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INFECCIONES DE TRANSMISIÓN SEXUAL

ITS
También llamadas enfermedades venéreas, son enfermedades infecciosas que se pueden contagiar
por contacto sexual. Algunas se pueden transmitir también por vía no sexual, pero representan una
minoría del número total de casos. Varios tipos de enfermedades de transmisión sexual pueden llegar
a ser epidémicas, incluidas la gonorrea, la uretritis no gonocócica, el herpes genital, las verrugas
genitales (condilomas acuminados), la sarna (escabiosis) y las infecciones uretrales y vaginales
causadas por la bacteria Chlamydia trachomatis, el protozoo Trichomonas y ciertos hongos.

CONTROL
El carácter epidémico de las enfermedades de transmisión sexual da testimonio de la dificultad de
controlarlas. Algunos organismos oficiales de salud pública atribuyen el incremento de muchas de
estas enfermedades al aumento de la actividad sexual. También puede ser significativa la sustitución
del preservativo (que proporcionaba cierta protección) por otros métodos de control de natalidad
como anticonceptivos orales y diafragma. Los modelos de enfermedad de transmisión sexual también
cambian. La sífilis y la gonorrea fueron epidémicas en un tiempo, pero el uso masivo de la penicilina
consiguió un control moderado sobre la sífilis. La atención se centró entonces en el control de la
gonorrea, y en ese momento empezó a aumentar de nuevo la frecuencia de aparición de la sífilis.
Aumentaron también, en las décadas de 1970 y 1980 el herpes genital y la infección por Chlamydia.

El tratamiento básico de las enfermedades de transmisión sexual


producidas por bacterias es mediante el uso de antibióticos. La penicilina
ha sido efectiva contra la sífilis y la gonorrea, pero muchos organismos
gonorreicos resisten hoy la acción de este fármaco.

En estos casos es efectivo la ceftriaxona o la espectinomicina. La


tetraciclina se emplea para tratar el linfogranuloma venéreo, el granuloma
inguinal y la uretritis por Chlamydia. Hay también tratamientos
específicos para otras enfermedades de transmisión sexual como los
fármacos antivíricos (aciclovir), que resultan efectivos contra el virus
herpes. La única forma de prevenir la propagación de las enfermedades
de transmisión sexual es identificando a las personas con las cuales ha
tenido contacto sexual la persona infectada y proceder a determinar si
también necesitan tratamiento. Por lo general esto se lleva a cabo en los
centros de salud pública, que es donde se informa de la mayor parte de
las enfermedades de transmisión sexual. Otras personas infectadas
acuden a un médico privado para su tratamiento, y no se detectan todos los casos. El síndrome de
inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y la hepatitis B se transmiten también por contacto sexual.

ENFERMEDADES QUE PUEDEN TRANSMITIRSE DURANTE LAS


RELACIONES SEXUALES

a) Enfermedad Inflamatoria Pélvica (EIP): Infección bacteriana del tracto genital


superior femenino, que afecta al
útero, trompas de Falopio, y ovarios,
producida por diferentes bacterias
aerobias y anaerobias.

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Las dos más importantes son la Neisseria gonorrhoeae, que produce la gonorrea, y Chlamydia
trachomatis, clamidia. Estas bacterias se suelen transmitir por contacto sexual con una pareja
infectada. La incidencia es más elevada entre las mujeres menores de 25 años con vida sexual
activa.

Algunas mujeres no tienen síntomas. Otras tienen dolor en la parte baja del abdomen, fiebre,
secreción vaginal con mal olor, hemorragia irregular o dolor durante las relaciones sexuales.
Estos síntomas suelen comenzar unos días después del inicio del periodo menstrual, en especial
cuando el agente causal es Neisseria gonorrhoeae.

Las infecciones debidas a Chlamydia trachomatis suelen evolucionar más lentamente que las
producidas por las neiserias. En la exploración física se encuentra hipersensibilidad en el útero,
ovarios, y trompas de Falopio. En los casos graves puede formarse un absceso en el interior de la
pelvis.

La EIP es el factor de riesgo simple más importante para el desarrollo de un embarazo ectópico y
una de las causas más frecuentes de infertilidad. El diagnóstico se obtiene a partir de los
síntomas presentes, exploración física por un médico, presencia de un número elevado de
leucocitos, y un cultivo bacteriano positivo de la secreción cervical.

En algunos casos, se puede confundir la EIP con otras enfermedades como la apendicitis y la
rotura o torsión de un quiste ovárico. En estos casos puede ser necesaria una laparoscopia para
realizar un diagnóstico correcto. La ecografía puede ser útil para identificar un absceso pélvico.

El tratamiento de la EIP se basa en la administración de antibióticos por vía oral como la


ceftriaxona, doxiciclina y metronidazol durante un periodo de 10 a 14 días.

Trompa de Falopio aumentada de tamaño y bloqueada,


está llena de líquido, usualmente como resultado de
una infección pélvica o de enfermedad inflamatoria
pélvica (EIP). Esto puede ocurrir en una o ambas
trompas de Falopio.

b) Herpes: (del griego herpein, “reptar”), denominación genérica de varios tipos de erupción
cutánea causadas por los virus patógenos humanos más importantes. Sus principales
representantes son: el herpesvirus simple tipo 1, el tipo 2 y el varicela-zóster. Otros herpesvirus
importantes son el virus de Epstein-Barr, causante de la mononucleosis infecciosa, y el
citomegalovirus, que puede producir anomalías congénitas cuando infecta a mujeres en periodo
de gestación.

HERPESVIRUS SIMPLE: Se conocen dos tipos. El herpesvirus simple tipo 1 causa ampollas
febriles en relación con varias enfermedades infecciosas febriles (catarros, gripe, neumonía). Las
ampollas aparecen alrededor de los labios y en la boca (también se llama herpes labial); en la
nariz, cara y orejas, y en la mucosa bucal y faríngea. Durante el periodo que existe entre
erupciones se ha podido aislar el virus en los cuerpos neuronales del nervio facial: éste es su

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reservorio. No hay tratamiento curativo; pueden aplicarse fármacos tópicos para aliviar el dolor, el
escozor y/o la inflamación.

Herpesvirus simple tipo 1

El herpesvirus simple tipo 2 causa el herpes genital. Ésta es una enfermedad de


transmisión sexual de importancia creciente. Sólo a veces se acompaña de cefaleas y fiebre. Se
inicia con prurito local moderado seguido de erupción progresiva de vesículas. Éstas se rompen,
forman costras y por último se secan. Todo este proceso puede durar de una a tres semanas.
Muchas veces aparecen nuevas erupciones de vesículas cuando se está secando la erupción
anterior. Otra vía de transmisión es connatal: el recién nacido de una madre enferma se infecta a
su paso por el canal del parto, contrayendo la enfermedad sistémica, que suele ser mortal. Este
grave riesgo obliga a que estos niños nazcan por cesárea.

El herpesvirus tipo 2 es el causante del cáncer de cérvix: los virus se acantonan en las células de
la mucosa y acaban produciendo, años después, la transformación, cancerosa en ocasiones, de
estas células. Los virus también pueden infectar el sistema nervioso central, sobre todo en
pacientes debilitados o inmunodeprimidos, como los que padecen cáncer, ocasionando una grave
encefalitis. El tratamiento precoz puede prevenir la muerte o las graves secuelas cerebrales.

Herpesvirus simple tipo 2

c) Gonorrea: Enfermedad infecciosa del hombre transmitida por contacto sexual que afecta
sobre todo a las membranas mucosas del tracto urogenital. Se caracteriza por un exudado
purulento originado por la bacteria Neisseria gonorrhoeae. El periodo de incubación es de dos a
siete días.

En los hombres, el síntoma primario de la gonorrea es un flujo uretral amarillento purulento que a
veces va acompañado de molestias urinarias. El sitio habitual de la infección es la uretra y el
estado se llama uretritis gonocóccica. El flujo se acompaña con ardor durante la micción y
una sensación de prurito dentro de la uretra. La inflamación puede ceder a las dos o tres
semanas sin tratamiento o puede persistir de forma crónica. La infección puede difundirse a las

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vías genito-urinarias, afectando la próstata, el epidídimo, las vesículas seminales, la vejiga y los
riñones.
En las mujeres, los síntomas de la gonorrea pueden estar ausentes o ser leves en las primeras
etapas. De hecho, algunos estudios indican que el 80% de las mujeres con gonorrea (y el 10% de
los hombres) casi no tienen síntomas. El primer síntoma temprano puede ser un flujo vaginal
amarillento y en algunos casos escozor al orinar. El sitio primario de la infección es en general el
cuello uterino que se inflama (cervicitis), pudiéndose provocar posteriormente una infección
pelviana (útero, trompas y ovarios). La cronificación de esta enfermedad puede ser una causa de
esterilidad en las mujeres.

El diagnóstico de la gonorrea se efectúa con rapidez mediante tinción de un frotis del exudado
que revela la bacteria causante. La confirmación se tiene al identificar el germen por cultivo en
medio de Thayer-Martin. En los estadíos precoces el tratamiento suele ser eficaz. Si la
enfermedad no se trata, en el hombre los síntomas tempranos pueden disminuir, aunque es
posible que la infección se extienda a los testículos produciendo esterilidad.

En ambos sexos el gonococo puede penetrar en la circulación sanguínea, dando lugar a una
artritis infecciosa, miocarditis, u otras enfermedades.

En la mujer embarazada la gonorrea se puede trasmitir al lactante durante el parto y, si no se


trata, producir una infección ocular grave.

d) Clamidia: Chlamydia, género de bacterias intracelulares obligados. Chlamydia trachomatis


origina una infección en el tracto urogenital conocida como linfogranuloma venéreo, que fue
determinada a comienzos de la década de 1980, como una enfermedad venérea muy extendida.
Los efectos de la infección con Chlamydia trachomatis son encubiertos por los fuertes síntomas
muy similares (abscesos y dolor al orinar) a la gonorrea, con la que a menudo aparece
conjuntamente. Es fácil de tratar mediante antibióticos, pero puede convertirse en una infección
más seria si no se diagnostica. Puede originar inflamaciones graves de la pelvis, embarazos
extrauterinos y esterilidad tanto en hombres como en mujeres. Los niños que nacen de madres
infectadas pueden desarrollar conjuntivitis y neumonía. Chlamydia trachomatis puede ocasionar
también alteraciones muy graves en el recién nacido, como el tracoma, una enfermedad que
provoca la ceguera. Los síntomas son leves en las mujeres y generalmente se manifiestan a
través de una secreción vaginal. Si la inflamación se descuida puede causar dolor, fiebre, aborto
espontáneo y esterilidad. Las mujeres que tienen Clamidia pueden dar a luz bebés propensos a
las infecciones de los ojos y a la neumonía.

El diagnóstico de la infección por Clamidia incluye muestras de secreción uretral en hombres o


secreción cervical en mujeres. Una técnica rápida de diagnóstico es la inmunofluorescencia
directa (IFD). En caso de que una persona tenga relaciones sexuales anales, pueden también
requerirse muestras del recto, las cuales pasan por una prueba de anticuerpo fluorescente o
monoclonal, examen de ADN o cultivo celular. Algunas de estas pruebas también se pueden
realizar con muestras de orina.

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Meato urinario con secreción mucosa causada por Clamidia

Cérvix uterino con secreción purulenta causada por Clamidia

e) Uretritis no Gonococica: (UNG) Es una infección que suele producir ardor al orinar y
secreción del pene. No es causada por el gonococo, aunque los síntomas son similares. Causada
generalmente por Chlamydia trachomatis y Ureaplasma urealyticum y se transmite durante las
relaciones sexuales. Los síntomas a veces son tan leves que la persona infectada ni siquiera
sospecha que tiene esa enfermedad.
Se ha estudiado la etiología de UNG con técnica de PCR (reacción en cadena de polimerasa) en
orina mejorando la sensibilidad y especificidad a 95% comparado con cultivo que da sensibilidad
de 68% positivo para Chlamydia. Últimamente se ha detectado Mycoplasma genitalium en
estudios de UNG y actualmente con el uso de PCR se le atribuye del 15 a 25% de UNG
sintomática. La reacción en cadena de ligasa (LCR) tiene una sensibilidad de 88,2% y
especificidad de 99% en orina y de secreción uretral o cervical tiene sensibilidad de 74% y
especificidad de 99%.
También se puede realizar el estudio microscópico de muestra de secreción uretral, con hallazgo
de cinco o más leucocitos polimorfonucleares por campo de 1000 aumentos y ausencia de
diplococos gramnegativos intracelulares.

Uretritis no gonocócica. Exudado amarillento


translúcido con inflamación de genitales
externos

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f) Sífilis: enfermedad infecciosa de transmisión sexual, causada por la espiroqueta Treponema
pallidum. La madre gestante puede transmitir la enfermedad al feto, originándose la llamada
sífilis congénita, diferente, desde el punto de vista clínico, de la afección por transmisión sexual.

Muchas personas que tienen sífilis están libres de síntomas por años, pero enfrentan el riesgo de
complicaciones si no se tratan la enfermedad. Aunque parece que la transmisión ocurre a partir
de personas con chancros, quienes están en la fase primaria o secundaria de la enfermedad,
muchos de estos chancros pasan desapercibidos. Por lo tanto, la transmisión se da
principalmente a partir de personas que no saben que están infectadas.

Fase primaria
La fase primaria de la sífilis suele estar marcada por la aparición de una sola úlcera ( chancro),
pero puede que aparezcan múltiples úlceras. El tiempo que transcurre entre la infección por sífilis
y la aparición del primer síntoma puede variar de 10 a 90 días (con un promedio de 21 días). Por
lo general, el chancro es firme, redondo, pequeño e indoloro. Aparece en el sitio por donde la
sífilis entró al organismo. El chancro dura de 3 a 6 semanas y se cura sin tratamiento. Sin
embargo, si no se administra el tratamiento adecuado, la infección progresa hasta pasar a la fase
secundaria.

Fase secundaria
La fase secundaria se caracteriza por irritaciones en la piel y lesiones en las membranas
mucosas. Esta fase suele comenzar con la aparición de una irritación en una o más áreas del
cuerpo. Por lo general, la irritación no produce picazón. Las irritaciones asociadas a la sífilis
secundaria pueden aparecer mientras se cura el chancro o varias semanas después de que el
chancro se haya curado. La irritación característica de la sífilis secundaria puede tomar el aspecto
de puntos rugosos, de color rojo o marrón rojizo, tanto en la palma de las manos como en
la planta de los pies. Sin embargo, también pueden aparecer irritaciones de apariencia diferente
en otras partes del cuerpo, que algunas veces se parecen a irritaciones provocadas por otras
enfermedades. Algunas veces, las irritaciones asociadas a la sífilis secundaria son tan leves que
pasan desapercibidas. Además de las irritaciones, puede que se presenten otros síntomas
durante la fase secundaria, que incluyen fiebre, inflamación de los ganglios, dolor de
garganta, pérdida irregular del cabello, dolor de cabeza, pérdida de peso, dolores
musculares y fatiga. Los signos y síntomas de la sífilis secundaria desaparecerán con
tratamiento o sin tratamiento, pero la infección progresará hasta la fase latente y terciaria de la
enfermedad, si no se administra ningún tratamiento.

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Fase Terciaria: Neurosífilis
La fase latente (escondida) de la sífilis comienza con la desaparición de los síntomas de la fase
secundaria. Sin tratamiento, la persona infectada seguirá teniendo sífilis aun cuando no tenga ni
signos ni síntomas; la infección permanece en el organismo. En la fase terciaria, la sífilis puede
lesionar los órganos internos, entre ellos el cerebro, los nervios, los ojos, el corazón, los
vasos sanguíneos, el hígado, los huesos y las articulaciones. Las lesiones internas pueden
aparecer muchos años más tarde. Entre los signos y síntomas de la fase terciaria de la sífilis se
encuentran la dificultad para coordinar los movimientos musculares, parálisis,
entumecimiento, ceguera gradual y demencia. Estas lesiones pueden ser lo suficientemente
graves como para producir la muerte.

Resonancia Magnética Nuclear


(RMN) de cráneo donde se
encuentran múltiples zonas
hiperintensas subcorticales con
aspecto de edema que rodea
parcialmente una lesión a nivel de
ambos centros ovales sugestiva de
una neurosífilis

El diagnóstico de la sífilis se establece por sus síntomas típicos y se confirma por varias pruebas
serológicas o en líquido cefalorraquídeo. La más habitual es la prueba VDRL (prueba que utiliza
un antígeno desarrollado por el Venereal Disease Research Laboratory, 'Laboratorio de
Investigaciones sobre Enfermedades Venéreas'). El tratamiento de elección es la penicilina G
benzatínica. En los estadios primario y secundario bastan una o dos inyecciones mientras que en
la neurosífilis deben suministrarse 3 dosis. El control de la sífilis pasa por la detección y
tratamiento de todos los contactos sexuales del enfermo.

g) Hepatitis: inflamación aguda del hígado. Puede ser producida por una infección,
habitualmente viral, por sustancias tóxicas o por fármacos. La sustancia tóxica que más daña el
hígado es el alcohol: la ingestión excesiva aguda produce una hepatitis aguda, y la ingestión
excesiva crónica produce en un primer momento un hígado graso, más adelante una hepatitis
crónica y, por último, una cirrosis alcohólica. Los fármacos de eliminación o de metabolismo

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hepático pueden dañar los mecanismos bioquímicos de los hepatocitos originando una hepatitis
aguda farmacológica y más adelante una hepatitis crónica similar a la de los tóxicos.

Hepatitis B: Se transmite por contacto sexual y por vía placentaria (de la madre al feto).
También se transmite por sangre contaminada con el virus de la hepatitis o productos que han
estado en contacto con ella: transfusiones con sangre no analizada, jeringas y agujas no
estériles, navajas de afeitar, cepillos de dientes y material odontológico o quirúrgico no estéril. El
virus se halla en casi todos los fluidos corporales de las personas infectadas: saliva, lágrimas,
semen, leche, líquido sinovial, etc.

Hepatitis C: Su vía de transmisión es igual que la de la hepatitis B y hasta que fueron


descubiertos sus anticuerpos no fue posible detectar el virus en la sangre, por lo que su principal
mecanismo de contagio fue a través de transfusiones de sangre. Algunos casos de hepatitis C se
resuelven espontáneamente, pero el 80-85% de los casos progresan a una hepatitis crónica, que
en muchos casos no cursa con síntomas por lo que la infección pasa inadvertida y sólo es
detectada en un análisis de rutina.

Hepatitis D: se da por lo general en enfermos previamente infectados de hepatitis B. Se


presenta principalmente entre los drogadictos.

Los síntomas de todas las hepatitis víricas son similares: comienzan con fiebre, debilidad,
postración, anorexia, trastornos digestivos y mialgias. El hemiabdomen superior es doloroso a la
palpación. En el curso de la enfermedad aparece ictericia, alcanzando su máxima intensidad a las
dos semanas. La convalecencia puede durar hasta 6 meses. Cuando existe un cuadro clínico
compatible con hepatitis (aumento de tamaño del hígado, ictericia y fatiga) se realiza un análisis
de sangre para valorar la función hepática del paciente. Si se confirma una disfunción en este
sentido, existen una variedad de pruebas para confirmar el diagnóstico que incluyen pruebas
serológicas para diferenciar los distintos tipos de hepatitis, ecografía digestiva e incluso una
biopsia hepática para recoger una muestra de tejido y determinar el daño existente.

Para tratar a los pacientes con hepatitis C crónica es útil el interferón alfa, una sustancia antiviral
natural producida por el organismo humano que se obtiene actualmente mediante ingeniería
genética. El interferón también es útil en alguna hepatitis B. No existe tratamiento para las
hepatitis agudas.

h) Condiloma acuminado: Se produce por un virus denominado Papiloma virus


humano que se manifiesta exclusivamente por la aparición de pequeñas verrugas localizadas de
preferencia en los genitales externos, vagina o cuello uterino en la mujer y glande en el hombre o
en la región anal.

Se le conoce también como Condiloma, Condiloma acuminata, Verrugas en el pene, Virus del
papiloma humano (VPH), Verrugas venéreas.

Las lesiones sobre los genitales externos se reconocen fácilmente (verruga en coliflor). En el
pene, las verrugas genitales tienden a ser más pequeñas que sobre los genitales femeninos o
que las perianales en ambos sexos. Los condilomas crecen mejor en el área genital húmeda. Son
ásperos, coloreados y duros apareciendo solos o en racimos. Si no se tratan, las verrugas
alrededor del ano y de la vulva pueden agrandarse rápidamente tomando un aspecto de coliflor
ya que el mantener el área infectada seca puede ser un problema, y las verrugas se asientan
frecuentemente en las áreas húmedas.

En las mujeres el VPH puede invadir la vagina y el cuello del útero. Estas verrugas son planas y
no son fácilmente visibles sin procedimientos especiales. Como el VPH puede ser el principio de
un cambio precanceroso en el cuello del útero (displasia cervical), es importante que se
diagnostique y trate. Para detectar el VPH es importante hacer la prueba de Papanicolau
regularmente.

Entre los factores de riesgo de las verrugas genitales se incluyen las parejas sexuales múltiples,
parejas de desconocidos, mal uso del preservativo, y el inicio temprano de la actividad sexual. En

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niños, aunque el virus puede transmitirse no sexualmente, la presencia de condiloma acuminata
debería despertar sospechas de abuso sexual.

Un examen genital da a conocer lesiones en cualquier parte de los órganos genitales externos.
Estas lesiones son superficiales, de color blanquecino, delgadas o gruesas, solas o en grupo. En
las mujeres, un examen pélvico puede dar a conocer crecimientos sobre las paredes vaginales o
en el cuello del útero. Para ver lesiones invisibles a simple vista se puede realizar una
colposcopia. El tejido de la vagina y del cuello del útero puede tratarse con ácido acético para
hacer que las verrugas se hagan visibles. Pruebas adicionales para mujeres: Un Papanicolau
para ver posibles cambios asociados con el VPH. Una colposcopía para ver lesiones genitales
externas o internas que son invisibles a simple vista.

Las mujeres con una historia de verrugas genitales, y las mujeres de hombres con historia de
verrugas genitales, deben hacerse un Papanicolau por lo menos cada 6 meses

Las lesiones que se observan en las figuras son de etiología viral, ocasionadas por un
papilomavirus. Corresponden a condilomas acuminados.

h) Verrugas venéreas: Enfermedad causada por un virus, generalmente se desarrollan en


los genitales uno a tres meses después del contagio. Las verrugas pequeñas se curan aplicando
un medicamento. Si no se tratan, pueden propagarse o crecer tanto que es necesario recurrir a la
cirugía. A veces sangran y son dolorosas. La pareja sexual de una persona infectada con
verrugas venéreas tiene un 60% de probabilidades de contagiarse. Las mujeres que tienen
verrugas venéreas deben someterse todos los años a la prueba de Papanicolau, el virus parece
estar asociado con el cáncer cervical.

i) Vaginitis: Es una inflamación de la vagina causada por microorganismos que pueden


transmitirse durante las relaciones sexuales.
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Los dos tipos de Vaginitis más corrientes son:

a) La Vaginitis por Tricomonas:


Síntomas: secreción vaginal acompañada de un olor desagradable, prurito intenso, ardor,
enrojecimiento de los órganos genitales y dolor durante el coito. Si no se la trata puede atacar
al cuello uterino.

b) Vaginitis por hongos:


Es llamada también Candidiosis o Monilia. La ocasiona el crecimiento excesivo de un
fermento tipo hongo que normalmente está presente en la vagina.

Síntomas: secreción lechosa espesa y prurito o ardor a veces muy intenso. Generalmente se
trata con óvulos vaginales.

Candidiosis genital

j) SIDA: Síndrome de inmunodeficiencia adquirida, conjunto de manifestaciones clínicas que


aparecen como consecuencia de la depresión del sistema inmunológico debido a la infección por
el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Una persona infectada con el VIH va
perdiendo, de forma progresiva, la función de ciertas células del sistema inmune llamadas
linfocitos T CD4, lo que la hace susceptible a desarrollar cierto tipo de tumores y a padecer
infecciones oportunistas (infecciones por microorganismos que normalmente no causan
enfermedad en personas sanas, pero sí lo hacen en aquellas en las que está afectada la función
del sistema inmune).

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Al principio de la década de 1980 se detectaron diversos fallecimientos debidos a infecciones
oportunistas que hasta entonces sólo se habían observado en pacientes transplantados que
recibían una terapia inmunosupresora para evitar el rechazo al órgano transplantado. Se
comprobó que un gran número de estos fallecimientos se producían en varones homosexuales.

Conviene recordar que la infección por VIH no implica necesariamente que la persona vaya a
desarrollar la enfermedad; en esta fase el individuo se considera “seropositivo o portador”,
pero es erróneo considerar a la persona infectada con el VIH un enfermo de SIDA. De hecho, se
tiene constancia de que algunas personas han sufrido una infección por VIH durante más de diez
años sin que, durante este tiempo, hayan desarrollado ninguna de las manifestaciones clínicas
que definen el diagnóstico de SIDA.

Desde que una persona se infecta con el VIH hasta que desarrolla el SIDA suelen transcurrir
entre 6 y 10 años. El estudio de la evolución de la enfermedad puede realizarse a través de
distintos marcadores de laboratorio o estar basado en la secuencia de aparición de las diferentes
manifestaciones clínicas.

Dentro de los marcadores bioquímicos se suele considerar el descenso de la cifra de


linfocitos T CD4 que, hasta hace relativamente poco tiempo, ha sido la referencia principal para
catalogar el estadio de evolución de la enfermedad.

Desde 1996, la determinación de la cantidad de virus circulante en la sangre de la persona


infectada, que recibe el nombre de carga viral, se ha convertido en el marcador más importante
de la evolución de la enfermedad.

Alrededor de tres semanas después de la infección por el VIH, la mayoría de los pacientes
experimentan síntomas pseudogripales como fiebre, cefalea, eritema, linfoadenopatías y
sensación de malestar. Estas manifestaciones desaparecen al cabo de una o dos semanas.
Durante esta fase, denominada fase de infección aguda, el VIH se multiplica a una gran
velocidad, sufriendo diversas mutaciones genéticas. Al principio, se produce un descenso de la
cifra de linfocitos T CD4, pero al poco tiempo, las cifras normales se recuperan en respuesta a
una activación del sistema inmunológico. Durante esta etapa los individuos son altamente
contagiosos. El paciente entra entonces en un periodo libre de síntomas (fase asintomática)
cuya duración puede ser superior a 10 años. Durante ésta, el virus continúa replicándose
causando una destrucción progresiva del sistema inmunológico. El recuento de linfocitos T
CD4 suele ser normal. En la fase siguiente, denominada fase sintomática precoz, se desarrollan
los síntomas clínicos de la enfermedad y es frecuente la presencia de infecciones oportunistas
leves. En la última fase, denominada SIDA o fase de enfermedad avanzada por VIH, aparecen
las infecciones y tumores característicos del síndrome de inmunodeficiencia adquirida.

MODO DE TRANSMISIÓN: El contagio del VIH se produce por vía sexual, sanguínea y de la
madre al feto o al recién nacido. El VIH se transmite por contacto directo y para ello es necesaria
la presencia de una cantidad suficiente de virus. Esta proporción sólo existe en el semen y otras
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secreciones sexuales (flujo vaginal), en la sangre contaminada y, en menor cantidad, en la leche
materna.
El virus penetra en el organismo del individuo sano y entra en contacto con la sangre o las
mucosas. Por lo tanto, el contagio del VIH se produce por vía sexual, sanguínea y de la madre al
feto o al recién nacido.

DIAGNÓSTICO:
La infección por VIH se diagnostica detectando anticuerpos para el virus en sangre. Cabe
aclarar que las pruebas del VIH no son totalmente seguras después de la infección ya que el
cuerpo se tarda algunas semanas para desarrollar estos anticuerpos (de 6 a 12 semanas).

El paciente será sometido a una prueba en sangre llamada Prueba ELISA (Enzyme-linked
inmunsorbent assay). Esta prueba debe repetirse si es positiva. Si la prueba resulta positiva de
nuevo, se realizará otra prueba llamada Western blot para confirmarla. La prueba de Western
blot es importante para evitar falsos positivos. La persona recibirá un diagnóstico de VIH
solamente si las 3 pruebas son positivas.

Además, se realiza el conteo de linfocitos para saber el grado de afección del sistema inmune.
Desde 1995 se emplea la técnica de PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa) que permite
medir la cantidad de virus VIH en la sangre (carga viral), lo que a su vez es un reflejo de la
cantidad de virus que existen en todo el organismo. Las cargas virales también se utilizan para
decidir cuando iniciar o cambiar el tratamiento.

Mg. Q.F. Margarita L. Geng Olaechea

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