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EL CAMPO DE LA INTERVENCION SOCIAL

Nora Aquín.

A los fines de una mejor comprensión de las complejidades de nuestro espacio de


intervención, nos ha parecido importante trabajar desde la noción de campo propuesta por
Bourdieu.
En la perspectiva de este autor, lo social existe dos veces: por una parte como
campo, como espacio social objetivo, y por otra como hábitus, como lo social hecho
cuerpo.
El campo, definirá es una estructura estructurada de posiciones de agentes que
disputan un capital específico. Estas posiciones sociales son emplazamientos estratégicos
que hay que defender y conquistar en un campo de luchas. Hay campo cuando hay algo en
juego y gente dispuesta a jugar y provista del habitus necesario para jugar.
El espacio social es un espacio objetivo, estructura de relaciones objetivas que
determina la forma que pueden tomar las interacciones y la representación que de ellas
pueden tener aquellos que se encuentran en ese espacio. Podríamos decir que la condición
social se deriva de la posición que ocupemos en ese espacio social objetivo. Esa condición
social se internaliza en lo que Bourdieu denomina habitus, que es sinónimo de
disposiciones a percibir, a actuar, a pensar. Las disposiciones –para pensar, para actuar-
tienen los mismos límites que la condición, por eso se dice que la condición limita dos
veces: con los límites materiales que impone a la práctica y con los límites que impone al
pensamiento.
Son, pues, las condiciones (espacio social en el campo) las que determinan
disposiciones (hábitus), y estas últimas determinan modos de pensar, de percibir y de
actuar.
Todos los campos tienden a organizarse según la misma lógica, es decir:
• según el volumen del capital específico poseído.
• Según la antigüedad de la posesión.
• Las oposiciones que tienden a establecerse son homólogas entre sí, y homólogas de las
oposiciones que organizan el campo de las clases sociales, entre dominantes y
dominados.
La homología implica algo así como ajuste entre expectativas, una suerte de armonía
preestablecida entre sistemas de intereses que se juegan en el campo. Un ejemplo muy
cercano a nuestra profesión: el clientelismo, sería, en esta perspectiva, una relación de
homología –de complicidad de expectativas- y no una relación entre una víctima y un
victimario. Por eso mismo, y aún a nuestro pesar, las instituciones aparecen casi siempre
ajustadas a las expectativas del público (o, dicho de otro modo, el público ajusta sus
expectativas a las instituciones existentes).
Se habla de la existencia de campo cuando hay algo en juego (capital específico en
disputa) y gente dispuesta (en el sentido que le damos más arriba a las disposiciones) a
jugar, y provista del habitus necesario para jugar.
Nuestra hipótesis, para el Trabajo Social, es que su campo está constituido por la
delicada intersección entre tres esferas:

Procesos
de
Procesos de distribu-
reproducción ción
cotidiana de la secundaria
existencia del
Sujetos con ingreso.
dificultades ppara
repro-
pducir su
existencia.

Este esquema está representando un campo: un estado de la relación de fuerzas entre


los agentes e instituciones que intervienen en el juego. Un estado de la distribución del
capital específico acumulado, base de las estrategias.
El capital específico es el fundamento del poder. Quienes lo monopolizan tienden a
estrategias de conservación (ortodoxia). Los que carecen o disponen de menor capital
tienden a estrategias de subversión, que puede llevar a crisis. Pero las estrategias de
subversión tienen un límite: si no se juega el juego, se queda excluido. Esto es muy
importante para los trabajadores sociales, que muchas veces tendemos a la compensación
simbólica de muchas frustraciones derivadas de nuestra posición en el campo, apelando a
discursos de denuncia y adjudicación externa de las responsabilidades.
Sin embargo, y más allá de los discursos –que para este equema siempre son
justificatorios de nuestro lugar o de nuestras pretensiones en el campo- todos los agentes
que intervienen en el campo tienen complicidad objetiva, que subyace en todos los
antagonismos, ya que la lucha supone un acuerdo entre los antagonistas. La participación
en la lucha reproduce el juego, al producir la creencia en el valor de lo que está en juego.
De ahí que García Salord dice que actuamos en los obstáculos que tienen ciertos sujetos
para reproducir su existencia, y no en las contradicciones estructurales. Un factor que
protege al juego de la revolución total es la magnitud de la inversión (en tiempo y esfuerzo)
en el juego mismo. Lo que lleva a Lechner a decir que todos tenemos intereses invertidos
en lo dado, aún aquél que abre la puerta de los taxis o que pide limosna. De ahí el interés
por conservarse a sí mismo conservando el juego.
En síntesis, el campo del Trabajo Social, mirado desde la categoría propuesta por
Bourdieu, es un campo de lucha por mantener o mejorar la posición en ese espacio, en
donde participan distintos agentes, con distintas posiciones de poder, con distintas
apetencias, que entablan alianzas contingentes entre sí, siempre con miras a una mayor
posesión del capital en disputa.
Algunos conceptos claves de la teoría de los campos de Bourdieu:
Estrategias: acciones objetivamente orientadas hacia fines que pueden no ser los que se
persiguen subjetivamente. Es sentido práctico, no intencionalidad.
Interés: inversión específica en lo que está en juego, que es a la vez condición y producto
de la pertenencia al campo.
Habitus: sistema de disposiciones adquiridas por medio del aprendizaje implícito o
explícito. Funciona como un sistema de esquemas generadores: genera estrategias, genera
modos de percibir, de pensar y de actuar.
Expliquemos ahora brevemente cada una de las esferas constitutivas del campo del
Trabajo Social:
Procesos de reproducción cotidiana de la existencia: El concepto de reproducción alude
al conjunto de actividades que personas, grupos o instancias sociales desarrollan para
mantener o mejorar sus condiciones de vida.
Elizabeth Jelin sostiene tres niveles de reproducción: la biológica, la social y la
cotidiana. En relación a esta última, considera que está integrada por dos dimensiones: la
doméstica –que alude a las tareas de reposición generacional- y la pública –que refiere a lo
que genéricamente se denominan derechos sociales de ciudadanía (infraestructura y
servicios), y que se realizan en espacios que trascienden a la vida doméstica, por ejemplo el
barrio , la localidad o la región. Podríamos agregar nosotros que la familia es la gran
protagonista de la dimensión doméstica de la reproducción cotidiana, y la comunidad de
pertenencia la gran protagonista de la dimensión pública de dicha reproducción. De donde
cabría pensar la importancia que adquieren los distintos niveles de abordaje desde esta
perspectiva.
Procesos de distribución secundaria del ingreso: También llamados de redistribución,
hacen referencia al conjunto de procesos a través de los cuales el Estado aborda la cuestión
social. Precisamente nuestra profesionalización coincide temporalmente, con el momento
en que el Estado asume la cuestión social como una cuestión de Estado. No estamos
diciendo que sean fenómenos puramente estatales, ya que otras instancias también
enfrentan la cuestión social, pero sí que el Estado aparece como el gran organizador de la
distribución secundaria del ingreso. Y se denomina secundaria, porque, con base en los
tributos de la población, se establecen programas sociales que tienden a regular las
asimetrías propias de la distribución primaria, en donde los sujetos aparecen básicamente
como capital y trabajo.
Sujetos con dificultades para atender por sus propios medios a las necesidades
derivadas de su reproducción cotidiana: Aclaremos aquí que cuando hablamos de
dificultades no nos referimos solamente al orden económico o material, sino que las
dificultades pueden ser de otra índole: afectivas, de capacitación, vinculares, etc. etc. De
cualquier manera, los sujetos que ingresan al campo del Trabajo Social son portadores de
déficits en algún aspecto, que los colocan en momentos excluidos, en otros momentos
deficientemente incluidos, conforme a la direccionalidad de los procesos de distribución
secundaria del ingreso.

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