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interpretacion/

18 de marzo de 2016
El desafío de los métodos de interpretación

A partir de la próxima columna, vamos a sumergirnos en el primer conjunto de siete del

Apocalipsis: el de las siete iglesias (capítulos 2 y 3). A pesar de ser una de las secciones

aparentemente más fáciles de entender, ha sido mal comprendida, debido a los

preconceptos que llevan a las conclusiones más controvertidas. Así, la manera de

entender el texto es, en verdad, tan importante como el estudio del propio contenido.

Por eso, antes de sumergirnos en la interpretación propiamente dicha, necesitamos

entender y utilizar conscientemente el método más adecuado. El Apocalipsis ha sido

estudiado de acuerdo con cuatro metodologías de interpretación: preterismo, futurismo,

idealismo e historicismo, o una combinación de ellas. A continuación analicemos cada

una:

Preterismo

Los preteristas creen que el Apocalipsis se restringe al primer siglo. De esa forma, las

persecuciones imperiales romanas serían el único objeto de preocupación del autor del

libro. En las notas de la Biblia de Jerusalén, por ejemplo, Babilonia representa la “Roma

idólatra”, y las siete cabezas de Apocalipsis 17 representan siete emperadores romanos.

[1] En el preterismo, el Apocalipsis se distancia tanto de la historia cristiana como del

lector actual.

Futurismo
A su vez, los futuristas tienen en el Apocalipsis un libro esencialmente escatológico,

tratando los eventos más inminentes a la segunda venida de Cristo.[2] Ese método de

interpretación ganó gradualmente la adhesión de protestantes, evangélicos y de

pentecostales, después de la propagación del dispensacionalismo desde el siglo XIX.

Según esa doctrina reciente, Dios salva a la humanidad de formas diferentes en las

diversas “dispensaciones” (del griego, oikonomia, literalmente, “ley/administración de

la casa”, 1 Corintios 9:17), refiriéndose a diferentes formas de actuar de Dios en el

mundo. En cada dispensación el Señor se revela de una forma y la humanidad es

probada en su respuesta a esa acción. En cada dispensación, la humanidad falla, y Dios

inicia un nuevo ciclo.

En el dispensacionalismo hay una dicotomía entre Israel y la iglesia. La iglesia surge

como un paréntesis en relación al plan divino para Israel: un tipo de “plan B”. En la

segunda venida de Cristo (invisible para el mundo), ocurre el llamado “arrebatamiento

secreto” de los cristianos, mientras los judíos y los demás permanecen en la tierra y

pasan por siete años de tribulación, durante los cuales todavía son probados, hasta que el

reino de Dios se establezca definitivamente. La doctrina del arrebatamiento secreto fue

creada por John Nelson Darby en torno del año 1830 y se difundió en el siglo XX

gracias a Scofield Reference Bible, lanzada en 1909. Esa manera de interpretar el

Apocalipsis es el tema de la serie de libros y películas Nadie será dejado para atrás

(Left Behind), de Tim LaHaye y Hal Lindsey.

Pero, es importante recordar que “todo dispensacionalista es futurista, pero no todo

futurista es dispensacionalista”.[3] Los futuristas críticos del dispensacionalismo creen

en el milenarismo clásico, según el cual no hay dispensaciones ni distinción entre Israel

y la iglesia cristiana en relación a los eventos finales.[4] Pero, de una forma o de otra, en

el futurismo, “principal objeción… es que remueve del libro cualquier contexto


histórico”[5], y “el Apocalipsis se torna relevante solo para la última generación del

tiempo del fin”.[6]

Frutos de la contrarreforma

Muchos no desconfían que tanto el futurismo como el preterismo se originaron en la

Contrarreforma, por medio de los jesuitas españoles Luis de Alcázar (1554-1613) y

Francisco Ribera (1537-1591). En su libro Vestigatio arcanis sensus in Apoclypsi,

publicado póstumamente en 1614, Alcázar defendía que el anticristo había sido un

emperador romano que gobernó en el primer siglo. Ribera propuso en su comentario

bíblico sobre el Apocalipsis, titulado Sacrum Beati Ioannis Apostoli, & Evangelistiae

Apocalypsin Commentarij, de 1585, que el anticristo sería un judío que reinaría en

Jerusalén en un futuro lejano.[7] Para él, solo los primeros capítulos del Apocalipsis

trataban con la Roma antigua, mientras los demás serían puramente escatológicos, así

como los futuristas afirman actualmente.

Esas maneras de interpretar fueron construidas para combatir los predicadores de la

Reforma, que identificaban al papado con el anticristo profetizado en la Biblia.

[8] Según el apóstol Pablo, un poder se levantaría todavía en el futuro a partir de su

tiempo, el cual se haría “objeto de culto, al punto de sentarse en el santuario de Dios,

ostentándose como si fuera el propio Dios” (2 Tesalonicenses 2:4). Ese poder surgiría de

un proceso de apostasía del cristianismo (v.3) y solo sería destruido en el regreso de

Jesús (v.8). En las enseñanzas de Jesús, este sería el mismo poder blasfemo y

perseguidor predicho por Daniel (Mateo 24:15; Daniel 7:24-26).

Con el futurismo y el preterismo de la Contrarreforma, las atrocidades de la iglesia

romana antes, durante y después de la Edad Media escapan ilesas en la interpretación de

Daniel y del Apocalipsis. Mientras el futurismo fue adoptado por el mundo evangélico,
el preterismo fue abrazado por las iglesias y universidades protestantes liberales,

haciéndoles perder de vista el pasado y lo que está escrito sobre el futuro (Apocalipsis

13:3, 508).

Idealismo

A diferencia de las otras corrientes de interpretación, el idealismo no encuentra en el

Apocalipsis ninguna relación con hechos históricos. Para los idealistas, el libro presenta

una descripción simbólica de la lucha entre el bien y el mal, que no se aplica a ningún

período histórico. Restarían solo una verdad ética y principios que se aplican a creyentes

en cualquier período de la historia”.[9] Por lo tanto, el fruto de un abordaje más

humanista y pos moderno de la Biblia, centrada en el lector.

Historicismo

Por fin, tenemos el historicismo. Según esa corriente de interpretación, las profecías se

cumplieron en el pasado, algunas se cumplen en el presente y otras se cumplirán en el

futuro. LeRoy Edwin Froom lo definió como “el cumplimiento progresivo y continuo

de la profecía, en una secuencia ininterrumpida, de los días de Daniel y el tiempo de

Juan, hasta el segundo advenimiento y el fin del tiempo”.[10]

En los libros apocalípticos, se percibe que el cumplimiento de las profecías se da a lo

largo de la historia, culminando en el establecimiento del reino de Dios. En Daniel se

suceden cuatro imperios, comenzando por Babilonia (neobabilónico), seguido por

“Grecia” (macedónico), “Medo Persa” y Roma, dando lugar a “reinos” divididos, hasta

que el reino de Dios sea establecido (cap. 2 y 7). Sin embargo esas profecías también

contemplan hechos que se cumplirían en tiempos “muy lejanos”, del punto de vista de

Daniel, o sea, en los “últimos días” (Dan. 8:26; 10:14).


En el Apocalipsis, la perspectiva del proceso histórico se nota en la primera mitad de

libro (cap. 1-11), en que las tres series (iglesias, sellos y trompetas) se extienden de los

días de Juan al regreso de Jesús. Siguiendo el principio del paralelismo de Daniel, en

que los cuatro metales de la estatua del capítulo 2 corresponden a los cuatro animales

del capítulo 7, esas tres series señalan a la acción divina sobre la iglesia y sus

antagonistas a lo largo de la historia. No es por acaso que cada una de las tres series se

cierra, señalando directa o indirectamente al regreso de Jesús.

La segunda mitad del libro (12-22), más escatológica, presenta un conflicto iniciado en

el Cielo y definido en la cruz (Apoc. 12:4-12) que tiene su desenlace en los últimos días,

con la participación de diferentes agentes divinos y satánicos. O sea, demuestra la

acción divina en el pasado con sus reflejos decisivos sobre el presente y el futuro de la

humanidad.

En el historicismo, por lo tanto, las acciones divinas, las falsificaciones de Satanás y las

respuestas humanas son presentadas en una línea continua hasta la redención final. De

esa forma, tanto Apocalipsis como Daniel, parecen cumplir su papel como libros

universales, con informaciones relevantes para todas las eras, desde su composición.

En el historicismo, por lo tanto, el pasado no fue olvidado. Por el contrario, sirve para

evaluar las profecías todavía no cumplidas. Los adventistas estudian el Apocalipsis por

ese método desde mediados del siglo XIX y fueron fortalecidos por la comprensión de

que el mundo iría de mal en peor, mientras la cultura contempla un futuro brillante en la

llamada belle époque. Es gracias a ese sólido método de interpretación apoyado por

Jesús, por los autores bíblicos, escritores antiguos y por los reformadores que los

adventistas identifican las profecías sobre la apostasía cristiana, el golpe “mortal” sobre

el papado y su resurgimiento, el dominio de una superpotencia mundial y la

diseminación del espiritismo. Eso no significa que los adventistas sean mejores que
otros estudiosos de la Biblia, sino que solo un estudio concienzudo, guiado por el

Espíritu Santo y fundado en sólidos principios de interpretación puede llevar a una

compresión más armoniosa y plena de Daniel y de Apocalipsis.

[1] Bíblia de Jerusalém. Nova edição revista e ampliada. São Paulo: Paulus, 2002, p.

2159.

[2] “Futurist interpretation”. Bible Study Tools. Disponible en:

http://www.biblestudytools.com/commentaries/revelation/introduction/futurist-

interpretation.html

[3] Ibid.

[4] Ibid.

[5] Russel N. Champlin, O Novo Testamento Interpretado Versículo por Versículo. São

Paulo: Editora Hagnos, 2002, vol. 6, p. 362.

[6] Ranko Stefanovic. Revelation of Jesus Christ. Berrien Springs, MI: Andrews

University Press, 2ª edición, 2009, p. 12.

[7] Francis D. Nichol (ed.). Comentario Bíblico Adventista Del Séptimo Día. Buenos

Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1996, p. 109.

[8] Ibid.

[9] Stefanovic, p. 12.

[10] E. Froom, The Prophetic Faith of Our Fathers. Washington, D.C.: Review and

Herald Publishing Association, 1950, vol. 1, p. 22, 23. En: Hans K. LaRondelle, “The

heart of historicism”, Ministry Magazine, setiembre de 2005. Disponible


en: https://www.ministrymagazine.org/archive/2005/09/the-heart-of-

historicism.html

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