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Una mirada a la injusticia social en la iglesia

La injusticia social no es un tema nuevo, desde la antigüedad se puede estudiar la


vida de muchos personajes bíblicos que fueron gravemente afectados por este
problema como es el caso de Abel y José hijo de Jacob. Para entender lo anterior
es necesario conocer una definición de injusticia social así como también de sus
principales características.
La injusticia social puede entenderse desde dos aspectos: el grupal o social y el
individual. En lo grupal, la injusticia social es el desequilibrio en el reparto de los
bienes y derechos sociales en una sociedad o grupo [1], así por ejemplo, cuando
una región suplica al estado por sus derechos fundamentales, por el agua potable,
la electricidad, la educación de calidad, la salud y la dignidad, es porque hay
desigualdad, indiferencia e indolencia características de una injusticia social. Ahora
bien, ¿Dónde se puede evidenciar un caso de injusticia social a nivel grupal en la
biblia? Si se estudia detenidamente el libro de éxodo se puede observar que la
opresión tiránica del pueblo de Israel en Egipto es el arquetipo de injusticia social
motivada por la política de la época. Dios percibe esta injustica con mayor
sensibilidad (Ex. 2: 23 – 25; 3: 7) y dirige a Israel hacia sí mismo, al Monte Sinaí
donde establece las bases de Israel como pueblo libre que vive de acuerdo a un
orden de justicia social.
En lo individual o personal, la injusticia social se produce debido a la discriminación,
intolerancia y falta de respeto contra otra persona por su nacionalidad, raza, género,
clase social o jerarquía.
En la biblia se encuentra una hermosa historia de un hombre que vivió muchos
momentos difíciles cargados de injusticia social, pero que al final Dios lo
recompensó por su fidelidad y amor hacia Él. Esta es la historia de José el hijo de
Jacob, quien también fue llamado Israel.
José es la representación viva de una gran verdad: ‘a los que aman a Dios, todas
las cosas les ayudan a bien’ (Ro. 8: 28). José parece haber hecho siempre lo que
era correcto; a pesar de las adversidades e injusticia social por parte de sus
hermanos. Esta última se ve reflejada en la discriminación e intolerancia producto
de la envidia y los celos avivados en los hermanos de José por la preferencia y
cariño de su padre Jacob. Tantos fueron los celos en sus hermanos que intentaron
matarle (Gn. 37: 18), pero no lo hicieron sino que lo vendieron como esclavo a unos
mercaderes nómadas que lo llevaron a Egipto donde fue comprado por Potifar
capitán de la guardia de faraón. Todo era un plan de Dios y aunque José estaba
obligado a servir en casa de faraón, convirtió cada experiencia y circunstancia, no
importa cuán amarga, en algo bueno. Esta característica de convertir todo en algo
bueno es propia de Dios, Él siempre lo hace. Todo, no importa cuán lamentable, se
torna en victoria para el Señor. José, aunque esclavo y enteramente inmerecedor
de ese destino, se conservó fiel al Señor y continuó obedeciendo los mandamientos,
y convirtió en algo muy bueno sus circunstancias degradantes.
¿Cómo y cuándo empezó José a vivir una injusticia social?
Siendo José de edad de diecisiete años apacentaba ovejas con sus hermanos e
informaba a su padre la mala fama de ellos. Su padre Jacob lo amaba más que a
sus otros hijos, los cuales ya se habían dado cuenta de la preferencia de Jacob
hacia José, por lo cual aborrecían a José, es decir, había una desigualdad entre
ellos, le discriminaban porque ya no le daban el mismo trato entre hermanos, sino
que le daban un trato diferente, ahora lo rechazaban y no le hablaban pacíficamente.
Tuvo José dos sueños los cuales contó a sus humanos y padre; Dios estaba
revelándole a José su propósito para con él, pero sus hermanos no entendieron y
le aborrecían aún más por estos sueños. Un día sus hermanos se fueron a
apacentar las ovejas de su padre a Siquem e Israel envió a José tras ellos para
inspeccionar donde estaban y como estaban las ovejas, pero ellos se habían ido a
Dotán. Siguiéndoles José les halló en Dotán, pero al verle sus hermanos
conspiraron para matarle, ‘he aquí viene el soñador’ se decían el uno al otro;
afortunadamente Rubén uno de sus hermanos lo libró y no le mataron más lo
echaron en una cisterna que estaba seca y después lo vendieron a una compañía
de ismaelitas que se dirigía a Egipto.
Cuanta injusticia social soportó José de parte de sus hermanos aun siendo un
muchacho de diecisiete años, pero Dios estaba con José porque todo lo que le
acontecía era parte de un plan trazado por Dios para preservar la vida del pueblo
de Israel.
Llevado José a Egipto fue comprado por Potifar oficial de faraón y capitán de la
guardia, allí fue un varón prospero porque todo lo que hacía, Jehová lo prosperaba
y halló José gracia delante de sus ojos al punto de hacerlo mayordomo de su casa.
En este punto pareciese que la injusticia social en José había desaparecido, pero
cuando Dios tiene un plan trazado para una persona y la quiere poner en un lugar
alto, Él la procesa como se procesa el oro para obtener de ella su mayor brillo, así
que no pasado mucho tiempo que la mujer de Potifar puso sus ojos en José para
dormir con él, pero él negándose la dejó y ella lo acusó por deshonra ante Potifar.
Al escuchar el egipcio lo que había sucedido se encendió su furor y envió a José a
la cárcel donde estaban los presos del rey. De nuevo José inmerso en la injusticia
social, en la adversidad y en la dificultad. Algo que se puede destacar de este varón
es que nunca renegó contra Dios por las pruebas y dificultades por las que pasó,
siempre estuvo fiel y obediente a Dios y por eso el señor estaba con José porque
todas las cosas que le sucedieron fueron para bien. Así José, después de salir de
la cárcel se convirtió en gobernador de Egipto, el hombre más importante después
de faraón y esto muestra que a pesar de que se viva en injusticia social, si se tiene
la mirada puesta en Dios, Él entregará la victoria a quien confíe y permanezca fiel a
Él.
¿Cómo se evidencia hoy la injusticia social en la iglesia?
Ya se observó que la injusticia social tuvo parte en la vida de muchos personajes
bíblicos en la antigüedad, pero hoy ¿cómo se ve reflejada la injusticia social en la
iglesia?
COMENTARIOS SOBRE GENESIS 37-50.
(8-2) Génesis 37:3. ¿Qué era la túnica de diversos colores?
Hay algunas dudas en cuanto a qué era en realidad la túnica de José. El vocablo
hebreo significa “una túnica larga, con mangas…una túnica que cubría hasta los
puños y los tobillos, semejante a las que usaban los nobles y las hijas de los reyes.”
(Keil y Delitzsch, Commentary, 1:1:335; compare con 2 Samuel 13:18, donde se
indica que las hijas del rey David usaban vestidos semejantes.) La túnica tal vez
haya sido de diferentes colores, pero su significado parece haber sido mucho más
que su colorido y belleza. Un reconocido erudito sugiere que era “una túnica que
llegaba a las palmas de las manos y a la suela de las sandalias; la túnica, larga, con
mangas, usada por los jóvenes y doncellas de las mejores clases; en el caso de
José, supone Bush…era el símbolo de la primogenitura que había sido perdida por
Rubén y que le había sido transferida a él”. (Wilson, Old Testament Word Studies,
“colour”, pág. 82.)
Si en verdad esta túnica indicaba que José tenía la primogenitura, lo que tal vez
estuvo en duda entre los hermanos, porque había cuatro primogénitos en la familia
de Jacob, ese hecho explicaría la hostilidad y los celos que la túnica provocó entre
los otros hijos de Jacob. Cada uno de los hermanos que se mencionan a
continuación pudo fácilmente haber pensado que tenía derecho a la primogenitura.

Rubén. Era el primero de todos los hijos de Jacob. Aunque había perdido el derecho
a la bendición (véase el encabezamiento 7-28), tal vez no aceptaba la realidad de
ese hecho.
Simeón. Como era el segundo hijo de Lea y el que seguía a Rubén, pudo haber
supuesto que la primogenitura le correspondería, al perderla Rubén.
Judá. Pudo haber argumentado que no solamente Rubén había perdido el derecho,
sino que también Simeón y Leví por causa de la masacre de los siquemitas (véase
Génesis 34). La descalificación de estos hijos habría hecho de él el heredero legal.
Dan. Puesto que su madre, Bihla, era considerada propiedad de Raquel, pudo haber
argumentado que era él el primogénito de Raquel, y no José, y, por lo tanto, habría
tenido el derecho de recibir la bendición perdida por Rubén.
Gad. Era el primogénito de Zilpa y fácilmente pudo haber pensado que era él quien
debía haber recibido la bendición en lugar de Rubén.
Los sueños de José (véase Génesis 37:5-11), que claramente indicaban su futuro
llamamiento como líder, sirvieron para aumentar el resentimiento de los otros
hermanos hacia él.

(8-3) Génesis 37:28


El precio cobrado por la venta de José, veinte piezas de plata, es el mismo precio
señalado posteriormente en la ley de Moisés por un esclavo de cinco a veinte años
de edad (véase Levítico 27:5). Normalmente, el precio de un esclavo era treinta
piezas de plata (véase Exodo 21:32).

(8-4) Génesis 37:32


Moroni nos dice, en el Libro de Mormón, que cuando Jacob recibió un trozo de “la
túnica de muchos colores” (vers. 32), probablemente después que se había reunido
con José en Egipto, profetizó que, como un resto de la túnica había sido conservado
sin estropearse, así también un resto de la simiente de José sería preservado
(véase Alma 46:24).

La familia de Jacob se traslada a Egipto.


(8-5) Génesis 37:36. ¿Cuál era el cargo de Potifar?
La frase “capitán de la guardia” viene de una frase hebrea que literalmente significa
“jefe de los carniceros o matarifes”. Por este significado algunos eruditos han
considerado que era el principal cocinero o mayordomo en la casa de Faraón, pero
otros creen que carnicero o matarife significan, en este caso, verdugo. Por lo tanto,
Potifar era el “oficial comandante de la guardia real, el que llevaba a cabo las
ejecuciones ordenadas por el rey” (Keil y Delitzsch, Commentary, 1:1:338). En
cualquiera de los dos casos, Potifar era un hombre importante, pero la segunda
posibilidad, especialmente, le otorgaría gran poder y una buena posición en Egipto.
(S-6) Génesis 38:1-30. Judá y Tamar
Con típica honestidad, el Antiguo Testamento incluye el relato sórdido de la relación
incestuosa entre Judá y su nuera. Parece haber varias razones para incluirla en las
Escrituras. Primeramente, una vez más vemos las consecuencias de que el pueblo
del convenio olvidara la importancia de casarse dentro del mismo. A diferencia de
su padre, su abuelo y su bisabuelo (Jacob, Isaac y Abraham), Judá no se
preocupaba por el casamiento con cananeos. El resultado negativo de este
casamiento fuera del convenio se demuestra claramente en este capítulo. En
segundo lugar, el relato menciona el linaje de Judá, por medio del cual vendría el
Mesías (véase Mateo 1:3; Lucas 3:33). Otra lección que se demuestra aquí es que
el linaje no determina la rectitud del individuo. Finalmente, la verdad de que si
fallamos en honrar las promesas que hacemos a menudo nos acarrearemos
mayores dificultades queda claramente expuesta. Si Judá hubiera guardado
fielmente su promesa a Tamar, la seducción no habría ocurrido. Del mismo modo,
si Judá hubiera sido fiel a las leyes morales, no habría pecado con Tamar.

(S-7) Génesis 38:5-11. ¿Por qué Tamar tuvo que casarse con los hermanos de su
esposo?
Las antiguas costumbres del Medio Oriente establecían que el hermano del esposo
difunto tenía que casarse con la viuda. Bajo la dirección de Moisés, esta costumbre
pasó a ser ley (véase Deuteronomio 25:5-10). El propósito de tal casamiento era
que hubiera un heredero varón para el fallecido y así perpetuar su nombre y
memoria. Morir sin dejar un hijo era considerado una gran calamidad, porque el
linaje del hombre no podía continuar y sus propiedades pasaban a la familia de otra
persona (por medio de las hijas, si las tenía, o por medio de otros parientes). Es
posible que Onán, quien en virtud de la muerte de su hermano mayor hubiera sido
el heredero de Judá, rehusara levantar simiente a través de Tamar, porque entonces
la herencia habría quedado en la familia del hermano fallecido y no en la suya. El
se casó con Tamar para cubrir las apariencias, pero rehusó permitir que tuviera
hijos. De este modo, cuando Judá no quiso guardar su promesa de enviarle al hijo
menor, Tamar recurrió al engaño a fin de poder concebir y obtener todo lo que por
derecho le pertenecía.

(8-8) Génesis 38:24


Es importante notar que Judá tenía un sentido muy peculiar de los valores. No tuvo
escrúpulos al enviar a su casa a Tamar sin cumplir con las promesas que le había
hecho, ni en tener amoríos con una ramera a orillas del camino. Pero cuando supo
que Tamar estaba encinta, se mostró tan irritado que ordenó que la ejecutaran.

(8-9) Génesis 39:9. ¿Qué razones tuvo José para rechazar a la esposa de Potifar?
La reacción de José ante las insinuaciones de la esposa de Potifar muestra su gran
rectitud personal. El rey Benjamín dijo a los nefitas: “Cuando os halláis al servicio
de vuestros semejantes, sólo estáis en el servicio de vuestro Dios” (Mosíah 2:17).
Si ese principio fuera expresado negativamente, diría: “Cuando pecáis contra
vuestros semejantes, sólo estáis pecando contra vuestro Dios”. José entendía
perfectamente este principio, y respondió a la esposa de Potifar señalando que sería
terrible aprovecharse de su amo en esa forma. Dio el siguiente paso lógico al
expresar: “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” (Génesis
39:9.)

(8-10) Génesis 39:20


Por motivo de que Potifar tenía gran autoridad dada por Faraón y posiblemente era
jefe del cuerpo de verdugos (véase el encabezamiento 8-5), es extraño que José
solamente haya sido encarcelado y no ejecutado. Los esclavos acusados de intentar
violar a la esposa de su amo habrían recibido el castigo más severo, pero José
solamente fue encarcelado. ¿Pudo ser que Potifar, conociendo el carácter de José
y el de su propia esposa, sospechara la verdad y, al verse obligado por las
circunstancias a tomar medidas disciplinarias, dio a José un castigo más clemente?
Cualquiera que haya sido el caso, la mano del Señor ciertamente salvó a José de
lo que de otro modo hubiera sido una muerte segura.

(8-11) Génesis 39:21-23; 40:1-23


La grandeza espiritual de José es notable. ¿Cuántas personas se han vuelto
amargadas por un desaire real o imaginario, o han culpado al Señor por causa de
alguna tragedia personal? Aun siendo fiel y manteniéndose leal a los principios de
rectitud, José fue acusado falsamente y arrojado en prisión. Cuán fácil le hubiera
resultado darse por vencido y decir “¿de qué aprovecha intentar servir a Dios si todo
lo que hace es castigarme?” Mas no hubo ningún indicio de amargura, ni intento de
culpar al Señor. José continuó siendo recto y fiel. Generosamente se ofreció para
interpretar los sueños de sus dos compañeros de prisión, indicándoles que su
conocimiento venía de Dios (véase Génesis 40:8). A pesar de sentirse condenado
a pasar su vida en la prisión, seguía confiado en el Señor. Si alguien tenía motivo
para sentir desánimo y amargura, esa persona era José, pero nunca titubeó en su
fe. Ciertamente José es digno de imitarse.

(8-12) Génesis 41:1. ¿Cuánto tiempo estuvo José en la prisión?


José estuvo en prisión durante dos años después de haber interpretado los sueños
del copero y del panadero (véase Génesis 41:1). Había sido vendido como esclavo
a los diecisiete años (véase Génesis 37:2) y tenía treinta años cuando llegó a ser
gobernador de Egipto (véase Génesis 41:46). Contando el tiempo que sirvió a
Potifar y el tiempo que estuvo en la cárcel, permaneció cautivo trece años. La
historia no nos aclara cuánto tiempo sirvió a Potifar antes de ser encarcelado, pero
el hecho de que había llegado a ser mayordomo de la prisión implica que pasó cierto
tiempo antes que el copero y panadero llegaran a reunirse con él. De manera que
es probable que haya estado en la cárcel por lo menos tres años, y tal vez algunos
más.

(8-13) Génesis 41:8. ¿Por qué los sabios de Egipto no fueron capaces de interpretar
los sueños de Faraón?
Muchos suponen que los magos de Egipto no fueron capaces de comprender los
sueños de Faraón, y, sin embargo, hasta cierto punto, es sorprendente que estos
magos no hayan presentado alguna clase de explicación lógica usando su bien
conocido simbolismo.

“Y los madianitas lo vendieron en Egipto”


“Turbado por los sueños, Faraón mandó buscar a los escribas y sabios de Egipto
para hacerlos interpretar…[los magos eran] hombres de la casta sacerdotal que se
ocupaban de las ciencias y artes sagradas de los egipcios, de los escritos
(jeroglíficos), de la astrología, de la interpretación de sueños, de la predicción de
hechos futuros, de la magia y los sortilegios y eran considerados como poseedores
de artes secretas…y los sabios de la nación. Pero ninguno de ellos pudo
interpretarlos, aunque la clave de la interpretación se encontraba en los símbolos
religiosos de Egipto. La vaca era el símbolo de Isis, la diosa de la tierra, y en los
jeroglíficos representaba a la tierra, la agricultura y el alimento; y el Nilo, mediante
sus inundaciones, fertilizaba la tierra. Pero, aunque la explicación de las vacas
gordas y flacas que salían del Nilo era sencilla, es el ‘destino de la sabiduría de este
mundo, que, donde baste, es compelida a enmudecer. Pues le corresponde al
gobierno de Dios cerrar los labios del elocuente y quitar el entendimiento a los
ancianos’ (véase Job xii. 20).” (Keil y Delitzsch, Commentary, 1:1:349.)
El faraón hizo a José gobernador de Egipto
(8-14) Génesis 42:8. ¿Por qué los hermanos de José no lo reconocieron?
Habían pasado veintidós años desde que los hijos de Jacob habían visto por última
vez a José —trece años de esclavitud y prisión para José, más siete años de
abundancia y dos de hambre (véase Génesis 45:11)— antes de que se vieran
forzados a ir a Egipto en busca de granos. José era un adolescente cuando sus
hermanos lo habían visto por última vez, y cuando lo volvieron a ver era ya un
hombre maduro. Y aunque José se hubiera parecido mucho al José de la juventud,
¿quién iba a creer que el hermano que había sido vendido como esclavo a una
caravana de árabes hubiera podido llegar a ser el hombre más poderoso en Egipto,
después de Faraón?

(8-15) Génesis 42-21


Habían pasado más de veinte años desde que sus hermanos lo habían vendido y
todavía se sentían tremendamente culpables por lo que habían hecho.

(8-16) Génesis 43:8-9


Al exigir que Benjamín fuese traído a Egipto (véase Génesis 42:15), José permitió
que sus hermanos demostraran si estaban verdaderamente arrepentidos por lo que
habían hecho tantos años atrás. ¿Mostrarían ahora la misma falta de interés por
Benjamín? Es significativo que Judá, quien había sugerido la venta de José (véase
Génesis 37:26-27), haya sido el que se mostró deseoso de hacerse responsable
por Benjamín. En eso parece haber evidencia de arrepentimiento sincero de parte
de los hermanos, y la estratagema de José les permitió demostrar este
arrepentimiento. Cuando la presión llegó al máximo, el cambio producido en el
corazón de Judá se manifestó completamente (véase Génesis 44:33).

(8-17) Génesis 43:28. “Y se inclinaron, e hicieron reverencia”


Las palabras de este versículo concuerdan plenamente con el mensaje de Génesis
37:7, 9. Habían pasado más de dos décadas, pero las revelaciones del Señor ahora
se habían cumplido.

(8-18) Génesis 43:32. ¿Por qué era abominación para los egipcios comer con los
hebreos?
Varias deidades egipcias eran representadas en forma de ganado, especialmente
de vacas. Puesto que los hebreos eran pastores y mataban y comían ganado,
machos o hembras, esta práctica sin duda era considerada una terrible abominación
para los egipcios. Cualquiera que fuera la razón, José respetaba la costumbre de
los egipcios, y por lo tanto, los hebreos comían por separado. (Véase Keil y
Delitzsch, Commentary, 1:1:362; Clarke, Bible Commentary, 1:245; confrontar con
Génesis 43:34.)
(8-19) Génesis 45:4-8. José: un símbolo de Jesucristo
Esta tierna escena, en la cual José finalmente se dio a conocer a sus hermanos,
demuestra la naturaleza de su carácter, tan semejante al de Cristo. Perdonó sin
amargura, amó aun cuando ese amor era inmerecido y supo reconocer la mano del
Señor en todo lo que había sucedido. Pero su semejanza con Cristo es mucho más
profunda. Tal como dijo Nefi, todas las cosas desde el principio del mundo fueron
dadas para simbolizar a Cristo (véase 2 Nefi 11:4; Moisés 6:63). Ya se ha
demostrado cómo Abraham fue un símbolo del Padre e Isaac de Jesucristo cuando
Abraham recibió el mandamiento de ofrecer a Isaac en sacrificio. Este acto fue “una
semejanza de Dios y de su Hijo Unigénito” (Jacob 4:5).

El élder Bruce R. McConkie enseña que todos los profetas son símbolos de Cristo:
“Un profeta es aquel que tiene el testimonio de Jesucristo, que sabe, por las
revelaciones del Espíritu Santo a su alma, que Jesucristo es el Hijo de Dios. Además
de este conocimiento divino, muchos de ellos vivieron en situaciones especiales o
hicieron algo en particular que los convirtió en símbolos de aquello que sucedería
en la vida de quien es nuestro Señor”. (The Promised Messiah, pág. 448.)
Del mismo modo, la vida y misión de José tipifican la vida y misión de Jesús.
Considere lo siguiente:

1. José fue el hijo predilecto de su padre; también lo fue Jesucristo del suyo (véase
Génesis 37:3; Mateo 3:17).

2. José fue rechazado por sus hermanos, los israelitas, tal como lo fue Jesucristo
(véase Génesis 37:4; Juan 1:11; Isaías 53:3; 1 Nefi 19:13-14).

3. José fue vendido por sus hermanos a manos de gentiles, igual que Cristo fue (véase
Génesis 37:25-27; Mateo 20:19).

4. Judá, cabeza de la tribu de Judá, propuso la venta de José. Ciertos líderes de la


época de Jesucristo lo entregaron a los romanos. Pero Judas (y así se escribe Judá
en griego) fue quien en realidad lo vendió. (Véase Génesis 37:26-27; Mateo 27:3.)

5. José fue vendido por veinte piezas de plata, el precio de un esclavo de su edad.
Cristo fue vendido por treinta piezas de plata, que era el precio correspondiente a
un esclavo de su edad. (Véase Génesis 37:28; Mateo 27:3; Exodo 21:32; Levítico
27:5.)

6. En su intento de destruir a José, sus hermanos en realidad dieron lugar a las


condiciones que acarrearían la salvación temporal de ellos muchos años después,
es decir, que José, por haber sido vendido, se tornaría en su salvador. Jesucristo,
al ser entregado a los gentiles, fue crucificado y llevó a cabo el sacrificio expiatorio,
convirtiéndose así en el Salvador de toda la humanidad.

7. José comenzó su misión de preparar la salvación de Israel, a la edad de treinta


años, tal como Jesús al inciar su ministerio de preparar la salvación del mundo
(véase Génesis 41:46; Lucas 3:23).
8. Cuando José finalmente ascendió a su importante cargo en Egipto, todos se
inclinaron ante él. Algún día, todos doblarán la rodilla delante de Jesucristo. (Véase
Génesis 41:43; D. y C. 88:104.)

9. José proporcionó pan a Israel y salvó de la muerte a ese pueblo, sin pedir nada a
cambio. Jesucristo, el Pan de Vida, hizo lo mismo por todos los hombres. (Véase
Génesis 42:35; Juan 6:48-57; 2 Nefi 9:50.)

(8-20) Génesis 47:9 ¿Fueron los días de Jacob “pocos y malos”?


En comparación con Abraham, que vivió 175 años, e Isaac, que vivió 180, los 130
años de Jacob en este punto podrían considerarse como menos o “pocos”. La
palabra traducida como “malos” en realidad significa “llenos de pesar o dificultades”.
Si recordamos la huida de Jacob a Harán para escapar de la ira de Esaú, sus años
de servicio a Labán, sus esposas y las contenciones entre ellas, su peregrinaje a la
tierra de Canaán, la muerte de Raquel y los años de duelo por la pérdida de José,
podremos entender mejor la razón por la que Jacob dijo que sus días fueron llenos
de dificultades y pesar.

(8-21) Génesis 48:5-11. ¿Qué información adicional recibimos acerca de la Simiente


de José por medio de la traducción hecha por José Smith?
En este pasaje se reveló por medio de José Smith que Jacob adoptó a Efraín y a
Manasés como miembros de las doce tribus, con los atributos de autoridad sobre
las otras tribus a fin de ser para ellas fuente de liderismo, guía y entendimiento.

(8-22) Génesis 48:22. ¿Cuál fue la porción qué Jacob dio más a José que a sus
hermanos?
“José, hijo de Jacob, por motivo de su fidelidad e integridad a los propósitos del
Señor, fue recompensado con la primogenitura en Israel. Era costumbre en aquellos
tiempos conferir sobre el hijo primogénito privilegios y bendiciones especiales, y se
consideraba que éstos le pertenecían por derecho de nacimiento. Rubén, el primero
de los hijos de Jacob, perdió la primogenitura por causa de transgresión, y se
confirió sobre José, el más digno de todos los hijos de Jacob (1 Cr. 5:1, 2).

“Cuando Jacob bendijo a José, le otorgó una porción o herencia doble entre sus
hermanos en Palestina, y también la bendición de la tierra de Sión, el término de los
collados eternos’. También lo bendijo con las bendiciones de los cielos de arriba,
del abismo que está abajo y de posteridad (Génesis 49:22-26). Jacob también
bendijo a los dos hijos de José con las bendiciones de su padre, las cuales ellos
heredaron, y colocó a Efraín, el menor, adelante de Manasés, el mayor, y por
inspiración del Señor confirió sobre Efraín la primogenitura en Israel.”
(Smith, Doctrina de Salvación, tomo III, pág. 236.)
(8-23) Génesis 49:1-20. ¿En qué se basó el Señor para decidir qué tribus tendrían
prominencia?
“A través del estudio detenido y de la consideración de las bendiciones del Señor
pronunciadas por medio de Jacob sobre sus doce hijos, se hace evidente que no
todos iban a recibir equitativamente de las promesas del Señor.
“Es evidente que las bendiciones dadas a Judá y a José fueron superiores a las
pronunciadas sobre sus hermanos.” (Richards, Israel! Do You Know?, págs. 9-10.)
Las actividades de cada persona en la vida premortal influenciaron en su nacimiento
bajo situaciones particulares en esta tierra. El presidente Harold B. Lee hizo esta
observación:

“ ‘Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, cuando hizo dividir a los hijos de
los hombres, estableciólos límites de los pueblos según el número de los hijos de
Israel.’ (Deuteronomio 32:8.)

“Ahora bien, esto fue lo que dijo a los hijos de Israel antes de que llegaran a la ‘tierra
prometida’:

“Luego tened presente el siguiente versículo: ‘Porque la porción de Jehová es su


pueblo; Jacob la heredad que le tocó’. (Deuteronomio 32:9.)

“Parece bien claro, entonces, que los descendientes de Jacob, quien más tarde fue
llamado Israel, y su posteridad, quienes se conocen como los hijos de Israel,
nacieron del linaje más ilustre entre los que vinieron a la tierra como seres mortales.

“Todas estas recompensas fueron aparentemente prometidas, o preordinadas,


antes que el mundo fuese, como resultado de la clase de vida que vivimos en el
mundo premortal, en el mundo de los espíritus. Tal vez haya quienes duden acerca
de estas suposiciones, pero al mismo tiempo aceptan sin duda alguna la creencia
de que cada uno de nosotros será juzgado al salir de esta tierra, de acuerdo con
sus hechos en esta vida. ¿No es acaso tan razonable creer que lo que hemos
recibido aquí en la tierra nos fue dado de acuerdo con nuestros méritos de conducta
antes de venir a ella?” (”Understanding Who We Are Brings Self-Respect”, Ensign,
enero de 1974, pág. 5.)
En Deuteronomio 33:6-29, Moisés volvió a mencionar las bendiciones dadas a cada
tribu. Este pasaje debe ser estudiado y comparado con las bendiciones originales
dadas por Jacob y que se encuentran en Génesis 49.

(8-24) Génesis 49:8-12. ¿Qué porción importante de la bendición de primogenitura


fue dada a Judá?
La bendición dada a Judá indica que de su linaje saldrían reyes (véase 1 Crónicas
5:1-2; Hebreos 7:14). La historia del Antiguo Testamento enseña que esta promesa
ciertamente se cumplió. Los reyes David, Salomón y Roboam son tan sólo tres de
los reyes que salieron del linaje de Judá. El Rey de Reyes, Jesucristo, mencionado
aquí como Siloh, también vino por este linaje. El élder Ezra Taft Benson dijo en
cuanto a esta promesa:

“La gran bendición dada a Judá es que la misma contemplaba la venida de Siloh,
quien recogería para sí a su pueblo. Esta profecía concerniente a Siloh ha sido tema
de varias interpretaciones rabínicas y cristianas y objeto de considerable
controversia. La interpretación dada a este pasaje por la Iglesia Mormona está
basada en la revelación dada a profetas modernos, no en comentarios de eruditos.
Fue revelado a José Smith que Siloh es el Mesías. (”A Message to Judah from
Joseph”, Ensign, diciembre de 1976, pág. 71.)
(8-25) Génesis 49:22-26. ¿Qué importancia tiene la bendición de José?
“Hay varios puntos que debemos comprender en esta profecía. Primero, él llegaría
a ser padre de una multitud de naciones, y es fácil entender lo que esto significa.
En segundo lugar, sus vástagos se extenderían sobre el muro. ¿Qué significa eso?
El Señor tenía un significado para cada cosa, y esto significa que la tribu de José
se tornaría tan numerosa que necesitaría más espacio que el disponible en una
pequeña heredad en Canaán; que se extendería e iría a una tierra ubicada a gran
distancia…

“La bendición particular de José, la cual acabo de leeros, era que gozaría de
posesiones mayores que las de los progenitores de Jacob, hasta los extremos de
los collados eternos. Esto parece indicar una tierra muy distante de Palestina.”
(Orson Pratt, Journal of Discourses, 14:9.)
La simiente de José llegó a América cuando Lehi y su familia dejaron el
Mediterráneo y se dirigieron al continente americano. La tierra de América es
señalada específicamente por el Señor como la tierra reservada para “un resto de
la casa de José” (3 Nefi 15:12).

(8-26) Génesis 4:26. América es la tierra de los “collados eternos”


“Supongo que Jacob vio esta tierra, así como Moisés, y la designa como tierra
lejana; “el término” (de los collados eternos) significa una tierra distante. Dijo que
esta tierra era mayor y mejor que lo que sus progenitores le dieron y que la daría a
José…Las cosas preciosas de los cielos iban a ser dadas a José en esta tierra.
Bendita del Señor sea esta tierra por las cosas preciosas de los cielos, más
preciosas que la plenitud de la tierra, más preciosas que el fruto de sus distintas
regiones, más preciosas que el grano y que el oro y la plata que encierra. Las cosas
preciosas de los cielos reveladas al pueblo de José sobre esta tierra que les fue
dada hasta el término de los collados eternos.” (Orson Pratt, Journal of Discourses,
18:167-68.)
(8-27) Génesis 50:24. Las profecías de José
En el capítulo 3 de 2 Nefi, el profeta Lehi le habla a su hijo José concerniente a las
grandes profecías de su progenitor, José, que fue vendido a los egipcios. Estas
profecías evidentemente estaban en las planchas de bronce que tenía Lehi, pero se
han perdido de nuestra Biblia. Mediante revelación José Smith restauró las
Escrituras perdidas añadiendo trece versículos entre Génesis 50:24 y 25 de la Biblia
actual. En ellos dice que Moisés sería levantado para librar a los hijos de Israel del
cautiverio de Egipto. Además, que en los últimos días sería levantado un profeta
llamado José, que en medio de la persecución sería un instrumento para traer a la
luz nuevas Escrituras que conjuntamente con la Biblia confundirían falsas doctrinas.
(Se refiere el alumno a 2 Nefi 3:5-17.)

RESUMEN ANALITICO
(8-28) Escriba un ensayo o una composición corta acerca del tema “José en Egipto:
Un modelo de rectitud”. El propósito de esta pequeña composición no es resumir la
historia de José sino de mostrar en qué forma se puede aplicar a nuestra vida hoy
en día. ¿Cómo puede un Santo de los Ultimos Días imitar el ejemplo de José en su
vida diaria? Al preparar el ensayo, considere lo siguiente:
“José demostró categóricamente por qué era favorecido por el Señor, o, como dicen
las Escrituras, por qué ‘Jehová estaba con José, y fue varón próspero’ (Génesis 39).
Su confianza estaba puesta en el Señor, y su lealtad era para el Señor.

“Creo que ésta es la lección más grande que la juventud de Sión puede aprender:
hacer lo recto por amor al Señor. Me parece que esto es tan importante que si hacéis
algo en rectitud por otra razón que no sea por amor al Señor, está mal hecho…o
por lo menos podéis considerar que estáis en terreno inseguro, ya que llegará el
momento en que vuestras razones para actuar en justicia no serán suficientemente
fuertes para sosteneros. Daréis lugar a la conveniencia, o a la presión de los que os
rodean, o al honor, la fama, al reconocimiento del mundo, o a las circunstancias del
momento, o a alguna otra razón mundana. A menos que vuestros motivos estén
afianzados en el firme cimiento del amor al Señor, no podréis contener la avalancha
del mal.” (Hartman Rector, hijo, “Live above the Law to Be Free”, Ensign, enero de
1973, pág. 130.)
(8-29) Al reflexionar acerca de lo que acaba de leer concerniente a la bendición que
cada hijo de Jacob recibió de su padre, pregúntese cuál será el gran valor de la
bendición que recibió cada uno y de qué manera les ayudó a enfrentar los
problemas que tuvieron en su vida. Considere las consecuencias de esa bendición
sobre la posteridad de cada uno de ellos y sobre toda la humanidad. Como
descendiente de Israel, usted se enfrenta a los mismos desafíos de la vida que ellos.
¿En qué forma puede aplicar a su vida las grandes verdades que contiene la
bendición a la que tiene derecho para ayudarle a desarrollar al máximo y servir mejor
al Señor?
El élder Bruce R. McConkie ha comentado al respecto:

“Casi todos los miembros de la Iglesia son descendientes literales de Jacob, quien
dio bendiciones patriarcales a sus doce hijos, prediciendo lo que les sucedería tanto
a ellos como a su posteridad. (Génesis 49; Enseñanzas, págs. 179-80.) Como
herederos de las bendiciones de Jacob, es privilegio de sus descendientes recibir
sus propias bendiciones patriarcales y, mediante la fe, ser bendecidos de la misma
manera que los antiguos. Las bendiciones patriarcales pueden ser dadas por
los patriarcas naturales, esto es, por los padres en Israel que gozan de las
bendiciones del orden patriarcal, o pueden ser dadas por patriarcas ordenados,
hermanos especialmente seleccionados que son llamados para bendecir a los
miembros de la Iglesia que son dignos de recibirlas.
“La Primera Presidencia (David O. McKay, Stephen L. Richards, J. Reuben Clark,
hijo), en una carta dirigida a todos los presidentes de estaca, con fecha 28 de junio
de 1957, dio la siguiente definición y explicación: ‘Las bendiciones patriarcales
contienen una declaración inspirada del linaje de la persona que la recibe y también,
si así lo indica el Espíritu, una declaración inspirada y profética de la misión de la
vida del recipiente, junto con las bendiciones, advertencias y amonestaciones que
el patriarca pueda ser impulsado a darle para ayudarle en el logro de tal mis ion,
siempre aclarándose que el cumplimiento de todas las bendiciones prometidas está
condicionado con la fidelidad de la persona al evangelio de nuestro Señor, cuyo
siervo es el patriarca. Tales bendiciones son guardadas en un registro y, en general,
una sola bendición basta para la vida de cada individuo. La naturaleza sagrada de
la bendición patriarcal debe, necesariamente, impeler a todos los patriarcas a
solicitar afanosamente la guía divina en el momento de pronunciar sus
declaraciones proféticas y extrema sabiduría para dar las advertencias y
amonestaciones’.” (Mormón Doctrine, pág. 558.)
Todo el que tenga un padre que pueda bendecirlo debería pedir y recibir una
bendición de padre, siempre que la necesite. Además, toda persona digna en la
Iglesia que llene los requisitos para recibir una bendición patriarcal de manos de un
patriarca ordenado puede solicitarla. Una vez que haya sido recibida, la bendición
patriarcal debe ser leída, una y otra vez, con el propósito de comprender su
significado. De la misma manera que se dan las bendiciones por medio de la
inspiración del Señor, así también su significado será aclarado mediante el mismo
poder. El cumplimiento de las bendiciones prometidas depende del que las recibe.
El élder John A. Widtsoe escribió lo siguiente con relación a las bendiciones
patriarcales:

“Estas bendiciones son posibilidades basadas en la fiel devoción a la causa de la


verdad y deben ser ganadas. De otro modo no son más que palabras vacías. En
verdad, llegan a su más alto valor cuando las empleamos como ideales,
posibilidades específicas por las que podemos esforzarnos durante toda la vida.
Considerar al patriarca como un adivinador de la suerte es una ofensa al sacerdocio;
el patriarca solamente indica los dones que el Señor nos dará si nos esforzamos
para obtenerlos. Nos ayuda señalando la meta divina que podemos gozar si
pagamos el precio que se requiere.

“Tal bendición, dada en el espíritu de amor paternal, y sellada sobre nosotros por la
autoridad del sacerdocio, se convierte en poder en nuestra vida, un consuelo para
nuestros días. Es un mensaje que, si es leído y tenido en honor, se tornará en ancla
en los días tormentosos, en nuestra fuente de ánimo en los días sin sol. El declara
nuestro destino cierto aquí y más allá, si vivimos conforme a la ley; y fortalece
nuestra fe y nos lleva hacia la verdad.” (Improvement Era, enero de 1942, “What is
the Meaning of Pa-triarchal Blessings”, pág. 33.)

A nivel individual o personal, la injusticia social se produce debido a la


discriminación, intolerancia y falta de respeto contra otra persona por su
nacionalidad, raza, género, clase social o jerarquía.

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