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29/9/2019
egoístas, dándole trato especial, en teoría, solo a ciertos animales específicos, pero
eso ya no tiene importancia ni sentido en su criterio arbitrario y conveniente. Si su
lógica es masacrar a humanos inocentes en su momento más vulnerable, con
excusas ideológicas o utilitarias, que les queda a los pobres animales. Paradigma
materialista, claramente. El problema es que, aunque ellos mismos nunca aborten,
están fomentando y exigiendo que se deje abortar a la mujer que así lo quiera
(siempre hablamos de quienes tuvieron relaciones sexuales de manera voluntaria y
consentida, el caso de menores de edad o violaciones son los menos pero que hay
que tener más en cuenta) para implantar una subjetividad relativista moral a la
juventud y nunca ir a la causa del problema: la conciencia de la sexualidad, la
responsabilidad de los actos y la acción productiva. Ni son humildes ante las
razones, misterios o consecuencias de los procesos naturales.
Ahora resulta que hay una nueva categoría más descarada y realmente incoherente,
donde la consideración ética y amplitud del derecho inalienable a la vida y libertad
solo contempla al ser humano DESEADO, siendo DISCRIMINANDO como en el
caso anterior, y autodenominándose “antiespecistas” porque pretenden a la vez
defender a todos los animales, entrando en una contradicción carente de autoridad
moral y gran despropósito, caracterizándose por dar la imagen de un individuo
misántropo deshumanizador, soberbio pedante, relativista moral, subjetivista
hedónico, fanático ideológico, antropocéntrico “autoespecista”, “antinatalista”
eugenésico, bienestarista extremo, seudoecologista intervencionista y desde el
paradigma materialista y filosofías/teorías autodestructivas (como el sensocentrismo,
utilitarismo y feminismo interseccional). O sea, un “vegabortero”, que se basa en la
supuesta división entre animales humanos y no-humanos, que en realidad es una
excusa oportunista ya que no existe tal distinción real solo un recurso literario,
discursivo (se usó anteriormente para comunicar de manera práctica y entendible),
hoy se caracteriza por avalar el sacrificio de humanos inocentes como forma de
trasladar su odio que tienen de sí mismos escondiéndose en esa exagerada y,
prácticamente, exclusiva “empatía” por los animales. Recurriendo a la idea de que si
alguien no siente se le puede matar cuando es conveniente y apelando a que es lo
mejor si eso hace que haya “menos sufrimiento”. Defienden una creencia caprichosa
más que una causa seria, porque no tiene sustento objetivo ni marco coherente y ni
siquiera estratégico. Queda en evidencia, también, su ignorancia y simplificación
sesgada de las cosas. Es triste, y ojalá muchos recapaciten de su error conceptual
y/o práctico para que dejen de llamarse por lo que no son, y se hagan cargo, o que
al menos actúan de manera consecuente con lo que predican hasta el final, como
corresponde.