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Perfecto Luna narra la historia de un chico peón de albañil a quien utilizan para todo
tipo de trabajos; un día al abrir una zanja se encuentra con un cadáver; decide esparcir
los huesos de éste en adobes y con ellos construye una casa; el fantasma de dicho
cadáver parece molestarse y lo atormenta cada noche, haciendo que los días parezcan
muy breves y las noches eternas. Perfecto Luna está cada vez más delgado y con
aspecto cadavérico; el fantasma parece querer matarlo, Perfecto huye, se encuentra
con un señor, le cuenta su historia y finalmente se da cuenta de que éste es el
mismísimo fantasma.
A lo largo de toda la narración observamos dos líneas narrativas constantes: la del
narrador omnisciente en tercera persona, y la de Perfecto en primera persona, cuya
alternancia entre ambos genera la idea de los distintos tiempos en el relato (en
ocasiones pretérito, en otras, presente).
El narrador deja un cierto misterio en el personaje de Perfecto cuando dice que
éste decide no contarle a nadie sobre el cadáver que encontró, con lo cual provoca
cierta curiosidad en el lector por saber lo que ello conllevará después. Así mismo, en
ocasiones aparece un diálogo que nunca se dijo, sino que simplemente pensó Perfecto,
el cual conocemos a través de la voz narrativa, por ejemplo: “- Dime, ingrato difunto,
¿qué quieres que haga por ti? – Eso hubiera querido decir, pero las palabras se le
quedaron embarradas en la lengua”1.
Al final de la narración, se da a entender que el narrador es Perfecto Luna:
- Le voy a ayudar a buscar, ya que le conté la triste historia de Perfecto Luna.
- ¡Ya no! – contestó el desconocido de pie, junto al narrador; éste apenas tuvo
tiempo…2
Cuando en realidad él fungiría más bien como un personaje descriptor, pues sólo
adquiere un cierto papel de “narrador” cuando comienza literalmente a “narrar” su
historia al degollado, e incluso entonces, está presente un narrador omnisciente, de
modo que queda cierta ambigüedad en cuanto a quién está narrando la historia.
http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/1413/perfecto_luna.pdf
2 Ibíd.
De la Garza Castro Alison
2000, p. 225
De la Garza Castro Alison
El miedo que comienza a sentir Perfecto ante el aturdimiento del fantasma lo hace
mudar su humor, de modo que ocurre un cambio en el personaje, además de que se
percibe un cierto aprendizaje en el mismo cuando indirectamente reconoce que hizo
mal en burlarse del difunto: “- Lo malo, señor, es que cuando yo fui Perfecto Luna me
gustaba ser maldoso –“4; el tiempo copretérito en la línea anterior expresa que ya no lo
es más, en lo cual se refleja la lección aprendida.
El relato está construido con anacronías, pues inicia con la huida de Perfecto y,
conforme avanza el relato, el lector se entera, tanto del motivo de su huida, como de la
vida de Perfecto. Éste apela al desconocido (al que se encuentra en su huida) para
contarle su historia sin que éste se lo pida e incluso sin que muestre el mínimo interés
por escucharlo, pretexto que utiliza la autora para contar el relato. Perfecto le dice al
señor “- ¡Usted sabe que yo fui Perfecto Luna hasta esta noche! –“5, con la clara
intención de comunicar su historia; la indiferencia que el sujeto muestra ante tal
declaración no representa un impedimento para Perfecto, pues de cualquier modo
cuenta su anécdota: “De seguro conoció a Don Celso, el dueño del almacén. Yo le debo
a él todo lo que fui…”6.
El tiempo del relato da la idea de ser muy breve, unos minutos quizá, pues implica
únicamente lo que Perfecto tardaría en narrar su historia. Existe una diferencia
sustancial entre el tiempo narrativo (del relato) y el tiempo del discurso, pues, pese a
que quizá el relato transcurrió en unos minutos, nosotros probablemente tardamos más
en terminar la lectura (a pesar de la brevedad del cuento). Sin embargo, las digresiones
de Perfecto para contar su pasado nos sacan de la escena inicial (Perfecto en el campo
hablando con el desconocido), generando la sensación de que la historia principal es en
realidad la vida de Perfecto, pues es ésta la que ocupa la mayor parte de la narración.
Comienza a narrar su historia mezclando los tiempos pretéritos (perfecto simple e
imperfecto): “Andaba yo en los cinco años, cuando ya le hacía los mandados. Con él
me crié, porque fui huérfano de nacimiento”7, lo cual en un inicio nos da la idea de
recuerdo. No obstante, cambia enseguida al tiempo presente con una evocación a un
diálogo de Don Celso: “Ándale, Perfecto, mira cómo se cepilla la madera”8, lo cual nos
transporta a ese momento de la vida de Perfecto, dando la idea de que esa es ahora la
historia central, y ya no el dialogo de Perfecto con el desconocido en el campo. Las
diversas invocaciones que Perfecto hace al desconocido en medio de su narración son
las que nos permiten regresar a la línea inicial de la narración, por ejemplo: “Fíjese,
señor, le faltaba la cabeza, seguro alguien lo degolló”9.
Así mismo, los tiempos parecen transcurrir de manera distinta para cada
personaje, por ejemplo, cuando el fantasma comienza a atormentar a Perfecto, el día se
termina mucho más rápido y las noches son mucho más largas para él que para los
demás. Es tal la brevedad del día para él, que no le da tiempo de comer ni de nada: “Ya
los días apenas eran una raya de luz entre dos inmensas noches. No tenía tiempo ni de
ponerse y quitarse los huaraches. […] No tenía tiempo ni de comer y se fue quedando
en los puros huesos”10.
Por otro lado, aparecen diversos espacios a lo largo de la narración; en primer
lugar, se da a entender que el nombre del pueblo del que está huyendo es San Pedro, y
genera una idea del mismo al mencionar que atraviesa el campo, lo cual no sería
posible en una ciudad. Enseguida se menciona que planea irse a Acatepec
(probablemente otro pueblo relativamente cercano si consideramos que iba a pie), pero
ninguno de estos lugares se describe, sino que únicamente se mencionan. No obstante,
sí se describe someramente el campo, puesto que se menciona que se trata de una
huizachera, así como también se menciona la perspectiva de Perfecto: “Era mejor no
mirar, el campo se había hecho enorme”, lo cual da la sensación de una cierta angustia
por estar en medio de la nada, sin nadie que pudiese ayudarlo.
Un espacio sumamente importante dentro del relato es el almacén, el cual se
menciona desde las primeras líneas sin que el lector tenga idea aún de qué fue lo que
ocurrió allí que llevó a Perfecto a salir huyendo: “Gracias a Dios había sido muy simple:
levantar las trancas del almacén, husmear por la rendija y salir a la calle oscura”11.
A esa hora, ya todos dormían, y nadie notó su paso. Gracias a Dios había sido
muy simple: levantar las trancas del almacén, husmear por la rendija y salir a la
calle oscura. “Con tal que no roben, y que luego digan: miren al cabrón de
Perfecto, se pasó a robar todo lo que había en la tienda”. Pero ¿qué otra cosa
podía haber hecho?...15
Bibliografía
Garro, Elena, Perfecto Luna, Universidad de México, recuperado de:
http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/1413/perfecto_luna.pdf
Brioschi Franco y Di Girolamo Costanzo, Introducción al estudio de la literatura, Ariel,
Barcelona, 2000, 300 pág.
Garrido Domínguez, Antonio, El texto narrativo, Ed. Síntesis, Madrid, 1996, 302 pág.