos de
grupos terroristas, con mensajes (o amenazas) claros a tra­ Moisés siguen las instrucciones precisas de su patrón:
vés de canales en internet. Estos grupos delictivos prefie­
ren la exquisitez semántica. Los narcos prefieren la puesra El mayor de los hijos tomó al Galiana primogéniro
en escena, prefieren durante la madrugada colgar de un colocó la mano sobre su cabeza
lo degolló de un tajo
Su cuerpo fue arrojado al canal encobijado
I~ Michcl F oucault, Surveiller el punir. Naissance de la pnson, p. 2l.
la cabeza abandonada frente a la comisaría l7
l., I/,id., capítulo l.

11, "/.tl miJf en scene d'une violence ex/reme f...} contribue f...} ii /a diffll­

XiOlI f'1 t)l'inJ';lu/ionnalisal;on de la peur. e'est I'application mé/iculeuse ('/


ttJlllf'tII!W/'(Útlf' ti, /fl IlIione de /a terreur". Maria Michela Marzano, VisaWJ
tlf' ltI ",Ji!; p. 97. 17 Miguel Tapia Alcaraz, Señor. .. , op. cil., p. 13.

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TIERRAS DE NADIE Mariana Mardnez Salgado

U na escena tantas veces vista, tan conocida por los mexi­ de la familia les pasará lo mismo si intentan denunciar
canos: la amenaza al gobierno, la declaración de poder. el acto.
Desaparición de cuerpo "encobijado" y presentación de la Hay que destacar que la violencia innecesaria es parte
cabeza-trofeo ante la comisaría. Pero en esta ocasión el fundamental de esta exquisita mise en se me.
Primero lo de­
mensaje no es sólo soy mósfuerte que ustedes, sino también es güellan y después le cortan pies y manos. El muerto ya no
un mensaje "dirigido a quienes hacen planes a mis espal­ sufre tal mutilación. Poco importa. La familia sí la sufrirá al
das" .18 Curioso lugar para que un delincuente deje dicho ver el "cuerpo aún tibio" frente a la puerta de su casa.
mensaje. La comisaría tendría que ser el enemigo acérrimo
del narco ya que su trabajo es, justamente, hacer planes
contra el narco. El Señor no habla de planes contra él sino a "Servicio público": silencio y angustia posmoderna
sus espaldas. Si la policía hace planes a espaldas del Señor
es porque, de alguna forma, están con el Señor, pertenecen Antes dijimos que el miedo se manifiesta ante algo concre­
a su ejército o al menos han gozado de sus favores a cambio to, mientras la angustia se manifiesta ante algo inasible y
del incumplimiento de su deber como fuerza policiaca per­ desconocido. Para Freud la ansiedad está relacionada con la
seguidora de la delincuencia. En resumen: la policía co­ condición y no con el objeto. El miedo, en cambio, focaliza
rrupta recibe una potente amenaza: si se rompen los lazos su atención en el objeto. 22 La angustia y la ansiedad no tie­
de confianza con el Señor, más cabezas rodarán. nen diferencia concreta en la lengua española. La RAE los
define como sinónimos. En filosofía se habla más bien de
La muerte del segundo es bastante más teatral: angustia, mientras en psicología se utilizan ambos términos.
El segundo hijo tomó al Galiana del medio La ansiedad nos pone en espera, a la expectativa: estoy
Tras haberlo degollado ansioso por verlo, mientras que la angustia tiene un nivel
le sacó la lengua por la garganta psicológico y emocional mucho más profundo -angustia
Le cortaron pies y manos existencial- y no se manifiesta ante algo concreto, sino
riraron su cuerpo aún tibio frente a la casa de la familia l9 justamente ante lo menos concreto que existe ---o no exis­
te-, que es la Nada. Como mencionamos arriba, la angus­
Ya no es al gobierno a quien se dirige este mensaje tan car­ tia nos coloca, según Heidegger, frente a la Nada, esto es,
gado de signos, sino a la familia. Le sacó "la lengua por la frente a la muerte, frente al no-ser. La angustia también
garganta":20 a éste lo mataron por hablador, por traidor. Es está relacionada con la imposibilidad de combatir lo que
un "mensaje de advertencia a los hocicones",21 como dice más tememos. La angustia de vernos desprovistos de armas
el Señor al dar las instrucciones a Moisés. A los miembros ante algo a lo que tememos, pero que no podemos nom­
brar. Por su carácter más filosófico, nos parece más conve­
11>¡bid., p. 11.

19 ¡bid., p. 13.
22 "Anxiety relales lo Ihe condition ond ignores de object, whereos in Ihe
20 ¡bid., p. 11.
word Feor oltention is focused on Ihe objecl". Sigmund Freud, A General
ZI Loc. cil.
lnlroduclion lo Psychoonolysis, p. 103.

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TIERRAS DE NADIE Mariana Manínez Salgado

nicnte utilizar en este ensayo el término angustio y retoma­ fillo cerca de la catedral".z6 No hay razón para que no sea
remos en primer lugar para su análisis, el relato de Miguel así. Sin embargo, al poco de su llegada al pueblo, el prota­
'Hapia "Servicio público". gonista se encuentra con dos obstáculos: primero, el sol
Un hombre en un autobús se dirige hacia su nueva vida. azota los adoquines y los hombros del personaje provocan­
Una escala de tres horas en un pueblo que el autor describe do un calor infernal y segundo, a la redonda no se divisan
como "incendio habitado"2J le permitirá refrescarse en una ni teléfonos ni gente dispuesta a ayudar. Este calor tiene
terraza sombreada. Pero antes el protagonista debe encon­ por objetivo no sólo obstaculizar la tarea del protagonista,
trar el remedio a un raro malestar cuyos síntomas comenza­ sino también dar a la narración una atmósfera angustiante.
ron a aparecer poco antes en el autobús: "A la altura del "El sol de Trescaballos dificultaba la nostalgia [... ] lo
Zapotillo, un primer calambre me recorrió el brazo cuando importante por ahora era frenar el malestar, dar al cuerpo
ahrí la ventana para llamar al vendedor de aguas frescas" .24 lo que me exigía. [... ] No había tratamiento alternativo".27
Calambres y contorsiones desde las falanges hasta la mu­ lapia nos pone las cartas sobre la mesa: no hay opción, hay
ñeca de la mano, punzadas en la base de la lengua y la gar­ que encontrar un teléfono. El protagonista recorre las ca­
ganta que van en aumento y sólo encontrarán alivio pulsan­ lles del pueblo, ni un alma. La poca gente que hay se refu­
do los dígitos de un teléfono y hablando por el auricular: gia en sus escondites y nadie parece dispuesto a hablar:
"La actividad en las calles céntricas tenía cierta movilidad
La imagen de mi escritorio. pequeño pero ordenado en aquel muda, una intensidad sofocada bajo el calor y la luz que le
rincón de la oficina del licenciado, me venía a la mente sin daba a la gente un aire introspectivo" .28
que pudiera controlarlo. Sobre él, los tres teléfonos Siem­ La narración transpira, las páginas del libro se humede­
mens blancos, limpios y funcionales, resonaban en mi cabeza cen, el lector, inmerso en ese ambiente de sopor a altísima
con su música angelical. 25 temperatura, se identifica con la angustia del protagonista
y quiere también encontrar el remedio, salir de ahí, respi­
El tiempo apremia, el sol ciega y en todo el pueblo parece rar. Al fin una cabina, fuera de servicio; otra, con los cables
no haber un solo teléfono disponible. Los locales dan fe de de fuera; tres más, todas inservibles. Ni siquiera en las ofi­
«ue todas las cabinas han sido destruidas. Jodas menos cinas de la compañía de teléfonos hay uno disponible.
una, rodeada por una multitud enfurecida. Mientras tanto la angustia crece, el dolor aumenta, el calor
El sentimiento de angustia no llega con los primeros abate. En la mente del protagonista, intentos por recobrar
calambres. El protagonista, ecuánime de carácter, analiza la calma y la amenaza de un desenlace imprevisible. N un­
inmediatamente la situación de forma bastante racional: ca antes había estado en la imposibilidad absoluta de poner
"Encontraría un teléfono, haría la llamada y Juego buscaría remedio a los síntomas:
aqllella terraza fresca, protegida por un amplio portal ama-

l.\ Miguel Tapia Alcaraz, op. cil., p. 76. Zó lbid., p. 72.


14 Ibid., p. 71. 27 lbid., p. 74.
.~~ Ibit!. p. 75. lH ¡bid., p. 76.

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TIERRAS DE NADIE Mariana Martlnez Salgado

Luché por ignorar la sensación en el índice derecho, que se Si bien antes podíamos prescindir de los teléfonos celu­
retorcía hacia el revés de la mano como si quisiera despren­ lares --en cada casa había una "libreta de recados" junto al
derse, lanzarse por las calles y colarse entre los resquicios de teléfono fij<r-, ahora nos provoca ansiedad no tener el
puertas o ventanas, encontrar a como diera lugar un teléfono celular permanentemente a la mano. No sólo estamos co­
y profanarlo repetidamente con su marcación enfermiza.29 nectados con el mundo, por medio de nuestro teléfono, en
realidad hemos terminado por estar conectados permanen­
En esta narración la angustia se presenta ante la posibili­ temente a nuestro teléfono. Para el homo-cellularis, ser
dad de un miedo máximo: morir. La ansiedad, según Hei­ localizable y poderse comunicar cuando lo necesite no es su­
degger, se produce cuando el hombre está confrontado a la ficiente. ¿Cuántas veces al día revisamos nuestro celular,
Nada. El hombre frente a lo desconocido, el hombre frente nuestras cuentas de correo, de Facebook, Twitter, etc.? Nos
a la muerte. Dejemos en palabras de Maurice Blanchot la pasamos el día entero checando si nuestros conocidos han
reflexión: "¿Es eso morir, es eso el miedo? La angustia si­ tenido o no la intención de comunicarse con nosotros. Te­
lenciosa y ese silencio, como un grito sin palabras, mudo, y clear, teclear, teclear. Eliminar la angustiosa posibilidad de
sin embargo, gritando para siempre" .30 quedar desconectado. Nuestros dedos cobran vida propia,
El silencio, ese grito mudo, juega en "Servicio público" como el índice del personaje de Miguel Tapia, para reco­
un rol fundamental. El personaje necesita "hacer la llamada" rrer con deleite el teclado de nuestra computadora. Nues­
para curar sus males. Necesita ruido, digitar, hablar, escu­ tros pulgares han desarrollado una habilidad gimnástica
char. No importa a quién llame, lo importante es llamar. Que sorprendente gracias al teclado de los teléfonos celulares.
luego de presionar una serie de botones haya una respuesta, Nos gustan los teléfonos celulares como a la generación
la que sea, del otro lado del auricular. de nuestros padres le gusta la televisión. Ellos se arrullan
El cuento es una metáfora de nuestra sociedad posmo­ con el televisor encendido emitiendo frases e imágenes
derna. Hace veinte años nadie tenía teléfonos celulares y difusas y carentes de sentido. Nosotros pasamos el día mi­
poquísima gente tenía acceso a internet desde sus compu­ rando, miramos mucho, checamos, buscamos, encontra­
tadoras (de escritorio) en casa. Las computadoras se hicie­ mos, escuchamos música, nos comunicamos, nos sentimos
ron portátiles, los teléfonos también. Con los teléfonos in­ acompañados. Al final, ambas generaciones tienen algo en
teligentes, internet y la telefonía celular nos cumplieron común: queremos que las nuevas tecnologías nos alejen
dos grandes promesas: comunicación e inmediatez. Nunca del silencio. El silencio externo resulta insoportable, por­
antes habíamos estado tan bien comunicados, tan localiza­ que nos deja solos con nosotros mismos. Cuando el ruido
bies, tan permanentemente conectados. externo se va, queda sólo la voz de nuestra propia mente.
El insomnio es insoportable no tanto porque su consecuen­
cia inmediata sea la fatiga al día siguiente, sino porque en
l'l /bid., p. 77. la noche el silencio reina. Sobre la almohada, nuestros ojos
"/út-ce ce/o, mourir, est-ce ce/o, /0 peur .P L'ongoisse silenáeuse, et ce si­
,111 ven sin ver, nuestros oídos están atentos al silencio y nues­
l'omme un al sans mots; muet, pouf1ont cnont sans fin". Maurice Blan­
/filO'. tro cerebro no para de maquinar. Hacemos un recuento de
dlOC, /.e p(/.I" fIIJ-de/a, cit. por Maria Michela Marzano, op. át., p. 15. todo aquello que nos inquieta y nuestras preocupaciones

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TIERRAS DE NADIE Mariana Marcínez Salgado

adquieren dimensiones monstruosas. Nuestra imaginación Poco a poco vamos dejando la angustia atrás. El telé­
vuela y nos propone mil historias y escenarios, sin que po­ fono está ahí. El protagonista, tarde que temprano podrá
damos apagarla, ignorarla. En una noche de insomnio cual­ poner fin a sus dolores. El hombre se forma en la fila, aca­
quier cosa parece posible. El silencio provoca angustia por­ lorado pero aliviado se arma de paciencia. Espera su turno
que deja que la imaginación le abra la puerta a la tragedia. rodeado por gente que conversa. El pueblo ha dejado de
El personaje de Tapia guarda la calma mientras cree ser esa tierra de nadie, ese lugar fantasmal. Hay vida, la
que encontrar un teléfono será tarea fácil. Sin embargo, plaza está animada. Sin embargo, el alivio que trae la pro­
ante la dificultad de la tarea, la angustia crece. Digitar un mesa del remedio durará poco: "En la lentitud de aquella
número y hablar, no importa con quién, se convierte en cronometría fundida, en algún momento fui consciente de
cuestión de vida o muerte. No necesita comunicarse, sólo que la fila crecía de manera lenta y continua, pero no avan­
necesita realizar el acto de llamar. Ruido, necesita ruido. zaba hacia la cabina".32 La fila no se mueve y el hombre
La voz electrónica saliendo del auricular y entrando por su siente la imperiosa necesidad de hacer algo.
oído, como el jarabe que corre por una garganta irritada. Joanna Bourke en su libro Fear. A Cultural History afir­
Los dedos no necesitan marcar un número que tenga un ma que los estados de ansiedad (o de angustia) hacen que
destinatario concreto; necesitan sólo teclear, estirarse, pul­ las personas se alejen unas de otras, mientras el miedo las
sar, satisfacer la necesidad gimnástica de digitar. une, ya sea por el confort que aporta compartir con otros lo
El silencio en el que el pueblo de Trescaballos está su­ que nos causa temor, o bien para defenderse de manera
mido aumenta la angustia del personaje. La actividad en más eficaz contra el peligro. 33
las calles tiene una "movilidad muda", la gente mira sin Con esto en mente, podemos localizar en el cuento
hablar. Sin embargo, nuestro héroe no desiste, camina, pre­ de Tapia dos elementos en contrapunto: primero la angus­
gunta, busca. Da entonces con una gran plaza pública, en tia del personaje en la soledad de las calles y segundo, el
contraste con el resto del pueblo, el lugar está atiborrado momentáneo alivio de este hombre al verse rodeado
de gente, entonces "al llegar ahí tuve la certeza de que algo de gente en una plaza pública en medio de la eual se
importante estaba sucediendo [... ] Al recorrer la plaza con encuentra, justamente, el remedio para aquello que lo
la mirada descubrí, justo en el centro, una cabina telefónica angustia.
que parecía en perfecto estado" ..11 ¡Por fin!, piensa el lector En la cabina hay una anciana que no parece tener pla­
aHojando con alivio los dedos que apretaban los bordes del nes de abandonar el aparato; la gente pierde la paciencia y
lihro. Pero no, de la cabina sale una gruesa columna de "en ese momento la masa de gente, a pesar de la viscosidad
~cnte. Todos ellos con la urgencia de telefonear. No son que le daba aquclla tcmperatura insufrible, se agitó a un
paseantes distraídos, chismosos de plaza pública o siquiera
IIslIólrios casuales del servicio público. Si están en ese lugar
,12 Loe. cit.
a es" hora, bajo el sol inclemente, es porque para cada uno
.1., "AlIxiety slo!es lend lo mole people withdrlJW from one onolher, ulIlike
lu lIumada es de primera necesidad.
feor slales, which are more lioble lo draw people logelher, eilherfor comfort or
lo defend Ihemsefves more effeclively againsllhe donger." Joanna Bourke, op.
1I Mi~ucl 'Iapia Alcaraz, op. cit., p. 79. cit., p. 191.

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TIERRAS DE NADIE Mariana Martínez Salgado

mismo tiempo y, con un murmullo profundo y sordo, pas{, "Al pueblo llegó un fulano": la angustia de lo inevitable
de manera simultánea a la acción". 34
Quizás exista un miedo común: que la anciana no salga El tercer cuento que analizaremos monta a caballo entre
nunca de la cabina y la gente no pueda realizar su llamada. los dos anteriores. Con el primero comparte la música de
"Se puede alejar la incertidumbre de la angustia -propo­ corrido, mientras con el segundo se identifica por el am­
ne Bourke- nombrando a un enemigo, convirtiendo \;1 biente enrarecido. Angustia hay, silencio, música y un poco
angustia en miedo".35 Pero lo que moviliza a la masa (k de miedo, también. Se trata de "Al pueblo llegó un fu­
gente es también una especie de solidaridad contra una in­ lano", relato en el que Tapia recupera el corrido de "El
justicia: todos estamos hartos de esperar, tenemos calor y tahúr" de Los Tigres del NorteY De nuevo Tapia se apo­
no es justo que la anciana monopolice el uso del aparato. dera de un relato existente, esta vez no para reescribirlo,
La promesa del alivio, representada por la cabina relu­ sino para reinventarlo, para hacer literatura dentro de la
ciente bajo los rayos del inclemente sol no es suficient<: música, cuento dentro de un corrido.
para mitigar la angustia. El alivio momentáneo aunado a El corrido original habla de Martín Estrada Contreras:
la imposibilidad de saciar la necesidad en su totalidad, g<:­ "Un tahúr profesional, lo respetaba la gente porque juga­
nera aún más angustia y ésta termina dando paso a la vio­ ba legal". Un buen día llega un fulano al pueblo y pide
lencia no como ofensa al otro, sino como instrumenro d<: jugar póker con Martín. El tahúr todo apuesta y todo pier­
supervivencia. La masa de gente comenzó "por desalojar a de hasta que arriesga lo único y más querido que le queda:
la anciana que monopolizaba la caseta, levantándola en vilo su mujer. Como es de suponer, Martín tiene una buena
sobre la multitud y haciéndola pasar de brazo en brazo has­ mano pero aún así, pierde. Sale "como un rayo" y vuelve
ta alejarla dellugar".36 Las escenas que siguen a este episo­ con la mujer. La cantina queda en silencio y Martín suelta
dio no están claras para el protagonista, pero luego de un el legendario refrán: "Pa' mí las deudas del juego son
rato se arma la trifulca, las fuerzas del orden hacen arribo y siempre deudas de honor, te entrego lo que más quiero,
nuestro héroe termina golpeando a otro hombre para ha­ pero te la entrego muerta, aunque me destroce el alma de
cerse llevar a la comisaría y ahí, ¡oh, promesa de alivio de­ sentimiento y dolor". Acto seguido se escuchan dos fogo­
finitivo!, poder al fin hacer la llamada a la que tiene dere­ nazos, con uno mata a su amada y con el otro -sorpresa­
cho cualquier arrestado y así romper de una vez por todas se quita la vida.
con el silencio. En el cuento de Tapia, un chico citadino y sufriente de
amores entra a una taberna que se yergue a media ciudad
como "uno de los últimos sobrevivientes de su clase" .38
Desde que el tipo abre la puerta, le saltan al rostro "un

.\4 Miguel Tapia Alcaraz, op. cil., p. 8I.


H "The uncer/ainty ofanxiety can be whisked away by processes ofnaming 37 "El tahúr" da título al disco grabado por Los Tigres del Norte en
1m memy I... j, conver/ing anxiety in/O fear. " Joanna Bourke, op. cil., p. 190. 1979.
.\1. Miguel 'Iapia Alcaraz, op. cil., p. 81. JI! Miguel Tapia Alcaraz, op. cit., p. 85.

208 209
TIERRAS DE NADIE Mariana Mardnez Salgado

intenso calor y un tufo a tiempo avinagrado"J9 que ponen decide por él: "tómese otra, amigo" ,47 le ordena entregán­
al lector alerta. Algo extraño va a suceder. El protagonista dole una cerveza y rechazando toda posibilidad de diálogo
se instala en la barra y, cerveza en mano, observa a los pa­ o complicidad de miradas. Sabe, sabe que todos lo saben.
rroquianos, que a su vez lo estudian "a través del humo de Nada que hacer. Conformarse con ser testigo ---que ya es
cigarro y los resuellos de acordeón" .40 Por ahí, en algún lu­ bastante- de una de las más grandes leyendas del corrido
gar de la cantina un corrido murmura alguna historia. norteño mexicano. Nada más.
"Ahí llegó un fulano" ,41 anuncia un hombre a sus espal­ La partida de póker transcurre lenta, en medio de las
das. El fulono se dirige directo a la mesa donde otro hom­ miradas disimuladas de los presentes. Sin sorpresa, Martín
bre, con "el rostro medio oculto bajo el ala del sombrero" ,42 pierde. "Yo atestiguo petrificado los restos de la escena
baraja un mazo de cartas. "Oye, Martín, ¿nos echamos una mientras recuento el detallado final que se cuela ya en el
manita de póker?" ,43 invita el recién llegado. El protagonis­ recinto, atraviesa las paredes, emerge desde el ambiente
ta entonces comprende: "Un escalofrío sacudió los rinco­ viciado, desde una voz que canta en el fondo del tiempo
nes más empolvados de mi recuerdo, tocando las raíces ol­ húmedo y caliente" ,4ll dice el narrador. Allá, al fondo de la
vidadas de una vieja angustia".44 No sabe por qué, pero está cantina el acordeón gime con voz casi inaudible, relata lo
seguro de haber vivido o visto lo que ahí ocurre. La escena que vemos. Martín cumple. Abandona la cantina para ir por
que se desarrolla frente a él, es en efecto, el mismo corrido su mujer. Vuelve. La mujer que trae del brazo no es sino
de Los Tigres del Norte que tantas veces escuchó. Gloria, la misma por quien nuestro protagonista pena de
El protagonista se sabe testigo de la fatalidad. Martín, amores. El testigo deja la pasividad y se transforma en per­
sin temer lo inevitable "invitó al destino a tomar asiento a sonaje. Debe cambiar la letra de ese corrido. No hay op­
su mesa" .45 La angustia crece en la garganta del narrador. ción. Es cuestión de honor. Martín apunta con la pistola a
Busca la mirada cómplice en los que le rodean, pero se Gloria, el narrador se interpone y "decidido a acabar con el
topa con que las miradas de los parroquianos del lugar son tahúr, saqué la mano de aquel tiempo glutinoso y la llevé
más densas que la nube de humo en la que se encuentran instintivamente a la cintura para tomar mi pistola ... pero no
sumergidos. "Todos ignoraban, o fingían hacerlo, el trágico la encontré" .49 Un par de fogonazos y la fatalidad de Martín
final".46 El protagonista tiene que tomar partido, o decide se transforma ahora en el destino del narrador. Al fondo de
ser héroe e impide el conocido desenlace, o asume, como la sala, "los últimos ecos del acordeón agonizan. Larga, pe­
el resto de los presentes, su rol de testigo. El cantinero sadamente, exhalan el final de un corrido" .50
No tendremos que escarbar demasiado en nuestra me­
,19 Loe. cit. moria para descubrir que ese mismo final lo habíamos ya
40 Loe. cit. visto en otro lado. Tanto en "Señor de señores" como en
41 lbid., p. 88.

42 lbid,. p. 99.
4.1 lbid., p. 89.
47 Ibid., p. 91.

44 Loe. cil.
4llIbid., p.93.

45 lbid., p. 90.
49 Ibid., p. 95.

46 Loe. cit.
50 Loe. cil.

210 211
TIERRAS DE NADIE Mariana Martínez Sal.e;ado

"Al pueblo llegó un fulano", la música está presente de Al inicio del cuento el narrador comprende que se en­
forma más o menos frecuente pero en ambos casos, poco cuentra al interior de un micro universo, el del corrido.
clara. En ambos cuentos los instrumentos musicales respi­ Esto exige seguir sus reglas. Aunque intente salirse de
ran, gimen. En el primer relato el guitarrón es perpetuo, ellas, los otros personajes (el cantinero, por ejemplo) se lo
porque la historia no termina con la muerte de los hijos de impedirán. La angustia se genera al asistir a un espectáculo
Aarón, porque la historia se repite o continúa. Aunque en conocido y no poder "cambiar la letra al corrido", no poder
ambos relatos la música esté presente como instrumento ser el héroe y conformarse con ser testigo. Esta angustia no
narrativo -se relata una historia como se canta un corri­ es nueva, como nos dice el narrador: 44Un escalofrío sacudió
do-, en el primero el corrido se está construyendo con los rincones más empolvados de mi recuerdo, tocando las
lo que viven los personajes, el corrido se auto-narra, mien­ raíces olvidadas de una vieja angustia" ,SI un sentimiento
tras que en el segundo el corrido ya existe, tiene final y añejo que nace de la identificación con el personaje. El na­
necesita llegar a ese final. "Al pueblo llegó un fulano" re­ rrador seguramente compadeció a Martín una y otra vez
quiere la muerte tanto del personaje como del corrido. escuchando la canción. Este sentimiento se renueva al sa­
Final fatídico, tragedia griega anunciada. No se sabe si el berse testigo de la conocida fatalidad. El narrador ya no se
narrador comparte la tragedia con Martín o con Gloria. O ~i encuentra ante el hipotético caso de una ficción, sino ante
él es el único que muere. Un fogonazo lo mata, ¿y el segun­ la certeza real de la tragedia.
do? quizás la única que escapó al destino fue la misma Glo­ Antes dijimos que la angustia aleja a las personas, mien­
ria, inocente en el corrido y traidora en el relato. O quizás tras el miedo las une. En este relato, la correlación an­
todo era una treta para que el nuevo Martín se llevara, aho­ gustia-soledad es bastante clara. El narrador -y quizás el
ra sí, la merecida Gloria. resto de los personajes- se siente angustiado y se da cuen­
U na relectura del cuento es necesaria. Según el narra­ ta de que debe guardar sus sentimientos para sí, ya que en
dor, cabe la posibilidad de que todos en la cantina sepan lo las miradas de los otros no encuentra sino silencio. No exis­
que va a pasar (o lo que debía pasar en el corrido). El narra­ te entre esas personas ninguna posibilidad de complicidad
dor cree que también lo sabe y le molesta que los demás o agrupamiento para combatir la tragedia.
finjan ignorar que Martín va a morir. Una posibilidad se En un giro de tuerca el narrador pasa de ser observador
abre: la de que todos supieran que es él a quien le espera la pasivo a ser protagonista del drama. Este giro determina
muerte y no a Martín. Pareciera que todos los "pájaros ne­ también un cambio fundamental en la narración. El narra­
gros" que se pusieron en el escenario estuvieran acompa­ dor pasa de estar dentro de un corrido a ser el corrido. N o
ñados de falsas pistas. El "tiempo glutinoso" en el que se sólo su presencia ahí logra cambiar la letra al corrido ha­
desarrolla la narración no corresponde al tiempo real. Esta­ ciéndose protagonista de una canción, sino que además el
mos dentro del corrido y ahí se juegan las reglas no del narrador se transforma en música, tirado en el suelo pega­
mundo real, sino las del universo que le es propio. El narra­ joso e insalubre, el protagonista muere mientras allá, detrás
dor intenta salir del corrido para buscar su pistola y matar al de la cortina de humo que levantaron los balazos, "los últi-
tahúr antes de que éste mate a Gloria, su amada. Pero no lo
logra. Está dentro y dentro se va a quedar. SI ¡bid., p. 89.

212 213
TIERRAS DE NADIE

mos ecos del acordeón agonizan. Larga y pesadamente ex­ CODA PARA FLEXIONAR LA CRÍTICA
halan el final de un corrido" ,52 el final de su vida.

A manera de cierre brevísimo

La narrativa de Miguel Tapia no nos lleva por grandes ave­


nidas. Más bien, deambula por callejuelas insospechadas
no sólo de la literatura, sino de nuestra propia psicología.
El miedo y la angustia se instalan poco a poco en nuestros
ojos, como una pesada nube de humo, como un día de calor
insoportable, como el gemido de una música casi inaudi­
ble. La literatura son historias que se parecen entre sí y
que se parecen a nuestra propia historia.
El norte de Miguel Tapia es universal. Los corridos son
historias como las que ofrecen la literatura y la vida. Tapia
es juglar no de odas y cantares de los narcotraficantes, sino
de hombres comunes, del norte o de cualquier lugar, que
temen, que se ahogan, que se angustian, que se enfrentan
a la Nada ya sí mismos. Las narraciones de Tapia son tan
norteñas como podrían ser de cualquier lugar, lo valioso de
su pluma es que encuentra en el color local la expresión
universal.

';l ¡bid., p. 95.

214
Balas de salva. Notas sobre el narco

y la narrativa mexicana 1

Rafael Lemus

¿CÓMO NARRAR LA REALIDAD? La literatura mexicana rara


vez responde a esta pregunta: crece en el autismo, indolen­
te, a espaldas de esa cuestión. Es abrumadoramente realis­
ta, y su realismo, abrumadoramente irreflexivo. Parece
conceder que existe, así, la realidad y se le retrata con en­
tusiasmo primitivo. Pocos se cuestionan lo obvio: ¿puede la
narrativa retratar la realidad? Quienes se lo han preguntado
seriamente entre nosotros (Juan Vicente Melo, Salvador
"
Elizondo y Sergio Pitol, por ejemplo) rechazan la posibili­
dad y escriben para demostrar la expresiva impotencia de
la palabra. Esta certeza, restringida aquí, es un lugar co­
mún en otras literaturas. La argentina, por ejemplo. Su na­
rrativa es más poderosa que la nuestra porque no nació a
espaldas de aquella pregunta. Macedonio F ernández lo
,
descubrió para todos: realidad y literatura son cosas distin­
tas, opuestas. La literatura es artificio, simulacro, forma-y
no retrata la realidad, la reinventa.
¿Cómo narrar el narcotráfico? Otra pregunta sin res­
puesta. Nuestra narrativa, en vez de responder, actúa; en
lugar de teorizar, noveliza. Produce relatos y novelas sobre
el narco, demasiados, demasiadas. Se confía en el número:
no se atiende la pregunta porque las obras serán legión y
arrastrarán con las dudas. La abulia teórica es apenas com-

I Este texto se publicó ori~inalmcnte en la revista Letras Libres en

septiembre de 2005.

217
j

Rafael Lemus
TIERRAS DE NADIE

parable al entusiasmo narrativo: se escribe, se hacen nove­ vés de un costumbrismo candoroso. La intención es sólo
las, se es del norte. Tanto entusiasmo se desborda en el una: retratarlo todo, la política y la violencia, los espectácu­
norte y, con más precisión, en la frontera. Desde allá se los y los deportes, el norte y el otro lado. Retratarlo todo
escribe una literatura que alude irreparablemente al narco. con ánimo turístico para crear una postal del México más
Es imposible huir: el narcotráfico lo avasalla todo y toda reciente. Para ello, más que crear, se pegan en una trama
escritura sobre el norte es sobre el narcotráfico. Algunos elementos obvios, perecederos: noticias políticas, anuncios
autores omiten su presencia y retratan su ausencia: el de­ comerciales, alusiones a este actor, a aquel deportista. En­
sierlO de Daniel Sada, el circo de David Toscana, la meta­ tre tantos retazos el narco es otro demento, apenas uno
literatura de Cristina Rivera Garza. Otros miran de frente más. No está allí para sacudir al lector sino, como lo demás,
al narco y apuntan: Federico Campbell, Gabriel Trujillo para complacerlo. Se busca que te reconozcas en el libro:
Muñoz, Élmer Mendoza, Luis Humberto Crosthwaite, allí estoy yo, mi lenguaje, mi reflejo, mi maldito reflejo. Si
Juan José Rodríguez, Eduardo Antonio Parra, Luis Felipe no te reconoces, un consuelo: la picaresca. Mendoza echa
G. Lomelí... Toda mesa de novedades está sitiada por el mano del género picaresco sin ánimo subversivo. Sus per­
narco, algún día será tomada. sonajes son pícaros pero, cosa curiosa, no desafían el estado
U na narrativa sobre el narco, una estrategia ordinaria: de las cosas: triunfan sin rebelarse. Son parte de un chiste:
costumbrismo minucioso, lenguaje coloquial, tramas popu­ el mexicano que, pleno de idiotez, vence al sabio japonés
listas. El costumbrismo es, suele ser, elemental: a veces y al estadounidense millonario. Son un eslogan: "como
excluye, casi completamente, la invención, como si la ima­ México no hay dos" .
ginación no pudiera agregar nada a la realidad. La prosa es, Dije Élmer Mendoza, pero pude haber dicho otros
intenta ser, voz, rumor de las calles: casi todos se empeñan nombres. En cualquier literatura él sería un autor; en la
en recrear una prosa idéntica al lenguaje coloquial, aun si nuestra es un síntoma: su realismo es el de muchos. Es in­
sabe que éste es al final irreproducible. Las tramas son, útil intentar citar a los autores que comulgan con su cos­
suelen ser, convencionales. U na idea parece sedarlas: ya es tumbrismo: no es este tanto un estilo como un tono, una
demasiado perturbador el contexto, demasiado brutal la manía, de nuestra narrativa. Sabemos que hemos leído mu­
violencia, como para aparte crear tramas delirantes. Se ex­ chas novelas como las suyas, pero nos cuesta precisar títu­
traen las historias de donde es usual: la picaresca y el melo­ los y nombres. ¿Qué es lo que reconocemos? Esa manera
drama. De allí y, cada vez con más frecuencia, de la novela de mirar y representar lo real: ese realismo estrecho. Al fi­
policiaca. Ésa es, a rasgos generales, la estrategia general. nal no extraña que ese realismo sea incapaz de recrear, ple­
Básica. Reiterada. Inmóvil. Lucen tan fijos sus elementos nitud y vacío, la existencia. Tampoco asombran sus resulta­
que toda ella contrasta violentamente con esa realidad, in­ dos formales: produce obras convencionales porque es
asible y vertiginosa, que pretende registrar. convencional su manera de contemplar la realidad.
Ejemplo de ese realismo ramplón es la obra de Élmer Bienvenidos al realismo mexicano.
Mendoza. Son tres sus novelas (Un asesino solitano, El
amante de Janis Joplin y Efecto Tequila) y todas aluden al
asunto del narcotráfico. Aluden a él tradicionalmente: a tra­

219
218
f

TIERRAS DE NADIE Rafael Lemus

2 No seremos felices, pero habrá recompensas: un subgéne­


ro colapsará animosamente.
Todo lector asiste, al menos una vez en su vida, al torpe
nacimiento de un subgénero. Es, por lo general, un espec­
táculo lamentable. La literatura, alguna vez informe, se 3
fija en tópicos y reglas. Abandona su natural imprecisión
y adopta una partícula inmóvil: ya no más literatura sino ¿Qué es el narco? En principio, el puto caos. Un elemento
literatura de ciencia ficción, literatura de detectives, lite­ anárq uico, desequilibrante, destructor. U na organización
ratura de vampiros. Raramente se funda un estilo, una tra­ en contra de lo organizado. El desgobierno. Antes de fijar
dición; sencillamente se explota un tema y se hace comer­ su propio orden, mina otro. Sus lecciones son las del nihi­
cio. Una sensibilidad colectiva se afirma entre aplausos: los lismo: el dominio de la violencia, la futilidad de la vida, la
autores escriben desde ella, los lectores la reclaman, los edi­ victoria de la muerte. Ésas y esta otra: la incoherencia. No
tores lucran. Todo es armonía hasta que aparece la deca­ hay justicia ni armonía en su imperio. Se muere porque sí,
dencia. Con ella emerge, de nuevo, la literatura. Las reglas se mata por lo mismo. Las causas y las consecuencias no
del subgénero se oxidan, su tema pierde vigencia. Algunos están trenzadas. Hay un balazo y después otro. Sólo eso:
autores emprenden la parodia mientras otros dinamitan, actos, acción sin argumento. Todo, incluso el poder, sobre
simplemente, sus pilares. De pronto, algo queda: un meca­ todo el poder, es efímero: nada se consolida, nada perma­
nismo narrativo, una técnica fértil, un elemento válido. La nece. Impera la irracionalidad, el vaCÍo.
literatura se nutre de ellos y vuelve, apenas fortalecida, a La literatura, yen especial la narrativa, sufre para emular
su magma informe, sin adjetivos. el vacío. La novela tradicional nos vende una estafa: un
No es necesario ir demasiado lejos para contemplar este mundo ordenado, estructurado, conciliado a través del esti­
espectáculo. Mírese arriba: el norte fabrica un subgéne­ lo. Hay causas y hay consecuencias. Hay simetría. Un perso­
ro. Mírese enfrente: toda mesa de novedades tiene al naje llega a la página 71 porque antes pasó por la 70 y la 29.
menos tres libros sobre el narcotráfico. Ensayos, testimo­ Actúa de tal manera porque su contexto es así, su psicología
nios, novelas. Son ya tantas estas últimas que un subgéne­ de este otro modo. No hay actos rotundos, independientes,
ro, no una tradición, echa raíces. Podemos ver cómo se fijan absurdos, como las ejecuciones de los sicarios. Todo aparece
trabajosamente sus elementos: lenguaje coloquial, violen­ novelado, sometido. Lo mismo ocurre en la narrativa sobre
cia plástica, orgullo regionalista, populismo, picaresca. La el narco: se traiciona la realidad al relatarla. Hay un elemen­
narrativa sobre el narco es relativamente nueva: aún no al­ to revulsivo, el narcotráfico, y una novelística incapaz de
canza su cima. Una apuesta, bro: no habrá cima. Por lo mis­ registrar el desorden. En vez de remedar la destrucción,
mo, tampoco decadencia. Ocurrirá con ella lo que con la afianza un lenguaje, una iconografía, una moral. Ante el
novela de la guerrilla escrita hace treinta años: se apagará abismo, petrifica unos gestos. Fuera de ella, la vida se pre­
sin haberse encendido. El narco mudará y esa narrativa ya­ senta en jirones, desgarrada; en sus novelas, los fragmentos
cerá anquilosada. O peor aun: el narco triunfará, arrasará se entretejen, la totalidad vuelve vanamente. Se dice retra­
con todo, y entonces ya toda literatura será sobre el narco. tar al narco y se hace otra cosa: se lo recrea en tonos pastel.

220 221
TIERRAS DE NADIE Rafael Lemus

Para no traicionar la realidad, habría que encarnarla. el devenir del protagonista, un asesino a sueldo, y así se
Dejar de escribir literatura sobre el narco y escribir narcoli­ construye sentido -pasa esto porque antes pasó aquello-.
teratura. Emular lo que se retrata, ser el retratista y el mo­ Al final, la escritura: se utilizan técnicas convencionales
delo. Llevar el realismo hasta el extremo: no copiar una para recrear una realidad que se niega a fijarse en una for­
realidad, volverse ella. Sólo se capturará al narcotráfico si se ma. El resultado: una novela que no rima con narcotráfico.
imita formalmente su violencia; una prosa brutal, destaza­ Armadas de este modo, las novelas sobre el narco cum­
da, incoherente; una estructura delirante, tan tajada como plen una función repelente: tranquilizan, dan consuelo. Al
la existencia; una narrativa homicida, con vocación de sui­ ordenar lo desordenado, aminoran su impacto. Al novelar
cidio. El narco -ruido, absurdo, nada- no es novelable; al narco, 10 hacen parecer domesticable. Hemos leído de­
por lo mismo, para recrearlo, se necesitan antinovelas. Un masiadas novelas, y si el narco cabe cómodamente en una
detalle: casi ninguno de los autores norteños cuenta con de ellas, entonces no es tan malo. Alivian de otro modo:
recursos para la tarea. Se nos ha dicho que la narrativa del iluminan presuntamente la oscuridad, sacan a la luz lo en­
norte marcha a la vanguardia de nuestras letras. Lo cierto terrado. De eso presumen, así se venden. Lea esta novela
es que, en su mayoría, está sumida donde el resto: en un y estará informado. Conozca y correrá menos peligro. El
costumbrismo dócil, en la abulia formal. Ni Élmer Mendo­ conocimiento salva. U na verdadera narconovela pronun­
za ni Eduardo Antonio Parra, ni Gabriel Trujillo ni Juan ciaría certezas contrarias. No consolaría, perturbaría. No
José Rodríguez, ni Federico Campbell ni Rafa Saavedra simplificaría, respetaría la complejidad. Diría: el conoci­
escribirán esa narconovela. La literatura mexicana debe miento no salva; lee libros y, de todos modos, un día una
aprender de los sicarios: violencia y sacrificio. bala te volará los sesos. U na novela que haga lo que las
El caso de Eduardo Antonio Parra es sintomático: cuan­ grandes novelas: extender la oscuridad en vez de revertirla.
do quiere retratar el norte triunfa en sus relatos, fracasa en Que deletree lo obvio: somos insectos, corremos peligro.
su novela. Como cuentista es intachable. Los límites de lo
noche y TiefTa de nadie contienen algunos cuentos que, sin
tratar el tema del narco, esculpen brillantemente su fantas­ 4
ma. Lo hacen con apenas unos trazos. Lo hacen, además,
sin recurrir a la falsa secuencia causa-efecto. Se dibuja un Una queja.
escenario, brutal y devastado, que es, al mismo tiempo, ori­ La narrativa mexicana no vocifera, apenas si desvaría.
gen y resultado del narcotráfico. No hay antes ni después: Búsquese cualquier cosa en sus filas y se encontrará todo
en ese espacio nacerá el narco, ese espacio fue ya arrasado salvo rabia. Es escasa la furia en nuestras letras, casi inexis­
por el narco. La novela (Nostalgia de lo sombro), por el con­ tente. No hay, como en otras literaturas, una escuela de la
trario, está más cerca de la lógica y, por lo mismo, más lejos ira. No hay entre nosotros, por ejemplo, un Louis-Ferdi­
del narcotráfico. Primero, se recurre a una trama mediana­ nand Céline, un Thomas Bernhard, un Fernando Vallejo.
mente tópica, extraída de la novela negra -y el subgénero, Algunos (José Vasconcelos, Rubén Salazar Mallén, José
Y" ~e sahe, en vez de acercar a la realidad, aleja, ordena, Luis Ontiveros) han incurrido en el rencor, pero ninguno ha
'rnidonu-. Luego, la secuencia: se relata minuciosamente creado un mecanismo narrativo para expresar tanta rabia.

222 223
TIERRAS DE NADIE Rafael Lemus

Somos moderados, medias tintas. Hay una realidad y se la narrativa? Muy pobremente, al revés de los narcocorridos.
copia. Hay pobreza y se la denuncia. Hay narcotráfico y se Distribución es destino: como toda literatura, la norteña se
lo retrata. Recreamos, observamos, intentamos explicar, fatiga en un auditorio muy restringido. Peor aún: equivoca
pero nadie despotrica. Se actúa como si la rabia y la ofensa su público. Es populista y se vende a las clases medias. Es
no iluminaran, como si sólo la razón comprendiera. Se pro­ del norte pero se edita preferentemente en la capital y se
cede según el estereotipo: el escritor es, en los países devas­ lee en las apáticas ciudades del centro. Desde allí se los
tados, conciencia, luz, equilibrio. Imaginemos, por salud, la mira distantemente, con cierto morbo, sin afán de comul­
invasión de los bárbaros. Escritores que sepan ser mons­ gar con su iconografía. A ese público se dirigen los autores
truos, oscuridad, desmesura. Autores parias, erratas en del norte y, por lo mismo, rara vez evitan el didactismo.
nuestra literatura. Imaginemos el miedo, el ruido, el hedor. Casi toda obra sobre el narco es didáctica. Lo son las no­
Ante la prudencia general, que la crítica vocifere. velas de Élmer Mendoza, los ensayos regionalistas de
Heriberto Yépez, la especulación policiaca de Juan José
Rodríguez. Es tan obvio como esto: ese norte se define a
s partir del centro. Es norte porque entre él y el sur hay un
punto medio. Mientras más se insista en la particularidad
Retratar cualquier cosa es ya sobrevalorada. La narrativa de la región, más se escribe para el centro. No extraña que
sobre el narco no escapa a esa suerte: dibuja al norte con los mejores escritores norteños vean en su ubicación ape­
demasiada tinta. Como si deseara, aunque no lo pronuncie, nas un accidente: Daniel Sada, David Toscana, Cristina
construir una epopeya, una épica de la frontera. La tarea: Rivera Garza, Patricia Laurent Kullick.
demostrar que el norte es distinto al centro, que la frontera Una de cal: las novelas sobre el narco felizmente no de­
posee una identidad única, definida aunque vertiginosa. El nuncian. Los autores no proceden a manera de jueces sino
anhelo: probar que allá arriba es donde ocurre el país. Qué de oyentes. Escuchan y registran. Escuchan y mitifican. Es­
mejor que el narco para convencernos de ello. Es un nego­ cuchan y ríen. Puede decirse cualquier cosa de esta narrativa
cio y más que eso: una cultura. El norte, se nos sugiere, es salvo que sea solemne. Casi cualquiera de estos autores po­
la narcocultura, entre otras cosas, sobre todas las cosas. Mi­ see humor y talento para la caricatura. Cualquiera, salvo Pa­
tifiquemos, por tanto, el narcotráfico. Dotemos a la realidad rra, más cercano al arrabal, al melodrama. Seamos sinceros:
de un aura que no tiene. Que la violencia aparezca exacta, ninguno de estos autores denuncia, porque ninguno desea
embellecida. Que los corridos marquen el ritmo de nuestra el fin de la narcocultura. De ella se nutren sus novelas, de
prosa. Que las botas, los cuernos de chivo y los ajustes de ella depende su imaginario. Más aun: el norte, su identidad,
cuentas a medianoche compongan nuestra iconografía. cuelga, en buena medida, del mismo gancho. El narco ha
Eso, y la frontera, y los gringos, y Colombia como fantasma delineado una identidad regional antes más difusa: su cultu­
y promesa. Si Sicilia es la Mafia, nosotros somos el Narco. ra recorta y aglutina. Ah, el norte. Ah, el narco. Sonrisa.
Que se entienda. Nadie ha reído más sonoramente en la frontera que
Nada puede criticársele a este objetivo. Que cada quien Luis Humberto Crosthwaite. Él es, quizás, el mejor de los
sacralice lo que le plazca. La pregunta es ¿sacraliza esta autores deliberadamente fronterizos. Estrella de la calle

224 225
TIERRAS DE NADIE

sexta es la cima de la narrativa norteña. Es, también, una


Contra las tentaciones de la nueva crítica I
tenue promesa de la narcoliteratura que no vendrá. Don­
de los otros crean una prosa lesiva, toda oído, Crosthwaite
Valeria Luiselli
compone una toda artificio, precisa para su mundo. Donde
los otros ordenan, Crosthwaite respeta el absurdo y trahaja
fragmentariamente. Donde los otros echan mano del cos­
tumbrismo más minucioso, Crosthwaite juega con el mini­
malismo, las alusiones, la sutileza. A veces es demasiado
EN EL TEATRO MEXICANO los actores gritan cuando se
sutil para representar la violencia, pero no es ese su asunto
enojan. Como si no hubiera otro modo de enojarse. En la
capital. Lo que anima su escritura es la mitografía: hacer de
prensa mexicana hay una pasión desmedida por la literali­
la frontera un espacio mítico. Hacerlo sin petrificarla. Que
dad. La violencia se representa a través de sí misma, un
quien la cruce conozca lo elemental: incluso las fronteras
poco como el mapa de Borges que tenía el mismo tamaño
reales son imaginarias. O viceversa.
del territorio que pretendía representar. En la narrativa
reciente pasan muchas cosas, pero no pasa nada. Orwell
decía que en tiempos de crisis abundaban los escribidores.
6
En estos tiempos sobran. Abundan escribidores de crítica
literaria. La nueva crítica recoge y condensa los vicios de
¿Cómo narrar la realidad? De otro modo.
todo lo anterior: es gritona, literal, hueca y mucha.
Cuando hablo de la nueva crítica literaria me refiero a la
suma indiscriminada de opiniones que se publican sobre
todo en blogs, aunque también en periódicos y ocasional­
mente en revistas -mismas que, parafraseando a medias
al escritor Fabián Casas, duran sólo dos números-o No
creo que esté mal per se que abunden las iniciativas críticas.
Al contrario. Pero dado que el blog y sus avatares -donde
hay casi siempre un solo autor-editor-crítico-escritor- ga­
naron terreno y las revistas y suplementos culturales se
fueron quedando sin páginas, sin editores y sin lectores,
se vuelve más necesario que nunca repensar continua y
conjuntamen(e el discurso que se está produciendo. No
pretendo hacer aquí un balance global del estado de la crí­
tica en México, sino acaso esbozar algunas reflexiones

I Este artículo fue publicado originalmente en el número de febre­

ro de 2012 de la revista Nexos.

226
227
TIERRAS DE NADIE Valeria Luiselli

sobre cierto tono que prevalece en la crítica que se escribe literarios. Inocentemente desprestigiados. No sólo eso,
hoy en día sobre los nuevos autores mexicanos. sino que -a diferencia de lo que sucede en Argentina, por
ejemplo--- hay muy poca comunicación entre la crítica lite­
raria académica mexicana y aquella que se escribe en me­
E 1crítico salva trucha dios periodísticos. No es que todo lo que se haga en la aca­
demia esté bien, pero sin duda hay mucho que aprender
La primera marca general de la nueva crítica que me pare­ de ella. Los nuevos reseñistas, que se crían en los blogs y
ce importante repensar es la concepción de que ésta, para no necesariamente se juntan en las revistas de papel, por­
ser seria o valiosa, debe de ser despiadada. Parecería que el que ya casi no quedan, parecen ignorar que existe algo que
nuevo lema es ~~atreverse", como si el crítico fuera un se llama historia de la literatura y de la crítica literaria y
aprendiz de matón atravesando su ritual de paso. Tener que tal vez sea conveniente repasarla y conversar con ella.
agallas rifa más ahora que tener neuronas. Para decirlo en
pocas palabras, la inclemencia reemplazó a la inteligencia.
La reacción, a la opinión sopesada. Además, por como se Juan Gabriel y la cocaína
organiza la información en la red, los reseñistas de un libro
construyen sus textos repitiendo - a veces citando, a ve­ En los últimos años se ha enarbolado una incomprensible y
ces parafraseando--Io que ya han dicho otros reseñistas; () mal concebida fascinación por lo marginal y lo violento. En
en el peor de los casos, copiando verbofÍm y para su prove­ buena parte de la nueva narrativa nacional abundan las
cho lo que esa "mano de Dios" -diestra en mercadotec­ prostitutas, los narcotraficantes, los travestis, las decapita­
nia- escribe en las cuartas de forros. Así, la opinión públi­ ciones, las sobredosis de drogas, los escenarios sórdidos -lo
ca sobre u n libro, a medida que se perfila, difícilmente subalterno y lo abyecto, para decirlo en pocas palabras, aun­
varía en sustancia, aunque pueda variar en forma. que cargadas-o Estos son, al menos, los rasgos temáticos y
En la nueva crítica se espetan términos como "profunda estéticos que se suelen destacar de los lihros recientes. La
introspección psicológica", "trinchera lingüística" o "ma­ segunda marca general de la nueva crítica es la decantación
durez narrativa", como si realmente significaran algo. El por esta estética. Si digo que se trata de una fascinación in­
otro día estuve horas dándole vueltas a la frase "poner en comprensible es porque no se explica --{) no me explico-­
crisis la novela", que un crítico tuvo la elocuencia de for­ el embeleso de la crítica con una estética y un campo, a es­
mular, pero la falta de delicadeza de no explicar. ¿Dónde tas alturas, explorado y explotado od nouseum en ésta y otras
están los nuevos críticos con ideas? Así como otra vez se tradiciones literarias. Si digo que está mal concebida es por­
puso de moda ser escritor callejero, ahora también es mejor que esta estética no parece instar a la crítica a cuestionar y
ser crítico callejero. Para ser crítico literario hoy en día, sólo problematizar nada. Mucho menos se leen los libros recien­
hace falta ser cabrón, un poco pop y haber leído el libro. tes que participan de esta estética en el contexto de las
Parte del problema es que desde hace tiempo, aunque obras literarias anteriores en las cuales tienen su origen.
tal vez más ahora que nunca, en el mundo de las letras Es absurdo e injusto criticar a un escritor por elegir es­
mexicanas están desprestigiados la academia y los estudios cribir sobre un tema y no otro. Un escritor escribe como

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TIERRA..,'i DE NADIE Valcria Luiselli

puede y sobre lo que le interesa. Tampoco es justo criticar rareza radican en la inversión de términos y radical subver­
un libro -no hablo de justicia moral, sino de hacer justicia sión que implica adoptar lo pop y lo marginal como ban­
intelectual a una obra- por lo que no es. No se le puede derín moral, político y estético. ¿Pero hace cuántos años
reprochar a una novela posmoderna no ser tradicional, que dejaron de ser marginales los temas marginales? ¿Hace
como no se le puede reprochar a una tradicional no ser pos­ cuánto que la fusión de lo pop con la "alta cultura" dejó
moderna. No estoy reprochando que se escriban libros so­ de ser una novedad transgresora? La crítica, sin embargo,
nre talo cual tema. Lo que estoy cuestionando aquí es el tiende a aplaudir casi unánimemente y sin reservas ese
hecho de que la crítica conciba la estética de lo marginal y nuevo mainstream literario.
lo violento como una que representa un rompimiento en la Ésa es sólo la peor cara de la literatura joven de la era del
tradición literaria mexicana. El problema no es que se de­ narco. Su mejor cara está en escritores como Herbert, He­
fienda o no una estética particular; el problema es estar rrera, Yépez, Villalobos, Ortuño y Velázquez. Un escritor
convencidos del carácter innovador, la frescura y la radica­ con el talento y la originalidad de Herbert puede transfor­
lidad de esta vertiente de la narrativa nacional. mar temas tan manidos recientemente, como la prostitu­
El espectro de lo que hoy se denomina narcoliteratura ción y las drogas, en una obra que tal vez será un clásico de
-aun cuando lo que se escribe no siempre trate directa­ nuestra literatura; autores como Herrera, Villalobos o Yépez
mente sobre el narcotráfico-- es amplio y, naturalmente, comprueban la falsedad de la tentadora dicotomía entre lo
incluye libros buenos, libros mediocres y bastante paja. La cosmopolita y lo local; las obras de narradores como Ortuño
peor cara de esta literatura, a mi parecer, es la que se escri­ pueden sobrevivir a las contingencias de 10 que pide el
be desde la cómoda posición del turismo de la marginali­ mercado lector nacional e internacional, y lo que hoy aplau­
dad. Escritores, al amparo de becas literarias, recorren los den un puñado de críticos en boga. Pero lo bueno es siem­
sunmundos de la abyección y pontifican desde el falso pre un caso raro. Y desafortunadamente, en tanto caso raro,
u1 was there" del escritor callejero. Muchos de estos libros lo bueno tiende a ser homogeneizado en el discurso crítico
parecen más que nada una regurgitación literaria de ese que se genera en torno a él.
combo de lecturas "duras" de adolescencia -Fante, Ke­
rouac, Selby, Palahniuk- y la sobredosis de violencia que
se degluta diariamente en el gran espectáculo de la prensa Desgracia, el norte y lo chilango
nacional. Lo que nos encontramos en las mesas de nove­
dades es una estridente corte de los milagros en eterno high La tercera marca de la nueva crítica, y la más importante
de literatura y cocaína -el álbum de estampitas del desde mi punto de vista, tiene que ver con la vuelta a un
.rrelJk show nacional-o Además, como la literatura está a la discurso -ya obsoleto-- que vincula la producción litera­
naja, incluso en algunos de los círculos de quienes la escri­ ria con cierta idea de la identidad nacional o regional. In­
ben, y está mejor visto citar a Juan Gabriel que leer a Cer­ cluso los escritores más interesantes terminan siendo leí­
vantes, el resultado de todo esto es una literatura bastante dos a la luz de la obsesión por fijar una identidad o unas
lig;era, pero que no se reconoce a sí misma como el mains- identidades nacionales, y son reducidos a unos cuantos va­
11'f,IJm que es, y está convencida de que su importancia y lores -escasamente literarios.

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TIERRAS DE NADIE Valeria Luiselli

El caso de Carlos Velázquez es elocuente. Velazquez es mexicano y lo que queremos que sea lo mexicano. Los mi­
uno de los escritores más talentosos de mi generación. Sin tos fundacionales de América Latina fueron, en su mayo­
embargo, la crítica en torno a su obra -aunque tal vez su ría, resultado de dos elementos en constante tensión: por
discurso público ha abonado a esto- insiste en colocarlo un lado, de una mirada autoreflexiva y, por otro, de la mi­
en el lugar de portavoz de "la literatura del norte" y de la rada hacia un proyecto futuro de naciones independientes
"identidad norteña". Ésas son categorías, si no totalmente de Europa, distintas de ella, plenamente originales. Esa
absurdas, cuando menos limitadas. Velázquez está más cer­ tensión, esa mirada estrábica, constituyó los textos lite­
ca de la picaresca quevediana, o más cerca de Ibargüengoi­ rarios decimonónicos y de principios del siglo xx que sir­
tia, que de Lo Norteño. ¿Por qué insistimos en leerlo como vieron de base para la construcción de las identidades
representante de algo? ¿Qué no habíamos superado ya las nacionales de los entonces incipientes países latinoameri­
"ficciones fundacionales"? Resulta inexplicable la vuelta canos. ¿Pero ahora, en pleno siglo XXI? ¿Debemos seguir
de la crítica a un discurso que apuntala y reafirma ideas subrayando que nuestra identidad es talo cual cosa? Es
monolíticas de la identidad micronacional a través de la como si los argentinos jóvenes siguieran cscri biendo sobre
producción literaria. los gauchos. O, mejor dicho, como si los críticos del Cono
¿Qué sucedió en estos años que explique la renovada Sur siguieran buscando la identidad literaria nacional en la
fijación por definir y sobredeterminar el carácter nacional o dicotomía ya rancia de la civilización y la barbarie.
regional como uno que fundamentalmente se resuelve en Por supuesto que no creo que esté mal que los narrado­
la violencia, la subalternidad, etc.? ¿Cómo es posible que res jóvenes se den a la tarea -deliberadamente o no- de
en México sigamos -los lectores y críticos más jóvenes­ tratar de entender el país o la realidad en que viven. Eso
obsesionados con explicarnos a nosotros mismos a través sería tan superfluo y limitado como criticar, por ejemplo, a
de fijar una identidad nacional reducida a unos cuantos ras­ uno de los mejores escritores de la lengua inglesa, J. M.
gos burdos? ¿Produjo el TLC una crisis identitaria tal que Coetzee, por haber escrito una obra maestra -Desgracia­
ahora explique esta necesidad de volver a consrruir nuestra sobre la realidad sudafricana. ¿Pero acaso leemos Desgracia
identidad nacional? ¿O es que, a medida que se nos cae el en clave exclusiva de la literatura de la clase media blanca
país a manos del narcotráfico y de un gobierno incapaz de de Ciudad del Cabo, en radical tensión con, por ejemplo,
responsabilizarse por sus malas decisiones, no nos queda aquella que se produce en Johannesburgo? Por supuesto
más remedio que definirnos con base en la imagen que que no.
mejor vende de México en México yen el mundo? ¿O es­ Tampoco creo que exista una dicotomía entre lo cos­
tamos meramente asumiendo el papel que se nos asignó en mopolita y lo local y que los escritores deban aspirar al
el sorteo identitario del gran Concierto de las Naciones? cosmopolitismo. O tal vez exista la dicotomía, pero es fal­
No tengo una respuesta para estas preguntas, pero creo sa. No estoy tratando de abogar por una literatura anclada
que es algo que nos tenemos que empezar a plantear como en el vacío, pero sí de enunciar mi escepticismo hacia
generación. una que echa raíces apenas en la costra más evidente de lo
Tal vez en México seguimos mirando, de un modo un que se concibe, dentro y fuera de México, como la realidad
tanto estrábico, hacia la imagen que tiene el mundo de lo nacional.

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TIERRAS DE NADIE Valeria Luisclli

Lo que el discurso identitario ilumina es un profundo bién a través de su literatura? Si seguimos regodeándonos
conservadurismo; o tal vez, peor que eso, un conservadu­ en este mismo lodo, no me cabe duda de que la literatura
rismo que se disfraza de novedad radical y de posmoderni­ de principios del siglo XXI será reducida a material de mero
dad (sea postnorteña, postchilanga o postloquesea). El pro­ interés sociológico para los futuros críticos en el primer
blema, en pocas palabras, es que no estemos cuestionando mundo. Estos críticos -¿nietos y bisnietos intelectuales
la pertinencia de esta vuelta a la literatura de las identida­ de la inteligente pero ininteligible y por ende mal leída
des nacionales y, peor, de las regionales. y si no debatiendo Spivak?- revisarán la obra de las generaciones de comien­
su pertinencia, por lo menos buscando los motivos que ex­ zos de siglo con ojos paternales y satisfechos, atesorándolos
pliquen su proliferación y relativo éxito comercial. Si se como abono fértil para las teorías sobre las identidades con­
revisan algunas reseñas recientes de los libros de autores flictivas del tercer mundo, la marginalidad, la diferencia,
jóvenes -aunque también de los no tan jóvenes- y se dejar hablar al subalterno ---en fin, la peor cara de la crítica
cuentan las veces que aparece, por ejemplo, la palabra iden­ académica esradounidense-. Como bien respondió algu­
tidad, dan ganas de llorar. Dan ganas de llorar, porque no na vez una brillante crítica literaria, a la vieja pregunta spi­
creo que los escritores de las nuevas generaciones se estén vakiana "¿puede el subalterno hablar?": "Por piedad, dí­
planteando -de modo calculado y programático- escribir ganle al subalterno que ya se calle".
literatura que refuerce ningún tipo de postulado esencia­
lista sobre la identidad y el carácter nacional, pero así es
como están siendo leídos. y son los críticos jóvenes quie­ ¿Hacia una nueva crítica para la nueva literatura?
nes con mayor falta de perspectiva están leyendo la litera­
tura actual, cuando debieran ser quienes la leen con miras Sarcasmo aparte, ¿qué hacemos frente a este panorama con
más amplias y con mayor libertad. tantos otros escritores notables de las nuevas generaciones
El problema, sin embargo, no se limita a la crítica litera­ que no escriben sobre los temas relacionados -tangencial
ria en México. Hace unos meses me escribieron de un su­ o directamente- con la violencia de la era del narcotráfi­
plemento literario estadounidense para consultarme sobre co? ¿Qué hacemos con escritores como Guadalupe Nettel,
escritores mexicanos jóvenes a los que valiera la pena tra­ Tryno Maldonado, Vivian Abenshushan, Emiliano Monge,
ducir. Di los nombres de quienes me parecían autores jó­ David Miklos o Daniela Tarazona, para nombrar sólo unos
venes interesantes. El siguiente intercambio de correos cuantos de nuestros escritores más interesantes que escri­
terminó en un relativo impasse. "El número es sobre litera­ ben sobre temas completamente distintos a los que hoy en
tura del narco", me dijeron, "y la mayoría de los autores día parecen estar en boga? El discurso identitario nos obli­
que propones no escriben sobre ese tema". ga a concebir la literatura por medio de otra falsa dicotomía
Está bastante claro que lo único que interesa de México -tan falsa o infértil como la de "civilización y barbarie",
fuera de México es el espectáculo de su inmolación. ¿No "centro y periferia", "norte y centro", etc.- y a polarizar
debería la nueva crítica literaria mexicana, si no oponerse, inútilmente la producción literaria. El discurso identitario
por lo menos propiciar los matices de la concepción mono­ suprime la posibilidad de una lectura amplia e integral de
lítica y caricaturizada que propaga de "lo mexicano" tam­ la nueva literatura mexicana.

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TlERRAS DE NADIE

¿Cómo van a ser leídos, en este contexto, los escritores Bibliografía


que apenas empiezan o empezarán a publicar? La genera­
ción de los ochenta todavía no es, propiamente, una gene­
ración. Los que nacimos en esa década apenas comenza­
mos a publicar. Pero se empieza a perfilar una constelación
de escritores que están por terminar su primer libro o, en
algunos casos, su segundo. Bibiana Camacho, Pablo Duar­
te, Verónica Gerber, Laia Jufresa, Brenda Lozano, Daniel Agamben, Giorgio, Estado de excepción. Homo sacer 1/, J, trad. An­
Saldaña: ¿cómo se irán incorporando autores como estos a tonio Gimeno Cuspinera, Valencia, Pre-Textos, 2003.
un campo literario dominado por un discurso que prioriza _ _ _, Estancias. La palabra y elfantasma en la cultura occiden­
categorías como Lo Norteño, Lo Postchilango, Poner en tal, Valencia, Pre-textos, 1995.
Crisis la Novela, etcétera? _ _ _, Lo comunidad que viene, trad. José L. Villacañas y Clau­
Sería ingenuo pensar que todo va a cambiar en el pano­ dio La Rocca, Valencia, Pre-textos, 1996.
rama de la literatura nacional en cuanto llegue un relevo Altamirano Pineda, Magdalena, El corrido mexicano actual. Con­
generacional. Las generaciones literarias, además, no se di­ fluencia de elemen/os y posibilidades de apertura, tesis de licencia­
viden en décadas. Sin embargo, tengo la impresión -tal tura, México, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 1990.
vez la esperanza- de que la narrativa de los escritores que Anderson, Benedict, Imagined Communities. Reflections on /he Ori­
apenas están empezando a publicar, o aquellos que van a gin and Spread ofNationalism, Nueva York, Verso, 1983.
publicar pronto, se resistirá a las dicotomías y límites que la Anzaldúa, Gloria, Borderland'i/La Frontera, San Francisco, Aunt
(mala) crítica ha impuesto a la literatura de estos últimos Lute, 1999.
años. Pero para que esto suceda tiene que ocurrir primero Badiou, Alain, "Eight Theses on the lJ niversal", en Theoretical
un cambio en el panorama de la crítica literaria. Sólo Writings, Nueva York, Continuum, 2004.
abriendo una discusión fructífera en el ámbito de la nueva _ _ _, El siglo, trad. Horacio Pon s, Buenos Aires, Manantial,
crítica literaria podrán encontrar su lugar preciso los libros 2005.
de las generaciones venideras. Barthes, Roland, El susurro del lenguaje. Mós allá de la palabra y la
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