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De la Garza Castro Alison

Análisis del cuento Perfecto Luna de Elena Garro

Perfecto Luna narra la historia de un chico peón de albañil a quien utilizan para todo
tipo de trabajos; un día al abrir una zanja se encuentra con un cadáver; decide esparcir
los huesos de éste en adobes y con ellos construye una casa; el fantasma de dicho
cadáver parece molestarse y lo atormenta cada noche, haciendo que los días parezcan
muy breves y las noches eternas. Perfecto Luna está cada vez más delgado y con
aspecto cadavérico; el fantasma parece querer matarlo, Perfecto huye, se encuentra
con un señor, le cuenta su historia y finalmente se da cuenta de que éste es el
mismísimo fantasma.
A lo largo de toda la narración observamos dos líneas narrativas constantes: la del
narrador omnisciente en tercera persona, y la de Perfecto en primera persona, cuya
alternancia entre ambos genera la idea de los distintos tiempos en el relato (en
ocasiones pretérito, en otras, presente).
El narrador deja un cierto misterio en el personaje de Perfecto cuando dice que
éste decide no contarle a nadie sobre el cadáver que encontró, con lo cual provoca
cierta curiosidad en el lector por saber lo que ello conllevará después. Así mismo, en
ocasiones aparece un diálogo que nunca se dijo, sino que simplemente pensó Perfecto,
el cual conocemos a través de la voz narrativa, por ejemplo: “- Dime, ingrato difunto,
¿qué quieres que haga por ti? – Eso hubiera querido decir, pero las palabras se le
quedaron embarradas en la lengua”1.
Al final de la narración, se da a entender que el narrador es Perfecto Luna:
- Le voy a ayudar a buscar, ya que le conté la triste historia de Perfecto Luna.
- ¡Ya no! – contestó el desconocido de pie, junto al narrador; éste apenas tuvo
tiempo…2

Cuando en realidad él fungiría más bien como un personaje descriptor, pues sólo
adquiere un cierto papel de “narrador” cuando comienza literalmente a “narrar” su
historia al degollado, e incluso entonces, está presente un narrador omnisciente, de
modo que queda cierta ambigüedad en cuanto a quién está narrando la historia.

1 Garro, Elena, Perfecto Luna, Universidad de México, pág. 9, recuperado de:

http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/1413/perfecto_luna.pdf
2 Ibíd.
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Entre los personajes encontramos a Perfecto Luna, como protagonista y posible


narrador de la historia; Don Celso, personaje secundario sin ninguna acción relevante
dentro de la historia, pero importante para la vida de Perfecto, puesto que fue él quien
lo crió; el fantasma degollado como antagonista, ya que busca complicarle la vida a
Perfecto como un modo de vengarse de éste por haber profanado su cuerpo; la esposa
de Don Celso, quien sólo participa en un par de ocasiones de manera irrelevante y por
lo cual sería un personaje terciario; Crisóforo Flores y Alambritos, el perro. Pese a que
Crisóforo no aparece nunca activamente en la narración, Perfecto menciona que es su
amigo y, al tratar de imitarlo, nos da una idea de la personalidad del mismo: “- ¿Busca
algo? – dijo Perfecto Luna amablemente, pensando que así lo diría Crisóforo Flores.”
En un principio, Perfecto intenta transmutarse en Crisóforo adoptando la actitud de
éste, pues considera que es esa la solución para que el fantasma deje de perseguirlo:
cambiar de nombre y, por tanto (según Perfecto), de persona. Según las actitudes de
Perfecto, y algunas descripciones a lo largo del relato, podríamos deducir que se trata
de un joven adolescente (quizá de unos quince años aproximadamente), ya que en una
parte de la narración se menciona que no le daba tiempo ni de recortarse “los bigotes”,
de modo que ya no era un niño. Trabajaba como albañil con Don Celso, era pícaro,
travieso, alegre y confiado. En cuanto al clásico modelo actancial:

1 Un sujeto desea un objeto


2 Un destinador ha destinado el objeto a un destinatario
3 El sujeto es ayudado por unos adyuvantes y obstaculizado por unos oponentes 3

Podríamos decir que en este cuento ya no se presentan tan claramente las


funciones de los personajes como en los cuentos clásicos; sin embargo, sí es posible
identificarlas. El sujeto (en este caso Perfecto Luna) desea librarse (objeto) del
fantasma que lo atormenta. En cuanto al segundo punto, podríamos decir que el
destinador es el fantasma, con un “objeto” distinto al anterior, puesto que pretende
finalmente matar a Perfecto (destinatario); el sujeto en este caso no es ayudado por
nadie, pero sí obstaculizado por el fantasma, quien no le permite estar en paz.

3 Brioschi Franco y Di Girolamo Costanzo, Introducción al estudio de la literatura, Ariel, Barcelona,

2000, p. 225
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El miedo que comienza a sentir Perfecto ante el aturdimiento del fantasma lo hace
mudar su humor, de modo que ocurre un cambio en el personaje, además de que se
percibe un cierto aprendizaje en el mismo cuando indirectamente reconoce que hizo
mal en burlarse del difunto: “- Lo malo, señor, es que cuando yo fui Perfecto Luna me
gustaba ser maldoso –“4; el tiempo copretérito en la línea anterior expresa que ya no lo
es más, en lo cual se refleja la lección aprendida.
El relato está construido con anacronías, pues inicia con la huida de Perfecto y,
conforme avanza el relato, el lector se entera, tanto del motivo de su huida, como de la
vida de Perfecto. Éste apela al desconocido (al que se encuentra en su huida) para
contarle su historia sin que éste se lo pida e incluso sin que muestre el mínimo interés
por escucharlo, pretexto que utiliza la autora para contar el relato. Perfecto le dice al
señor “- ¡Usted sabe que yo fui Perfecto Luna hasta esta noche! –“5, con la clara
intención de comunicar su historia; la indiferencia que el sujeto muestra ante tal
declaración no representa un impedimento para Perfecto, pues de cualquier modo
cuenta su anécdota: “De seguro conoció a Don Celso, el dueño del almacén. Yo le debo
a él todo lo que fui…”6.
El tiempo del relato da la idea de ser muy breve, unos minutos quizá, pues implica
únicamente lo que Perfecto tardaría en narrar su historia. Existe una diferencia
sustancial entre el tiempo narrativo (del relato) y el tiempo del discurso, pues, pese a
que quizá el relato transcurrió en unos minutos, nosotros probablemente tardamos más
en terminar la lectura (a pesar de la brevedad del cuento). Sin embargo, las digresiones
de Perfecto para contar su pasado nos sacan de la escena inicial (Perfecto en el campo
hablando con el desconocido), generando la sensación de que la historia principal es en
realidad la vida de Perfecto, pues es ésta la que ocupa la mayor parte de la narración.
Comienza a narrar su historia mezclando los tiempos pretéritos (perfecto simple e
imperfecto): “Andaba yo en los cinco años, cuando ya le hacía los mandados. Con él
me crié, porque fui huérfano de nacimiento”7, lo cual en un inicio nos da la idea de
recuerdo. No obstante, cambia enseguida al tiempo presente con una evocación a un

4 Garro, Elena, Perfecto Luna, Universidad de México, pág. 8, recuperado de:


http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/1413/perfecto_luna.pdf
5 Ibíd. pág. 8.
6 Ibíd.
7 Garro, Elena, op. cit. pág. 8
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diálogo de Don Celso: “Ándale, Perfecto, mira cómo se cepilla la madera”8, lo cual nos
transporta a ese momento de la vida de Perfecto, dando la idea de que esa es ahora la
historia central, y ya no el dialogo de Perfecto con el desconocido en el campo. Las
diversas invocaciones que Perfecto hace al desconocido en medio de su narración son
las que nos permiten regresar a la línea inicial de la narración, por ejemplo: “Fíjese,
señor, le faltaba la cabeza, seguro alguien lo degolló”9.
Así mismo, los tiempos parecen transcurrir de manera distinta para cada
personaje, por ejemplo, cuando el fantasma comienza a atormentar a Perfecto, el día se
termina mucho más rápido y las noches son mucho más largas para él que para los
demás. Es tal la brevedad del día para él, que no le da tiempo de comer ni de nada: “Ya
los días apenas eran una raya de luz entre dos inmensas noches. No tenía tiempo ni de
ponerse y quitarse los huaraches. […] No tenía tiempo ni de comer y se fue quedando
en los puros huesos”10.
Por otro lado, aparecen diversos espacios a lo largo de la narración; en primer
lugar, se da a entender que el nombre del pueblo del que está huyendo es San Pedro, y
genera una idea del mismo al mencionar que atraviesa el campo, lo cual no sería
posible en una ciudad. Enseguida se menciona que planea irse a Acatepec
(probablemente otro pueblo relativamente cercano si consideramos que iba a pie), pero
ninguno de estos lugares se describe, sino que únicamente se mencionan. No obstante,
sí se describe someramente el campo, puesto que se menciona que se trata de una
huizachera, así como también se menciona la perspectiva de Perfecto: “Era mejor no
mirar, el campo se había hecho enorme”, lo cual da la sensación de una cierta angustia
por estar en medio de la nada, sin nadie que pudiese ayudarlo.
Un espacio sumamente importante dentro del relato es el almacén, el cual se
menciona desde las primeras líneas sin que el lector tenga idea aún de qué fue lo que
ocurrió allí que llevó a Perfecto a salir huyendo: “Gracias a Dios había sido muy simple:
levantar las trancas del almacén, husmear por la rendija y salir a la calle oscura”11.

8 Garro, Elena, op. cit. pág. 8


9 Ibídem
10 Ibíd. pág. 9
11 Ibíd. pág. 7
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Ya hacia el final de la narración, se describe la escena de unos costales de maíz


dentro de dicho almacén cayendo al suelo, de manera que se evoca incluso la idea del
sonido que éstos provocan, y a la vez generan cierto suspenso en el lector y temor en
el personaje de Perfecto: “[…] algo caía, caía si cesar, silbando dulcemente, era como
si dos costales de maíz dejaran escapar el grano por un agujero. […] Los silbidos se
multiplicaron. Todos los costales se vaciaban a gran velocidad”12.
De modo que, podríamos decir, que el espacio mantiene una relación con la
acción y con el personaje. También describe, en ocasiones, la sensación que el espacio
le provoca a Perfecto: “El cielo estaba tranquilo y claro. Desde su lugar alcanzaba a ver
dos estrellas brillantes”13; descripciones que resultan incluso sinestésicas para el lector.
Existe también una suerte de “espacio plural” en cuanto a la habitación en la que
duerme Perfecto, ya que quizá sólo él la percibiría como lúgubre y radicalmente oscura,
puesto que todo ello es provocado por el fantasma que lo atormenta únicamente a él:
“Buscó la vela que había dejado junto al petate. Estiró el brazo y sintió que se le había
hecho muy corto; en cambio el cuarto había crecido enormemente, y la maldita vela
quedaba fuera de su alcance”14.
El narrador nos traslada constantemente de un lugar a otro cuando pasa de la
línea narrativa inicial (Perfecto en el campo hablando con un hombre) al momento de la
vida de Perfecto que éste esté narrando, es decir, desde un lugar narra hechos
ocurridos en otro lugar.
Al tratarse de un cuento breve y con pocos personajes actantes, el narrador no se
detiene en descripciones detalladas físicas, de modo que queda a la imaginación del
lector tanto el aspecto de los personajes, como muchos aspectos del entorno, ya que se
enfoca principalmente en provocar sensaciones, o bien, hace descripciones muy
generales.
El cuento inicia con un discurso narrativizado (según la tipología de Genette) pero
mezclándose por momentos con el discurso restituido para representar los
pensamientos de Perfecto, por ejemplo:

12 Garro, Elena, op. cit. pág. 9


13 Ibíd. pág. 8
14 Ibídem
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A esa hora, ya todos dormían, y nadie notó su paso. Gracias a Dios había sido
muy simple: levantar las trancas del almacén, husmear por la rendija y salir a la
calle oscura. “Con tal que no roben, y que luego digan: miren al cabrón de
Perfecto, se pasó a robar todo lo que había en la tienda”. Pero ¿qué otra cosa
podía haber hecho?...15

En este fragmento observamos, además, que el narrador interpela al lector,


haciéndolo, de algún modo, parte de la historia.
En un inicio, se observa un predominio del discurso narrativizado, sin embargo,
posteriormente, cuando Perfecto cuenta toda su historia, predomina el discurso
restituido o directo (en terminología de McHale), ya que en esta parte de la narración, el
discurso se desarrolla a través de diálogos, y la mayor parte del tiempo, de diálogos de
Perfecto consigo mismo (monólogos), pues ningún otro personaje participa de una
manera muy activa, sino únicamente ocasional.
La mayor parte del relato, está narrada en tercera persona, salvo cuando Perfecto
se sirve de la primera persona a través de los diálogos para contar algún momento de
su vida, por ejemplo: “Le puse una marca al adobe, para saber que allí estaba un
pedazo de su tumba. Luego me traje una costilla y la metí en otro adobe con su señal, y
así, hasta que me acabé los huesitos”16.
Aquí, además, observamos algunos rasgos idiolectales, como por ejemplo el “y
así”, o cuando dice al inicio del relato “Ora sí, Perfecto Luna, ya te desgraciaste un
dedo”, expresiones que reflejan el estereotipo del vocabulario que se tiene de una
persona del campo, pues, al mencionar que vive en un pueblo, se genera la idea de que
posee un grado de educación no muy elevado y, a su vez, evoca la imagen de un cierto
tono campirano en la voz al leer los diálogos, no sólo de Perfecto, sino de todos los
demás personajes, puesto que todos pertenecen al mismo contexto sociocultural dentro
de la historia.
En cuanto a algunos recursos narrativos, observamos que, por ejemplo, para
mantener la incertidumbre del hombre que Perfecto se encuentra en el campo, se
menciona únicamente que se vislumbra que usa una “tilma roja”, lo cual se utiliza
probablemente para justificar el hecho de que no se perciba la ausencia de cabeza de

15 Garro, Elena, op. cit. pág. 7


16 Ibíd. pág. 8
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dicho hombre en un principio. Así mismo, se utilizan diversas metáforas en algunas


partes de la narración, por ejemplo: “Su corazón empezó a golpear con tal fuerza que le
pareció que iba dentro del río muy crecido”; lo cual genera una idea más visual de la
escena narrada.
Dentro de los diversos recursos narrativos que en este cuento se utilizan
(metáforas, digresiones, anacronías, etc.) el simple nombre de Perfecto Luna, podría
considerarse como una especie de ironía de la historia del mismo, puesto que éste dista
mucho del estereotipo que se tiene de “perfecto” (tener una buena familia, una elevada
posición económica, tener muchas virtudes, etc.). Así mismo, observamos que según el
tipo de discurso que se utilice, tanto el tiempo como las acciones se pueden percibir de
manera distinta; por ejemplo, en las noches que eran mucho más largas para Perfecto
que para los demás, predomina el discurso narrativizado, lo cual hace las acciones un
tanto más lentas; en cambio durante el día, aparecían más diálogos (discurso restituido)
lo cual le otorga más velocidad a la narración.
Finalmente todos y cada uno de los elementos presentes en una narración tienen
(o deben tener) una razón de ser; en conjunto, deben lograr captar la atención del
lector, de modo que se provoque el interés en éste por terminar la lectura; esto se
consigue cuando se estructuran, se ordenan y se entrelazan correctamente tanto los
elementos de un texto, como las funciones de los mismos, tales como el narrador, los
personajes, el tiempo, el espacio y el discurso narrativo, entre otras cosas, pues un
texto sin dichas características no sería más que unas cuántas páginas repletas de
palabras vacías.

Bibliografía
Garro, Elena, Perfecto Luna, Universidad de México, recuperado de:
http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/1413/perfecto_luna.pdf
Brioschi Franco y Di Girolamo Costanzo, Introducción al estudio de la literatura, Ariel,
Barcelona, 2000, 300 pág.
Garrido Domínguez, Antonio, El texto narrativo, Ed. Síntesis, Madrid, 1996, 302 pág.

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