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Que la Resurrección del

Señor Jesús, tenga un tono


Pascual en nosotros, con
envoltura de luz y paz, para
que lo percibamos dentro, y
lo descubramos en el huerto,
como la Magdalena, y en los
sonoros ríos de la vida. Que
aparezca siempre vivo en
nuestra vida.
hacer con esta gente? Es evidente que han hecho un milagro: lo sabe todo
Jerusalén, y no podemos negarlo; pero, para evitar que se siga divulgando, les
prohibiremos que vuelvan a mencionar a nadie ese nombre.» Los llamaron y les
prohibieron en absoluto predicar y enseñar en nombre de Jesús. Pedro y Juan
replicaron: «¿Puede aprobar Dios que os obedezcamos a vosotros en vez de a él?
juzgadlo vosotros. .» Repitiendo la prohibición, los soltaron. No encontraron la
manera de castigarlos, porque el pueblo entero daba gloria a Dios por lo sucedido.

Reflexión
La Palabra clave de las lecturas de hoy es la VALENTIA, en la primera lectura Pedro
y Juan se enfrentan a los jefes del pueblo “No podemos menos de contar lo que
hemos visto y oído” es decir, no pueden dejar de anunciar lo que les ha dado
sentido a sus vidas, lo que han visto y oído no es otra cosa que el mismo Dios en la
tierra que pasa haciendo el bien, a quien el mar obedece, el que realmente era Hijo
de Dios, el que tiene Palabras de vida eterna, el que habla con sabiduría, al que la
gente se agolpaba para escuchar; eso es lo que han visto y oído y esta es la clave
del encuentro verdadero que suscita valentía, no pusilanimidad, no pereza ni
rencor, sino valentía de ir contra lo que el mundo ha hecho que sea humanamente
normal como el buscar una zona de confort, o sentirse agraviada por cualquier
contrariedad o el no soportar la frustración o el fracaso por no querer volver a
comenzar. En nuestra vida consagrada esto hace mella, porque nos achica el
horizonte y nos instala haciendo que aparentemente todo sea tan contrario que

Nosotros no podemos
menos de contar lo
que hemos visto y oído
acabamos por abandonarlo ya que humanamente no hay “frutos”…pero ya nos lo
dice Pedro junto a Juan…no es por los frutos, sino porque se sabe que es lo que se
ha visto y oído…que son las Palabra de vida eterna y a Dios que pasaba haciendo el
bien y predicando que el Reino de Dios (la vida eterna) está cerca.

Primera lectura Evangelio del día


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 13-21 Lectura del santo evangelio según san Marcos 16, 9-15
En aquellos días, los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, viendo la Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero
seguridad de Pedro y Juan, y notando que eran hombres sin letras ni instrucción, a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo
se sorprendieron y descubrieron que habían sido compañeros de Jesús. Pero, a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba
viendo junto a ellos al hombre que habían curado, no encontraban respuesta. Les vivo y que lo había visto, no le creyeron. Después se apareció en figura de otro a
mandaron salir fuera del Sanedrín, y se pusieron a deliberar: - «¿Qué vamos a
dos de ellos que iban caminando a una finca. También ellos fueron a anunciarlo a
los demás, pero no les creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando
estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque
no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: - «ld al mundo
entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.»

Reflexión
En el evangelio, Jesús se aparece a as mujeres y estas corren a anunciarlo, pero, los
discípulos quieren permanecer en su duelo, lloran y no quieren entender que está
vivo, más fácil es la pusilanimidad el querer encerrarse en la pena y no reconocer
que de la manera más inesperada Dios se presenta y se hace vivo. Nosotras a veces
también nos encerramos en nuestros propios duelos en la pena ante las injusticias,
en los problemas, en el justo cansancio físico y en la decepción que muchas veces
lleva el apostolado y mas aún el vocacional….pero será justo permanecer en esta
pena, en este “duelo” cuando precisamente la cosas que hacemos por Dios nos
deben llevar a Él?...no son los frutos sino la voz de Dios que nos debe sacar de
nuestra incredulidad (cuando pensamos que ya nada puede cambiar) y de nuestra
dureza de corazón (cuando nos falta la fe, la esperanza y la Caridad) Jesús nos
reprocha la falta de valentía al no querer escuchar su voz por encerrarnos en
nuestras tristezas…¿acaso nos llama al éxito humano? ¿acaso nos ha dado la
vocación de super estrellas a las que nunca les falla nada?, no, nos ha dado la
vocación de ser Canonesas de la Cruz, con todo lo que esto conlleva…ya nos lo dice
nuestra Venerable Madre:

“¿De qué te contristas, que temes? cuál es y ha sido tu vocación?


y se yergue en mi imaginación el Crucificado, pálido, inerte, silencioso, muerto.
Esta es tu vocación este es tu modelo, este tu amor, ¿qué más quieres?
No es la fundación de una Congregación próspera, y útil a la Iglesia,
no es tal o cual cosa por buena que sea,
es El, El solo, en la inteligencia, en el corazón, en la vida y en la muerte.
Paz y sentimiento de fortaleza que procede de la Cruz”

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